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ANTES DE “ LIBRE” El surgimiento del primer presidente, Tomás Estrada Palma

Tomás Estrada Palma (Bayamo, 1835 - Santiago de Cuba, 1908) Margarita García

ANTES DE “CUBA LIBRE”

El surgimiento del primer presidente, Tomás Estrada Palma

Colección ENSAYO Colección ENSAYO

Portada: Realizada especialmente para esta edición por Paul Caicedo.

© Margarita García, 2015

Editorial Betania. Apartado de Correos 50.767 28080 Madrid. España

ISBN: 978-84-8017-359-9. Déposito Legal: M-15469-2015.

Imprime Publidisa Impreso en España - Printed in Spain A la memoria de mi padre, Oswaldo García Brito, amante de la historia de Cuba, hombre honesto y padre inta- chable.

A mi esposo, el patriota Guillermo Estévez de Arcos que sufrió muchos años de prisión política en las ergástulas del gobierno de Fidel Castro en Cuba, pero pudo salir íntegro de cuerpo y mente.

A mi magnífica hija, Victoria Margarita Estévez Gar- cía, norteamericana de nacimiento, a quien -en su español co- rrecto- se le ocurrió el título de esta obra.

AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, quiero declarar mi agradecimiento a los miembros de la Sociedad Histórica de Central Valley: la historiadora Leslie Rose, Herman Galberd, Carlos Vázquez y demás amigos que año tras año han ayudado a recibir a nuestro grupo de cubanos con un magnífico despliegue de documentos, refrescos y platillos de dulces. A ellos se debe el principio de esta obra.

Al bisnieto de Don Tomás, Andrew Reilly, quien me pro- porcionó muchas fotos familiares.

A Juan Manuel Alfaro Guixot, presidente de la Funda- ción Les Fortaleses Catalanes, quien nos dio una gira por los predios del Castell de Sant Ferrán donde Estrada Palma estuvo prisionero y después editó el Capítulo 5 de esta obra mejorando enormemente mi prosa.

Al Licenciado Ismael Zepeda y a Gloria Esperanza Núñez Flores, quienes nos abrieron las puertas a los docu- mentos históricos de Honduras y a distintas anécdotas sobre la ciudad de Tegucigalpa.

A los miembros de la Asociación de Ex Presos Políti- cos Cubanos, Zona Norte, especialmente a Aniceto Cuesta (qepd) y José Alfredo Gutiérrez Solana quienes cada año han organizado un viaje de cubanos a Central Valley con motivo del 20 de mayo. 10 Margarita García A Rolando Alum Linera, antropólogo amigo quien no cesó de instarme a que terminara esta obra cuando me pa- recía interminable.

A Antonio Rafael de la Cova, quien robó tiempo a su complicada vida académica para corregir ciertos errores históricos que yo había cometido.

A Vicente Echerri, por editar la versión en español de este libro y darme lecciones de ortografía y gramática es- pañola.

A mi hermana, la Dra. Magda Teresa García, por editar la versión en inglés y corregir mis errores de preposiciones, artículos y conjunciones.

A Paul Caicedo, diseñador estrella de la portada que pudo captar el espíritu del nacimiento de la nación cubana en su dibujo. I. EL SEŇOR PRESIDENTE

Tarja en la Ruta 32, New York

En un ocioso fin de semana, a principios del otoño, cuando los días son claros y luminosos, las hojas de los árboles se tornan amarillas y rojas y el aire tiene una nueva frialdad, un buen lugar de visitar es la zona vinícola del Valle del Hudson, donde viñedos – de los mas viejos del país – abren sus puertas a visitantes para saborear muestras de sus productos. De regreso a casa, sin prisa y feliz- mente relajados, es mejor tomar la carretera local (Ruta 32) que pasa por varios pueblos, en vez de la autopista New York Thruway (I-87) por donde camiones gigantescos transitan a toda velocidad. En dirección sur por la Ruta 32, después de los pueblos de New Paltz y Newburgh y sin conducir muy aprisa, un cartel junto a la carretera, por la derecha, de momento capta mi atención. “¿Decía Estrada Palma?” Freno súbito. Marcha atrás. Sí decía “Estrada Palma.” Eso significa que estamos en Central Valley, el pueblecito de donde Tomás Estrada Palma (Don Tomás) saliera el 15 de abril de 1902 después de haber sido electo in absentia el 31 de diciem- bre anterior, para asumir la primera presidencia de la nueva Repú- blica de Cuba. Una semana después, al regresar a Central Valley, 12 Margarita García descubrimos la Sociedad Histórica de Woodbury en el vecino pue- blo de Highland Mills, donde encontramos una sorprendente co- lección de documentos inéditos relacionados con Estrada Palma. Así empezó mi larga relación con el hombre que, hasta el presente, es recordado con cariño por los habitantes de este lu- gar, parte del pueblo de Woodbury, en el Condado de Orange, del estado de Nueva York. La placa junto a la carretera dice:

“Tomás Estrada Palma Primer presidente de Cuba Vivió aquí 1879 -1902 Mientras presidía una Junta Que financió la revolución cubana. Fue presidente de Cuba 1902-1906”.

La primera sorpresa fue el descubrimiento de la existencia del “Día de Palma” y el “Premio Palma” en la escuela prima- ria local. Richard Ficken, un vecino de ciertos recursos, dejó en su herencia la cantidad de $1,000 al Distrito Escolar de Central Valley para que se invirtieran en un “Fondo Estrada Palma” al objeto de comprar premios “para ser otorgados el 20 de mayo de cada año a aquellos alumnos, sin distinción de sexo, que se hayan distinguido durante el año académico inmediatamente anterior.”1 Algunas veces se dieron medallas, otras veces, diplomas, otras una carta de reconocimiento con algunos dólares. Al principio, los niños tenían que someterse a un examen so- bre Estrada Palma que provoca una sonrisa cuando se lee hoy en día. Por ejemplo, una pregunta era: “Estrada era el líder de los revolucionarios cubanos. Estos querían liberarse de… (escoger entre las siguientes alternativas) a) España; b) las tortugas; c) Australia.” En años subsiguientes el premio fue simplemente otorgado al estudiante con el expediente académico más alto, pero siempre fue concedido el 20 de mayo, en honor a la independencia de Cuba.

1 Ficken, Richard, "Testamento," (En la Sociedad Histórica de Woodbury, Highland Mills, New York, 1903?). I. El señor presidente 13

Algunos de los premios dados a los alumnos el 20 de mayo 14 Margarita García Cuando fue elegido presidente el 31 de diciembre de 1901, a los 66 años, Estrada Palma estaba en Central Valley. Había estado ahí brevemente en 1879, y después de manera permanente al fren- te de su Instituto Estrada Palma, desde 1884 hasta el comienzo de la Guerra de Independencia en 1895. Después de la muerte de José Martí, promotor principal y luego líder reconocido del movimiento independentista, Estrada Palma asumió la dirección de esa causa en el extranjero, mientras los “mambises” 2 luchaban en Cuba. Durante esos años tuvo que pasar la mayor parte de su tiempo en la ciudad de Nueva York, dirigiendo los asuntos de la Junta Cubana (es decir, la Delegación del Gobierno Cubano en Guerra). Al final de la guerra Hispano-Americana, Estrada Palma cerró las oficinas de la Junta y regresó con su familia a Central Valley con la intención de retirarse de la vida pública, de reanudar su instituto y tal vez expandirlo en una universidad3. Las circuns- tancias, sin embargo, no le permitieron realizar su deseo. Su país recién nacido lo necesitaba, y después de 30 años de lucha, él tenía que responder a su llamada. Después de múltiples interrogaciones de reporteros y de múl- tiples declaraciones de que ni iba a regresar a Cuba, ni estaba interesado en ningún cargo público4, la visita de Máximo Gómez – el generalísimo de los mambises – a Central Valley, le hizo cambiar de idea. Gómez había llegado a Nueva York el 29 de junio de 19015 con su hijo Urbano y en su habitación del hotel Waldorf Astoria sostuvo una larga entrevista con Estrada Palma. Asediado por reporteros, el general simplemente declaró que el objeto de su visita era saludar a su viejo amigo “Tomasito” (Don Tomás) y rendir homenaje al presidente McKinley. En efecto, Gómez fue a Washington en la noche del 2 de julio de 1901 y se 2 Nombre con que eran conocidos los soldados del Ejército Libertador cubano. 3 Planes para una Universidad Estrada Palma son mencionados en Kerr, Ida Cornell, "Recollections," Manuscrito inédito, 1943 En Woodbury Historical Society, Highland Mills, N.Y 4 "Will not return to Cuba," Chicago Daily Tribune, 4 de marzo, 1899, 1. ; "Will not return to Cuba," Evansville Courier and Press, Evansville, IN, 1899, 2. 5 "Arrival of Gomez Veteran Cuban Patriot and Soldier is Heartily Cheered," Duluth News-Tribune, Duluth, MN, 30 de junio, 1901 I. El señor presidente 15 hospedó en el Hotel Shoreham6 hasta el día siguiente cuando se reunió por media hora con el Presidente McKinley, y fue home- najeado más tarde con un banquete en su honor en la Casa Blan- ca. De vuelta a Nueva York, Gómez se fue a Central Valley donde tuvo in magnifico recibimiento: una banda de música, multitud de vecinos, y hasta hubo fuegos artificiales7. En sus conversaciones en el Waldorf Astoria primero y en Central Valley después, Gómez convenció a Don Tomás de que era él el único hombre capaz de iniciar la nueva república por el camino correcto. Su innegable y reconocida integridad, sus hábitos de trabajo, su frugalidad, su visión de la democracia, su aborrecimiento del “caudillismo”8, y su conocimiento del siste- ma norteamericano eran todas cualidades necesarias para el diri- gente en este momento crucial en la historia de Cuba. De regreso a Cuba, Gómez divulgó que él veía muy positiva- mente la posible candidatura de Estrada Palma para presidente de la república, un acto que indudablemente le ganaría muchos adeptos a Don Tomás. Pero los oficiales veteranos del Ejército Libertador necesitaban una prueba más concreta de la decisión de Estrada Palma y una exposición de sus planes para Cuba en caso de resultar electo. A ese fin, le encargaron al general Juan Rius Rivera (1848-1924) que escribiera a Central Valley. La res- puesta de Estrada Palma resultó aceptable, y el 28 de septiembre de 1901 se publicó un Manifiesto al Pueblo de Cuba en apoyo a su candidatura. Nueve generales (incluyendo a Máximo Gómez) y dos coroneles lo firmaron, así como dieciocho prominentes ci- viles9. Después de tan importante demostración de apoyo y es- tímulo, Don Tomás decidió aceptar la nominación, siem- pre con la idea de servir tan solo durante un período.10 A él

6 "Gen. Maximo Gomez calls on the President to pay his respects," Evening Star, Wash- ington, DC, 3 de julio, 1901 7 "Gen. Gomez at Central Valley," The New York Times, 9 de julio, 1901, 3. 8 Como fue típico de muchos países latinoamericanos después de sus independencias de España 9 El Manifiesto completo, así como los nombres de los firmantes aparece en las páginas 107-109 de Duarte Oropesa, José, Historiología Cubana: Desde 1898 hasta 1944, 5 vols., vol. 2, (Miami, FL.: Ediciones Universal, 1974). 10 "Palma outlines needs of Cuba," Chicago Tribune, 13 de enero, 1902, 1. 16 Margarita García se le puede aplicar lo que dijo Michael Korda de Ulysses S. Grant: “… se debe también considerar su inflexible sentido del deber. La presidencia era algo que él no podía evitar”11. No fue a hacer campaña en Cuba. No dio estrechones de manos, no asistió a mítines, no cargó a pequeñuelos. Pero en esto él no fue único: en dos elecciones presidenciales que tu- vieron lugar en el año 1868, los candidatos que ganaron tam- poco hicieron campaña: ellos fueron Ulysses S. Grant en Es- tados Unidos y Domingo Faustino Sarmiento en Argentina. El 31 de diciembre de 1901, hombres blancos y negros –las mujeres todavía no podían votar en ninguna parte del mun- do– concurrieron multitudinariamente a las urnas. La deci- sión era entre Estrada Palma (con Luis Estévez Romero como vice-Presidente) y Bartolomé Masó (con el Dr. Eusebio Her- nández como vice-Presidente). En el último minuto Masó se retiró de las elecciones alegando fraude en la composición de las Juntas de Escrutinio (los organismos encargados de contar la votación). Estrada Palma y Estévez ganaron fá- cilmente.12 Todos los historiadores, no obstante, son de opi- nión que hubieran ganado auque Masó hubiera participado. Don Tomás recibió la noticia en el frío día primero del año 1902. La noche anterior sus tres hijos mayores José, Tomás y Candita habían ido al Baile de Año Nuevo en el Club Social de Central Valley.13 Inmediatamente se convirtió en el hombre más famoso de este pueblo, un status que ha mantenido hasta el Siglo 21. Cuando llegó la hora de la partida del pueblo que había sido su hogar durante los últimos 20 años, en la mañana del 15 de abril de 1902, sus amigos y vecinos lo acompañaron en proce- sión hasta la estación del ferrocarril y le proporcionaron tal ca- riñosa y emocionante despedida que le provocaron lágrimas. El Presidente del Ferrocarril de Erie puso un vagón privado a la disposición del Presidente Electo y sus invitados, y a la hora es- 11 Korda, Michael, Ulysses S. Grant, Eminent Lives Series Editor: James Atlas, New York: Harper Collins, 2004. p. 111. 12 Masó, Calixto C., Historia de Cuba, 2a edición. (Miami, FL: Ediciones Universal, 1976). Reportó en la página 438 que de los 335,699 votantes registrados una mayoría sólida (213,186 o el 63.5%) votó. 13 "Central Valley News," Cornwall Local, Cornwall-on-Hudson, NY, 9 de enero, 1902 I. El señor presidente 17 taban en la ciudad de Nueva York14. Su esposa, Genoveva Guar- diola y los hijos más pequeños, y una delegación de invitados, partirían otro día, con rumbo directo a La Habana para presen- ciar las ceremonias oficiales de inauguración15. Don Tomás ha- bría de seguir una ruta compleja dentro de Cuba: desembarco en Gibara, al norte de la provincia de Oriente y después visita a varias ciudades antes de llegar a la capital. Quería observar de primera mano la campiña cubana después de tanta devas- tación que sufriera durante la Guerra de Independencia, pero sobre todo quería propagar su mensaje de unidad y esperanza.

Despedida de Estrada Palma en Central Valley

En Nueva York se hospedó en una sencilla habitación del Ho- tel Muro16 situado en el número 116 oeste de la calle 14 en com- pañía de su hijo mayor, José, de 18 años. José había empezado en la Universidad de Columbia en enero, pero se tomó unos días para poder acompañar a su padre por lo menos parte del camino17. A las 9:25 en la mañana del miércoles 16 de abril, se despidió de un pequeño grupo de partidarios que se habían reunido en la plataforma de la Estación del Ferry del Ferrocarril de Pennsylva- 14 "Farewell to Gen. Palma," The New York Times, 16 de abril, 1902, 9. 15 "Central Valley News," Cornwall Local, Cornwall-on-Hudson, NY, 9 de enero, 1902. 16 "Farewell to Gen. Palma," The New York Times, 16 de abril, 1902. 17 "Central Valley News," Cornwall Local, Cornwall-on-Hudson, NY, 9 de enero, 1902. 18 Margarita García nia de la calle 23. En esos días antes de la construcción de túnel o puente, había que cruzar el río Hudson en bote desde la isla de Manhattan para poder llegar a tierra firme en New Jersey y tomar el tren hacia el sur. Entre los reunidos en la terminal del ferry para despedirlo estaba el antiguo portero alemán del edificio del 53 de la calle New, donde la Junta Cubana dirigida por Estrada Palma había tenido sus oficinas en 1898. ElNew York Times reportó que el portero había traído a sus dos hijitas y que Don Tomás las besó18.

Ferry del Ferrocarril de Pennsylvania que corría de New York City hasta Jersey City, NJ, similar al tomado por Estrada Palma in 1902. 19

El grupo se detuvo por unas horas en Washington DC don- de visitaron a viejos amigos en el Hotel Raleigh. Seguido por reporteros, Don Tomás declaró una vez más que su intención era desempeñar un solo período como presidente y regresar a Central Valley a los cuatro años20. Pero sucedió que su inten- ción no fue ejecutada y al decidirse a la re-elección precipitó una serie de eventos que resultaron en su ruina. Sin embargo en aquel momento, en Washington DC, él, en verdad, pensa-

18 "Mr. Palma's Farewell Here," The New York Times, 17 de abril, 1902, 3. 19 Scull, Theodore W., "New York Ferries," http://www.worldshipny.com/nyferries.htm. Visitada Abril 11, 2004 20 "Palma is Cuba Bound," Washington Post, 17 de abril, 1902, 3. I. El señor presidente 19 ba que un solo período sería suficiente. Por la noche, subie- ron al tren para su último viaje dentro de los Estados Unidos.

La última ojeada a Estados Unidos: Old Point Comfort, Virginia

Don Tomás se mareaba cuando montaba en barco; tan es así que una vez tuvo que aplazar una reunión patriótica en Tam- pa al llegar con náusea luego de un viaje por mar desde Cayo Hueso21. Queriendo minimizar el tiempo que tenía que pasar en un barco, buscó salir de un punto lo más al sur posible en lugar de salir directamente desde Nueva York. La oportunidad surgió cuando el señor R.A.C. Smith, presidente de una línea de vapores (the American Mail Steamship Line) le ofreció des- viar su barco Admiral Farragut de su viaje normal de Boston a Jamaica, y hacerlo parar en Old Point Comfort, en la pun- ta de la península entre los ríos James y York en el sudeste de Virginia, para recoger a Estrada Palma y sus acompañantes22.

Chamberlain Hotel, Old Point Comfort, Virginia (Foto tomada en 1902) Esta región ha sido un lugar de veraneo atractivo por más de 200 años. El Hotel Hygiea, el primero de cuatro hoteles de primera clase construidos consecutivamente en el lugar, se fundó en 1820

21 "Want Cuba to be Recognized," The New York Times, 17 de diciembre, 1896, 2. 22 "President Palma to Embark for Cuba," The New York Times, 15 de abril, 1902, 9. 20 Margarita García y sirvió como hospital durante la Guerra Civil. Se dice que Edgar Allan Poe recitó su famoso poema “El Cuervo” (The Raven) en el portal del Hygiea una noche de septiembre de 1849, un mes antes de morir23. Cuando el Presidente Electo llegó a Old Point Comfort, pudo contemplar el elegantísimo Hotel Chamberlain, construido en 1890, después de que el segundo Hygiea había sido demolido. Más de cien cubanos del área de Norfolk se congregaron en el amplio muelle al pie del Chamberlain para despedir a Don Tomás y desearle buen viaje.24

Tarjeta del muelle de Old Point Comfort, Hampton, Virginia El 17 de abril de 1902, exactamente 59 años antes del desem- barco de la malograda invasión de Bahía de Cochinos, el grupo pre- sidencial abordó el Admiral Farragut para el viaje al puerto de Gi- bara, en la costa norte de la provincia más oriental de Cuba. Desde allí el barco regresaba a sus funciones normales, dando la vuelta a la punta de Maisí y enfilando al suroeste otra vez, hacia Jamaica25. Esta sería la última vez que Don Tomás vería los Estados Unidos.

23 "The Chamberlin Hotel," http://www.roadtripamerica.com/eats/chamber.htm Visita- da Septiembre 30, , 2013 24 The New York Times, 18 de abril, 1902, 3. 25 El Admiral Farragut era un barco de 2,134 toneladas construido en 1898 que había sido contratado por la United Fruit Company de la American Mail Steamship Company. Generalmente trabajaba en la importación de plátanos de Jamaica a Boston. I. El señor presidente 21 Llegada a Gibara

A medida que se acercaban a las costas cubanas, Estrada Palma tenía que acordarse de la última vez que había visto a su provincia natal. Había sido precisamente del puerto de Gibara, hacia a donde se dirigía , de donde había salido como prisionero de guerra a bordo de un cañonero español el 27 de octubre de 187726. Fue llevado a La Habana por unos días y después a prisión en España27. Encarcelamiento en España, exilio en Nueva York, trabajo en Honduras, matrimonio y seis hijos, fundación y dirección de una escuela, amistad íntima con José Martí (la figura más importante de la historia de Cuba), dirección de todas las actividades diplomá- ticas de los mambises durante la Guerra de Independencia (1895- 1898), recolección de fondos, preparación y envío de expediciones armadas, elección como primer presidente de la república… todo esto había sucedido desde entonces. Ahora, 25 años después, lle- gaba triunfante a bordo de un barco, puesto a su disposición por el presidente de una compañía naviera al mismo puerto de donde había salido como prisionero de guerra. La recepción en Gibara fue fastuosa. Todas las embarcaciones en el puerto estaban decoradas con banderines que se agitaban ale- gremente en el sol mañanero. Varios remolcadores con dignatarios locales a bordo se acercaron para que sus pasajeros pudieran darle la bienvenida antes de bajar a tierra. Acercándose más al muelle, se podían oír los aplausos y la gritería del público allí congregado. El presidente-electo, con levita negra y sombrero de copa, son- reía y saludaba a todos. Estaba a punto de asumir las riendas de una nueva nación que esperaba se desarrollara democráticamen- te y con prosperidad. No, Cuba no podía seguir la pauta de otras hermanas repúblicas latinoamericanas que se habían enfrascado en luchas fratricidas al ganar sus independencias de España. Cuba había sido la última colonia; había estado bajo dominación espa- 26 Estrada Palma, Tomás a José Antonio Echevarría, 3 de noviembre, 1877. En Carlos de Velasco y Pérez, "Desde el Castillo de Figueras: Cartas de Estrada Palma (1877-1878)," La Habana, Sociedad Editorial Cuba Contemporánea, 1918. 27 Estrada Palma, Tomás a Máximo Gómez, 3 de noviembre, 1877. En Carlos de Vel- asco y Pérez, "Desde el Castillo de Figueras: Cartas de Estrada Palma (1877-1878)," La Habana: Sociedad Editorial Cuba Contemporánea, 1918. 22 Margarita García ñola por cuatrocientos años; sus hijos e hijas habían luchado por la independencia a lo largo de treinta años; la intervención americana estaba a punto de terminar después de cuatro años; y un nuevo siglo empezaba. El barco había navegado por mares tranquilos en su ruta al su- reste desde Norfolk a Gibara. Ni siquiera Estrada Palma se sintió afectado de mareo. Vindicado, satisfecho, esperanzado, puso fi- nalmente los pies en suelo cubano. El pedazo de tierra que pisó fue guardado para ponerse en un museo; el cemento donde primero caminó lo partieron en nueve pedazos y lo distribuyeron entre sus ilustres acompañantes28. Rodeado del alcalde, el representante de Estados Unidos, el cónsul de España, oficiales del Ejército Libertador, damas con ele- gantes atavíos, y público exaltado, subió a un carro de un solo ca- ballo para ir a la casa de un tal Narciso Teuler, donde se iba a pre- parar para las celebraciones en la noche. Miembros excitados del público desataron al caballo y halaron el carruaje ellos mismos.29 El pueblecito de Gibara se había preparado bien para la oca- sión. Habían muchas pancartas y estandartes con insignias anun- ciando sus organizaciones. Banderas cubanas, gritos de “!Viva Cuba Libre!”, extraños abrazándose entre si, lágrimas de alegría… Zenas Martin, el superintendente desde 1897 a 1931 de la Mi- sión de la Sociedad de los Amigos (Cuáqueros) en Holguín (como a 15 millas al sur) describió por escrito el acontecimiento a su hija Eva: “El parque y todas las calles principales estaban adornados con hojas de palma, Había cuatro arcos grandes y muchos pequeños. Dos de los arcos grandes estaban hechos con ramas de árbol y eran muy bellos. Los otros dos arcos eran blancos, decorados artísticamente. Estaban hechos de muselina sobre una armazón de madera. Hoy llegó una excursión en barco desde La Habana, y el tren de Holguín hace los viajes a precio reducido, así que tenemos aquí mucha gente de otros lugares. Toda la gente del pueblo estaba en la calle, hasta los españoles. Creo que fue una píldora muy amarga de tragarse los españo- les, pero ellos se portaron muy amablemente como son capa-

28 "La llegada de Estrada Palma," La Lucha, La Habana, 21 de abril, 1902, 1. 29 ibid. I. El señor presidente 23

ces de hacerlo. El día fue todo lo que se esperaba, y cuando los cubanos se deciden a planear un buen día, pueden hacerlo a la perfección. El sábado pasado tuvimos fuertes lluvias que lim- piaron las calles y refrescaron el ambiente. El domingo sopló una fresca brisa del mar, que no fue lo suficientemente fuerte para producir oleaje, sino tan solo suaves ondas”.30

Es interesante notar que aquí no hay la menor mención res- pecto a “Estrada Palma como cuáquero” como era de esperarse si esto hubiera sido cierto. El silencio del misionero sobre este punto, así como evidencia adicional que será presentada después, apoyan mi argumento31 de que la conversión de Estrada Palma al cuaquerismo, que afirman algunos escritores contemporáneos32 es infundada. Esa noche, festejaron al presidente-electo en un elegante ban- quete, y al día siguiente, comenzó un viaje de 21 días por tren, a caballo y por mar hacia La Habana con numerosas escalas en el camino. Don Tomás quería ver a los cubanos y quería que éstos lo vieran a él. También quería cerrar simbólicamente ciertos capítulos de su vida. Su mensaje era de unidad y de esperanza en el futuro, y se esmeró en extender una rama de olivo a los españoles, visitan- do las asociaciones y clubes españoles en cada pueblo por donde pasaba. Carlos Vargas, un antiguo miembro del Centro Gallego de 30 Martin, Zenas a Eva Martin, 21 de abril, 1902. En Papeles de las familias Martin y Harworth, Friends Historical Collection (FHC) Guilford College, Greensboro, North Carolina. 31 García-Estévez, Margarita "The development and maintenance of a myth: Unsupport- ed assertions that Tomás Estrada Palma was a converted Quaker" (Ponencia presentada en Fifteenth Biennial Conference of Quaker Historians and Archivists George Fox University, Newberg, OR, 25-27 de junio, 2004). Este error ya había sido reportado por Ramos, Marco Antonio, Panorama del protestantismo en Cuba, (San José, Costa Rica: Editorial Caribe, 1986). 32 Entre ellos Pérez, Louis A., Cuba Between Empires 1878-1902, (Pittsburgh, PA: Pitts- burgh University Press, 1983). 98; Pérez, Louis A., Cuba under the Platt Amendment: 1902-1934, (Pittsburgh, PA.: University of Pittsburgh Press, 1987). 89 ;Yaremko, Jason M., U.S. Protestant Missions in Cuba: From Independence to Castro, (Gainesville, Fl.: University Press of Florida, 2000).; Suárez Polcari, Ramón, Historia de la Iglesia Católica en Cuba, (Miami, FL.: Ediciones Universal, 2003). 24 Margarita García Nueva York contó recientemente que otro socio del mismo centro –que había vivido muchos años en Cuba– recordaba con cariño las historias que había oído en el Centro Gallego de La Habana sobre la visita de Estrada Palma cuando éste llegó a la capital33. Saliendo de Gibara, esta vez por tren, Don Tomás volvió hacia atrás en el camino que había tomado años antes como prisionero de guerra de los españoles, y así de Gibara fue – despacio – hacia Holguín como a 15 millas al sur. En el camino, los residentes de los pequeños caseríos estaban a lo largo de las líneas del ferrocarril con banderas y flores y aplausos, a veces cantando el himno nacional. Estrada Palma tenía que bajarse del vagón y dar la mano a los es- pectadores en más de una ocasión34. En Holguín hubo un banquete en un edificio conocido comoLa Periquera, donde el fotógrafo Adolfo Roqueñi Herrera, del periódi- co El Mundo de La Habana usó su lámpara de magnesio para tomar una foto nocturna por primera vez en Cuba, causando alarma entre los invitados35. Más tarde, Estrada Palma tuvo la satisfacción de pa- sar la noche, esta vez como hombre libre, en la misma habitación y en la misma “Periquera” donde el general español Adolfo Morales de los Ríos lo mantuvo preso en 187936.

“La Periquera” en Holguín

33 Carlos Vargas, comunicación personal, 2005 34 Para una lista completa de los pueblos pequeños y caseríos visitados por Estrada Palma, ver Pérez Stable, Marifeli, "Estrada Palma's Civic March from Oriente to , April 20-May 11, 1902," Cuban Studies, (1999), Vol 30, pps. 113-121 35 Bianchi Ross, Ciro "Flashes". En Barraca Habanera, http://wwwcirobianchi.blogia. com/2007/052201-flashes.php. 36 "La excursión del presidente," La Lucha, La Habana, Cuba, 22 de abril, 1902 I. El señor presidente 25

La leyenda detrás del nombre de La Periquera, es que ese apodo fue dado por mambises cubanos durante un sitio de és- tos alrededor del edificio en la Guerra de los Diez Años. Volun- tarios del Comercio españoles con uniformes rojos, y soldados regulares españoles que a menudo usaban cintas amarillas y ro- jas en sus uniformes, habían buscado refugio dentro del edifi- cio y asomaban por las ventanas de vez en cuando. Basados en sus colores, cuando se asomaron, uno de los cubanos les gritó: “!Salgan de ahí, pericos!”. Y el nombre se le quedó al edificio. En la madrugada del 22 de abril, el grupo presidencial y cuantos acompañantes que pudieron encontrar caballos, em- pezaron una marcha hacia la región más emocionalmente importante para el Presidente: su pueblo natal de Bayamo.

Cabalgata de Holguín a Bayamo (Foto Copyright 1997-2003; Universidad de Miami)

Bayamo y entierro de los restos de Doña Yaya

En Bayamo, Don Tomás pudo visitar su antigua casa y fi- nalmente enterrar los restos de su madre. El cadáver de Doña Candelaria Palma Tamayo (Doña Yaya) había sido enterrado a escondidas por amigos en el rancho Guacamayal en las cercanías del pequeño pueblo de Cauto Embarcadero. Doña Yaya había se- guido a su hijo al teatro de operaciones de las fuerzas mambisas durante la Guerra de los Diez Años. Como también sucedió en 26 Margarita García el caso de la Revolución Americana, muchas familias seguían a sus soldados, en parte para ayudarlos con labores domésticas, y en parte para protegerse de cualquier venganza del enemigo. Don Tomás era soltero, y su madre viuda fue tras él. Un destacamento de soldados españoles asaltó el ligeramen- te protegido campamento cubano un día en 1873 y Doña Yaya fue capturada. No pudiendo mantener el paso de la tropa (tenía más de 70 años), la abandonaron, sin comida, en la manigua. Entretanto, grupos de soldados cubanos la buscaban por todas partes, pero no dieron con ella hasta dos semanas después. Ha- bía estado deambulando sin nada que comer todos esos días. Muy débil, desgastada, murió al día siguiente. Daniel Corzo Pi, uno de los primeros biógrafos de Estrada Palma mantiene que el hijo pudo llegar a tiempo al lado de su madre y que ella “murió en sus brazos” 37. Los otros dos biógrafos (Pánfilo Ca- macho y Carlos Márquez Sterling), así como el mismo Estrada Palma en una entrevista realizada en 1902, no mencionan este dramático encuentro final38. El periódico cubano que informaba del avance diario del Presidente por los campos de Cuba en abril de 1902, reportó que una tal Angela Santana, que había asistido a Doña Yaya en sus últimos momentos, había ayudado a enterrarla marcando discretamente el lugar para evitar que los españoles encontraran el sitio. El mismo diario también reportó que los restos de Doña Yaya fueron exhumados y enviados a Bayamo al día siguiente. Se ofreció una misa en su honor, y finalmente se sepultó en el panteón de la familia de Fernando Figueredo39. Una lápida de mármol fue grabada con la siguiente inscripción: “Candelaria Palma: Aquí caíste cansada y enferma, siguien- do a tu hijo que luchaba por la libertad de la patria. Treinta

37 Corzo Pi, Daniel, Historia de Don Tomás Estrada Palma, (La Habana: Imprenta de Díaz y Castro, sin fecha). 38 Camacho, Pánfilo D., Estrada Palma: El gobernante honrado, En Biografías Cu- banas, (La Habana: Editorial Trópico, 1938).; Márquez Sterling, Carlos, Don Tomás: Biografía de una época, (La Habana: Editorial Lex, 1953).;Sin autor, "President Estrada Palma and his mother," Antiques Digest, 1902,1902 http://www.oldandsold.com/arti- cles24/speaking-oak-159.shtm. Visitada 17 de abril, 2005 39 "La llegada de Estrada Palma," La Lucha, La Habana, 21 de abril, 1902. I. El señor presidente 27 años has dormido sobre la sólida capa de tierra que te cubre. El pueblo de Cauto viene a despertarte y decirte: Ahí viene tu hijo, con el frente ceñido de laureles como premio a sus virtudes a llevarse tus preciosos despojos. Levántate. Tu patria es libre y está en las manos de tu hijo”40.

Manzanillo

El grupo continuó a caballo hacia Manzanillo el 29 de abril, una escala importante porque este era el pueblo donde vivía el general Bartolomé Masó, el adversario político de Don Tomás que se había retirado de las elecciones. El viejo guerrero estaba esperando por él en Yara, 15 kilómetros al este. Yara fue el lugar donde se inició el movimiento de independencia de la Guerra de los Diez Años en 1868. Se abrazaron. Cualquier enemistad que hayan tenido estaba olvidada. Lo importante era el futuro, la nueva república, “con todos y para el bien de todos,” como había dicho Martí.41 Los dos antiguos opositores, en un inconfundible gesto de unidad, entra- ron en Manzanillo cabalgando juntos. Don Tomás pasó la noche en la casa de Masó. Ya para el 30 de abril de 1902, Estrada Palma había viajado aproximadamente 150 kilómetros dentro de Cuba, en una línea de norte a sur por la provincia de Oriente. Todo el camino, menos los primeros 25 kilómetros de Gibara a Holguín fueron hechos montados a caballo. Manzanillo era un puerto de la costa sur, y Estrada Palma todavía tenía que visitar a la capital de la provin- cia, la ciudad de Santiago de Cuba, también en la costa sur. Este tramo del camino lo hizo por mar, en el barco Reina de los Ange- les, navegando hacia el este por los 250 kilómetros de distancia y pasó la noche del 30 de abril a bordo42. 40 "La excursión del presidente," La Lucha, La Habana, Cuba, 22 de abril, 1902. 41 Famosa frase de Martí en su discurso en el Liceo Cubano de Tampa el 26 de noviem- bre de 1891. 42 Martínez Ortiz, Rafael, Cuba: Los Primeros Años de Independencia, Edición Fac- similar. 2 vols., vol. I, (Miami, FL: Editorial Cubana Luis Botifoll, 2004; Publicación original 1929).p. 390 28 Margarita García Siendo Santiago de Cuba una ciudad más grande, las festivi- dades fueron mayores. El brigadier general americano Samuel M. Whiteside (1839 -1904), comandante del Departamento de Santiago, ordenó que un escuadrón de caballería, una batería de artillería, y una banda militar lo escoltaran43. Tal y como pasó en las poblaciones pequeñas, el público se presentó en masa tratan- do de verlo y darle la mano. Se reportó que Don Tomás pronun- ció 32 discursos en los tres días y medio que estuvo allí 44. En Santiago, Estrada Palma se preocupó de visitar el Cemen- terio de Santa Ifigenia, donde estaban los sepulcros de tantos gigantes de la historia de Cuba. Tanto en la tumba de Carlos Ma- nuel de Céspedes como en la de José Martí, dejó una corona de flores con la inscripción: “Ya tienes patria”. También puso flores en el Mausoleo de las Víctimas del Virginius, y en la tumba del general español Federico Capdevila45.

Ruta de la marcha triunfal hacia La Habana

43 "Crush to Welcome Palma," Washington Post, 2 de mayo, 1902 44 “President Palma Fatigued,” The New York Times, 5 de mayo de 1902. 45 El Virginius fue un barco que traía pertrechos para los insurrectos cubanos durante la Guerra de los Diez Años que fue capturado por los españoles y muchos miembros de su tripulación fueron ejecutados. Federico Capdevila fue un oficial español que defendió a los inocentes estudiantes de medicina acusados de profanar la tumba de Gonzalo Casta- ñón; ocho de ellos fueron fusilados. I. El señor presidente 29

Faltaban ahora solo unos días para que naciera la República de Cuba. El 4 de mayo el presidente electo y su séquito abordaron el vapor Julia y navegaron hacia el oeste por la costa sur de Cuba e hicieron su primera escala en Santa Cruz del Sur (pro- vincia de Camagüey) el día 5 y después en Cienfuegos (pro- vincia de Santa Clara) el día 6. Entretanto, su esposa Genove- va, cinco de sus hijos y un grupo de personalidades de Central Valley, entre ellos sus antiguos socios del Instituto, se embar- caban en Nueva York en un vapor de la línea Wards para ir di- rectamente a La Habana. José, el hijo mayor, esperaría hasta el último momento para no perder muchas clases en la univer- sidad de Columbia (el saldría finalmente el 15 de mayo)46.

Santa Clara y Marta Abreu

Después de Cienfuegos, por tierra otra vez, el presidente elec- to ahora se dirigió al norte hacia la capital de la provincia del mismo nombre, la ciudad de Santa Clara donde permaneció por dos días. Tuvo que pasar más tiempo en esta ciudad porque en Santa Clara vivía su buena amiga Marta Abreu y Arencibia (1845 – 1909), que había donado miles de pesos par la revolución cuba- na. Además Marta estaba casada con Luis Estévez Romero (1849 -1909), que sería el vice-presidente con Estrada Palma47. Antes de emigrar a París durante la Guerra de Independencia, ya Marta Abreu había donado miles de pesos de su vasta fortuna para el mejoramiento de su ciudad natal y de sus habitantes. Fun- dó y patrocinó tres escuelas. Fundó un asilo para ancianos pobres y para garantizar su subsistencia, fundó el teatro La Caridad con la condición de que todas sus ganancias fueran empleadas en el asilo. Estableció la estación meteorológica, un puesto de bombe- ros, una clínica, un puente y una planta eléctrica48. 46 "Mrs. Palma Going to Cuba," The New York Times, 5 de mayo, 1902, 9. 47 Apenas a un mes de la muerte de Marta Abreu, aparentemente por peritonitis, su viudo Luis Estévez se suicidó al regresar de una visita al cementerio. 48 Rodríguez de la Cuesta, Vicentina Elsa, Patriotas Cubanas, http://www.guije.com/ libros/patriotas/abreu/index.htm, (Pinar del Río, Cuba: Talleres Heraldo Pinareño, 1952). 30 Margarita García Sin embargo, lo que distinguió a Marta Abreu más que otra cosa fue su infatigable y extremadamente generoso apoyo a los insurgentes cubanos y a los prisioneros cubanos en las fortalezas españolas de Ceuta y Chafarinas en Africa cuando ella estaba exiliada en París. En múltiples comunicaciones entre Ramón Emeterio Betances (1827–1898), el médico puertorriqueño, dele- gado de la Junta Cubana en París y Estrada Palma, la generosidad y el entusiasmo de Marta Abreu serían destacados, en marcado contraste con la tacañería de otros cubanos adinerados en aquella ciudad49. Su biógrafo Pánfilo Camacho reportó que sus contribu- ciones monetarias a la causa cubana durante la guerra de Inde- pendencia sobrepasaron los $ 240,00050, que es el equivalente de más de 6 millones de dólares hoy en dia.

