Cuadernos Hispanoamericanos
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741 marzo 2012 Cuadernos Hispanoamericanos Escriben: Fernando Savater Julio Llamazares Gustavo Martín Garzo Carme Riera Marta Sanz Abilio Estévez Creación: Eduardo Chirinos Francisco Castaño Entrevista con: Carme Riera Ilustraciones de José Luis Largo 41 marzo 2012 Cuadernos Hispanoamericanos Edita Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación José Manuel García-Margallo Secretario de Estado de la Cooperación Internacional Jesús Manuel Gracia Aldaz Director AECID Juan López-Dóriga Pérez Directora de Relaciones Culturales y Científicas Itziar Taboada Jefe del Departamento de Cooperación y Promoción Cultural Exterior Miguel Albero Jefe del Servicio Publicaciones de la Agencia Española de Cooperación Internacional Antonio Papell Esta Revista fue fundada en el año 1948 y ha sido dirigida sucesivamente por Pedro Lain Entralgo. Luis Rosales. José Antonio Maravall, Félix Grande y Blas Matamoro. Director: Benjamín Prado Redactor jefe: Juan Malpartida Cuadernos Hispanoamericanos: Avda. Reyes Católicos, 4. 28040, Madrid. Tlfno 91 583 83 99. Fax: 91 583 83 10/11/13. Subscripciones: 91 582 79 45 e- mail: [email protected] Administración: Carlos Avellano Mayo e-mail: cuadernos.adm¡nistrac¡ó[email protected] Suscripciones: María del Carmen Fernández Poyato e-ma¡l: [email protected] Imprime: Solana e Hijos, A.G., S.A.U. San Alfonso, 26. La Fortuna, Leganés. Diseño: Cristina Vergara Depósito Legal: M. 3875/1958 - ISSN: 0011-250 X - ÑIPO: 502-12-003-1 Catálogo General de Publicaciones Oficiales http://publicaciones.administracion.es Los índices de la revista pueden consultarse en el HAPI (Hispanic American Periodical Index), en la MLA Bibliography y en el Catálogo de la Biblioteca La revista puede consultarse en www.cervantesvirtual.com 741 índice Benjamín Prado: Un poco menos en el más allá . 5 El oficio de escribir Fernando Savater: Carta sobre el escepticismo 9 Julio Llamazares: El espejo del alma 15 Gustavo Martín Garzo: El cuerpo del amor 23 Mesa revuelta Carme Riera: El reto de la novela de género 39 Marta Sanz: Por qué un detective no se casa jamás 43 Abilio Estévez: Virgilio Pinera. Centenario de un maldito 49 Punto de vista Antonio Lucas: La vida alucinada 59 Guillermo Carnero: La eucaristía y el retrete: truco y espejismo ideológico en el primer Miguel Hernández 65 Juan José Lanz Rivera: Dos prosas inéditas de Pedro Salinas .. 85 Blas Matamoro: Borges arrinconado 93 Creación Eduardo Chirinos: Poemas 105 Francisco Castaño: Una mirada que se compromete 109 Entrevista María Escobedo: Carme Riera: «Hay novelas negras que nos enseñan más sobre los países que los libros de historia» 117 Biblioteca Santos Sanz Villanueva: Jalón intermedio en la historia de Mario Conde 125 Fernando Tomás: Un muerto de otro crimen 129 Bianca Estela Sánchez: La telenovela como género o subgénero 132 Juan Ángel Juristo: Su pasión más confesada 135 Javier Lorenzo: El mundo dentro de Vicente Gallego 139 Daniel Rodríguez Moya: La poesía centroamericana abre sus puertas 142 Almoraima González: La vida congregada en las arterias 146 Vicente Araguas: Cuanto queda de Prado Nogueira 151 3 Un poco menos en el más allá Benjamín Prado El tiempo pasa deprisa para los muertos. Sobre todo si no los has olvidado, porque lo que está presente está cerca, está dentro, está un poco menos en el más allá. Por ejemplo, el poeta Luis Rosales murió hace veinte años y el poeta José Hierro, hace diez, pero ninguno por completo, porque sus obras aún siguen aquí, algo que sirve para que lo que dicen los números lo desmientan las palabras que ellos mismos escribieron. El autor de Diario de una resurrección, por ejemplo, murió en 1992, pero acaba de publicar en la editorial Visor un volumen que contiene El libro de las bala das y Romances de colorido, los dos escritos hacia 1930 y ningu no suyo del todo, porque ambos seguían la estela de Federico García Lorca, sobre todo la que marca su Romancero gitano. Sin embargo, uno y otro dejan muy claro que cuando aún no era él enteramente, Rosales ya era un apunte de gran poeta, un joven que con sus primeros pasos dejaba huellas inversas, es decir, que llevaban al futuro, hacia el maestro que sería cuando escribiera La casa encendida. Que la profesora Xelo Candel Vila haya recupe rado estas creaciones juveniles de Luis Rosales, llenas de deudas y ecos pero también de señales esperanzadoras, sirve para descubrir todo eso y también para tirar de su creador hacia este lado de 1992, la fecha de su desaparición. Y la cultura es eso, correr en dirección contraria a los calendarios, evitar que lo que tiene valor se silencie y desaparezca, algo difícil en esta era dominada por las urgencias, los resultados inmediatos y la búsqueda continua de novedades. Las fundaciones Gerardo Diego y José Hierro y la Casa de Cantabria en Madrid, por su parte, han