VIENTO www.vientosur.info SUR VIENTO SUR l COP21 París. Otro clima para otro mundo vivi- ble. Iñaki Bárcena (editor). ENGO TUNGO RINGO BIN- GO. Ernest García. Una cumbre transitoria de menti- ras, negocios y crímenes climáticos. Daniel Tanuro. “Para evitar lo impensable, comprometámonos a hacer lo imposible”. Nicolas Haeringer y Maxime Combes. ¿Siempre nos quedará París? Samuel Martín-Sosa y Rodri- go Irurzun. Vientos de cambio. Yvonne Yáñez. Las injusticias de la ciencia del clima. Larry Lohmann. Tran- siciones energéti- cas para cambiar el clima. Colectivo Tradebu. l Europa. Reacción y contra- Foto: © Bet-Sabè Ribas rreacción frente a la “crisis de refugiados”. María Eugenia R. Palop. l Crisis de refugiados, inmovilismo y Foto: © Bet-Sabè Ribas muros. Ruth Ferrero. l América latina. Fin de la hege- monía progresista y giro regresivo. Massimo Modonesi. l Walter Benjamin. Entre la naturaleza y la institu- “... un viento sur que lleva cionalidad. César Rendueles. l Crisis y transformación colmillos, girasoles, alfabetos de la experiencia. Josep Casals. l Balears. Entre el y una pila de Volta con avispas ahogadas” desencanto y la necesaria renovación. Joan Pau Jordà

Federico García Lorca Poeta en Nueva York 142 Nº 142 AÑO XXIV 8e OCTUBRE 2015 www.vientosur.info VIENTO SUR [email protected]

Consejo Asesor Redacción Diseño original Santiago Alba Rico Editor fundador Jerôme Oudin & Susanna Luis Alegre Zahonero Miguel Romero Shannon Nacho Álvarez-Peralta Josep María Antentas Redacción Iñaki Bárcena Maqueta Andreu Coll Jaime Pastor (editor) MEDIAactive Íñigo Errejón [email protected] Sandra Ezquerra · Revista impresa Joseba Fernández José Galante Secretariado de la Redacción Pepe Gutiérrez-Álvarez Redacción C./ Limón, 20 Pedro Ibarra Marc Casanovas Bajo ext-dcha. Petxo Idoyaga Brais Fernández 28015 Madrid. Bibiana Medialdea Antonio García Tel. y Fax: 91559 00 91 Justa Montero Roberto Montoya Antonio Crespo (Voces) Rebeca Moreno Manuel Garí (Subrayados) Administración y Daniel Pereyra Carmen Ochoa (Miradas) suscripciones Enric Prat Josu Egireun. Clara Serrano · Web Tel.: 630 546 782 Carlos Sevilla Tino Brugos [email protected] Miguel Urbán Crespo Martí Caussa Esther Vivas Mikel de la Fuente Producción Begoña Zabala Josu Egireun Qar Comunicación, SA Manuel Girón C/ Los Madrazo, 24 Petxo Idoyaga 28014 Madrid Gloria Marín DL: B-7852-92 Alberto Nadal ISSN: 1133-5637 Sergio Pawlowsky

SOME RIGHTS RESERVED Esta obra se puede copiar, distribuir, comunicar Debe reconocer No puede utilizar Si altera o transforma esta públicamente o hacer obras derivadas de la y citar al autor esta obra para obra, se hará bajo una misma, bajo las siguiente condiciones: original fines comerciales licencia idéntica a ésta http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/deed.es Número 142 / Octubre 2015 / 8 e

1 Reacción y contrarreacción frente a la “crisis de refugiados” el desorden María Eugenia Rodríguez Palop 5 global Crisis de refugiados, inmovilismo y muros en Europa Ruth Ferrero Turrión 15 Fin de la hegemonía progresista y giro regresivo en América Latina Massimo Modonesi 23 2 miradas Quietud. Bet-Sabé Ribas voces Carmen Ochoa Bravo 31

3 COP21 París. Otro clima para otro mundo vivible plural Presentación. Iñaki Barcena 37 plural ENGO TUNGO RINGO BINGO. Las políticas del cambio climático y las transiciones a sociedades poscarbono Ernest García 40 Una cumbre transitoria de mentiras, negocios y vaivenes climáticos Daniel Tanuro 49 Para evitar lo impensable, comprometámonos a hacer lo imposible Nicolas Haeringer y Maxime Combes 58 ¿Siempre nos quedará París? Negociación de un escenario tendencial vs. cambio de paradigma Samuel Martín-Sosa y Rodrigo Irurzun 67 Vientos de cambio. Un nuevo clima para la lucha por dejar el petróleo en subsuelo Yvonne Yáñez 76 Las injusticias de la ciencia del clima Larry Lohmann 79 Transiciones energéticas para cambiar el clima TRADEBU 83

4 Walter Benjamin. Entre la naturaleza y la institucionalidad plural 2 César Rendueles 91 plural 2 Walter Benjamin. Crisis y transformación de la experiencia Josep Casals 99

5 Balears. Entre el desencanto y la necesaria renovación aquí y ahora Joan Pau Jordà 107

6 Los últimos días de Trotski voces José Manuel Lucía Megías miradas Antonio Crespo Massieu 7 subrayados Podemos. Objetivo: asaltar los cielos. Jacobo Rivero subrayados Manolo Garí 123 Las vecindades vitorianas, Una experiencia histórica de comunidad popular preñada de futuro. Egin Ayllu (Colectivo) Jaime Pastor 124 Precariado. Una carta de derechos. Guy Standing Antonio García-Vila 125 Te cuento. VV.AA Antonio Crespo Massieu 126 Autoconstrucción. La transformación cultural que necesitamos. Jorge Riechmann Alberto García-Teresa 128 propuesta gráfica Bet-Sabé Ribas

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 1 Puntos de difusión de VIENTO SUR

Barcelona Las Palmas Murcia Torrelavega Caníbal de Gran Canaria Itaca Cafetería DLibros Nápols, 314 (08025). Asociación Canaria Librería Lasaga Larreta, 11 La Central del Raval de Economía Mariano Vergara, 6 (39300). Elisabets, 6 (08001). Alternativa (30003). La Central Café dEspacio València Mallorca, 237 (08008). Cebrián, 54 (35003). Oviedo-Uviéu Llibrería Tres i Laie Conceyu Abiertu Quatre Pau Claris, 85 (08010). Madrid La Gascona, 12 baxu A Centre de Cultura Venir a cuento (33001). Contemporània Bilbao Embajadores, 29 Sant Ferrán, 12 (46001). Libreria Cámara (28012). Tienda de Comerciu Valladolid Euskalduna, 6 (48008). Enclave de Libros Xustu Librería Sandoval Relatores,16 (28012). “L’Arcu la Vieya” Plazuela del Salvador, 6 Burgos La Central El Postigu Altu 14, baxu (47002). Música y Deportes MNCARS (33009). Paseo del Espolón, 16 Ronda de Atocha, 2 Vitoria-Gasteiz (09003). (28012). Pamplona-Iruñea ESK Punto de Fuga Librería Antonio La Hormiga Beethoven, 10, bajo Café & Libros Machado Atómika Liburuak (01012). Plz. Alonso Martínez, 7A Fernando VI, 17 (28004). Curia 2, bajo (31001). (09003). Librería Rafael Katakrak, Liburuak Vigo Alberti Kale Nagusia 54 / Librería Versus Granada Tutor, 57 (28008). Mayor 54 Venezuela, 80 (36204). Librerías Picasso La Fugitiva (31001). Obispo Hurtado, 5 Librería Café Xixón (18002). Santa Isabel, 7 (28012). Santander Espaciu Cultural Librería Reciclaje Librería Facultad de La Vorágine La Manzorga Carmen, 20 San Jerónimo, 13, bajo Ciencías Polítícas y Cisneros, 15, bajo (33206). (18001). Sociología (39001). Universidad Complutense Zaragoza Granollers Campus de Somosaguas Sevilla Librería Antígona Anònims, menjars i (28040). Ateneo Tierra Pedro Cerbuna, 25 pensars Sin Tarima Libros y Libertad (50009). Miquel Ricomà, 57 Príncipe, 12 (28012). Miguel Cid, 45 (41003). Kíosko (08401). Traficantes de Plaza San Francisco Sueños (50009). Huesca Duque de Alba, 13 La Pantera Rossa Librería Anónima (28012). San Vicente de Paúl, 28 Cabestany, 19 (50001). (22005).

2 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 vueloal

La celebración del 12 de octubre como “Fiesta Nacional”, (re)instaurada como tal por el gobierno de Felipe González en 1987, ha sido este año especialmente con- trovertida, debido en particular al rechazo que a la misma han manifestado públi- camente la nueva alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el nuevo alcalde de Cádiz, José María González, “Kichi”. Un amplio consenso institucional y mediático se ha formado frente a una declaraciones que no hacían más que recordar lo que en la his- toria representa aquella fecha de 1492: en el exterior, el comienzo de la “Gran Per- turbación” (según la definió el misionero dominico Bartolomé de Las Casas) que representó el “Encontronazo”, o sea, la conquista militar, el saqueo de las enormes riquezas en oro y plata y la barbarie “civilizatoria” contra los pueblos que residían en el continente luego denominado América; en el interior, la conquista cristiana de Granada y el decreto de expulsión de los judíos de la península, a los que luego seguirían los musulmanes. ¡Nada que celebrar, por tanto, ese día! Esta polémica ha surgido, además, en la recta final del ciclo electoral iniciado en mayo del año pasado. Ante la convocatoria del próximo 20 de diciembre parece difícil hacer pronósticos que permitan confiar en ver satisfechas las expectativas de “cambio” generadas desde entonces. La crisis de régimen continúa y se manifiesta de forma ya irreversible en el plano nacional-territorial ante el desafío independen- tista catalán, pero los dos principales partidos dinásticos resisten mejor de lo espera- do y la competencia del populismo de derechas que representa Ciudadanos aparece como un salvavidas del sistema frente a la aspiración rupturista que ha ido canali- zando, aun con sus limitaciones, Podemos. Con todo, lo que parece evidente es que vamos a entrar en un nuevo período de mayor inestabilidad política, agravada ade- más por la crisis profunda y múltiple en la eurozona, que va a obligar a acompañar el peso institucional alcanzado por las fuerzas rupturistas con una removilización popular dispuesta a retomar el “testigo” dejado por el 15M. El próximo mes de diciembre se va a reunir en París una nueva cumbre mundial sobre el cambio climático, conocida como COP21. Pese al escepticismo que cabe mantener frente a los resultados de esa reunión, hemos considerado obligado abor- dar en este Plural, titulado Otro clima para un mundo vivible y coordinado por Iñaki Barcena, las cuestiones que se encuentran en el trasfondo de lo que allí se de- bería tratar. Para abordarlo, el eslogan “Para evitar lo impensable, comprometámo- nos a hacer lo imposible” que, siguiendo a Murray Bookchin, proponen Haeringer y Combes en este Plural, es muy oportuno para llamar la atención sobre la gravedad del desafío que tenemos por delante; porque, en efecto, afrontamos un cambio cli- mático que, como ha recordado recientemente Naomi Klein, “lo cambia todo”. Compartiendo el diagnóstico de una situación que, en palabras de Daniel Tanu- ro, “hemos de aprehender en términos de crisis sistémica, de impasse histórico del capitalismo” y aun siendo conscientes del enorme poder que sobre esas cumbres si-

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 3 guen teniendo las grandes corporaciones transnacionales, no faltan propuestas entre las diferentes aportaciones de esta sección que deberían ser escuchadas en esa cita: poner fin a la era de los fósiles; necesidad de un cambio de paradigma civilizatorio y, por tanto, de modelo extractivista y de sobreacumulación y consumo; inevitabi- lidad de una transición energética basada en la sostenibilidad ambiental, la justicia social y la democracia…. En resumen, si aún queremos llegar a tiempo de frenar e ir atenuando las consecuencias del cambio climático que ya estamos sufriendo en mayor o menor medida, habrá que esforzarse por generar un amplio movimiento en torno a campañas como la que se expone en otro de los artículos de este Plural: la destinada a conseguir la desinversión en el sector de las energías fósiles. A través de ellas habrá que ir más allá y poner en cuestión un sistema basado en un fetichismo del “crecimiento” que, definitivamente, es incompatible con la sostenibilidad de la vida en el planeta. La llamada “crisis de los refugiados” ha provocado, en palabras de Ruth Fe- rrero en su artículo, un verdadero “terremoto institucional y político” dentro de la Unión Europa. El Espacio Schengen y el Sistema Dublín han entrado en profunda crisis frente a la mayor ola de refugiados vivida en Europa desde el final de la Se- gunda Guerra Mundial. Al cementerio del Mediterráneo se suman ahora nuevas vallas y muros entre los países miembros de la UE, con el consiguiente aumento de la xenofobia pero, afortunadamente, también con movilizaciones ciudadanas y de ayuntamientos a favor de la acogida de una población que huye de las guerras y del hambre que las propias potencias europeas han contribuido a generar en sus países de origen. Por eso, como escribe María Eugenia R. Palop, “Europa recibe como un boomerang el eco de sus bombas en Iraq” y, como añade a continuación, en otros países de esa zona cada vez más convulsa del “Gran Oriente Medio”. ¿Se está produciendo un cambio de ciclo en América latina? Es éste un debate abierto y controvertido pero sí parece haber signos suficientemente relevantes para con- siderar que se está produciendo cierto agotamiento de la fase de hegemonía “progre- sista” del decenio pasado. Ésa es, al menos, la opinión de Massimo Modonesi, quien se apoya para esa tarea en la aplicación del enfoque gramsciano a las “revoluciones pasivas” y los distintos tipos de cesarismo que han ido surgiendo en esa región. Este año es el 75 aniversario de la muerte de Walter Benjamin, alguien cuya extensa y rica obra es cada vez más leída, controvertida y reinterpretada desde dis- tintas miradas. En este número contamos para recordarlo con dos aportaciones rele- vantes de César Rendueles y Josep Casals, distintas y complementarias a la vez. En la sección aquí y ahora publicamos una contribución de Joan Pau Jordà que nos ofrece un balance del largo período vivido en las Illes Balears desde la “Transición”. Con este trabajo creemos que ayuda a cubrir un importante vacío, ya que desde la península se conoce poco las peripecias que se han ido produciendo en esa Comunidad Autónoma durante más de tres decenios hasta el momento ac- tual, así como la evolución de los movimientos sociales y las izquierdas, incluida la emergencia de Podemos. J.P.

4 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 1 el desorden global

Europa Reacción y contrarreacción frente a la “crisis de refugiados” María Eugenia R. Palop

“Pero el hombre no es un árbol: carece de raíces, tiene pies, camina. Desde los tiempos del homo erectus circula en busca de pastos, de climas más benignos, de lugares en los que resguardarse de las inclemencias del tiempo y de la brutalidad de sus semejantes. El espacio convida al movimiento y se inscribe en un ámbito mucho más vasto y en continua expansión”. Juan Goytisolo (“Metáforas de la inmigración”)

Nuestra Europa agoniza. Se desangra lentamente con su crisis económica, su des- barajuste institucional, su debilidad democrática, su estatalidad jerarquizada, sus ciudadanos de tercera clase, sus mercados bestializados, y sus recortes austericidas. Europa se ha construido como una fortaleza dentro de otra fortaleza, como una jerarquía infinita entre ciudadanías fragmentadas, en la que se reprodu- ce de forma minuciosa una desigualdad laberíntica y fatal. El “chauvinismo del bienestar” ha servido a unos cuantos privilegiados tanto para mantener a “pobres y menesterosos” fuera de su corralito, como para exigir el sacrificio de los infraciudadanos europeos. De hecho, el expolio real y simbólico que ha sufrido Grecia en estos meses es el precio más alto que hasta ahora se ha pagado por formar parte de un club tan exigente y exclusivo como el de la Unión Europea. Delicias de Hayek, la desvencijada Europa se ha esforzado por blindar al capitalismo frente a la democracia y la justicia social, utilizando sus recursos públicos para salvaguardar los intereses privados de unos pocos. Europa naufraga lentamente frente a sí misma. Y aun con todo, es todavía una tierra prometida para muchos. La llegada a Europa según los números En lo que va de año, 351.314 personas han llegado a las costas comunita- rias, según cifras difundidas el 1 de septiembre de 2015 por la Organización

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 5 “Europa naufraga Internacional para las Migraciones. Unas cifras lentamente frente a que representan un aumento del 60% sobre las sí misma. Y aun con llegadas registradas en 2014, que ya sumaron cer- todo, es todavía una ca de 219.000; y cifras, estas últimas, que repre- tierra prometida para sentaron casi el triple del récord registrado ante- muchos. ” riormente, las 70.000 que se produjeron en 2011, durante la “Primavera Árabe” (ACNUR, 2015). Por supuesto, en estos números se descuentan las 3.500 personas que fallecieron o desaparecieron en el Mediterráneo en 2014. Ese mismo año se registraron unas 866.000 solicitudes de asilo, alrededor de 269.400 más que el año anterior (+45%); el cuarto año consecutivo de aumen- to y el segundo nivel anual más alto desde principios de la década de 1980 (ACNUR, 2015). Y hoy sabemos que ni cesa, ni cesará, esta lenta sangría de inmigrantes, refugiados, apátridas. Alemania, Estados Unidos, Turquía, Suecia e Italia fueron los cinco prime- ros países receptores (de los 44 países industrializados que analiza ACNUR en su Informe 2015), y parece que tampoco esa tendencia va a cambiar. En 2015, Alemania espera 800.000 solicitantes de asilo —un récord absoluto en la his- toria alemana que cuadruplica las peticiones de 2014. La República Árabe Siria, Iraq, Afganistán, Serbia-Kosovo y Eritrea, son los cinco primeros países de origen, y en conjunto presentaron 381.900 solici- tudes de asilo, el 45% del total de solicitudes registradas en los 44 países in- dustrializados de referencia. Con la excepción de Serbia y Kosovo, los niveles de asilo alcanzaron máximos históricos (ACNUR, 2015), y casi la mitad de estas llegadas fueron de personas procedentes de la República Árabe Siria y de Eritrea. Si en 2010 Siria ocupó el puesto 20 entre los países de origen, desde que estalló el conflicto armado a principios de 2011 este país ha ido subiendo puestos gradualmente en la lista y en los últimos dos años ha llegado a ocupar el primer lugar (ACNUR, 2015). Aunque el grueso de las entradas a Europa (234.778) se produjeron en 2014 a través de Grecia (un tercio de las cuales fueron protagonizadas por mujeres y niños/as) e Italia, que recibió 114.276 llegadas irregulares en ocho meses, hoy los datos reflejan un aumento casi exponencial de la cantidad de refugiados que se movilizan por la llamada “ruta de los Balcanes” huyendo de países en con- flicto. ACNUR ha estimado que el flujo probablemente continuará, o incluso puede aumentar, y eso que, según la Comisión Europea, los cruces irregulares de fronteras detectados en 2014 ya se incrementaron en un 164% con respecto al año anterior. De modo que no es extraño que la ONU haya calificado este éxodo, finalmente, como la crisis humanitaria más importante en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Obviamente, aunque todo esto puede explicarse a partir de muchos facto- res, sería absurdo minimizar el impacto negativo que ha tenido sobre los países

6 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 de origen la depredadora política exterior de la UE y el blindaje de sus fronte- ras. Europa recibe hoy como un boomerang el eco de sus bombas en Iraq; un eco que se ha extendido de Iraq a Siria, y de Siria a Líbano, Jordania y Turquía. Un eco que también resuena en el tránsito de Egipto a Turquía, y de Libia y Afganistán a Europa (Rodríguez, 2015). La operación militar impulsada en 2003 por Estados Unidos, Reino Unido y España (curiosamente, dos de los países que han mostrado más reticencias a recibir refugiados), obligó a desplazarse a 5 millones de iraquíes que en buena parte recalaron como refugiados en Siria y Jordania. En 2007 ACNUR alertó de la situación de estos refugiados en Siria, que no recibían ayuda alguna por parte de la sacrosanta Europa. Cuando en marzo de 2011 estallan las revueltas en el país y comienza la represión, millones de sirios y refugiados huyen a países vecinos, como Líbano, Jordania y Turquía. Por su parte, la intervención militar de la OTAN en Libia, liderada por Francia y Reino Unido, desencadena el caos en el país y miles de subsaharianos se lanzan desesperados al Medite- rráneo. En junio de 2013, el general Al Sisi da un golpe de Estado en Egipto, con el apoyo de la comunidad internacional, y obliga a los Hermanos Musul- manes (elegidos en las urnas) a exiliarse o pasar a la clandestinidad. El terror se hace con las calles y muchos jóvenes se radicalizan y se unen a las facciones sirias (Rodríguez, 2015). Así que Siria y también Eritrea, los dos países que registran el 50% de este éxodo masivo, se hallan hundidos en el caos desde hace ya varios años. Siria lleva cuatro años sumida en un conflicto en el que han muerto al me- nos 190.000 personas, según datos de Amnistía Internacional (AI)/1. 11,6 mi- llones han tenido que huir de sus hogares, de las cuales 4 millones han huido a otros países y el resto se ha desplazado dentro de Siria. Además, miles de per- sonas están detenidas, secuestradas o desaparecidas y reciben torturas y malos tratos, y unos 250.000 civiles viven en estado de sitio y carecen de alimentos, medicinas y combustibles. Esta situación afecta gravemente a la infancia: 5,6 millones de niños sufren situaciones extremas de pobreza, desplazamiento y exclusión, de acuerdo con datos de Unicef (2015). En lo que se refiere a Eritrea, el Informe Mundial 2015 de Human Rights Watch (HRW) califica la situación de derechos humanos de “deplorable” (HRW, 2015). “Desde 2001, el Gobierno controla con firmeza el acceso a la información y no permite el trabajo de medios independientes, sindicatos y ONG”, dice el Informe. También afirma que el Gobierno “acosa” a los ciu- dadanos de religiones distintas a las cuatro reconocidas (el islam suní y las ramas cristianas ortodoxa, católica y luterana). Aun así, ajenas a la realidad, y contradiciendo el criterio de ACNUR, algunas autoridades, como nuestro ministro de Exteriores, siguen considerando que los eritreos no son refugiados

1/ https://www.es.amnesty.org/crisis-norte-africa-oriente-medio/crisis-en-siria/datos-y-cifras/

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 7 sino “inmigrantes económicos” (distinción, por otra parte, más que dudosa que propicia la siniestra idea de que los inmigrantes económicos ya disfrutan de derechos propios y que lo que padecen es, pues, un problema de avidez/2). Frente a esta situación, Europa ha reaccionado mirando hacia otro lado, rear- mando su fortaleza, e intentando prolongar inútilmente su sueño paradisíaco, con vallas primero, con concertinas después, y, finalmente, con el uso de la fuerza bruta, siempre al amparo de pretendidas eximentes tan legales como ilegítimas. La reacción y la contrarreacción: racismo cultural y racismo del bienestar Con la adopción de los Acuerdos de Schengen (1985-1990) y su prolongación con los Acuerdos de Dublín (1990-2003), Europa propició el cierre de la in- migración laboral para los no comunitarios; redujo drásticamente la concesión del estatuto de refugiado y por tanto del derecho de asilo; militarizó las fronte- ras; y adoptó, en 2003, el principio por el cual el solicitante de asilo no podía interponer su solicitud en el país final de destino sino en el de llegada a Europa. Y, sin embargo, la ofensiva conjunta de los solicitantes de asilo, trabajadores comunitarios provenientes de países pobres de la Unión e inmigrantes econó- micos, no ha dejado de aumentar en los últimos 30 años (Nair, 2015). Para una buena parte de los ciudadanos europeos estos inmigrantes y refu- giados (si es que, una vez más, se les pudiera distinguir más allá del paradigma de la “legalidad”) han sido “goteras”, “plagas”, “terroristas yihadistas”, “el verdadero peligro de Europa”. Así les han denominado, con pretensiones elec- torales, insignes humanistas como Nicolás Sarkozy, Manuel Valls, Fernández Díaz, David Cameron o Viktor Orbán, resucitando hasta la náusea la “guerra de civilizaciones” de Samuel Huntington. Orbán, incluso, ha pretendido con- vertirse en el adalid de la identidad europea, de unos valores y principios que hasta el momento no ha demostrado siquiera conocer, y se ha desgañitado en estos tiempos entonando lemas de patria grande tan voraces como ridículos/3. En fin, todo un clásico. Una xenofobia primitiva que insiste en la “amenaza” que la inmigración supone para la población autóctona, para el mantenimiento de las prestaciones sociales y el empleo, y para la pervivencia de la “especificidad

2/ Véase a este respecto: de Lucas (1996 y 2015). En 2015b también nos recuerda que los inmigrantes son titulares, entre otros, de los derechos recogidos, a título mínimo, en la Convención de la ONU de 1990 de derechos de los trabajadores inmigrantes y de sus familias. Convención que no ha sido ratificada ni por los EE UU, ni por Australia, ni por ningún Estado de la UE (a excepción de Portugal), tampoco por España. 3/ Eldiario.es, 17/08/15. Víktor Orbán ha concluido en estos meses un muro de alambradas de 175 kiló- metros en su frontera con Serbia, por la que han cruzado entre 1.000 y 3.000 migrantes cada día (El País, 30/08/2015). Su decisión se ha amparado en la llamada “consulta nacional” que Hungría llevó a cabo a principios de mayo y en la que se mezclaba, sin rubor, inmigración, migración económica y terrorismo (vuelve y revuelve la fantasía del gran Estado soberano) https://ec.europa.eu/migrant-integration/index. cfm?action=furl.go&go=/news/hungary-governments-national-consultation-on-immigration-and-terro- rism-creates-widespread-debate&pdf=1

8 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 cultural” de Europa/4. Una combinación de racismo cultural (la cultura es la base de la identidad nacional que hay que reafirmar, de modo que los valores cívico-cultura- les se interpretan en términos étnico-culturales) y racismo del bienestar que apoya, finalmente, la tesis de la preferencia nacional y el fortalecimiento del Estado-nación (Innerarity y Acha, 2010). Todo ello a sabiendas de que esta es una fórmula destina- da a producir y reproducir mecanismos de exclusión y que genera incesantemente enormes masas de inmigrantes, refugiados y apátridas. En este contexto, España tiene el dudoso honor de haber sido uno de los países que mejor ha hecho sus deberes, gracias al trato que han recibido sus inmigrantes en las fronteras de Ceuta y Melilla, a sus 15 muertos en la playa del Tarajal, y a las prácticas de las cínicamente denominadas “devoluciones en caliente”, que incluyen malos tratos —documentados gráficamente y denunciados, entre otros, por la ONG PRODEIN— y que violan descaradamente derechos humanos elementales/5. Unas devoluciones que nuestro gobierno ha mantenido durante 12 años y que ha legaliza- do de un plumazo con su vergonzosa Ley Mordaza (LO 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana); unas devoluciones que se han saldado con unos 5.000 inmigrantes expulsados ilegalmente. A esta política de frontera España ha sumado sus Centros de Internamiento de Extranjeros, CIE, definidos como establecimientos públicos “de carácter no penitenciario”; en la práctica, auténticas cárceles en condiciones infrahumanas, en las que se retiene de manera cautelar y preventiva a extranjeros sometidos a expediente de expulsión del territorio nacional, bien por su condición de irregu- lares (60%), bien por haber sido condenados por un delito y haberse aplicado la opción de expulsión. Aunque la diabólica directiva europea que les da amparo (2008/115/CE) habla de “repatriación” o “retorno”, estos irregulares pueden ser deportados no solo a sus países de origen, sino a terceros países por los que haya presunción de que han transitado (Nair y de Lucas, 2015). El propio reglamento de los CIE, publicado en 2014, fue objeto de una severa corrección por parte del Tribunal Supremo. El 13 de abril de 2015 un comunicado conjunto de Cáritas y el Servicio Jesuita de Inmigrantes denunciaba que, transcurrido más de un año de la publicación del Reglamento de los Centros de Internamiento de Extran- jeros, ninguna mejora se había producido en el tratamiento indigno infligido a los integrantes de estos centros. Ahora las denuncias provienen también de las autoridades europeas. El pasado 9 de abril, la delegación contra la tortura del Consejo de Europa que estudió en 2014 la situación de los CIE de Zona Franca y Aluche, hizo público un informe extremadamente crítico con la situación de

4/ A esta línea se apuntan, entre otros, el ultraderechista Frente Nacional (Francia), la Liga Norte en Italia, Alternativa por Alemania (AfD), Unión por el Futuro de Austria (BZÖ), Los Verdaderos Finlandeses en Finlandia, el Partido por la Libertad (PVV) en Holanda, Amanecer Dorado en Grecia o la UKIP en Gran Bretaña. Pero también, aunque de forma más sibilina, la supuesta derecha moderada europea. 5/ Así lo muestra un reciente informe firmado por numerosos penalistas y constitucionalistas: Derechos en la frontera. ¿Fronteras sin derechos? (VV AA, 2015).

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 9 “La República Árabe los internados y la garantía de sus derechos (Nair Siria, Iraq, Afganis- y de Lucas, 2015). tán, Serbia-Kosovo y Finalmente, cuando nos “asoló” la “crisis de Eritrea, son los cinco refugiados” de la que venimos hablando, y Fran- primeros países de cia y Alemania plantearon algunas propuestas, origen.” bajo el presupuesto de que Schengen peligraba si no había un reparto justo de demandantes de asilo, España tuvo también un comportamiento “ejemplar”. Cuando la Comisión Europea lanzó un plan que incluía el reparto de 40.000 refugiados desde Grecia e Italia, el Ejecutivo español rechazó el re- parto y se comprometió a la mitad del número de demandantes de asilo que le correspondía. Y eso que el pasado año España apenas atendió al 0,95% de las 625.000 personas que solicitaron asilo en la Unión Europea y, aunque brindó alguna de las formas de protección internacional a 1.585, esta contribución fue absolutamente insuficiente (CEAR, 2015: pp. /65-11) . Paradójicamente, somos el segundo país que más fondos recibe del presupuesto de la UE para asuntos de asilo, migraciones y fronteras. En estos últimos días, bajo presión alemana y en plena campaña electoral, Rajoy ha querido hacer borrón y cuenta nueva, alardeando de liderar un ejecutivo solidario y asumiendo el número de refugiados que Europa le ha acabado por demandar. Un número, por cierto, que triplica al anterior. Bruselas quiere ahora que el controvertido reparto de refugiados entre paí- ses europeos se convierta en un pilar de la política migratoria y ha recurrido a los 10 puntos de Luxemburgo que se acordaron el 20 de abril de 2015. La nue- va Agenda Europea sobre Migración pretende articularse sobre cuatro pilares: reducir los incentivos para la migración irregular; salvar vidas y hacer seguras las fronteras exteriores; una política de asilo firme; y una nueva política sobre migración legal/7. Sin embargo, este giro, que deberá ser examinado el 14 de septiembre de 2015 por los ministros del Interior de la UE, y que tendrá que vencer las resistencias de Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia, resulta profundamente pobre, cicatero y tardío. Un giro “copernicano” pobre, cicatero y tardío A la vista del número de víctimas mortales que ha provocado nuestra (a)po- lítica migratoria, y de la violencia, la pobreza y la desesperación que sufren las que aún viven, no puede dudarse de que estas propuestas resultan pobres

6/ Según CEAR, la Subdirección General de Asilo y Eurostat, 89.815 personas lograron el estatuto de refugiado en los 28 países de la UE. En España, solo 384 personas lo obtuvieron. En Alemania, 33.310. En Francia, 12.020. En Suecia, 10.245. En Reino Unido, 8.990. 7/ La respuesta inmediata que ha previsto la Comisión, puede encontrarse en: http://ec.europa.eu/dgs/home- affairs/what-we-do/policies/european-agenda migration/index_en.htm (Comisión Europea - 13 de mayo, 2015).

10 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 y cicateras y, desde luego, está claro que llegan demasiado tarde. Durante décadas, no se ha hecho nada por desarrollar un verdadero sistema europeo de asilo que supere las debilidades de los Estados miembros; no se ha dotado a la Agencia Europea de Asilo y Refugio de mayor peso específico; se ha ampliado la dotación de FRONTEX pero no se han cambiado sus marcos de acción; no se ha hecho nada para avanzar en la resolución de los conflictos de los países afectados y mitigar así el “efecto expulsión”. Lo cierto es que la dimensión exterior de las políticas migratorias no ha estado suficientemente incardinada en el marco de la política exterior, ni se ha vinculado a la promoción de la se- guridad y la paz más allá de la UE/8. Como señala CEAR, la Unión Europea ha centrado sus esfuerzos en finan- ciar complejos sistemas de vigilancia y control de fronteras, en prestar apoyo económico a los Estados miembros para que se blindaran, en suscribir conve- nios de cooperación con países vecinos (Marruecos, Turquía o Ucrania), para que ejercieran como sus gendarmes, y en articular acuerdos de readmisión con los países de origen y de tránsito al objeto de forzar el regreso de aquellas personas que lograran llegar a la UE (CEAR, 2015: pp. 8-9). Estos controles no solo no han sido suficientes, sino que han llegado a ser contraproducentes, incrementando la rentabilidad de la industria de la ilegalidad y de las mafias, y animando a los inmigrantes a utilizar rutas cada vez más peligrosas. Frontex y Eurosur han sido experimentos fallidos, la operación marítima italiana “Mare Nostrum” no ha evitado tragedias como la de Lampedusa, ni tampoco ha di- suadido a los inmigrantes el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), las “operaciones conjuntas” o el uso de los drones. Finalmente, como era de prever, el control de las fronteras sin cooperación, y sin política de acogida e integración, ha resultado inútil por completo (CEAR, 2015: p. 8). Y es que, simplemente, no se ha querido ni ver ni estudiar las medidas que estaban sobre la mesa desde hacía tiempo. La FRA (Agencia de Derechos Fundamentales de la UE), ACNUR y diferentes ONG especializadas en asilo intentaron evitar este desastre humanitario planteando algunas alternativas: a) política común de asilo; b) programas de reasentamiento equitativos y regula- res; c) reforma del Reglamento de Dublín, que ha animado a muchos Estados a no registrar a los migrantes (Alemania ha anunciado la suspensión de su aplicación en el caso de los sirios, rompiendo, eso sí, el marco normativo vi- gente de modo unilateral, y sin buscar soluciones conjuntas); y d) pedir asilo o salvoconductos humanitarios en las embajadas o en los puestos de frontera. En España, gracias a la Ley de Asilo de 2009 (Ley 12/2009, de 30 de octubre, reguladora del derecho de asilo y de la protección subsidiaria) y a la demora en la aprobación de su Reglamento, que ya alcanza los cinco años, se ha eliminado de facto el acceso directo a la protección internacional a través de embajadas y

8/ Agenda Pública, 5/09/15.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 11 consulados (art. 38), y la solicitud instruida según el procedimiento en frontera (porque ha sido presentada en un puesto fronterizo o en un CIE) tiene muchí- simas más posibilidades de ser inadmitida a trámite o directamente denegada que otra presentada dentro del territorio nacional. Los plazos de su admisión a trámite son tan reducidos y es tan rápida la ejecución de la devolución que en el caso de que la petición de asilo sea rechazada los solicitantes carecen prác- ticamente de tutela judicial efectiva. A esto se añade que la presentación de un recurso contra la inadmisión o la denegación de la solicitud en frontera no tiene un efecto suspensivo de la devolución, sino que para ello la persona afectada debe interponer también una medida cautelarísima, que en la mayor parte de los casos es también denegada. En España, tampoco se ha desarrollado el artículo 46 de la Ley de Asilo que ofrece protección especial a las personas en situación de vulnerabilidad y/o a las que necesitan de un tratamiento diferenciado/9, y se sigue exigiendo visado de tránsito para las originarias de países en conflicto o cuya población sufre graves violaciones de derechos humanos. Por lo general, los tribunales españoles se han adherido a las resoluciones de asilo del Ministerio del Interior (tan solo una sentencia corrigió la denega- ción de la protección internacional). En cambio, el Tribunal Europeo de Dere- chos Humanos en su Sentencia de 22 de abril de 2014 condenó a España por vulnerar el artículo 13 del Convenio Europeo para la Protección de los Dere- chos Humanos por devolver a sus país a una treintena de saharauis a quienes se les habían denegado sus solicitudes de protección internacional a pesar de contar con un informe favorable de ACNUR (CEAR, 2015: pp. 12-13). En definitiva, en el mejor de los casos, puede decirse que la política mi- gratoria europea ha sido solo una política de control de fronteras; una política reactiva, que ha funcionado a base de parches en momentos electoralmente re- levantes, y que no se ha apoyado en ninguna estrategia común de resolución de conflictos y posconflictos. Pero el blindaje de las fronteras ha resultado estéril. La militarización de las fronteras topa a diario con las brutales asimetrías económicas que existen entre unos y otros, y con los conflictos y la violencia de la que también Europa es responsable; topa con la liberalización de capi- tales y mercancías, arropada por la retórica triunfalista de la movilidad, y las restricciones al movimiento de personas; y topa con la pretendida universali- dad de los derechos humanos y su acérrima territorialización. Tristemente, los

9/ CEAR aconseja eliminar el requisito de las circunstancias imperantes en el país de origen incluido en la Ley de Asilo para los casos de persecución por motivos de género. A diferencia de lo que ocurre con las otras causas de persecución (la etnia, la religión, la nacionalidad, el grupo social y las opiniones políticas), la Ley de Asilo menciona de forma expresa que el género y la orientación sexual no pueden dar origen a una persecución por sí solos, sino que dependerá de ciertas circunstancias, lo que supone una clara discrimina- ción. Y aconseja también reconocer la trata de seres humanos con fines de explotación sexual como causa de persecución de género y motivo de concesión de asilo (las víctimas han sido reconocidas como refugiadas en tan solo cuatro casos y en fase administrativa). Véase CEAR, 2015, pp. 18-19.

12 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 derechos de los que disfrutamos como ciudadanos europeos son el producto de un largo y costoso proceso de exclusión social y de discriminación. La condi- ción de extranjero, de inmigrante, de irregular, de “sin papeles”, de asilado, de apátrida, es la condición gracias a la cual hemos logrado conservar nuestros privilegios, y no hace sino poner de manifiesto las absurdas contradicciones en las que estamos instalados. Europa se revuelve una y mil veces en sus espejos de feriantes y trileros, acumulando una deuda histórica que se cuenta en porcentajes de barbarie; una deuda que la estrecha reacción contra sí misma que ahora lidera Bruselas ni pretende ni puede compensar/10.

María Eugenia Rodríguez Palop es profesora titular de Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid. Bibliografía

ACNUR (2015) Tendencias de asilo 2014. Ginebra: ACNUR. Disponible en: https://www. eacnur.org/sites/default/files/publicacion_fichero/tendencias_asilo2014.pdf. CEAR (2015) Informe 2015: Las personas refugiadas en España y Europa. Resumen Ejecu- tivo. Disponible en: http://www.cear.es/wp-content/uploads/2015/06/Resumen-Ejecutivo- Informe-20151.pdf. HRW (2015) “World Report 2015”. Disponible en: http://www.hrw.org/world-report/2015. Innerarity, C. y Acha, B. (2010) “Los discursos sobre ciudadanía e inmigración en Europa: universalismo, extremismo y educación”. Política y Sociedad, vol. 47, núm. 2, pp. 70-71. Lucas, J. de (1996) Puertas que se cierran. Europa como fortaleza. Barcelona: Icaria. — (2015a) Mediterráneo: el naufragio de Europa. Valencia: Tirant lo Blanch. — (2015b) “Tras la conmoción por los refugiados, un riesgo que es un paradoja”. Alderecho- yalrevés, 1/09/2015. Disponible en: http://alrevesyalderecho.infolibre.es/?p=3883. Nair, S. (2015) “¿Guerra contra la inmigración?”. El País, 3/09/15. Disponible en: http:// elpais.com/elpais/2015/08/26/opinion/1440591701_435098.html. Nair, S. y Lucas, J. de (2015) “La vergüenza del Mediterráneo”. El País, 24/04/15. Disponi- ble en: http://elpais.com/elpais/2015/04/23/opinion/1429793751_390683.html. Rodríguez, O. (2015) “El rastro de las heridas abiertas”. Eldiario.es, 1/09/15. Disponible en: http://www.eldiario.es/zonacritica/rastro-heridas-abiertas_6_426317383.html. UNICEF (2015) “Siria: el riesgo de una generación perdida”. Disponible en: http://www. unicef.es/infancia/emergencias-ayuda-humanitaria/crisis-en-siria. VV AA (2015) “ʻRechazos en fronteraʼ: ¿frontera sin derechos?”. Disponible en: http://no- somosdelito.net/sites/default/files/public_files/documentos/informe_rechazo_en_fron- tera.pdf.