Matanzas

De una capital de provincia a otra, el cortejo siguió rumbo al oeste por tren hacia la ciudad de Matanzas, como a 180 kilóme- tros de distancia. Tal y como ocurrió en el primer tramo, los ve- cinos de todos los pueblos y caseríos lo esperaban a los lados de la línea del ferrocarril con pancartas, banderas y flores. Cada vez que divisaba un grupo de niños, el presidente electo hacía parar el tren y se bajaba a saludarlos. Finalmente llegaron a Matanzas tarde en la noche del 9 de mayo. ¡El viaje había durado más de 12 horas! El 10 de mayo, en Matanzas, tuvo lugar la misma demostra- ción de afecto y entusiasmo por el nuevo presidente. En uno de sus discursos en esa ciudad, Don Tomás afirmó una vez más algo que había dicho muchas veces antes: era su intención expandir y mejorar la educación primaria, y hacerla una prioridad de su administración. A la 1 de la madrugada del 11 de mayo, abordó el vapor Julia otra vez para la última etapa de su viaje. Bordeando la costa, el barco enfiló hacia el oeste hacia la apoteosis que lo estaba espe-

49 Llaverías, Joaquín, ed. Correspondencia diplomática de la delegacion cubana en Nueva York, 5 vols., vol. 3: Francia (La Habana, Cuba: Archivo Nacional de Cuba, 1945). 50 Camacho, Pánfilo D.,Marta Abreu: Una mujer comprendida, (La Habana: Editorial Trópico, 1947). I. El señor presidente 31 rando en la capital. Tropas americanas todavía estaban en La Habana, pero se preparaban para el cambio.

¡Finalmente! La Habana

Al nivel de Cojímar, como a 8 kilómetros al este de La Habana, el Julia entró en una especie de canal formado por dos líneas de barcos, yates y remolcadores decorados con ban- derines. Por orden del general Wood, el saliente gobernador norteamericano, cuando el Julia fue divisado por vigías en el Castillo del Morro a eso de las 7 de la mañana, la bandera cu- bana fue izada temporalmente en la fortaleza por primera vez en honor al presidente. Un bullicio de alegría se propagó por la multitud que había estado esperando en el Malecón, a la entrada del puerto de La Habana desde muy temprano.

El Malecón cuando el Julia con el presidente electo Estrada Palma entra en el puerto de La Habana. El día había amanecido soleado y brillante, con una tempera- tura deliciosa. A las 8 y 45 el Julia dobló por el Morro y entró en la boca del puerto. Lanchas, barquitos de vela, barcos de pesca, remolcadores, todos llenos de público, rodeaban al Julia sonando cualquier bocina, sirena o silbato que la nave tuviera. Las tripu- laciones de los barcos americanos USS Kanawha y USS Dixie, fondeados en la bahía estaban paradas en formación en cubierta. Los restos del Maine todavía podían verse. Las campanas de to- 32 Margarita García das las iglesias de La Habana empezaron a repicar y explosiones de fuegos artificiales venían de todas direcciones en medio del bullicio de voces humanas. El Julia atracó en el Muelle de Luz donde se había erigido un estrado donde esperaban los dignatarios. El Muelle de Luz se ha mantenido activo por más de 100 años como punto de embarca- ción de las lanchas que van a los pueblos de Regla y Casablanca al otro lado de la bahía. En nuestros tiempos, más de una vez estas lanchas han sido secuestradas por cubanos desesperados tratando de escapar la tiranía de Castro51.

Vapores en el Muelle de Luz, circa 1908

Después del recibimiento en el muelle por el Alcalde de La Habana y por un grupo de niñas llevando banderitas de todos los países latinoamericanos, se dirigieron al Palacio de los Capita- nes Generales, donde el gobernador americano, general Leonard Wood, y el generalísimo Máximo Gómez, Comandante en Jefe del Ejército Libertador estaban esperando rodeados de los miem- bros de los grupos más importantes de la nueva sociedad cubana. 51 Por ejemplo, el 2 de abril del 2003 una de estas lanchas que trataba de escapar con 20 personas a bordo fue apresada. Los tres cabecillas fueron ejecutados solamente 9 días después, el 11. Las víctimas fueron: Lorenzo Enrique Copello Castillo (de 32 años); Bár- baro Leodán Sevilla García (de 22); y Jorge Luis Martínez Isaac (de 40). I. El señor presidente 33

Desde el 11 al 20 de mayo, Estrada Palma experimentó la pre- sión de las “recomendaciones,” “sugerencias,” y “consejos” de muchos que se sentían merecedores de algún puesto en el nuevo gobierno por una u otra razón. Se dice que cuando Don Tomás se encontraba en alguna situación incómoda, exhibía una tosecita que le daba tiempo a evadir una respuesta directa. ¡Debe haber tosido más que de costumbre en esos días! Finalmente se anunciaron los miembros del Gabinete. Eran todos civiles, miembros de los dos partidos políticos en exis- tencia en aquel momento. No había ningún general ni notable “independentista” de la guerra; por el contrario, algunos nom- bres asociados con el partido Autonomista que preferían acomo- damiento con España en vez de guerra fueron escogidos. José Nicolás Hernández, su secretario durante la Guerra de los Diez Años y su compañero de celda durante su prisión en el Castillo de San Ferrán en Figueras fue nombrado Jefe de Despacho. ¿Habrá Don Tomás meditado sobre la significación de las honras recibidas cuando se retiró esa noche en la víspera de su in- auguración? ¿Habrán sido para él, la persona que había sacrifica- do tantos años de su vida por la causa de Cuba Libre? ¿O habrán sido para “el Presidente,” como símbolo de la independencia de la nueva república? Solamente una mente supremamente objetiva y desapasionada podría diferenciar entre las dos. Probablemente él pensó que las dos alternativas eran ciertas y que los cubanos eran leales y agradecidos a él, así como felices por su liberación. ¿Se habrá acordado de la advertencia de Bartolomé Masó cuando lo visitó en Manzanillo unos días antes? Masó le dijo: “… vas a encontrar inquietudes, dolor, emboscadas, decepción, intrigas de los ambiciosos, los pérfidos y los desleales!”52 Años después, cuando su gobierno estaba amenazado por una insurrección ar- mada inspirada por el rival Partido Liberal, a Estrada Palma lo caracterizaron como rodeado por un grupo de aduladores que no lo dejaba darse cuenta del peligro. 52 Márquez Sterling, Don Tomás: Biografía de una época. Manuel Márquez Sterling, el padre del autor de esta biografía estuvo presente en la entrevista entre Estrada Palma y Masó en Manzanillo. 34 Margarita García A las 12 del día, el 20 de mayo, en el Salón Rojo del Palacio de los Capitanes Generales, el general Wood y sus ayudantes en uniforme de gala, y Tomás Estrada Palma y su gabinete con los presidentes del Senado y la Cámara vestidos de chaqué y corba- ta blanca se encontraron en el medio del salón. Wood leyó una declaración que terminaba “… y yo declaro que la ocupación de Cuba por los Estados Unidos y el gobierno militar de la isla han cesado”. Los jueces de la Corte Suprema, Don Rafael Cruz Pérez y Don Carlos Revilla tomaron el juramento. La bandera cubana fue izada simultáneamente en el palacio, en el Castillo del Morro por el general Emilio Núñez (jefe de las expediciones) y un grupo de veteranos, en la fortaleza de La Cabaña y en todos los edificios militares y gubernamentales en la isla. El general Máximo Gómez se volvió hacia el general José Miguel Gómez, que sería el segundo presidente de la república, y pronunció su famosa frase: “Creo que hemos llegado.” Esa frase se incorporó al vocabulario cubano desde entonces.

Muchedumbre en la Plaza de Armas, La Habana II. LOS PRIMEROS AŇOS

Centro histórico de Bayamo restaurado recientemente

No se sabe mucho de los primeros años de la vida de Tomás Estrada Palma. Según sus biógrafos, Pánfilo Camacho53, Carlos Márquez Sterling54 y Carlos de Velasco55, nació en 1835. Sin embargo, según el genealogista cubano Juan Bruno Zayas de la Portilla,56 citando un trabajo anterior de Francisco Xavier de Santa Cruz y Mallén,57 nació en 1832. No existe dato oficial de su nacimiento porque los documentos del ayuntamiento de

53 Camacho, Estrada Palma: El gobernante honrado. p.16 54 Márquez Sterling, Don Tomás: Biografía de una época. p.9 55 de Velasco y Pérez, Carlos, Estrada Palma: Contribución Histórica, p.12 (La Habana: Imprenta y Papelería "La Universal", 1911). 56 Zayas de la Portilla, Juan Bruno, "Sinopsis genealógica del linaje de Tomás Estrada y Palma, Primer Presidente de la República de Cuba," http://www.zayaspublishing.com/ biblioteca/05/default.asp. 57 de Santa Cruz y Mallén, Francisco Xavier, Conde de San Juan de Jaruco y de San- ta Cruz de Mopox, Historia de Familias Cubanas, 9 vols., vol. 4, (La Habana: Editorial Hércules, 1943). 36 Margarita García Bayamo perecieron en el incendio de esa ciudad el 12 de enero de 1869, cuando los bayameses decidieron prenderle fuego a su pueblo antes que entregarlo a las fuerzas españolas. La fecha más antigua (1832) es corroborada por la solicitud de ingreso original a la Escuela de Derecho de la Universidad de Sevilla firmada por el propio Estrada Palma el 30 de septiembre de 1856 en donde su edad está listada como “24”. Esto hace que 1832 sea efectivamente el año de su nacimiento. Sin embargo, los registros del censo de Estados Unidos del año 1890 – pro- bablemente obtenidas en persona por el enumerador del censo (que firma como William Richardson ) en una visita a su casa en Central Valley – lista su año de nacimiento como 1835.58 En una entrevista concedida al periódico Denver Post, poco des- pués de la explosión del Maine en La Habana, su año de naci- miento aparece como 1835.59 El certificado de matrimonio entre Don Tomás y Genoveva Guardiola Arbizú de los archivos de la iglesia de San Miguel de Tega en Tegucigalpa, indica le edad de Don Tomás como “44” el día de su boda (18 de mayo de 1881).60 ¡Eso entonces indica que no fue ni 1832, ni 1835, sino 1837 el año en que nació! ¿Será la discrepancia accidental o intencional? El certificado de bautismo original se ha perdido, y se puede argüir que el no- vio quería aparentar ser más joven, acaso porque se casaba con una chica de 23 años y mintió sobre su edad. También se puede especular que de estudiante quería aparecer más viejo cuando entraba en la Universidad de Sevilla. Pero no hay ningún incen- tivo para querer engañar al enumerador del censo cuando estaba de director del instituto en Central Valley en 1890, dándole así creencia a 1835 como el verdadero año de su nacimiento. Cual- quiera que haya sido el año, no hay discrepancia en afirmar que el día fue el 9 de julio y el lugar fue Bayamo, en la provincia más oriental de Cuba61 . 58 Twelfth Census of the United States, Microfilm Roll 142, Book 1, Enumeration Dis- trict 57, Sheet 10, New York, Town of Woodbury, Orange County, 1900 59 "Estrada Palma: The Cuban Franklin who gave up everythig for his country," Denver Post, Denver, CO, 29 de marzo, 1898 60 Honduras Ecclesiastical Archive, (Tegucigalpa, Honduras). 61 Zayas de la Portilla, "Sinopsis genealógica del linaje de Tomás Estrada y Palma, II. Los primeros años 37

Sus padres fueron Andrés María Estrada y Oduardo y María Candelaria Palma y Tamayo, quienes podían trazar su ascenden- cia a varias generaciones nacidas en Cuba. Maria Candelaria era conocida como “Yaya” o “Yayita”. En contraste a la familia típi- ca de aquella época, Andrés y Yaya solamente tuvieron un hijo, y ese hijo tenía un solo nombre: Tomás. A pesar de la evidencia reportada por los biógrafos, las memorias de los nietos de Don Tomás, y el silencio de Don Tomás sobre este tópico, existen dos fuentes que mencionan a “una hermana”: 1) una carta de Calixto García a Don Tomás desde Bayamo el 1ro de mayo de 1898 don- de le dice: “he tenido el gusto de abrazar a la hermana de usted que aquí vive” 62; y 2) el periódico La Lucha 63 que reportó, con motivo de su llegada a Cuba en 1902, que “don Tomás fue a la casa todavía ocupada por su familia, donde se encontró “con su hermana Margarita”. Si una Margarita Estrada en realidad existió, debe haber sido de parentesco más lejano, no hermana. Las primeras letras fueron aprendidas por Tomasico (como era conocido) en su casa bajo el tutelaje de una señora cuyo nombre no se conservó. Se dice 64 que fue a La Habana e ingresó en la escuela privada de Toribio Hernández y después en la Uni- versidad de La Habana de donde recibió el título de Bachiller en Filosofía el 18 de julio de 1854 y donde terminó el primer año de la carrera de Jurisprudencia con muy buenas notas en 1855.65

Primer Presidente de la República de Cuba". reporta que lo bautizaron el 6 de agosto del mismo año de su nacimiento en la Parroquia de San Fructuoso de las Piedras Albas, que no existe actualmente. Puede que el nombre de esta iglesia haya sido transformado a San Fructuoso de Veguitas, que se encuentra en el pueblo de Veguitas, relativamente cerca de Bayamo en el camino hacia Manzanillo. 62 Carta de Calixto García a Estrada Palma, Mayo 1, 1898. En Miranda y de la Rua, Luis Rodolfo, Reminiscencias cubanas de la guerra y de la paz, (La Habana: Imprenta P. Fernández y Cia., 1941). p. 107 63 La Lucha, 24 de abril de 1902 64 "Presidentes de Cuba: Tomás Estrada Palma," El Veraz, San Juan, Puerto Rico, 15 de enero 2006, http://elveraz.com/articulo1165.htm. 65 Expediente académico de Tomas Estrada Palma, Legajo 60-21-47 Universidad Lite- raria de Sevilla 38 Margarita García

Texto: Recibí del Secretario General de esta escuela el título de Bachiller en Filosofía expedido a mi favor por la Universidad de La Habana en fecha de 17 de julio de 1854. Sevilla, junio 20 de 1857. Firmado Tomás Estrada Palma.

Solicitud de matrícula, Facultad de Jurisprudencia, Universidad Literaria de Sevilla II. Los primeros años 39

El año académico 1856-1857 lo pasó en Sevilla, como es- tudiante de segundo año de la Facultad de Jurisprudencia, vi- viendo en la calle Reina No. 63, pero el 20 de junio de 1857 le informa a la universidad que desea retirarse por “razones perso- nales”. Anteriormente, el 22 de enero de ese mismo año había sido notificado por la universidad que “había cumplido ese día las 2/3 partes de las faltas que tolera el reglamento,” seguido por otra notificación tajante del 27 de enero donde se le informaba que “había sido borrado de la lista de alumnos” por excesivas faltas de asistencia 66. Poco después regresó a Cuba. Márquez Sterling atribuye sus faltas de asistencia y su regreso a Cuba a la muerte de su padre67, pero Figueredo, señalando que su padre había muerto cuando Tomasico era pequeño, atribuye su salida de Sevilla y regreso a Cuba a su falta de interés en los estudios y a la profesión de abogado que solamente había ini- ciado para complacer a su madre.68 En una entrevista concedida a un periódico norteamericano en 1902, él declaró: “Mi padre murió cuando yo era niño y yo quedé totalmente al cuidado de mi madre”.69 Así encontramos al joven, medianamente acomodado, Toma- sico Estrada Palma, de regreso a Bayamo en 1857, administrando una hacienda conocida como La Punta, perteneciente a la sub- división El Guamo en las afueras de Bayamo, donde la familia también tenía una casa muy modesta en la calle El Salvador No. 56. La casa todavía está en pie, aunque tanto el nombre de la calle como el número han cambiado a Céspedes No. 158.

66 Expediente académico de Tomás Estrada Palma, Legajo 60-21-47, Universidad Li- teraria de Sevilla, 67 Márquez Sterling, Don Tomás: Biografía de una época. p.11 68 Figueredo, Fernando, La Revolución de Yara, Re-impresión de la edición de 1902., (La Habana, Cuba: Ediciones Huracán, Instituto del Libro. , 1969). 69 Sin autor, "First President of The Cuban Republic," Antiques Digest,1902? http:// www.oldandsold.com/articles26/speaking-oak-302.shtml. Visitada 17 de abril, 2005 40 Margarita García

Casa de Estrada Palma en Bayamo (2003)

Tomasico era bajo de estatura, pero de presencia agradable, casi buen mozo. Era el compañero de su madre en los eventos sociales y culturales de Bayamo, para la decepción de más de una damisela local en busca de novio. En Bayamo, desde 1857 a 1868 Tomasico se fue transforman- do poco a poco en Don Tomás. Asumió el puesto de Teniente Pedáneo, el peldaño más bajo de la escala administrativa de la ciudad. En esa capacidad intervenía en pequeñas disputas como juez o sheriff en la zona aledaña a su finca. Fue allí, cuando tenía que estar en contacto con personas de todas las clases sociales, donde empezó – y pronto llegó a amar – la profesión de educador. No solo le enseñó a muchos campesinos analfabetos como leer y escribir, sino que también los inició en pensar sobre responsabi- lidades cívicas. Este hechizo con el magisterio lo acompañaría y determinaría su vida años después en Nueva York y Honduras. III. TOMAS ESTRADA PALMA: EN PERSONA

Genoveva, Don Tomás y 3 hijos. De pie, Susan Cornell

Escrupulosamente honesto, íntegro, austero, modesto, obstina- do, testarudo, frugal al borde de penuria. Todos estos adjetivos fueron aplicados a Don Tomás en algún momento. Y existen nu- merosas anécdotas que apoyan esta imagen. La honestidad de Estrada Palma es memorable, pero brilla más radiante cuando se compara con la corrupción imperante en muchos de los gobiernos que vinieron después del suyo. El subtítulo de la biografía de Pánfilo Camacho publicada en 1938 es el gobernante honrado. La inscripción en la corona de flores enviada a su funeral por Charles Magoon, el gobernador de Cuba en la segunda intervención norteamericana, decía: a la memoria de un hombre honrado.70 Durante sus años como Delegado del Partido Revolucionario Cubano (1895 -1898) dirigía todas las actividades de levantar

70 Márquez Sterling, Don Tomás: Biografía de una época. p. 505 42 Margarita García fondos para los insurgentes cubanos que habían iniciado la re- volución contra España el 24 de febrero de 1895. Cada semana, Estrada Palma publicaba en el periódico Patria (publicado en la ciudad de Nueva York) las cantidades recibidas y los nombres de los contribuyentes. Al final, el 30 de enero de 1899, había recaudado $1,513,000.71 Asombrosamente, ni una sola acusación de malversación o mal manejo de fondos fue dirigida contra el Delegado. La única insinuación de mal uso de los fondos vino de un tal William O. McDowell de una llamada Liga Cubano-Ame- ricana (Cuban American League), quien afirmó que una gran cantidad de fondos se habían usados para sobornar a periódicos y políticos americanos. Estrada Palma negó vehementemente los cargos y declaró que él no sabía nada de ese grupo.72 En realidad existía una Liga Cubana de los Estados Unidos (Cuban League of the United States), formada originalmente durante la Guerra de los Diez Años y resucitada en 1895, cuyas actividades serán consideradas en el capítulo 10. Una gran parte de la razón por la cual los fondos recauda- dos se extendieron lo suficiente para cubrir compras de armas y otros pertrechos de guerra, rentas o compras de naves para 51 expediciones73, gastos de representación en el extranjero, y ayu- da monetaria a familias necesitadas, fue la frugalidad legendaria de Don Tomás, cuyas consecuencias él y su propia familia eran los primeros en sufrir. Por ejemplo, cuenta el comandante Luis Rodolfo Miranda que “todos los cubanos sabíamos en New York que Don Tomás, por ahorrarle gastos a la Junta Revolucionaria, reducía su almuerzo, muchas veces, a unas uvas y un poco de pan”.74 Horatio Rubens, el abogado de la Junta Cubana de New York en los días agitados de actividad revolucionaria, relata algunas anécdotas como la de los zapatos de Charles Silva y la entrevista con Richard Croker, el líder de Tammany Hall. Charles Silva era 71 "T. Estrada Palma Replies," The New York Times, 27 de mayo, 1889, 14. 72 Ibid. 14 73 Este es el número indicado en la disertación doctoral de Thomas S. Jennings, "Silent Partners: An Examination of the Filibustering Activities of the Cuban Revolutionary Par- ty 1895-1898" (Ph.D Dissertation, University of Alabama, 2004) 74 Miranda y de la Rua, Reminiscencias cubanas de la guerra y de la paz. p. 167 III. Tomás Estrada Palma: En persona 43 miembro de la tripulación de uno de los barcos encargados de llevar pertrechos a las costas cubanas. En una de esas operacio- nes él se tiró al mar para tratar de salvar un bulto de mercancías que se había caído y perdió sus zapatos en la maniobra. Cuando regresó a Nueva York, Silva le pidió dinero a Estrada Palma para comprarse un nuevo par, pero le fue negado por éste en base a que ¡la Junta ya le había proporcionado zapatos hacía sólo tres meses! Se pasó trabajo para convencer al cuidadoso Delegado que Silva había perdido los zapatos en servicio a la causa y que estaba usando zapatos prestados que no le servían.75 Rubens ha- bía hecho contacto con el Tammany Hall de New York y Richard Croker, su líder, le había dado indicios de que de “fondos de cam- paña inesperados,” podían hacer una contribución a los cubanos. Antes de salir a la reunión con los políticos demócratas, hubo que hacerse una reparación de emergencia en los puños de la camisa de Estrada Palma que estaban bastante desgastados, porque don Tomás se negaba a comprarse ropa.76 Hacia fines de 1895, después de haber sido nombrado De- legado Plenipotenciario y Agente General en el extranjero de la no-oficialmente-reconocida República de Cuba, Don Tomás tuvo que establecer residencia en la ciudad de Nueva York y so- lamente visitar Central Valley (donde había fundado y dirigido el Instituto Estrada Palma) en algún que otro fin de semana. Dado que el era el principal sostén del Instituto, la institución empezó a declinar, los alumnos disminuyeron y el dinero de matrícula prácticamente cesó de llegar. Don Tomás alquiló una “habitación de soltero” en uno de los pisos altos del Hotel Astor, que había sido construido al lado del Waldorf, llamándosele al complejo de los dos hoteles77 el “Waldorf=Astoria” (con un símbolo de igual, no un guión entre los dos nombres) en la Quinta Avenida y calle 34. Aunque el nombre Waldorf=Astoria siempre ha sido sinónimo de opulencia, la sección correspondiente al Hotel Astor 75 Rubens, Horatio, Liberty: The Story of Cuba, (New York: Brewer, Warren & Putnam, Inc., 1932). 148 76 ibid. 205 77 El Waldorf Astoria después se mudó a su ubicación presente en Park Avenue entre 49 y 50. En el antiguo lugar del Waldorf Astoria se construyó el famoso edificioEmpire State. 44 Margarita García fue construida con la intención de incluir habitaciones de soltero a “precios moderados.” 78 Don Tomás pagaba $14 a la semana por su cuarto, un precio que podía haber sido especial, porque el dueño, John Jacob Astor IV, era miembro de la Liga Cubana de Estados Unidos, un grupo que apoyaba abiertamente a la causa cubana. Los $14 por la habitación y $16 adicionales a la semana para todos sus “otros gastos”79 era la única remuneración recibida por Don Tomás por su trabajo como Delegado. A pesar de ser lo más frugal posible, esta cantidad no era suficiente para mantener una esposa y seis hijos. La propiedad de Central Valley fue entonces hipotecada por $1,500 en enero de 1897 para poder sostener a la familia. Pero la escuela no estaba produciendo suficientes fondos ni siquiera para cubrir los intereses de la hipoteca. Cuando la noti- cia de la posible pérdida del edificio delInstituto Estrada Palma llegó a los oídos de la afluente emigrada cubana Marta Abreu en Paris, ella prontamente le mandó un cheque por la cantidad total de la hipoteca. Don Tomás le devolvió inmediatamente el cheque y le escribió a Marta: “Yo le he mandado su carta a mi esposa para que sea preservada como un documento sagrado; ella le enseñará a nuestros hijos a bendecir su nombre. Permítame devolver su cheque; la hipoteca no me causa angustia.” 80 El hábito de vida simple y economía de Don Tomás lo acom- pañó a la residencia presidencial en La Habana en 1902. Poco después de haber asumido el cargo de presidente de la república, devolvió al tesoro nacional un cheque de $3,000 que el goberna- dor norteamericano Leonard Wood le había dado por “gastos ini- ciales.” Es mas, no aceptó ninguno de los fondos que estaban en el presupuesto como “gastos de representación” del presidente.81 Cuando sus amigos de Central Valley lo visitaron en Cuba des- pués de ser presidente, él les entregó una servilleta doblada que años atrás se había llevado sin darse cuenta de un establecimiento 78 "Col. Astor's Big Hotel," The New York Times, 2 de junio, 1895, 14. 79 Casasús, Juan J. E., La emigración cubana y la independencia de la patria, (La Habana, Cuba: Editorial Lex, 1953), 13. p. 317 80 Ibid. 81 Camacho, Estrada Palma: El gobernante honrado. p.203 III. Tomás Estrada Palma: En persona 45 llamado Vienna Coffee Shop and Bakery en Nueva York con el ruego que se la devolvieran a los dueños del establecimiento con sus excusas.82 Cuando Estrada Palma renunció a la presidencia de Cuba en 1906, dejó sobre el escritorio un reloj de oro que le habían dado los banqueros de Speyer y Cía. quienes habían suscrito un em- préstito a la república por 35 millones de dólares para pagar a los veteranos del ejército de liberación. “Se lo dieron al presidente,” se dice que exclamó, “ya yo no soy presidente”.83 Una cosa es mantener una vida privada de frugalidad y evita- ción de desperdicio, y otra, muy distinta, es tratar de imponerle la misma filosofía económica a una nación, especialmente una que había sido devastada por una guerra. Cuando Estrada Palma asumió las riendas del gobierno, la administración militar nor- teamericana ya había terminado algunos proyectos importantes, pero quedaba mucho por hacer. Irritando a muchos, don Tomás adoptó como prioridad la acumulación de fondos en el tesoro nacional en vez de gastar en diferentes proyectos. Una anécdota simpática que le contara Miguel Coyula, su Ministro de Comunicaciones, al periodista Manuel Cuéllar Viz- caíno, ilustra a cuales extremos se extendió. Coyula dijo que él había solicitado repetidamente un presupuesto para pintar los buzones de correo, y que don Tomás siempre le decía que dejara ese proyecto para después. Finalmente, cuando Coyula le explicó que si los buzones se deterioraban totalmente sería más caro el repararlos, Don Tomás accedió a aprobar algunos fondos, pero solamente para la pintura, no para la mano de obra. Él recomendó a Coyula que para ahorrar dinero, le diera una latica de pintura y una brocha a cada cartero para que ellos, cuando fueran a recoger las cartas, ¡pintaran los buzones ellos mismos!84 En marcado contraste con muchos de sus contemporáneos, Estrada Palma nunca fue mujeriego, y según todos los indicios, fue fiel a su esposa después de haber contraído matrimonio re- lativamente tarde. Comparando esta conducta con la de otros 82 Kerr, "Recollections." 83 Márquez Sterling, Don Tomás: Biografía de una época. p. 479 84 Cuellar Vizcaíno, Manuel, 12 (Doce) Muertes Famosas (La Habana: Editorial Sánchez, 1957(?). 11 46 Margarita García patriotas cubanos, se ve el contraste: José Martí, también de es- tatura baja, delgado, de salud frágil, pero según todos era el tipo de hombre que podía despertar pasiones en las mujeres con su pluma inimitable y su conversación; el general Antonio Maceo, lugarteniente del Ejército Libertador, tuvo un hijo con la haitiana Amelia Merryatt estando enferma su esposa María Magdalena Cabrales Fernández (1842-1905).85 El general Máximo Gómez, tuvo cuatro hijos con cuatro mujeres diferentes antes de su ma- trimonio con Bernarda Toro, y después por lo menos un hijo con una hondureña (Lola Romero, del pueblo de Amapala) cuando ya estaba casado.86 El General Carlos Roloff – que contrajo matri- monio con Galatea Guardiola, la hermana de la esposa de Estra- da Palma-- también tuvo hijos fuera del matrimonio. El 3 de febrero de 1892 en la Corte del condado de Oran- ge donde vivía, Don Tomás declaró oficialmente su intención de convertirse en ciudadano estadounidense. Y cinco años después, el 8 de abril de 1895, se naturalizó. En esta fecha, precisamente 3 días antes de que Martí desem- barcara en Cuba en su último viaje, ya había estallado la Guerra de Independencia, y Nueva York era un hervidero de noticias. Muchos de los cubanos emigrados que consideraban envolverse en la lucha decidieron naturalizarse como protección personal. Esta decisión no era fácil porque, como exiliados políticos ellos se habían visto forzados a abandonar su país, en contraste con los inmigrantes económicos que habían sido atraídos por los buenos salarios y abundancia de posesiones. Convertirse en ciudadanos norteamericanos podía significar un permanente adiós a la patria. Podía resultar en no volver a ver a Cuba. Tal y como le sucede a los exiliados contemporáneos, los cubanos de 1890 agonizaban con respecto a esa decisión, pero decidieron que como ciudada- nos americanos evitarían el peligro de “repatriación” a Cuba o España si eran condenados en Estados Unidos por alguna acción bélica. Aún más importante, la ciudadanía americana les servía de protección si eran apresados por los españoles. 85 Cremata Ferrán, Mario, "El hijo de Antonio Maceo," OPUS (Oficina del Historiador de la Ciudad), (2005), Vol 9, 2 pps. 46-51. 86 Curnow, Ena, Manana: Detrás del Generalísimo (Miami, FL.: Ediciones Universal, 1995). III. Tomás Estrada Palma: En persona 47

Declaración de intención de convertirse en ciudadano americano

En un paralelo sorprendente con el intelectual y político ar- gentino Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), Estrada Palma era un admirador del sistema político y las instituciones democráticas norteamericanas. Los dos fueron educadores, los dos fueron elegidos como presidentes de sus naciones respecti- vas estando en el extranjero y sin hacer campaña, y las estatuas de los dos hombres fueron destruidas por dictadores que vivieron mucho después: Castro y Perón.87 87 See, for example Crowley, Frances G., Domingo Faustino Sarmiento (New York: 48 Margarita García En 1901, cuando Estrada Palma aceptó la nominación para presidente de la república, renunció a la ciudadanía americana.

Certificado de naturalización

Twayne Publishers, Inc., 1972; Series Editor: John P. Dyson,Twayne World Auhors Se- ries: Argentina).;Bunkley, Allison Williams, The Life of Sarmiento (Princeton, NJ: Princ- eton University Press, 1952).; Mann, Mary, "Biographical Sketch of Domingo Faustino Sarmiento," en Life in the Argentine Republic in the Days of the Tyrants; or Civilization and Barbarism (New York, NY: Hafner Press, Reprint of the 1868 edition). IV. TOMÁS ESTRADA PALMA COMO MIEMBRO DE LA ASAMBLEA Y PRESIDENTE DE LA REPÚ- BLICA DE CUBA EN ARMAS

Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre

Cuba 1868: La “siempre fiel isla de Cuba” 88 cesa de ser fiel al gobierno español el 10 de octubre. Ese día es cuando Carlos Manuel de Céspedes, hacendado, abogado, dueño del ingenio en la provincia de Oriente, le otorga la libertad a sus esclavos y declara el inicio de una sublevación encaminada a obtener la independencia de Cuba. En una coincidencia histó- rica, solo unos días antes, un nuevo gobierno liberal encabezado por Francisco Serrano y el general Juan Prim, estaba tomando posesión en España después de haber derrocado la monarquía conservadora de la Reina Isabel II.89 ¿Habría esperanza entonces de que España cambiara su política autocrática con respecto a Cuba? No: los cambios liberales se llevarían a cabo en la metró- poli pero no en la colonia.

88 Así era conocida Cuba, por ser la última colonia de España en América 89 Paredes, Javier, Historia cotemporánea de España (siglo 19), (Madrid: Editorial Ariel, 2002). 50 Margarita García Las múltiples razones para la insurrección se habían consig- nado en un documento conocido como el “Manifiesto del 10 de Octubre,” 90 el cual incluía dos puntos sumamente importantes: 1) una declaración diáfana y rotunda que el propósito final era el establecimiento de una Cuba libre e independiente; 2) un plan de organización que designaba a un “jefe único” a cargo de dirigir las operaciones militares con plenas facultades y una “comisión gubernativa,” compuesta de cinco miembros para “auxiliar” al jefe en lo civil.91 Este segundo punto fue una espina enterrada en el costado de los muchos otros cubanos que habían estado conspirando para una insurrección por largo tiempo y que habían sido sorprendidos por el alzamiento de Céspedes días antes de lo planeado. Unos meses después, en abril de 1869, representantes de distintas zonas se reunirían, anularían el segundo punto, esta- blecerían un cuerpo civil legislativo (La Asamblea), redactarían una Constitución para la nueva república y, con el tiempo, desti- tuirían al mismo Céspedes. Sin embargo, el 11 de octubre de 1868, Céspedes al mando de 37 hombres – que incluían a dos de sus hijos – marchó al poblado de Yara para su primer encuentro con la historia. El enfrentamiento con los españoles en Yara, aunque militarmente fue una simple escaramuza, resultó suficiente para extender la insurrección a zonas cercanas y su enardecimiento a todos los rincones de la isla. El día 18, los alzados cubanos entraron en la ciudad de Ba- yamo y se enfrentaron con un destacamento de españoles de la guarnición local. Cuando el jefe de éstos cayó herido, los solda- dos regresaron y se refugiaron en el fuerte. Los cubanos, afuera, se hicieron cargo del pueblo.92 El 20 de octubre de 1868 (o el 22, según Leví Marrero), las tropas españolas se rindieron. Inmedia-

90 El título del documento era “Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba, dirigido a sus compatriotas y a todas las naciones” que había sido previamente impreso en Manzanillo. Guerra, Ramiro, Guerra de los diez años, (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1972).p.41 91 Guerra, Ramiro, Manual de Hstoria de Cuba: Desde su Descubrimiento hasta 1868, (Madrid: Playor, S.A., 1975). p. 44 92 Izaguirre, José María, Asuntos cubanos: Colección de arículos y poesías, (New York, NY: Imprenta América En la Colección Escoto Biblioteca de Harvard College, 1896). IV. Tomás Estrada Palma como miembro de la Asamblea y Presidente ... 51 tamente, Céspedes organizó un ayuntamiento de nueve miem- bros nombrando a Tomás Estrada Palma y a José Joaquín Palma como dos de ellos.93 El capitán general Francisco Lersundi Hormaechea (1817- 1874), la autoridad española suprema en Cuba, respondió inme- diata y duramente a las osadas acciones de aquellos supuestos a ser “siempre fieles.” Adjetivos como criminales, bandidos, sinver- güenzas y traidores, fueron lanzados a los insurrectos, y se deci- dió que eran merecedores del más recio castigo. Lersundi apoya- ba incondicionalmente a la monarquía y actuaba en La Habana “como si la reina todavía estuviera en el trono de España”.94 Con la aprobación de Madrid, Lersundi ordenó al general Blas Villate y de la Herra, Conde de Valmaseda (1824 - 1882) hacia Oriente con un fuerte contingente de tropas regulares, donde la revolución se estaba propagando. Más ominoso, sin embargo, fue su dicta- do de aumentar y apoyar el Cuerpo de Voluntarios del Comercio compuesto de peninsulares leales que pronto adquiriría la reputa- ción de ser la más temible colección de aborrecedores de cuba- nos. Cualquier persona sospechosa de simpatizar con los rebeldes corría peligro de arresto, deportación y hasta de ejecución. Los Voluntarios llevaron a cabo una serie de actos despreciables con- tra la población civil en muchos pueblos. Esta política de “mano dura,” lo que logró fue ganar muchos más adeptos a la causa de la revolución y provocar un éxodo masivo de familias cubanas, que según el historiador español Zaragoza pasaban de 100,00095. “En el dilema de vida o muerte, las naves que visitaban los puertos de la isla se llenaron de las masas humanas.”96 En enero de 1869, diez meses antes de su muerte, el nuevo ca- pitán general, el liberal Domingo Dulce y Garay (1808-1869) vino a Cuba. En esos momentos ya el Conde de Valmaseda estaba en las cercanías de Bayamo con una fuerza de 3,000 hombres. Compara- 93 Marrero, Leví, Cuba: Economía y Sociedad: Azúcar, ilustración y conciencia (1763- 1868), vol. 15, (Madrid: Editorial Playor S.A., 1992). p. 281 94 Guerra, Manual de Hstoria de Cuba: Desde su Descubrimiento hasta 1868. p. 181 95 Zaragoza, D. Justo, Las Insurrecciones en Cuba: Apuntes para la historia política de esta isla en el presente siglo, (Madrid: Imprenta de M.G. Hernández, 1872-1873). 96 Arnao, Juan, Páginas para la historia de la isla de Cuba, (La Habana: Imprenta La Nueva, 1900). 52 Margarita García da con los pobremente armados cubanos, la fuerza de Valmaseda era abrumadora. Entonces, escribiendo un capítulo inolvidable en la historia de Cuba, los bayameses decidieron prender fuego a su pueblo antes de entregarlo a los españoles. Alrededor de 6,000 per- sonas salieron de Bayamo hacia la manigua en la madrugada del 12 de enero de 1869, después de pegarle fuego a sus propias casas. La salida de los bayameses a la manigua quedó impresa para siem- pre en la letra del Himno Nacional Cubano escrito por el bayamés Perucho Figueredo. En abril de 1869, muchos de los hombres que habían formado parte de conspiraciones y planes de liberación antes del levanta- miento de Céspedes, así como nuevos simpatizantes de la causa, coincidieron en el caserío de Guáimaro, en el sureste de la pro- vincia de Camagüey. Pronto estuvieron de acuerdo que un movi- miento legítimo para la independencia de Cuba no podía simple- mente estar en las manos de un solo “jefe” con poderes absolutos y de una “comisión auxiliar,” como lo había propuesto Céspedes. Razonaron que era necesario establecer desde el primer momento las bases para una nación democrática, con un Poder Ejecutivo, un Poder Legislativo, y un Poder Judicial y con una Constitución que garantizara los derechos de los ciudadanos y detallara las le- yes de la república. La rama legislativa la formaba la Asamblea de Diputados que inicialmente se reunió con 15 miembros en re- presentación de las zonas orientales, occidentales y centrales de la isla. La atmósfera en el poblado de Guáimaro donde tuvo lugar esa primera reunión fue descrita como emocionante,97 con los vecinos dándole la bienvenida a los revolucionarios que venían de todas partes. Las reuniones eran abiertas y había una nutrida representa- ción de mujeres en la audiencia. La decisión principal fue estable- cer un cuerpo legislativo con los 15 presentes y con 10 más a ser añadidos más tarde, para un total de 25 miembros. La tarea más inmediata de la Asamblea era preparar una constitución que – ellos esperaban – encarnaría un sistema de leyes justo y democrático para . El 10 de abril de 1869 fueron aprobadas las bases iniciales de la primera constitución de la república futura: la Constitución de

