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“2019 - Año de la Exportación” (S-2272/19) PROYECTO DE LEY El Senado y Cámara de Diputados,… Artículo 1º: Declárese el día 21 de diciembre de cada año como “Día Nacional del Canto con Caja” en conmemoración al nacimiento de la poeta, música, cantora y recopiladora del folclore musical argentino Leda Valladares. Artículo 2º: El Poder Ejecutivo Nacional, a través del Instituto Nacional de la Música -creado por ley N° 26.801, arbitrará las medidas necesarias para la organización de actividades de difusión sobre la temática. Artículo 3º: Invítase a las provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a adherir a la presente ley. Artículo 4º: Comuníquese al Poder Ejecutivo. Norma H. Durango.- FUNDAMENTOS Señora Presidente: Leda Valladares es una figura central en la música y la cultura argentina en sus diferentes facetas: poeta, compositora, creadora, intérprete, investigadora, recopiladora, difusora, y docente. Nació en Tucumán el 21 de diciembre de 1919 y estudió Filosofía y Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional de Tucumán. Abocada en sus inicios al jazz, descubrió más tarde la baguala, género por el que se apasionó y en cuyo rescate realizó una tarea fundamental. Fue a los 21 años, en Cafayate, donde escuchó por primera vez ese canto anónimo de los valles y montes del noroeste argentino. En sus propias palabras: “Estaba en Cafayate (Salta). Era una noche de Carnaval, (…) allí descubrí la baguala. Me desvelaron tres mujeres que se detuvieron frente a mi balcón. Yo nunca había oído hablar de la baguala y entonces me parecía que tenía que ser algo muy misterioso, muy poderoso. Después de escucharlas me prometí recuperar semejante regalo de la tierra. Eran rastros de una canción que tenía muchos siglos y se estaba descolgando, estaba desapareciendo. Salí a buscar “2019 - Año de la Exportación” los vestigios de este milagro que hasta ese momento desconocía. A mí nunca me había tocado encontrar la voz agreste y salida de la montaña. Pero era un grito muy solitario, y ya ese pobre grito estaba tan viudo, tan solo, que daba pánico. Entonces tomé una especie de conciencia bastante trágica. Un país que estaba al borde de perder su historia, sus tradiciones, y nadie se daba cuenta de que todo eso se estaba muriendo o que ya estaba muerto”. Allí toma la decisión de rescatar esas melodías y coplas del acervo popular y comenzar a aprenderlas, a cantarlas y a difundirlas, darlas a conocer a través de conciertos y talleres. Leda define así el canto con caja del norte argentino: “Canto de tripas y plexo solar opuesto a todo lo que pueda ser el canto académico. Para expresarse el hombre de campo no tiene límites cuando canta, recurre a una maraña de explosiones guturales y se expande hasta la plenitud". Pedro Aznar contó en una entrevista que, cuando fue invitado -junto con otros cantores- a grabar con ella en 1987, le preguntó por qué creía que ellos podían hacerle justicia a este canto de bagualas, vidalas y tonadas, y recuerda lo que Leda les contestó: “Ustedes saben cantar con el canto africano, que es un grito de libertad, un grito primal. Y esto se canta desde el mismo lugar, es un canto de la entraña, es un canto que no es esteticista. Se canta con la vida, se pone la vida en esto. Es el canto cósmico, un canto universal”. El canto con caja es una práctica social, cultural y musical de los pueblos andinos, de carácter ritual, sagrado y festivo. En nuestro país, Argentina está presente en todo el noroeste. Es un canto ancestral y primigenio, que aún hoy prevalece, donde intervienen la voz, la melodía, y la percusión a través de un tambor de mano de doble parche precolombino, denominado caja. Antiguamente se cantaba en lenguas originarias, luego de la conquista se adoptó la copla como fórmula poética para cantar en castellano, a excepción de Santiago del Estero donde eventualmente se lo canta en quichua santiagueño. El canto y la caja ejecutados en simultaneidad desatan la reserva natural del coplero y su comunidad en unidad con el universo, reflejando los siglos que se vienen ejecutando con una técnica de expresión milenaria y poderosas melodías. Canto comunitario de alma colectiva, compuesto por tres especies básicas: baguala, tonada y vidala, cada una de las cuales tiene sus propias características y particularidades, según estudios de etnomusicólogos, investigadores y recopiladores que después de escuchar y recolectar todas las formas en todos los ámbitos geográficos donde se lo ejecuta, han llegado a esta taxonomía. Sin embargo sus cultores no lo definen desde esta perspectiva musical sino desde su arte verbal: la copla, “yo canto coplas” o “yo soy coplero” suelen decir y así definen a este género del “2019 - Año de la Exportación” Canto con Caja; y la oralidad es su método de transmisión y aprendizaje. Los