EL . YUCÁT}jeO,

P ÉRIODICO ,LITERARIO.

INTRODUCCION.

EL título que hemos dado ci nuestro periódico ácaso ha-~ brá hecho. recordar á algun maligno lector estas palabras de Fígaro:, "En su verdadero. objeto (el album) es Un reperto­ rio. de la vanidad.;;.. de aquÍ el que la mayor parte de los versos contenidos en él, suelen ser variaciones de distintos autores sobre el mismo tema de la amabilidad y de la her­ mosura de su dueño." Petó entre ei álbum de una hermosa y eÍ álbum de un pueblo debe haber alguna diferencia. Si ei primero. sir­ ve solamente pata lisonjear Ía vanidad pueril de su dueño., el segund.o aspira á llenar ia misi@n qüe la lÍteratura tiene en la socIedad, ya que ha 'tomado. ambiciosamente ei nom­ bre de periódico lIterario. La mision de la Iitei~atllrá es noble y grandiosa. No es un enttetenirtlÍento destinado para divertir simplefnente al pueblo. y para hacerle olvidar las cargas que -pesan sobre él, CülUü se ha dicho. del circo.,• de los t01"ne08 vw de 108 toros: no. es como. ' la música, la pintura y la escultura que hala- gan sülamente á los sentidos: es el entretel1imientü' mas no."

1; ,

OZ233 -2- blc con que puede brindarnos la inteligencia humana, pues lleva consigo la gran ventaja de la utilidad. Ademas de entrete­ ner agradablemente las largas horas de fastidio y de dolor á que está condenada la pobre humanidad y de halagar á los sentidos con la belleza de la forma, habla al corazon y , al entendimiento., con la verdad de la luateria,. . eleva el es- píritu á !l,a ~~nsidel'acio~ de las verdades eternas, encuentra palabras llenas dé dulzura y de consuelo para secar las Ulgrimas del desgraciado, enc..:iende en el corazon el amor sagrado de la paÚÍa, ' corr'ige al 'maló, 'alienta al bueno, en­ seña al ignorante, hace temblar al opresor y respirar al oprimido, y cuando nos refiere las hazatias, las virtudes ó la sabiduría de esos hombres privilegiados que de tarde en tar­ de aparecen en el mundo, hace brotar en el alma la no­ ble ambicion de imitar algun día sus meinorables acciones. Un pueblo sin literatura, no será como un cuerpo sin alma, pero sí como un mudo infeliz que no podrá dar á conocer á los demas el ' motivo ' de sus acciones, la nobleza de sus pensamientos y la gloria' de sus, hazañas. Por eso la literatura, que nos atreverémos ;l llamar la lengua de los pueblos; ha 'sido " dé,bil Y bal buciente en ,la jnfrtncia ,de ésto~, se ha rnostrado ' tier:na y ardiente en su adolescencia, ha lle­ gado ,á su mayot perfeycion durante su virilidad, y ha ido . ". per9iendo su lozanía y vigor á medida que el cuerpo á que esta adherida ha ido caminando insensiblemente á su destruc- / " cion. A un pueblo como el n'uestro, del que p,uede decirse que aun se mece en su CUDa, d~pcariamos que no deshonra­ sen nuestras d~bile~ p~·oduceiones. A ' ~í es que la literatura tiene la , gloria de haber acom­ pañado á los pueblos durante su mayor eivilizacion y engran­ decimiento. CUfllldo Grecia se coloca á un grado casi increí• ble de cultura, Homero, Píndaro, Eurípides y Herodoto dan modelos en la epopeya, en la poesía lírica, en la tragedia y en ]a historia, y son reputados ~asta hoy como ' los prín• cipes de la literatura en los diversos ramos en que sobre­ salieron. Apénas Roma sacude su antígua rudeza, Plauto entretiene al pueblo con su génio cómico, Virgilio enriq lle­ co Ú su patria cun el !:)egundo poema de la antigüedad, l-Io· -3- racio dá sus celebrados preceptos y sus sáti ras Juvenal. Sobreviene luego Ja destruccion del imperio romano; hordas bárbaras é incultas invaden sus antíguos dominios, la igno­ rancia se enseñorea del mundo y forzosamente enmudece la literatura. Pero apénas . empiezan los pueblos á despertar de su letargo, luce la aureola de un renacimiento consola­ dor y la Italia produce al Dante y al Petral'ca, España á Ercilla, Cervantes y Calderon, Inglaterra á Shakespeare y á Milton y Francia á Corneille, á Racine y á Moliere. Tales son los motivos que nos han impuisado á publi­ car el periódico literario que ofrecemos al público. Aden1as, una sociedad, como la nuestra, en que la literatura apénas ha daJo señales de vida, ofrece á esta un campo vastísimo culti vado escasamente por los il ustres yucatecos que nos han 'precedido en tan trabajosa em presa. Las grandes proezaS' con que nuestros abuelos llevaron á ca bo la Gonquista de ef.ita península tan valerosamente defendida por sus natura­ les, las magníficas ruinas diseminadas por nuestro suelo, re­ putadas hoy casi por las mas nota-bles de América, las 1er­ ribles' consejas con que el pueblo las ' ha revestido, las ,mis­ teriosas tradiciones que corren acerca de algunos hechos del tiempo del gobierno colonial, el alzamiento de los aborígenes que aun sigue humedeciendo el suelo de la patria, las costumbres, en fin, de un pueblo que se halla precisflmente en una época en que, como el hombre, necesita mas que nunca de guias. y consejos; reclaman ]a pI uma det poeta, del historiador, del . novelista y del escritor de costumbres que podran dar be­ lleza y originalidad á sus escritos con solo copiar sencilla­ mente los Guudros que se presentan á su ',' ü,ta. ¿Serémos nosotros capaces de comprender la elevada mision de la literatura y ]0 que es mas todavia de desempe .. ñarla medianamente siquiera? No queremos responder á esta pregunta para no incurrir en una vulga ridad. Adernas, si el hombre habla bien de sí propio se atribuye á vanidad, si mal ·á hi pocJ'esia: ¿q ué medio enseña la razon •.•. ? el silencio. Solo sí aseguramos que nn~stros deseo s son los mejores en favor del público, ;T esperamos que estos nos acarrearán su indulgencia.-ELIGIO A NCONA. --5----

BALADA.

1,

Perdida en un frondo~o bosque hay una humilde caba­ ña, habitada en el tiempo á que nuestra narracion se refie­ re, por dos ancianos labradores, Lorenzo y Marta, 11.

Magdalena era el único fruto de SLl larga. y venturosa union y pareciáles ver renacer su juventud al cOlutemplarla tan tierna y tan hermosa. 111.

'feni~ quince años, Su finisimo cabello era rubio; sus ~Qlces y rasgados ojos reflejeban el puro azul de los cielos; ~ran rosadas sus tersas mejiIlas y su pequeña boca · ase- 1D~j~base á Pila granada. entreabierta, tanto mas bella cuanto que. siempre ~ Je vei~ apimada por la mas encantadora son- .rIsa. . IV,

Los domingos yestid~ d.e gala, acompañaba á sus padres á l~ misa de l~ cercana aldea, Un corpiño blanco oprimia . suavemente su - ~eno y un sayo de vistosos colores cubria su gallardo. cuerpo, dejando ver un pequeño pié y una torneada plerna. v. Los jóvenes labradores, reunidos á la puerta del templo, conversaban ya sobre · SQ. hermosura, ya sobre su virtud, y al divisarla á lo léjos, enn1udecian súbitaolente y sentian la­ tir con violencia sus corazones vírgenes aun. -6- VI.

Concluida l,~ lnisa, tomaba parte en las alegres danzas que tenian lugar" en la plaza, y érale siempre forzoso escu­ char las amorosas frases con que los zagales se empeñaban en inspirarle el amor que sus gra~ias habian encendido en sus pechos, Al oirles, casi sin sa,be.r porqué, son ro jábase ligera­ mente, y permanecia silenciosa, hasta que, terminada la ino­

cente fiesta, retirábase contenta en compañia dé sus padresJ dejando entregados á Iá pena ' á sus numerosos amadores. VII.

Entre los que así adoraban á Magdalena, distinguíase por su hermosura melancólica y por su vida solitaria y triste un húerfano á quien llamaban Manuel. Al morir la buena "'Maria, á quien él amaba cariñosamente, declarqle q,ue no era su ~nadre: que una mañana le habia encontrado á la puer­ ta de su choza, sin haber podido nunca descubrir quien le ha­ bia depositado allí. VIII.

Por su parte, Manuel jamas habia intentado buscar á Su familia. pues vivia feliz en medio de las 'ocupaciones del cam· po, que le producian lo bastante para satisfacer las cortas ne· cesidades de ::;u vida sencilla. IX.

Un dia vió á Magdalena y herido por su angelíca 1 be­ lleza, sintió encenderse en su pecho una intensa pasiou, 'que crecía todos los dias en la soledad y el silencio, pues:, temeroso de no ser comprendido, como los otros labradores" gllardábala, en ]0 profundo de su alma. ' x.

Equivócabase sinembargo. Magdalena hahia distinguido entre sus numerosos amadores al gallardo Manuel y desde que le viera~ no le bastaba yá clamor ' de sus cariñosos padres, no cuidaba de sus pájaros ni de sus flores y muchas veces en medio del silencio de ' la noche, despertábase sobresaltada. -7- y pareciale ver á su lado á un hermoso mancebo que la con­ telnplaba extasiado. Sus faccione~ se asemejaban á las de Manuel, y lo que Magdalena sentia, sin comprenderlo, era el pnmer amor. XI.

Era á fines del crudo inviernó; la naturalez.a empezaba á despertar del letargo en que éste la sumiera y á vestir las brillantes galas que le trae la . risueña primavera. ~agdale­ na salió de la ,cabaña con una cesta' de ropa en la cabeza, que como de costumbre, iba á lavar á un 'cristalino arroyue­ lo que con"ia á peq ueña distancia.

XII.

Cuando concluyó su faena, el sol brillaba ardiente so­ bre su cabeza. Sintió deseos de refrescarse en la onda pura; la soledad ' protejia su pudor .••• breves instantes des pues el , cristalino espejo retrataba las formas mas bellas. Quien en­ tónces hubiese alcanzado á verla jugueteando infantilmente la hubiera tomado por , ~a Venus del baño ó por la n~nfa de a­ q uelIa fuente, saliendo del espumoso seno ,de las aguas.

XIlI.

Derepente, dejáronse oir , los agudos ahuIlidos de una trahilla de perros; la púdica doncella, temerosa de que al­ gun ojo ' indiscreto ' sorprendiese sus desnudas gracias, s3ltó li­ gei'a fuera del arroyo y quiso refujiarse en un espeso ma­ torral: 'mas no h-abiaaúh 'recorrido la mitad de la distancia , \ que de él la separaba, cuando apareció un gallardo· jóven~ que en un brioso corcel persegUláá un fujitivo ciervo. XIV.

Magdalena lanzó un grito agudo y apresuró su carrera hacia el matorral: mas el jóven habia visto yá demasiado; la sangre hervía en sus venas, y dejando el caballo, dirijióse li­ gero á donde se ocultaba la pobre Magdalena, que sonroja­ da, apénas habia tenido tiempc> de mal encubrir sus encan­ tadoras formas. El atrevido mancebo, ardiendo en deseos, quiso -' 8.--; posar su indÍscreta mano sobre el albo seno de la jóven, mus un nentudo brazo hizóle rodar á cuatro ó cinco varas de di,staneia: era el de Manuel, que habia escuchado el grito' de su amada. xv.

,CuaHdoMagdalena hubO' concluido de vestirse, ~l<~ompa­ nóla MilnueI hasta la c'abaña de sus padres. Solo, la fresca: brisa y los vistosos pajarillos' escuch3ron 10 que ambos se dí .. jeron en el c'arnino: mas un meS despues Manuel y Mag'da ... Jena eran e'sposos. XVí.

Un uno hacía que vi \."ian dichosos sín amhicÍon ni de­ seos, satisfechos con su amor y ~on Jos Ínocentes placeres de la natllrale'zu; cuando' una mañana ' detúvose' á hj puertp: de la cabana en qüe habitahan: con: Lorenzo y Marta, una riiág­ llifica catf'osa tínrda por cuatrO brÍosos corceles. Descendió de ella una s'eñofa de mediatla e'dad', vestída: de luto; que uc'ah'ab'a de tenel'" una Ia:rg'a cO'nfetencÍa con el cura de la aldea á qu-e' pertenecía la cabana. Manife'stó deseos de vet á Ma:nuel y al pres'entafse éste árfojóse en sus' brazos. La Senanl era: In Condesa de Montevado; Manuel eta fi-útO' de un nratrimollio' sect'eto. XVI!.

Po C"a s' &01'3S' despue's' fa Condesa y sU hijo; Magdalena: y S'us' padres,- ah'andonaban la cabaña y tomaban el caminO' del ca:stÍllo' de Montevado.. Al llegar á él salió á recibirles el jóven que' un: día: so-rp'l"endie'ra á Magdalena. Esta: era fu- , tura condes'a; y él dep'e n'di'en te' de su casa; pero ella: I1e'na de generosidad Jamás' reC'o-r-dó' Ííaherle' conocidO' á los bordes' del arroyo ~uando era: lahradol"a ..

Mérida, 8 de Marzo de í86Í. A LONSO DE REGIL. -9---

EL ROBL·E.

1.

¿Quiéres de un roble saber la historia, Vírgen hermosa? Pues pon tus ojos' en mi poesía, Tal vez ofrenda dulce y sabrosa.

Des que naciera, los mil cantotes Le sal udaton; Sus armoniosos, melífluos trinos Con sus encantos le fecundaron.

Luego fué grande, fresco y lozano; Miles de nidos Entre sus hojas esmeraldadas TiV'ios y suaves tuvo escondidos.

Las tiernas madres, con sus cantares Arrulladores, Llevaban granos á sus hijuelos; Para aron1arlos llevaban flores.

J amas del roble las verdes ramas, Se vian desnudas, Que no hubo invierno para sus hojas, Ni hubo aquilones, ni brisas rud.'Js. y . en las hermosas puras mañanas, De primavera, Gusté su sombra cuando lo heria Del sol radiante la luz primera. 2 -10- y al terminarse ]a época hermosa De la alegría, Cuando en el césped las gayas flores Marchitas caen sin ambrosía,

Yo ví en el roble las madres tiernas Con sus hijuelos Dejar las cunas, abrir los picos, Volar canoras hasta los cielos.

11. Corrieron años tras años . y todas las primaveras Avecillas vocingleras Iban al roble á anidar, Que en el invierno terrible, Guardaba los secos nidos De los pájaros que idos, Presto habian de retornar.

y era en diciembre una tarde En que el astro luminoso Bajaba cual nunca hermoso A su tumba occidental, Para a parecer rojizo A la mañana siguiente, Desparramando un torrente De filones de coral.

Poco despues, nubarrones Cubrieron el firmamento, A te'l'rando el pensamiento Con su aspecto sepulcral, y vagaban cual fantasmas N egros, aéreos, vaporosos, Como cuervos espantosos De dimension colosal. -11-

Reinó quietud y silencio, Mas 1uego se oyó un rugido; Era el aire conmovido, Era ' el aquilon glacial, Que barriendo cuanto encuentra, En sus embates ~ontínos, A.lza raudos remolinos En gigantesca espiral.

y alternando con los truenos Electrizadas serpientes Toman giros diferentes Rasgando la oscuridad; !-Iaciendo temblar de miedo A los niños y á las viejas, Como si fueran consejas Transformadas en verdad . • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •

A la mañana siguiente Un árbol se vió tronchado, De su tronco separado . Por una fuerza brutal: Era el roble do las aves En la estacion hechizeta De la gaya primavera Iban ledas á posar.

111.

Los prados se visten de luz y esmeralda, De púrpura y. gualda Del alba al fulgor; Los pájaros bellos gorgeando perdidos De pajas menudas fabrican sus nido~ Do guardan zelosos su prenda de amor. -12-

y cerca de un roble que el sol ya secara y el bosque olvidara, Volando en redor, Mil aves pintadas levantan sus trinos, y elevan al cielo sus ecos divinos, Cual hondas querellas de un triste' dolor.

Suspiran y lloran, que no han olvidado Que abrigo pasado El roble les dió: Oí las palabras que entónces dijeron, Por eso mis musas, hermosa, quisieron Que á ti en versos suaves cantáralas yó:

-.-"Arbol que en otro tiempo Fuiste un . amigo, I Roble que allá en tus hojas Nos diste abrigo, Tristes lloramos, Pues tu amor y . fa vores . Tiernas gozamos."

Esto dijeron las aves, y todos los años 1uego, Siguieron dándole riego Sus lágrimas de dolor. Solo cesaron sus .cantos Cuando ya el tiempo y las brisas Disiparon las cenizas De aquel roble protector.

Que nunca borre el tiempo en tu memoria, Mujer hermosa, mi sencillo cuento; Prodiga el bien y en tu postrer momento No faltará un suspiro á tu bondad, -13-

Un corazon que su plegaria · eleve Hasta · los cielos con pesar profuDdo, Que aun existen altares en el mundo Al cariño, al amor, y á la amistad.

~érida, ' marzo ~o de 1861.

J OSE PEON y CONTRERAS.

LA T A R DE.

Pasó la lnañana y su alegre poesía; pasó el fnedio dia y ~us horas de calor: el 'S~I declina, las sOlnbras se prolon­ gan, llega la tarde, y en pos de ella el crepúsculo y . la noche; tal en pos de una enfermedad, vienen las . agonías y la muerte. Tard.e!. símbolo de tristeza que embarga el corazon, pos­ trimer canto del dia, 1úgubre como canto de despedida, pa­ sa1 porque tus horas me abruman y las ideas que me ins­ piras me llenan de pesar: . tu brisa eálida cansa y entorpe­ ce, pasa veloz! porque tu tránsito sobre ]a tierra es maldi­ to; para tí no hay flores, para tí no hay canto, pasa! y sean tus horas fugaces como el ú ltimo r;Jyo del Sol. Lúgubre es la poesía de la tarde; el Sol poniente y el aspecto entre serio y triste que presentan los objetos que nos rodean, causan tal melancolia, q ne se abate el espíritu y desfalle­ ce el cuerpo. Su existencia aparece entre un pasado bello, como una linda mañana y lIn porvenir horroroso, como el que ofrece una noche con todos sus fantasmas. Las flores, ya. . rnal'chit~ls hacen á la tarde señora de Jos despojos; las a ves silencian, no cantan, es que la tarde es precursora del silencio de la noche. Cuan cansada es un~ tarde! su quen1ante brisa seca las flores del corazon, arrebata las ilusiones, como el viento las hojas secas del arbol en que muerieron; la tarde deja el co­ l'azon sin amor y el alma con tristeza, borra del pensamien. -14- to los ensueños juvenilQs. y em pIezan cntónces á cruzar por nuestra mente esas tristes ideas, que nos ocupan siempre que pensamos en el porvenir. N i fuera ni dentro de nosotros hallamos nada bello, la imaginacion pliega sus alas como la adormidera sus pequeñas hojas, la conciencia casi nunca tran­ quila, no nos deja ver mas que la cercania de la noche pa­ ra indicarnos la. proximida~ de la muerte. Tarde! precursora del siJencio, reina de los despojos del dia, pasal sean tus horas fugaces y leves como' las sombras: pasa! y jamas batas sobre mi frente tus alas maléficas, ni hagas de mí despojos, para imperar sobre cenizas. Esta es la tarde; pero al fin de ella y de la noche vie­ ne el alba, la aurora, el Sol, la mañDna con el canto de sus pá­ jaros, y el perfume de sus flores, todo bello, poético, al eg're y variado como la infancia de la vida. Pero la existencial solo tie­ ne una mañana, un medio día, una tarde, úna noche y despues .•.•• La mañana de la vida, es la juventud, bello cuadro! su­ blime epopeya de la e,xistencia cantada en la lira del co­ razon y en alas del amor; pero ah! las cuerdas de esa li­

ra , se rompen, y su última vibracion se pierde en la árida playa del desengaño, como una ola al resbalar en la arena: el amor pliega sus alas y su último crujido es el primer gri­ to de la , concienciá. El medio dia de la vida pasa con el úl. timo ¡ay! de la juventud. Viene la tarde, y iqué trae ••• , recuer­ dos amargos, remordimientos c'rueles. Llega la noche, ah! es· la muerte.... y despues.... la eternidad t Si la tarde del día es tan cansada, si tanto nos opnme que no será la de la vida, á 'Ia que no sucederá n1añana alguna!

Julio 17 de 1860. BENITO G. SASTRE. -15- HORAS LUGUBRES.

A MI AMIGO FR. CLEMEM'TE FIGUEROA.

Dulces memorias de remotos dias, Gratos recuerdos de mi edad pasada, Venid á mitigar las penas mias Con la suave fruicion ~ asi olvidada.

Vosotros, 'cual la música lejana Que en el silencio de la noche suena, Me procurais delicia soberana, y á par tambien indefinible pena.

Pues por una ilusion fugaz y breve A otro tiempo mi mente se traslada En que era el peso de la vida leve En un luar de deleites anegada.

Pero ¡ay! que la ilusion se desvanece, En pos la realidad se me presenta, y ella á mis ojos con crueldad ofrece El negro porvenir que me amedrenta.

¿A donde es ido de mis días bellos El fuego que en mis venas discurria1 i Piérdense, ó Dios, sus últimos destellos Bajo las huellas de la edad impia!

Así sus rayos fúlgidos oculta U no tras otro el astro luminoso ' Descendiendo al ocaso en que sepulta Su disco brillador y magestuoso.

De la edad vigorosa los ardores Jnexorable el tiempo aniquilando, A la helada vejez y sus horrores ~le va con lento impulso aproximando. -16-

Desde el umbral de la mnnsion postrera Alarga á n1Í ~u descarnada mano Rugosa senectud, y allí me espera, y cada instante mas le estoy cercano.

Tenaz eh mí se fija su mirada y con ella parece me convid~ A traspasar Jas puertas de la nada Dejándo las regiones de la vida.

Como quien pasa de abrasado clima A la fríjida zona, gradualmente Segun al fin del viaje ~e aproxima · Del aire helado penetrar se siente. , Así me Hiento yo día por dia Del hielo de los años invadido; y el declinar de la . existencia mia Me advierte el cora¿on con su latido .

. Cerca estoy, oh gran Dios! de conocerte, De penetrar el misterioso arcano Que bajo el negro velo de la muerte Quiso esconder tu poderosa mano.

¡ A Dios, pues, engañosas ilusiones! ¡A Dios por siempre, locas esperanzasl ¡Quedad para otros. míseras , Odio y amor, agravi~s y venganzas! •••• ......

Desgraciado mortal! cuan vanamente Te afanas en tu efímera carrera, Llena de ensueños tu obsecada mente Sin pensar en la huesa que te espera!

Cuando ' falaz fortuna te sonrie y de esplendor mentido te rodea, r~otr qUe' sand0z-' tu espirhu se engtre y e'n su fugaz: grandeza se recrea!

, y ergue~ altivo' la sañuda frente, Das por , favor insigne ' una sonrisa, y con desd'en tu magestád eons'iente: i -a baJa ad'oracion de grei sumisa .

. ,Y cuand;o mas t'u org'ullo se fevanta y superior te juzgas a la suerte, rUn cabello ' desCiende á tu garganta y te anonada el golpe de la muertel 'racotal pa: 1857 L-íMBANO CORREA.

1k ORAClON DEL HUERTO.

Fiat voluntas tu:.t.

1.

Acercábase la hora solemne de nuestra redencion. , Las s~'ntas prof~cías iban á enmudecer de una vez para' siempre, y ~e la tragedia del Cristo solo faltaban las úfti. mas, pero las maS tremendas escenas. El banquete d~ ,la Pasc~a ,acababa d~ t~~"mi¿ar; y el Maestro, bajo las formas del ' COl'"dero propi~iator'io, Ií-abia . " , . comunicado su pTopio cuerpo y su sangre misma" al cuerpo y sangre de sus discípulos. Porque iban á ser lavadas las iniq uidades del mundo. . y los' di-scípulos estaban tristes, porque velan, acercarse ]a hora' de ' ]a prueba; la hora de los dolores, - de las tribula~ - ciones y del martirio. ' -18-

lvlénos' unoque tambierr :habia bebida la: sangre del Gorcr clerO', y habin cambiado' por monedas su propia redencion. y ¡ay de los que ponen su corazon en el dinero y Se' convierten en trafieantes de la sangre' de sus' hermanos!' por­ que escrita está que' malditag seran sus armas; ete1"namente.­ y ese uno era JÚdas'. Ir. La hora venia. y miéntras los discípulos suspiraban en sifencio,. el T'rai;. dor' revolvia inquieto', sus lniradas' C'omo' si bu'scase un pre .. ' testo para retirarse. y el Maestro 'q ue Jeía en er afma de' J údaS',. dijo,. JevaIre' tándose: "Hé aquí que viene' la hora ~ elevad vuestro' espíritU' af Señor, porque esta noche padecereis escándalO' en mí;' mas' no por mí vien8 el escándalo sino' por el qUe' me' vende." - y llamandO' á sus' discípulos mas queridos" Simon Pe... dro, Juan y Santiago, salió del cenáculO'~ y caminaron juntos hasta ]legar á la hermosa granja: de GethsemanÍ, donde el Señor acostumbraba retÍrarse' á orar.­ CuandO" estuvieron á la entrada del Huerto, se' volvió á los discípulos que le seguian y les' dijo:' "Inquieto está mi corazon y conturbado" porque' la obra: de mi Padre' Celestial' no se consumará sinO" con mi muerte, y así como el bllen hijo' anda' solícito' de los deseos de su padre, así YO' no estaré' tranquifo hasta cumplir' la volun­ tad del qüe' me envia. Velad y O'rad;' porque el sueño' es el' ministra de las tentaciones, mas ]a orácion eleva el a]maá Dio's" y, yo os di'go, que quien en 'Dios' está, fuerte es."" y los' discípulos obedecieron;' velaron y oraron,. én tan~" to que ' el MaestrO' Divino" se encaminó' hácia un próximo bosq ué ' de 'coposos o¡'j vos. ' y penetrandO' en él, ]0 llenó' con la' grandeza: de su majestad; y el viento que ,estremecía, las · hojas ', de Jos árbo­ les, plego sus alas y reinó un solemne ' silenCIO. Porqüe el Señor ibH á orar. - 19- lII.