97 Camacho, Pánfilo D., Biografía de la Cámara de la Guerra Grande, (La Habana: Im- prenta Siglo XX, 1943).p.9 IV. Tomás Estrada Palma como miembro de la Asamblea y Presidente ... 53 Guáimaro.98 Se establecía el tipo de gobierno, con una rama ejecu- tiva, compuesta por un presidente y un vice-presidente; una rama judicial, a especificarse después; y una rama legislativa, la Asam- blea de Diputados con bastante poder. Este organismo tenía la fa- cultad de nombrar (y también de deponer) al Presidente y al Jefe del Ejército (Artículo 7). También le dio a la Asamblea el poder de dirigir la doctrina política de la guerra y de controlar los gastos del tesoro.99 Dos artículos importantes eran el Artículo 24: “Todos los habi- tantes de la república son enteramente libres”, que terminaba con la esclavitud; y el Artículo 28: “La Cámara no podrá atacar las libertades de culto, imprenta, reunión pacífica, enseñanza y peti- ción, ni derecho alguno inalienable del pueblo”, que garantizaba las libertades fundamentales. El 11 de abril, en reconocimiento a la importancia del hombre que había empezado la rebelión, Carlos Manuel de Céspedes fue nombrado presidente de la República de Cuba por aclamación. El día 16 tuvo lugar un evento inusual para aquellos tiempos: a la joven Ana Betancourt Agramonte de Mora (1832 - 1901) le fue permitido hacer una pequeña ponencia exhortando derechos para las mujeres: “Ciudadanos”, dijo, “la mujer cubana, en el rin- cón oscuro y tranquilo de su hogar, esperaba paciente y resignada esta hora sublime en que una revolución justa le rompa el yugo y desate sus alas.” 100 Aunque fue recibida con cortesía, las palabras de Ana no produjeron ningún resultado. La Constitución de Guái- maro abolió la esclavitud, pero no proclamó nada con respecto a los derechos de la mujer. El 29 de abril de 1869 varios delegados adicionales se unieron al grupo. Tomás Estrada Palma era uno de ellos, formando parte de la delegación oriental. En julio de 1869 se completa la Asam- blea.101

98 Los 29 artículos de la Constitución de Guáimaro están listados en Marrero, Cuba: Economía y Sociedad: Azúcar, ilustración y conciencia (1763-1868), 15. p. 306 99 de la Cuesta, Leonel Antonio y Alum Linera, Rolando Costituciones cubanas desde 1812 hasta nuestros días, (Madrid: Ediciones Exilio, 1974). 100 Stoner, K. Lynn, From the House to the Streets: The Cuban Woman's Movement for Legal Reform 1898 -1940, (Durham, NC: Duke University Press, 1991). p. 22 101 Los diputados originales: Ignacio Agramonte, Antonio Alcalá, Miguel Betancourt 54 Margarita García Uno de los primeros asuntos a discutir por la Asamblea después de aprobar la constitución constituye un capítulo de la historia de Cuba que no es muy conocido. Fue una petición de anexión a los Estados Unidos firmada por cientos de ciudadanos.102 La idea de anexión a los Estados Unidos es anatema para los cubanos modernos, y a ella se opusieron ciertamente los miembros de la facción independentista que finalmente ganó la Guerra de Independencia a final del siglo 19. Pero en 1869, parecía como una alternativa razonable a aquellos cuya primera y más importante meta era terminar con la tiranía española. Los diputados habían leído la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y habían seguido los eventos de la Guerra Civil norteamericana. Formar parte de una nación cuyas bases y filosofía eran tan simi- lares a las de los cubanos era algo que merecía consideración, con los detalles a resolverse después. Después de un debate relativa- mente corto, la petición de anexión fue aprobada por una gran ma- yoría y enviada a José Morales Lemus, el Delegado de la Cámara en New York.103 La petición no tuvo efecto. Los hombres de la Asamblea tenían que reunirse y considerar estatutos “en el camino.” Las tropas españolas estaban constante- mente buscándolos. Durante todo el 1869, 1870, 1871, 1872 y la mayor parte de 1873 la Asamblea iba de un lugar a otro y perdía delegados, a veces apresados, a veces muertos por los españoles. Desde los primeros días, las relaciones entre la Asamblea y el Pre- sidente Céspedes no eran las más cordiales, una situación que cul- minó con la deposición del presidente el 27 de octubre de 1873. Después de Céspedes vino la breve tenencia de Salvador Cisneros Betancourt y después la de Juan Bautista Spotorno. Bajo Spotor-

Guerra, Honorato del Castillo , Salvador Cisneros Betancourt (Marqués de Santa Lucía), Arcadio García, Miguel Jerónimo Gutiérrez, José María Izaguirre, Dr. Antonio Lorda , Eduardo Machado, Jesús Rodríguez, Francisco Sánchez Betancourt, Tranquilino Valdés y Antonio Zambrana. Los diputados que se unieron el 29 de abril: Pedro M. Agüero, Lucas del Castillo, Tomás Estrada Palma, F. Fornaris Céspedes, Manuel de J. Peña, Pío Rosado. Los delegados que se unieron en julio: Luis Ayestarán Moliner, Luis Victoriano Betancourt, Rafael Morales y González, Ramón Pérez Trujillo. 102 Camacho, Biografía de la Cámara de la Guerra Grande. p. 17 103 ibid.p. 17; Moreno Fraginals, M., Varela Ortega, J., Rojas, R. et al, Cien Años de Historia de Cuba (1898-1998), (Madrid: Editorial Verbum S.L., 2000).p. 42 IV. Tomás Estrada Palma como miembro de la Asamblea y Presidente ... 55 no, el 28 de junio de 1875, Tomás Estrada Palma fue nombrado Secretario de Estado, Guerra y Relaciones Exteriores. y más tarde, el 29 de marzo de 1876, a los 40 años, Presidente de la República de Cuba en Armas, con el rango de General.104 Ya habían trascurrido ocho años de guerra y la situación para los cubanos iba de mal en peor. Había escasez constante de pertre- chos, una cantidad enorme de tropas españolas, y rencillas cons- tantes entre los jefes cubanos. El general español Arsenio Martínez Campos (1831-1900), había llegado a Cuba con ofertas de paz en una mano y un acre- centamiento de tropas frescas en la otra. Como acto de buena fe, devolvió algunas de las propiedades que habían sido confiscadas y les aseguró amnistía a todos aquellos que depusieran las armas. Al mismo tiempo que hacía esto, Martínez Campos daba la bienveni- da a cerca de 40 mil soldados que llegaban de España. En octubre de 1877, el Presidente Estrada salió con una es- colta pequeña hacia Bayamo. De pronto fueron detectados por un escuadrón de españoles y empezaron la maniobra de esconderse en la manigua y caminar solo de noche para evadir a sus persegui- dores lo cual duró una semana entera. El grupo que acompañaba al Presidente se reducía a diario al ir dejando atrás guardias para que cubrieran la retaguardia. Llegó un momento en que Estrada Palma y su secretario José Nicolás Hernández se encontraron so- los, sin caballos, marchando a pie, con la esperanza de reunirse más con los suyos. Súbitamente le salieron al paso dos hombres armados antes de que ninguno de ellos pudiera sacar sus armas. Eran cubanos trabajando para los españoles, los infames “guerrilleros”. Amarrados con sogas, los guerrilleros los llevaron hacia donde estaba la comandancia del escuadrón que los había ve- nido persiguiendo y los presentaron ante el jefe, el coronel Agustín Mozo Viejo (1826 -1879). Esto ocurrió el 19 de octubre de 1877, en un lugar conocido como Las Tasajeras, entre los ríos Cauto y Salado. “ ¿Quién es usted y cual es su rango?”, Mozo Viejo preguntó. Incrédulamente oyó la respuesta: “Tomás Estrada Palma, Presi- dente de la República de Cuba”.

104 Camacho, Ibid. p. 41 56 Margarita García ¡Que insolentes bandidos cubanos! debió haber pensado; pero lo que hizo fue soltar una serie de vituperaciones imaginativas como solo un español sabe hacer. Si usted es “el” Presidente, ¿cómo es que no viaja con guardaespaldas?” “Si los hubiera tenido yo no estaría aquí como su prisionero,” fue la respuesta.105 Mozo Viejo todavía no creía la historia, pero prudentemente siguió la recomendación de uno de sus ayudantes y mandó un mensajero al Estado Mayor de la División en Holguín pidiendo instrucciones sobre qué hacer con un prisionero que se dice ser el “Presidente de Cuba”. En el ínterin Estrada Palma y Hernández eran tratados de la misma forma que cualquier otro rebelde captu- rado: los brazos amarrados con una soga llevada por un soldado, forzados a caminar mientras que sus captores iban a caballo, y re- cibiendo insultos y amenazas de ejecución. Había llovido mucho recientemente y los ríos estaban altos y los caminos fangosos y resbaladizos. Se hundían en el fango al ca- minar, tropezaban, y se empaparon al cruzar el rio Salado con agua que les llegaba al pecho y los brazos atados. Caminaron todo el día 19 y todo el 20. No fue hasta por la noche, cuando los soldados hicieron una hoguera, que se le secaron sus ropas. Pero Don Tomás y Nicolás tenían que dormir con los brazos amarrados. Durante el día, se negaron a recibir alimento. Cuando estaban como a 16 kilómetros de Holguín un mensaje- ro llegó con un despacho del general Adolfo Morales de los Ríos y Setién, comandante de la División de Oriente para el coronel Mozo Viejo. La comunicación fue leída por el grupo de oficiales y enseguida un segundo guardia fue designado para cuidar a los prisioneros. Don Tomás y Nicolás llegaron a la conclusión que el comunicado traía las órdenes para sus ejecuciones. Confiando en la honorabilidad de muchos de los oficiales espa- ñoles de línea, Don Tomás llamó a un capitán del grupo llamado Domingo Ibarra y le pidió dos favores: 1) que quemara todas las fotos y cartas familiares que él traía consigo cuando fue apresado; y 2) que no permitiera que ningún , hijo de Cuba, forma- ra parte del pelotón de fusilamiento.

105 Estrada Palma a José Antonio Echevarría, 3 de noviembre, 1877 IV. Tomás Estrada Palma como miembro de la Asamblea y Presidente ... 57 Ibarra se sonrió. “!Vamos hombre! No se preocupe. Aquí no se va a fusilar a nadie. Nuestras órdenes son de llevarlos a ustedes a Holguín lo antes posible”. Y por la primera vez en tres días le dieron caballos. En la tarde del 21 de octubre llegaron al Estado Mayor del Ejér- cito del Distrito de Holguín e inmediatamente les quitaron los ama- rres. ¿Cuál serían las órdenes telegrafiadas por Martínez Campos desde La Habana que provocaron tal contraste entre las actitudes y la conducta de soldados y oficiales del grupo original y de este grupo que los recibía en Holguín? El general Morales de los Ríos comandante en jefe del Distrito de Holguín llevó a Estrada Palma a La Periquera106, el edificio neoclásico en el centro del pueblo donde él tenía su propia vivienda, lo sentó a comer en su mesa y lo trató con el mayor de los respetos por varios días. Finalmente, el 27 de octubre los prisioneros fueron llevados al puerto más cercano (Gibara) escoltados por un grupo de caballería bajo el mando del mismo capitán Ibarra que había venido con ellos desde Las Tasajeras. Ese día, da la casualidad, se cumplían 385 años de que Cristóbal Colón había llegado a Cuba por el mismo lugar. Estrada y su secretario abordaron el cañonero Dardo bajo el mando del capitán Luis Bayo107 para ser llevados por mar, a lo largo de la costa norte de Cuba a La Habana. Al salir de Giba- ra, si Estrada Palma hubiera estado en cubierta, hubiera visto las dos montañas (Silla de Gibara y Pan de Azúcar) que habían sido descritas por Colón. También es posible que Don Tomás haya re- cordado la leyenda de lo que dijo el gran explorador cuando vio a Cuba por primera vez por el área de Gibara: “esta es la tierra más hermosa que ojos humanos han visto”. A bordo del Dardo, preocupado por los documentos secretos que llevaba y que habían caído en manos del enemigo, sin saber que le deparaba la suerte, Don Tomás se hizo una promesa a sí mismo: cuando él y Cuba fueran libres, regresaría por el mismo puerto. Veinticinco años después, él cumpliría la promesa al re- gresar a Cuba elegido como el primer presidente de la república. 106 El nombre “periquera” viene de la palabra “perico.” De acuerdo a la leyenda, el nom- bre nació durante un ataque de los cubanos al edificio donde se encontraban Voluntarios españoles que tenían cintas multicolores en sus uniformes. Se dice que los cubanos les gritaban: “!Salgan pericos!” 107 Estrada Palma a Máximo Gómez, 3 de noviembre, 1877 58 Margarita García El cañonero llegó al puerto de La Habana el 31 de octubre de 1877, y Estrada Palma y Hernández fueron inmediatamente tras- ladados al Castillo del Morro. Su estadía fue breve, aproximada- mente una semana, pero fue aquí donde Don Tomás experimentó una amarga decepción, del tipo que le es más dolorosa a los hom- bres íntegros: se enteró que algunos cubanos lo estaban denigran- do diciéndole “vendido”, “traidor”. Los españoles habían dejado correr el rumor en La Habana que la noticia que el Presidente había caído prisionero era falsa, porque en realidad se había pasado al otro bando. Tal vez porque el rumor fue creído, tal vez porque los habane- ros no apoyaban mucho a la revolución, el Presidente no recibió ningún apoyo de sus compatriotas en la capital. Nadie lo vino a visitar – y hubieran podido. Nadie le trajo comida o ropa, como era la costumbre con los presos entonces – y hubieran podido. No tuvo más remedio que aceptar varias prendas de ropa de invierno de los oficiales españoles del Morro para poder afrentar mejor el clima frío de España a donde lo iban a mandar.108 Era el final del año 1877. Después de nueve años de guerra, de pérdidas incalculables, de miles de vidas sacrificadas en el campo de batalla y en ejecuciones, de la confiscación de propiedades, de cientos de cubanos desterrados a prisiones en Africa o en la misma España, de miles de cubanos exiliados en los Estados Unidos, en Europa o en otros países latinoamericanos, los sueños de indepen- dencia de la Guerra Grande estaban llegando al final. Los cubanos estaban solos, sin ayuda de los países hermanos de América que habían logrado su independencia 50 años antes; y sin ayuda del vecino del norte, Estados Unidos, que era independiente desde el siglo anterior.

Deportación a España

Estrada Palma, Nicolás Hernández y 27 otros prisioneros desti- nados a la prisión de Ceuta en Africa embarcaron en el vapor Co- millas en ruta al puerto de Cádiz en la costa del Atlántico español. Entre los 27 estaba Lino Sánchez, ayudante del general Antonio

108 Ibid. IV. Tomás Estrada Palma como miembro de la Asamblea y Presidente ... 59

Maceo.109 La travesía duró 17 días, y los 17 días estuvo Don Tomás terriblemente mareado. Llegaron al puerto de Cádiz el 23 de no- viembre de 1877 e inmediatamente fueron trasladados a las celdas del Castillo de Santa Catalina. Allí estuvieron por aproximada- mente dos semanas hasta ser embarcados nuevamente, esta vez a su destino final en la Fortaleza de San Fernando,110 en la ciudad de Figueras de la provincia de Cataluña, muy cerca de la frontera con Francia. Esta ciudad sería, 27 años más tarde, cuando Estrada Palma ya era presidente de la república y Cuba era libre, la ciudad natal del famoso pintor Salvador Dalí. Al amanecer, el 7 de diciembre de 1877, Cádiz estaba envuelta en niebla. A Don Tomás y a Nicolás los habían transferidos al vapor Guadiana, después de despedirse de sus compatriotas des- tinados a Ceuta. Había muy poca visibilidad, y el Guadiana no pudo echar a andar hasta eso del mediodía. El viaje de Cádiz a Barcelona, a través de Gibraltar, a lo largo de la costa mediterránea de España duraría como siete días. Las autoridades españolas, apreciando la importancia de su prisionero, designaron una numerosa escolta de soldados para custodiarlo. Al buque, con ellos, subió el oficial Antonio Collazo, un sargento, un cabo y 8 soldados. Las órdenes de tratar a los prisioneros con dignidad y respeto fueron acatadas escrupulosa- mente por el oficial Collazo, quien se portó, siempre, como “un caballero”111. Una sorpresa agradable le esperaba a Estrada Palma a bordo del buque: el capitán de la Guadiana, Enrique David y Repeto, resultó ser un liberal partidario de la República en España, que apoyaba la causa de la independencia cubana. Durante su viaje en la Guadiana, intercambiando historias y noticias con sus “an- fitriones” españoles, Estrada Palma y Hernández se sintieron casi como pasajeros regulares, en vez de prisioneros. El viaje duró siete días. Finalmente el 14 de diciembre de 1877 Guadiana atracó en el muelle de Barcelona. 109 Ibid. 110 En Catalán, el nombre de la ciudad es “Figueres,” y el nombre de la fortaleza es “Sant Ferran” 111 Estrada Palma, Tomás a Eduardo Cartaya 17 de diciembre, 1877. En Carlos de Ve- lasco y Pérez "Desde el Castillo de Figueras: Cartas de Estrada Palma (1877-1878)" La Habana: Sociedad Editorial Cuba Contemporánea, 1918. V. CASTELL SANT FERRAN

Margarita García, Juan Manuel Alfaro Guixot (presidente de la Fundación Les Fortaleses Catalanes) y Guillermo Estévez en el Castell Sant Ferrán (2004). En la parte más oriental de la península Ibérica se encuentra el an- tiguo Principado de Cataluña donde sus habitantes se expresan con las tiernas cadencias del idioma catalán. Las comarcas del noroeste tienen como capital a la ciudad de Girona, situada a cien kilóme- tros de Barcelona. Algo más al norte, a escasos veinte kilómetros, se abre una de las más bellas comarcas de Cataluña: l’Alt Empor- dá112 en el centro de la cual, y cercana a la frontera con Francia, se levanta la pequeña ciudad de Figueres. Este fue el destino final de Estrada Palma y su secretario Nicolás Hernández. Allí fueron confinados, como prisioneros de guerra de los españoles, en una inmensa fortaleza del Siglo XVIII, situada sobre una colina de la ciudad: el Castell Sant Ferrán. Veintisiete años después de la lle- gada de Estrada Palma, nacería en este mismo pueblo de Figueres, un hombre que tal vez sea el pintor surrealista más famoso del

112 Esta es la forma catalana. En Español (Castellano), la región se llama Alto Ampur- dán. De la misma forma, las palabras catalanas de Girona y Figueres corresponden en Castellano a Gerona y Figueras. Castell Sant Ferrán es Castillo de San Fernando. Las formas catalanas serán usadas en el presente trabajo. V. Castell Sant Ferrán 61 mundo, Salvador Dalí, cuya fama llevaría el nombre de su ciudad a los más apartados lugares. Para arribar a Figueres, Estrada Palma y Hernández que ha- bían llegado por mar a Barcelona, el 14 de noviembre, primero tenían que ir por tren hasta Girona y después en un carruaje tirado por caballos los últimos 40 kilómetros. Los custodios, ahora, eran miembros de la Guardia Civil, una fuerza nacional de policía orga- nizada militarmente.113 Siguiendo con la caballerosidad demostra- da desde Holguín, los guardias instalaron a los presos en un vagón de primera clase, junto a un oficial y a un cabo, mientras que los otros miembros de la escolta se acomodaron en vagones de tercera clase. El viaje a Girona tomó como 5 horas. Hacía frio, un clima muy distinto al de Cuba. Aunque ya tenían alguna ropa de invierno, Es- trada Palma y Hernández comenzaron a experimentar esa perenne, incómoda sensación de persistente frio que los iba a acompañar hasta finales de la primavera. Inmediatamente después de llegar a Girona, ya a la caída de la noche, pasaron a montarlos en un carruaje de dos ruedas, con asientos colocados a cada uno de sus laterales, llamado tartana, para atravesar los 47 kilómetros restan- tes hasta Figueres. Con los prisioneros se montaron en la tartana un teniente y un sargento de infantería, que constituían parte de la nueva escolta. El resto de la comitiva, yendo a pie, lo integraban 23 soldados de infantería, y a caballo, un cabo y cuatro soldados de caballería.114

Tartana catalana Yendo extremadamente despacio, dado que la mayor parte de

113 Estrada Palma a Eduardo Cartaya 17 de diciembre, 1877. 114 Ibid 62 Margarita García la escolta se desplazaba a pié, viajaron toda la noche, con una breve parada de una hora en un establecimiento que Estrada Pal- ma llamó “apropiado para los tiempos de Sancho Panza”.115 Ya a la vista de Figueres se rompió una de las barras de la tartana y tu- vieron que bajarse mientras los soldados la arreglaban. Aquí Don Tomás experimentó por primera vez el frio viento característico de esa zona llamado tramontana. La tramontana es un viento seco, que viene del norte y azota a la comarca de L’Alt Empordá en distintas épocas del año. Le da corto aviso a los habitantes que saben como leer las señales de su llegada en las nubes, pero cuando empieza puede durar unos cuantos días seguidos con vientos incesantes. Soplan con un sonido característico y pueden alcanzar hasta más de 100 kiló- metros por hora. Cuando sopla en invierno, descendiendo de las nevadas cumbres pirenaicas, la sensación gélida es tremenda. La tramontana está tan integrada en la vida y folklore de la región que se dice que marca el carácter de sus habitantes. La tradición local asegura que cuando la tramontana sopla puede provocar “locura” en ciertas personas, o por lo menos conductas extrañas, incluyendo crímenes violentos y suicidios.116 Salvador Dalí, hijo predilecto de Figueres, imaginó que se podía atrapar la energía del viento de la tramontana en una especie de vejiga gigante para ser usado más tarde en un órgano surrealista.117 Finalmente los viajeros llegaron a la imponente entrada prin- cipal del Castell Sant Ferrán,118 cuya construcción empezó en 1753 y se demoró a lo largo de casi cuarenta años.

115 Estrada Palma a José Antonio Echevarría, 3 de noviembre, 1877 116 Un cuento corto de Gabriel García Márquez titulado Tramontana, narra dramáti- camente el final fatal de dos hombres que estaban seguros de un destino trágico si los agarraba la tramontana un vez más. 117 El órgano surrealista de Dalí fue finalmente diseñado por ingenieros de la Universi- dad Ramón Llul de Barcelona con múltiples tubos gigantescos y con un embudo que se suponía atrapara el viento y lo coleccionara en una batería. El órgano iba a ser instalado en un castillo del Siglo X (el Castillo de Quermançó) en las afueras de Figueres y el primer concierto iba a tener lugar en septiembre del 2004, el año del 100 aniversario del nacimiento de Dalí. Pero los vecinos cercanos al castillo no apreciaron el experimento surrealista y temiendo el posible ruido, protestaron. El proyecto fue abandonado. 118 El nombre catalán Ferrán corresponde al nombre castellano Fernando. La fortaleza fue nombrada por Fernando VI, el monarca reinante en la época. V. Castell Sant Ferrán 63

Entrada principal del Castell Sant Ferrán (destruida finalizando la Guerra Civil Española)

Los llevaban a la fortaleza más grande construida en Europa en el Siglo XVIII, y era verdaderamente monumental. El parape- to exterior tiene un perímetro de 3,100 metros y la superficie total es de 320,000 metros cuadrados (550,000 si se tiene en cuenta el glacis). Varios edificios de dos pisos bordean el Patio de Armas central de 12,000 metros cuadrados de superficie; hay caballeri- zas labradas en piedra que pueden albergar a 500 caballos, y un ancho foso de 2,500 metros de perímetro, hoy sin agua y lleno de yerba, donde una familia de venados pasta tranquilamente. Eran necesarios como 4,000 hombres para mantener el castillo y su reserva de agua potable subterránea de casi nueve millones de litros y sus amplios almacenes le permitían a la guarnición sobrevivir un año entero si hubiera sido necesario.119 La intención original de la fortaleza era servir como primera línea de defensa contra cualquier ataque de Francia. Sin embar- go, cuando Estrada Palma y José Nicolás llegaron, ya habían pasado las guerras napoleónicas y el Castell estaba funcionando con muy reducida guarnición, más como cuartel y prisión que

119 Alfaro Guixot, Juan Manuel, Dos horas en el Castell de Sant Ferran de Figueres, (Figueres, España: Fundación Les Fortaleses Catalanes, 2007). 64 Margarita García como fortaleza. Después, durante la Guerra Civil Española, la fortaleza quedó en la zona republicana, y fue utilizada como gran arsenal. Por ello, y casi al final de la guerra, el Ejército Republi- cano procedió a la voladura de los almacenes situados bajo la entrada principal y parte de las caballerizas antes de su ocupación por las fuerzas Nacionalistas.

Patio de Armas de la Fortaleza de Sant Ferrán. (Una de las ventanas del segun- do piso del edificio del fondo probablemente es del apartamento que sirvió de celda a Estrada Palma). Foto tomada por la autora en 2004 El comandante de la fortaleza que recibió a Estrada Palma era el brigadier Felipe Dolssa, quien había ordenado la limpieza y pintura y hasta la colocación de muebles en uno de los pabe- llones del segundo piso, originalmente reservados para oficiales y sus familias para que sirviera de celda a Estrada Palma y José Nicolás. Para ser celda, esta era verdaderamente de lujo. En realidad se trataba de un amplio apartamento de dos dormitorios, con sala y cocina con una letrina. El agua limpia había que subirla en cubos, pero el desperdicio, tanto las materias fecales como las aguas de las fregaderas eran conducidas, mediante tuberías de hierro fundido, a unos pozos negros situados en la parte posterior de los edificios Tenia dos ventanas en el frente que daban al gran Patio de Armas y dos en la fachada trasera, por donde desgraciadamente solamente se podía ver una calle interior y un edificio enfrente. V. Castell Sant Ferrán 65

Sin embargo, al estar en el piso superior el apartamento era claro y mucho menos húmedo en comparación con la planta baja. A pesar de que el apartamento era espacioso y claro, los pri- sioneros se sentían atrapados, porque no se les permitía salir, ni siquiera a los jardines cercanos para poder caminar un poco y tomar el sol. Constantemente había un guardia al final del pasillo y otro tras la puerta, en el descanso de la escalera. En el vestíbulo de la planta baja, al que se abría la puerta principal, estaba esta- blecido el cuerpo de guardia y una sección de soldados vigilaban las fachadas que daban al Patio de Armas y a la calle lateral.

Estufa y letrina en la presunta celda de Estrada Palma en el Castell Sant Fe- rrán. (Fotos tomadas por la autora en el 2004)1 1 No existen pruebas concretas de cual fue el específico pabellón ocupado por Estrada Palma. Pero dada la uniformidad constructiva que se observa en la fortaleza y algunas referencias a éste en las cartas de Estrada Palma, podemos confiar en que las fotos captan la realidad de lo que fue “la celda” en el Castell Sant Ferrán. 66 Margarita García La vida en el castillo de Figueres quedaba condicionada du- rante varios meses, por el intenso frío. Las gruesas paredes de piedra no eran suficientes para conservar el tibio calor propor- cionado por una única y pequeña estufa y por la chimenea de la cocina. Estrada Palma y Hernández trotaban dentro del aparta- mento para calentarse, pero sentían que sus dedos de las manos y los pies estaban a punto de congelarse. Muy a menudo la gélida tramontana soplaba afuera con su silbido amenazador y estreme- cía las ventanas. En Sant Ferrán Estrada Palma escribió… Y leyó… Y pen- só… Estableció correspondencia regular con el general Calixto García, también prisionero de los españoles, pero en Pamplona, una ciudad a 600 kilómetros al oeste. Él inclusive trató, sin éxi- to, de que trasladaran a García para Sant Ferrán. Don Tomás también dedicó tiempo a tratar de aprender gramática inglesa. Recibía visitas de vez en cuando, sorprendentemente no de los cubanos que vivían en Barcelona, sino de catalanes que habían vivido en su pueblo natal de Bayamo.

Escaleras al piso alto. (Foto de la autora, 2004). V. Castell Sant Ferrán 67

Vista de la sala del apartamento. (Foto tomadas por la autora, 2004).

Estando confinado en la fortaleza, Estrada Palma escribió una serie de cartas a varios amigos exponiendo algunas ideas contro- versiales. Recordando sus primeros días en la fortaleza, Estrada Palma le describió a su amigo Eduardo Cartaya como él y su secretario habían declinado cortésmente una invitación del bri- gadier Dolssa de asistir a misa en la capilla120. Más tarde expresó sentimientos claramente anticlericales:

“¿Quién es capaz de descubrir en la iglesia católica de nuestros días la doctrina evangélica de los primeros tiem- pos del cristianismo? ¿Qué ha sido de aquella pureza, de aquella sencillez divina que caracterizaba la doctrina del Gran Maestro? ¿Qué se ha hecho del sentimiento y el espí- ritu que comunicaba a la palabra de Jesús una fuerza irre- sistible para persuadir conmoviendo los corazones y para convencer por medio del amor y la verdad”? 121 120 Estrada Palma a Eduardo Cartaya 17 de diciembre, 1877 121 Estrada Palma, Tomás a José Miguel Párraga, 18 de febrero 1878. En Carlos de Velasco y Pérez, "Desde el Castillo de Figueras: Cartas de Estrada Palma (1877-1878)." 68 Margarita García Estos sentimientos, sin embargo, no impidieron que Don To- más contrajera matrimonio en una ceremonia católica en la Igle- sia de San Miguel de Tega en Tegucigalpa, Honduras122, que ofre- ciera una misa católica a la memoria de su madre en la Iglesia de Nuestra Señora de La Luz cuando regresó a Bayamo en abril de 1902123, o que visitara algunas iglesias católicas los domingos después que fue presidente. Así y todo, él aprobó la siguiente en- trada en el Portrait and Biographical Record of Orange County, New York publicado en 1895:

“El profesor creció en un país católico, pero actualmen- te no es miembro de ninguna iglesia, aunque tiene profun- das convicciones religiosas y es creyente en Dios y en Jesucristo.” 124

Los sentimientos anticlericales eran comunes entre los cuba- nos debido al respaldo incondicional que la iglesia le había dado a las autoridades españolas, incluídas a las tropas peninsulares y a los temibles “voluntarios.” Los curas cubanos que se atrevieran a demostrar su simpatía con los revolucionarios corrían el peligro de ser excomulgados, apresados y hasta ejecutados. El sacerdo- te cubano José Francisco Esquembre Guzmán (1838-1870) fue excomulgado y después fusilado en Cienfuegos el 30 de abril de 1870 por haber bendecido la bandera cubana. 125

La Habana, Cuba: Sociedad Editorial Cuba Contemporánea, 1918., 122 Valle, Rafael Heliodoro, "Recuerdos de Don Tomás Estrada Palma," Diario de la Marina, La Habana, 4 de enero, 1953, 56. 123 "Sin título," La Lucha, La Habana, 1902 124 Portrait and Biographical Record of Orange County, New York: Containing por- traits and Biographical sketches of prominent and representative citizens of the county; together with biographies and portraits of all the presidents of the United States Bowie, Md. : Heritage Books, Inc. [1994?], (New York: Chapman Publishing Company, 1895). 125 Torreira Crespo, Ramón, "Breve acercamiento histórico a la iglesia católica en Cuba: Conquista colonización y pseudorepública," en Religiosidad popular: México y Cuba, ed. Noemí Quezada (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2004). V. Castell Sant Ferrán 69 Hacia Nueva York

A finales de 1877, apenas un par de meses después que llegara al Castell Sant Ferrán, Estrada Palma recibió la noticia que un armisticio había sido firmado en Cuba y que los prisioneros de guerra probablemente serían liberados. Si esto es verdad, el es- cribe, “yo no regresaré a Cuba bajo el yugo español”126. En efec- to, el 10 de febrero de 1878 el general español Martínez Cam- pos y el general cubano Vicente García firmaron un armisticio llamado La Paz del Zanjón, terminando así la Guerra de los 10 Años. Pero ni a Estrada Palma en Figueres, ni a Calixto García en Pamplona, los dos prisioneros de más categoría, les dieron la libertad en seguida. Finalmente, a principios de junio los dos son liberados, y Estrada Palma sale de España y se encamina a París. El tiempo que estuvo en Figueres le sirvió para cristalizar sus ideas con respecto al sentido cívico y la previsión patriótica de sus compatriotas. Salió convencido que los cubanos tenían que “aprender a ser libres” porque era más fácil ser súbdito de una monarquía absoluta que ser ciudadano de una república demo- crática. Resurgiendo su fervor por el magisterio, Estrada Palma concibe la idea de crear asociaciones que sirvan para desarrollar la conciencia cívica de los cubanos, porque él firmemente cree que la derrota se debió en gran parte a la ignorancia de la demo- cracia y de instituciones democráticas heredada de los españoles. Quiso empezar este proceso cuando fue a vivir a un apartamento alquilado en el número 32 de la Rue des Ecoles, en París, en un edificio hoy ocupado por un hotel, Con fondos muy limitados no se podía hacer mucho. El dine- ro de sus propiedades en Cuba estaba embargado por los españo- les mientras no aceptara las condiciones de la Paz del Zanjón… y él no las iba a aceptar. Emeterio Betances, el patriota puertorriqueño cuya colabora- ción sería decisiva en la obtención de apoyo para la causa cubana 15 años más tarde durante la Guerra de Independencia, fue a visitarlo en París. La impresión de Betances fue desoladora: “El presidente Estrada es un hombrecito nervioso cuyos pies apenas

126 Márquez Sterling, Don Tomás: Biografía de una época. p. 137 70 Margarita García llegan al suelo cuando se sienta en la mecedora. Cuando habla (vulgaridades) y dice que nadie ama la libertad más que él… a veces le faltan las palabras y da unas cuantas pequeñas patadas y escupe. Me dicen que en su pueblo le decían “el bobo de La Punta” (La Punta era el nombre de su rancho en Bayamo).127 Sin embargo, años después, las relaciones entre estos hombres se volvieron cordiales al punto que Estrada Palma nombró a Betan- ces Representante del Partido Revolucionario Cubano en Paris durante la Guerra de Independencia.

No. 32 Rue des Ecoles, Paris (Foto tomada por la autora)

Finalmente, al no encontrar apoyo para sus ideas, después de unos días, decidió irse a Nueva York donde había una comunidad cubana más extensa. En esa ciudad, se quedó en el apartamento que Calixto García compartía con su esposa e hijos en el 360 oeste de la calle 45 en Manhattan,128 pero en poco tiempo le hizo caso a la recomendación de “un amigo,” llamado Mario Poma- res: probar su suerte en un pueblecito situado como a 80 kilóme- tros al norte de la ciudad llamado Central Valley.

127 de la Luz León, J., La Diplomacia de la Manigua: Betances, (La Habana, Cuba: Editorial Lex, 1947). 128 Casasús, Juan J. E., Calixto García, 4th. (Miami, FL.: La Moderna Poesía, Inc., 1981). p. 158 VI. CENTRAL VALLEY 1

En un artículo en Patria el 2 de julio de 1892, Martí escribió: “Rodeado de montes, por sobre cuyas mansas curvas o súbita eminencia corre el cielo está, a las puertas de Nueva York, un va- lle feliz” llamado Central Valley que hoy es parte del pueblo lla- mado Woodbury, famoso en la zona por tener un inmenso centro comercial de tiendas de descuento. A finales del siglo XIX había obtenido conexión directa con la ciudad de Nueva York a través del ferrocarril de Erie, que les permitía a los neoyorkinos escapar el calor de la ciudad después de un corto viaje. Central Valley te- nía cerros, lagos, árboles de sombra y casonas de huéspedes con amplias terrazas donde los turistas se podían relajar y refrescar.129 Los habitantes eran mayormente cuáqueros y protestantes de diversas denominaciones de descendencia europea. La primera casa del pueblo data de 1730, y durante los años de la Revolución Americana, estaba poblada por campesinos de familias anglo- sajonas. En un panfleto publicado por el Ferrocarril de Erie en 1883, Central Valley fue descrita como “un bello lugar de vaca- ciones de verano, situado en la cuesta noroeste de las lomas entre altas montañas y hermosos lagos…” La población de la época era

129 Town of Woodbury Bicentennial Book, (En la Sociedad Histórica de Woodbury, Highland Mills, NY., 1976). 72 Margarita García de 400 personas, había siete trenes con dirección a Nueva York, y ocho provenientes de la ciudad todos los días hábiles, y cuatro trenes en cada dirección los fines de semana. El precio del boleto ida y vuelta era de $2.00.130 Los residentes de Central Valley eran mayormente agricul- tores, aunque una fábrica famosa de varas de pescar (Leonard Rods) funcionaba allí desde 1881. Del Censo de 1900, que enu- mera la población total de Woodbury en lugar de solamente la subdivisión de Central Valley, se puede tener una idea del tipo de pueblo era. Se listaban 2,417 personas y 344 familias que vi- vían en Woodbury. Los habitantes eran fundamentalmente nati- vos, pero había unos cuantos irlandeses y alemanes, unos pocos suecos, dos familias rusas y dos familias francesas. Habían tres empleados solteros en el hotel local, una empleada doméstica y los nueve miembros de una familia listados como “negros”; todos los demás eran “blancos”. En resumen puede decirse que Central Valley era una comunidad homogénea, de raza blanca, y monolingüe en inglés. Una de las casonas del pueblo, propiedad de una pareja de maestros llamados David y Susana Cornell, era una casa de hués- pedes en verano pero se convertía en una escuela privada para ni- ños y niñas (el Instituto Cornell, fundado en 1865131) el resto del año. Los Cornell de Central Valley eran parientes lejanos de Ezra Cornell, el fundador de la famosa universidad de Cornell.132 Ma- rio Pomares, cubano residente en Nueva York, visitó con su fami- lia un verano la casa de huéspedes de los Cornell133 y se convirtió en un promotor de la casa y del pueblo, siendo responsable de que varios niños cubanos se matricularan en el Instituto Cornell. No sin importancia para la historia de Cuba, Pomares también recomendó el lugar a Tomás Estrada Palma cuando éste estaba en la ciudad de Nueva York recién llegado de la prisión en España. 130 Ibid. p. 16 131 D.S. Lawrence and Co., "Orange County directory for 1878-1979," (En www.usgen- net.org/usa/ny/county/orange/cp). 132 McGinnes, Chuck, "George Cornell, 1910-2003: Benefactor Spoke Little, Gave Much," Palm Beach Post, Palm Beach, FL., abril, 2003, 1A and 10A. 133 Cornell, Edward, Susanna Cornell Ferguson and Her Descendants, (Central Valley, NY: Privately Published, 1937. In Friends Historical Library, Swarthmore College, PA.). VI. Central Valley I 73 El mito cuáquero

Los Cornell eran originalmente cuáqueros, aunque David ha- bía sido separado de la Sociedad de los Amigos en 1868, mucho antes de que Don Tomás llegara a Central Valley. La razón, apa- rentemente, fue que David había dejado de asistir a las reuniones, y sobre todo, que había permitido bailes en su casa.134 No existen pruebas de que su escuela haya sido nunca una escuela cuáquera. Sin embargo el Instituto Cornell, tanto como el Instituto Estrada Palma, que vino después, han sido descritos como “escuelas cuá- queras” por algunos autores.135 Los dos eran instituciones laicas que operaban en una comunidad donde, por casualidad, había una cierta concentración de familias cuáqueras. En acrecencia a la equivocación sobre las escuelas, el mismo Estrada Palma ha sido descrito como “cuáquero converso” por una series de autores que aparentemente tomaron un dato erró- neo de una fuente secundaria136 publicada en 1971, y siguieron repitiéndolo sin comprobar su veracidad. Así vemos que el mito aparece en un documental137; en libros como el de Louis A. Pé- rez138; el del Monseñor Ramón Suárez Polcari139; y el de Jason M. Yaremko140; y en páginas web como la del cuáquero cubano Joel Font.141 Ninguna de las obras anteriormente mencionadas citaron una fuente primaria para sus aserciones. Es más, como fue discutido por García-Estévez en el 2004,142 ninguno de los textos clásicos de historia de Cuba, o los periódicos de la época, o la Sociedad Histórica local de Central Valley, o la Biblioteca

134 ibid. 135 Thomas, Hugh, Cuba: The pursuit of freedom, (New York, NY: Harper and Row, 1971). p. 314 136 ibid. 137 Cardona, Joe, "José Martí: Legacy of Freedom," (WPBT2 (USA), 2002). 138 Pérez, Cuba Between Empires 1878-1902. p. 98, 372. 139 Suárez Polcari, Historia de la Iglesia Católica en Cuba. 140 Yaremko, U.S. Protestant Missions in Cuba: From Independence to Castro. 141 Font, Joel, "The Quakers Wore Guayaberas," http://cubanstories.blogspot.com/. Visitada 12 de mayo, 2004 142 García-Estévez, "The development and maintenance of a myth: Unsupported asser- tions that Tomás Estrada Palma was a converted Quaker." 74 Margarita García Histórica de los Amigos en Swathmore College tiene dato alguno de que Estrada Palma alguna vez perteneció a dicha secta. Fue Marcos Antonio Ramos en su libro Panorama del pro- testantismo en Cuba, publicado en 1986, quien localizó el origen del “mito Cuáquero143”: fue el ilustre historiador Hugh Thomas (Lord Thomas of Swynnerton) quien no solo empezó el mito, sino también erró en llamar al pueblo “Happy Valley,” en vez de “Central Valley.” Sin embargo la honestidad intelectual de Lord Thomas se demostró en una carta que me escribió cuando le informé de su error. Me dijo: “Yo no tengo record de la razón por la cual yo describí a Estrada Palma como cuáquero. Supongo que cometí un error.”

