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Ésta última liderada como bien sabemos por el poderoso monarca español Felipe II, teniendo como su adversaria principal a la reina de Inglaterra Isabel I. Así, una vez que el apoyo real inglés cesó a la causa reformista, el político y escritor Francis Bacon (1561- 1626) y el astrólogo John Dee se encargaron de continuar la lucha frente a la Contrarreforma creando una sociedad secreta, encabezada primero por los rosacruces y que después se llamó Masonería. De hecho la obra de Bacon /D QXHYD $WOiQWLGD, publicada en 1626, es un auténtico compendio cabalístico-judío y simbólico donde ya se pueden apreciar con seguridad los rasgos claves de la Masonería. Entre ellos la sustitución de la religión por la ética y una búsqueda pura de Dios sólo en la naturaleza. Además, el centro de estudios científicos de dicha Atlántida recibe el significativo nombre de &DVD GH 6DORPyQ, en honor del gran rey de los hebreos de la Antigua Alianza. En esta isla, llamada también Bensalem, los judíos viven contentos y felices transmitiendo a todos los habitantes sus portentosos conocimientos tecnológicos, que les permiten vivir dichosos y satisfechos. Muy lejos por tanto de la supuesta vida horrorosa que se vivía en aquellos momentos en la España católica. En definitiva, esta obra de Bacon es una auténtica alegoría de la Masonería, y se inscribe como el programa de acción exterior ϰ para una Inglaterra interesada en socavar el poder de las grandes naciones católicas, en primer lugar España, pero después a continuación Francia. De hecho, los Mercaderes de la Luz, los judíos de esta Atlántida, elaboran el conjunto de ideas que dará soporte a la Ilustración, como sabemos de base sólidamente anticristiana. Como vemos, sorprendentemente la Masonería no nació en 1717 con las &RQVWLWXFLRQHV de Anderson, como habitualmente se pensaba, sino más de un siglo antes, y por obra del estadista inglés Francis Bacon fundando la primera Logia nada menos que ya en 1579. Además, el autor nos pone sobre la pista con numerosos hechos de que la fundación de la Masonería está llena de precedentes durante el siglo XVII. Sin embargo, también se hace preciso decir que, como en todos los libros que hay sobre la Masonería, siempre hay un halo de misterio en torno a ella indescifrable. Es decir, a pesar de hechos probados y comprobados históricamente, su enlace, su trama, su hilo causal y lógico deja mucho que desear pues éste no aparece tan claro, y muchas veces es más bien oscuro e impenetrable. De todas formas, a pesar de ello el esfuerzo de Michael Jones es más que notorio y sirve sin duda para hacernos progresar con un poco más de luz que antes en el conocimiento de la Masonería, sin olvidar que es una sociedad secreta por excelencia. Personaje central de la Masonería en el siglo XVII fue el escocés Sir Robert Moray (1608-1673), que se constituyó en el enlace más eficiente para conectar a los judíos con los masones. Al servicio del rey Carlos II de Inglaterra (1660-1685), Moray utilizó el Zohar, libro cabalístico judío, para incorporar sus ritos y tradiciones a las primeras logias masónicas. Se basaba para ello en la supuesta hermandad entre judíos y escoceses ϱ pues ambos pueblos habían sido desplazados y marginados, estos últimos por los ingleses y los primeros por los países cristianos occidentales. De hecho, al parecer, Carlos II, mientras estuvo desplazado del trono inglés por Cromwell (1653-1658), intentó preparar una invasión de Inglaterra desde Escocia con la ayuda de numerosos judíos influyentes. De lo que no hay ninguna duda es que los primeros masones de Estados Unidos fueron judíos, y eso está certificado en documento por una reunión que hubo en la primera logia fundada en Newport en 1658. Otro punto de conexión entre judíos y masones la estableció la reina Cristina de Suecia, la cual tras abdicar en 1654 y convertirse supuestamente al catolicismo, frecuentó con intensidad el trato con judíos para buscar una tercera alternativa religiosa a la secular confrontación entre católicos y protestantes. Y esta tercera vía no podía ser otra que el credo pseudo místico y cabalístico de la Masonería. Igualmente, los judíos de Holanda y Bélgica fueron un apoyo esencial para restablecer en el trono de Inglaterra a Carlos II Estuardo, prometiéndoles este rey su reingreso en este país -ya que fueron expulsados del mismo en 1290- así como una vida sin sobresaltos. Y, precisamente fueron los masones los que se encargaron de estrechar esta conexión judía con la causa monárquica inglesa, que tuvo su oportunidad crucial al morir el dictador Cromwell en 1658. De hecho, desde 1660, año de la restauración de Carlos II, la Masonería fue el pilar fundamental de la tolerancia religiosa en Inglaterra. Los judíos fueron efectivamente muy protegidos bajo el reinado de este rey Estuardo, pudiéndose dedicar junto a los masones protestantes al desarrollo de los estudios ϲ cabalísticos, así como al culto de un supuesto Dios común o *UDQ $UTXLWHFWR GHO 8QLYHUVR. También podemos encontrarnos con el hecho de que la Real Sociedad de Londres, dedicada a actividades científicas, fue fundada en 1662 por masones, los cuales cultivaban en ella la parte exotérica (accesible al vulgo) mientras en la Logia masónica cultivaban la otra parte, la esotérica, secreta e inaccesible. Y esta parte esotérica se dedicaba como la cabalística judía a desentrañar los oscuros significados contenidos en la Biblia, de tal forma que salieran a relucir los secretos del conocimiento de Adán antes de que perdiera el Paraíso. De todas formas es necesario decir que esta Real Sociedad también se encargó de sustituir al Jehová del Antiguo Testamento por la creencia en una Deidad superior regidora de la Naturaleza. Con ello, como podemos ver, se acercaban cada vez más a la auténtica configuración masónica del Gran Arquitecto del Universo. Y con ello nos podemos permitir afirmar que la Masonería en un primer escalón borra al Dios católico de Jesucristo para reducirlo sólo al Jehová del Antiguo Testamento, pero en un segundo y último escalón borra también a Jehová para reducirlo al principio superior del Gran Arquitecto del Universo. Y la ciencia se encargaría de explicar de la mejor manera posible todos los movimientos de la naturaleza creados por este Arquitecto. Entre 1685 y 1688 se refugiaron en Holanda un montón de protestantes franceses (hugonotes) e ingleses, que huían tanto de la política católica del rey francés Luis XIV como la del rey inglés Jacobo II. Y, al parecer, una vez expulsado del trono inglés por los protestantes en 1688 este último Rey Estuardo católico, sorprendentemente fueron las ϳ logias masónicas escocesas las que posteriormente coordinaron en Francia el movimiento de restauración jacobita. De hecho, así fue en 1745 cuando intentaron los jacobitas instaurar en el trono inglés al nieto de Jacobo II, Carlos Eduardo Estuardo. De todas formas, es necesario decir que el nuevo rey de Inglaterra desde 1689, el príncipe holandés protestante Guillermo de Orange, como Guillermo III (1689-1702), debió su instauración en el trono, en la llamada Revolución Gloriosa, a un buen número de judíos sefardíes de Holanda especialmente influyentes. Sin embargo, Guillermo igualmente