Saint - Saens En Gran Canaria
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NICOLAS DIAZ-SAAVEDRA DE MORALES SAINT - SAENS EN GRAN CANARIA REAL SOCIEDAD ECONOMICA DE AMIGOS DEL PAIS LAS PALMAS DE GRAN CANARIA 1985 ISBN: 84-398-5499-4 Depósito legal : M. 42.158 - 1985 ARTES GRBFICAS CLAVILERO, S. A. - PANTOJA, 20 - ~~OO~-MADRID INDICB Prologuetto ................................................... ... ... 9 Nota de agradecimiento ............................................. Il Las l’almas de Gran Canaria en Ja ~íltima mitad dcl siglo XIX ...... 15 Sucinta aproximación a Ia vida y obra de Saint-SaCns (de la 19 a la 46 Estancias dc Saint-Sncns cn Gran Cannrio ........................ 47 Primxa temporada ................................................ 49 Segunda temporada .............................. .................. 63 Tcrcrra temporada ....................................... ... ...... 71 Cunrtrì temporada ................................................ 87 Quinta temporada ................................................ 113 Sexta temporada ................................................... 123 Séptima y última temporada ....................................... 153 El Centenario de Saint-Saëns en 1935 .............................. 169 Epílogo ...................................................... ...... 185 Fucntcs de datos ................................................... 187 Lálíhas ... .................. .......................................... 191 PROLOGUBTTO Los cambios gcneracionales, al implicar la inevitable desapa- rición de quienes en cada cpoca han estado inmersos en el de- curso de la vida dc las ciudades, traen como secuela el que he- chos, anécdotas, en resumen, vivencias, vayan desapareciendo cn la sima del olvido. Esta elcmcntal evidencia me ha animado a es- cribir cl presente trabajo que, con la ayuda de la memoria cle muchos y gracias a la cncomiablc actividad editorial dc nuestra benemítritn biccntenaria Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas, pretende fijar unos momentos de la his- tnrin de Las Palmas dc Gran Canaria que se estan diluyendo con la desaparición de quienes los han vivido más o menos de cerca. NOTADE AGRADECIMIENTO Este libro ha sido posible gracias al apoyo y colaboración de muchas personas, algunas de ellas ya fallecidas, que me han suministrado noticias y datos de las estancias de Saint-Saëns en Gran Canaria. Por ello debo expresar mi más profundo agra- decimiento a los señores: Alzola González-Corvo, José Miguel. Bautista Díaz-Saavedra, Margarita. Bautista Díaz-Saavedra, Mario. Brusilowski, Nicolás. Cambrcleng Mesa, Diego. Cambreleng Roca, Diego. Cardona Wood, Gabriel. Díaz-Saavedra Navarro, Dolores (t). Díaz-Saavedra Navarro, Juana (t). Díaz-Saavedra Navarro, Nicol& (i). Díaz-Saavcdrn Zcrolo, Eladio. García de Vegueta, Luis. González Goncálvez, Agustín. González Sosa, Pedro. Guillén Pérez, Concha. Hurtado Samper, Pablo. Jacquemain, Claude. Jorge Ramírez, Luis. León Gutiérrez, José. Lleó Díaz, Vicente. Martínez de la Fe, Juan Antonio. Millares Sall, Agustín. Miller, Ann. Miranda Rodríguez, Felisa. Morales Márquez, Ana de. Navarro Cigala, Candelaria (7). Navarro Valle, Bernardino. Piernavieja Domínguez, Claudio. Pitti Batista, Ceferino. Siemens Hernández, Lothar. Torre Champsaur, Lola de la. Valle Cabrera, Ana María. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA EN LA ULTIMA DECADA DEL SIGLO XIX Parece conveniente situar al personaje en el entorno espiri- tual y material de la época en que vivió en nuestra isla. iCómo era la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria en el último de- ccnio del siglo pasado ? ¿Cuhl era la atmósfera intelectual que se respiraba? iQué encontró Saint-Saëns cuando, luego de desem- barcar en el Puerto de La Luz, empieza a conocer a una socie- dad en la que, poco a poco, terminaría integrándose? A una ciudad la hacen MIS habitantes. Tamhibn CS indlldable que ellos pertenecen de algún modo a ella. Cada una posee su propio carkter, resultado de su historia, sus costumbres y su vi- talidad. El real de Las Palmas, en la última década del siglo pasado, contaba con unos catorce mil habitantes. Estaba condicionado por su historia, de la que se sentía muy orgulloso. Era el núcleo urbano principal del Archipiélago desde que éste había sido in- corporado a la Corona de Castilla. El trcmcndo cmpujz espiritual y mntcrinl que Ic dicrnn los patricios de la Real Sociedad Económica de Amigos del País a partir de 1776, con sus ideas liberal-progresistas, aún se notaba. El espíritu de la Ilustración implantado por José de Viera y Cla- vijo, Pedro José Gordillo y Ramos, Graciliano Afonso Naranjo y todos aquellos otros preclaros hombres que les apoyaron ha- bis decaido puco a puco CUII el paso del kmpo, e~~~gánduse de revitalizarlo el cuarteto que formaron Antonio López Botas, Juan Evangelista Doreste Romero, Cristóbal del Castillo y Man- rique de Lara y Domingo José Navarro Pasxana, quienes logra- ron que la ciudad se sacudiera de encima cl penoso peso que había significado la terrible epidemia del cólera de 1851. La ciudad había permanecido prácticamente invariable en su 16 NICOLAS DIAZ-SAAVEDRA DE MORALES estructura