Leer para lograr en grande

colección mayor | bellas artes LUIS ALBARRÁN Y PLIEGO escultor, pintor y orfebre 1893-1967 Eruviel Ávila Villegas Gobernador Constitucional Raymundo E. Martínez Carbajal Secretario de Educación

Consejo Editorial: Efrén Rojas Dávila, Raymundo E. Martínez Carbajal, Erasto Martínez Rojas, Carolina Alanís Moreno, Raúl Vargas Herrera Comité Técnico: Alfonso Sánchez Arteche, Félix Suárez, Marco Aurelio Chávez Maya Secretario Técnico: Agustín Gasca Pliego

Luis Albarrán y Pliego. Escultor, pintor y orfebre. 1893-1967 © Primera edición. Instituto Mexiquense de Cultura. 2002 © Segunda edición. Instituto Mexiquense de Cultura. 2008 © Tercera edición. Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México. 2013

DR© Gobierno del Estado de México Palacio del Poder Ejecutivo Lerdo poniente núm. 300, colonia Centro, C.P. 50000, Toluca de Lerdo, Estado de México.

© Luz María Albarrán y Favela © Fotografías: Josefina Rodríguez Marxuach y Paulina Díaz Albarrán

ISBN: 978-607-495-292-6

Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal www.edomex.gob.mx/consejoeditorial

Número de autorización del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal: CE: 205/01/95/13

Impreso en México

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, sin la autorización previa del Gobierno del Estado de México a través del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal. Luz María Albarrán y Favela

Quiero expresar mi más profundo agradecimiento a todas las personas que me acompañaron en este proceso tan laborioso, que se interesaron por mi trabajo y me brindaron su apoyo y colaboración, ya que en forma directa o indirecta me ayudaron a concretar este sueño: a mis padres, doctor Luis Albarrán Boeuf y Luz María Favela de Albarrán; a mi marido y compañero de toda la vida, licenciado Fernando Díaz Hermosillo; a mis hijos, Fernando, Paulina y Arturo que son el proyecto más importante de mi vida; a la memoria de mi abuela, María Luisa Boeuf de Albarrán; por su ayuda profesional, a la doctora Teresa Favela Fierro; al doctor Luis Ortiz Macedo, al maestro Lorenzo Rafael, a la doctora Eloisa Uribe Hernández, a la doctora Alfia Leiva del Valle, a la licenciada Margarita García Luna Ortega y a la doctora Bertha Abraham Jalil.

De manera muy especial al Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal por el apoyo, empeño y dedicación que me brindaron para la integración, diseño y publicación de esta obra.

PRÓLOGO a la primera edición

Conocí a Luz María Albarrán y Favela hace algunos meses, cuando buscaba información para publicar un artículo sobre su abuelo, el artista Luis Albarrán y Pliego, nacido en Toluca hacia el año de 1893. Desde hace tiempo, ya tenía referencia de la obra escultórica de don Luis realizada en el Monumento a la Bandera de Toluca en 1940 y de los monumentos a los generales José Vicente Villada y Agustín Millán, ejecu- tados al siguiente año para la capital del Estado de México: pero cuando vi algunas de sus esculturas taurinas me sorprendió la vitalidad, el vigor, la fuerza, el realismo y movimiento que imprimía en las figuras humanas y de animales, y decidí conocer algo más de la vida y obra de este personaje. A pesar de que busqué en diferentes libros e historias del arte mexi- cano, sólo pude encontrar datos someros y aislados sobre este artista que parecía olvidado por la ciudad y el estado que lo vio nacer. Cuando me presentaron a su nieta, la historiadora de arte Luz María Albarrán, y me informó que estaba llevando a cabo una investigación para dar a conocer la obra de este escultor, pintor y orfebre toluqueño, me dio mucho gusto saber que se rescataba al artista del olvido. Luz María terminó su trabajo y una mañana me llamó para invitar- me a hacer la presentación del mismo: llegó con un texto elaborado a lo largo de muchos años y saturado de emoción y cariño. Podríamos dividir el libro en dos partes: en la primera se proporcio- na información sobre la vida del escultor, desde su nacimiento hasta su

9 muerte, dentro del contexto histórico y cultural que correspondió a sus diferentes etapas, y en la segunda se describen sus obras plásticas; la es- cultura taurina, la escultura relacionada con la charrería y los gallos, los trofeos que ejecutó, su obra pública civil y religiosa, su pintura y orfebrería. Con un lenguaje ameno, la autora introduce al lector en la vida de Luis Albarrán y Pliego, nacido en la época porfirista y descendiente de dos fa- milias ilustres de hacendados del valle de Toluca, los Albarrán y los Pliego. Sus vivencias infantiles y juveniles fueron determinantes en la obra plástica que ejecutó años más tarde. El artista pasó los primeros años en el campo, en las haciendas, jineteando, coleando, asistiendo a las peleas de gallos, desarrollando un gusto por los ejercicios vaquerizos y taurinos heredado por sus padres, sus abuelos y por varias generaciones que le antecedieron. Este ambiente desarrolló su sensibilidad para observar la naturaleza, los movimientos de los animales y para sentir la emoción de la fiesta brava y la charrería. Su formación fue autodidacta, nunca estuvo inscrito en alguna es- cuela de arte: pero su talento, constancia y pasión por lo que creaba lo convirtió en un reconocido artista. Luis Albarrán y Pliego se vio en la necesidad de trasladarse con su familia a la ciudad de México, donde desempeñó varios empleos; pero finalmente pudo desenvolverse como escultor en los años del México posrevolucio- nario. Su obra se consolidaba con el tiempo y en el concurso convocado en 1926 por la Asociación Nacional de Charros para construir el Monumento al Charro que habría de colocarse en la entrada del bosque de , resultó que al abrir los sobres que amparaban el primero y segundo lugares, los dos correspondían al mismo concursante: Luis Albarrán y Pliego. En el libro escrito por Luz María Albarrán se aprecia que don Luis siem- pre estuvo dispuesto a perfeccionar sus técnicas escultóricas y la fundi- ción artística. En 1929 viajó a Europa para estudiar en Florencia, Madrid, Barcelona y Sevilla todo lo relativo a la fundición: en la exposición mundial 1929-1930 celebrada en Sevilla obtuvo medalla de oro, también aprendió

10 en la fundición artística Masriera y Campins y trabajó con el escultor va- lenciano Mariano Benlliure. A su regreso a México, Luis Albarrán y Pliego montó un taller de fundi- ción para realizar trabajos a la cera perdida y a la arena. Tuvo la particularidad de que modelaba y fundía su propia obra; llegó a ser simultáneamente un magnífico escultor y un prestigiado fundidor. En la década de 1930 presentó sus primeras exposiciones individuales y varias colectivas; continuando con su trayectoria artística, realizó una serie de trofeos taurinos, bustos de personajes y esculturas ecuestres; también impartió clases de fundición en la Facultad de Filosofía y Bellas Artes en la Universidad Nacional Autónoma de México. A principios de la década de 1940 ejecutó las esculturas que aparecen en ambos costados del Monumento a la Bandera en Toluca y los monu- mentos de los generales José V. Villada y Agustín Millán que adornan esta ciudad; participó en las exposiciones del Círculo de escultores y realizó magníficas obras como la escultura del torero Silverio Pérez para la fuente monumental de la plaza de toros El Toreo (1943) o la corona de la virgen de Guadalupe para el quincuagésimo aniversario de su coronación (1945). En las décadas siguientes continuó participando en otras exposiciones y dejó varias obras en la iglesia ubicada en Cumbres de Maltrata, en la ciudad de México (1962). Durante sus últimos años, don Luis Albarrán y Pliego disminuyó el ritmo de trabajo al estar afectado de salud. En esos años disfrutaba de su familia, recibía a sus amigos con los que compartía un taller y pintaba imágenes relacionadas con la vida de las haciendas. El escultor, pintor y orfebre toluqueño falleció en noviembre de 1967. En el “Réquiem a un charro” que la autora reproduce al finalizar la primera parte de su libro, coincido totalmente con la afirmación que hace al respecto:

don Luis, sutil conocedor de los caballos y de los secretos de la actividad vaqueriza y artista genial, se dedicó por puro amor al arte, a la escultura y a la pintura... De

11 él son las mejores esculturas charras y taurinas que existen en México... Gustaba cuidar, como nadie, de la presencia anatómica del caballo y del vestuario del jinete... Sus obras son, para la posteridad, a la manera de los óleos de Ernesto Icaza, documentos sabios de la más rígida ortodoxia charra...

En el libro titulado Luis Albarrán y Pliego, escultor, pintor y orfebre, 1893-1967, Luz María Albarrán y Favela rescata y difunde la vida y obra de este escultor toluqueño profundamente enamorado de la fiesta brava, de la charrería y de su terruño, de este hombre apasionado por el arte y con una gran vocación para expresarlo. Sin lugar a dudas, con la investigación histórica e iconográfica de Luz María, la figura de Luis Albarrán y Pliego cobra vida y permanecerá en la memoria colectiva de la ciudad y el estado que lo vio nacer.

Margarita García Luna Ortega Cronista de Toluca

12 PRÓLOGO a la tercera edición

Si el “lugar de nacimiento es destino”, en el caso del artista Luis Albarrán y Pliego se justifica esta sentencia: hijo de connotadas familias de hacendados del Valle de Toluca, creció en un ambiente que le permitió estar en contacto con la naturaleza, con las labores del campo y las faenas propias de un lugar dedicado a la ganadería y a la crianza de aves. Desde niño se familiarizó con el deporte de la charrería: la elegancia de sus caba- llos y la destreza de sus jinetes. Igualmente, le fue heredado el gusto por el deslumbrante y complejo mundo de la tauromaquia y el de las peleas de gallos. Lo anterior, unido al talento y los dones que la vida le obsequió, dio lugar al surgimiento de un gran artista plástico, cuya vida y trayectoria profesional son estudiadas en esta obra, fruto de la acuciosa investigación realizada por Luz María Albarrán y Favela. La autora, motivada por un gran afecto familiar y en su calidad de his- toriadora de arte, elaboró una investigación que nos presenta a un hom- bre cuya infancia se desarrolló en el ambiente de las haciendas. Luz María, al hablar del tema, nos remite a una realidad que tuvo una gran trascen- dencia en la historia de la localidad, me refiero al momento anterior a la transición de lo rural a lo urbano, que si bien fue absorbido por una socie- dad industrial, los descendientes de tales hacendados aún forman parte de la sociedad tolucense. Así, la historiadora menciona algunos aspectos que se relacionan con tal desaparición, al mencionar la manera como el

13 padre del artista tuvo que dejar su hacienda para marcharse a la capital e iniciar un nuevo estilo de vida con su familia. En la primera parte de este libro, Luz María nos lleva a descubrir a un niño dotado de una enorme sensibilidad artística, poseía un espíritu libre que trascendía las normas de una institución educativa, por lo cual más adelante, aprendió el oficio de platero, lo que tal vez, según los conven- cionalismos sociales de ese tiempo, no era algo común. Sin embargo, para este personaje significó el descubrimiento de su verdadera vocación: la creación artística. Con el tiempo, Albarrán y Pliego quizá experimentó las contradicciones internas que implica emplearse en áreas e instituciones que nada tenían que ver con su verdadera vocación; posible causa de la corta perdurabilidad en sus empleos. No obstante, se le reconoce su gran valor para dedicarse totalmente al arte, incluso cuando no tenía una for- mación previa en este ámbito, sino que de manera autodidacta comenzó a esculpir. Albarrán y Pliego encontró su camino en el arte, y en su vida personal se casó con su compañera de siempre, María Luisa Bouef Sánchez Nar- vaez, en cuyo cortejo mostró algunas conductas simpáticas poco conven- cionales; quizá fueron “chispas” de su ser tan pleno de libertad. En la segunda parte del libro la autora comenta que Albarrán y Pliego no solamente destacó en su quehacer como artista, sino que brindó un gran apoyo a la formación de nuevos escultores: al fundarse la Escuela de escultura y talla directa participó como docente. En 1929, debido a los méritos mostrados como profesor en jefe de enseñanza para la fundición artística de dicha escuela, fue comisionado para realizar un viaje de estu- dio relacionado con la enseñanza de la fundición en los centros educativos más importantes de Italia y España, y para presentar sus trabajos en la Feria Mundial de Sevilla. En ella expuso dos esculturas, una referente a la tauromaquia y, otra, a la charrería; con ambas obtuvo medallas de oro y diploma de primer lugar. Este resultado confirmó la talla internacional que como artista ya había alcanzado.

14 Se desempeñó como docente en algunas instituciones como la Es- cuela Superior de Ingenieros Mecánicos y Electricistas, la Escuela Indus- trial de Artes y Oficios de Toluca y la Facultad de Filosofía y Bellas Artes de la Universidad Nacional Autónoma de México, con lo que contribuyó a la formación de un buen número de artistas. Es importante destacar que su generosidad como docente, también se manifestó en su propio taller, espacio que fundó en 1926 y en el que compartió conocimientos con sus colaboradores. La creación de este ta- ller fue, además, una muestra de su faceta como emprendedor y en este sitio alcanzó la maestría. De él, Federico Canessi —otro destacado escul- tor— se expresó así: “Es un excelente fundidor al que le ayuda ser escul- tor, probablemente es el único capaz de realizar la fundición de obras de importancia”. Dentro de esa faceta de emprendedor, años después, en sociedad con Rubén Fernández, creó un taller donde fabricaban pulseras, aretes y collares de plata que eran exportados a Estados Unidos. Luis Albarrán también fue fundador de una asociación no oficial, El Círculo de Escultores, que propició la reunión de los más destacados crea- dores en esa rama del arte. Con respecto a su obra como escultor y orfebre, Luz María Albarrán destaca aquella en la que el artista empleó el bronce y la plata. También son singulares las miniaturas que desarrolló en el maleable y delicado ma- terial aureo, tales como anillos, prendedores y fistoles. Sobre estas piezas, el escultor Ernesto Tamariz dijo:

El maestro Albarrán era miniaturista, tenía un carácter muy delicado y realizaba verdaderas esculturas en miniatura. Tenía calma para hacer las cosas y sentía verdadero amor por hacerlas, era muy detallista…

Era un hombre que se entregaba con paciencia y amor por lo que estaba hacien- do… buscaba la perfección, lo que para él era perfecto. Y cuando se hace una cosa con amor y se sabe hacer, pues sale algo muy bueno...

15 Esta opinión, citada por la autora, nos da una idea de la calidad y el amor que el escultor ponía en sus creaciones. La temática de la mayoría de su producción escultórica y pictóri- ca surgió de su propia historia: escenas que muestran la galanura de los charros y la maestría de las suertes por ellos logradas. A ese respecto, es importante destacar que en 1926 en el concurso convocado por la Asocia- ción Nacional de Charros para construir el Monumento al Charro, al abrir los sobres que revelaban la identidad de los ganadores, la sorpresa fue grande al descubrir que Albarrán y Pliego había sido acreedor al primero y segundo lugares, lo cual mostró la calidad que para entonces ya tenían sus obras. Otro tema que inspiró importantes piezas fue la tauromaquia, para ilustrar su maestría en temas taurinos, el artista reproduce la valentía del torero, la experiencia de los picadores y la bravura del ganado. Por otro lado, plasmó la figura del gallo, protagonista de las peleas en los palenques feriales. Su obra escultórica incluye, además, innumerables monumentos, bustos de próceres de nuestra historia y trofeos para distintos certáme- nes; en paralelo, aunque en menor número, produjo obras para diversos templos católicos, como medallones, puertas e imágenes. Su pintura en acuarela también es numerosa y gira alrededor de los mismos temas que la escultura. Basta revisar la exhaustiva recopilación que realizó Luz María en el apartado que dedica a la producción de Al- barrán y Pliego. El estilo realista que caracterizó al autor estuvo influenciado también por su experiencia como cazador, la cual le permitió conocer a detalle la anatomía de pequeñas especies, a la par, fue a través del estudio profundo que conoció la de algunos animales salvajes; ejemplos de ambas reprodujo en distintas esculturas. El estudio que hace la autora nos indica que Albarrán y Pliego perte- neció al grupo de connotados escultores del país, especialmente en las décadas de los treinta y cuarenta del siglo xx, para demostrarlo la autora

16 del libro cita lo publicado por algunos diarios de circulación nacional del momento, en 1942, la crítica Columba Byrne, en el periódico Excélsior, se refirió a él en los siguientes términos: “uno de los escultores más comple- tos en conocimientos técnicos, ya que modela y funde su propia obra”. En 1944 en el periódico El Nacional, se le reconocía como: “El fundidor per- fecto y artista captador de la dinámica de la fiesta brava…”. De igual manera, fue motivo de inspiración para otros destacados creadores plásticos como, el reconocido Humberto Peraza, quien afirmó: “… tuve una gran admiración y respeto a su obra, la cual yo considero en el campo taurino antecesor de la mía; yo me inspiré en sus obras”. Luis Albarrán y Pliego continuó ofreciendo al mundo su creación en las décadas de los cincuenta y sesenta, hasta 1967, año en que falleció; para entonces había logrado con creces su objetivo como artista, en sus propias palabras: “Inmortalizar en bronce las costumbres mexicanas”. La publicación que presentamos: Luis Albarrán y Pliego. Escultor, pin- tor y orfebre (1893-1967) integra la información de numerosas y diversas fuentes a las que acompaña una rica iconografía, y un afortunado diseño, elementos que dan por resultado un libro de amena lectura en el que la historiadora de arte, Luz María Albarrán y Favela, hace justicia a un gran artista mexiquense de talla nacional. En él nos ofrece, dentro de un marco histórico, la valiosa obra plástica de este hombre multifacético, quien se inspiró en costumbres y tradiciones mexicanas, mismas que siguen tras- cendiendo al tiempo y a la modernidad. Esta obra, en su tercera edición, es un llamado a preservar estas manifestaciones que constituyen parte de nuestro patrimonio cultural, y a revalorar la aportación al arte mexicano de este excelente creador plástico.

Bertha Teresa Abraham Jalil Toluca, México, agosto de 2013.

17

INTRODUCCIÓN

No cabe duda que la decisión que toman quienes piensan escribir un libro muchas veces es circunstancial; al menos en mi caso así sucedió. La idea de hacer esta investigación surgió al impartir un curso de arte moderno en la Universidad Iberoamericana, en la ciudad de México. Me disponía a preparar mis clases y empecé a hojear el libro El arte moderno en México, de Justino Fernández, cuando de pronto la fotografía de una escultura llamó mi atención: Zapata, por el escultor Luis Albarrán y Pliego (bronce). “Mi abuelo”, pensé, y con gran curiosidad comencé a leer la informa- ción que hablaba sobre su vida y su obra. Pero, con gran sorpresa y frus- tración, me di cuenta de que eran muy pocos los datos, pues solamente hacían una vaga referencia sobre su vida y algunas de sus obras en unas cuantas líneas. “Cómo es posible”, me dije, “no puedo creer que no le den el crédito que merece, si él se dedicó toda su vida al arte”. Esa terrible desconsideración fue como un acicate para mí. “Debe haber otros libros donde informen más sobre su obra, su trayectoria, sus enseñanzas y su aportación a la cultura de México”, pensé. Entonces em- pecé a buscar mayor información en las fuentes que forzosamente deberían contener algunos datos. Recurrí a enciclopedias, a libros especializados en escultura, a los archivos de Bellas Artes, etc., donde analicé varias fichas y textos sobre escultura y corrientes artísticas de la época, con la ilusión de encontrar testimonios de su obra y de su aportación a la historia de la

19 cultura mexicana. Al encontrar tan poco material sentí una gran tristeza; en ese momento decidí imponerme un reto: darlo a conocer no sólo como artista, sino mostrar también su lado humano; tal vez por ello no alcanzó los niveles de difusión de otros artistas, que además de crear se dedican a promocionarse. Es necesario identificar su obra, profundizar en ella, res- catarla y exponerla a las nuevas generaciones, así como ubicarlo dentro del panorama escultórico de su tiempo. Mi abuelo es uno de los clásicos artistas casi anónimos que aportaron mucho a la cultura de México, no únicamente por su obra, sino por las enseñanzas que como maestro en escuelas y talleres de arte transmitió a muchos de los actuales artistas. Si no son tan conocidas su trayectoria y sus obras es debido a que, por su espíritu bohemio, se dedicaba a crear para él y para sus personas queridas. No le interesaba hacer política para conseguir obras públicas o para comercializar su trabajo; se contentaba con realizar las obras que para él eran de importancia, o las que le pedían por encargo, y subsistir con la habilidad, creatividad y sensibilidad con las que estaba dotado. Para la realización de este libro tuve la fortuna de contar con el tes- timonio de mi abuela, María Luisa Boeuf, su compañera de toda la vida; quien además de las largas charlas que sostuvimos sobre la vida y obra del artista, puso en mis manos una gran cantidad de material gráfico y pictórico, periódicos de antaño que contenían reportajes, mostraban sus proyectos, trofeos, monumentos y algunas de sus exposiciones individua- les y colectivas. Me mostró al artista, al ser humano, al esposo, al padre, al amigo y compañero de trabajo, siempre dispuesto a compartir con ellos su alegría y amor a la vida. Siempre tenía una sonrisa que darle al prójimo. Fue un hombre sencillo que tuvo una formación artística por interés propio; nunca realizó estudios formales en el campo del arte, aprendió en la escuela de la vida. Fue un autodidacta que se dedicó al arte por el puro placer que éste le producía. Disfrutaba de la vida tranquila y hogare- ña y se entregaba por horas a trabajar en su estudio, ya fuera pintando,

20 modelando o dándole el último toque a la cera de una escultura o de una pieza de orfebrería. Para mí sus obras siempre fueron de gran mérito; sin embargo, valoré su papel como artista hasta cuando realicé estudios de arte. Al observar sus obras desde el punto de vista artístico, como las de un es- cultor mexicano y no como el trabajo de mi abuelo, me instalé de nueva cuenta en su estudio, ya no como la nieta que lo visitaba para recibir sus cariñosas palabras o para que escuchara con atención y paciencia mis niñerías, sino para tratar de penetrar en su mundo de artista, poder verlo desde otra perspectiva, admirar y valorar sus bocetos, sus trabajos en plastilina, en yeso, en ceras y recrearme con sus acuarelas: todo lo que formaba parte de él. Al entrar a su estudio, después de 18 años de no hacerlo, empecé a redescubrir cada uno de los detalles decorativos que llenaron la habita- ción por años, y que nunca había percibido como hasta ahora: frenos de caballo y espuelas de antigua procedencia, espadas, machetes y puñales, una colección de acuarelas sobre gallos, vasijas, figurillas y demás objetos prehispánicos. De pronto, sin pensarlo, percibí algo que me transportó al pasado: era el característico olor a plastilina; esos olores de la infancia guardados en la memoria; sólo faltó su presencia física para que me diera la mejor de sus sonrisas con la alegría y amabilidad que le caracterizaban. Por el empeño con el cual se dedicó a su trabajo y por los temas que representó a lo largo de su vida, en gran parte taurinos, se puede decir que lo hizo de acuerdo con la descripción que Pepe Alameda hacía del arte del toreo “no es graciosa huida sino apasionada entrega”. “Arte en que se impone la personalidad de un hombre que ha en- tregado a ella su vida; cuya autoridad es indiscutible en esa misma obra madurada en la que ha dejado total y absoluta su inspiración de artista”. En su obra “puede descubrirse toda una existencia independiente y personalísima. Salta a la vista la riqueza de su imaginación, el calor de sus

21 sentimientos, la seguridad de su instinto y más que nada una clara y viva percepción”.1 En este trabajo, además de recorrer su vida, su formación artística y profundizar en su obra, lo situé dentro del panorama histórico, social y cultural que le tocó vivir. Espero que este libro justifique la obra del escultor, pintor y orfebre Luis Albarrán y Pliego, y dé lugar a estudios posteriores.

Luz María Albarrán y Favela

Los escultores Luis Albarrán y Guillermo Ruiz junto al Esclavo 1 Mercedes Padres, “Decisión y vocación Luis Albarrán y moribundo de Miguel Ángel, en el Museo de Louvre Pliego”, Novedades, martes 17 de abril de 1962. ORÍGENES Luis Albarrán, primeras décadas del siglo xx El artista nace y no se hace. Si en alguna ocasión está plenamente justificado este proverbio, es en el caso de Luis Albarrán y Pliego, el formidable escultor y modelista toluqueño, cuya exquisita sensibilidad artística lo convierte en uno de los mejores exponentes del folclor nacional.

Leopoldo Zincúnegui Tercero Toluca en mis recuerdos.

Don Luis Albarrán y Pliego, nacido en la ciudad de Toluca, capital del Estado de México, es vástago honroso de familia ilustre, y el atavismo charro circula verdaderamente en sus venas. Dos, tres, cuatro generaciones an- teriores a él, hasta perderse la memoria en el recuerdo, llenaron con sus hazañas y aventuras de color y de emoción la historia de la familia Pliego y de la familia Albarrán. En 1893, hacia el mes de septiembre, vio su primera luz el artista, y sus tendencias, fijas desde la adolescencia, se encaminaron justamente a la escultura y al cultivo de la amada tradición ecuestre, que tomara del vivo ejemplo de sus padres.2 Hijo de don Benito Albarrán y Pliego y de doña María de Jesús Pliego, fue el tercero de los ocho hijos que tuvo este matrimonio: Alfredo, Teodoro, Luis, Ricardo, María de los Ángeles, Adolfo, José y María Teresa. Lo bautizaron con el nombre de Luis Gil Francisco de Paula, sus padrinos fueron don Trinidad Pliego y Pliego y doña Cruz Pliego, que eran hacenda- dos del Estado de México. La época en que nació don Luis está simbolizada plenamente en la figura del general Porfirio Díaz, presidente de la república mexicana de 1876 a 1910, periodo que conocemos como Porfiriato. En ese entonces, el pueblo mexicano estaba hastiado del desorden que imperaba y del continuo estado de guerra, y el presidente Díaz se ha- 2 bía propuesto imponer la paz a cualquier costo. Con mano firme, trató de Sóstenes, el Caporal, “Quién es quién en la charre- ría actual”, El Nacional, tercera sección, 1 de marzo de eliminar las diferencias de opiniones sobre asuntos de política y se dedicó 1936, p. 2.

