TEMAS LITERARIOS ESPAÑOLES EN RELACIÓN CON LA LITERATURA UNIVERSAL El elixir l a r g a v i d a , d e Ho n o r é d e Ba l z a c , o t r a v u e l t a d e t u e r c a a l m i t o d e Do n Ju a n

Fe l i pe GONZÁLEZ ALCÁZAR. Universidad Complutense.

RESUMEN: En este artículo se van a describir los motivos o tópicos del donjuanismo a través del relato de Balzac El elixir de larga vida, que presenta un modelo de donjuanismo específico del Romanticismo.Palabras clave: Honoré de Balzac; El elixir de larga vida; Don Juan; motivos literarios. Abstract: This article contains an explanation of Don Juan’s motives or topics in L’élixir de longue vie, written by Honoré de Balzac, in order to describe the specific pattern of this literary myth inside this short story. Keywords: Honoré de Balzac; L’élixir de longue vie; Don Juan; literary motives.

onoré de Balzac situó El elixir de larga vida H(1830)1 dentro de los Estudios filosóficos de La Comedia Humana . Se trata de una narra- ción breve, previa a la consagración pública del aún joven novelista, nacido en 1799, cu- yos rasgos generales permiten su clasificación dentro del cuento o relato fantástico, muy de moda en Francia en aquellos años de apogeo de un Romanticismo que ya había producido sus mejores frutos en Alemania o Inglaterra en las décadas anteriores . Con todo, no será la única ocasión en que Balzac cultive la temática fantás- tica durante estos primeros años de la década de los 30, alcanzando gran notoriedad con su primera gran novela, La Peau de chagrin (1831)2 . Persiste en un principio, por tanto, un interés decreciente en el escritor francés por estos as- pectos fantástico-narrativos en la ambientación, los argumentos y los personajes . En el caso con- creto de El elixir de larga vida, Balzac recrea el personaje de Don Juan, protagonista de un mito literario cuya significación y enraizamiento en la cultura occidental sigue produciendo hoy, aunque atenuadamente, tanto debates críticos como obras creativas, contándose más de 1 000. adaptaciones desde la celebrada comedia de Tirso de Molina, El burlador de Sevilla y Convi-

1 citaré L’élixir de longue vie, publicado por primera vez el 24 de octubre de 1830 en la Revue de Paris, por la reciente traducción española de Mercedes López-Ballesteros en Honoré de Balzac, El coronel Chabert seguido de El verdugo, El elixir de larga vida y La obra maestra desconocida, Barcelona, Realm of Redonda /Reino de Redonda, S . L ., 2011, pp . 125- 161 . En francés podemos remitir a la muy accesible de París, Gallimard, 1980, en el tomo XI de las Oeuvres complétes de Balzac en la colección de La Pléiade . También es posible acceder como recurso informático mediante la edición de 2008: [http://www .v1 .paris .fr/musees/balzac/furne/notices/elixir_de_longue_vie .htm] . 2 Sobre esta etapa de relatos agrupados en torno al horror y lo fantástico puede consultarse el artículo de María Teresa Lozano Sampedro, “La estética del horror en tres relatos fantásticos de Honoré de Balzac”, Çedille. Revista de estudios franceses, 4, 2008, pp . 179-202, agrupando su estudio en torno a La piel de zapa, Melmoth reconciliado (1835) y El elixir de larga vida .

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El elixir l a r g a v i d a , d e Ho n o r é d e Ba l z a c , o t r a v u e l t a d e t u e r c a a l m i t o d e Do n Ju a n dado de Piedra (1613), si somos rigurosos y nos pervivencia entre duelos, brumas otoñales, olvidamos de las fuentes, ya clásicas, folklóricas castañas y huesos de santo, parafraseando a o propiamente dramáticas3, en cuyo caso la cifra Joaquín Casalduero . No es extraño leer, en la quedaría ampliamente superada . esfera de la crítica literaria, el reconocimiento El personaje de Don Juan, sus rasgos, de que las implicaciones de este mito literario dichos y hechos, son un elemento represen- son a menudo más profundas que las obras a tativo de los temas españoles en la Literatura que ha dado origen . Las aportaciones españo- Universal . Ya se trate de la ambientación, de las de los siglos XIX y XX, sin ir más lejos, casi los espacios o del mismo nombre del pro- han palidecido por el simple contacto con la tagonista –perturbado apenas por el Don obra de Zorrilla, ya se trate de personajes muy Giovanni de Da Ponte popularizado por la cortados a su imagen, como el Álvaro Mesía ópera de Mozart–, es inevitable la conexión de La Regenta, o cargados de intelectualismo con España y lo español, muchas veces sim- antirromántico, como en Azorín, Unamuno plificadamente en esa sospechosa concepción o Pérez de Ayala . Solo el modernismo esti- en términos de excepcionalidad europea, lístico y los rasgos de feudalismo galaico del en ocasiones peyorativa, de nuestra aporta- Bradomín de Valle superan en algo la prueba ción artística al mundo; a ratos envidiada, a comparativa, no el modelo . Mayor atención ratos desprestigiada, por las mismas causas . puede despertar en nosotros la lectura crítica Además, para nosotros como españoles, Don o paródica, desde Adelardo López de Ayala Juan se encuentra altamente mediatizado por (1863) hasta Torrente Ballester, pasando por el drama de Zorrilla, estrenado en 1844, cu- Echegaray, Martínez Sierra, los Machado, yas interpretación y adaptación del personaje Jardiel Poncela o Dionisio Ridruejo . Por no todavía son discutidas en tanto al empobreci- hablar de cierto sonrojo imposible de evitar miento –o infantilización- del aspecto teoló- hoy a causa de las ideas trabajadas por el en- gico respecto del original tirsiano o en cuanto sayismo español de la primera mitad del siglo a un hallazgo dramático inesperado; todo ello XX, tan pródigo en explicaciones psicológicas pese a su notabilísimo éxito y popularidad cuanto extraliterarias, para las cuales el Don hasta casi nuestros días, y a su excepcional Juan por excelencia de Zorrilla ya no pasaba