Vida en Central Valley

Cuando Estrada Palma llegó a Central Valley apenas hablaba inglés y tenía muy poco dinero. Hizo un arreglo con una joven, parienta de los Cornell para intercambiar lecciones de español por lecciones de inglés. Estas clases, junto al clima de “inmer- sión total” en que se encontraba (nadie a su alrededor hablaba es- pañol) sirvieron para que su manejo del inglés se volviera “ade- cuado,” aunque no perfecto. Sin embargo, en su estado mental estaba muy deprimido.

Tarjeta de la época en la Sociedad Histórica de Woodbury

143 Ramos, Panorama del protestantismo en Cuba. VI. Central Valley I 75 Sintiéndose terriblemente solo, sin noticias de Cuba, sin li- bros o periódicos en español y sin cartas de sus amigos, hacía largas caminatas a lo largo de la línea del ferrocarril. Ida, una hija de los Cornell, lo recuerda como “muy nervioso; se sentaba a la mesa con los pies golpeando el suelo hasta que el cuarto en- tero temblaba”.144 Edward, un hijo de los Cornell, recuerda que muy a menudo, después de acostado, Estrada Palma “saltaba de la cama gritando ¡Mi madre! ¡Mi madre!” 145 La belleza natural del valle, sus lagos, sus verdes campos, sus montes en la distancia, sus brisas agradables no lo sacaban de su depresión… hasta que empezó a recibir periódicos, libros y cartas de sus amigos desde varias ciudades que prendieron lla- mas de esperanza y optimismo. Una carta de su pariente, el poeta José Joaquín Palma, fue particularmente interesante porque esta- ba escrita desde la ciudad de Tegucigalpa, la capital de la nación centroamericana de Honduras donde en ese momento residía. José Joaquín le informaba que el nuevo presidente de Hondu- ras estaba empeñado en una reforma significativa de su país y que necesitaba hombres honestos y educados que lo ayudaran en esa tarea. Algunos de los veteranos de la Guerra de los Diez Años en Cuba, como el general Máximo Gómez ya estaban allí. Alguien del calibre de Estrada Palma, que se ajustaría perfectamente a los planes del nuevo presidente, debería considerar el mudarse para allá donde un trabajo importante le esperaba. Podría vivir con él y su esposa hasta que se encaminara. Sin pensarlo mas, Estrada Palma salió hacia Tegucigalpa don- de llegó, después de un viaje largo y complicado, el 18 de julio de 1879.

144 Kerr, "Recollections." 145 Cornell, Susanna Cornell Ferguson and Her Descendants. VII. LOS AŇOS HONDUREŇOS

Palma joven Palma viejo

La invitación de José Joaquín Palma

José Joaquín Palma Lasso (1844 - 1911), bayamés como Don Tomás, participó en el levantamiento que dio inicio la guerra de los Diez Años en Cuba. Es más, fue él quien reclutó al domini- cano Máximo Gómez – que después sería el general en jefe del Ejército Libertador – como sargento, en las calles de Bayamo en octubre de 1868. José Joaquín y Don Tomás formaron parte del ayuntamiento libre de Bayamo, cuya primera moción (presenta- da por José Joaquín y aprobada por los nueve miembros del gru- po) fue la abolición de la esclavitud. Parte de lo que dijo en apo- yo a la moción fue: “Nos hemos lanzado a una revolución para romper las cadenas de la servidumbre, y no es humano, porque no es justo, que al romper unas permanezcamos insensibles a las otras. Si en Cuba esclava no podía haber hombres libres, en Cuba libre no puede haber hombres esclavos...” 146

146 Azcuy Alón, Fanny, José Joaquín Palma: Toda una vida, Reprinted in Damisela. com, (La Habana: Academia de Historia de Cuba, Imprenta Siglo XX, 1948). VII. Los años hondureños 77

Poeta y patriota desde su adolescencia, escribió el bello poe- ma A Tegucigalpa desde el cerro de Hule (o Hula) donde dice:

Me dijo un Ministro así, Cediendo a una voz secreta. -- No tienes patria poeta? Tengo patria para ti! Hoy vivo feliz aquí En este vergel risueño: Aquí siento y aquí sueño Con amor tan soberano, Que si no fuera cubano, Quisiera ser hondureño!

Y tal vez de más importancia histórica, escribió el poema que se adoptó como el himno nacional de Guatemala. En 1873, fue comisionado a ir al extranjero en una misión de publicidad y apoyo a los combatientes cubanos. Primero fue a Jamaica, después a Nueva York y después al país que se converti- ría en su segunda patria: Guatemala. Aquí conoció a dos jóvenes hondureños que formaban parte de la administración del liberal Justo Rufino Barrios (1835- 1885). Uno de ellos se llamaba Mar- co Aurelio Soto (1846 -1908), futuro presidente de Honduras, y el otro era el Dr. Ramón Rosa (1848 – 1893), la mano derecha de Soto en todos los asuntos gubernamentales. Cuando Soto y Rosa regresaron a Honduras, Palma fue con ellos y se aprovechó de su amistad con el Presidente y su Minis- tro para ayudar a los muchos cubanos que estaban esparcidos por distintos países después del armisticio conocido como la Paz del Zanjón y ofrecerles trabajo en el país centroamericano. Los primeros en recibir la invitación (en persona) fueron los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo en Jamaica. El ter- cero fue (por carta) Estrada Palma en Central Valley, cuya in- vitación se extendía a decirle que podía vivir en su casa con su familia. 78 Margarita García El viaje

Países de América Central

En 1879, el viaje desde Central Valley, en el estado de Nueva York, a Tegucigalpa, Honduras no era fácil. Por barco, desde la ciudad de Nueva York era posible llegar a Puerto Cortés, en la costa caribeña de Honduras. Pero como la ciudad de Tegucigalpa está más o menos en el centro del país, alejada de las dos costas, todavía faltaban como 300 kilómetros de terreno montañoso para llegar a ella. En verdad, Tegucigalpa está enclavada en una ca- dena de montañas con elevaciones entre aproximadamente 900 y 1450 metros de altura. La ciudad misma es sinuosa. No había ni ferrocarril ni carretera pavimentada, así que el único medio de transporte era por caballo o mula. Existía la misma falta de caminos en la ruta a Tegucigalpa desde la ciudad costera de San Lorenzo en el Pacífico, pero desde aquí, al menos, la distancia era como dos tercios más corta, alre- dedor de 100 kilómetros. VII. Los años hondureños 79

Posición de Tegucigalpa en Honduras Esta vía meridional, sin embargo, presentaba dos problemas para aquellos viajeros que venían por el Atlántico: 1) primero era necesario cruzar de alguna forma desde el lado del Caribe al lado del Pacífico; y 2) el puerto correspondiente a la ciudad de San Lorenzo (el puerto de Amapala) no estaba en tierra firme, sino en la Isla del Tigre, en el Golfo de Fonseca, a 25 kilómetros de distancia.

Puerto sureño de Honduras 80 Margarita García ¿Cómo lograr este paso entre los dos mares en 1879? Desde Nueva York el viajero podría utilizar el Ferrocarril Transconti- nental a San Francisco cuya última etapa había sido inaugurada diez años antes en 1869. El viaje New York – San Francisco por esta vía tomaba siete días y costaba desde $136 en primera clase a $65 en tercera. De San Francisco, en vapor, a lo largo de 4,200 kilómetros, bordeando la costa hasta América Central durante 16 días. Por tierra y mar, esta ruta tomaría aproximadamente 22 días. Otra ruta, más corta, sería el llegar por barco al puerto de Colón en la costa del Caribe de Panamá desde Nueva York, allí tomar el Ferrocarril de Panamá para cruzar el istmo, y finalmente por barco otra vez desde Ciudad Panamá hasta el puerto hondu- reño de Amapala en el Pacífico. Este viaje costaría aproximada- mente $120 y tomaría unos 15 días. El boleto para el viaje com- pleto desde Nueva York hasta algún puerto del Pacífico se podía comprar directamente en la ciudad, en las oficinas de W.P. Clyde y Cia., en en No. 6 de Bowling Green, como indica el anuncio:

The New York Times, 18 de mayo de 1876 El ferrocarril de Panamá

Este ferrocarril tiene una historia interesante. Se terminó en 1855 a instancias de William H. Aspinwall, hombre de nego- cios neoyorkino director de la compañía de vapores Pacific Mail Steamship Company. Aunque la vía férrea tenía que recorrer solo 75 kilómetros, la zona estaba llena de jejenes, moscas, mosquitos y otras alimañas VII. Los años hondureños 81 que producían enfermedades mortales como el cólera, el paludis- mo, la fiebre tifoidea y la fiebre amarilla. Durante los cinco años que tomó la construcción hubo tantos muertos que la compañía conservó cadáveres en barriles147 con salmuera para vendérselos a escuelas de medicina y no tener que enterrarlos en Panamá. Cuando se terminó, el Ferrocarril de Panamá se extendía desde el Puerto de Colón en el lado del Caribe hasta Ciudad Pa- namá, en la costa del Pacífico. En sus primeros años, el ferro- carril fue asombrosamente exitoso debido a los aventureros que iban a California durante la “fiebre del oro.” Tan popular se con- virtió el cruce por Panamá que se desarrolló un pueblo pequeño al lado Atlántico, donde los vapores desembarcaban a pasajeros que esperaban por el ferrocarril. El pueblo se llamó originalmen- te “Aspinwall” y podía ser descrito como un antro de bares de mala muerte con prostitución, maleantes, ladrones y callejones llenos de basura. El nombre “Aspinwall” nunca le gustó a los locales quienes insistían que el nombre apropiado era “Colón”. Para solucionar el problema, el gobierno desde Bogotá (Panamá era entonces parte de la Gran Colombia) ordenó a la Oficina Postal en 1890 que devolviera a los remitentes todo el correo dirigido a Aspinwall, como “ciudad desconocida”.148 Desde entonces hasta el presente la ciudad se conoce como Colón. El cruce del istmo por tren era tranquilo y seguro, y el desplie- gue de vegetación frondosa por el camino debe haber impresio- nado a la mayoría de los viajeros. Llegar a Ciudad Panamá significaba el principio de un segun- do viaje por mar, esta vez en el Pacífico, a lo largo de la costa de América Central, hasta el Golfo de Fonseca en Honduras. Los vapores en esta ruta llegaban al territorio hondureño dos veces al mes.

147 "Panama Railroad," http://www.panamarailroad.org/facts.html. Visitada 13 de julio, 2005 148 "Aspinwall," http://www.coloncity.com/history1.html. Visitada 13 de julio, 2005 82 Margarita García

Amapala

Segundo viaje por mar

El Golfo de Fonseca es bien protegido, de aguas profundas que pueden recibir naves grandes. Tres países tienen costas en el golfo, y Amapala, en la Isla del Tigre, siendo el mayor puerto de Honduras, el más importante en el Siglo XIX. VII. Los años hondureños 83

Uno de los primeros cubanos en llegar a Honduras fue el Ge- neral Máximo Gómez, quien, al desembarcar en Amapala, fue a parar a la casa de huéspedes de una tal Lola Romero, con quien el general tuvo un affaire. Cuando la esposa de Gómez, Manana, llegó a Honduras con los niños desde Jamaica, él los instaló en San Pedro Sula, una ciudad a 250 kilómetros al norte de Ama- pala. Manana, como otras esposas leales de la época, aceptó la infidelidad y el hijo natural fruto de la misma.

Frente de la casa de Lola Romero en Amapala con tarja histórica

El pueblito de Amapala no era entonces – ni lo es todavía – muy atractivo. Es una comunidad de pescadores, muy pobre. Cuando Estrada Palma llegó allí, el 5 de junio de 1879 después de viajar de Central Valley a Colón por mar, atravesado el istmo 84 Margarita García de Panamá en ferrocarril y navegado desde Ciudad Panamá has- ta Amapala, todavía le faltaba realizar un difícil viaje por tierra antes de llegar a Tegucigalpa. El primer obstáculo era los 25 kiló- metros entre Amapala – en la Isla del Tigre – hasta San Lorenzo, en tierra firme, que se cruzaba en pequeños botes. Luego, los 107 kilómetros por tierra hasta Tegucigalpa. Desde el punto de vista del Siglo XXI este camino por tierra parece abrumador. No había ferrocarril, no existían carreteras pavimentadas, y había secciones completas de caminos de tie- rra y fango. El terreno era tortuoso, con secciones estrechas y empinadas que solamente podían superarse con mulas. Si no se presentaba ningún obstáculo, el viaje en mula tomaba tres días. No había ni hoteles ni casas de huéspedes en el camino, así que para no pasar la noche a la intemperie, había que confiar en la buena voluntad de algún vecino local que quisiera recibirlos. El costo de una mula era 9 pesos, y el de un guía 10 pesos; el viaje- ro también era responsable por la comida tanto de los animales como del guía durante la travesía.

Costa de Amapala en 1870. VII. Los años hondureños 85

De San Lorenzo a Tegucigalpa (107 kms) Dibujo de un viajero.

Tegucigalpa

El poema A Tegucigalpa desde el Cerro de Hule, de José Joa- quín Palma empieza diciendo:

Bella, indolente, garrida Tegucigalpa allí asoma Como un nido de paloma En una rama florida

El “nido de paloma”, que es la ciudad de Tegucigalpa era una genuina metrópolis en contraste con la humilde Amapala. Su catedral, erigida en el Siglo XVIII, está situada frente a una Plaza Central en el medio de la ciudad.

Plaza Central (hoy Parque Morazán) Catedral de Tegucigalpa 86 Margarita García Otros edificios existentes cuando Estrada Palma estaba ahí (1879 a 1884) eran el Hospital General, la Corte Suprema y el Banco de Honduras.

Hospital Central

Banco Central de Honduras

Banco Central de Honduras VII. Los años hondureños 87

Corte Suprema

Al llegar, Estrada Palma comprobó que Tegucigalpa, en ve- rano no era muy caliente. En realidad, nunca es verdaderamente caliente debido a su altitud (como 975 metros), pero la época más cálida del año es alrededor de la Semana Santa. Tampoco la tem- peratura llega a ser muy fría en invierno, haciendo del clima una agradable primavera perenne, semejante a San Diego, California. La ciudad, con aproximadamente 7,000 habitantes entonces, po- dría recordarle a Central Valley, el valle que el dejó en la ciudad de Nueva York, excepto que la base del valle no es plana, sino que tiene pequeñas ondulaciones. El río Choluteca corre por el centro de la ciudad. Las casas en 1879 estaban hechas de madera o adobe, con altas ventanas enrejadas. Las calles principales estaban empedra- das, pero en las calles subalternas la tierra se convertía en fango cuando llovía. Por la noche, las velas de sebo en los postes de 88 Margarita García la luz proporcionaban solamente una penumbra inadecuada que, a no ser por la luz de la luna, reducían la visibilidad a unos dos pies. La gente del lugar dice que la luna en Tegucigalpa es la más grande y más brillante en el mundo. El único hotel del pueblo proporcionaba hamacas para la sies- ta de sus huéspedes en el patio central, si bien ellos no intentaran acostarse con espuelas puestas, como advertía un cartel.149 El único periódico era la Gaceta Oficial, que publicaba noticias ofi- ciales del gobierno y, de vez en cuando, un editorial, un poema o un anuncio.

El gobierno hondureño

En 1879 la administración del presidente Marco Aurelio Soto estaba en su tercer año, con el presidente de apenas 33 años de edad. Al año siguiente, la ciudad se convertiría en la capital de Honduras, mientras Comayagua – 80 kilómetros al norte -- per- día esta distinción. La comidilla del momento decía que la mu- danza se precipitó porque a Doña Celestina (la esposa de Soto) la detestaban en Comayagua. Otra versión sostenía que la mu- danza se debía a los intereses financieros de Soto en las minas de San Juancito, que estaban mucho más cerca de Tegucigalpa que de Comayagua. Soto había sido miembro de la administración del liberal Justo Rufino Barrios en Guatemala, y con la ayuda poderosa de Barrios, pudo obtener que el entonces presidente de Honduras renunciara y lo nombrara a él como presidente interino. Desde Guatemala, Soto trajo a dos amigos de confianza: el Dr. Ramón Rosa, su mano derecha en todos los asuntos de gobierno, y el poeta cubano José Joaquín Palma. En el verano de 1870, ya hacía año y medio de la firma del armisticio del Zanjón y los cubanos que habían rehusado aceptar las condiciones impuestas por España habían salido al exilio, o no habían retornado a Cuba si estaban en el extranjero. Sus pro- piedades -- si las tenían – habían sido embargadas por el gobier-

149 Ferrari de Hartling, Guadalupe, Recuerdos de mi vieja Tegucigalpa, (Comayagüela, Honduras: Imprenta Libertad, 1953). VII. Los años hondureños 89 no español durante la guerra, y esto los privaba de la obtención de fondos. Los patriotas, en su mayoría, estaban arruinados, con sus familias pasando penurias. En Honduras, el presidente Soto había comenzado un período de paz y desarrollo económico y social conocido como la “Re- forma Liberal”, después de años de sangrientas guerras civiles. Todo tenía que hacerse, desde la escritura de códigos hasta el establecimiento de líneas de comunicación (postal y de telégra- fo), desde la reforma y organización de las fuerzas armadas hasta la apertura de escuelas en todos los niveles. Para tal tarea Soto necesitaba ayuda y Palma desde su posición de confianza en el gobierno de Soto, influyó para que se contrataran a los patriotas cubanos. Rafael Leiva Vivas, historiador y diplomático hondu- reño, sostiene que no solo fue Palma quien intervino, si no que José Martí mismo –quien había conocido a Soto y a Rosa cuando estuvo en Guatemala – y quien había aconsejado al nuevo go- bierno hondureño que usara el talento y la experiencia disponible por la situación en que se encontraban los cubanos exiliados.150 Sin embargo, Raúl Rodríguez La O, escribiendo en el periódico oficial del gobierno cubano de hoy () ha sugerido una interpretación sorprendente de la motivación detrás de las invi- taciones de Soto. Rodríguez La O sostiene que la Inteligencia Española había pagado un “precio elevado” al gobierno de Soto para que Honduras ofreciera transporte gratis y empleo a los cu- banos a fin de que éstos se tranquilizaran y no se involucraran en actividades revolucionarias.151 Sin embargo, puede aducirse, que estando todos en un mismo país y relativamente cerca unos de otros, las oportunidades para conspirar y planear una nueva guerra eran mejores.

150 Leiva Vivas, Rafael, Presencia de Máximo Gómez en Honduras, (Santo Domingo, República Dominicana: Fundación García-Arévalo, Inc., 1977). 151 Rodríguez La O, Raúl, "Antonio Maceo en Honduras y Costa Rica," Granma Inter- nacional, La Habana, 3 de junio, 2005. 90 Margarita García Cubanos en Honduras

Cualquiera que haya sido la razón, el hecho es que José Joa- quín Palma se convirtió en vocero del gobierno hondureño para contratar a cubanos. Por invitaciones escritas, o visitas persona- les, convenció a muchos antiguos dirigentes de la guerra de Cuba a que fueran a América Central. Así, en 1879 llegaron Máximo Gómez en febrero, Estrada Palma en junio, y Maceo en julio. Otros llegarían después. No hay corroboración definitiva con respecto a todos los cu- banos que fueron a Honduras, pero se sabe de algunos. A Máximo Gómez lo nombraron general de División y co- mandante de Amapala. Después renunció al cargo militar y trató (sin mucho éxito) de subsistir con las ganancias de una finca don- de cultivaba añil en San Pedro Sula. Antonio Maceo fue nombrado general de División y coman- dante de los puertos de Puerto Cortés y Omoa. El médico Eusebio Hernández, que estuvo allí, relata que en 1881 los cubanos en Honduras eran (además de él, José Joaquín Palma, Gómez, Estrada Palma y Maceo) Carlos Roloff, Flor Crombet, Rafael Rodríguez y Juan Masó Parra.152 El brigadier general Dr. Eusebio Hernández fue uno de los pocos que llegó a Honduras con fondos privados debido a su lucrativa práctica de obstetricia y ginecología que le permitió ofrecer sus servicios gratuitos en la capital. El mayor general Carlos Roloff Mialofsky, polaco de naci- miento, fue contratado como administrador del banco de Amapa- la. El general Roloff fue nombrado Inspector General del Ejér- cito Cubano en 1902 y fue responsable por la compilación de los nombres de todos los que habían participado en la guerra y publicado como Yndice (sic) alfabético y defunciones del Ejerci- to Libertador de Cuba en 1901.153 152 Hernández, Eusebio, Dos conferencias históricas, (La Habana, Cuba: Cultural, S.A., 1935). 153 Roloff Mialofsky, Carlos, Yndice alfabético y defunciones del Ejército Libertador de Cuba - Guerra de Independencia, iniciada el 24 de febrero de 1895 y terminada oficialmente el 24 de Agosto de 1898, (La Habana: Imprenta de Rambla y Bouza, 1901. Digitized by Digital Library of the Caribbean. http://www.dloc.com/UF00085036/00001 ). VII. Los años hondureños 91

El mayor general Francisco Adolfo Crombet y Tejera (1851 -1895), conocido como “Flor,” por su fisionomía saludable y su tez rosada de niño a pesar de ser mulato,154 había sido deportado a España por su participación en la Guerra Chiquita.155 De Espa- ña se escapó y llegó a Honduras donde, según el Dr. Hernández, lo nombraron comandante del Departamento de La Paz. Flor se había unido a los rebeldes en la Guerra de los Diez Años a los 17 años. A los comienzos la Guerra de Independencia, a mediados de abril de 1895, Crombet desembarcó en Cuba y pronto perdió la vida en una emboscada preparada por un grupo de indios yate- ras, descendientes de los taínos al servicio de España. Al general de división Rafael (“el tuerto”) Rodríguez, que ha- bía estado con la caballería de Ignacio Agramonte, lo nombraron comandante de las Islas de la Bahía. Al brigadier general Juan Masó Parra (1859 -1923) – sobrino del General Bartolomé Masó – lo nombraron jefe de la Guardia de Honor del presidente Soto. Se había distinguido en acciones militares durante la Guerra de Independencia, habiendo participado en la invasión a las provin- cias occidentales hasta La Habana. Sin embargo, después de se- rias disputas con sus dos jefes Maceo y Gómez, aceptó la amnis- tía ofrecida por el Gobierno Autonómico que España instauró en Cuba como última maniobra desesperada para retener la isla.156 Más tarde, demostrando poca sagacidad y peor apreciación del tiempo, en enero de 1898, apenas un mes antes de la explosión del acorazado Maine en el Puerto de La Habana, Masó Parra se presentó a los españoles con sus armas y sus tropas. El joven coronel Manuel Morey, nombrado Mayor (sic) de la Plaza de Tegucigalpa, tenía un pasado interesante de la Guerra de los Diez Años. En 1876, había participado en el secuestro del navío español Montezuma junto al intrépido joven peruano Leon-

154 Ferrer, Ada, "Rustic men, civilized nation: Race, culture and contention on the eve of Cuban independence," The Hispanic American Historical Review, (1998), Vol 78, 4 pps. 663 - 686. 155 La Guerra Chiquita fue un intento corto de los cubanos para tratar de continuar la lucha por la independencia después del armisticio de Zanjón. Duró solamente un año (1879-1880). 156 Sánchez Andrés, Agustín, "Entre la espada y la pared: El régimen autonómico cuba- no, 1897 - 1898," Revista Mexicana del Caribe,, (2003), Vol 16, pps. 7 - 41. 92 Margarita García cio Prado, con la intención de usarlo en apoyo de los rebeldes cubanos. La Armada Española se movilizó rápidamente y cercó a la nave secuestrada (a la cual los cubanos ya habían rebautizado como Céspedes) cerca de la frontera de Nicaragua con Honduras. Morey escapó a pie por los manglares y llegó a Honduras. Una nota, en la que se le aumenta el salario en 50 pesos apareció pu- blicada en la Gaceta de Honduras el 8 de junio de 1882. 157 Rafael Leiva Vivas, que entonces era embajador de Honduras en la República Dominicana, publicó en 1977 un interesante fo- lleto sobre Máximo Gómez en Honduras. En el se mencionan los nombres de otros cubanos que estaban en su país en aquel tiem- po: Francisco de Paula y Flores, nombrado director de la Escuela Normal de Olancho; y Raúl Grave de Peralta, Pompeyo Bertot y José Dolores Pérez (sobrino de Máximo Gómez).158 Leiva Vivas también listó al general Enrique Loynaz del Castillo, pero esto es erróneo debido a que el General no podía haber tenido más de 14 años en aquel tiempo.159 Luis Mariñas Otero, en su libro Honduras añade el nombre del General Juan Rius Rivera, puertorriqueño de nacimiento, pero con sólidas credenciales cubanas.160 Rius Rivera se fue a Cuba durante la Guerra de Independencia y regresó a Honduras en 1906. Murió en La Ceiba el 20 de septiembre de 1924. El mayor general Manuel de Jesús (Titá) Calvar y Oduardo (1832 – 1895) también estuvo en Honduras por un tiempo.161 Calvar fue uno de los miembros de la primera insurrección el 10 de octubre de 1868 en La Demajagua y después presidente del gobierno provisional que existió por dos meses (16 de marzo al 28 de mayo de 1878) luego de la Paz del Zanjón.

157 "Acuerdo en que se señala un sobresueldo al coronel Morey," La Gaceta de Hondu- ras, Tegucigalpa, 8 de junio, 1882. 158 Leiva Vivas, Presencia de Máximo Gómez en Honduras. 159 Como gentilmente me comunicó Amado García Loynaz, un descendiente del Gene- ral en un correo electrónico. 160 Mariñas Otero, Luis, Honduras (Tegucigalpa, Honduras: Editorial Universitaria, 1983). 161 Rodríguez La O, "Antonio Maceo en Honduras y Costa Rica," Granma Internacio- nal, La Habana, 3 de junio, 2005. VII. Los años hondureños 93

José Gabriel Cadalzo fue profesor de taquigrafía del Colegio Nacional de Segunda Enseñanza y Manuel García Freyre, pro- fesor de Español del Colegio Nacional de Señoritas de Teguci- galpa.162 Los hermanos holguineros Belisario, Francisco y Pedro Grave de Peralta, todos veteranos de la Guerra del 68, también estuvieron en Honduras.163

Ocupaciones de Estrada Palma en Honduras

Como al mes de haber llegado a Tegucigalpa, el 11 de agos- to de 1879, Estrada Palma recibió tres nombramientos: Director General y Administrador Central de Correos; Traductor Oficial; y, Profesor del Colegio de Señoritas. Por sus servicios recibiría un salario de 100 pesos al mes.164 Su primer acto como Director de Correos fue unir a Honduras a la Unión Postal Universal. En acuerdo internacional, la Unión dictaba las reglas a seguir para establecer los precios de la corres- pondencia doméstica e internacional, y Don Tomás rápidamente estableció y publicó una lista detallada de precios para cartas y paquetes de variados pesos.165 Poco a poco, construyó un servicio confiable de comunicación dentro de Honduras y con el exterior. Hoy en día, los postales de Honduras conocen el nombre de Estrada Palma como el venerable primer director de su institución. La escuela de entrenamiento para los trabajadores postales de Tegucigalpa se llama “Estrada Palma”. Después de varios meses de ejercer su puesto en el Servicio Postal, la reputación de Estrada Palma como buen administrador subió al punto de ser nombrado a la Junta de Directores del futu- ro Hospital General de Honduras.166 Aquí asumió la posición de

162 Franco, José Luciano, Antonio Maceo en Honduras (La Habana: Unión Interameri- cana del Caribe, 1956), 39. 163 Abreu, José, "Holguineros en Honduras". In http://joseabreuhistoria.blogspot. com/2010/10/holguineros-en-honduras.html, 2010. Visitada en 2013. 164 "Acuerdo nombrando a Don Tomás Estrada Palma Director Jeneral(sic) de Correos," La Gaceta de Honduras, Tegucigalpa, 30 de octubre, 1879. 165 "For Cuban Independence," The New York Times, 11 de octubre, 1895, 6. 166 "Acuerdo en que se nombran los individuos de la Junta Directiva del Hospital Jener- al(sic) de la República," La Gaceta de Honduras, Tegucigalpa, 12 de junio, 1880 94 Margarita García Secretario de la Junta de 5 miembros encargada de desarrollar los planes para el establecimiento del hospital, desde la selección y la compra de terreno, hasta la construcción del hospital y la contratación del personal. El trabajo comenzó el 14 de junio de 1880. La ceremonia de la primera piedra para el edificio tuvo lugar en noviembre. A principios de 1882, Don Tomás asumió otro trabajo en Te- gucigalpa más de su agrado: Profesor de Elementos de Física y Química y de Elementos de Cosmografía en la Escuela Nacional de Segunda Enseñanza,167 y no mucho después, Profesor de Pe- dagogía en la misma institución.168 Le fue asignado un salario de 50 pesos al mes por estos servicios.169 Jerez Alvarado170 reportó que más tarde en ese mismo año de 1882, Estrada Palma fue enviado a Estados Unidos por el gobier- no de Honduras a tomar cursos de Pedagogía. Aunque no se ha podido encontrar confirmación independiente de este episodio, parece creíble porque el 7 de enero de 1883 lo relevaron de ense- ñar otras asignaturas y lo asignaron a enseñar solamente Pedago- gía en el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza, que se había dedicado a la preparación de maestros.171 La culminación de sus aspiraciones docentes ocurrió cuando fue nombrado Director de dicho Instituto.172 Sin embargo, esto ocurrió cuando la situación política de Honduras había cambiado y nubarrones negros eran visibles en la distancia. 167 "Acuerdo en que se nombran los Profesores de la Universidad Central de la Repúbli- ca y del Colegio Nacional de segunda enseñanza," La Gaceta de Honduras, Tegucigalpa, 28 de febrero, 1882 168 "Comunicación del Director del Colegio Nacional de 2a Enseñanza de Tegucigalpa en que se somete a la aprobación del Gobierno el programa de las materias que deben es- tudiarse por los alumnos que opten al magisterio," La Gaceta de Honduras, Tegucigalpa, 23 de abril, 1882 169 "Acuerdo en que se fijan los sueldos correspondientes a los profesores del Colegio Nacional de Segunda Enseñanza de Tegucigalpa," La Gaceta de Honduras, Tegucigalpa, 24 de abril, 1882 170 Jerez Alvarado, Rafael, Panamericanismo y rasgos sobresalientes de la vida de Don Tomás Estrada Palma, (Tegucigalpa, Honduras: Talleres Nacionales, 1944). 171 "Acuerdo en que se aprueba el nombramiento de los profesores del colegio nacional de Tegucigalpa," La Gaceta de Honduras, Tegucigalpa, 8 de junio, 1883 172 "Acuerdo en que se nombra a Don Tomas Estrada Palma, Director del Colegio Na- cional de Tegucigalpa," La Gaceta de Honduras, Tegucigalpa, 8 de junio, 1883 VII. Los años hondureños 95 Genoveva

Hacia finales de 1880, Estrada Palma había alcanzado una posición prominente en la sociedad hondureña. Él era, indu- dablemente, “un buen partido” como soltero. Probablemente Doña Anita Arbizú viuda de Guardiola (que vivía en la acera del frente) lo tenía como posible pretendiente para una de sus cinco hijas. El capitán general Santos Guardiola (1816 - 1862), hombre fuerte de Honduras y antiguo presidente, se había casado con Anita Arbizú, la más joven de tres hermanas del pueblo de Yus- carán, a unos kilómetros al sur de Tegucigalpa. Tuvieron siete hijos, el primogénito varón, y seis niñas, la penúltima de las cuales no sobrevivió la infancia. Todos los hermanos, excepto la segunda niña, tenían nombres que empezaban con la letra “G:” Gonzalo, Guadalupe, Francisca, Galatea, Genoveva, Gu- mercinda (que murió poco después de nacer), y Guillermina. En 1880 Galatea tenía 23 años y Genoveva 22. Galatea se distinguía por su habilidad de cantar y tocar el piano, y era el centro de “tardes musicales” que tenían lugar regularmente en su casa, y a donde los solteros cubanos estaban siempre invita- dos. De estas tertulias salieron dos matrimonios entre las hon- 96 Margarita García dureñas y los cubanos: Galatea se casó con el general Carlos Roloff (polaco de nacimiento); y Genoveva se casó con Tomás Estrada Palma. Cuando Cuba se independizó en 1902, Roloff se convirtió en miembro de la familia presidencial, puesto que se había casado con Galatea, la hermana de la esposa de Estrada Palma La boda de Don Tomás y Genoveva tuvo lugar el 18 de mayo de 1881 en la Iglesia de San Miguel de Tega en el centro de Te- gucigalpa. Los testigos fueron José Joaquín Palma y su segunda esposa Rafaela Contreras (la primera esposa, Leonela había fa- llecido en Bayamo), y Gonzalo y Francisca Guardiola Arbizú, hermanos de Genoveva. Los recién casados Tomás y Genoveva fueron a vivir en la casa con Doña Anita y a principios de 1882 tuvieron su primer hijo Manuel José. Con el matrimonio, Estrada Palma entraba en una familia que orgullosamente recordaba la vida y acciones del padre de Genoveva que había muerto asesinado cuando ella tenia sola- mente cuatro años. El general Santos Guardiola había ganado una reputación excelente como líder militar en las múltiples guerras civiles que habían ocurrido en América Central después de su liberación de España en 1821. Él asumió la presidencia en 1856, y pronto envió un contingente hondureño a la vecina Nicaragua en el exitoso conflicto contra el aventurero yanqui William Walker173. En 1861 Guardiola negoció con Inglaterra la devolución a Honduras de las Islas de la Bahía, Roatán, Utila y Guanaja, (hoy centros de turismo de playa, pesca y caza sub- marina) que habían sido ocupadas por los ingleses. Aceptando el hecho que la mayoría de los habitantes de esas islas eran protestantes debido a la influencia inglesa, Guardiola tomó la decisión notable de otorgarles libertad de religión, lo que hizo

173 William Walker (1824 – 1860), “Filibustero" norteamericano que dirigió acciones militares en México y América Central con la intención de anexar territorios a los Estados Unidos como "estados esclavistas." Se proclamó a sí mismo "Emperador de Nicaragua." Después de haber sido vencido en 1857 por una fuerza compuesta por Hondureños, Sal- vadoreños y Costarricenses regresó a Estados Unidos. Confiado en sus planes grandiosos, regresó a la América Central en 1860, desembarcando en Honduras. Fuerzas Británicas lo apresaron y lo entregaron al gobierno de Santos Guardiola. Guardiola ordenó su eje- cución que fue llevada a cabo, por fusilamiento, el 12 de septiembre de 1860. VII. Los años hondureños 97 que la autoridad eclesiástica del momento, Miguel del Cid, lo excomulgara.174 No dejándose intimidar, Guardiola respondió expulsando a del Cid del territorio hondureño y pidiendo la in- tervención del Papa. El Papa Pio IX absolvió a Guardiola y nombró un nuevo obispo para Honduras. En 1859, el general Guardiola fue re-elegido como presi- dente para un segundo período que debió haber durado hasta 1863. Él estaba en una posición segura y el país disfrutaba de una inusual de paz y prosperidad. Vivía con su familia en una modesta casa en la ciudad de Comayagua, la capital de enton- ces. A sus espaldas, el 11 de enero de 1862, el capitán de su Guardia de Honor cambió a todos los soldados encargados de cuidar al presidente. Un golpe en la puerta atrajo a Guardiola desarmado y en ropa interior para ser recibido por una ráfaga de disparos que lo hirieron mortalmente. Murió en los brazos de su hija mayor, Guadalupe.175 Doña Anita agarró a los niños y huyó en ropa de dormir a la casa de un vecino donde estuvieron escondidos por un tiempo. Nunca se supo con certeza quien fue el autor intelectual del asesinato, ni cual era el plan de los conjurados más allá de la muerte de Guardiola. Todos los autores menores fueron captu- rados y ejecutados, pero la razón de la traición del capitán de la Guardia de Honor – un hombre de confianza de Guardiola – nunca se supo. Durante años, Doña Anita publicó una nota en el periódico en el aniversario del homicidio solicitando informa- ción sobre los asesinos de su esposo.176 Cuando doña Anita y los niños se mudaron a Tegucigalpa, ella trató de trasladar los restos mortales de Guardiola a una iglesia cercana de su casa, pero por muchos años no fue posible. No fue hasta 1895 que las cenizas del General fueron transferi- das de una pequeña capilla que ella había construido en su casa hasta una cripta en la Catedral de Tegucigalpa.177 174 Guardiola Cubas, Esteban, Vida y hechos del general Santos Guardiola, (Tegucigal- pa, Honduras: Talleres Tipogáficos Nacionales, Sin fecha). 175 ibid. 176 Licenciado Ismael Zepeda, comunicación personal. 2005. 177 Guardiola Cubas, Vida y hechos del general Santos Guardiola. p. 173. 98 Margarita García Sin duda alguna, Estrada Palma era un hombre muy ocupado en 1882. Era Director del Servicio Postal, Traductor Oficial, Secretario de la Junta de Directores del Hospital General, Di- rector del Instituto de Segunda Enseñanza, maestro de varias asignaturas y padre de un recién nacido. Estaba ganando alre- dedor de 150 pesos mensuales, probablemente un buen ingreso para aquel tiempo. Como miembro prominente de la comunidad, también es- taba invitado a decir discursos en diversas ocasiones. El 15 de septiembre de 1882, Tomás Estrada Palma, un extranjero en Honduras, pronunció uno de los tres discursos en el Salón Prin- cipal de la Universidad Central en conmemoración del 61o ani- versario de la independencia de América Central.178 El discurso fue apasionado y agraviante contra España, reflejando más la situación de la Cuba de aquel momento que la de Honduras. Comparado con lo que había sucedido en Cuba y en el resto de América del Sur, los eventos que culminaron en la indepen- dencia de Honduras fueron excepcionalmente pacíficos. Hon- duras había sido considerada administrativa y políticamente como una provincia de la Capitanía General de Guatemala, que se extendía desde Chiapas (hoy parte de México) al norte hasta la frontera entre Costa Rica y Panamá en el sur. La transición de colonia de España a integrar parte de la entidad independien- te conocida como las Provincias Unidas de América Central tuvo lugar, no después de una insurrección y lucha armada, sino después de una asamblea sosegada donde la independencia fue simplemente “declarada”. Es más, el último gobernador espa- ñol, Gabino Gaínza, fue quien convocó la asamblea y se quedó como “cabeza política” del nuevo gobierno independiente.