27 a mejorar el funcionamiento del gobierno. Por eso su lema fue “Poca po- lítica y mucha administración”. Aunque la paz no fue total, Díaz consiguió mantener el orden mediante el uso de la fuerza pública.

Teodoro, Ricardo, Alfredo y Luis con sus padres Luis Albarrán y Pliego, de Angelina Barthez | óleo sobre tela Don Benito Albarrán y Pliego y doña María de Jesús Pliego de Albarrán su vida en el campo

Durante su infancia vivió en la ciudad de Toluca, en la segunda calle de Aldama núm. 31, así como en la hacienda de San Miguel de Sehue, propiedad de su familia y que era administrada por don Benito, su padre. Años más tarde esta hacienda fue adquirida por el actor Mario Moreno, Cantinflas y la llamó La Purísima. Fue descendiente de familia de hacendados por ambas ramas, por lo que entabló grandes amistades con la mayoría de los hacendados del Estado de México. Por tal motivo frecuentaba a menudo sitios como la hacienda de Boximó, posesión de su abuelo paterno, y las de Serratón y Nijiní, propiedades de sus parientes Joaquín Silva y su hermana Josefa Silva de Albarrán. En ellas participaba en las charreadas y en los capaderos de ganado; de igual modo lo hacía en otras haciendas, como las de Amarillas, Jajal- pa, Xajay, Pastejé, Enyegué, Ayala, San Diego de los Padres y Atenco. Esta última era propiedad de los Barbabosa, otros parientes suyos, donde se desarrolló la primera ganadería de toros bravos en el país, y que fue la cuna del famoso torero y charro de mayor prestigio, tanto estatal como nacional: Ponciano Díaz. Su padre, don Benito, que era un charro consumado, fue su primer maestro en los ejercicios vaquerizos. De la época de su niñez, el escultor recordaba la imponente figura de su padre:

31 Corrida de toros organizada por Clara Pliego y Luis Albarrán y Pliego en la Hacienda de Boximó | 1919

Premiación al terminar la corrida ... Muy niño aún, apenas si podía con su naciente humanidad, cuando apenas empezaba a caminar, hubo de enhorquetarse en su primer mushi (caballo chi- quito), obedeciendo al irrefrenable impulso y a los vivos deseos paternales [...] En esas primeras correrías con su padre, los acompañaban los hacendados y nota- bles charros don Benito Pliego Ballesteros y don Vicente Pliego, dueño de Ayala, a quienes todo el mundo llamaba cariñosamente los Pechines.3

Al formarse en el ambiente de la charrería, fue forjando su sensibilidad para posteriormente manifestarla en su obra artística. En ese entonces casi toda la economía del país se basaba en el desarrollo agrícola y ganadero; la industria no estaba ni muy difundida ni muy desarrollada y las actividades comunes de la gran mayoría de la población todavía no se concentraban en las ciudades. La gente vivía en comunión con las actividades del campo. En esa época las haciendas estaban repletas de ganado, y las suertes charras eran parte de la vida diaria. Sobre esta situación don Luis narraba: “... En mi tierra siempre charrea- mos en grupos aislados y nunca con carácter formal, pues obedecíamos a situaciones del momento y constantemente cambiábamos de rumbo para lazar, o bien nos dispersábamos e íbamos a engrosar grupos exis- tentes en otros puntos...”;4 en las ocasiones especiales como “la jierra” de ganado, las faenas duraban hasta meses. En ese medio Luis Albarrán se daba gusto jineteando, coleando y lazando, asistía a las peleas de gallos e incluso toreaba. Don Leovigildo Islas Escárcega, gran personaje en el ambiente de la charrería, definió a Luis Albarrán y Pliego con las siguientes palabras: “... A sus aficiones charras especialmente, unía gran capacidad de observación, gran constancia y notables facultades físicas, por lo que en sus moceda- des llegó a dominar los ejercicios vaquerizos y taurinos, siendo además un 3 notable amarrador de gallos...”.5 Idem. 4 Esas primeras experiencias de caballista le dejaron un profundo re- Idem. 5 cuerdo que lo acompañaría toda su vida. En sus mocedades no tenía otra “Don Luis Albarrán y Pliego, artista de la charrería”, La Prensa, edición charra, núm. 58, 27 de septiembre de ambición que llegar a ser un buen charro. Cuando estaba en plena adoles- 1970, p. 14.

33 cencia, llegó a Toluca el primer charro profesional de que tuvo memoria, Silviano Sánchez, personaje que dejó una huella en todos los aficionados, pues siendo —como lo fue— un charro de verdad, que manejaba con gran calidad las suertes charras, entusiasmó sobremanera a todos los que, co- mo él, pugnaban por llegar a ser algo en el ambiente charro. Por el medio en el cual vivió, desde pequeño don Luis desarrolló una gran capacidad de observación de la naturaleza, le gustaba estudiar las formas y movimientos de los animales. Esta capacidad lo condujo a dos de sus grandes aficiones, que lo acompañarían el resto de su vida: una era la cacería, y la otra el gusto por plasmar a los animales en dibujos y esculturas en lodo o barro. El escultor solía contar que cuando era niño cazaba chupamirtos con resortera para venderlos en el mercado —donde eran utilizados para ha- cer amuletos— y con el dinero obtenido compraba municiones para su rifle y poder ir a las cacerías de agachonas, patos y gansos. Para él era toda una aventura asistir a las cacerías con galgos en la ha- cienda de Boximó, ya que las liebres ganaban cuando iban cuesta arriba, pero en las bajadas los perros las alcanzaban y las tiraban con el hocico. Sus estudios de primaria los realizó en el Instituto Científico y Literario. Él disfrutaba tanto del dibujo que se olvidaba de lo que pasaba a su alre- dedor; un día en el salón de clases se encontraba tan absorto dibujando que no se dio cuenta cuando sus demás compañeros se pusieron de pie porque había entrado el director; el maestro, al ver que no se levantaba, se acercó e intentó levantarlo de una oreja y como no pudo hacerlo in- mediatamente, por estar atorado en el pupitre, le dio tales jalones que le desprendió la parte baja de la oreja y lo dejó sangrando. La escuela no fue muy de su agrado, en parte por sus malas experien- cias y en parte por su espíritu libre; cada vez que podía, después de pasar lista, se escapaba de clases. A él le gustaban el campo, los animales, la cacería, todo lo que no iba de acuerdo con la idea de estar sentado escu- chando a un profesor, con las manos quietas en vez de estar realizando algún dibujo o escultura referente a sus vivencias.

34 Don Luis aparece en esta fotografía con don Pedro, administrador de la hacienda, y con su amigo don Vicente Oropeza De pequeño, nuestro personaje era pícaro y ocurrente, le encanta- ba ir a los portales de Toluca y sentarse frente al quiosco de los músicos a comer tamarindos, con las gesticulaciones correspondientes. Como los instrumentos que tocaban eran de aliento, al ver los gestos de los niños, se les llenaba la boca de saliva y tenían que hacer esfuerzos inauditos para seguir tocando. Sus primeras obras, entre los ocho y doce años, fueron títeres hechos para representar funciones de teatro; elaboraba personajes bien caracteri- zados y animales verosímiles gracias al conocimiento de su anatomía. A partir de este momento jamás dejaría de expresarse plásticamente. Al terminar sus estudios de primaria, laboró en una platería en Toluca; ahí aprendió a trabajar el cobre, el fierro y la plata. Con Ángel Quiroz, pla- tero toluqueño, aprendió a cincelar y a fundir en plata anillos, arracadas y “milagritos”. Podemos decir que de esta forma se inicia la etapa de aprendizaje de Albarrán y Pliego, quien nunca estuvo inscrito en una escuela de arte en donde le dieran los conocimientos necesarios para desarrollarse como es- cultor; fue autodidacta, aprendió en la escuela de la vida, experimentando y solucionando problemas técnicos, gracias a su gran fuerza de voluntad y constancia, pues supo sacar provecho de sus aptitudes artísticas. La personalidad y el carácter artísticos del escultor, pintor y orfebre, los resume acertadamente el escritor mexiquense Leopoldo Zincúnegui en el libro que escribió sobre los personajes más importantes de su estado natal, Toluca en mis recuerdos:

... Luis Albarrán nació para el arte y, sin más dirección que su propia intuición y su explosiva inquietud juvenil, empezó a dar rienda suelta a sus inclinaciones, haciendo monitos de migajón, de barro o plastilina, mientras sus dedos se adies- traban a la difícil tarea de reproducir a la naturaleza...

... Sus primeros ensayos fueron, naturalmente, un poco torpes, pero su asombrosa facilidad para reproducir cuanto se ponía ante sus ojos, no tardó en señalarle a

36 él mismo la trayectoria a recorrer en los primeros años de su juventud, convir- tiéndose de esa manera en lo que los norteamericanos denominan como un self made man...6

6 Leopoldo Zincúnegui Tercero, Toluca en mis recuer- dos, Libros de México, México, 1970.

Don Luis Albarrán y sus amigos en El Oro, Estado de México Boda del escultor y doña María Luisa | 1920 traslado a la capital

La hacienda de San Miguel de Sehue, en donde vivía el joven escultor, se tuvo que vender para repartir el producto de esta venta entre los herma- nos de don Benito Albarrán, su padre, ya que ellos reclamaban la parte que les correspondía porque no aprobaban los planes de don Benito de importar toros sementales y vacas de registro, así como guajolotes y gallos de pelea finos, que él había ido a comprar específicamente a la feria de San Luis Missouri, en Estados Unidos. Con el dinero que le correspondió, don Benito compró una casa en Toluca y un establo, abrió una cremería en Ixtlahuaca y se quedó como administrador de la hacienda de Boximó. Tiempo después su esposa enfermó, por lo que en 1909 fue nece- sario vender sus propiedades y emigrar a la ciudad de México, para que ella recibiera la atención médica adecuada y para que sus hijos siguieran estudiando. Mientras vendían sus propiedades en Toluca, los Albarrán mandaron a sus hijos Teodoro, Alfredo y Luis a la capital de la república para conseguir un sitio donde establecerse. Lo primero que hicieron los hermanos fue ins- talarse en una casa de asistencia, en la calle de Guatemala, para arreglar lo necesario respecto a sus estudios, porque Alfredo estudiaría para ser con- tador público; Teodoro ingresaría a la Escuela Militar para cursar ingeniería, y Luis se dedicaría a conseguir una casa para toda la familia, y después de que llegaran sus padres de Toluca y se establecieran, buscaría trabajo.

39 Gracias al apoyo del doctor Reynaldo Defiss, médico y amigo de la fa- milia, se instalaron en la calle de Rinconada de Jesús núm. 13, en el centro de la ciudad, casi frente a la casa de los condes de Santiago de Calimaya, hoy Museo de la Ciudad de México, donde residía y tenía su estudio el pintor y paisajista Joaquín Clausell, con quien años más tarde don Luis entablaría amistad, incluso en algunas ocasiones saldría al campo a pintar junto con otros pintores, amigos de ambos. Una vez instalado en la gran ciudad, tuvo numerosos empleos. Por recomendación del doctor Reynaldo Defiss trabajó como supervisor del taller La Carrocería del Paje, de Alberto Arellano. Por su personalidad sen- cilla, franca y afable, en seguida se hizo amigo de los empleados hasta el grado de invitarlos a salir de cacería con él en los días de descanso; esto le pareció muy normal, pero esta actitud amistosa no fue del agrado del dueño, por lo que don Luis decidió renunciar. Su siguiente trabajo fue como agente de compras de la mina Dos Es- trellas, localizada en el pueblo de El Oro, Estado de México, donde adquiría las provisiones necesarias para los empleados de esta mina, pues en esa época la situación era difícil por los problemas de abastecimiento y cam- bios de gobierno que ocasionó la Revolución; además, estableció un local para vender leña y carbón en la calle de Álvaro Obregón, pero tiempo des- pués tuvo que cerrarlo porque su puesto de agente de compras lo absorbía demasiado y le era imposible atenderlo. Más tarde, trabajó como tenedor de libros en el departamento de contabilidad de la compañía mexicana de petróleo el Águila, S.A., pero co- mo el trabajo era tedioso y rutinario, decidió cambiar de dirección dentro de la misma compañía y se dedicó a ser agente viajero vendiendo parafina, petróleo y gasolina en el estado de Morelos. Al tiempo que probaba suerte en estos diferentes empleos, en sus ratos libres satisfacía su vocación artística, creando esculturas en barro policro- mado que representaban tipos mexicanos. De esta época también son sus caricaturas en acuarela y al pastel que realizó de personajes famosos como Chaplin y Caruso, las cuales aún conservan sus hijos.

40 La pareja con un venado que cazaron en Balsas Asimismo, pintaba acuarelas de escenas taurinas, temas charros y peleas de gallos que llevaba a vender a la Casa Pellandini, ubicada en la segunda calle de San Francisco núm. 10, y a otra empresa importante del centro que vendía objetos de arte. En 1916 conoció, gracias a la amistad con el abogado Javier Gaxiola, a la mujer que sería su compañera de toda la vida. Antes de que se hiciera la presentación formal, como era debido, él rondaba su casa montan- do una bicicleta y haciendo piruetas, deseando que por algún balcón se asomara la distinguida señorita María Luisa Boeuf Sánchez Narváez (quien todavía a sus 93 años de edad recordaba el coraje que le daba cuando le preguntaban por su “malabarista”). A principios de 1920 se concertó el matrimonio, pero debido al falle- cimiento del padre del artista, don Benito, la boda se aplazó para el 7 de abril de ese año, en la iglesia de San Rafael; la pareja se estableció en las calles de Carmona y Valle, en las casas del Buen Tono, en la actual colonia Doctores. Respecto a don Luis y doña María Luisa, podemos aplicar el refrán bien conocido que dice “detrás de cada gran hombre hay una gran mujer”, ya que ella siempre lo impulsó, le reconoció el mérito que tenían sus obras, le daba su opinión cuando él se la pedía —con su clásico refrán “cuatro ojos ven más que dos”—, incluso le ayudaba en la cobranza, oficio que no era la especialidad de don Luis. De recién casados, doña María Luisa compartió con el escultor su afi- ción por la cacería, la cual posteriormente trasmitió a sus hijos, a quienes llevaba desde los seis años a practicar, enseñándoles dicho arte con todas sus reglas, para evitar accidentes. Tuvieron cuatro hijos: María Luisa, Luis Reynaldo, Ricardo José Luis y Guadalupe, por todos conocidos como los Luisitos, por razones obvias.

42 El matrimonio Albarrán con tres de sus hijos: María Luisa, Luis y Ricardo | 1926

LA ESCULTURA EN EL MÉXICO POSREVOLUCIONARIO Álvaro Obregón | bronce | ca. 1958 Con Álvaro Obregón como presidente (1920-1924), la Revolución mexicana comenzó su proceso de institucionalización y la unidad nacional [...] se empezó a construir entre los distintos sectores sociales y culturales. Obregón procuró la conciliación de los obreros, de los campesinos y de las masas urbanas con el Estado revolucionario. Paralelamente, surgió la necesidad de afianzar la unidad nacional en el espíritu de los mexicanos. Comenzando la década de los veinte apareció el primer gran empeño de crear un nacionalismo cultural que integrara a la colectividad y que absorbiera y conformara el impulso de la Revo- lución mexicana.

El 2 de octubre de 1921 se creó la Secretaría de Educación Pública y el presidente Obregón nombró como ministro al filósofo ateneista José Vasconcelos.

El objetivo de la política educativa del ministro fue consolidar la unión espiritual de los mexicanos a través de una producción cultural que brindara cohesión e identificación. Al resultado de este proyecto, que Vasconcelos llevó a cabo de 1921 a 1924, se le ha nombrado “nacionalismo cultural”.

La Secretaría de Educación Pública se dividió en tres grandes departamentos: el departamento escolar, el departamento de bibliotecas y archivos y el departa- mento de bellas artes. En el primero se da instrucción y se educa; en el segundo

47 se difunde la cultura, y en el tercero se da a esa misma cultura el coronamiento que necesita para ser completa y alta.7

Vasconcelos se pronunció por el desarrollo de una escuela nacional de arte. Para él, un arte que reflejara el alma nacional sería el instrumento revolucionario de regeneración cultural del pueblo mexicano. Su meta era que la alta cultura, res- tringida hasta antes de la Revolución a una minoría privilegiada, se masificara y tuviera alcance nacional.

Varios artistas mexicanos que estaban pensionados en el extranjero habían regresado.

Entre 1909 y 1910: , Ángel Zárraga, Ignacio Rosas, Francisco Goitia y Alfredo Ramos Martínez, entre otros. Y en 1921: , y Adolfo Best Maugard. Todos estos repatriados buscaron contribuir a la reconstrucción espiritual de su país. Venían empapados de los lenguajes ar- tísticos europeos, con la idea de integrarlos a la expresión autóctona mexicana y crear un verdadero arte nacional.8

Es así como inicia el muralismo: se otorgan edificios públicos —incluso templos— a Orozco, Rivera, Siqueiros, Xavier , Roberto Montene- gro, al Dr. Atl, Carlos Mérida, Jean Charlot, Fernando Leal, Alva de la Canal, Fermín Revueltas y otros pintores. La escultura, sin embargo, careció de un movimiento precursor, firme y consecuente, con un programa ideológico que contemplara de manera simultánea técnicas, estilos y tendencias artísticas, de ahí que en lugar de ser un movimiento colectivo valioso y resuelto, acabó teniendo destellos de ciertas individualidades. El papel que tenían que desempeñar los escultores fue mucho más di- 7 Itzel Rodríguez Mortellaro, Una crónica del arte en el fícil que el de los pintores y grabadores. Ida Rodríguez Prampolini escribió: México callista: la revista Forma (1926-1928), México, 1995.

8 Idem.

48 El artista trabajando en su taller. Al fondo se distinguen algunas de sus obras El artista con Ignacio Asúnsulo y uno de sus operarios La escultura en México nunca había llegado a someterse con la misma docilidad al dogma político y nacionalista como la pintura y por ello era considerada, por el gran público, como un arte menos importante.

La escultura no se prestaba tan fácilmente a tal dramatismo retórico, pues las obras, fundamentalmente estáticas, no podían contar anécdotas ni expresar dogmas como lo hacían las pinturas murales. Rota toda conexión con la arqui- tectura la evolución de la escultura siguió un doble curso: el de la ornamentación en forma de pequeña pieza doméstica, el bibelot y el busto o género retratístico y la escultura monumental. 9

9 Juan Salvat y José Luis Rosas (dirs.), “Arte contemporá- Don Benito Albarrán y Pliego, padre del artista | bronce | s/f neo”, en Arte mexicano, t. II, México, 1986. Luis Albarrán y Pliego realizando la escultura de don José de Jesús Pliego escultor de tiempo completo

En esta nueva etapa de su vida (1919) decide dedicarle todo el tiempo y la atención necesarios a su vocación artística; abandona su empleo en la compañía petrolera El Águila, S.A., y monta un taller de fundición en la calle de Manuel M. Contreras, de la entonces distinguida colonia Santa María la Ribera, en el garaje de la casa de sus amigos, los hermanos José y María González y Pavón. Una vez que se dedica de lleno a la escultura, la primera pieza que realiza es precisamente una de tema taurino titulada Un tumbo, pues co- mo ya se mencionó, desde su infancia fue un aficionado a la fiesta brava, lo cual le permitió dar a sus esculturas de esta índole una gran fuerza y dramatismo. Esta pieza la fundió en metal babbit, ya que aún estaba experimen- tando los diferentes metales, pero no quedó satisfecho con el resultado, por ello decidió hacer una segunda fundición, esta vez en bronce; el resul- tado fue el deseado, tanto, que se la compró un gran conocedor de toros, José González Pavón, dueño de la hacienda de Tepeyahualco, una de las ganaderías de toros bravos de más cartel en aquellos años. Leopoldo Zincúnegui, quien lo conoció bien, escribió lo siguiente: “... Naturalmente con posterioridad fue adquiriendo los conocimientos y la técnica necesarios para llegar a la perfectibilidad, sin olvidarse de que en sus principios todo se lo debió a su intuición y esfuerzo personal...”.10

10 Leopoldo Zincúnegui Tercero, op. cit.

53

Al mismo tiempo, motivado por un gran afán de superación y para Página anterior: Don Carlos Rincón Gallardo, mejorar las técnicas de su arte, asistía de oyente a las clases de pintura, marqués de Guadalupe y duque de Regla en su caballo el Jarocho | Proyecto en plastilina que fundió en escultura y fundición en la Academia de San Carlos. Esta última le intere- plata | 1922 saba en particular para perfeccionarse en el método de la cera perdida, el método que más utilizaba para elaborar sus esculturas y piezas de orfebrería, el cual se explicará más adelante en el artículo de Patricia Cox “Cómo se funde una estatua”. También asistía a la Academia de San Carlos porque ahí tenía oportuni- dad de relacionarse con los pintores, escultores y arquitectos de la época, intercambiar ideas y enriquecer su formación. Entre los artistas que cono- ció se cuentan: Germán Gedovius, Gerardo Murillo, Dr. Atl; Joaquín Clausell, Diego Rivera, Pastor Velásquez, Fidias Elizondo, Manuel Centurión, Rafael Olvera, Lorenzo Rafael, Ignacio Asúnsulo, Adolfo Laubner, Juan Urbina, Juan Olaguíbel, Argüelles Bringas y el doctor Carlos Dublán, algunos de los cuales llegaron a ser buenos amigos suyos. Leopoldo Zincúnegui comenta sobre don Luis Albarrán:

... Después el artista que llevaba dentro de sí, fue cuajando y afirmándose en sus conocimientos, hasta llegar a ser el gran escultor y modelista que es en la actualidad, ya perfeccionado por la técnica y la práctica. Empezó produciendo pequeños monitos y diminutos bibelots, acabando por ser un formidable minia- turista, sobre todo tratándose de figuras de animales, los que modela con una fidelidad asombrosa...11

Hacia 1921 conoció en Chapultepec a don Marcos E. Raya, distinguido charro mexicano, quien era de las personas interesadas en que se creara una asociación que se dedicara al cultivo de la charrería en todos sus aspectos. Al respecto don Luis le platicó lo siguiente a Sóstenes, el Caporal, en una entrevista que le hizo sobre la charrería:

... Don Marcos E. Raya me hizo una exposición de sus planes (muy bellos por cier- to) y cariñosamente me invitó a colaborar con él para la formación de este grupo; 11 Idem.

55 pero habiendo yo tenido urgencia de salir como agente viajero, me vi privado de haber sido fundador de la hoy floreciente Asociación Nacional de Charros...

... Aprovechando los días que mi trabajo me permitía de una corta estancia en México, concurrí siempre con los asociados de la Nacional a jaripeos que se da- ban en un corralón propiedad del señor Raya, en la colonia de los Doctores, y asimismo a todos los jaripeos de sabor ranchero que se efectuaban domingo a domingo en el pueblo de la Magdalena Mixuca...12

Así comenzó a realizar una serie de esculturas, entre las ecuestres se encuentran la que hizo en 1921, por encargo del doctor Reynaldo Deffis, para don Carlos Rincón Gallardo, marqués de Guadalupe y duque de Regla, miembro de la recién creada Asociación Nacional de Charros y del Club de Charros, encabezado por él abanderado del deporte nacional e infatigable dignificador del charro y de la charrería. Contribuyó en la charrería organi- zada, fijando normas rígidas y ortodoxas que imperan hasta la fecha. El marqués quedó tan complacido con la escultura que envió al escul- tor la carta que reproducimos a continuación:

Méjico, diciembre 13-1922.

Sr. Dn. Luis Albarrán. Presente

Mi estimado y fino amigo:

El Dr. Deffis tuvo la gentileza de traerme la preciosa estatua, obra de las artís- ticas manos de Ud. Y realmente no encuentro palabras para expresarle a Ud. Lo encantado que estoy con la figura ni lo agradecido que me siento hacia Uds. Pues no pude haber tenido obsequio más de mi gusto.

12 Sóstenes, el Caporal, op. cit.

56 Don Marcos E. Raya y don Luis en Chapultepec El charro dorado ocupa y ocupará siempre el lugar preferente en nuestro Salón como recuerdo imperecedero de mis dos queridos amigos el Doctor y el notable artista.

Me pongo a los p. q. b. de su apreciable esposa y quedo de Ud. Su muy att. afm. amigo y S. S.

El Marqués de Guadalupe

Esta pieza estuvo en exhibición en un aparador de la joyería La Es- meralda, ubicada en avenida Madero esquina con Isabel la Católica, en el centro de la ciudad de México, y podemos decir que sirvió para promocio- nar al escultor, pues a raíz de que esta obra estuvo expuesta al público, le encargaron la ejecución de otros trabajos. Ahí tuvo oportunidad de conocer esta escultura en plata don José de Jesús Pliego, quien al ver esta pieza ecuestre tan bien lograda quedó viva- mente impresionado por la calidad y fidelidad, por tal motivo le pidió a los dueños de la joyería que lo pusieran en contacto con tan magnífico artista (pues él no lo conocía), ya que al verla le nació la idea de ser representado con su caballo predilecto. Y así fue como don Luis le hizo dos esculturas ecuestres, una a la usanza charra y la otra a la inglesa. Otra persona que al conocer la escultura del marqués se interesó en que lo pusieran en contacto con el escultor fue el arquitecto Luis G. Olvera, tesorero de la Comisión Organizadora del Congreso Nacional Eucarístico, para encargarle la fundición de una custodia monumental. Esta obra fue todo un reto, pues todavía no dominaba completamente la técnica del vaciado; le costó mucho trabajo porque no sabía bien cómo sostener los corazones de las columnas para que éstas fueran huecas y no se contra- jera la plata, pero motivado por su tenacidad y constancia logró obtener su objetivo. La primera escultura que realizó para una institución pública se inau- guró en noviembre de 1924: El chapulín, que realizó para la fuente que se

58 Don José de Jesús Pliego montado a la usanza charra e inglesa | bronce | 1923 encuentra en el alcázar del Castillo de Chapultepec, así como el pato y la tortuga en bronce localizados en el centro de la fuente de Las Ranas, ubi- cada en el cruce de Paseo del Bosque y Gran Avenida. Al año siguiente fundió el busto que se colocaría en el monumento a Felipe Carrillo Puerto, en Tacuba de Morelos, en la ciudad de México. El diseño escultórico lo realizó Fernando Toriello y el proyecto arquitectó- nico, S. Calderón. En 1926 la Asociación Nacional de Charros, formada como tal en 1921, convocó a todos los artistas relacionados con la charrería a un concurso para que presentaran proyectos para la construcción del Monumento al Charro, para erigirlo a la entrada del Bosque de Chapultepec. Dicho mo- numento tendría como ejemplo los levantados en varios países a la figura representativa de su nación. En este concurso había un primer y un segundo premios para recom- pensar a los triunfadores, y desde luego la construcción del proyecto que obtuviera el primer lugar.