Se postró de hinojos y .alzando á su Ete~'no Padre , su inmortal espíritu, dijo: ,"Señor y Padre mio, héme aquí a,parejado á la obra de la redencion; Tu mandas y el hijo obedece, ,y plles tu Crea- , . . . . do!' .espíritu quiere la salvacion de sus criaturas, salvas . sean . . en ·ml paSlOn. : Descarg.a ,sobre mí el azote de , tu justicia, q tIe ' sobr,e mí llevo las iniquidades de' los que se olvidaron 4e tu'·santa'l ey; . de los ' que apartaron su vista de t,u augusta faz y ciegos á la luz de la verdad cayeron en . los abi~mos y en las tipie­ bias del error." y 'cuando' así hablaba el hombre . vió que se despl~g~~ ban ante sus ojos las inmensidad~s del porvenir, y vió que se rasgaban ~us tinieblas á los brillantes destellos de una cruí',". y su divino semblante se . vistió de alegría, porque vió que era buena la obra de la redencion. Mas luego vió una turbulenta muchedumbre que, sen1ejan .. te al mar en tempestad, se agitaba y pedia á gritos ]a muer .. te del Justo, y vió que el Justo era arrastrado al suplid? entre blasfemias ' y maldic!qnes, y atormentado corno criminal faHloso. 'y oyó las impl;ecaciones de su pueblo que ' decia: si es justo, caiga s{)bre n qestras cabezas y laR 'de nuestros hijos' la ~ 'afd ' lcion del ciefo'. ' . y ' el Señor padeció angustia y ~urbacion de espíritu', por .. que vió ,I(,l ceguedad de su pueblo ql1e tomaba ' sobre sí, ~'r ' so~ bre sus hijos el anatema de los réprobos. y como alnaba á su pueb lo en su c,orazon, erevó á su Eterno Padre una doliente súplica, pero conoció que aq,uellas cosas eran necesar:as, porque eseritas estaban, y por es'O dijo:

"'Señor, el espíritu estfi pront o; pero la 'earne débil," IV.

Y "'continuó ora:ndo. y , vió entón.ces que sus discí pu los 1leva ban triunfantes su doctrina á Jos confines del mundo. Pero tambien vió que para. cada rebaño se levantaba -20-

N~a j~uría de lo~os , ; q~e .los tirélnos perseguia t;t á los cr~yentes y los arrastraban á las cárceles como á mal.­ hechol:es ' abi·llm:.~dos ' b'ajo 'yl doble pesQ de la~ cadenas y d~ la~ injqrias. ' " y ' vi(f como los opresores de la humanid;;td ,:;tlumbra:­ ban ~us ' ip-mu~d~s orgías ' co~ las inflamadas ' ~a¡'ne~ d~ 'sus piscíp~los, ' ó los precipitaban al circo donde en mediq de JQ.' , . . - , I I grita de una multitud poseida de brutal ft!l'ocidad, eran entre-

f : I .' ._ : • gadas á la voracidad de las fieras p~ra ~atisfacef ~a ,~ án:, si as del pueblq envilecido. ' . , ," ,' , y ob~~rvó q'ue' Sl} d~ctrina se difundía por todél la tier~

ra á I pesar ' del' encono' de l~s tiranos y 'de' la~ P!'eo~L1paci~ne~ de los hpmbres, como se difL1nde la luz del claro ~01 al ' tra- : yes'de una ni'ebla; y co'nocIó q~e ~ra bLien' ~ la~bra de la redencion'. , Por 'eso sintió una ' alegría ~ntilil ' a~ como ' el labrador qu~ ' á pesar de los hurácanes vé producir fruto~ ópimos al árbol _ . ' ! • • r r ,que cultivó con afanes é inquietudes. v.

y turo otl'a~ ylslonE1s. Vió q \le la tierra se convertía el} u;n inIT)~psq qan~ po qt1 l:¡atalla, sobre Hl que tremolaba el estandarte de l

Despues ...... ~ ...... ,•.. ' ...... o ...... El Señor cayó ,exánime, pajo el peso de tantos horrores; ~u cuerpo destilaba sapgre y dos gruesas lágrimas brotaban qe sus párpados. VI.

Mas oyó la voz de un ángel. y abriendo sus di vinos ojos conoció que aq ueI era el Ange r.de las tribulaciones, enviado por su padre celestial. --2,2- Y el ángel le alargaba en ademan de resignación una co· pa colmada de todas las amarguras, de todos los dolores' y de t.,das las iniquidades de) mundo. y habiéndola tomado el Señol· la llevó á sus dulcísimos ,á,. .' bios, mas sintiéndola amarga como el odio, la retiró diciendo: ·'Padre, padre mio, si posible es, aparta /de' mí ,este cá· liz de amarguras." Pero Juego pensó en la hurnanidad, y en la voluntad de su -padre y volviendo á tomar la copa, dijo: "Señor y padre ~io, me has enviado á redimir á, los ho~. bres, cúmplase tu sagrada voluntad." y apuró hasta las heces el cáliz de amarguras. Entónces vió que la tenebrosa noche en que estaba en.. vuelta la humanidad se rasgaba repentinamente. y los hombres entonaban canticos armoniosos al Dios de. las alturas y le bendecían en lo Íntimo de su corazon. y no habia' yá ni ricos ni pobres, ni fuertes ni débiles; sino que todos eran hermanos. y . sobre ellos aparecia, como una espléndida alborada, la Cruz que alulnbraba los horizontes. y el amor, la justicia y la. . libertad imperaron sobre la tierra. Entónces conoció el Cristo qué buena era la obra de la re~ dencion, y bendijo á su padre celestial. VII.

Mas habiendo oido ruido como de gente que se acer.. eaba, se levantó diciendo: "La hora ha llegado; enos vienen." y en aquel momento apareció Júdas el traidor que pre· cedia á la tm;ba pretoriana encargada de aprender al Cri~to~ y acercándose á su maestro, le dijo: maestro querido, Dios te guarde; y abrazándole, estampó sus envilecidos lá. bios en su frente sagrada y sin mancilla, sobre la que bien pronto iban á caer las abominaciones del mundo. "Júdas, con beso me vendes, le dijo el Señor." y volviéndose á ]a turba' que le rodeaba, dijo; si á J e .. ~ us buscais aquí le teneis: como á malhechor me tratais y 'v.e~ís arinados creyendo que e,l hijo del hombre hubiese de resistiros. En \'erdad, en Verdad os digo, que yo no he venido si­ no á cumplir ]a voluntad de mi' padre que está en los cie­

Jos. La ' sangre de Abel solo puede lavarse con la del corc clero.y yo soy el Cordero que quita los pecados del mundo. y al decir esto la n1ultitud le empujaba.; y maniatándo­ Ie~ fué conducido á la presencia del Sumo Sacerdote. y la redencion se consumaba. Mérida1 marzo 29 'de 1861. M. SANCHEZ MARMOL.

QUIMERAS.

",-¿Qué es ayer1-Ayer,- preguntas? Ayer es una entidad ,Que solo ha llegado á serlo Porque es recuerdo no más. -¿y qué es hoy?-'Es una sombra Que mañana pasará Con otras so,m bras confusas Otra verdad á formar. -iY mañana ' qué es1-Lanada Que segun se acerca vá Tomando cuerpo ' de sombra Pa'ra elevarse á vel"dad. -¿Quiere ' décir que la vida Del miserable mortal , Solo se agita en 'la sombra En rerdurable ansiedad, Siem pre esperando la nada, ' Siempre en la sombra fugaz" Para saber que n1añana Existí rá otra verdad? -j Vet ~ dad ! I ~¿La verd'ad es Hn recuerdot -"-Casi un recuerdo y no más: -" '. ¡Lo presente y lo fututo No son, pues, una verdadt -¡Verdad!" , -No comp'rendo tal enígma, Ni q uie!l lo confprerida habrá.: -Lo pasado y ]0 presente y lo futuro setan Una verdad si se- fU'nden En" trna sola unidad. , -l/Y esa unidad dónde existe? -' Existe en DIos nada mas. -' Pero eso es una q ótmera

Tan torpe cuanto falaz .•• o -' Pues esa quimera, necio, ' Es la' t1nica r"calidad'. ~iJ La única verdad?-La única ~ ' Porque es la eterna verdad En que se funde la dicha Del deleznable morfal. J. A. C.

ANECDOT AS~ ,' U n comandan. te de canton dió á un gobernador el SiL" guiente parte: "Sabrá S. E.' e'omo por la adjunta hemos ' cogido á dos,­ uno gordo y ot.1'o flaco y los h€mos fusilado intérinamente. miéntras S. E. no dispone otra cosa."

U nos criados de un seriar muy avaro~ Te pidieron un dia camisas, porqué las que lIevabaú se les caian á pedazos. El, al oirlos, se vuelve á sú mayordom'o y le dice im­ perturbabJe. -Escribe á mi administrador que' en el instante srem- ; 1re lino para hacer camisas á estos ínücnachos. y al oir la carcajada que s rJ rtaron, anadió: -¡Qué picarillos! ¡cómo se rien porque ya tien~~. camisas! ' COl), : LEYENDA YUCATEC .."

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INTRODUCCION.

Hace dóssiglos , que pasó la historia Que ahota, lector, á revelarte ensayo; Hechos comunes que la mente filia, Sencillos como son ha conservado. No pretendo - halag:ü~ si eres poeta Tu ardiente inspiracion, ni lo he pensado, Porque todo ~rii anhelo en conseguirlo Siempre seria á mi pesar en vano. No te haré sonreir si serio ereSf Ni tampoco llorar con mi relato, Que no es miempeno, ni aunque . así lo fuera; Alcanzar lo que, Dios jamas lne ha: dado. Hace dos siglos, no señalo el dia, J:>ues ni el año, ni el mes me revelaron, Que á esta tierra Begó de allá de España Un español de todos respetado. Todos al verle asaz le agasajaban y con él platicaba'n con agrado; Si . alegre estaba, alegres se ponían El semblante risueño presentando. Si algun pesar aparecer le hacia Como enfadado y abatido un tanto. Al vedé así los que con el estaban Presentaban el rostro acongojado. -26-.

El uno un dia proponía un paseo y al punto todos ofrecian su brazo, Mas como uno tomar solo podia, Orgulloso quedaba el aceptado. Otro despues le proponia una fiesta, Luego el convite para un gran sarao, y pasaba nuestro hombre así la vida \ De placeres con tinos disfrutando. Mas todo era ambicion, porque sabían Que el personage de quien ahora hahlamos, De alto poder se/ hallaba revestido y como tal le veian con agrado. Capitan general de esta península Fué por el rey. Azcárraga, nombrado; (Sé de cierto que así le apellidaba La inmensa multitud de cortesanos.) Pero el tal capitan que era orgulloso Un puesto como aquel desempeñando, A ninguno trató con atenciones, Como todos los nobles castellanos. Habia entónces tambien en esta tierra En la época lejana de que hablo, Un ri(~o y orgul1oso encomendero, Orgulloso tambieo ell alto grado. Jamas miró con atencÍon alguna Al altivo español de que tratamos, y una vez sola fué á cumplimentarle Llenando apénas su deber de empleado. Poco á poco los años se pasaban, y Azcárraga al mirar tal desacato, Pues por tal en su orgullo lo tenia Queriendo ser de todos halagado, Dió en su pecho Jugar corho ofendido A un injusto rencor, solo aguardando Se presentase la ocasion primera En que pudiese aparecer vengado_ -27- I.

LA CITA.

Era un día festivo: en el Oriente ' Como en su lecho de purpúreas rosas, El sol alzaba su espaciosa frente, Su luz formando vistas caprichosas: J~as nubes jugueteando en Occidente Se ocultaban al punto presurosas, Sin duda porque el sol en su carrera . \ Ya extendia su roja cabellera.

Era una hermosa y plácida mañana Que brindaba á gozar; las auras sua,~es Dejaban escuchar de una cam pana Los sones '. melancólicos y graves Que llamaban á orar· con fé cristiana, Al par qu~ se escuchaba de las aves' Los trinos luelodiosos con que al dia Saludaban en dulce melodia.

Mérida, la ciudad americana, Despertaba de un sueño voluptuoso, Como se alza en su tallo flor temprana Derramando su aroma delieioso: ' Es la hora en que se viste y se ' engalana Con su ·cielo y su sol esplendoroso, Hora de paz, de luz y de frescura ' , En que el alma se embrjaga de ventura.

Entónees, la ciudad de que hoy hablamos No era como es en la época presente; Esas ; plazas como ahora las 'miramos I ' Eran llanos cuadrados solamente; Mas esa catedral que ahora aclmiran10s Se ostentaba .,va cntónces ricamente: A ella lector marchemos con presteza Pues que allí, sin querer, mi cuento empieza. Un inmenso gentío ya reunido, !)eja cubierta ]a e~tencion del suelo; Solo se escucha et monotono ruido De una campana que repica á vuelo; Mas despues de un mOlJlento, aquel son ida Cesfl, y aguardan todos eon anhelo, ~alga l~ misa que en aquella hora ~e dice si~mpre al principiar l~ aurora ~

y en tanto ~ale la esperada misq, El devoto que habíase tardado Entra en la iglesia caQ'linaI)do á prisa. En qn lugar del templo, retirado, En que la luz hallábase remisa, Un jóven se 111irabaarrodilIado, Que sin cesar su vista la fijaba En ]jlS puert.as del templo en que se hallaQ&,

A pesar de la sombra que envolvi~ Su cuerpo, corno estaba arrodilladQ, Cualquiera si~ tr~bajo descpbria Que de aguardar haIlábqse capsado ~ Ya en su semblnnte .la inquietud se ve.la P~recie.ppó quedar algo agitado, Mas derepente se inmutó el semblante SonriendQ de pl¡acer por un in~tante.

y era que entónees, e11 aquel momep.tQ En la pue'rta del templo aparecía Una jóven ligera como el viento, y pura como el sol de medio dia. Ahora lector con sin igual contento Conocer su belleza yo te haria . . 1\las no es posible retratar en ]a hora En que princ~pla á aparecer ]q aurora ~ -20-

Daspues de camInar un br~ve instante En la iglesia con paso acelerado, Se hincó la jóven y paseó anhelante Su vista entre el gentío arrodillado. Descubrió desde léjos el semblante Del jóven que miralnos retirado, y puesta COlno estaba de rodillas Con él al punto se sonrió á hurtadillas.

Así estuvieron mientras · no salia La misa que por todos se esperaba: Uno mi!'aba al otro, se reia, y luego sin querer él suspiraba. Pero poco después ya se veia En un altar que iluminado estaba, Al tocar el reloj la hora precisa, A un sacerdote principiar la misa.

Ya la aurora acabó: el sol luciente : Avanzaba tranquilo en el espacio y ya su · fuego abra~ador y ardiente lnflamaba del mundo \ el gran palacio. Las· nubes que marchaban á occidente pe coral parecían y topacio, Cuando al cruzar por ·)a celeste esfera Encontraban al sol en su carrera.

. Ya no habia "quietud: en movimiento La ciudad por entón.ces se veía: Todo demuestra vívido contento Todo indica placeres" y alegría, Se ve en las puertas, en aquel momento, Del templo en que la misa se decía, Salir la "gente él ue tranquila oyera La misa que en la iglesia se dijera. -30-

Cualquiera que una vez hllbiese entrado En la iglesia en que pasa nuestro cucn~o, Al oir mi relacion no .habrá olvidado El lugar do se guarda el sacran1ento. Cuando vió que la misa habia acabado La jóven dirijióse á paso lento Al luga r de que . hablamos, y anh~lante ' Con fervor sin igual oró un instante.

Despues de un breve rato alzó la frente Que algo inclinada en su oracion guardaba, y su vista pasó ligeramente En redor del lugar en que se hallaba!" Advirtió con placer que ya ]a gente Habia salido mientras ella oraba, y al punto levantóse presurosa Caminando ligera y silenciosa.

Seguida de su anciana compañera, De que hasta ahora lector yo no te he hab)ado~ Marchaba con ,temor cual si tuvier~ Causa alguna que diérala cuidado. En la puerta del templo en que se viera El gentío al salir aglo~erado, El jóven de que hablé, lectol' querido. J unto á una pila habia permanecido.

y entre tanto la jóven caminaba Su frente la inclinó: tímida y bella Su alma vírgen apénas soportaba El fllego que el am.or siempre destella. El jóven que en le pila' aun aguardaba A la preciosa y púdica doncella, Su alma, al mirarla pUl'a y tan hermosa, . En los cielos creyó volar ansiosa. - w.

Llegó el instante en que ambos se 1U ... Con tal proximidad. que uno podia Tocar á la otra; entónces se pararon y ambos á dos sonrieron de alegría: Con rapidez las manos se tocaron, y á pesar de la luz del claro día Ninguno lo advirtió, todos creyeron Que para agua tomar aUí se unIeron.

En un lugar que te es desconocido, Benévolo lector, donde la plata Al par qu~ el oro mÍrase esparcido En ricos cortinages de escarlata, . De un espejo en la luna, oscurecido El semblante de un jóven se retrata: El mismo que tocó la mano bella De nuestra hermosa y púdica doncella.

En una blanda silla arrellanado Permanece tranquilo un breve instante; Se levanta -des pues, y acompasado Su andar dirige hacia un Jugar distante. De un paquete de cartas perfumado Entresaca un papel, le abre anhelante, y lleno de pesar, con amargura Por la postrera ve~ le da lectura.

H Fernando: querido nlio" Decia al principio Ja carta, La que se, oía desdé léjos Porq ue la leia en voz alta. "Esta noche á la misma hora Como las noches pasadas, Tu Isabel siempre constate Te aguardará en su ventana. · Noticias poco agradables Que me devoran , el alma, Ahora. espero revelarte Pues las supe esta mañana. Sabe al · ménos que ha lIegado Ya de Vera cruz la barca De que hablamos hace dias y que ha de hacer mi desgracia."

Apénas terminó, golpeó !;u frente Con la mano ya ardiente y temblorosa, El papel ocultó rápidamente Bajo de una carpeta bien lujosa, y luego con el labio balbucieilte Repitió con la voz algo gangosa: "Yo la he · visto tan bella en este dia Que tan solo h,a de ser de O'Íos, Ó mia' ~

H.

I.JA CONVERSACION.

Es la hora en que el sol poniente Se ha ocultado en el Ocaso, Permaneciendo ya el mundo En tinieblas sepultado. Hora en que el bullicio acaba Al correr su oscuro manto La noche, límria y serena Como las noches de marzo. Las auras corren tranquilas Frescas y suaves soplando, Exparciendo los perfumes Que á las flores han robado. Ora se agitan pausadas Entre las ramas de un árbol,. y forman dulce murmullo A pac.ibles jugueteando, Ora cOrren presurosas . Causando de rato en ratd Sordos rumores que se oyen De las torres en 10 alto. Las a ves ya adormecidas Dejan de · entonar sus cantos;' Gozando del dulce sueño Que siempre anhelaran tanto; y los pájaros nocturnos Cruzando por el espacio, Con sus cantos lastimeros La tristeza van llevando. El cielo puro y sereno Como un cristal azulado" A la vista se presenta Cual un inai' tranquilo y mansa. Las estrenas que aparecen De mil maneras bordando El cielo, forman al punto Un maravilloso cuadro. ' Cuadro que ,en aquella hora ~ La noche al tendei· su manto, Contemplándolo tan bello .A.l hombre deja extasiado.

Hace apénas un momento Que en Mérida se ha escuchado El disonante sonido De ocho br

En eL lugar en que pasa La parte de mi relato, Uno mismo no se viera Estando en él colocado. Esa plaza que ahora vemos Con un arreg~o mediano, Plaza de la Independencia Llamada hace algunos años, Es, lector, en este instante De mi relacion el teatro, Al _que marcharás si gustas Del que te habla acompañado. En el ángulo sureste De la plaza de que hablamos Habia en aquellos tiempos Una gran casa de alto. Sus balcones de ' mad~ra Presentábanse cerrados, Ménos uno, que de léjos Parecia entrejuntado.

En aq~el lugar reinaba 'U n silencio extraordinario, y cualquiera hubiera creído, Al ver entónces su estado, Que todos los que habitaban , Allí, aunque era temprano, Para dormir habian ido A sus respectivos cuartos. Mas á la luz mortecina Con que estaba iluminado El retrete el) que se hallaba Abierto el ba lcon de palo, Veiase junto á la puerta Un bulto bastante extraño Que de mujer parecía, Segun su forma y tamaño. -35- Inmóvil· como una estatpa Se apoyaba en el 'respaldo De una silla, mas á veces, Cuando pasaba un buen rato, Levantábase ligero Con ciudado examinando Cuanto alcanzaba su vista De la calle , por un lado. Así habia permanecido Una hora, cuando lejano Se escuchó , de aquella ' parte U n ruido como de pasos. Poco' des pues un sil vido Se oyó sonar, tan despacio y agudo de tal manera, Que cualquiera sospechado Hubiera, sin duda alguna, Ser ese chirrido agrio Que una veleta enmohecida Causa cuando gira un tanto. Del balcon el barandaje Sin fuerza Juego ,golpearon; Alzóse con lijereza El bulto y á poco ,rato A pareció cauteloso Un hombre que ya debajo Del balcan, alzó la vista Quedando allí est~cionado.

Como yo, lector, ' sospecho Que desearás saber' algo, . De ]0 que ambos se dijeron En un coloquio tan largo, Pienso relatarte ahora Cuanto recordar me es .dado De ,aquel diálogo nocturno Entre dos enamorados. -36-

Un instante de silencio Me figuro que guardarón, ¡'uego que estuvieron juntos Donde les hemos dejado. y supongo este silencio, :porque es cuento ya de antaño; El que en estas , citas queden Los amantes extasiados. Despues de breves instante~ A plati car principiaron De cosas algo triviales Que no merecen ' relato. Mas luego muy sériamente; Ya sin sonrisas ni halagos, pe la siguiente manera 4sí Jos dos se expresaron. - ¿Sabes que ahora, Fernando ~ Mi primo ha llegado? -Sí, Esta tarde yo le ví Con tu padre paseando. -Ha venido á ' perturbar Nuestro tranquilo reposo, Pretendiendo 'ser mi esposo Cuando no , le puedo amar. -Pero ¿y tu padre, Isabel? Si ~e obstina en obligarte, Tendrás al fin que casarte Aunque nos parezca cruel. -Por tí á mi padre yo imploro, Pero cuando v~z alguna Pienso perder 'mi fortuna ferdiendo ::JI hombre que adoro ... .. Mas, Fernando, ¿qué temer? Claro está mi porvenir; O vírge~ he de morir, O tu esposa habré de ser. -37- __ ¡Cuánto te amo! -Sé constant.e, Que cuando el fin alcanzemos MáS tambien disfrutaremos De nuestro amor delirante. -Desde esta tarde, Isabel, Horrible presentimiento Abate mi pensamiento Sin saber la causa de él ~ Tu primo Zintra Aguilar, Hombre es sin delicadeza, .y tal hombre no hay bajeza Que no pueda ejecl1tar~ -No importa. -Quiéralo Di(IS, , Porque si un dia. llegase En que nuestro honor manchase, U no solo de los dos En el mundo ,quedaría. -Fernando, no hables asÍ. -Pero si todo es por ti, Por tu amor, . Isabel mia. -Es mejor la confianza, Que asi viviendo dichosos ' Volando iremos gozosos En ala~ de la · esperanza. -Tú sueñas. --No, las dulzuras Del pasado, y la confianza M e hacen ver en lontananza Un porvenir de venturas. -Bien te puedes engañar Porque esa· es una ilusion Que forjó tu corazon Para ahora poder gozar. Si de mañana en el dia A tu padre le escribiese, -38- y ~ u hija yo le pidiese, Dí, Isabel, me la daria? -¡Por qué no? ~Eternamente Tu padre ha tratado al mio Con aspereza y desvío; y no verá complaciente Por encontrarlo en desdoro, . Que uno Mon1~ lvo llamado Pretenda ser '" enlazado Con su mas rico tesoro. -PerQ, ,esas sospechas son ... .. -M'añana de ellas saldremos, Mi padre y yo escribiremos ,A.l tuyo, su desicion Dirá nuestro porvenir, Si para gozar nacimos O si á este mundo venimos Tan solo para sufrir.

Al, llegar aquí el coloquio Escuchóse algo cercano . El ruido de una patrulla Compuesta de seis soldado~, Que marchando lentamente Encaminaban sus pasos Hácia el lugar en que estaba Nuestro jóven platicando. Como hubiel\a sido fácil, Al ver su cuerpo gallardo, A cualquiera conocerle Por su a postura y su garbo, Pues ya brillaba la luna En el espacio azulado Derramando sobre el suelo Vivos y plateados rayos; Del Jugar en que se hallaba -39-

Se separó apresurado, Embozándose ligero En una capa de paño. Un ildios con eco suave Repitió, y de 10 alto Contestó una voz al pun to: -Hasta mañana temprano. (CoDtinuf.rí..)

IMPRESIONES.

I.

Habéis contemplado alguna vez la creaClon en esos au­ gustos instantes en que la noche tiende su misterioso man­ to recamado de estrellas? Alguna vez vuestra alma no se ha sentido trémula de emocion al hallarse rodeada de la majestad de Dios, cuando los vientos parecen haber tendido sus fatigadas alas sobre .la menuda yerba del campo; cuando todo _dormita bajo el melancólico centelleo de las antorchas del firmamento? Vuestro espíritu no se ha puesto entónces en contacto con la inmensidad? no se ha sentido como penetrado de la idea de lo infinito y desprendiéndose de la carne no ha soltado el vuelo en alas de Ja fe para ver lo que hay mas allá del espacio, mas allá de los tiempos? Yo he visto. en la súledad la caída del astro rey, y al imperio deslumbrador de la luz suceder el de las calladas sombras.