El final de los años hondureños

En el preciso día en que Estrada Palma pronunciaba su ar- diente discurso en la universidad, La Gaceta de Honduras pu- blicó un editorial en el cual se anunciaba la decisión del Presi-

178 "15 de Septiembre: Discurso de Don Tomás Estrada Palma," La Gaceta de Hondu- ras, Tegucigalpa, 22 de septiembre, 1882. VII. Los años hondureños 99 dente Soto que puede considerarse como el canto del cisne de su gobierno y de la estancia de los cubanos en Honduras. El edi- torial informaba que había recibido autorización para divulgar la noticia que el Presidente Soto intentaba resucitar la Unión Centroamericana como un solo país, y que él, Soto, renunciaría a la presidencia de Honduras y no aceptaría ningún puesto en la nueva Unión, cuando ésta surgiera.179 En la vecina Guatemala, el “hombre fuerte” Justo Rufino Barrios se indignó cuando se enteró del anuncio de Soto. Su antiguo protegido Soto le estaba – opinaba él – haciendo una ju- garreta con respecto a la unión de los países centroamericanos. Pocos – y mucho menos Barrios – creyeron la oferta magnáni- ma de Soto de renunciar a todos los puestos oficiales cuando se formara la Unión. Es más, dos meses después del anuncio de Soto, Barrios visitó a El Salvador y le dijo al presidente salva- doreño que él – Barrios – intentaba empezar negociaciones para la reunificación de América Central.180 La primavera de 1883 fue difícil para el gobierno de Marco Aurelio Soto. Habían señales claras de que Barrios en Guate- mala, cuya influencia había sido decisiva para llevar a Soto al poder en Honduras, se estaba ahora preparando para derrocarlo. En lugar de sumir la región en una nueva guerra civil, Soto optó por marcharse. El 10 de marzo de 1883, Soto presentó su renun- cia al Congreso aduciendo “razones de salud”. La renuncia no fue aceptada. Entonces Soto pidió un permiso para consultar a médicos en Estado Unidos. Esto sí le fue concedido. Soto y su familia salieron para San Francisco en abril. Poco después sus dos asociados más íntimos, Ramón Rosa y José Joaquín Palma se marcharon también. Los miembros del gobierno de Soto, amigos de los cuba- nos, estaban siendo criticados y acusados de malversación de fondos. Era hora para que los cubanos se fueran de Honduras. Desde San Francisco, el 27 de agosto de 1883. Soto mandó su renuncia definitiva, que esta vez fue aceptada. 179 "Editorial," La Gaceta de Honduras, Tegucigalpa, 15 de septiembre, 1882. 180 Martz, J. D., Justo Rufino Barrios and the Central American Union, (Gainsville, FL: University Press of Florida, 1962). 100 Margarita García El 14 de febrero de 1884, Estrada Palma firmó su renuncia como director del Servicio Postal. El 10 de marzo, Genove- va, Tomás y el pequeño Manuel José dejan a Tegucigalpa para siempre haciendo el mismo viaje difícil en sentido contrario hacia la costa del Caribe: en mulas hasta San Lorenzo; en bote pequeño hasta Amapala; en vapor hasta Ciudad Panamá; en fe- rrocarril hasta Colón; en vapor hasta la ciudad de Nueva York; y por tren hasta Central Valley en el estado de Nueva York. En ese pueblo norteamericano se fundaría pronto el Instituto Estrada Palma en asociación con sus amigos David y Susana Cornell. Al final de 1884, ya apenas quedaban cubanos en Honduras. VIII. CENTRAL VALLEY 2: EL INSTITUTO

Al regreso de Honduras en 1883, Estrada Palma, Genoveva y el pequeño Manuel José fueron directamente a Central Valley, a la casa de sus amigos David y Susana Cornell. Indudablemente, ya se había contemplado la asociación entre las dos familias con el propósito de adaptar el Instituto Cornell, en existencia desde 1865181, para servir a alumnos latinoamericanos. En la ciudad de Nueva York, a 80 kilómetros de distancia y con buena comuni- cación por tren, vivían muchos cubanos expatriados que tal vez pudieran convencerse de enviar a sus hijos a un colegio interno de alta calidad. Y con las conexiones en Honduras, tal vez se pudieran atraer a estudiantes hondureños. Ya los Cornell habían conocido a un niño cubano llamado José Frías años antes que era recordado con cariño por Edward, un hijo de ellos.182

181 D.S. Lawrence and Co., "Orange County directory for 1878-1979." 182 Cornell, Susanna Cornell Ferguson and Her Descendants. 102 Margarita García El educador

Toda la experiencia adquirida en los años anteriores, primero en Cuba cuando muy joven y enseñaba a campesinos analfabetos en su pueblo natal; luego, cuando estaba preso en el Castillo de Figueras y formulaba las ideas de educación cívica a ciudadanos de un país esclavo para cuando fueran libres; y, sobre todo, en los años hondureños donde participó directamente en la educación de jóvenes, se puso en acción al llegar a Central Valley y planear una nueva institución docente. El futuro Instituto Estrada Palma educaría – según sus planes – a jóvenes latino-americanos y norteamericanos conjuntamente. Les enseñaría las lenguas, la historia, la geografía y la literatura de las dos culturas. Les exigiría, con mano suave y cariñosa y ejemplo vivo, respeto mutuo. Pero, sobre todo, trataría de incul- carles un conocimiento profundo de lo que era la democracia, las instituciones democráticas y lo que se esperaba de los pueblos libres. Eso era necesario, sobre todo para los cubanos, porque el español – a diferencia del británico con sus colonias – “no nos crió para servirnos de nosotros mismos, sino para servirle.” Su estilo era paternal. Los alumnos lo querían, tenían con- fianza en él. Una anécdota que relata uno de sus biógrafos cuenta que algunos padres amenazaban a sus hijos con sacarlos del Insti- tuto si no se portaban bien en la casa.183 Martí lo describió como cubano “puntilloso y constante, que gobernó ayer una república y hoy gobierna su colegio afamado con todas las enseñanzas y prácticas necesarias para el bienestar independiente del hombre trabajador en la dignidad republicana”.184 Su esposa, Genoveva Guardiola, fungiendo de madre colectiva, completaba el sabor familiar de la escuela.

183 Corzo Pi, Historia de Don Tomás Estrada Palma. 184 Martí, José, "El colegio de Tomás Estrada Palma en Central Valley," Patria, New York, NY., 2 de julio, 1892 Reimpreso en La Gran Enciclopedia Martiana, Miami, FL, Editorial Martiana, Inc., 1978, 14, 349-353 VIII. Central Valley II. El Instituto 103 La educación en Nueva York a fines del Siglo XIX

El sistema educacional del estado de Nueva York a finales del Siglo XIX comprendía tanto las escuelas públicas como las priva- das y también permitía “instrucción en la casa.” En las escuelas privadas los alumnos podían ser internos, semi-internos o exter- nos. En el primer caso, estos planteles estaban situados lejos de las ciudades y en el segundo y en el último en su propio vecindario. Además, las escuelas privadas podían ser “incorporadas” o “no incorporadas”. Temiendo que algunos padres sin escrúpulos usaran el pretexto de decir que sus hijos iban a colegios privados o que se les impartía educación en la casa, cuando en realidad los ponían a trabajar, la Legislatura del estado de Nueva York aprobó la Ley de Educación Obligatoria en la primavera de 1889 que después fue vetada por el entonces gobernador David B. Hill (gobernador entre 1885 y 1890).185 Los directores y maestros de las escuelas privadas habían hecho campaña contra la ley porque discrepaban de las disposicio- nes que requerían la licencia a maestros y “otras condiciones de carácter restrictivo y desatinado”.186 Sin lugar a dudas las escuelas privadas, particularmente las “no-incorporadas” que no respondían a ninguna junta directiva, podían hacer prácticamente lo que querían con respecto a plan de estudios, idioma de instrucción, horas hábiles y contrato de maes- tros. Ni siquiera existía un registro oficial de nombres y direccio- nes de escuelas privadas o internados. Consciente del estado de las cosas, el Superintendente del Censo de 1890, Robert C. Porter, hizo un llamado al público para que ayudaran a localizar estas es- cuelas “no incorporadas”.187 El Instituto Estrada Palma era probablemente una institución “no incorporada” porque carecía de junta directiva. No obstante, este status no ha podido corroborse debido a los efectos devasta- dores de dos incendios: uno en 1911 en Albany NY, que destruyó 185 "Two More Vetoes," The New York Times, 14 de junio, 1889, 4. 186 "Teachers Protest," The New York Times, 10 de mayo, 1889, 9. 187 Porter, Robert P., Superintendent of Census, "Educational Statistics," Carta a The New York Times, 2 de diciembre, 1989, 2. 104 Margarita García los Archivos del Estado, y otro en Washington, DC en 1921 que destruyó los resultados del Censo de 1890. Sin embargo, el calificativo “escuela privada no-incorpora- da” no debe dar idea de trivialidad o incompetencia. Por el con- trario, sus profesores y administradores se sentían muy orgullo- sos de su independencia de los dictados burocráticos oficiales y de sus planes de estudio. En las últimas dos décadas del Siglo XIX, el número de in- ternados élites de varones en el país aumentó de cinco a doce.188 A estas escuelas iban los hijos de la clase adinerada en prepa- ración para la universidad y en última instancia para acceder a importantes cargos en los negocios y en el gobierno. Ninguna de estas escuelas, no obstante encontrarse localizadas en el Noreste del país, estaban en el estado de Nueva York. La mayoría de las mujeres que se educaban, lo hacán con carácter de externas, aunque en 1890 se fundó la exclusiva Escuela Rosemary Hill para Señoritas, en Wallingford, Connecticut, seis años antes que su homóloga (La Escuela Choate) para Varones.189 Entonces, como hoy, la clase adinerada y la clase media con ambiciones mandaba a sus hijos a las escuelas privadas en lugar de a las escuelas públicas. En la ciudad de Nueva York, entre 1883 y 1902. una infini- dad de escuelas privadas más modestas se encontraban en los barrios de Manhattan y Brooklyn. Se anunciaban profusamente en los Clasificados de periódicos como el New York Times y el Brooklyn Daily Eagle alrededor del mes de agosto, antes de que empezaran las clases en septiembre. En los barrios de inmigrantes se creaban a menudo escuelas “nacionalistas,” tanto diurnas como nocturnas para la preserva- ción del idioma y las costumbres del país de origen.190 En Penn- sylvania y Ohio y en ciudades como Chicago, Portland y Denver se establecieron escuelas monolingües alemanas, a menudo en 188 Levine, Steven B., "The Rise of American Boarding Schools and the Development of a National Upper Class," Social Problems, (1980), Vol 28, 1 pps. 63-94. 189 "The Choate School for Boys, 1898-1899 Brochure," (Wallingford, CT.: The Choate Rosemary Hall Archives, 333 Christian Street, Wallingford, CT 06492). 190 Crawford, James, Bilingual Education: History, Politics, Theory and Practice, 3. (Trenton, NJ: Crane Publishing Co, 1995). VIII. Central Valley II. El Instituto 105 iglesias luteranas. Existieron también escuelas francesas en Lui- siana y escuelas españolas en Nuevo México. Hubo incluso es- cuelas de idioma checo en Texas. Muchas de estas escuelas que al inicio fueron privadas o parroquiales, terminaron por conver- tirse en escuelas públicas bilingües, con parte de la instrucción en inglés y patrocinadas con fondos públicos.191 Con la Primera Guerra Mundial y la consiguiente desconfianza de todo lo que fuera alemán, la educación bilingüe – en cualquier idioma –de- creció o desapareció del todo en la mayoría de los estados hasta su resurgimiento en la década de 1970.

La escuela bilingüe y bicultural de Central Valley

Para poder atraer a estudiantes de habla hispana a Central Valley era necesario cambiarle el nombre original (Cornell) a la institución; situar la escuela en un lugar atractivo; y, sobre todo, presentar un curso académico único que preparara a futuros ciu- dadanos excelentes. Fue así que el nombre de Instituto Cornell se convirtió en Instituto Estrada Palma en 1885 y la academia se mudó a una amplia mansión que antes se había conocido como Titus Farm, después como Locust Lawn y más tarde aún como Campamento Wildwood.192 El Instituto Estrada Palma se fundó como una institución bilingüe y bicultural para niños y niñas con una sección prima- ria y otra secundaria. Se constituyó como colegio para alumnos internos que también aceptaba alumnos externos. Los internos eran los hijos de las élites latinoamericanas que podían afron- tar la cuota, y los hijos de cubanos emigrados involucrados en actividades revolucionarias contra España a quienes admitían algunas veces gratis, o con descuento. Hay pruebas de que la escuela admitía a niños de raza negra.193 Los estudiantes exter- 191 Ver, por ejemplo Grosjean, François, Life with Two Languages, (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1982). Sección de Educación Bilingüe, páginas 67-80; Kloss, Heinz, The American Bilingual Tradition, (Rowley, Mass: Newbury House, 1977). Pá- ginas 177– 178, 180 192 Callahan, Mary Lynne, "Woodbury Remembered: First Came the Indians," Photo News, Woodbury, NY, 29 de octubre, 1980, 3. 193 Pérez Téllez, Emma, Historia de la pedagogía en Cuba (La Habana, Cuba: Cultur- 106 Margarita García nos eran los niños de la localidad de habla inglesa y ascendencia anglosajona.194 En contraste con otras escuelas privadas en existencia enton- ces, el Instituto Estrada Palma no estaba en ningún distrito hispa- no, ni se concentraba en la educación de los hijos de inmigrantes económicos tradicionales. Se esperaba que los estudiantes regre- saran algún día a sus sociedades respectivas llevando con ellos el idioma inglés, el aprecio por la cultura de Estados Unidos, y lazos de amistad con estadounidenses. Más importante, Don Tomás se proponía inculcarle a los estudiantes un sólido conoci- miento y aprecio por el sistema político democrático. El Instituto era la culminación de sus ideas de “entrenamiento para ciudada- nos” que había formulado cuando estaba prisionero en España y que quiso establecer en París. Se esperaba que los estudiantes anglosajones locales apren- dieran el idioma español, apreciaran la historia y cultura de Amé- rica Latina e hicieran amistad con niños hispanoamericanos. Si tenemos que hallar alguna institución que duplique en al- gunos aspectos los objetivos del instituto Estrada Palma, lo que viene a la mente es el sistema norteamericano actual de escuelas en el extranjero195 Los estudiantes de estas escuelas – hijos e hijas de diplomáticos y de empresarios en el extranjero – regresan a Estados Unidos con otro idioma bien aprendido, y sólidamente familiarizados con la cultura y costumbres del país. Sus com- pañeros de clase – hijos e hijas de nativos locales – aprenden bien el inglés y saben apreciar los mínimos detalles de la cultura americana.

El sitio

El nuevo edificio del Instituto estaba enclavado en un terre- no que según los registros de impuestos locales de hoy en día al, S.A., 1945). 194 Ver por ejemplo "Brewer Boys Went to School with President of Cuban Republic," Bangor News, Bangor, Maine, 13 de enero, 1902. 195 Como por ejemplo la Academia Ruston que operó en La Habana desde 1920 hasta 1961, http://www.rustonacademy.net VIII. Central Valley II. El Instituto 107 abarca alrededor de 4.5 hectáreas.196 Tenía espacio suficiente para salones de clase y dormitorios, así como residencia tanto de la familia Estada Palma, que iba creciendo, como de sus amigos y colegas, la familia Cornell. Después de Manuel José, que nació en Honduras, nacieron en Central Valley 5 hijos más: Tomás Andrés (1884); María de la Candelaria (Candita) (1887); Carlos Joaquín (1890); Mariana de la Luz (Lucita) (1894); y Rafael Morales (1896). La propiedad había sido la herencia de los sobrinos de una señora que había muerto soltera y que estaban mucho más interesados en obtener efectivo que en conservar nada de la casa. Incluía muebles para “50 huéspedes”, con el precio total de $7,000 que se podía obte- ner con un pago de entrada de $2,000 y una hipoteca de $5,000. Don Tomás la compró finalmente en 1890 con una pequeña ayuda de su viejo amigo Marco Aurelio Soto, el antiguo presi- dente de Honduras, que ahora vivía en Paris, quien le prestó los $385.54 que hacían falta para completar la entrada.197 El nuevo lugar era hermoso y apacible. Tenía un laguito (don- de los muchachos podían nadar y remar en verano, y patinar so- bre hielo en invierno) y extensiones de césped.198 El folleto del Instituto Estrada Palma describía el lugar así: “Central Valley, donde se encuentra el Instituto, es un lugar de veraneo popular… situado en un terreno ondulado en la falda oeste de una pequeña elevación, en el medio de un escenario famoso por su belleza e interés histórico, que fue terreno de campaña del Ejército de Washington durante la revolución, y a 14 millas de Newburg, donde sus tropas fueron desbandadas al final de la contienda y donde miles de turistas patrióticos visitan su cuartel general, que es una especie de ‘Meca’ para ellos”.199

196 Woodbury Tax Assessor Parcel # 26-1-21.2 197 Valle, "Recuerdos de Don Tomás Estrada Palma," Diario de la Marina, La Ha- bana, 4 de enero, 1953. 198 Callahan, "Woodbury Remembered: First Came the Indians," Photo News, Wood- bury, NY, 29 de octubre, 1980, 3. 199 Estrada Palma Institute, Brochure, Woodbury Historical Society, Sin fecha. En 108 Margarita García Los alumnos

Muy poca información dispersa existe con respecto a la iden- tidad de los alumnos que asistieron al Instituto Estrada Palma. Cualquier esperanza de recuperar documentos oficiales que pu- dieran haber sido depositados con las autoridades educaciona- les del Estado de Nueva York, se esfumaron en un incendio en Albany, NY en 1911. No obstante, conocemos la identidad de algunos. En primer lugar encontramos a los hijos de la élite hondureña: Juan José Soto, el hijo del antiguo presidente;200 los dos hijos del presidente del momento Luis Bográn Barahona (1849-1895); un hijo del vicepresidente Ponciano Leiva; un sobrino del ministro de Obras Públicas; y el hermano del alcalde de Tegucigalpa.201 En un artículo de Rafael Heliodoro Valle, publicado en un perió- dico habanero en 1953, aparecen nombres de otros estudiantes hondureños, tales como Salvador Córdoba (que después fue em- bajador de Honduras en Washington), Luis Paz, y Próspero Vi- daurreta. Este último llegó a ser miembro de la legislatura de la ciudad de Santa Bárbara y ministro de Hacienda en Honduras.202 José Martí reportó203 que había dos hermanos hondureños de apellido Quirós, un chico de apellido Campillo de Buenos Aires, uno de apellido Irabién, de Mérida, y varios otros mexicanos. En el Instituto estudiaban también en esa misma época, los hijos de José Pujols, industrial habanero, y los tres hijos (Angel, Pedro y José) de Procopio Castillo Cisneros, ganadero de Camagüey,204 ambos padres vivían en Cuba bajo dominación española. Al mis-

200 Martí, José, "Marco Aurelio Soto," Patria, New York, NY. , 1893 Reimpreso en La Gran Enciclopedia Martiana, Miami, FL Editorial Martiana, Inc. (1978) 10, 252 201 Finney, Kenneth V., "Rosario and the Election of 1887: The Political Economy of Mining in Honduras," Hispanic American Historical Review, (1979), Vol 59, 1 pps. 81-107 202 Zepeda, Lic. Ismael y Núñez Flores, Gloria Esperanza, 2005 Tegucigalpa, Hondu- ras, Comunicación personal. 203 Martí, "El colegio de Tomás Estrada Palma en Central Valley," Patria, New York, NY., 2 de julio, 1892. 204 "My Castillo Family," http://mycastillofamily.wordpress.com/tag/tomas-estra- da-palma/. Visitada July 24, 2013, VIII. Central Valley II. El Instituto 109 mo tiempo, eran compañeros de dos de los hijos de Manuel Ba- rranco205, acaudalado y generoso dueño de una fábrica de tabacos de Cayo Hueso con oficinas en Nueva York, y los hijos de Fran- cisco Ibern206 y de Martín Herrera207 dos exiliados en Cayo Hueso y activos en el movimiento independentista cubano. Varios de los estudiantes cubanos del Instituto fueron a pelear en la Guerra de Independencia, entre ellos el futuro comandante y diplomático en la nueva república, Luis Rodolfo Miranda y de la Rua,208 así como su amigo y compañero en armas el futuro teniente Ricardo Muñiz.209 Manuel Calás Toro, hijo del comandante de la Guerra de los Diez Años Manuel Calás Odoardo y sobrino de Bernarda Toro, la esposa de Máximo Gómez, también estuvo en el Instituto. Su hermano mayor, Rafael murió en combate a los 23 años, en agos- to de 1896, con el rango de capitán.210 Un exalumno llamado Tomás Acosta, que estaba sirviendo en la Marina de los Estados Unidos en 1902, se personó en Central Valley a felicitar a su antiguo profesor tan pronto supo que había sido elegido presidente.211 Dos muchachos norteamericanos aparecieron en Bangor, Maine en 1902 a reclamar su cuota de fama por haber sido alum- nos del recién elegido presidente de una nueva república: Willie Edwards (conocido por “Bunco”), hijo de E. W. Edwards y Cle- 205 Martí, José, "Manuel Barranco," Patria, New York, NY, 2 de enero, 1895 Reim- preso en La Gran Enciclopedia Martiana, Miami, FL, Editorial Martiana, 1978. 5, 98, "History and Commerce of New York, 1891," (New York, NY: American Publishing and Engraving Co.). 206 Martí, José a Francisco Ibern, 9 de marzo, 1893. En La Gran Enciclopedia Martia- na, Miami, FL. Editorial Martiana, Inc. (1978) 3, 110., 207 Martí, José a Martín Herrera, 9 de marzo, 1893. En La Gran Enciclopedia Martia- na, Miami, FL Editorial Martiana, Inc, (1978) 3, 99., 208 Guiral Moreno, Enrique "Comandante Miranda y de la Rúa," Carteles, La Habana, 11 de mayo 1952. 209 Miranda y de la Rua, Reminiscencias cubanas de la guerra y de la paz. 210 "Death of Rafael Calás," El Porvenir New York, NY, 9 de noviembre, 1896 Reimpreso en Ena Curnow, Manana: Detrás del Generalísimo, Miami, FL.: Ediciones Universal, 1995. 255 211 "Central Valley News," Cornwall Local, Cornwall-on-Hudson, NY, 23 de enero, 1902 110 Margarita García ment Davis (conocido por “Clem”), hijo de la señora Fannie Teft Davis.212 A pesar de que los anuncios del Instituto indicaban que estaba abierto “a niños y niñas,” no se han podido encontrar pruebas de asistencia de “niñas”, a no ser las propias dos hijas de Estrada Pal- ma. Curso académico y filosofía docente

En una copia del folleto del Instituto, preservado en las ofici- nas de la Sociedad Histórica de Woodbury, se dice que el curso de estudios “abarca todas las ramas necesarias para preparar para la universidad, como Lectura, Ortografía, Caligrafía, Composición, Gramática Inglesa, Aritmética, Geografía, Historia de los Esta- dos Unidos, Dibujo, Fisiología e Higiene, Algebra, Geometría, Historia Universal, Francés, Latín y Español”.213 Sin embargo, algunos residentes locales recordaban que el curso de estudios ponía “demasiado énfasis en las matemáticas y las ciencias en comparación con los estudios culturales”.214 El Departamento de Español del Instituto preservaba el idio- ma, la historia y la cultura de América Latina. Sus asignaturas incluían “Lectura, Escritura por Dictado, Gramática, instrucción elemental en Literatura Española, Recitación de Obras Selectas de los mejores autores, Geografía Física y Política de España y de todos los países Hispano-Americanos, incluída información completa sobre sus recursos naturales, agricultura, industrias, fe- rrocarriles y otros medios de comunicación, y acontecimientos históricos principales”. Añadiendo un segmento pragmático al curso de estudios, también se incluía la asignatura de Agrimensura, en la que se les enseñaba a los estudiantes a “medir tierras y niveles, a deter- minar los límites de cualquier propiedad y a usar el compás, la cadena y la vara”. 212 "Brewer Boys Went to School with President of Cuban Republic," Bangor News, Bangor, Maine, 13 de enero, 1902. 213 Estrada Palma Institute, "Brochure." 214 "Woodbury Remembers Its Famous Citizen: 1st President of Cuba," Recorte de periódico sin fuente, Sin fecha, pero probablemente enero de 1959. En Woodbury Histor- ical Society, Highland Mills, N.Y. VIII. Central Valley II. El Instituto 111

Desafortunadamente no existen más detalles de teoría edu- cacional de Estrada Palma. Sin embargo, se puede obtener una excelente descripción de la atmósfera de la escuela y de los obje- tivos del curso de estudios gracias a la pluma de José Martí, uno de los más distinguidos exponentes de la literatura hispanoame- ricana del Siglo XIX. José Martí, el arquitecto de la independencia cubana, escritor prolífico y figura destacada de la poesía en español, era un visi- tante frecuente en Central Valley. En un artículo en la revista Pa- tria publicada por el Partido Revolucionario Cubano de Nueva York215, José Martí expone, en su prosa inimitable, que la escuela en el “majestuoso y saludable” valle transforma rápidamente a los latinoamericanos en jóvenes que hablan “inglés puro” y que componen correctamente sus ideas en español, inglés y francés. Se comprueba así que la enseñanza del inglés al mismo tiempo que el mantenimiento y mejoramiento del español, eran las bases fuertes de promoción y publicidad del instituto para los padres latinoamericanos. Basado en observaciones personales, así como, indudablemen- te, en numerosas conversaciones con Don Tomás, Martí presenta un potente argumento que explica lo que era la escuela con res- pecto a educación bilingüe y bicultural: de un lado, la cultura y el idioma del país anfitrión deben aprenderse, porque aquellos que no lo hacen, “… son hombres sin brújulas, partidos por la mitad, nulos para los demás y para si; no benefician al país en que han de vivir y no saben beneficiarse de él: Son, en el comercio arduo de la vida, comerciantes quebrados.” Del otro lado, “la educación … en un pueblo de carácter opues- to y de riqueza superior, pudiera llevar al educando a una oposi- ción fatal a su país nativo … -- o a la peor y más vergonzosa de las desdichas humanas, al desdén de su pueblo.” En una frase digna de un psicólogo o antropólogo educacio- nal contemporáneo, Martí continúa: “El agua que se beba que no sea envenenada. ¿A que adquirir una lengua si ha de perturbar la mente y quitarle la raíz al corazón? ¿Aprender inglés para volver

215 Martí, "El colegio de Tomás Estrada Palma en Central Valley," Patria, New York, NY., 2 de julio, 1892. 112 Margarita García como un pedante a su pueblo, y como un extraño a su casa, o como enemigo de su pueblo y su casa?” En el instituto Estrada Palma, según Martí, “no cambian el corazón por el inglés,” y los estu- diantes aprenden las virtudes y no los vicios del norte. Dado que el idioma, la literatura y la historia en español también se enseñaban, los estudiantes también aprendían a respetar y valorar las socieda- des latinoamericanas. Don Tomás se refería al nuevo mundo como “dividido en dos razas, la anglosajona y la latina”,216 pero que “los dos grupos, por sus instituciones republicanas y por los sentimientos democráticos que inspiran igualmente a todos sus ciudadanos, forman una sola comunidad”. La escuela, esperaba él, “sería un lugar de contacto cordial y fructífero entre los hijos de las diferentes divisiones del hemisferio occidental; porque bien se sabe que las impresiones que se despiertan y los lazos de amistad que se adquieren en el aula constituyen las más memorables reminiscencias de la vida”. Su objetivo, además, era “propagar el conocimiento de inglés en- tre los latinoamericanos y el conocimiento de español entre los anglosajones”. A todos los estudiantes, de habla inglesa o española, de origen latino o norteamericano, Don Tomás los alimentaba con una buena dosis de historia de Cuba y de eventos contemporáneos en Cuba. El 10 de octubre, aniversario de la malograda Guerra de los Diez Años, se conmemoraba oficialmente. A prominentes patriotas cu- banos, como el general Calixto García, los esperaban con banderas y pancartas en la estación de ferrocarril cuando iban de visita.217

Costo

Antes de considerar el precio de la educación en el Instituto Estrada Palma, es instructivo explorar el costo de la vida en gene- ral en aquel tiempo. Los clasificados delNew York Times en 1891, 216 La palabra “raza” era usada comúnmente en lugar de “etnia” o “nacionalidad.” In- clusive hoy en día aquellos no entrenados en las ciencias sociales confunden a los tres términos. 217 El General Calixto García era recordado claramente por los hijos de los Cornell, porque tenía una cicatriz en la frente en forma de una estrella, producto de un balazo. Kerr, "Recollections." VIII. Central Valley II. El Instituto 113 por ejemplo, anunciaban la venta de trajes de hombres por $16, y de “finos vestidos de salir” para las damas por $7.98. Un libro de moda costaba $1.25.218 Las escuelas selectas con internados de alumnos, como por ejemplo la Escuela Choate para varones en Connecticut, costaba $500 al año (en el curso académico 1888-1889) por clases, dormi- torio y comida.219 En la Escuela Modelo del estado de New Jersey, para niños y niñas, en Trenton, NJ, el costo era de $200 al año. De las escuelas privadas cercanas a Central Valley, el Seminario Amena, una escuela secundaria co-educacional metodista en el condado de Dutchess (al otro lado del río Hudson) costaba $220 al año; la Academia del Monte St. Mary, en Newburg, NY, a unos 25 kilómetros al norte de Central Valley era de $150 al año.220 En Manhattan, la Escuela de la Señorita Falconer Perrin (para niñas) en el 244 de Lenox Avenue (hoy el Boulevard Malcom X) en el corazón de Harlem, cuando este barrio era considerado elegante, costaba $600 al año.221 El costo del Instituto Estrada Palma era comparable al de las más moderadas escuelas privadas. Clases, dormitorio, comida, li- bros y demás artículos escolares costaban $300 al año, con un cos- to adicional de $12 por agrimensura y $30 por clases de piano. Los estudiantes externos que vivían en el área pagaban entre 50 centa- vos y un dólar por semana. La evidente discrepancia en el costo entre internos y externos, podría reflejar algo más que los gastos adicionales de cuarto y comida; tal vez demostraban la intención deliberada de unir a estudiantes de distintas clases socioeconómi- cas: los adinerados de América Latina y personas de medios más modestos de la localidad.

“La Patria llama”

La vida de Don Tomás en Central Valley en 1887 estaba bastante bien encaminada y tranquila. Era miembro respetado de la comunidad local, el Instituto florecía, e incluso habían planes para la fundación 218 "Classified Ads," The New York Times, 21 de junio, 1891 219 "The Choate School for Boys, 1898-1899 Brochure." 220 "Classified Ads," The New York Times, 27 de julio, 1883, 6. 221 "Classified Ads," The New York Times, 13 de octubre, 1889, 7. 114 Margarita García de la Universidad Estrada Palma222 con similar filosofía bilingüe y bicultural que el Instituto. Pero a fines de Septiembre de ese mismo año, José Martí, que ya estaba trabajando en su empeño de unir a los cubanos para una nueva lucha por la independencia, se fue a Central Valley a reclutar a Estrada Palma. Hacía falta que una persona de la reputación de Don Tomás apareciera en público en apoyo a la causa. Estrada Palma consintió asistir a una reunión patriótica en el Templo Masónico de la ciudad de Nueva York el 10 de octubre, el aniversario del Grito de Yara. A partir de ése día, Don Tomás empezó a viajar frecuentemente a la ciudad para asistir a distin- tos eventos con sus compatriotas. Estos, a su vez, empezaron a visitar repetidamente Central Valley. Don Tomás aparecía regu- larmente como orador y escribía artículos en Patria. En 1895, estaba tan dedicado a los empeños por la indepen- dencia, que al iniciarse la nueva lucha en Cuba y al morir Martí, abandonó su escuela. El Instituto se disolvió en octubre de 1895.

222 Kerr, "Recollections." IX. LA CIUDAD DE NUEVA YORK

Desde principios del Siglo XIX, una oleada tras otra de cubanos abandonó la isla para escapar del despiadado regimen colonial español. Aunque los cubanos exiliados (o “emigrados” como ge- neralmente se les llamaba entonces) fueron a distintos países de América y de Europa, los imperativos económicos y geográfi- cos dictaron que Estados Unidos –especificamente Nueva York -- fuera un lugar favorito de asilo. Cuando Estrada Palma llegó a Nueva York procedente de Pa- rís en 1879, ya existía una colonia cubana. Los primeros emi- grados políticos probablemente se remontan a 1810, cuando una conspiración por la independencia de Cuba fue descubierta y aplastada.223 Un poco más de diez años después, en 1823, vino la segunda ola que estableció sus hogares en Nueva York y Filadel- 223 Casasús, La emigración cubana y la independencia de la patria. p. 13 116 Margarita García fia. Muchos de ellos habían sido implicados en la Conspiración de los Rayos y Soles de Bolívar.224 Entre los exiliados que llega- ron a Estados Unidos en 1823 estaba el poeta José María Heredia (1803-1839) que, con solo 20 años entonces, cantó a la majes- tuosidad de las cataratas del Niágara. Un grupo de “Boy Scouts” cubanos instaló una tarja en memoria de Heredia en el parque que bordea las cataratas en 1955. Entre los miembros de esa emi- gración, estaba el sacerdote Félix Varela (1788-1853), que sirvió como Vicario General de la Diócesis de Nueva York durante el período de la inmigración masiva de irlandeses a la ciudad y de quien José de la Luz y Caballero decía que fue “el hombre que nos enseñó a pensar”. 225

224 Ver a Marrero, Cuba: Economía y Sociedad: Azúcar, ilustración y conciencia (1763- 1868), 15. p.85 para una discusión de los eventos y personajes que participaron en esta conspiración. 225 Pérez, Lisandro, "The First Cuban New Yorker: The Case for Félix Varela y Morales," 2012 http://cubannewyorker.wordpress.com/2012/09/09/the-first-cuban-new- yorker-the-case-for-felix-varela-y-morales/. Visitada 20 de octubre, 2013 IX. La ciudad de Nueva York 117

A principios de la década de 1850, el venezolano Narciso Ló- pez (1797-1851) hizo, con la ayuda de cubanos y de periódicos de Nueva York, distintos intentos de derrocar al gobierno español de Cuba. La actual bandera cubana, diseñada por Miguel de Teu- rbe Tolón basado en la descripción de López, se izó por primera vez en el edificio del periódico New York Sun, acompañada por una “pequeña procesión … con una banda de música tocando ai- res marciales por las principales calles de la ciudad”.226 La última de sus expediciones terminó en desastre cuando López fue hecho prisionero y ejecutado en La Habana el primero de septiembre de 1851.227 No fue hasta el inicio de la Guerra de los Diez Años, en 1868, cuando la represión española se tornó excesivamente dura, que la emigración cubana se hizo masiva. El historiador español Justo Zaragoza informaba en 1872 que “desde febrero a septiembre de 1869, entre 2,000 a 3,000 familias, con un promedio de 5 miem- bros cada una, abandonaron la isla, llegando el total a más de 100,000 personas, es decir 1/12 de la población”.228 Esta cantidad puede que sea una exageración, porque aunque muchos de los que salieron de Cuba fueron a otros países, el censo americano de 1870 indica que habían 6,710 personas nacidas en Cuba que vivían en los Estados Unidos, de las cuales 2,523 vivían en Nue- va York. En 1880, el número había subido a aproximadamente 7,200. Los datos del censo de 1890 se quemaron en un incen- dio.229 Existían varios periódicos cubanos impresos en español como La Verdad; La Aurora; El Espejo; La Voz del Pueblo; El Diario Cuba- no; La Estrella de Cuba; La Revolución; y El Demócrata. 230 El padre

226 A Filibustero, Life of General Narciso Lopez, (New York: DeWitt & Davenport, 1851), 1. p. 1 227 de la Cova, Antonio Rafael, Cuban Confederate Colonel: The Life of Ambrosio José González, (Columbia, SC: University of South Carolina Press, 2003), 98. 228 Zaragoza, Las Insurrecciones en Cuba: Apuntes para la historia política de esta isla en el presente siglo. p. 374 229 Antonio Rafael de la Cova, comunicación personal. 230 Casasús, La emigración cubana y la independencia de la patria. p. 108 118 Margarita García Félix Varela publicó su notable periódico El Habanero en Filadelfia en 1823 hasta su última edición en Nueva York en 1826.231 El más importante de todos los periódicos cubanos que se publicaron en Nueva York y entraban clandestinamente a Cuba fue Patria, fundado por Martí en 1892 que otros lo continuaron después de su muerte hasta la intervención americana en 1898. No menos de 20 periódicos cubanos fueron publicados en este período.232 ¿Qué clase de ciudad encontró Estrada Palma al llegar? ¿Qué clase de sitio era la ciudad de Nueva York, solamente a una hora del idílico Central Valley? La ciudad de Nueva York estaba en medio de un crecimiento enorme que continuaría por el resto del tiempo que los cubanos – preparándose para la independencia – vivirían en ella. Este es un período conocido como Edad Dorada (Gilded Age) que alardeaba de su industrialización impresionante y sus avances tecnológicos, pero que al mismo tiempo se avergonzaba de su enorme pobreza.