En dicho concurso tomaron parte los mejores escultores y modelistas de México; pero resultó que al abrir los sobres que amparaban los trabajos presentados, los correspondientes a los que se les habían asignado el primero y el segundo premios, correspondían al mismo concursante... esto es: a Luis Albarrán y Plie- go. Rigurosamente histórico... Detalle revelador que pinta de cuerpo entero al hombre y su capacidad artística.13

El general Roberto Cruz, además de ser el presidente de la Asocia- ción Nacional de Charros, era el jefe de la policía; al ocurrir el asesinato de Álvaro Obregón lo destituyeron y se fue a Estados Unidos, por lo cual el programa para realizar el Monumento al Charro se quedó pendiente. Desafortunadamente este proyecto nunca se llevó a cabo, lo cual es una lástima porque el premio consistía precisamente en realizar el monumento.

13 Leopoldo Zincúnegui Tercero, op. cit.

60 Segundo premio, Monumento al Charro | 1926 Primer premio del concurso al charro mexicano | 1926 Premiación del Monumento al Charro. De izquierda a derecha al fondo: don Carlos Rincón Gallardo, Crisóforo Peralta o Enrique Torres Ovando, no identificado, retrato de Álvaro Obregón, Filemón Lepe, no identificado, Miguel M. Delgado, Luis de León y Morales y Arturo. Adelante: licenciado Ramón Cosío González, Sr. Rodríguez, maqueta del primer lugar, general Roberto Cruz, Luis Albarrán y Pliego, Antonio Gómez Velasco y el arquitecto José Albarrán y Pliego Facsímil del cartel grabado en madera, por Gabriel F. Ledesma, donde aparece el Armadillo cincelado por Luis Albarrán, publicado en la revista Forma escuela de escultura y talla directa

El antecedente directo de la Escuela de Escultura y Talla Directa fue el gran éxito que alcanzaron las escuelas de pintura al aire libre. La primera de éstas se fundó en 1913 a petición del director de la entonces llama- da Academia Nacional de Bellas Artes, el pintor Alfredo Ramos Martínez, nombrado por Victoriano Huerta al ascender a la presidencia del país. Ramos Martínez, para conseguir dicha escuela, mandó una carta al secretario de Instrucción Pública de la dictadura huertista, Nemesio García Naranjo, en donde “expresaba el deseo de que sus alumnos trabajaran directamente de los modelos y en contacto con la naturaleza, en sitios donde el follaje y los efectos de perspectiva expresaran caracteres pro- pios de México... dando la oportunidad al nacimiento de un verdadero arte nacional...”.14

... La primera Escuela al Aire Libre se fundó en una casa en el pueblo de Santa Anita Ixtapalapa y como lo característico fue la enseñanza del impresionismo francés con relación al paisaje que introdujo Ramos Martínez, se le puso el nombre de “Barbizon”, en honor del lugar en Francia, en donde en la primera mitad del siglo xix, residieron artistas que pintaban paisajes del natural, en contraposición del paisaje clasicista e histórico... 15 14 Raquel Tibol, Historia general del arte mexicano. Épo- ca moderna y contemporánea, Hermes, México-Buenos Aires, 1981, p. 22.

15 Itzel Rodríguez Mortellaro, op. cit., p. 23.

65 Con la caída de Huerta, el Barbizon mexicano interrumpió su labor y fue hasta 1920 cuando el pintor Alfredo Ramos Martínez reorganizó las escuelas al aire libre, continuando con su proyecto hasta 1935. Estas escuelas tuvieron una gran acogida entre la población y de alguna manera allanaron el camino para que, el 10 de marzo de 1927, el escultor Guillermo Ruiz lograra “su creación de mayor trascendencia histórica y social”,16 al fundar la Escuela de Escultura y Talla Directa, en el patio del exconvento de La Merced y dependiente, como las demás escuelas y centros, de la Secretaría de Educación Pública. En la opinión del crítico de arte Justino Fernández, la fundación de dicha escuela “Es el esfuerzo más serio e importante que se ha hecho en los últimos años para el resurgimiento de la escultura en México...”.17 Don Luis, al igual que Guillermo Ruiz y Gabriel Fernández Ledesma, fue uno de los fundadores de dicha escuela; también colaboró como jefe del Departamento de Fundición Artística, la cual comprendía las siguientes materias: aprendizaje de moldes para hacer vaciados en cera, retocado de las mismas figuras con hierros calientes, aplicación de entradas de metal y salidas de aire, recubrimiento de esculturas para ser pasadas al fuego, cocción para el desalojamiento de la cera, aleación de los metales em- pleados en la fundición artística, fusión de los metales, así como cincelado de esculturas en bronce y pátina de las mismas. Guillermo Ruiz acababa de regresar de Europa, después de haber es- tudiado con el escultor José de Creeft, quien abanderaba el movimiento de los tallistas. El método de trabajo era colectivo, se buscó establecer una acti- vidad que creara vínculos solidarios entre los productores, a la manera gremial, además de lograr un arte auténticamente democrático. Asimis- mo, en el taller se fomentaba la sensibilización, la espontaneidad y el orgullo por el trabajo manual. 16 Mario Monteforte, Las piedras vivas, escultura y socie- El sistema que manejó esta escuela fue la talla directa en piedra, sin dad en México, unam, México, 1979. previo modelado en barro, copiando directamente de la naturaleza y no de 17 Justino Fernández, El arte moderno en México. Breve historia, siglos xix y xx, unam-Porrúa, México, 1937. modelos en yeso, como anteriormente se hacía.

66 Armadillo | Lámina de hierro repujada, remachada y cincelada | 1927 Tanto el método de enseñanza como el tratamiento pictórico eran más libres. Se fomentó el tema de lo mexicano; se pintaban escenas y personajes populares en parajes de los alrededores, pues era más espon- táneo y permitía una mayor libertad creativa. Además de la talla en piedra, existían otras clases complementarias como la talla en madera, el forjado en hierro, platería, aleación de metales y trabajos en terracota, entre otras. En la primera exposición que organizó la Escuela de Escultura y Talla Directa, los alumnos presentaron una obra original e interesante, “... la cual se mostró como una de las mejores obras de la escuela...”.18 La idea original fue de Gabriel Fernández Ledesma y consistía en una puerta tallada en ma- dera (cedro rojo). Los alumnos ejecutaron los tableros y el escultor Albarrán y Pliego fundió los mascarones en bronce que se aplicaron a dicha puerta. Don Luis, al tiempo que enseñaba la técnica de la cera perdida a los alumnos de la escuela, continuaba produciendo su obra: cuando colabora- ba en alguna fundición, trabajaba sus obras en la escuela, contribuyendo de esta manera a que los alumnos aprendieran mejor. De esta época son dos piezas de animales trabajadas en lámina de hierro repujadas, ramachadas y cinceladas directamente: Armadillo y Pinacate rueda bolas, las dos realizadas en fierro negro; la bola del pinacate era una esfera trabajada en cobre. El Armadillo salió publicado en la revista Forma (revista especializada en artes plásticas) en 1927, volumen 4, página 37. Sobre la obra de Albarrán y Pliego, el crítico de arte Justino Fernández escribió lo siguiente:

Es uno de los escultores contemporáneos más distinguidos. Ha trabajado, con especialidad el vaciado en metal, técnica que domina completamente... Sus obras originales son refinadas, llenas de vida y movimiento, cultiva el realismo que no le impide hacer estilizaciones tan interesantes como su Armadillo, pe- 18 “Armadillo. Lámina de hierro repujada, remachada y cincelada...” Forma, vol. 1, núm. 4, México, 1927. queña escultura en lámina cincelada. Sus esculturas pueden considerarse de

19 Ibidem, p. 33. verdadero mérito...19

68 Se puede afirmar que Armadillo fue una pieza que llamó la atención, pues además de ser publicada en la revista Forma, Gabriel Fernández Le- desma incluyó la imagen en grabado que realizó para un cartel.

Pinacate rueda bolas | Hierro y cobre cincelado | 1927 Detalle del mascarón Puerta tallada en cedro rojo. Escuela de Escultura Talla Directa. Mascarones fundidos por Luis Albarrán | ca. 1927 exposición mundial de sevilla, 1929

Dos años más tarde, en su carácter de profesor jefe de enseñanza para la fundición artística de la Escuela de Escultura y Talla Directa, la universi- dad nacional, a través de la Secretaría de Educación Pública, y en atención a sus méritos, lo comisionó a él y a otros escultores, entre ellos a Guillermo Ruiz, del 1 de febrero al 30 de junio de 1929, para que realizaran un viaje por Europa con el fin de estudiar en los principales centros educativos de Florencia, Madrid, Barcelona y Sevilla, todo lo relativo a la enseñanza de la fundición artística, así como exponer su trabajo en la feria mundial de Sevilla, España. Para llegar a Europa siguieron la ruta acostumbrada en esos tiempos: arribaron a Veracruz en tren, donde se embarcaron en el vapor Alfonso XIII de la marina española; despúes partieron a Cuba, donde permanecieron día y medio, y de ahí realizaron una escala en Nueva York, que los recibió con un frío tremendo. Continuando con su itinerario, se dirigieron a Cádiz, puerto en el cual desembarcarían, pero debido a un fuerte temporal el barco se desvió y desembarcaron en Vigo. En España visitó Santiago de Compostela, Salamanca, Ávila, Segovia y Mérida hasta llegar a Sevilla, sede de la exposición mundial de 1929- 1930, ahí presentó dos obras, una taurina y otra de charrería: La última querencia y Barbas de oro, con las cuales obtuvo medalla de oro y diploma de primer lugar.

71 Tripulantes del barco Alfonso XIII en un momento de calma durante el trayecto a Europa En su afán por aprovechar al máximo su viaje a Europa y de enriquecer sus conocimientos recorrió los principales museos y galerías de los países que visitó, admirando las obras de los grandes maestros. Como sus recursos económicos eran pocos, pues es bien sabido que los becarios de todos los tiempos siempre han recibido apoyos limitados, recurrió a la venta de algunas de las obras que produjo durante su estancia en el viejo continente. Al llegar a París la suerte lo favoreció. Cuando iba saliendo de la estación del tren vio un montoncito de billetes tirados en el suelo y rápidamente les puso la maleta encima; se esperó una hora por si acaso alguien se acercaba a buscarlos, pasado el tiempo que él consideró prudente los recogió; esto le permitió viajar a Italia, donde visitó algunas ciudades para enriquecerse con sus monumentos y museos. Cuando llegó a Monte Carlo, por coincidencia, se encontró con su primo Pedro Silva Albarrán, quien paseaba por Europa porque se había sacado la lotería. Le sobraban 500 pesetas de lo que había destinado para el juego y le dijo: “A ver si tienes más suerte que yo”. Don Luis entró al casino, cambió las pesetas por fichas y se las puso al 13 negro, y qué sorpresa tu- vieron los dos cuando don Luis le atinó “en seco”; entre la emoción y que no dominaba bien el francés no entendió lo que le dijo el crupié, y no retiró las fichas; al girar de nuevo la ruleta volvió a salir el 13 negro y entonces sí recogió las fichas, le dio su propina al crupié, las cambió, le entregó la mitad de sus ganancias a su primo y se regresó a Madrid a continuar con su aprendizaje. La mejor oportunidad de enriquecer su formación artística la ob- tuvo en la importante fundición artística Masriera y Campins, en donde fundían las esculturas del famoso escultor valenciano Mariano Benlliure (1862-1947). En el taller solicitó empleo y tuvo oportunidad de trabajar con Benlliure, ayudándole a retocar, vaciar, cincelar y terminar varias de sus esculturas, lo cual le fue de gran utilidad, ya que su principal interés era perfeccionarse en el procedimiento de la cera perdida.

73 Para lograr el óptimo aprovechamiento de estas enseñanzas artísti- cas, convino con el artista valenciano en que medio tiempo de la jornada de trabajo le ayudaría y la otra mitad la iba a dedicar a observar a los obreros en sus tareas, para captar mejor las técnicas de fundición, pues para él era muy importante ver cómo se debía preparar la fórmula de la cera y cómo fijar los corazones, principales problemas que se le habían presentado al realizar sus esculturas. Como Benlliure estaba muy complacido con su trabajo, le pidió que se quedara a trabajar con él, pero a don Luis lo que le interesaba era perfec- cionarse en el método de la cera perdida y de la arena para poder realizar mejor su labor escultórica y enseñarla en México, así que rechazó la pro- posición y se dispuso a regresar; llegó a México el 29 de julio de 1929. Con todos los conocimientos adquiridos, a su retorno montó un buen taller de fundición para que se realizaran trabajos a la cera perdida y a la arena, y se empeñó en preparar de la mejor forma a sus operarios. Por su profesionalismo logró que su taller fuera el más solicitado para fundir las principales esculturas y placas conmemorativas realizadas por los escultores mexicanos y extranjeros que radicaban en el México de aquella época. El escultor Ernesto Tamariz comentó “que prefería el taller de Albarrán y Pliego porque sobre todo respetaba la obra escultórica, porque como escultor, y no como simple fundidor, entendía lo que los artistas habían querido representar, procurando afinar el procedimiento del vaciado, sin distorsionar las cualidades de cada pieza...”.20 También de su taller surgieron magníficos artesanos fundidores, como Moisés del Águila y Eugenio Ortiz (quienes aparecen en la fotografía que se hiciera al terminar la placa de la compañía de seguros La Nacional, en 1933), que tiempo después serían muy solicitados por los escultores del momento. Entre las obras que se fundieron en este taller (1930-1933) se cuentan las placas que realizó para el edificio del Banco de Londres y México, y las placas del Puente de Mezcala. En esta época, además de trabajar en su taller, también fungía como 20 Entrevista al escultor Ernesto Tamariz, 1987. director de fundición en el Instituto Técnico Industrial (iti), que se encon-

74 Comisión de la unam para asistir a las escuelas europeas traba en la calle Allende núm. 80, en el centro de la ciudad de México y que posteriormente se trasladó a espaldas de la Escuela Revolución, en la colonia Doctores.

Placa del Banco de Londres y México | 1930-1933 Luis Albarrán con Placa del Puente de Mezcala | 1930-1933 Diploma de premiación, que a la letra dice: “El jurado superior de recompensas ha concedido Medalla de Oro al señor Luis Albarrán y Pliego, en la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929-1930) por sus piezas: La última querencia y Barbas de oro La última querencia | bronce | 1929 Escultura de Francisco I. Madero para la ciudad de Puebla | Escultor Ernesto Tamariz. Fundidor: Luis Albarrán | 1932 cooperativa de escultores

En 1931 un grupo de escultores formó una sociedad cooperativa presidida por Moisés Quiroz. A los escultores les interesaba realizar obras que interpre- taran las inquietudes y aspiraciones de su época y llevar a cabo la fundición de las esculturas en México y no en el extranjero, como se acostumbraba.

... En la cooperativa se trabajó con orden e iniciativa, con el espíritu de com- prender las exigencias de la escultura moderna y su relación con las necesidades arquitectónicas, reanudando la tradición escultórica mexicana, apoyándose en lo más valioso del hecho social e histórico contemporáneo...

... La cooperativa funde las esculturas de sus escultores, hace el plano arquitec- tónico y lo realiza y, si es necesario adapta y renueva la arquitectura, el paisaje de la plaza pública o del jardín en que debe colocarse el monumento...

Entre los trabajos que realizó la cooperativa se puede citar una figura de Francisco I. Madero, modelada por el escultor Ernesto Tamariz. Don Luis llevó a cabo la fundición de esta pieza colosal “su capacidad lo demuestra el que haya fundido a la ‘cera perdida’ esta figura, que tiene tres y medio metros de alto...”,21 la cual se destinó como monumento para la ciudad de Puebla y fue inaugurada el 22 de febrero de 1932. Otros monumentos que realizó la cooperativa fueron el de Emilia- 21 Máximo Bretal, “Un ejemplo: la Cooperativa de Escul- no Zapata, del escultor Oliverio Martínez; uno de Morelos, diseñado por tores”, Revista de Revistas, 23 de febrero de 1932, p. 49.

81 Ernesto Tamariz y Oliverio Martínez, y uno de Emilio Carranza para la ciudad de Saltillo. En 1988 tuve la oportunidad de entrevistar al escultor Ernesto Tamariz y me comentó lo siguiente sobre mi abuelo:

Él hacía muy buenas esculturas, indudablemente hacía unos animales formida- bles, con mucho realismo, fuerza y vigor, pues conocía con mucha precisión su anatomía, lo admiraba mucho como escultor.

Tenía más fama como fundidor, porque las mejores piezas que se hacían en México eran hechas por el maestro Albarrán, pero como escultor fue magnífico y aun como pintor acuarelista, yo le conocí acuarelas muy buenas; y sobre todo como amigo y como hombre, era un hombre extraordinario.

Yo veía al maestro Albarrán como maestro de fundición y lo que quería era que él me enseñara a fundir y él bondadosamente lo hizo, me dio trabajo y hasta me ayudó a fundir.

Casi todos le mandaban a fundir sus esculturas porque él respetaba lo que el escultor hacía, tratando de superarlo y para eso se requería que fuera escultor, ya que no cualquier fundidor podía hacerlo. Fue el maestro más connotado de fundición, era muy cuidadoso y escrupuloso con las obras que fundía.

El método de fundición que estudió, en el que se desarrolló y se perfeccionó, fue el de la cera perdida, el cual es un procedimiento bastante complicado, que hacen sólo los que tienen un conocimiento profundo del mismo.

82 El chapulín | bronce | 1924 Nota publicada en Excélsior sobre la primera exposición individual de Luis Albarrán | 1932 primera exposición individual

El 23 de febrero de 1932 se inauguró en la Galería Excélsior —en la avenida Madero núm.18, en el centro de la ciudad—, la primera exposición individual de la obra de Luis Albarrán y Pliego. La exposición comprendía tres partes: la escultórica, en la que destacan las obras de estudio de tipo nacional, como la escultura ecuestre de don Carlos Rincón Gallardo; la de repujado, y la de orfebrería, compuesta por más de cincuenta valiosas alhajas, todas trabajadas directamente por el artista. “La obra de Luis Albarrán tiene una significación capital para la es- cultura moderna, como expresión estética y como realización de oficio”. Estas líneas fueron publicadas en Excélsior con el título “Otra exposición en la Galería Excélsior”. Entre los asistentes a dicho evento figuraban el ingeniero Alberto J. Pani, secretario de Hacienda; el licenciado Carlos Trejo y Lerdo de Tejada; los escultores Ignacio Asúnsulo, y Carlos Bracho; los pintores Gabriel Fernández Ledesma, Carlos Mérida, David Alfaro Siqueiros, Francisco Díaz de León, entre otros. Respecto a la exposición antes mencionada, el escultor Federico Ca- nessi escribió:

Como para ilustrar una de las fases de la disputa de la escultura, el escultor Luis Albarrán abrió una exposición en la galería Excélsior, en la que presenta una obra variada y abundante. Albarrán es, entre los mexicanos el que mejor conoce todas

85 las exigencias del terrible y admirable oficio de escultor. Probablemente es el único capaz de realizar la fundición de obras de importancia...22

Federico Canessi escribió lo anterior debido a la disputa que tenían los escultores en México, porque él publicó en la Revista de Revistas los comentarios que se hicieron respecto a la misma, y también a través de este artículo invitaba al público a escuchar la conferencia que se daría el día de la clausura, el 7 de marzo del mismo año, “Sobre los problemas de la escultura contemporánea en México”, la cual se transmitió por la X E X de Excélsior. Mientras don Luis continuaba con su trayectoria artística, daba clases de fundición en la Escuela Superior de Ingenieros Mecánicos y Electricis- tas, y sobre la escuela se escribió este comentario:

... separado de las escuelas de arte para ejercer su enseñanza en centros en los que, por más que parezca paradójico, será más fructífera... De ahí saldrán operarios, obreros que se limiten, por ejemplo a practicar mecánicamente su oficio de fundidores; pero también pueden salir artistas que tengan diversas ventajas sobre los otros, entre ellas la de la humildad...23

Don Luis tenía que acudir a renglones de carácter comercial (aunque se opusieran al ideal de su vida), los cuales le proporcionaban los recursos necesarios para realizar las obras que a él le interesaba hacer. Para ilustrar lo anterior citaré las palabras de Roberto de la Selva en un artículo publicado en la revista México al Día:

En nuestros círculos artísticos el escultor Luis Albarrán y Pliego, es ampliamente conocido y se destaca de manera admirable como fundidor. Albarrán y Pliego es el Benlliure mexicano, naturalmente menos famoso. Y es tan fino, que no sería vano asegurar, cuando olvidándose de toros y caballos de pica, interpreta nues- 22 Federico Canessi, “La disputa de la escultura”, Revista de Revistas, 6 marzo de 1932, p. 36. tro ambiente; también podemos asegurar que hay más calidad en los trabajos de

23 Idem.

86 éste, que en los realizados en la India por Allan Clark, el famoso escultor que tiene bien ganados laureles en Estados Unidos, así como dólares.

¿Qué hace Albarrán y Pliego?

Como todo artista en México, pasar la vida con una clasesita. Y cómo es lamen- table que tamaño artista, el único que podría fundirnos una estatua como El Caballito, o más grande, se dedique a pequeños bibelots, donde por pequeños, pasan desapercibidos en nuestro ambiente arrasador; porque si tuviéramos una cultura sin alardes, eso no tendría importancia, pues basta recordar las diminu- tas musas de Clodión y las divinas Tanagras...24

24 Roberto de la Selva, “La vida artística en México. Imagen de los andamios que se montaron alrededor del general Villada cuando el La obra del escultor mexicano Luis Albarrán y Pliego”, escultor realizó la escultura en plastilina | ca. 1941 México al Día, 1 de mayo de 1933, pp. 15 y 16. Momento de la premiación a Chucho Solórzano con el trofeo Toro de bronce | 1937 trofeos taurinos

A partir de 1932 realizó una serie de trofeos taurinos que favorecieron la Cervecería Central y la Sociedad para la Ceguera en México, los cuales se entregaban al finalizar cada temporada, para premiar al mejor torero, a la mejor ganadería, la estocada de la temporada, etc. Sus obras constituyen una tauromaquia escultórica. Antes de ser otorgados, los trofeos se exhibían en la joyería La Esmeralda, o bien en el Museo Taurino, ubicado en la calle 16 de Septiembre núm. 13, en el centro de la ciudad. Entre los trofeos taurinos que realizó se cuentan los titulados: El torero de la temporada, La estocada de la tarde, El triun- fador, Toro de bronce, Bravura, etc., de los cuales haré una descripción detallada en un apartado especial. De los primeros bustos que realizó se encuentra el de su padre, don Benito Albarrán y Pliego, el cual seguramente llevó a cabo por amor filial. Es un busto de gran calidad tanto por el parecido como por las texturas. A principios de mayo de 1933 entregó el busto (que hizo por encargo) del hijo del general Abelardo Rodríguez, presidente de la república, y unas mancuernillas con el rostro del mismo niño, así como el busto del licen- ciado Javier Gaxiola (padre del abogado del mismo nombre), secretario particular del presidente Abelardo Rodríguez. También se le encomendó la fundición a la arena de una placa para el edificio de la compañía de seguros La Nacional, ubicado en la avenida

89 Juárez, frente a Bellas Artes, realizada por el escultor Manuel Centurión. Dicha fundición se llevó a cabo en el iti, en la calle de Allende núm. 80. El 18 de mayo de 1933 causó alta como maestro modelador en la Es- cuela Industrial de Artes y Oficios para Varones, en la ciudad de Toluca, Estado de México. A pesar de sus tareas académicas, no descuidaba su participación como expositor.

Toro padre | bronce | ca. 1935 El escultor modelando el trofeo taurino La estocada de la tarde | bronce | 1935 Luis Albarrán y sus operarios, tomada el día en que se terminó la fundición de la placa de La Nacional. Este edificio fue el primer rascacielos que se construyó en la ciudad de México y está ubicado frente a Bellas Artes. La placa se encuentra en el quicio de la puerta de entrada. De izquierda a derecha aparecen: persona no identificada, Eugenio Ortiz, Silvino, el escultor Albarrán y Pliego, Luis Albarrán Boeuf (hijo del escultor), Terrones, Carlos y Moisés del Águila. Escultor Manuel Centurión, fundición Luis Albarrán y Pliego | bronce a la arena | 1932 exposición colectiva

La Sala de Arte Mexicano presentó, a partir del 18 de agosto de 1933, una exposición colectiva en la que participaron Fermín Revueltas con pintura, Roberto de la Selva con tallado en madera y Luis Albarrán con escultura, la cual inauguró el Secretario de Educación Pública, el profe- sor Jesús Silva Herzog. Entre las obras que presentó el escultor, las más elogiadas fueron una india vendedora de patos, titulada India patera, y Perro en apuros; la pri- mera por el conocimiento de los tipos mexicanos y la segunda por la forma tan personal y peculiar de captar las actitudes específicas de los animales en determinado momento. En 1935 el doctor Carlos Dublán, director de la Facultad de Filosofía y Bellas Artes de la Universidad Nacional Autónoma de México, lo invitó a colaborar como profesor de fundición.