El lejano ladrido de los mastines, la exhalacion., que se apa- ga en la atmósfera, el incierto murmullo producido por los vibradores abanicos del (~ocotero, los rnelancólicos naDores del cipn3s que remedan )oa gemidos del océano, el céfiro que suspira por entre las hojas de un árbol, el ruiseñor que mo­ ,dula sLfs melífiuas serenatas en algun huerto vecino, tales son las impresiones que en medio del sileucio de la noche han -40- venido á enlbriagar mis sentidos. Entónces mi ahna al'robada al influjo de tan místicas como halagadoras armonías, em­ bebe cid a en esas mudas contemplaciones que nos identifican con la naturaleza perdiendo hasta la conciencia de nuestl'O . propio ser, ha llegado á experimentar esas íntimas sensacio­ nes que revelan la existencia de un espíritu superior que todo lo avasalla y armoniza con inefable concierto. Entónces, lni alma arrebatada de inmortales aspiraciones ha tendido el vue­ lo por las impalpables regiones de la inmensidad para irse á absorber en Dios. y ¿quién es Dios? Yo no le conOCla; pero vÍ una vez el océano agitado de un furor gigantesco, y concebí qüe aquel debia ser el furor de Dios; oí bramar el huracan y crei que él era el aliento de la Divinidad; escuché el estruendo de las tempestades, y los relámpagos me revelaron sus miradas y los truenos me hicieron oir su acento •.•• Mas tarde, en un lugar solitario á donde no llega nin­ gun human0 ruido, me sorprendió la noche. AlIí~ rodeado de' un lnÍstico silencio, sentí oprimírseme el corazon bajo la influencia de un sentimiento grandioso, y aunque nada se estre­ mecia .á mi rededor, dejábase percibir una armonía vaga, mis­ terio~, a é i~definible como la imágen de un sueño, y adiviné entónees que el Dios que hablaba en las tempestades era tam­ bien el Dios que modulaba en el silencio. I)esde esa vez, Dios no se aparta de mis ojos. La luz de la alborada le trae á mis pupilas; el esplendor del día nle le dibuja en todas partes; las sombras del crepúsculo me le diseñan en sus pliegues; la noche me le representa lleno de misterio i de amor y de ternura. Amoroso, tierno y lleno de misterio es como me com­ plazco en contemplarle. Ven ¡oh noche! que tus augustas ho­ ras de silencio cahnan las inquietudes de mi corazon abrevado de hieles; tráeme en tus sombras al Dios 'eterno, santo y justo que anima los espacios. Léjos de El, no soy mas qué un vil átomo de polvo; pero cuando le contemplo en estático y re­ ligioso arrobamiento; cuando El se digna hacerse presente á mi alma el á tomo de polvo se transforma en Dios.-lJtI. .S. M. -cfo- --41~

NO HAY PEOR CUÑA~3.e

Confieso que yo el primero incurro muy á menudo en'- el defecto de que voy á tratar. Este H-rtieulillo por ejemplo no tiene OÜ'O objeto que el de hablar mal del prójimo por solo el pla. cel" de murmurar. Porql1e aunque es verdad que existe una gran difel'encia entre el que murmura de una persona detern1ina­ da y entre el que esoribe de un vieio en general sin rcfe­ rirse á ninguno patticularmente,' cunfieso que e,sto no tranq ui .. liza mi conciencia; porque el que hace ]0 último debe pro .. ponerse el laudahIe fin de ver con'ejido aq uelIo que censura; y yo no me propongo el tal fin aunque quisiera, porque es .. toy seguro que aunque escribiera mas tomos que Lope de Vega y Dumas y auniue apurara todos los recursos de mi problemático- ingenio para satirizar el consabido de­ fecto, el mundo todo miraria con indiferencia mis numerosos volúmenes y continuaria murmurando de su prójimo <.:on tan­ to placer como ántes. Ay! no todos tien~n el talento ni la suerte de Cervantes para desterrar con un rasgo de su plu­ ma una preocupacion ridícula ó un defeeto pernicioso! La murmura~ion es un achaque á que está sujeta la hU111a .. nidad entera; y pedirle que se desprenda de ella es pedir pe­ ras al olmo. Esto consiste qui2.á en que la murmuracion, co­ mo todos nuestros defectos y pasiones, dimana de un princi­ pio bueno mal entendido y cuyo gérmen existe en todos los corazones. Sin mucho esfuerzo de la inteligencia y sin nece­ sidad de acudir á una de esas sutilezas metafísictl s, q LlC á fuerza de ser sutiles dejan de ser perceptibles, cualquiera co­ nocerá que el origen de la murmuracion existe en él amor propIo mal entendido y peor aplicado. N o sé porq ue nos pa­ rece que hablando mal del projimo, nos canonizamos á nos­ otros lnisnlos. ' () - 42- Convengamos, pues, en que así como hablando de la mu­ jer en particL1l a r, pu ede asegurarse que no hay una soja que no tenga en sí el gérmen de la coqueteria, desde la monja escru pu losa c¡ ue coq uctca con el niño J esus y dernas imáge­ nes del convento hasta la petimetra cortesana que luce en los ::;::.110n es; así tarn bien no huy b ic ho humano que no tenga en sí ~ 1 vicio de 1:t murmuracion mas ó ménos desarrollado. Y si quisiéramos lI ev

q u e si 11 o e tl ~, e fi il. h a r ¡t m,; tic a á s (1 S el i :, d p 1) L1 S , e s por 1a s 8 n -

e i 11 a r a z o n d e q u e f~ I t. a ID pU e 1) 1a S;1 ~1 e . Inútil cs por SUptF:sto en . Lr ~lr en e l te rreno de la políti­ ca ó de C2 0 que pU l' t:tz.:Ú se c!i8CL1Z:1 ( ~ on el nCJtrdJre de t al. - 44-

Bien sabido es f[U 8 los miembros de distintas comuniones 1'07 líticas no se contentan C011 desollaL'se mutuamente de palabra, S111 0 q Ll e S;~ ;¡treven á pro[¡tnar la henéfica inveneion de GUh temberg para dirigirse rccÍproc:1mente improperios y baldo,. nes, que no se atreveria á proferir una verdulera. Ni el h')[1l'ado artesano se libra de esta manía. El zapa­ tero se rie en vuestras barbas al mirnros los pie!3, cuando él no ha hecho los zapatos que calzaisl el sa~tre no se admira de encontrar mas arrugas en vuestra levita que en el cútis de una vieja octogenaria, porque el que os la cosió fué Zutano q otrQ cualquiera que no sea él; etc. , etc, ()id hablar á un hijo de Marte de sus compañeros de armas. Oleofls ha llegado á coron81, euando solo tiene cua'7 tro l1ños de haberse alistado. Eso no eonsiste en que haya ganado muchas bat;dlo.s, puesto que tiene el gran talento de enfermar en las vísperas de una aceion; sino en que se pro­ nuncia eada ocho dias y en que adllla á sus superiores de un modo indigno de un militar. Pasemos ahora á ha blal~ de la mujer, de ese ser ineom~ prensible de la creacion, que unos llaman ángel y otros de~ monío. Pero ántes de Gutpar en materia, conviene hacer unt\.

ad vertencia tan irn pertinente como todo este I escrito, pues pro~ bablemente no será ésta la primera vez que se hace. Si el hombre puede ser considerado bajo diversl)s aspectos, segun el papel que desempeña en la sociedad, la mlljer que no ha si­ do formada mas que para :J111ar al · homb¡;e, ora como ma~ dre~ ora como esposa ete., no pllcde 1?er considerada mas que bajo este aspecto. Y de esa úni(;n mision que desempeña en la sociedad, nacen todas sus virtudes y defectos, entre los cua­ les no e,; el rncoor esa lengüecita prodigiosa que se ccba sin pied ad, prin. ~ i pal mente, en todos los indi viq uqS qe su hermo"'! so sexo. Por supLl es to que no hay que -hablar de IHs viejas, que no tienen en el 111undo m::'!s oficio que rezar y murmurar~ y co­ mo por mu y c1evolas que se:ln no han de cmplear medio dia en pa S:H Ias e nen t ;.l s d e su rosa rio y cn deletrear sus no­ venas, h8 nquí que mas de la mitad de su vida s~ la pp~'ln m llrmurnndo. -45-

Preguntadle á una hija de Eva de cualquier estado, cIa­ se ó condicion que sea, qué juzga de fulanita-Fulanita, os res­ ponderá con una voz dulce y encantadora que forma un triste contraste con la iniencion de sus palabras: fulanita es una de las criaturas mas veleidosas y coq uetas que conozco. Ha he­ .cho rabiar á mas de cuatro, que al fin se 'han burla d o de ell a, desamparándola todos en un mismo dia, de lo cual me ale­ gro mucho, aunque sea mi alniga, porque así se corregirá. y sobre todo, tiene una lengua para murmurar de todo -el mundo, que maolá nos ha prohibido que la visitemos.-¿ Y a­ quella de los ojo~ azule~, aquella sobrina de D. TemÍstocles ... ? -Ah! ya. _. Esa se ha pasado cuatro meses sin salir á la ca­ lle y hace cosa de tres sernanas que fue á la hacienda de su tio. Se dice que ha estado enferma y que el médico le reeetó los aires del cam pO; pero.... La niña se ru boriza y no t- acierta á -- concluir su fi'ase; pero cree y con razon que se ~ ha hecho compi'ender perfectamente.

Observad á esas dos señoritas que se han colocado en su ventana en una tarde de pnseo, pl'ocesion Ó cosa seme­ jante. Véd como al pasar frente á ellas un grnpo de mujeres, ha­ cen el sacrificio de no mirar al hombre que las conduce pn­ ra fijar toda su atencion en aquell~s. Advertid como vagan sus ojos desde la riea cabellera he!'mosamente trenzada has­ ta el pié diminuto y seductor, calzado con un botincÍto charo- • lado que se divisa apénas h~jo el abultado malakoff. Ved co- mo se miran ambas, se sonrien con malignid ad, y luego empiezan á cuchiehear :1nimadarnente hasta que pasa otro grupo de se­ ñoras para volver á su exámen, mirad::ls, sonrisas y cuchi· chéos. Todo el mundo sabe á lo que se reducen estos cuchi­ cheos. Oial/ita tiene la nariz mas grande que de costumbre , Aminta se ha blanqueado de la noehe á la mañana, Celia ha per- dido sus buenos colores por causas que no es del caso refe­ )~ir, J uanita ha engordado como un cerdo, Mercedes ha en­ flaquecido como perro de indio, ésta no debia u~ar malakoff, porque tiene piés de granadero, aquella lleva una arruga en el corpiño, la otra trae encima una moda q uc ha caducado etc. et c. Pero, , " hasta aq ul, péuola mia. El albun yucateco no -46- es para mí solo, y quiera Dios que -hallen cabida en él éstos indigestos renglones.' Mas ántes de con'clulr quiero dirigir cuatro palabras á los literatos de por acá, para murmurar de ellos por supuesto, porque ya he dicho que yo soy el primero que incurro á me­ nudo en esta manía, Consuélame, empero, el hecho , de que los literatos, así como los abogados, los médicos' etc. , se han hecho y se harán siempre la guerra por razones que no es dificil adivinar. Desde Áristarcó que. segun se dice, se atre- , vió á encontrar defectos en la Iliada y en la Odísea' y ,á zurrar á Píndaro y á otros poetas de la antigüedad, ,(1) has­ ta el cáustico VilIergas que no dejó hue.so sano á Gi I yZá­ rate, Zorril1a y Rubí y otros poetas españoles, todos se han mordido siempre, como perros rabiosos. Hasta nosotros 'que todavia estamos sacando el pico del cascaron hemos dado u- • na muestra de lo bien que nos queremos en la difunta Burla y en la enterrada Guirnalda. Pero volviendo á nuestros literatos, iba á decir que cuan­ do éstos han escrito un articulillo mas serio que un miérco­ les de ceniza y mas lloron que una novela romantica, no tie­ nen embarazo en poner su nombre debajo, y cuando han es~ crito otro del género del presente, se cubren cuidadosarnente bajo un seudónimo. Por qué? No lo comprendo; y miémtras avel~i ­ guo la raZOD, pondré con todas sus letras este nom breo

ELIGIO ANCONA.

(1) No te nas de mí, caro lector, porque saco á danzar de cuando en cuando' á e~o~ 8enorones de la antigüedad que lograon colocarse en el envidiable catálogo de los hombres céle­ bres, como lo hice en la introduccion de este periódico y en el presente articulo. Yo he vi ,s~o engrandecerse t anto á ciertos hombres con solo pedantear y h ablar de lo que no entienden, que me he resuelto á hacer fortuna por el mismo camino; convencido como estoy de su facilidad. As] es que Ine paso horas enteras con diccionarios históricos en la mano para poder sazonar mis es­ critos con una dósis regular de hombres celebres, aunqne a§ji conduzcan al abjeto, como por )o ~ eerros de Uveda. - 47-

QUIMERAS.

POR J OSE ANTONIO CISNEROS.

- ¿Tan jóven· y tan constante En faena tan servil? Deja ese arbusto, mancebo, y ven conmigo á vivir. Irémos á extrañas tierras A gozar placeres mil, Allá donde las hermosas En voluptuoso festín En cada sonrisa brindan Deleite, amor, frenesí. El hombre entregarse debe En nuestra edad juvenil A los deleites sabrosos Que el nlundo ofrece feliz: Deja tu arbustillo y vamos A gozar del porvenir, Que 10 demas es quimera lmperdonable por ruin. -¡Ay, jóven! toda mi dicha Desde que .Ia concebí Cifrada está en mjs arbustos Con adoracion febril. Por eso todos los días Vengo á regarlos aquí, P@r eso guardo sus tallos De algun dañoso repfi'l, Por eso en ellos consumo Cuanto yo puado adquirir, y cuando el agua me falta Para regarlos así ..•• -48-

Limosna de agua he pedido Por no dejarlos morir! Que al amor de mi eariño Creciendo van ante mí Estos arbolillos tiernos Frutos de mi amor feliz. Anda á gozar de ese mundo Deleite, amor, frenesí, y déjame aquí tranquilo En mi faena servil.

Lanzóse el jóven Tras ese mundo Buscando intrépido Goces y amor. A extrañas tierras Corrió nnimoso Gastando pródigo Su inquieto ardor.

Miéntras, el otro Siguió cuidando Sus tiernos árboles Con fé y afan: A todas horas Humedecia Sus bellos vástagos Sin desmayar.

Cada mañana A la ] uz tibia Que el sol benéfico Brinda 'sin fin, Acariciaba Sus verdes hojas, Siempre solícito, Siem pre feliz'. y en cnda un año Que transcurria COlt' éalrna plácida Los trió crecer;' y en s,J coffezr{ Grabó afah()~o Vel'dades místicas' De amor y ' fé.

" J amas obtuvo Dones espléndido:s • .. . r En su horfandad; Mas él en cá m bio' Con su esp'eranza .i • Gu.ardó en , s~ espírifui Fé y caridad.

Porque olvidára JA esa fórtuna Que así tiránica te nfaltrató, CifiJó en un huerto" Su diehil toda y tiernos árboles! En él plahtó.,

Por esO" árisioso . . Los cuida" y riega~. Por eso amándolus Vive feliz: 1'01' eso el huerto Con sus ¿-t rbustos I~~onnan el ídolo De su exi$ttr.

7 -50-

Así corrieron los años Con tirana rapidez, Regando el uno sus árboles, Buscando el otro el placer. El que partió aventurero, Al sentir que la vejez Ya sus cabellos blanqueaba Sobre su arrugada sien, Vol vió abatido á su plleblo Esperando hallar en él La dicha que buscó en vano Con hidrópica avidez. Al pasar frente de un huerto Detúvose sin querer: Tendió en el huerto la vista, Teniéndose mal en pie; y miró bajo unos árboles De frondosa robustez A un hombre que hallaba sombra , ~ Bajo su verde dosel. Vió en sus labios la sonrisa De dulcísimo placer, Vió que en los troncos hallaba Frutos y som bra y sosten; y sin contener su envidia Exclamó con candidez: "Voy á sembrar _ ya mis ' árboles Para que sombra me den." -Ay, amigo! respóndele el anciano Que en la sombra gozaba de su bien: Es tarde ya para sembrar tus árboles, y aunque brotáran ¿los verías crecer? Tú llamaste mis árboles quimera, Mi faena miraste con desden: Ya ves que mis quimeras me dan sombra; ¿Habrá quien sombra en tu vejez te dé? -¡Bendígate el Señor que así en tus hijos Santa sombra concede á tu vejez •••• ! .... , ...... -51-

¡Desdichado de aquel que siendo aun jóven No cultiva sus árboles con fé! Que. si es quimera tan servil faena, Esa quimera Ja ventura es. Un recuerdo dejad en vuestros vástagos De santa 1uz, de rígida honradez, Para que Dios bendiga en vuestros nietos ' Vuestra edad, vuestra patria y vuestra ley!

LA RELIGION y LA POESIA.

Hermosa es la religion y bella la poesía. El hombre, la obra mas perfecta colocada en medio de la universalidad de lo creado, solitario en un paraiso, encantador anfiteatro des­ de donde contemplaba la magestuosa estructura del universo, sintió la sublin1idad de su ser, y buscando en medio de aquel conjunto una rnano creadora, comprendió que era el efecto de una inteligencia suprema. El hombre tu vo fe y oró; desde, ese momento tuvo religion. Pero aq uel paisaje tra~ado por el artista divino, estaba unido de manera que no inspirase la inte1igencia del hombi·~? La mano pródiga q uc habia derramado tantas maravillas en sus obras, ¿no era capaz de levantar el corazon y hacerle entonar un himno de reconocimiento? Cuando se vió rodea­ do el hombre del mas hermoso conjunto, cllando el Hacedor mismo le preparaba el magníílco banquete en el recinto del Paraíso, volvió los ojos al cielo, y su primera palabra fué su primer hin1no. Con el primer hombre nació la religion y la poesía. La religion comunicó á la criatura con su Creador; la poesía, recreándose en el espectáculo del · uni verso, recono­ ció una inteligencia divina'· que se revelaba en s us propias obras. -52-

L~ rc:ligio,n yla poesía ha~ de~cend , ido ?cl cielo CO.ft;lQ ,dos ángeles , á ,traer el cOI?suelp aI corazon d~1 ,ho~bre. L , ~ reJigion vela nuestra c~na, y ~uancJo salidos qe la infancia ) l~ga'!J0s á esa tr~,~sj~ion ' pel igro~a ~n que ~~ jÓyéne~ pasamo~ ~~ ser ,~oml,,res! ed~d e? que la pasjo, ~ domi~a "t elsentimientq I?en~roso com@ q ue ~~ e~ting~~~, ,la reli~ion J~vant~ , al hom;­ b,.'e y lo coloca en una , e~fel'~ superior. Y despue~ viene I~ !t}uerte, il~ mt~ er ,te! ,que es ',~l océá~o á dqnd~ Go .. r~el ri. • . I ' ; ' : \, \', . N9 ~!fiert o ~ , <;0wprende~' p

Lo~ griego ~ sil} emb~rg(), CpptF;lndp á ,~ a"mistad, á lq~ triunfos, al amor, no desconocieron la , poesía re'igiosa. El no~ ble ol'ígp-n de la poesía hizo vulgar la creencia de que los po~tas eran los ~n~~rprete~ de ,los qioses, y que su pa)a~)l'a era in~pirnda por las deidades que habitaban el fondo de lq,s , ' -53- bosqlle~~ ' y ,las , fuentes llenas de un fuego sagrado. La be­ Hezade" ,la poesía l'eligiosa entre los griegos no se encuentra si no en los grandes. trágicos. (~uando Esquilo, Eurípides y Sófocles pusieron las bases de la trajedirt, se introdujo en la eSf!ena coros en que se cantaban himnos á la religion. Si la nacionalidad se alimentaba con la poesía lírica, en que se excitaba á los que combatian el amor á la patria, la traJedia entre lo~ griegos contribuyó á dar nobleza á su re­ ligion , y á , excitar la veneracion á sus deidades.

\ No deja de verse, sin embargo, qúe, á pesar de volver los

,ojos, los poetas griegos hácia su religiou, el · sentimiento que mas los animaba era el de la patria, y la 'nacion griega de aquellos tiempos se ve retratada en la famos'a espartana á quien comunicándosele la muerle de 'su hijo, solam,ente preguntaba si el ejército habia salido vencedor. Los poetas griegos, cuan­ do su nacion se llevaba la palma de la victoria, allí estaban á transmitir las hazañas á la posteridad por medio de la lira. Su poesía era la expresion del entusiasmo, de ese entusiasmo ¡.elcua-l se origina la popsía segun Platon. Entt"e,tenido en las grandes luchas que debian darle des­ pues el imperio del mundo, el pueblo romano se contt!ntaba c«;>n que s,ys ha~añas no mas se inmortalizasen. La poesía eil los días giorio,~os de Roma celebraba á los héroes qu'é cami­ ~. ab~lIi á la co~quista del mundo. La magnificencia de los principes, e ,I~rr:'0r á las letrns, la victoria de sus legiones acampadas en la. Europa, el'an el patrimonio de la poesía. ~a reH~i?n p.o llegaba sino 01uy tarde á prestal' sus acentos ~ ,Jos poetas que la cantaban en su odas, para que el pue­ blo, em~ría~ado en sus triun fos, no 01 vidase el respeto á sus

, diyinidades.¡" , : 1:0s 1'0n~anos que hasta entónees habian tomado por mo- ~elo á lq$ griegos, partieipando del entusiasmo de sus maes­ tros, diel"on á la poesía un earáctel' mas independiente y fué cuando cantal"on su patria y su libertad. Horacio, mas bello, mas armonioso que los otl'OS poetas, no echó en olvido la religion de sus mayores; pero á lo lejos se advertia que aque­ lla lira que tantas veces habia celebrado las grandezas y 101 -54- beneficios de Augusto, era ingrata con los dioses. La reJ i­ gion, ahogada por decirlo a,sÍ bajo el peso de las victorias, no se atraia la atencion de los poetas. Lo que q uerian' los ro- - manos era el cetro del u'niverso, que el amor á sus divi~ nidades vendria des pues. La inspiracion faltaba entóne'es. 'I .. a poesía podia ser dulce, líjera- como la brisa, voluptuosa algu­ nas veces, juguetona como la onda que se eleva y se deprime, muy bien, pero la poesía no llegaba á ser tierna, no desper­ taba en el alma el sentimiento que nace bajo la presion de un objeto grande; faltaba esa armonía dulce que existe entre el poeta que canta y el corazon que siente, no habia íns• piracion verdadera cuya fuente solo se encuentra en los en­ cantos de la religion. No busq ue~os la poesía religiosa en los pueblos paganos. Las divinidades de la fábula colocadas por los poetas al bor­ de de algLln arroyo; inspiraban los sentimientos de libertad y esa patria que para ellos- era un paraiso de delicias. El pa­ ganismo se'có la fuente de la poesía religiosa. El mismo Platon, que era ei poeta de tos poetas, queria d'estetrar dé su repú­ blica á estos seres superiores. Donde las creencias están arraigadas por la tradicion, don­ de se admil'a las bellezas d.el universo y se encuentra aun en la yerba , que suspira la mano del ' E ~terno Ser, allí ,está la poesía acompañada de la religion. Entónc~s el poeta no ,es mas que un intérprete de su fe religiosa; curnple con la m~­ sion que Dios le encomendó colocándole en el seno de las cosas creada s. Un pueblo que habia sido el mas dicho~o de todos los pueblos, porque era el predilecto de Dios de cuyas leyes fué mucho tiempo depositario, este pueblo para quien llovia el ma~ ná del cielo y lo su~t e ntaba aun en los arenales del desier­ to, que cuando tenia sed veia brotar el agua de las piedras al golpe de una vara misteriosa, ese pueblo que había gzado de su indepen,dencia y tI ue era libre porq ue solo ?ependi a de la mano de ' Dios, hoy, el mas enviiecido, el mas desgra­ ciado, llevando el sello de su opresion en la frente, arrastran­ do - bajo climas extranjeros la cadena de la servidumbre, sin -55- patria, sin hogar, sin leyes, camina, camina como la fatali. dad ciega, hasta que la voz de Dios que le ha mandado ca­ minar le ordene que se detenga. Ese . pueblo, el pueblo he­ breo fué el depositario de la · poesía primitiva. La historia fué posterior á la poesía, "Y ántes que los histo­ riadores apareciesen, los poetas con sus versos conservaban de ge­ neracion en generacion la memoria de los sucesos mas notables. Dios creando, el universo saliendo de sus manos, la naturale­ za recibiendo los toques del pincel del artista divino, era el sentimiento que dominaba: á Jos poetas hebreos, y su poesía, como nota bien Mr. de Genoude era el augusto intérprete de su religion." Reunidas las familias á cuya cabeza se encontraba un anciano que narraba los acontecimientos mas notables, la poe­ sía, que era el órgano de la tradicion, repetía á la asamblea 'el nacimiento del primer hombre, su vida en el paraiso, su "cai- da, el diluvio inundando "la tierra, el hombre · salvado por su fe y el "encadenamiento del linaje humano. De este modo la tradicion se guardaba no interrumpida: las familias eran sus fieles depositarias. Las fiestas, las ceremonias donde los he­ breos ponian en " práctica los ritos de su religion eran otros tantos teatros que brindaban al poeta la ocasion de cantar los sucesos que se remontaban á la cuna del mundo. Hasta aquí la poesía desempeñando el papel de la historia. Apareció despues un hombre que fué el mas grande de los hombres~ pues era al mismo tiempo historiador, poeta, legis­ lador y profeta. Este hombre se llamó ~loisés. f-listoriador, nar­ ra en lenguaje sen~íllo y di vino el nacimiento de tod"as las cosas, la ventura del primer hombre, su desgracia, el primer . crimen y el primer arrepentimiento; cómo concluyó el drama paradisiaco y cómo el hombre del estado mas feliz fué re­ legado á la condicion mas abyecta. Poeta, canta al Dios á quien plugo crear las m-ar3 villas del uni verso. _ Legislador~ mués­ trase el enviado de la divinidad para organizar un nuevo pueblo. Profeta, sondea los arcanos del porvenir y profetiza ántes de su muerte el destino del pueblo que habia legislado. Pero ya se le considere á Moisés como historiador"y poe- -56--- ta, legislador y profeta, siempre es el dócil siervo q uc err­ mudece á la. v'oz de' su Señor. La Greda tuvo' un poeta eminente y desgraciado, que ,