Mansión de los “Astors” en 5ta Avenida

231 La tradición de publicar periódicos enfocados a Cuba y a la comunidad cubana ha continuado con los exiliados cubanos de los siglos 20 y 21. Docenas – tal vez cientos – de esos periódicos y revistas publicados en muchas ciudades americanas están siendo pre- servados por la Cuban Heritage Collection, Otto G. Richter Library, University of Miami. 232 Ripoll, Carlos, Patria: El periódico de José Marti (Nueva York: Editorial Torres, 1971). IX. La ciudad de Nueva York 119

En Nueva York los magnates de los ferrocarriles, del petróleo y del acero construyeron mansiones fabulosas en la Quinta Ave- nida, mientras que los inmigrantes recién llegados en su mayoría de Europa del Este vivían hacinados en edificios destartalados en la zona llamada “Lower East Side”. Los cubanos emigrados de la época no vivían ni en una zona ni en la otra, sino que por lo general tenían apartamentos en el lado oeste, al centro de la isla de Manhattan o en Brooklyn. A pesar de que no estaban en contacto, Martí había observado la pobreza de los inmigrantes y había escrito sobre ellos: “En los barrios míseros que echan sus gentes sofocadas a las grandes avenidas, trepan por las rodillas de sus madres, como insectos por troncos de árboles, los niñuelos enfermos, esos pobres niñue- los descarnados y y exangües…”233

Vivienda de inmigrantes en el Bajo East Side

233 Martí, José, "Los barrios pobres de Nueva York," La Nación, Buenos Aires, 120 Margarita García Martí también presenció y escribió sobre monumentales estruc- turas erigidas en la ciudad: el Puente de Brooklyn234 y la Estatua de la Libertad.235 No parece que los emigrados cubanos hayan recibido la burda discriminación contra extranjeros de los xenófobos de la época de la que fueron objeto otros grupos. Esto se debía, sobe todo, a que la cantidad de cubanos era pequeña en comparación con la masiva inmigración que venía de Europa. Su constante denuncia de la situación imperante en Cuba, y su prédica de una posible guerra de independencia los separaban de la masa de europeos que venían “a quedarse”. Esto no quiere decir que todo era color de rosa y que los cubanos eran universalmente respetados. En una cáustica carta al editor del New York Evening Post fechada el 25 de marzo de 1889, José Martí refutó airadamente comentarios despectivos hechos por el periódico de Filadelfia The Manufac- turer, y reproducidos en el Post:

“No somos un pueblo de vagabundos indigentes o pigmeos inmorales que el Manufacturer se complace en represen- tarnos…los hombres llegaron sin nada, lucharon contra el clima, aprendieron el idioma, vivieron de su honesta labor… en Nueva York los cubanos son directores de ban- cos, comerciantes, médicos con abundante clientela… la “señora” fue a trabajar y … se puso detrás del mostrador, hizo cientos de ojales de botones, cosió, dio su alma al de- ber, gastó su cuerpo en trabajo… Estos son los que llaman de “moral defectuosa…”236

En medio de todas estas experiencias, los cubanos de Nueva York no se olvidaban de su patria esclava. Pero estaban desilu- sionados y tristes. Un segundo intento de revolución, la llama- da Guerra Chiquita había durado escasamente un año y había terminado en septiembre de 1880. José Martí sabía que había 234 Martí, José, "El puente de Brooklyn," La América, New York, Junio, 1883 235 Martí, José, "Inauguración de la Estatua de la Libertad," La Nación, Buenos Aires, 1 de enero, 1887 236 Martí, José, "Carta al Editor," New York Evening Post, New York, 25 de marzo, 1889 IX. La ciudad de Nueva York 121 que levantarle el espíritu a los cubanos; que tenían que esperar; que tenían que aprender a unirse evitando lo mejor posible las rencillas internas; que tenían que ganarse a la opinión pública norteamericana; y que había que levantar fondos antes de pensar en iniciar la “guerra necesaria”. El primer intento serio de unificación fue un evento que tuvo lugar en el Templo Masónico situado en la esquina de Sexta Avenida y la calle 23, el 10 de octubre de 1887, en el aniversario del inicio de la Guerra de los Diez Años.237 Para este evento, Martí se preocupó de ir a buscar a Estrada Palma a Central Valley.

Templo Masónico en 6ta Avenida

Don Tomás se mostró reacio al principio. Se consideraba como “retirado” de las actividades políticas. Al fin, Martí lo convenció a ir y lo puso como primer orador. Don Tomás fue cariñosamente recibido y entusiásticamente aplaudido.238 Pero la presentación más dramática fue la el propio Martí quien ascendió ese día al pináculo indiscutible de la dirección civil del movi- miento revolucionario. Sin embargo, riñas estériles internas se 237 Ese mismo día, por la tarde, se celebró en la ciudad un partido de bésisbol del equipo de los New York Cubans que parece que no atraía a muchos cubanos. "The Cuban Gi- ants Tie The New York League Club. Boyd Makes Both Runs," Trenton Evening Times, Trenton, NJ, 1887, 3. 238 Camacho, Estrada Palma: El gobernante honrado. p. 114 122 Margarita García suscitaron, como era de esperarse en base a los hechos del pasado y a la naturaleza polémica de los cubanos. Martí no tenía experiencia militar ninguna, y no había apo- yado la intentona de Maceo y de Gómez de un alzamiento en 1884 y por eso los veteranos, con excepción de unos pocos que incluían a Estrada Palma, no le tenían confianza. Martí y Estrada Palma se convirtieron en amigos íntimos y el viejo maestro escu- chaba todas las desilusiones y frustraciones con sus compatriotas que le contaba el hombre más joven hasta el punto que Martí llegó a llamarlo “mi almohada.” Por ejemplo, una carta apareció en un periódico de Cayo Hue- so el 2 de noviembre de 1887 acusando a Martí de haber expresa- do en su discurso sentimientos opuestos a la revolución.239 Al año siguiente (1888), para el mismo aniversario y en el mismo local, otra reunión tuvo lugar con Estrada Palma presidiendo. Algunos miembros de la audiencia vocearon tan belicosamente a Martí que estuvieron a punto de irse a las manos. Sin embargo, Martí ripostó a éstas, así como a muchas otras en el futuro, con una sobria, decente y patriótica respuesta. En 1889, la celebración del aniversario de la Guerra Grande tuvo lugar en Hardman Hall (Quinta Avenida y la calle 19), y esta reunión se caracterizó por reunir, por primera vez, a muchos “cubanoamericanos,” es decir, cubanos que habían llegado a Es- tados Unidos de niños y que no habían padecido en persona “los dolores de la patria”. En el año 1890 hubo otra reunión patriótica en Hardman Hall el 10 de octubre. Y también al año siguiente. Estrada Palma vino de Central Valley para esas dos reuniones. Un mes más tarde, el 26 de noviembre de 1891, tuvo lugar otra reunión, esta vez en Tampa. Este acto ha entrado en la historia como la erupción del entusiasmo popular por la “guerra necesaria” entre la emigra- ción cubana. El discurso de Martí esa noche en el Liceo Cubano de Tampa ha sido lectura obligatoria para los escolares cubanos después de la independencia. Empezó con la frase “Para Cuba 239 Trujillo, Enrique, Apuntes históricos: Propaganda y movimientos revolucionarios cu- banos en los Estados Unidos desde enero de 1880 hasta febrero de 1895, (New York, NY: Tipografía del El Porvenir, 51 New Street, 1896). p. 24. IX. La ciudad de Nueva York 123 que sufre, la primera palabra”, y terminó con “con todos y para el bien de todos”. Más breve, pero no menos elocuente, fue el discurso conocido como Los pinos nuevos, que pronunció al día siguiente (27 de noviembre) en el mismo local, en conmemora- ción del vigésimo aniversario del fusilamiento de los estudiantes de medicina.240 Como 4,000 personas, muchos trabajadores de las fábricas de tabaco, se congregaron en la estación del tren para despedirlo; habían bandas de música, distintas asociaciones con sus bande- rines, equipos deportivos de niños en sus uniformes, un batallón de bomberos… el pueblo entero. Un mes más tarde, la comunidad cubana de Cayo Hueso, en emulación a sus vecinos del norte, también invitó a Martí. Una reunión gigantesca tuvo lugar, y otra vez el fulgor de la oratoria de Martí cautivó los corazones de la comunidad. Cuando regresó a Nueva York, ya estaba seguro que la unificación de los cubanos desterrados era posible. En abril de 1892 nació el Partido Revolucionario Cubano (PRC) con Martí a su cabeza con el título de “Delegado”, y poco después se fundó el periódico Patria, órgano de información y propaganda. Sin embargo, estos eventos prometedores también tuvieron sus detractores, aunque respetuosos. Enrique Trujillo, desde las páginas de su periódico El Porvenir, de Nueva York, se- ñaló que antes de formarse una organización como el PRC, debió haber habido una “convención” nacional241 con representación de todas las comunidades locales, para preparar las bases, estatutos y cuerpo directivo. Lo que había hecho Martí, al llegar con una ya formada organización e inclusive con nombre, Partido Revo- lucionario Cubano, era equivalente a una dictadura civil. Sin embargo, el PRC de Martí ganó el respaldo (y la ayuda económica) de miles de trabajadores modestos y de cientos de 240 Ocho estudiantes de medicina entre los 16 y los 21 años de edad fueron arrestados en su aula universitaria, acusados falsamente de haber profanado el sepulcro del periodista español Gonzalo Castañón. Fueron sometidos a dos consejos de guerra en el espacio de dos días. Al tercer día fueron fusilados. 241 Trujillo, Enrique, Proyecto de una Convención Cubana en el extranjero: Artículos Publicados en El Porvenir, 1892, New York, Imprenta El Porvenir, 36 Vesey St., En Harvard College Library, Latin American Professorship Fund. 124 Margarita García comerciantes adinerados. Estableció sus oficinas en el 120 de Front Street en Manhatan, y la prensa empezó a llamarle “Junta Cubana”. Tres años después, en 1895, empezó la “guerra necesa- ria” y Martí se fue a Cuba a ser parte del esfuerzo militar. Antes de llegar a Cuba, Martí le pidió a Estrada Palma: “cuídeme el Partido; Cuba le pagará mañana”. Apenas un mes después de desembarcar en tierras cubanas, Martí muere en combate. Trujillo, en un panfleto publicado en 1892, había advertido del peligro inherente en el PRC si el Delegado moría o se quedaba inválido, porque los estatutos no habían considerado establecer ni un vicedelegado, ni una junta directiva, ni siquiera un proceso formal de sucesión. El PRC, dijo Trujillo, se quedaría acéfalo242. Y el partido se quedó acéfalo por un periodo relativamente corto: dos meses. El 18 de julio de 1895, en el Hardman Hall de Nueva York, en reunión de emergencia después de haber solicitado los votos de las distintas comunidades, Tomás Estrada Palma asumió la presidencia del Partido Revolucionario Cubano y la dirección de todos los esfuerzos en el extranjero en apoyo a la guerra. Todos estaban de acuerdo que Don Tomás era el único que podía ha- cerlo Don Tomás dejó a Central Valley y bajó a la ciudad de Nueva York.

242 Trujillo, Enrique, El Partido Revolucionario Cubano y El Porvenir: Artículos pub- licados en El Porvenir, 1892, New York, Imprenta El Porvenir, 25 Vesey St., En Harvard College Library, Latin American Professorship Fund X. EL DELEGADO

La Delegación Cubana (Junta) de Nueva York durante la Guerra de In- dependencia. De izquierda a derecha: mensajero con noticias de la manigua, Gonzalo de Quesada, Horatio Rubens, Benjamín J. Guerra, Fidel Pierra, inde- terminado, Estrada Palma (de pie); José Nicolás Hernández, secretario privado de Estrada Palma; Dr. José Joaquín Castillo Duany y León Benoit (de lado con un tabaco).

Mucho antes de que los cubanos fueran confrontados con el se- rio dilema de carencia de un líder civil con la muerte de José Martí, cuando todavía Estrada Palma se encontraban en Hondu- ras, su nombre ya había sido mencionado como adecuado para asumir la jefatura. En una carta escrita a Antonio Maceo desde Tegucigalpa en 1882, el Dr. Eusebio Hernández había dicho: “… precisa pues designar un hombre de generales simpatías, reco- nocidamente honrado y patriota, que tenga su historia unida a la de los diez años que, por su posición no pueda excitar envidias y rivalidades, y en ese caso ninguno como Tomás Estrada. El Sr. Estrada sería entonces la piedra de toque de las relaciones del interior con el exterior, encargado con su patriotismo, honradez, y conocimiento de las cosas de subsanar las dificultades que se presenten, de suavizar los ánimos, de conservar el prestigio real 126 Margarita García de cada hombre como conserva el suyo propio; de borrar todo prejuicio de hombre y cosas con su juicio sincero y desapasio- nado.” 243 El autor de esta declaración, el Dr. Eusebio Hernández, se postularía como vicepresidente en la candidatura de Bartolomé Masó en las elecciones presidenciales de 1901, en contra de Es- trada Palma. En medio del universal colapso emocional causado en la emigración cubana por la muerte de Martí en mayo de 1895, el único nombre que había surgido como posible substituto había sido el de Estrada Palma. Sus credenciales revolucionarias eran intachables; su reputación como hombre honesto era legendaria; su calidad de administrador se había puesto de manifiesto tanto en Honduras como en Central Valley; su patriotismo se había demostrado en múltiples discursos; su amistad con Martí era de general conocimiento. Y, por votación de todas las comunida- des cubanas emigradas, el 10 de julio de 1895 se convirtió en el nuevo Delegado del Partido Revolucionario Cubano, o “Junta” Cubana, como era popularmente conocido.244 En una reunión gi- gante en Hardman Hall en Nueva York, Estrada Palma es procla- mado como el nuevo Delegado el 18 de julio.245 El 18 de octubre de 1895 sería nombrado además como Mi- nistro Plenipotenciario y Agente Diplomático de la República de Cuba en el Extranjero por el Consejo de Estado, el nuevo nombre adoptado por el gobierno de la República en Armas.246 Al aceptar esta responsabilidad, cerró el Instituto. Dado que el Instituto era su única fuente de ingreso, y que tenía que mantener a una esposa y seis hijos, le sacó una hipoteca de $1,500 a su edificio de Cen-

243 Hernández, Eusebio a Antonio Maceo, 3 de noviembre, 1882. En Cabrales, Gonzalo. Epistolario de héroes: Cartas y documentos históricos. La Habana, Cuba: Imprenta Siglo XX, 1922. p. 140, 244 "Tomas Estrada Palma Elected," Chicago Daily Tribune, 11 de julio, 1895 245 "Mass meeting of Cubans," Jackson Citizen Patriot, Jackson, MI, 20 de julio, 1895 246 Este gobierno consistía en un presidente (Salvador Cisneros Betancourt), un vicepre- sidente (Bartolomé Masó) y cuatro secretarios. En 1897, al terminar constitucionalmente el primer período, se constituyó un nuevo gobierno con Bartolomé Masó como presidente y Domingo Méndez Capote como vicepresidente. X. El Delegado 127 tral Valley que servía tanto como de hogar como de escuela.247 Con el dinero de la hipoteca podían durar algunos meses. Al principio viviría en la ciudad de Nueva York de lunes a viernes y se iría a Central Valley en el fin de semana, pero, a me- dida que la guerra avanzaba, tenía menos y menos tiempo para hacer sus viajes a casa. Don Tomás y su familia tenían que sub- sistir con los $30 semanales que le daba la Delegación. Dormía en uno de los “cuartos de soltero” en los pisos altos del Hotel Astor que fueron construidos “con atención especial para lograr alojamiento de precio moderado”.248

Los hombres de la Delegación Cubana

Estrada Palma y Castillo Duany Los otros miembros principales de la delegación cubana eran el Dr. José Joaquín Castillo Duany (1858 – 1902) como sub- delegado; Benjamín J. Guerra (1855 – 1900), como tesorero y Horatio Rubens (1869-1941) como abogado. La Legación en Washington estaba formada por Gonzalo de Quesada y Aróstegui (1868-1915) y Ricardo Díaz Albertini.

247 Camacho, Estrada Palma: El gobernante honrado. p.130 248 "Col. Astor's Big Hotel," The New York Times, 2 de junio, 1895. 128 Margarita García También agregaron varios “secretarios”, más bien asesores, en distintas materias como finanzas o relaciones internacionales cuando era necesario. José Joaquín Castillo Duany. El pasado del Dr. Castillo Duany es sumamente interesante: fue uno de seis cubanos que se matricularon en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia. Se graduó de médico el 15 de marzo de 1880, con una tesis considerada como de “distinguido mérito”.249 Tan pronto obtuvo su título, se enroló en la Marina de Guerra de Estados Unidos.250 El Dr. Castillo Duany solamente vivió unos meses después de la independencia y murió en Paris, a los 44 años, de una enferme- dad sobre la cual había ido a buscar tratamiento. 249 Pennsylvania, University of, "Catalogue of the Trustees, Officers and Students 1880-81." 130. 250 En la Marina de Guerra, fue asignado al vapor ballenero Rodgers, comisionado el 30 de mayo de 1881, con el Teniente Robert M. Berry como comandante. Su misión era buscar rastros, principalmente del vapor Jeanette, pero también de otros dos balleneros, que habían salido hacia el Océano Artico en 1879 y no habían regresado. Otro barco, enviado por el Servicio de Guarda Costas (el Corwin) había salido unos días antes con la misma misión. En octubre, el Rodgers llegó a una zona llamada Wrangell Land, que algunos creían era parte de una masa continental que llegaba hasta el Polo Norte, pero que la tripulación del Rodgers pudo casi circunnavegar completamente en dos botes (Castillo Duany iba en uno) probando que era una isla y no un continente. El 30 de noviembre de 1881, atracados en la Bahía de St. Lawrence en la parte rusa del estrecho de Bering, se detectó un incendio hacia la proa del barco que no se pudo apagar a pesar de los muchos esfuerzos de los tripulantes. Después de mas de 25 horas ardiendo, el barco se hundió, pero todos los tripulantes pudieron desembarcar con algunas provisiones, aunque tuvie- ron que pasar las dos primeras noches a la intemperie, con nieve, viento y temperaturas de 200 C bajo cero. Un grupo de esquimales los encontró al tercer día, los llevó a su aldea, y les dio resguardo y comida “nativa” por casi cinco meses. Allí permanecieron hasta el 8 de mayo de 1882 en que un ballenero los recogió y el 14 fueron todos transferidos al guardcostero Corwin para su traslado a San Francisco, a donde llegaron el 23 de junio de 1882. Solamente hubo una baja en la tripulación, y ésa no fue a causa del naufragio y del incendio, sino a causa de un tormenta como al mes de haber llegado. (Ver “The Loss of the Rodgers,” The New York Times, June 22, 1882, and Herman Dieck, The Marvelous Wonders of the Polar World, (Philadelphia: The Nation Publishing Co., 1885). X. El Delegado 129

Bejamín J. Guerra . Era parte dueño de una tabaquería de Cayo Hueso llamada M. Barranco y Cía. que tenía oficinas en Nueva York. La firma empleaba alrededor de 200 tabaqueros y tenía una producción de 2 millones de tabacos al año.251 El te- sorero Benjamín J. Guerra, después de servir honrosamente por largos años, se suicidó en un hotel de Filadelfia en 1900, a los 45 años, y no pudo llegar a ver la independencia de Cuba.252 Está enterrado en el Cementerio de Green-Wood en Brooklyn. Horatio S. Rubens. Nacido en la ciudad de Nueva York y graduado de Derecho de la Universidad de Columbia. Servía a la Junta Cubana como defensor de múltiples acusados de organi- zar expediciones armadas a Cuba. También sus servicios fueron muy útiles en la preparación de documentos legales que se pre- sentarían al gobierno de los Estados Unidos. José Nicolás Hernández. También formaba parte del grupo el antiguo secretario particular de Estrada Palma, José Nicolás Hernández, con el cual había compartido la manigua en la Guerra de los Diez Años, el arresto en Holguín y la prisión en el Castell Sant Ferrán en España. El volvió a asumir el puesto de secreta- rio particular. Gonzalo de Quesada y Aróstegui. En Washington DC, había una “Legación Cubana” con oficinas en el Hotel Raleigh de la Avenida Pensilvania. Gonzalo de Quesada, el amigo de Martí, y compañero de clase de Horatio Rubens en la Universidad de Columbia, era el delegado por designación en la capital ame- ricana y después sería el embajador de Cuba Libre, primero en Estados Unidos y después en Alemania. Murió en Berlín a los 47 años, en 1915, al inicio de la Primera Guerra Mundial. Su cadá- ver no pudo ser repatriado hasta el final de la guerra, cuatro años más tarde, cuando fue trasladado a una funeraria de Nueva York (donde su perro llamado Pedro montó guardia al lado del féretro) y finalmente llevado a Cuba.253 251 “History and Commerce of New York, 1891” (New York, NY: American Publish- ing and Engraving Co.) 252 "B.J. Guerra a Suicide?," The New York Times, 7 de enero, 1900 253 "Quesada's body here," The New York Times, 18 de agosto, 1919 130 Margarita García Ricardo Díaz Albertini. Era el otro miembro de la Legación en Washington. Cortés, afable y sofisticado, hablaba cinco idio- mas. Participó en la organización de las ferias mundiales de Paris en 1900 y de San Luis en 1902.254 Otros miembros de la directiva. Otros hombres con diversos cargos como secretario, asesor o consejero asistían a algunas se- siones de la Junta según sus áreas de experiencia o interés. Así encontramos a Fidel G. Pierra, asesor en finanzas; a José Antonio González Lanuza (1865-1917), profesor de Derecho de la Uni- versidad de La Habana y futuro secretario de Instrucción Pública durante el gobierno interventor americano; a Eduardo Yero Bu- duén (1825-1905), uno de los pocos en sobrevivir muchos años, murió de cáncer a los 80 años, siendo el nuevo secretario de Ins- trucción Pública después de haber tenido el cargo de ministro del Interior durante la República; y Leon Benoit, abogado asistente.

Legación Cubana en Washington, DC 1898 Ricardo Díaz Albertini, Estrada Palma y Gonzalo de Quesada

254 "Saint Louis 1904 World's Fair Bulletin, Colin Selph (editor),," (St. Louis, MO, 1902). X. El Delegado 131 La tarea de la Delegación

¿Cuál era la tarea que le esperaba a Estrada Palma y a la Delegación? Primeramente, tratar de obtener el reconocimien- to del gobierno americano para Cuba como “país beligerante,” que evitaría la persecución de los guardacostas americanos y el constante espionaje de los detectives de la Agencia Pinkerton, pagados por el gobierno español, durante la preparación de ex- pediciones armadas. Igualmente crucial era la tarea de levantar fondos para comprar pertrechos de guerra, y no menos difícil, la tarea de mantener a los conflictivos cubanos en una especie de coexistencia pacifica enfocada en la meta común.

Derechos de beligerancia

En derecho internacional, el concepto de “beligerancia” es aplicable a situaciones donde existe una guerra civil. Beligeran- cia es más que simple “rebelión” (un estado de violencia que puede ser aplastado por la policía), o “insurgencia” (donde se reconoce que los rebeldes son contendientes y no delincuentes). Reconocimiento de un estado de beligerancia obliga a las nacio- nes a mantener una neutralidad estricta en el conflicto civil, y a tratar tanto al grupo dominante como al grupo rebelde, como iguales. Este reconocimiento es más que la simple admisión de que existe una guerra, es una declaración oficial del país que lo otorga, diciendo que se entiende que los insurgentes están en control de gran parte del territorio, que ellos poseen algún tipo de gobierno, y que están observando las leyes de guerra.255 Los patriotas cubanos de la Guerra de los 10 Años habían tra- tado de conseguir reconocimiento de derechos de beligerancia por los Estados Unidos y otros países. Tres naciones latinoa- mericanas reconocieron los derechos de beligerancia cubana en 1869: Chile el 30 de abril; Perú el 13 de mayo; y Bolivia el 10 de junio.256

255 Lootsteen, Yair M., "The Concept of Belligerency in International Law," Military Law Review, (2000), Vol 166, pps. 109-141 256 Gallego, Tesifonte, La insurrección cubana: Crónicas de la guerra, (Madrid: Imprenta 132 Margarita García En Estados Unidos, el entonces presidente Ulysses S. Grant vio favorablemente estas gestiones al principio gracias al apoyo entusiasta de su secretario de guerra John A. Rawlings.257 Pero a la muerte inesperada de Rawlings, Grant siguió el consejo de su secretario de Estado Hamilton Fish y se opuso al reconocimiento. La recomendación de Fish a Grant estuvo probablemente basada en el caso de la “Demanda del Alabama”, una disputa que tuvo Estados Unidos con el gobierno de Gran Bretaña que Fish mis- mo había negociado. La demanda estaba basada en las pérdidas sufridas por la Unión americana por el vapor Alabama, un barco de los Estados Confederados construido en Inglaterra. Se aducía que al fabricar el barco se estaba ayudando a la Armada sureña, y por tanto Inglaterra había roto su neutralidad y era responsable por los daños ocasionados. Por un acuerdo firmado en 1872, el Reino Unido indemnizó a Estados Unidos por la cantidad de 15,5 millones de dólares.258 Basado en esta experiencia, era posible deducir que si se les otorgaban derechos de beligerancia a los cu- banos, España podría adoptar el mismo procedimiento y deman- dar compensación de Estados Unidos por daños causados por los mambises cubanos. Al principio de la Guerra de Independencia en 1895, Estrada Palma estimó que se debía intentar una vez más el reconocimien- to de los derechos de beligerancia de parte del gobierno ameri- cano. ¿Por qué era tan importante ser reconocido como una entidad beligerante? La propaganda española había caracterizado a los miembros de la insurrección cubana simplemente como un grupo de ban- didos (añadiendo a veces los adjetivos “negros” o “mulatos”)

Central de los Ferrocarrileros, 1897). 257 Autores cubanos como Santovenia, Emeterio y Shelton, Raúl M., Cuba y su historia, 2a Edición. 3 vols., vol. II, (Miami, FL.: Cuba Corporation, Inc., 1966). p. 38 consideran al General Rawlings como un amigo sincero de la causa cubana por la independencia. Un autor norteamericano (Bunting III, Josiah Ulysses S. Grant, En The American Presidents Series Jr. Arthur M. Schlesinger, (New York, NY: Henry Holt and Co., 2004). sin em- bargo, es de opinión que la motivación de Rawlings no era tan pura. 258 Bingham, Tom, "The Alabama Claims Arbitration," The International and Compara- tive Law Quarterly, (2005), Vol 54, pps. 1-25 X. El Delegado 133 que pronto serían capturados y destruidos; es decir, se intentaba pintar el caso cubano como una rebelión interna. De esta forma, España no estaba obligada a considerar a un rebelde capturado como “prisionero de guerra,” sino que podía considerarlo como un traidor o un delincuente común y tal vez ejecutarlo. Además, España podía comprar armamentos y barcos en el mercado inter- nacional, mientras demandaba la persecución de participantes y la captura de mercancías de los “filibusteros” cubanos. Dado que el mantenimiento de las hostilidades en Cuba de- pendía totalmente del material recibido del extranjero, la tarea de Estrada Palma, como máximo representante de los cubanos, consistía en obtener las provisiones necesarias, y de algún modo despacharlas para la isla. Para poder comprar armas, preparar barcos y reclutar combatientes, se necesitaba que los derechos de beligerancia fueran reconocidos por Estados Unidos. Ese esfuerzo, esta vez, era más intenso y mejor dirigido que veinte años atrás; estaba apoyado por organizaciones obreras como la Federación Americana del Trabajo ,259 y por un gran número de periódicos260, pero algo más importante, por ambas cámaras del Congreso: el 6 de abril de 1896, la Resolución Morgan-Cameron (una “resolución concurrente” de la Cámara y del Senado) (pero no “conjunta”) fue aprobada por la Cámara. Una resolución con- currente no tiene fuerza legal porque no se presenta a la firma del presidente, sino que es una expresión de principios, opiniones y propósitos de las dos cámaras. Una resolución conjunta, por el contrario, debe ser aprobada con lenguaje idéntico por las dos cámaras, y es ley tan pronto el presidente la firma. Igual que antes, el presidente (esta vez Grover Cleveland pri- mero y McKinley después), vetó la resolución.

259 Por ejemplo, la Federación Americana del Trabajo "Resolutions Of Sympathy With Cuba Adopted Yesterday," New York Tribune 17 de diciembre, 1896, 3. Y la Brigada de Filadelfia de las Reservas de Pensilvania "The cause of Cuba: It is boldly advocated at Philadelphia," Jackson Citizen Patriot, Jackson, MI, 22 de noviembre, 1895, 3. 260 Auxier, George W., "Middle Western Newspapers and the Spanish American War, 1895-1898," The Mississippi Valley Historical Review, (1940), Vol 26, 4 pps. 523-534. Wisan, Joseph E., The Cuban Crisis as Reflected in the New York Press (1895-1898), 2da edición, 1977 En Studies in History, Economics and Public Law. The faculty of Political Science of Columbia University, (New York, NY.: Octagon Books, 1934). 134 Margarita García Pero ¿por qué los cubanos perseguían este fin con tanto ardor y por qué la negativa inflexible de los presidentes americanos? Los cubanos querían que el mundo supiera que lo que esta- ba ocurriendo en Cuba era una guerra, y no un levantamiento menor. Querían que tanto Estados Unidos como el resto de las naciones declararan su neutralidad en el conflicto y obligaran a los contendientes a regirse por el derecho internacional. Querían el apoyo moral y el prestigio que el reconocimiento de estado de beligerancia le concedería al gobierno revolucionario. Como dijo Amos S. Hershey, académico que apoyaba a los cubanos: “el reconocimiento dignificaría su lucha ante los ojos del mundo civilizado y probablemente les permitiría negociar empréstitos y emitir bonos… Significaría que, por lo menos, nosotros (los ame- ricanos), no veríamos a los cubanos como rebeldes y piratas”. 261 La ocasión más famosa de reconocimiento de derechos de beligerancia antes del caso cubano, tuvo lugar durante la guerra de secesión americana, cuando Inglaterra, Francia y otras nacio- nes europeas reconocieron la beligerancia de los estados confe- derados. Se declararon neutrales en el conflicto y oficialmente no ayudaron ni a un lado ni al otro.262 Lincoln ordenó que los soldados confederados capturados debían ser tratados como pri- sioneros de guerra, y los soldados de la Unión capturados fueron, en general, tratados del mismo modo. Explicándole al Congreso en 1870 sus razones para NO otor- gar derechos de beligerancia, el Presidente Grant había aplicado a Cuba una prueba más estricta que lo que se requería por la ley internacional. Demandando que la insurrección cubana se porta- ra como una nación establecida, Grant argumentó que los insur- gentes no habían tomado posesión de ningún pueblo, no tenían organización para cobrar y recibir impuestos, no tenían comercio y no tenían plantas de fabricación de nada. Tampoco tenían, dijo Grant, evidencia palpable de haber hecho elecciones y no tenían 261 Hershey, Amos S., "The Recognition of Cuban Belligerency," Annals of the American Academy of Politcal Science, (1896), Vol 7, pps. 74-85 262 Walker, Wyndham Legh, "Recognition of belligerency and grant of belligerency rights," Transactions of the Grotius Society, (1937), Vol 33, pps. 177-210 X. El Delegado 135 una legislatura que representara a ningún distrito electoral, y no tenían puertos.263 En un contraste interesante, cuando en la Convención del Par- tido Republicano de 1896, el senador Henry Cabot Lodge leyó una declaración enérgica en apoyo a los “patriotas cubanos,” Fred Grant, el hijo del antiguo presidente, agitó con ardor, desde su asiento, una bandera cubana. 264 Sin embargo, 26 años después de la negativa de Grant, Estrada Palma y los miembros de la Junta Cubana habían aprendido lo suficiente sobre el sistema americano para darse cuenta de que tenían que componer una buena y coherente respuesta a todos y cada uno de los puntos mencionados por los opositores. Además, tenían que levantar una oleada de apoyo del público americano y de sus políticos para poder alcanzar el tan esperado reconocimien- to de beligerancia. Un largo panfleto titulado Petición para beli- gerancia cubana265 fue preparado por Horatio Rubens el abogado amigo, y se circuló entre los miembros del Congreso. Después de más de dos meses de debate, el Congreso de Estados Unidos aprobó, el 6 de abril de 1896, por una mayoría abrumadora (247 a favor y 27 en contra en la Cámara y 64 a favor y 6 en contra en el Senado), la resolución que reconocía la beligerancia cubana.266 De más está decir que la noticia regocijó a la comunidad cubana.267 Gritos de “¡Viva Cuba Libre!” resonaron en las nuevas oficinas de la Junta en el Manhattan Life Insurance Building, en el 66 de Bro- adway. Pero el entusiasmo fue prematuro, porque la resolución congresional, bipartidaria y bicameral, no tenía lenguaje idéntico y, por tanto, era “concurrente” y no “conjunta.”

263 Grant, Ulysses S. Special Message to the Senate and House Representatives, 13 de junio, 1870 264 Holbo, Paul S., "The Convergence of Moods and the Cuban-Bond "Conspiracy" of 1898," The Journal of American History, (1968), Vol 55, 1 pps. 54-72 265 Estrada Palma, Tomás y Rubens, Horatio S., "Petition of Cuban Belligerency with Statement of the Law,"(New York, NY.1896. In Latin American pamphlet digital project at Harvard University) 266 Trujillo, Apuntes históricos: Propaganda y movimientos revolucionarios cubanos en los Estados Unidos desde enero de 1880 hasta febrero de 1895. p. 3 267 "Cubans Pleased with the News," The New York Times, 7 de abril, 1896, 3. 136 Margarita García El presidente Cleveland ignoró la resolución concurrente con el apoyo de algunos académicos y de los editoriales de algunos periódicos, como el New York Times, que explicaban el por qué el reconocimiento de beligerancia NO debería otorgarse.268 Pasaron los meses, y lo que hizo Cleveland con respecto a Cuba fue restringir las actividades de los cubanos al emitir dos proclamas de neutralidad en el verano de 1895. Algunos periódicos como el Chicago Daily Tribune criticaron duramente al Presidente, dicien- do: “ ¿A qué le tiene miedo el Sr. Cleveland? ¿Por qué no se ha declarado? Si teme asumir la responsabilidad personalmente, ¿por qué no le ha pedido al Congreso, que asumiera la responsabilidad? Ha llegado la hora de que el gobierno de Washington cese su tarea de policía a favor de España y reconozca la situación de guerra y conceda derechos de beligerancia a los patriotas cubanos que han estado luchando por más de seis meses. Si la administración no tiene el coraje de actuar, el Congreso debe actuar tan pronto como se reúna”.269 Pero el New York Times se pronunció en contra.270 Las proclamas de Cleveland y la Ley de Neutralidad, sin em- bargo, eran más una irritación que un impedimento, dado que do- cenas de expediciones con armas y hombres pudieron salir de cos- tas americanas y llegar a Cuba.

Horatio Rubens. (Foto con permiso de Chemical Heritage Foundation)

268 "Congress and Cuba," The New York Times, 7 de abril, 1896, 4. 269 Editorial, "The Great Cuban Mass Meeting in Washington," Chicago Daily Tri- bune, 2 de noviembre, 1895, p. 12. 270 Editorial, "Cuban Belligerency," The New York Times, 30 de enero, 1896, 4. X. El Delegado 137 Las expediciones

Tal vez la más famosa de las expediciones de la Guerra de Independencia fue la que nunca tuvo lugar. Tres barcos con sus cargas fueron interceptados por las autoridades norteamericanas en la playa de Fernandina en el norte de la Florida justo antes del planeado levantamiento del 24 de febrero.271 Sin embargo, a no ser porque demoró la llegada de combatientes y pertrechos, y porque le proporcionó un tremendo susto a los cubanos, la in- tercepción no interrumpió la meta final de la expedición, puesto que tanto los barcos como la carga fueron eventualmente recu- perados.