10/ Evidentemente, la transformación que ha sufrido Merkel en los últimos meses, por lo que hace a su política de asilo, tiene que ver con los contingentes de mano de obra que Alemania necesitará en breve. De hecho, no hay duda de que Europa necesitará a corto y medio plazo contingentes migratorios con los que apuntalar su economía.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 13 14 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Crisis de refugiados, inmovilismo y muros en Europa

Ruth Ferrero Turrión

Durante los últimos meses se agolpan en nuestra retina las imágenes de hom- bres, mujeres y niños tratando de escapar de la guerra con la esperanza de alcanzar una hospitalaria Europa. Imagen ideal si nos atenemos a lo que hemos tenido la vergüenza de presenciar tanto en las distintas fronteras, cada vez más fortificadas, como en los despachos de Bruselas. Aunque el conflicto en Siria comenzó hace ya cinco años, sin embargo, sus efectos en forma de sensibilización y movilización ciudadana no se han sentido hasta este año. Hasta la aparición de la foto de Aylan nadie reaccionó. Las sociedades europeas estaban insensibilizadas ante el drama que estaba teniendo lugar en Siria, Libia, Afganistán, Eritrea o Iraq, entre otros. A pesar de los sucesivos naufragios y los cientos de miles de muertos en el Medite- rráneo, las respuestas desde Europa fueron tibias, escasas y tardías. Incluso cuando ya el drama se encontraba en la misma frontera, en los Balcanes, el Viejo Continente daba la espalda a aquellos que buscaban su ayuda. Y sin embargo, la foto de un pequeño en la playa removió las conciencias, pero solo desde abajo, desde los ciudadanos, lo que hizo reaccionar a algunos poderes locales, si bien con unas competencias limitadas en la materia. Y mientras, las instituciones y gobernantes europeos discuten y no se ponen de acuerdo sobre lo que hacer. Incluso la canciller Merkel ha tachado la crisis de refugiados como el ma- yor reto al que se enfrenta Europa. Y no le falta razón. El resto de temas que se encontraban encima de la mesa —Ucrania, Grecia, Euro, entre otros— han quedado oscurecidos ante las dimensiones del drama humano que presencia- mos en estos días. Efectivamente, esta crisis ha provocado un terremoto insti- tucional y político que ha puesto en cuestión toda la arquitectura institucional construida después de la Segunda Guerra Mundial. Una arquitectura y proyec- to ya muy debilitados tras Lisboa, la crisis de la Eurozona, la crisis griega y la ucraniana. Las 437.384 solicitudes de asilo que han llegado a Europa entre enero y julio como consecuencia de los conflictos en Siria, Afganistán o Eritrea hi- cieron saltar todas las alarmas. Sin embargo, este incremento de las llegadas de desplazados a lo largo de todo el año 2015, lejos de provocar la puesta en marcha de una política integral que afrontara tanto la logística corres- pondiente a las llegadas como la actuación en el origen de las causas del problema, se ha limitado a reforzar tan solo aquellas políticas migrato- rias orientadas al control de fronteras. Es decir, más militarización, menos

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 15 “La crisis de refugia- salvamento. En definitiva, se ha intensificado la dos ha puesto sobre idea de la Europa Fortaleza. la mesa los grandes La crisis de refugiados ha puesto sobre la retos a los que se mesa los grandes retos a los que se enfrenta esta enfrenta esta UE.” UE, el principal de todos ellos es el de responder a las preguntas “¿hacia dónde?”, “¿cómo?”. Y sobre todo “¿sobre qué valores?”. Si la respuesta es hacia más Europa, hacia una Europa más política, más integrada, entonces habrá que empezar a tomar decisiones en cuestiones tales como política exte- rior común, política de inmigración y asilo común, política fiscal, etcétera. En esta nueva reflexión, por tanto, se deberán plantear cuáles son los objetivos comunes de la Unión y cuáles deben ser sus límites. Los líderes comunitarios deberían también preguntarse sobre los valores que debe defender una Europa más unida, así como definir las nuevas amenazas del siglo XXI y cómo enfren- tarse a ellas. Esta situación está provocando que uno de los principales pilares sobre los que se ha sostenido la Unión —el Espacio de Seguridad, Libertad y Justicia, conocido como Espacio Schengen— esté de facto en estado de coma. También nos encontramos ante la muerte del Sistema de Dublín que se ha demostrado absolutamente ineficaz. Y por último, pero fundamental, el fracaso de la Políti- ca Exterior Europea y la verificación de la errática Política de Vecindad herida de gravedad como consecuencia de la crisis en Ucrania. ¿Por qué ahora? Pero empecemos por el principio. Lo primero que es necesario constatar es cómo Europa lleva mirando hacia otro lado desde el comienzo de la crisis en Siria en 2011. Solo se activó el artículo 78 (3) del Tratado de la Unión sobre situaciones de emergencia en mayo de este mismo año y que reza: “si uno o varios estados miembros se enfrentan a una situación de emergencia (…)”. Antes de eso, se desmontó la misión “Mare Nostrum” de salvamento y persecución de traficantes impulsada por el gobierno de Enrico Letta que contaba con un presupuesto de 9 millones de euros al mes y que estuvo operativa entre octubre de 2013 y noviembre de 2014. Los resultados: 588 operaciones, 100.250 personas rescatadas, 728 traficantes detenidos. En noviembre de 2014 comienza la Operación Tritón, financia- da por la UE con 2,9 millones de euros al mes, solo dedicada al control estricto de la frontera y operada por el FRONTEX. El salvamento quedaba al margen de la cuestión. Es a partir de ese momento cuando comienzan los grandes naufragios en el Mediterráneo. Y mientras esto sucedía en Europa, a los campos de refugiados de los países vecinos a Siria continuaba llegando gente. Y ACNUR seguía alertando de la precaria situación de esas personas y de la ausencia de fondos suficientes para

16 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 atenderlos de manera adecuada. A lo anterior se unían otros factores que no po- demos dejar pasar por alto. La geopolítica regional ha tenido un papel esencial. De un lado, la situación en Turquía en año electoral y con un Erdogan muy debilitado. De otro, el refuerzo como potencia regional de Irán tras la firma del acuerdo nuclear. Esta situación nos retrotrae al pasado colonial europeo en la región puesto que las alianzas tradicionales se mantienen indemnes. Rusia e Irán aliados del régimen sirio, mientras Jordania y Arabia Saudí se alinean con Estados Unidos. Y todo ello en un contexto de una enorme complejidad geopolítica dónde Occidente necesita la colaboración rusa para terminar con el conflicto en Siria, pero está en conflicto abierto con Moscú como consecuencia de la crisis en Ucrania. A todas luces parece claro que esta situación se debe afrontar como un problema europeo por varios motivos. El primero, por responsabilidad his- tórica. El segundo, por la situación en la que quedó Iraq tras la intervención occidental. El tercero, por la defensa de los Derechos Humanos como valor fundamental de la UE. Y sin embargo, la única respuesta que se obtiene es la del repliegue nacional de los Estados, la revitalización de los movimientos racistas y xenófobos y el desconcierto de la clase política.

La muerte de Dublín La respuesta europea ha sido decepcionante. Parecía que la respuesta lógica era la construcción de una política de inmigración y asilo común, no funda- mentada sobre la construcción de más “Europa fortaleza” sino de una política en la que sentaran las bases de una gestión de fronteras común, con procedi- mientos de recepción comunes para todos los Estados miembros. Y todo ello acompañado de la apertura de procedimientos de gestión de las migraciones laborales que evite la peligrosidad de las rutas y la irregularidad en territorio europeo. Si bien la Comisión en primera instancia intentó coordinar discurso y políti- ca a través del lanzamiento de la Agenda Europea de Migraciones, los Estados miembros mostraron total ausencia de empatía y solidaridad en el seno del Consejo. Quizás, el punto álgido de esta disputa se representó en el Consejo de Ministros de junio donde el primer ministro italiano y la primera ministra lituana tuvieron un enfrentamiento que se alejaba de la tradicional cortesía im- perante en estas reuniones. La propuesta de la distribución obligatoria de pla- zas de reubicación y reasentamiento de en torno a 40.000 refugiados entre los distintos Estados miembros presentada por la Comisión y defendida por Junker se enfrentaba a la posición de Tusk y los gobiernos. El resultado finalmente fue la prevalencia de la voluntariedad frente al reparto equitativo de las cuotas de refugiados, lo que dejó un paisaje desolador. Así, en el Consejo del 20 de julio los Estados establecían el número de pla- zas que ofertarían para la reubicación y el reasentamiento. La mayoría de los

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 17 Estados ofreció menos plazas de las que originalmente había propuesto la Co- misión. De las 20.000 plazas de reasentamiento propuestas por la Comisión tan solo se cubrieron 18.415 por parte de los Estados miembros. Llamó entonces la atención que solo se pudiera llegar a las 22.504 plazas gracias al ofrecimiento de Noruega, Suiza, Liechtenstein e Islandia. Sin duda la tacañería de países como España, Hungría, o el Reino Unido tuvo mucho que ver con esta escueta cifra de plazas para refugiados. Sus principales argumentos eran el efecto lla- mada a los potenciales peticionarios de asilo o la imposibilidad de acoger a las personas que llegaban estableciendo el caldo de cultivo para fomentar aún más un racismo y xenofobia que no han tardado en hacerse oír. Unas semanas más tarde, el cupo de reubicaciones se ha tenido que aumentar en otros 120.000 refugiados. Un total de 160 mil personas con llegada escalonada durante los próximos dos años. Si hasta ahora han llegado en torno a 400 mil y en 2016 se prevé la llegada de otros 450 mil, ¿qué pasará con ellos? Con esta actuación lo que ha quedado de manifiesto es la ausencia de voluntad política y empatía por parte del Consejo Europeo. A todas luces es evidente que para la UE con más de 500 millones de personas asumir un impacto en las llegadas que repre- senta menos del 1% de su población es más factible que para Líbano con 1,2 millones de refugiados (27%) y 4 millones de personas; Turquía con 2 millones sobre 75, o Jordania con 700.000 y una población de 6 millones. La lectura de estos datos, sin duda, debería hacernos ruborizar. La fuerza de los acontecimientos ha demostrado cuán equivocados estaban aquellos que abogaron por la militarización de las fronteras, y por la racanería en sus ofertas de plazas. El primero en sentirlo fue el primer ministro Cameron con la crisis de Calais de principios de agosto y sus desafortunadas declaracio- nes sobre la “plaga” que sobrevuela Europa. Y esto no fue más que el principio. Pronto, y coincidiendo con las negociaciones del tercer rescate, Grecia se vio desbordada en sus capacidades de acogida. Las imágenes que nos han llegado desde Lesbos y Kos ilustran perfectamente el quiebre del régimen migratorio griego y el endeble equilibrio existente en los Balcanes Occidentales, eternos candidatos a formar parte de la UE. En estos días, hemos visto escenas que nos evocan a un pasado no tan lejano. Desplazados que se apilan en torno a muros y vallas buscando un hueco por el que colarse en el espacio Schengen, a través de alambres de espino u ocultos en camiones. El espacio Schengen en peligro Hace semanas que llevamos escuchando que uno de los mayores peligros a los que se enfrenta la UE es el final de la zona Schengen. Sin embargo, no ha sido hasta que Alemania ha decidido dar un golpe sobre la mesa cerrando temporalmente sus fronteras y, por tanto, cerrando con ello la libre circulación de personas, uno de los pilares de la integración europea, cuando han saltado todas las alarmas.

18 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Si para algo está sirviendo esta crisis de refugiados es para redefinir los va- lores democráticos y de derechos humanos que se perdieron en algún momento en algún despacho de la burocrática Bruselas. Si para algo está sirviendo es para que reaccione una ciudadanía adormilada y apática insensible a los dra- mas más allá de sus fronteras. ¿Están fundados los discursos que potencian el fin de Schengen? Esta es, sin duda, una de las preguntas que se encuentra en la mente de todos. Esta crisis de refugiados obliga a debatir sobre lo que significa verdaderamente compartir la gestión de una frontera exterior. Se trata, por tanto, de volver a reflexionar sobre los objetivos comunes de la Unión. Unos objetivos para los que no estaban pensados: la amenaza del terrorismo yihadista, el crecimiento del crimen organizado y ahora también la gestión de la crisis de refugiados. Ahora, el objetivo es ver cómo resolver la cuestión del establecimiento de cuotas equitativas entre los Estados miembros ante este drama, responder de manera adecuada al potencial peligro del terrorismo yihadista y combatir el crimen organizado. Las autoridades europeas están temerosas de que la ruta de los refugiados pueda ser utilizada por el ISIS para introducir elementos terroristas en territorio europeo. Efectivamente, algunos de los discursos más reaccionarios y menos solidarios alertan de este peligro. Probablemente el ob- jetivo de tan falaz silogismo sea el de parar las demandas ciudadanas de mayor solidaridad. Parece a todas luces evidente que en cualquier de los tres supues- tos, refugiados, terrorismo, crimen organizado, el problema más que dentro de Schengen se encuentra fuera. Si Europa no es capaz de proyectar estabilidad en su vecindad, con toda probabilidad la importará en su territorio. Al terrorismo yihadista hay que combatirlo en origen, en Siria, Irak o Libia, y no intentando identificar infiltrados entre los refugiados que llegan a la UE. En cuanto a los refugiados, obviamente, es obligación de los estados ofrecer ayuda humanita- ria a las personas desplazadas, pero también actuar en las causas de ese efecto expulsión que suponen los conflictos y las guerras. Por último, el impulso de la cooperación policial a través de agencias como Europol, y otros mecanis- mos de coordinación serán los que ayuden a combatir el crimen organizado. Sin duda, el fin de Schengen no solo no resolvería estos problemas, sino que además también terminaría con la propia Unión. ¿La Guerra Fría vuelve a Europa? No en pocas ocasiones hemos sido testigos de la profunda división que existe en el seno del Consejo Europeo en relación con las políticas de inmigración y asilo. Tradicionalmente, los seis países fundadores han abogado por una mayor comunitarización de estas políticas ayudados por los países nórdicos. Un se- gundo grupo de países, situados en lo que podríamos denominar periferia

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 19 “Esta situación nos europea, analizan esta crisis en términos do- retrotrae al pasado mésticos si bien sus posiciones pueden flexi- colonial europeo en bilizarse en función de una negociación favo- la región puesto que rable a sus intereses; situaríamos en este grupo las alianzas tradicio- a España, Reino Unido y Austria. En último nales se mantienen lugar aparecen los nuevos Estados miembros que indemnes.” no consideran esta cuestión de alcance europeo y, por lo tanto, no están dispuestos a renunciar a su principal obsesión en este momento: la política de seguridad y defensa europea en relación con Rusia. La dura posición de Hungría, Polonia, República Checa, Eslovaquia o Ru- manía en relación con la crisis de refugiados ha puesto sobre la mesa algo que desde el 2004 se rumoreaba en voz baja por los pasillos de Bruselas: la profunda división política y de valores existente en Europa desde la incorporación de estos estados a la UE. Este es sin duda el resultado de unos procesos de construcción nacional sostenidos sobre concepciones etnoculturales y exclusivistas que son por los que han transitado estos países desde el inicio de sus procesos de cambio político tras el fin del Telón de Acero. Son precisamente estas concepciones las que hacen aflorar toda suerte de prejuicios xenófobos entre los gobernantes y gobernados en estos países. Recordemos las manifestaciones antirrefugiados que han tenido lugar en Polonia o la lamentable actuación del primer ministro Viktor Orban desde que la crisis llamó a sus fronteras. No nos puede extrañar ni sorprender que ahora, cuando más necesarias son las muestras de solidaridad y generosidad entre los Estados miembros, retumben en nuestros oídos discursos que parecen extraídos de los años 30, que suenan en húngaro, eslovaco, polaco o checo y que se niegan a cumplir con lo pactado en sus tratados de adhesión, el derecho internacional adoptado por la UE, en este caso, el Estatuto del Re- fugiado de 1951. Sin duda sorprende la escasa memoria histórica de nuestros conciudadanos de la Europa Central y Oriental. ¿Acaso no recuerdan Budapest 1956? ¿No recuerdan Check Point Charlie y el Muro que dividió Europa? Esta grave ausencia de sintonía entre unos Estados miembros y otros está conduciendo a una crisis aún mayor, la de las esencias sobre las que presunta- mente se construyó la UE, con un Reglamento de Dublín herido de muerte, un espacio Schengen que se utiliza como herramienta de presión y una Política Exterior Europea que ni está ni se la espera. Sin embargo, es necesario destacar que los prejuicios racistas y xenófobos no están presentes de manera exclusiva en estos países. La creciente presen- cia de fuerzas de extrema derecha contra los inmigrantes es una cuestión transversal en toda Europa. Desde el Reino Unido a Alemania, pasando por Finlandia o Grecia. Quizás, entonces, el problema no está solo en razones de tipo orgánico de las sociedades postsocialistas, quizás el problema se sitúe en una crisis generalizada de valores en todo el entorno europeo en una situación

20 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 de precariedad económica y de replanteamiento de la hoja de ruta de la Unión Europea. Una suerte de refundación europea que puede convertirse en una puerta a la esperanza para la construcción de otra Europa, o por el contrario, derivar hacia un horizonte mucho más siniestro. ¿Qué puede hacer Europa? A todas luces parece que es urgente y necesaria una pronta respuesta ante los dramáticos acontecimientos que estamos presenciando a lo largo de este año. Sin embargo, es difícil ser optimista a la luz de las últimas actuaciones desa- rrolladas por parte de los Estados miembros, escenificando una división que queda patente en cada Consejo Europeo. Por un lado, tenemos un núcleo cen- tral de países compuesto esencialmente por los países fundadores, con el apoyo de Dinamarca e Irlanda, que muestran cierta solidaridad y continúan con su tradición de ser receptores de asilados y refugiados. Por otro, tenemos a una periferia poco comprometida con la solidaridad comunitaria en esta materia. Esta situación es el reflejo de las tres posiciones enfrentadas en este debate a las que ya me he referido. La primera es la que aboga por una mayor comunita- rización de la política de inmigración y asilo y en la que incorporaríamos a los países del centro y norte europeo. La segunda, serían aquellos países situados en la periferia de la Unión que leen esta crisis en términos domésticos. Claros exponentes de esta posición son España, el Reino Unido y Austria. Por último, encontramos a un gran número de países, los “nuevos estados miembros”, con la excepción de Chipre, que consideran que los asuntos relacionados con la frontera sur no son de su competencia, ya que su principal preocupación es la frontera oriental y Rusia, en la que sienten que no han sido apoyados como debieran por el resto de sus socios. Y así las cosas, es Alemania, a través de una estudiada escenificación en la que muestra cómo el eje París-Berlín sigue gobernando los destinos europeos, la que plantea, ante una pusilánime Francia, la necesidad de abordar la reforma del sistema de asilo europeo y pone sobre la mesa propuestas concretas de actuación. Propuestas no desprovistas de polémica, tales como la imposición de mayores restricciones en los criterios de entrada, la apertura de centros de refugiados o el establecimiento de unos estándares mínimos comunes a los 28 sobre las condiciones en las que se reciben los refugiados. El principal proble- ma de esta propuesta, sin duda, es la ausencia del resto de Estados miembros en la elaboración de la propuesta, y la ausencia de voluntad política para convocar un Consejo Europeo extraordinario sobre el tema. Ante esta situación de parálisis permanente en el seno de la Unión es toda- vía más necesario que nunca continuar incidiendo sobre las posibles acciones que se deberían llevar cabo para intentar si no terminar en el corto plazo, al menos frenar la sangría de vidas y dramas humanos que nos llegan cada día a través de los medios de comunicación.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 21 En primer lugar, es imprescindible una profunda reforma de la política mi- gratoria y de asilo europea que incluya la apertura de vías legales para la pre- sentación de peticiones de asilo en los consulados y un reparto equitativo de las cargas de refugiados, pero también la puesta en marcha de mecanismos euro- peos de gestión para atender las migraciones laborales, familiares, etcétera. Si esto no sucediera nos quedaríamos con una sensación de oportunidad perdida para avanzar en la construcción no solo de un discurso, sino de una política de inmigración común consensuada por todos los socios. Frente al actual pesimis- mo, habría que intentar aprovechar esta crisis como oportunidad para avanzar e integrar esta política no priorizando, como hasta ahora, un intergubernamen- talismo que mina de manera fehaciente la solidaridad europea. La UE está fallando en la asistencia de ayuda humanitaria a las personas que están llegando de manera masiva a sus fronteras; de nuevo Europa fracasa tal y como sucedió con los refugiados de los Balcanes Occidentales durante las guerras de Yugoslavia. Por tanto, es imprescindible dotar de más recursos las medidas orientadas a la atención de los refugiados una vez en territorio comunitario. Se hace también imprescindible un cambio de la Política Exterior y de Segu- ridad Común en la que no solo esté incluido el control de fronteras sino también la acción en el origen de las causas que provocan la salida masiva de personas. Esta acción debería tener una doble naturaleza. Por un lado, agotar las vías di- plomáticas; por otro, no dudar en emplear la acción directa como por ejemplo el embargo de armas y la apertura de corredores humanitarios en las zonas en conflicto. Es decir, se trataría de poner en marcha políticas activas de conflicto y postconflicto y terminar con el cortoplacismo estratégico de la PESC. La UE no está atravesando su mejor momento. La crisis económica que asola a las sociedades europeas, junto con otras tanto en la zona euro, en Gre- cia, como en su vecindad, en Ucrania, los Balcanes y el Mediterráneo, debe- rían hacer reflexionar a sus dirigentes acerca de qué estrategias aplicar, puesto que las que ha venido desplegando hasta ahora son a todas luces insuficientes. Mientras tanto, las iniciativas vienen desde abajo, desde los movimientos ciu- dadanos que llevan ya tiempo pidiendo una Europa más social a través de las Euromarchas, y que ahora tejen redes de solidaridad con los refugiados que llegan. Y también desde las administraciones locales gracias al impulso dado a las ciudades-refugio. Es el momento de aprovechar y construir otra Euro- pa, una Europa de los derechos económicos, sociales, políticos y ambientales, pero esta vez habrá de hacerse desde abajo.

Ruth Ferrero Turrión es profesora de Ciencia Política en la Universidad Complu- tense de Madrid y en la Universidad Carlos III.

22 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Fin de la hegemonía progresista y giro regresivo en América Latina. Una contribución gramsciana al de- bate sobre el fin de ciclo

Massimo Modonesi

La experiencia de los llamados gobiernos progresistas en América Lati- na (Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela)/1 parece haber entrado en un pasaje crítico que algunos autores denominaron fin de ciclo, abriendo un debate sobre el carácter de la coyuntura con fuertes implicaciones estratégicas respecto del porvenir inmediato/2. Sostendré en forma sintética la idea de que, en sentido estricto, el ciclo no terminó ni está a punto de terminar en el corto plazo, entendiendo por ciclo el periodo de ejercicio de gobierno de las fuerzas progresistas, pero que, al mis- mo tiempo, podemos y tenemos que identificar y analizar el cierre de la etapa hegemónica de este ciclo, con las consecuencias que esto implica a mediano plazo. Para ello partimos de la caracterización del ciclo progresista latinoamerica- no como un conjunto de diversas versiones de revolución pasiva (Modonesi, 2013), es decir, siguiendo la intuición de Gramsci, de una serie de proyec- tos devenidos procesos de transformaciones estructurales significativas pero limitadas, con un trasfondo conservador, impulsadas desde arriba y por medio de prácticas políticas desmovilizadoras y subalternizantes, que se expresan en buena medida a través de los dispositivos del cesarismo y el transformismo como modalidades de vaciamiento hacia arriba y hacia abajo de los canales de organización, participación y protagonismo popular (Modonesi, 2012). Siendo que la de la revolución pasiva es una fórmula que busca y logra una

1/ No incluyo a Honduras y Paraguay que, bajo los gobiernos de Celaya y Lugo, durante un breve periodo, antes de los llamados “golpes blancos”, fueron parte del “ciclo”, ni Perú ya que el gobierno de Ollanta Humala no tuvo un momento progresista suficientemente claro y duradero. Tampoco se puede agregar Chile por el perfil neoliberal de los gobiernos de la Concertación previos al más reciente de la Nueva Mayoría encabezada por Bachelet que, al margen de su caracterización, resulta desfasado cronológicamente respecto de la temporalidad procesual y el surgimiento coyuntural del ciclo. 2/ Para un balance equilibrado ver Franck Gaudichaud, 2015. Hay que señalar que la noción de “fin de ciclo” está exacerbando un debate de por sí tendente a la polarización. Algunos intelectuales orgánicos del progresismo latinoamericano reaccionaron sosteniendo una defensa irrestricta de los logros de los gobiernos y denunciando de forma vehemente esta hipótesis por ser, según ellos, obra de una ultraizquierda marginal. Por ejemplo, Emir Sader, 2015. Esta posición que simplifica y polariza las críticas en clave ultraizquierdista también es sostenida por el vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera cruzándola con la cuestión ambiental, desde el conflicto del TIPNIS iniciado en 2010 y hasta tiempos recientes al acusar a las ONG de “trotskistas verdes” y de estar coludidas con intereses extranjeros (Mealla, 2015).

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 23 “.... parece haberse salida hegemónica a una situación de equilibrio terminado la fase de fuerzas, o de “empate catastrófico” —fórmula de consolidación que resultó eficaz en clave progresista en Amé- hegemónica que se rica Latina en la década del 2000— podemos expresó reiterada- analizar el momento actual, para problematizar y mente en resultados profundizar la hipótesis del fin de ciclo, poniendo electorales plebisci- en evidencia un rasgo central y determinante de tarios.” la coyuntura: la pérdida relativa de hegemonía, es decir la creciente incapacidad de construcción y sostenimiento del amplio consenso interclasista y de fuerte raigambre popular que caracterizó la etapa de consolidación de estos gobiernos. En efecto, parece haberse terminado la fase de consolidación hegemónica que se expresó reiteradamente en resultados electorales plebiscitarios pero se fraguó fundamentalmente en el ejercicio eficaz de una serie de intermediacio- nes estatales y partidarias, desplazando a las derechas de estratégicos ganglios institucionales y aparatos ideológicos del Estado e instalando una serie de ideas fuerza, consignas y valores políticos de corte nacional-popular como los de soberanía, nacionalismo, progreso, desarrollo, justicia social, redistribución, dignidad plebeya, etcétera. En algunos países este pasaje fue acompañado por un enfrentamiento directo con intentos restauradores de carácter golpista o ex- trainstitucionales —como en el caso de Bolivia, Ecuador y Venezuela pero también en Argentina con el caso del conflicto del campo—, cuyo saldo dejó a las derechas de estos países muy debilitadas y, en consecuencia, abrieron el camino a una práctica hegemónica de las fuerzas progresistas más profunda y contundente/3, incluyendo la reformulación de los marcos constitucionales y generando el escenario del llamado “cambio de época”/4. Esta etapa parece haberse definitivamente cerrado. Al menos desde 2013 (Modonesi, 2014) se percibe un punto de inflexión, con ciertas variaciones temporales y formales país por país, a partir de un giro desde un perfil progre- sivo a uno tendencialmente más regresivo. Giro que resulta particularmen- te perceptible en los últimos tiempos tanto en las respuestas presupuestales a la crisis económica que azota la región, que privilegian el capital frente al trabajo y al medio ambiente, como la actitud hacia las organizaciones y

3/ El vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera habló de “punto de bifurcación” para dar cuenta de este pasaje estratégico de la correlación de fuerzas que abrió a la posibilidad del ejercicio hegemónico. Ver García Linera, 2008. 4/ La noción de cambio de época surge de una expresión del presidente ecuatoriano Rafael Correa quien en 2007 sostuvo que lo que se vivía no era una “época de cambios sino un cambio de época”. Esta idea fue retomada por el título del Congreso de ALAS de Guadalajara, este mismo año, donde presenté un texto asumiendo y desarrollando la temática, posteriormente publicado como Modonesi, 2008. Simultáneamente, Maristella Svampa —con quien iniciamos justo en este Congreso un fructifero diálogo— publicó un libro cuyo título contribuyó a difundir ampliamente esta noción en el debate académico (Svampa, 2008).

24 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 movimientos sociales situados a su izquierda, que tiende a endurecerse tanto discursiva como materialmente, como en el caso de las medidas represivas adoptadas frente a las recientes movilizaciones en Ecuador. Gramsci sostenía que se podía/debía distinguir entre cesarismos progresi- vos y regresivos. Agregaría que esta antinomia conforma una clave de lectura que se puede aplicar también al análisis de diversas formas y distintas etapas de las revoluciones pasivas ya que permite reconocer diversas combinaciones de rasgos progresivos y regresivos y la predominancia de uno de ellos en mo- mentos sucesivos del proceso histórico (Modonesi, 2015a). Desde su surgimiento convivieron al interior de los bloques y alianzas so- ciales y políticas que impulsaron los gobiernos progresistas latinoamericanos tendencias de diverso signo. Si en la etapa inicial dominó el rasgo progresista, propiciando que así se denominaran, se puede identificar un posterior viraje tendencialmente conservador que opera en sentido regresivo respecto del ras- go progresivo de la etapa hegemónica de ejercicio del poder de los gobiernos progresistas. Este giro se manifiesta orgánicamente en el seno de los bloques y alianzas que sostienen a estos gobiernos y se expresa en las variaciones en la orientación de las políticas públicas, justificándose, desde la óptica de la de- fensa de las posiciones de poder, por la necesidad de compensar la pérdida de hegemonía transversal por medio de un movimiento hacia el centro. Este acentramiento, dicho sea de paso, parecería contrastar con la lógica de las polarizaciones izquierda-derecha y pueblo-oligarquía que caracterizó el mismo surgimiento de estos gobiernos, impulsados por la irrupción de fuertes movimientos antineoliberales y el posterior enfrentamiento con los conatos restauradores de las derechas que abrieron la puertas a la consolidación hege- mónica. Al mismo tiempo, si seguimos la hipótesis de Maristella Svampa de un retorno de dispositivos populistas, un movimiento real, orgánico y político hacia el centro no excluye el uso de una retórica confrontacional, típica del formato populista aunque tendencialmente debería y probablemente se irá mo- derando en aras de una coherencia entre forma y contenido (Svampa, 2015b). En todo caso, estamos asistiendo a un giro fundamental, histórico y estruc- tural en la composición política de estos gobiernos y por lo tanto de un pasaje significativo de la historia política del tiempo presente latinoamericano. El deslizamiento hacia un perfil regresivo es más perceptible en algunos países (Argentina, Brasil, Ecuador) que en otros (Venezuela, Bolivia y Uru- guay) ya que en estos últimos se mantienen relativamente compactos los blo- ques sociales y políticos de poder progresistas, no se abrieron fuertes clivajes hacia la izquierda, y las derechas son relativamente más débiles (salvo en el incierto escenario venezolano donde esta evaluación es discutible). Aunque el fenómeno de fondo son los desplazamientos moleculares a nivel de alianzas sociales y políticas, de influencia de clases, fracciones de clases y grupos so- ciales y su contraparte en términos de reorientación de las políticas públicas

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 25 mencionaremos aquí, a título de ejemplo —por razones de espacio y por la dificultad objetiva de dar cuenta a escala latinoamericanas de todos estos pasa- jes— solo algunos de sus reflejos más visibles en la esfera política partidaria y del recambio de los liderazgos. En Argentina el giro conservador es bastante evidente con la candidatura de Daniel Scioli en el Frente para la Victoria (FpV), quien no viene, para usar una expresión argentina, del “riñon” kirchnerista, a diferencia del candidato a vicepresidente Zannini, lo cual sanciona un ajuste hacia el centro-derecha del “sistema político en miniatura” peronista (usando la expresión de Juan Carlos Torre) que ya estaba en curso en los últimos años de paulatino debilitamiento del kirchnerismo (Thwaites, 2015). En Brasil hace tiempo que varios autores señalaron una mutación genéti- ca, al margen de los escándalos de corrupción, al interior del Partido de los Trabajadores (PT). El sociólogo Francisco “Chico” de Oliveira la identificó en el surgimiento del ornitorrinco, una figura híbrida, medio sindicalista- medio especulador financiero, instalada en la gestión de inmensos fondos de pensión que navegan en los mercados financieros (Modonesi, 2011). En este sentido el posible retorno de Lula no modificaría sustancialmente la orienta- ción política asumida por Dilma, de la misma manera que no ocurrió cuando ella lo substituyó, mientras que el viraje hacia el centro se manifestaría en la coyuntura más bien por la disminución del gasto social en comparación con el persistente apoyo directo e indirecto a los procesos de acumulación de capital. Esta misma tendencia aparece en el caso ecuatoriano desde el desplazamiento de sectores de izquierda al interior de Alianza País (AP) y la elección de Jorge Glas, un vicepresidente claramente identificado con el sector privado para acompañar a Correa en las elecciones de 2013 (Muñoz Jaramillo, ed., 2014). En Uruguay es evidente la regresión a nivel ideológico del liderazgo de Pepe Mujica al de Tabaré Vázquez, como reflejo de equi- librios internos y externos al Frente Amplio (FA) que se movieron hacia la derecha, aun con la continuidad propia de una fuerza política estable y con un proyecto definido. Al mismo tiempo, este movimiento es muy reciente y apenas se empieza a reflejar en acciones y situaciones concretas que parecen apuntar en la dirección de una pérdida de hegemonía y un despertar de las oposiciones sociales y políticas/5. En relación con los casos andinos, bolivianos y ecuatorianos, Maristella Svampa señala un quiebre de las promesas que sancionaría “la pérdida de la dimensión emancipatoria de la política y la evolución hacia modelos de domi- nación de corte tradicional, basados en el culto al líder y su identificación con el Estado” (Svampa, 2015a).

5/ Raúl Zibechi ya señala expresiones muy concretas y tangibles en las recientes movilizaciones contra el tratado de libre comercio de servicios TISA (Zibechi, 2015).

26 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 En el caso de Bolivia, más allá de la emergencia de una “burguesía aymara” y de la burocratización y la institucionalización de los grupos dirigentes de los movimientos sociales que impulsaron las luchas antineoliberales, es menos sensible el deslizamiento hacia el centro en términos de la composición po- lítica del bloque de poder. Al mismo tiempo, el tema de la reelección de Evo y un posible referéndum abren a un escenario delicado, a pesar de que no se consolidaron alternativas electorales sólidas ya que la derecha, salvo algunos resultados locales, todavía no levanta plenamente la cabeza y el Movimiento Sin Miedo no pasa de su sólido arraigo en la capital (no llegó al 3% a nivel nacional en las elecciones de 2014) (Stefanoni, 2015a). Estas tendencias regresivas son menos sensibles en Venezuela, el único país en donde se impulsó la participación generalizada de las clases subalternas con la conformación de las Comunas a partir de 2009, a pesar de que esta apertura des- centralizadora fue compensada por la casi simultánea creación del Partido So- cialista Unificado de Venezuela como órgano de centralización y brazo político del chavismo. Por otra parte, la polarización exasperada por las derechas tiende a compactar el campo popular detrás de los grupos dirigentes de la revolución bolivariana, a pesar de que las circunstancias de una economía particularmente frágil no permiten una profundización de la misma, generan tensiones internas y eventualmente pueden fortalecer la tendencia más conservadora (Lander, 2014). En estas diferencias nacionales se refleja la mayor o menor influencia de la reactivación de una oposición social y/o política de izquierda. En efecto, hay que registrar cómo en la mayoría de estos países, además de la recuperación relativa de fuerza de las derechas, se asiste desde hace unos años a un repunte de la protesta por parte de actores, organizaciones y movimientos populares, donde vuelve a destacar un perfil antagonista y autónomo a contrapelo de la subalternización propia de las revoluciones pasivas. Sin embargo, por falta de persistencia en el tiempo, de consistencia organizacional y articulación polí- tica lamentablemente no parece estar en el horizonte político un escenario de izquierdización de la política latinoamericana. En efecto, a pesar de una lenta recuperación de autonomía y de capacidad de lucha, no se observan relevantes y trascendentes procesos de acumulación de fuerza política a lo largo de estos últimos dos años de pérdida de hegemonía del progresismo, salvo eventual- mente en el caso del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) en Ar- gentina, cuyas perspectivas y potencial expansivo tampoco están asegurados (Stefanoni, 2015b). La explosión de protestas en el Ecuador en los meses pa- sados atraviesa distintos sectores y demandas pero, a pesar de que se acumuló malestar en los sectores populares, en particular indígenas y de trabajadores organizados, esto no garantiza el fortalecimiento de un polo político alternati- vo (Modonesi, 2015b; Webber, 2015). Esta dificultad se debe parcialmente al efecto de reflujo, después de la olea- da ascendente de luchas antineoliberales, de los sectores populares hacia lo

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 27 “.... el fin de la hege- clientelar y lo gremial originado por una cultura monía progresista no política subalterna pero, por otra parte y en buen parece implicar un medida, producto de las iniciativas, o la falta de riesgo inmediato de iniciativas, de gobiernos progresistas más intere- restauración de las sados en construir apoyos electorales y garantizar derechas latinoame- una gobernabilidad sin conflictos sociales que a ricanas.” impulsar, o simplemente respetar, las dinámicas antagonistas y autónomas de organización y la construcción de canales y formas de participa- ción y autodeterminación en aras de transformar profundamente las condicio- nes de vida, y no solo la capacidad de consumo, de las clases subalternas. Este debilitamiento, o ausencia de empoderamiento, hace pensar que la in- tención pasivizadora que operó como contraparte de las transformaciones es- tructurales y las políticas redistributivas (sin considerar aquí la polémica con- tinuidad extractivista y primario-exportadora) provocó una década perdida en términos de la acumulación de fuerza política desde abajo, desde la capacidad autónoma de los sectores populares, a contracorriente del ascenso que marcó los años 90 y que quebró la hegemonía neoliberal, abriendo el escenario his- tórico actual. Este saldo negativo es lo que impide, por el momento, hacer frente a una doble deriva hacia la derecha: por el fortalecimiento relativo de las derechas políticas y por el giro conservador y regresivo que modifica los equilibrios y la orientación política de los bloques de poder que sostienen a los gobiernos progresistas latinoamericanos. Al mismo tiempo, el fin de la hegemonía progresista no parece implicar un riesgo inmediato de restauración de las derechas latinoamericanas, como a veces se vaticina a modo de chantaje hacia la izquierda, porque éstas apenas están remontando la profunda derrota política de los años 2000 y, como reflejo del impacto de la hegemonía progresista, están aceptando e incorporando ideas y principios que no corresponden al ideario neoliberal/6, a demostración de que el ciclo de mediano alcance, entre las luchas antineoliberales de los 90 y los gobiernos que se declararon posneoliberales, desplazó ciertos pilares del sentido común y marcó en efecto un relativo cambio de época en la agenda y el debate político y cultural. En conclusión, en medio de tiempos convulsos, siguen su curso las revo- luciones pasivas latinoamericanas, rodeadas por una creciente oposición a su derecha y su izquierda, marcadas en su interior por un viraje conservador y regresivo, deslizándose peligrosamente por una pendiente en la cual pierden

6/ Véase el dossier de la revista Nueva Sociedad núm. 254 sobre “Los rostros de la derecha en América Latina”, noviembre-diciembre de 2014, en particular los artículos de Fernando Molina sobre Bolivia y de Franklin Ramírez y Valeria Coronel sobre Ecuador.

28 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 brillo hegemónico, anuncio del posible inicio de un fin del ciclo de duración variable e indeterminada.