India patera | bronce | 1933 Perro en apuros | bronce | 1933 monumento a lázaro cárdenas

Cuando el ingeniero José Loreto Favela era director de Obras Públicas del Departamento Central del Distrito Federal encargó a los escultores Albarrán y Pliego y Oliverio Martínez una estatua del presidente de la república, el general Lázaro Cárdenas, para ser colocada en la entonces recién construida Escuela Revolución, ubicada en los terrenos de La Vaquita, cerca del rastro de la ciudad. La escultura fue hecha en barro y representa- ba, con técnica vigorosa y moderna, al general Lázaro Cárdenas sentado con un niño y una niña entre sus brazos, en una actitud protectora y señalando horizontes mejores para México, simbolizados por los infantes. Debido a la indiscreción de un periodista que publicó la noticia en el periódico en no- viembre de 1933, la estatua no llegó a colocarse en el sitio elegido ni a ser conocida por el público, porque sufrió la ira del general Lázaro Cárdenas, quien la mandó destruir, arguyendo que no quería monumentos en vida.

95 Pancho Villa (Doroteo Arango) | bronce | 1936 Emiliano Zapata | bronce | 1936 Fray Bernardino de Sahagún | bronce | 1937 fundición artística

En el inicio de su gobierno, el presidente Lázaro Cárdenas mandó llamar al escultor Luis Albarrán y Pliego para que se hiciera cargo de la elabora- ción de esculturas que necesitaba para concederlas como trofeos en la subdirección que se llamó Fundición Artística de la Fundición de Artillería; así, Albarrán fabricó numerosas representaciones de Pancho Villa, Emilia- no Zapata (bustos y esculturas ecuestres) y temas campesinos, las cuales se donaban en las exposiciones agrícolas y ganaderas: grupos de arado con yuntas y con troncos de mulas; agraristas tipo norteño, sureño y de altiplano central; peleas de marranos, de gallos; toro padre, vaca lechera, caballo, potrillo, borrego, chivo, etc., así como representaciones de atle- tas: corredor olímpico, basquetbolista, polista, flechador, entre otras. También realizaba trofeos hípicos para los concursos que organizaba la Secretaría de la Defensa Nacional. El escultor Lorenzo Rafael, su gran amigo y colega, también trabajaba en la Fundición de Artillería y ahí realizó piezas de personajes como Simón Bolívar, San Martín, etc., que el presi- dente obsequiaba a los gobiernos de los países sudamericanos. Era tanto el interés que Cárdenas tenía en estos trabajos que mandó construir un puente directo entre la casa presidencial y el taller. En 1936 realizó otras cuatro esculturas ecuestres; dos fueron hechas para el general Cárdenas, una de Francisco Villa y otra de Emiliano Zapa- ta, figuras que el general tenía en la entrada de su casa de Cuernavaca; la tercera fue del popular charro don Marcos E. Raya, quien fue el primer

99 presidente de la Asociación Nacional de Charros, constituida el 4 de junio de 1921, y la cuarta fue una réplica de la escultura ecuestre de Carlos IV, “El Caballito”. En este mismo año realizó bustos de personajes importantes para la recién inaugurada Biblioteca del Congreso de la Unión, entre ellos están: Sor Juana Inés de la Cruz, fray Bernardino de Sahagún, Guillermo Prieto, Melchor Ocampo, Salvador Díaz Mirón y Gabino Barreda. Cabe mencionar que en dicha biblioteca se encuentran otros bustos de personajes destacados de México, los cuales son obra de otros escultores contemporáneos, pero Albarrán y Pliego realizó la fundición de las piezas. Actualmente las obras que aún se encuentran en esta Biblioteca son Sor Juana, Guillermo Prieto, Melchor Ocampo y Gabino Barreda; las otras dos se encuentran en la Biblioteca del Congreso en la Cámara de Diputados. Cuando el general Manuel Ávila Camacho era secretario de la Defensa Nacional se celebró en la ciudad de México, en febrero de 1939, el encuen- tro internacional de polo, entre los equipos de Oklahoma y Marte, y se premió al equipo vencedor con un trofeo de Albarrán y Pliego. Nuestro artista trabajó intensamente para entregar los trofeos a tiempo y con gran calidad para que México hiciera un buen papel, pues se trataba de un concurso internacional; sin embargo, nunca recibió el pago de su trabajo debido a los avatares políticos, porque el general Ávila Camacho dejó la Secretaría de la Defensa Nacional para iniciar su campaña política presidencial. Así ha sido siempre nuestro medio, la tarea artística carece de importancia para los políticos, y se le niega todo aliento a los artistas. “‘Los cuadritos’, ‘los versitos’, ‘los monitos’, forma despectiva que tienen para referirse a las obras de arte, mientras en otras partes sí alcanzan ho- nores y remuneraciones...’”25 Para conmemorar el XXVIII aniversario del inicio de la Revolución mexicana, en febrero de 1938 realizó un enorme busto de bronce de Francisco Villa, donado por el general Velásquez, para un monumento que le erigieron en Ciudad Lerdo, Durango, con el objeto de rendir ho- 25 Xavier Sorondo, “Caballos y toros”, Revista de Revis- tas, año 28, núm. 1501, México.

100 menaje al jefe de la División del Norte, uno de los primeros que encendió la rebelión maderista.

Sor Juana Inés de la Cruz | bronce | 1937 El escultor modelando en plastilina la escultura de doña Francisca Pulido Cuevas la Titiritera | bronce | 1939 academia de san carlos

Por el año de 1939 Albarrán y Pliego asistía a la Academia de San Carlos a tomar clases de pintura al desnudo y ahí conoció a un personaje peculiar de México, una titiritera llamada Francisca Pulido Cuevas, quien aparece fotografiada haciendo bailar sus títeres en el libro de titu- lado Muñecos animados. Historia, técnica y función educativa del teatro de muñecos en México y en el mundo, editado por la Secretaría de Edu- cación Pública, en el cual recopiló el trabajo realizado por un grupo de ar- tistas para la creación de un teatro escolar. Entre el grupo de artistas que participaron, además de Angelina Beloff, estaban Fermín Revueltas, , Leopoldo Méndez, Ramón Alva de la Canal y Germán Cueto. También Ángeles Garduño realizó un grabado (litografía) de aquella mujer, el cual aparece en el catálogo de la Exposición de Grabados lle- vada a cabo por la Sociedad Mexicana de Grabadores en el Ateneo Español de México, en 1953. Los pintores de la academia hicieron varios retratos de este personaje, y don Luis la perpetuó en bronce en una escultura titu- lada Titiritera.

Titiritera | bronce | 1939 Ceremonia de inauguración del Monumento a la Bandera en la ciudad de Toluca | 1940 monumento a la bandera

En 1940 el gobernador del Estado de México, coronel Wenceslao Labra, emprendió una intensa y extensa campaña con el fin de revalorar en toda su hondura y amplitud el culto por el lábaro tricolor, por lo que se edificó un monumento de relevancia, el Monumento a la Bandera en la ciudad de Toluca, en la confluencia de las avenidas Hidalgo y Morelos oriente.

... Consiguió, incluso, que el gobierno de don Manuel Ávila Camacho patrocinara la erección del monumento y la fijación, por decreto del Ejecutivo nacional, del 21 de febrero como Día de la Bandera. En esa fecha y en 1940, Ávila Camacho vino a Toluca a inaugurar el Monumento a la Bandera, con uno de los festivales cívicos más notables que recuerda nuestra capital del estado.[...] Fue don Armodio del Valle Arizpe (Hermano de don Artemio, cronista de la ciudad de México) quien diseñó el proyecto arquitectónico de la esbelta torre con su espejo de agua y sus hipogrifos sedientos. De las esculturas que aparecen a los lados, padre y madre de la raza de bronce enseñando a sus vástagos el emblema nacional, se encargó el artista Luis Albarrán y Pliego, toluqueño, de una familia de gran abolengo. La torre, que remata con el asta bandera, fue construida con el frente totalmente iluminado con los tres colores del lábaro patrio a fin de que iluminara por las no- ches el entonces poco transitado camino a México.26

Bajo el patrocinio del mismo gobernador, en 1941 se inauguraron los monumentos que realizó Albarrán y Pliego para darle realce a las princi- 26 Leopoldo Zincúnegui Tercero, op. cit.

105 El escultor realizando el Monumento a la Bandera para la ciudad de Toluca | mixta | 1940 pales avenidas de Toluca, de los generales José Vicente Villada, gobernador del Estado de México en la época porfirista, y de Agustín Millán, goberna- dor en la época revolucionaria. La develación corrió a cargo del entonces presidente de la república, general Manuel Ávila Camacho.

El escultor modelando en plastilina el águila del Monumento a la Bandera para la ciudad de Toluca | 1940 Exposición del Círculo de Escultores | 1942 círculo de escultores

En los años cuarenta participó en las exposiciones que realizaba el Círculo de Escultores, un organismo apolítico e independiente al cual pertenecían la mayoría de los escultores mexicanos y algunos extranjeros. Fue un esfuerzo de los escultores, un intento de revitalizar el interés por la escultura en México, pues siempre la pintura es la que ha tenido un lugar preferente en el gusto y aprecio de nuestro medio artístico, tanto de los particulares como del medio oficial. La primera exposición se realizó del 16 al 26 de febrero de 1942, bajo los auspicios de la Universidad Nacional Autónoma de México y se efectuó en la Academia de San Carlos. Los artistas que lo integraban, además de Albarrán y Pliego, eran: Fidias Elizondo, Ernesto Tamariz, Augusto Bozza- no, José Fernández Urbina, Lorenzo Rafael, Modesto Barrios, Roberto de la Selva, Natividad Correa, Manuel Centurión, José de la C. Tovar, Arnulfo Domínguez Bello, Juan Olaguíbel, Ignacio Asúnsulo, Miguel Ángel Fernán- dez, Enrique Guerra, Francisco Albert, Francisco Moctezuma, Humberto Hoffman, Moisés Guzmán, José D. León, José Morales, Julio Adeath, Pedro Abate y Adolfo Laubner. “Con el general Ávila Camacho estuvieron los ministros de Educación Pública, licenciado Octavio Véjar Vázquez; de Asistencia Social, doctor Gustavo Baz; el rector de la universidad, licenciado Mario de la Cueva, y un grupo de artistas, periodistas y literatos”.27 27 “La exposición de escultura en la Academia de San Carlos”, Excélsior, México, febrero de 1942.

109 El presidente de la república, general Manuel Ávila Camacho, inauguró la exposición y ofreció ayudar no solamente a la Academia de San Carlos, sino también al Círculo de Escultores, por el gran esfuerzo de unificación que habían logrado. La declaración de clausura la llevó a cabo el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, licenciado Mario de la Cueva, después de que hablaron los escultores Albarrán y Urbina. Sin embargo, esta agrupación subsistió apenas cinco años, debido a la indiferencia de algunos de sus miembros y del sector oficial; a pesar de esto existieron aportaciones estéticas por parte de sus agremiados. En la revista Cima se publicó la siguiente nota sobre esta exposición:

Dos grandes artistas, perfectamente conocidos ya en sus especialidades, con- tribuyeron a dar importancia y amplitud universal a la exposición del Círculo de Escultores. Nos referimos a Luis Albarrán y Lorenzo Rafael. El primero presentó una buena colección de sus ya famosas fundiciones con motivos de toros y charrerías; el esmero de su trabajo, que linda con las labores de platería, fue debidamente apreciado por el público. El segundo, el gran repujador Lorenzo Rafael, presentó varias notables planchas de repujado en las que se pone de manifiesto su dominio de este hermoso arte.28

A juicio de la crítica Columba Byrne, del periódico Excélsior, Albarrán y Pliego:

... es uno de los escultores más completos en conocimientos técnicos, ya que modela y funde su propia obra. Encontramos en él una personalidad perfecta- mente definida. Es difícil que haya quien pueda superar sus asuntos de toros, pues se advierte en ellos una fina sensibilidad y un pleno conocimiento,[...] lo que se advierte en su pieza titulada una buena vara [...] Un afán de superación se ve en la Pelea de gallos, cuya técnica moderna y amplio sentido decorativo, 28 Revista Cima, 1942. simplificación de masas y de detalle, hacen esperar de él que continúe con este 29 Columba Byrne, “La exposición de escultura en la Academia de San Carlos”, Excélsior, 6 febrero de 1942. esfuerzo.29

110 Patricia Cox | “Cómo se funde una estatua” | 1942 Luis Albarrán y Pliego expresó, en una entrevista que le hicieron sobre esta exposición, que su obsesión era: “Inmortalizar en bronce las costum- bres mexicanas”,30 lo cual concuerda perfectamente con la temática que él representaba. A raíz de esta exposición, la escritora de gran renombre Patricia Cox, autora de libros como El batallón de San Patricio y la Biografía de José Luis Alconedo, publicó en la revista Estampa el artículo “Cómo se funde una estatua”, que ilustra claramente el proceso tan elaborado para conseguir que el bronce tenga la expresión estética.

Luis Albarrán y Pliego, escultor y fundidor, nos invitó para asistir a la fundición de una estatua. Aquella tarde nublada y fría, cuando llegué a su taller, dos fogatas prendidas a ras de suelo me impresionaron con sus llamas de tonalidades ex- trañas; diríase que jugaban a hacer iris de colores. En ellas, los crisoles de grafito que contenían el bronce, ardían al rojo blanco.

La estatua que iba a fundirse, metida en un horno de ladrillos, se hallaba cubierta por enormes planchas de hierro embisagradas que hacían presión para evitar que el metal hirviente, al introducirse en el molde se dilatara y éste volara como empujado por titánica fuerza.

Con unas enormes tenazas, los crisoles fueron sacados de la hornaza y colocados en unos manerales —un arco de hierro con brazos largos—. Con un limpiador, que es una barra terminada en curva, se quitó al bronce las impurezas que flo- taban en su superficie. Las gotas del metal fundido saltaban como fuegos fatuos; después se volcó en los recipientes una pequeña cantidad de fósforo que ardió rápidamente iluminando el taller, que empezaban a invadir las sombras de la noche, con una claridad azul.

La nerviosidad se apoderaba de todos. Yo había buscado previamente un lugar donde pudiera verlo todo sin causar estorbo, y encaramada sobre un recio cajón 30 “Exposición del Círculo de Escultores”, año 3, núm. 139, Estampa, 3 de febrero de 1941. dominaba la escena.

112 Los hombres iban y venían matemáticamente, acostumbrados ya a la peligrosa y difícil tarea. Todos y cada uno saben el lugar que les corresponde y las maniobras que deben ejecutar. A pesar de ello, la sensación nerviosa del momento se perci- be en sus manos; en la expresión de sus rostros oscuros y en el brillo penetrante de sus ojos.

Los hijos de Luis, jóvenes estudiantes, ayudan a su padre en la dura tarea. Dili- gentes y serios han vigilado la preparación de todo; algunas veces sus manos han sabido también del fuego del bronce.

Todo está listo; ágilmente limpian el metal, colocan crisoles, toman herramientas.

—¡Un limpiador! —Grita de pronto Luis Albarrán. Y hay en su voz cierto temblor nervioso.

—Cada uno a su sitio. —La voz suena vibrante, como una clarinada de alegría.

—¡Bueno! —La orden es obedecida automáticamente y el chorro del metal hir- viente cae dentro del molde cubierto de placas metálicas. El golpe es preciso y solamente algunas gotas de bronce se desprenden para caer al piso con fatuidad de estrellas fugaces.

El molde está lleno y los crisoles se retiran, todavía ardientes, en los mismos manerales donde fueron colocados para vaciarse.

En un crisol queda un poco de metal. Abriendo un hueco en la tierra, el metal se vacía y se cubre. Los recipientes son colocados boca abajo, y son ahora, después de la labor, dos puntos luminosos en la penumbra del taller. El fuego empieza a apagarse. Los rescoldos dan una tenue claridad a los muros, donde algunas figuras parecen hacer muecas cuando las flamas se alargan.

Costeña | bronce | 1943

113 El trabajo ha terminado sin ningún contratiempo. Las miradas son alegres y la sonrisa ilumina los rostros. Mientras los hombres se cubren para librarse del frío de la noche, hacen broma de la angustia sufrida.

Hace muchos años que funde Luis Albarrán. Multitud de ensayos, de luchas, de fracasos ha sufrido. Cada figura representa un problema.

Después de que el escultor ha modelado en barro o algún otro material plástico su obra, ésta se vacía en yeso para después reproducirla nuevamente en cera con la mayor fidelidad posible. Una vez retocada la cera por el escultor, se coloca en el lugar preciso donde se va a fundir.

Se recubre con un mezcla líquida de polvo de ladrillo y yeso que llaman picadizo; operación que debe ser rápida y en vaciados continuos para evitar un fracaso posterior. Una vez cubierta la estatua de cera con dicha pasta, se improvisa un horno de tabiques a fin de secar por medio de fuego constante el picadizo hú- medo. La cera alojada en el interior del molde, por efecto del calor, empieza a derretirse, evaporándose; de ahí el clásico nombre del procedimiento: fundición a la cera perdida. El espacio que abandonó la cera vendrá a ser ocupado después por el metal fundido al penetrar el molde.

Ésta es la labor de días, paciente, continua, llena algunas veces de grandes sinsabores. Toda ella en sí es compleja, se diría que en ocasiones es obra del subconsciente, donde todo se adivina y el cálculo y las probabilidades campean hondamente.

Si una fundición fracasa, principia otro esfuerzo con sus angustias y complejidades.

Romper el horno y los moldes que han servido al metal para su gestación es emocionante. Sólo entonces se sabrá si la obra es perfecta.

114 Luis Albarrán y Pliego es hábil escultor. Sus asuntos de toros le dan una perso- nalidad fuerte y definida.

Intuitivo en su arte y en su oficio de fundidor, es digno de admiración y respeto.

Profundo conocedor de la charrería, sus esculturas son admirables por la pro- piedad de su interpretación y sentimiento. Su decoro estético lo ha llevado a la escultura monumental, a la que actualmente se dedica.

Gracias a la amabilidad y sencillez, con su carácter mexicanísimo, retraído y modesto, generoso y amigo, tuve el placer de ver realizado el proceso interesan- te y laborioso que da cima al anhelo del escultor de ver convertida su concepción estética en materia perdurable y eterna, en su grandioso espectáculo de fuego y arte.31

Como resultado de un viaje a Veracruz, se inspiró para hacer dos obras que salen de su temática habitual, Costeña y Buzos, las cuales denotan el conocimiento anatómico del cuerpo humano. Entre las obras de carácter religioso que le encargaron se encuentra una corona monumental con motivo del quincuagésimo aniversario de la coronación de Nuestra Señora de Guadalupe. El comité organizador de dicho evento le encargó a Albarrán y Pliego la ejecución de la corona y lo invitó a participar como comisionado especial para llevarla en la proce- sión. Posteriormente se le encargó la de la virgen de Acatzingo. Continuando con la trayectoria de exposiciones del Círculo de Escul- tores de México, el 3 de enero de 1944 se inauguró la segunda exposición de dicho organismo en el gran salón del Palacio de Bellas Artes (inaugurado en 1934). De la presentación que se hizo a la prensa, se publicó el siguiente artículo:

Esta exposición es el resultado de dos años de trabajo y se nota la calidad en las 31 Patricia Cox, “Cómo se funde una estatua”, Estampa, obras que presentarán, por lo que se deduce que el esfuerzo de dicha agrupación mayo de 1942, pp. 28 y 29.

115 independiente ha sido fructífera. Son 20 los artistas que estarán representados en este acto cultural.

Entre los más destacados tenemos a Fidias Elizondo, Ignacio Asúnsulo, Herbert Hoffman, Modesto Barrios, José Correa, Moisés del Águila, Manuel Centurión, Ar- nulfo Domínguez Bello, Julio Adeath, Augusto Bozzano, J. M. Fernández Urbina, Miguel A. Fernández, Adolfo Laubner, Lorenzo Rafael, Juan Olaguíbel, Ernesto Tamariz, Francisco Albert y Luis Albarrán y Pliego. El fundidor perfecto y artista captador de la dinámica de la fiesta brava, nos sorprenderá ahora con escenas de cacería.32

También presentó un retrato del fenomenal Silverio Pérez fundido en bronce y un Quijote y Sancho Panza fundidos en plata. Como don Luis era gran admirador del libro de Cervantes, realizó varias esculturas que representan escenas de las aventuras de Don Quijote y su leal escudero Sancho, incluso diseñó, modeló y fundió en bronce un juego de ajedrez con sus personajes. En 1945 Albarrán y Pliego, junto con el grabador Rubén Fernández, formaron una sociedad y establecieron un taller donde fabricaban pul- seras, aretes, prendedores y collares en plata que exportaban por kilo a Estados Unidos. Don Luis hacía los modelos y los troqueles, y las piezas se unían con plata. Esto fue muy bueno porque ayudó a que México fuese conocido por la calidad de su plata y sus trabajos artísticos, los cuales son muy apreciados en el extranjero. Sin embargo, no pudieron continuar con el negocio debido a la devaluación, porque el alza del precio de la plata lo hizo incosteable.

32 El Nacional, 5 de enero de 1944.

116 Don Quijote aleccionando a Sancho | bronce | 1944 Don Quijote de la Mancha | plata | 1944 Sancho Panza | plata | 1944 El escultor con relieve para el Museo de Caza Benito Albarrán en Guadalajara premio nacional de artes plásticas

En 1946 se llevó a cabo en el Palacio de Bellas Artes la exposición Premio Nacional de Artes Plásticas, en la cual participaron pintores, gra- badores, escultores y arquitectos. Las esculturas se exhibieron en el primer piso y formaban un con- junto armonioso —a pesar de la diversidad de estilos—, más consistente y homogéneo. Los escultores que participaron fueron los siguientes: Luis Albarrán y Pliego, Ignacio Asúnsulo, Carlos Bracho, Isaías Cervantes, Ce- ferino Colín, Leonardo Cordero, Juan Cruz, Germán Cueto, Fidias Elizondo, Margarita de la Peña, Juan Hernández, Luis Ortiz Monasterio, Guillermo Ruiz, Guillermo Toussaint y Alicia Villegas. El 22 de marzo de 1955 participó en la exposición realizada por Las Galerías de Arte, A.C., de Monterrey, Nuevo León. Era una exposición co- lectiva de 11 pintores, encabezada por Gerardo Murillo, mejor conocido como el Dr. Atl, Jorge González Camarena, , Gus- tavo Montoya, Raúl Anguiano, , , , Celia Calderón, Fanny Ravel y Rodolfo Segovia. En ella Albarrán Pliego estuvo como invitado especial para exponer una muestra de su trabajo de orfebrería en oro: piezas finísimas en minia- tura, realistas, hechas con gran detalle, en donde destacan los temas mexicanos en anillos, fistoles y prendedores.

121 En ese mismo año la casa Les Parfums Chanel le encargó a Albarrán y Pliego la elaboración de un trofeo de golf titulado Trofeo Chanel, realizado en plata maciza. Don Luis padeció de ulcera por muchos años, la cual con el tiempo se le fue recrudeciendo, por lo que a partir de 1963, delicado de salud, redujo su ritmo de trabajo, pues tuvo que ser sometido a una operación muy delicada. Su hijo, el doctor Luis Albarrán Boeuf, le tuvo siempre gran admiración y a lo largo de su vida lo atendió con dedicación y cariño y aprendió con él a disfrutar de la fiesta brava, por tal motivo don Luis le obsequió la pieza titulada Una buena vara, la cual había presentado en la exposición del Círculo de Escultores de México, y que fue muy elogiada por la crítica Columba Byrne. Al retirarse un poco del trabajo, se dedicó únicamente a producir obras por encargo especial —éstas le satisfacían por estar relacionadas con sus aficiones— y así se pasaba horas enteras en su estudio, ubicado en la parte superior de su casa, en la calle Linares núm. 42, en la colonia Roma, y el cual compartió en repetidas ocasiones con escultores como Olaguíbel, Ernesto Tamariz, Oliverio Martínez y Laubner, porque era muy hospitalario. Compartió su taller por muchos años, de 1952 a 1967, con el escultor catalán Angel Tarrac. Mientras cada uno se dedicaba a su trabajo inter- cambiaban ideas, se daban sugerencias o platicaban de las grandes obras maestras de todos los tiempos. Fue un compañerismo y una amistad que nunca terminó y ahora continúa a través de su hijo Carlos, quien recientemente diseñó un museo virtual para mostrar la obra de su padre y en uno de los salones de escultores invitados aparece Albarrán y Pliego (http://home.att.net./~atguestartists/ albarranbio.html). A este mismo estudio acudía a visitarlo el joven escultor Humberto Peraza, a quien le interesaba platicar con él sobre escultura y fundición. En una entrevista que tuve con él me comentó:

122 La aportación del maestro Albarrán a la fundición y a la escultura taurina fue magní- fica, conocía perfectamente la tauromaquia y tenía gran calidad y profesionalismo.

Yo lo admiraba mucho, me gustaba lo que él hacía, entonces yo lo seguía, lo buscaba y veía sus obras en las joyerías del centro. El maestro Albarrán siendo diferente tenía más personalidad, más liberalidad y una forma peculiar de hacer sus cosas, él no seguía una corriente de grupo. No llegué a trabajar con él, sin embargo tuve una gran admiración y un gran respeto a su obra, la cual yo consi- dero en el campo taurino antecesora de la mía, yo me inspiré en sus obras.