3 En un primer momento, era inevitable buscar los orígenes de este famoso drama en fuentes literarias cercanas dentro del proceso de influencias y relaciones propio de la crítica positivista decimonónica, ya fuesen Arturo Farinelli, Víctor Said Armesto, G . Gendarme de Bévotte, J . Bolte, José R . Lomba y Pedraja o Blanca de los Ríos, que incluso rastreó en busca de personajes históricos de la pujante Sevilla del Siglo de Oro hasta dar con un cronológicamente imposible Miguel de Mañara . El aspecto folklórico o tradicional quedaba más emparentado con la mujer transformada en esque- leto o la leyenda de la cena con un cadáver (casi siempre solo con la calavera) en forma de desafío impío o burlón, como relata Ramón Menéndez Pidal en su conocidísimo “Sobre los orígenes de El convidado de piedra” (1906), cuya referencia a la segunda parte del título ya nos señala el interés del crítico en resaltar un elemento del par del título . El personaje es tan pródigo en posibles referencias que incluso Juan Gil, en su recientísimo discurso de ingreso en la Real Academia Española (29-X-2011; puede leerse íntegro en la página web de la Academia [http://www rae. es]). ha buscado su pares –Jasón, Teseo, Paris, Eneas– en el mundo grecolatino, justificando así el renacido interés de la crítica moderna en la figura del burlador y sus relaciones amorosas (conquistadas o falsamente conquistadas mujeres), parejo con el ele- mento puramente transterrenal y fantástico . . Para las interpretaciones modernas de Don Juan, por ejemplo, J . Rousset (1978), G . Macchia (1966) o Arcadio Baquero (1966), el elemento demoníaco es inseparable de la caracterología de este conquistador, epítome de un modelo de sexualidad en reconstrucción: por la inclusión personajes femeninos en el mismo nivel, por identificación con un tipo de patriarcalismo denostado o en duda, por enmascaramiento de su condición . . En cualquier caso, la riqueza de sugerencias, matices y adherencias creativas y críticas, en algunos casos muy exageradas y desligadas completamente del modelo literario, convierten cualquier bibliografía, siquiera orientati- va, en un imposible tentacular que abarca desde la psicología a las ciencias ocultas .

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El elixir l a r g a v i d a , d e Ho n o r é d e Ba l z a c , o t r a v u e l t a d e t u e r c a a l m i t o d e Do n Ju a n de simple juguete cómico, impulsado por un Molière (1665), La Rose (1669) o Corneille vitalismo arrollador4 . (1677), coincidieron en resaltar la importan- Sin embargo, lo que despertó el interés cia del convite a la estatua del Comendador, en el joven Balzac fueron las actualizaciones de luego el elemento sobrenatural, como princi- El Burlador de Sevilla en la literatura románti- pal reclamo6: L’ateista fulminato, Il convitato di ca fantástica y de horror, por tanto, un tema pietra, Le festin de Pierre . . La dieciochescas, en que mezcla lo sobrenatural, lo demoníaco, lo principio, con Goldoni (1736) a la cabeza, se morboso, lo cruel, lo nocturno, lo abiertamen- apoyaron más en el libertinaje elegante, como te sexual, lo que desafía la autoridad y a la fe, antes Shadwell (The Libertine, 1676) . Balzac re- lo anticlerical, lo exótico temporal y espacial cibe, en cualquier caso, una herencia ya muy (para la Europa no mediterránea, quizás) . ,. en rica pero también expandida y literariamente definitiva, un modo de escribir propio de una libre, por modas y épocas diversas . interpretación escorada pero pertinaz y popular Hay en la temática del Burlador, por lo en el Romanticismo . Tras El elixir de larga vida demás, una serie de elementos estructural- los Don Juanes que se vislumbran son los de mente complejos y de suma importancia para E T. .A . Hoffmann (1813) y Lord Byron (1823), el comparatismo, ya que muchos de estos ele- junto con las muy cercanas visiones sobrena- mentos básicos para explicar la relación e im- turales de Charles Nodier, el reverendo Matu- pregnación de unas obras con otras se encuen- rin y los múltiples Faustos románticos desde tran alojados y confluyen en obras que tienen Goethe, y toda la ambientación ultraterrena del como protagonista a Don Juan: leyenda, mito, goticismo y del gusto por el horror como moda motivo, tema, arquetipo, tipo, rasgo, imagen, literaria5 . Más aún, casi toda la amplia gama símbolo y tópico . Por lo pronto, no pueden de Don Juanes en el teatro francés e italiano, significar lo mismo aunque sí señalan términos desde las prontas adaptaciones anónimas ita- e instrumentos críticos demasiado incluyentes lianas hasta la primera gran generalización con a veces y con fronteras muy poco marcadas .