desde la época siguiente a su fundación en 1478 y has- ta 1880, año en el que comienza el desarrollo del Puerto de La Luz. Esto se aprecia con la simple contemplación de los sucesi- vos planos que han sido levantados en diferentes ocasiones. En los barrios iniciales de Vegueta y Triana, a los que separa el Guiniguada -arroyuelo que durante siglos mitigó la sed de los vecinos y regó las numerosas huertas que se cultivaban en el tér- mino-, los edificios públicos reflejan la importancia de la ciu- dad: la Catedral, las iglesias principales, el Ayuntamiento, el Tea- tro, el Gabinete Literario, etc., son edificios de imponente factura. El uso de la bella piedra de tono gris-azulado, labrada con preci- sión, imprime nobleza a muchos de ellos. Las casas particulares no tienen menor empaque; no en vano en muchas de ellas puso «SU mano» el famoso imaginero y proyectista Jose Luján Pérez, destacando las hermosas y características balconadas de tea. Como consecuencia de la creciente importancia del Puerto de La Luz la urbe rompe el cerco a que la habían tenido sometida, desde su fundación, las murallas que la rodeaban. El nuevo ca- serío se desparrama en incontenible expansión por las planicies del norte, en claro intento de soldarse con el barrio que empieza a surgir en las bajas faldas de las montañas de la Isleta al socaire de las instalaciones portuarias. Los políticos grancanarios actuaban con visión de futuro. Se abrían nuevas y anchas calles, se creaban plazas, plazuelas y jar- dines. Había gozo de vivir en Las Palmas de Gran Canaria, ciudad compartida por todos, que recobraba su pujanza adormecida y SU preeminencia en el Archipiélago. Imperaba la filosofí,. 1 krausista, que tanta influencia tuvo en la España de aquella época, a la que logró despertar del sueño dog- mático y de la indiferente inercia, creando una tendencia al es- tudio, a la educación y a la cultura que se notó en la isla, donde descolló un nutrido grupo de personas cuya altura espiritual, pro- fesional y cívica hubiese sido prácticamente inalcanzable en una pequeña ciudad -en aquellas calendas- de no haberse impuesto tal filosofía. El ambiente musical estaba impulsado por la Sociedad Filar- mónica, que mantenía una orquesta digna y que tuvo la suerte de contratar en el año 1878 al maestro Bernardino Valle Chi- niestra, músico y compositor de indudable categoría que, ade- más de mejorar la orquesta, se preocupó de incrementar la afi- SMNT-SliiSS 17 ción a la música, para lo que compartía su tiempo entre las obligaciones de director de la orquesta y la enseñanza. La inclinación a la música en Las Palmas de Gran Canaria ve- nía de antiguo y era consecuencia de aquella escuela que fue la Capilla de la Catedral de Canarias, que se había encargado de hacer música y mikicos desde antes de 1514, fecha del más anti- guo libro de actas del Cabildo que se conserva y en el que apa- recen asientos relacionados con los maestros y los mozos del Coro de Ia Capilla. Poco tiempo después de la disolución de ésta a consecuencia del drktico descenso de las rentas de la Catedral de Canarias por la divisibn del Obispado y creación de la Diócc- sis Nivariense, algunos de sus componcntcs formaron orquesta pasa ganarse cl sustento dando conciertos. Su loable actitud lo- gró que se mantuviera la afición ciudadana a la música. Final- mente, en el año 1845 cs fundada la Sociedad Filarmónica, que ostenta la consideración de la más antigua de España. No puede dudarse que este ambiente proclive a la música in- fluyb en la r+da inserción de Saint-Saëns en la sociedad ca- naria. 2 SUCINTA APROXIMACION A LA VIDA Y OBRA DE SAINT-SAENS ‘1 Charles Camille Saint-Saëns nació en París el día 9 de octu- bre de 1835, en la rue du Jardinet del barrio de Saint Germain, hijo de Victor Saint-Saëns y de Clemence Collin. Por nacimiento, residencia, ambiente y educación, Saint- Saëns estaba predestinado a ser prototipo de ese parisino cul- to, myn especial espíritu se distingue por ser mezcla de bonho- mía, tolerancia, finura y ansia de saber. Saint-Saëns fue hijo único. Cuando contaba dos años de edad falleció su padre, funcionario del Estado, persona de calidad y con inquietudes artísticas, autor de varias obras de teatro. Saint- Saëns creció en un ambiente burgués selecto, cuidado por su madre, mujer de carácter, amante de la música, pianista de cier- ta categoría, que se preocupa de la educación de su hijo, ya que se considera responsable de que alcanzase las más altas cotas dc la cultura, puesto que pronto descubrió los dones con que su hijo había sido adornado por la Providencia. Desde bien pronto le disciplinó en el estudio del piano y en el conocimiento musical. Como consecuencia de su natural facilidad y de la constancia materna, Saint-Saëns fue un niño prodigio. A los cuatro años compuso un vals. Cuando la edad lo permitió, Saint-Saks co- mienza a frecuentar el conservatorio, donde recibe clases de d’Halevy, pianista y compositor famoso, aunque su verdadero maestro fue Aubert, quien, también, descubrió la extraordinaria calidad de aquel alumno, al que transmitió sus amplios saberes obligándole a imponerse, en profundidad, en el conocimiento de las obras de los compositores clásicos.