Trofeo Premio Chanel | plata maciza | 1955 Jirafa | bronce | ca. 1960 cacería

El escultor desde pequeño fue un gran aficionado a la cacería. Primero formó un club con sus dos grandes amigos cazadores: los doctores Rafael Revilla y Manuel Guadarrama (incluso realizó un distintivo en plata para los tres). Seguía toda la temporada de cacería: en agosto iba a la cacería de gangas, conejos, tórtolas, liebres y codornices; en noviembre a la de pa- tos y grullas, y en diciembre a la de venados, jabalíes, pumas, jaguares y gansos. En una de tantas veces en que Albarrán salió de cacería con sus hijos, tuvo un accidente: en esa ocasión habían cazado conejos, y don Luis los llevaba tomados por las orejas junto con su rifle, entonces uno de ellos tuvo un estertor y pateó la escopeta, la cual al caer se disparó y toda la carga de municiones le penetró en el brazo. Inmediatamente su hijo Luis, que tenía alrededor de 15 años, le aplicó un torniquete e hizo su debut como conductor para llevarlo al poblado más cercano, para que lo curaran. Al pasar los años, cuando mi abuelo nos platicaba de esa cacería nos enseñaba las municiones que tenía en el brazo. Cuando era época de veda tiraba con rifle al borrego y al guajolote en el campo de tiro Moctezuma, que se encontraba en el kilómetro 14 de la carretera a Toluca.

125 Los hijos de don Benito Albarrán, famoso cazador y editor de varios libros de cacería, pidieron a don Luis que hiciera un busto de su padre, con su atuendo de cazador y su rifle, así como una placa en relieve, integrada por una manada de leones en diversas actitudes en su am- biente natural, para colocarlos en un museo que él mandó construir ex profeso para poner los animales disecados que había casado; éstos actualmente se pueden visitar en la ciudad de Guadalajara, como un museo de historia natural. Como él se metía de lleno a estudiar un tema cada vez que le en- cargaban una obra determinada, a raíz de los trabajos para don Benito Albarrán, sobre animales africanos, realizó una serie de obras del mismo tema, Leona atacando un órix, Pareja de leones, Dos leonas en combate, Pieza cobrada y Jirafa; en las cuales muestra la capacidad de observación y conocimiento de las actitudes de los animales.

Cacería de venados en Las Terillas, Morelos En esa época se dedicó a disfrutar de momentos cotidianos y espe- ciales con sus hijos y sus nietos, así como a pintar sus vivencias en las haciendas, por lo que los temas eran de charrería, tauromaquia y gallos (de estos últimos pintó los diferentes tipos de gallos de pelea). En 1967 realizó un viaje a Estados Unidos con su hermano Teodoro porque éste quería comprar gallos de pelea, y como don Luis era un ex- perto en la materia quería que lo acompañara. Al regresar lo invitó a la casa que tenía en Santo Tomás de los Pláta- nos, en el Estado de México, para que lo asesorara en todos los detalles que se necesitan para diseñar y montar un gallinero para la crianza de estos animales y un palenque en donde practicar las peleas. La última escultura que realizó Albarrán y Pliego fue El chinaco, la cual entregó a Rodolfo García-Bravo unos días antes de morir; no sabía que la parca lo acechaba, “falleció súbitamente en esta capital, el caballeroso y excelso escultor de la charrería y la tauromaquia”.33 El 14 de noviembre de 1967, con la dignidad con que vivió el señorial artista toluqueño, entregó su alma al Creador; “llegó al cabestro, como solía decir con gentil y suave humorismo”.34

33 Leovigildo Islas, “Don Luis Albarrán y Pliego, gran es- cultor de la charrería”, año 12, núm. 137, México Ecuestre, noviembre de 1967.

34 Leovigildo Islas y Rodolfo García, “Don Luis Albarrán y Pliego, artista de la charrería”, La Prensa, edición charra, núm. 58, México, 1970, p. 14.

127 Revilla y Albarrán con los venados que cazaron El escultor modelando en plastilina Pareja de leones

Escultura en plastilina de una pareja de leones | bronce | ca. 1960 León y cazador | s/f Réquiem a un charro El artista con su traje de charro Fue el miércoles último cuando don Luis Albarrán y Pliego, señor de la vieja guardia y profundo cristiano, entregó su alma al Creador... La charrería andante está por ello de luto...

El finado caballero había nacido en Toluca en 1893, hijo de don Benito Albarrán y de doña María de Jesús Pliego... Emparentado con las más distinguidas familias del Estado de México y hacendado del mejor linaje, tuvo una juventud y una ma- durez dinámicas, activas y gratas, saturadas de mexicanidad.

Practicó en las haciendas de su familia todas las suertes charras, con sin igual destreza y elegancia... Recordaba jubilosamente la ocasión en que actuó en una de esas fincas, cercana a Toluca, con motivo de la “jierra” de más de cinco mil muías, habiendo durado tres meses la faena y el gusto para los charros... Don Luis, charro travieso y de gran afición degolló, lazando muías broncas, en esa ocasión, más de veinte fustes. La humareda que produjo el chorrear de sus re- atas al derribar a las bestias, a cabeza de silla, “pudo haber ocultado un cerro”.

Desde su magnífica madurez, don Luis, sutil conocedor de los caballos y de los secretos de la actividad vaqueriza mexicana y artista genial, se dedicó por puro amor al arte, a la escultura y a la pintura... De él son las mejores esculturas charras y taurinas que existen en México. Pocas, desafortunadamente. Jinetes en acción,

133 toros de lidia, etcétera. Todas, en poder de distinguidos conocedores. Una de ellas, por cierto, pertenece a la familia del presidente Roosevelt.

La que realizó en plata maciza, del finado marqués de Guadalupe y duque de Regla, es un portento de belleza y propiedad... Gustaba cuidar, como nadie, de la presencia anatómica del caballo y del vestuario del jinete... Sus obras son, para la posteridad, a la manera de los óleos de Ernesto Icaza, documentos sabios de la más rígida ortodoxia charra.

Recientemente y por iniciativa del arquitecto Francisco Artigas y del licenciado Rodolfo García-Bravo, trabajaba en la preparación de un proyecto para la esta- tua al charro mexicano, a erigirse en fecha próxima en alguna de las glorietas del Paseo de la Reforma... Se había pensado entregar al presidente de la república en original, de ochenta centímetros de altura, con la petición de que ordenara el fundido y erección de la misma, de cuatro metros de alto... “El charro mexicano, afirmaba don Luis, es un símbolo muy nuestro por su arrogancia y virilidad y por su actitud caballerosa y recia, sostenida a través de los tiempos”.

Ahora, lamentablemente, no existe en el horizonte del arte escultórico nacional nadie que sepa, con la sabiduría de don Luis Albarrán y Pliego, interpretar con propiedad la sedeña estampa del hombre de a caballo... Su última obra, magistral como todas las suyas, es propiedad del licenciado García-Bravo.

Ésta representa en bronce a un chinaco, perfectamente vestido y montado, a la usanza de hace cien años, con una lanza “de punta de veneno” en la mano, del lado de montar, y sobre un soberbio caballo de briosa apostura... El chinaco viste calzonera de tapabalazo y botas de época. La obra tiene una fecha: X-14-976 y una gentil dedicatoria: “Para los charros García-Bravo” Ojalá que esta pequeña obra maestra pudiera ser aprovechada como modelo y se realizara, con toda la dignidad requerida, en una magna estatua “al chinaco, noble y valeroso charro mexicano, que luchó denodadamente por la libertad de México y sus institucio-

134 Don Luis ataviado con traje de charro Charro mexicano | bronce | ca. 1936 nes, coadyuvando al triunfo de la república”... ¡Descanse en paz el gran señor toluqueño, espejo de caballeros mexicanos y artista sin par!35

35 “Requiem a un charro”, “Miscelánea Semanal”, Excél- Charro | bronce | ca. 1936 sior, 19 de noviembre de 1967, p. 2-B. El escultor modelando la escultura de don José de Jesús Pliego Luis Albarrán y su escultura la Charrita El artista en su estudio conversación con el artista en su estudio

Hay quienes nacen con un don y no les queda otra opción en la existencia, más que hacerlo florecer.

Según palabras de don Leovigildo Islas Escárcega, en un artículo pu- blicado en noviembre de 1967:

A pesar de sus años, que no son pocos, según su propia y espontánea declara- ción, el hombre permanece inmune a los embates del tiempo. Enhiesto, esbelto y arrogante, da la impresión por su airoso continente, de un gentleman británico, cuyo aspecto contrasta con su accesibilidad, llaneza y cordialidad, propias de los viejos rancheros mexicanos. Su trato es afable y cortés, sin la menor afectación, y su grata conversación delata indiscutible cultura, acrecentada indudablemente en sus viajes al extranjero, por sus dotes de observación y por su aprendizaje en la mejor escuela: la universidad de la vida.

Tuvimos la satisfacción de visitarlo recientemente en su residencia de esta capi- tal, y disfrutamos de su amena charla, lo que nos permitió confirmar el concepto que teníamos de él como persona de singulares prendas morales y artista de muchos quilates.

Nos condujo a su pequeño estudio, que es un relicario. Aglomerados en mesas y estantes, conserva numerosos objetos que atestiguan una meritoria labor artística: pastas, colores, instrumentos de trabajo; algunas fotografías, des- graciadamente pocas en relación con su producción; bocetos; tres o cuatro piezas en bronce y otras aún sin “patinar”; entre las primeras un charro, jinete

141 en caballo criollo, con equipo de faena que nos pareció ideal para utilizarse, con pequeñas modificaciones, como modelo para el monumento al charro; ¡qué precisión en los detalles, qué sentido de la proporción del conjunto y de la ana- tomía del corcel!

Los muros de aquel aposento están engalanados con algunas miniaturas pictóri- cas de peleas de gallos, en las que se contemplan diversas escenas de este juego que tiene tantos adeptos entre la gente charra y campirana, todas ellas con un colorido y un realismo que nos hacen llegar a la conclusión de que su autor, ade- más de ser el escultor único de la charrería, es el pintor máximo de “los gallos” en México.

Pendientes de uno de los muros, admiramos también una pequeña colección de frenos antiguos, de barbada de argolla, réplicas o “descendientes” directos de los que legaron a España nuestros abuelos en equitación, los árabes. Vimos, asimis- mo, con motivos ornamentales, en el mismo local, machetes, espadas, espuelas y otros artefactos de legítima procedencia charra.

La labor de don Luis Albarrán no es múltiple, como ocurre con otros artistas, cada una de sus piezas son originales, y aunque a veces recurra al mismo tema, siempre existen variaciones que les dan un toque original.

142 El escultor dándole los últimos detalles a una pieza ecuestre. Al fondo se aprecian algunas de sus obras y una colección de espadas Escultura de Arete, caballo del general Humberto Mariles LA OBRA Un quite coleando | bronce | ca. 1926 A continuación presentaré una serie de obras y su descripción de acuerdo con los temas que representó. Como ya se había mencionado, Albarrán y Pliego nació, creció y se desarrolló en el ambiente de las haciendas, y no sólo estaba familiarizado con la charrería, la fiesta brava y los gallos, sino que además era un gran aficionado, y gracias al conocimiento profundo de estas suertes pudo lle- var, en su calidad de artista, a la escultura, la pintura y la orfebrería, con propiedad y maestría, muchas escenas de las suertes charras, taurinas y de gallos. Continuaré con su obra pública, tanto civil como religiosa, así como los trofeos que realizó. Para redondear las expresiones artísticas en las cuales incurrió, también mencionaré —en forma general— las pinturas y las piezas de orfebrería, que fueron principalmente sobre los tres temas dominantes ya mencionados en toda su obra, debido a la influencia de sus vivencias de la niñez y juventud en las haciendas.

147 La estocada de la tarde | bronce | 1935 escultura taurina

Desde que realizaba sus “monitos” en barro representó escenas taurinas, pues desde temprana edad este tema le interesó; después, su pasión por la fiesta brava lo convirtió en un taurófilo. “El escultor Luis Albarrán y Pliego es entusiasta, franco, sin amanera- dos conceptos ni poses insubstanciales. Es un enamorado de la fiesta brava, un aficionado ‘verdad’ que no pierde corrida, un hombre que de no haber tomado el cincel hubiera propinado estocadas hasta la bola después de fae- nas elegantes y ceñidas”.36 Tenía una verdadera pasión por transportar al barro no solamente la fi- gura, sino el espíritu que lo animaba, y precisamente por sus conocimientos taurinos podía dar a sus esculturas toda la fuerza, movimiento y dramatis- mo que son necesarios para caracterizar a una pieza de esta índole. “El artista trabaja por hacer sentir lo que hace, por comunicar la mis- ma emoción que siente, por apasionar como él se apasiona con lo que ejecuta, no busca admiradores sino trasmitir la excelsa pasión artística”.37 Don Leovigildo Islas Escárcega escribió lo siguiente sobre el escultor:

Poseedor por condición innata de grandes facultades artísticas poco comunes,

se dedicó con ahínco a la pintura y a la escultura, preferentemente de motivos 36 Puck,“Artistas Mexicanos, don Luis Albarrán y Pliego”, charros y taurinos que llegó a dominar con insuperable maestría, debido, entre El Universal taurino, p. 10. 37 otros motivos, a que en sus mocedades fue ejecutante de ambos ejercicios, por Paco Puyazo, “Rejoneador, bronce del escultor Luis Albarrán y Pliego para ilustrar poesía taurina”, La Lidia, México, 26 de noviembre de 1943.

149 eso ha logrado captar con absoluta fidelidad las actitudes, con sus más nimios detalles, de hombres y animales.38

De la fiesta taurina representa diferentes momentos taurinos, lla- mados tercios y se pueden observar en la mención de cada obra: primer tercio: capote, Verónica de Chucho Solórzano; segundo tercio: picadores, Una buena vara; tercer tercio: muleta, Trincherazo de Silverio Pérez y Paso por alto de Manolete. Como ya se mencionó, su primera escultura de ma- nera formal fue precisamente un tema taurino: Un tumbo, la cual terminó en agosto de 1922 y fue adquirida por un gran conocedor de toros, don José González Pavón, dueño de la hacienda de Tepeyahualco. Curiosamente esta escultura se la robaron al dueño, y muchos años más tarde doña María Luisa Boeuf de Albarrán, esposa del escultor, la vio en exhibición en la Feria Mundial de Nueva York, en 1970. Sobre esta pieza denominada Un tumbo, se transcribe a continuación lo que escribió un reportero de El Universal taurino, en un artículo titulado “Artistas mexicanos”, bajo el seudónimo de Puck:

Una mañana de vernisage en la Academia Nacional de Bellas Artes, Fernández Urbina me mostró una escultura en bronce que acusaba una fina obervación y un sentimiento muy delicado. Se titulaba: Un tumbo, y era un poema de dolor y muerte. El artista veía la fiesta del oro y de la sangre en ese mismo minuto en que Manuel Machado tomó la nota trágica; cuando “salta como rota cuerda, la alegría”, cuando “hay un fracaso de costillas” y los dientes amarillos del caballo agravan la mueca póstuma. No el minuto en que el diestro sale con el capotillo de lujo y a los compases de un pasodoble, mientras el sol pone brillos de maravilla entre la seda y las piedras preciosas; no el momento en que los ojos de la mujer se agrandan frente a los peleles de la tarde gloriosa, no la parte sonriente que ha quedado en las acuarelas dichosas y en los proemios de los cronistas enlo- quecidos. El escultor veía el “tumbo” del picador obscuro, cuando el caballo cae 38 Leovigildo Islas, “Don Luis Albarrán y Pliego gran es- con el vientre destrozado y las entrañas entre las pezuñas, cuando el pitón insa- cultor de la charrería”, México ecuestre, año 12, núm. 137, noviembre de 1967. ciable se ensaña en los intestinos de la jaca, cuando el circo se llena de silencio

150 El escultor modelando en plastilina la escultura taurina de Silverio Pérez Una buena vara | bronce | 1942 compasivo y mueren las notas de la musiquilla fácil. Con rara maestría estaban modeladas las costillas de la “sardina”, los ojos inyectados de la fiera, la cara del picador desencajada y pavorosa. Entre toda la colección de estatuas y bocetos, la obra interesaba por su sentimiento y su resolución. Las líneas eran sencillas, fáciles, desenvueltas. Ni una rigidez artificial, ni un músculo fuera de su sitio, ni un detalle inútil y dislocado.39

Respecto a su escultura La última querencia (de la cual existe una pieza en el Museo Bello de Puebla), inspirada en el toro Chispero de la ga- nadería de Atenco, el escultor dijo lo siguiente:

... la he visto en una corrida que toreó Gaona y no he podido olvidarla. Había pasado ya la lidia soberbia. El toro nervioso y lleno de bríos había desmontado a varios picadores, se había llevado en las astas mucha sangre de caballos y muchos hilos de oro de las chaquetillas de lujo... Un resedá soberbio no hubiera sido tan brillante como la sangre que escurría por el morrillo...

... Después del tercio de banderillas, había recibido formidable estocada en la cruz, y fue a morir junto a uno de los caballos que había matado en esa tarde clara y entusiasta...

Sobre esto el reportero comentó:

Y el boceto es un trasunto fiel de aquel segundo. La bestia mortalmente herida, se recuesta sobre el caballejo que tiene los ojos vidriosos y la lengua entre los dientes...

... Las banderillas caen sobre la piel finísima y las astas quieren aún rasgar vientres y destrozar entrañas... El contraste es formidable. Sobre la sardina deshecha y vacía, cae la mole de aquel toro bien cebado que no quiere doblar las patas a pesar de que lleva en el “sitio de las ocasiones” el estoque certera- mente clavado... 39 Puck, op. cit.

153 Un tumbo | bronce | 1919 Romaneando a la víctima | bronce | ca. 1926 Un quite coleando, ... verdadero tour de force en cuestión de técnica y un acierto encomiable en lo que se refiere a la fundición artística. Utilizando el difícil sistema de la cera perdida, ha logrado esta escultura que muestra un escorzo dificilísimo de lograr, y la figura de un torero haciendo esfuerzos sobrehumanos por quitar a la fiera en el primer tercio. Escultura enérgica, de líneas sobrias, pero admira- blemente entendidas, de una gracia y una finura que sólo pudiera igualar don Mariano Benlliure 40 [el famoso escultor valenciano].

Otra de sus primeras piezas fue la titulada Romaneando a la víctima, en la cual se puede ver cómo un toro embiste con toda su fuerza a un ca- ballo que ha caído, y el artista capta ese momento cuando las dos figuras se funden en una sola. Para la temporada 1932-1933 de la plaza El Toreo, en la ciudad de México, el periódico La Afición instituyó un premio denominado El torero de la temporada; dicho galardón se otorgaba por medio de la votación de los aficionados y lo patrocinaba la Cervecería Central, S.A.; esta circuns- tancia favoreció el desarrollo de las esculturas taurinas, pues cada fin de temporada se otorgaba un trofeo al mejor torero, a la mejor estocada, a la mejor pica y a la mejor ganadería. Los votos que remitían los aficionados se acompañaban de una eti- queta de la famosa cerveza Corona Regia. El periodista taurino Rafael Solana, Verdugillo, fue quien descubrió y recomendó a don Luis para que realizara dichos trofeos. Entre las esculturas que realizó como trofeos taurinos se cuenta El torero de la temporada de 1932-1933, “... Escultura en bronce, primor de acabado, prodigio de técnica y movimiento, en la que aparece el diestro del éxito, toreando al natural, llevando al toro engreído entre los vuelos de la muleta, echando línea y valor en un lance lleno de temple y gracia”. “Fue muy alabado por su mérito artístico y por reproducir fielmente la técnica y plasticidad taurinas”.41 40 Idem. Este trofeo se exhibió, antes de ser entregado al torero ganador, en la 41 “El orfebre Luis Albarrán y Pliego cincelando el trofeo taurino”, Excélsior, México, 1933. corrida del 19 de febrero de 1933, en uno de los escaparates de la joyería

156 Toro bonito #85 | bronce | 1943 La Esmeralda, ubicada en la esquina de las avenidas Francisco I. Madero e Isabel la Católica, en el centro de la ciudad de México. Para la temporada 1934-1935 realizó el grupo escultórico El triunfador, que representa a un torero que ha plasmado La estocada de la tarde, un toro que se bambolea herido en mitad de las agujas con un estoconazo padre. La crítica al respecto se publicó en el periódico El universal, en el artículo titulado “La estocada de la tarde”:

Una de las cosas más difíciles de llevar al arte es la escena taurina. Especialmente en las artes plásticas es muy escabroso encontrar el momento, la posición, la fi- gura correcta. Muchos son los que pintan de toros y muy pocos los que aciertan: citaríamos a Ruano Llopis, a Roberto Domingo, a Martínez de León, y en nuestra tierra a García Cabral, exclusivamente, retirado Manuel Torres Manolín. Pero mu- chísimo más difícil que encontrar un pintor de toros es encontrar un escultor de toros. Don Mariano Benlliure, por eso, tuvo y tiene la primacía casi indiscutida en este asunto [...] Pero ahora México cuenta con un gran escultor. Se trata de Albarrán y Pliego, a quien hace unos 8 o 9 años descubriera Verdugillo como escultor de escenas taurinas.

En efecto, fue ese periodista quien recomendó al artista, pues en ese entonces Albarrán era ya un gran escultor y conocedor de la fiesta brava, desde el punto de vista del aficionado:

porque no es lo mismo un toro bravo que uno manso, aun cuando se aseme- jan anatómicamente, pues la manera de embestir, de contraer cada músculo, de llevar la cabeza, es peculiar en cada uno de ellos. Igual podría decirse de la posición del torero, y del estoque, y de la flámula. Todos son pequeños detalles indispensables para lograr la obra maestra...

Pues bien, Albarrán y Pliego ha conseguido ya una obra verdaderamente maes- tra, en que nada le falta. El grupo fundido en bronce se llama El triunfador, y

158 A punto de doblar | bronce | ca. 1943 representa La estocada de la tarde, a un toro mal herido, a punto de doblar, de caer, haciendo trepidar la arena mientras el arte trepida ya en una ovación que se escucha inmanente en las sonoridades del bronce. ¡Qué gran estocada! ¡Y qué gran escultura! El aficionado confunde sus dos impresiones, y no sabe si aplaudirá más al torero que ha dejado tan gran estocada, o al escultor que la ha fijado eternamente en el bronce. Para una obra maestra de la torería, una obra maestra de la escultura...

El triunfador, de Albarrán y Pliego, es el trofeo que la Cervecería Modelo ofrece al matador que logre triunfar en el ya popular concurso “Corona Regia” para elegir al mejor torero de la temporada. Se exhibe en el Museo Taurino, 16 de Septiembre 13, vale la pena verla. Si al enorme valor artístico de esta obra, descontando su valor material, se agrega el tremendo valor moral de haberla conquistado en buena lid con artistas tan sobresalientes como los que están toreando en la temporada actual, se tendrá la idea de lo que a cada uno de los diestros importa ganarla, y de lo que a sus partidarios importa también que la ganen...42

Este trofeo lo obtuvo el maestro de Saltillo, Fermín Espinosa, Armillita, ya que consumó en la última corrida uno de sus faenas más completas. La Sociedad contra la Ceguera en México también organizaba corridas de toros para obtener fondos y otorgaba premios al mejor torero de la corrida o a la mejor ganadería. Para la corrida que dicha institución organizó en marzo de 1937, en la que alternaron Jesús Solórzano, Fermín Espinosa, Armillita Chico y Loren- zo Garza, don Luis presentó como trofeo el Toro de bronce, para el mejor torero de esta corrida, el cual lo obtuvo por aclamación popular el diestro michoacano Jesús Solórzano, apodado el Rey del temple, quien lo recibió de manos del prestigiado charro don Carlos Rincón Gallardo, marqués de Guadalupe y duque de Regla, dos genuinos representantes de nuestro de- porte típico nacional. Este toro está bien parado en las cuatro patas, atento a lo que le espera en el ruedo; se le nota la mirada alerta, los músculos en

42 “La estocada de la tarde”, El Universal, México, 1935.

160 tensión ante la expectativa y se pueden distinguir las diferentes texturas de su corporeidad. En marzo de 1938 “el notable escultor mexicano, Luis Albarrán y Plie- go, a quien se le puede considerar el Benlliure de México, ejecutó para un concurso de ganaderías este magnífico grupo Bravura”,43 para la corrida anual que organizó la Sociedad contra la Ceguera en México. Esta vez el premio se concedió al toro que diera mejor juego en la competencia que hubo entre los toros mexicanos de don Jorge Guerrero, de Querétaro, y los españoles de don Garciliano Pérez Tabernero, de Sala- manca. La decisión para el jurado calificador había estado muy difícil, pero para cerrar plaza salió el toro Perdigón, de don Garciliano Pérez Tabernero, el cual desde el principio demostró que era el mejor de todos; fue así como el trofeo Bravura se le entregó a los representantes de Pérez Tabernero, los señores González y Escalante. El tema de este trofeo era uno de sus momentos favoritos en las corridas de toros, el segundo tercio: la suerte de varas o “pica”, en donde se repre- senta el momento cuando el picador está ejecutando su encomienda. Sobre este tema realizó diferentes piezas a lo largo de su vida; se nota que fueron reproducidas de diferentes corridas, pues los atuendos y los detalles varían, aunque en todos captó el momento de tensión, en donde las tres figuras forman un conjunto armónico de gran fuerza y dinamismo. Ésta es una de sus primeras obras que tiene la cualidad de recrear toda una escena: el toro, con toda su fuerza, está levantando al caballo, y el picador —al igual que el toro— con toda su fuerza le clava la pica para librarse de él. Casualmente su primer nieto, William Wignall Albarrán, gran admirador de su obra, compañero de cacería y conocedor de los gallos por sus viven- cias con él en los palenques, adquirió, a trasmano, una de sus primeras piezas con este tema: un puyazo en todo lo alto, como suele suceder en la historia de ciertas obras, ya que se la obsequió un conocedor de esculturas taurinas que la vio en una galería.