4 Las explicaciones puramente filológicas, literarias o de vida literaria, suelen contener otro tipo de sugerencias . Puede leerse, por ejemplo, “La estrangulación de Don Juan” (1935), de José Ortega y Gasset, divulgador en España de las teo- rías alemanas sobre el existencialismo donjuanesco, con notables aportaciones sobre la españolidad de la obra de Zorrilla y sobre su inmensa popularidad, así como razonado sobre el hecho de establecer la causa de su cercanía en un platónico (re)conocimiento: “En esto se origina esa extraña comodidad que todos sentimos al presenciar el drama de Zorrilla, y la causa radical de que sea tan popular, tan nacional . Nos canta y nos cuenta lo consabido; es decir, que no sólo cada uno sabe ya desde siempre toda la historia, sino que cada uno sabe que la saben también los demás .”, en Obras completas, Madrid, Taurus /Fundación José Ortega y Gasset, 2004, tomo V, p . 386 . 5 Recordemos que el debate sobre la moda romántica no se encontraba superado ni mucho menos en los años 30 del siglo XIX . Un poco más elaborada y anterior cronológicamente en Francia que en nuestro país, la reacción antirromán- tica fue tanto literaria como política . La actitud satírica ante los “excesos” de la nueva escuela queda mediatizada por su carácter paródico . Recuérdese la sátira del poeta romántico como el vesanus poeta del final de la Epistula horaciana o estos mismos versos del poema didáctico de Antonio Ribot y Fontseré: “Lejos de mí la absurda tolerancia / de soportar demonios a docenas / y llenar el proscenio de fantasmas / como si fuese mágica linterna . / Ni a los paletos embobar pretendo, / . . ”, en Emancipación literaria, Barcelona, Oliva, 1837, p . 48; no muy alejados de aquellos otros famosos versos, antífrasis de la nocturnidad goticista, de La desesperación de Espronceda, por otro lado creador de un -poéticamente soberbio- Don Juan en Félix de Montemar, que Ortega recuerda jocosamente que vendían en la Puerta del Sol “por una perra gorda” hasta casi los años 50 del siglo pasado: “Me gusta un cementerio / de muertos bien relleno, / manando sangre y cieno / que impida el respirar; / y allá un sepulturero / de tétrica mirada / con mano despiadada / los cráneos machacar ./ . . ” 6 En el caso español también era usual como en la refundición de Zamora (1744, aunque escrito entre 1714-15) No hay deuda que no se pague y convidado de piedra . José Zorrilla prefiere centrar su reclamo en el protagonista:Don Juan Tenorio. Drama religioso-fantástico en dos partes, Madrid, Imprenta de Repullés, 1844 .

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El elixir l a r g a v i d a , d e Ho n o r é d e Ba l z a c , o t r a v u e l t a d e t u e r c a a l m i t o d e Do n Ju a n

Hay, en efecto, un tema donjuanesco, o quizá elementos inalterables o cuya ausencia crea en dos, ateniéndonos al par de su título original: los receptores sospecha e interrogación al co- la seducción y el desafío/enfrentamiento con nocer el desarrollo completo . En El elixir. . . no la religión y lo sagrado . Hay imágenes donjua- falta la ambientación ítalo-española (Ferrara, nescas y leyendas, junto a rasgos determinan- Roma, San Lúcar), el nombre del protagonis- tes de un arquetipo donjuanesco . No obstante, ta (don Juan Belvidero), ni sus caracteres pri- su función es distinta, cumplimentada por el mordiales (seductor desenfrenado, mujeriego, hecho de que la naturaleza literaria es la base descreído . . ), ni la presencia de lo sobrenatural que la alimenta, su sustento y, por tanto, no religioso . Al resumir los hitos de esta trama depende de un trasfondo histórico, sacro o an- podría bastarnos en esencia: Don Juan Belvi- tropológico, como los mitos tradicionales . En dero es un noble joven italiano, que vive entre El elixir de larga vida subyacen y se reincorpo- finales del siglo XV y primeros del XVI, dedi- ran motivos sustanciales de Don Juan, elegidos cado entre orgías y fiestas a esperar la muerte y seleccionados desde una concepción, moda de don Bartolomeo, su anciano y viudo padre, literaria y criterios particulares, criterios que para heredar sus posesiones . En el momento quizás ayuden a formar un conjunto de rasgos de la agonía, el padre le hace llamar para pe- similares a los que conforman, por su generali- dirle que en el instante posterior a su muerte zación, un tópico literario . le extienda un elixir que le permitirá volver a Balzac no es el primero que adapta el per- la vida . Don Juan, al sucederse el óbito, prueba sonaje de Don Juan al género épico-narrativo, la fórmula en el ojo del padre, retornando este más concretamente al relato corto, pero ello a la vida, y después, comprobando la certeza implica no solamente una estructuración dife- del elixir, prefiere reservarlo para su propio rente, ya que la voz del narrador y su punto momento final . Así, transcurre su existencia de vista impregnan la lectura de un elemento con la perspectiva de una larguísima estan- no consustancial a la dramática, sino también cia entre los vivos, viviendo las situaciones la fortuna de un tema cuyos rasgos, motivos usuales del personaje: conquistas, crueldades, literarios sobre todo, pue- descreimiento, desafíos al den pasar de la represen- En El elixir de larga vida poder establecido . . , aca- tación a la narración con subyacen y se reincorporan bando por vivir en España grados de fidelidad . En el motivos sustanciales de y casarse con una joven personaje hay unos rasgos Don Juan, elegidos y andaluza, doña Elvira, de marcados desde la físico a seleccionados desde una la que tuvo a Felipe, su lo moral que acepta gra- único hijo . Toda su vejez dos de manipulación: si en concepción, moda literaria fue una preparación para Tirso de Molina el Tenorio y criterios particulares [ . ]. el instante supremo en el es un personaje negativo que, como hizo su propio y retador, la malignidad no implica los ras- padre, revela a Felipe las propiedades y las ins- gos demoníacos en que se van a deleitar los trucciones para volver a la vida y rejuvenecer partidarios de las nuevas escuelas . Condenar- por medio del elixir . Trágicamente, la fuerza se al infierno no es lo mismo que poseer una del elixir, extendido en el brazo y la vivificada naturaleza infernal . La construcción de este cabeza de don Juan, asustan a Felipe que deja nuevo Don Juan decimonónico sugiere que las caer el frasco perdiéndose el líquido mágico . invariantes -a decir de Rousset o de Étiemble- El fracaso a medias hace creer que se trata de temáticas, también se dotan de unas posibles un hecho milagroso que la credulidad católi- individualizaciones, variaciones sobre unos ca española prefiere juzgar prueba de santidad