General Dr. Emilio Núñez Rodríguez

El 24 de febrero de 1895, ocurrió el levantamiento, pero la expedición que llevó a los líderes militares no se produjo hasta abril. La próxima expedición exitosa llegó cerca de Sancti Spi- ritus en el mes de julio. Cuando se formó el Departamento de Expediciones bajo la dirección del general Dr. (dentista) Emilio Núñez Rodríguez (1855-1922), muchos despachos fueron lleva- dos a cabo admirablemente. El Dr. Núñez sería después escogido para recibir el honor de izar la bandera cubana en el Castillo del Morro en La Habana el día de la independencia.272 La preparación y salida de expediciones del territorio nortea- mericano era verdaderamente un juego de gato y ratón llevado 271 Un informe detallado del incidente se puede encontrar en de la Cova, Antonio Rafa- el, "Fernandina Filibuster Fiasco: Birth of the 1895 Cuban War of Independence," Florida Historical Quarterly, (Summer 2003), Vol 82,, 1, p. 16 - 42 272 Un poco de información trivial: El nieto del General Emilio Núñez, del mismo nom- bre, fue el segundo esposo de Mirta Díaz Balart, la ex-esposa de Fidel Castro. 138 Margarita García a cabo gracias al ingenio de Núñez, de los otros miembros del Departamento de Expediciones, y de la ayuda legal del abogado Horatio Rubens. Entre los miembros del Departamento de Expe- diciones estaban el teniente coronel José Eliseo Cartaya Calero (1858 – 1936) como segundo jefe, y el teniente coronel Justo Carrillo Morales como secretario. Poco después, Estrada Palma encargó al subdelegado médico, que luego ascendería a general de brigada, José Joaquín Castillo Duany, que ayudara al Departamento. Añadiendo a sus impre- sionantes credenciales, el Dr. Castillo Duany formó parte de 15 expediciones a Cuba. No puede dejar de mencionarse el nombre del marino que capitaneaba los barcos que iban a Cuba: “Dyna- mite” Johnny O’Brien.273 Contra el Departamento de Expediciones trabajaban varias agencias del gobierno de Estados Unidos durante la presidencia de Cleveland primero y de McKinley después. En primer lugar, estaban los barcos agentes fiscales (“revenue cutters”) del Depar- tamento del Tesoro (que después se transformarían en el Servicio de Guardacostas); también estaban el Servicio Secreto y agen- tes especiales del Departamento del Tesoro. En cooperación con ellos, pero al servicio de los españoles, estaban los detectives de la Agencia Pinkerton. La Ley de Neutralidad de Estados Unidos de 1794 estipula- ba que era un delito para cualquier grupo el lanzar una expedi- ción militar desde el territorio nacional contra cualquier país con el cual los Estados Unidos estuvieran en paz. Específicamente contra los cubanos, el presidente Cleveland dictó una proclama el 12 de junio de 1895, que decía: “POR CUANTO: La isla de Cuba es en estos momentos el centro de un serio disturbio ci- vil, acompañado por resistencia armada contra la autoridad del gobierno español, una potencia con la cual los Estados Unidos desean mantenerse en términos de paz y amistad… POR TAN- TO: Yo, Grover Cleveland, presidente de Estados Unidos por la presente advierto a todos los ciudadanos y a otras personas que se abstengan de todas las violaciones de la ley aquí referidas, y

273 Smith, Horace, A Captain Unafraid: The strange adventures of Dynamite Johnny O'Brien as set down by Horace Smith, (New York: Harper and Brothers, 1912). X. El Delegado 139 les advierto que toda las violaciones de estas leyes serán riguro- samente procesadas”.274 Pero la existencia de una “expedición militar” tenía que ser probada, ya sea por evidencia directa como el testimonio de uno de sus miembros, o por evidencia circunstancial, como la pre- sencia tanto de armamentos como de hombres en la misma nave. A pesar de que varias expediciones fueron frustradas y los bar- cos detenidos, ni los tripulantes fueron encarcelados ni las armas confiscadas gracias a las maniobras legales de Horatio Rubens. Por ejemplo, los miembros de la tripulación que podían ofre- cer algún testimonio incriminatorio eran fuertemente interro- gados por Rubens y se retractaban de sus declaraciones.275 No menos ingeniosa era la táctica de nunca embarcar hombres y ar- mas en la misma nave mientras estuvieran en puertos norteame- ricanos. Irían en distintos barcos hasta un punto remoto fuera de las aguas jurisdiccionales, y más tarde se unirían para la última sección del viaje. Se estima que un total de 51 expediciones llegaron a Cuba.276

Relaciones púbicas y recaudación de fondos

La principal fuente de fondos para las actividades revolu- cionarias eran los impuestos gravados a los ingenios y grandes plantaciones en las zonas donde estaban operando los mambises en Cuba. En Estados Unidos, la fuente más constante de ingre- sos eran los tabaqueros cubanos de Tampa y Cayo Hueso, que contribuían un día de salario al mes al Partido Revolucionario Cubano. Las otras actividades de recaudación de fondos podían ser modestas o de gran envergadura, y muchas veces eran verda- deramente creativas. El apoyo del pueblo americano era extenso. La “Liga Cubana 274 Portrait and Biographical Record of Orange County, New York : Containing portraits and Biographical sketches of prominent and representative citizens of the county ; togeth- er with biographies and portraits of all the presidents of the United States 275 Rubens, Liberty: The Story of Cuba. 276 Jennings, Thomas S., "Silent Partners: An Examination of the Filibustering Activ- ities of the Cuban Revolutionary Party 1895-1898" (Ph. D. Dissertation, University of Alabama, 2004). 140 Margarita García de los Estados Unidos”, se fundó originalmente en el restaurante Delmonico de la ciudad de Nueva York el 7 de febrero de 1870, dos años después del inicio de la Guerra de los 10 Años. Su propósito oficial era “dar consolidación práctica a los sentimien- tos de los ciudadanos americanos y apoyo moral en obtener para Cuba, por todos los medios legales, su derecho inalienable de gobierno propio…”277 Su Comité Ejecutivo, según el New York Times representaba a todos los partidos y a todas las diversas po- siciones políticas, e incluía por lo menos dos nombres que resuci- tarían la Liga años después, cuando la Guerra de Independencia: Charles A. Dana, dueño del periódico New York Sun, y el coronel Ethan Allen. La segunda encarnación de la Liga Cubana también tuvo lugar en la ciudad de Nueva York, la misma semana que se corroboró la noticia de la muerte del general Antonio Maceo (diciembre de 1896). La Liga, cuyo objetivo era ahora “asegurar para Cuba, por todos los medios legales, pacíficos y honorables, la independencia política que sus patriotas están ahora procurando con tremendo sa- crificio de sus bienes y de sus vidas…” tenía un lista de miembros impresionantes: el presidente era el Coronel Ethan Allen (descen- diente directo del patriota); el vicepresidente era Charles A. Dana (del New York Sun); Thomas L. James (antiguo director general de Correos); John Dos Passos (abogado, padre del escritor); Tho- mas F. Gilroy (demócrata, antiguo alcalde de la ciudad de Nueva York); Roswell P. Flower (demócrata, antiguo gobernador del Es- tado de Nueva York); Chauncey M. Depew (presidente de la Junta Directiva del Ferrocarril Central de Nueva York y futuro senador); George Hoadly (demócrata, antiguo gobernador de Ohio); y el que pronto sería muy famoso, republicano Theodore Roosevelt.278 Las actividades de recaudación de fondos de la Junta Cuba- na de Nueva York se beneficiaron con la imagen positiva que la insurrección cubana había obtenido en la prensa nacional. Los empresarios periodísticos William Randolph Hearst, del New York World, y Joseph Pulitzer, del New York Journal, libraron una ba- talla de noticias sensacionalistas sobre las atrocidades españolas y heroísmo cubano que iba mucho más allá de la verdad. Sin embar-

277 "Cuban League of the United States," The New York Times, 22 de febrero, 1870, 2. 278 "To Aid Struggling Cuba," The New York Times, 15 de diciembre, 1896, 2. X. El Delegado 141 go, a pesar de que varias historias individuales eran exageradas, se estima que la verdadera política española de “reconcentración” de campesinos (reubicación de civiles en pueblos controlados por tropas españolas) haya causado la muerte a más de 100,000 civiles cubanos por hambre o por enfermedad.279 Las legislaturas de los gobiernos locales en Estados Unidos se pronunciaron a menudo en apoyo a la causa cubana: por ejemplo, la de Nueva York.280 Eventos populares en apoyo a la causa cubana empezaron a surgir desde el mismo comienzo de la lucha. En 1895, Estrada Palma asistió a varios banquetes: uno en el Restaurant Leon, en Manhattan, el 26 de abril, en honor al hijo de Carlos Manuel de Céspedes;281 otro, patrocinado por el Club de las Hijas de Cuba.282 Otros eventos de apoyo ocurrieron en Chicago en el Central Music Hall283; en la ciudad de Nueva York en el Chickering Hall284; en la Opera de Wilmington, Delaware285; en Washington, DC286; en el Liceo de Murray Hill en la ciudad de Nueva York287; en el Music Hall de Cleveland, Ohio288; en la Academia de Música de Filadel- fia289; y una feria en la calle 23 en Nueva York290. Inclusive, para estar al día en las últimas novedades, habían figuras de Martí, Maceo y Máximo Gómez en el Museo de Cera (Eden Musee) de Nueva York en la Calle 23. También se montaron obras de teatro, como una llamada “Cuba Libre” (Free Cuba) en la Academia de Música de Nueva York. 279 Tone, John Lawrence, War and Genocide in Cuba: 1895 - 1898, (Chapel Hill, NC: The University of North Carolina Press, 2006), 193 -224. 280 "Sympathy for Cuba," Dallas Morning News, 3 de mayo, 1895 281 "Banquet to Cespedes," New York Herald, 26 de abril, 1895 282 "Son of Cuba's President," The New York Times, 24 de abril, 1895 283 Editorial, "The Great Cuban Mass Meeting in Washington," Chicago Daily Tribune, 2 de noviembre, 1895. 284 "For Cuban Independence," The New York Times, 11 de octubre, 1895. 285 "Delawarians for Cubans," The New York Times, 20 de octubre, 1895, 2. 286 "In Accord with Cubans," The New York Times, 1 de noviembre, 1895, 5. 287 "New York Holds a Cuban Meeting," Chicago Daily Tribune, 9 de noviembre, 1895, 2. 288 "Tell of Cuba's Wrongs," The New York Times, 22 de noviembre, 1895, 2. 289 "Demand made of Congress," The New York Times, 22 de noviembre, 1895, 2. 290 "The Fair of Cuba's Daughters," The New York Times, 1895, 8. 142 Margarita García La obra era en cuatro actos y se describía como una narración ro- mántica de las luchas y las decepciones de los patriotas291. Por 25 centavos, se podía ir a la matiné del miércoles del teatro Star en Broadway y la calle 13 a ver una obra llamada The Last Stroke, donde se presentaban las aventuras de un voluntario americano enrolado en el Ejército Mambí bajo Máximo Gómez. El drama en cuatro actos titulado Por Libertad y Amor, donde actuaba la famo- sa actriz Lillian Lewis, se presentó en la Opera de Nueva York. La actriz Lewis moriría de tuberculosis en 1899.292

Actriz Lillian Lewis

Otros tipos de espectáculos también se presentaron, como el programa “de música instrumental y vocal animada con una espec- tacular fantasía de stereopticon (un proyector de dos lentes que se usaba popularmente antes del advenimiento de películas) titulada “De la esclavitud a libertad”, que se presentó en el Grand Central Palace, en la Avenida Lexington entre las calles 43 y 44293. 291 "Cuba's Struggle on the Stage," The New York Times, 9 de marzo, 1896, 2. 292 Lillian Lewis, Albert B. Pelte, Lawrence Marston, For Liberty and Love, October, 1897. Drama in Four Acts, New York, NY Grand Opera House. 293 "Cuban Liberty Festival Next Sunday," The New York Times, 15 de marzo, 1896, 11. X. El Delegado 143

Los eventos más populares y entretenidos eran las “ferias” o los “carnavales” que duraban varios días. El carnaval del parque Waverly en la ciudad de Newark, New Jersey, tuvo como atrac- ción principal el despegue de un globo en el cual un tal Profesor Myer se montó y no vino a aterrizar sino a varias millas de dis- tancia294. Uno de los asistentes a la Feria de Boston de 1896 fue la Sra. Julia Ward Howe, la autora del Battle Hymn of the Republic (el himno adoptado por los soldados del norte durante la Gue- rra Civil)295. La Arcada de Brooklyn, en la esquina de las calles Tillary y Washington, fue el sitio para una feria y exhibición de bicicletas y accesorios296.

Los detalles de la Feria Cubana de Madison Square Garden que comenzó el 26 de mayo de 1896 y los cuales reportó el New York Times, son tan fascinantes que merecen ser citados al pie de la letra:

“Soldados cubanos con machetes al aire y carabinas en la espalda marcharon por el centro de Madison Square Garden anoche durante la apertura de la Feria Cubana-Americana, y 294 "Cuban Carnival in Waverly," The New York Times, 5 de julio, 1896, 5. 295 "Cuban Fair to be Held in Boston," Washington Post, 15 de diciembre, 1896 296 "Fair for the Cuban Cause," The New York Times, 28 de noviembre, 1897, 17. 144 Margarita García estaban en marcado contraste con las señoritas de ojos negros, engalanadas en trajes rosados y blancos, que se paseaban ven- diendo caramelos, flores y boletos de rifa. Kioscos y tiendas de campaña, y los colores de “Cuba Li- bre” en banderas, banderines y guirnaldas, parecían prender fuego a la atmósfera y brillaban con centelleo inusual en el res- plandor de las luces eléctricas. Había todo tipo de atracción aquí anoche para sacar dine- ro de los bolsillos de los hombres. Habían garitas de flores y de dulces, casetas de helados, kioscos árabes, tiendas del Servicios Médico del Ejército Cubano, pozos de fortuna, adivinos, cam- pamentos gitanos, molinos de caña de azúcar, campamentos de mambises, puestos de arte y exhibiciones de fluoroscopía. Se vendían animales, que incluían un gato llamado “Cuba Libre”; un cocodrilo; un perro fox terrier llamado “Cuba”; un caballito Shetland de rabo largo y relincho agudo; diez ovejas Southdown de Kentucky (regalo del general Cassius Marcellus Clay, ex- ministro americano en Rusia); 30,000 cocuyos cuba- nos (quienes en grupo del tamaño de un puñado pueden ilumi- nar un cuarto entero); y finalmente un pájaro, con un nombre impronunciable, que no come nada que crezca en los Estados Unidos y que siempre quiere que le froten el lomo. A un extremo del edificio, un Bohío Cubano atraía atención, en frente de un pequeño jardín de palmas, plataneros y plantas de café, entre las cuales habían mesas y sillas rústicas donde se podían sentar los asistentes a tomar café. Los soldados cubanos marchaban y cambiaban la guardia cada media hora a los acordes de música marcial y canciones guerreras cubanas. Estaban dirigidos por Effingham Lawrence de Nueva Orleans, que estuvo en Africa en el ejército francés bajo el gen. Gaston d’Harcourt, y es ahora miembro del Noveno Regimiento”297.

297 "Witching Cuban Patriots," The New York Times, 26 de mayo, 1896, 3. X. El Delegado 145

Hasta el mismo final de la Guerra Hispano-Americana conti- nuaron las reuniones, presentaciones, conferencias y demostra- ciones en una gran cantidad de ciudades americanas como Le- xington, Kentucky; Cincinnati, Ohio; Wheeling, West Virginia; Grand Rapids, Michigan; Topeka, Kansas; Portsmouth, Ohio; Denison, Texas; Omaha, Nebraska; San Luis, Missouri; y mu- chas otras. Sin embargo, no importa lo exitosas y populares que hayan sido, ninguno de estos eventos era capaz de llenar las arcas del Partido Revolucionario Cubano, porque había gastos de or- ganización y presentación (por ejemplo, el alquiler de la sala, los anuncios en los periódicos, etc.) que a veces eran bien elevados: la Feria del Madison Square Garden recaudó $17,000, pero tuvo gastos de $12,000. La principal, y muy importante contribución de estos programas estaba en el área de relaciones públicas y propaganda. Estrada Palma hizo varios esfuerzos de levantar un empréstito de millones de dólares con distintos banqueros, con bonos paga- deros cuando Cuba fuera libre, pero después de múltiples discu- siones internas se consideró que las condiciones impuestas por los potenciales inversionistas rayaban en usureras. Entonces se apeló a la táctica mucho más modesta de emitir bonos en privado y venderlos al público independientemente298. Y todavía más mo- desta fue la de vender, a muy bajo precio, monedas que llamaban 298 Pierra, Fidel G., La Delegación Cubana en los Estados Unidos: Sus gestiones económicas y diplomáticas y sus relaciones con los emigrados, New York, Publicación privada, 1898. En Latin American Pamphlet Digital Collection, Harvard College Library 146 Margarita García “souvenirs”. Bastante popular fue la emisión de sellos de correo de 2, 5, 10 y 25 centavos en diferentes colores, que se puso a la venta el 13 de marzo de 1896.299 Las estampillas no podían ser usadas, desde luego, hasta dentro de una “Cuba Libre”, pero los especuladores que compraron grandes cantidades apostaban otra cosa: si Cuba perdía la guerra, se volvería española otra vez, y esa edición de sellos no se volvería a imprimir nunca más, ha- ciendo éstos, entonces, muy valiosos en ese futuro imaginado por los especuladores.

Lucha interna

Quizás no sea cierto que a los cubanos les guste más reñir y disputar entre sí que otros grupos, pero ciertamente parecía así dentro de la Junta. Cada vez que algo salía mal, Estrada Palma era “el culpable”, y Don Tomás necesitaba una buena dosis de paciencia para afrontar el problema. De todos modos, él se sintió presionado a mandar su renuncia por lo menos en dos ocasiones: el 4 de noviembre de 1896,300 y después en agosto de 1897301. En ninguno de los dos casos fue aceptada.

299 "Rush for Cuban stamps," The New York Times, 13 de marzo, 1896 300 Camacho, Estrada Palma: El gobernante honrado. 301 ibid. XI. ¿HEMOS LLEGADO?

Los bonos cubanos

En 1898, los inversionistas podían comprar dos tipos de documen- tos financieros conocidos como “bonos cubanos”. Los dos eran de muy distinto origen y finalidad. Uno de ellos era expedido por el gobierno de España, pero respaldado por los ingresos de la colonia de Cuba (llamaremos a éstos bonos españoles-cubanos). El otro tipo era expedido por Estrada Palma y la Delegación Cubana de Nueva York, pagadero, por la República de Cuba, cuando fuera libre (llamaremos a éstos bonos republicanos-cubanos). Madrid emitió dos series de bonos españoles-cubanos en 1886 y 1890. El primero por 124 millones de dólares al 6% y el segundo por 175 millones de dólares al 5%.302 La garantía de estos bonos eran los aranceles de aduanas e impuestos de la isla de Cuba, y, en segundo lugar, la garantía de España. En 1895, los fondos obteni- dos por España en 1890 fueron reorientados y usados para finan- 302 Lillingston Sr., Prof. C.H., "Facts and Figures of the Cuban Debt," in The Sentinel Almanac and Book of Facts for the year 1899 (Milwaukee, WS: The Sentinel Company, 1899). 148 Margarita García ciar el esfuerzo de España contra los alzados cubanos.303 De este modo, Cuba tenia que pagar los intereses y el capital de los bonos vendidos en mercados internacionales ¡que serían usados contra ella misma.! En otras palabras, si España salía victoriosa de la gue- rra, los cubanos tenían que asumir la deuda de su propia derrota. Para que estos bonos fueran válidos, y para que los inversionistas ganaran utilidades, España tenía que permanecer en posesión de Cuba. Cuando los congresistas anti-McKinley se enteraron de la exis- tencia de estos bonos, le atribuyeron la demora del presidente en declararle la guerra a España después de la explosión del Maine, a una conspiración de éste con Wall Street. 304 En esencia, McKinley fue acusado de estar ayudando a España para que sus compinches se enriquecieran con los bonos. Pero los portadores de bonos españoles-cubanos podrían ha- ber preservado su inversión aún en caso de que España hubiera perdido la guerra con Estados Unidos, si la deuda se transfería a Cuba o a los Estados Unidos cuando se firmara la paz. Esa posibili- dad existía (e incluso los españoles intentaron promoverla) porque conforme al derecho internacional, una deuda pertenece al país y a sus habitantes, y NO al régimen en el poder. Sin embargo, como esta deuda se asumió sin el consentimiento del pueblo cubano y el dinero se usó para suprimir una insurrección popular, fue con- siderada una “deuda odiosa”305 por los negociadores americanos de la Comisión de Paz en Paris. La transferencia de la deuda no se aceptó y los españoles tuvieron que quedarse con ella. La Delegación Cubana de Nueva York emitió los bonos repu- blicanos-cubanos con la intención de recaudar fondos para com- prar armamentos para los mambises y tales bonos se vendieron di- rectamente a individuos. Originalmente, Estrada Palma pretendía que los bonos de la futura República de Cuba sirvieran de garantía para un empréstito de $350,000 de algún grupo de inversionistas, principalmente para poder comprar un barco. Fidel Pierra, en un 303 Collet, Stéphanie, "The financial penalty for "unfair" debt: the case of Cuban bonds at the time of independence," European Review of Economic History, (2013), Vol 17, 3 pps. 364-387 304 Holbo, "The Convergence of Moods and the Cuban-Bond "Conspiracy" of 1898." 305 Adams, Patricia, Odious Debts: Loose lending, corruption and the third world envi- ronmental legacy, (Probe International, 1991). XI. ¿Hemos llegado? 149 panfleto mordaz contra Estrada Palma y la Delegación, refiere que, después que le asignaron la tarea de buscar inversionistas, regresó con una oferta que no fue aceptada por los cubanos por considerar- la onerosa y deshonorable306. La idea de concertar un empréstito se abandonó. En su lugar, Estrada Palma decidió dos cosas: primero, tratar de vender los bonos a individuos, y segundo, considerar un plan propuesto por un banquero de Wall Street llamado Samuel M. Janney que se basaba en “comprarle” la isla a España. La idea de que los Estados Unidos compraran a Cuba no era nueva; había ocurrido antes307. Pero esta vez los compradores serían los mismos cubanos. El plan, trazado en un contrato fechado el 5 de agosto de 1897 y firmado por Estrada Palma, Samuel M. Janney (de la firma de banqueros de Wall Street Christy and Janney) y el abogado John McCook (amigo personal de McKinley), establecía que el precio de compra sería de 150 millones de dólares, de los cuáles los in- termediarios podían quedarse con todo lo que sobrara si España aceptaba un precio más barato. La deuda era pagadera en bonos de la República de Cuba (cuando alcanzara su independencia) al 4%. Los fondos vendrían de los ingresos de aduanas y el capital se amortizaría en 50 años. Este acuerdo necesitaba la mediación del gobierno americano que actuaría como “guardián” o “fideicomisario” (trustee), y el banco Mercantile Trust Co. of New York como agente fiscal. Una parte importante del acuerdo dictaba que las tropas españolas de- bían abandonar la isla no más tarde que el primero de octubre de 1897 308 . McCook estaba a cargo de tratar de convencer al presi- dente que apoyara el plan.

306 Pierra, La Delegación Cubana en los Estados Unidos: Sus gestiones económicas y diplomáticas y sus relaciones con los emigrados. 307 El presidente James Polk en 1848 autorizó a su embajador en España a que negociara la compra de Cuba por 100 millones de dólares. El gobierno español se negó. Durante la administración de Franklin Pierce en 1854, cuando los embajadores americanos a España, Gran Bretaña y Francia escribieron el llamado “Manifiesto de Ostende” según el cual se le ofrecerían 120 millones de dólares a España por Cuba. La oferta nunca se cristalizó puesto que los detalles fueron revelados a la prensa. 308 Adán, José A. "El Lobbysmo en la Independencia de Cuba" Ponencia presenteda en Reunión de la Academia de Historia de Cuba en el Exilio Miami, FL 1977 http://www. autentico.org/oa09036.php 150 Margarita García Sin embargo, ni los españoles ni McKinley apoyaron el acuer- do. Otros eventos que ocurrrían casi simultáneamente

En relativamente corta sucesión en 1896, 1897 y 1898 ocu- rrieron una serie de eventos trascendentales: la llegada y des- pués destitución de Valeriano Weyler como gobernador general de Cuba; la imposición de una política de reconcentración de campesinos; el asesinato del primer ministro español Cánovas del Castillo; la publicación de una carta privada del embajador español en Washington que se juzgó como insultante para Mc- Kinley; el establecimiento de un gobierno autonómico en Cuba por el nuevo gobernador general Ramón Blanco y Erenas (1833 - 1906); la explosión del acorazado Maine. En febrero de 1896, Valeriano Weyler (1838-1930) había lle- gado a Cuba como nuevo gobernador y capitán general. Su an- tecesor, el general Arsenio Martínez Campos (1831-1900) con fama de pacificador de la primera guerra cubana en 1878, ha- bía escrito a Madrid 309 “… no puedo yo, como representante de una nación culta ser el primero que dé el ejemplo de crueldad e intransigencia; debo esperar a que ellos empiecen. Podría re- concentrar las familias...; aislaría los poblados del campo... Pero creo que no tengo las condiciones para el caso. Sólo Weyler las tiene en España...” Desde un principio, Weyler estableció una política extrema- damente férrea contra la población civil porque él era de opinión – en realidad correcta – que los campesinos ayudaban al ejército cubano con comida, información y nuevos reclutas. En varias fases a lo largo de toda Cuba, todos los residentes del campo tenían órdenes de mudarse (o “reconcentrase”) en un plazo de 8 días, al pueblo más cercano donde hubiera un destacamento de tropas españolas, bajo pena de ser considerados rebeldes si no lo hacían. También, estaba absolutamente prohibido sacar cualquier tipo de comida del pueblo. Esta política de reconcentración, la primera instancia de los campos de concentración modernos, fue

309 Navarro Garcia, Luis, "La úlima campaña del general Martínez Campos: Cuba, 1895," Anuario de Estudios Americanos, (2001), Vol 58, 1 pps. 185-208, 194 XI. ¿Hemos llegado? 151 después emulada por los nazis en Alemania y por los soviéticos en los Gulags310, resultando en la muerte de más de 100,000 ci- viles cubanos311. De más está decir que los detalles del sufrimiento de los civi- les cubanos fueron extensamente propagados por Estrada Palma y la Junta, ganando con esto más y más segmentos de la opinión pública americana y apoyo de políticos. Al presidente McKinley lo presionaba el Congreso a través de editoriales de los periódi- cos, para que “hiciera algo” respecto a Cuba, ya fuera recono- cimiento de derechos de beligerancia, el reconocimiento de la república en armas, o la intervención directa. En eso, Antonio Cánovas del Castillo (1828 -1897), el con- servador primer ministro de España, el hombre que había dicho que “España estaría dispuesta a resistir en Cuba hasta el último hombre y la última peseta”, partidario incondicional de Weyler, fue asesinado el 8 de agosto de 1897 por un anarquista italiano en el balneario de Santa Agueda cerca de San Sebastián.312 El nuevo Primer Ministro, Práxedes Mateo Sagasta (1825-1903) no tardó en relevar a Weyler y nombrar a un hombre menos recio como gobernador general de Cuba (el General Ramón Blanco y Erenas, 1833-1906). Este puso fin a la política de reconcentración, y or- denó el establecimiento de un gobierno autonómico para la isla a comenzar el primero de enero de 1898. Pero ya era muy tarde. Los insurrectos cubanos, dentro y fuera de la isla, no aceptaron. Ni reforma, ni leyes especiales, ni autonomía, ni menor restric- ción a la prensa con España todavía en Cuba era aceptable. El grito era de ¡independencia o muerte!

310 Applebaum, Anne, Gulag: A History, (New York: Doubleday, 2003), Página 34: Introducción. 311 Tone, War and Genocide in Cuba: 1895 - 1898. 193 312 El anarquista italiano Michele Angiolillo le disparó 3 balazos en el elegante bal- neario de Santa Agueda en el País Vasco, matándolo instantáneamente. Antes de llevar a cabo su ataque, Angiolillo fue a visitar al representante de la Junta Cubana en París, el Dr. Emeterio Betances quien se dice que le hizo cambiar sus planes de matar al Rey de España (tan solo un niño en aquel entonces) o a la Reina Regente. Angiolillo fue ejecuta- do rápidamente en el garrote vil. (Véase Fernández, Frank, La Sangre de Santa Agueda: Angiolillo, Betances y Cánovas, En Colección Cuba y sus Jueces, (Miami, FL: Ediciones Universal, 1994). 152 Margarita García El “llamado” gobierno autonómico (como Estrada Palma lo designaba cada vez que era entrevistado) no era aceptable tampo- co para el Ejército Español o el Cuerpo de Voluntarios en Cuba. Apenas unos días después que el Gabinete Colonial de Cuba (es decir, el Gobierno Autonómico)313 fuera nombrado por Blanco, un grupo de oficiales del ejército, voluntarios del comercio y ci- viles españoles se amotinaron en La Habana con gritos de “!Viva España!, ¡Viva el Ejército!, ¡Vivan los Voluntarios!”. Estrada Palma no perdió un momento para usar estos eventos como prue- ba de que su posición de independencia para Cuba era la única solución. “Los motines en La Habana son el resultado directo del intento de establecer la llamada autonomía en la isla… el gene- ral Blanco no tiene ni popularidad ni influencia. Los oficiales y voluntarios todavía creen que la política establecida por Weyler es la única política practicable… Queda demostrado sin duda al- guna que ningún tipo de gobierno liberal puede ser establecido en Cuba. Los motines lo prueban314 ”. Empezaron rumores de enviar un buque americano a La Habana para la protección de civiles estadounidenses si seguían los motines.

Más “lobismo”315 (cabildeo)

Como se hacía claro que Estados Unidos estaba a punto de tomar alguna decisión con respecto a Cuba, Estrada Palma entró en un nuevo contrato con Janney y McCook el 18 e noviembre de 1897 que ponía a prueba su astucia diplomática. Esta vez, no habría dinero para España. Treinta y siete y medio millones de dólares fueron prometidos a los lobistas si ellos podían conse- guir el reconocimiento de la independencia de Cuba del gobierno

313 Los miembros eran: presidente: José María Gálvez, ministro de Finanzas: Rafael Montoro, ministro del interior: Antonio Govín, ministro de educación: Francisco Zayas, ministro de correos y telegramas: Laureano Rodríguez. 314 "New York Cubans Pleased. Effect of Havana Riots and What Palma Says of Them," Omaha World Herald Omaha, NE, 14 de enero, 1898, 3. 315 Siguiendo la recomendación de José A. Adán en “El lobbysmo en la independencia de Cuba,” decidimos usar este término adaptado del inglés (lobbying) en vez del caste- llano porque este no conlleva en si el sentido peyorativo que su equivalente en español (cabildeo) tiene. XI. ¿Hemos llegado? 153 americano y la evacuación de todas las tropas españolas antes del primero de febrero de 1898316. Este arreglo fue comunicado secretamente al Gobierno Cubano en Armas, y el Dr. Joaquín Castillo Duany llevó los documentos en persona a Cuba. Por esto días, Estrada Palma, Gonzalo de Quesada, Rubens y cuanto cubano tuviera alguna relación con un miembro del Congreso estaban en un frenesí de actividades. En Washington, visitaban las oficinas de representantes y senadores, tanto demó- cratas como republicanos, para tratar de convencerlos totalmente que cualquier arreglo de paz tenía que basarse en la retirada de las tropa españolas y el reconocimiento de la independencia cu- bana.

Una carta irrespetuosa

Con el título de “Peor insulto a los Estados Unidos en su his- toria,” apareció en la primera página de la edición del 9 de febre- ro de 1898 del periódico New York Journal, una copia fotostática de una carta escrita por Enrique Dupuy de Lôme (1851-1904), embajador español en Washington a Don José Canalejas (1854- 1912), en la cual se podían leer ciertos comentarios peyorativos hacia el Presidente norteamericano.317 Canalejas, editor del pe- riódico El Heraldo de Madrid, era amigo íntimo del Primer Mi- nistro español Sagasta. Dupuy de Lôme había comenzado su carrera diplomática en los Estados Unidos en marzo de 1883 como primer secretario de la Legación Española en Washington. Regresó a España y fue por un tiempo miembro del Congreso hasta mayo de 1895 en que fue nombrado embajador en los Estados Unidos.318 Dos meses antes de la aparición de la desacertada carta en el periódico, Canalejas había estado en Washington y había visitado a Dupuy319. De Washington, Canalejas se dirigió a La Habana 316 Llaverías, Correspondencia diplomática de la delegacion cubana en Nueva York. 317 Canalejas después ascendería a Primer Ministro. Fue asesinado por un anarquista en 1912. 318 García Barrón, Carlos, "Enrique Dupuy de Lôme and the Spanish American War," The Americas, (julio, 1979), Vol 35, 1 pps. 39-58 319 "Canalejas in Washington Confidant of Sagasta Talks Hopefully of the Cuban Ques- 154 Margarita García donde debió haber recibido una carta personal del embajador Du- puy, escrita después de su partida. En ella, Dupuy manifestaba, en palabras irrespetuosas, su irritación con el Presidente McKin- ley por algunos de los comentarios de éste en su Primer Mensaje Anual al Congreso320 el 6 de diciembre de 1897. La carta fue hurtada antes de llegar a las manos de Canalejas y fue a parar a la Junta cubana en Nueva York. Las palabras objetables eran:

“… Además de la naturaleza e inevitable grosería con que se repite cuanto ha dicho de Weyler la prensa y la opinión en España, demuestra una vez más lo que es McKinley, débil y populachero, y además un politicastro que quiere dejar una puerta abierta y quedar bien con los jingoes de su partido…”321

En realidad el lenguaje utilizado por Dupuy no era tan in- sultante, pero en el medio de la tensa situación que existía entre los Estados Unidos y España, su gravedad fue exagerada por la prensa americana. Dupuy inmediatamente admitió su origen y renunció a su puesto. Existen unas cuantas teorías con respecto a las circunstancias del robo de la carta. En una322, el robo se le atribuyó a Manuel Serafín Pichardo, corresponsal en La Habana del Heraldo de Ma- drid, que fue a visitar a Canalejas en su hotel y ahí vio la carta; en otra323, el culpable era un empleado de Correos en La Habana que había sido alertado por un empleado de la Embajada Española en Washington; en una tercera, reportada casi al año después del in- tion," Sioux City Journal, Sioux City, IA, 11 de noviembre, 1897 320 McKinley, William. First Annual Message to Congress. 6 de diciembre, 1897, The American Presidency Project, University of California, Santa Barbara In www.presi- dency.ucsb.edu. 321 Pérez Cisneros, Enrique, En torno al '98' cubano, (Madrid: Editorial Verbum, 1997), 28. 322 "Theft of the De Lome Letter," St. Louis Republic, St. Louis, MO, 13 de febrero, 1898. 323 "The De Lome letter," St. Albans Daily Messenger, St. Albans, VT, 14 de febrero, 1898. XI. ¿Hemos llegado? 155 cidente324, un tal Carlos Vicente de Quesada y Socarrás contó que un camarero cubano, que se hacía pasar por venezolano, había sustraído la carta en Estados Unidos, en el hotel donde Canalejas estaba hospedado. Sin embargo, la versión más completa es la que ofrece Ra- món Infiesta que aparece en el libro de Márquez Sterling.325 En ésta, se dice que cuando Canalejas llegó a La Habana y se hospedó en el Hotel Inglaterra, recibió una visita de Ramón A. Catalá y de Manuel Serafín Pichardo, los dos conectados con su periódico. Cuando éstos vieron un grupo de cartas sin abrir en la habitación de Canalejas, le ofrecieron encontrar a alguien que le sirviera de “secretario de correspondencia “para que lo ayudara. Encontraron a un joven llamado Ramón Escoto que al empezar a trabajar, encontró la famosa carta. Rápidamente re- conoció la naturaleza inflamatoria de la misma si caía en manos cubanas, y la tomó. Con la ayuda de un miembro de la Junta Cubana en La Habana, viajó a Nueva York y se la entregó a un miembro de la Junta de Nueva York, probablemente Castillo Duany. Consultado Estrada Palma, fue de opinión que la carta debía hacerse pública. Una copia se le entregó al New York Jour- nal que la publicó el 9 de febrero. McCook le mostró personal- mente el original a McKinley. El pueblo americano se enfureció. El olor a guerra se dejaba sentir en el aire.

El Maine

El 15 de enero de 1898, el acorazado norteamericano Maine explotó en la bahía de La Habana provocando la muerte a 266 tripulantes. Varias teorías surgieron sobre la causa de la explosión: un ac- cidente; un torpedo lanzado por los españoles; una bomba pues- 324 "De Lome's Gallantry Led to Capture of His Famous Letter," Philadelphia Inquirer Philadelphia, PA, 11 de diciembre, 1898. 325 Márquez Sterling, Don Tomás: Biografía de una época. pps. 273-279.

156 Margarita García ta por los cubanos para provocar la guerra entre Estados Unidos y España; un sabotaje de los propios americanos para justificar la guerra; un acto de odio los voluntarios españoles. Estrada Pal- ma, en declaraciones en una entrevista con la Associated Press cuando llegó a Tampa el 17 de febrero se mostró cauteloso, si bien dio a entender que los españoles estaban involucrados. El se refirió al accidente como “un accidente muy peculiar, algo que nunca había sucedido en la historia de ninguna flota”326. Sin embargo, al final de una investigación oficial, así como estudios más modernos, se llegó a la conclusión que en realidad fue “un accidente”. En La Habana, las autoridades españolas así como los ciuda- danos comunes le dieron un entierro decoroso a las víctimas. El capitán Charles Dwight Sigsbee (1845 – 1923), el comandan- te del Maine, comentó que parecía que toda la población de La Habana estaba presente en la ruta de la procesión hacia el ce- menterio demostrando respetuosa solidaridad. Hasta los “pobres reconcentrados” estaban en las aceras.

Entierro de los tripulantes del Maine por las calles de La Habana

326 "Estrada Palma On The Disaster Thinks ot Peculiar Accident to Maine," Augusta Chronicle, Augusta, GA, 18 de febrero, 1898 XI. ¿Hemos llegado? 157

A aquellos que se atrevieran a sugerir que la explosión el Mai- ne había sido obra de los insurgentes cubanos, Estrada Palma les respondía con fuerza e indignación. La comunidad cubana en Estados Unidos se mantenía en alerta, porque esto podría indi- car una guerra entre Estados Unidos y España, con olvido de los cubanos. Por eso, en cada posible momento, en respuesta a cada pregunta de reporteros, Estrada Palma declaraba “independencia o muerte;” ni autonomía ni arreglo de paz bajo la bandera espa- ñola. Es más, Horacio Rubens publicó un comentario incendia- rio el 6 de abril en nombre del Gobierno Provisional Cubano en donde acusaba a McKinley de tener un plan de “intervención sin reconocimiento de la independencia,” y de ser verdad “el ejército cubano volvería sus armas contra los Estados Unidos”327. A Estrada Palma y Gonzalo de Quesada les informaron de los comentarios de Rubens estando en Washington. Como era su costumbre en circunstancias similares, Estrada Palma desplegó una tosesita para ganar tiempo y poder pensar. Rubens se ha- bía adentrado en terreno peligroso. No podemos irritar a nues- tros amigos y aliados honestos en el Congreso y en el público en general con este tipo de declaraciones, pensó. Rubens debe evitar ese tipo de retórica porque las dos cámaras del Congreso estaban empeñadas – en esos momentos – en acaloradas discu- siones sobre la situación cubana. Había “amigos,” en su mayoría demócratas y republicanos opuestos a McKinley que apoyaban la independencia y también estaban los republicanos que respalda- ban al presidente y que querían intervención sin independencia.

La Resolución Conjunta

McKinley dio a conocer por adelantado el contenido del men- saje que iba a someter al congreso el 11 de abril de 1898 para cerciorarse de que su petición contaría con apoyo suficiente de los legisladores. McKinley solicitaba amplios poderes para hacer “lo que fuera necesario” para detener la guerra en Cuba, pero

327 "The Junta Charges Treachery to Freedom. Lawyer Rubens Says That McKinley's Scheme is for Intervention without independence," Minneapolis Journal Minneapolis, MN, 6 de abril, 1898 158 Margarita García estaba totalmente opuesto al reconocimiento de la independencia cubana, del gobierno cubano, o incluso del nombre “República de Cuba.” Sus partidarios derrotaron la Enmienda Turpie-Fora- ker que decía que “el gobierno de los Estados Unidos reconoce a la República de Cuba como el verdadero y legal gobierno de esa isla”328, antes de darle la oportunidad de vetarla. Después de muchas horas de debate, el 19 de abril, las dos partes accedieron a un lenguaje intermedio. La resolución fue aprobada por las dos cámaras y firmada por el presidente. Este documento tan importante en la Historia de Cuba es conocido como La Resolución Conjunta. Dice así:

“Por cuanto, las condiciones horrendas que han existido por más de tres años en la Isla de Cuba, tan cercana a nuestras costas, han alarmado el sentido moral del pueblo de Estados Unidos, y afrentado la civilización cristiana, culminando en la destrucción de un acorazado norteamericano con 266 de sus ofi- ciales y tripulantes mientras se hallaba de visita amistosa en la bahía de La Habana, y tal estado de cosas no puede ser tolerado por más tiempo, según manifestó ya el Presidente de los Estados Unidos en su mensaje al Congreso del 11 de abril de 1898 en el que invita a éste a que adopte resoluciones:

Por tanto: El Senado y la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América reunidos en Congreso resuelven:

Primero: Que el pueblo de Cuba es, y de derecho debe ser, libre e independiente.

Segundo: Que es el deber de Estados Unidos el deman- dar, y el gobierno de los Estados Unidos por este medio demanda, que el gobierno de España renuncie inmediata- 328 Holbo, Paul S., "Presidential Leadership in Foreign Affairs: William McKinley and the Turpie-Foraker Amendment," The American Historical Review, (julio 1967), Vol 72, 4 pps. 1321-1335 XI. ¿Hemos llegado? 159

mente a su autoridad y gobierno en la isla de Cuba y retire del territorio de ésta y de sus aguas sus fuerza militares y navales.

Tercero: Que por la presente se da orden y autoridad al presidente de los Estados Unidos para usar en su totali- dad las fuerzas militares y navales de los Estados Unidos, y para llamar a servicio activo a la milicia de los diferen- tes estados de los Estados Unidos hasta donde sea necesa- rio para llevar a efecto esta resolución”.

El Senador Henry M. Teller, republicano de Colorado pudo insertar la siguiente cláusula como una enmienda que se añadió al cuarto punto:

“Cuarto: Que los Estados Unidos declaran por la pre- sente que no tienen deseo ni intención de ejercer sobera- nía, jurisdicción o dominio sobre dicha Isla, excepto para su pacificación, y afirman su determinación, cuando ésta se haya conseguido, de dejar el gobierno y dominio de la Isla a su pueblo.”