erraba de ciudad en ciudad leyendo sus versos1 que sus com· patriotas noacerlaron á comprender, pero que la posteridad de los siglos ha admirado. Homero al mismo tiempo rué el historiador y el poeta de su nacion., El rapto de Helena dió orígen á la guerra de Troya~ \ la Grecia armada fué á levantal" ' sus tiendas en las llanuras del Asia Menor. Homero, doscientos años despues, cuando el re­ cuerdo de unos hechos tan ren10tos parecia borrase ya de la memoria de los hombres, celebró los tljunfos de Aquiles y del ejército que habia logrado destruir los muros de la ciudad que se atrevió á resistir diez años de sitiO'. M oisés marchaba á la cabeza de su pueblo del cual era tambien historiador . y poeta, este pueblo ' no iba á combatir, caminaba guiado por la rnano de Dios, y ~ste puelYlo sin lu­ char sale vencedor. Camina, para él no hay obstáculos, Jos enemig.os vienen siguiendo su huella: m-as allá se encuentra el Mar Rojo, nace el temor y con el temor la anguliltia, p~­ ro Moisés alza su vara y las aguas ' dejan paso al pueblo es­

c,ogido. Faraon avanza tambien, pero sus carros los, cubriee ron los abismo$, descendiendo al prnfundo como una pied,-a. Los griegos triunfaban de sus enenl·igos en Troya, Ho­ nlero cantaba sus hazañas, pero como los dioses , ménos ' que el valor habiau\ influid'o en los sucéso~, la poesía solamente ce!ebraba á los héroes~ El pueblo escogido era' ~alvado por la mano de Dios, por eso que al alcanzar la oipuesta orilla del Mar Rojo esta­ lla en transportes de aleg,ria: "Tu diestra" ¡oh Señor! ha sido engrandecida en fortal·eza. 'tu diestra ¡oh Señor! hirió al ene­ migo." Allí un . pueblo que tiene fé, allí un pueblo que 'no teme ser el instrumento de la . voluntad suprema, pero allí es­ tá la poesía con su sublime majestad, la poesía celebrando un drama cuyo prólogo está en el cielo y el desenlace en un pequeño recinto , de la Judea. Moisés sale vencedor mi' I'a . lucha: 'Homero tiene que ceder el puesto al insp'irado p'0r el Señor. I .. '. ,':. :,;,:' Cuando el ejército vencedor' de l~s - grieg~s vohila á. sus hogares, Homero~ . para celebrar esa vuelta, compuso un ' poej tria; .Moisés escribió snltunente ul} cántico que aprendiel~on los 3n ~ cianos y los niño~: ' ,BI pueblo de Isr,ael que sllfri~: cuarénta años en el desierto de vuelta á su ' patria, tornaha á. los ' ci~los sti~ ojus para m'h al' al Dios' que ' lo habia salvado,," Moisés se mostró ' el intérprete del puebfo': qúe . se le habia ~ncor:nendadot No vemos sin embargo en el pueblo israelita Ucl ejéreito que cf1:mina.llevando sus armas o1unchadas con la sangre del ven­ cido; no hiy tl'ofeos' que sor( el ,sigho ~e la' victoria, no ca!?': tan cOlno I'os' griegos , sob~'e los'; tristes despojos ~ de una ci~dad .., . I arrasada. Es un pueblo que cantina el~ si,lencio ,á la tier1~' a de ,sus p~d~~es; en lugarl ?e.; trofeos lleva, los sufrimientos de cuarenta añ'os pasados en; las arenas del desierto, no ha lle­ vado el azote' d~' la guerrá á otra nacion, muy al contrari~ ha· evitado las pers.ecu~i~)ne~ ' de s:us enemig~s; pero en 'medio, d'e e~e pueblo resuena la irqpo~ente voz" de Jehová cuyos et~r­ nos beneficios no " césa~ , de elogi'ar. Poi: esÓ" tambien .vemo~, esa poesta dulce de ' lVloisés, esa pO ,esí~ sellcilla c(;:mo 10,s acon­ tecimientos que refiere. Moisés ~s el pi-imero d~ los poetas.. Desde el principiq del ~énesis d ~)nd~ cuenta l~ hist~ria ' de l~ crea.Cion hasta el tleuter'onnmio ' donde profetiz~ el porver,lir. d~ .1~s · d '~ce tribus, 'se múe~tr~ ef pdet~ q~e nari~a bendicied~ . • ~" , . \l , • ' do á un tiempo lnismo al Eterno Ser, Creador de tan inme.n- . ' . sas maravillas. ' Sus obras forman una epopeya l;Hilll;lnte, y . . . , '.' .' :': :... .~ ; $ así como Aquiles , en Hotnero pone: en accion todo el poema, en 1 '~ epopeya d~ M~isés Dios es el act' ~r pl:inci pal. . , La Biblia es el libro en qtl~ es t ~ pintad6 'éf cu~d~o mas aügusto de la reljgion, por consig~lÍente c·onseí·va el tesoro d ~ la m-as hermosa poesía. ' E::;te libro dívi~o, qué' g~arda la his ~ toria de la l;umanidad- úntera, nÍ(enti·~s qúe JOfr libros de los

otros pueblos 6'an des~parecl'do: desde los' mas remoto's tl e m ~ I pos ha sido la fuente ~.onde han bebido ~U inspi'raciÓn lü's génios mas ' nota6les. N'o im'poh'a cÍúe ': fos p.:ofanos h~bies en • - , . • . ", '4 ., . ' quendo rasgar sus págmas, valiéndose del sarcasmo ó del es,· / " .. , ...' ' . plritu de una falsa filosofia, la religion descansa sobre su tes· timonio, y él libro escrito bajo ' las inspiraciones ' d~ Dios nI) ' púede ser aniquilado por ht" pervenúdad . de los hombres. 8 -58- Cad a pagll1a de estc libro divino es una Jecéion para el hombre, cada sentencia un aprendizaje para el sabio, cada imá­ gen una fuente de creacian para el poet8. De modo que allí pueden aprender el filóSDfo, el sabio y el' poeía. Cuando se a bre y se exami'na, vemos~ sobre fodo,. brillar una' majestad poética quc' caufiv'a. Al' lado de M'oisés están Job y David, y despll~s v"lenen' lsaias y Jer"emías ~ rodas' poetas y' rnaestros' del género' humano: Job, val'Oo" rl)sto~ tentado po .. ' S'atanás' que pone' á prue· ba su sufl;imiento, léjos de imprecat á la Divinidad,-a.bre su eorazoo"y, - sin prorrumpir- en' ona' sola' queja,- bendice' en sus versos b mano qu-e le tortura~ · y David euyos ' salm(Js; seglllr S'.' Agllstin~ , son" la esencia: , de ' Ias escrituta~, unas veces' cantando' en' Jos 6'ansportes de su alegria' al Hacedo"f ' de ' rodas" las cosas, otras 'prestando' sus lágrimas <1 ' las vírgenes' senthdas" á' orillas- de' ros tios' de' Ba.. · biloniíl. y' por- último ' conso1anQ"'o las' noches de Sion' con su nrpa de oro;· ¿Puede' acaso" la' poesía lírica haber Ínspirado unas od'as ' mas d u'lces? ' Puede a!go' mas" que la teligion' di­ viniz(l r la palabra' def 110m bre?' Anatreonte, poeta' el · mas vblupnwso, .. colocado' fl~ente á frente de' Salomon,>no ' iguala á éste cuando en" el Cantar de los Cantát'es' ce1ebra" eP fll·atr'illlOni(y místico ~ de la" Iglesia con J esucrlstb: Dos ' poetas vienen despnes;"el ' uno"que 'profétiza'desgracias, y el ofro'que las larnenta, Isaias y Jeremías asoman"fa frente co­ ronada"de' {Llegó 3 n uncia rrdo la cólera dEdA'1lÍ"simo. La' desgracia­ da J eros'-1I em; .la'vírgén 'de 'ra ' Jude<:), opor qué yace des'cónsolada? Los cantos 'dé David no bastan á 'mitigá r sus 'penas? ' lsaiásha le­ vantado ' ra VÓZ ' dícicndo: " "Tus ' mas " g :llr ardas : varonés caerán el cuchi'lIo Y tus v¿llientes · en batalla" Y ' Sf! ' eritristecerán'y eQ­ lutarán ' tiJS ' pLl ~ r Ui~. H " La cóf'e ra de ' J(d1()vá cstrl ' ail üÜ'cÍ

1\ ¡\fIS AMIGOS

Los Sres. D~Manuel Sánchez iJ'Iál'mol, D. José P, Nicoli y D. losé Peón Contreras, dedico el sigu'iente

SONETO~

LA SALIDi\. DE LA LUN 4.

Mirad el .Sol, parece que can~ado A dormitar reclínase en el mar: Empiezan las estrellas ~ brillar y el firma.mento azul paQ. tachonado. Ya la flor en su cáli~ 'se ha guardado, El ave ya ha dejado d~ trinar, Fresca la brisa viene á. acariciar La fl'ente del mortal aqongójado. Llegó la noche ya; mas se divisa Del cerro aquel , allá ~obre la falda Una luz nacarada algo rojiza Que parece del cerro la guirnalda, ••• ¡Escena arrobadora cual ninguna, •••

Mirad y contemplad ••• ¡, Sale la Luna!

Campeche, 1861.

J OAQUIN DE BARÁNDA. -63-

¡Pobre flor! Ayer gala del prado,' hoy juguete' efeI vien-' to: mañana.... tús pétalos l~odarán marchifos por el suelo. , . Ayer te vÍ hermosa i fragante dando' vida con _ ~u aro- ma, á otros seres" distintos de tí. ¿Qué se ha hecho de tu , hern1

En la vidu t el despreeio es el patritnonio de la desgra·/ cIa. Mas feliz tü, pobre flor, porque el rato que viviste fué .' para gozar. Mis oj'os' eontempiándote se deleitaban en tu her-' mosura; en tanto qu'e yO~ condenado á arrastrar la larga ca­ dena de mi existencia, no he gozado un momento y los ojos de la que adoro no se han alzado ni una vez par'a ver mi senlL hiante mústio y mis pá,rpados' hinchadros por el llanto. Feliz tú ~ hermosa flor, porq ue viéndote deshojada y sin" perfume, al recordar tus galas, exhalo un suspiro, y cuando' la muerte cierre mis ojos y serie mis labios, ¿quién me re .. cordará? quién repetirá mi nombre ó me consagrará un sus­ piro •••• ? ¡Nadie! iAmarga conviccion! Si mi vida es tan triste. • • • ¡0jalá se' di ~ipase mas veloz que el hu'mor ' , ¿Por qué agonizar eolo m:IS' hermoso de la- existencia ••• 0·,1 ¡No!

Mas dulce:r.- 'es morir. :¡,Pobre flor! Ayer gala del pl'ado, hoy Juguete del vien- to: mañana tus pétalos habrán ido á confundirse con el, p.ol­ vo: y leras tan hermosa! Yo no seré mas feliz que tú;; pero si mis mir~das llenas de amor llegan á herir el 'corazón de la mujer: de' mis delirios, ya que mis labios permanecen' mu­ dos en su presencia,. sel~ á mi destino como el que hubieras deseado. , l\ierida, marzo 15 de iS6I.-G. S'. -65:-

Nifia, al mirarte I!in querer IUllpiro y al dirijirte la palabra temo. Blanchier.

Ojalá pudiese dar á mis pensamientos la pureza de los tuyos, y ojalá la maledicencia no diese n1ala interpretacion á mis palabrns para poderte hablar sin cuidado y sin temor de desperta rte del dulce sueño de la infancia. iCuán ft~liz ere:;! rodeada de cuidados nada falta á tu ·infantil deseo; gi}za r de las tiernas ca rieias de tus padres, se­ ria tu única ambicinn si elios no te las prodigasen y si tu pecho cerrado á las pasiones fuese ca paz de ambicjonar. Tus pensamientos son tan puros como los del ángel, tus creencias y tu fé tan sencillas, que si cual tú fuésemos todos, Dios vendría á morar con nosotros yla tierra seria un Paraiso.

Pero $ SI .,.. (no q uisiera decírtelo) llegnrá un tiempo en que tu corazon se abra á las pasiones, sentirás un deseo y una ansie· dad vaga, indefinible, sentirás en el coraza n un vacío y h a18güeños pensamientos cruzarán por tu mente. La blanca luz ,de tu pureza, al través de o,n misterioso prisma se descompondrá. y los colores del iris se extenderán · en tu derredor desde el morado, sÍm bolo del temor, hasta el rojo, em blema de la guer­ ra V.. del valor . y sabes qué prisma es ese que tantos portentos obra? es el del amor: esa exaltacion del sentimiento, obra de la sim­ patía que identifica dos seres hasta el grado de darles UO

Sé feliz, que · nunca eches de ménos los encantos de la infancia, que nunca el dolol' con su's negras alas venga á p0sar­ se en tu inocente corazon, que ja más corra por tus mejill as una lágrima de amargura, ni el amor te haga probar sus ce­ los; ta 1 es mi deseo. · Mérida, abril 18 de 1861.-BENITO G. SASTRE.

-No sé por que, madre mía, En mi pecho 'experimento Una inquietud, un contento Que no me puedo explicar. y en 'vano por conseguirlo Mi . pensamiento se agita, Que' entre mi pecho palpita Mi .corazon mas y mas.

-Ay hija, tal vez tuviste AJgun pensamiento insano: Acaso en el sueño vano Tu mente hirió la ilusiono y por eso fatigada, Juzgas verdad ID que fuera Solo . una linda quinlera Cuya beldad, te engañó.

--Tal vez. la \·erdad me dices: y ¡ay madre! tan vivo engaño Por mas que cause mi daño Yo nunca 10 olvidaré. Que aunqúe ilusion ó mentira ~'ueran mi 'gozo y . oontento, .L~cepto tal fingim iento: i Es tan hermoso el placed -68-

-Mas hija, ¿por qué tu ' alma Tnn pura y tan inocente A si se entrega im prudente A esa impresion tan fatal? ¡Qué es 10 que causa ese gozo, Esa inquietuq que en tí lniro? ¿Por qué si te miro, admiro El rubor en tu alba faz?

- .Ay, madre! tambien lo 19noro: Pues a pénas mi memoria Conserva .la. corta historia De lo que causa mi afano y es como dices un sueño La causa de tal mudanza; Mas tan bello, que no alcanza Poder a'Iguno á pintar.

Soñé que en brazos de un ángel Trasportéme en raudo vuelo ' A un nuevo mundo, á ese cielo, Mansion de dicha y placer. y en él miré tal encanto, Tanto' placer y alegria, Que entónees, ¡oh madre mia! Hasta de tí me olvidé.

y entre los seres hermosos Que allí mi mente admiraba, Uno en mi pecho inspiraba · Indefinible inquietud. -69-.

Le vÍ tan bello y radiante! Era su inlágen tan pura; Que en su apaeible dulzura Miré brillar la virtud.

El me miró y al instante La atraccion de su mirada, I .lÍ mi pesar arrastrada, En pos de sí lue IJevó. y juntos los dos, lne dijo Tales cosas al oido, Que á cada acento un latido Del corazon arrancó.

Despues. . •• la confianza dulce Entre los dos \ ya reinaba: El con atan lue miraba, Yo con afan le miré. Mas y mas nos allegamos y des pues.... ¡ay madre mía! Qué dulce emocion sentía! Cuán grata dicha gocé!

-Ay hija! la mente loca Te engaña con torpe empeño: .Recuerda que fué ese un sueño, Que una ilusion solo fué. -Ser mentira, ser engaño N uestro placer y contento: ¡Ay madre! no es finjimiento: ¡Fué tan intenso el placer!

Abril 20 de 1861.-0. MOLINA. -70:-

EL HOMBRE CALAVERA' Y LA MUJER COQUET.A~

HISTORIA NOVELESCA DE GASPARITO.

Artículo primero.

Como á ningllno le falta en el mundo un amigo, entre los muehos con que la sociedad nle ha obsequiado debo ha­ cer particular meneion de un jóven á quien consagro el pre­ sente artículo, siquiera .por los ratos de agradable entrete­ nimiento que, sin conocerlo quizá, IDe ha proporcionado. G asparito, que es el nombre de mi amigo, es uno d~ esos jóvenes en qui.encs la naturaleza 110 ha escaseado las do­ tes del espíritu. Dotado de un talento natural, si bien no cul­ tivado, de un córazon noble y generoso, de un carácter fran­ co y leal, y sobre todo, de un fondo de exquisitos sentimien­ tos, Gaspar, pennítasenos la comparacion, es semejante á esas piedrvs preciosas no pulimentadas, dispuesta,s á reeibil' todo el brillo y perfeccion posibles bajo la inteligente mano del lapi­ dario. Una educaeion mas esmerada y I,)s sabios consejos de un prudente dit'ector hubieran sido los inteligentes artistas que pulimentasen aquella piedra . . Pero, sea por la criminal negli­ gencia de sus padres, ó ya porque su carácter de calavera fues(~ el principal escollo de sus bellas cualidades, )0 cierto es que el corazon de 'Gaspar jamás llegó á adquirir la pel'feccion que se descara. -71- Engolfado en los engañosos placeres del mundo, para Gas­ par solo existe el presente; ha desH parecido su pasado, y el porvenir no le arredra, como hombre dispuesto á arrostrar to­ das las vicisitudes de la fortuna. Rebus in tldversis facile est cnntemnere vitam Fortiter ille facit qui miser esse putest.

I • Al dar á Gaspar el nombre de calavera no hemos crei- do hacerle una injusticia: en efecto, rodeado de una lnultitud de jóvenes libertinos para quienes el tiempo pasa con indife .. ren~ia cuando ya no esperan sacar mas lucro de él para sus lúbricos placeres. y saludan al que viene si se hace anun· cia r con cra pul osas orgías; arrebatado de su if!1aginacion ar­ diente y ÍrJgosa, G cl spar, á esa edad en que ' las pasiones se entronizan en el corazon del hombre, era imposible que, per­ maneciendo fria espectador de las saturnales y bacanales del si­ glo no ~e lanzase audaz á apurar hasta la última gota )a engañosa copa de quiméricos placeres. Su carácter altivo y dominante y su apostura noble y gallarda le dan entre todos la superio­ ridad: preside los corrillos en los que siempre lleva la voz, or­ dena las diversiones, distribuye con admirable acierto y pl'e­ cision los papeles que á cada correligionario toca desempe­ ñar, y su voto decide las cuestiones por árduas é intrincadas que sean. El mérito es reconocido siempre en cualquier órden ó ge.. rarquÍa que se encuentre; así, Gaspa.· es aclamado , por todos como el calave1'a mi1S perfecto y consumado de su tiempo. Espero me perdonarás, lector, estos preliminares en cam­ bio de uno de los mejores tipos de la sociedad que hoy te pre­ sento, supliendo tu malicia y penetraeion las sombras, tintas y medias tintas que al retrato le fidten. Pero vol vamos á mi amigo Gaspar. Este jóven, con quien )levo relaciones estrechas hace al· gun tiempo, me dispensa las mas veces el honor de sus vi­ sitas; y si á esto ngrego que g()za conmigo de ilimitada con­ fianza no extrañarás, lector, verJo entrar en mi cuarto, tra­ sunto mas exacto de la anarquía, aproximarse á mi cama, sepulcro de mis ilusiones de la noche, y abriendo el fino pabe. -72- llon que la cubre y en cuyo interior yace larga y perezosa. mente tendida lni escuulida humanidad, tomarme la mano y despertarme despiadadamente sin considerar que tal vez en aquel momento desvanece la mas encantadora vision que pu­ diera halagar mi sueño. -Pero si algo puede Ínteresnr á tu --Clli'íosidad la visita ma­ tutina de mi amigo, 3 proxímate, querido lector, y procura es­ cuchar el diálogo que él y yo vamos á entablar. - .... D. IIuron ó D. Durmientes, dice á grandes voces que atruenan el cuarto, levántate, sacude esa pereza qu~ te abru. ma, ven á saludar conmigo al rubicondo Febo que, abiertas ya las doradas puertas de su fúlgido palacio y uncid as á su ígneo carro las parejas de sus fogozoH y alígeros caballos se apres .. ta á recorrer su carrera ordinaria, iluminando el espacio con el fuego de sus centellantes mir:-tdas; ven á contemplar la ma­ jestad con que camina ese astro-rey, ese hennoso luminar del dia, obra maestra de la creacion; á observar las •.•• viendo yo que Gaspar tenia trazas de segllil" hablando todo el dia si le dejaba, corté aquella corriente de palabras y le dije: --¿Sabes, Gaspar, que vas teniendo tus ribetes de poeta y que si das en esft manía la soeiednd tendrá que proclamarte "Cisne de Yuc8tan" en vez de llamarte como hasta aquí calave· 1'a? Oh! yo te aseguro que n uestra literatura ganaria mu­ cho en esa transformacion. --Siempre maligno .y mordaz, me contestó; pero que rnucho que yo te:1ga mis puntos ó como di· ces ribetes de poeta cuando sabes bie n que de músico, poe­ ta y loco todos tenemos un poco? .A ciernas, ehi~o, que el que anda entre la cera algo pesca de ella, y dime con quien un· dDS di rete quien eres? --Agradezco el cumplido, pero ni soy poeta ni he pretendido nunca serlo: tengo para mí que la mayor ca lamidnd y desdicha C1 ue puede acontecer al hom b re es el na­ cer poeta, sinónimo de.... --Ya te compren?o; pero ya que no te has dignado prf'gl1ntar de mi srdud ni de mi vida de c.alavera, quiero darte una buena leccion de urbanidad, pre· guntándote qué progresos hflS hecho en tu nueva vida de escritor de cos tumbres; el calm;era y el escritor tienen para mí no sé r¡ué puntos de contacto que aunque por distintoS t'amirto"s Ple'nso' se encontrarán al fin de" la jornada;; te ofrei~ co qUe la ultima cal n verada que haga en mi vida será la de meterme á eorregir las c'ostumhres; pero volviendo á tu azarosa y peligrosa mision supong~o que tu plum'a no hab'rá estndo o(~iosa y que tendrtls prepaI~aJos sendos arÍíclllasos én que levantarás cada verdugon que' no haya. bálsamos" ni ilngüentc s bastantéeficaces para ¿utados. Van1os! leeme' al­ gunos' artículos de política; hoy n'o estoy de prisa y me 1m porta poco emplear mal el tielTI pú en asunto tan fasfidioso. -y me has dad:) tiempo siquierft para saludarte? cuando tú tornas la palabra·ni el diablo que -te la COl~te. Po'r 10' dern as, Gaspar, estás muy equi voeado: ni he es~rito sobre política ni pienso ocuparm'e nunca qe esa adusta señora. --.:Dispensa~ que­ rido, ignoraba que fuesé un c'rím"en escri bi l' sobre polítiea, ma­ teria de que se oeu pan en el dia hasta los barberos: si oye­ ras al mio haeer citas de Danton, l\1irabeau, Benjamin Cons­ tant, Guizot, Thicrs, Talleyrand, Lafallete, Arago, Ledru-,Ro- 11in, Lamenais, Lamariine, Víctor H ugo y cuantos oradores, poetas, publicistas, estadistas, eeonomistas y socialistas abor­ tarún las revo,1ucio'nes de Europ'a, crerias que no hay hombre mas versado en política que él: te ofrezco que lo he de pro­ poner como candidato para representante en las primeras elec­ ciones que haya: pero veo que estaba en un e1'ror al figurar­ me que cada q u isq ue podía descorrer un tantico el púJ ico velo ­ con que se cubre e'sa noble matrona, la política. --l\To digo tal, sino que la política es un , manjar m'uy fuerte y delicado para mi pobre paladar, y temo darme de una sola vez una hartada que no vuel va á .contado lnaS. - ..... Vaya 1 eres la excep­ cían de los escritores; no estás á la órden del día: pero si no has escrito sobre política, lo habrás hecho al ménos sobre otras materias diferentes en las que podrás esgrimir á tu an­ tojo y placer tu punzante y 111 aligna pluma; por ejemplo ha­ brás escrito sobre tantos maridos imbéciles, sobre tantos néo cios y charlatanes con presunciones de literatos, sobre tautas mujeres coquetas que de'cantan fidelidad y amor, sobre los viejos y viejas almibarados que en vez de ocupar el ti(-~ rn p o en cosas que les prodlljesen lnayor utilidad, 10' emplean SDlo en 10 -74- hacer desaparecer con · ungüentos y cosméticos las grietas de sus .carcomidos edificios, sin considerar que su fe d&- bautis­ nlO la llevan en sus mismos rostros; te juro que las caras de estos taj es son otras tantas boticas ambulantes en las que pudieran proveerse los pobres; sobre · los abogados de enredos y de mentiras, sobre los hijos de Esculapio activos p0bladores de los cementerios, sobre los comerciantes que queman incienso á l\tlereurio que es Dios de los mercaderes y tambien de los ladro~ nes, sobre los botiearios y escribanos, porque ambos son sal­ teadores de las bolsas, sobre los maldecidos usureros y con­ denados indieros, plagas de l a humanidad; ¡t¡ue no haya pre- . si dios ni galeras para tales hombres! sobre los sacerdotes que trafiean con la virtud, sobre la hipocresía disfr:.'lzada de san .. tidad, sobre todos los vicios, en fin, engalanados con el bello ropaje de la virtud; se me figura que darás tanto varapalo que harás levantar la golilla hasta á los gallos mas engallí .. nados; ustedes los que escriben sobre costumbres suelen no dejar al pobre prójimo ni el ra~o por desollar. --Ay amigo! y qué engañado vives en este punto; á nosotros es á veces á quienes no nos dejan hlieso sano en el cuerpo. Y mas que jures y protestes que en tus artículos no ridiculizas á nadie, que ei escritor de costumbres ataca los vicios en general, que no des c(l rgil la saña de su pluma · ni la bilis de su genio so­ bre personas determinadas, nada, ni por esas: mentira! grita­ rán todos: esto lo d ice por fulano, esto otro por zotano; entre los viejos ha ridiculizado á D. I-Iomobono, entre los nécios y char­ ]atanes á O. Simplicio, entre 1{1S maridos imbéciles á •••• ; pe­ ro se deti enen súbitamente llevándose ambas manos á la fren­ te como para d eif~ner el peso de algun grave pensamiento que en aq uel momento los asalta. A ninguno empero oirás de­ cir: esto lo ba dicho por mí; sin dudl.'l, porque como ha di­ eho otro escritor, nos apresuramos siempre á echar el nlUel'­ t0 al ve cino P ;lr:l d es ~ a rtarn o s de la parte que á nosotros pu­ di era toear. Y si al guna vez acontece que ulgun imbécil se en l1 si dere zaherid o, uando de este modo ]a prueba mas evi­ dente de su imbee il idad, entúnccs peor para el escritor, por qu e med iarún expl icacione s, habrá padrinos, habrá sitio, habrá hora y habrá CU il nto quieras qu e haya, porque no suele fal- -75:-- tar algun banquete que es regularmente el sainete de la co­ media. Mira tú si teudré ganas de esgrimir mi pluma, tenien­ do como tengo todas las costillas sanas y buenas: mas c6mo ha de ser, Gaspar, esa es la mísera cúndicion del pobre es­ critor de costubres! --A propósito de escritores ¿sabes que se me ocurre una reflexion que te haria si no temiera mo­ lestarte? -Al contrario, Gaspar; léjos de molestarme las reflexio­ nes de los amigos me com placen en extremo; asi q lle puedes hacer las que gustes seguro de que no me amostazaré por eso. --Pues bien; ustedes los escritores de costum bres se pa­ recen á los visionários en política, pretenden la perfectibilidad del género humano sin tener en cuenta Jas debilidades de la frágil naturaleza; esto equivale á pedir peras al olmo, es pre­ tender un pueblo de ángeles, lo cual es imposible. -:--j Pobre \ Gaspar! Deveras que me causan risa tus reflexiones. Nosotros, que al escribir nos p\~ oponemos la árdua tarea de corregir los abusos y las costumbres, ni queremos un pueblo de án­ geles como tú te imaginas, ni de cartujos que seria ménos difi~il, ni acometemos imposibles, pero sí queremos que el hi­ pócrita no decante virtud, el avaro humanidad ó filantropía, el falso amistad, la mujer amor, lealtad el traidor; que el que es malo no contamine ni pervierta á los ciernas con . el ejem­ plo; queremos, en fin, que se corrijan los vicios y por eso atacamos Jas costumbres, pero al hacerlo tenemos siempre en cuenta la fragilidadhum:Jna. Ademiis, Gaspar, no ignoras cuanto influye la educacion en la moral y costumbres de los hombres: pues bien; que Jos padres inculq uen en el corazon de sus hijos los bellos sentimieotos de religion, que desde ni­ ños los inclinen á la virtud, (cuando el corazon es todavia tierno es semejante , á la cera que recibe la forma que se la quiera dar) que los dediquen al trabajo y desaparecerá esa turba de holgazanes. polilla que corroe las entr

El! AI1 ROYUELO y LA ROSA,

1.