Massimo Modonesi es profesor titular de la Universidad Autónoma de México. Director de la revista Memoria del CEMOS. Autor de nueve libros sobre movimien- tos sociales y políticos en México y América Latina y conceptos de teoría política marxista, ver massimomodonesi.com. Bibliografía

García Linera, Á. (2008) “Empate catastrófico y punto de bifurcación”. Crítica y emancipación núm. 1, CLACSO, junio. Gaudichaud, F. (2015) “¿Fin de ciclo en América del Sur? Los movimientos populares, la cri- sis de los ʻprogresismosʼ gubernamentales y las alternativas ecosocialistas”. En América Latina. Emancipaciones en construcción. Santiago: Tiempo Robado Editoras/América en movimiento. Lander, E. (2014) “Venezuela: ¿crisis terminal del modelo petrolero rentista?”. Aporrea.org, 30/10/2014. Disponible en: http://www.aporrea.org/actualidad/a197498.html. Mealla, L. (2015) “García advierte que si ONG se entrometen en el país, ‘se van’”. La Razón, 11/8/2015. Disponible en: http://www.la-razon.com/nacional/Vicepresidente-Garcia-advier- te-ONG-entrometen-pais_0_2324167612.html. Modonesi, M. (2008) “Crisis hegemónica y movimientos antagonistas en América Latina. Una lectura gramsciana del cambio de época”. A contracorriente, Vol. 5, No. 2, University of Oregon. — (2011) Entrevista a Francisco De Oliveira: “Brasil: una hegemonía al revés”. OSAL núm. 30, CLACSO, noviembre. — (2012) “Revoluciones pasivas en América Latina. Una aproximación gramsciana a la caracte- rización de los gobiernos progresistas de inicio de siglo”. En Mabel Thwaites Rey (editora), El Estado en América Latina: continuidades y rupturas. Santiago: CLACSO-ARCIS. — (2013) “Revoluciones pasivas en América Latina. Una aproximación gramsciana a la carac- terización de los gobiernos progresistas de inicio de siglo”. En Horizontes gramscianos. Estudios en torno al pensamiento de Antonio Gramsci. México DF: FCPyS-UNAM. — (2014) “Conflictividad socio-política e inicio del fin de la hegemonía progresista en América Latina”. En Jaime Pastor y Nicolás Rojas Pedemonte (coordinadores), Anuario del conflicto social 2013. Barcelona: UAB. — (2015) “Pasividad y subalternidad. Sobre el concepto de revolución pasiva de Antonio Gram- sci”. Gramsciana. Rivista Internazionale di Studi su Antonio Gramsci núm 1. — (2015b) Entrevista a Alberto Acosta: “¿Fin de ciclo de los gobiernos progresistas en América Latina? Límites y crisis del correísmo en Ecuador”. Memoria núm. 256, noviembre. Muñoz Jaramillo F. (editor) (2014) Balance crítico del correísmo. Quito: Universidad Central del Ecuador. Sader, E. (2015) “¿El final de un ciclo (que no existió)?”. Página 12, 17/9/2015. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-281814-2015-09-17.html. Stefanoni, P. (2015) “¿Perdió Evo Morales?”. Revista Panamá, 9/4/2015. Disponible en: http:// panamarevista.com/2015/04/09/perdio-evo-morales/. — (2015b) “El voto trotsko explicado a un finlandés”. Revista Panamá, 24/7/2015. Disponible en: http://panamarevista.com/2015/07/24/el-voto-trosko-explicado-a-un-finlandes/. Svampa, M. (2008) Cambio de época. Movimientos sociales y poder político. Buenos Aires: CLACSO-Siglo XXI.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 29 — (2015a) “Termina la era de las promesas andinas”. Revista Ñ, Clarín, 25/8/2015. Disponible en: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Termina-promesas-andinas_0_1417058291.html. — (2015b) “América Latina: de nuevas izquierdas a populismos de alta intensidad”. Memoria núm. 256, noviembre. Thwaites, M. (2015) “Argentina fin de ciclo”. Memoria núm. 254, mayo. Webber, J. (2015) “Ecuador: en el impasse político”. VIENTO SUR, 20/9/2015. Disponible en: http://vientosur.info/spip.php?article10496. Zibechi, R. (2015) “Diez días que sacudieron a Uruguay”. La Jornada, 18/9/ 2015. Disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2015/09/18/opinion/023a2pol.

30 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 2 miradas voces

Quietud Bet-Sabé Ribas

“BCN made by Ciutat Vella” es un trabajo documental y personal compuesto por dos series de imágenes, Día y Quietud, obtenidas al fotografiar durante un periodo de tiempo la vida de su barrio. Porque Bet-Sabé vive en Ciutat Vella y sabe de la identidad colectiva amenazada por el turismo desordenado y por los criterios del mercado que va modificando su esencia. Del día a la noche su mirada explora, sueña, imagina y se reencuentra con espacios y lugares, con sus habitantes irremplazables, con su Ciutat-Vella. Quietud muestra una realidad paralela al movimiento, ruido, tráfico, mul- titud, fiesta… que se asocia a una metrópolis. Por el contrario, vemos, en la quietud del final del día, su parte humana e íntima. Una mirada silenciosa sobre la ciudad para apreciar los estados de necesidad, reflexión, espera y frustración donde los sentimientos de soledad, calma o desazón son visibles en los rostros. Una mirada que se acerca y traspasa el límite de lo privado. Aquí mostramos una selección de la obra que podéis ver completa en http://www.betsaberibas. com/ Bet-Sabé Ribas estudió Ciencias Físicas, Máster en Ingeniería y gestión Ambiental y un Posgrado en Energías Renovables. Desde 2008 ha realiza- do numerosos cursos y talleres fotográficos (con Antonin Kratochivil, J.M. Castro Piero, Gervasio Sánchez...). Ha obtenido varias becas y premios. Ha participado en numerosas exposiciones colectivas. Ha realizado exposiciones individuales: Los olvidados, La ciudad y Miradas sobre la India en diferentes municipios de Catalunya. Carmen Ochoa Bravo

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 31 Foto: © Bet-Sabè Ribas

32 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Foto: © Bet-Sabè Ribas

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 33 Foto: © Bet-Sabè Ribas

34 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Foto: © Bet-Sabè Ribas

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 35 Foto: © Bet-Sabè Ribas

36 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 3 plural plural

COP21 París: Otro clima para un mun- do vivible

La ONU cumple 70 años este otoño. En un interesante artículo publicado re- cientemente en The Guardian/1 se hace balance de su actividad advirtiendo que a pesar de los millones de vidas salvadas y de los logros en salud y edu- cación sigue siendo una organización abotargada por la burocracia, antidemo- crática y muy cara. Precisamente el Plural de este número titulado Otro clima para un mun- do vivible está dedicado a la 21.ª Conferencia de la Partes (COP21) que se celebrará la dos primera semanas del mes de diciembre en París. Desde la Cumbre de Río de Janeiro de 1992 se vienen celebrando conferencias de este tipo cuyo resultado más conocido y casi único fue el Protocolo de Kioto (1997) por el que los 35 países más industrializados debían reducir conjuntamente para el 2012 el 5% de sus emisiones con respecto al año 1990. Los datos científicos cantan y las emisiones no han dejado de aumentar y las dinámicas económicas, políticas y sociales a nivel global no son halagüe- ñas. No hay evidencias para pensar que la Conferencia de París vaya a suponer un hito transcendental para corregir esta crisis climática. Aún así, nos ha parecido que la conferencia organizada por la ONU en París ofrece una buena oportunidad para animar el debate ecosocialista en la revista, tratando de recoger las visiones sobre lo que se “cuece” en esta Cumbre, sobre las reflexiones tanto de activistas como de académicos con diferentes visiones y perspectivas sobre los asuntos socioecológicos que están en juego en esta. Para ello hemos escogido diversas colaboraciones de personas que están si- guiendo con interés los prolegómenos de esta Cumbre. Abrimos con un primer artículo escrito por Ernest Garcia (ERI-Estudis de Sostenibilitat, Universitat de València) que lleva el rimbombante título “ENGO TUNGO RINGO BINGO: Las políticas del cambio climático y las transiciones a sociedades poscarbono”. Como buen sociólogo Ernest comienza por dibujar el contexto político e ideológico en que la Cumbre de París se va a desarrollar, para pasar a desgranar los límites tanto de la gobernanza global del

1/ Disponible en: http://www.theguardian.com/world/2015/sep/07/what-has-the-un-achieved-united-nations.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 37 clima, como los límites impuestos por los poderes corporativo-económicos a las políticas climáticas que se discutirán en la COP21. En segundo lugar, nuestro colega ecosindicalista belga Daniel Tanuro en su colaboración titulada “Una cumbre transitoria de mentiras, negocios y crí- menes climáticos” hace un repaso crítico de las diversas cumbres climáticas que se han sucedido desde la creación en 1988 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la evolución del Clima (GIEC-IPCC), para a continuación entrar a discutir los diversos límites de riesgo del calentamiento global (de los 2º aceptados en Cancún al 1,5º propuesto por científicos y ecologistas, cuestión nada baladí) y remata su artículo con una crítica anticapitalista al sueño de afrontar los cambios climáticos sin renunciar al crecimiento. Tenemos un tercer artículo firmado por otras dos voces francófonas, Nico- las Haeringer y Maxime Combes (la Cumbre se celebra en París, aunque el idioma principal será sin duda el de Shakespeare) que con el título (de corte sesentayochista y parafraseando a Murray Bookchin) “Para evitar lo impen- sable, comprometámonos a hacer lo imposible!” comienza por advertir que tras la apertura de las negociaciones sobre el Clima en Río de Janeiro en 1992 las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEIs) han aumentado más del 60%. Lo cual además de ser preocupante demuestra la ineficacia de la diplo- macia internacional y de la propia ONU. Y se adentran en los procesos de negociación en marcha para arremeter contra la pretendida invisibilidad de las desigualdades entre las víctimas y los culpables del calentamiento del planeta. A continuación va un artículo firmado también por dos ecologistas del Estado español, Samuel Martín-Sosa y Rodrigo Irurzun, responsables del Área Internacional y de Energía, repectivamente, de Ecologistas en Acción. En su escrito titulado “¿Siempre nos quedará París? Negociación de un esce- nario tendencial vs. cambio de paradigma” empiezan constatando la actitud porcrastinadora e irresponsable de los líderes políticos de instituciones inter- nacionales como el G-7 que siguen negándose a poner en marcha un plan de emergencia a la altura de las circunstancias, un plan que pasa, por ejemplo, por un acuerdo global para dejar de extraer combustibles fósiles. Y subrayan que el enorme poder e influencia del que gozan las grandes corporaciones solo puede ser contrarrestado por una catarsis social que aún no se ha pro- ducido. Ese es, a su juicio, el reto político que se manifiesta ante la Cumbre parisina. Hemos querido incluir en la sección Plural de este número de la revista dos voces que aunque utilizando un espacio menor, no por ello desmerecen en su análisis y aportan una visión esclaredora de lo que está en juego en Pa- rís. Agradecemos a nuestras colegas de Carbon Trade Wacht (http://www.car- bontradewatch.org/) la licencia para publicar en castellano estos dos artículos. Gracias especialmente a nuestra amiga Tamra Gilberston por su desinteresada y solidaria ayuda.

38 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Tenemos por un lado la aportación de la activista ecuatoriana Ivonne Ya- ñez (Oilwatch) titulada “Vientos de cambio:Un nuevo clima para la lucha por dejar el petróleo en subsuelo” que al igual que el resto de colaboradoras de este numero de VIENTO SUR denuncia el impresionante despliegue de buro- cracia, tiempo y dinero que durante estos 20 años no han dejado de aumentar las emisiones de gases con efecto invernadero. Su artículo explica cómo la Red Oilwatch ya en 1997, en Kyoto, hizo su primer llamamiento para una moratoria del avance de la frontera petrolera y dejar los hidrocarburos en el subsuelo, para enfrentar el calentamiento global, criticando al mismo tiempo las soluciones de mercado que estaban fraguando. Y explica cómo su propues- ta para París, para los movimientos que luchan frente al cambio climático y por un cambio de modelo extractivista y de sobreacumulación y consumo, es el denominado Anexo 0. A continuación hemos incluido la interesante crítica titulada “Las injusti- cias de la ciencia del clima” realizada por Larry Lohmann (The Corner Hou- se: http://www.thecornerhouse.org.uk/) que trata de las injusticias inherentes a la ciencia del clima predominante, y a​​ las formas en que la ciencia del clima forja la manera en que desde el IPCC y desde otras instituciones científicas se abordan las cuestiones climáticas. Trata también de cómo los activistas pueden reorientarse con respecto a esta ciencia con el fin de construir mejores alianzas y llama la atención sobre la injusta parcialidad de la ciencia del clima. A su jui- cio, la cuestión no es anhelar una ciencia imparcial basada en una “naturaleza” depurada, sino exigir una ciencia con mejores tendencias, que conscientemente reconozca su lugar en la evolución de socionaturalezas más democráticas. Por último hemos incluido un artículo del grupo de investigación TRADE- BU (Ekologistak Martxan-Parte Hartuz /UPV-EHU) formado por Leire Ur- kidi, Rosa Lago, Izaro Basurko, Martin Mantxo, Iñaki Barcena y Ortzi Akizu que aportan al debate que se está suscitando en torno a la cita parisina de diciembre del 2015 sobre el cambio climático la discusión sobre las inevitables transiciones energéticas que la Humanidad va a conocer en los próximos lus- tros. Energía y clima han sido inseparables y presentes en los debates ecologis- tas de las dos últimas décadas y la transición energética que irremediablemente viene debería tener, a su entender, tres columnas principales: la sostenibilidad ambiental, la justicia social y la democracia, y el cambio de los valores produc- tivistas a valores que prioricen la vida y los cuidados necesarios para que ella sea posible. Esto también esta en juego el próximo diciembre en París. Iñaki Barcena Hinojal, editor

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 39 1. COP21 París: Otro clima para un mundo vivible

ENGO TUNGO RINGO BINGO: Las po- líticas del cambio climático y las tran- siciones a sociedades poscarbono

Ernest Garcia

El título de este artículo tiene algo de irónico, pero no es inventado. Reproduce las denominaciones abreviadas de cuatro de los nueve grupos o sectores en que se clasifican los observadores acreditados de la sociedad civil para la cumbre del cambio climático en París (la COP21). Organizaciones no gubernamenta- les, respectivamente, ecologistas, sindicales, científicas y empresariales/1. De alguna manera, supongo, hay que poner orden en una babel donde se espera la presencia de cincuenta mil personas procedentes de las más diversas partes del mundo. De alguna manera hay que simplificar el barroquismo conceptual y lingüístico que inevitablemente tiende a imponerse en un contexto así. El contexto político e ideológico Pese a la dificultad de sacar algo en claro de la previsible barahúnda, es posible que la megarreunión de París acabe convirtiéndose en una referencia en torno a la cual se generen propuestas y acciones de todo tipo, a todos los niveles y por todas partes. Ya ocurrió con la Cumbre de la Tierra de 1992, la de Río de Janeiro, que inspiró la aparición de Agendas 21 locales, sectoriales, nacionales, internacionales, como hongos, por todos los rincones del planeta. Poco más de dos meses antes de la conferencia de 2015 hay todavía mucha incertidumbre. Aún no se sabe si habrá acuerdos. Aún no se sabe si, caso de haberlos, serán significativos. Aún no se sabe si, caso de haberlos y de ser significativos, serán un estímulo real para los gobiernos y las sociedades. Pero podría ser: como sucedió en Río, confluyen ahora diversos factores que son propicios para pro- clamas solemnes y sonoras. La presidencia de Obama está próxima a su final:

1/ http://www.cop21.gouv.fr/en/civil-society

40 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 buen momento, pues, para dejar herencias duraderas, largamente proyectadas hacia el futuro, menos cortoplacistas de lo habitual/2. La Unión Europea ne- cesita algo que restaure, aunque sea parcialmente, su deteriorada imagen, po- niendo en ella algo de coherencia y de capacidad de propuesta. China está tomándose un respiro en su turboexpansión y le conviene ofrecer algo como contrapartida a su plena aceptación en tanto que interlocutor de primer nivel en los foros internacionales. El contexto parece ahora algo más propicio que en la década precedente. Comparémoslo, por ejemplo, con Johannesburgo 2002. Aquella reunión en que la prolongación del impulso dado diez años antes a un “desarrollo soste- nible” se convirtió en una misión imposible al topar con el trío de las Azores. No había mucho que hacer en medio de una guerra en marcha y de un espíritu bélico más en marcha todavía, con los poderes planetarios convencidos de que un jodido dióxido de carbono no es quien para poner trabas a la civilización occidental y con Powell, el jefe de la delegación de los EE UU, llegado con el encargo de hacer saber a los campesinos africanos que si no aceptaban las semillas transgénicas de Monsanto les dejarían morir de hambre. No es que, objetivamente, en la realidad social y económica, las cosas estén mejor ahora, más bien al contrario; pero las referencias políticas parecen más favorables. A pesar de los buenos augurios, la historia de la Agenda 21, la historia de cómo en las dos últimas décadas los hechos han quedado muy por detrás de las declaraciones, pesa como una losa. Levantarla requiere que los objetivos sean más ambiciosos y la retórica más grandilocuente. Y nada de esto falta a la cita. Una ojeada a los objetivos. Se trata de alcanzar, por primera vez, un acuer- do universal y legalmente obligatorio que “nos capacite para combatir eficaz- mente el cambio climático y para impulsar la transición hacia sociedades y economías resilientes y bajas-en-carbono”/3. Suena bien. Invita a exclamar: “¡Por fin, eso es lo que hacía falta!”. De hecho, hace falta un oído entrenado para percibir las vacilaciones, las ausencias y la tendencia a poner la venda antes de la herida. La sustitución de “sostenibilidad” por “resiliencia”, ini- ciada hace más de una década y ya prácticamente completada, indica que la esperanza en la mitigación está casi extinguida, y que muchas de las ilusiones se dirigen a la adaptación: en la neohabla de la política verdosa, “resiliencia”, esa palabra confusamente importada de la ecología y de la psicología, trans- mite subrepticiamente este mensaje: ya no hay nada que hacer, sálvese quien pueda. “Bajo-en-carbono” revela, sin quererlo, que la famosa transición ener- gética continúa siendo más una categoría del pensamiento mágico-religioso que cualquier otra cosa (Kunstler, 2013): comienza a aceptarse que la era de los combustibles fósiles se acerca inexorablemente a su fin y se sabe —aunque

2/ https://www.whitehouse.gov/climate-change 3/ http://www.cop21.gouv.fr/en/cop21-cmp11/cop21-main-issues

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 41 “... confluyen ahora no puede decirse— que nadie tiene la menor idea diversos factores de cómo podría mantenerse sin ellos un mundo que son propicios económica y demográficamente expansivo. Y son para proclamas so- solo unas muestras. Una lectura minuciosa de los lemnes y sonoras.” documentos oficiales asusta bastante, la verdad. ¡Y qué decir de las declaraciones! El calen- tamiento global es material de primera para que los líderes world-class digan la suya. Todos unidos a fin de librar la batalla para salvar el planeta… y cuanto haga falta. En su país, Obama presiona sobre la brecha abierta entre demócratas y republicanos sobre este asunto (Paris, 2015). La izquierda de discurso alternativo ha acelerado un poco su lentísimo descubrimiento de que el cambio climático resulta bastante molesto para la acumulación ampliada del capital (Klein, 2015). Hasta el Papa de Roma se ha invitado con cierta audacia al coloquio (Bergoglio, 2015). Y en París, faltaría más, han organizado una Cumbre de las Conciencias, en la que no ha faltado casi ningún líder espiritual, de Arnold Schwarzenegger a Zaz, pasando por el cardenal Turkson, Kofi Annan y Vandana Shiva/4. En fin, veremos. Lo que ya resulta claro es que 2015 no está siendo un buen año para el negacionismo, para quienes se empeñan en poner en duda que el cambio climático es un asunto serio y que la acción humana está detrás del mismo. Otra cosa es la discusión sobre el alcance y los condicionantes de una po- lítica a escala mundial en esta materia. Las ciencias sociales han llegado al debate con notable retraso y, en lo esencial, continúan merodeando por zonas más o menos marginales. Sin embargo, han producido ya razones e informa- ción suficientes para comprender que una Cumbre planetaria, incluso si llegase a concretar acuerdos prácticos, seguiría —en el mejor de los casos— siendo bastante menos de lo necesario (Ostrom, 2009; Dunlap y Brulle, 2015; Homer- Dixon, 2010; Urry, 2013; Heinberg, 2015). Resumiré a continuación algunas de las líneas por las que circulan los argumentos. Algunas de esas líneas son bastante abstractas. Otras, más concretas y pragmáticas. Todas son sociológi- camente significativas. Los límites de un gobierno mundial del medio ambiente La idea de que es posible solucionar los problemas de la crisis ecológica me- diante un gobierno mundial del medio ambiente es inherentemente problemá- tica. Y eso no cambia para nada si en vez de gobierno se dice gobernanza. In- cluso puede ser intensamente contradictoria, como buena parte del ecologismo se atrevía a mantener en voz alta hace solo veinte años (Sachs, 1993). Ahora, a fuerza de algunos golpes y de mucho desdén, el volumen de esa voz ha bajado

4/ https://www.whydoicare.org/en

42 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 mucho, aunque las razones se mantienen en pie, accesibles para quien opte por no ignorarlas. Esas razones remiten en parte a principios políticos democráti- cos y en parte a rasgos sistémicos.

El aspecto político lo resumió Shiva (1993: p. 36) con mucha claridad:

No creo que la gente de carne y hueso habite en el espacio global. La gente de verdad vive y trabaja en casas, pueblos, comunidades, situaciones concretas. El globalismo es una forma de quitarle poder a ese espacio cotidiano y ponerlo en manos de otros seres vivos y concretos, con sus propias limitaciones, prejuicios e intereses creados, pero cuyo alcance y control va más allá de sí mismos. De modo que el globalismo es básicamente una forma de dar poder político a unos pocos e incapacitar a la gente de todas partes.

En efecto, los actores de la mundialización de la gestión ambiental son típica- mente los gobiernos, las instituciones internacionales, las grandes organizacio- nes no gubernamentales, los medios de comunicación y los medios financieros e industriales, con tendencia a formar un complejo estable (y a desarrollar así la confianza mutua que permite tomarse algunas libertades; normalizando, por ejemplo, los alegres apelativos mencionados en el título). También típicamen- te, las poblaciones y las organizaciones de base están ausentes. Boulding (1993) apuntó directamente al núcleo del conflicto sistémico que afecta a toda política ambiental de carácter mundial. Recordando la analogía de la astronave Tierra que él mismo había contribuido poderosamente a difun- dir, señaló que el problema principal de la comparación es que, a diferencia de la nave espacial, la cual es una máquina que puede ser gobernada por un comandante, la Biosfera es el sistema más alejado de una economía planificada que pueda imaginarse, un sistema radicalmente inadecuado para ser sometido a un centro de control. Y si sumamos la incertidumbre de la historia a las diná- micas no lineales de la vida todo se complica todavía más; y entonces se nos viene encima la advertencia de Georgescu-Roegen (1975: p. 369):

… quien crea que puede diseñar un plan para la salvación ecológica de la especie hu- mana no comprende la naturaleza de la evolución, y ni siquiera la de la historia, que es la de una lucha permanente bajo formas siempre nuevas, no la de un proceso físico-quí- mico predecible y controlable como los de cocer un huevo o enviar un cohete a la luna. ¿Por qué entonces, pese a estos y a muchos otros recordatorios sensatos en el mismo sentido, se vuelve una y otra vez a hacer planes, a definir programas, a seleccionar objetivos? ¿Por qué esos planes y programas atraen más la atención cuanto mayor es la escala a que se formulan? La respuesta es sencilla: porque los seres humanos somos así, porque no podemos funcionar de otra manera. La ac- ción social es intencional, guiada por una percepción de las cosas y por un propó- sito. El comportamiento humano consciente viene precedido por una definición

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 43 de la situación. El poder fascina y las grandes exhibiciones del mismo atraen fuertemente la atención. Los planes políticos y los programas de acción contra el cambio climático cumplen esas funciones. Son inevitables e imprescindibles. Se trata, sencillamente, de que conviene ser conscientes de sus límites. Puesto que existen poderes de alcance mundial, la tensión para evitar que se desconecten por completo de las vidas reales de la gente real y los conflictos que se generan al cruzar sus trayectorias con las seguidas por instituciones con ámbitos de acción más reducidos (estatales, locales, etcétera) son factores que contribuyen a mantener una cierta flexibilidad en el cambio social, a conservar la viabilidad evolutiva. Una política ambiental global sin alternativas locales sería una receta segura para el desastre. Puesto que las instituciones sociales son dispositivos reflexivos, que funcionan por ensayo y error, solo pueden ser sostenibles si preservan espacios libres de su dominio, en los que los inevita- bles errores puedan corregirse. Si un gobierno mundial del medio ambiente lle- gara a ser lo bastante poderoso para anular las trayectorias divergentes, la única cosa que tal gobierno podría asegurar es una catástrofe ambiental mundial. Hay que contar con la existencia de algún tipo de política internacional sobre el clima. Por ahora es inevitable, así que mantener la tensión para contro- larla socialmente, revisarla y ajustarla una y otra vez es conveniente. En cual- quier caso, hacerse la ilusión de que el cambio climático va a seguir fielmente las líneas trazadas por un programa político sería una desmesurada exhibición de orgullo antropocéntrico. Los límites impuestos por los poderes existentes Las políticas del cambio climático, sea cual sea su escala geográfica, encuen- tran su límite más obvio e inmediato en las presiones ejercidas por los poderes existentes, especialmente las grandes corporaciones y otros mamuts económi- cos. ¿Hay que romper con ellos? ¿Hay que llegar a compromisos? Está claro que espacios como la COP21 se orientan a esto último. Por ello, tienden a se- leccionar medidas contra el cambio climático que resulten aceptables para los intereses de esos interlocutores privilegiados (los cuales, de hecho, intervienen muy activamente en las negociaciones y en los debates, directamente o a través de sus servidores políticos o científicos). La literatura que plantea las cosas dentro de ese marco ilustra muy bien acerca de la drástica restricción de opciones impuesta por tales compromi- sos. Giddens (2009), por ejemplo, sugiere que la política para hacer fren- te al cambio climático debe, en primer lugar, combinar el mercado con el Estado (es decir, introducir algo de planificación y algunas regulaciones) y, en segundo lugar, no hacer caso a los verdes, ignorando en particular la propensión de estos hacia la democracia participativa, la descentralización, la no-violencia, el principio de precaución y la conservación de la naturaleza (Garcia, 2012).

44 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Las presiones venidas de este lado tienen múltiples efectos. Comentaré solo uno de ellos: provocan, o por lo menos lo refuerzan y lo profundizan, un mar- cado desequilibrio entre la dimensión atribuida a los problemas y las medidas propuestas para hacerles frente. Es frecuente que los documentos sobre la cri- sis ecológica y el calentamiento global, incluyendo los documentos oficiales, se refieran a grandes cambios sociales en relación con todo ello. A menudo incluso se compara el tránsito a una sociedad no basada en los combustibles fósiles con la revolución neolítica y la revolución industrial. Es decir, se pone la situación actual al nivel de las grandes crisis de civilización que abrieron el camino, en la historia universal, a las sociedades agrarias y a las sociedades industriales. Un ejemplo, tomado de una de las reuniones de expertos en el pro- ceso preparatorio de la Cumbre de París: en julio de 2015, Chris Field, copresi- dente de la conferencia científicaOur Common Future under Climate Change (CFCC15), resumió la situación afirmando que “nos estamos moviendo hacia una era poscarbono” (CFCC15a). “Civilización” y “era” son grandes palabras. Ocurre entonces que hay una cierta descompensación entre la grandilo- cuencia con que se acostumbra a describir los cambios sociales inminentes y el inventario de medidas que suele invocarse para permitir que esos cambios sean adecuadamente gobernados y llevados a cabo sin traumas. Por seguir refirién- donos a la mencionada conferencia científica en París, su Declaración Final afirma que la transición “requerirá un abanico de acciones, incluyendo invertir en investigación, desarrollo y transferencia tecnológica; retirar subsidios a la energía fósil; y poner precio al carbono” (CFCC15b). El problema es que un cambio social llevado a cabo con algo de I+D (o incluso con mucho de I+D), y con algunas medidas de política económica (incluso si esas medidas son au- daces) no parece que pueda ser de un alcance tan grande como el que sugieren las invocaciones a una nueva era o a una nueva civilización. Grandes palabras, medidas pequeñas. Cambio climático, transición poscarbono, transli- mitación ecológica y crisis de civilización La actividad humana ha llegado a ser tan grande que se ha hecho capaz de alterar significativamente la composición química de la atmósfera y, de este modo, modificar el clima. Dado que los márgenes en que es posible la vida dependen de equilibrios delicados, es seguro que dicha modificación tendrá consecuencias importantes. Y es sumamente probable que algunas al menos de esas consecuencias resulten muy desagradables. Creo que podemos estar razonablemente seguros de todo esto y que, más o menos en esos términos, el consenso científico es inusualmente sólido. La norma según la cual las con- secuencias serían soportables hasta un aumento de 2 ºC es en buena parte po- lítica, pero de alguna manera hay que introducir un parámetro que sirva de referencia a los cálculos.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 45 “... ‘resiliencia’, esa Para contener la alteración del clima a fin de palabra confusa- reducir la probabilidad de que los efectos de la mente importada de misma sean catastróficos resulta imprescindible la ecología y de la reducir drásticamente la emisión de CO2 y para psicología, transmite ello se ha de reducir en proporciones similares subrepticiamente el uso de combustibles fósiles (algo que, de to- este mensaje: ya no dos modos, habría que hacer más temprano que hay nada que hacer, tarde debido a la proximidad del pico o máximo sálvese quien pue- histórico por año en la producción de esos com- da.” bustibles, en primer lugar del petróleo). Es decir, combatir el cambio climático supone asumir la inminencia de la transición a una sociedad pos- carbono (o simplemente transición poscarbono). Se trata de un cambio social de tal naturaleza que supone el tránsito a una nueva civilización, pues las téc- nicas básicas de producción de energía son uno de los factores definitorios de las civilizaciones: el control del fuego hizo posibles las sociedades agrarias y los combustibles fósiles la enorme expansión de la sociedad industrial en el siglo XX. La transición poscarbono no es pues una mera transición energética, no es la sustitución de unas tecnologías por otras con todo lo demás igual, no consiste en cambiar los coches de gasolina por coches eléctricos mientras se mantiene inalterada la forma de vida. La transición poscarbono es una parte del proceso de cambio social que viene impuesto por el hecho de que la civilización industrial ha superado los límites naturales al crecimiento, entrando así en una fase de translimitación (overshoot), algo que según todos los indicios ha ocurrido a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. El estado de translimitación es necesariamente transitorio, insostenible, como se ha dado en decir. Representa el clímax de la civilización industrial, que ha de dar paso a una fase de descenso. Ese descenso ha de incluir en mayor o menor medida un decrecimiento de las magnitudes físicas de la sociedad, demográficas y económicas, hasta situarse de nuevo en niveles compatibles con la capacidad de carga del planeta. El problema del cambio climático tiene que ver con la superación de esa capacidad en un as- pecto concreto, la fijación del carbono, pero hay muchos otros: la provisión de recursos minerales, energéticos y no energéticos; la relación entre población y producción de alimentos; la extinción de especies; la alteración del ciclo del nitrógeno y de otros elementos; la degradación de diversas funciones útiles de los ecosistemas, etcétera. Todo eso está interrelacionado: la translimitación es un asunto sistémico. El hecho de que el calentamiento global haya concentrado los focos de la política y de los mass media es algo circunstancial (y ni siquiera sé si se trata de algo deseable, pero qué importa). La salida de la fase de translimitación está cargada de riesgo e incerti- dumbre. Tal vez se produzca de manera ordenada, más o menos organizada

46 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 y voluntaria, dando paso a una sociedad menos expansiva y menos acelerada que la actual pero capaz de mantener una vida civilizada y unos niveles sufi- cientes de bienestar. Tal vez tenga lugar a través de un colapso catastrófico, que ocasione una simplificación súbita y radical, con formas extremas de conflicto social y de descomposición institucional. Para transitar por un cambio social de esta naturaleza no basta con innova- ción tecnológica y política económica. Aquí radica, quizás, la limitación esen- cial de las políticas climáticas que se discuten en reuniones como la de París. Los fuertes condicionamientos bajo los que tales reuniones tienen lugar impi- den tener debidamente en cuenta las modificaciones en la cultura, en las pautas de producción y de consumo, en las estructuras de la urbanización y ocupación del suelo, en muchas otras cosas. Como se dice con razón: esto lo cambia todo. Para concluir La atmósfera ha venido siendo un sumidero de acceso libre e incontrolado para gases de efecto invernadero. La alteración del clima producida por la concentración excesiva de los mismos es un caso especial de tragedia de los bienes públicos no controlados. La política del cambio climático, entonces, gira en torno a los controles que conviene introducir. En general, como ya acla- ró Hardin (1993: pp. 218-219), hay tres sistemas de regulación y control (el mercado, el Estado y la comunidad) y no hay un criterio teórico general para decidir cuál de ellos es el mejor en cada caso concreto. De hecho, las políticas de cambio climático existentes combinan de una u otra forma elementos de los tres sistemas: mercados de emisiones; cuotas, tasas o cartillas de raciona- miento; acuerdos y contrapesos voluntariamente asumidos por la “comunidad” internacional. Las dosis respectivas, los dispositivos para administrarlas y los diseños para monitorizar los efectos definen el campo de juego para dichas políticas. Las cuales, a su vez, son una pieza parcial de un proceso de cambio social excepcional. O, dicho de otro modo: la COP21 no es otra cosa que un episodio más en esa lucha permanente en formas siempre nuevas a la que se refería Georgescu-Roegen. Solo el tiempo dirá si este episodio concreto resulta realmente significativo.

Ernest Garcia es sociólogo y miembro de ERI Estudis de Sostenibilitat en la Uni- versitat de València.

Bibliografía

Bergoglio, J. (Papa Francisco) (2015) Carta encíclica Laudato Si’: Sobre el cuidado de la casa común. Bilbao: Mensajero. Boulding, K. (1993) “Spaceship Earth revisited”. En H.E. Daly y K.N. Townsend (eds.): Valuing the Earth: Economics, Ecology, Ethics. Cambridge (Mass.): MIT Press, pp. 311-313.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 47 CFCC 15 (2015a) “Scientists plot path to climate stabilization at pre-COP Paris science con- ference”. Closing Press Release 10/7/2015. Disponible en: http://poolo.kermeet.com/Data/ kmewexV7/block/F_c2e9cb922b825520f98c84fe053052ed559fb09d15715.pdf CFCC15 (2015b) “Our Common Future under Climate Change-Outcome Statement”. Disponi- ble en: http://www.commonfuture-paris2015.org/The-Conference/Outcome-Statement.htm Daly, H.E. (2014) From uneconomic growth to a steady-state economy. Cheltenham: Edward Elgar. Dunlap, R.E. y R.J. Brulle (eds.) (2015) Climate change and society: Sociological perspectives. Nueva York: Oxford University Press. Garcia, E. (2012) “Giddens, Anthony: La política del cambio climático”. Arxius de Ciències Socials, 26, 107-110. Garcia, E. (2015) “Societat postcarboni, translimitació, davallada, decreixement, col.lapse, sos- tenibilitat”. L’Espill, 48, 134-147. Georgescu-Roegen, N. (1975) “Energy and economic myths”. Southern Economic Journal, 41(3), 347-381. Giddens, A. (2009) The politics of climate change. Cambridge: Polity Press. Hardin, G. (1993) Living within limits: Ecology, economics, and population taboos. Oxford: Oxford University Press. Heinberg, R. (2015) Afterburn: Society beyond fossil fuels. Gabriola Island, BC: New Society. Homer-Dixon, T. (ed.) (2010) Carbon shift: How peak oil and the climate crisis will change Canada (and our lives). Toronto: Vintage Canada. Klein, N. (2015) This changes everything: Capitalism vs the climate. Nueva York: Simon & Schuster. Kunstler, J.H. (2013) Too much magic: Wishful thinking, technology, and the fate of the nation, Nueva York: Atlantic Press. Ostrom, E. (2009) “A polycentric approach for coping with climate change”. Background Paper to the 2010 World Development Report. Policy Research Working Paper 5095. The World Bank Development Economics Office of the Senior Vice President and Chief Economist. Paris, G. (2015) “Barack Obama réaffirme ses ambitions face au réchauffement climatique”.Le Monde, 3/08/2015. Sachs, W. (ed.) (1993) Global ecology: A new arena of political conflict. Londres: Zed Books. Shiva, V. (1993) Entrevista en Integral, vol. 7, nº 163. Urry, J. (2013) Societies beyond oil: Oil dregs and social futures. Londres: Zed Books.

48 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 2. COP21 París: Otro clima para un mundo vivible

La COP21: Una cumbre transitoria de mentiras, negocios y crímenes climá- ticos/1

Daniel Tanuro

Las primeras advertencias científicas sobre el calentamiento global se remon- tan a más de cincuenta años. Al final fueron tomadas suficientemente en serio hasta el punto de que la Organización de las Naciones Unidas y la Organiza- ción Meteorológica Mundial crearon en 1988 el Grupo Intergubernamental de expertos sobre la Evolución del Clima (GIEC). De las primeras advertencias a la urgencia total Desde su creación, este organismo un tanto particular (ya que las evaluaciones son escritas por científicos pero los “resúmenes para quienes toman las deci- siones” son negociados con los representantes de los Estados) ha entregado cinco voluminosos informes. Todos ellos validan la hipótesis de partida: la temperatura media de la superficie terrestre aumenta; este incremento se debe casi exclusivamente a las emisiones antrópicas [producidas por el ser humano] de gas de efecto invernadero. El más importante de todos ellos es el gas carbo- no que proviene de la quema de combustibles fósiles/2. Desde hace veinte años el GIEC repite lo mismo: si no se reducen drásti- camente las emisiones, el calentamiento conducirá a incrementar el nivel de los océanos, a multiplicar los fenómenos meteorológicos extremos, a reducir la productividad agrícola, a disminuir el agua potable disponible, al declive acele- rado de la biodiversidad y tendrá, también, consecuencias sanitarias. Cierto que

1/ Versión remodelada para VIENTO SUR de un artículo escrito para la revista belga Politique, septiem- bre-octubre de 2015. 2/ El aumento de la radiación solar explica alrededor del 5% del calentamiento. Los informes del IPCC están disponibles en la web http://www.ipcc.ch/.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 49 “Kioto fue una mi- no es el único problema medioambiental pero, longa.” sin duda, es el problema central. Lo que distingue a estos cinco informes es la precisión y el nivel más avanzado de probabilidad de sus proyecciones. Además, desde que se puso en pie el GIEC, las proyecciones se contrastan con las observaciones de lo que ocurre, y la conclusión es inquietan- te: la realidad es más grave de lo que anunciaban los modelos/3. Los combustibles fósiles satisfacen el 80% de las necesidades energéticas del planeta. Por ello, el problema energético es el más importante de los retos. Naomi Klein lo señala en su último libro (Klein, 2015): si quienes tienen que adoptar las decisiones hubieran tomado el toro por los cuernos inmediatamente (quizás) hubieran podido pilotar una transición relativamente suave hacia un sistema basado exclusivamente en recursos renovables y en la máxima eficien- cia de su uso. Pero no lo hicieron; de ahí que actualmente estamos confronta- dos a una situación de urgencia total en la que la amenaza solo se puede excluir a través de medidas muy radicales… que son, precisamente, ¡las que quienes adoptan las decisiones quieren evitar! Convención marco y Protocolo de Kioto En 1992, la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro adoptó a bombo y platillo una convención (la Convención marco de Naciones Unidas para el Cambio climático, CCNUCC) en la que quienes participaron en ella se marcaban como objetivo el evitar una “perturbación peligrosa” del sistema climático… seña- lando que no todos los países tienen la misma responsabilidad histórica en el calentamiento ni la misma capacidad para hacerle frente. En virtud de estos principios de “responsabilidad común pero diferenciada” y de la capacidad diferente de los países “desarrollados”, durante la tercera Conferencia de las Partes de la CCNUCC (COP3) acordaron el Protocolo de Kioto, comprometiéndose a reducir las emisiones en un 5,2% (en relación al año 1990) entre el año 2008 y el 2012. El esfuerzo que se imponía a los países “desarrollados” eran irriso- rios, sobre todo porque podían lograrlos mediante artimañas entre las que destacaban el marcado sobre los derechos de emisión negociables (ofrecidos de forma gratuita y en abundancia a las empresas) y la posi- bilidad para los países del Norte de reemplazar las reducciones propias a cambio de comprar créditos de emisión generados por las denomina- das inversiones “limpias” (que en su mayoría no lo son en absoluto), o a través de medidas de gestión forestal (en detrimento de los pueblos

3/ Es sobre todo el caso en lo que respecta al aumento del nivel de los océanos: la realidad observada es de 3 mm/año contra 2 mm en las proyecciones.