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El elixir l a r g a v i d a , d e Ho n o r é d e Ba l z a c , o t r a v u e l t a d e t u e r c a a l m i t o d e Do n Ju a n del difunto Belvidero . En su ceremonia de ele- luminoso del problema de la pervivencia en- vación a los altares, el brazo y la cabeza toman tre los vivos tras la muerte adquiere un matiz vida propia ante el estupor del gentío congre- que la urbanidad parisina de 1830 habría de gado, en un sangriento final en el que la cabeza soportar a duras penas . El molde donjuanesco, se desprende del cadáver en medio de insultos sin embargo, puede alojar sin problemas esta sacrílegos, para monstruosamente culminar huida ficcional hacia el verosímilmente acep- mordiendo “la sesera” del abad que oficiaba la tado mundo de espectros, credulidades y vita- ceremonia al grito de “−Imbécil, ¿con que hay lismo enardecido de la Italia renacentista o de un Dios?” (2011: 161) . la España siempre imaginariamente tridentina, El Don Juan de Balzac no es memorable santurrona y oscura bajo un ardiente sol7 . No por la carga erótica del modelo . Sus conquis- obstante, el novelista galo prefiere que el lector tas y sus burlas de amor empalidecen ante la conozca de primera mano la intentio auctoris implicación ultraterrena de su voluntad de su- al presentar un prefacio (2011: 127-130), que pervivencia, ante la faustización, perdóneseme curiosamente ejercía de moraleja final en la edi- la expresión, principal recurso sobre el que se ción primera de la Revue de Paris, tratando de forjarán el resto de los rasgos llamativos que lo relativizar el motivo del relato en una especie definen . No hace falta profundizar demasiado de deuda literaria con un amigo muerto y con en la estética romántica para justificar este pro- una fantasía “publicada en algún almanaque de ceso y este gusto . Baste un breve paseo por las Alemania y olvidada” de Hoffmann −Die Elixie- sugestivas páginas de la Estética de lo feo (1853) re des Teufels (1815), traducido al francés en de Rosenkranz para convencernos del poco in- 1829−, “inocente préstamo” (llamo la atención terés que despertaba la faceta burladora de un sobre la identificación, que un representante simple pecador lujurioso, quizás un rijoso im- de la mitocrítica llamaría diurna-distanciadora, penitente, ni siquiera un perverso sexual, que con “el bueno de La Fontaine”), no justificado los convencionalismos didácticos del pensa- por imperativos de la edad (“Lo que sigue no miento organizado desdeñaban frente al matiz fue una de esas bromas de moda en 1830, épo- criminal, grotesco y monstruoso de un trans- ca en la que todo autor cultivaba lo atroz para gresor de leyes humanas y divinas, naturales complacer a las jovencitas”) sino por el mate- o culturales, cuyo afán de supervivencia sobre rialismo de las sociedades burguesas expresado todas las cosas le semejaba al Fausto de Goethe, en , muy divulgado entre a sus pares infernales (Frankenstein, por ejem- la filosofía político-económica del siglo XIX en plo), o a aquellos que se someten a algún pac- tanto conservadurismo económico: “Toda la to también infernal (Melmoth, el Rafael de La civilización europea se basa en la HERENCIA piel de zapa o Dorian Gray, como señala Lozano como en torno a un eje . ”. No quiero insistir Sampedro en su artículo arriba citado) . No obs- en las causas de este contraste, explicado más tante, el novelista francés se muestra demasia- por la inclusión de este relato en los Estudios do atento al fondo irreal, de cierta comicidad filosóficos que escasamente incide en la progre- desbordante en la lectura de una trama deu- sividad de la construcción donjuanesca . dora del dramatismo y el exotismo temporal y La trama comienza en el palacio de Ferra- espacial . La intelectualización, el razonamiento ra donde don Juan Belvidero celebra, “en mi-

