Historia De México I
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Historia de México I https://www.google.com.mx/search?q=la+conquista+espiritual+de+mexic o Invierno 2016 - 2017. F. J . C . M. Índice Tema Pagina Introducción……………………………………………………………………………….. 2 El espíritu del conquistador…………………………………………………………. 3 Los albores de la Nueva España………………………………………………………. 4 Don Vasco de Quiroga…………………………………………………………………... 5 Un precursor sobresaliente: Pedro de Gante………………………………….. 8 La evangelización sistemática………………………………………………………………………………….. 9 El cristianismo frente al paganismo………………………………………………... 11 Apego a su antigua religión…………………………………………………………… 12 La Hostilidad y resistencia de los indios……………………………………………… 13 Diversidad lingüística…………………………………………………………………… 14 Vicios de los indios y su superación………………………………………………... 15 Los prejuicios raciales y la defensa de los indios…………………………….. 16 El proceso de la evangelización……………………………………………………. 17 a) Enseñanza del catecismo…………………………………………………………… 18 b) Recepción de los sacramentos…………………………………………………… 19 Obras culturales de los primeros misioneros ………………………………… 20 a) Las escuelas………………………………………………………………………………... 21 b) La enseñanza de las artes ………………………………………………………….. 22 Las obras materiales en favor de los indios : a) Los pueblos de indios. 22 b) Las misiones………………………………………………………………………………… 23 c) La enseñanza de oficios………………………………………………………………. 24 d) Los hospitales ……………………………………………………………………………. 25 Conclusión ………………………………………………………………………………………………………………………... 28 BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………………… 29 • Tata Vasco. Paul L. Callens. Editorial Jus. • Evangelización en México. José Gutiérrez Casillas. Ediciones Promesa. • Mártires Jesuitas. José Gutiérrez Casillas. Editorial Tradición. • El Papa Paulo III y los Indios de América. Lewis Hamke FUNDICE – JUS. • Los derechos temporales y espirituales de los naturales del Nuevo Mundo. Alberto de la Hera. FUNDICE – JUS. - 1 - Introducción El tema de la conquista de México generalmente queda reducido a la epopeya militar en la cual el capitán Hernán Cortés al sometió de manera violenta a las diversas tribus indígenas, en particular a la más aventajada de las civilizaciones amerindias del Anáhuac: el pseudo imperio Aztecas; las narraciones suelen estar llenas de relatos de batallas desiguales en el número de los contrincantes, diferencias de armamentos y tecnología bélica, crueldades de los vencedores y sufrimientos de los vencidos, así como de abusos de parte de unos y padecimientos de los otros. Después se estos pasajes históricos, la mayoría de los historiadores remiten una síntesis cronológica que pretende reducir la dominación española a la más cruenta explotación y esclavitud durante trescientos años de colonia, hasta que los gritos de libertad movilizaron a los pueblos de Iberoamérica hacia su independencia. Sin embargo esta versión no es del todo apegada a la realidad, durante el proceso de la conquista no todo fue guerra y sometimiento por las armas, también hubo capítulos maravillosos de hombres que no siendo soldados, llevaron a cabo otro tipo de batallas en favor de los indios. Hacemos referencia a los frailes y sacerdotes que vinieron con los soldados y aventureros españoles, pero que de inmediato se pusieron del lado de los conquistados, defendiendo su integridad física, la dignidad de sus personas y, a pesar que al principio promovieron la destrucción de sus creencias, fueron grandes impulsores de su cultura, buscando de inmediato la integración de todos los pueblos amerindios a la civilización que se empezaba a forjar. Basta echar un vistazo con detenida atención a nuestro alrededor para percatarnos de la gran influencia recibida por la cultura española, no solo representada en diversas edificaciones sino en la inmensidad de tradiciones, costumbres y creencias que se fueron formando con la integración de la visión de ambos mundos: el indígena y el hispano, todo como resultado del trabajo incansable y casi nunca valorado de estos hombres, debido a que simplemente se desconoces la obra de esos ilustres frailecillos. En el presente escrito se pretende mostrar una síntesis de esa maravillosa obra que se forjó en los inicios de la vida virreinal, especialmente durante el segundo cuarto del siglo XVI, y cuyos frutos culturales, materiales y religiosos se pueden apreciar hasta nuestros días. - 2 - El espíritu del conquistador La España de comienzos del siglo XVI era heredera de una larga lucha de casi ocho siglos, en la que cerca de 25 generaciones habían peleado por recuperar la totalidad de su propio territorio, forjando su identidad como nación heredera de la antigua tradición de los Visigodos – aunque la estadía de los árabes por tantos siglos también les dejó una fuerte influencia cultural, científica, lingüística, arquitectónica