50 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 indígenas) en los países de Sur/4. A pesar de ello, EE UU rechazó rati- ficar este protocolo. Kioto fue una milonga. Y jugó un papel determinante en el fracaso de la COP de Copenhague el año 2009, que tenía que haber adoptado un acuerdo climático mundial. En efecto, el Sur denunció la falta de compromiso concreto del Norte. Esta denuncia, si bien estaba justificada globalmente, conllevaba segundas intenciones, principal, pero no exclusivamente, por parte del mayor de los grandes países llamados “emergentes” y de los productores de petróleo, preocupados de que los recursos fósiles continuaran “estimulando” sus econo- mías durante el mayor tiempo posible. Al final de una asamblea general tempestuosa, marcada ante todo por las duras intervenciones de Hugo Chávez y de Evo Morales, la cumbre adoptó una declaración elaborada en los pasillos bajo la batuta de Estados Unidos y China, los dos grandes emisores de gas de efecto invernadero (si bien su responsabili- dad histórica en el calentamiento climático es muy diferente). Copenhague: cada cual a lo suyo Copenhague constituyó un fracaso, pero la cumbre adoptó una decisión meto- dológica importante: las distintas partes decidieron renunciar a una solución “de arriba abajo” basada en la definición de un “objetivo carbono” a nivel mundial que fuera compartido en función de las responsabilidades y capacida- des de cada país. Establecer un “objetivo carbono” significa ponerse de acuerdo sobre la cantidad de carbono que aún se puede emitir a la atmósfera para no superar un calentamiento máximo superior a “x” grados. Constituye el único método que puede ser a la vez científicamente riguroso y —potencialmente— justo desde el punto de vista de la responsabilidad diferenciada. Pero, presenta el “inconveniente” de que define el compromiso ecológico y la evaluación de las responsabilidad de forma muy clara e ineludible/5. Como todos los gobiernos deseaban conservar márgenes de maniobra, la COP decidió que cada país comunicaría su plan clima (en la jerga habitual: sus “intenciones de contribución nacional determinadas”-INDC) al secretariado de la CCNUCC, y que las negociaciones se harían con base en ellas, es decir según el modelo de “cada cual a lo suyo” (Benion, 2015). Por otra parte, Copenhague tomó la decisión de crear un Fondo verde para

4/ Hasta una fecha reciente, el Sistema europeo de intercambio de derecho de emisión era el único mercado de este tipo. Recientemente, se han creado mercados similares en determinadas regiones de China y de EE UU. Las inversiones “limpias” en el Sur, generadoras de beneficios, constituyen el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL). Los proyectos forestales derivan del mecanismo RDD+. 5/ Según diversas estimaciones, al ritmo actual de emisiones, el carbono aún disponible para no superar los 2º C se agotará en 2030. Ver la proyección de Kevin Anderson (2013), director de Tyndal Institute of Climate Change Research.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 51 el clima, a través del cual los países desarrollados contribuirían a la adapta- ción y a la mitigación del cambio climático en los países en desarrollo. Al año siguiente, la COP de Cancún, fijó una cantidad anual de cien mil millones de dólares a partir de 2020, pero el Fondo (cuyo administrador principal es el Banco Mundial) no ha recabado aún ni la décima parte de esta cantidad y los gobiernos del Norte piensan más en otorgar créditos que en hacer donacio- nes… Los 2 ºC, para la galería Casi veinte años después de la cumbre de Río, Cancún también definió una cifra en torno al objetivo central de la CCNUCC. En efecto, se decidió que el límite “de riesgo” que no se podía superar sería el de 2 ºC en relación al período preindustrial (1,5º si fuera necesario “en función de la evolución de la ciencia”). A primera vista, una decisión positiva, pero que tiene dos problemas. La primera, de orden político-científico: la opción de 2 ºC como umbral de riesgo es muy cuestionable. Los 2 ºC fueron popularizados por un estudio del economista Nordhaus, que optó por esta cifra porque le parecía que se co- rrespondía con la duplicación de la concentración atmosférica en CO2. Desde 1990, un informe del Stockholm Environment Institute estimaba preferible no superar 1 ºC, pero los “2 ºC maxi” se impusieron cuando en 1996 la Comisión europea lo definió como su objetivo/6. Ahora bien, aún hay mucha tela que cortar. En Cancún, más de cien países —pequeños Estados insulares y “países menos desarrollados”— relanzaron el llamamiento para que el nivel de riesgo fuera fijado a 1,5 ºC. Se decidió estudiar la cuestión y para ello la COP18 (Doha) puso en marcha un “diálo- go estructurado entre expertos” (SED). El informe de este diálogo remitido en mayo de 2015 concluyó que, en efecto, un calentamiento de 2 ºC es muy peligroso y que 1,5 ºC reduciría los riesgos (Hare y Schleussner, 2015). Un ejemplo de esos riesgos los ofreció Anders Levermann, uno de los “autores clave” del capítulo “Incremento del nivel de los mares” del cuarto informe del GIEC: considera que todo incremento de 1 grado en la temperatura (ya se había alcanzado el 0,8 ºC) conlleva, en situación de equilibrio, una subida de 2,3 metros en el nivel de los océanos (Levermann, 2013). No se dispone de los datos globales sobre cómo está repartida la población en relación a la altitud [de los océanos] pero se estima que el incremento del nivel en un metro impli- cará el desplazamiento de varios cientos de millones de personas. Así pues, si el incremento es de 4,6 metros… El segundo es de orden metodológico: no se ha previsto nada para que los INDC sean corregidos con el fin de contribuir a respetar los límites. De hecho

6/ Los INDC (Intended nationally determined contributions) planteadas de cara a la COP 21 se pueden con- sultar aquí: http://www4.unfccc.int/submissions/indc/Submission%20Pages/submissions.aspx.

52 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 el sistema de que cada cual tenga su plan permite a cada cual sacar pecho ante los medios diciendo “la situación está bajo control, trabajamos para no superar los 2 ºC de calentamiento”… sin que hagan nada para lograrlo. Porque, efectivamente, no hacen nada. Es lo menos que se puede decir. Las emisiones mundiales, que aumentaron anualmente un 1% en los años 1980, actualmente aumentan el doble. A ese ritmo, si nada cambia, el calentamiento podría alcanzar 6 ºC de aquí al fin del siglo; incluso a 11 ºC o más (Eilperin, 2011; Anderson, 2013; Hansen et al., 2013). ¿Llegarán los gobiernos a un acuerdo en la COP21 que se celebrará en París en diciembre? Es probable, pero no cierto. Por el contrario, lo que está claro es que la fórmula de “cada cual a lo suyo” satisface plenamente a las multinacionales que no ven en el desafío climático mas que la oportunidad de “nuevos mercados”: mercados carbono, mercado de renovables, de captura y almacenamiento, de apropiación de recursos, de mercados para la adaptación (al caldo neoliberal, por supuesto, lo que implica una aceleración de las priva- tizaciones, especialmente del agua). Esta manera de actuar les satisface plena- mente porque toda esta política se estableció de acuerdo con la patronal como, por ejemplo, se pudo ver en mayo pasado, cuando París acogió oficialmente la “Cumbre de las empresas a favor del clima” (ver el recuadro).

La COP y las multinacionales Producto de la voluntad consciente de asociar las empresas a las negociaciones, la cumbre de empresas por el clima organizada en París en mayo de 2015 con- taba con el apoyo de diversos lobbies, entre ellos el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) (Lindgaard, 2015). Este lobby cuenta entre sus doscientos miembros a algunos de los más grandes contaminadores del planeta (Shell, BP, Dow Chemicals, Petrobras, Chevron…). Está presidido por el patrón de Unilever y fue fundado por Stephan Schmidheiny, antiguo patrón de Eternit. En su discurso ante esta audiencia, François Hollande les prometió directamente, no la Luna, sino la Tierra: “Las empresas son fundamentales porque son ellas las que van a traducir los compromisos que se vayan a adoptar, los cambios que sean necesa- rios: la eficacidad energética, el incremento de energías renovables, la capacidad para transportarse con una movilidad que no consuma energía, el almacenamiento de energía, la forma de construir los hábitats, la organización de las ciudades, y también la participación en la transición, en la adaptación para los países en vías de desarrollo”.

Lo que también es verdad es que este eventual acuerdo no será más que una cortina de humo. El tono de lo que pueda resultar ya lo dio el acuerdo alcanza- do a finales de 2014 por los dos principales contaminadores: China y EE UU. En el mejor de los casos, si la Unión Europea respeta su compromiso (insufi- ciente y minado por las maniobras a las que nos referíamos más arriba) de re- ducir sus emisiones en un 40% de aquí al 2030, si los otros países desarrollados se alinean sobre el INDC de EE UU (un objetivo para 2025 apenas superior al

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 53 “‘Un capitalismo sin que EE UU debería haber alcanzado en 2012 se- crecimiento es una gún el Protocolo de Kioto) y si los países en vías contradicción en los de desarrollo se alinean con el de China (ninguna propios términos’, reducción absoluta de emisiones antes del 2030), decía Schumpeter. ” el resultado más probable será un incremento de la temperatura del 3,6 ºC de aquí a 2100. En me- nos de un siglo, casi tanto como desde el fin de la última glaciación hace veinte mil años. Una catástrofe indescriptible, inima- ginable, terrible. Más en concreto: un crimen que la COP21 trata de ocultar. Crecimiento o clima: hay que elegir La causa de esta situación terrible no está en la imposibilidad técnica para aban- donar los combustibles fósiles o en la presión demográfica, sino en la naturaleza misma del sistema económico capitalista. “Un capitalismo sin crecimiento es una contradicción en los propios términos”, decía Schumpeter. Algo que nadie puede negar hoy en día: ese es el quid de la cuestión. En efecto, salvar el clima implica reducir las emisiones de manera tan drástica que solo son posibles si se da una disminución importante del consumo energético. Esa disminución, por su parte, no es posible sin disminuir sensiblemente la transformación y el transporte de productos. Dicho de otro modo, sin renunciar al crecimiento. Los progresos en la eficacia energética no permiten escapar a este impera- tivo físico. En efecto, más allá de los límites físicos, se constata que estos pro- gresos están más que compensados por los “efectos secundarios” (la energía economizada se utiliza para producir otra cosa o la misma en cantidades más grandes). Esto es inevitable mientras la lógica productivista, de libre empresa y la competencia en el mercado constituyan la norma. Las tecnologías tampoco aportan la solución. A este respecto, se puede es- timar que el último informe del GIEC ofrece una imagen falsa de la realidad. Según este informe, en las condiciones estudiadas (es decir, manteniendo el crecimiento), el respeto del límite de 2 ºC solo es posible si las emisiones del sistema energético mundial llegan a ser negativas a partir del año 2070 (dicho de otro modo: si el sistema capta más CO2 que el que emite). Para alcanzar ese resultado, todos los escenarios utilizados recurren a la utilización masiva de la biomasa para la captura y el almacenamiento… Ahora bien, los trabajos elaborados por el Grupo de trabajo 3 del GIEC:

1. No aportan la prueba de que esta tecnología sea segura y 2. no ofrecen ninguna garantía en lo que tiene que ver con las consecuencias sociales y ecológicas de esta opción tecnológica (Johnson, 2015; Fuss et al., 2014). Pero son potencialmente peligrosos, dada la puesta en competencia de cultivos energéticos y no energéticos, de una parte, y por el impacto so- bre la biodiversidad, por otra.

54 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 En realidad, en general, el total de los numerosos escenarios que preten- den conciliar el crecimiento y la transición hacia un sistema de cero carbono respetando el límite de los 2 ºC están mediatizados por no tener en cuenta uno u otro de estos problemas; y el mayor de ellos se llama capitalismo/7. Pero “capitalismo” y “crecimiento” son dos palabras tabú, que los investigadores de GIEC se prohíben pronunciar. En un análisis del documento que sirve de base a las negociaciones de cara a París, Pablo Solón llama la atención sobre otro punto crucial que nos remite a las mismas conclusiones anticapitalistas por otro camino, más concreto: si bien son decisivos para no superar la barrera de 2 ºC, los compromisos de re- ducción de aquí al 2030 no existen (Solón, 2015). El exembajador de Bolivia en la ONU imputa este hecho, con razón, al método de “cada cual a lo suyo”. Pero el problema que subyace es el siguiente: ¿a qué se debe este silencio en torno a los objetivos para 2030? La respuesta tiene relación con tres elementos que, todos ellos, tienen que ver con los importantes fondos de los que se benefician los clima-negacionis- tas: las reservas de fósiles capitalizadas, la amortización del sistema energético (basado en fósiles en un 80%) y la implicación del capital financiero que dirige el mundo en esos dos niveles. Efectivamente, para salvar el clima:

1. Las compañías petroleras, gaseras y carboneras deberían renunciar a explo- tar las cuatro quintas partes de las reservas fósiles que tienen en propiedad, que forman parte de sus activos y que determinan su cotización bursátil (Carbon Tracker, 2011); 2. la mayor parte del sistema energético mundial —más o menos una quinta parte del PIB mundial— debería ser desechado antes de ser amortizado (ONU, 2011); y 3. en ambos casos, esta destrucción de capital entrañaría una enorme crisis financiera, el estallido de una enorme burbuja. Crisis sistémica y proyecto de sociedad La COP21 se anuncia como la cumbre de la mentira, de los negocios y del crimen climático. Desgraciadamente, una cumbre de transición en la que, si no encuentra resistencias, el sistema irá aún más lejos en la destrucción social y medioambiental. Es decir, expresiones como “crisis ecológica” o “cambio cli- mático antrópico” son equívocas. Globalmente, la situación hemos de aprehen- derla en términos de crisis sistémica, de impasse histórico del capitalismo. Y es

7/ Esto sirve también para los escenarios desarrollados por las ONG, tales como el escenario Energy Revo- lution de Greenpeace, o el escenario francés Negawatt (desarrollado por la asociación del mismo nombre), que suscita demasiadas ilusiones en el Hexágono.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 55 en ese contexto en el que es necesario inventar las estrategias. La izquierda anticapitalista se enfrenta al reto de avanzar un proyecto de sociedad no productivista y de desarrollar prácticas, reivindicaciones y formas de organi- zación que permitan ponerlas en marcha. Se está organizando una gran movilización que tendrá su primer punto cul- minante en París durante la celebración de la COP21 y que continuará después. Quienes la organizan quieren hacer converger en ella a todos los movimientos de las y los explotados y oprimidos. Los sindicatos campesinos y los pueblos indígenas están en primera línea del combate articulado a partir de prácticas de conquista de los bienes comunes en el que las mujeres juegan un papel fundamental. Amplias capas de la juventud ya están comprometidas contra los grandes proyectos de infraestructuras al servicios de las energías fósiles. Pero el movimiento obrero está rezagado. Los sindicatos participan en la movilización, es cierto; pero no se trata solo de eso. Se trata de llevar a las masas de trabajadores y trabajadoras a considerar esta lucha como su lucha; es decir, de contribuir cotidianamente a su propia acción. Es un reto decisivo pero difícil. Solo podrá darse a través de un doble movimiento de democratización de los sindicatos y de radicalización anticapi- talista tanto de su programa como de su práctica. Sin ello, la “transición justa” que reclama la Confederación Internacional de Sindicatos corre el riesgo de no hacer más que acompañar la estrategia capitalista y sus consecuencias (Confe- deración Sindical Internacional, 2010). La convergencia de los movimientos remarca la necesidad de un proyecto de sociedad no capitalista adaptado a las exigencias de nuestro tiempo. Un proyecto ecosocialista que esté orientado a satisfacer las necesidades humanas reales, determinadas democráticamente y respetando los imperativos ecológi- cos. Aunque aún resulte impreciso, este proyecto autogestionario, descentra- lizado, feminista e internacionalista, que renuncia al fantasma de la “domina- ción sobre la naturaleza” y a la obsesión de “cada vez más”, ya está presente en las luchas por la emancipación. No hay tarea más importante que hacer que vaya desarrollándose.

Daniel Tanuro es ingeniero agrónomo y ecologista. Es autor, entre otras obras, de El imposible capitalismo verde, Madrid, Los libros de Viento sur y La oveja roja, 2011.

Traducción: VIENTO SUR Bibliografía

Anderson, K. (2013) “The emissions case for a radical plan” (vídeo). Disponible en: http:// tyndall.ac.uk/communication/news-archive/2013/radical-emissions-reduction-conference- videos-now-online.

56 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Benion, T. (2015) “Defining ‘dangerous’”. Paris Text, 8/5/2015. Disponible en: http://paris- text2015.com/2015/05/the-draft-paris-text-doesnt-define-dangerous-why-that-is-a-big-pro- blem/. Carbon Tracker (2011) “Unburnable Carbon”. Disponible en: http://www.carbontracker.org/re- port/carbon-bubble/. Confederación Sindical Internacional (2010) “International trade unions to adopt historic reso- lution on climate change”. 24/6/2010. Disponible en: http://www.ituc-csi.org/international- trade-unions-to?lang=es. Eilperin, J. (2011) “World on track for nearly 11-degree temperature rise, energy expert says”. Washington Post, 28/11/2011. Disponible en: https://www.washingtonpost.com/natio- nal/health-science/world-on-track-for-nearly-11-degree-temperature-rise-energy-expert- says/2011/11/28/gIQAi0lM6N_story.html. Fuss, S. et al. (2014) “Betting on negative emissions”. Nature, 21/9/2014. Disponible en: http:// www.nature.com/nclimate/journal/v4/n10/full/nclimate2392.html. Hansen, J. et al. (2013) “Assessing ‘Dangerous Climate Change’: Required Reduction of Car- bon Emissions to Protect Young People, Future Generations and Nature”. Plos, 3/12/2013. Disponible en: http://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0081648. Hare, B. y Schleussner, C.-F. (2015) “Briefing Note on the Report on the Structured Expert Dialogue on the 2013-2015 Review”. 11/5/2015. Disponible en: http://climateanalytics.org/ files/briefing_sed_report.pdf. Johnson, S. (2015) “1.5 degrees Celsius or 2 degrees? Maybe it’s turtles all the way down?”. Pa- ris Text, 10/6/2015. Disponible en: http://paristext2015.com/2015/06/1-5-degrees-celsius- or-2-degrees-maybe-its-turtles-all-the-way-down/. Klein, N. (2015) Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el Clima. Barcelona: Paidos ibérica. Levermann, A. (2013) “The inevitability of sea level rise”. Real Climate, 15/8/2013. Disponible en: http://www.realclimate.org/index.php/archives/2013/08/the-inevitability-of-sea-level- rise/. Lindgaard, J. (2015) “Le sommet Business et Climat de Paris est squatté par les gros pollueurs”. Mediapart, 20/5/2015. Disponible en: http://www.mediapart.fr/journal/economie/200515/ le-sommet-business-et-climat-de-paris-est-squatte-par-les-gros-pollueurs. ONU (2011) Estudio Económico y Social Mundial 2011: La gran transformación basada en tec- nologías ecológicas. Disponible en: http://www.un.org/en/development/desa/policy/wess/ wess_archive/2011wess_overview_sp.pdf. Solón, P. (2015) “Behind the climate negotiating text for COP21”. Focus on the Global South web, 12/3/2015. Disponible en: http://focusweb.org/content/behind-climate-negotiating- text-cop21.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 57 3. COP21 París: Otro clima para un mundo vivible

Para evitar lo impensable, compro- metámonos a hacer lo imposible

Nicolás Haeringer y Maxime Combes

A principios de diciembre, seis años después de la de Copenhague, París aco- gerá la 21.ª Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención marco de Na- ciones Unidas sobre el cambio climático (INFCCC). A la capital danesa fueron invitados cerca de 190 jefes de Estado y de gobierno para concluir varios años de negociaciones en torno a lo que se presentó como “un acuerdo histórico” y cuya ambición era, ni más ni menos, dar una solución al problema de calen- tamiento climático. Las empresas debían abrir el camino a un “crecimiento verde” destinado a conciliar prosperidad y protección del medio ambiente. Las ONG también tenían su cometidos, ya que 17 millones de personas habían firmado una petición solicitando a los jefes de Estado y de gobierno “salvar el planeta”. Pero Copenhague concluyó sin “acuerdo histórico”, en la confusión total y, de hecho, abrió un nuevo ciclo de negociaciones que debe concluir en París el próximo diciembre. El objetivo fundamental no ha sufrido cambios: se trata, como previamente, de alcanzar un acuerdo que implique a todos los países del planeta en la limita- ción del calentamiento climático a 2 ºC de aquí al fin del siglo. Sin embargo, al igual que en Copenhague, las cuentas no salen. La responsable de las negociacio- nes de la ONU, Christiana Figueres, lo reconoce abiertamente. Los compromisos voluntarios y no vinculantes que los Estados del planeta están a punto de dar a luz nos llevan derechos al caos climático: +3 ºC, incluso 4 ºC, o, peor aún, si continuamos como hasta ahora: de +9 ºC a +11 ºC de aquí al año 2300, lo que conllevaría el derretimiento total de los capas polares y provocaría un aumento del nivel de los océanos de 60 metros. ¿Resultado?: salvo quizás François Ho- llande, son raros quienes osan afirmar que París será una “conferencia histórica”. Mientras la gravedad ambiente no conduzca a una renuncia definitiva a la acción de cualquier tipo, en sí mismo este entusiasmo moderado no constituye

58 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 una mala noticia. Tener las ideas claras en torno a las negociaciones, su historia y su inercia nos debe servir de base para elaborar análisis y definir las estra- tegias de acción que necesitamos. Desde que en 1992 la ONU inició en Río el proceso de negociaciones sobre el clima, las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado en más del 60%. Por tanto, la situación es cuando menos paradójica: cuanto más negocian los Estados políticas orientadas a con- tener o a atenuar el calentamiento del clima, éste termina desregulándose más. Todo ello, a pesar de que se acumulan los informes científicos que insisten, cada vez un poco más, sobre la urgencia y la gravedad de la situación. Frente a esta situación, los contaminantes históricos (EE UU, UE, Japón, Australia y Canadá) tergiversan y comparan su propia responsabilidad con la de los nuevos grandes países contaminantes (sobre todo China), y recíproca- mente. El marco de la ONU se transforma entonces en un espacio sin aire, esclerotizado en las entretelas de la recomposición política internacional. A escala geológica, el carácter histórico del período está excluido de la mesa de negociaciones al mismo tiempo que los climatólogos no dejan de explicar que es necesario utilizar la pequeña ventana de un período de 5 a 10 años, para iniciar la transición hacia un mundo justo y sostenible, so pena de provocar graves transformaciones para decenas de miles de años. De todo ello podemos extraer una primera lección: ha concluido el tiempo de alerta, el necesario para recoger datos, verificar las hipótesis y demostrar el carácter antrópico y la gravedad del calentamiento climático ante los jefes de Estado y gobierno y ante quienes toman las decisiones políticas y económicas. Su inercia climática no es el resultado de una falta de conocimiento o de una disonancia cognitiva generalizada, sino la consecuencia de opciones políticas que conducen al caos climático. Tergiversar y negarse a hacer frente a las cau- sas profundas del calentamiento climático no es solo una opción: es un crimen climático/1. Las moderadas esperanzas hacia la COP21, en las que se encuentra la de numerosas ONG focalizadas hasta ahora en la parte técnica de las negociacio- nes, son una oportunidad que hay que aprovechar para debilitar el relato según el cual el problema del clima reunirá al conjunto de la humanidad en un com- bate común por la supervivencia. Este relato, aún vigente, contribuye a impe- dir ver las profundas desigualdades entre responsables y víctimas del cambio climático; desigualdades que, sin embargo, se superponen casi a la perfección con las desigualdades económicas y sociales, tanto a nivel mundial como na- cional. Este relato tiende a ignorar a los pueblos, a las comunidades y a las per- sonas que ya sufren las consecuencias del calentamiento climático, mientras los efectos de la crisis climática se expresan a través de las dominaciones raciales, patriarcales, imperialistas y capitalistas, y las refuerzan. Además,

1/ Para un debate más a fondo sobre el término “crimen climático”, véase VV AA, 2015.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 59 “Su inercia climática ese relato alimenta la ilusión según la cual el pro- no es el resultado de greso, las nuevas tecnologías y los nuevos mer- una falta de cono- cados, o algunos super-héroes, podrían salvar la cimiento o de una humanidad de las consecuencias de sus actos. disonancia cognitiva Paradójicamente, puede que sea este el mo- generalizada, sino la mento en el que la lucidez y determinadas formas consecuencia de op- de radicalidad política y social se puedan impo- ciones políticas que ner a este relato despolitizador. Un momento en conducen al caos el que, como escribió Naomi Klein, plantearse en climático.” serio que el cambio climático “lo cambia todo” (Klein, 2015) e implica poner al día las causas reales del calentamiento climático. Un momento en el que, sin riesgo de caer en la marginalidad, podemos deconstruir los resor- tes del pensamiento mágico de la cultura occidental, según el cual el progreso tecnológico permitiría superar todos los retos a los que tenemos que hacer fren- te. Un momento, en fin, en el que se puede explicar que el cambio climático se inscribe en una historia, la del capitalismo predador, dominado por los ricos de los países occidentales —y a partir de ahora, de los emergentes— que supedita nuestro porvenir a la búsqueda continua de un business as usual insostenible que agota y devasta tanto los territorios como a las personas. Por cada dólar invertido en energías renovables, se invierten cuatro en ener- gías fósiles. Es lo que Robert Bell denomina “la ratio esperanza/fatalidad” (hope/doom ratio): “Por cada dólar dedicado a la esperanza de un mundo pro- tegido de catástrofes climáticas y económicas, son cuatro los dólares orienta- dos al principio “después de mí, el diluvio” (Bell, 2015). Las fuerzas motrices del capitalismo mundial liberalizado, que son las multinacionales y el sector financiero, dedican centenares de miles de millones de dólares para hacer fra- casar las políticas climáticas actuales y futuras y ningún gobierno parece que- rer vetarles de este becerro de oro. El sector de las energías fósiles tiene en sus manos cambiar las características geofísicas de nuestro planeta y está a punto de activarlo, hipotecando, además, el futuro de muchos de nosotros. La brecha entre la realidad de las políticas climáticas —y los discursos— y la realidad de una globalización económica y financiera insostenible, resulta abismal. Esta brecha, que algunos denominan “cisma de realidad” (Aykut y Dahan, 2014) se ha convertido en evidente para muchos. La lista de crímenes climáticos cometidos en nombre de la búsqueda del crecimiento y de la compe- titividad económica a todo precio, alentados por la liberalización del comercio internacional y los desmesurados derechos otorgados a los inversores privados, no cesa de ampliarse: gas y petróleo de esquisto, arenas bituminosas, minas a cielo abierto, granjas-fábricas, centrales de carbón, gigantescos oleoductos, et- cétera. Los accionistas, las financieras y los políticos que se encuentran detrás de estos proyectos son quienes tienen el dedo en el gatillo: desde el inicio de

60 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 la revolución industrial, 90 empresas, a cuya cabeza se encuentran Shell, BP, Chevron, ExxonMobil e, incluso, Total, son las responsables de dos terceras partes de las emisiones de gas de efecto invernadero (Climate Accountability Institute, 2013). Estas empresas y algunas otras, responsables de la desregulación climática actual están sentadas sobre una verdadera bomba climática. Las doscientas empresas, privadas y públicas, las más importantes del sector fósil, disponen de reservas que si llegan a ser explotadas utilizarán lo fundamental del presu- puesto de carbono disponible de aquí al año 2050 (Fossil Free Indexes, 2015). Extraer esas reservas y lanzarlas al mercado mundial como prevén esas em- presas se convierte en la garantía del caos climático. Estas reservas ya están valorizadas en los mercados financieros y las empresas no han previsto dejar- las bajo tierra. Por tanto, el detonante de la bomba climática ya está activado y nos corresponde desactivarlo: señalando a los responsables (en este caso la industria fósil), denunciándolos y luchando para evitar su expansión. He ahí las tres condiciones para desbloquear la posibilidad de activar la tan necesaria transición energética. Las tres llevan a desplazar del centro de gravedad los análisis y propues- tas de los intelectuales y de la sociedad civil. Así, el físico alemán Hans Joa- chim Schellnhuber, personalidad científica de la alerta climática y del célebre Instituto de Investigación de Potsdam sobre los efectos del cambio climático, hace un llamamiento a que la industria de las energías fósiles y los sistemas económicos basados en su combustión sin límites (Carrington, 2015) hagan implosión. Lo que viene a confirmar que no nos podemos limitar a luchar para obtener promesas —que no comprometen más que a quienes creen en ellas— sobre la reducción de emisiones de gas de efecto invernadero. Por el contrario, Hans Joachim Schellnhube propone atacar el corazón de la máquina del ca- lentamiento del planeta. Por su parte, los investigadores Christophe McGlade y Paul Ekins proponen que todas las reservas de hidrocarburos no conven- cionales/2 (petróleo y gas de las profundidades oceánicas, petróleo y gas de esquisto, arenas bituminosas, hidrocarburos de las regiones árticas, etcétera), sobre las que se precipitan Estados y multinacionales, sean clasificadas como “no combustibles” (McGlade y Ekins, 2015). De ese modo proponen una es- pecie de moratoria internacional en torno a todas las nuevas exploraciones y la explotación de las energías fósiles. Retoman así una idea que no es nueva. Desde los años 1990, las organiza- ciones que luchan contra los impactos de la explotación de las energías fósiles en los territorios y las poblaciones locales, como Acción Ecológica (Ecuador) y la red internacional Oilwatch, sugirieron una moratoria internacional del

2/ Son convencionales los recursos que normalmente existen en la tierra y normalmente se extraen. Una vez que se les extrae se les denomina no convencionales.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 61 mismo tipo. Moratoria que fue descartada de un plumazo por los Estados que negociaban el protocolo de Kioto y que tampoco tuvo mucho éxito entre las ONG, (demasiado) focalizadas en los niveles de emisión del gas de efecto in- vernadero/3. Esta propuesta de moratoria tiene la inmensa ventaja de abordar el problema de raíz: al nivel de la producción de las energías fósiles, ahí donde el carbono contenido en la litosfera se libera al aire libre y viene a perturbar el funcionamiento de nuestra Tierra. Prometer congelar las reservas de energías fósiles choca frontalmente con la inercia de las negociaciones y las políticas de lucha contra la desregulación climática. En más de 20 años de negociaciones de la ONU sobre el cambio climático, jamás se ha planteado dejar toda o una parte de las reservas de ener- gías fósiles en el suelo/4. Ningún Estado, ninguna multinacional y ninguna institución internacional propone limitar la producción de carbón, de gas y de petróleo en origen. Como escriben McGlade y Ekins: “El instinto de los hombres políticos, consistente en explotar rápida y completamente las energías fósiles disponibles en su territorio, es incompatible con su compromiso para alcanzar el objetivo de 2 ºC” (McGlade y Ekins, 2015). Los jefes de Estado y de gobierno actúan como si fuera posible reducir las emisiones de gas de efecto invernadero sin reducir aquello que las genera. Eso es imposible. Por tanto, nos corresponde a nosotros hacer posible una verdadera lucha contra los trastornos climáticos: “we are the ones we’ve been waiting for!”/5 como lo expresa la campaña 350.org/6. No seamos ingenuos en relación a los obstáculos. Son numerosos. Las fuerzas políticas y económicas que no quie- ren congelar el 80% de las reservas de energías fósiles son poderosas y están bien organizadas. El reto es difícil, resulta evidente. Algunos lo califican como inalcanzable, utópico. Sin embargo, lo que no es posible imaginar ni resulta aceptable es lo contrario; es decir, un mundo inviable con +4 ºC o más. Solo es aceptable y envidiable un solo escenario: el que nos permitirá detener esta máquina infernal que calienta el planeta. Es preciso poner fin a la era de los fósiles y abrir el campo de los posibles. Cuando Desmond Tutu describe un paralelismo explícito entre el régimen del apartheid y el que está en juego hoy en día en relación al calentamiento climático, debemos tomarlo en consideración con una atención particular. Este arzobispo sudafricano y Premio Nobel de la Paz (1984) llama a “romper la

3/ La genealogía de esta propuesta está detallada en Maxime Combes (2015), capítulo 9. 4/ Citado por Georges Monbiot en George Marshall (2014). En su trabajo George Marshall descubre que no ha existido ni una sola propuesta, ni un solo debate o un solo papel en el que se proponga limitar la pro- ducción de energías fósiles a las que se haga referencia a lo largo de todas las negociaciones internacionales sobre el cambio climático. 5/ Literalmente: “Nosotros somos los que hemos estado esperando!”. 6/ Ver http://350.org/the-ones-we-have-been-waiting-for/. Del título del best-seller y Premio Pulitzer Alice Walker, We Are the Ones We Have Been Waiting for: Inner Light in a Time of Darkness, The New Press (21 de noviembre, 2007).

62 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 relación con las empresas que financian la injusticia que constituye la des- regulación climática”, considerando que “no tiene ningún sentido invertir en empresas que minan nuestro futuro”. A través de este llamamiento al boicot de la industria fósil, realiza un doble movimiento: sitúa la lucha contra la desregu- lación climática en el terreno de la moral y la ética, a la vez que las politiza: es urgente organizarnos colectivamente para romper las cadenas que nos vinculan a la industria fósil para poder inventar un futuro diferente al que nos reservan las Big Oil, Big Gas y Big Carbón. “No en nuestro nombre”. Es en base a ese principio que el movimiento a favor de la desinversión en el sector de las energías fósiles progresa significa- tivamente; a menudo mediante la iniciativa de estudiantes y de ciudadanos y ciudadanas que se movilizaron colectivamente en sus universidades y frente a las instituciones de las que dependen. La lógica es simple: si es necesario preservar la estabilidad del clima, entonces no se puede obtener beneficio de su destrucción. Este movimiento está dirigido a explotar las fragilidades de los “dueños” de los combustibles fósiles, así como de la banca y de los fondos que les financian. El reto es doble. Se trata de romper la legitimidad social otorgada a este sector al mismo tiempo que se les priva, poco a poco, de la liquidez in- dispensable para su funcionamiento. Aparte de eso, las reinversiones derivadas de estas desinversiones deben anticiparse a la explosión de la burbuja del car- bono [similar a la burbuja inmobiliaria] y contribuir al desarrollo de políticas de sobriedad y eficiencia energética y al desarrollo de energías renovables. Después de Copenhague se han desarrollado otras dos dinámicas. La pri- mera se apoya en las resistencias orientadas a detener la expansión de la fronte- ra extractivista (desde los hidrocarburos de esquisto hasta los nuevos proyectos mineros) y de la construcción de nuevas infraestructuras inútiles, impuestas e inadaptadas (aeropuertos, autopistas, presas, estadios, centros comerciales o de ocio, etcétera). En América del Norte, tras poderosas movilizaciones contra la construcción de nuevos oleoductos para exportar el petróleo obtenido de las arenas bituminosas de Alberta (Canadá), podemos denominar a esta dinámica de movilización internacional “Blockadia”, como lo hace Naomi Klein. De forma complementaria e indisociable, las luchas de resistencia favore- cen la emergencia de iniciativas a favor de alternativas concretas, locales o con ambición regional o global. Estas iniciativas se orientan a transformar profun- damente nuestros modelos de producción y consumo, que al día de hoy resul- tan insostenibles. Tomando prestado el término al proceso lanzado en octubre de 2013 en Bayona (Euskal Herria) por Bizi! y decenas de colectivos vascos, españoles y franceses, podemos, por extensión, denominar “Alternatiba” a esta dinámica ciudadana que está en marcha, bajo formas diferentes, en los cuatro rincones del planeta. Estas dos dinámicas, Blockadia y Alternatiba, encarnan de forma clara un giro ecoterritorial de las luchas sociales, para retomar el término de la socióloga

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 63 “Los jefes de Estado argentina Maristella Svampa (2012) a la hora de y de gobierno ac- caracterizar el auge de las luchas en América La- túan como si fuera tina que mezclan el lenguaje ecologista y la prác- posible reducir las tica de la resistencia y la alternativa inserta en emisiones de gas de los territorios. Aquí, el territorio no significa un efecto invernadero pueblo que se aísla para protegerse de los estropi- sin reducir aquello cios del productivismo. Constituye sobre todo un que las genera. Eso espacio a partir del cual se construyen las resis- es imposible.” tencias y alternativas. Aquí no tiene cabida nin- gún egoismo del tipo de “no quiero ese proyecto para mí, iros a a otra parte”. La preservación, la promoción y la resistencia de todos los territorios representa un horizonte para el conjunto. Las movilizaciones contra el gas y el petróleo de esquisto, que en Francia y en muchos otros países claman “Ni aquí ni en ninguna parte” (Com- bes, 2012) y plantean exigencias de transición energética radical, se inscriben en esta misma lógica. Estos dos procesos, Blockadia y Alternatiba, contribuyen al arraigo terri- torial de las luchas y de los imaginarios al mismo tiempo que se insertan en la perspectiva de un movimiento global a favor de la justicia climática: son muchos los puntos de conexión entre estos movimientos y las movilizaciones contra la negociación del nuevo tratado de libre cambio y de inversiones como el TTIP. Y, a partir de puntos de vista distintos, abren espacios para la extensión y la radicalización de las dinámicas ciudadanas a favor de la justicia climática. Apoyándose en la revuelta contra los proyectos que devastan los medios de vida y en base a las experiencias para mejorar la vida cotidiana que permita perfilar un futuro, permiten la inclusión de franjas de población que, en princi- pio, no son expertas ni militantes. Es precisamente a través de la acción como se construyen la experiencia y la toma de conciencia política e ideológica. Por otra parte, estos procesos permiten la yuxtaposición de prácticas, tácti- cas y estrategias diversas y variadas. El movimiento contra el gas de esquisto no hubiera logrado éxitos de envergadura si no fuera capaz de permitir la yux- taposición de acciones sobre el terreno y la desobediencia, manifestaciones y guerrilla jurídica, presión política, etcétera. La gente puede elegir su tipo de compromiso sin ceñirse a un modelo militante a menudo percibido y vivido como muy estrecho. Esta extensión conlleva a menudo un proceso de radicali- zación, en el sentido de “ir a la raíz” de las cosas. Hacer frente al poder de los promotores de proyectos climaticidas o a la resistencia de los poderes contra el despliegue de alternativas concretas a gran escala, permite comprender por qué la lucha contra el cambio climático no será una gran y tranquila marea humana reconciliada consigo misma y con la naturaleza, sino una tumultuosa batalla política e ideológica. Al mismo tiempo, a menudo las luchas sobre el terreno permiten a las ciudadanas y ciudadanos obtener victorias y fuerzas para luchar.

64 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Hidrocarburos de esquisto, ampliación de la frontera extractivista, grandes y pequeños proyectos inútiles, acuerdos de librecambio e inversiones, disposi- tivos para la financiarización de la naturaleza, acaparamiento del agua, agro- industria y OGM (organismos modificados genéticamente), geoingeniería y bioingeniería, energía nuclear, desigualdades crecientes de riqueza y de poder, lobbying desenfrenado de las multinacionales, bancos climaticidas… no faltan las luchas locales y globales contra los responsables del desarreglo climático. Como tampoco faltan las orientadas a poner en pie experiencias alternativas concretas: soberanía alimentaria y agroecología campesina, circuitos cortos, relocalización, compartir el trabajo y las riquezas, reconversión social y ecoló- gica del tejido productivo, reapropiación y promoción de los bienes comunes, reparación y reciclaje, reducción de basuras, transportes no agresivos y movili- dad sostenible, ecorrenovación, energías renovables, etcétera. Es apoyándonos tanto en estas luchas como en las alternativas, reforzándolas para convertirlas en infranqueables, para mermar la influencia de las multinacionales sobre nues- tras vidas y la naturaleza, para reemplazar a los Estados y las políticas públicas poniéndolas bajo control de la sociedad, como construiremos este importante movimiento a favor de la justicia climática que tanto necesitamos. Ese es el objetivo de las movilizaciones de cara a la COP21: dejar de lado la mortífera tecnicidad de las negociaciones y transformar París 2015 en una poderosa caja de resonancia para hacer avanzar nuestras luchas y acumular fuerzas. El objetivo: convertir París 2015 en un momento fundador para el movimiento en defensa de la justicia climática, del mismo modo que lo fue Seattle para el movimiento altermundialista. En cierta medida, en nombre de la urgencia climática, se trata de no limitarse a batallas defensivas en el marco de las negociaciones de la ONU y de poner todo nuestro esfuerzo en las moviliza- ciones cuyo objetivo sea transformar de forma duradera la relación de fuerzas a favor de una transición ecológica y social amplia. Para los días 28 y 29 de noviembre están previstas manifestaciones descentrali- zadas en el mayor número de capitales y grandes ciudades del planeta para plantear las exigencias a los gobiernos nacionales y a las autoridades locales, así como para sentar las bases de las movilizaciones que puedan darse en un período más largo. Después, el reto estará en incrementar el poder de la determinación ciudadana de cara a las movilizaciones y acciones de desobediencia civil de las masas organiza- das de cara a la conclusión de la COP21, consistentes en generar tensión política con las instituciones internacionales y los gobiernos incapaces de adoptar las medidas necesarias. De ese modo, el malestar nacido de los errores y los límites de las nego- ciaciones podría galvanizar las energías a lo largo de los últimos días y permitirnos salir más fuertes al día siguiente de París 2015:

Vds., los gobiernos, Vds. hablan y negocian para lo peor, Vds., las multinacionales, utilizan las negociaciones para preservar su influencia sobre nuestro futuro; nosotros,

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 65 los pueblos, marchamos, actuamos y desobedecemos para cambiar el sistema y no ce- jaremos nunca.

El reto es enorme. Pero como escribía Murray Bookchin: “si no hacemos lo imposible, tendremos que hacer frente a lo impensable” (Bookchin, 1982). Por tanto, ¡comprometámonos en hacer los imposible!

Nicolas Haeringer es el encargado en Francia de la campaña 350.org (https:// es.wikipedia.org/wiki/350.org), autor de Zéro fossile: désinvestir du charbon, du gaz et du pétrole pour sauver le climat (Les Petits matins, noviembre de 2015). Maxime Combes es economista y miembro de ATTAC-Francia, autor de Sortons de l'âge des fossiles! Manifeste pour la transition (Seuil Anthropocène, octubre de 2015). Ambos han participado en la coordinación, junto a Christophe Bonneuil y Jeanne Planche, de Crime Climatique Stop! L’appel de la société civile (París, Seuil Anthropocène, agosto de 2015), y lanzado el llamamiento “Laissons les fossiles dans le sol pour en finir avec les crimes climatiques”: http://crimesclimatiquesstop.org.