7 curiosamente, el citado Rosenkranz hace referencia a un gusto popular en la representación de diablos en el Medievo de larga perduración en Francia: “Los parisinos han sabido diseñar con garbo el elemento diabólico con dibujos encan- tadores, las llamadas «diableries», imágenes fantásticas de sombra del tipo de las «ombres chinoises» . Estas también son sucesoras de las caricaturas a las Brueghel-Callot-Hoffman que los franceses se han encaprichado en considerar auténtico romanticismo .”, en Karl Rosenkranz, Estética de lo feo, s . l ., Julio Ollero editor, 1992, p . 371 .

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El elixir l a r g a v i d a , d e Ho n o r é d e Ba l z a c , o t r a v u e l t a d e t u e r c a a l m i t o d e Do n Ju a n tad del invierno”, una de sus suntuosas fiestas cos, tienen parecido con la atmósfera gótica con amigos y siete “cortesanas” . Evidentemen- que rezuman las descripciones del cuarto y del te no hay nada seductor en ser un joven rico agonizante: frecuentador de meretrices, por muy “relu- cientes de oro y cargadas de alhajas”, en un pa- Una lámpara colocada sobre una mesa de he- lacio suntuoso, en mitad de una sala ricamente chura gótica arrojaba, a intervalos desiguales, adornada . La ambientación es propicia, sin oleadas de luz más o menos fuerte sobre el embargo, para el contraste de los excesos de la lecho y mostraba así el rostro del anciano bajo vitalidad con la presencia de la muerte y de la aspectos siempre distintos . El frío silbaba por crueldad filial como engarce entre ambas: “sólo las ventanas mal cerradas, y la nieve, al azotar hay un padre eterno en el mundo y la desgra- las vidrieras, producía un ruido sordo . [ . . ]: cia quiere que me haya tocado a mí en suerte” . las facciones estaban descompuestas, la piel Ciertamente los desafueros y tremendismos de fuertemente pegada a los huesos tenía colo- la vida de los Don Juanes causa la muerte de raciones verdosas que la blancura de la almo- la figura paterna por disgustos, por desespe- hada sobre la que el viejo descansaba volvía ración, por hartazgo o por desprecio . Y es en aún más horribles; contraída por el dolor, la mitad de lo más profundo de una fiesta apura- boca entreabierta y desdentada dejaba escapar da hasta el fin (“las flores ya estaban ajadas, los algunos suspiros cuya energía lúgubre estaba ojos se extraviaban y la ebriedad llegaba, según subrayada por los aullidos de la tormenta . la expresión de Rabelais, hasta las sandalias”) (2011: 136-137) cuando la MUERTE, impresa con mayúsculas, se presenta desluciendo los colores festivos y Nada está perdido cuando don Juan aún sofocando las risas de los convidados . Camino es capaz de sentir algún síntoma de vergüen- de su encuentro, el narrador subraya el con- za al acercarse al lecho de muerte del anciano traste de la vida que han llevado el hijo y el pa- “con un ramillete de cortesana sobre el pecho dre, adelantando muchas de las circunstancias y trayendo las fragancias de una fiesta y los de la vejez andaluza de don Juan: matrimonio aromas del vino .” Pero la verdadera condición maduro a los sesenta años, diabólica reside en el an- hijo único, soledad busca- Balzac no tiene espacio ni ciano al revelar a su disi- da . Aparentemente la vida la necesidad de detenerse pado retoño que toda esa de Bartolomeo Belvidero en detallar los lances vida austera, escondida en guarda un contraste con amorosos de su Don Juan, la sombra, raquítica, era la de su hijo y sin embar- en el fondo un subterfugio go la condición satánica de ni tal vez suponga una para ocultar una verdad ambos corre pareja aunque obligación narrativa [ . . ] sacrílega: “Dios soy yo” uno comiera “siete onzas de (2011: 139) . pan al día y bebía agua”, mientras el otro “daba Balzac no tiene espacio ni la necesidad de fiestas suntuosas” . Hasta el momento supremo detenerse en detallar los lances amorosos de del encuentro con la muerte del padre, don su Don Juan, ni tal vez suponga una obligación Juan es únicamente un hijo “malcriado”, con narrativa ya que la literatura había proporcio- sus rabietas y sus caprichos, al que Bartolomeo nado al lector toda la carga necesaria de rasgos dejaba hacer con un consejo burlón: “« . . co- conocidos que se asumían propiamente . Ante mete sólo las tonterías que te diviertan» .” la experiencia suprema que transgrede las leyes Ni las tabernas y lupanares, ni los casones de la vida, esos amoríos conforman un catálogo ni los cementerios, ni los salones diecioches- de conquistas, una lista desprovista de la gra-