conmemorado los diez años de la desaparición del autor de Quintra o el Libro de las alu cinaciones con un pequeño tomo, Mi Santander, 4, en el que reú nen textos y dibujos suyos. Es un homenaje modesto, pero tam- 5 bien contribuye a que su figura se mantenga viva. En su caso, ade más, su fama tiene algo de ajuste de cuentas con el olvido, ya que pasó media vida entre brumas, sin escribir, o al menos sin publi car, durante casi treinta años, hasta que rompió ese paréntesis con Agenda, en 1991, y siendo más reconocido que conocido porque nadie dudaba que era un nombre imprescindible de la literatura de posguerra pero muy pocos lo leían. El prestigio que hoy lo man tiene a flote es un eco de la celebridad que consiguió con la publi cación de Cuaderno de Nueva York y tras ser galardonado con el premio Cervantes. Y es también una buena disculpa para regresar o entrar por vez primera en su obra, por ejemplo a través de la más reciente edición de sus Poesías completas (1947-2002), publi cada por Visor. «La madera de los ataúdes de todos los que estamos en la sala está ya cortada», dice Federico García Lorca en uno de los dramas inacabados que incluye su Teatro completo, recién publicado por Galaxia Gutenberg. Es otra recuperación interesante, por mucho que el legado del autor de La casa de Bernarda Alba no corra nin gún peligro, porque es una presencia abrumadora. Pero un tomo como éste, con todas sus tragedias y sus esbozos reunidos, siem pre es una buena noticia. «Ver la realidad es difícil. Y enseñarla, mucho más. Es predicar en el desierto», dice en Comedia sin títu• lo. O sea, que es algo admirable, tanto como todos los esfuerzos que se hagan por conservar en pie nuestra cultura. La de antes y la de ahora G Luis Rosales: El libro de las baladas y Romances de colorido. Edición de Xelo Candel Vila. Visor. Madrid, 2012. José Hierro: Mi Santander, 4. Fundación Gerardo Diego / Fundación José Hierro y Casa de Cantabria en Madrid. Madrid, 2012. Federico García Lorca: Teatro completo. Galaxia Gutenberg. Madrid, 2012. 6 El oficio de escribir Carta sobre el escepticismo Fernando Savater COINCIDIENDO CON LA OBTENCIÓN DEL PRESTIGIOSO PREMIO PRIMAVE RA DE NOVELA POR SU OBRA LOS INVITADOS DE LA PRINCESA, FERNAN DO SAVATER NOS OFRECE EN ESTE ARTÍCULO UNA PENETRANTE DEFEN SA DEL ESCEPTICISMO, ENTENDIDO COMO UNA TÉCNICA DE DEFENSA ANTE LAS AGRESIONES DE UN MUNDO DISPUESTO A ARRASTRARNOS CON SUS CORRIENTES DE OPINIÓN Querido Manolo: Sean estas pocas líneas...(perdona, pero ni siquiera por mail logro prescindir de las viejas fórmulas de cortesía propias de la añorada correspondencia manuscrita) para desearte lo mejor en los, espero, tropecientos años de jubilación que acabas de inaugu rar. Como ya en el pasado tantas veces hemos discutido de lo divi no y hasta de lo humano (que es lo más difícil de discutir), no pre tendo en esta merecida celebración reincidir en esos apetecibles enigmas. Quisiera en cambio hacerte algunas consideraciones sobre la enfermedad profesional que padezco: el escepticismo. Sospecho que tú también tienes bastante de escéptico, pero no me atrevo -en estos casos la duda no ofende, sino que es de rigor- a diagnosticarte colega de dolencia. Para extremar las precauciones, tampoco daré por hecho que «escepticismo» es un término uní voco y que la definición que figura en cualquier diccionario de filosofía debe ponernos a todos de acuerdo...al menos en este punto. De modo que intentaré describirte los síntomas que padezco y puede que hasta algún apunte que creo razonable de su etiología. Si al explicarme resulto demasiado idiosincrásico, me curaré en salud -manía que bien puede considerarse otra enfer medad- previniéndote de que me limito a contar «mi» escepticis mo, no «el» escepticismo umversalmente considerado. 9 Para empezar, haré un breve recuento de los rasgos habitual- mente considerados clásicos del escepticismo que no me aquejan. No creo que no sepamos nada cierto sobre nada, ni que todos nuestros conocimientos sean más o menos dudosos, cuando no perfectamente irrelevantes. Al contrario, estoy convencido de que sabemos muchas cosas fiables sobre la realidad: es más, tengo por seguro que los humanos siempre, en toda época y lugar, hemos abundado casi sorprendentemente en noticias de lo que hay y de lo que ocurre. Sin esa ciencia no habríamos podido sobrevivir: con una dieta de errores y engaños no se alimenta mucho tiempo ni el cuerpo ni el alma. Admito sin discusión que el orbe de lo que ignoramos tiene lógicamente que ser muchísimo mayor del de lo que conocemos -el tamaño del tiempo y del espacio contribuyen fundamentalmente a ello- pero esta convicción no me lleva a suponer que sea más importante y fundamental, ni siquiera mucho más útil (comparto así una opinión temprana de Max Horkheimer): mi impresión más bien es que lo que no sabemos se parece en rango, calidad y cualidad a lo que sabemos ya.