Aprobado el 20 de abril de 1898

Como fue aprobada por las dos Cámaras del Congreso con idéntico lenguaje, la resolución era “conjunta” y tenía fuerza de ley cuando el presidente la firmara. La resolución no reconoció el Gobierno Insurgente Cubano, ni siquiera mencionó a “la República” de Cuba, pero al menos dejó aclarado, sin duda alguna, que los Estados Unidos no iban a tomar posesión ni “anexar” a la isla. El gobierno español consideró esta Resolución Conjunta como una declaración de guerra. En esta guerra, España vería el fin de su imperio de 400 años. 160 Margarita García La Guerra Hispano-Americana

Cinco días después de la firma de la Resolución Conjunta, el 25 de abril, comenzó la muy breve Guerra Hispano-Americana con hostilidades que duraron apenas cuatro meses. El 12 de agosto de 1898 se firmó un cese al fuego entre España y Estados Unidos. In- mediatamente, el 13 de agosto, Estrada Palma le envió el siguiente cable a Bartolomé Masó, el presidente de la República de Cuba en Armas:

“…he aceptado, este día 13 de agosto de 1898, en nombre del Gobierno Provisional Cubano el armisticio proclamado por los Estados Unidos. Usted debe ordenar inmediatamen- te al ejército en toda Cuba que suspenda las hostilidades. Los términos preliminares de la paz, firmada por represen- tantes de España y Estados Unidos, establecen que España debe abandonar todos los derechos y títulos sobre Cuba”. 329

Dos meses después, disolvió el Departamento de Expedicio- nes. El primero de enero de 1899 España cedió el poder en Cuba a los Estados Unidos. Cinco meses después, el 27 de mayo, Don Tomás cerró las oficinas centrales de la Junta y regresó a Central Valley. No sospechaba que su retiro de la vida pública y ansiados días con su familia y regreso al magisterio no estaban en su futuro. Su patria lo iba a llamar una vez más y el respondería. El final oficial de la guerra se formalizó en el Tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898. En sus primeros tres artí- culos, el Tratado decía que: “España renuncia a todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba (Artículo 1); cede a los Estados Unidos la Isla de Puerto Rico y las demás que están ahora bajo su soberanía en las Indias Occidentales, y la Isla de Guam en el Archipiélago de las Marianas o Ladronas (Artículo 2); y cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido como las Islas Filipinas (Artículo 3).330 329 White, Trumbull, Our war with Spain for Cuba's freedom, (New York: Freedom Publishing Co., 1898). 330 U.S. Congress, 55th Cong., 3rd Sess. A Treaty of Peace Between the United States and Spain, US Congress, Washington DC: US Government Printing Office, 1899. XI. ¿Hemos llegado? 161

En Nueva York, Estrada Palma estaba empacando y pensando en su familia y su escuela en Central Valley. En el pasado oc- tubre, había dado instrucciones a Emilio Núñez que disolviera el Departamento de Expediciones.331 Ya a principios de 1899, Estrada Palma había declarado a la prensa que él no tenía in- tensiones de regresar a Cuba: “Estoy satisfecho,” decía, “tengo ansias de tranquilidad y paz”332. En mayo de 1899, mientras es- taba desocupando las oficinas centrales de la Junta de su tercera localidad en el 56 de New Street, anunció que había depositado todos los documentos y archivos de la delegación en un almacén a prueba de incendios333. Habían sido tres largos años de trabajo constante y exhaustivo y extrañaba la interacción diaria con sus hijos, sobre todo con el mayor, Manuel José, que ya tenía 16 años y pronto entraría en la universidad. Tres días después de la firma del Tratado de París, y antes de la llegada de las fuerzas de ocupación, los españoles en un gesto galante y nostálgico, exhumaron los restos de Cristóbal Colón que habían sido mantenidos en la Catedral de La Habana desde 1795, y los embarcaron en el crucero Conde de Venadito para ser regresados “a casa”. Después de una transferencia en Cádiz al vapor Giralda, los restos fueron finalmente desembarcados en Sevilla el 15 de enero de 1899 en una ceremonia solemne que presenciaron miles de personas. El relato del artículo aparecido con respecto a la llegada en Sevilla decía que “hoy se recobran sus cenizas envueltas en el pabellón nacional que ya no flotaba en las ingratas tierras por él descubiertas y por él donadas a la ma- dre patria”334. Perdieron la guerra, pero España no iba a permitir que los americanos en Cuba alardearan de haber capturado tan importante símbolo de su imperio perdido. El primero de enero de 1899, el general americano John R. Brooke (1838-1926) tomó control formal de la isla de Cuba del gobernador español general Adolfo Jiménez Castellanos (1844- 1929). ¿Qué clase de escena encontraron los americanos? 331 Duarte Oropesa, Historiología Cubana: Desde 1898 hasta 1944, 2. p. 25. 332 "Will not return to Cuba," Chicago Daily Tribune, 4 de marzo, 1899. 333 "T. Estrada Palma Replies," The New York Times, 27 de mayo, 1889. 334 "Recibimiento de los restos de Colón en Sevilla," La Ilustración Artística, Barcelo- na, 30 de enero, 1899. 162 Margarita García Desolación increíble. Leáse el primer capítulo del libro de Rafael Martínez Ortiz335 en que se describen las horribles con- diciones de los campos, o el artículo de Frank Norris en el At- lantic Monthly de marzo de 1899336 en que cuenta de los gritos de “!comida!” de los niños famélicos en Oriente, que provocan lágrimas a quien lo lea. Los trabajadores de la Cruz Roja que fueron a Cuba encontraron esqueléticos reconcentrados en todos los lugares que visitaron, en escenas como la de dos o tres niños acurrucados en un edificio abandonado, sobreviviendo de cual- quier desperdicio que encontraban, cual perros hambrientos. Ha- bía hambre y enfermedades por todas partes. Los campos, donde antes habían cultivos, estaban ennegrecidos demostrando que habían sufrido incendios. Los bohíos de los campesinos estaban destruidos. En La Habana, la poca comida que quedaba se vendía a precios inflados. Hombres, mujeres y niños en harapos vagaban por las calles. Los cadáveres de las víctimas de las epidemias de viruelas y fiebre amarilla a veces simplemente se quemaban. La situación de las fuerza españolas también era sombría, Habían perdido más de 38,000 hombres en Cuba337 entre 1895 y 1898, la mayoría de ellos por enfermedades. El general Brooke, duró poco menos de un año, siendo rem- plazado por el general médico Leonard Wood (1860-1827), gra- duado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard. Desde que los españoles se fueron, los exiliados cubanos en Estados Unidos trataron de regresar, a pesar de que muchos eran casi indigentes como lo seguirían siendo tan pronto llegaran a Cuba. Estrada Palma era acosado con peticiones de ayuda mo- netaria para repatriación, y hacía lo que podía338. El gobierno norteamericano había comenzado enviar cargamentos de comida (raciones militares) a la hambrienta población cubana339. En un

335 Martínez Ortiz, Cuba: Los Primeros Años de Independencia, I. 336 Norris, Frank, "Comida: An experience in Famine," Atlantic Monthly, marzo, 1899, 343-348. 337 Sánchez Abadía, Silvia, "Olvidos de una guerra: El coste humano y económico de la independencia (Cuba - España, 1895 - 1898)," Revista de las Indias, Madrid, (2001), Vol 51, 221 pps. 113-140 338 "Exiled by Poverty," Bismarck Tribune, Bismarck, ND, 22 de abril, 1899 339 "Feeding Hungry Cubans," Jackson Citizen, Jackson, MI, 28 de febrero, 1899, 2. XI. ¿Hemos llegado? 163 informe a Washington, el gobernador Brooke informó que se ha- bían distribuido 5,493,500 raciones enviadas por el Departamen- to de Guerra. También se distribuyeron medicinas, y muchos cu- banos obtuvieron empleo.340 Instituciones privadas americanas, algunas de beneficencia, también enviaron comida, medicinas y ropa. En los 3 años y 5 meses (desde el primero de enero de 1899 hasta el 20 de mayo de 1902) que el Gobierno Militar de Esta- dos Unidos estuvo en Cuba, se efectuaron una gran cantidad de cambios, desde el nombramiento de cubanos en varios minis- terios, gobiernos locales y comisiones, hasta el principio de un empeño masivo para mejorar la educación, sin descontar la revi- sión y promulgación de ordenanzas y leyes.341 En pocos meses, la comida llegó a todos los rincones de la isla y la mayoría de la población obtuvo empleo. En La Habana se instaló un sistema de alcantarillado, y se pavimentaron las calles que también se limpiaban regularmente. Un censo en agosto de 1899 mostraba un decremento de aproximadamente 60,000 personas en compa- ración con el censo de 1887. Este número implica que alrededor de 200,000 cubanos perdieron la vida en la guerra, en la recon- centración o emigraron en aproximadamente 12 años. También durante la ocupación americana, la Comisión Sani- taria del Ejército realizó una de las más significativas contribu- ciones a la ciencia a través de los estudios llevados a cabo en el Campo Columbia en La Habana. En una serie de impecables experimentos, la Comisión probó la tesis del científico cubano Carlos J. Finlay, con respecto al papel decisivo del mosquito Ae- des Aegypti en la transmisión de la fiebre amarilla. Uno de los médicos integrantes de la Comisión era el cubano Arístides Agra- monte Simoni, sobrino del patriota Ignacio Agramonte. Inmediatamente se dio la orden de fumigar todas las áreas de las ciudades, de secar o cubrir con kerosene todos los lugares donde había agua estancada, y de cubrir con mosquiteros a todos los pacientes de fiebre amarilla. De esa forma, la fiebre amarilla, la enfermedad que había causado más bajas a soldados españoles 340 Brooke, Major General John R., "Civil Report,"(Washington, DC: US Government Printing Office, 1900) 341 ibid. 164 Margarita García que las balas o los machetes de los insurgentes, se erradicó del todo. Al mediodía del 20 de mayo de 1902, la bandera cubana se enarboló simultáneamente en todos los edificios públicos e insta- laciones militares, izada por personas seleccionadas en cada lu- gar. En el Castillo del Morro el honor lo tuvo el general Emilio Núñez con un grupo de veteranos; en la ciudad de Camagüey, el honor fue de Amalia Simoni, la viuda del general Ignacio Agra- monte. “Creo que hemos llegado”, dijo el general Máximo Gómez. Pero ¿hemos llegado a una Cuba estable, democrática y próspe- ra? Tal vez por un tiempo, pero 57 años después todo se arruinó. El gobierno de Fidel Castro ha tratado de borrar la figura de Tomás Estrada Palma de la historia de Cuba, hasta con la destruc- ción de su estatua en la Calle G en La Habana. Es mi esperanza que este libro mantenga viva la memoria de tan ilustre patriota. XII. EPÍLOGO

Estatua del presidente Estrada Palma, antes y después de la Revolución de 1959

La presidencia de Estrada Palma consistió en un primer período de cuatro años y un segundo período de tan solo unos meses. El 28 de septiembre de 1906 renunció al cargo de presidente de la república. Inmediatamente ocurrió la segunda intervención nor- teamericana en Cuba. El 2 de octubre salió de la residencia presidencial y se enca- minó a la ciudad de Matanzas, donde vivió hasta mediados de 1907. Finalmente se fue a su finca en la provincia de Oriente Los eventos que precipitaron la renuncia de Estrada Palma no están considerados en este libro, que está limitado a su vida “fuera de Cuba” cuyos detalles son los que menos se conocen. Lo que se puede decir como un corto sumario de los días entre su elección en 1902 y su renuncia en 1906, es que durante su administración se redujo la deuda pública hasta llegar a un su- perávit en las arcas, Cuba obtuvo el control de la Isla de Pinos, 166 Margarita García y las mejoras en educación, obras públicas y sanidad que habían empezado durante la ocupación americana continuaron. Pero algo inconcebible le ocurrió al “austero patriota, al ami- go de Martí” 342 : se olvidó de sus promesas de no ir a la reelec- ción y se reunió de asesores que lo convencieron no solo a aspirar a la reelección, si no a aceptar medidas extremas en preparación a ésta. Así remplazó a los miembros de su gabinete por un llamado “Gabinete de Combate”, quienes, entre otros desmanes, cesan- tearon a los empleados públicos que no pertenecían al partido del gobierno. Finalmente hubo levantamiento armado de sus enemi- gos y Estrada Palma, temiendo que se desatara una guerra civil, prefirió renunciar. Indudablemente la idea que tenía Estrada Palma al pensar en la reelección era emular a George Washington, el primer presi- dente de los Estados Unidos quien estuvo 8 años en el poder y en- caminó a su país por la senda de la democracia. Estaba ilusiona- do en seguir con una administración honrada, con preocupación y fondos para la instrucción pública, con la mejoría de la infraes- tructura. Quería dejar un legado de progreso para que Cuba se desarrollara en paz y con abundancia. Pero los cubanos no eran colonos ingleses con experiencia de participación en debates po- líticos y respeto a los opositores. Los cubanos habían vivido 400 años de dominación por una metrópoli lejana e inflexible que no les permitió ningún ensayo de gobierno propio. Cuando Estrada Palma asumió la presidencia habían en Cuba criollos (blancos y negros y distintos matices de mulatos), es- pañoles, chinos y otros extranjeros. Habían católicos, protestan- tes, ateos y adeptos al espiritismo o a los cultos africanos. Los cubanos habían perdido muchas de sus más valiosas figuras en las guerras de liberación, tenían una tasa altísima de analfabetis- mo, se dividían en múltiples tendencias políticas, entre ellas los independentistas, anexionistas, autonomistas, continuistas (del colonialismo español) y anarquistas. Desgraciadamente pensa- ban rápidamente en “revolución” cuando no estaban de acuerdo 342 Frase de Enrique Villuendas. En Martínez Ortiz, Rafael, Cuba: Los Primeros Años de Independencia, Edición Facsimilar, 2 vols., vol. II, (Miami, FL: Editorial Cubana Luis Botifoll, 2004; Publicación original 1929). p. 135. XII. Epílogo 167 con el gobierno. ¡La herencia española no era igual a la herencia inglesa! Inclusive sin el Gabinete de Combate y sin asesores malin- tencionados, gobernar a la nueva república era una tarea hercúlea que pocos hubieran podido lograr.

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Ismael y Gloria Esperanza Núñez Flores. 2005 Tegucigalpa, Honduras, Comunicación personal. ÍNDICE ONOMÁSTICO

A ABREU ARENCIBIA Marta 29, 44 ACOSTA Tomás 109 ADAMS Patricia 148 Referencia ADAN José A. 149 Referencia AGRAMONTE Ignacio 53,163 Nota al margen inferior AGRAMONTE SIMONI Arístides 163 AGUERO Pedro M. 54 Nota al margen inferior ALCALA Antonio 53 Nota al margen inferior ALFARO GUIXOT Juan Manuel 60, 63 Pie de grabado y referencia ALLEN Ethan 140 ALUM LINERA Rolando 53 Referencia ANGIOLILLO Michele 151 Nota al margen inferior APPLEBAUM Anne 151 Referencia ARBIZU DE GUARDIOLA Anita 95, 96, 97 ARNAO Juan 51 Referencia ASPINWALL William H. 80 ASTOR John Jacob IV 44 AUXIER George W. 133 Referencia AYESTARAN MOLINER Luis 53 Nota al margen inferior AZCUY ALON Fanny 76 Referencia

B BARRANCO Manuel 108 BARRIOS Justo Rufino 77, 99 BAYO Luis 57 BENOIT León 125.130 Picture caption BERRY Robert M. 128 Nota al margen inferior BERTOT Pompeyo 92 BETANCES Ramón Emeterio 30, 69, 151 BETANCOURT AGRAMONTE Ana 53 BETANCOURT GUERRA Miguel 53 Nota al margen inferior BIANCHI ROSS Ciro 24 Referencia BINGHAM Tom 132 Referencia BLANCO ERENAS Ramón 150, 152 BOGRAN Luis 108 BROOKE John R. 161 BUNKLEY Allison Williams 48 Referencia BUNTING III Josiah 132 Referencia

C CABOT LODGE Henry 135 CABRALES María 46 CADALZO José Gabriel 93 CALAS ODOARDO Manuel 109 186 Margarita García

CALAS TORO Manuel 109 CALAS TORO Rafael 109 CALLAHAN Mary Lynne 105 Referencia CALVAR Y ODUARDO Manuel de Jesús (Titá) 92 CAMACHO Pánfilo 26, 30, 35 CAMPILLO 108 CANALEJAS José 153 CANOVAS DEL CASTILLO Antonio 150, 151 CAPDEVILA Federico 28 CARDONA Joe 73 Referencia CARRILLO MORALES Justo 138 CARTAYA Eduardo 59, 67 Referencia CARTAYA CALERO José Eliseo 138 CASASUS Juan 44, 115 Referencia CASTAŇON Gonzalo 28, 122 Referencia CASTILLO Angel 108 CASTILLO José 108 CASTILLO Pedro 108 CASTILLO CISNEROS Procopio 108 CASTILLO DUANY José Joaquín 125,127,128,138,153 Picture caption CASTRO Fidel 47 CATALA, Ramón A. 154 CISNEROS BETANCOURT Salvador 53, 54, 126 Nota al margen inferior CLAY Cassius Marcellus 144 CLEVELAND Grover 133, 135, 138 COLLAZO Antonio 59 COLLET Stephanie 148 Referencia COLÓN, Cristóbal 161 CONDE DE VALMASEDA Blas 51 Ver Villate CONTRERAS DE PALMA Rafaela 96 COPELLO CASTILLO Lorenzo Enrique 32 Footnote CORDOBA Salvador 108 CORNELL David 72, 100, 101 CORNELL Edward 72, 75, 101 Referencia CORNELL Ida 75, 100 CORNELL Susana 72, 101 CORZO PI Daniel 102 Referencia COYULA Miguel 45 CRAWFORD James 104 Referencia CREMATA FERRAN Mario 46 Referencia CROKER Richard 42,43 CROMBET Y TEJERA Francisco Adolfo (Flor) 90 CROWLEY Frances G. 47 Referencia CRUZ PEREZ Rafael 34 CUELLAR VIZCAINO Manuel 45

D D’HARCOURT Gaston 145 DALI Salvador 59, 61, 62 DANA Charles A. 140 DAVID y REPETO Enrique 59 Índice Onomástico 187 DAVIS Fannie Teft 109 DAVIS Clement 109 de CESPEDES Carlos Manuel 28, 49, 50, 53 de CESPEDES Carlos Manuel (hijo) 141 de la COVA Antonio Rafael 117, 137 Referencia de la CUESTA Leonel Antonio 53 Referencia de la LUZ LEON J. 70 Referencia de la LUZ Y CABALLERO José 116 de PALMA Leonela 96 de PAULA y FLORES Francisco 92 de QUESADA Y AROSTEGUI Gonzalo 125,127,129,153,56 Pie de figura de QUESADA y SOCARRAS Carlos Vicente 154 de SANTA CRUZ Y MALLEN Francisco Xavier 35 de SOTO Celestina 88 de TEURBE TOLON Miguel 117 de VELASCO Y PEREZ Carlos 21, 35 Referencia del CASTILLO Honorato 53 Nota al margen inferior del CASTILLO Lucas 54 Nota al margen inferior DEL CID Miguel 97 DEPEW Chauncey M. 140 DIAZ ALBERTINI Ricardo 127, 129, 130 Pie de figura DIAZ BALART Mirta 137 Nota al margen inferior DOLSSA Felipe 64 DOS PASSOS John 140 DUARTE OROPESA José 15, 160 Referencia DULCE Y GARAY Domingo 51 DUPUY DE LOME Enrique 153 DYSON John P. 48 Referencia

E ECHEVARRIA José Antonio 21, 62 Referencia EDWARDS Willie (“Bunco”) 109 ESCOTO Ramón 155 ESQUEMBRE GUZMAN José Francisco 68 ESTEVEZ Guillermo 60 Pie de grabado ESTEVEZ ROMERO Luis 16, 29 ESTRADA Margarita 37 ESTRADA PALMA GUARDIOLA Carlos Joaquín 107 ESTRADA PALMA GUARDIOLA Manuel José 16, 29, 100, 101, 107, 161 ESTRADA PALMA GUARDIOLA Mariana de la Luz (Lucita) 107 ESTRADA PALMA GUARDIOLA Rafael Morales 107 ESTRADA PALMA GUARDIOLA Tomás Andrés 16, 107 ESTRADA PALMA GUARDIOLA María de la Candelaria (Candita) 16, 106 ESTRADA Y ODUARDO Andrés María 37

F FERNANDEZ Frank 151 Referencia FERRARI DE HARTLING Guadalupe 88 Referencia FERRER Ada 91 Referencia FICKEN Richard 12 FIGUEREDO Fernando 26, 39 Referencia 188 Margarita García FINLAY Carlos J. 163 FINNEY Keneth 108 Referencia FISH Hamilton 132 FLOWER Roswell P. 140 FONT Joel 73 FORNARIS CESPEDES F. 54 Nota al margen inferior FRIAS José 101

G GAINZA Gabino 98 GALBERD Helen 13 Ilustración GALLEGO Tesifonte 131 Referencia GALVEZ José María 152 Nota al margen inferior GARCIA Arcadio 54 Nota al margen inferior GARCIA Calixto 37,66,69,70,112 GARCIA Margarita 60 Pie de grabado GARCIA Vicente 69 GARCIA BARRON Carlos 153 Referencia GARCIA FREYRE Manuel 93 GARCIA MARQUEZ Gabriel 62 Nota al margen inferior GARCIA-ESTEVEZ Margarita 23,73 Referencia GILROY Thomas F. 140 GUIRAL MORENO Enrique 109 Referencia GOMEZ Máximo 14,15,32,46,75,76,77,83,90,109,164 GOMEZ Urbano 14 GONZALEZ LANUZA José Antonio 130 GOVIN Antonio 152 Nota al margen inferior GRANT Fred 135 GRANT Ulysses S. 15, 16, 132, 134 GRAVE DE PERALTA Belisario 93 GRAVE DE PERALTA Francisco 93 GRAVE DE PERALTA Pedro 93 GRAVE DE PERALTA Raúl 92 GROSJEAN Francois 105 Referencia GUARDIOLA Santos 95, 96, 97 GUARDIOLA ARBIZU Francisca 95, 96 GUARDIOLA ARBIZU Galatea 46, 95 GUARDIOLA ARBIZU Genoveva 16, 36, 99, 101, 102 GUARDIOLA ARBIZU Gonzalo 95, 96 GUARDIOLA ARBIZU Guadalupe 95, 97 GUARDIOLA ARBIZU Guillermina 95 GUARDIOLA ARBIZU Gumercinda 95 GUARDIOLA CUBAS Esteban 97 Referencia GUERRA Benjamín J. 125, 127, 128 Pie de grabado GUERRA Ramiro 50 Referencia GUTIERREZ Miguel Jerónimo 54 Nota al margen inferior

H HEREDIA José María 116 HERNANDEZ Eusebio 16, 90, 125, 126 Índice Onomástico 189 HERNANDEZ José Nicolás 33, 55, 56, 60, 63, 125, 129 HERNANDEZ Toribio 37 HERRERA Martín 109 HERSHEY Amos 134 Referencia HILL David B. 103 HOADLY George 140 HOLBO Paul S. 135, 148 Referencia

I IBARRA Domingo 56 IBERN Francisco 109 INFIESTA Ramón 155 IRABIEN 108 ISABEL II 49 IZAGUIRRE José María 50, 54 Ref/ Nota al margen inferior

J JAMES Thomas L. 140 JANNEY Samuel M. 149, 152 JENNINGS Thomas S. 139 Referencia JEREZ ALVARADO Rafael 94 JIMENEZ CASTELLANOS Adolfo 161

K KLOS Heinz 105 Referencia KORDA Michael 15

L LAWRENCE Effingham 144 LEIVA Ponciano 108 LEIVA VIVAS Rafael 89, 92 LERSUNDI HORMACHEA Francisco 51 LEVINE Steven B. 104 Referencia LEWIS Lillian 142 Imagen LILLINGSTON, Sr. Prof.C.H. 148 Referencia LINCOLN Abraham 134 LLAVERIAS Joaquín 30 Referencia LOOTSTEEN Yair M. 131 Referencia LOPEZ Narciso 117 LORDA Antonio 54 Nota al margen inferior

M MACEO Antonio 46, 77, 90, 122, 125, 140 MACHADO Eduardo 54 Nota al margen inferior MAGOON Charles 41 MANANA Ver Bernarda Toro Pelegrín MANN Mary 48 Referencia MARIŇAS OTERO Luis 92 MARQUES DE SANTA LUCIA Ver Cisneros Betancourt 53 Nota al margen inferior MARQUEZ STERLING Carlos 26, 33, 35, 39, 155 Referencias 190 Margarita García MARRERO Leví 50 MARTI José 14,21,45,89,102,108,110,111,113,119,120 MARTIN Eva 23 Referencia MARTIN Zenas 22, 23 MARTINEZ CAMPOS Arsenio 55,57,69,150 MARTINEZ ISAAC Jorge Luis 32 Referencia MARTINEZ ORTIZ Rafael 27.161 Referencia MARTZ J.D. 99 Referencia MASO Bartolomé 16,27,33,126,160 MASO Calixto C. 16 Referencia MASO PARRA Juan 90 MCCOOK John 149.152.155 MCDOWELL William O. 42 MCGINNIS Chuck 72 Referencia MCKINLEY William 14,134,138,148,151,157 MENDEZ CAPOTE Domingo 126 Nota al margen inferior MERRYAT Amelia 46 MIRANDA Y DE LA RUA Luis Rodolfo 42.109 MONTORO Rafael 152 Nota al margen inferior MORALES DE LOS RIOS Adolfo 24,56,57 MORALES LEMUS José 54 MOREY Manuel 91 MOZO VIEJO Agustín 55 MUŇIZ Ricardo 109

N NAVARRO GARCIA Luis 150 Referencia NORRIS Frank 161 NUŇEZ FLORES Gloria Esperanza 108 Referencia NUŇEZ RODRIGUEZ Emilio 34, 137, 160, 164

O O’BRIEN “Dynamite” Johnny 138

P PALMA José Joaquín 51,75,76,88,96,99 PALMA TAMAYO María Candelaria (Yaya) 25. 37 PAREDES Javier 49 Referencia PARRAGA José Miguel 67 Referencia PAZ Luis 108 PEŇA Manuel de J. 54 Nota al margen inferior PEREZ José Dolores 92 PEREZ Lisandro 116 Referencia PEREZ Louis A. 23,73 Referencia PEREZ STABLE Marifeli 24 Referencia PEREZ TELLEZ Emma 105 Referencia PERON Juan Domingo 47 PICHARDO Manuel Serafín 154 PIERCE Franklin 149 Nota al margen inferior PIERRA Fidel S. 125, 130, 146 Pie de grabado PIO IX Papa 97 Índice Onomástico 191 POE Edgar Allan 19 POLK James 149 Nota al margen inferior POMARES Mario 70 PORTER Robert C. 103 PRADO Leoncio 92 PRIM Juan 49 PUJOLS José 108

Q QUIROS 108

R RAMOS Marco Antonio 23, 74 Referencia RAWLINGS John A. 132 REVILLA Carlos 34 RICHARDSON William 36 RIPOLL Carlos 118 Referencia RIUS RIVERA Juan 15,92 RODRIGUEZ Jesús 54 Nota al margen inferior RODRIGUEZ Laureano 152 Nota al margen inferior RODRIGUEZ Rafael (El tuerto) 91 RODRIGUEZ LA O Raúl 89 ROLOFF MIALOFSKY Carlos 46, 90, 96 ROMERO Lola 46, 83 ROOSEVELT Theodore 140 ROQUEŇI HERRERA Adolfo 24 ROSA Ramón 77, 88, 99 ROSADO Pío 54 Nota al margen inferior RUBENS Horatio 42,43,125,127,129,135,138,139,157 Pie de grabado

S SAGASTA Práxedes Mateo 151 SANCHEZ Lino 58 SANCHEZ ABADIA Silvia 162 Referencia SANCHEZ ANDRES Agustín 91 Referencia SANCHEZ BETANCOURT Francisco 54 Nota al margen inferior SANTANA Angela 26 SANTOVENIA Emeterio 132 Referencia SARMIENTO Domingo Faustino 16, 47 SCHLESINGER Jr. Arthur M. 132 Referencia SCULL Theodore W. 18 Referencia SERRANO Francisco 49 SEVILLA GARCIA Bárbaro Leodán 32 Nota al margen inferior SHELTON Raúl M. 132 Referencia SIGSBEE Charles Dwight 156 SILVA Charles 42 SIMONI ARGILAGOS Amalia 164 SMITH Horace 138 Referencia SMITH R.A.C. 19 SOTO Juan José 108 SOTO Marco Aurelio 77, 88, 98, 99, 107 192 Margarita García SPOTORNO Juan Bautista 54 STONER K. Lynn 53 Referencia SUAREZ POLCARI Ramón 23 Referencia

T TELLER Henry M. 159 TEULER Narciso 22 THOMAS Hugh 73,74 Referencia TONE John Lawrence 141 Referencia TORO PELEGRIN Bernarda (Manana) 46, 83, 109 TORREIRA CRESPO Ramón 68 Referencia TRUJILLO Enrique 122.123 Referencia

V VALDES Tranquilino 54 Nota al margen inferior VALLE Rafael Heliodoro 108 VARELA Félix 116.117 VARGAS Carlos 23 VIDAURRETA Próspero 108 VILLATE Y DE LA HERRA, Blas 51 Ver Valmaseda

W WALKER William 96 Referencia WALKER Wyndham Legh 134 Referencia WARD HOWE Julia 143 WEYLER Valeriano 150.152 WHITE Trumbull 160 Referencia WHITESIDE Samuel M. 27 WISAN Joseph E. 133 Referencia WOOD Leonard 31,32,33,44,162

Y YAREMKO Jason M. 23,73 Referencia YERO BUDUEN Eduardo 130

Z ZAMBRANA Antonio 54 Nota al margen inferior ZARAGOZA Justo 51, 117 Referencia ZAYAS Francisco 151 Nota al margen inferior ZAYAS DE LA PORTILLA Juan Bruno 35 Referencia ZEPEDA Ismael 97, 108 Referencia Margarita García se matriculó en la Universidad de Co- lumbia en Nueva York al poco tiempo de haber llegado a Estados Unidos desde Cuba. Estudiando por la noche al principio mientras trabajaba por el día, recibió una beca de la compañía de Helena Rubinstein que le permitió terminar el Bachelor of Science (BS) más rápidamente.

Inmediatamente fue aceptada en el programa graduado de Psicología Experimental en la misma universidad y obtu- vo una ayudantía gracias a la cual pudo obtener los títulos de Master of Arts (MA) y Doctor of Philosophy (PhD). Al terminar el PhD fue contratada por el Departamento de Psi- cología de Montclair State University en New Jersey y allí estuvo 38 años como profesora hasta su retiro en el 2010. Al retirarse de Montclair, obtuvo el título de Profesora Eméri- ta. Tuvo varias publicaciones y presentaciones en psicolo- gía, pero al mismo tiempo estuvo dedicando gran parte de su tiempo a ayudar a refugiados, mayormente cubanos.

Fue miembro del Cuban American National Planning Cou- ncil y del Comité de Minorías del Instituto Nacional de Salud Mental. Fungió de “Scholar of the Center” en el Centro de Investigaciones Hispánicas de la Universidad de Fordham. En 1980, con licencia de Montclair, fue directora y después subdirectora de la oficina de New Jersey del International Rescue Committee, Inc. (IRC), con motivo del éxodo de cu- banos por el puerto de Mariel, donde siguió asociada hasta el cierre de dicha oficina en 1999.

En 1981 fue elegida como “Woman of Achievement” por el periódico The Jersey Journal. En 1999 recibió una proclama en su honor del alcalde y la Junta de Comisionados de la ciudad de Union City, NJ y el “Humanitarian Award” del 194 Margarita García pueblo de West New York por sus actividades en beneficio de refugiados e inmigrantes.

En el 2013 fue honrada con la “Orden en Memoria of Fray Miguel A. Loredo , o.f.m.” por apoyo y participación en la lucha por la libertad de Cuba, dado por el Comité Interna- cional de ExPresos Políticos Cubanos. La Asociación Na- cional de Mujeres Cubano-Americanas le otorgó el “Premio Elena Mederos” el 9 de marzo del 2014, por su labor como educadora y luchadora por la libertad de Cuba.

Siempre fue amante de la historia, habiendo enseñado un curso sobre la Historia de la Psicología. Una vez jubilada, pudo dedicarle mas tiempo a estudio de la historia de Cuba, específicamente al período del siglo XIX, y decidió escribir una biografía de Tomás Estrada Palma antes de su ascenso a la presidencia, la parte menos conocida de la vida de éste. Con este motivo, ha visitado los lugares donde Estrada Pal- ma estuvo antes de su ascendencia a la primera presidencia de Cuba (Figueras en Cataluña, España; París, Central Va- lley en Nueva York; y Tegucigalpa, Honduras.

Está casada con Guillermo Estévez y tiene una hija llamada Victoria. ÍNDICE

I. El señor presidente 11 II. Los primeros años 35 III. Tomás Estrada Palma: En persona 41 IV. Tomás Estrada Palma como miembro de la Asamblea y presidente de la República de Cuba en armas 49 V. Castell Sant Ferran 60 VI. Central Valley 1 71 VII. Los años hondureños 76 VIII. Central Valley 2: El Instituto 101 IX. La ciudad de Nueva York 115 X. El Delegado 125 XI. ¿Hemos llegado? 147 XII. Epílogo 165 Referencias 169 Índice Onomástico 185 Datos de la autora 193 Este libro se terminó de imprimir el 10 de octubre de 2015. Apartado de Correos 50.767 Madrid 28080 España E-Mail: [email protected] y [email protected] Blog: http://ebetania.wordpress.com

RESUMEN DEL CATÁLOGO (1987-2015)

Colección ENSAYO:

Los días cubanos de Hernán Cortés y su lucha por un ideal, de Ángel Aparicio Laurencio.

Desde esta orilla: poesía cubana del exilio, de Elías Miguel Muñoz.

Alta Marea. Intromisión crítica en ocho voces latinoamericanas: Belli, Fuentes, Lagos, Mistral, Neruda, Orrillo, Rojas, Villaurrutia, de Alicia Galaz-Vivar Welden.

Novela española e hispanoamericana contemporánea. Temas y técnicas narrativas: Delibes, Goytisolo Benet, Carpentier, García Márquez, y Fuentes, de María Antonia Beltrán-Vocal.

Poesías de J. F. Manzano, esclavo en la isla de Cuba y El Ranchador de Pedro José Morillas, de Adriana Lewis Galanes.

El discurso dialógico de La era imaginaria de René Vázquez Díaz, de Elena M. Martínez.

Cuba, país olvidado, de Sergio Heredia Corrales.

Francisco Grandmontagne, un noventayochista olvidado, de Ar- gentina a España, de Amalia Lasarte Dishman.

Cuba: el abrazo imposible. Cartas a Alde, de Mari Paz Martínez Nieto. Erotomanías y otros derivados, de Pedro Molina.

Cuba: la conspiración del silencio, de John A. Pérez Sampedro. Asedios al texto literario (Arenas, Borges, Carpentier, Diego, Gón- gora, Herrera y Reissig, Lezama Lima, Martí, Onetti, Quevedo, Rulfo, San Juan de la Cruz, Sarduy, Vallejo), de María Elena Blan- co.

El único José Martí, principal opositor a Fidel Castro, de Ismael Sambra.

El alcoholismo: cómo afecta a su entorno, de Engar Juli.

Gastón Baquero: la invención de lo cotidiano, de Felipe Lázaro.

Después del rayo y del fuego. Acerca de José Martí, de Eduardo Lolo.

La estirpe de Telémaco. Estudios sobre la literatura y el viaje, de Petra-Iraides Cruz Leal y José Ismael Gutiérrez.

La configuración literaria de la revolución cubana. De la mitifica- ción a la desmitificación, de Emilia Yulzarí.

Para Cuba que sufre: mi granito de arena, de Joely R. Villalba.

Carlos Quinto, tanto imperio y Felipe II: “No he oído cantar a los ruiseñores”, de Clara Díaz Pascual.

Indagación en la literatura y cultura hispanoamericana, de Onil- da A. Jiménez.

Ecléctico Eclesiastés con Proverbios I. Prosas estilizadas al estilo de mi madre, de Alberto Díaz Díaz.

Poesía insular de signo infinito. Una lectura de poetas cubanas de la diáspora, de Aimée G. Bolaños.

La espléndida ciudad y La necesidad de escribir, de Julio Pino Mi- yar. Las estaciones de Reinaldo Bragado: El existencialismo cubano y el paradigma de los escritores en la Isla, de David Walter Aguado.

La cárcel letrada: narrativa cubana carcelaria, de Rafael E. Sau- mell.

La modernización fallida: República Dominicana (1996-2012), de Carlos Báez Evertsz.

¿Fue José Martí racista? Perspectiva sobre los negros en Cuba y Estados Unidos. (Una crítica a la Academia norteamerica- na), de Miguel Cabrera Peña.

Un puente contracorriente. Ediciones El Puente: Un esfuerzo literario dentro y fuera de Cuba, de Marlies Pahlenberg.

Estudios literarios (Enrique Serpa, Carlos Felipe, José R. Brene, Antonio Machado, Francisco de Arango y Parreño, René López, César Vallejo, J. D. Salinger, Lino Novás Calvo) de Roberto Ferrer.

Los indignados españoles: Del 15M a PODEMOS, de León de la Hoz.

Antes de “Cuba Libre”. El surgimiento del primer presidente, Tomás Estrada Palma, de Margarita García.

La dama de América: Documentos y textos sobre Dulce María Loynaz, de Alejandro González Acosta. Margarita García Nacida en La Habana, Cuba, donde asistió al Colegio Trelles y al Ruston Academy. En los Estados Unidos estudió en la Universidad de Columbia en Nueva York, de donde obtuvo tres títulos: Bachelor of Science (BS), Master of Arts (MA) y Doctor of Philosophy (PhD), todos en Psicología Experimental. Estuvo trabajando de profesora en el Departamento de Psicología de la Universi- dad de Montclair en New Jersey por 38 años, de donde se retiró con el grado de Profesora Emérita. Desde el año 2004 ha estado estudiando la vida de Tomás Estrada Palma y ha visitado los lugares donde éste estuvo antes de su ascendencia a la primera presidencia de Cuba. Está casada con Guillermo Estévez y tiene una hija llamada Victoria.

En su debut, la autora y profesora Dra. Margarita García ha creado un retrato del hombre antes de que éste encontrara el “océano de dificultades” de la presidencia (como dijo George Washington al ser elegido) que finalmente lo abrumaron. Ella relata los antecedentes poco conocidos de Tomás Estrada Palma antes de que éste se convirtiera en el primer mandatario electo de Cuba. Desarrollando su historia a través de tres continentes, desde celdas de prisión, hasta preparación de expediciones de filibusteros, e ingeniosos esquemas de recaudación de fondos, el libro de García, con fotos nunca antes vistas e ilustraciones difíciles de encontrar, recuenta la historia íntima de un patriota, un maestro de vocación y profesión, un revolucionario idealista, un hombre escrupulosamente honesto y un presidente testarudo.

Colección ENSAYO