La Huecha Y La Elma. Una Historia De Riegos Y Conflictos En El Valle Del Río Huecha
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LA HUEC H A Y L A EL MA Una historia de riegos y conflictos en el valle del río Huecha LA HUEC H A Y L A EL MA Una historia de riegos y conflictos en el valle del río Huecha GUILLERMO CARRANZA ALCALDE Centro de Estudios Borjanos Institución «Fernando el Católico» Publicación n.º 206 del Centro de Estudios Borjanos y n.º 2.926 de la Institución «Fernando el Católico» Colección «Temas Populares» n.º 19 © De la edición: Centro de Estudios Borjanos Institución «Fernando el Católico» Casa de Aguilar - 50540 BORJA (Zaragoza) © Del texto y fotos: Guillermo Carranza Alcalde Depósito Legal: Z-4269-09 ISBN: 978-84-9911-031-8 Imprime: Cometa, S.A. Ctra. Castellón, Km., 3,400 50013 ZARAGOZA Para Nieves, Diego y David Mirar el río hecho de tiempo y agua y recordar que el tiempo es otro río. Saber que nos perdemos como el río y que los rostros pasan como el agua. Jorge Luis Borges PRÓLOGO Si hay algo que caracteriza de manera especial la Cultura de nuestra zona es, precisamente, la utilización del agua que, desde la más remota antigüedad, ha hecho posible la multiplicidad de cultivos en los bancales del río Huecha, de la Huecha como suele ser denominada por los habitantes del valle. No es de extrañar, por lo tanto, que el control de las aguas fuera un objetivo fun- damental para los distintos municipios, al igual que ocurrió con el dominio de los bos- ques y dehesas para posibilitar el aprovechamiento de los pastos y la leña, sin olvidar que durante los siglos XVI y XVII se suscitaron numerosos litigios por la instalación de “neveras” en zonas de uso compartido. Es lógico comprender que el uso de un bien tan preciado como el agua, de una cuenca tan singular como es la del Huecha, en torno a cuyo caudal irregular surgen numerosos manantiales, planteara frecuentes problemas que fueron resolviéndose por medio de resoluciones judiciales que intentaban conciliar los derechos devenidos de los privilegios reales otorgados a las potencias hegemónicas del valle y las acuciantes necesidades de otros municipios que, con tenacidad, procuraron mantener lo obtenido y acrecentarlo aprovechando cualquier circunstancia. Esta compleja red de intereses reviste un enorme interés pues, en gran medida, las normas que regularon la utilización de los caudales en el pasado continúan vi- gentes y sólamente se difuminaron en el tiempo algunos derechos cuando las nuevas obras hidraúlicas que, en época contemporánea, modificaron por completo los recur- sos hídricos de la zona baja del valle, los hicieron innecesarios. Uno de ellos es, precisamente, el que constituye el objeto fundamental de esta obra, en la que Guillermo Carranza estudia minuciosamente los derechos de Mallén sobre una parte de esas aguas, a través del privilegio de la elma. Pero el trabajo, aunque planteado desde la óptica específica de ese municipio, tiene un valor añadido ya que, a través de sus páginas, se puede ir descubriendo toda esa compleja estructura que configuraba el uso de las aguas. Con la maestría a que nos tiene acostumbrados en otras obras publicadas, Gui- llermo Carranza nos sitúa ante la realidad de nuestro río, apenas un arroyo durante 11 buena parte del año pero que, en determinadas circunstancias, ve incrementado su caudal hasta límites insospechados. Esas “güechadas” con sus secuelas de daños y destrucciones han llegado a convertirse en pequeños hitos de la historia de nuestras localidades que, en determinados casos, dejaron testimonio explícito del nivel que alcanzaron las aguas en determinadas fechas. Tras un recorrido por las primeras noticias históricas que sobre los riegos de la zona se han conservado, el trabajo se centra en los orígenes del privilegio de la elma y en la tenaz defensa que Mallén hizo del mismo, desde la Edad Media hasta la cons- trucción del canal de Lodosa. Ello le permite adentrarse en el complejo entramado de la relaciones entre los distintos municipios y presentarnos los instrumentos coercitivos utilizados cuando algunos de ellos veían conculcados sus derechos. Ocho anexos documentales, un glosario de términos utilizados y una amplia bi- bliografía completan esta obra que el Centro de Estudios Borjanos ha querido editar con ilustraciones gráficas a