Bibliografía

Aykut, S. C. y Dahan, A. (2014) “La gouvernance du changement climatique. Anatomie d’un schisme de realite”. En Dominique Pestre (dir.): Gouverner le progres et ses degats. París: La Decouverte. Bell, R. (2015) “Le ratio 'espoir/deluge' pour modele”. Le Monde, 24/2/2015. Disponible en: www. lemonde.fr/idees/article/2015/02/24/le-ratio-espoir-deluge- pour-modele_ 4582293_3232.html Bookchin, M. (1982) The Ecology of Freedom (1999) La Ecología de la libertad. Madrid: Nossa y Jara Eds. Carrington, D. (2015) “Fossil fuel industry must ʻimplodeʼ to avoid climate disaster, says top scientist”. The Guardian, 10/7/2015. Disponible en: www.theguar- dian.com/environ- ment/2015/jul/10/fossil-fuel-industry-must-implode-to-avoid-climate-disaster-says-top-scientist ?CMP=share_btn_tw. Climate Accountability Institute (2013) “Carbon Majors Accounting for carbon and methane emissions 1854-2010”. Disponible en: http://www.climateaccountability.org/carbon_ma- jors.html. Combes, M. (2012) “Let’s frack the fracking companies”. Disponible en: http://www.ejolt. org/2012/09/global-frackdown-on-fracking-companies/. — (2015) Sortons de l̓âge des fossiles. Manifeste pour la transition. París: Seuil (Anthropocè- ne). Fossil Free Indexes (2015) “The Carbon Underground 2015”. Fossil Free Indexes. Disponible en: http://fossil- freeindexes.com/research/the-carbon-underground Klein, N. (2015) Esto lo cambia todo. Capitalismo y cambio climático. Barcelona: Paidós. Marshall, G. (2014) Don’t Even Think About It. Nueva York: Bloomsbury. McGlade, Ch. y Ekins, P. (2015) “The geographical distribution of fossil fuels unused when limiting global warming to 2 °C”. Nature, n. 517, 8/1/2015, pp. 187-190. Svampa, M. (2012) “Consenso de los commodities, giro ecoterritorial y pensamiento crítico en América Latina”. Disponible en: http://maristellasvampa.net/archivos/ensayo59.pdf. VV AA (2015) Crime Climatique Stop! L’appel de la société civile. París: Seuil (Antrhopocène).

66 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 4. COP21 París: Otro clima para un mundo vivible

¿Siempre nos quedará París? Nego- ciación de un escenario tendencial vs cambio de paradigma

Samuel Martín-Sosa y Rodrigo Irurzun El factor tiempo: la urgencia Un asunto que los líderes políticos suelen soslayar en las cumbres de cambio climático es que todos los Gases de Efecto Invernadero (GEI) que liberemos a la atmósfera tendrán en algún momento un efecto sobre el aumento de tem- peratura/1. Este aumento, con un cierto margen de error, se puede cuantificar. Por eso lo realmente importante en las negociaciones climáticas, más allá de grandes objetivos de reducción a alcanzar en determinada fecha, son las emi- siones acumuladas, es decir, la reducción no para un determinado año, sino en un periodo de años establecido. Proponer una reducción (respecto a 1990) de las emisiones de todo un pe- riodo tomándolas en su conjunto conduce a esfuerzos mucho más significa- tivos, que comprometen desde el principio y de forma continuada, a la vez que evitan la tentación de dejar para los últimos años la cabeza del león de la reducción de emisiones. Recientemente el G7 hacía un pomposo llamamiento a acabar el siglo XXI con cero emisiones (Bloomberg, 2015). Los negociadores parecen dispuestos a hablar de importantes reducciones de emisiones en fechas más bien lejanas (que caen dentro de unos cuantos periodos electorales) pero son reticentes a marcar una fecha a partir de la cual las emisiones deben empezar a declinar. Y el que las emisiones empiecen a decrecer en un momento o en otro va a determinar el ritmo de reducción necesario para llegar a los objetivos finales (ya sean 2 ºC o 1,5 ºC)

1/ Hay un lapso de tiempo hasta que la temperatura global “se pone al día” con el CO2 que los humanos ya hemos añadido a la atmósfera, por lo que las temperaturas seguirán aumentando durante muchos años después de que la cantidad de CO2 atmosférico se estabilice.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 67 “Los países en- (Cotarelo, 2010). El IPCC sugiere que las emisio- riquecidos y las nes deberían hacer pico antes de 2020, es decir, en nuevas economías apenas cinco años (Carrington, 2014). emergentes con- Igualmente al centrarse solo en objetivos fi- tinúan extrayendo nales, se deja de lado el establecimiento de un (...) las reservas camino vinculante y exigente para llegar a ellos. convencionales” O dicho de otro modo, tan relevante es el tamaño del pico (el nivel máximo que alcancen las emi- siones) y cuándo tiene lugar, como lo que pase después. Al ritmo actual de crecimiento anual de emisiones, si esperamos por ejemplo hasta la próxima década para comenzar la reducción, acabaremos te- niendo a final de siglo un incremento de al menos 2,5 ºC, y eso con un muy exigente y costoso ritmo de decrecimiento de emisiones a partir de entonces de un 2,4% anual, nada fácil de conseguir (ver gráfica 1). El ritmo posible al que se vayan a producir las emisiones impone una limitación que no debe obviarse. La dificultad que supone transformar un sistema productivo de gran inercia puede hacer inviable un ritmo de reducción alto, lo que obliga a iniciar el viraje en las emisiones de forma inmediata. Dadas las exigentes reducciones necesarias de que nos habla la ciencia (Hansen et al., 2013) y el hecho de que posponerlas nos obligará a ritmos anuales de disminución que pueden ser imposibles de cumplir por no ser rea- listas (Allen y Stocker, 2013), la comunidad internacional, reunida en París en un momento histórico cuasi agónico, está moralmente obligada a abandonar su perpetua procrastinación, alcanzando un acuerdo global de reducción drástica de emisiones, que comience de forma inminente, que se produzca a buen ritmo, y que sea coherente con un objetivo climático de al menos 1,5 ºC de aumento máximo de temperatura a final de siglo respecto a los niveles preindustriales.

¿Se producirá semejante acuerdo en París? Un plan de emergencia a la altura de las circunstancias pasa por un acuerdo global para dejar de extraer combustibles fósiles. Para lograr limitar el incre- mento de temperatura a 2 ºC, deben quedarse en el subsuelo entre las dos terceras partes (Jakob y Hilaire, 2015) y las cuatro quintas partes (McKibben, 2012). Un estudio reciente señala que la proporción sería un tercio de las re- servas de petróleo, la mitad de las de gas, y el 80% de las de carbón, las que deberían permanecer bajo tierra. Todo lo que se extrae, se acaba quemando. ¿Cómo es posible que en 23 años de negociaciones climáticas no se haya tomado ni una sola medida para limitar la extracción? La respuesta es que esta vía choca frontalmente con la lógica de la hegemonía económica imperante: estas reservas suponen varios billones de dólares en las cuentas de las compañías energéticas, pero también en las balan- zas comerciales de los países exportadores, que basan su actividad económica

68 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Gráfica 1 Retrasar a la siguiente década el momento en que las emisiones toquen techo conduciría probablemente a un aumento de temperaturas de al menos 2,5 ºC hacia final de siglo

Fuente: Allen y Stocker (2013). en la venta de combustibles fósiles. Las cifras hablan por sí solas: un valor nominal de 25 billones de dólares en reservas no explotadas, 55 billones en infraestructuras energéticas… (Mooney y Daño, 2015). Un poder económico apuntalado por los gobiernos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que en 2015 los subsidios a la industria fósil serán de 5,3 billones de dólares a nivel global (FMI, 2015), una cantidad mayor que el gasto sanitario en todo el mundo para este mismo año (Carrington, 2015). La industria tiene demasiado en juego como para permitir que se desarrolle un verdadero plan de reducción de emisiones, de transición energética y de cambio del paradigma social. Los países enriquecidos y las nuevas economías emergentes continúan ex- trayendo a todo tren las reservas convencionales. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su informe especial de 2015 “Energy and Climate Change” alertaba del necesario cierre paulatino de las centrales de carbón menos efi- cientes a la par que proponía directamente prohibir/2 la construcción de nuevas

2/ Un verbo que chirría bastante tratándose de un organismo dependiente de la OCDE, donde una propuesta regulatoria tan contundente bien podría percibirse como una amenaza al libre mercado

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 69 plantas. Sin embargo, el consumo de carbón está en máximos históricos, con China, India, EE UU, Japón, Rusia, Alemania o Australia consumiendo canti- dades ingentes (BP, 2015). De igual modo, el consumo de petróleo y gas sigue aumentando, y el porcentaje de renovables en el mix mundial de consumo de energía primaria sigue siendo una franja muy minoritaria (ver Gráfica 2).

Gráfica 2 El consumo mundial de energía primaria de origen renovable representa un porcentaje muy minoritario

Fuente: BP Statistical Review of World Energy, junio de 2015.

Además, ante el agotamiento de los combustibles fósiles convencionales, la indus- tria, alentada por la mayoría de gobiernos, se ha lanzado sin freno a la búsqueda de combustibles fósiles no convencionales: perforaciones en el Ártico, explotaciones en aguas profundas y ultraprofundas en las costas de Brasil, arenas bitumino- sas en Canadá, petróleo y gas de esquisto o en veta de carbón, extraído median- te fracking en Argentina, Australia y sobre todo en EE UU, donde ya se especula con un aumento masivo de exportaciones de gas natural licuado a China o Europa, combustibles que por lo general son más difíciles y caros de extraer, tienen un peor comportamiento energético y climático, y dejan una hipoteca ambiental mayor/3. El plazo de recuperación de muchas de las millonarias inversiones que la industria está haciendo en estos nuevos yacimientos es de varias décadas, por lo tanto lo esperable desde el punto de vista puramente económico es que estos proyectos estén en fun- cionamiento durante muchos años, lo que supone justamente un torpedo en la línea de flotación de esas reducciones drásticas y urgentes que necesitamos.

3/ Además, al tratarse de combustibles con mucha menor rentabilidad energética, será necesario extraerlos a un ritmo frenético para satisfacer la imparable demanda creciente energética mundial, lo que nos hunde en una espiral sin salida y nos aboca a un escenario de incremento de temperaturas de 4 ºC a 5 ºC respecto a los niveles preindustriales.

70 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Esta apuesta por la “nueva” era fósil, está siendo impulsada por los mis- mos líderes mundiales que tendrían que tomar en París esos acuerdos drásticos que mencionábamos. Por eso, cuando asistimos estos días al festival del “a ver quién da más” de los compromisos previos a la cumbre por parte de los diferentes países/4, vemos que, aunque los grandes ausentes hasta ahora se empiezan a sumar al compromiso, sus ofertas ni son suficientes para responder al reto al que nos enfrentamos, ni en muchos casos creíbles, en tanto en cuanto no plantean medidas serias que planten cara a la industria fósil. Así, cuando EE UU ofrece una reducción del 28% de las emisiones para 2025 (Costantini, 2015), o China promete reducir la intensidad de carbono de su PIB en un 60- 65% en 2030 (Bellona Europa, 2015), lo hacen tomando como referencia los niveles de 2005 y no los de 1990, el año de referencia de Kyoto/5, que impli- caría reducciones mucho más drásticas. China, el mayor emisor mundial, ha anunciado asimismo que sus emisiones harán pico en 2030, bastante más tarde de lo que, como hemos visto, probablemente se necesita. Medidas en definitiva insuficientes si tenemos en cuenta que entre EE UU y China suman el 45% de las emisiones mundiales. EE UU, por ejemplo, tiene aún unas emisiones per cápita de 18,5 toneladas de CO2-eq al año, más del doble de las de China y casi el triple que la media mundial (datos de 2012). Además, las cuentas sobre las emisiones cambian totalmente si tenemos en cuenta la responsabilidad que tiene el consumo sobre ellas, por ejemplo, sien- do China y el sudeste asiático la fábrica de las regiones centrales como EE UU y la Unión Europea, que se nutren de sus productos de bajo coste y alto precio social y medioambiental (Martín-Sosa Rodríguez, 2014). La AIE ya ha avisa- do que con los compromisos que hay sobre la mesa, no llega ni de lejos para cumplir el objetivo de 2 ºC (AIE, 2015b). Para que todo ese frenesí fósil antes apuntado pueda seguir en marcha, el guión exige que el acuerdo de París mantenga la misma lógica dominante que hasta ahora. Parece claro que los mecanismos de mercado estarán presentes, dando la posibilidad de compra de derechos de emisión, lo que contribuirá a mantener el statu quo. Y la tentación de mirar hacia la geoingeniería será cada vez mayor, poniendo en el centro grandes planes de captura de carbono y otras tecnologías no testadas/6, que nos permitan seguir emitiendo como hasta ahora

4/ Los países deben declarar sus Contribuciones Previstas y Determinadas a Nivel Nacional (INDC, por sus siglas en inglés) de forma previa a la COP21. 5/ Un protocolo que nunca ratificó EE UU, que tardó años en ratificar Australia, y del que se salió Canadá para poder desarrollar sus arenas bituminosas. El protocolo eximía de reducir emisiones a economías en vías de desarrollo como el gigante asiático, que sin embargo en 2005 se convirtió en el primer emisor mundial. 6/ El ultimo informe del IPCC considera el desarrollo de BECCS (bioenergía con captura y almacenamiento de carbono) como un escenario realista de mitigación, a pesar de que esta tecnología no ha sido demostrada. Los promotores de esta tecnología ignoran que la captura de carbono es un proceso energéticamente costoso, lo que pone en entredicho el balance de emisiones planteado. También ignoran los límites en la disponibi- lidad de almacenamientos. Por otra parte el asumir esta tecnología como algo factible soslaya el problema

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 71 “... previsiblemen- y den sentido a eufemismos sutiles como el de te se impondrán “emisiones netas cero”, promovido por organis- las mismas falsas mos como el Banco Mundial, garantes de esta ilusiones que tanto lógica (Banco Mundial, 2015) . han perjudicado Las reducciones conseguidas en los últimos a los pueblos del años en las economías ricas se han debido princi- Sur.” palmente a la crisis económica (Bell, 2015) y al uso de mecanismos de flexibilidad. La urgencia de obtener un acuerdo, la previsible falta de re- sultados ante lo farragoso de negociar con intereses muy distintos y la clara asimetría de poder jugarán a favor de la tentación de buscar atajos como el de Copenhague; acuerdos negociados entre un club de selectos (incluyendo a China y EE UU) mientras la mayoría del resto de líderes mundiales espera en el pasillo. Acuerdos que indudablemente no observarán los intereses de ac- tores sin ese poder/7. No habrá por tanto una óptica de justicia climática, que reconozca la ingente deuda de carbono que las economías ricas tienen con los países de la periferia, y previsiblemente se impondrán las mismas falsas solu- ciones que tanto han perjudicado a los países del Sur. Los países ricos tienen además la obligación moral de financiar la adaptación en aquellos países más vulnerables que no han creado el problema, y de hacerlo a través de mecanis- mos que no acaben promoviendo proyectos que generen más cambio climático y más pobreza. La reacción social, única esperanza Frente a este panorama de inacción e inercia, es la sociedad quien tiene un mayor potencial de provocar los cambios necesarios y la que está ya toman- do conciencia de que los líderes mundiales no van a resolver este problema. El enorme poder e influencia del que gozan las grandes corporaciones solo puede ser contrarrestado por una catarsis social que aún no se ha producido. Recientemente el Director de Shell afirmaba que los detractores de los com- bustibles fósiles “ignoran la realidad” (Critchlow, 2015). La sociedad debe tomar conciencia de que desgraciadamente son personas como él quienes en buena medida están marcando la pauta del futuro energético y climático. Esta misma compañía, que acaba de recibir la bendición de Obama para perforar en el Ártico (La Vanguardia, 2015), reconocía en un documento interno que con de la gran demanda de tierra fértil para cultivos que su desarrollo implicaría con todos los problemas aso- ciados que esto acarrea (competencia con cultivos alimentarios, demanda de agua, acaparamiento de tierras, emisiones por cambios de uso del suelo…). Para una lectura crítica sobre BECCS consultar R. Smolker y A. Ernsting, BECCS (Bioenergy with Carbon Capture and Storage): Climate saviour or dangerous hype?, Biofuelwatch, 2012. 7/ Como por ejemplo los Estados insulares o partes del África subsahariana, que bien podrían considerarse por algunos “bajas colaterales” de un acuerdo de mínimos en cuya negociación no participan y que miran al objetivo de 2 ºC como una sentencia muerte.

72 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 los planes que tienen sobre la mesa la temperatura del planeta probablemente aumente 4 ºC (Macalister, 2015). Se podría decir que las compañías fósiles, auténticos mercaderes de la duda y la negación (Arguedas, 2015) practican una suerte de deliberado “terrorismo climático”. La sociedad está empezando a diferenciar mejor entre lo que le interesa a la industria del gas y el petróleo y lo que nos interesa a todos como sociedad, y a darse cuenta de que son cosas claramente distintas. Cerca de trescientas mil personas se manifestaron en Nueva York en septiembre de 2014 (Centro de Noticias ONU, 2014), en una movilización sin precedentes para pedir a los gobiernos que actúen contra el calentamiento global. Vivir en directo los efectos de los fenómenos extremos provocados por el cambio climático, como los del huracán Sandy en 2012, probablemente explican en buena medida lo masivo de aquella movilización. Pero lo relevante es que la ciudadanía co- mienza a visibilizar de forma clara la relación entre estos efectos y los pro- yectos energéticos que le afecta directamente en su territorio. Así, esta gran protesta se alimentó en parte de las luchas ciudadanas contra proyectos como el oleoducto Keystone XL/8, pero también del movimiento contra el fracking, muy extendido por diversos lugares de EE UU. Así la oposición al fracking por todo el mundo se ha convertido en un claro exponente de las reivindicaciones climáticas obligando a varios gobiernos a establecer diversas prohibiciones y moratorias que difícilmente hubieran visto la luz sin la presión popular. La ciudadanía parece estar reaccionando y da muestras también de querer organizarse al margen de la gobernanza institucional y participar directamente en la gestión de las decisiones energéticas, como lo demuestra el surgimiento de cooperativas de consumo de energía verde, o la oleada de ciudades y pue- blos en algunos países (y muy en especial en Alemania) cuyos ciudadanos han votado a favor de retomar el control de la distribución de la energía en los casos en que estos servicios estaban en manos de compañías privadas. Han sido también los ciudadanos quienes han provocado en Holanda la pri- mera sentencia judicial que obliga a un gobierno a revisar al alza sus objetivos climáticos (Ferrer, 2015). También una presión desde abajo puede mover a bancos, fondos, empresas e instituciones a desinvertir en combustibles fósiles, algo que empieza a ocurrir ya aunque de forma tímida/9. El Estado español Si la situación internacional no pinta bien, en el caso del gobierno español pa- rece directamente como si esto de los acuerdos climáticos no fuera con ellos. El Protocolo de Kioto marcaba objetivos de reducción en un margen estrecho

8/ Que aumentaría sensiblemente el transporte de arenas bituminosas de Canadá hasta las refinerías de Texas. 9/ http://gofossilfree.org/

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 73 de tiempo (2008-2012), de modo que aunque el Estado español emitió mucho más de lo deseable a lo largo de la década anterior, sin embargo el cómputo de esos 5 años, por efecto de la crisis económica, le benefició a la hora de contabilizar las emisiones acordadas. A pesar de ello tuvo que gastarse más de 800 millones de euros (Sevillano, 2013) para poder cumplir al no haber hecho apenas esfuerzos reales de reducción. Mientras que en otros países del entorno, la presión de la ciudadanía a favor de un modelo energético diferente contribuye a alumbrar leyes de transición a las renovables como la Energiewende en Alemania o la Ley de Transición Energética francesa/10, el Estado español aprueba normas para impulsar medi- das lesivas para el desarrollo de las renovables, el fracking o las prospecciones petrolíferas. Sin embargo también en el Estado español existe un caldo de cultivo para la reacción ciudadana, como lo demuestra la gran oposición exhibida contra las petroleras en Canarias y el Mediterráneo, las protestas ante la llegada de arenas bituminosas a Muskiz y Cartagena, las numerosas coaliciones contra el fracking, o el esperanzador surgimiento de diversas Plataformas por un Nuevo Modelo Energético.

Samuel Martín-Sosa y Rodrigo Izurzun son respectivamente responsable de In- ternacional y Coordinador de Energía de Ecologistas en Acción.

Bibliografía

AIE (2015) “Energy and Climate Change”. Disponible en: http://www.iea.org/publications/ freepublications/publication/WEO2015SpecialReportonEnergyandClimateChangeExecuti- veSummarySpanishversion.pdf. — (2015b) “IEA sets out pillars for success at COP21”. 15/6/2015. Disponible en: https://www. iea.org/newsroomandevents/pressreleases/2015/june/iea-sets-out-pillars-for-success-at- cop21.html. Allen, M. R. y Stocker, Th. F. (2013) “Impact of delay in reducing carbon dioxide emissions”. Nature Climate Change, 21/11/2013. Disponible en: http://www.climate.unibe.ch/~stocker/ papers/allen13natcc.pdf. Arguedas, D. (2015) “Petroleras ya sabían daño del CO2 cuando financiaban a escépticos”.Inter Press Service, 21/9/2015. Disponible en http://www.ipsnoticias.net/2015/07/petroleras-ya- sabian-dano-del-co2-cuando-financiaban-a-escepticos/. Banco Mundial (2015) “Disponible en: New Report Shows How to Decarbonize Development with 3 Steps to a Zero Carbon Future”. 11/5/2015. Disponible en: http://www.worldbank. org/en/news/press-release/2015/05/11/new-report-how-to-decarbonize-development- 3-steps-to-zero-carbon. Bell, B. (2015) “Economic slump, not natural gas boom, responsible for drop in CO2 emis-

10/ La Ley de Transición energética pretende promover las fuentes renovables, el transporte limpio y la edificación sostenible, al tiempo que limita la dependencia nuclear. Ver Cañas (2015).

74 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 sions”. UCI News, 21/7/2015. Disponible en: http://news.uci.edu/research/economic-slump- not-natural-gas-boom-responsible-for-drop-in-co2-emissions/. Bellona Europa (2015) “China unveils climate pledge toward COP 21”. Bellona, 2/7/2015. Dis- ponible en: http://bellona.org/news/climate-change/2015-07-china-unveils-climate-pledge- toward-cop-21. Bloomberg (2015) “G-7 Calls for Zero Fossil-Fuel Emissions by End of 21st Century”. Bloom- berg, 8/6/2015. Disponible en: http://www.bloomberg.com/news/articles/2015-06-08/g-7- calls-for-zero-fossil-fuel-emissions-by-end-of-21st-century. BP (2015) “BP Statistical Review of World Energy”. Disponible en: http://www.bp.com/con- tent/dam/bp/pdf/Energy-economics/statistical-review-2015/bp-statistical-review-of-world- energy-2015-full-report.pdf Cañas, G. (2015) “Francia cambia su modelo energético”. El País, 26/5/2015. Disponible en: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/05/26/actualidad/1432662106_225187. html. Carrington, D. (2014) “IPCC: rapid carbon emission cuts vital to stop severe impact of climate change”. The Guardian, 2/11/2014. Disponible en: http://www.theguardian.com/environ- ment/2014/nov/02/rapid-carbon-emission-cuts-severe-impact-climate-change-ipcc-report. — (2015) “Fossil fuels subsidised by $10m a minute, says IMF”. The Guardian, 18/5/2015. Dis- ponible en: http://www.theguardian.com/environment/2015/may/18/fossil-fuel-companies- getting-10m-a-minute-in-subsidies-says-imf. Centro de Noticias ONU (2014) “Multitudinaria marcha en Nueva York para exigir acciones contra el cambio climático”. 21/9/2014. Disponible en: http://www.un.org/spanish/News/ story.asp?NewsID=30488#.VhaoDRPtlBd. Costantini, L. (2015) “Siete claves sobre el plan de Obama contra el cambio climático”. El País, 3/8/2015. Disponible en: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/08/03/actuali- dad/1438600767_055631.html. Cotarelo, P. (2010) “Nuevo objetivo: 1,5 ºC”. El Ecologista, n.º 67. Critchlow, A. (2015) “Shell CEO: 'carbon bubble' campaigners 'ignore reality'”. The Telegra- ph, 19/5/2015. Disponible en: http://www.telegraph.co.uk/finance/newsbysector/energy/ oilandgas/11615079/Shell-CEO-carbon-bubble-campaigners-ignores-reality.html.ç

Ferrer, I. (2015) “La justicia holandesa ordena que el Gobierno reduzca emisiones de CO2”. El País, 24/6/2015. Disponible en: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/24/ actualidad/1435139131_412174.html. FMI (2015) “How large are energy subsidies?” IMF working paper. Disponible en: http://www. imf.org/external/pubs/ft/wp/2015/wp15105.pdf. Hansen, J.; Kharecha, P.; Sato, M.; Masson-Delmotte, V.; Ackerman, F. y col. (2013) “Assessing 'Dangerous Climate Change': Required Reduction of Carbon Emissions to Protect Young People, Future Generations and Nature”. En PLoS ONE vol. 8, n.º 12. Jakob, M. y Hilaire, J. (2015) “Climate Science: Unburnable fossil-fuel reserves”. Nature 557, 150-152. La Vanguardia (2015) “EE UU da luz verde para que Shell inicie perforaciones en el Árti- co”. La Vanguardia, 11/5/2015. Disponible en: http://www.lavanguardia.com/econo- mia/20150511/54430578773/eeuu-da-luz-verde-para-que-shell-inicie-perforaciones-en-el- artico.html Macalister, T. (2015) “Shell accused of strategy risking catastrophic climate change”. The Guar- dian, 17/5/2015. Disponible en: http://www.theguardian.com/environment/2015/may/17/ shell-accused-of-strategy-risking-catastrophic-climate-change?CMP=ema-60. En español en: http://fractura-hidraulica.blogspot.com.es/2015/05/shell-reconoce-en-documento-inter- no-que.html. Martín-Sosa Rodríguez, S. (2014) “España se pega un atracón de la tarta mundial de los recur- sos”. El País, 18/9/2014. Disponible en: http://elpais.com/elpais/2014/09/18/planeta_futu- ro/1411039141_997064.html.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 75 McKibben, B. (2012) “Global Warming Terrifying New Math”. Rolling Stone, 19/7/2012. Dis- ponible en: http://www.rollingstone.com/politics/news/global-warmings-terrifying-new- math-20120719. Mooney, P. y Daño, N. (2015) “El show climático de París”. Project Syndicate. Disponible en http://www.project-syndicate.org/commentary/un-climate-change-conference-paris-by- neth-dano-and-pat-mooney-2015-07/spanish. Sevillano, E. G. (2013) “España, entre los países que más pagan por cumplir Kioto”. El País, 3/11/2013. Disponible en: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/11/03/actuali- dad/1383513464_110043.html.

5. COP21 París: Otro clima para un mundo vivible

Vientos de cambio. Un nuevo clima para luchar por dejar el petróleo en el subsuelo

Ivonne Yánez

Desde la COP1 en Berlín en 1995 hasta la COP20 de Lima han transcurrido más de 20 años. Durante las reuniones oficiales sobre clima —llamadas Conferencias de las Partes más las innumerables reuniones oficiales de los Climate Talks, Co- mités, Working Groups, Expert Groups, Paneles, Subsiadiary Bodies, etcétera—, los delegados de los Estados han tomado cerca de 400 “decisiones” y más de 25 “resoluciones”, se han firmado Mandatos, Declaraciones Ministeriales, el Protocolo de Kioto, Planes de Acción, Agreements, Accords, Frameworks, Hojas de Ruta, Programas de Trabajo, Gateways, Llamados a la Acción; además de adoptar guías, comprometer fondos, diseñar modalidades, y otras jerigonzas para, supuestamente, enfrentar el cambio climático/1. Sin embargo, a pesar de este impresionante despliegue de burocracia, tiempo y dinero, durante estos 20 años no han dejado de aumentar las emisiones de gases con

1/ UNFCCC. A Brief Overview of Decisions. http://unfccc.int/documentation/decisions/items/2964.php.

76 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 efecto invernadero. Millares de delegados con sus hordas de asesores, de una ma- nera escandalosa, han logrado desviar la atención de las verdaderas soluciones para enfrentar el cambio climático. En la práctica, estos eventos no han sido sino conven- ciones de negocios para seguir usando combustibles fósiles, mientras se hace dinero con la crisis climática. Por estas y otras razones, muchos aseveramos que todo lo actuado durante las COP y sus apéndices ha sido completamente ilegítimo, injusto, una farsa y sobre todo un engaño a la humanidad. Esto explica la falla catastrófica de las políticas internacionales para frenar el cambio climático y, al mismo tiempo, la continua y gigantesca aceleración del con- sumo de combustibles fósiles en las últimas décadas. La Red Oilwatch en 1997 en Kioto, hizo su primer documento de posición, en el que hacía un llamado a una moratoria al avance de la frontera petrolera como un paso concreto y firme para enfrentar el calentamiento global y al mismo tiempo que criticaba las soluciones de mercado que estaban fraguando. Luego, en el año 2005 en Montreal, se presentó internacionalmente el Eco-Llamado para dejar los hidro- carburos en el subsuelo/2, para proteger a los pueblos en cuyas tierras y territorios se extrae petróleo, gas o carbón a más de afrontar los cambios climáticos. Hoy vemos que cientos de organizaciones e instituciones en el mundo han ter- minado por acoger esta propuesta. Hoy se plantea que es necesario dejar sin explo- tar al menos las dos terceras partes de las reservas probadas de hidrocarburos fósiles para evitar un desastre social y ambiental de consecuencias catastróficas. Pero no todo es lo que parece. Existen al menos tres aristas que debemos tratar de mirar y entender estratégicamente para avanzar hacia una civilización pospetrolera. Por un lado, la campaña del 70% de fósiles sin explotar puede estar siendo apro- vechada —o impulsada— por una parte del sector petrolero para lograr un aumento del precio del petróleo en los mercados internacionales. También es posible que quien esté interesado en promover la campaña de los 2/3 de fósiles sin explotar sea el sector vinculado al mercado de carbono y así forzar a un precio estable y mercado robusto. Otro problema con el que nos topamos es la retórica de los grados de tempe- ratura y las partes por millón de CO2. Tanto el discurso oficial como el de muchas organizaciones amigas se centran en los escenarios del IPCC y se empeñan en se- guir usando la métrica del carbono. Esto puede divergir las salidas hacia planes de mitigación vinculados a mercados de carbono, servicios ambientales u otras falsas soluciones dentro de la economía verde. Otra controversia radica en esperar todavía que sean los Estados y los represen- tantes de gobiernos quienes sean los llamados a tomar medidas, como por ejemplo esperar que pueda salir algo bueno de los nuevos acuerdos de París en la COP21. O aún peor, esperar que sean personas como Bill Gates quienes lideren un camino de soluciones.

2/ OILWATCH. Declaraciones. http://www.oilwatchsudamerica.org/documentos/26-declaraciones.html

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 77 Estas arenas de debate podrían estar distrayendo la necesidad de hablar de las causas reales y del capitalismo, de la transformación de las formas de producción y consumo adictas al petróleo, de justicia social y ambiental, de democracia o, mejor aún, de una naturaleza con derechos. Asuntos que no han sido nunca los ejes cen- trales de las discusiones. La iniciativa Yasuní-ITT fue una propuesta pionera que pretendía abordar estos temas pero fue demasiado valiente para ser aceptada en las negociaciones sobre cli- ma y le quedó grande al gobierno del Ecuador. A pesar de esto sentó las bases para la situación en la que nos encontramos ahora. Se puede decir que hay un antes y un después del Yasuní, tanto a nivel nacional como internacional. Entonces, ¿cómo aprovechar el momento de efervescencia alrededor del posi- cionamiento de “Dejar el petróleo bajo suelo”, sin caer en trampas que pueden estar fraguándose en el sector corporativo y financiero, o en una campaña liderada por quienes promueven un capitalismo verde? Oilwatch inició la campaña de “Keep the oil in the soil” a nivel global/3, ahora debe seguir siendo un actor clave. Su propuesta para París, y para los movimientos que luchan frente al cambio climático, o por un cambio de modelo extractivista y de sobreacumulación y consumo, es el del Anexo 0. Dentro de la United Nations Framework Climate Change Convention (UN- FCCC) se establecieron grupos de países, principalmente el grupo Anexo I y los No-Anexo I. Es decir grupos de países obligados a reducir emisiones y otros no. Esta vez, con el acuerdo de París se espera que todos los países, tanto industrializados como los del Sur, asumirán compromisos de mitigación. Uno de los problemas de estos gru- pos de Partes es que consideran únicamente a países o a Estados cuando, en térmi- nos prácticos, hay otros actores determinantes con capacidad e interés por acelerar las transformaciones requeridas para la protección del clima global. En este sentido se podría crear un grupo Anexo 0 en donde debieran estar, por ejemplo, las naciones indígenas, los espacios subnacionales, o las localidades que hacen esfuerzos con- cretos por resolver la crisis del clima. La UNFCCC debe reconocer estas instancias como Partes y no como observadores de los procesos solamente. Es a este nivel en donde de manera concreta se están dando los pasos certeros para enfrentar el cambio climático, esto es, evitando que se extraiga más petróleo, gas o carbón, y dando ejemplos de vida con poco uso de combustibles fósiles. Hay varios casos conocidos en el mundo que pueden ser nombrados. De forma complementaria a la propuesta del Anexo 0, debemos dejar de hablar de emisiones de carbono de una vez por todas. No hablar de 2800 GtC que existen en el subsuelo y de 565 GtC que “podemos” todavía emitir; así como es mejor desechar el peligroso término de carbon budget. ¿Quién decide sobre este budget? El IPCC también puede transformar las cifras de sus escenarios a barriles equivalentes

3/ http://www.amazoniaporlavida.org/es/La-propuesta/

78 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 de petróleo en lugar de toneladas de CO2 y al mismo tiempo crear otros dos escena- rios, uno con el 70% de los fósiles sin explotar y otro con el 100%. Ya sabemos más o menos cuántas reservas de hidrocarburos fósiles existen y que al menos el 70% no se deben extraer. Si se traducen las emisiones a barriles de petróleo, metros cúbicos de gas o toneladas de carbón, estamos adquiriendo un prin- cipio de realidad. El reto es ir mirando dónde y qué hidrocarburos serán los primeros en no ser explotados. Y eso no lo va a decidir Naciones Unidos, sino que lo están ya decidiendo los pueblos. Finalmente, una campaña global para “Keep the oil in the soil” debería, además de retirar los subsidios a la industria petrolera o invertir en energías limpias y so- beranas, también proteger a quienes se suman de manera práctica y concreta a esta iniciativa; estos pueblos del Anexo 0 deben ser visibilizados y reconocidos por su aporte y premiados por su compromiso y no criminalizados.

Ivonne Yánez forma parte de Acción Ecológica (Ecuador).

6. COP21 París: Otro clima para un mundo vivible

Las injusticias de la ciencia del clima

Larry Lohmann

Este artículo trata de las injusticias inherentes a la ciencia del clima predomi- nante, y a las formas en que la ciencia del clima forja la manera en que abor- damos el clima. Trata también de cómo los activistas pueden reorientarse con respecto a esta ciencia con el fin de construir mejores alianzas. Los activistas por el clima a menudo se apoyan en la ciencia del clima para justificar sus acciones. Y con buena razón. Pero también es cierto que no todo el mundo necesita que los expertos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático le diga cuál es la gravedad del calentamiento global. Los pobladores

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 79 del delta del Ganges cuyas casas han sido tragadas por el mar ya saben lo que está en juego. Y los pequeños agricultores, que ven los impactos en los anima- les y las plantas locales, tampoco precisan necesariamente de instrumentos de laboratorio que les digan que hay algo que anda mal. Pero para convencer a los intelectuales de clase media acerca de la escala mundial del problema, es difícil no caer en los Modelos de Circulación General computarizados, respaldados por diversas técnicas y redes de recolección de datos que son el resultado de más de un siglo de denodados esfuerzos climatológicos (Edwards, 2013). No obstante, algunos de los puntos fuertes de esta ciencia son también pro- blemas. Los modelos climáticos dividen a una naturaleza “no humana” (mo- léculas de CO2, albedo de las nubes, clatratos de metano), de una sociedad “no natural” (extracción de excedentes, sindicatos, políticas energéticas). Los climatólogos estudian las excentricidades de las moléculas de gas de efecto invernadero básicas como si no tuvieran historia o fueran apolíticas. Año tras año, acumulan una cuenta cada vez más pesada y​​ detallada de las interacciones reales y posibles entre objetos cuidadosamente aislados del mundo de los hu- manos, alejando su mirada de las interacciones que hacen del cambio climático un proceso socionatural de complejo entramado. Por ejemplo, el proceso del “cambio climático” representado por los mode- los de circulación general es indiferente a las distinciones entre “CO2 de sub- sistencia” y “CO2 de lujo”, o entre las emisiones de la agricultura indígena y las emisiones procedentes de la combustión de combustibles fósiles (Agarwal y Narain, 1991). Excluyendo la política de las compañías petroleras, el disci- plinamiento de los trabajadores o la opresión de las mujeres, los modelos de circulación formulan el cambio climático de tal manera que trasladan conti- nuamente la causalidad y la responsabilidad —ya sea a nivel molecular o a nivel de un gerente imaginario que podría “manejar” la máquina del clima de la misma forma en que un aficionado supervisa un conjunto de trenes en minia- tura—. Este gerente no es otro que una versión del anthropos simplificado que se encuentra en la frase “cambio climático antropogénico”. Para los climatólogos, este sesgo no es una cuestión de opción individual. Se deriva no solamente de la ofensiva capitalista para crear y aislar a seres humanos “no naturales” que puedan fabricar mercancías a partir de naturale- zas esmeradamente interpretadas como “no humanas”. También es parte de la genealogía específica de los propios modelos climáticos, que se remonta a la cibernética de la época de la Guerra Fría, a los análisis de sistemas y a las simulaciones computarizadas de la dinámica de fluidos no lineales de las explosiones nucleares. Asimismo, es parte también de los servomecanismos conectados al sistema de control, que se usaban en la artillería de la Segun- da Guerra Mundial, tanto como de los “gobernadores” mecánicos de control requeridos por los motores a vapor de la revolución industrial (Elichirigoity, 1999; Beniger, 1986).

80 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 ¿Qué sucede cuando este clima rigurosamente “no social” se vuelve pe- ligrosamente inestable y alguien tiene que hacer algo al respecto? Hay que volver a conectarlo a la política humana. Pero ¿cómo? Todo el ejercicio de creación de modelos ha dependido de ignorar los millones de conexiones que unen al calentamiento global con —por ejemplo— la hegemonía del capitalis- mo fósil y la lucha contra los bienes comunes (Malm, 2014). El mero hecho de incluir nuevamente los dos pequeños objetos llamados “CO2 de subsistencia” y “CO2 de lujo” en la ecuación climática equivaldría a abrir la climatología a negociaciones acerca de qué se entiende por subsistencia y qué se entien- de por lujo —negociaciones que ni los dirigentes políticos ni sus asesores científicos tienen mucho interés en llevar a cabo—. Es como si un cirujano, después de haber extirpado el cerebro y la médula espinal de una persona, intentara ponerlos de nuevo y reconectarlos, neurona por neurona, con el resto del cuerpo. Es mucho más fácil sofisticar el problema. Al depurar el cambio climático ubicándolo como un fenómeno exclusivamente “natural”, simultáneamente se depura a la humanidad en un fenómeno “no natural” simplificado, irrestricto por su arraigo en lo no humano —algo así como el aficionado con su modelo de ferrocarril—. Una vez que la cuestión climática queda reducida a moléculas, entonces la manera obvia de reconectarla con la sociedad es vincularla a ima- ginarios controladores de moléculas cuyos móviles finales pueden expresarse en números: 350 partes por millón o un aumento de la temperatura de 1,5 oC. De ahí el fantasmagórico discurso de las Naciones Unidas y la “economía verde”, que pone en primer plano no a los cientos de millones de trabajadores y jefes condenados a vincularse a máquinas alimentadas con combustibles fó- siles, ni a los comuneros y arrendatarios que pelean obstinadamente contra el extractivismo, sino a los “líderes mundiales” supuestamente todopoderosos, a los economistas y a los consumidores usureros que “descubren” precios del carbono que de alguna manera controlarían la acumulación de moléculas de

CO2 sin afectar en absoluto el estado de la lucha de clases. ¿Qué tiene que ver todo esto con la justicia? Todo inmigrante que llega a Europa o a América del Norte porque ha sido desplazado o desplazada por plantaciones de agrocombustibles supuestamente “carbononeutrales”, no solo es un refugiado o refugiada climática sino también una víctima de la injusticia urdida en el entramado mismo de la vertiente oficialista de la ciencia del clima, que nos dice que en materia de causar o prevenir catástrofes, una molécula de CO2 es igual a otra. Y la misma climatología oprime a todos los pueblos del bosque que cargan con la responsabilidad de utilizar su territorio de tal manera que puedan compensar las emisiones industriales en cuya creación no tuvieron nada que ver. Cada argumento científico que sustenta nuevas formas de instrumentalizar naturalezas supuestamente no humanas —tales como la aplicación de la geoingeniería en los océanos para lograr una mayor absorción

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 81 de carbono— es un insulto a los pueblos indígenas, tanto como lo fueron las usurpaciones colonialistas del último milenio. ¿Eso significa rechazar la ciencia del clima? No más que el reconocimiento de las injusticias inherentes a los códigos jurídicos de cada nación significa ignorar los tribunales, negarse a contratar abogados, o quemar facultades de Derecho. El mundo en el que el capital trata constantemente de bifurcarse en- tre una sociedad monolítica y una naturaleza monolítica —y parcialmente lo logra— es uno de los mundos que ocupamos. Por esa misma razón, debe ser uno de los objetivos de la lucha popular. Llamar la atención sobre la injusta parcialidad de la ciencia del clima no es anhelar una vez más una ciencia im- parcial basada en una “naturaleza” depurada, sino exigir una ciencia con mejo- res tendencias, que conscientemente reconozca su lugar en la evolución de so- cionaturalezas más democráticas. Es necesario comprender que las injusticias políticas inherentes a la climatología son debilidades científicas. Los activistas por el clima deberían considerarse a sí mismos no como emisarios sumisos de la última climatología para los “líderes políticos”, sino como personas que bus- can un cambio político tanto dentro de la ciencia del clima como fuera de ella.