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El elixir l a r g a v i d a , d e Ho n o r é d e Ba l z a c , o t r a v u e l t a d e t u e r c a a l m i t o d e Do n Ju a n cia escénica que consagrará casi quince años de esta dilapidación de los secretos después la facilidad versificatoria de Zorrilla . de la Iglesia, pero estoy autorizado a revelar La muerte y la posibilidad de volver a vivir, la este misterio a mi hijo in articulo mortis . [ . . ] transmutación del hombre en ser monstruoso Me despojarás de mi ropa y, mientras recitas y diabólico es el eje narrativo de El elixir..., cen- Pater y Ave elevando tu alma a Dios, cuida- trado en tres momentos cíclicos, tres nudos de rás de humedecerme, con esta agua santa, los consistencia por donde transpira hondamen- ojos, los labios, toda la cabeza primero y lue- te la carnalidad esencialmente dramática del go, sucesivamente, las extremidades y el cuer- donjuanismo, personaje cuya vida, a despecho po; pero, hijo querido, el poder de Dios es de Balzac, no está junto a un lecho mortuorio tan grande que de nada habrás de extrañarte . ni en un reservado palaciego, sino que es el (2011: 154-155) patio, es la taberna, la reja del convento desde fuera, es en definitiva la propia calle o, en su El cuidado escénico en la elección del mo- defecto, el escenario de un teatro, frente a to- mento supremo e incluso la educación de Fe- dos, en boca de todos, contra todos . lipe, al amparo de una madre que iba a hacer Este primer clímax dramático avanza con- brotar en él el mismo tipo de religiosidad cré- forme Bartolomeo oye los sonidos de la fiesta dula e temerosa, el lecho mortuorio al lado de a lo lejos y se regocija de poder disfrutar de la misma mesa gótica en cuyo cajón de resorte nuevo de los placeres de la vida revelando la oculto por un grifo Bartolomeo había guardado existencia del frasco milagroso a su hijo con el elixir en su momento . . ; nada de ello fue pla- cuyo líquido habrá de frotar su cuerpo tras el neado para impedir el pavor de Felipe ante la fin . La perplejidad de don Juan carece de lí- vida recobrada en el brazo de su padre . La pér- mites y a solas con el cuerpo paterno, horas dida del líquido milagroso preanuncia un final después, decide probar con un paño húmedo horrendo en que la cabeza de don Juan recobra de líquido untando con él un ojo de Bartolo- la juventud perdida unida a un cuerpo inerte . meo, que parece cobrar vida, que le amenaza, La credulidad española hizo el resto, y el abad que le grita incluso . . No hace falta desperdi- de Sanlúcar, “deseoso de incrementar sus ren- ciar más, a pesar del temor tas”, ordenó la canonización y el espanto, cubriendo el La muerte y la posibilidad en su monasterio de San ojo con un paño, don Juan de volver a vivir, la Juan de Lúcar: “Ante esas lo aplasta, “pero sin mirar- transmutación del hombre palabras, la cabeza hizo lo” . El segundo momento en ser monstruoso y una mueca bastante guaso- climático se cumple con la na .” (2011: 156) propia muerte de don Juan, diabólico es el eje narrativo El tercer clímax argu- plena de ironía romántica, de El elixir... [ . . ] mental, durante este acto para la que se ha estado de canonización súbita de preparando desde su boda tardía . Al contrario don Juan Belvidero, resalta la tendencia a la que Bartolomeo, don Juan prefiere no confiar ambientación andaluza que Balzac quiere pre- en un hijo libertino sino en uno mejor que él . sentar, en la que no falta la antigua mezquita Razona, piensa, argumenta con elementos apa- convertida en iglesia (aunque sí falte la antigua rentemente píos: iglesia hispanorromana o visigoda convertida en mezquita después o el templo pagano an- Soy un gran pecador . Por ello he pensado du- terior –de las varias creencias que nos pobla- rante toda mi vida en mi muerte . En su día ron), el colorido de las gentes, la galanura de fui amigo del papa Julio II . [ . . ] He guardado los jóvenes (“con ojos de fuego”), las beatas,