En un valle delicioso rodeado de pequeñas colínas cu­ biertas de eterno verdor, corre a pacible un cristalino arro­ yuelo, que brilla como una cinta de plata agitada por' el viento ante los rayos del sol. El suave murmullo que forman sus linfas al deslizarse pOLo entre la espesa alfombra 9 salpi- -78- cadarle graciosas florecillas que cubre el sl1elo, es la úni~a señal que marca su Cllrso. A sus dos orill as se elevan numerosos árboles de ergui­ da frente y de vistoso ropaje que le pagan con grata som­ bra la frescura que les brinda. Como ellos eJé vase tam bien un gracioso rosa] que lleva orgulloso en sus ramas de ~o­ vible esmeralda un perfumado capullo. El arroyuelo, cuando le vió nacer, detúvose sorprendido á contemplar su graciosa imágen retratada en su fugitivo espejo y sintió desde entónces un amoro:-:o placer en bañar sua vemente el flexible tronco que le servia de cuna. JI.

Pasó así a1gunos dias en amorosos cuidados y mientras al influjo de su bienhechora frescura se iban abriendo los ro­ sados pétalos del tierno ~a pullo, iba , él sintiendo agitarse su ser con sentimientos desconocidos de inefable ardor. N o cor­ ria ya 'apacible, deslizándose ligero entre las verdes ramas que se inclinaban amorosas á besarle en su fuga. Su eur­ so ~ra agitado, desigual; ya lo interrumpía para admirar á la entreabierta flor, ya lo emprendia de nuevo, llenando el aire de tiernos suspiros, como avergonzado de sus ardientes deseos. Una fresca mañana de radiante primavera, vióla pOLo fin convertida en una gallarda rosa de brillante carmin; aspi­ ró su virginal }?erfume y etnbríagado por él adivinó que ado­ raba á la hermosa flor. nI.

El arroyuelo nunca hasta entónces habia amado, y desde que conoció que amaba, negó su frescura á los demas árbo­ les y á las dernas fiares y murmuró mas amuroso y mas tierno y no pensó sino en su rOSél. Cuando ]a fresca brisa venia como en otro tiempo ~ ju­ guetear con sus aguas, él la enviaba.., fiel mensagera, á aca­ riciar á su amada y á repetirle los ecos de su tierno amor. Mas ella no los comprendía, en su casta ignorancia no habia aun sentido arder en su pecho el celeste fuego que -79- ensancha á la vez q uc consume en insaciables d~seos el ca­ razon de las criaturas. Cada mañana tenia que recibir en su seno las gotas diamantinas de rocío, amorosos besos que el aura enanlorada depositaba en la casta frente de la flor en la oscuridad misteriosa, de la noche. Entónces se agitaba convulso en su lecho; encrespábanse sus tranquilas olas y es­ trellábase furioso contra la orilla, salpicando á la rosa con sus arenosas espumas; mas tranquilizábase súbitamente, teme­ roso de asustarla, y ella le ' preguntaba ¿qué tienes pobre ar­ royuelo? El huia avergonz,ado y ella co~tinuaba indiferente contemplando su radiante hermosura en el terso cristal de las aguas. IV. Despertó ' una mañana la rosa ·á los melodiosos trinos que desde sus verdes y . flexibles lechos entonaban los pajarillos á la naeiente aurora. Parecióle la naturaleza rnas risueña, el sol mas brillante, el agua mas clara y percibió mil armonías que le eran desconocidas. Mas sintióse triste en su aislamien· to y ' corrieron sus primeras 1ágrirnas al ver la alegria de los demas, y al sentir que fe faltaba algo, algo que adivinaba ser el complemento de ]a dicha, aunque ignoraba entónces que solo se alcanza tras amargos desengaños. Pronto tuvo que sufrirlos. A tra idas por su suave fragan­ cia, vinieron una en pos de otra brillantes mariposas que po­ saron sobre sus tiernos pétalos las vistosas alas y que mur­ muraron á su oido dulces p<1 1abras de amor. Oyólas incauta y su cora zon perdió la cal ma, cedió á sus ruegos, y lus ardientes besos que la dieron marchitql'on su frescura. Nlarcháronse una tras otra despucs de haber libado en su cáliz la divina y per­ fumada esencia, y quedó ella _entregada al dolor llorando sus primeros desengaños, mientras el arroyuelo seguia su camino suspirando por la dicha que Ins mariposas despreciaban. v.

Enjugó por fin su llanto, levantóse erguida en su tallo al escuchar un dia las .melodiosas notas que un ruiseñor vacin· glero le enviaba desde las frondOsas ramas de un sauce que 01'- -80- naba la opuesta orilla. 01 vidó sus amargas penas, soñó ,

VAPORES,

Es una tarde y murmurante el vienio Silba en el prado con sutil rumor Jugueteando amoroso y turbulento Entre las hojas de la tierna flor.

El sol arroja, entristeciendo al mundo; Tibios destellos al decirle adios, y en el céfiro suaVe y vagabundo El ave suelta su meJíflua voz.

En un ramaje trovador cinzonie Límpida nube en occidente vió, Movible velo, nacarado monte Que nunca en sueños de placer forjó.

y amóla al punto; su vivaz pupila N o cesaba de verla y de briliar; . y desde entónces su fu~goi' cintila Viendo la nube en su vaiven flotar.

Pero tiene una amiga, flor lozana Que no muy léjos del ramaje está, y suspirando triste, dijó: "hermana, De tí me alejo, porque adoro ya.';

Gimió la rosa y agitó sus hojas, Dobló su cáliz angustioso afan, Palabras dijo entre sus mil ' congoja~ y que aun las auras nlurmurando están.

-Cinzonte amigo, murmuró, ¿te alejas? ¿Mi pobre eseneia te fastidia ya?' 11 - ·82- Ese vapor por el que tú me dejas Muy pronto el viento disipado habrá.

No basta mi amistad? quieres amores Para llenar tu amante corazon •••• ? Mas no en vano enamoras los vapores Que es vapor el amor, es ilusiono

Calló la rosa y sonrióse el ave, y al emprender su vuelo murmuró: -Si es vapor· el amor, hermana, sabe Que quiero entre vapores morir yo.

-y ni eso alcanzarás,-¿Todo es quimera? --Todo es mentira, sÍ.-Lo dLldo, flor, ¡Tanta belleza! ¡nó! ¿quién lo creyera? Adios, hermana, adios, dijo el cantor.

Tendió su vuelo, cLlal lijera flecha" Cruzó el espacio de la nube en pos y va cantando cariñosa endecha, . ' . Diciendo amores en sonora voz.

y cuando ya á la nube se acer.caba Comenzóse la nube á disipar, De su cándida amiga se acordaba, Faltóle el aire y empezó á llorar.

-¡Rubio . celajel murmuró ¿no existes? Con que tanta belleza fué fugaz •••• ¡Ay, bella ,flor! el ave que quisistes Atu lado feliz no mirarás.

Lanzó un gemido que llegó á la rosa y tendiendo sus alas al azar, Fué á confundir su lágrima enojosa Con las espumas del salobre rnar.

y .~es~e entónces .ay! la flor marchita, Cuan.do una nube ello occidente está, -83- Triste murmura: "tentacion maldita Mi sinzonte por tí muerto estará."

y el viento, el aura, en su dolor la miran y la consuelan con sencillo afan, Afan inútil, sÍ, porque suspiran y luego "pobre" susurrando van.

Febrero 6 de 1861.-JosE PEON CONTRERAS.

RECUERDOS HISTORICOS . .

Es el tres de n1ayo de 1848 y nada turba á los pací• ficos vecinos de Maní. Ha calmado la agitacion que produjo en los ánimos la toma de Peto y de la hermosa ciudad de Tekax y no se escucha ya la voz alarmante de guerra y de muerte. Las familias no piensan en un viaje vjolento para ~Iérida ó Cam­ peche, y no se habla de otra cosa nlas que de los tratados de paz que Jacinto Pat. caudillo de los de ~u raza, ha cele­ brado con la comision eclesiástica á cuyo frente se encuen­ tra el Cura Vela. Las fuerzas han retrocedido diezmadas sus filas, desde Ich­ mul hasta Oxkutzcab, y en este punto estan reunidas; pero no en actitud hostil, porque nada pueden hacer . sin violar las Jeyes sagradas de la guerra. Sin embargo, poco durará esta inaccion; el enemigo con quien pelean es bárbaro y nada sa­ be, no lo conduee la ambicion de gloria y no desdeña los· lnedios mas rastreros para conseguir sus inÍcuos fines; viola los tratados y cae traidora mente sobre la inerme patria de Tutul Xiu. Veamos lo que sucede. Un grito ha conmovido la tierra, y ese grito ha herido el corazon de los padres, hij os, madres y . hermanos. Los pobres niños que inocentes· se divierten. escuchan el grito y correa al lado de sus padres, les tien den sus 111anos y pare- . -84~ ce que les piden el último beso, porque saben que en ade­ lante huérfanos serán. Las doncellas qu~ cosen sus vestidos y cantan alegres, dejan tambien sus trabajos y la 'confusion se pinta en sus semblantes. Las alhHjas mas preciosas con que el esposo adornó á la esposa el día en que el ministro de Dios bendijo la union que los estrecha, Jo que han produ~ cido sus cementeras en el año, sus muebles, la casa, en fin, que les cubr~ con su soolbra, todo queda para pasar al dominio del fuego. Mirad, salen presurosos, ¿á dónde van? á la iglesia, al pié de los altares donde el hombre depone sus odios, donde el guerrero humilla su espada. ante el Dios de Jos ejércitos. Infe­ lices! tambien los altares van á ser profanados, y los minis~ tras del Señor, pasados á cuchillo, allí eneontrarán su tumba. El humo oscurece las cq.1les, el fuego incendia las Gasas de paja, y las de piedra tambicn se calsinan; todo es agi., tacian y llanto, la sangre corre ~ torrentes y los cadáveres cubren el paso.

Una familia que, rodeada de niños, está guardada, es des~ cubierta, y ¡¡qué sueede? la madre se prosterna, Jos niños 110 .. 1'an, pero todo es en vano, todos mueren, ]a hora fatal ha so,. nado, la muerte es infalible; y cuando ha sonado la hora ¿quién canta victoria? nadie. La iglesia está llena de gente, y Jos que se dirijen por diferentes caminos, SOlí detenidos; bien pronto corre su sangre en la tierra, y nuevas víctimas busca el bárbaro por todas partes. Disparan sus fLl:si les, gritan de rabia y de contento, que­ brantan las puertas y nadie les hace frente; uno que otro tiro nada nlas, parte del arma de algun valiente que no quiere morir sin venganza y siu glo fia. Un ministro del Altísimo cambia el incensarÍo por el fu .. sil y se vuelve guerrero; fué uno de ]OS que no salieron im­ punemente de ~laní, y al grito de guerra contestó con balas: no lo ignorará la posteridad, la historia ha recojido su nombre~ y mientras, tenemos el gUtito de recordar este hecho qqe tanto recomienda su melnu na. -85-

Por fin, lá riluerte ha llegado á la casa de Dios, y al pié de los a.ltares son asesinadas algunas personas; solo respetan los restos del R. pad re Fr. Bartolomé de Honorato y salen presurosos, quieren otras víctimas y la fatalidad se las entrega. "Salimos del templo, me ha dicho siempre una niña en cuyos brazos exhaló el último suspir9 .su anciano padte, y . nos diri­ jimos á una ' pequeña casa para guardarnos, mi padre se ocul­ tó para librarse de la m uerte y en el mismo lugar se h,allaba tambien un anciC\no respeta ble; entraron, descubrieron á mi padre, y lni madre y yo coi-rimos; pero me, detuve á las pa­ labras de mi padre que me decía: ¿te vas y no me ves mo­ rir? Fué dospedazado con crueldad en nlis brazos y yo me libré milagrosamente pasando sobre su sangre~" Trescientos cadáveres han quedado tendidos por todas par­ tes, el . fuego que devoró las casas de la poblacion no es ya tan ardiente y parece que reposa ' despues de acabar con los únicos monumentos que la civíli~acion ha levantado en aque­ llos lugares; la raza de Quisteil, soberbia con su triunfo, canta celebrando su victoria, y jura que volverán sus tiempos y tambien sus dioses. Parece que recuerdan con un sentjmien­ to , de venganza el auto de fe seguido por el padre Landa en aquellos mismos lugares, y ofreeen que tal agravio será cas­ tigado con rigor. Las familias andan errantes en ~l crHnpo, y sus lágrimas corren con a-bundanciu; no .., son familias . sino restos nada, mas. La madre se sienta bajo la sombra de algun árbol acom­ pañada de un niño pequeño que con dificultad pudo librar, recuer­ da que, ese niño no tiene hermanos, mira en sus facciones la imájen de su esposo, y llora amargamente porque el dolor.des­ garra sus entrañas. "Hij.o mio, ni padre ni hermanos tienes ya", exclama con ternura, y el pobre niño llora tambien; solo el llanto les consuela, porq ue las heridas del corazon se cu· ran con lágrimas, porque solo el dolor conoc~ al dolor y so­ lo la desgracia auxilia á la desgracia . .AsÍ se viola ron los tratados de paz celebrados en 48 y este acontecimiento marca una nueva época en la guerra de castas. -86- El centinela. colocado en la torre de la-iglesia de Oxkutz .. cab avisa que mira humo por el camino de Maní, algunos· dispersos que llegan cuentan las desgracias que ocurrieron y las fuerzas salen violentamente al encuentro de aquellos que trai­ doramente asesinaron con crueldad á .mujeres, niños y ancia­ nos: se hacen preparativos de defensa y se' rompen las hos .. tilidades. ¡Dios salve á la península!-S. BAQUEIRO.

-e>lo-

¡¡YO REDACTOR!!

¡Le digo que es imposible! ¡Digo que no puede · ser! i Yo redactor de un periódico, Yo que nunca.... ¡¡Santa Ines!r -Pues 10 será.... porque quiero: Lo será usté y yo tambien. --Pero hombre no se convence De que no se hizo la miel Para la boca del asno? De que no sé jota de Literatura. . •• de nada, y por mil diablos si usted Quiere escribir, bien, escriba, Escri ba á mas no poder, Escriba hasta que se seque U n tintero, dos, aun diez; Mas no por esa su hipérboJe Me quiera t:lm bien meter En camisa de once varas: Que aunque parezco un tonel Tengo la cabeza hueca, Tan hueca como una nuez. Con que aSÍ, querido amIgo, . -87- Váyase ¡por Luciferf Con la música á otra parte.

--No señor; que justo no (3IS Que usted se esté refrescando Acostado ,como un buey. y ha de escribir, lo aseguro, Ha de escribir e~t.a ve~. Salió un prospecto y su nombre, ¡Su >nombre salió tambi~n! Dos números han salido y nada nos dá qu.e leer ¿Sera usted tan caprichudo, Tan tenaz y tan •••• -Pues, Que escriba, que borrone~, Que ensucie muqho papel" Como hacen t.o~os, y l _~ego ••' e • y 1uego váyase á ver La utilidad, el prove.Gho De tan to -escr~ to s()ez, y que el público recibe En bullicioso tropel, Como si con los artículos Tocaran á somatén, ¡Yo redactor! ni por pienso y ¡vamos! qué le he de hacer? -Qua escriba. -¿Qué escriberé? -Cualquier cosa., por ejemplo •••• --¿ Un soneto pomo aqueL ..::; - . I En que nos s~li.ó la luna?" -¡No, por Dios.! porque ese fué Un compromiso no mas, Como se deja entend"elo. -Bien, bien, pero .••• ¡hado cruel! j Yo redactor de un periódico! ' Ay, 'ay, me va á suceder -88-

Lo que di ~ en suc.edió A una tal Doña Isabel, Que -mas que Hecuba gemia, Cuando estaba en su preñez. Al fin safaba del parto y aun mas lloraba despues E intern<>gábanle luego . Porque lloraba esa vez Cuando tan feliz habia Dado á luz el fruto aquel Que andando ' el tiempo, el apoyo Seria de su vejez,' Que asemejábase á un ángel Pintado por Rafael

Que. o • • -"Es cierto, exclamaba, y temo Que ya que éste feliz fué, Tal vez sea el venidero Algo récio, y de temer, y me lleven ¡Santo mio! Al patio de Xcojolté." --Pues 10 misnlito, amigote, Lo mismito yo tal vez, Como la mujer de que hablo, Quizas luego 1es diré Que si safo bien de un número, (Lo cual probable no es,) Del otro ¡Niño de Atocha! Del otro no safaré. -Bueno, mas.... aunque sea ésto, Al público diga •••• , -Bien, Escribo. Ya aquí está listo -¡Bravo! Ahora la firma --¿He? Quiá! yo no firmo, nó, nó. ' " ' -Su nombre, ¡Por DlOS. • ... . y qUIen Si no usted · ha de firmar. -' 89---

.... --¡llombl'e! ..... -.Lo ·' exije la lay • .Aquí en ,este rinconcito. --¡¡Aquí se lo encajaré!! Ya que ha dado usted en eso. ,--¡Cómo! qué me encaja usted? -Mi .. nonlbre, ¿pues no ]0 exije? --¡Ah! bueno, bueno, pensé .••• -¡Que ,hombre! ¡Dios mio! ¡que hombre! . ~ l . • J..Je perdono, y á su vez El público me perdone, Ya que cual todos tambien, Por safar de un compromlso

He dicho ,¡va una sandez.

J. GARClA MONTERO.

-+-

.ANECDOTA.

Cuando Federico el grande hacia construir en Berlin su palacio de Sans Souci, el arquitecto encargado de la obra le hizo observar un molino que segun los planos, debia quedar en medio de los jardines. J.i'ederico hizo venir á su presen­ cia a1 propietario y ]e ofreció pagar por su molino la can­ tidad que pidiese, mas él se negó á venderlo. El nlonarca que no esperaba encontrar .esta resistencia le dijo de mal hu­ mor "Ved, bue'u hombl~e, que puedo quitaros vuestro Inolino sin pagaros nada." "Esto podria ser, respond ió él, si no hubiese justicia en Berlín." Esta atrevidá respuesta hizo reflexionar á. Federico; sonrióse al ver la confianza de sus súbditos en su justicia y despidió al molinero, cargado de presentes. (Traducido)

12 -90-

F E RNANDO,

1.1 E Y E N D A Y U e A T EC A

POR M.R. CASTELLANO&

(Continuacion.)

III.

EL CAPrTAN.

En un salon adornado Con esplendor y riqueza Donde la plata y el oro Por todas partes se encuentra, Segun parece á la vista Dos hombres de alta ralea Sentados en dos sillones Tranquilamente conversan. El suelo se halla cubierto Con rico tapiz de Pérsia, Que mil bordados estraños Por todos lados enseña. De hermosos y bellos cuadros' Las paredes están llenas, Pendientes de .colgaduras Torchadas de hilo de seda. De las puertas las cornizas Adorna¿.1 s se . presentan Con las telas mas hermosas ' Q ue á nuestra tierra vinieran; -91-

y se ven por todas partes Cosas tan raras y bellas Que tan solo en cóntemp1arlas N uestra mente se embeleza. Entre aq uelJas dos personas Que hemos visto, y que se asientan En dos he rmosos sillones De ]a mas rica madera, En sus cuerpos y semblantes Tal semejanza se encuentra, Que al verlos, ser dos hermanos Todos al punto creyeran. Ambos de gallardo cuerpo y de va ronil belleza, I De distinguidos modale5 y de rubia cabellera, " De fina y espesa barba, Lustrosa y arqueada ceja, Mirar altivo y con ceño Que revela su fiereza. Tal es, pues, su semejanza Tan exacta y tan conipleta, Que á no ser por las edades Sin duda se confundieran. .' Sin embargo, al contemplarlos Con detencion y fijeza Sin dificultad 'ninguna Se halla cierta diferencia. El uno, como hemos dicho, De mas edad, manifiesta Estar poco mas ó ' ménos Al rayar en los cincuenta" y ya en su elevada frente V ::trias arrugas se encuentran y algunos cabellos canos , En su rubia cabellera. -92-· Por su elegante vestido, Su sencillez y limpieza, y por Ja español n insignia Que de CaIatl:ava lleva, Ser de una alcurnia elevada Todos al punto sospechan, Perteneciendo á la clase De la mus alta nobJeza~ El otro, todavía jóven, De edad tan ~olo aparenta Por su porte y SU semblante, Veinte y cinco años apénas. Es o.scuro su vestido De paño y de fjna, seda, Con lujosas bordaduras En los punos y gorguera. Las cejas, algo fruncidas y sus ojos que chispean, . La palidez de sU rostro y Jos golpe.s que con fuerza Da en la mesa en que se apoya Con estremada indolencia, Indican estar poseída De furia su mente inq uieta, Una toledana espada Que de su cintura cuelga, Al moverse, sus talones Por intervalos golpea. Es su traje de soldado, y por las ; dos charreteras Que con gracioso donaire En los hombros siempre lleva, Su grado y categoría Conoce al punto cualquiera Como capitan de guardias De su majestad la reina. -93---,

y mi~ntras estas personas Su verbosidad desplegan Tratando de asuntos graves . En que acaso se interesan, Pues que lnientras mas platican Mas se acalora y se aumenta El ardor de la disputa Que á la par ambos sustentan; Se oyó de pronto el chirrido Que al abrir causa una puerta, Apareciendo al instante Un escudero en la escena: COlTIO en los aires el · rayo Rápido relampaguea, y una luz al punto muere y otra" nueva se presenta;

Como el huracan, furio~o Bate sus alas con fuerza y aun las elevadas rocas A s'u impulso ~e despeñan, .L.o\.si aquellas dos personas Se a Izaron con lijereza Al ver entrar' á aquel hombre De te1. rugoza y n1orena. --¿Qué . tal? exclamó uno de ellos Con curiosidad inq nieta, y con voz tan alterada Que su. impaci"encia revela . --Señor, repitió aquel hombre Con respetuosa obediencia: Con vuestro encargo cumpliendo En mano propia la esquela Entregué al señor Montal vo. Pedite yo la respuesta, Mas me dijo que él sabria Ve"ngarse de aq uella ofensa. -94-

-¿Y no te dijo otra cosa? --Nada mas que os repitiera Lo que aeabo de deciros. --Bien está; márchate á fuera. El escudero al instante Dobló un tanto la cabeza, Como en prueba de respeto, Como en señal de obediencia, Quedando á pocos momentos Solos en aquella pieza Los hombres que ántes miraluo3 Sentados con negligencia. No tardaron mucho tiempo En anudar la contienda Que ántes.. con tal entusiasmo En alta voz sostuvieran; y pasearldo lentamente En aquella extensa pieza, Su diálogo prosiguieron De la siguiente manera. -No os dije, querido tia, Que acaso fuera mejor Proponer un desafio Como dos hombres de honor?