Larry Lohmann es editor de The Corner House, www.thecornerhouse.org.uk.

Bibliografía

Agarwal, A. y Narain, S. (1991) Global Warming in an Unequal World. Nueva Delhi: Centre for Science and Environment. Beniger, J. R. (1986) The Control Revolution: Technological and Economic Origins of the Infor- mation Society. Cambridge: Harvard University Press. Edwards, P. (2013) A Vast Machine: Computer Models, Climate Data, and the Politics of Global Warming. Cambridge: MIT Press. Elichirigoity, F. (1999) Planet Management: Limits to Growth, Computer Simulation, and the Emergence of Global Spaces. Evanston: Northwestern University Press. Malm, A. (2014) Fossil Capital: The Rise of Steam-Power in the British Cotton Industry c. 1828-1840 and the Roots of Global Warming. Ph.D. dissertation, Lund University.

82 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 7. COP21 París: Otro clima para un mundo vivible

Transiciones energéticas para cam- biar el clima

Grupo de investigación TRADEBU (Ekologistak Martxan-Parte Hartuz UPV-EHU)

A Ladislao Martínez y Ramón Fernández Durán, guardamos el recuerdo de vuestra energética amistad y maestría.

Energía y clima, inseparables Clima y energía han sido dos de los leit motiv principales que han animado los debates y las campañas del ecologismo social durante las últimas déca- das. Y han aparecido de forma conjunta, por ser muy difícil de separar las causas del cambio climático y del calentamiento global correspondiente y las de la crisis energética, simbolizada por el cenit o pico del petróleo, peak oil en inglés, que recientemente se ha empezado a transformar en peak all, puesto que sería extensible al gas, al carbón, al uranio y a otros recursos energéticos en declive. Como nos recordaba Jorge Riechmann en el último congreso de Ecologis- tas en Acción en Lizarra (Navarra 2014: Transiciones y colapsos) ha habido un animado debate en los dos últimos decenios sobre cuál de ellas predominaría y nos recordaba que en el seno de nuestra organización confederal, mientras Ramón Fernández Durán insistía en el cenit del petróleo, Ladislao Martínez lo hacía en el calentamiento global. Nuestra intención con este artículo es participar en el debate que en todo el mundo se está suscitando en torno a la cita parisina de diciembre del 2015 para sumar a las discusiones en torno al cambio climático las inevitables transiciones energéticas que la Humanidad va a conocer en los próximos lustros. Los datos científicos del calentamiento global son cada vez más pre- ocupantes a pesar de la contracción económica y energética producida por la crisis financiera.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 83 “Se habla de transi- A vueltas con la transición ener- ción energética para gética referirse a un cambio Desde hace algunas décadas, el concepto de tran- estructural de largo sición energética ha tomado una nueva connota- plazo en un sistema ción vinculada a la sostenibilidad. Se habla de energético o a una transición energética para referirse a un cambio sustitución gene- estructural de largo plazo en un sistema energé- ralizada de un tipo tico o a una sustitución generalizada de un tipo de combustible por de combustible por otro en una sociedad deter- otro en una sociedad minada. determinada.” En este sentido, Julio Torres Martínez, físico e investigador cubano, dice que nos enfrentamos a la tercera transición energética. La primera se produjo a mediados del siglo XVIII con la sustitución de la leña y del carbón vegetal por la hulla o el carbón mineral. La segunda fue el cambio del carbón mineral al petróleo y sus derivados, y la tercera significa cambiar progresi- vamente el petróleo y el gas por ahorro, eficiencia y energías renovables. La gran diferencia estriba en que en las dos anteriores se pasó a disponer de una cantidad mayor de energía y ahora hacemos frente a una verdadera emergencia climática a la que hay que responder con una contracción de emergencia, en palabras de Jorge Riechmann. Además, los límites del planeta y el cenit de petróleo y de otras materias energéticas indican que en un futuro próximo nos enfrentamos a una drástica rebaja en el consumo de energía. Así, hoy en día se habla de “transición”, un término que va ligado a la idea de cambio a un modelo energético sostenible y se vincula a la sustitución de los combustibles fósiles y la energía nuclear por energías renovables más o menos descentralizadas. Es decir, es una transición hacia un modelo energético que minimice su impacto ambiental y se adapte a la escasez de combustibles fósi- les. A modo de aperitivo y no pudiendo entrar ahora en la amplia tipología de transiciones energéticas que existes ofrecemos a nuestras lectoras la siguiente tabla orientativa. La transición energética debería tener, a nuestro entender, tres columnas principales: la sostenibilidad ambiental, la justicia social y la democracia, y el cambio de los valores productivistas a valores que prioricen la vida y los cuidados necesarios para que ella sea posible. La disminución en el consumo mundial de combustibles fósiles ocurrirá antes o después, sea por un descenso de la oferta por el peak oil o sea por una disminución ligada al cambio climático o a las resistencias sociales en las fronteras de extracción. Diversos estudios muestran que es muy complejo que el consumo energético actual sea abastecido por producción renovable y que el sector más vulnerable en este sentido es el transporte (Mediavilla et al., 2011; Honty, 2014). Si nos referimos solo a la producción eléctrica,

84 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Tabla 1. Tipología no exhaustiva de transiciones energéticas (elaboración propia)

CRITERIO TIPOS DE TRansiciones energéticas

Cronológico Acontecidas, en march y por venir (propuestas o imaginadas) Escala Local, regional, nacional, internacional Geo-político En el Norte (global), en el Sur (global) Tipo de cambio Tecnológico, político, económico, cultural Agentes principales Estado, mercado, sociedad civil Voluntad Sobrevenidas, deseadas, conscientes, conflictivas, negociadas Tipos de horizonte Seguridad energética, descarbonización, generación ambientalmente sostenible, soberanía energética, mantenimiento de la vida Justicia Impuestas, autoritarias, democráticas (deliberación) Carácter Reformistas, radicales, desde arriba y/o desde abajo

“conseguir electricidad 100% renovable en 2050 a nivel mundial requeriría un esfuerzo económico importante”, además de una ocupación territorial a tener en cuenta. La disponibilidad y creciente escasez de algunos materia- les no-renovables necesarios para el desarrollo de las energías renovables suponen otro obstáculo para el abastecimiento total renovable. Sin embar- go, según Mediavilla, los problemas de discontinuidad y acumulación de la energía renovable podrían ser medianamente solucionados si se invirtiera en su investigación y, podrían ser una alternativa realista si se promovieran de manera decisiva. Pero ¿cómo reducir nuestro consumo? Existe un muro que impide que los/as consumidores/as finales de energía podamos ver cuáles son las activi- dades que mayor consumo energético suponen. Un muro generado por una parte por la larga cadena de transformaciones energéticas que existen entre los/as consumidores y el origen de los recursos; pero sobre todo por el cons- tante bombardeo de mensajes confusos por parte de los medios de comunica- ción. Otro punto crítico es la manera en que se mide el consumo energético, ya que no tenemos en cuenta el gasto energético realizado en otros países en la generación de productos que después importamos y compramos (Arto et al., 2015). Esto es la llamada deuda energética y en la Comunidad Autóno- ma del País Vasco alcanzaría el 33% del consumo primario. Es decir, en la CAPV no solo se consume la energía per cápita que contabiliza el Gobierno Vasco a través del Ente Vasco de la Energía sino un 33% más relacionado con la deuda energética que tiene la ciudadanía vasca en otros países (Bárcena, Lago y Villalba, 2009).

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 85 Fig. 1: Flujo de consumo de los recursos

En esta gráfica podemos observar el gráfico de flujo de consumo de los recursos (una reformulación gráfica del flujo energético que proporciona la Agencia Internacional de Energía). Y podemos observar que en los hogares solo podemos incidir en el 4% del consumo total de energía. Consideramos que conocer verazmente el origen de nuestro consumo energético así como saber cuáles son las actividades económicas que más consumo suponen es un primer paso para poder planificar una transición energética colectiva. De hecho, y como señalan Seyfang y Haxeltine (2012) en su análisis del movimiento de Transition Towns en el Reino Unido, el cambio social inheren- te a la transición es más factible a partir de una estrategia “del hacer” en activi- dades de base comunitaria “que aportan beneficios inmediatos a sus participan- tes (ahorro, placer, sociabilidad, sentido de logro, comunidad y autoexpresión) (…) que a partir de actividades de sensibilización basadas en dar información (que raramente alcanzan a audiencias más allá de las ya concienciadas)”. Es decir, que los modelos de cambio social basados en la comunidad y en la agen- cia parecen más ajustados a la realidad que aquellas teorías cognitivas que señalan que el conocimiento y la concienciación son prerrequisititos para el cambio actitudinal y la acción (Seyfang y Haxeltine, 2012). Este es uno de los debates clave en la cuestión de la transición energética: la capacidad de suplir la demanda actual de las sociedades del Norte a través de energías renovables. Tanto la red de Transition Towns como muchos/as ex- pertos/ as señalan la incapacidad de realizar esa sustitución (de Castro, 2013). Además, las energías renovables también requieren la utilización de materiales no-renovables y generan una serie de impactos sobre el territorio. El debate sobre la escala y la forma en la que se desarrollan las renovables es algo cen- tral en este proceso. El hecho de que muchas organizaciones no consideren renovables a las grandes hidroeléctricas por los impactos irreversibles que generan, o el lema “eólicas sí, pero no así” son reflejo de esa discusión sobre la sostenibilidad ambiental de las renovables. No es solo el “qué”, sino el

86 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 “cómo” (y “para qué y para quién”, como después veremos). Por lo que si el nuevo modelo debe ser renovable y además ambientalmente sostenible, el descenso en el consumo, por parte de las sociedades y comunidades del Norte Global es indispensable. Justicia y democracia energética Si bien las experiencias concretas de transición suponen laboratorios socia- les donde poner en marcha analizar y mostrar las posibilidades de diferentes proyectos energéticos no se debería dejar de lado el trabajo de incidencia sobre otros actores sociales e instituciones de gobierno para lograr cambios más amplios y transversales. Retomar el apoyo público a las energías reno- vables; fomentar la proliferación de cooperativas energéticas de generación, distribución y consumo; municipalizar y publificar las redes de distribución energética, las plantas de producción u otros servicios; paliar la pobreza energética y establecer criterios de tasación progresiva que favorezcan la equidad; o democratizar la toma de decisiones son acciones que deben to- marse desde las instituciones de gobierno y que deben ser reivindicadas des- de la sociedad civil. Aparte de la incidencia sobre gobiernos y políticas públicas, la transversali- zación de las demandas energéticas también implica activar apoyos sociales a nivel asociativo, sindical y educativo. Si las reivindicaciones de sostenibiliza- ción ambiental y democratización de la energía han de ser influyentes, se deben articular redes multisectoriales más allá de las experiencias prácticas y locales y organizar campañas de educación y participación amplias.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 87 “... en un futuro La proliferación de cooperativas energéticas y próximo nos enfren- de movimientos sociales vinculados a la energía tamos a una drástica (contrarios al fracking y a otras actividades ex- rebaja en el consu- tractivas y productivas), así como el aumento de mo de energía. ” la pobreza energética y el poder del oligopolio energético en el Estado español, nuestro caso más cercano, ha hecho que surjan en los últimos años numerosas plataformas vinculadas a la soberanía energética. La Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, por ejemplo, agrupa a varias plataformas re- gionales y locales que a su vez articulan el apoyo de “personas, organizaciones sociales, ambientales, de consumidores, empresariales, sindicatos y partidos políticos por la defensa de un nuevo modelo energético, basado en el ahorro, la eficiencia y las energías renovables distribuidas y en manos de la ciudadanía” (Gure Energia, plataforma por un nuevo modelo energético en la CAPV, 2014). Si bien las experiencias prácticas locales son esenciales para vivenciar el cambio y mostrar sus potencialidades y retos, estas y otras redes centradas en la incidencia política y social son clave en la expansión de las propuestas de tran- sición energética sostenible y democrática. Además, la participación de diver- sos actores sociales enriquece el debate, introduce nuevas dimensiones como las demandas vinculadas a la justicia social multiescalar y la democratización. Género, cuidados y cambio de paradigma El reto energético es, en definitiva, un reto social y cultural, más que tecnoló- gico, y debe de ser afrontado como un cambio de paradigma integral. La ener- gía está relacionada con muchos aspectos del sistema económico y de nuestra cotidianeidad. El cambio que requerimos es profundo. Requiere cambiar las formas de producir, las relaciones de poder y los procesos decisorios pero, también, los valores y estructuras internas que marcan nuestros imaginarios, aspiraciones y formas de vida. El ecofeminismo aporta debates muy relevantes en este sentido porque cuestiona algunos de los cimientos más enraizados de nuestra cultura desde una perspectiva radical así como las relaciones de poder subyacente. Las apro- ximaciones ecológica y feminista se retroalimentan y ambas propugnan un modelo económico ligado a sus bases materiales y a la sostenibilidad de la vida y que considere la dependencia radical que tenemos los seres humanos, tanto de la naturaleza como de otras personas que cuidan nuestros cuerpos vulnera- bles (Herrero, 2011). La aceptación de esta vulnerabilidad e interdependencia y de la relevancia de los trabajos de cuidados para el mantenimiento de la vida (digna) es un aprendizaje clave para reconstruir el sistema de prioridades que debe guiar la transición energética. En nuestra investigación (Urkidi, Lago, Basurko, Mantxo, Barcena y Akizu, 2015) hemos podido constatar que las injusticias del actual modelo

88 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 energético tienen una dimensión de género relevante. Hemos visto la es- pecial afección que las actividades extractivas o de producción energética tienen sobre la vida de las mujeres, por ejemplo en Brasil o Ecuador. Su rol como cuidadoras y aprovisionadoras de elementos básicos para la supervivencia, su discriminación en la tenencia de la tierra, su desigual acceso a trabajos asalariados vinculados a las empresas energéticas y la violencia de género y sexual relacionada con estas actividades hacen que las mujeres sean especialmente impactadas. Tam- bién hemos visto que en estos lugares, y a pesar de sus dificultades para participar políticamente, estas mujeres se han organizado, han protestado y constituyen agen- tes clave en el debate energético actual en sus países. La transición energética debe nacer desde la pregunta: ¿para qué y para quién necesitamos la energía? Hoy en día, la energía no es utilizada como un bien social para la satisfacción de las necesidades básicas y el sostenimiento de la vida, sino para alimentar procesos de producción y acumulación eco- nómica. Reorientar el uso de la energía hacia las tareas reproductivas y de cuidados sobre las que mantener la vida humana de una manera digna, plena y equitativa debe ser una clave en ese cambio de paradigma. En su análisis de las transiciones energéticas Meadowcroft (2009) señala que la gobernanza del desarrollo sostenible es irreductiblemente política, y que la transformación de los sistemas energéticos a largo plazo será un pro- ceso desordenado, conflictivo y altamente desarticulado. Por eso nos parece crucial reflexionar sobre la planificación y consecución de una transición energética que avance en la sostenibilidad ambiental, la justicia social y la priorización de las tareas de cuidados, a pesar de que ese proceso probable- mente se dé en un contexto conflictivo y desordenado. Nos parece relevante imaginar y trabajar por un futuro energético democrático y sostenible, a pe- sar de, o debido a, la incertidumbre y las desequilibradas relaciones de poder. Hemos visto también lo relevante de actuar en diferentes ámbitos si que- remos avanzar hacia una transición como la señalada. Por un lado, en la praxis del cambio, en esas vivencias comunitarias y experiencias prácticas que muestran otras realidades energéticas posibles y generan incentivos co- lectivos para el cambio. Por otro lado, en la reivindicación a otras escalas más allá de lo local y comunitario, y en la incidencia en las instituciones y actores políticos para activar cambios transversales y públicos. Por último, en la construcción de otros ideales de vida que pongan en marcha los dispo- sitivos socioculturales para la transición energética y la favorezcan no solo por razón de responsabilidad, sino también por el deseo colectivo de llevarla a cabo. Esto también esta en juego el próximo diciembre en París.

El grupo de investigación TRADEBU (Ekologistak Martxan-Parte Hartuz UPV- EHU) está formado por Leire Urkidi, Rosa Lago, Izaro Basurko, Martin Mantxo, Iñaki Barcena y Ortzi Akizu.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 89 Bibliografía

Barcena, I., Lago, R., Villalba, U. (2009) Energía y deuda ecológica. Icaria: Barcelona. Arto, I. Capellán-Pérez, I., Lago, R. Bueno, G., Bermejo, R. (2015, en revisión) The energy footprint of human development. Global Environmental Change (en revisión). Bermejo, R. (2013) “Ciudades postcarbono y transición energética”. Revista de Economía Crí- tica 16, pp. 215-243. Cotarelo, P., Llistar, D., Pérez, A., Campuzano, M., Berdié, L. (2014) “Defendiendo la Sobera- nía Energética”. Posición elaborada en marzo del 2014 en el marco de construcción de la Xarxa per la Sobirania Energètica www.xse.cat De Castro, C. (2013) “Ponencia en las Jornadas de Energía de Vitoria-Gasteiz”. Desazkundea, Fracking Ez, Mugarik Gabeko Ingenieritza, Bionekazaritza, 9/05/2013, Vitoria-Gasteiz. Herrero, Y. (2011) “Propuestas para un sistema cargado de deudas”. Revista de Economía Crí- tica 13, pp. 30-54. Honty, G. (2014) “Limites de las energías renovables”. Ecuador Debate n.° 92. Agosto. Quito. Meadowcroft, J. (2009) “What about the politics? Sustainable development, transition manage- ment, and long term energy transitions”. Policy Science 42, pp. 323-340. Mediavilla, M., Miguel, L.J., de Castro, C. (2011) “Un modelo marco para la transición ener- gética”. 9th International Conference of the European Society for Ecological Economics, Estambul. Seyfang, G., Haxeltine, A. (2012) “Growing grassroots innovations: exploring the role of com- munity-based initiatives in governing sustainable energy transitions. Environment and Plan- ning C”. Government and Policy 30, pp. 381-400. Urkidi, Lago, Basurko, Mantxo, Barcena y Akizu, (2015) Transiciones Energéticas: Sostenibili- dad y democracia energética. Servicio Editorial UPV-EHU. Bilbao. (En imprenta).

90 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 4 plural2 plural2

Walter Benjamin, entre la naturaleza y la institucionalidad

César Rendueles

En las últimas décadas las ideas de Walter Benjamin han adquirido una im- portante centralidad teórica en los discursos de la izquierda política. Creo que, básicamente, se debe a dos motivos. El primero es que ha llegado a ser el me- diador filosófico para el materialismo histórico de lo que se podría denominar un “nietzscheanismo de izquierdas”. A medida que el prestigio político del historicismo decrecía, en especial después de la Segunda Guerra Mundial, la deuda de Marx con la filosofía de la historia teleológica cada vez resultaba más embarazosa. La filosofía benjaminiana ha ofrecido una alternativa rigurosa al historicismo desde la propia tradición socialista que, además, engrana muy bien con la creciente preocupación del antagonismo político por las identida- des subalternas y los movimientos sociales no occidentales. El segundo motivo de la vitalidad política de Benjamin es que se ha convertido en el mediador teórico para una izquierda cultural que afronta con perplejidad la capacidad del capitalismo posmoderno para asimilar alternativas simbólicas aparentemente antagonistas. Benjamin contra el historicismo Benjamin introdujo en el marxismo una crítica del historicismo hegeliano. La explicación de la potencia de la teoría hegeliana es que, en el fondo, se trata de una sistematización muy rigurosa de la comprensión convencional del pro- greso histórico. Hegel dio sustento teórico a la manera de entender la historia que todo el mundo, al menos en Occidente, ha defendido en los últimos veinte siglos aproximadamente (exagero, pero solo un poco). Muy groseramente resumido, para Hegel la historia humana es un proceso direccional cuyo significado está inscrito en los propios acontecimientos. Es decir, entre el caos aparentemente inconexo de realidades sociales y culturales podemos identificar hechos de suyo importantes o triviales. La historia tiene, por tanto, un sentido —un destino, si se prefiere decir así— que consiste en el despliegue paulatino de los atributos más propios de la humanidad: el cono- cimiento, la racionalidad política, la virtud moral, el aumento de la capacidad productiva, la excelencia cultural… Es preciso subrayarlo: los conceptos que

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 91 “El autor central en emplea Hegel para exponer esta idea son muy la crítica del histori- idiosincrásicos pero reproducen la forma en que cismo evolucionista imaginamos cotidianamente la historia. Todos, no es Marx sino cuando pensamos en el cambio histórico, distin- Nietzsche.” guimos entre hechos importantes e insignifican- tes y solemos privilegiar la relevancia de aquellas realidades sociales, como la tecnología, que per- miten postular la existencia de un proceso acumulativo subyacente. El marxismo siempre ha mantenido una relación controvertida con el histo- ricismo. Aunque Marx coqueteó con una crítica del evolucionismo convencio- nal, lo cierto es que en última instancia conservó su lógica interna y se limitó a sustituir el Espíritu hegeliano o el Dios cristiano por el avance tecnológico o la lucha de clases como motores de la historia. Por ejemplo, en la correspon- dencia con los populistas rusos que mantuvo en sus últimos años de vida, Marx afirmaba que Rusia no tenía por qué seguir las mismas fases de desarrollo his- tórico que los países occidentales. Pero no porque esas fases no existieran sino porque, una vez que un país ha abierto el camino del desarrollo histórico, los demás pueden acceder directamente a la conclusión del proceso sin atravesar cada una de sus etapas. Del mismo modo, hoy los habitantes de algunos países americanos y africanos usan masivamente tabletas y smartphones sin haber pasado antes por el fax y el ordenador personal. El autor central en la crítica del historicismo evolucionista no es Marx sino Nietzsche. Lo que hizo Benjamin fue traducir los planteamientos nietzschea- nos a unos términos políticos aceptables para el marxismo. Para Benjamin, los hechos históricos no forman parte de suyo de una estructura con un sentido propio. El relato histórico coherente y continuo —o sea, la causalidad históri- ca— es una reconstrucción que realizamos posteriormente y que los poderosos suelen usar con fines legitimatorios u opresores: “El historicismo se contenta con ir estableciendo un nexo causal entre momentos diferentes de la historia. Mas ningún hecho es, en cuanto causa, ya por eso histórico. Se ha convertido en tal, póstumamente, con empleo de datos que pudieran hallarse separados de él por milenios” (Benjamin, 2009a: p. 316). Hay una estrofa de “La Interna- cional” que dice “del pasado hay que hacer añicos”, es como si Benjamin se la hubiera tomado al pie de la letra. La cuestión que plantea Benjamin, es importante entenderlo, no tiene que ver con nuestras limitaciones intelectuales. No es que no seamos capaces de conocer y comprender la totalidad de los hechos históricos y por eso no poda- mos elaborar el relato correcto y definitivo de lo ocurrido. Más bien se trata de que no hay un todo histórico que conocer. No existe una historia universal que se desarrolla con un sentido racional y coherente. Eso significa, entre otras cosas, que el comunismo no puede ser entendido como la consecuencia ne- cesaria de la explosión de las contradicciones del capitalismo. Por supuesto,

92 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 el capitalismo terminará algún día, como cualquier otro modo de producción, pero puede ser reemplazado por diferentes formaciones sociales o incluso por ninguna, si los peores pronósticos medioambientales se confirman. En todo caso, lo que se puede afirmar es que el socialismo es una de las opciones de emanci- pación coherentes con la realidad capitalista y, por tanto, imaginable desde ella. El problema de la crítica radical de la teleología que plantea Benjamin es que nos coloca al borde del nihilismo. ¿Puede sobrevivir el inmenso esfuerzo que requiere la construcción de una sociedad emancipada a una comprensión del cambio histórico basada en la contingencia radical? ¿No nos acerca esa posición a imaginar la apuesta por el socialismo como una especie de elección de un estilo de vida, como algo equivalente al veganismo o el bondage? Creo que una salida a esta aporía que no pase por volver al historicismo consiste en introducir la naturaleza humana en el esquema antiteleológico. Es una propuesta coherente con el modo en que el historicismo se apartó radical- mente del naturalismo para apostar por la plasticidad extrema de la experien- cia social. Y una comprensión de la naturaleza humana no como un destino histórico que debe ser realizado sino, al contrario, como una resistencia al de- venir histórico descontrolado es igualmente coherente con la manera en que Benjamin criticó el nihilismo capitalista, es decir, la capacidad del mercado para acelerar la historia disolviendo todo lo sólido en el aire. Nuestra propia constitución biológica nos ancla a rasgos antropológicos duraderos, a una fra- gilidad característica de nuestra especie que la mercantilización de todas las cosas violenta. Desde finales de los años sesenta del siglo pasado, la vía de entrada del pen- samiento naturalista en las tradiciones emancipatorias ha sido el ecologismo. Los ecologistas han subrayado que la plasticidad social humana está limitada, como mínimo, por la rigidez de las condiciones ecológicas de nuestro planeta. Pero creo que —como han señalado autores como Alisdair MacIntyre, Peter Singer o Frans de Waal— deberíamos profundizar en esa apertura conceptual y atrevernos a pensar las dimensiones naturalizadas de nuestro propio com- portamiento social. Somos animales sin destino, como nos enseñó Benjamin, pero con un pasado evolutivo que nos hace codependientes, incapaces de mer- cantilizar la totalidad de nuestra vida, parcialmente altruistas… El capitalismo no solo es políticamente injusto, también es ecológicamente suicida y natu- ralmente conflictivo con algunas de nuestras características sociobiológicas profundas. La izquierda cultural En segundo lugar, Walter Benjamin ha sido un potente mediador teórico para la izquierda cultural. Alguien que nos ofrecía un posible remedio para el malestar de la cultura crítica. De alguna manera, ha desempeñado un papel complemen- tario al de Gramsci. Allí donde Gramsci señala la importancia de los factores

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 93 culturales en los procesos revolucionarios, Benjamin parece sugerir que el ob- jetivo final del cambio político socialista es una transformación de las almas, una intensificación cultural de la experiencia. Es una idea profundamente marxista, en realidad. Marx describe el comu- nismo como “un principio de organización social superior [al capitalismo] cuyo principio fundamental es el desarrollo pleno y libre de cada individuo” (Marx, 1983: p. 721). La emancipación consiste, entre otras cosas, en un pro- ceso de liberación social de las energías creativas, una apertura de las posibili- dades de autoexpresión en común. La tradición socialista reconoció que la bur- guesía ilustrada había descubierto una fuente esencial de realización personal pero la había dilapidado al limitarla a unos pocos e interpretarla en términos individualistas. Benjamin da un paso más allá, pues cree que los procesos de cambio polí- tico pueden afectar positivamente a las propias prácticas culturales heredadas. La revolución artística más profunda es aquella basada en la necesidad de en- contrar medios adecuados para expresar una posición existencial radicalmente nueva. Desde esta perspectiva, el objetivo revolucionario no debería ser tanto universalizar la cultura pasada —permitir, por ejemplo, que los trabajadores asistan a la ópera—, como establecer las condiciones sociales para que las prác- ticas simbólicas precedentes —las artes, la literatura, el coleccionismo…— desarrollen todo su potencial o den paso a otras nuevas más llenas de sentido. Los procesos culturales que más interesan a Benjamin son aquellos capaces de sacar partido de las fuerzas de producción artística que la modernidad ha liberado y que la sociedad capitalista es incapaz de aprovechar: “La actividad literaria relevante solo se puede dar cuando se alterna del modo más estricto la acción y la escritura, al cultivar esas modestas formas que corresponden a su confluencia en las comunidades más activas mejor que el ambicioso gesto universal del libro. A saber, las octavillas, los folletos, los artículos en revistas, los carteles. Solo este rápido lenguaje puede surtir un efecto que se encuentra a la altura del momento” (Benjamin, 2009b: p. 25). Benjamin plantea que la cultura avanzada es la que nos interpela como sujetos emancipados y no como espectadores alienados o como víctimas del fetichismo artístico: “Estamos en medio de un enorme proceso de refundición de las actuales formas literarias, en el que muchas de las contraposiciones en las que estamos acostumbrados a pensar podrían ya perder toda su fuerza. […] Para presentar al autor como productor hay que retroceder hasta la prensa […] [que] no solo pasa por alto las distinciones convencionales entre los géneros, entre escritor y creador, o entre investigador y popularizador, sino que inclu- so somete a revisión la distinción existente entre autor y lector” (Benjamin, 2009c: p. 301). Eso es lo que explica su preferencia por cierto tipo de expe- riencias artísticas y culturales que no ocultan su estructura: el collage, el cine, el periodismo, cierto tipo de teatro… Frente a las esculturas clásicas que, por

94 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 lo general, son obras “continuas” en las que las huellas del proceso productivo han desaparecido, en el collage o en el cine resulta manifiesto que toda obra es solo una codificación particular de una pluralidad de versiones posibles. Por eso la posición de Benjamin ha sido muy importante para la izquierda artística, que a menudo se ha sentido atrapada entre dos posiciones igualmente insostenibles. Por una parte, muchos creadores y mediadores se sienten coar- tados por la exigencia de que las producciones culturales tengan un contenido expresamente antagonista: la canción protesta, la poesía social… Pero, por otra parte, para los artistas implicados políticamente también las llamadas al arte por el arte, al puro juego formal conceptualmente sofisticado, resultan insuficientes. Ambas posturas son limitadas, cada una implica una renuncia a distintas dimensiones de la experiencia estética. Es muy significativa, en ese sentido, la posición de Benjamin frente a las vanguardias históricas. Pues, por un lado, supo valorar la importancia del dadaísmo o el surrealismo, auténticas bombas de relojería que hicieron saltar por los aires la experiencia contempla- tiva tradicional de las artes cultas. Pero también supo ver antes que nadie los límites estéticos y políticos de estas propuestas que, en el fondo, no dejaban de continuar la tradición formalista de la reivindicación de la pureza artística, del arte por el arte. Siguiendo a Adorno, Benjamin percibió una solidaridad entre esa posición y la esfera del consumo: “En el objeto de consumo toda huella de su producción ha de ser olvidada. En consecuencia, debe parecer como si nun- ca hubiera sido hecho […] El encubrimiento del trabajo constituye el origen de la autonomía del arte” (Adorno, citado en Benjamin, 2009). El segundo motivo por el que Benjamin ha resultado importante para la izquierda cultural es la relevancia que atribuyó a los procesos de mediación en la comprensión de los fenómenos artísticos. Por ejemplo, a finales de los años veinte, elaboró para la Radio del Sudoeste de Alemania en Fráncfort, una serie de guiones en los que trató de aprovechar al máximo las posibilidades de la radio como medio de difusión cultural. Benjamin creía que los instrumentos tradicionales de divulgación eran un producto derivado, el resultado de una simplificación de las exposiciones técnicas originales: los libros educativos, las revistas de divulgación o las conferencias pedagógicas no eran más que adaptaciones de las formas de comunicación que los expertos utilizan habi- tualmente. En cambio, la radio se dirigía de suyo a una masa ilimitada: “La popularidad mucho más amplia, pero también mucho más intensa, que busca la radio (…) exige una total transformación y agrupación de su materia desde el punto de vista de lo que es la popularidad. (…) La popularidad de que estamos hablando pone ya no solo en movimiento al conocimiento en dirección a la opinión pública, sino también a la opinión pública en dirección al conocimien- to. Dicho en pocas palabras: el interés realmente popular siempre se halla ac- tivo, transformando el material del conocimiento e influyendo sobre la propia ciencia” (Benjamin, 2009d: p. 46).

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 95 “El capitalismo no Muchas veces se entiende la importancia solo es políticamen- que Benjamin atribuye a la mediación cultural te injusto, también en términos tecnológicos, sobreinterpretando su es ecológicamente interés por los medios de reproducción de ma- suicida y natural- sas como herramientas para destruir el aura de mente conflictivo la obra de arte tradicional. Creo que es un error. con algunas de Lo realmente importante no es la novedad técni- nuestras caracterís- ca sino las distintas posibilidades de interacción ticas sociobiológicas entre la mediación, la recepción y la producción profundas.” que pueden transformar en diferentes sentidos la experiencia cultural. Benjamin en la cultura posmoderna Benjamin escribió: “El aparato burgués de producción y publicación puede asimilar y propagar enormes cantidades de temas revolucionarios sin que su propia subsistencia y la de la clase que lo posee sean por ello puestas en cues- tión. Y esto será verdad mientras que el abastecimiento lo lleven a cabo rutina- rios, incluso revolucionarios rutinarios” (Benjamin, 2009e: p. 306). Es un texto tristemente profético, pues el problema al que se enfrenta la teoría cultural de Benjamin es que a causa de un conjunto de extrañas carambolas históricas su discurso se ha vuelto inquietantemente afín a algunos aspectos de la ideología dominante. En las últimas décadas, el mercado ha asimilado al menos una parte de la retórica de los discursos culturales antagonistas y, muy especialmente, aque- llos cercanos al legado benjaminiano. Los ideólogos del capitalismo desre- gulado se presentan como críticos implacables de la alienación, apelan a la creatividad, a las dimensiones relacionales y colaborativas del trabajo, des- precian lo sedimentado y continuo y elogian lo fragmentario. Las teorías ge- renciales contemporáneas interpretan la precariedad como una oportunidad de reinvención permanente que, además, tiene potencialidades universales, pues cualquiera puede —o más bien debe— disfrutarla. Frente a la reificación de las carreras laborales del capitalismo fordista, el nuevo mercado de trabajo alienta la plasticidad profesional. En el capitalismo contemporáneo, el complemento o incluso el sustituto del éxito material es la construcción activa de identidades estéticamente admirables que se caracterizan por su capacidad para la intensi- ficación de la experiencia. Sería completamente injusto calificar esta ideología gerencial de benjami- niana en ningún sentido. Pero lo cierto es que, sin llegar a solaparse, al menos en algunos aspectos ambos planteamientos comparten un terreno común. Esta convergencia es el resultado de un proceso que se remonta a los años sesenta, como señaló Thomas Frank (2011), cuando la aparición de experiencias con- traculturales muy politizadas tuvo como correlato el desarrollo de prácticas

96 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 empresariales críticas con las grandes corporaciones burocráticas. Es una di- námica que finalmente ha eclosionado en nuestros días con la generalización de la ideología del “emprendimiento”. Seguramente muchos de los empren- dedores más militantes se sentirían identificados con la descripción que hace Benjamin de algunas prácticas culturales que consideraba renovadoras como, por ejemplo, la de los coleccionistas, que “tienen en su pasión una varita má- gica para descubrir nuevas fuentes” y que se oponen al equivalente cultural de las grandes corporaciones: el “museo […], que nos muestra la cultura en su fastuoso vestido de domingo, y solo rara vez en su pobre vestido de diario” (Benjamin, 2009f, p. 106). Es extraño que el mismo Benjamin crítico implacable del progresismo y defensor del carácter “moderado” de la revolución socialista no disponga en su acervo teórico de herramientas que cortocircuiten esta congruencia insoporta- ble con los discursos neoliberales. Creo que la razón es que apenas dejó unas pocas sugerencias ocasionales acerca del marco institucional en el que debía desarrollarse su proyecto cultural y, así, sus teorías han sido leídas generalmen- te en términos antiinstitucionales. Esa es su única coherencia con la ideología dominante, pero es crucial. Una institución es una manera de hacer, un conjunto de reglas compartidas dirigidas a conseguir cierta finalidad que pueden expresarse o no a través de una organización, es decir, a través de un actor colectivo (la educación univer- sitaria es una institución, la Universidad de Oxford es una organización). Las instituciones tienden a ser conservadoras a causa de la centralidad que tienen en ellas las normas sociales, que son muy resistentes al cambio porque son poco sensibles a las evaluaciones en términos instrumentales. Por ejemplo, la mayor parte de la gente no se plantea si sería más eficaz saltarse las reglas de cortesía en la mesa y comer con las manos. Incluso cuando no nos ve nadie solemos respetar la mayor parte de las normas heredadas sin cuestionarlas. El pensamiento neoliberal ha sido, desde el principio, radicalmente antiins- titucional, pues las reglas y lealtades compartidas y asumidas por una comu- nidad suponen un lastre para la mercantilización generalizada capitalista. A su vez, el carácter intrínsecamente conservador de las dinámicas institucionales conlleva una fuerte tensión con las prácticas artísticas y culturales avanza- das, que más bien tratan de abrir un espacio de libertad e innovación. Por eso el neoliberalismo contemporáneo se siente tan cómodo con el lenguaje de la creatividad. Y por eso cuando esa tensión entre institucionalidad y cultura no alienada se intenta superar sencillamente negando el primero de los términos a menudo se acaba en alguna forma de mercantilización encubierta. No creo que haya una solución sencilla a ese problema: es un dilema real. Por un lado, estamos obligados a pensar los fines que deberían orientar las instituciones culturales desde una perspectiva emancipatoria. Por así decirlo, necesitamos integrar las tesis revolucionarias benjaminianas en normas

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 97 compartidas que puedan ser objeto de deliberación. De otro modo, no estare- mos más que reforzando el elitismo individualista proporcionándole un barniz sofisticado y crítico. Pero, por otro lado, debemos tener presente que solo po- demos alcanzar soluciones contingentes y que en cualquier institución cultural, artística o educativa que imaginemos aparecerán conflictos políticos, estéticos y morales desgarradores.

César Rendueles es filósofo y ensayista. Autor, entre otras obras, de Sociofobia, Madrid, Capitán Swing, 2013.

Bibliografía

Adorno, Th. W. Manuscrito Wagner, pp. 46-47. Citado en W. Benjamin (2009) Obra de los pasajes. En Obras V, 1, ed. cit. Benjamin, W. (2009a) “Sobre el concepto de historia”. En Obras I, 2. Madrid: Abada. — (2009b) Calle de dirección única. En Obras IV, 1, ed. cit.Walter Benjamin, El autor como productor, en Obras II, 2, ed. cit, p. 301. — (2009c) El autor como productor. En Obras II, 2, ed. cit. — (2009d) Modelos de audición. En Obras, IV, 2, ed. cit. — (2009e) El autor como productor. En Obras II, 2, ed. cit. — (2009f) Eduard Fuchs, colecccionista e historiador. En Obras II, 2, ed. cit. Frank, Th. (2011) La conquista de lo cool. Barcelona: Alpha Decay. Marx, K. (1983) El capital, Libro I, vol. 2. Madrid: Siglo XXI.