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El elixir l a r g a v i d a , d e Ho n o r é d e Ba l z a c , o t r a v u e l t a d e t u e r c a a l m i t o d e Do n Ju a n los ignorantes y el desbordante boato del ce- conocimiento asegurador de una perennidad remonial católico ante cuyo Te Deum la cabe- humana y terrenal . La vuelta a vida, la posibili- za demoníaca reaccionará primero con ironía, dad de un eterno retorno, justificará el frío des- después con una “pavorosa carcajada”, y más apasionamiento de la conquista, ahora sí, del adelante con maldiciones e insultos a los fie- sempiterno burlador, la causa aparentemente les y al oficiante (“carajos demonios” y el más ilógica, sin un estudio detallado del psicolo- anatómico “O coglione”, suerte de barbarolexis gicismo dieciochesco de causas y sensaciones, entre el elegante francés de Balzac) hasta el de la necesidad de intrínseca a Don Juan de la enervante, sangriento y canibalesco final . conquista amorosa sin pausa ni concierto: Siendo estas tres situaciones cenitales lo más relevante de la acción narrativa, hay un . ;. porque, semejante a la Muerte, ahí por donde cuarto momento, que además impregna de pasaba lo devoraba todo sin pudor, ansiando un manera subterránea el todo relato, y es la pecu- amor de posesión, un amor oriental de placeres liar personalidad donjuanesca del don Juan de largos y fáciles . Al no amar sino a la mujer en El elixir. . . Sin llegar a transformarse en una im- las mujeres, se construyó con la ironía un porte posible Bildungsroman dada la extensión del re- natural para su alma . Cuando sus amantes se un lato, asistimos, entre la muerte de Bartolomeo lecho para subir a los cielos, donde se perdían y el retiro en los cuarteles de invierno españo- en un éxtasis embriagador, don Juan las seguía, les, a la transformación de Belvidero, un joven grave, expansivo, ligero, como sabe serlo un es- disoluto, en un verdadero personaje literario a tudiante alemán . (2011: 147) cuyo modelo se atiene Balzac sin reservas: Va adquiriendo a cada pincelada un aspecto Su mirada profundamente escrutadora pene- cada vez más reconocible: el amante exquisito, tró el principio de la vida social y abarcó el el estratega del amor (“Sabía admirablemente mundo con tanta mayor facilidad cuanto que bien dejarse arrastrar por una mujer”), el egoísta lo veía a través de una tumba . Analizó a los impenitente, el arrojado pendenciero (“Pero tam- hombres y las cosas para acabar de una vez bién sabía bramar cuando tocaba, desenvainar su por todas con el Pasado, espada poderosa y derribar representado por la Histo- [ . ]. desechó de sí toda a los comendadores”), en ria; con el Presente, confi- trascendencia y toda restric- suma, el burlesco ironis- gurado por la Ley; con el ción sentimental para ahor- ta (“Había algo de burla Futuro, desvelado por las mar su nueva personalidad en su sencillez y de risa en Religiones . Cogió el alma y sus lágrimas . ”);. esto es, el la materia, las arrojó a un en una hechura diferente a la Don Juan extendido como crisol, no encontró nada, ¡y del resto de los hombres [ . . ] un mito literario, aparente- a partir de entonces se con- mente acabado en Tirso y virtió en DON JUAN! (2011: 146) después enriquecido por las capas de continuos matices que se avienen a los motivos presentes en La perspectiva de una vida larga le alejó, la figura protagonista y los designios de la trama por tanto, de los temores de la muerte y de las impuesta: seducciones poderosas e infinitas, ca- imposiciones de las leyes humanas y de la divi- racteres dramáticos desaforados, lances, desafíos na . Por tanto, desechó de sí toda trascendencia a la autoridad, experiencia frontal con la muerte y toda restricción sentimental para ahormar su y la vida transmundana, y la moraleja piadosa nueva personalidad en una nueva hechura di- de un castigo inevitable al pecador impenitente ferente a la del resto de los hombres, debido al (con la muerte o con la pérdida del vigor) . Y todo

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El elixir l a r g a v i d a , d e Ho n o r é d e Ba l z a c , o t r a v u e l t a d e t u e r c a a l m i t o d e Do n Ju a n ello en un espacio alejado en el tiempo y resuelto frenado y absoluto, cuya burla “abarca hombres, entre escenarios de espadachines, conventos, pa- cosas, instituciones, ideas” . El resumen perfecto lacios, cementerios, en un mundo de contrastes de la construcción de este extremo Don Juan se entre la luz meridional y la negrura nocturnal de ejemplifica con la conversación entre Belvidero y aparecidos y muertos . Belvidero llega a ser Don Julio II, que le pronostica irónicamente su pos- Juan por un aprendizaje basado en el conoci- terior canonización en un corto encuentro entre miento frío y calculado de todos los anteriores pecadores blasfemos durante la construcción de Don Juanes, como un “moderno Prometeo” que San Pedro . Así no falta en El elixir. . . el afán per- es además el ángel demoníaco que conserva aún durador del que levanta estatuas o edificios a una una esencia lumínica: “ . . se dio cuenta de que eternidad en la que no cree, como el papa Della las personas honradas de verdad, delicadas, jus- Rovere o el mismo Belvidero con la tumba de su tas, generosas, prudentes y valerosas no lograban padre, encargada a los mejores artistas que pudo consideración alguna entre los hombres ”. Litera- encontrar . tura dentro de la literatura, Balzac no duda en No obstante ello, los rasgos demasiado mostrar sus fuentes ya consabidas en un ejercicio humanos de don Juan Belvidero enmascaran de reflexiva intertextualidad: un cierta inconsistencia entre la impetuosa ga- llardía y el desprecio a la seguridad propia de Fue en efecto el tipo del Don Juan de Molière, los lances y aventuras donjuanescos . El retrai- del Fausto de Goethe, del Manfredo de Byron miento, la frialdad de sus decisiones, encajan y del Melmoth de Maturini . Grandes imágenes en el modelo del burlador pero no en el inte- trazadas por los mayores genios de Europa, y a lectualizado y frío calculador que ahorra para las que no les faltarán los acordes de Mozart ni su vejez –nuestro Don Juan es liberal, nunca tampoco, quizá, la lira de Rossini . (2011: 148) un avaro sedicente–, que proyecta una boda y después un hijo manipulable, y que parece Balzac confiesa sus fuentes directas y las haber olvidado las lecciones de la muerte de asume, no sin considerar su padre, igualmente ava- que su Don Juan es única- Balzac confiesa sus fuentes ro, previsor y fallido en su mente una imagen del tipo directas y las asume [ . . ] su propósito . Ni un hijo bon- eterno representado por el Don Juan es una imagen dadoso ni uno crápula son “Mal existente en el hombre capaces de cumplir seme- [ . . ] de las que vuelven a en- del tipo eterno representado jante pacto, la perduración contrarse en cada siglo algu- por el “Mal existente en el del padre sobre el hijo será nas copias”, esto es, que son hombre [ . ]. de las que una ley de la Naturale- literaturizaciones de figuras vuelven a encontrarse en za que ningún Don Juan históricas, arquetipización cada siglo algunas copias” deba cumplir, a no ser la de un modelo que se ha ma- ley divina en la redención terializado en diversas recreaciones reales e histó- por amor del Tenorio de Zorrilla, reservorio de ricas (en la verbosidad de Mirabeu, en la callada un catolicismo triunfante por la imagen de la energía de Bonaparte, en la ironía de Rabelais, en intercesora de los hombres, la mujer redentora la burla cruel a los hombres de Richelieu o de su o Virgen-madre . Aún así, la osadía de afron- contemporáneo Talleyrand, apenas oculto “como tar una eternidad de castigos infernales, por el más famoso de nuestros embajadores”) . Eso sí, increencia o por libérrima temeridad –acaso una imagen suprema y superior a todas las ante- matonesca-, le confiere un matiz de arrojo riores, a despecho de sus precedentes que toma- heroico-clásico que este Belvidero envejecido ron en serio algunas facetas en su vida, desen- y especulador no refleja .

