ANÁLISIS FLORÍSTICO Y ETNOBOTÁNICO DE LA RESERVA FORESTAL MUNICIPAL DE COGUA, CUNDINAMARCA Daniela Moreno Mosquera
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ANÁLISIS FLORÍSTICO Y ETNOBOTÁNICO DE LA RESERVA FORESTAL MUNICIPAL DE COGUA, CUNDINAMARCA Daniela Moreno Mosquera Resumen Es necesario llevar a cabo acciones para conocer la diversidad vegetal de Colombia con el fin de conservarla y utilizarla de manera sostenible. Teniendo en cuenta esto, se caracterizó la diversidad vegetal y formas de uso de una zona entre bosque altoandino y páramo, denominada Reserva Forestal Municipal de Cogua (RFMC), con el propósito de conocer la diversidad vegetal nativa del lugar y contribuir a las acciones de conservación y utilización sostenible. Se amplió el anterior inventario florístico de la RFMC añadiendo 27 especies nuevas, se analizó la composición y se categorizó la vegetación según el tipo de uso y estado de conservación. Del total de las especies de la reserva predominan las Asteráceas, Orquídeas, Ericáceas, Pastos y Bromelias y los géneros Hypericum y Pentacalia. Se registraron dos especies En Peligro de extinción (Espeletia cayetana y Pentacalia elatoides) y una En Peligro Crítico (Salvia cyanocephala) y 169 especies útiles, en su mayoría de uso medicinal. Se recomienda aumentar los esfuerzos de protección de la reserva frente a presiones como la agropecuaria para evitar la pérdida de diversidad, especialmente de las especies endémicas, las amenazadas y las útiles. Palabras clave Inventario, biodiversidad, composición florística, plantas útiles, plantas medicinales, conservación, páramo, bosque altoandino Introducción La diversidad biológica (DB) es la característica propia de los seres vivos de ser diferentes entre sí, y estas diferencias se expresan en todos los niveles de organización, desde los genes hasta los ecosistemas. En los últimos años, debido a la acelerada pérdida de especies, ha incrementado la conciencia sobre la importancia de preservar la naturaleza y los seres vivos. En el marco de esta preocupación global se presenta en 1992 en la Cumbre de la Tierra, el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), que busca, entre otras cosas, conservarla en todos sus niveles de organización y la utilización sostenible (Naciones Unidas, 1992). Colombia ratificó este convenio internacional mediante la Ley 165 de 1994, y en 2001 elaboró la Estrategia Nacional para la Conservación de Plantas en cumplimiento a sus obligaciones adquiridas (Samper y García, 2001), (la cual ha sido actualizada y revisada en 2010; García et al., 2010). La estrategia se encuentra enmarcada dentro de la Política de Biodiversidad a partir de la cual se establecen los siguientes principios: (1) Conocer: acciones tendientes a la caracterización de la diversidad vegetal nativa, acompañada de un sistema de información que permita fortalecer e incrementar el estado actual del conocimiento. (2) Conservar: se desarrollarán acciones de conservación in situ y ex situ, como un mecanismo para el mantenimiento de la diversidad vegetal y las interacciones de esta con los demás componentes de la biodiversidad. (3) Utilizar: a través de acciones que conlleven a la utilización sostenible de la diversidad vegetal, la estrategia pretende incentivar el uso de prácticas de manejo y aprovechamiento que garanticen la sostenibilidad del recurso, sin detrimento de las poblaciones naturales y sus hábitats. En consecuencia, se requiere caracterizar los componentes de la diversidad vegetal y sus formas de uso con el fin de contribuir a las acciones de conservación y utilización sostenible. Conservación siendo toda acción que busque proteger de daño o destrucción y prevenir el uso excesivo y derrochador de un recurso (Sandbrook, 2015), y utilización sostenible como el uso de los componentes de la diversidad biológica a un ritmo y de un modo que no provoque la disminución de esta diversidad a largo plazo (Naciones Unidas, 1992). Una forma de generar conocimiento sobre la DB es mediante los inventarios. Los de grupos indicadores, como las plantas vasculares, se utilizan generalmente para estimar la diversidad y brindar información sobre el estado de conservación del hábitat (Villarreal et al., 2004). Son la forma más directa y rápida de estudiar la biodiversidad en una zona (Noss, 1990) y la única fuente de información botánica de un área, en la mayoría de los casos (Ibrahim et al., 2019). Por lo cual, se requieren para la gestión de la DB (SCDB, 2009). Además de dar a conocer la biodiversidad, nos permiten determinar su distribución, estado de conservación y las posibilidades de uso sostenible (Rangel, 2015) y organizar esta información de manera que pueda ser recuperable (SCDB, 2009). Dependiendo de la técnica de muestreo empleada para el inventario, se puede obtener tres tipos de datos: de composición, geográficos y estructurales (Villarreal