43 J. Acoch, “Taurinerías”, El Universal.

161 Fermín Espinosa, Armillita, recibiendo el trofeo “La estocada de la tarde”, de manos de Lupita Lepe Una de las esculturas más apreciadas de Albarrán y Pliego por los afi- cionados taurinos fue la que reprodujo un derechazo de Silverio Pérez en su faena cumbre al toro Tanguito, de Pastejé. Para inmortalizar en bronce la hazaña del torero texcocano, se conjugaron esfuerzos de diversas per- sonalidades del momento para financiar la obra, desde el general Maximino Ávila Camacho, el doctor José Hoyo Monte y el señor José Cano, hasta la afición taurina que quiso rendirle un homenaje a Silverio Pérez por su sin- gular faena. Esta pieza finalmente se colocó en la plaza de toros El Toreo dela Condesa, como remate de una fuente construida en forma de pirámide, decorada con mosaicos de pinturas de Ruano Llopis y los fierros de las ganaderías más importantes de México. Sobre esta escultura de Silverio Pérez un reportero taurino escribió lo siguiente en la nota periodística: “El que no sea aficionado a los toros, encontrará en la obra escultórica, la emoción de la belleza. Y el que sea taurino, le hallará más emotividad, más dramaticidad, porque es Silverio Pérez, clavado, el que se está enros- cando al astado, en la majeza de un derechazo cumbre”.44 Esta corrida de Silverio Pérez causó tal conmoción entre el público taurino, que no sólo movió a los aficionados a rendirle un homenaje per- petuado en bronce por las manos de un gran enamorado y conocedor de la fiesta brava, como fue siempre Albarrán y Pliego, sino que además sirvió de inspiración para que Agustín Lara lo inmortalizara en su famosísimo pasodoble. Pepe Alameda, gran conocedor y cronista de la fiesta brava escribió lo siguiente sobre dicha corrida en su libro Retrato inconcluso:

El famoso pasodoble que Agustín Lara le hizo a Silverio Pérez se lo inspiró la faena a Tanguito, de Pastejé, aquella que Silverio hizo cuando toreaba con Fermín y con Antonio Velázquez, el día de la alternativa de éste. Dice Agustín que, saliendo de la plaza, se fue directamente a su casa, abrió el piano y, todavía con la emoción 44 “Escultura en bronce de Silverio”, Esto, 8 de noviem- bre de 1943.

163 “faraónica” en los dedos surgieron las primeras notas. De modo que es un naci- miento con fecha, con acta testimonial del autor: 31 de enero de 1943.45

Para una corrida a beneficio de la Cruz Roja Mexicana, que se celebró el domingo 4 de abril de ese mismo año, en la plaza El Toreo de Puebla, don Luis modeló, esculpió y fundió el trofeo que representaba a un toro al salir de los corrales, de gran estampa, vitalidad y bien puesto de pitones, Toro bonito # 85 de la ganadería de Ayala. El regiomontano Luis Briones obtuvo dicho trofeo. Por azares del destino esta pieza también regresó a la familia Albarrán, ya que a Luis Albarrán IV —nieto del escultor— se le presentó la oportuni- dad de obtenerla. De esta época es también otro toro que representa el final de la corri- da: A punto de doblar, muestra el momento en que el toro está a punto de perder el equilibrio, pero tratando de embestir todavía. “Se admira la fidelidad con que reproduce las escenas taurinas que ha escogido para sus obras”.46 El locutor Sordo Noriega presentó un reportaje de un encierro que hizo Lorenzo Garza con seis toros en la plaza El Toreo de la Condesa, en el cual hizo la siguiente reflexión: “El quinto toro tiene tan bonita estampa que parece una escultura de Luis Albarrán y Pliego”.47 A manera de conclusión sobre este tema, se puede decir que “la obra esencial, fuerte y encomiable del Benlliure mexicano está en sus escenas de toros que están logradas al calor de un entusiasmo cálido por la fiesta que pintó don Francisco de Goya”.48

45 José Alameda, Retrato inconcluso. Memorias, p. 73.

46 “El premo nacional de Artes Plásticas”, Jueves de Ex- célsior, 29 de agosto de 1946.

47 Sordo Noriega, programa de televisión “Toros y tore- ros”, Canal 11.

48 Puck, op. cit.

164 Silverio Pérez toreando a Tanguito. Bronce

Silverio Pérez toreando a Tanguito | bronce | 1943 Un puyazo en todo lo alto | bronce | s/f Coleando | bronce | s/f Charro lazando un toro | bronce | 1936 charrería

Casi todos los ejercicios vaquerizos que se practican en la actualidad son originarios de México: nacieron de la necesidad, de la vida rural, de manera que son privativos de los mexicanos, aun cuando de España nos vinieran los primeros caballos y la indumentaria (modificada, en el trans- curso del tiempo, a tal extremo, que en nuestros días ya no tiene ni remota semejanza con la que le dio origen). Entre los pioneros de este tradicional, noble y gallardo ejercicio, se encuentran el segundo virrey de la Nueva España, don Luis de Velasco —a quien se debe la creación de la silla vaquera y el freno mexicano, en 1555, y el beato Sebastián de Aparicio, guía y mentor de los indios en las arduas faenas de la domesticación y aprovechamiento de las bestias para el tiro y la carga y, posteriormente, para la silla.49 Cuando se extendió el uso de los caballos entre los habitantes de nuestro país —sin distinción de castas ni jerarquías—, debido a las ne- cesidades de la vida del campo en lo concerniente al manejo del ganado mayor, surgió la charrería entre los servidores de las grandes haciendas, donde los animales equinos y bovinos se contaban por millares. Exper- tos vaqueros, caporales y hombres de campo en general, consumaban admirables maniobras en las que campeaban el arrojo y la destreza, en herraderos, tuzaderos, o por simple divertimento o “traveseada”. Durante mucho tiempo la ejecución de estas rudas faenas fue del dominio exclu- sivo de la gente campirana, y en un prolongado lapso se intensificó, con 49 “El arte de la charrería”, en Artes de México, p. 15.

169 Charro | bronce | 1936 Escultura ecuestre del general Zapata | bronce | pieza propiedad de Lázaro Cárdenas | 1939 modalidades propias y singularísimas, la suerte de lazar y se creó la de colear, que en ninguna parte del mundo se ejecuta como en México. De los charros del campo, de los arrieros —que también eran hombres de a caballo—, peregrinos incansables que recorrían todos los senderos y to- dos los caminos de nuestro territorio, de ese conglomerado de hombres esforzados y valientes salieron la mayoría de los contingentes de patriotas que combatieron en todas nuestras luchas libertarias, desde la guerra de Independencia hasta la Revolución mexicana. De esa misma procedencia resultaron los primeros charros profesionales y algunos de los aficionados que fundaron, en la segunda década del siglo xx, las primeras asociaciones de charros, cuyas actividades han alcanzado gran prosperidad.50 La charrería profesional tuvo su origen, propiamente, a fines del siglo xix —aun cuando la denominación respectiva data de pocos años—, época en la cual surgió el gran charro y torero mexicano Ponciano Díaz, nativo de la hacienda de Atenco (la primera ganadería de toros bravos que se estableció en América); el famoso caballista y torero, cuya popularidad no tuvo paralelo en su tiempo, dio gran incremento a la charrería al conver- tirla en espectáculo; en un principio ligada a la tauromaquia —para lo que contribuyó poderosamente su capacidad como notable ejecutante, pues además de haber hecho figurar en su cuadrilla en calidad de picadores, y a veces de banderilleros, a consumados charros como Agustín y Vicente Oropeza, Celso González y Vicente Conde [...] con quienes presentó las pri- meras exhibiciones de charrería de paga.51

50 Ibidem, p. 6.

51 Ibidem, p. 7.

172 la charrería actual en el distrito federal

Debido, entre otras causas, a la desaparición de las grandes haciendas ganaderas, la charrería casi ha dejado de practicarse en el medio rural, y aunque parezca paradójico, se ha reconcentrado en las ciudades, par- ticularmente en las más populosas, dejando de ser una necesidad para convertirse en un deporte: el deporte nacional.52 Algunos charros además de dedicar su vida a la práctica de la charrería, también se preocuparon por escribir innumerables tratados sobre este arte sublime de tradición secular, desde el clásico de don Carlos Rincón Gallardo, marqués de Guadalupe y duque de Regla, pasando por los de don Leovi- gildo Islas Escárcega y del licenciado Rodolfo García-Bravo, hasta los muy documentados de José Ramón Ballesteros y J. Álvarez del Villar. Don Leovigildo Islas Escárcega escribió lo siguiente sobre el escultor: “Conocedor profundo de la técnica y el clasicismo de las suertes charras, se consagró con preferencia a interpretarlas, en forma sorprendente en sus impecables esculturas”.53 Entre su primeras esculturas ecuestres se cuenta la que realizó en 1922, en plata maciza, por encargo del doctor Reynaldo Defiss —quien era socio del Club de Charros— para don Carlos Rincón Gallardo, notable charro e impulsor de la charrería en México. Es una pieza muy bien lograda por- que, además de la calidad técnica, es un documento fehaciente del atuendo 52 Ibidem, pp. 14 y 15. y montura charra de la época. Al conocer esta escultura del marqués, a 53 Leovigildo Islas, “Don Luis Albarrán y Pliego gran escul- don José de Jesús Pliego (un personaje importante de la charrería en esa tor de la charrería”, México Ecuestre, noviembre de 1967.

173 Don Marcos E. Raya | bronce | 1936 época), le nació la idea de ser perpetuado en bronce en su magnífico ca- ballo Copros, tanto a la usanza charra como a la inglesa; el señor Pliego fue un personaje importante de la charrería de esa época, ya que está retratado en los lienzos de Ernesto Icaza, el pintor de la charrería. Respecto a estas piezas leí lo siguiente en el suplemento de la Edición Charra de La Prensa:

Son notables piezas, dignas de las vitrinas de un museo sus magníficas esculturas ecuestres, entre otras la de don José de Jesús Pliego, acaudalado y distinguido caballero toluqueño. En esta obra, joya y documento de la charrería clásica, el prócer hacendado monta un soberbio cuaco con fierro de Ciénega de Mata, solar de los Rincón Gallardo en Jalisco. La presentación del señor Pliego es impecable, como lo son la postura de dicho jinete y la calidad de la silla de cantinas.54

En 1926 obtuvo el primer y segundo premios en el concurso que se llevó a cabo para realizar el Monumento al Charro. Entre los personajes que se distinguieron en la creación de la Asocia- ción Nacional de Charros se cuenta don Marcos E. Raya, a quien Albarrán y Pliego le hiciera una escultura, en su calidad de presidente fundador. Además de las piezas que realizó para determinados personajes de la charrería, “que se caracterizan por el parecido fiel y preciso de sus mode- los”,55 captó y plasmó en el bronce las distintas suertes que se ejecutaban regularmente en las faenas del campo, y que con la creación de las asocia- ciones de charros ahora se practican todos los domingos en los diferentes lienzos o en festivales de importancia —que comúnmente tienen el carácter de competencias deportivas—; las cuales se desarrollan, por lo regular, conforme a un programa que más o menos consiste en lo siguiente: desfile de charros, ofrecimiento de la fiesta, cala de caballo, piales en el lienzo, coleadero, jineteo de animales caballares y vacunos, floreo y lazo a caballo 54 y a pie, paso de la muerte, escaramuza charra y, finalmente, un charro y Leovigildo Islas y Rodolfo García, “Don Luis Albarrán y Pliego, artista de la charrería”, La Prensa, edición charra, una china poblana bailan en el centro del ruedo, sobre una tarima espe- 1970, p. 14. cial, el jarabe tapatío, la danza típica por excelencia. 55 Idem.

175 Don Luis ejecutó varias esculturas que representan a un charro en los diferentes momentos de una charreada o jaripeo, las cuales tienen el valor de ser documentos fieles de la charrería de esa época. La pieza Charro mexicano es un charro montado en un soberbio ca- ballo, con la silla que corresponde a este tipo de eventos; el personaje lleva un traje muy bien puesto, demostrando toda su gallardía, y ataviado con un lazo. Como todas sus esculturas, esta obra se caracteriza por el dominio de los volúmenes y las líneas, sin descuidar los detalles anatómicos, el movi- miento de las bestias, la postura y el atuendo del jinete. Perpetuó en bronce escenas en las que el jinete está listo para lazar al novillo. Las actitudes están claramente expresadas, el jinete está listo con la reata, esperando el momento decisivo; el caballo nervioso, a punto de arrancar a todo galope a la menor indicación de su amo, y el toro bravo, decidido a embestir a ambos si no es lazado a tiempo. También realizó varios coleadores; algunos representan a un charro montado a caballo corriendo a todo galope en pos de la res, en el instante cuando el jinete está a punto de tomar la cola del toro y hacer una gran cola, es decir, hacer caer al toro y dar un gran espectáculo. Otras composiciones muestran el momento del éxito, el instante en el que el jinete da el tirón a la cola del novillo y, éste, con las cuatro patas en el aire, está a punto de caer y provocar la ovación. Estos grupos escultóricos se caracterizan por estar armoniosamente integrados, las tres figuras se funden en una escena cargada de emoción y dinamismo, en las cuales fluye el movimiento, y al verlas siente uno como si hubiera observado la acción de principio a fin. La jineteada de toros es una de las suertes más peligrosas, donde el jinete debe de mostrar su arrojo y valentía para mantenerse sobre el toro hasta que éste deje de reparar. Página siguiente: Chinaco | bronce. Última En la obra Jineteo, el jinete muestra su habilidad al sostenerse digna- escultura que llevó a cabo el artista. Dedicada a los charros García-Bravo, 14 de mente, sombrero en mano, sobre un toro que corcovea. octubre de 1967

176

La mujer también tiene un lugar muy importante dentro de este festejo, como complemento rebozante de belleza, colorido y movimiento, un conjunto ecuestre femenil llamado “Escaramuza charra”, las que ejecutan arriesgadas y vistosas evoluciones, plenas de intrepidez y gallardía, en la cual lucen su encanto y el atractivo de su exquisita feminidad.56

Esto lo testimonia don Luis en su escultura conocida como La charrita, representación ecuestre de una mujer muy bien ataviada, quien demuestra su habilidad para cabalgar en silla de lado. De los personajes de nuestra historia hizo varias representaciones, entre ellas la del caudillo del norte, Doroteo Arango, mejor conocido como Pancho Villa, a quien representó montado a caballo, al igual que su homó- logo del sur, Emiliano Zapata, que para el artista era un símbolo charro, ya que él era un hombre “de a caballo”, pues según palabras del escultor:

... se formó en las haciendas de don Ignacio de la Torre, como caballerango. Y guardó siempre uno de sus mejores entusiasmos por las bestias finas y buenas. Sabía sentarse en la silla y se tenía, naturalmente con soltura, cuando el animal tomaba su paso sobre los cuartos traseros.

Hay que representarlo, pues, como un charro mexicano, bien sentado sobre el penco, cabos negros y tordillo, y hay que ponerle, entre las piernas con cha- parreras o con botonadura de plata, un caballo mexicano, ancho, nervioso, de cabeza pequeña, de casco mulero y cola peinándose entre las patas.57

También realizó figuras ecuestres de estos dos personajes de la Revo- lución por encargo del general Lázaro Cárdenas.

Los renombrados Chinacos temibles guerrilleros que tan brillantemente se destacaron durante la Intervención Francesa, fueron charros genuinos, repre-

56 “El arte de la charrería”, en Artes de México, p. 15. sentativos de los jinetes nacionales de su época. El general Albino García fue

57 Xavier Sorondo, op. cit. uno de los más destacados exponentes de estos denodados patriotas. Es tra-

178 dicional la fama de aquellos habilísimos jinetes sin par en el manejo de la lanza que, “con sus caballos magníficamente arrendados” y con sus reatas, armas poderosas y temibles en sus manos, desmontaban piezas de artillería y lazaban o manteaban a los soldados que formaban parte de las aguerridas huestes en- viadas por Napoleón III.58

La última escultura que llevó a cabo el artista fue El chinaco, el cual viste calzonera de tapabalazo y botas de época. La obra tiene la fecha de 14 de octubre de 1967 y la dedicatoria “Para los charros García-Bravo”. “Tiene el mérito de ser la única existente que perpetúa en bronce, la señera figura de los bravos charros, que lanza en mano y con la mortífera reata en los ‘tientos’ de sus sillas, defendieron, a la sombra de las ban- deras de don Benito Juárez, la integridad de la patria”.59 Leovigildo Islas Escárcega y Rodolfo García-Bravo reprodujeron la escultura del chinaco que realizó don Luis para ilustrar cómo utilizaban los chinacos la lanza, en su libro Diccionario y refranero charro.

58 “El arte de la charrería”, en Artes de México, p. 11.

Teodoro y Luis Albarrán en Santo Tomás de los Plátanos, Estado de México | 1967 59 Leovigildo Islas y Rodolfo García... op. cit. Charrita | bronce | s/f gallos

Don Luis fue un apasionado de las peleas de gallos, por lo cual se dedicó a estudiar la variedad de tipos de gallos, las diferentes navajas que se utilizan en las peleas, la forma correcta de amarrárselas, incluso debido al interés que le tuvo a esta fiesta instaló un palenque en San Bartolo Naucalpan, Estado de México. Sobre este tema, que para él fue de gran interés, nos dejó infinidad de vivencias de los gallos que conoció, compró o llevó al palenque a pelear, representadas en cuadros y en tres esculturas (dos en bronce a la cera perdida: Gallero, ésta representa a un niño con su gallo, y Gallo padre; además de una realizada en terracota: El epílogo de la pelea, de la cual recientemente se hizo una fundición a la cera perdida sobre el original. En esta pieza representó a los dos gallos de la contienda, al vencedor y al perdedor, entrelazados con sus alas en un conjunto armónico). Tuve la oportunidad de conocer a don Guillermo Fernández, dueño de la Casa Guillermo, de gran tradición en la venta de esculturas. Cuando le dije que era nieta del escultor Luis Albarrán y Pliego su rostro mostró una agradable sonrisa, abrió su caja fuerte y sacó de ella ocho fotografías de esculturas que don Luis le vendió hace más de 30 años. Al verlas se entu- siasmó y me comentó con gran gusto que él le llevaba a vender sus obras desde que su galería se encontraba en la calle 5 de Mayo núm. 7, junto al Pasaje América, en el centro capitalino. Me dijo que la obra de mi abuelo:

181 Gallo padre | bronce | 1947 Tenía una categoría muy especial, dejaba su huella en el bronce, en México no hubo nadie que fundiera como él. Los verdaderos artistas así son, él hacía lo que le gustaba, porque le gustaba disfrutar lo que hacía.

Don Luis y un gallero entrenando a sus gallos El epílogo de la pelea | bronce | 1948 En pleno combate | acuarela Además de ser muy buen escultor era gallero, cuando venía a traerme sus escul- turas me enseñaba sus navajas y me explicaba para qué tipo de pelea era cada una, en verdad le encantaban las peleas de gallos, se veía que las disfrutaba, ade- más de ser un magnífico escultor era un gran conocedor de las peleas de gallos.

El príncipe | acuarela sobre papel trofeos

Albarrán y Pliego realizó varias esculturas que se entregaron como trofeos para competencias de polo; para el campeonato internacional de este deporte, disputado por los equipos de México y Estados Unidos, plas- mó en bronce una Carga de polo, como premio para el equipo vencedor. Es una pieza en la cual ágiles caballos se doblan en el aire para perseguir la pelota, sus figuras tienen un movimiento que capta la atención del es- pectador, porque se manifiesta la lucha, la pugna varonil, nervio y pasión de hombres y caballos por alcanzar el galardón. Sobre este trofeo, el comentarista deportivo de la época, Xavier Soron- do, relató en la publicación Revista de Revistas el acercamiento de las autoridades militares al escultor para convencerlo de realizar las obras, la presión que ejercieron para que las entregara a tiempo, y la dedicación de éste por cumplir. Sin importar ni valorar su arte, una vez ejecutados los trabajos, describió el calvario que le representó a Albarrán y Pliego gestio- nar el pago correspondiente sin que nunca le llegara. Realizó también el trofeo que el presidente de la república, licenciado Miguel Alemán, donó en 1948 para los concursos hípicos internacionales que anualmente se celebran en Toronto, Canadá, durante la Feria Real de Invierno. El señor Luis Viñals fue comisionado para trasladar el trofeo “Mi- guel Alemán” a Canadá.

187 Página siguiente: Cazador | bronce | ca. 1950 “El trofeo presidencial es típicamente mexicano, ya que representa a un coleador charro en el momento en que da el tiro para hacer caer al novillo”.60 Otro trofeo que realizó para competencias ecuestres, que también representaba a un coleador, se entregó en el Madison Square Garden co- mo parte del Torneo Nacional Hípico de Nueva York. Asimismo, elaboró el trofeo Challenge para el primer torneo nacional de saltos de obstáculos, organizado por la Secretaría de la Defensa Nacio- nal, el cual fue recibido por el capitán Humberto Mariles, jefe del Equipo Ecuestre Nacional, de manos del general Francisco L. Urquizo, subsecre- tario de la Defensa Nacional; tiempo después, el capitán Humberto Mariles le pidió a don Luis que le hiciera una escultura de su caballo favorito. También fundió un sinnúmero de trofeos para las competencias de- sarrolladas en el campo de tiro “Moctezuma”, entre ellos podemos citar un venado siete puntas, un cazador llevando en hombros al venado que acaba de cobrar, y un borrego cimarrón. En 1955 el señor Salvador Ulloa, publicista de la casa Les Perfums Channel, le encargó a Albarrán y Pliego la elaboración de un trofeo que se otorgaría a la persona o club que se hubiera destacado por mejorar el de- porte del golf en México. Esta alegoría, debida a su inspiración, representa la figura de una bella mujer en éxtasis, para simbolizar el perfume y la be- lleza en torno al deporte del golf. Tiene un diámetro de 64 cm y una altura de 60 cm, con un peso aproximado de 20 kg en plata maciza.

60 “Precioso trofeo obsequió el presidente de México”, Novedades, 27 de octubre de 1948.

188

Trofeo de tiro | bronce | s/f OBRA PÚBLICA Morelos | bronce | ca. 1945 obra civil

El bosque de Chapultepec, además de ser un lugar de esparcimiento y recreo, está íntimamente ligado con nuestra historia, ya que desde la época prehispánica el nombre de Chapultepec aparece ligado a nombres de per- sonajes y hechos importantes. En 1924 don Luis realizó una de sus primeras esculturas para una ins- titución pública: El chapulín, esta escultura, símbolo del bosque milenario, se ubica en el centro de una fuente localizada en la terraza sur del Castillo de Chapultepec, frente a los recintos que fungieron como oficinas de go- bierno. Mide 70 cm de altura, y se asienta sobre un pequeño pedestal en el centro de una fuente octagonal, que a su vez está dentro de un espejo de agua en forma de óvalo recubierto con mosaico verde. En los antiguos códices nahuas el glifo de este insecto representa a Chapultepec.

193 Busto del general Villa | bronce | 1938 bustos de personajes distinguidos

A lo largo de su carrera artística, Albarrán y Pliego se dedicó a realizar bustos, por encargo, de personajes importantes, algunos de la época y otros de épocas anteriores, algunos mexicanos y otros extranjeros, entre los que podemos citar el de monsieur Paul Signoret, que se encontraba en el Hospital Francés, ahora desaparecido. También numerosos bustos y representaciones de héroes salieron de sus manos y de su taller, los cuales engalanaron diferentes recintos y plazas públicas, entre ellos Hidalgo, Morelos, Benito Juárez, Francisco I. Madero, Francisco Villa, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Vicente Gómez Farías, Luis G. Dávila, Salvador Díaz Mirón, Rubén Darío, Gustavo Adolfo Bécquer, Sor Juana Inés de la Cruz, Melchor Ocampo, Guillermo Prieto, Justo Sierra y fray Bernardino de Sahagún. Para la ciudad de Toluca llevó a cabo el Monumento a la Bandera en 1940, y en 1941 las esculturas de los generales José Vicente Villada y de Agustín Millán, para las principales avenidas de esta ciudad, así como la del gobernador interino Francisco Javier Gaxiola. “Algunos funcionarios y políticos mexicanos le encomendaron, di- versos trabajos especiales para obsequiarlos a estadistas y prohombres extranjeros, uno de los cuales fue el presidente Roosevelt, de Estados Unidos”.61

61 Leovigildo Islas, op. cit.

195 Gustavo Adolfo Bécquer | bronce | ca. 1960 El escultor modelando el busto de Luis G. Dávila | bronce | ca. 1961 Paul Signoret | bronce | ca. 1945 Salvador Díaz Mirón | yeso | 1937 obra religiosa

En 1924 el tesorero de la Comisión Organizadora del Congreso Eucarís- tico, arquitecto Luis G. Olvera, le encargó a don Luis la fundición de una Custodia monumental, proyectada por el arquitecto en estilo churrigueres- co, para darle un carácter especial que pudiera considerarse mexicano y a la vez religioso.

En esta pieza, toda de plata, de ochocientos milésimos de ley; su mayor altura es de 2 metros 45 centímetros; su mayor ancho de 78 centímetros; su peso total de 389 kilos; y con un costo aproximado de $60 000.00. El proyecto fue del arquitecto don Luis G. Olvera, el tiempo empleado para su ejecución fue de un año, aproximadamente.62

Para describirla someramente podríamos decir que sobre la base se asientan cuatro ménsulas, en las que se destacan los atributos de los cuatro evangelistas representados en la forma tradicional, por lo que aparecen el león, el toro, el águila y el ángel. Cabe mencionar que el escultor tomó como modelo del ángel la cara de su hijo Luis, nacido en marzo de 1922. Continuando en forma ascendente encontramos una plataforma cu- yos cuatro frentes están adornados con los escudos que llevan los nombres de las 26 diócesis de la república. El cuerpo de la custodia está formado 62 “Una obra artística hecha en la ciudad de Puebla”, por 12 pilastras estípites que nos recuerdan a las del Sagrario Metropolita- Forma, vol. 1, núm. 2, noviembre de 1926, pp. 16 y 17.