-No, por Dios:. á ,un ~aballero Así tratar deberias, l'orq ue entónce~ con su acero El tuyo no mancharias. Mas hacerlo con un hombre Que se porta de tal modo, Seria mancillar tu nombre y ensuciarte con el )odo~ -Está bien; y en esa carta Que habeis puesto? --Un simple aVISO De que para España parta. -95- --Pero eh un gran compromiso Me poneis. -~~9r qué ha de ser? -Porque Montalvo ofendido Sin duda alguna ha 'de creer Que esta trama yo 'la he urdido. -¿y "q aé importa? por ventura Tiene algun poder aquí? -Le an1a ' Isabel con locura. -Mas despues te amará á tt -y si alcons\,lltarla vos Niega ella su asentimiento, Porque á Fernal),do. ante Dios Ha prestado un juramento! --Es Isabel hija mia y aunque á ella ~ poco le cuadre, Tu esposa ha de ser un dia, Porque 10 quiere su padre. Si ,á Montalvo un juramento Profirió, todo es en, vano, Que ántes está el cumplimiento De Jo que ofrecí á un hermano.

Abrióse en aquel momento U na de Jas anchas puertas Que cerradas se encontraban De un lado de quella piéza, y el mismo escudero que ántes Entró con tanta reserva, Penetra por vez segunda Con precaucion y cautela. Anuncia que en ]~ antesala Dos caballeros esperan, y que con instancia piden Al gobernador audiencia; y entónces las dos personas Que hasta entónces estuvieran -96-

Platicando, á tal noticia De hablar al instante cesan. IV.

EL DESAFIO.

Desde -aquella fatal hora En que buscando la dicha, Creyó Montalvo encontrarla Pjdie~do á Azcárraga su hija, Han corrido ya veloces De entónces diez y ocho días, Pasando las horas todas En agítacion contínua. Pero lo que mas "le abate y aumenta mas su fatiga, Es el ver que ya su marcha Con rapidez se aproxima, Sin que despedirse pueda De aquella mujer querida lmágen de sus ensueños y por quien tanto suspira. Como en un claustro encerrada, Isabel pasa la vida, Siendo los días y noches Para ella eterna vigilia. Pues que aquel pesar profundo Que su pecho martiriza La persigue en todas partes y á todas horas del dia. Ya no es la jóven hermosa Que ántes alegre y festiva, Llevaba siempre en los labios Una hechicera sonrisa: Porque las lágrimas puras Que en su desvelo vertia, Sus ojos habia marchito y empañado sus mejillas. -97~

Miel)tras que llorosa- y triste Sufre Isabel las desdicha3 Que le causan sus amores, Pero que jamas olvida, Suena yá eüal _cosa cierta En Mérida la noticia De aquel proyectado enlace Con su ' primo Antonio Zintra. POlo las magníficas fiestas Que aquella altiva familia Con tal tiq Ueza ' prepara, Que á toda !a gente admira~ Juzgan que ya con presteza be Isabel, se verifica, El matrimonio que aguardan '.fodos con ánsia y fatiga. Mira Montalvo entre tanto Su dicha como perdida~ Creyendo infiel á ]a que ama~ Con ard 01' é id01atrÍa: y en un room,ento en que su alma, ifriste de pesar delira, Propónese en dos palabras Escribir su despedida. Débil por sU amor Íntenso1 La carta apénas principia; y seguir no le es posible Porque su mente v~cila. Mas pensando que en el mundo A su amante no veria~ Luego que emprendido hubiese

Para España su partidaf Prosigue al punto la carta y en ella le determina,

Para verlaf y despedirse; Una solitaria ermita.

12 Entre las varIas personas Que en sus peligrosas cuitas! De Isabel, la servidumbre Por entónces componian, Distinguiase una anciana De extraña fisonomia, Por sus ojos azulados y la tez tosca y cobriy.a. La jóven que eú su amargura De pesar se consumia, Sin una voz qU,e consuelo Diese á su alma condolida, Sintió que una ·vez la anciana Pegóse á ella· con, malicia, Colocando entre sus manos Un papel, sagaz y . lista. Llena de gozo y contento, Cuando aquella esquela mira, Un hondo suspiro exhala En señal de su alegria; y la vieja que al momento De aquel lugar se retira, Deja ver en su semblante Una equív'oca sonrisa; Lijera marcha á la puerta De . aquella casa en que habita, Sin hacer caso de nadie De los que ,correr la nliran; y cuando en la puerta se halla, Sagaz extiende la vista Entre un sin fin ~e parsonas Que allí se encuentran reunidas. Despues de un ~ ¡jero exámen En que aparece intranquila, Porq ue con fuerza, su pecho Enflaq uecido pal pita, -99- Hácia un hom bre se dirije De admirable gallardía,· y con disimulo le hace Una señal convenida. Luego, como dos personas Que indiferentes caminan, Veloces se separaron . De aquel1a turba . infinita; y á una distan~ia lej'ana . Con voz que apénas se oia, Dijo la anciana: "He cumplido, Dadme, señor, la .propina." Despues' de breves instantes En aquel 1agar se vía Contar algunas monedas A aquella vieja ladina. y mientras ella contaba Sus mone~as con delicia, .. Con voz; .pausada y gangosa Estas ' palabras decia: . "¡Cuán bueno y cQán bondadoso Es el .. caballero Zintra! Que por leer sülo ~ una esquela Me dió esta ' rica propin~."

Es una hermosá mañana 1)e aq uesa estacion florida, En que nuestra mente goza Embriagada de delicias, Por Jos placeres contínos Que naturaleza brinda Desde el enlpinado nlonte Hasta la flor mas sencilla. ~lOO-=

E$ la )lor~ en qqe se llparecen Las estrelI~s matutinas, y en que la~ aves canora~ Al ver q Qe pripcipia el día, EQ,sayan tan dulces cantos Cuando melodiosos trinan, Que forman suave concierto p~ purís~ma ;1rmonia. En el cielo, presurosas Corren blancas nubecillas Que enseñan por intervalos ~os colores de los prismas~ Mientras dulces cefirilIos Que blandamente se agitan, Reparten por todas partes

De( las flores, la ambrosía.. ., 'fodo es frescor y dulzura~ Todo animacioQ. y vida, La aurora ya se descubre Oon su régia comitiva, y como entre franjas de oro Que po'co á poco se avivan~ Su rojiza cabellera A ensoo.ar el sol princIpIa. -101-

QUINCE AÑOS DESPUES ....

(EN EL ALBUM DE •••• )

Niña: estoy conmovido; ¿no me preguntas por qué? Es la primera vez que coloco dos líneas en el album de una jóven. Yo sé bien lo que es tu album, es el espejo en que se . retratan tus recuerdos, es en compendio la historia de tu vida. Y yo vengo á deponer una espina donde solo deben haber flores! Hubiera querido escribir una especie de novela; ¿el corazon de la mujer no es tam bien una novela que tie­ ne su prólogo, su nudo y su desenlace? Puse la mano en la obra, y despues de concluida me he encontrado con un cua­ dro sin colorido; pero si has de condenar la obra, perdona la intencion que la ha dictado. Habrás leido que en algunos lugares hay la costumbre de presentar un libro .al viajero para que inscriba su nombre; el viajero se aleja, pero queda un recuerdo de · él. Niña, figura­ te que soy un viajero que coloca dos letras en el libro de tu vida, olvida mi narraeion~ pero consagra un recuerdo á mi nombre.

l.

¿Queréis pasar un momento de dicha? Ved ese anCIano que cuenta cerca de un siglo, preguntadle algo sobre su vi- da pasada y encontrareis una larga historia. Cada hombre arrastra consigo sus recuerdos, y cuando -102-

e~piran con la edad las sensaciones mas dulces de su vida y entra en el periodo de la ancianidad, no le queda mas recurso que sentarse en la puerta de suhabitacion, colocar el bordon entre las piernas y entre suspiros contar al viajero la histo­ ria de su vida pasada. Por un momento siente que vuelve á los primeros' años, la juventud renace con sus encant.os; pe­ ro ¡oh dolor! despues de esa dulce remembranza se lleva la muno al rostro y 10 siente lleno de arrugas, sus cabellos es-

Á tan canos y el anciano no puede sino derramar lágrimas so­ bre sus recuerdos. Estos preliminares parece que á. nada conducen; tal vez nos lleven á una historia. Cuando tenemos un genio poco in vestigador y nos pa­ seamos en una ciudad populosa, -poco nos importa esta ó aque­ lla habitacion, aunque nos diga por su antigüedad que envuel­ ve muchos recuerdos, un templo en estado de ruina, una cruz que lleva al pié , un letrero que es una historia, nosotros solo admiramos el ruido de los coches, la algazara de la multitud, sin embargo de que cuando caminamos hollamos tal vez con nuestra planta los recuerdos mas lisonjeros. Aunque algunos presumen despreciar las antigüedades, por que creen que solo lo nuevo es bueno, yo las' amo · sin C1TI­ bargo. Paseaba en las calles de una ciudad, nada interesa decir si esta ciudad existe ó fué destruida por un terremoto, cuan­ do encontré una casa que á fuerza de investigar los caracte­ res del fróntis, leí esta s pa:abras qU0 para mí eran un enig­ lna: Despues de quince años. Despues de quince años! Es .. ta debe ser alguna historia, exclamé, y á mí me gustan mu­ eho las historias. Entremos. Era un saloncito pobremente amueblado; hahi·a una mesa sin carpeta, cuatro asientos sin respaldo, sobre la mesa dos eandeleros y en ú ltimo térm ino un cuadro pequeño que re­ presentaba una Señora de G uadalupe de mal gusto. La ha­ bitacion estaba desi1? rta, pero al ruido de ,mis . P~sos presentó• se una mujer que sin embargo de manifestar uno. ~ , treinta y cinco años, conservaba expresion en 1a fisonomja .y en sus formas much~ frescura. -103-'

- Senora - .••• -Preguntaba y.. ... ? -Por los nombres de los que habitan esta casa. -Somos dos: un anciano y yo . ....:.-y ese andana ¿en d6nde está? Yo me intereso mucho por la belleza y la ancianidad. La mujer hizo una lijera inclinacion de cabeza, se fué un Inomento, apareciendo despues con un anciano que se apoyaba en sus brazos'. Una vez que el anciano ~e hubo sentado y que me ha- 1laba frente á frente de él, tuve lugar de examinarlo. Contaba como únos noventa años, sus ojos, á primer~ vista, pa recian no ' haberse cerrado á . la luz, pero que no obstante estaban ciegos, la frente elevada y sin cabellos, exceptuando la par­ te superior de la cabeza donde conservaba algunos ya blan­ queados . por los años. Contar las arrugas de su rostro hu­ biera sido un tra bajo muy largo, descifrar el color de su vestido no ]0 hubiera sido ménos. Por lo demas, el anciano tenia una n1ajestad en el semblante que solo se encuentra cuan­ do pesa sobre el hombre la carga de un siglo. Cuando estuvo sen tado en la silla volvióse hácia don­ de suponia se encontraba la mujer y dijo: -, Ade~a, vete. Adela obedeeió. Antes de dirijirme la palabra extendió hácia n1Í 'sus ma­ nos y tocóme la cabeza. --Vos sois jóven, me dijo eon esa fuerza de conviccion que dan noventa años de experiencia. --Muy jóven, respondí. -:-:-i Dichosa edad! -~ No 16 es menos la. vuestra, en que no haceis mas que repasar v~estra lnemoria y consolaros con los recuerdos. -, V os~ segun eso, amais los recuerdos. -Brlstante; par~ mí el pasado nunca rnuere. --Dichosa edad! rep~tió suspirando y vÍ correr en sus mejilI~s , dos lágrimH~. --AlgLin recuerdo os conmueve . ....:-N'inguno. -:-Los ' que llegan á esa edad viven por sus reCUei"doii. -104-

-Es cierto. --Su vida es una historia. --U na historia! qué? Os gustan las historias? -Mucho. Pasando por la calle hallé entre otras letras indescifrables en el fróntis de v'uestra casa estas palabras: Despues de quince anos. Creí que estas palabras encerrasen alguna historia que solo el dueño podia saber y sin pedir per­ miso he entrado. --Teneis razon, esas palabras encierran una historia; po­ dia c.ontárosla, no es muy larga, pero temería fastidiaros. --No! contadla, yo escuch:ué. El anciano gllardó silencio un momento y se puso en actitud de recojer sus ideas, mientras yo me disponia á es .. cuehar la narracion. Antes de empezar I1~rnó á Adela. --Señor, respondió la mujer. -Siéntate, hija mia. , Adela se sentó en una silla junto al anciano, este tomó su baston y apoyándose en . él empezó su relato.

JI.

Hace muchos años vivió en esta casa un hombre, que habia gastado la mayor parte del tiempo en captarse la ma­ levolencia de sus semejantes; estaba casado con una mujer buena y cariñosa, que á fuerza · de consejos llegó á domeñar la temperatura de hierro de su · marido: la mujer murió de­ jando una hija bella y amable. La niña contaba apénas trece años, trece años que reunían los mayores encantos. Era el consuelo de su padre. Cuando este meditaba algun .nuevo golpe que podia precipitarlo, y reflexionaba que de aquello tal vez sobrevendria la infelicidad de su hija, no le costaba mucho contenerse. Por lo que veis, aquel hombre no era tan malo que no llegase á dar cabida en su corazon á los sentimientos lnas dulces. Antes de morir, la niña habia recibido de su madre, un anillo que llevaba su retrato. Aquel era un bello recuerdo que SlCm pre le hacia presente el ídolo de su corazon. Por -105- lo demas, la niña V¡VHl juntanlente con su padre y :unbos en uno vivian felices. Una mañana, c uando el padre y la hija estaban entre­ tenidos en los placeres domésticos, ll ama ron -á la puerta, abri,e­ ron y entró un a anciana que en los al rededores pasaba po r profetizar las cosas futuras, lo que le habia dado el sobrenom­ bre de "La S ibi¡n." -A buen tiempo, dijo el hombre cediendo un nsiento á la n neja na, hDy es el eurn ple i.l ño s de mi hij:l, y vais á a bri r­ lTIe lu s pu ~') I' ta s d8 su porV eO i r. Va mos, que hard e la adivina. --¡ Púbre niñ:d ¡qué hermosa es! ¿Cuántos años tiene? - T rcee a fios . --BllCna edild. --Yo no os pregunto e ~o , vleJa m ar ulJ era, decidme, ¿ha de enlaznrse con ¡) :g:Jn mi llonn rí u? ¿ l! e ;~ará á ser c011desa'{ Va­ n10S, Ó f'iem ore será la m:sm3. I • - N ao a de e ~ o. Lo) v ¡ej;l fijó los ojos en el rostro de " "fJ 1a J.,0 vcn, ti,",O un ~m:pli. ' () y ('x{:¡:u no: ir (Í b re n'-'lilil.

--Por la S e. ñora de Guadal u pe " 1) Q (J ¡Pobre niña! y ¿qué q uereis deti r con eso? -~;\ esta jóven le e::3 pcra un porvcnil' muy distinto del · que . crelS. -Con que ¿no será condcs3? - No. - R ica? -Tampoco. -¿Llegará á ser reina? - Ménos. -¿Permanecerá pobre? -Tal vez. -Pero vaya, eso nada nos dice. -Respondedme á una pregunta, ¿os agrada la música? --Qué tenemos que ver ahora con música, no se trata sino de averiguar el porvenir de esta niña, á menos que me digais que con el tiempo llegará á ser una gran artista~ -No . me habeis respondido. ¿Os agrada la música? ~Un poco. 14 -106-

--El sonido de la flauta •••• ? --~-Me entristece. ----Está bien . . -.-N o comprendo q lJ e significan estas preguntas. La vieja fijó la vista de nuevo en la jóven que escucha­ ba tranquila . el diálogo entre "La Sibila" y su padre y ex· elamó por tercera vez: i Pobre niña! --.-¡Vaya que me da risa la exclamacion! Vos teneis tan­ to de adivina .••• · ---. Teneis razon,. yo adivino. Esta niña no permanecerá mucho , tiempo á vuestro lado. ----Segun eso se casará. ----iN o~ sus goces serán muy cortos. La jóven tembló en su asiento;" el viejo estalló Qn una fuerte carcajada. ----Serán muy cortos, repitió la anciana. El hombre, en tono burlesco" replicó: Mi hija mori~á prort;..- to, ¿no es verdnd? ----Quizá no. ---- y ' entónces .•• ~ ----La vais, á perder. ----A perder, no comprendo. -._-Vereis un dia sentado en· este lugar junto á vuestra hi- ja ocultarse el sol, vendrá la noche y á ]a mañana siguiente os encontrareis solo, porque esta niña habrá desaparecido. ·,---Cómo? oh! exclamó temblando la jóven. ----Niña, tranquilízate, dijo el hombre: estas viejas pasan la vid'a mintiendo, con tal que reciban una buena propina por cada mentira. Toma, vieja, añadi6· alargándole la mano con algunas monedas: basta de profesías. La anciana salió, la niña quedó triste, el hombre estaba pensativo. nI.

!-Iabian pnsado ya tantos dias, déspues de la escena que acabo de referiros, que así el hombre como la niña olvidaron la fatídica prediccion de La Sibila. -107-

Una noche serena, noche cargada de estrellas, con una luna esplendorosa, una nochccolllO las que tenemos bajo el cielo de los trópicos, cuando en estos lugares reinaba la cal .. mamas profunda, dejáronse oir los acentos de una flauta. Vos soi~ jóven y mejor que yo comprendeis las sensaciones que hace nacer la melod,Ía de una flauta en el silencio de la no­ che. El hombre despierto ya, cree continuar durrniendo en un sueño mas apacible, rnas dulce·: los recuerdos ya lisonje­ ros, ya tristes de un pasado que espiró se agólpan á la me­ moria y acaban por oprimir el corazon, á manera que los sonidos van tomando distintas entonaciones, el al 'ma . tambien cambia de afectos y llega á ::l poderarsc tal delirio del cora­ zon que ve uno como con los ojos ' materiales los objetos que mas ha amado. Pero cesa la música y siente el alma des­ vanecerse la i lusion como se exting ue la melodía que la ha producido. Por de pronto, el hombre de nuestro relato se quedó co­ mo suspenso en su lecho al eseuchar 'los sonidos de la flau­ ta, mas cuando recordó las pregunta.s de La Sibila sobre sí le gustaba la música, aquella iun10nÍa en hlS altas horas de la noche, no ,solo ]e pareció triste, melancólica, sino acle­ mas parecía que le anunciaba alguna fatalid:ld; la tomó por el lenguaje de su desgracia, y desde luego sintió que ten1blaba en su lecho; pero los acentos se alejaban haciéndole' recuperar su tranquilidad, hasta que acabó por calmarse cuando los so- • nidos dejaron de oirse. No bien hll bo amanecido cuando se dirijió á la ha bitaciol1 de su hija; ¡oh sorpresa! el cuarto estaba vacío, llamó, los ecos no mas respondieron, corrió hácia el lugar donde la hija acostumbraba guardar el anillo ' de su madre, el anillo habia desaparecido. La Sibila me habia dicho: "Vereis ocultarse el sol, cntrar la noche ucompañado de vuestra hija, y por la lna .. ñana estareis solo porq ue habrá desaparecido." i Y la profe­ sÍa se ha cumplido! ¡Oh Dios mio! exclamó cayendo desfa­ llecido en una silla. -108-

IV.

Al JJegar á esta palote de la narracion, el anciano estaba agitado, el sudor corría sobre su frente. ----Continuaremos mañana la historia, le dije. ,.,.--No os fatigueis que falta · poco para terminarla. Despues de haberme respondido llevó las manos hácia don... de estaba la mujer diciendo: ----Estás aquí, Adela? ·---Sí, señor, repuso la mujer besándole la mano. ----Bien, hija rnia. Considerad de la desesperacion de un padre que idolatra á su hja" al ver que ésta ha desaparecido sin saber su parade­ ro. El hombre d~ que os he hablado se quedó solitario en esta casa, gU ~Hd ¡l ndo en su memoria el recuerdo de su hija. El lecho, la hobitacion, las horas que habia pasado junto á ella, tud o pal pita!);l en su memoria, solo faltaba su hija, su hija que hu bier:l da Jo los t ~; 3 () rOS de la tiel'~';l por h:l!larl~l, por pa­ sar á su lado aquell ns dias c uya ventura suspiraba. Bi ( ~ n (!ijr) <1qud poeta italiano: no hay Ju lor mas terrib 'e que acordJr­ se de los tiem¡)os feli ces c lland.., uno ha lieg;-t do á la miseria. PaSár()!1Se así rn Udl0S <1 ñ(\s entre el do:or y I a espera n­ za de vol ver á. ver á la niñ ;l , el hombre envejecía, I () ~ pa­ dC ljm¡ e ntos adelantan los nños, veía que eam¡n ;¡ba al sepu!cro empujado mas bi en por los sinsa llOres qU e por la edad. U ll a noche acostóse con el recuerdo d~ su h}-\; tr;I}) á su memoria la música de aquella no r..~ he t ttal, la prediccion de La S ;Gila, la des:1p a ric iun de la nif.a, iba á dorm irse, cU :lndo de improviso oyó los acentos de una fbuta q l1 e mo­ d ula ba ia misma a rüi que la nocbe en que su hija hllbia des- . , upareclll o. j Di():-; mio! excl amó. j E l mismo instrumento, la misma en· t onacion! I-Ioy, hny mismo, esta misma nnehe h ¡¡ C 8 quince Clñ ·)s que perdí á mi hij;:: ¿volveré á verla? Y mientr~s esto de­ cía poníase en pie. Pero a pénas se dirijió á esa v entana q Lle da al lugar dond e entónces nací an los sonidos, ad virtió que la melodia se alejaba. No te alejes, dijo el hombre en medio de ·-109-

·su desesperaci-on, no te alejes ya que lne recuerdas una noche de dolor: continúa. Si en un tiempo tuve la desgracia de per­ der á mi hija que no volveré á ver nunca, que ese so~ido que acompañó rni desgracia sea tambien mi canto fúnebre. Pero el sonido acabó por extinguirse y el hombre abrió la ventana. Juzgad cuál sería · su sorpresa al encontrarse con una ni. ña jóven y hermosa. -.-':Cualquiera que seais, buen hombre, dad asilo á una jó. ven abandonada en el silencio de la noche. ----N 0, esa no es la voz de mi hija. Dios me la arre­ bató y des pues de quince año·s lne la vuelve en u na desco­ nocida. Abrió. ----Gracias, dijo la niña entrando . • --.. ¿Quién así os abandona á deshora de la noche? - t a desgracia. ----Ha beis nacido en esta ciudad? -.-. No lo sé. •.--Quiénes son vuestros padres? .---Esa es una historia qfi e su pe hn·brá unas cuatro horas• . --.. ¿GÓmo ha beis venido hasta aquí? ¿quién os ha conda- Ci.,Cl O." ---.. Un músico . . ----¿Seria el que acaba de ensnyar una aria en la flauta? --.-~I mismo . •... Oh! este ,es un misterio. Decidme, conoceis á ese músico? ----No! .-.-y entónces •••• •.. -EI me ha conducido hasta aquÍ y me ha dicho: En esta hit bitanciun se da asilo á los pubres, gol pea y despues nada te fa .lt a rá. ·- · -E~te hombre es un misterio. Y nada mas os ha di- cho? -- ·.:\1e ha contado la historia de mi vida, desde mi na­ cirn;cnto hasta esta noche; me ha dicho que conoció á mIS pad res. ----Bien. Aq uÍ teneis un dormitorio; reposad. Mañana me contareis al go sobre vuestra historia. Es tarde ya. -110-

Hubo el mismo silencio despues, el hombre se figuraba que dormia como en otro tiempo acompañado de su hija.

v.

Al otro dia muy temprano la niña em pezó á · contar la historia de su vida al hombre que le habia brindado hos- pitalidad. --.-y o no sabia nada de mi vida, empezó diciendo, sí el músico que me ha acompañado hasta aquí no lTIe la hubiera contado. Nací. • •• no me d ¡jo donde, es lo cierto que mi nacÍ­ miento fué una desgracia pues causó la muerte de mi madre. Esta era una bueRa mujer, hija única de un hombre á quien en su ancianidad hubierp. servido de báculo, pero que arras­ trada por una pasion vehemente abandonó una noche la casa paterna. No sobrevivió mucho tiempo á su hija, los remor­ dimientos la condujeron al sepulcro. Mi padre era un músico que sorprendia á la flauta los mas gratos sonidos. Desde luego fuí entregada á una familia pobre y labo­ riosa que se ha tomado el trabajo de educatme. Un dia cuando mas tranquila me hallaba, vÍ entrar en mi habitacion á la señora á cuyo cuidado estaba, y que hasta ese dia habia tomado por madre; me abrazó y me dijo: '"Hija, te vas á separar de nOHotrús; el tiempo se ha cumplido y tienes que dejarnos." -Cómo? yo apartarme de vosotros? respondí deshecha en lágrimas. -Es preciso -que así sea. _..:. Y . .á donde van á llevarme? -Tu lo verás, tranquilízate. En efecto se hicieron los preparativos de ml vIaJe; figu­ raos cuál seria la intensidad de mi dolor al ver que me apa r­ taba de aquella mujer que yo respetaba corno madre. Fuí entregada al músÍeo; hombre extraño para mí, y que no obs. tante me ha contado la historia de mi vida desde mi naci· -111- miento hasta la noche en que fuÍ conducida. á la puerta de vuestra habitacion. Lo demas bien lo sabeis. --y ese músico á dónde fué? -Lo ignoro. -No os habló de vuestro padre? --Lo que habeis oído. -Es extraño. Y de vuestra madre, nada mas de lo que me habeis dicho? ----·N O; me dió un anillo q üe habia conservado largo tiem­ po y que ántes de morir encargó n1i madre se me entre­ gase. --y ese anillo •••• ? -Aquí está. La niña sacó el anillo y fo presentó , al hombre. -Qué? este anillo? lo conozco, sÍ, Jo conozco, este es el retrato ...• -De la madre de mi madre. --De mi esposa. -iCónl01 --¡.Oh Dios mio! Sí, mi esposa ántes de morir lo entre· gó á mi hija, á mi hija que he perdído hace quince años. -¡Quince años! -¡Ah!" lo he comprendido todo: tu madre huyó de la casa- paterna, tu padre fué un músÍco, el músico te ha contado la historia de tu vida, ese músico es tu padre que Una noche, hace qui-nce anos, se fué llevándose á mi hija. - .... Dios es justo, padre mio, y me envia á cuÍdar las ho­ ras que os restan en el mundo. --Hija mia, excramó el hombre abrazando á la jóven. Ben­ digamos á la Providencia que de este nlodo ordena las cosas. --Padre, así lo ha querido Dios y Dios' es Dios-.