98 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Walter Benjamin: crisis y transformación de la experiencia

Josep Casals 1 En Experiencia y pobreza y El narrador, dos artículos de tono distinto escritos res- pectivamente en 1933 y 1936, Benjamin reitera una misma idea: “parece haberse perdido una facultad que cabía considerar inalienable: la de intercambiar experien- cias”; “la cotización de la experiencia ha bajado”; la generación de la guerra ha vuelto de las trincheras “más pobre en cuanto a experiencia comunicable”… Este empobrecimiento halla su imagen en el movimiento uniforme del autó- mata. La adaptación al ritmo de la máquina en “la producción de masa” se corres- ponde en el otium con el sopor del tedio (ennui): desde los primeros atisbos de la “normalización” de la industria en el siglo XVIII hasta el taylorismo, se impone una temporalidad recursiva que ya F. Engels compara con el semper idem de Sísifo. Por su parte, Benjamin presenta este infierno tantálico como imagen de un tiempo vacío —y, por ello, pesado como una losa. Así pues, la crisis que se hace ostensible en la guerra remite a un malestar muy anterior. Ya en un artículo de 1913 Benjamin reduce “lo que los adultos denominan experiencia” a una inercia uniforme y engañosa, así como en otros textos se remon- ta al racionalismo mecanicista para delinear el marco de “una experiencia reducida a su grado cero”. En esta fase de juventud Benjamin opone al tiempo “no cualitati- vo de la ciencia natural matematizada” una “transformación” que solo ve “posible poniendo el conocimiento en relación con el lenguaje”. Y esto, dirá luego, significa “leer lo real como un texto”; pero también atender al punto vivo, sensible, de “la relación entre la obra de arte y la vida”. Esta perspectiva renuncia a los asideros del sujeto y el objeto como “seres meta- físicos” y apunta a una idea de verdad que es un devenir de tiempos diversos, rom- piendo la clausura de la apariencia armónica e imbricando los planos de la forma y el contenido. Es una “ensambladura de relaciones” que se despliega como una potencia acentuada en tanto que apertura, del mismo modo que la actualización se hace integral por ser un corte de arriba a abajo, una falla por la que un tiempo ente- rrado enlaza con un ahora que lo llama por su nombre y que así lo construye (a la vez que en esa retroacción se transforma él mismo). Frente a ello, el predominio de lo “plano” y lo equivalente induce a recubrir el taedium vitae con ornamentos. O, como dice Benjamin (en la reseña de Der Dichter als Führer de M. Komerell), con ese pertinaz “manto de disimulo” que es la “guerra santa de los alemanes contra lo secular”. No hace falta esperar a Hitler para ver lo técnico y lo intercambiable envuelto en una sublimación; la aureola del mito se proyecta sobre la cadena de montaje desde mucho antes y lo hará también después.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 99 “... cuando se impo- 2 ne el ritmo de las no- Entre Experiencia y pobreza y El narrador se per- ticias que se jactan cibe, decíamos, una diferencia de tono: conteniendo de ponerlo todo a la ambos opúsculos frases casi idénticas, uno y otro vista, la muerte se parecen mirar en direcciones opuestas. hace invisible.” Experiencia y pobreza se focaliza en “los pa- ñales sucios de esta época”, y en este sentido es asonante con El carácter destructivo (1931). El hombre movido por la “alegría de la destrucción”, nos dice ahí Benjamin, sabe que “todo puede irse a pique” en cualquier momento, pero, por ello, no pierde la “conciencia histórica”; antes al contrario, “milita en el frente de los tradicionalis- tas”. Su antónimo es el residente (Wohn-Ich: el “yo-casa” u “hombre-estuche”): si este se empareda en un interior repleto de tapices y huellas, el destructivo des- peja el horizonte, tiene necesidad de aire libre y sabe encontrar caminos entre las ruinas. Del mismo modo, los “bárbaros a la manera buena” que Benjamin cita en Experiencia y pobreza (Klee, Einstein, Loos…) limpian el terreno para construir con la mayor precisión. Ahora, en oposición al subjetivismo evanescente, lo interno se relaciona con la superficie tal como lo muestra Klee —con figuras cuyos movimientos tienen la exactitud de un resorte sin dejar de contener memoria— o tal como se activa en el ritmo acelerado y disruptivo del cine —un arte de masa más propicio a la vivencia (Erlebnis) que a la experiencia (Erfahrung). Benjamin incorpora lo que resiente como más agresivo; según lo cual, cuando se propone generar un “concepto nuevo, positivo de barbarie”, llega a decir: “No lloréis. (…) El cine en lugar de la narración”. Pero esto es un ardid de jugador que busca invertir el sesgo de la ocasión. En realidad, incluso cuando celebra el “borrar huellas” (Merkwelten) de la nueva arquitectura, Benjamin constata que la tabula rasa no puede ser todo. Así, en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (texto contemporáneo de El narrador pero escorado hacia el polo opuesto para contrapesar sus disonancias con el realismo oficializado en las revistas Das Wort o Die Internationale Literatur), se afronta la crisis del valor cultual de la obra como unicum y se examina la modificación de las condiciones de creación; pero Benjamin no deja de ver que, aun en el cine, el fulgor irradiante del rostro es una ultima “trinchera” del aura que declina. Asimismo, en El autor como productor (1934), Benjamin antepone a la pre- gunta sobre el lugar de la obra respecto a las relaciones de producción (“si está de acuerdo con ellas” o no) la pregunta por la función de la obra “en el seno de las relaciones de producción literaria”. Lo cual, como ha explicado U. Dogà, significa pasar “del plano de lo dicho al de las significaciones” (Dogà, 2012: pp. 42-44). Hay que atender tanto a las condiciones técnicas de producción (y a las nuevas posibili- dades de organización de la creación y la recepción) como a la técnica de escritura de las obras.

100 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 3 En la otra direccionalidad, el narrador personifica la calma del hacer artesano: su mundo es el de los ritmos lentos, el de las circunvalaciones de un viajero que se de- mora. Benjamin aprovecha el encargo de escribir sobre Leskov para examinar una figura, la del narrador, que él sabe tan anacrónica como la del coleccionista. Pues él es ambas cosas, tan receptivo a la fuerza de resonancia del cuento como al lejano aliento que se posa sobre ciertos objetos reunidos por una afinidad no funcional. “Es un coleccionista el que les habla…”, declara Benjamin en Desembalando mi biblioteca (1931), donde presenta rasgos de esa interrelación análogos a los del aura: los libros desembalados hacen revivir el pasado, adquieren un “aspecto mági- co”, despiertan imágenes y olores de “un mundo particular”, que es el del coleccio- nista en tanto que fisonomista de objetos. De modo parecido, el narrador incuba y desgrana la experiencia manteniendo en ella sus huellas, como el alfarero; inserta el recuerdo en una urdimbre que lo hace inolvidable porque ya no es solo suyo. La voz del narrador tiende a lo anónimo y co- lectivo, a la acogida y la repetición de lo que introduce sentido haciéndose común, arraigando en otras vidas. Y este entretejimiento se opone tanto a lo equivalente —el tiempo del reloj— como a lo único y eterno del patrimonio —el nombre del autor. Sin embargo estas historias persistentes en cuanto que compartidas ceden su lugar a la temporalidad del periodismo, cuyo presente perpetuo equivale a la repeti- ción de lo mismo. En las antípodas de lo “actual” que se presenta como “histórico”, la autoridad constitutiva de la Erfahrung enraíza en lo que aparece como ajeno y se sabe que va a desaparecer; es en el lindero de la muerte —la mayor alteridad— donde más ascendente adquiere una vida contada. En cambio, cuando se impone el ritmo de las noticias que se jactan de ponerlo todo a la vista, la muerte se hace invi- sible. “Hoy los burgueses viven en lugares donde nadie ha muerto” y ellos también “irán a morir a hospitales…”. Así como la hiperestesia conduce a la anestesia, la hipervisibilidad deviene opa- cidad y la elisión de la muerte encierra en un continuum opuesto a la vida. Si antes decíamos que la metafísica es una respuesta al imperio de lo equivalente, esto mis- mo afluye a lo contrario de aquella ilusión de eternidad: a lo “siempre nuevo” de la moda como máscara de un “cadáver abigarrado”. Y frente a ello está la correlación de lenguaje y silencio de la poesía. O la conjugación de contacto y distancia que diferencia la imagen del brillo: en aquella hay siempre un punto ciego por cuya abertura afluyen lazos con otras imágenes y con la palabra. 4 La obra de Benjamin se despliega en una escena de figuras entre dos polos, el de lo velado o místico-erótico y el de una “conciencia concreta, materialista, de la proxi- midad”. Un epítome del polo de superficie es el acto del jugador que lanza una bue- na carta (coup); y el reverso de este automatismo es la contemplación melancólica. Pero la presencia de la muerte emparenta asimismo al narrador con el saturniano

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 101 que se entrega a la meditación o al estudio. Por lo mismo —deriva y fijación— aquella figura se aproxima a la del alegorista, así como la habitación del solitario es afín al gabinete en el que los objetos se impregnan de una tonalidad asociada a ne- xos no usuales. Ahora bien, frente a estos vínculos íntimos del coleccionista, al que alegoriza “le es extraña toda intimidad con las cosas”; sus maniobras significantes toman la forma de diseminación, de ruina. Es común a la trama de imágenes la irreductibilidad a todo fundamento que con- forte y prestigie: lo denota ya la preeminencia de lo figural, al igual que la prioridad de la ciudad sobre la casa o de la alteridad sobre la mismidad. Así, el modo en que el alegorista combina fragmentos cancela la raigambre coagulada del símbolo; de modo parecido, el ejemplo de un coleccionista como E. Fuchs sirve para afirmar el momento de la recepción y disipar las mitologías de la creación. En la misma línea, el hecho de que el coleccionista y el alegorista salven lo condenado —un signifi- cado hecho añicos— asimila ambas figuras a la del buhonero, ejemplificando todo ello la idea de una historia configurada a partir de desechos. Por otra parte, el deambular del trapero remite a la figura dúplice delflâneur; el paseante ocioso se entrega a la “apoteosis de la mercancía” y, a la vez, personifica una “protesta” contra las ideas de rendimiento y “división del trabajo”. La flânerie hace comparecer “lo lejano (…) en el momento presente” por la atención a los ros- tros que pasan: esta superposición de imágenes fisionómicas produce una suerte de embriaguez que contrarresta el ennui e invierte la recursividad maquinal de la masa: esta es ahora un mar de estimulaciones en el que el andariego entra como en una “central eléctrica”. Pero Benjamin no solo asocia lo serial y lo imaginario; al hacerlo, reconoce en la ciudad un “lado infantil” y habla de calles en pendiente hacia un pasado priva- do, cuando no materno. Así, en una reseña de un libro de F. Hessel —Paseos por Berlín— afirma que “el arte del flâneur incluye el saber habitar” e identifica como forma primordial del habitar “la mátrix”, después de haber dejado claro que “toda experiencia concluyente y sólida incluye su actividad contraria”. Pero por ello, en otros momentos, como en Experiencia y pobreza, da entrada a la Glasarchitektur y a su padre natural, P. Scheerbart, e invoca una ciudad sin muros, en cuyo lugar hay un tránsito de ondas de luz y la fuerza revolucionaria del “aire libre”. Sin embargo, en el libro referido a los pasajes cubiertos de París, estos laberintos que son a la vez calle e interior, acuario onírico y templo de mercancías, se asocian a la figura de la prostituta, vista a la vez como “objeto de masa” y sujeto que encarna una “aptitud al placer” develadora de las fantasmagorías del eros burgués: las llama- das tipificadas del amor venal, sabiéndose mentira, ponen al descubierto las falsas verdades de la “esclavitud conyugal”. Pero he aquí que la “civilización del aire libre” ha expulsado a las hirondelles de su espacio vestibular. “Sabias en umbrales”, las prostitutas son guardianas de lo in- memorial. Lo que aparece en este trasluz es una potencia que custodia lo olvidado o insondable en una superficie estereotipada; pero, en el otro lado, esa es la potencialidad

102 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 del que espera o se rezaga, como Benjamin lo hacía, según cuenta en Berliner Kin- dheit, primero al pasear con su madre entre los mendigos y las prostitutas del barrio del oeste, y después cuando se acercaba a ellas para hablarles sin atreverse, como si echara su voz por la hendidura de la moneda en un autómata. 5 La primera vertiente une la promesa de una exuberancia sofocada y una realidad bajo el signo de lo permutable, y en este sentido, en notas referidas a Baudelaire y a los pasajes, Benjamin relaciona las figuras de la prostituta y el jugador con el au- tómata, apareciendo ahí una felicidad virtual y sujeta a lo cuantitativo pero también el “lado revolucionario de la técnica”. En la otra vertiente, se constata que “estar en el umbral es estar en ninguna parte”, y aquí comparece un espacio de reversibilidad como el de los pasajes. Un hiato que se corresponde con la alteridad de la mujer y del infans. Hasta mediados de los años treinta (cuando expresa con claridad la conciencia del carácter “destructor de los acontecimientos en Rusia”), Benjamin ve este a-to- pos como una inflexión cuyo escenario es Moscú. Pero esto solo muestra un aspecto del horizonte, el de la quiebra de los nexos habituales. Y no es baladí que el nuevo ámbito de relación sea objetual y fáctico: los textos sobre Moscú son cuadros de metamorfosis en la calle y el club como lugares opuestos al interior y a lo domésti- co, cuadros de una vida colectiva en que la política deviene campo experimentable, se proyecta hacia un “saber aún no consciente”, se retrotrae al juego de los niños en calles heladas que obligan a aprender a caminar de nuevo. En sus cartas juveniles Benjamin ya asociaba ese punto cero a la extrañeza de un no saber: “¿Qué sabemos acerca de la mujer…?”, “vivimos esta época sin tener aún formas…”. No obstante, o por ello mismo, cuando viaja a Moscú en 1926 para en- contrarse con Asja Lacis, Benjamin plantea exigencias paralelas a las que introduce en un texto que escribe para ella tres años después y que alude a “un teatro proletario de niños”: apostar por la fuerza que emerge rompiendo esclusas sin pedirle que se ajuste a nuestras ilusiones “programáticas”, y siendo la atención al plano económi- co-fáctico el contrapeso de lo que tiene de suspensivo esa opción. Análogamente, en el teatro proletario, hay que ser beligerante con “el sojuzgamiento salvaje de la fantasía infantil” sin dejar de organizar relaciones educativas o favorecedoras de la formación en proceso. En tanto que animal cultural, el homo no habita en la naturaleza de un modo inclusivo; pero la presencia de lo simbólico-imaginario (que es una ausencia) hace porosos los márgenes de lo humano, que lo es por incluir así lo no humano. Esta es- cena es indisociable del infans como límite del ser lingüístico. Y esto mismo —una potencial apertura de mundos— hace que la noción de experiencia persista pese a las críticas/1, así como evidencia que somos y no somos naturaleza, lo cual implica

1/ El mismo Benjamin lo dice en esos términos en una nota de 1929 referida a su revuelta juvenil contra

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 103 “... concebir la saber que ejercemos violencia sobre ella, pero tam- técnica como una bién que podemos dar a las mediaciones intrusivas relación entre la na- grados y carices muy distintos. turaleza y la humani- En este sentido es muy significativo el último dad.” texto de Einbahnstrasse (1928). En él, Benjamin evoca un remoto contacto de embriaguez con “las potencias cósmicas” y constata que el hombre ya no vive esas “nupcias” sino habiendo convertido el lecho “en un mar de sangre”. La efervescencia patriota y belicista es una “galvanización” como la que responde al debilitamiento de lo significante con la gnosis o el espiritismo: una reanimación falsa. Frente a ello, y frente a “la antítesis instituida por los pensadores reaccionarios entre el espacio simbólico de la naturaleza y el de la técnica”, Benjamin hace ver cuán cortos nos quedamos cuando hablamos de la physis, al tiempo que propone concebir la técnica no como un dominio de la naturaleza en el sentido de someterla, sino como un “dominio de la relación entre naturaleza y humanidad”. Esta “segunda técnica” desplaza a la que partía de la idea de una fuerza que se impone “de una vez por todas”, tomando pie en Fourier para pasar del modelo posesivo y pragmático al del juego: en ella coexisten la variación de una naturaleza dispensadora de dones y la idea de que “una vez es ninguna”, idea que también se asocia a lo lúdico en diversos textos donde Benjamin evoca el “¡otra vez!” caro a los niños. Por ejemplo en Juguete y juego o en Para un retrato de Proust, Benjamin ofrece una reversibilidad fecunda del choque entre novedad y repetición, en línea con el hecho de que para los niños lo arcaico o anticuado es nuevo, y lo imbuido de tradición puede ser troceado y convertido en vestigio manipulable. “Lo inaudito” que refulge en un instante se puede unir al retorno de lo vivido como “felicidad primera”. Y tiene relación con esta dialéctica que conjuga la dicha y la pérdida esa “inclinación a las cavernas” que Benjamin reitera incluso donde menos se espera, como en el Diario de Moscú. 6 Tanto en la irrupción de lo inédito como en el reencuentro o el reconocimiento de lo que vuelve, el ritmo del cuerpo —ora intermitente, ora repetitivo— se impone a la linealidad de la intención, y en este punto se conjugan las enseñanzas de Proust, Freud y Nietzsche. Pero también actúa la proximidad con el surrealismo: cuerpo e imagen se interpenetran en un desplazamiento de la contemplación a la acción. Se entrelaza lo que nos hace frotar los ojos y lo que retorna desde muy lejos. El cente- lleo alumbra en la tiniebla, el relieve requiere la sombra. Así la infancia “se enfrenta a la vida y al reino de los muertos”: entregándose a lo fulgurante pero también yen- do más allá del principio del placer y acogiendo lo recursivo. Se trata de “percibir a esta noción: el ataque “horada el término sin aniquilarlo”. Sobre estas cuestiones G. Agamben ha escrito numerosos e importantes textos: Infanzia e storia; L’aperto. L’uomo e l’animale; etcétera.

104 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 la vez todo lo que adviene potencialmente en ese espacio”, en un umbral desgastado por el tránsito entre las imágenes del sueño y un despertar verbalizable más acá de la jerarquía del yo. Si en las tentativas exploradoras del surrealismo la individualidad se afloja como un diente cariado —tanto por el lado de la ebriedad como por el de la despersonali- zación— la “destilación” del rememorar tiene algo de desposesión, y en este sentido el reemerger del pasado se presenta en Crónica de Berlín como un “pequeño holo- causto del yo”. En tales “expediciones concretas a la profundidad del recuerdo” la ilación biográfica deja su lugar a cuadros topográficos, y esto es lo concreto; mien- tras que lo profundo es el hiato, la discontinuidad del olvido que activa el “juego mortal” de la rememoración. Berlín representa, para Benjamin, la infancia y una educación burguesa, y estos son dos puntos de perspectiva antagónicos. Por eso, no reencuentra su infancia en las fachadas uniformes y sí en las escaleras, las loggias y otros espacios de umbral entre luz y oscuridad. Lo burgués arroja a los jóvenes a la muerte y obstruye sus tentativas de encuentro o extravío fuera de la telaraña familiar; dos cosas de las que habla el precario entierro de Fritz Heinle y Rika Seligson (en 1914) y el hecho de que el suicidio de esos amigos del movimiento juvenil tuviera lugar en un ambiguo hotel de estación. La sombra de esta muerte casi sin sepultura se proyectó “durante años” sobre la ciudad natal. Por ello fue en París, la “tierra del flâneur”, donde Ben- jamin aprendió a perderse como en un bosque, técnica que le enseñó F. Hessel, con el que intentó traducir La recherche du temps perdu en 1925. Proust es también la matriz de esa operación rememorativa en el plano histórico que debía ser el Libro de los pasajes; pero el paso a lo colectivo enlaza con dos as- pectos de El surrealismo. La última instantánea de la inteligencia europea (1929). Uno es la idea de que “lo colectivo es corpóreo”; y el otro, el abandono de “lo rapsódico” en favor de lo cercano, algo que se anuncia cuando en El surrealismo… Benjamin dice que solo penetramos en el enigma en la medida en que lo encontra- mos en lo cotidiano. Es a partir de citas e imágenes de superficie como se accede al “París onírico del siglo XIX”, si bien ese conocimiento por el montaje no deja de aspirar a la intensidad de lo expresivo. 7 Saber responder a una “iluminación profana” significa saltar en cuanto suena el des- pertador: no hay que roncear en el sueño sino proceder a su interpretación operativa. Pero solo se puede acceder a esta “orilla adulta” habiendo rehabitado la infancia. Y esto comporta sustraerse a la costumbre; pero también apunta a un orden de hábitos distinto. En Crónica de Berlín Benjamin explica que puede no aparecer ninguna foto en “la placa del recuerdo” porque “la débil luz de la costumbre niega a la placa la lu- minosidad que necesita para ello”, a menos que esta brote inesperadamente cuando estamos “fuera de nosotros”. Aquí se identifica lo habitual con la ausencia de color

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 105 de lo anestésico o amnésico, oponiéndose a ello un extrañamiento que hace patente la precariedad del yo. Sin embargo, en Proust se revela la importancia de los gestos no conscientes en el trato diario con los objetos; lo cual muestra la otra cara del hábito: este nace de la repetición igual que el juego; y por esta recurrencia —así se explica en Juguete y juego—, los “primeros horrores” se manejan hasta la parodia. Por ambos lados impone su presencia lo serial. En el primero es una inercia que puede verse rota por una “percepción traumatizante” o por “los sobresaltos de la urbe” como en el poeta baudelairiano. En el otro extremo lo sedimentado aparece como memoria corporal, entrando así en relación con la “presencia de ánimo” en tanto que aptitud de salir adelante en un marco en el que predomina lo mecánico y lo aleatorio (los dos sentidos de automaton). Solo afrontando lo más inhospitalario y sabiendo mirar en estas condiciones de un modo liberador, es decir, comprendiendo que todo puede “presentarse bajo formas contrarias”, se abren horizontes opuestos a los de la experiencia reducida al “mínimo de significación”. Así, el gesto está más cerca de lo oral que de lo tipificado, pero puede incorporarse a un tiempo metropoli- tano y abrupto, como sucede en el teatro épico de Brecht. A la inversa (pero también partiendo del contexto como condición significante), Benjamin dirige su mirada a la “renovación técnica” en oposición a la prioridad atribuida por A. Döblin a la “renovación espiritual”; y a la vez, en su reseña de Berlín Alexanderplatz, encuentra un puente entre la oralidad del narrador y la vindicación dobliniana de “potencias expresivas” que no son ya las de la “forma novela”. Por otra parte, en Benjamin nunca deja de comparecer la apertura del nombre (en un sentido cabalístico que asocia irradiación y silencio); pero esto se sobrepone al emerger del anonimato. La “revalorización” de una épica anónima se encuentra con la desjerarquización opaca de la masa; la instantaneidad de la iluminación se combina con las sombras del vestíbulo o de lo que se acurruca entre líneas, y en este claroscuro se acopia y modifica una experiencia “reembolsable con intereses”; empero, para que viva esa potencialidad, debe mediar un acto con valor de inte- rrupción: es preciso rasgar la red en que “la quimera de la colaboración de clases” mantiene atrapado al “niño político del mundo” (polistiche Weltkind).

Josep Casals es profesor de estética y teoría del arte en la Universidad de Barcelona. Recientemente ha publicado sobre Benjamin el libro Constelación de pasaje. Imagen, experiencia, locura (Anagrama, 2015).

Bibliografía

Dogà, U. (2012) Port Bou: ¿Alemán? Madrid: La Balsa de la Medusa.

106 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Entre5 aquí y ahora

Illes Balears Entre el desencanto y la necesaria renovación. Debates desde la periferia

Joan Pau Jordà

Las Illes Balears, en los términos en los que se define la política española, no existen. Representamos únicamente el 2.3% de la población y menos del 1% del territorio nacional. Elegimos desde 1977 una decena de diputados y senadores a Cortes que han sido siempre hijos del bipartidismo y en contadas excepciones somos noticia en una España donde parece ser que la “política” nace, crece y se reproduce en los grandes centros de poder de Madrid, Barce- lona y el País Vasco/1. Sin embargo, pese al carácter periférico que juega Balears en el debate público, no estamos exentos de sufrir una fuerte conflictividad social, cultural, territorial y económica que se plasma a través de indicadores de desigualdad, niveles de inversión pública o los ránquines de prestación de servicios sociales. A modo de ejemplo cuatro datos: las Islas tienen 2,5 veces más pobreza que la media estatal (Bandrés et al., 2013, pp. 2-30), sufrimos una de las balanzas fiscales más negativas de todo el Estado (de la Fuente, 2014, pp. 1-13) y nos encontramos en la cola del país en gastos por habitante en educación y sanidad (AA.VV. 2015, pp. 1-16, Coduras et al. 2015, pp. 99-107). Esta realidad se ha visto fuertemente contestada por una sociedad civil dinámica, cohesionada y combativa. Así, el movimiento ecologista, el de defensa de la normalización de la lengua catalana y las diversas plataformas contra los recortes sociales con- siguieron organizar una oposición ciudadana contundente a la gestión del Go- vern presidido por el popular José Ramón Bauzá (2011-2015). De esta forma el año 2012 surgió la “Primavera Mallorquina” como un movimiento espontáneo de protesta. Estas movilizaciones se saldaron con 3.100 actos, 32 detenciones,

1/ A modo de ejemplo, RTVE tiene aproximadamente 8.460 noticias sobre Balears en su página web, frente a las 28.600 recogidas sobre el otro archipiélago del Estado, Canarias; las 9.760 sobre Navarra, las 6.780 sobre Cantabria, las 6.300 sobre La Rioja, Comunidades con una extensión similar pero con entre dos y tres veces menos habitantes. Sobre las referencias electorales y estadísticas, ver www.ibestat.caib.es.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 107 “En buena parte 310 procesos individuales y multas que supusie- el ‘cañellismo’ es ron decenas de miles de euros (Martínez, 2013). una respuesta de Posteriormente, el curso 2014/2015 fue marcado la Alianza Popular por la huelga de la comunidad educativa, que pa- balear al contexto ralizó los centros escolares durante el mes de se- político de los ‘80” tiembre y congregó a más de 100.000 personas en la manifestación más multitudinaria en la historia de Balears (Guerrero, 2015). Pese a todo ello no se puede obviar que Balears es una comunidad autónoma moderada, de carácter conservador, donde predominan las fuerzas políticas de derechas. En todas las islas una mayoría social se sitúa en el centro sociológico (43%),unos cinco puntos porcentuales por encima de la media estatal (AA.VV. 2012). Sin embargo, hay que tener en cuenta que el archipiélago también es un territorio complejo y contradictorio. En torno al 80% de la población tienen un interés nulo o bajo por la política autonómica (AA.VV. 2014) y cada isla res- ponde a una realidad económica, cultural y política diferente (AA.VV. 2004) en la que Formentera y Menorca muestran comportamientos más progresistas frente a Ibiza, más conservadora, o la Part Forana (los pueblos de Mallorca) que es más nacionalista/2. En este contexto social, histórico y político es en el que se celebraron las primeras elecciones autonómicas en el año 1983. Éstas tuvieron como resul- tado un empate técnico entre el Partido Socialista Obrero Español y Alianza Popular a 21 escaños cada uno/3. El Grupo Regionalista, formado por Unió Mallorquina, Partido Demócrata Liberal e Independientes, heredero de los sectores regionalistas de la extinta Unión de Centro Democrático, decantó el primer gobierno autonómico hacia el candidato popular, Gabriel Cañellas/4. Este primer pacto fue firmado en el despacho de Carlos March en Madrid, y para su gestación fueron decisivas las intervenciones de los poderes fácticos vinculados a la Mallorca conservadora. El mencionado March (de la Banca March), Gabriel Escarrer (de los hoteles Sol Melià), Francesc Albertí (pre- sidente de la confedereación empresarial) o Pau Català (presidente de la cá- mara de comercio) son algunos de los prohombres que ayudaron a fraguar el acuerdo. Jeroni Albertí/5, líder de UM en esos años, declaró después que había actuado bajo presión. La importancia del pacto, en las condiciones que fue firmado, es que estableció una alianza entre todo el centro derecha balear que

2/ Ver www.ibestat.caib.es. 3/ Ídem. 4/ Gabriel Cañellas (1941), empresario. Fue presidente de la CAIB entre 1983 y 1995 por Alianza Popular y el Partido Popular. 5/ Jeroni Albertí (1927), empresario. Líder de la patronal ASIMA, fue dirigente de UCD Balears, senador, presidente del Consell General Interinsular(1978-1982), órgano preautonómico. En 1983 fundó UM. Presi- dente del Parlament Balear (1987-1991) i del Consell Insular de Mallorca (1979-1982, 1983-1987).

108 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 marcó una época: el “cañellismo” (López-Casasnovas, 2004, Picornell, 2013). Esta forma de entender la política forjó el marco definitorio de la derecha de- mocrática balear, y lo que es más importante, estableció el tablero de juego en el que las principales fuerzas progresistas de las islas se han visto obligadas a moverse: cleptocracia, populismo, política al servicio de los grandes hoteleros y la especulación urbanística, retórica anticentralista, exaltación folklórica y ciertas concesiones a la oposición, especialmente en materia lingüística y de protección del territorio (Payeras, 1993, pp. 76-82, Sastre, 2003, Vallés, 2010). En buena parte el “cañellismo” es una respuesta de la Alianza Popular balear al contexto político de los '80 (Jordà: 2015). La Unió Mallorquina de Albertí había conseguido en 1983 el 18% de los votos en Mallorca y gran parte del poder local, mientras que la presión centrista del CDS (en 1987 este partido consiguió 5 escaños en el Parlament balear) iba en aumento. En la capital, Feli- pe González revalidaba diversas mayorías absolutas, mientras que Cañellas era uno de los pocos presidentes autonómicos populares. De esta forma el discurso regionalista y moderado daba “munición” en la lucha por el poder en Madrid. Además, tenía el aliciente de que la retórica anticentralista contaría siempre con el apoyo de las fuerzas políticas nacionalistas y regionalistas (Partit Socialista de Mallorca–Entesa Nacionalista y UM). Se ha de tener en cuenta además que durante esos años los populares eran a nivel estatal un partido más de oposición que de gobierno, que prefería “dejar hacer” a l'amo en Biel (Cañellas), uno de sus barones más poderosos (Jordà, 2015). Sin embargo, el año 95 Cañellas tuvo que dimitir acosado por la corrupción del caso Túnel de Sóller/6. Fue el inicio del fin de una época (Sastre, 2003, Jordà, 2015). En las elecciones municipales y autonómicas de 1999 el centro-izquierda se hizo con 31 escaños frente a los 28 del Partido Popular. Se iniciaba así el primer Pacte de Progrés/7. Todas las fuerzas políticas a excepción del PP formaron gobierno: PSOE, PSM, UM –dirigida ya en ese momento por Mª Antònia Munar/8- , IU Los Verdes e in- dependientes (AA.VV. 2004). Esta fórmula, que creó escuela en el sentido de impregnar en el ADN progresista el discurso de “todos contra el PP” (Jordà et al. 2014) solo tenía como procedente el gobierno gallego de Fernando Ignacio González Laxe (PSOE-CG-PNG, entre 1987-1990) (Hermida, 1987) y el del navarro Javier Otano (PSOE-CDN-EA, entre 1995-1996) (Muez, 1996). Esta coalición de amplio espectro, en la que el PSOE solo disponía de 16 diputados/9, se caracterizó por el fomento del transporte público (creación de

6/ El Caso Túnel de Sóller consistió en la adjudicación irregular de las obras de construcción del Túnel de Sóller, Mallorca. 7/ www.ibestat.caib.es 8/ Mª AntòniaMunar (1955), empresaria. Militante de UCD y de UM. En 1991 fue nombrada consejera de Educación y Cultura. En 1993 accedió a la dirección del partido regionalista. En 1995 llegó a la presidencia del Consell Insular de Mallorca, presidiéndolo hasta 2007, año que pasó a presidir el Parlament. En 2012 fue condenada a prisión por diversos casos de corrupción. 9/ www.ibestat.caib.es

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 109 la red Transports de les Illes Balears, reapertura de la línea de tren Inca-Ma- nacor) y la toma de medidas de protección y fomento de la lengua catalana (creación de la radio SomRàdio, integración en el Instut Ramon Llull). Así mismo, también se promocionó una descentralización administrativa en favor de los Consells Insulars (las administraciones supramunicipales de cada isla, similares a las Diputaciones) y se intentó impulsar otro modelo de crecimiento turístico, más respetuoso con el medio ambiente (impulso de la ecotaxa/10, moratoria de nuevas urbanizaciones, protección de ciertas áreas naturales). Fi- nalmente, ha de destacarse que se apostó también por el pequeño comercio y el tejido productivo (creación de la marca Producte Balear, aprobación de ley de actividad comercial)/11. Sin embargo, la obra reformista no convenció al electorado. Esto, unido a una ralentización de la economía balear (11-S, subida del precio del petróleo, recesión de la economía alemana…) propició que en el 2003 los progresistas perdiesen la mayoría parlamentaria frente a Jaume Matas/12, que venía de ser Ministro de Medio Ambiente en Madrid (AA.VV. 2004). A nivel local además, UM se decantó esta vez por pactar con los popu- lares –su aliado “natural”- a cambio del control absoluto del Consell Insular de Mallorca. Menorca en cambio, siguió presidida por el PSOE-PSM, convirtién- dose en el referente progresista de todo el archipiélago (AA.VV. 2004). Una de las consecuencias más significativas de la derrota del centro-izquierda fue la extensión entre las propias filas de una visión negativa de la gestión realizada. Creían que se había ido “demasiado lejos” (o “demasiado rápido”) en algunas de las políticas, especialmente en aquellas relacionadas con la protección del territorio (AA.VV. 2015). El Govern de Jaume Matas (2003-2007) se enmarcó en un período de crecimiento económico. Se caracterizó por la derogación de buena parte de la obra del Pacte de Progrés (supresión de la ecotaxa, reducción del número de espacios protegidos, eliminación de buena parte de la normativa realizada en favor de la protección del catalán…), el buen entendimiento con los grandes hoteleros y la reforma del Estatuto de Autonomía. De igual forma, se impul- só la obra pública, destacando especialmente la construcción de una serie de hospitales (Hospital de Son Espases, Comarcal d’Inca, de Formentera), la línea de metro de Palma y una serie de autopistas (Ibiza, Palma-Manacor y Inca-SaPobla)/13. Todas estas políticas generaron fuertes protestas de la oposición, especialmente por el impacto medioambiental, el coste de bue- na parte de las obras realizadas y la corrupción. Así, la campaña ecologista

10/ Vigente entre 2001 y 2003, fue una tasa turística destinada íntegramente a la mejora de los espacios naturales. 11/ Ver el conjunto de normas, leyes y decretos en www.parlamentib.es 12/ Jaume Matas (1954), Presidente de Balears entre 1996-1999 y 2003-2007. Ministro de Medio Ambiente entre 2000 y 2003. El año 2012 fue condenado a prisión por diversos casos de corrupción. 13/ www.parlamentib.es

110 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 “Prou destrucció. Salvem Mallorca” congregó a 60.000 personas en marzo del 2007 (Torres, 2014). En este marco de contestación social las elecciones de 2007 no supusieron grandes cambios en el número de votos a cada bloque (“PP”, “progresistas” y “UM”). Sin embargo, la reconfiguración del espacio a la izquierda del PSOE, uniéndose en el Bloc per Mallorca (BLOC) en Mallorca y en Eivissa pel Canvi (ExC) en Ibiza fue clave para que Matas no revalidase la codiciada mayoría absoluta por menos de 1.000 votos/14. Se formó así el segundo gobierno de centro-izquierda de la historia de Balears. Como si de una segunda oportu- nidad se tratase, la coalición PSOE, Bloc de ExC (PSM-IU- Verdes), UM e independientes, se fijó como objetivo superar las carencias del primerPacte de Progrés. Ha de destacarse que esta vez la correlación de fuerzas fue diferente: el PSOE contaba con 21 de los 30 diputados de la mayoría parlamentaria, lo que supuso un liderazgo absoluto en la coalición de gobierno. Sin embargo, el nuevo ejecutivo pronto se vio salpicado por la crisis económica del 2008 y los continuos casos de corrupción que afectaban a Unió Mallorquina (Manresa, 2010). Pese a todo, se tomaron algunas medidas referentes a la protección del territorio (Decret Llei de Mesures Urgents de Protecció del Territori) así como se reimpulsó la política de normalización lingüística y se promocionó el trans- porte público (electrificación de la línea férrea Palma-Inca, creación de nuevas líneas de autobuses urbanos en Palma...). De igual forma, se mantuvieron las prestaciones sociales en el contexto de la Gran Recesión y se avanzó en la transparencia y la participación ciudadana/15. Sin embargo, el hundimiento del centro-derecha regionalista, acosado por multitud de casos de corrupción, el desprestigio socialista por la gestión de Zapatero y la percepción de una inacción política por buena parte del electorado desembocó en la mayoría ab- soluta del popular José Ramón Bauzá/16: 35 escaños de 59, si bien con un porcentaje de votos similar al de las elecciones de 2003 y 2007 (Camps, 2015, Pons, 2015)/17. El gobierno Bauzá, desde una óptica progresista, ha sido nefasto. El conjun- to de recortes sociales como los sufridos en la Ley de Dependencia o la retirada de las tarjetas sanitarias a los inmigrantes irregulares; las medidas poco favo- rables al pequeño comercio, como la autorización de diversas grandes superfi- cies o la elaboración de una Llei del Comerç sin contar con el apoyo de buena parte del sector; la política continuada contra la normalización del catalán y la persecución de la disidencia política (Cierre de Radio Televisión de Ma- llorca, Llei de Funció Pública, Llei de Símbols); las continuadas medidas de

14/ www.ibestat.caib.es 15/ www.parlamentib.es 16/ José Ramon Bauzá (1970). Farmacéutico. Presidente de Balears entre 2011 y 2015. 17/ www.ibestat.caib.es

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 111 “... la gestión Bauzá desprotección del territorio, como la connivencia supuso la ruptura de con las prospecciones petrolíferas, la Llei del Tu- la derecha política risme o la Llei Agrària; el conflicto continuado y el enfrentamiento en el tiempo con la comunidad educativa…/18 con una parte de sus evidenciaron la falta de hegemonía sociopolítica votantes tradiciona- del proyecto popular, pese a su mayoría electo- les. ” ral (Adrover, 2015). Así mismo, la gestión Bauzá supuso la ruptura de la derecha política y el en- frentamiento con una parte de sus votantes tradi- cionales. A modo de ejemplo, el año 2011 Antoni Pastor, ex portavoz del Gru- po Parlamentario Popular en el Parlament, fue expulsado del partido por su oposición a las políticas lingüísticas del PP. Éste, sin renunciar a su escaño, se unió al proyecto de centro autonomista (PI) dirigido por otro cargo expopular, Jaume Font (Adrover, 2013). De igual forma diversos ayuntamientos controlados por los populares (sa Pobla, Pollença, Alcúdia…) se opusieron abiertamente a la forma de gestionar el conflicto educativo por parte del gobierno Bauzá (Garau, 2013). La continua crispación generada por el Partido Popular ha sido el caldo de cultivo en el que han ido consolidándose decenas de pequeñas iniciativas locales que ponen en entredicho el sistema en mayor o menor medida y a las que vale la pena hacer alguna referencia: así, se han creado diversos colectivos locales, como Xitxerosamb Empenta (Manacor), Pla de Mallorca en Marxa (pueblos del interior de Mallorca), el Col·lectiu Albaïna (Sóller), la Assemblea Popular de Porreres (Porreres)… así como diversos Ateneos, como s’Ateneu (StaMargalida), Ateneu Popular, el Casal Voltor Negre y Ecoxarxa (los tres en Palm a) o el Ateneu de Felanitx. De igual forma se han impulsado medios de comunicación al margen de los grandes grupos mediáticos. Ha surgido la radio OnaMediterrànea (de suscripción popular), el períodico AraBalears (único en catalán) y la página web Contrainfo.cat (voz de la izquierda anticapitalista). Paralelamente han eclosionado varios proyectos que plantean alternativas al modelo social y económico imperante, como la cooperativa de consumo ener- gético (SomEnergia), el ahorro ético (Fiare, Tríodos) o la gestión comunitaria de los CinesCiutat (únicos cines en versión original del archipiélago)… Todos estos quizás puedan parecer pequeños avances pero, sin embargo, son avances que confirman la existencia de un tejido social vivo y combativo (Jordà, et al. 2014, pp. 139-140). En el ámbito institucional, además, se está implantando el municipalismo transformador en varios pueblos de las islas inspirado en las Candidaturas de Unidad Popular. Serían ejemplos Pollença y Felanitx (con Alter- nativa y el Bloc per Felanitx respectivamente). Del mismo modo se han iniciado diferentes procesos de confluencia y reflexión en el seno de los partidos políticos

18/ www.parlamentib.es

112 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 progresistas. A modo de ejemplo, ha surgido Més per Mallorca, una coalición política de ámbito mallorquín integrada por el PSM-Entesa e Iniciativa-Verds, que defiende la igualdad social, la radicalidad democrática, la soberanía de Mallorca, la sostenibilidad medioambiental y la preservación del territorio. El 26 de octubre de 2013 Més se constituyó como coalición estable, abriéndose a ciudadanos sin ninguna afiliación política. Paralelamente y de forma comple- mentaria, Izquierda Unida (EU) se encuentra impulsando a nivel estatal desde el año 2013 el llamado Bloque Político y Social Alternativo como una apuesta para agrupar bajo su paraguas todas las fuerzas políticas y sociales en contra de los recortes y la gestión neoliberal de la crisis (Jordà, et. al. 2014, pp. 139-140). Finalmente, no se puede obviar que en enero de 2014 surgía la candidatura Podemos con voluntad de convertirse en el referente de los sectores transfor- madores del país, con nuevas formas de organización más transparentes, hori- zontales y participativas. Este partido contaba desde un principio con un grupo de apoyo, basado inicialmente en la estructura de Izquierda Anticapitalista de Mallorca (con Laura Camargo, portavoz en el Parlament de Podemos como figura más destacada). En las elecciones europeas del 2014 Podemos consiguió ser el cuarto partido más votado del Estado y el tercero en las Illes Balears y Pitïuses, consolidándose en las autonómicas del 2015 con un 15% de los votos (cuarta fuerza política). Para completar el panorama político, las CUP se crea- ban a mediados de 2015 en Palma (Jordà, et. al. 2014, pp. 139-140). En las elecciones autonómicas de mayo del 2015 se produjo algo que los sondeos electorales no contemplaron: un triple empate de las fuerzas progre- sistas, en las que la coalición nacionalista y ecologista Més empató en votos con el PSOE en Mallorca y en escaños en Menorca, Podemos obtuvo 10 es- caños y Gent per Formentera –partido de centro-izquierda insularista- se hizo con la mayoría absoluta en la Pitïusa menor. En este contexto, el PSOE retro- cedió hasta el 18% de los votos, perdiendo buena parte del poder local en favor de los nacionalistas de izquierda. De igual forma, el centro regionalista forjado a la sombra del anticatalanismo de Bauzá a partir de los sectores regionalistas del PP y los restos de UM, se hizo con el 7.5% de los votos y tres escaños/19 .El PP, por primera vez en su historia, no conseguía unos resultados por enci- ma de la media española. Ciudadanos mientras tanto, encabezado por sectores abiertamente anticatalanistas, “solo” consiguió dos escaños y el 5% de los vo- tos (Vidal, 2015)/20. La principal consecuencia de este nuevo escenario es que el gobierno de Balears es por vez primera en su historia genuinamente de centro-izquierda: PSOE (14 escaños) yMés (9) con el apoyo externo de Podemos (10)/21. Estas

19/ Ídem. 20/ Ídem. 21/ Huelga decir que si bien Podemos solo da apoyo externo al Govern de PSOE y Més, sí que participa en

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 113 fuerzas suponen una mayoría que se ha comprometido en “els acords pel can- vi” a la aplicación de medidas de transparencia (eliminación de prebendas a expolíticos y eliminación de aforamientos), a la reducción de cargos públicos, a la aplicación de un plan contra la precariedad laboral, a la reivindicación de una nueva financiación autonómica para Balears, y al establecimiento de una renta mínima garantizada. Así mismo, también se han comprometido a retornar al consenso lingüístico y educativo perdido en la legislatura de Bauzá, entre otras cosas (Ferragut, 2015, Manresa, 2015). De esta forma, estas últimas elecciones suponen un escenario completa- mente diferente a los anteriores. Así, tal y como afirman pensadores y acti- vistas isleños como Jaume Mesquida, Joaquín Valdivielso, Amadeu Corbera, Guillem Ramis, Pepe García, Celestí Alomar o Lluis Enric Apesteguia en el libro Manifest Contra el Desencís (2015), los episodios de gobiernos progre- sistas no han sido espejismos/22. En diferentes ayuntamientos, en los Consells Insulars y en el Govern el giro progresista ha reflejado y refleja la existencia de una sólida cultura democrática. Aun así, ha de tenerse en cuenta que en el conjunto de la sociedad balear, la victoria política progresista ha sido posible únicamente en circunstancias particulares. De una parte, la izquierda siempre gobernó con el apoyo de la derecha nacionalista (UM). Por otro, la mayoría progresista en la opinión pública se forjó en una confluencia histórica con- creta. Se trató de una alianza del progresismo articulado en la Transición y el antifranquismo, con las aspiraciones bienestaristas de las nuevas clases medias ilustradas, y lo que es más importante, con los -entonces nuevos- movimientos sociales, particularmente el ecologismo. Así, sociedad civil y política, opinión pública y medios de comunicación se han conjurado diversas veces gracias al impulso de una serie de cuerpos sociales y un circuito comunicativo for- mado con los materiales de aquella época de transición (Valdivielso, 2014 p. 126). Respecto al primero, organizaciones civiles de referencia como la Obra Cultural Balear o el Grup d’Ornitologia i Defensa de la Natura de Balears han llegado a marcar la agenda a los partidos. Respecto al segundo, entre los medios de comunicación de masas, públicos y privados, se ha podido catalizar lo que estaba fermentando en la sociedad civil, un nuevo sentido común más democrático y progresista. El aglutinante ha sido un mix de saturación contra la corrupción, las actitudes totalitarias, el anticatalanismo y el crecimiento ur- banístico (Valdivielso, 2014 p. 126).

los gobiernos insulares y locales (a partir de candidatures afines, como Som Palma). 22/ Jaume Mesquida (activista cultural, militante de la CUP), Joaquín Valdivielso (profesor titular de filo- sofía y trabajo social de la UIB), Amadeu Corbera (activista cultural, militante del partido local Esquerra Oberta de Bunyola), Guillem Ramis (activista social, ex regidor del partido local Esquerra de Santa Maria), Pepe García (ex regidor del partido local Alternativa per Pollença), Celestí Alomar (ex Consejero de Tur- ismo por el PSOE entre 1999 y 2003) y Lluis Enric Apesteguia (regidor de AgrupacióDeià. Consejero del Consell Insular de Mallorca por Més per Mallorca).