paisajes donde aún hoy se sigue ejecutando estas especies son: valles Calchaquíes (de Tucumán y Salta), quebrada y puna (de Salta y Jujuy), serranías de La Rioja y Catamarca y en el monte santiagueño y chaco salteño. Son especies líricas que responden a patrones muy diferentes a los tradicionales occidentales en cuanto a la estética, el modo de afinar, colocar y emitir el sonido de la voz y su forma de ejecución. Grandes corrientes de la educación vocal y escuelas de canto, ubicaron al Canto con Caja en la marginalidad, como un pseudo género folclórico, sin una técnica acabada o determinada. Sin embargo son esos elementos y matices propios de los cantos originarios de nuestra tierra los que hacen del Canto con Caja un género musical con una gran riqueza y valor para nuestra identidad cultural, y para mantener viva la memoria, el pasado y el presente de las comunidades que habitan estos territorios andinos y la siguen practicando. En este proyecto proponemos tomar el nombre de “Canto con Caja”, con el cual comprendemos todas sus especies, las que se cantan en forma colectiva, esto es, en comparsa, y los solistas y dúos. Además de este valioso descubrimiento –y trabajo, la carrera musical de Leda fue extensa y variada. En 1950 estaba dando clases de filosofía en Costa Rica y se conocieron con María Elena Walsh a través de cartas, y decidieron juntas viajar a Europa en un barco. Allí en esos dos meses de viaje le pasó una cantidad de repertorio a María Elena y una caja, así formó el dúo folclórico Leda y María, y se radicaron en París, actuando en diversas ciudades europeas y grabando dos discos Chants d’Argentine (1952) y Sous le Ciel de l’Argentine (1955). En 1956 y en pleno éxito del dúo en la movida bohemia y cultural parisina, ambas deciden retornar al país, donde realizaron giras y grabaron discos, entre ellos el titulado Canciones del tiempo de María Castaña (un compilado de antiguas canciones folclóricas españolas), y Entre Valles y Quebradas (I y II) con repertorio folclórico argentino de tradición oral. En los años sesenta obtuvo una beca del Fondo Nacional de las Artes para proseguir sus estudios documentales y de este modo, con un modesto grabador "Geloso" recopiló la voz, la música y el canto tradicional de varios copleros como Gerónima Sequeida, Tomás David Vázquez, Marta Córdoba de Terán, Pepita Córdoba, Fulgencia Zerpa, Lucinda Quiroga, Angelino Corpus, Cachilo Díaz, Gallo Cruz, entre otros, y edita de modo independiente el Mapa Musical Argentino en “2019 - Año de la Exportación” vinilo y a pulmón, y casi 40 años más tarde logra cumplir el sueño de reeditarlos digitalizados, ampliados y reclasificados en Cd a través de Discos del Rojas y el sello Melopea. Con un grabador a cinta abierta, registró tonadas, cantos de los cerros, bagualas vallistas, vidalas de los montes y riojanas, y una variedad de especies y rarezas en 9 discos, que caso contrario se hubieran perdido para siempre. Lo que le valió el Primer Premio Nacional de Etnología y Folklore en 1996. Su primer vínculo con los músicos de rock fue a través de Gustavo Santaolalla y su grupo Arco Iris por 1969, ella y su música fueron una influencia muy potente para la banda, lo mismo que su trabajo en esa misma época con José Luis Castiñeira de Dios y Susana Lago en el grupo Cabrakán, con quienes produjo un espectáculo “Folklore de Ranchos y Rascacielos” Junto a Anastasio Quiroga. A fines de los ’80 realizó un trabajo discográfico tendiendo lazos entre cantantes de rock, de proyección folclórica y alumnos urbanos de canto con caja, con cantores de campo, copleros originarios cultores de estas especies, grabando dos discos a puras voces y cajas, que son emblemáticos y marcaron un antes y un después en el ámbito de nuestra música de raíz y universal: Grito en el Cielo I y Grito en el Cielo II que fueron presentados en el Teatro Nacional Cervantes, en dos funciones memorables a sala repleta. Esto produjo un acercamiento de estos repertorios a las nuevas generaciones, y marcó una tendencia a empezar a descubrir estos yacimientos musicales casi invisibilizados por el sistema. A principios de los ’90 hizo lo propio con América en Cueros, donde puso en diálogo dos repertorios de cantos colectivos con tambores, constitutivos de la cultura musical de América. Formaron parte de estas cruzadas Fito Páez, León Gieco, Gustavo Cerati, Pedro Aznar, Fabiana Cantilo, Federico Moura (por el mundo del rock) y Raúl Carnota, Suna Rocha y Liliana Herrero (por el mundo de la proyección folclórica) entre otros. La cualidad innata para la combinación llevó a generar sonidos con texturas que, hasta ese momento, parecían incompatibles. Por esa forma que tenía Leda de generar nuevos sonidos es que León Gieco la recuerda como una de las transgresoras más importantes del país, y también como una defensora de nuestra cultura ancestral y autóctona.