VI.

He concluido ml relato, dijo eJ anciano conteniendo en vano sus lágrimas que rodaban sobre sus mejillas. La lTIujer -112- que tenia al lado- lloraba tambien como el anClano; yo esta­ ba conmovido. -Gracias. ¿Quién os ha contado esa historia? pregunté al anciano. -No es muy antígua. -iDe veras'! -Vi ven algunos de los actores. --¿Cómo? ---Sí. solo que el hombre ya es un anciano y la niña una mUlero ----Desearia verles. ----Tal vez les conoceis. ----Pues que •••• ----El h0111bre heeho un anciano SOy yo, In jóvrn yn una mujer es AddG, dijo poniendo lus manos en la cabeza de su nieta. ----¡Oh! ----Es por eso por que hemos derramnd0 ahunJnntrs li- grimas durante la narrat:ion; os he cont&d o nuestra p ropia historia. ----Anciano, Dios conserve vurstros dtas, pnra flne 1.1 jl1- ventud apren da de vuestro~ labios á reSp t'till" la de~grnciu y á conformarse con los designios de la Proviclenci:l. Si algo falta á la narracion no cLllpemos al anci ; ~ no que me h1 conta do la historia en medio de sus J á grimn ~ : es dig­ no de com p.asil)o. Culpemos al que no ha sabido da .. al len­ gu-'je el colorido y la expresion con que el anciano anima­ ba su relato; pero ántes dcl arroj:lr el fallo, no olvidemos que la pluma, ingrata á veces, no acierta á trasladar al pa pello que siente el corazon. Mérida, mayo 16 de 1861.

JOSE P. NICOLI. tA FIESTA DE SANTIAGOo~

(ARTíCULO POR FABla.)

I.

Mérida es una ciudad alegre que dentro de ella misma y en los pueblos de su contorno, nunca carece de fiestas re­ ligiosas en que un gran número de sus habitantes se entre­ gan ya á los ejE;!rcicios de devocion, ya al bullicio de las diversiones profanas que son las que n1as atraen su concur- rencia. En la catedral; centro de la ciudad, se celebra anualmen­ te en octubre la fiesta del Sto. Cri8to de las Ampollas, cos­ teada por los gremios de artes y ofieios que hacen su día ca­ da uno, compitiendo en suntuosidad y magnineencia religiosa. Los barrios de S. Cristóbal, Santa Ana; S. Sebastian y la Ermita de Sta. Isabel tambien tienen sus fiestas que en otro tiempo las vimos can sus paseos, sus fuegos artificiales y sus corri­ das de toros. En la l\fejórada había una fiesta bastante popular y concurrida, pero que en dos ó tres años ha decaido tanto como la órden de Franciscanos iCuyo reino no' es ya de este mundo! Los pueblos de las cercanías continúan celebrando sus fiestas con todo el ruido y espectáculos de sus cohetes, de sus bailes y de sus toros.D'iganlo sino Kanasin, poblacion bonita con sus casas lim pi as y su plaza sombre:itda de ceibos: Conkal, á donde se descuelga mucha gente de lVlédda con la que aq uel pueblo está muy unido: U n)an, cuyo ten1 pIo, aun IS- -114-

no acabado, es de una arquitectura tan sólida y elegante con su cúpula que, como un globo areostático, parece arrancar.. se del medio de la iglesia para subir á la region de las nu- .

bes; Itzimná, en fin r que casi contíguo ál norte de la ciudad ha ganado nombradía por su fiesta t~n ruidosa y expansiva hace algunos años, merced al empeño que se ha puesto en ella y á estar este pueblecillo como recostado' junto' á Mérida. Pero la fi esta que mas conmueve y entusiasma á nues­ tro pueblo atrayendo ,á las gentes cornarcanas y hasta á las de los puntos mas lejanos, es sin duda la de' Santiago: fies­ ta dedicada al Sto. Cristo ' venerado en la iglesia del barrio de este nombre y cuya antigüedad de ímágen sirve' á conci. liarle mayor veneracion y eulto de los fieles., Muchas circunstancias contrihuyen á la solemnidad y con-­ currenciaextraordinaria en esta fiesta de' unO' de nuestros ~ bar-­ rios de Mérida.- Desde 1uego , la pI aza con la iglesia" contíguas' al centro,­ se hallan formando martillo al norte y en el extremo occi­ dental de la gran calle que atravesando la ciudad entera,. tie­ ne al extremo occidental, tambien en forma de martillo al norte, 1a pI aza con el convento é' iglp.sia de la Mejorada. Es­ ta calle central y como de' un cuarto' de hora de' camino á pié" , es· ancha, recta y adornada de uno y otro' lado' de ca­ serfb de pi edra; eon la particularidad de' que' ademas de los referidos templos con sus plazas- á los extremos, la orillan há­ cia el medio y siem pre en el lado del norte los' atrios de J e­ sus M aria y d'e la T 'ercera Orden:' dos templos muy cerca­ n o.s entre sí, el prim'ero de ellos de humilde apariencia y el segundo- grande y suntuoso con sus dos torres cuadradas y una plazuela que al otro lado de la calle es ya un paseo aparte. De suerte, que puesto uno en el ángulo suroeste de la plaza de Santiago, que es donde empieza la ca]]e y desem­ boca en ella el camino de Sisal,. y vuelto el rostro hácia el oriente, puede decirse que se obtiene la mejor vista de Mé­ rida; porque se le presenta la calle mas estensa, mas regular y mas orillada de edificios, adornándola simétricamente cuatro ¿ templos sobre cuyo conjunto descuellan las majestuosas torres con la cúpula. dci la Orden de Terceros. -115-

El ViajerO que en noche sin lU,na llega de Sisal entran~ do por aquel punto de la :plaza de Santiago, qued~ agrada­ blemente sorprendido con los dos cordones de luces del a]~m­ brado de faroles, cuyas líneas luminosas y paralelas parecen jun­ tarse al otroestremo de la Mejorada por la ilusion óptica que resulta de la misma longitud de ambos lados de la calle. - Solo el piso ó suelo no corresponde á lo demas y por ,cierto que merece mayor esmero, tanto rnas cuanto que sien­ do ya la calle de Santiago et verdadero paseo de cada do­ mingo y la de contÍnuo tránsito para ' los carros de con1er­ cio que van y vienen de nuestro único puerto de Sisal, las piedras quedan mas pronto desnudas y necesitadas de los tar­ díos reparos de nuestra policía urbana. Pues esta calle es la que desde much o~ dias ántes de ]a fiesta princi pía á animarse extraord inariamente con las idas y venidas de tanta gente que empieza á ocuparse en levan­ iar sus tiendas para muchas cosas, ya en las casas mas próxi• mas á la plaza, ya en esta misma formando las llamadas ta­ masucas ó chozas con sus enramad itas á la puerta, cobijado todo de palmas de guano y suficieñtes apénas ' para contener una ó dos hamacas, un ::t parador, botellas y no sé que mas chismes de figon ó tienda en cam paña. El circo de tablados para las corridas de toros en la plaza, tambien se prepara siempre eon aquella rústica senci- . ' Hez que tanto admiró Mr. Stephens no viendo en toda la cons- truccion del anfiteatro mas que palos, bejucos y palmas de guano: materiales !OSCOS, acabados de sacar de los bosques y qLle á primera vista no parecen capaces de sostener á tan­ ta gente encaramada con todo su cuerpo sobre tales andamios. Los padres, los maridos y los pobres amantes, al ver las carretas conduct9ras de los trastos de tiend a, al tropezar con los toros que se van acu:reando de \ <:lS haciendas eircun· vecinas para el circo, al oir las chirimias y campanas c uyos preludios anuncian la proximidad de la fi est a, se llevan la m a~ no al pecho ó á las orejas y suspiran dolorosamente. ¿A quién de la familia no se ha prometido siquiera un estreno para el dia de la proccsion de Santiag o? el espectáculo de una Ó , -llt>-.

dos corridas de toros1 la calesa para una tarde de paseo? algunos reales, en fin, para jlJgar á la suerte de la venada • ó de la plumilla? Y si por la cercanía al Gentro de las di­ versiones, los padres de familia tienen, digámoslo así, la fies­ ta entre casa ¡ay! desdichados! grandes heridas les quedarán que curar en las costillas tras tantos dias de música y de ba ~ ;rahunda!

11.

La fiesta prmClpla. El repetido tronido de bombas y cohetes disp:;trados á las cuatro de la ml1ñana del 20 Ó 21 de julio y el repique á vuelo de las campanas de la parroquia, despiertan á Mé­ rida para decirle que el Sto . . Cristo de Santiago en la ma­ ñ ana de ese día bajará de su ,altar para setO adorado en el salun de la sacristia. En eft:~eto, á las diez el Sto. Cristo de Santiago de bqlto y t amaño natural, es trasladado de la igle­ sia al salon á donde se le conduce en procesion con música, cohetes, repique g eneral de los t emplos de Mérida y en me­ dio de un gran coneurso; y .cntónces la gente, principalmente las mujrjres que siempre serán mas fieles que nosotros á Dios, empiezan á ir de todas partes en ron~eria al ·salon? llevando las mas de elllls cestiilas de q ores, alguna limosna que echan en el platoncillo puesto al pi é de la imágen colocada en una especie de lecho; y besándola al retirarse con el mayor re- . , cogimiento. Seis ú ocho diC!-s permanece el Sto. Cri8to en su salon en donde todas las no ~h es hay ilqtI}inacion y orquesta; pero al cabo d~ ese ,término con la misma religiosidad y pompa se le regresa al templo para las misas y rosarios, tocando un dia á cada herqlano mayor de los que componen el nú­ mero de los comprometidos al sostenimiento de )a fie~ta. Los vecinos mas pudientes por sus ree Llrsos -en el barrio y aun los de otros suburbif)s, suelen h acer de hermano~ mayores, en­ cargándose cada uno de costc::tr un día, empero cercándose de otros que los ayudan: cosa que da. lug'r á I~ competen­ cia por distinguirse en el adorno y sllntuosidad de las fun- -117- dones en el templo. Las velas que sirven para el rosario y ]a misa de cada hermano, son conducidas en procesion de dos filas de mujeres del pueblo vestidas con primor y hasta muy bonitas, con acompañamiento de música y cohetes desde la ca~ sa del hermano mayor hasta la iglesia en la tarde que Ila- - man de víspera ó entrada de velas. Despues que éstas sir­ ven hasta en la última misa del dia inmedia to, se las recon­ duce con igual procesion que, como la de la víspera, es de admirarse por su buen órden y com postura religiosa. En la tarde de la entrada, así que las conductoras de vela~ colocan estas en el tempio, se las refresca con sendos vasos de blan­ ca y roja que se reparte en el salon de Ja sacristia y cuyas cántaras llevadas en hombros de muy guapos mocetones, sue­ len seL' no el menor adorno de la procesion de entrada de velas, como que llaman mas "la atencion de los muchachos que nunca faltan allí y que con la vista de tamañas cántaras se miran entre sí lamiéndose los labios. En la mañana del regreso de velas ántes de emprender­ se la procesion, se reparte chocolate con grandes bollos ó tor­ rejas de exq uisito pan de trigo en la misma saeristia: y por lo regular sucede que l1 egada la procesion á la casa del her­ lnano mayor, se da remate á su día con una jarana de baile, música, cohetes y cOlnilona con el sacrificio de algunas cria­ turas inocentes; es decir, de algunos pavos que en la víspe• ra de aquel dia, tan alegre para todos y triste para ellos, se rizaban tranquilamente con el pico las plumas de su enor­ me buche. Ni dejan de haber, se · entiende; copiosas liba­ cioneR hech

Ignotum tragic(JJ genus invenisse camence Dicitur, et plaust1'is vexisse poemata Thespis • ...... , ... ., .... Post hunc person(}!, pallmque repertor honestm LEschylus, et modicis instravit pulpita tignis.

De Thespis, inventor de la tragedia, En carretas se dice que llevaba

•• ti ti • • • • • • • • • • • • • • • • • • •• sus actores. Levantóles Esquilo un tabladillo, Máscaras dióles, vestimenta larga. (Traduccion . de D. Javier de Burgos.)

A mí me gusta mucho citar al viejo Horacio porque creo que, muy al contrario de otros l1amados poetas, estaba ataca' do de la manía de hacer versos mas llenos de ideas que de palabras sono1'osas. Ya desde aquel tiempo, es decir, desde que conocí á los antíguos tebchées, los muchachos, habiéndoles perdido el mie­ do, se barajaban entre ellos, atreviéndose á tirarles pepitas de ciruelas, cáscaras y hasta peladillas como el puño; lo cual creo yo que hizo al fin se suprimiese en las fiestas tan incul­ ta y pesada farándula. Pero ya es preciso sacudir y componer la pluma para entrar en la descripcion de otro teatro y de otras escenas. -119-

EL EMPLEADO.

Fernandito Talavera Es un honrado muchacho A vispado y vivaracho Que promete hacer (;arrera. Cinco ó seis años pasó Estudiando en el colegio, Mas tuvo el gran privilegio De acabar como empezó. Desde entónces no ha pensado El chico- en tomar oficio; ¡,Pero quién tiene ejercicio En e,ste siglo ilustrado? Ni tiene ni le conviene Tener ni fincas ni renta, Que el que aquí con algo cuenta Para el que . gobierna tiene. Es de arrogante figura, Viste de un modo que encanta; Pasea siempre en volanta y baila con donosura. Cierto es tambien que el tronera Debe - al sastre; al zapatero, Al fondista y al tendero y á jos dueños de cochera. Pero esto le importa un bledo, y vive tan sin zozobra, Que cuando alguno le cobra -

Responde ufano: "no puedo •• e _" -120-

Llegó el tiempo seductor En que el chico dobló el yugo' A ese pícaro verdugo Que tiene el nombre de amor· U na muchacha discreta, Como son siempre y han sido Todas las que ansian marido, Le hizo perder la chaveta. 1m paciente el pobre niño Corrió á lo s pies de su amada y . con voz apasionada .Le declaró su cariño.

Dolida del frenesí Con que ensartó su querella Pronunció la niña bella El apetecido sÍ. Ebrio de gozo el muchacho' Corrió á buscar á su suegro;. Pero este ¡destino negro! Le respondió sin empacho. "Casarse es asunto grave: Mi hija viste, come y bebe: l/Y á pedírmela se atreve Quien nada tiene, ni saber' Tuvo el chico tentaciones De d·arse de puñaladas, Al ver así rechazadas Sus amantes pretensiones. Por fortuna ó por desgracia} Anlaba tanto su vida, (~ue para ser suicida No tuvo bastante audacia. En tan crítico momento Una idea peregrina Hirió con luz repentina Su abatido pensamiento. o -121- "Un empleo, murnluoró, Un empleo me hoce falta; y la empresa -no es tan alte: Que no la acometa yo." El pueblo entónces estaba En dos bandos dividido, y abrazó al punto el partido Que mas esperanzas daba. Trabajó en las elecciones

o Como el mejor patriotero, Recol:rió el Estado entero Con honrosas comisiones:

Firmó y sustrajo boletasi falsificó credenciales, y mesas electorales Ganó á favor de sus tretas. Tanto en fin por su partidO' El buen chíco trabajó, Que al fin . y al cabo pescó El empleo apetecido. , y aquel pa pá picaron Que á su hija le ~abia negado,. Al saber que estaba empleado Accedió á su pretension. Estuvo al volverse Joco Talavera de placer, f Al verse ya con mujer y em pleado . que no °es poco. El manc.ebo afortunado Vió por fin lucir el dia De ir á la tesorería Por el sueldo devengado. Sin ninguna pena el hombre'

o Dejó por )a vez primera A su Paulita hechicera, y de esto nadie se asombre~ 16 -122- Que entre dinero y mujer, Cuando la mujer es propia y cuando en casa hay inopia, N adie tarda en escojer. Mas ¡qué horror! el tesorero Le respondió: "En esta casa La plata está mas escasa Que en la. arca de un pordiosero. Vuelva' usted dentro de un mes, y si algo hubiese ya en caja Le pagaré sin rebaja, Y SI. no.... sera , despues. " Con tan· pícaro despacho Salió el pobre patriotero, Maldiciendo al tesorero· y mésándose' el mostacho. . , En diez dias no comió Ni hizo á Paula un arrumaco, Ni en la Lonja asió de un taco Ni fué al baile, ni paseó. Pero aquella pena amarga Poco á poco fué pasando, y al cumplirse el mes, Fernando Volvió ten'az. á 'la carga. Thlas ¡ay! la tesoreria Aun 'no tenia un centavo Pa.ra aquel que como esclavo, Trabajaba noche y dia. Furioso y desesperado Corrió á una casa de juego, y ya de cÓlera ciego, Pidió dinero prestado. Que aunque no hay quien preste un bledo A aquel que se muere de hambre , De usureros un enj'ambre Prest1l. al jugador sin miedo. -123- Consiguió un doblan el chico y con tanta suerte anduvo, Que pronto en sus bolsas tuvo Bastan te para ser rico. Mas fué tan poco halagüeño Aquel golpe de fortuna, Que sus onzas de una en una Vió presto cambiar de dueño. En tan espantoso apuro Jugó sus ',sueldos vencidos Hasta que los vió perdidos Un duro tras otro duro. Desde entónces no ha mudado De conducta Talavera y pasa su vida entera Co~o jugador y empleado. Cuando de su mal dólido Le da un pico el tesorero, Es que todo el majadero Ya en el juego lo ha perdido . . La triste PauJa maldice Su consorcio con tal maula; y él conviene con su Paula, Pero á menudo le dice: "Es preciso que el empleado Sepa jugar, hija mia, Porque la t~soreria No siempre nos da el bocado. y en esas casas de juego, Diga el mundo 10 que quiera, Siempre encuentra el ,calavera Abierto un . rico talego. y si cae, ¡voto á briós! El gobierno que me emplea, Espero que el juego sea El' sustento de los dos." ELIGIO ANCON A. -"~G"-' -124-;;-

LA VENGANZA DE UNA . ' 4 ' . ) . • INJURIAI • 'Q ~ ~

(NpVEL". EPISÓDICA DE LA GUERRA DE CA ~ TAS. )

primera par~.

, l.

Al espirar ~na tarde ~el mes de mayo qe 1848, cualr quier curiqso que huqiera deslizado sus mlrada~ por los pe:­ queños postigos de una casita de agradable ap a rien~ia del pueblo de lVJ aní, h a bri~ desct1bierto á la dudosa claridad del crepúsculo á una jóven y graciosa me~ti~a que? puesta de ro~ dillas y con los ojos fijqs en un,a estampa de la Vírgen q'ue se vcia clayada á ' la pared é ilull1inaqa d~bilmente por una lámparu. de palrrlU-cpristi! oraqa con fervor ante la reírla de Jos ángeles. El objeto por el qt1~ dirijía sus preces ~I cielo debía de ser muy querido para. ella, puesto que en aquella actitud ha­ bia pasado mas de media ~ora y aup no daba muestras de pesaljellto. De~'epcnte, un~ VOil que po debia serie desconocida vino á interrumpirla; estuvo . atenta, has~a que la~ voces ~isti l) tas de: -Luisa! Luisa! la hiciero~l comprender que no se habia ~q ui vocado. -El es~ murmuró, bnñado eJ semblante de una ~ubli­ me alpgría, y dirijiepdo una mirada llena qe gratitQd á la Vírgen, corrió al enc qentro del recien JlegadQ. Un mestizr) cubierto de pplvo se preeipitó en sus bra~ o ~ ~ -¡Tranquilino! exclamó J~uisa , echáqdose en los suyos. y sigujeron esas dulc~s caricias tan solo coriocidas po~ ~ J.os esppso8 que se amao~ -12~-

11.

Cuando el afecto extinguió todos sus medios de manifes­ tarion, _Tranquilino y Luisa fueron á sentarse la una al lado del otro, en una finísima hamaca de jenequen que cerca de ,ellos habia, y entablaro,n este animado . diálogo. -Bendita sea la Vírgen, Tranquilino. Desde que te se­ paraste de mí no he cesado de rogarla te devoiviese á mis brazos, y, yá lo ves, la Vírgen me ha escuchado. -Ah! ni yo . tampoco he cesado de dirijir mis ruegos al cielo para que me concediese volver á tu lado. Muy bien sabes cuanto te quiero; desde que nos . casamos ¿t~ hé oca­ "sionado acaso el mas ligero disgusto? --No, .b~en mio, y por eso tú eres lo que mas idolatro en la vida. y como si estas palabras no hubiesen sido bastante para probar la intensidad de su amor, estrechó contra su seno la cabeza de su esposo y depositó en sus secos lábios U11 beso dulce y tranquilo como el cariño. --Cuando el Señor sea servido, prosiguió Luisa; de que yó lleve en mis brazos y alimente con mi sangre el frut(j) de nuestra union que ahora guardo en mi seno, el amor que yo le tt::nga á él, que será tu imágen, te dirá cuanto es el que te profeso. --GI'3ciClS, Luisa, yo te juro que estás recompenzada y que si hay atgo qLle ocupe mi corazon, y mi pensamiento, eres tú y sola tú. Ay! el único pesar que ahora me asalta es el de que tengo que volver á separarme de tí. -y por qué? Tranquilino. - .Porque solo cuento con licencia para pasar dos dias contigo. -Ah! · tú has hecho muy mal en pedir tan corto tiempo. Es que no me quieres como deseara. -No es eso, hija mja, yo hllbiera upeteeido una licencia. mas Inrga; pero la cam paña aun nO está terminada. l'l.Ias con­ suéla~e, Ja~into Pat, parece desea un acómoda,miento pacífico -126- y acaba de hacer en Tekax proposiciones que conducen á una paz completa. -Ah! quiera la Vírgen Santísima que así suceda,: así de .. jaremos de vivir en contínua zozobra, temien,do por la vida oe nuestros maridos; entónces podrem'os viv,ir tranquilos la una cerca del otro. -Sí, cuando esa paz quede establecida, me tendrás para siempre á tu lado y pasaremos alegres , los dias de nuestra vida; pero mientras no sea, la patria, que es nuestra madre coman, me llama á su socorro, cuenta con mi valor, me pide ]a sangre que me dió, y debo dejarlo todo por acudir á su llamamiento, y debo luchar con valor, y derramar mi sangre y morir si necesario fuese en su defensa. La ~olemne vibracion de la campana mayor de )a par­ roquia que sonaba las oraciones vino á interrumpir á Tran­ quitina. El y Luisa se pUSIeron de pié y oraron.

lII.

-Oyes ese repique? preguntó Luisa á su esposo. -y bien, ¿qué indica? -Tu presencia me habia hecho olvidar que hoy rezamos en la parroquia un solemne rosario á la Santa Cruz, pero las campanas me lo recuerdan. -Cabal! Ya me olvidaba tambien de que estamos á tres de mayo. -Ahora rezaré con mucha devocion y pagaré al Sr. Cura una Salve á la Santísima Vírgen, porque debo estarla muy agradecida. -Harás muy Lien. -Qué! y tú uo irás á la ig'lesia'{ -Sí que iré; mas no -quiero que por mí te demores; si ha llegado ya la hora del rosario, sácame ropa limpia, que no he de ir á la casa de Dios tal como estoy, y vete. -Así )0 haré. Algunos minutos despues Luisa entraba en la parroquia que á aquella hora apnrecia 'Ya profusamente illlmin·ada y hen· chida de gente. Tranquilino no tardó en seguirla. -1.27-

IV.

El templo resonaba como una inmensa colmena (lon las preces ' de los tranquilos habitantes de Marii; pero en medio de aquel ruido de ferviente religiosidad que los animaba, una. sorda detonacion vino á herir sus oidos, y la palabl'a quedó helada en sus labios. El mas profundo silencio reinó por algunos instantes, no parecia sino que la mano de la muerte acababa de tocar á aquella congregaclon . . Momentos des pues una estrepitosa gritería se oyó suceder al misterioso estallido. -¡Los indios! gritaron todos á una voz. El espanto se dibujó en todos los semblantes: quienes se precipitan á la salida del templo; quienes buscan un rin­ con donde esconderse; quienes petrificados de terror no acier­ tan á dar un solo paso. Nadie puede . comprenderse, todos giran en ,encontradas direcciones, y se empujan, y caen, y p,asan los unos sobre lo~ (,Jtros. ; Reina la mas desgarradora consternacion y sinem­ bargo, solo los niños gimen por instinto, Jos demas, parece que en presencia de] 'inminente peligro que les rodea, han . perdido hasta la facultad de implorar al cielo. La grita de los salvajes, porque no habia duda, ellos eran, cada vez se escuchaba mas cercana; cada vez se oia como- iba cundiendo por todos los ángulos de la poblacion. U n instante des pues la escena era aun 'mas horrorosa, Un humo negro y espeso cubrió el horizonte: instantánea.. mente ese humo se convirtió en lJarrJas y la poblacion se vió alumbrada por s.us rojizos resplandores. -¡Fuego! ¡fuego! gritaban los infelices asaltados. ¡Han puesto fueg.o á nuestras casasl y el incendio seguíase propagando con rapidez asolnbros3; negras nubes de humo empañaban el firmamento hasta donde subian en nlil lenguas ondulatorias la~ comburente .. llamas. La escena era terrible. -128-

Los po.cos hombres · que habia en el tenlplo luchaban por desprenderse de los brazos de sus madres ó sus esposas pa­ ra acudir á la defensa de SlJS hoga res. Defensa inútil, á no dudarlo, pues los alaridos de los bár­ baros indicaban que su número no admitia lucha sino resig­ naClOn. Pero. era duro resignarse. En tanto, el incendio estaha cada vez mas próximo; y ya se dejaban ve .. por las boca-calles grupos de indios que d·es­ nudos, saltaban aiborozados po.r entre el humo y las llamas. La co.nsternacio.n creció de todo punto. y de las nlil per­ sonas que llenaban el templo se exhaló un aullido desgarra­ dor. La muerte les cerraba la salida con un doble anillo de fuego. y de hierro..

v.