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El elixir l a r g a v i d a , d e Ho n o r é d e Ba l z a c , o t r a v u e l t a d e t u e r c a a l m i t o d e Do n Ju a n

Los motivos son elementos partitivos en- paródicas pero su productividad permanece tre la cantidad posible de temas que ofrece la latente . Cuando coincide con los motivos re- literatura . En ocasiones, los tópicos literarios, petidos y aun manidos del donjuanismo hay no en su contexto retórico o persuasivo, se riesgo de confundir ambas instancias de la confunden con ellos al centrarse en lo situa- creatividad por la esclerotización del modelo . cional, en opinión del tematólogo Raymond Problema que, a mi juicio, radica en el origen Trousson, como una especie de materia prima estrictamente literario de este modelo, llevando del desarrollo temático8 . Valga como ejemplo la contraria a la escuela tradicionalista y de tan- este relato, en que motivos y tópicos llegan a tas teorías que explican el donjuanismo como dominar la estructuración de trama y perso- un producto característico de una civilización . najes hasta diluirse en el aspecto formal . Los El gusto por la variación, el elemento perso- elementos distintivos de Don Juan, por su par- nificador, en este caso de Balzac, sugiere que te, están enmarcados entre las costuras del héroe son los polos de la seducción abiertas y no están petrifi- en todos su grados, has- cadas por un relato deter- ta en la posesión satánica minante, por muy intere- para explicar tal grado de sante y acabado que fuera capacidad que implica en el hallazgo de Tirso . Tam- las seducidas la acción de poco se remite a un tema un poder infernal ante el específico sin el concurso cual es imposible luchar, de unos motivos concre- y, por otro lado, del ele- tos que pueden reorgani- mento religioso, por su zarse pero que imponen encuentro con lo sobrena- un retrato universalmente tural en forma de desafío conocido . La suma aña- a los muertos y de vincu- dida sugiere únicamente lación con lo sacro, causas el particular movimiento prioritarias de la transmi- hacia alguna de las signi- sión del mito literario y ficativas constantes que El su cohesión a lo largo del elixir . . contiene en tanto tiempo . Es preciso diferen- Honoré de Balzac, The Elixir of Long Life. eslabón de la cadena de ciar, pues, la presencia de Philadelphia: George Barrie & Son, 1897. Don Juanes . De ahí que la Autor: Édouard Toudouze. motivos recurrentes de la convergencia entre tópi- manifestación de unos elementos tópicos pese cos, motivos y temas obligue a replantearse el al grado de cercanía entre ambos . La tópica problema creativo de la productividad entre la es un caudal de recursos universales o por lo tradición y la originalidad como un modo de menos representativos de un espacio cultural conciliar ambos procesos . Quede, pues, para y de amplio recorrido diacrónico . Sus cambios otra oportunidad un estudio detallado de estos y evoluciones suelen consistir en inversiones tres factores . n

8 No es ocasión de detenerme en la exposición teórica de la naturaleza acerca de los tópicos . Remito para ello a M . I . López Martínez, El tópico literario: teoría y crítica, Madrid, Arco libros / Universidad de Extremadura, 2007 y, sobre todo, a dos excelentes artículos de Ángel Escobar: “Hacia una definición lingüística del tópico literario”, Myrtia, 15, 2000, 123-160 y “El tópico literario como forma de tropo: definición y aplicación”,Cuadernos de filología clásica . Estu- dios latinos, 26, 2006, 5-24 .

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