et al., 2004). En primer lugar, los de composición, incluyen los nombres de las especies, es decir, la información taxonómica con la cual se puede generar una lista de especies de la localidad (Villarreal et al., 2004). Esta, se centra en el número de especies e incluye los taxones en un ecosistema específico y en un período geológico determinado (Ibrahim et al., 2019). Además, permite reconocer, interpretar y valorar la diversidad dentro de un marco organizativo y, en esta medida, se considera la piedra angular de la conservación (Bisby et al., 1995). En segundo lugar, los datos geográficos, contienen información de la localización de las especies, que se utiliza para establecer patrones de distribución y mapas de riqueza de especies y de endemismos. Finalmente, los estructurales, los cuales son atributos poblacionales como los hábitos de crecimiento (Villarreal et al., 2004). De manera que, los inventarios pueden ir acompañados de aspectos geográficos y estructurales de la vegetación con el propósito de brindar información adicional para la caracterización de la flora del lugar. En este estudio, se incluyó información sobre el origen y endemismo de las especies y el hábito de crecimiento, así como datos acerca de las categorías de amenaza y formas de uso de las especies, para promover las acciones de conservación y uso sostenible. En Colombia, una parte importante de la diversidad florística se concentra en ecosistemas de alta montaña (Cogollo et al., 2020). Se estima que la flora de páramo es la flora de alta montaña más rica del mundo (Smith y Cleef, 1988). Asimismo, presenta el mayor grado de endemismo y la mayor diversidad en plantas superiores de los ecosistemas de alta montaña del mundo (Llambí y Cuesta, 2014). Por ello, es necesario documentar la diversidad florística de estas zonas antes que se continúe perdiendo debido a los factores antrópicos que la amenazan. La región paramuna comprende la franja alto andina (3000-3200 m), el páramo bajo o subpáramo (3200 - 3500 (3600 m), el páramo propiamente dicho (3500 (3600m) - 4100 m), y el superpáramo (4100 m hasta las nieves perpetuas; Rangel, 2000b). Los ecosistemas de montaña y alta montaña son los más afectados en Colombia por los procesos de colonización y deforestación (Velasco y Vargas, 2008). Aun así, se conserva menos del 10% de los bosques andinos originales y probablemente menos del 5% de los bosques altoandinos (Beltrán y Barrera, 2014). De igual forma, la pérdida de DB implica la extinción del conocimiento tradicional asociado a la relación entre ser humano y planta. Esta interrelación incluye el uso de la diversidad de plantas por parte de las comunidades para su beneficio. Por esta razón, conocer y caracterizar las formas de uso de la flora es valioso para la humanidad al rescatar ese conocimiento etnobotánico que se está perdiendo (Schultes, 1994) y contribuir a los procesos de uso sostenible. En el municipio de Cogua (Cundinamarca) se ha establecido una reserva natural que busca la recuperación del bosque altoandino y de sus servicios ambientales derivados (León et al., 2008). Se denomina Reserva Forestal Municipal de Cogua (RFMC) y es de gran importancia por la diversidad de especies y de nacimientos de agua que alberga. En 2002, García y Giraldo realizaron una caracterización florística de la RFMC, en la que registraron 321 especies. Sin embargo, a partir de esta fecha se ha ampliado el área de la reserva, de manera que, es valioso completar el inventario inicial para incluir las especies de las áreas adquiridas. Este y otros estudios se han desarrollado en la RFMC como parte de un proyecto de investigación titulado “Hacia un modelo comunitario de restauración de bosque altoandino en las veredas Quebradahonda y Páramoalto (Cogua)”. No obstante, estos se enfocaron en aspectos ecológicos que pudieran contribuir al proceso de restauración de los bosques al interior de la RFMC. Asimismo, en 2008, La Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional publicó una colección de textos titulada “Estrategias para la restauración ecológica del bosque altoandino: el caso de la Reserva Forestal Municipal de Cogua, Cundinamarca”. El cual, reúne proyectos de investigación también enfocados en generar información básica sobre aspectos del estado de la RFMC que puedan ser usados para restauración ecológica. Posteriormente en el 2018, se publica el proyecto “Estado del Arte para la Actualización del Plan de Manejo de las Zonas de Reserva Forestal Protectora de Cogua (Cundinamarca)” realizado por Rodríguez y colaboradores (2018), que recopila información para renovar el último plan de manejo. Respecto a trabajos etnobotánicos en Cogua, en 2009 Guerrero realizó la caracterización de la flora útil de las huertas familiares de cuatro veredas del municipio, y estimó el papel de las mismas en la seguridad alimentaria y la sostenibilidad económica