199 no, y que albergan el sol clásico de toda custodia, pues ahí se encuentra el relicario en donde se guarda la eucaristía; al pie del relicario se encuentra el águila mexicana con la inscripción: salvum fac populum tuum domine ésta, por ser la parte más importante, se cubrió con un dosel de filigrana y se adornó con piedras preciosas por los joyeros López, de Puebla. Sobre la cornisa de coronamiento se colocaron ocho remates con los escudos de las arquidiócesis, y todo el conjunto se remató, como en todos los edificios cristianos, con la cruz. Durante muchos años la custodia se resguardó bajo el altar mayor de la Catedral Metropolitana, y los domingos se elevaba sobre él, con un mecanismo de poleas. En diciembre de 1998 la sacaron de este sitio y la colocaron dentro de un capelo en el altar de Los Reyes, el cual la protegía, pero el reflejo de los cristales impedía que se pudiera admirar. Posteriormente, bajo la supervisión del Pbro. José de Jesús Aguilar, la desarmaron pieza por pieza para realizar una limpieza minuciosa; actual- mente se encuentra en el altar de Los Reyes, y los jueves de Corpus Christi se baja del altar y se monta sobre un vehículo especial para llevarla en magna procesión por el centro capitalino. En 1931, para la Basílica de Guadalupe fundió en bronce las puertas de los confesionarios y las bases de las columnas. Con motivo del quincuagésimo aniversario de la coronación de Nuestra Señora de Guadalupe, el viernes 12 de octubre de 1945, el legado a latere del papa Pío XII, el cardenal canadiense José María Villeneuve, en solemne ceremonia, ofrendó una corona monumental a la virgen, depositándola a sus plantas en señal de pleitesía y reconocimiento como reina de las Américas. En dicha ceremonia participaron los dirigentes religiosos de las 22 naciones del continente. El comité organizador del evento le encargó a Albarrán y Pliego la ejecución de la corona y lo invitó a participar como comisionado especial para llevarla en la procesión. Posteriormente produjo una corona para la virgen de Acatzingo, para una ocasión especial en que se coronó a la virgen de los Dolores.

200 Por los años 1950, su hijo, el arquitecto Ricardo Albarrán Boeuf, edificó la iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús —cuyo proyecto realizó como tesis—, localizada en la calle de Cumbres de Maltrata, en la colonia Narvarte. Para el exterior de dicho templo, a Luis Albarrán y Pliego le encargaron la ejecución de un medallón en bronce alusivo a la virgen a quien está dedicado este recinto, así como unos relieves en bronce para decorar las paredes que están a los lados de las escaleras, en los cuales se des- cribe, por un lado, la aparición de la virgen a los fieles y, por otro, cómo los religiosos acogen a los feligreses. Para el interior realizó el barandal del presbiterio, la puerta del sagrario en plata y, para el ábside un óleo alusivo a la virgen del Sagrado Corazón. De los últimos monumentos religiosos, se cuenta la fundición de piezas que representan a sacerdotes ortodoxos que le encargaron para Líbano.

Detalle de la base en la cual se encuentran los atributos de los cuatro evangelistas Custodia monumental | plata con baño de oro | 1924 Detalle de las columnas en la iglesia de Sagrado Corazón de Jesús Los comisionados portando el modelo en yeso de la corona de la virgen de Guadalupe pintura

Luis Albarrán también incursionó en la pintura. Su especialidad fue la acuarela, que como es bien sabido es una técnica difícil de manejar, pues se necesita rapidez, decisión y precisión en el trazo, ya que no se pue- de corregir, a diferencia del óleo (aunque eventualmente pintaba en óleo, gouache y al pastel). Sus cuadros en acuarela son pequeños, algunos más bien miniaturas, todos muy reales, detallados, con gran transparencia y cuidado de la línea y del color; en ellos se percibe la atmósfera, el ambiente, el aire, el polvo y la textura de lo que está representando. Frecuentemente salía a los alrededores de la capital a pintar con sus amigos, Pastor Velázquez, Oropeza, Ignacio Rosas y Cornejo, quien tenía el Rancho del Artista. Al igual que , el charro pintor, tuvo gran amor por la charrería, principalmente porque fueron sus vivencias infantiles y juveniles, ya que dedicaba su tiempo libre a vigorosas faenas en el campo. Frecuen- taba las haciendas, era pariente y amigo de charros y gran conocedor de la materia, por ello sus obras son documentos fieles de las faenas que se ejecutaban. Nos legó un testimonio pictórico al ilustrar la vida charra, escenas campiranas en donde los charros llevaban acabo las diferentes actividades que les eran características, en donde los muestra muy bien ataviados en sus corceles: lazando, ejecutando una mangana, jineteando y coleando;

203 Los tres burros, sus hijos: Luis (de pie) y Ricardo (sobre el burro) | acuarela Acuarela referente al segundo premio del Monumento al Charro Portada de la revista México Charro | acuarela así como un charro y una china poblana bailando el jarabe tapatío, con tal realismo que hasta la música se escucha. Para su primo José Ramón Albarrán, conocido por todos como el Chope, realizó cuatro pinturas al óleo que se encontraban en uno de los comedores de la hacienda La Gavia. La serie de pinturas de gallos sirve para ilustrar la variedad de estos animales, las distintas clases y las diversas etapas del combate. También pintaba escenas de cacería; personajes típicos de algunas regiones; figuras prehispánicas; las joyas que se encontraron en la tumba 7 de Monte Albán; paisajes de su tierra natal o de lugares que visitaba como Acapulco, Tequesquitengo, Lerma; detalles de iglesias; portones; retratos de sus padres y de sus hijos (en diferentes actividades como la cacería que disfrutaba con ellos) y, de Cristos en la cruz, a éstos los realizaba con gran realismo y expresividad. Las revistas especializadas en charrería y en gallos le encargaban acuarelas alusivas a las suertes charras para las portadas de sus ejemplares. Las asociaciones charras también acudían a él cuando se festejaba algún evento especial o competencia charra de gran envergadura, para que les realizara invitaciones con acuarelas originales alusivas a la charrería: rayando al caballo, floreando, una mangana, una buena cola, entre otras, las cuales eran miniaturas con gran realismo y movimiento, y en ellas, además de la calidad plástica, estaba implícito todo su conocimiento sobre el arte de la charrería.

207 Jineteando | acuarela

A punto de colear | acuarela orfebrería

El escultor que realizó el monumento a los Niños Héroes, Ernesto Tamariz, relató lo siguiente:

... El maestro Albarrán era miniaturista, tenía un carácter muy dedicado y rea- lizaba verdaderas esculturas en miniatura. Tenía calma para hacer las cosas y sentía verdadero amor por hacerlas, era muy detallista, formaba parte de su for- ma de ser, era muy estricto con lo que hacía. Era un hombre que se entregaba a modelar con paciencia y amor por lo que estaba haciendo y no le importaba estarse más tiempo con tal de que cada detalle fuera perfecto, buscaba la per- fección, lo que para él era perfecto. Y cuando se hace una cosa con amor y se sabe hacer, pues sale algo muy bueno y él lo hacía de esta forma...

Sus obras de orfebrería alcanzaron una belleza increíble, son piezas muy pequeñas, bien trabajadas, a las que no se les escapa ni el más mí- nimo detalle. Para lograrlo, realizaba primero un boceto diez veces más grande en yeso y después, con un pantógrafo, lo reducía al tamaño en que lo iba a fundir. Para realizar las piezas de orfebrería preparaba una cera muy plástica, y modelaba en cera directamente con gran paciencia y minuciosidad, me comentaron el escultor Modesto Barrios y David Galván.

Se inspiró en las mitologías griega y romana, para realizar anillos como Diseño de Leda y el cisne modelado en yeso Leda y el cisne, La tragedia y la comedia, y Faunos. para un anillo

209 En cuanto a los temas prehispánicos, realizó en plata una interpreta- ción del chimalli, pero en vez de tener el mosaico de turqueza le adaptó una punta de pedernal auténtica; un anillo que representa la cabeza de un jaguar sosteniendo un jade entre sus fauces; pectorales de oro con caritas de obsidiana y adornados con cascabeles, así como figurillas en plata de piezas parecidas a las caritas sonrientes, y a las olmecas y mayas. Por cierto, cuando se descubrió la tumba 7 de Monte Albán surgió una polémica entre Antonio Caso (su descubridor), y Ramón Mena (conser- vador oficial de las joyas) sobre la autenticidad o falsedad de las alhajas encontradas en dicha tumba. Por tal motivo acudieron con Carlos Ortiz, uno de los viejos joyeros oaxaqueños, quien, al igual que don Luis, había realizado infinidad de trabajos de orfebrería y desde los descubrimientos de la tumba 7 se había especializado en la manufactura de anillos, braza- letes, collares, prendedores, etc., del mismo tipo y forma de las famosas piezas arqueológicas. El joyero respondió que eran auténticas, explicó que los indios hacían figuras sobre cera negra, para el vaciado metálico, con sus cuchillos y cincelitos de obsidiana, huellas que aparecían después de la fundición, y si tenían alguna duda le preguntaran “al mejor fundidor de México, don Luis Albarrán y Pliego, quien tiene suficiente autoridad para decir si me asiste la razón o no.63 A lo largo de su trayectoria plástica Albarrán fundió gran cantidad de anillos, como argollas de matrimonio formadas por una secuencia de rosas o de espinas; dos angelitos besándose; hojas de laurel con alguna piedra engarzada; peleas de gallos; escenas de cacería; cabecitas de toros, entre otros. También realizó unas mancuernillas de oro con el rostro del hijo del presidente Abelardo Rodríguez. De igual forma, hizo medallas con temas católicos, como la Virgen de Guadalupe y el Sagrado Corazón de Jesús, para las cuales primero reali- zaba el modelo en yeso ocho veces más grande; de ahí sacaba el clavo en acero templado, y ya con esto obtenía el troquel para hacer las medallas. 63 Jorge Fernando Iturribarría, “No es lo mismo tijeras que cuchillo”, ca. 1937. También utilizaba este procedimiento para fabricar arracadas.

210 Como ferviente católico, para él era muy significativa la representa- ción de Cristo en la cruz, por lo cual produjo varias obras con este tema, ejecutadas en oro. También elaboró medallas conmemorativas para funcionarios impor- tantes de México, Canadá y Estados Unidos.

Galgo tras un conejo | oro | s/f

Pieza de orfebrería inspirada en el Chimalli encontrado en la Maqueta de una arracada | yeso | s/f tumba 7 de Monte Albán | plata y punta de pedernal | s/f

CRONOLOGÍA Don Quijote y su leal escudero Sancho | bronce | ca. 1944 1893 Nació el primero de septiembre en Toluca, Estado de México. 1900 Inició sus estudios de primaria. 1906 Trabajó en una platería de Toluca, aprendió a hacer trabajos en fierro, co- bre y plata. 1909 Se trasladó a la ciudad de México. 1913 Trabajó en La Carrocería del Paje como supervisor del taller. 1915 Falleció su madre, doña María de Jesús Pliego de Albarrán. 1918 Trabajó en la compañía El Águila como tenedor de libros. 1919 Trabajó como agente de compras en la mina Dos Estrellas, en El Oro, Esta- do de México. 1920 Falleció su padre don Benito Albarrán y Pliego. Contrajo matrimonio. 1921 Participó en la exposición de la escultura ecuestre en plata de don Carlos Rincón Gallardo y Romero de Terreros, duque de Regla y marqués de Gua- dalupe y marqués de Villahermosa, joyería La Esmeralda. Nació su hija María Luisa. 1922 Nació su hijo Luis. Esculturas ecuestres de don José de Jesús Pliego, a la usanza charra y a la inglesa. 1923 Nació su hijo Ricardo José Luis. 1924 Realizó la fundición de la custodia monumental para el Congreso Eucarístico. Hizo la escultura El chapulín para la fuente del alcázar del Castillo de Cha- pultepec.

215 Ejecutó las piezas pato y tortuga en bronce para el centro de la fuente de Las Ranas, en Chapultepec. 1925 Realizó la fundición del monumento a Felipe Carrillo Puerto, del escultor Fernando Toriello. 1926 Obtuvo primero y segundo lugares en el concurso del Monumento al Charro mexicano. 1927 Fue director de fundición en la Escuela de Escultura y Talla Directa. 1928 Exposición colectiva de la Escuela de Escultura y Talla Directa en el excon- vento de La Merced, fundió los mascarones que adornaban la puerta. Realizó las piezas Armadillo y Pinacate rueda bolas. 1929 Zarpó en el barco Alfonso XIII rumbo a Europa para perfeccionarse en el procedimiento de la cera perdida en los principales centros educativos de fundición artística de Florencia, Madrid, Barcelona y Sevilla. Medalla de oro y diploma de primer lugar en la Feria de Sevilla con las piezas: La última querencia y Barbas de oro. 1931 Ejecutó las puertas de los confesionarios y bases de las columnas para la antigua Basílica de Guadalupe. 1932 Cooperativa de Escultores: fundición de una escultura de Francisco I. Madero para la ciudad de Puebla. Participó en la primera exposición individual de escultura, repujado y orfe- brería en la Galería Excélsior. 1933 Tomó parte en la exposición del trofeo taurino El torero de la temporada, en la joyería La Esmeralda, obtenida por Fermín Espinosa, Armillita. Realizó el busto del hijo del presidente Abelardo Rodríguez, mancuernillas en oro con el rostro del niño. Participó en la exposición colectiva en la Sala de Arte Mexicano, pintura, tallado y escultura: Fermín Revueltas, Roberto de la Selva y Luis Albarrán y Pliego. Ejecuto la fundición a la arena de la placa para la Compañía de Seguros La Nacional, diseñada por Manuel Centurión. 1935 Fue profesor de fundición en la Facultad de Filosofía y Bellas Artes de la Universidad Nacional Autónoma de México. Se exhibió el trofeo El triunfador en el Museo Taurino. Reportaje periodístico de un monumento que realizó por encargo del director del Departamento Central para el presidente de la república, general Lázaro Cárdenas.

216 1936 Realizó las esculturas ecuestres de Emiliano Zapata, Francisco Villa y Mar- cos E. Raya. 1937 Hizo el Trofeo taurino Toro de bronce, otorgado al torero Chucho Solórzano. 1938 Realizó el trofeo taurino Bravura. Nació su hija Guadalupe. 1939 Elaboró el trofeo de polo. 1940 Ejecuta el Monumento a la Bandera, Toluca, Estado de México. 1941 Realizó monumentos a los generales Agustín Millán y José Vicente Villada, Toluca, Estado de México. 1942 Participó en la primera exposición colectiva del Círculo de Escultores en la Academia de San Carlos. 1943 Realizó la escultura del torero Silverio Pérez, como homenaje por su faena a Tanguito, para la fuente monumental de la plaza de toros El Toreo, de la colonia Condesa. Rejoneador. 1944 Participó en la segunda exposición colectiva del Círculo de Escultores en el Palacio de Bellas Artes. Ejecutó las piezas Don Quijote y Sancho Panza en plata; Silverio Pérez, El duque, Pieza cobrada y Herido, en bronce. Realizó una escultura taurina para rematar la fuente que se realizó en la plaza de toros de la Condesa como homenaje a Silverio Pérez por su faena a Tanguito. 1945 Elaboró la corona de la Virgen de Guadalupe para el quincuagésimo aniver- sario de su coronación. 1946 Participó en la exposición Premio Nacional de Artes Plásticas en el Palacio de Bellas Artes. 1948 Monumento a Francisco Villa para ciudad Lerdo, Durango. Trofeo de polo “Miguel Alemán” Coleador para Toronto, Canadá. Gallo. 1955 Expuso en las Galerías de Arte, A.C., en Monterrey, Nuevo León. Se presen- tó en la exposición colectiva: Orfebrería en oro de Luis Albarrán y Pliego. Realizó el trofeo de golf Premio Chanel, para la casa Les perfumes Chanel. Esculpió la obra Toro a punto de doblar. 1958 Ejecutó la obra el Charro mexicano. 1962 Realizó el medallón en bronce de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, puerta del sagrario en plata, barandal del presbiterio y bajorrelieves talla- dos en piedra en la iglesia construida por el arquitecto Ricardo Albarrán, ubicada en Cumbres de Maltrata, ciudad de México.

217 1963 Ejecutó el busto del cazador Benito Albarrán y relieve Manada de leones. Jirafa, Leona atacando un órix, Leonas, Pieza cobrada y Una buena vara. 1967 Ejecutó la pieza El chinaco, dedicada a los charros García-Bravo. Fallece Luis Albarrán y Pliego. Aparece la publicación periodística “Réquiem a un charro”. 1988 Celebran al escultor con un homenaje póstumo a los veinte años de su fallecimiento: Exposición Retrospectiva en la Casa Domecq, México. Realizan homenaje y develación de la placa El chapulín, en el Castillo de Chapultepec, México. 1992 Se le reconoce en la semana de Cultura y Recreación Canaco 92: expo- sición colectiva Contrastres. Obra pictórica de Gabriel Vergara y Ernesto Ceceña Ivich y obra escultórica del maestro Luis Albarrán y Pliego, Cámara de Comercio de la ciudad de México. Se le rememora con la expo-homenaje póstumo a los XXV años de su fa- llecimiento en la Sala Faustino Salazar del palacio municipal de la ciudad de Puebla. 1993 Se realizó un homenaje en el centenario de su nacimiento en el Museo de Bellas Artes de Toluca, Estado de México. Inaugurada por el director del Instituto Mexiquense de Cultura: José Yurrieta. Así también se le celebra con un homenaje en el centenario de su natalicio en el club campestre Lomas de Cocoyoc. 2003 Se efectuó la exposición-homenaje para celebrar el 110 aniversario del natalicio del escultor, para este acto se realizó la presentación del libro: Luis Albarrán y Pliego Escultor, pintor y orfebre (1893-1967), editado por el Instituto Mexiquense de Cultura. El festejo se llevó a cabo en el Centro Cul- tural Isidro Fabela, Casa del Risco, México, d.f., los comentarios estuvieron a cargo del director de Fomento Cultural Domecq, Luis Ortiz Macedo y del escultor Lorenzo Rafael. 2004 Se presentó el libro: Luis Albarrán y Pliego escultor, pintor y orfebre. (1893-1967) en la Feria Internacional del Palacio de Minería. En esta oca- sión los comentarios estuvieron a cargo de la investigadora titular de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Eloísa Uribe y la coordinadora de Curaduría de la Academia de San Carlos, Alfia Leiva. Ese mismo año se celebró la exposición de esculturas y pinturas, así como la presentación de dicho libro en el Museo-Taller Luis Nishizawa en Toluca, con los comentarios de la maestra en Historia del Arte, Bertha Abraham Jalil y la cronista de la ciudad de Toluca y directora del Museo-Taller Luis Nishizawa, Margarita García Luna.

218 2007 Se celebra la “Exposición retrospectiva del escultor, pintor y orfebre: Luis Albarrán y Pliego (1893-1967)” en la Biblioteca general del Congreso de la Unión. 2008 Fueron expuestas las esculturas taurinas ejecutadas por Albarrán y Pliego en la presentación de la revista Castálida celebrada en el Centro Cultural Taurino. 2011 Se llevó a cabo la exposición-homenaje al escultor Luis Albarrán y Pliego en su 44 aniversario luctuoso. Dicha muestra estuvo integrada por escul- tura, pintura, orfebrería, publicaciones en periódicos y revistas, así como fotografías. Se realizó en la Biblioteca Isidro Fabela de la Casa del Risco. La presentación estuvo a cargo de la directora de dicho centro cultural, Lucía Sáenz Viesca y de la investigadora del Centro Nacional de Investiga- ción, Documentación e Información de Artes Plásticas, INBA, María Teresa Favela Fierro.

Cuatro generaciones de Luises: el artista (fotografía a la izquierda), su hijo, su nieto y su bisnieto en la exposición del Museo de Bellas Artes de Toluca por el centenario del natalicio de Luis Albarrán y Pliego

LISTA DE OBRA Leona atacando un órix | bronce | ca. 1960 escultura

Taurina

Material Año Propietario

Un tumbo Bronce ca. 1921 Colección particular Un quite coleando Bronce ca. 1926 Colección particular Romaneando a la víctima Bronce ca. 1926 Colección particular La última querencia Bronce 1929 Museo Bello de Puebla Barbas de oro Bronce 1929 Colección particular El torero de la temporada Bronce 1933 Colección particular La estocada de la tarde Bronce 1935 Colección particular El triunfador Bronce 1935 Colección particular Toro de bronce Bronce 1937 Colección particular Bravura Bronce 1938 Colección particular Toro padre Bronce ca. 1935 Colección particular Asociación Nacional Quite del sombrero Bronce ca. 1942 de Charros Una buena vara Bronce 1942 Colección particular Manolete Bronce ca. 1943 Colección particular Tres en uno Bronce ca. 1930 Colección particular Silverio Pérez Bronce 1943 Silverio Pérez Toro bonito # 85 Bronce 1943 Colección particular A punto de doblar Bronce ca. 1958 Colección particular

223 Charrería

Material Año Propietario

Alfonso Rincón Don Carlos Rincón Gallardo Plata 1922 Gallardo Don José de Jesús Pliego Bronce 1923 Colección particular vestido de charro Don José de Jesús Pliego Bronce 1923 Colección particular ataviado a la inglesa Don Marcos E. Raya Bronce 1936 Colección particular Charro lazando Bronce 1936 Lázaro Cárdenas Charro lazando un toro Bronce 1936 Colección particular Emiliano Zapata Bronce 1936 Colección particular Pancho Villa Bronce 1936 Colección particular Coleador Bronce s/f Colección particular Coleando Bronce s/f Colección particular Jineteo Bronce s/f Colección particular Charrita Bronce s/f Colección particular El chinaco Bronce 1967 Rodolfo García-B.

Gallos

Material Año Propietario

Gallo padre Bronce 1947 Colección particular El epílogo de la pelea Bronce ca. 1948 Colección particular El epílogo de la pelea Terracota ca. 1948 Colección particular Niño con gallo Bronce ca. 1948 Colección particular

224 obra pública

Civil

Material Año Propietario

El chapulín Bronce 1924 Castillo Chapultepec Exconvento de La Mascarones de puerta Bronce 1927 Merced Placas del Banco de Londres Bronce 1930 y México Placas del Puente Bronce 1930 de Mezcala Rubén Darío Bronce 1932 Colección particular Don Miguel Hidalgo Bronce ca. 1934 Colección particular Carlos IV, “El Caballito” Bronce 1936 Colección particular (réplica) Biblioteca del Sor Juana Inés de la Cruz Bronce 1937 Congreso Biblioteca del Melchor Ocampo Bronce 1937 Congreso Biblioteca del Guillermo Prieto Bronce 1937 Congreso Biblioteca del Justo Sierra Bronce 1937 Congreso Salvador Díaz Mirón Bronce 1937 San Lázaro

225 Fray Bernardino de Sahagún Bronce 1937 San Lázaro Juan Ruiz de Alarcón Bronce 1937 Colección particular Busto del general Villa Bronce 1938 Cd. Lerdo Durango Escultura ecuestre del Bronce 1939 Lázaro Cárdenas general Villa Escultura ecuestre del Bronce 1939 Lázaro Cárdenas general Zapata Toluca, Estado de Monumento a la Bandera Mixto 1940 México Monumento al general Toluca, Estado de Bronce 1941 Agustín Millán México Monumento al general Toluca, Estado de Bronce 1941 Vicente Villada México Paul Signoret Bronce ca. 1945 Hospital Francés Morelos Bronce ca. 1945 Colección particular Benito Juárez Bronce ca. 1954 Colección particular Álvaro Obregón Bronce ca. 1950 Colección particular Venustiano Carranza Bronce ca. 1958 Colección particular Valentín Gómez Farías Bronce ca. 1959 Colección particular Luis G. Dávila Bronce ca. 1961 Colección particular Gustavo Adolfo Bécquer Bronce ca. 1960 Colección particular Lic. Adolfo López Mateos Bronce ca. 1963 Colección particular

Religiosa

Material Año Propietario

Puertas de los confesio- narios de la Basílica de Bronce 1931 Basílica de Guadalupe Guadalupe Bases de las columnas de la Bronce 1931 Basílica de Guadalupe Basílica de Guadalupe

226 Medallón Virgen del Sagrado Iglesia del Sagrado Bronce 1955 Corazón de Jesús Corazón Puerta del Sagrario de la Iglesia del Sagrado Iglesia del Sagrado Corazón Plata 1955 Corazón de Jesús Crucifijo Bronce ca. 1956 Colección particular

Figura

Material Año Propietario

Busto de Don Benito Bronce ca. 1932 Colección particular Albarrán y Pliego Ciclista Bronce ca. 1932 Colección particular Busto del hijo del presidente Bronce 1933 Colección particular Abelardo Rodríguez India patera Bronce 1933 Colección particular India patera Terracota 1933 Colección particular Milpero Terracota 1933 Colección particular Herrero Bronce ca. 1935 Colección particular Titiritera Bronce 1939 Colección particular Costeña Bronce 1943 Colección particular Buzos Bronce 1943 Colección particular Don Quijote de la Mancha Plata 1944 Colección particular Sancho Panza Bronce 1944 Colección particular Don Quijote aleccionando a Bronce 1944 Colección particular Sancho Busto del cazador Benito Bronce ca. 1960 Museo en Guadalajara Albarrán Fauno Bronce ca. 1960 Colección particular Ajedrez Bronce ca. 1965 Colección particular

227 Cacería

Material Año Propietario

Borrego cimarrón Bronce ca. 1950 Colección particular Elefante africano Bronce ca. 1950 Colección particular Venado Bronce ca. 1950 Colección particular Cazador Bronce ca. 1950 Colección particular Rinoceronte Bronce ca. 1960 Colección particular Leona atacando un órix Bronce ca. 1960 Colección particular Leonas en combate Bronce ca. 1960 Colección particular Pareja de leones Bronce ca. 1960 Colección particular Jirafa Bronce ca. 1960 Colección particular Pieza cobrada Bronce ca. 1960 Colección particular Relieve Manada de leones Bronce ca. 1963 Museo en Guadalajara

