Luis Albarrán Y Pliego Escultor Pintor Y Orfebre.Pdf
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Leer para lograr en grande colección mayor | bellas artes LUIS ALBARRÁN Y PLIEGO escultor, pintor y orfebre 1893-1967 Eruviel Ávila Villegas Gobernador Constitucional Raymundo E. Martínez Carbajal Secretario de Educación Consejo Editorial: Efrén Rojas Dávila, Raymundo E. Martínez Carbajal, Erasto Martínez Rojas, Carolina Alanís Moreno, Raúl Vargas Herrera Comité Técnico: Alfonso Sánchez Arteche, Félix Suárez, Marco Aurelio Chávez Maya Secretario Técnico: Agustín Gasca Pliego Luis Albarrán y Pliego. Escultor, pintor y orfebre. 1893-1967 © Primera edición. Instituto Mexiquense de Cultura. 2002 © Segunda edición. Instituto Mexiquense de Cultura. 2008 © Tercera edición. Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México. 2013 DR© Gobierno del Estado de México Palacio del Poder Ejecutivo Lerdo poniente núm. 300, colonia Centro, C.P. 50000, Toluca de Lerdo, Estado de México. © Luz María Albarrán y Favela © Fotografías: Josefina Rodríguez Marxuach y Paulina Díaz Albarrán ISBN: 978-607-495-292-6 Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal www.edomex.gob.mx/consejoeditorial Número de autorización del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal: CE: 205/01/95/13 Impreso en México Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, sin la autorización previa del Gobierno del Estado de México a través del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal. Luz María Albarrán y Favela Quiero expresar mi más profundo agradecimiento a todas las personas que me acompañaron en este proceso tan laborioso, que se interesaron por mi trabajo y me brindaron su apoyo y colaboración, ya que en forma directa o indirecta me ayudaron a concretar este sueño: a mis padres, doctor Luis Albarrán Boeuf y Luz María Favela de Albarrán; a mi marido y compañero de toda la vida, licenciado Fernando Díaz Hermosillo; a mis hijos, Fernando, Paulina y Arturo que son el proyecto más importante de mi vida; a la memoria de mi abuela, María Luisa Boeuf de Albarrán; por su ayuda profesional, a la doctora Teresa Favela Fierro; al doctor Luis Ortiz Macedo, al maestro Lorenzo Rafael, a la doctora Eloisa Uribe Hernández, a la doctora Alfia Leiva del Valle, a la licenciada Margarita García Luna Ortega y a la doctora Bertha Abraham Jalil. De manera muy especial al Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal por el apoyo, empeño y dedicación que me brindaron para la integración, diseño y publicación de esta obra. PRÓLOGO a la primera edición Conocí a Luz María Albarrán y Favela hace algunos meses, cuando buscaba información para publicar un artículo sobre su abuelo, el artista Luis Albarrán y Pliego, nacido en Toluca hacia el año de 1893. Desde hace tiempo, ya tenía referencia de la obra escultórica de don Luis realizada en el Monumento a la Bandera de Toluca en 1940 y de los monumentos a los generales José Vicente Villada y Agustín Millán, ejecu- tados al siguiente año para la capital del Estado de México: pero cuando vi algunas de sus esculturas taurinas me sorprendió la vitalidad, el vigor, la fuerza, el realismo y movimiento que imprimía en las figuras humanas y de animales, y decidí conocer algo más de la vida y obra de este personaje. A pesar de que busqué en diferentes libros e historias del arte mexi- cano, sólo pude encontrar datos someros y aislados sobre este artista que parecía olvidado por la ciudad y el estado que lo vio nacer. Cuando me presentaron a su nieta, la historiadora de arte Luz María Albarrán, y me informó que estaba llevando a cabo una investigación para dar a conocer la obra de este escultor, pintor y orfebre toluqueño, me dio mucho gusto saber que se rescataba al artista del olvido. Luz María terminó su trabajo y una mañana me llamó para invitar- me a hacer la presentación del mismo: llegó con un texto elaborado a lo largo de muchos años y saturado de emoción y cariño. Podríamos dividir el libro en dos partes: en la primera se proporcio- na información sobre la vida del escultor, desde su nacimiento hasta su 9 muerte, dentro del contexto histórico y cultural que correspondió a sus diferentes etapas, y en la segunda se describen sus obras plásticas; la es- cultura taurina, la escultura relacionada con la charrería y los gallos, los trofeos que ejecutó, su obra pública civil y religiosa, su pintura y orfebrería. Con un lenguaje ameno, la autora introduce al lector en la vida de Luis Albarrán y Pliego, nacido en la época porfirista y descendiente de dos fa- milias ilustres de hacendados del valle de Toluca, los Albarrán y los Pliego. Sus vivencias infantiles y juveniles fueron determinantes en la obra plástica que ejecutó años más tarde. El artista pasó los primeros años en el campo, en las haciendas, jineteando, coleando, asistiendo a las peleas de gallos, desarrollando