y alimentaria – fundamentada en los fuertes cimientos del humanismo cristiano. Esta generación de españoles que en el mismo año de 1492 expulsaba al último reducto de los árabes de Granada y emprendían la más grandiosa aventura de todos los tiempos al penetrar por la inmensidad de la mar océano y llegar a territorios del Nuevo Mundo, inmensos en riquezas que se extendían ante sus ojos. Esta descendencia de Hidalgos e Hijosdalgo se sentían invencibles, merecedores de todo éxito, dignos acumular en sus personas todos los tesoros que el territorio recién descubierto les ofrecía. Por un lado estaban demasiado ávidos de gloria: Entrega de Granada a los Reyes Católicos. las legendarias victorias de sus antepasados los invitaba https://www.google.com.mx/search?q=expulsión+de+los+arabes+de+la+peninsula+iberica. a una incesante búsqueda de aventuras que los convirtieran en los nuevos héroes que sin importarles demasiado los medios ni los costos en vidas propias y ajenas, se lanzaban a conquistar el enorme territorio que llamaron América y a sus innumerables reinos de indígenas que en su mayoría estaban tecnológicamente estacionados en la protohistoria – aunque es sabido que en conocimientos astronómicos, herbolaria, arquitectura e ingeniería estaban a la altura de los invasores europeos – y apropiarse de todos sus tesoros en oro, plata, tierras de cultivo y de crianza de ganado, pero sobre lo que más les brindaba era la mano de obra que por la esclavitud la volvía casi gratuita. Personajes como Hernán Cortés, Francisco Hernández de Córdova, Francisco Pizarro, Pedro y Alonso de Alvarado, Vasco Núñez de Balboa, Bernal Díaz del Castillo, Juan de Grijalva, Juan de la Cosa, etc., eran hombres que se jugaban la vida no solo a cambio de poseer grandes riquezas y enormes extensiones de territorio, sino sobre todo, para que sus nombres se pusieran a la altura del Cid Campeador. Sin embargo, aunque muchos españoles eran egoístas, no en todos era mezquindad, ambiciones mundanas y búsqueda de vanagloria, el siglo XVI español también fue rico en los frutos del espíritu: desde mediados del siglo catorce y sobre todo en el siglo de la conquista de América, surgieron una pléyade de hombres y mujeres que ejercitados en el misticismo religioso fueron unos verdaderos promotores de una vida basada en los principios del cristianismo. Santa Teresa de Jesús (o Teresa de Ávila), San Juan González del Castrillo, San Juan de Sahagún, Ignacio de Loyola, Santa Catalina Tomás, San Francisco de Borja. San Juan de Ávila, San Juan Grande Román, Santo Toribio de Mogrovejo, San Juan de la Cruz, etc., fueron promotores de otro tipo de heroicidad fundamentada en la entrega y servicio a los demás, de la defensa de los más débiles, de entregar la vida por el otro y encontrar su fuerza en la oración y el sentido de su vida en la salvación de los hombres y mujeres de su tiempo. Por increíble que parezca, ambas visiones coexistían en muchos de los aventureros hispanos que surcaron el Atlántico, eran al mismo tiempo hombres de guerra, de lucha, conquista y sometimiento y por otro lado hombres creyentes, piadosos y de acendrada Fe, soldados que llevando la espada por delante pero con la Cruz bien puesta en el pecho. Por eso el propio conquistador de la gran Tenochtitlan escribía al monarca español: “Sin el propósito de la conversión de los indios de su idolatría, esta guerra sería la más injusta”. (Ricard, Robert. 1986). - 3 - Cabe resaltar que la visión cristiana de la época no concebía el mundo de manera meramente material, sino que intuía que al final de esta vida, como sanción a los méritos o deméritos logrados, el alma humana se preparaba para pasar a otra vida ya sea en el paraíso (cielo) o en el lugar de castigo (infierno); pero lo realmente peculiar era que se creía - en aquella cosmovisión de finales del medievo - que un garantía inequívoca para la salvación de las almas era la pertenencia a la Iglesia Católica, es decir que quienes estaban fuera de ella estaban irremediablemente condenados. Esta visión tenía serios seguidores que estaban sinceramente preocupados por las millones de almas que vivían en los confines de la tierra (Asia, Lejano Oriente, África y la recién descubierta América) sin conocer el evangelio cristiano, razón por la que, según ellos, se estaban perdiendo para toda la eternidad y sentían una verdadera compasión por aquellas personas. Sin duda el gran precursor de la evangelización fue el conquistador Hernán Cortés “ambicioso, fácil de sucumbir a la tentación, político de pocos escrúpulos, con aspectos de Don Quijote, (pero) de gran humildad, hondas convicciones religiosas y profundas manifestaciones piadosas y devoción a la Sta. Virgen, la Sta. Misa y la Oración” (Ricard, Robert. 1986); Cortés no solo era un buscador de gloria, riquezas y poder, también creía que no era posible