Animales

Material Año Propietario

Armadillo Hierro cincelado 1927 Colección particular Hierro y cobre Pinacate rueda bolas 1927 Colección particular cincelado Perro callejero Bronce 1933 Colección particular Perro en apuros Bronce 1933 Colección particular Burro Bronce ca. 1935 Colección particular Chango en un caballito Bronce 1950 Colección particular de madera

228 Trofeos

Material Año Propietario

Carga de polo Bronce ca. 1936 Colección particular Toro padre Bronce 1939 Colección particular Vaca lechera Bronce 1939 Colección particular Caballo Bronce 1939 Colección particular Agrarista tipo norteño Bronce 1939 Colección particular Agrarista tipo suriano Bronce 1939 Colección particular Agrarista tipo mesa central Bronce 1939 Colección particular Corredor olímpico Bronce 1939 Colección particular Basquetbolista Bronce 1939 Colección particular Grupo Pelea de gallos Bronce 1939 Colección particular Grupo Pelea de marranos Bronce 1939 Colección particular Grupo Arado con yunta Bronce 1939 Colección particular Grupo Arado con tronco de Bronce 1939 Colección particular mulas Potrillo Bronce 1939 Colección particular Borrego Bronce 1939 Colección particular Chivo Bronce 1939 Colección particular Polista Bronce 1939 Colección particular Flechador Bronce 1939 Colección particular Trofeo “Miguel Alemán” Bronce 1948 Colección particular Coleador Coleador Bronce 1955 Colección particular Rejoneador Bronce 1955 Colección particular Challenge Bronce ca. 1960 Colección particular Premio Chanel Plata maciza 1955 Colección particular

229 Fundición

Material Año Propietario

Custodia eucarística, Arq. Catedral Plata y oro 1924 Luis G. Olvera Metropolitana Monumento a Felipe Carrillo Puerto, escultor Fernando 1925 México, D.F. Toriello Presidente Francisco I. Madero, escultor Ernesto 1932 Puebla, Pue. Tamariz Placa de la Compañía de 1932 México, D.F. Seguros La Nacional Sacerdotes ortodoxos, 1962 Líbano escultor Manuel Centurión

Proyectos

Año

1° y 2° lugares para el Monumento al Charro 1926 Monumento a Lázaro Cárdenas para la Escuela Revolución 1933

230 pintura

Taurina

Técnica

Un pase Acuarela Un natural Acuarela Quite de un picador Gouache Caballo de pica (copia) Pastel Toro de lidia Acuarela Derechazo Acuarela Un tumbo Acuarela

Charrería

Técnica

Monumento al charro Acuarela Lazando Acuarela Mangana Acuarela Coleando Acuarela Una buena cola Acuarela Jineteando Acuarela A punto de colear Pastel

231 A todo galope Pastel El jarabe tapatío Acuarela Charrita Acuarela Herrando ganado Óleo Arreando un toro Óleo Coleador Óleo Charro en pony Óleo

Gallos

Técnica

El príncipe Óleo Aladino Acuarela El simitarra Acuarela El giro Acuarela El mohiller Acuarela ¿Pata... Plata? Acuarela Dos gallos giros Acuarela Un colorado y un osco Acuarela Un giro y un osco Acuarela Flor de caña y un retinto Acuarela Gallos de pico Acuarela El Ratón Macías Acuarela Giro canelo cantando Acuarela Gallo giro Acuarela Qué peleas maistro Acuarela Chucho el patero Acuarela Galleros Acuarela Giro canelo vs giro negro Acuarela Pleno combate Acuarela

232 Final de la pelea Acuarela El epílogo de la pelea Acuarela Dos gallos giros Acuarela Suelten sus gallos Acuarela Pelea de gallos Acuarela Antes de la pelea Acuarela Palenque Acuarela Gallo qué garra Acuarela ¡Allá va! Acuarela ¿A cuál van? Acuarela Correteando un gallo Acuarela Picando la cresta Acuarela

Religioso

Técnica

Virgen del Sagrado Corazón de Jesús Óleo Cristo Acuarela Cristo Acuarela Bendición del pan Acuarela

Temas diversos

Técnica

Chaplin Acuarela Caruso Acuarela Don Quijote de la Mancha Acuarela Don Miguel de Cervantes Saavedra Acuarela Los tres burros Acuarela Casa de Linares Acuarela

233 Mi hijo Luis Pastel Entrada al atrio Acuarela Iglesia de San Ángel Acuarela Iglesia de Jajalpa Acuarela Casa de pueblo en Morelos Acuarela Tendajón en el Estado de México Acuarela Tequesquitengo Gouache Acapulco Acuarela Estudio de flores Acuarela Flores Acuarela Joyas de Monte Albán: mascarilla Acuarela Joyas de Monte Albán: Chimalli Acuarela Gitana Acuarela Carga de polo Acuarela Mi sentencia Pastel Fiestas patrias Acuarela Artesanías mexicanas Pastel Títere Acuarela Cerámica con pinceles Acuarela Guanajuato Acuarela Catedral de Guadalajara Acuarela Apocalipsis Acuarela Revilla y Albarrán con sus venados Óleo Chato con su primer venado Acuarela Cazador Acuarela Cacería con perros Acuarela Buho cazando un conejo Acuarela Mi primer venado Acuarela Jauría atacando un jabalí Acuarela Cebras Acuarela Panteras peleando Acuarela

234 orfebrería

Material

Corona de la virgen de Guadalupe Oro Corona de la virgen de Acatzingo Oro Crucifijo Oro Arracadas Oro Arracadas Plata Milagritos Oro Milagritos Plata

Anillos

Material

Leda y el cisne Oro Angelitos Oro La tragedia y la comedia Oro y jade Hojas de laurel Oro Jaguar Oro y jade Fauno Oro Adivino Oro

235 Pelea de gallos Oro Gallo cantando Oro Jade redondo Oro Mascarón tigre Oro y jade Cristal de roca Oro Zapoteca Oro Ranita Plata

Prendedores

Material

Chimalli con punta de pedernal Plata Galgo tras un conejo Oro Ratón con queso Oro con perla

Fistoles

Material

Cabeza de venado Oro Cabeza de toro Oro Elefante africano Oro Perro con hueso Oro Perro de muestra Oro Perro rascándose la oreja Oro Cabeza de pointer Oro Gallito muerto Oro Gallito escañol Oro Borrego salvaje Oro

236 Pulseras

Material

Palomas Plata cincelada Rosas Plata Diversos diseños Plata troquelada

Medallas conmemorativas

Material

Adolfo López Mateos Oro Salvador Díaz Mirón Oro Edward Warner Award Oro

237

BIBLIOHEMEROGRAFÍA Fauno | bronce | ca. 1960 bibliografía

Alameda, José, Retrato inconcluso. Memorias, ediciones Océano, México, 1982. Beloff, Angelina, Muñecos animados: Historia, técnica y función educativa del teatro de muñecos en México y en el mundo, sep, México, 1945. Chávez, Octavio, La charrería: tradición mexicana, 2da. ed., Casa Pedro Domecq, México, 1993. Debrois, Olivier, Figuras en el trópico, editorial Océano, México, 1984. Enciclopedia de México, Compañía Editorial de Enciclopedia de México, S.A. de C.V., sep, t. I, México, 1987, p. 271. Escultura mexicana. De la academia a la instalación, Landucci Editores-Cona- culta-inba, México, 2004. Exposición colectiva de las escuelas de pintura al aire libre, centros populares de pintura, Escuela de Escultura y Talla Directa, Departamento de Bellas Artes, sep, México, noviembre de 1928. Federación Mexicana de Charrería, A.C. Estatutos, México, 1965. Fernández, Justino, Arte moderno y contemporáneo de México, Instituto de In- vestigaciones Estéticas, unam, México, 1952. Fernández, Justino, El arte moderno en México. Breve historia, siglos xix y xx, Ins- tituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Antigua Librería Robredo, José Porrúa e Hijos, México, 1937. Gónzález Matute, Laura, Escuelas de Pintura al Aire Libre y Centros Populares de Pintura, inba-Cenidiap, 1987. Guarner, Enrique, Tauromaquia. Teoría y técnica taurina, Diana, México, 1982.

241 Islas Escárcega, Leovigildo y Rodolfo García-Bravo y Oliveira. Diccionario y refra- nero charro, Edamex, México, 1992. Kassner, Lily, Diccionario de escultores mexicanos del siglo xx, Conaculta, tomo I, México, 1997. “La charrería”, en Artes de México, núm. 99, año XVI, segunda época, México, 1967. La escuela mexicana de escultura. Maestros fundadores, Conaculta-inba, Museo del Palacio de Bellas Artes, marzo-abril, 1990. Luna Arroyo, Antonio, Panorama de la escultura mexicana contemporánea, inba, México, 1964. Maples Arce, Manuel, Modern mexican art (El arte mexicano moderno), A. Zwe- mmer, London, 1945. Martínez-Novillo, Álvaro. El pintor y la tauromaquia, ediciones Turner, Madrid, 1988. Monteforte Toledo, Mario, Las piedras vivas, escultura y sociedad en México, Ins- tituto de Investigaciones Sociales, unam, 2a ed., México,1979. Monumentos de México. Plazas, parques y jardines. Fuente de El chapulín, p. 174. Ortiz Macedo, Luis, Ernesto Icaza. Maestro del ingenuismo, Banca Serfín, México, 1988. Padilla, Guillermo E., Historia de la plaza El Toreo: época de oro 1929-1946, Es- pectáculos Futuro, S.A. de C.V., México, 1989. Peraza, Humbert, Los toros en la plástica, Bibliofilos Taurinos de México, A.C., México, 1991 (Colección Lecturas Taurinas). Revueltas, Fermín, Fermín Revueltas 1902-1935. Muestra antológica, , Sociedad Mexicana de Arte Moderno, México, 1993. Rincón Gallardo, Carlos y Romero de Terreros, El libro del charro mexicano, 3a ed., Editorial Porrúa, 1977. Rodríguez Mortellaro, Itzel Alejandra, Una crónica del arte en el México callista: la revista Forma (1926-1928), tesis para obtener el título de licenciada en Historia, Facultad de Filosofía y Letras, unam, México, 1995. Salvat, Juan y José Luis Rosas (dirs.), “Arte contemporáneo”, en El Arte Mexicano, Salvat Mexicana de Ediciones, S.A. de C.V., Gráficas Monte Albán, S.A. de C.V., ts. I-III, México, 1986.

242 Tibol, Raquel, Historia general del arte mexicano. Época moderna y contemporá- nea, editorial Hermes, ts. V y VI, México-Buenos Aires, 1981. Valero Silva, José, El libro de la charrería, Ediciones Gacela, México, 1987. Zincúnegui Tercero, Leopoldo, Toluca en mis recuerdos, Libros de México, (Colec- ción Testimonios de Atlacomulco), México, 1970.

243

hemerografía

Albarrán y Favela, Luz María, “Versátil artista mexicano de proyección mundial”, Voz, año 8, núm. 50, marzo-abril, México, 1971. “Apoteosis guadalupana”, La Prensa, México, 13 de octubre de 1945, pp. 1 y 3. “Armadillo. Lámina de hierro, repujada y cincelada. Obra del escultor Luis Albarrán y Pliego”, Forma, vol. I, núm. 4, México, 1927, p. 37. “Arte y artistas: comentando la obra del día”, El Universal, México, 1920. “Artística exposición inaugurada anoche en la Galería Excélsior. Escultura, repu- jado y orfebrería”, Excélsior, México, 24 de febrero de 1932. Atamoros, Noemí, “Luis Albarrán y Pliego exhibe esculturas”, Excélsior, México, 16 de agosto de 1993. Bretal, Máximo, “Un ejemplo: la Cooperativa de escultores”, Revista de Revistas, México, 23 de febrero de 1932, p. 49. “Brillante culminación de los festejos guadalupanos”, Esto, México, 13 de octubre de 1945. Byrne, Columba, “La exposición de escultura en la Academia de San Carlos, Excél- sior, 6 de febrero de 1942. Canessi, Federico, “La disputa de la escultura”, Revista de Revistas, México, 6 de marzo de 1932, pp. 35 y 36. “Centenario de Albarrán y Pliego”, El Universal, México, 16 de agosto de 1993. “150 obras serán presentadas en la exposición de escultura”, El Nacional, México, 3 de enero de 1944.

245 Cox, Patricia, “Cómo se funde una estatua”, Estampa, México, 5 de mayo de 1942, pp. 28 y 29. De la Selva, Roberto, “La vida artística en México. La obra del escultor mexicano Luis Albarrán y Pliego”, México al Día, México, 1 de mayo de 1933, pp. 15 y 16. “Deciden quién recibe el Premio Chanel”, Jueves de Excélsior, México, 7 de no- viembre de 1955. “El arte de la charrería”, Artes de México, año XXIII, núm. 200, México. “El escultor Luis Albarrán y Pliego. Artífice de la escultura”, La Prensa, México, 14 de mayo de 1933. “El escultor Luis Albarrán y Pliego y el Trofeo de la Afición”, La Afición, México, 1933. “El fascinante vergel de la laguna, escultura de Pancho Villa”, Jueves de Excélsior, México, 5 de febrero de 1948. “El orfebre Luis Albarrán y Pliego cincelando el Trofeo Taurino”, Excélsior, México, 1933. “El Premio Nacional de Artes Plásticas”, Jueves de Excélsior, México, 29 de agosto de 1946. “El presidente Ávila Camacho y el rector de la universidad en la exposición de es- cultura”, El Universal, México, 6 de febrero de 1942. “El triunfador, magistral obra cincelada en bronce por el notable escultor Luis Al- barrán y Pliego, para el vencedor del concurso ‘Cerveza Corona Regia’, el Mejor Torero de la Temporada”, El Redondel, México, 6 de enero de 1935. “El toreo en México”, Artes de México, año XVI, núms. 90 y 91, México, 1967. “El rector de la universidad inauguró la exposición de pintura y escultura de la Escuela de Bellas Artes, que constituye un gran éxito artístico”, El Uni- versal, México, 22 de enero de 1926. “El Rejoneador. Estudio en bronce por Luis Albarrán y Pliego”, Arte Latinoameri- cano, México, 1942, p. 42. “El señor presidente inauguró ayer la exposición del Círculo de Escultores. Bri- llante etapa en la vida del arte se inicia en este certamen”, Excélsior, México, 27 de enero de 1942.

246 “En 1967 guardó para siempre sus herramientas de trabajo, hoy vive. Luis Alba- rrán muestra su arte”, El Periódico de México, México, miércoles 11 de mayo de 1988. “En el estudio del Benlliure mexicano”, El Universal Taurino, ca. 1925, p. 11. “Entrega de la escultura, obra de Albarrán y Pliego al representante de don Graci- liano Pérez Tabernero”, El Universal, año 22, núm. 7 760, t. LXXXV, México, 7 de marzo de 1938. “Escuela Libre de Escultura y Talla Directa”, Forma, vol. I, núm. 6, México, 1928, pp. 1-6. “Escultura en bronce de Silverio Pérez”, Esto, México, 8 de noviembre de 1943. “Estatua del presidente Lázaro Cárdenas”, México, noviembre de 1935. “Exposición de escultores en la Academia de San Carlos, inaugurada por el presi- dente Manuel Avila Camacho”, El Despertar Artístico, México, 16 de fe- brero de 1942. “Exposición del Círculo de Escultores de México”, Cima, México, 1942, p. 15. “Exposición de grabados”(catálogo), Sociedad Mexicana de Grabadores, México, 1953. García Luna, Margarita, “Luis y José Albarrán y Pliego, dos artistas toluqueños”, El Sol de Toluca, Toluca, 2 de diciembre de 2001, pp. 1 y 4a. “Homenaje a Luis Albarrán y Pliego con motivo del XX aniversario de su muerte”, Novedades, México, 15 de mayo de 1988. “Hoy será clausurada la exposición del Círculo de Escultores”, Excélsior, México, 16 de febrero de 1942. Iledín, Alda, “La exposición en la Escuela de Bellas Artes”, Monitor Republicano, México, 7 de diciembre de 1920. “Inauguró el presidente Manuel Ávila Camacho la exposición en la Academia de San Carlos”, Todo, núm. 439, México, 5 de febrero de 1942, p. 4. Islas Escárcega, Leovigildo y Rodolfo García-Bravo y O., “Don Luis Albarrán y Plie- go, artista de la charrería”, La Prensa, edición charra, núm. 58, México, 27 de septiembre de 1970, p. 14.

247 Islas Escárcega, Leovigildo, “Don Luis Albarrán y Pliego, gran escultor de la charrería”, México Ecuestre, año 12, núm. 137, México, noviembre de 1967, pp. 20 y 21. Iturribarría, Jorge Fernando, “No es lo mismo tijeras que cuchillo”, México, ca. 1937. Ladrón de Guevara, Verónica, “Homenaje a Luis Albarrán y Pliego por el cente- nario de su natalicio”, El Financiero, México, 1 de septiembre de 1993. “La exposición anual de la Escuela Nacional de Bellas Artes”, El Universal Ilustra- do, México, 9 de diciembre de 1920. “La estocada de la tarde”, El Universal, México, 1935. “La exposición de escultura en la Academia de San Carlos”, Excélsior, México, 6 de febrero de 1942. “La exposición del Círculo de Escultores”, Estampa, año 3, núm. 139, México, 3 de febrero de 1941. “La obra de un aventajado escultor mexicano”, Jueves de Excélsior, ca. 1925. “Las esculturas de Luis Albarrán”, Jueves de Excélsior, México, 17 de marzo de 1932, p. 13. López, Alfonso, “Benlliure, Albarrán y Peraza. Genios de la escultura taurina”, ter- cera parte, Últimas Noticias, México, 24 de agosto de 1984. “Los escultores Roberto de la Selva y Luis Albarrán, y el pintor Fermín Revueltas exhiben una colección de obras en la Sala de Arte Mexicano”, Revista de Revistas, México, 18 de agosto de 1933. “Luis Albarrán y Pliego esculpiendo el Trofeo de la Afición”, El Universal, México, 11 de febrero de 1933. Márquez, Barradas Arnoldo, “Realizan en el ayuntamiento homenaje póstumo al pintor y escultor Luis Albarrán y Pliego”, El Sol de Puebla, Puebla, 21 de agosto de 1992. Márquez, Barradas Arnoldo, “Homenaje póstumo a Luis Albarrán y Pliego”, El Sol de Puebla, Puebla, agosto de 1992. Márquez C., Ramón, “Mirando torear a Silverio”, Unomásuno, México, 5 de no- viembre de 1987.

248 Mérida, Carlos, “La exposición de pinturas y esculturas en la Academia Nacional de Bellas Artes”, Excélsior, 2a ed., año 5, t. V, México, 30 de septiembre de 1921. “Miles de católicos encabezados por el cardenal Norberto Rivera Carrera, parti- ciparon en una magna procesión por el centro capitalino, después de haber escuchado misa en el zócalo”, El Universal, año 84, núm. 30-146, t. CCCXXXIII, México, 2000. “Monumentos al general Agustín Millán y al general José Vicente Villada, inaugurado por el presidente Manuel Ávila Camacho y el gobernador Wenceslao Labra”, El Universal, 1 de octubre de 1941. “Muestra de Luis Albarrán”, Excélsior, México, 8 de marzo de 1992. Olvera, Luis G., “La Custodia Monumental del Congreso Eucarístico”, México eu- carístico, año 1, núm. 2, México, 1 de octubre de 1923, pp. 8-9. “Otra exposición en la Galería Excélsior. Los mejores escultores de México enviarán sus obra a ese salón”, Excélsior, México, 1932. Padres, Mercedes, “Decisión y vocación Luis Albarrán y Pliego”, Novedades, México, 17 de abril de 1962. “Precioso trofeo entregó el presidente de México”, Novedades, México, 27 de octubre de 1948. “Premio Chanel”, Jueves de Excélsior, México, 26 de julio de 1955. “Premio Chanel”, Jueves de Excélsior, año 34, núm, 1 730, México, 15 de septiem- bre de 1955. Puck, “Artistas Mexicanos, don Luis Albarrán y Pliego”, El Universal Taurino, p. 10. Puyazo, Paco, “Rejoneador, bronce del escultor Luis Albarrán y Pliego para ilustrar poesía taurina”, La Lidia, año 1, núm. 14, México, 26 de febrero de 1943. Ramírez Hernández, Celeste, “Homenaje a Luis Albarrán y Pliego en el Museo de Bellas Artes”, El Sol de Toluca, Toluca, 8 de agosto de 1993. “Réquiem a un charro”, Excélsior, Miscelánea Semanal, México, domingo 19 de noviembre de 1967, p. 2-B. Segura, Guadalupe, “La exposición del Círculo de Escultores”, Estampa, México, 1942. Solana, Rafael, “El escultor Albarrán”, El Universal, México, 23 de abril de 1988.

249 Sorondo, Xavier, “Caballos y toros”, Revista de Revistas, año XXVIII, núm. 1501, México, 26 de febrero de 1939, . Sóstenes, el Caporal, “Quién es quién en la actual charrería”, El Nacional, Asuntos ecuestres, tercera sección, México, 1 de marzo de 1936. Toro, Alfonso, “El año artístico”, Revista de Revistas, México, 30 de diciembre de 1917. “Toro de bronce, obtenido por Chucho Solórzano”, El Universal, Toros y Deportes, t. VI, núm. 323, México, 30 de marzo de 1937. “Trofeo Bravura”, El Universal, Taurinerías, México, 10 de marzo de 1938. “Trofeo de polo para el ganador del campeonato entre Estados Unidos y México por el equipo de polo Oklahoma”, Excélsior, México, febrero de 1939. “Trofeo ecuestre disputado en Toronto, Canadá”, El Universal, México, 27 de oc- tubre de 1948. “Una exposición de arte mexicano”, Revista de Revistas, México, 25 de febrero de 1917. “Una obra artística de orfebrería hecha en la ciudad de Puebla”, Forma, vol. I, núm. 2, México, noviembre de 1926, pp. 16 y 17. “Una obra artística de un joven mexicano”, Jueves de Excélsior, México, ca. 1923. Vázquez Arias, Esthela, “Conmemoran el natalicio de Albarrán y Pliego”, El Uni- versal Estado de México, Toluca, 3 agosto de 1993. Vera de Córdoba, Rafael, “La exposición de la Escuela Nacional de Bellas Artes”, El Universal, México, 2 de octubre de 1921. Zamorano, Angelina, “Homenaje al pintor Luis Albarrán y Pliego”, El Sol de México, 21 de mayo de 1988. Zincúnegui, Leopoldo Tercero, “Toluca en mis recuerdos: El gran artista Luis Albarrán y Pliego”, El Nacional.

250 índice Familia del escultor don Luis Albarrán y Pliego 9 PRÓLOGO a la primera edición 13 PRÓLOGO a la tercera edición 19 INTRODUCCIÓN

23 ORÍGENES 31 su vida en el campo 39 traslado a la capital

45 LA ESCULTURA EN EL MÉXICO POSREVOLUCIONARIO 53 escultor de tiempo completo 65 escuela de escultura y talla directa 71 exposición mundial de sevilla,1929 81 cooperativa de escultores 85 primera exposición individual 89 trofeos taurinos 93 exposición colectiva 95 monumento a lázaro cárdenas 99 fundición artística 103 academia de san carlos 105 monumento a la bandera 109 círculo de escultores 121 premio nacional de artes plásticas 125 cacería

131 Réquiem a un charro 141 conversación con el artista en su estudio

145 LA OBRA 149 escultura taurina 169 charrería 173 la charrería actual en el distrito federal 181 gallos 187 trofeos

191 OBRA PÚBLICA 193 obra civil 195 bustos de personajes distinguidos 199 obra religiosa 203 pintura 209 orfebrería

213 CRONOLOGÍA

221 LISTA DE OBRA 223 escultura 225 obra pública 231 pintura 235 orfebrería

239 BIBLIOHEMEROGRAFÍA 241 bibliografía 245 hemerografía Luz María Albarrán y Favela (ciudad de México, 1949). Maestra normalista bilin- güe; historiadora de arte por la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México. Ha publicado artículos en revistas y periódicos como en Ibero, revista de la Universidad Iberoamericana; Voz, El Redondel, Centauro, Castálida, El periódico de México e Impulso Cultural. Se dedicó durante varios años al rescate de la obra del escultor, pintor y orfebre Luis Albarrán y Pliego; dicha investigación culminó con la tercera edición del libro. Asimismo, ha difundido la obra del artista en distintos recintos culturales como Casa Domeqc, Castillo de Chapultepec, Cámara de Comercio de la ciudad de México, Palacio municipal de Puebla, Museo de Bellas Artes de Toluca, Club Cam- pestre Lomas de Cocoyoc, Casa del Risco, Museo Taller Luis Nishizawa, Biblioteca del Congreso de la Unión, Centro Cultural Taurino y Centro Cultural Isidro Fabela. Desde el 2000 colabora con la Facultad de Ingeniería de la unam en el área de Conservación y Restauración del Palacio de Minería y el Museo Manuel Tolsá. de Luz María Albarrán y Favela se terminó de imprimir en noviembre de 2013, en los talleres gráficos de Printing Arts México, S. de R.L. de C.V., ubicados en calle 14 núm. 2430, colonia Zona Industrial, C.P. 44940, Guadalajara, Jalisco. El tiraje consta de mil ejemplares. Para su formación se usaron las tipografías Leitura Sans y Leitura, diseñadas por Dino dos Santos_DSType.

Concepto editorial: Félix Suárez, Hugo Ortíz y Mariko Lugo. Formación y portada: Mariko Lugo. Cuidado de la edición: Zujey García Gasca, Delfina Careaga y la autora. Supervisión en imprenta: Mariko Lugo. Editor responsable: Félix Suárez.