un gusto por los ejercicios vaquerizos y taurinos heredado por sus padres, sus abuelos y por varias generaciones que le antecedieron. Este ambiente desarrolló su sensibilidad para observar la naturaleza, los movimientos de los animales y para sentir la emoción de la fiesta brava y la charrería. Su formación fue autodidacta, nunca estuvo inscrito en alguna es- cuela de arte: pero su talento, constancia y pasión por lo que creaba lo convirtió en un reconocido artista. Luis Albarrán y Pliego se vio en la necesidad de trasladarse con su familia a la ciudad de México, donde desempeñó varios empleos; pero finalmente pudo desenvolverse como escultor en los años del México posrevolucio- nario. Su obra se consolidaba con el tiempo y en el concurso convocado en 1926 por la Asociación Nacional de Charros para construir el Monumento al Charro que habría de colocarse en la entrada del bosque de Chapultepec, resultó que al abrir los sobres que amparaban el primero y segundo lugares, los dos correspondían al mismo concursante: Luis Albarrán y Pliego. En el libro escrito por Luz María Albarrán se aprecia que don Luis siem- pre estuvo dispuesto a perfeccionar sus técnicas escultóricas y la fundi- ción artística. En 1929 viajó a Europa para estudiar en Florencia, Madrid, Barcelona y Sevilla todo lo relativo a la fundición: en la exposición mundial 1929-1930 celebrada en Sevilla obtuvo medalla de oro, también aprendió 10 en la fundición artística Masriera y Campins y trabajó con el escultor va- lenciano Mariano Benlliure. A su regreso a México, Luis Albarrán y Pliego montó un taller de fundi- ción para realizar trabajos a la cera perdida y a la arena. Tuvo la particularidad de que modelaba y fundía su propia obra; llegó a ser simultáneamente un magnífico escultor y un prestigiado fundidor. En la década de 1930 presentó sus primeras exposiciones individuales y varias colectivas; continuando con su trayectoria artística, realizó una serie de trofeos taurinos, bustos de personajes y esculturas ecuestres; también impartió clases de fundición en la Facultad de Filosofía y Bellas Artes en la Universidad Nacional Autónoma de México. A principios de la década de 1940 ejecutó las esculturas que aparecen en ambos costados del Monumento a la Bandera en Toluca y los monu- mentos de los generales José V. Villada y Agustín Millán que adornan esta ciudad; participó en las exposiciones del Círculo de escultores y realizó magníficas obras como la escultura del torero Silverio Pérez para la fuente monumental de la plaza de toros El Toreo (1943) o la corona de la virgen de Guadalupe para el quincuagésimo aniversario de su coronación (1945). En las décadas siguientes continuó participando en otras exposiciones y dejó varias obras en la iglesia ubicada en Cumbres de Maltrata, en la ciudad de México (1962). Durante sus últimos años, don Luis Albarrán y Pliego disminuyó el ritmo de trabajo al estar afectado de salud. En esos años disfrutaba de su familia, recibía a sus amigos con los que compartía un taller y pintaba imágenes relacionadas con la vida de las haciendas. El escultor, pintor y orfebre toluqueño falleció en noviembre de 1967. En el “Réquiem a un charro” que la autora reproduce al finalizar la primera parte de su libro, coincido totalmente con la afirmación que hace al respecto: don Luis, sutil conocedor de los caballos y de los secretos de la actividad vaqueriza y artista genial, se dedicó por puro amor al arte, a la escultura y a la pintura... De 11 él son las mejores esculturas charras y taurinas que existen en México... Gustaba cuidar, como nadie, de la presencia anatómica del caballo y del vestuario del jinete... Sus obras son, para la posteridad, a la manera de los óleos de Ernesto Icaza, documentos sabios de la más rígida ortodoxia charra... En el libro titulado Luis Albarrán y Pliego, escultor, pintor y orfebre, 1893-1967, Luz María Albarrán y Favela rescata y difunde la vida y obra de este escultor toluqueño profundamente enamorado de la fiesta brava, de la charrería y de su terruño, de este hombre apasionado por el arte y con una gran vocación para expresarlo. Sin lugar a dudas, con la investigación histórica e iconográfica de Luz María, la figura de Luis Albarrán y Pliego cobra vida y permanecerá en la memoria colectiva de la ciudad y el estado que lo vio nacer. Margarita García Luna Ortega Cronista de Toluca 12 PRÓLOGO a la tercera edición Si el “lugar de nacimiento es destino”, en el caso del artista Luis Albarrán y Pliego se justifica esta sentencia: hijo de connotadas familias de hacendados del Valle de Toluca, creció en un ambiente que le permitió estar en contacto con la naturaleza, con las labores del campo y las faenas propias de un lugar dedicado a la ganadería y a la crianza de aves. Desde niño se familiarizó con el deporte de la charrería: la elegancia de sus caba- llos y la destreza de sus jinetes.