Los ho.mbres habian logrado. po.r fin acudir nI cuartel y sacar · de allí cuantas armas creian poder utilizar. En aquellos des­ esperados momentos no pudieron adoptar mas que un plan de vana defensa: eneerrar á sus mujeres en el templo y hostilizar al enemigo desde sus alturas. l\fuy pronto se vieron envueltos en la densa humareda del incendio que llegaba ya á la plaza. A sus certeros tiros cayp.ron algunos de los salvajes; pero estos, eXHsperados de que un puñado de valientes se defendiese con tanto heroismo., se precipitaron de una . vez en la plaza y corrieron á apoderarse del atrio. Ninguna dificultad tu vieron para conseguirlo. Entónces un indio alzó la voz, y dirigiéndose á los bra­ vos defensores, les intimó se l'indisen. Una descarga fué la respuesta; respuesta de muerte para el bárbaro y algunos de lo.s suyos, pero tambien para los infelices sitiados, porque aquel era el último tiro que les queda bao En aquel punto la rabia se apoderó de los exterrninadores. -Está bien! gritaron, es decir que quieren rnoril' asados. -129-

y diciendo esto; ', corrieron' hácia la~ t,res' puertas' de , la iglc .. sia, á las que aplicaron sus 'incendiarias teas. Ningutí recur~o ' quedaba ya á lo~ ' habitantes': de' Mani. d. 1 . ! , El fuego iba bien pronto á convertir én una vasta pira el " .. asilo de tantos inocentes. En circunst'anCias tán supremas, Tranquilino habló así á sus valientes ': comp a ñ ~ ros. -D' ~ sce~d" amos de aquí, descendamos. AHí dentro esta n nuestras'"espo ' sas i~ , po 'd~mos quizá sal varlas . .' ~N o nos queda otro medio que abrlr una de las puertas~ hacernos' paso á ba yone ~ ta calada y huil". -Bajemqs! repitieron'; todos' como' sr" s'olo: hubier'an' sido un: eco' de T' ranquilino~

Trariquilino¡ buscó" á su esposa, la' colocó á su lado y sacando un puñ,al que llevaba consigo, la dijo: -Toma. Lá."mu'erte; ántes que dejarte profanar' por esos perros. ,

-Cumpliré ¡ tu' voluntad:" contestó ' Luisa con' acento de resolucion. ~, Dicho' esto' y ' cuando" todos" estaban' dispuestos"; á verifi- car la salida9' d¡á,o" la señal de abrir, y la pesada, puerta ma­ yor que aun"no habia tomado.' fueg'o girÓ' gimiend'o' sobre sus goznes. " La: rapidez" con' que se' efectuó todo esto y' 10' inespera­ do del hecho, arrancó un' grito de sorpi'esa á los bárbaros. Los' inf~lices sitiados se precipitaron sobre ellos ¡esfuerzo va­ no! casi todos' quedaron.: envueltos' entre: la' asoladora muche­ dum bre'.. ,>, • o' Los invasores' se' concentraron' eri' aquel punto' y entón• ces tuvo lugar una' escena aun mas horrible. AqueT puñado d;e héroes se halló con el paso' cerrado y _ bajo el m'o'l'tí fe ro· filo' de los m'achetes que centellando á la luz deÍ inc'endio hacian ni'as' siniestros y aterradores sus gol pes. Por aquí gemidos, allá maldidones, acullá gritos de ago .. ' 17 -130- nía, todo esto en un' lago de sangre en que caen unos, y otros se revuelven desesperados. Tal era el cuadro que presentaba el . atrio de la iglesia. Pero vol vamos los ojos al héroe de nuestra historia. Tranquilino se defendia con un valor y una serenidad dignos de mejor suerte. Con el brazo izquierdo sostenia á Luisa que llena de valor blandia su puñal, y con el otro, agitaba en rápidos giros su fusil cuya penetrante bayoneta hacia una víctima en · cada golpe. Pero lool podia T,ranquilino sostenerse en aquella situa­ cion por mucho tiempo; el cansancio · asaltaba sus miembros y siempre hallaba delante de s,Í el mismo número de enemigos. Su hora habia SOllado. Un machete brilló sobre su frente, la muerte iba á herir.;. le ••• ,. pero fué parado el gol pe por otro machete que rápido .' como el pensamiento fué á colocurse entre la cabeza de Tran­ quilino y el arma, homicida. El indio q.ue a.cababa dé salvar­ le se apoderó de él, diciéndole: - Tranq uilino, eres mi pnSlOnero. -y tú ¿quién eres? --N ada temas, soy un viejo conocido. Tranquilino ya desarmado fijó sus ojos ensangl'entádos de furor ~n el indio que así ' le hablaba y des pues dé contemplarle, , murmuro: --Ah! ya te conozco ..••· Luisa, al ver que su esposo se rendia, guardó cautelosa­ mente el puñal ensangrentado en su · valerosa defensa, y no se apartó. de su lado. ,

En aquel rnomento la ~atanza era mas espantosa; pero Dios quiso dar un desenlace á aquel drama de horrores. Un impetuoso viento comenzó á soplar por la parte del Este; las llamas de las ca'sas que aun ardian se agitaban en direccion de la plaza, sus jigantescas ·lenguas parecian querer borrar los vestigios sangrientos de tan acinga noche. Un mo­ mento mas, y nadie podia respirar;: el aire enardecido, el hu­ mo que en espesos nubarrone~ afluía á aqueIla parte hacia in1- -131- posible el permanecer en ella; aSÍ, los bárbaros determinaron abandonar aquel suelo empapado en sangre y cubierto de víc• / tima~.

VII.

'TranquiJino, Luisa y 105 demas pnsloneros,vieron por : ú1ti~a vez con los ojos arrazados en lágrimas sus queridos hogares reducidos á pavezas. Cuando estuvieron á la salida de la poblacion el jefe de los bárbaros mandó hacer alto, é hizp les fuesen presentados los prISIOneros. Llegó ~u vez á Tranquilino y Luisa: al contem~ pIar hl rara hermosura de ésta, Jos ojos del salvaje, inflamados por .la lacivia, brillaron ,como dos ascuas; hizo que fuese in­ Inediatamente separada de las otras pl'is.ioneras y la encomendó á una guardia especia,!. Tranquilino temió por su esposa .Y olvidándose del ren .. cor que debía al .bárbaro, se atrevió á supliearle. -PerdQnala, señor; ella es mujer .Y no puede hacer daño alguno: mátame, haz de mí tu agrado; pero dá libertad á la pobrecilJa. . -:-Te equivocas; porque 1.as mujeres da,n h ijos y Jos hijos de ésta serian enemigos de nuestra raza. --y yo no quiero ,ser libre, dijo Luisa, sino con mi es,.' poso, donde á él le. lleven haré me lleven á mí. -Luisa! replicó Traoquilino en tono severo, tu vida, ni siquiera á tí te pertenece, es de ese inocente que llevas en tu seno. La mestiza recordó q lle era mad re y exhaló un g emido. -Ah! con que e.s tu ~ujer, exclamó el sal vaje sonriendo con ironia; en tal caso nada temas por ella, es bastarit~ bo­ nita para ser la querida de Cecilio Chí. Dios ha querido que goces de ella hasta hoy, en adelante..... será solo para mí. -Sacrílego! Dios te maldiga~ rugió el mestizo, en tanto que )a pobre mujer se deshacia en llanto. Tranquijino fué al punto sf'pal'udo de allí y puesto bajo -132- la custodia. del 'indio que le aprisionara. Dióse la órden de partida y ' p~o~iguió la marcha.

,VIII. , , "j

Solo el indiQ ,que conducía á ,Tranquilino J10 siguió á .lo~ :", : ' . l' 1 , , .' ' . l . , ! ;" .... ,suyo~! y cuando estos se hubieron ' alejado un tanto, dijo á su prIs}~nero. --e'uatro meses .hace que me yí en tu poder comó tú .; • l ' , .: , ;' ', . \~ . ':" : . , . • estás hoy en en e,l mio: te rogué me dieses 'libertad, porqu~ , ' , ,,' , f ' tenia .una ma,~re y me ' la ,concediste; así, no ,hago mas que ' co' rre~P9nd~r :á ' tú generosi'dad ' con; de~irte ' qu~ está~ , libre: ' y ' di~ie' ndo ' : esto, desat'aba : la c~er~~ ' ,que )igaba sus brazos. , '-' y para' qué quiero ,la : Jibel'i~d? y mi'pobre ,mujer? ¡Ah! n(!), átame:' de nuevo, ' qu~ no puedo' ser' libre! ' ; ~ ~ ~ . r . . ~ -y si logro libertar tambien á!ll mujer? -Oh! ' gracias, ' ere~ ~uy b~eno .•. ~ · ~· ' -=-13ien; yo ' n'o ' p ' ued~ ' da.l~ te i liher~ad sinoe.n eS,te momen· to; mas tarde," serü~' imposible: ' huye; y ' haré .cu~nto · puedá ' por devolve~te ' ,tu p1ujer'. : ' ' . -Sí, perq" ¿y ' si no lo consigues? -Si no: 10 :consigo •• :. ~ ~loriré, ¡ dijo eJ indio con enterezao , ...... ¡" ,'" • - ,Oh! Dios ' te ' bendiga, ' buen hombre. picho esto~Tranquilino corrió;; hácia ' Maní, mientras que el indio ' fué á ' unirse ' con los suyos. '

IX.

Al romper ~el alba, los bárbai'os, qespues de atravesar los bosques, i p~n~t~aban ' ~n su campamént~~ ' :.,,' " i ' : Chí hi~o " in~edi 'atamente conducir á su choza á Luisa; á I 1 : • • : ~ . , : I . ' , su sola vista, los ins;tintos sensuales desp~rtaron en~u cerebro. Cuando estuvieron solos, el indio se acercó ' á la mestiza que lloraba' ama~garnente~ -No IJores, la ' dijo, yo te amaré mas que tu marido. -133~

-¿Dónde está mi marido? preguntó s'ollozando. : -No pienses ya en él, está muy lejos de aquí. -Ah! Ya le haz mandado dar lI,luerte •••• -Te digo que no pienses .en él. Aquí estoy yo páta que- rerte, para defender¡te d'e todo ,el mundo, y el salvaje ' exten­ dia sus bl~azos . para estreehar á Lüisa; ésta, que permanecia coh la ~aoeza baja, al sentit· él ,áspeto contacto del indio, dió un grito y _retrocediÓ espantada. En aquel ,instante .una persona ,entraba bruscámente en la choza del jefe. ' . , J -Qué quieres aquí? inquirió éste con acento de ira, no . .~ - . he dicho que nadie .rne perturbe? : " ' . ' r : . . ~Soio ,quiero .decir 4 esa infeliz, que yo he dado liber- ~ad .~ s~ ,marido, que está salvado. , ; ' -¡Gr~c,ia~, ,Pios mio! exclamó ~uisa alborozada, ahora, nada impo~ta Jo demas. -Sal ,~eaquí! gritó ,el jefe poseido de rabia al salvador de T ranq uilino.

~ • J" , • El indio yaciló; pero al .ver IOF} ojos de Chí .que despedian .. rayos' de ,furo'r, salió: Este corrió ála -puerta ~ asegurarse de una nueva tentativa . .~ .' ! ' Luisa que habia ,G'omprendido ,su situacion, que la veia redueida á su deshonra ó su muerte, !ecordó las palabras de su esposo y desn~rló el ' puñaL '. " , . . . : . . Por segunda vez el ,bárbarq seacerc~ á ella. , , , ~ y bien, ' ,qué 'piensas? Cuando' una mujer bonita como tú cae ~n . mi~ manos, me hago querer de .ella ó •••• muere. -l\Ioriré~ repuso ~uisa. , , , # • -Oh! eso no ser~ sino 'segun yo quiera, y ,diciendo esto se lanzó sobre ella; un grito agudo se escapó de su garganta, estaba ~ntre losbr~zos. del indio; •••• hizo un ~ esfuerzo supremo, • . "- .' ' ~" . t' • quiso hundirse eJ ,acero, mas recordó las palabras de su esposo, pensó que ~qyida no ' per~~necia ya sino al hijo que llevaba en su seno. Entónces, sacando fuerzas de 'su desgracia, luchó con desesperacion contra el salvaje; los dos rodaron bien pronto por el \ suelo. . -134-

La virtud débil y el vicio fuerte, eran los actores en aque­ lla lucha llena de horrible sublimidad •••• Hubo un momento propicio; la virtud tr-iunfaba, Luisa iba á hundir el puñal en el cuello del mónstruo . Un instante despues dejóse oir un gemido 1astimero; la lucha habia terminado •••••••••••••••••••••••••••••••••• lO

.... _- .... - ...... - ...... La sangre inundaba el seno de Luisa; estaba muerta; y el salvaje, de pié, semejante al demonio de la impureza, ba­ ñado el labio de una sonrisa satánica, devoraba con ávidos ojos el cadáver de su víctima. y aun hizo mas .••• Selló con otro crímen el doble crímen · que acababa de consumar. (Fin de la primera parte.)

FERNANDO, LEYENDA YUCATECA

POR M. R. CASTELLANOS.

(Concluye.)

En un lugar solitario- Que existe hasta nuestros fiias Donde al par que ia . hermosura Reina tambien la poesía, Entre una espesa arboleda Cubierta de florecillas, Con majestad se levanta De Santa Isabel )a ermita. Allí como en todas partes Todo es placer y alegría, La soledad, el silencio, El perfume que se aspira; -135-

"VI luego el grave sonido De una campana, que indica A los fieles, ser la hora De la oracion matutina. J unto á la puerta pequeña . , Dé una pieza reducida Que por su adorno parece Ser de la ermita~ capilla, De vez en vez á. un mancebo Noble y gallardo se mira, Que de Mérida el camino Con rapidez examina. Hace una hora por lo menos Que con inquietud continua Aquel jóven se pasea Con ,la yista siempre fija En un lugar, y unas veces Veloz entra en la capilla, Saliendo á pocos m'omentos Con mas ánsia y mas fatiga. De pronto un bulto aparéce Por una estrecha a venida, Tan léjos; que no es posibl-e Distinguirlo con la vista. y otro despues se descubre Que Jo acompaña, y caminan Atubos sus pasos guiando Lentnmente hácia Ja ermita. Nuestro jóven que al instante Su atencion en ellos fija, y á no permanece inquieto; Yá se consuela y se anima. y cuando en aq ue]]os bultos A una jóven luego mira, ,y á una anciana, en su semblante Verse deja su alegria. , -136-

Es ,la' /una, ~ :hermosa' doncella' De ,quince abriles;'· divina" Como ' lo ' fu~r~ una vÍrgen Del cielo al mundo caida. S~ cuerpo" es ,alío y gaURrdo;; Sus; ojos" dos ' vivas chispas, Que' de amor' los corazones inflama' á los' que ' la' miran. N egl'o' cabello trellsado,' C~jas arquegas y finas, Rojos labios, y tan rojos Que el deleite · siempre brindano ? Del color de ' la azucena Soo" sus pálidas' mejillas, Que revelan' la pureza' De su mente enfl-istecida . . E~ la anciana que ' la sigue La misma vieja ladina Que de Montalvo la carta Entrególe cierto dia: ' A Isabel;" y que ambiciosa, " Para saciar su codicia, Antes que á : ésta la , ent;egara Dióla para ' leer' á Zintra. Luego que ambas se' encontraron ' ~ Cerca yá ' de la ' ca pifIa" Al mirar á aquel mancebo ' La jóven" bajó' la ' vista., La anciana algunas palabras ,' Dijo ' con sU voz' ronq'uilla, y adelantando" unos pasos Como quien ',' algo investiga, El, jóven y ella UD ' instante ' Hablaron; mas' en " seguida ' Los tres reunidos entraron ' Por aquella puertécilla. " .,' . -" 13"1~'

j unto á una mesa ' cuadrada ~~ue está mas sucia que limpiá;' I?e fea y tosca mádera, y de consfrucéion antígua, Donde un tnisal y ofros lihros ~ Gastados ' por la polilla, Repartido's en' desórden Se ven en partes distintas; Cerca Isab'el de Montalvo', ~ quienes sin gran lnalicia lIabrá él' lector conocido,' De sus amores platican. Unas' veces, ~;'ilenciosos Como estaciad'os se miran, y de ambos los' corazones Con grande fuerza palpitan'. Mas otras' MO'ntalv6 presfa' Consuelo's 'á su querida, y el porvenir hace verle A travez; de un bello prisma. L'lega al fin' aq uel momento Que á su ni'ente aterroriza, Momento e'n que darse deben: Una mútua despedida. Extiende entónces la manó Isabel, desvanecida', y en el instante preciso En que · Montalvo se inclina' . Para besarla, . un ' ruido Escúchase' en la capilla, Quedando abierta la puerta' Que á la calle comunica. Como un fantasma sangriento Que horrible pavor in'spira, por ella veloz penetra , l ' Furioso el capitan Zintra~ Lleva en la diestra un acel~6 De hoja reluciente y fina ~ 18\ -13S:"'"

Presentando una pistola Con la otra mano extendida, ~ , "Salid," repite con fuerza" Fija en MontaI vo la vista. "Salid, ó en este momento Aquí quedareis sin vida.,1 ' y al punto aquella pistola' Con ceguedad y con ira \ A bócala hácia su pecho Con segura punteria. Deja Mo'ntalvo con calma Aquella mano divina Que guardaba entre las suyas Prodigándola caricias, y con semblante sereno; Con voz bastante tranquila Sonriendo exclama: "Os' desprecio ~. ¿Oísteis bien capitan Zintra?" --Escoged, salida ó muerte. ~SaJgo, sí, mas no perdida Queda esta ofensa. Bien presto' Ha de presentarse el dia ..••• -No aguardemos; al instant'e?,. No lejos de aquesta ermita

Darán, fin nuestros aceros .A vuestra vida ó ' la mia.

Pasado ya un breve ratO­ En aquel lugar .se oia El ruido que con su choque Los dos aceros hacian~ De pronto cesó el compate, y eon voz desf~lllecida Un hombre exclamó ya, en tiel'ra:' "¡l\luerto soy, Dios os maJdiga! ~ -139-

Un desgarrador quejido :Sonó al punto en la capilla, y luego otro ruido extraño :Cual de un cuerpo que caia. Era Isabel que postrada Ante un altar, con fe viva Oraba ,porque á su amante Dios conservara la-vida. y al oir aquellás palabras, ,6'Muerto soy, Dios os maldiga'~ Como herida por un rayo ;Quedó en el suelo tendida.

FINAL.

Desde la época funesta En que fueron estos hechos, .Que dieron fin con la muerte De un ilustre caballero, Treinta años hánse corrido, y en un olvide> c~mpleto, No se habla ya de la ermita, Ni de aquel terrible duelo. Mil divertidas historias, y nlil fantásticos cuentos Por las niñas y .las viejas En aquel tiem po se hicieron. Unas decian que de noche Caminando un esqueleto En aquel lugar se veia Rodeado de denso fuego. y otras, q ~e solo un ruido Se escuchaba con estruendo, Creyendo que del muerto eran Los infernales l·amentos. Viendo Azcárr~ga perdidos Sus proyectos y deseos, -140-

'pues que ,su sobrino Zintr~

Fué, en. el desafio muerto,

. Hizo buscar" á Montalvo. y a un ofreciq ricos premios, :rara saciar su venganza, Mandando un ca~tigo ~ero. Mas en yano fueron todas Las pesquizus y los premios; J amas un indicio solo De s~ retiro tuvieron. Murió A~cárraga, y entónces Para un eterno recuerdo " . . ' . , Vna grande cruz se puso Donde. realizóse el duelo. : . Cruz q ue exi~te hasta el presen Como un viejo monumento Que atravesando Jos siglos Temor iqspira y respeto.

De una celda en el recinto ~ De triste y fúnebre aspecto, Pasa el fin de nuestra historia En el referido tiempo. Tres ó cuatro toscas sillas, Un altar por un estremo , Donde se halla un crucifijo Sin barniz ni pulimento, y una (~ama que se cubr~ Con el m;lS sencillo lienzo, Es todo lo que se encuentra En aquel pobre aposento. Como el' sol arroja al mund~ Ya sus lúcidos destellos, C0n su claridad se miran Los indicados o bjetos~ ;, 1 . -141-

Cerca dei altar postrada . ,-Con puro recogimiento Se halla una ~onja llorosa Sus oraciones diciendo. y de pronto estas palabras Se escuchan: "¡Oh Dios! me muero. Salid, hermana, y traed me Un sacerdote al momento." A lzóse la monja al punto y presurosa corrienrlo, ."¡ Un padre!" sale gritando De aque~ fúnebre aposento. Al escuchar estas voces, Llenas de pavor y miedo ;Cuantas la oyen, la acom pañan A la puerta del convento. y forman varios corrillos, Diciendo en sus cuchicheos -Que hace una hora allí se encuentra Fray Ventura de Loriego. En tanto en · estos lugares ,Todo es bulla y movimiento, ,¡: En aquella estrecha celda Reina un profundo silencio. Vese en la canla tendida A tra vez de aquellos lienzos, A una monjaq ue parece Mas que monja, un esqueleto. Exhala roncos quejidos, y haciendo esfuerzos suprernos Sus enflaquecidas manos Lleva siempre hácia su pecho. Se escucha entónces el ruido De pisadas, á ]0 lejos, Que con el padre Ventura Causa su séquito inmenso. Entran luego, mas la enferma A todas en el momento -142~

Indica que salir deben, Pues quiere ' hablar en secreito. y Loriego , que aun se hallaba Bien distante de su lecho, A ella avanzó silencioso Cuando solos estuvieron. "Señor," exclamó la' enferma ~ "Quiero morir, ·10 deseo; Pero una muerte 'tranquila Sin angustias ni tormentos. Treinta . años · completos hace Que vivo en este convento, Sin haber sentido nunca En mis pesares, consuelo." -¿Treinta años decis? -.., Treinta a ñ,OSt ¡Oh qué · amargos pensam¡entos Se vienen á mi memoria Cuando esta fecha recuerdo! -Seguid. ....-Señor, desde jóven ~Ie ha ligado . un juramento A un hombre que hasta ahora lloro! Q'ue está perdido ó ha muerto. -¿Quién es? ' decid, pero pronto. --Su nombre ha sido un secreto Que guardar h~ procurado En lo profu-ndo" del pecho." Al decir estas palabras Gastóse un tanto su aliento, y opacóse el suave brillo De sus ojos entreabiertos. El fraile entónces estaba Como extasiado, suspenso, Previendo ya.. . el desenlace De aquel -tan terrible encuentro. -A ese hombre de quien os hablo, Le amaba, le amo, y entiendo Q"ue he de amarle eternamente Cuando ' 'mi alma esté en el cielo. ---:¿Pero su nombre? -Os he dicho Que era para. mi un· secreto. . C·ierta. vez ese 'mi' amante, Su retrato hermoso y beJlo . Me dió, p'ues que· lo pedía; · y desde el dia prhnero De mi encierro, ese retrato Oculto en el pecho llevo. Ya comprendereis, búen padre, Porque morir- tanto temo En tal estado. Las monjas ' Descubririan mi secreto; y al llamaros, no fu é solo Porque ya al morir me. encuentro, Sino porque ese retrato Darlo á una persona q ui.ero. -Dádmelo: aqu.í en este mundo No enseñarÍa . yo os ' prometo. .

,- TenerlJo, sí: mas cuidado, Que os velaré desde el cielo. Entonce alargó la mano Con muy. grande -desaliento, y dió una ' preciosa caja A Fray Ventura Loriego. Este, tembloroso la áb're, IJa mira, y en el ' momento, ¡Isabel!, CaD; fuerza exclama: . ¿Será- este un delirio ó sueño? -¿Qué decis? ,. -¡Oh cuán terribles Son los efectos del tiempo! El jóven de este retrato Ser ahora ya un fraile viejo! -¿Un fraile? - ¿y no le conocesl -144- Tan canlbiado me ha1lo' --¡Cielos! Eres tú? tu eres l\1.ontalvo1 -El mismo, Isabel, es cierto. Un ¡ay! doloroso y triste Que oyóse á pocos momentos Indicó que de la enferma Su alma se elevaba al cielo. y Fernando á quien conoce Ya el lector por Fray Loriego, Las puertas abrió al instante De aquel estreeho aposento.

Cuando hubo pasado una hora Des que Isabel habia muerto, Veíase de aquella celda La cama puesta en el n1edio. Cerca de ella un religioso Arrodillado en el suelo, Con fervor al cielo eleva Sus oraciones y ruegos. Su vista esta siempre fija En un cuerpo macilento Que de hachones encendidos Se vé á los vivos reflejos. y así de lejos se escuchan De un canto, fúnebres ecos; Canto que entonan las monjas' Cuando alguna hermana ha muerto.

Mérida, 1861. - + -