114 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Pese a que las mayorías progresistas han podido responder hasta el mo- mento a coyunturas concretas, nunca como ahora la sociedad balear había sido tan dinámica, imaginativa, cohesionada y creativa. Se organizan plataformas, se crean nuevos medios de comunicación, se reabren ateneos y se fundan aso- ciaciones diversas que actúan localmente pero con objetivos comunes. Nunca tanta gente había salido a la calle, y paradójicamente, acumulando todo el po- der institucional posible, nunca la derecha españolista se había visto tan aco- sada socialmente (Corbera, 2014 pp 62-63). Sin embargo, hay elementos que permanecen vigentes en el ADN político de cada corriente que condicionan las decisiones y, en consecuencia, la formación de alianzas progresistas. Hay que recordar que después de cada gobierno de pacto, más que la ilusión por iniciar una nueva experiencia con un futuro acuerdo preelectoral, se ha producido una cierta sensación de fatiga (Alomar, 2014 p. 15). En definitiva, se puede afirmar que la izquierda isleña tiene un retopor delante: no debe querer participar de los gobiernos para administrar lo me- jor posible los restos que deja el PP, sino que debe querer emplear el poder para cambiar de raíz la sociedad capitalista, enajenada, insostenible, corrupta y desigual en la que vivimos (Apesteguia 2014, pp. 29-30) y esto solo se podrá hacer si se cuenta con la complicidad de la sociedad civil (García 2014, pp. 70- 73, Ramis 2014, pp. 104-109). Así, los debates en el seno de la izquierda –en el sentido amplio del término- se hacen más necesarios que nunca en esta época de transición, y desde Balears se platean nuevos retos y se refrescan viejos de- bates que, humildemente, pueden aportar experiencias interesantes al conjunto de las fuerzas transformadoras del Estado si se saben leer adecuadamente.

Joan Pau Jordà es historiador, investigador del Centre d’Estudis Demográfics y activista social

Bibliografía

Alomar, C. (2014) “Una gran crisi, un gran canvi” en Jordà, J.P. Mesquida, J. Manifest Contra el Des- encís, Mallorca: Documenta Balear. Adrover, M. “Antoni Pastor se suma a Proposta per les Illes (PI) con Jaume Font y Josep Melià”, www.diariodemallorca.es, 14/03/2013. Adrover, M. “El 75% de encuestados cree que la gestión de Bauzá no ha sido buena”, www. diariodemallorca.es, 08/05/2015. Apesteguia, L.E. (2014) “I obriren junts els camins” en Jordà, J.P. Mesquida, J. Manifest Contra el Desencís, Mallorca: Documenta Balear. AA.VV. (2004) Història de les Illes Balears. Barcelona: Edicions 62. AA.VV. (2012) Posicionament ciutadà XXXIII. Anàlisi de la realitat socieconòmica de les Illes Balears. Mallorca: Fundació Gadeso. AA.VV. (2014) Posicionament ciutadà XLIV. Anàlisi de la realitat socieconòmica de les Illes Balears. Mallorca: Fundació Gadeso.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 115 AA.VV. (2015) 2011-2015. Menos servicios públicos, menos derechos, menos empleo. Madrid: FSP-UGT. Bandrés, E. Gadea, M.D. (2013) “Crisis económica y ciclos regionales”. Papeles de Economía Española, 138, pp. 2-30. AA.VV. “PSIB, Més y Podemos no quieren reproducir un tercer Pacte de Progrés” www.elmun- do.es, 2/06/2015. Camps, A. “Del caos al cosmos” www.diariodemallorca.es, 23/03/2015. Coduras, A. Clemente, J.A. Llano, J.E. La sanidad española en cifras. Madrid: Círculo de la Sanidad. de la Fuente. A. (2014) Que nos dicen las nuevas Cuentas Territorializadas. Estudios sobre la economia española 2014. Madrid: FEDEA. Ferragut, J. “El futur gover nautonòmic suma més acords pel canvi” www.dbalears.cat, 8/06/2015. Corbera (2014) “On ahir hi havia ciment avui hi creixen les savines” en Jordà, J.P. Mesquida, J. Manifest Contra el Desencís, Mallorca: Documenta Balear. Garau, J. (2013) “Bauzá y la Revolta Forana”, blogs.publico.es, 27/09/2013. Guerrero, M. (2015) Bauzà contra l’escola. Un crim imperfecte. Mallorca: Lleonard Muntaner. Hermida, X. “Fernando González Laxe, nuevo presidente de la Xunta al prosperar la moción de censura de los socialistas” www.elpais.com, 24/09/1987. Jordà, J.P. Mesquida, J. (2014) “A tall de síntesi” en Jordà, J.P. Mesquida, J. Manifest Contra el Desencís, Mallorca: Documenta Balear. Jordà, J.P. “La cultura de la Transición” www.elperiscopi.com, 7/05/2015. López-Casasnovas, J. (2005) “Les ciavogues del procés autonòmic a les Illes Balears” en AA.VV. La transició democràtica als Països Catalans. Història i memòria. València: Uni- versitat de València, Manresa, A.“La corrupción revienta el mapa político balear”, www.elpais.es, 2/06/2010. Manresa, A. “La izquierda de Balears “entierra” el trilingüismo y potencia el catalán” www. elpais.es, 3/07/2015. Martínez, T. “La primavera mallorquina”, www.card.cat, 16/01/2013. Muez, M. “Dimisión fulminante del socialista Javier Otano al descubrirle la juez una cuenta en Suiza” www.elpais.es, 19/06/1996. Sastre, J. Conversa amb Gabriel Cañellas: l’amo en Biel. Mallorca: Lleonard Muntaner. Payeras, M. “Deu anys de Cañellisme” El temps, 452, pp. 76-82. Picornell, T. “Un pacte a l’ombra dels poders econòmics”, www.arabalears.cat, 16/06/2013- Pons, D. “L’autoestima i els governs de progrés”, www.arabalears.cat, 28/02/2015. Torres, L. “Jaume Matas, una vida política frenada por el caso Palma Arena” www.rtve.es/no- ticias, 28/07/2014. Valdivielso, J. (2014) “Sis tesis de primavera” en Jordà, J.P. Mesquida, J. Manifest Contra el Desencís, Mallorca: Documenta Balear. Vallés, M. “El cañellismo cañí”, www.diariodemallorca.es 7/03/2010. Vidal, J.M. “Xavier Pericay, el talibà català i anticatalanista que vol ser la crossa de Bauzá”, www.vilaweb.cat, 23/04/2015.

116 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 6 voces miradas

Los últimos días de Trotski José Manuel Lucía Megías (Ibiza, 1967)

Catedrático de Filología Románica en la Universidad Complutense. Ha publica- do los poemarios: Libro de horas (2000), Prometeo encadenado (2004), Acrós- tico (2005), Canciones y otros vasos de whisky (2006), Cuaderno de bitácora (2007), Tríptico (2009), Trento (o el triunfo de la espera) (2009), Y se llamaban Mahmud y Ayaz (2012) y Los últimos días de Trotski (Calambur, Madrid, 2015). A partir de sus poemas se han estrenado dos obras de teatro: Del amor y otros demonios (2009) y Voces en el silencio (2014). Director de la plataforma literaria Escritores complutenses 2.0 (www.ucm.es/BUCM/escritores) y de la Semana Complutense de las Letras. Último acto. Ensangrentado, con un piolet clavado en la cabeza, este hombre se rebela ante la muerte: “Ahora, no”, “Tengo tan sólo sesenta años y toneladas de injurias y de injusticias que denunciar”. Desde este poema inicial se nos re- vive el exilio de Trotski. La llegada a México, los preparativos de la IV Interna- cional, el asesinato de su hijo, la relación con Frida Kahlo… Su cansancio, sus dudas: “¿Quién eres, en realidad, León Trotski, ahora que has sido declarado Enemigo del Pueblo/Un viejo./ Tan solo uno de tantos viejos./ Un viejo que se aferra al dactilógrafo como si su voz pudiera multiplicarse en el desierto de un presente sin memoria”. Hasta llegar al último poema: “Primer acto” en el que el poeta, al visitar la casa de Coyoacán, adquiere la certeza de que recuperará los últimos días de Trotski. Estructura dramática. Se nos representa la tragedia de un siglo, “la era de la mentira absoluta”. Y la terca fidelidad a esa “fe en la razón, la verdad, la solidaridad humana” que llevaba consigo un joven de 18 años a los barrios obreros de Nikolayev. ¿Valió la pena? ¿Luchar hasta el último momento, gritar “no”, negar la mentira, vivir sin traiciones, negarse a claudicar? Este her- moso poemario deja estas y otras preguntas. ¿En “este tiempo gris de la prostitu- ción de las palabras”, qué sentido tenemos que encontrar para que la revolución no sea de nuevo traición y derrota? Porque no nos instalamos en la certeza del mito sino en la fragilidad de las preguntas. El grito de Trotski aquel 20 de agos- to de 1940 se sigue escuchando. Como pregunta. Como una exigencia. Antonio Crespo Massieu

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 117 [20 de agosto de 1940]

¿Ha valido la pena tanta cárcel, tantas geografías, tanto ladrillo cerrado en las ventanas, tantas puertas blindadas, tantas muertes, tantos amigos abandonados en la fosa irremediable del miedo, tanto exilio, tanta espalda, tantas miradas vacías?

Tendido en el suelo no debo cerrar los ojos. ¡Ahora no! Ahora que todo estaba tan cerca, tan cerca…

Siento cómo la cabeza se me rompe, cómo mi piel arde al contacto de la sangre.

Mis libros abiertos, ahora derramados por el suelo infinito de las baldosas, mis gafas rotas, aquí tendidas a mi lado, estas dos circunferencias que han dibujado mi rostro, mis gestos, mi mirada, durante ya tanto tiempo. Todo lo cubre mi sangre, mi sangre infinita, escandalosa. Pero ahora no… Tengo tan solo sesenta años y toneladas de injurias y de injusticias que denunciar.

¿De dónde me viene este dolor que me ha hecho caer al suelo y gritar? Oigo los pasos de Natalia, de mis colaboradores, oigo sus gritos sus carreras e insultos. Pero yo estoy tranquilo.

¡Ahora no!

Ahora vendrán las sirenas y me llevarán al hospital y me vendarán la cabeza, esta cabeza que me arde, y más tarde limpiarán mi sangre del suelo, y recogerán mis libros, y mis gafas rotas y mis notas y todo volverá a estar igual cuando vuelva. Y lo haré con una sonrisa triste, los ojos cansados y una nueva cicatriz. Volveré de la mano de Natalia, de mi Natalia. Tendré que tapiar una vez más las ventanas, no abrir nunca más las puertas blindadas, multiplicar en cada esquina las torres de vigía.

118 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Pero ahora no debo cerrar los ojos. ¡Ahora no! No quiero que lo último que vean mis ojos, estos ojos que lo han visto ya casi todo, sea mi sangre sobre los papeles cómplices, mi sangre anunciando la derrota. ¡Ahora no! Ahora que me encontraba tan cerca… tan cerca. ¡Ahora no! No cerrar los ojos, nunca. Ni muerto.

No lo matéis. Tiene que decir quién le envía.

INSTANTE. 1

Un ideal. Un sueño. Una certeza. No moverse. No caminar por las aceras. No buscar atajos. No encontrarlos. No aceptar sepulturas. Solo un ideal. Morir por él. Vivir toda la vida con su sombra. Pegado a ella. Convertido en tu piel. En tu aliento. En la tinta de cada una de tus palabras. Las nunca pronunciadas. Las siempre escritas. Un ideal. Un sueño. Una misión. La Revolución permanente. Esa que siempre se sueña. Esa que siempre se escapa. Esa que existe porque nunca llega. Ni entonces. Ni ahora. ¿Y mañana?

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 119 Ruth/1

¿Cuán larga puede ser la sombra del enemigo? ¿Cómo de certeros sus zarpazos moribundos? ¿Qué inútiles mis bocanadas de auxilio?

Un día soñé con una tierra libre para todos y ahora me encuentro exiliado por mis sueños, exiliado en medio del océano, entre soldados que me odian, voces que me llegan lejanas de otras tierras que no entiendo, laberintos lingüísticos en los que me siento débil, alejado. Un extranjero.

La mirada de Natalia, siempre a mi lado, y el silencio de la radio y de los telégrafos, y de nuevo en una nueva cárcel, confinado en la cárcel sin nombre de mi destino, recorriendo un océano de aguas lejanas, nunca imaginadas.

Nadie me dice a dónde nos llevan.

A nadie, en realidad, parece importarle.

INSTANTE. 3

La misma luna. Siempre la misma luna. Una luna de leyenda y supersticiones, de relatos circulares alrededor de la lumbre. No importan las geografías. No importan los viajes, los exilios. La luna se ha convertido en un espejo.

1/ Nombre del petrolero que llevó en secreto a Trotski y a Natalia, su mujer, de Noruega a México.

120 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 Pasea por las noches. Paseos cada vez más raquíticos. Más vigilados. Pasea y sueña. Pasea y recuerda. Pasea y se muere en la sombra de tantas muertes que han vuelto de luto los calendarios. Pero siempre la misma luna. En Rusia. En Londres. En Turquía. En Francia. En Noruega. En México. Siempre la misma luna. Cada vez más delgada. Cada vez más vencida. Ante la luna, no hay palabras, ni escritos, ni declaraciones. En el silencio se siente muerto. Un monolito con su nombre. Un monolito con el símbolo de su derrota grabado a fuego lento en su frente. Un monolito blanco, lunar, en medio del jardín verde.

Crónica

A las 7’25 horas del miércoles 21 de agosto de 1940 se certificó la muerte de León Davídovich Bronstein, conocido mundialmente por el apellido de su primer carcelero, Trotski. Veintidós horas después de haber sido operado en el hospital. Murió a consecuencia de las heridas producidas en la cabeza por un fuerte golpe dado con un piolet.

Las últimas palabras que pronunció Trotski se las dirigió a Natalia, cuando las enfermeras se disponían a desnudarle antes de la operación: “No quiero que me desnuden ellas. Quiero que lo hagas tú”.

Murió en brazos de Natalia. Su cara, los labios de Natalia fueron lo último que vieron los ojos de Trotski.

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 121 Más de doscientas mil personas visitaron sus restos mortales y le acompañaron en el cortejo fúnebre que recorrió las principales avenidas de la ciudad, de los barrios más humildes e industriales de México.

El golpe de Jacson, el hombre sin nombre, que años después recuperó para la historia el de Ramón Mercader, acabó con la vida de León Davídovich Trotski. Pero fue un golpe inútil como inútiles fueron las purgas y el odio y las estatuas sembradas por Stalin.

El grito de Trotski, su última defensa, el resistir y luchar hasta el final de su vida, se convirtió en su victoria, la más recordada, la que le devolvió el sentido a toda su vida, a sus ideales. La que le hizo eterno. La que convirtió su nombre, León Trotski, en un mito. Sin tiempo. Sin geografías. Sin traiciones.

Todavía queda por ver si la maldad y la cobardía son lo bastante poderosas para sellar los labios de un hombre libre y honrado. Ibsen, Un enemigo del pueblo (1882)

122 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 7 subrayados subrayados Podemos. Objetivo: asaltar los cielos Jacobo Rivero. Planeta, Barcelona, 2015, 318 pp., 16 €.

Tal como nos avisa el editor, este to el factor central de la innovación trabajo pretende ser “el retrato más política. transparente del partido que lidera En mi opinión los objetivos del li- Pablo Iglesias” realizado “desde den- bro son tres: rastrear las claves del tro, sin filias y sin fobias”. En la pre- periodo que precede al estallido del sentación del libro que tuvo lugar en 15M y la aparición de Podemos, Madrid en la librería Traficantes de analizar el contexto en el que nace Sueños, Amador Fernández-Savater y adquiere cuerpo el nuevo partido, sostuvo en su interesante interven- y determinar el ADN político-ideo- ción que este escrito constituye un lógico del mismo. La fase analizada relato informativo hilvanado pero comienza —y ahí se hace notar la ge- que no muestra ni un posicionamien- neración a la que pertenece Rivero— to explícito ni se decanta por una tras el derrumbe del muro de Berlín, interpretación concreta del fenóme- momento inicial de reflexión en el no Podemos. Al contrario, soy de la seno de la izquierda convencional opinión que Rivero “se moja” pues sobre su razón de ser, continúa yendo adopta la posición del observador y viniendo por las experiencias lati- participante implicado en la historia noamericanas (Nicaragua, Chiapas, que narra. Lo que ocurre es que lo bolivarismo) y el movimiento contra hace no desde la politología sino con la globalización, sitúa el 11S como las herramientas propias del oficio de un punto de inflexión de la geopolíti- periodista, comenzando por reunir y ca mundial y en el terreno de nuestro tener en cuenta una exhaustiva docu- país analiza las dos dimensiones del mentación escrita, audiovisual y grá- 15M como expresión del agotamien- fica, amén de efectuar un buen núme- to del modelo político y como sínto- ro de entrevistas a múltiples actores, ma del hartazgo social en expresión por lo que se puede echar en falta de Goodman. otros ángulos de enfoque para tener Tres son los aspectos más relevan- una visión holística más acabada. tes del libro. En primer lugar resta- Y, también, lo que ocurre es que su blece el relato (y los hechos ciertos) punto de vista, que adopta de forma sobre la creación de Podemos, sus explícita, parte de dos premisas que orígenes y creadores frente a la mis- pueden no compartirse: la batalla del tificación efectuada por el autodeno- periodo actual tanto en la lucha social minado grupo promotor que borró de como en la presente fase de primacía la “foto de familia”, aunque no de la de lo electoral es por la democracia y, escena política, a los personajes in- en ese terreno, Podemos ha supues- cómodos (Izquierda Anticapitalista).

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 123 Por otra parte, efectúa un detallado de la crisis, ensayo academicista análisis del papel de la comunicación para autobombo del autor). Debates en la nueva fuerza política, alejándo- sobre el régimen, sobre la herramien- se de la lectura hagiográfica de Luis ta de empoderamiento popular, so- Jiménez y Ana Domínguez en Claro bre el discurso y sobre el programa. que podemos. Y finalmente establece Aspecto este último especialmente (o induce) debates políticos de ma- interesante para seguir los zigzags yor interés que los planteados en los del núcleo dirigente de Podemos libros “coetáneos” de Ramón Tama- en búsqueda de El Dorado llamado mes (¿Podemos? Un viaje de la nada “centralidad”, en lo que Iván Gil en hacia el poder, mera justificación de su Pablo Iglesias, biografía política la adhesión del profesor a la econo- urgente describe como “un discurso mía realmente existente —el capi- para cada formato pero también para talismo— y al régimen del 78) y de cada público”. José Ignacio Torreblanca (Asaltar los cielos. Podemos o la política después Manuel Garí Las vecindades vitorianas. Una experiencia histórica de comunidad popular preñada de futuro Egin Ayllu (Colectivo), Ned Ediciones. Barcelona, 2014, 323 pp., 12,90 €.

Estructurada en dos partes —una de- bastante explícita— a partir del Cas- dicada al origen, historia y dimensión co Viejo de Gasteiz-Vitoria. Reivindi- de las vecindades vitorianas, con su cando el o “concejo abierto” autoorganización comunal desde an- como forma de autogobierno popular tes de las Ordenanzas de finales del y el auzolan o “vereda” como filoso- siglo XV, y otra centrada en extraer fía y herramienta de trabajo colecti- lecciones de experiencias comunita- vo, nos cuentan la enorme riqueza rias pasadas y presentes—, esta obra participativa (con las fiestas popula- supone una muy documentada apor- res como ejemplo de un “patrimonio tación a la historia particular que ana- cultural inmaterial” extraordinario) liza pero, más allá de la misma, a la y también las limitaciones (como la búsqueda de enseñanzas que ayuden discriminación a las mujeres, entre hoy a poner en pie nuevos proyec- otras) de esos procesos, así como las tos de vida en común. Porque, como continuas trabas que desde las Orde- se afirma en el “Epílogo” citando a nanzas de 1483 (con el proyecto cen- Jorge Oteiza: “Quien avanza crean- tralizador de los Reyes Católicos) han do algo nuevo lo hace como un re- ido sufriendo hasta el arrebato de sus mero, avanzando hacia delante, pero posesiones y bienes con la Desamor- remando de espaldas, mirando atrás, tización Madoz de 1855; o, ya ahora, hacia el pasado, hacia lo existente con la nueva ley de “racionalización para poder reinventar sus claves”. y sostenibilidad de la administración Sin idealizar el pasado, muchas local” y la firme voluntad guberna- son las lecciones que se pueden sacar mental de acabar con los “concejos del recorrido que hace este colectivo abiertos” que todavía sobreviven. —cuya autodefinición (Egin Ayllu) Esta labor de investigación sobre es ya una declaración de intenciones las vecindades vitorianas busca,

124 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 además, enlazar con experiencias la perspectiva en que deberían inser- vividas en Euskal Herria, Castilla y tarse: la de “una práctica colectiva León, o en otras latitudes tanto en el de crítica a un modelo social que, pasado como en el presente, con men- adocenándonos, nos deja sin herra- ción especial a las formas de vida co- mientas ni posibilidades para decidir munitaria de los pueblos originarios nuestro futuro y construirlo entre to- de América Latina o del zapatismo das, sin delegaciones ni pasotismos”. (no por casualidad Raúl Zibechi pro- Quedan sin duda interrogantes sobre loga esta obra). Por eso la apuesta de hasta qué punto podrían articularse los autores es construir comunidades proyectos como éste con la búsque- vecinales “pragmáticas” (“todas pro- da de una “nueva institucionalidad” tagonistas, todas hormiguitas, todas que, contrariamente a lo que ha ocu- participantes”), sin vocación homo- rrido en la historia, contribuyera a su geneizadora sino todo lo contrario: potenciación y extensión y no a su formadas en su ámbito territorial por represión o control desde arriba. personas diferentes que deciden co- laborar entre sí; sin olvidar, eso sí, Jaime Pastor Precariado. Una carta de derechos Guy Standing. Capitán Swing, Madrid, 2014. Trad. Andrés de Francis- co. 391 pp. 21 €. El profesor de estudios para el de- y quizá uno de los elementos que sarrollo en la Escuela de Estudios contribuyan a su superación. Es la Orientales y Africanos de Londres y demostración de su inmoralidad, de cofundador de la Red Renta Básica sus contradicciones, de sus falacias, Tierra, Guy Standing, es conocido de la desigualdad que genera, de su por su obra El precariado. Una nue- injusticia, de su corrosión social y, va clase social, un texto que ponía también, su existencia es una de las el dedo en la nueva llaga del neoli- más potentes llamadas que pueden beralismo. Casi cinco años después realizarse a todos los progresistas vuelve al tema con nuevas aportacio- para asumir los nuevos retos, acep- nes y análisis, más datos y una car- tar la nueva etapa del capitalismo y ta de derechos que aspira a ser una las relaciones laborales y sociales referencia a partir de la cual poder que impone y, a partir de ahí, luchar trabajar y afrontar el futuro con un denodadamente para transformarlo mínimo de garantías para buena par- y revertir su mortífera dinámica. Es te de la población mundial. La nueva un claro aviso para partidos políti- clase, el precariado, es la clase que cos, sindicatos y agrupaciones ciu- ha sustituido al proletariado como dadanas. El presente es oscuro pero mano de obra en el nuevo capitalis- el futuro amenaza con ser un fundido mo financiero, pero como el proleta- en negro. Guy Standing lleva muchos riado, el precariado tiene igualmente años colaborando en la Organización vocación suicida: aspira a abolirse a Internacional del Trabajo con investi- sí misma. El precariado es la muestra gaciones sobre la flexibilidad y la in- más evidente del fracaso del neolibe- seguridad laboral, sobre las políticas ralismo, su denuncia más clamorosa de ajuste estructural y la protección

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 125 social, creando el “índice de trabajo rables, a ese precariado condenado a decente”, y sabe, por tanto, de lo que una permanente incertidumbre, sino habla. Su referente principal en el li- que blindaría a toda la sociedad, pues bro que comentamos es Inglaterra, un es la misma sociedad, eso que según ejemplo desolador, pero las alusiones Margaret Thatcher no existía, lo que se amplían a España, Portugal, Italia está en juego. Como muy bien señala o Estados Unidos, pues el fenómeno Standing en este combativo y lúcido tratado dista mucho de ser un caso texto, es necesario resucitar el futuro, aislado o pasajero: es una realidad recuperar el lenguaje del progreso y perfectamente instalada en nuestras reconvertir a los actuales “residentes sociedades y que ha sido traída para suplicantes” en ciudadanos portado- quedarse aquí por mucho tiempo. res de derechos, esa vieja reivindica- Más vale, por tanto, saber a qué ate- ción ilustrada que tras tres décadas de nerse. Por eso es importante este tex- neoliberalismo ha quedado laminada to de Standing, en el que denuncia los hasta hacerla casi desaparecer de hechos pero también proporciona po- nuestro horizonte ideológico. Con- sibles salidas, como la renta básica, viene, así, leer a Standing. Lo que y una batería de 29 puntos que con- hay en juego es decisivo y su control figurarían una carta de derechos que urgente, improrrogable. no solo protegerían a los más vulne- Antonio García Vila

Te cuento… Caperucita roja, Patxi Irurzun; La sirenita, José Ovejero; Blancanieves, Marta Sanz; El patito feo, Isabel Bono; Los tres cerditos, Emilio Silva; Juan sin miedo, Javier López Menacho. Fotografías de Clemente Ber- nad, Alkibla editorial. Alkibla es una pequeña editorial in- dignidad, la editorial sigue fiel al propó- dependiente empeñada, con una te- sito de desvelar la realidad, inquietar al nacidad encomiable y casi suicida, lector (desvelarlo) y lanzar una mirada en proyectos imposibles que surgen crítica sobre el mundo estableciendo un de la imaginación de Carolina Martí- diálogo, una reflexión problemática y nez y Clemente Bernad. Su primer li- enriquecedora, entre imagen y palabra. bro, Desvelados, es un estremecedor El segundo proyecto, Imagina cuántas recorrido por la memoria histórica palabras, era juego, experiencia peda- de este país donde el reportaje foto- gógica, reto de escritura, defensa de la gráfico de Clemente Bernad (fosas escuela pública y del derecho a la vi- comunes, exhumación, duelo de los vienda… las 50 palabras preferidas por familiares…) se complementa con los niños y niñas de un Colegio Público textos de Manuel Rivas, Francisco de Pamplona se ofrecían a los escritores Etxeberria, Lourdes Herrasti, Emilio seleccionados para que escribieran un Silva… Precisamente fue el negarse texto en el que, obligatoriamente, te- a aceptar la censura del texto de este nían que aparecer todas ellas. Las fotos último por la editorial que iba a publi- de Clemente Bernad eran, en este caso, car el libro lo que originó la creación un reportaje sobre la vida cotidiana en de Alkibla. Nacida de este gesto de la corrala Utopía de Sevilla. Un libro

126 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 tan hermoso como el proyecto mismo, que se establece entre palabra e ima- dirigido, como siempre, por Carolina gen; pues el reportaje de Clemente Martínez y Clemente Bernad. Bernad es autónomo y, en unos ca- Ahora nos proponen, bajo el título sos, se integra con lo narrado y, en genérico de Te cuento, una nueva ver- otros, su mirada es complementaria sión de los cuentos de siempre acom- y diferente a la del texto escrito. No pañadas de reportajes de Clemente hay ilustración; hay confrontación, Bernad. Han aparecido ya los seis yuxtaposición, confluencia de mira- primeros títulos con textos de Patxi das. En ocasiones, el reportaje sobre Irurzun, José Ovejero, Marta Sanz, Marta del Castillo o la historia de la Isabel Bono, Emilio Silva y Javier emigrante Malika Laaroussi, se di- López Menacho. La ilustración de ría que complementan a Caperucita cubierta en todos ellos es de Zuri Ne- Roja o La Sirenita. En otros las dos grín. Y aquí empieza este juego tan miradas se yuxtaponen: la vida de las serio, tan poco inocente, tan impre- mujeres saharauis en los campamen- visto. Tenemos un cuento tradicional tos de Tinduf, la comunidad senega- que remite, en el imaginario colecti- lesa en Madrid, la vida y la lucha del vo, a cierta idea de inocencia que se colectivo jornalero andaluz, la cárcel suele asociar a la infancia como si no de Carabanchel recién abandonada… supiéramos lo que se esconde tras los acompañan a Blancanieves, el patito cuentos de hadas (lo que hace tiempo feo, los tres cerditos o Juan sin miedo. aprendimos en Bruno Bettelheim); El lector o lectora encuentra en cada tenemos una portada hermosa pero libro al menos tres relatos: la versión tan clásica, en su modernidad, que del cuento, el reportaje fotográfico y parece ilustrar el cuento por todos co- el pequeño texto explicativo del mis- nocido. Y lo que encontramos es una mo que Clemente Bernad incluye al versión ácida, corrosiva, una mirada final. Un texto que va mucho más allá crítica, despiadada o tierna, sobre de lo informativo, las condiciones del nuestro presente. Kaperu se mueve reportaje, para adquirir una densidad, a ritmo de hip hop, la sirenita puede una escueta y cortante fuerza narrati- llegar en una patera, la madrastra de va que en nada desmerece de la ver- Blancanieves sorprendernos, el pati- sión de los cuentos. to feo ser una niña anoréxica, el señor Para acercarse a este proyecto, es- Lobo intentar un desahucio frente a tar al tanto de los anteriores y cono- tres cerditos y un mar de lágrimas y cer futuras propuestas: www.alkibla. Juan sin Miedo un escritor en crisis com Vale la pena. creativa. Lo sorprendente, y lo her- moso, de estos libros es el diálogo Antonio Crespo Massieu Autoconstrucción. La transformación cultural que nece- sitamos Jorge Riechmann, Libros de La Catarata, 2015. 304 pp. 18 €. ¡¿Cómo garantizar que la transfor- e individuales que puedan apuntalar mación política puede llegar a ser la revolución, concluyendo que exis- efectiva? Jorge Riechmann analiza te una doble dimensión ineludible, en este nuevo ensayo el ámbito y el que se retroalimenta, que es el cam- alcance de los cambios estructurales bio personal como parte de la esfera

VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 127 comunitaria. De ahí el concepto de Con todo, Riechmann afirma la ne- «autoconstrucción», que debe inter- cesidad de trabajar sobre la subjetivi- pretarse como autoconstrucción co- dad y poder abandonar las relaciones lectiva. de dominación. Para esa reforma, El autor continúa utilizando su par- reclama fomentar los valores del cui- ticular estilo, de gran claridad expo- dado, la autocontención («autolimi- sitiva, con el que, mediante epígrafes tarnos para dejar existir al otro») y no muy extensos, incorpora continua- «promover sistemáticamente los va- mente citas y textos de otros autores. lores de la compasión, solidaridad y Así, engarza sus reflexiones apoyán- ayuda mutua en la perspectiva de una dose, contradiciendo o avanzando ‘moral de largo alcance’». desde las de otros, tejiendo una red Por otra parte, la gravedad de la si- que manifiesta la cultura como una tuación y el traspaso de los límites de práctica cooperativa. seguridad y de reversibilidad llevan a Riechmann plantea que «la revo- la imposibilidad de poder aplicar, en lución (ecosocialista y ecofeminista) estos momentos, cambios graduales tendríamos que haberla hecho ayer», (por ejemplo, aspirar a un «desarrollo dado, tal y como constata, el alto ni- sostenible»). Entonces, Riechmann vel de degradación que hemos alcan- concluye que esa enorme transforma- zado. Señala, al respecto, al capitalis- ción «técnicamente aún es posible, mo como el causante y concluye que políticamente todo indica que no». «las raíces de la crisis socio-ecológica Siempre incidiendo en nuestra inter- mundial son culturales». Por eso no dependencia y ecodependencia y en podemos limitarnos a cambios indi- la necesidad de tomar conciencia de viduales, explica, como la alteración los límites físicos del planeta, ese pa- en los hábitos de consumo, sino que norama es el que le lleva a concluir se exige acometer soluciones colec- que «quizá lo que hoy está a nuestro tivas que se enfrenten a la economía alcance no es ya evitar ese colapso, productivista y que detengan las diná- sino atenuar el sufrimiento y la des- micas que genera el proceso de acu- trucción, razonando y actuando más mulación de capital: «Hay sobrecon- en términos de resilencia que de sos- sumo porque hay sobreproducción (y tenibilidad». Se exige, por tanto, un entre lo mucho que se produce están replanteamiento de la estrategia del también los deseos de muchas formas movimiento ecologista y de las orga- de consumo), y hay sobreproducción nizaciones revolucionaras ecosocia- porque el afán de beneficio mueve la listas. rueda de la acumulación de capital». Alberto García-Teresa

128 VIENTO SUR Número 142/Octubre 2015 www.vientosur.info VIENTO SUR [email protected]

Consejo Asesor Redacción Diseño original Santiago Alba Rico Editor fundador Jerôme Oudin & Susanna Luis Alegre Zahonero Miguel Romero Shannon Nacho Álvarez-Peralta Josep María Antentas Redacción Iñaki Bárcena Maqueta Andreu Coll Jaime Pastor (editor) MEDIAactive Íñigo Errejón [email protected] Sandra Ezquerra · Revista impresa Joseba Fernández José Galante Secretariado de la Redacción Pepe Gutiérrez-Álvarez Redacción C./ Limón, 20 Pedro Ibarra Marc Casanovas Bajo ext-dcha. Petxo Idoyaga Brais Fernández 28015 Madrid. Bibiana Medialdea Antonio García Tel. y Fax: 91559 00 91 Justa Montero Roberto Montoya Antonio Crespo (Voces) Rebeca Moreno Manuel Garí (Subrayados) Administración y Daniel Pereyra Carmen Ochoa (Miradas) suscripciones Enric Prat Josu Egireun. Clara Serrano · Web Tel.: 630 546 782 Carlos Sevilla Tino Brugos [email protected] Miguel Urbán Crespo Martí Caussa Esther Vivas Mikel de la Fuente Producción Begoña Zabala Josu Egireun Qar Comunicación, SA Manuel Girón C/ Los Madrazo, 24 Petxo Idoyaga 28014 Madrid Gloria Marín DL: B-7852-92 Alberto Nadal ISSN: 1133-5637 Sergio Pawlowsky

SOME RIGHTS RESERVED Esta obra se puede copiar, distribuir, comunicar Debe reconocer No puede utilizar Si altera o transforma esta públicamente o hacer obras derivadas de la y citar al autor esta obra para obra, se hará bajo una misma, bajo las siguiente condiciones: original fines comerciales licencia idéntica a ésta http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/deed.es

VIENTO www.vientosur.info SUR VIENTO SUR l COP21 París. Otro clima para otro mundo vivi- ble. Iñaki Bárcena (editor). ENGO TUNGO RINGO BIN- GO. Ernest García. Una cumbre transitoria de menti- ras, negocios y crímenes climáticos. Daniel Tanuro. “Para evitar lo impensable, comprometámonos a hacer lo imposible”. Nicolas Haeringer y Maxime Combes. ¿Siempre nos quedará París? Samuel Martín-Sosa y Rodri- go Irurzun. Vientos de cambio. Yvonne Yáñez. Las injusticias de la ciencia del clima. Larry Lohmann. Tran- siciones energéti- cas para cambiar el clima. Colectivo Tradebu. l Europa. Reacción y contra- Foto: © Bet-Sabè Ribas rreacción frente a la “crisis de refugiados”. María Eugenia R. Palop. l Crisis de refugiados, inmovilismo y Foto: © Bet-Sabè Ribas muros. Ruth Ferrero. l América latina. Fin de la hege- monía progresista y giro regresivo. Massimo Modonesi. l Walter Benjamin. Entre la naturaleza y la institu- “... un viento sur que lleva cionalidad. César Rendueles. l Crisis y transformación colmillos, girasoles, alfabetos de la experiencia. Josep Casals. l Balears. Entre el y una pila de Volta con avispas ahogadas” desencanto y la necesaria renovación. Joan Pau Jordà

Federico García Lorca Poeta en Nueva York 142 Nº 142 AÑO XXIV 8e OCTUBRE 2015