color, como viene haciendo últimamente. Todo ello va a contribuir a facilitar la lectura y consulta de este trabajo que, junto a su interés intrínseco, abre el camino a nuevas publicaciones. Una de ellas debería ser el catálogo de todo ese conjunto de presas, azudes, molinos, batanes y otras construc- ciones relacionadas con el uso del agua de las que todavía se conservan muchas que, sin embargo, en algunos casos corren peligro de desaparecer. Manuel Gracia Rivas Presidente del Centro de Estudios Borjanos 12 INTRODUCCIÓN La designación de la ciudad de Zaragoza como sede para organizar una Expo- sición Internacional con el tema “El agua y el desarrollo sostenible”, propició la pu- blicación de trabajos relacionados con el agua, algunos auspiciados desde el ámbito institucional, otros siguiendo iniciativas personales, o bien, englobados en el mundo de las asociaciones populares. Quizá influido por esa iniciativa, el río Huecha, afluente del Ebro por su margen derecha, también merecía una atención y una mirada al pasado de las gentes que vivieron en su valle, además de indagar en el complejo mundo de los regadíos y su organización a lo largo de los siglos, donde siempre ha prevalecido una constante lucha por el agua y la vida en los pueblos ribereños. La historia de los derechos de riego que representaba la “elma” o “herma” era perfecta para este fin. Derechos sobre el agua de la Huecha que cedían unos lugares de la parte alta del valle, empezando por Borja, en beneficio de otras comunidades de las tierras bajas hasta llegar a Mallén y Cortes de Navarra. En definitiva, un tema que afectaba a varios pueblos, ya fuere como beneficiarios directos de las aguas, o con ac- titud pasiva al cederlas y dejarlas pasar durante los días señalados en los convenios. En el complejísimo mundo de los regadíos de este valle jalonado de numerosas fuentes que alimentan una tupida red de acequias, siempre con la mirada puesta en el Moncayo que, cual madre nodriza sustenta esas aportaciones mediante sus acuíferos, los pobladores del valle organizaron desde bien antiguo la distribución de las aguas de la forma más eficaz posible, no exenta de pleitos entre los pueblos y sus corres- pondientes sentencias judiciales para regular su uso. Los monarcas medievales san- cionaron numerosas leyes en este sentido, basando sus decisiones en la costumbre y la tradición heredadas en muchos casos de la época musulmana, cuya población estuvo asentada en las riberas de la Huecha con dedicación preferente hacia la agricultura. Tras la reconquista de estas tierras en el siglo XII, núcleos como Borja contro- laron una buena parte de las fuentes del valle medio y alto, ya que su extenso territo- rio y las necesidades de su población así lo requerían. Otras villas, como Magallón, también influyeron en la toma de decisiones respecto a la distribución del agua en la cuenca media. Pero serán las Órdenes Militares de los templarios y hospitalarios, con varias encomiendas a lo largo del valle, desde Añón en la cabecera del río hasta Novi- llas en su desembocadura, y sobre todo el monasterio cisterciense de Veruela, ubicado 13 en el término municipal de Vera pero con intereses en gran parte de las poblaciones del valle, quienes impondrán sus criterios, ya fuere mediante el dominio señorial o como propietarios de haciendas. El río Huecha juega aquí un papel vertebrador de todas las poblaciones de la zona. En la historia que pretendemos desgranar hay una villa, Mallén, principal beneficiaria de un derecho de aguas llamado la elma. Situada en las tierras bajas, apenas recibía aportes hídricos de algunas fuentes locales y, gracias a las concesiones primaverales que tuvieron su origen en los deshielos del Moncayo, permitieron la subsistencia de sus habitantes durante siglos. Resulta llamativo que en el cercano valle del río Quéiles, cuyo nacimiento se produce también en las estribaciones del Moncayo, ocurriera un hecho similar en la cesión de aguas por parte de los pueblos dominantes situados en latitudes altas, caso de Tarazona, en beneficio de las tierras de Tudela, lugar donde desemboca el río. En ambos casos, jurados y alamines de Mallén y Tudela, respectivamente, subían a buscar las aguas los días indicados, en sus respectivos valles, con la facultad de romper azudes y conducir la corriente hasta sus poblaciones. Se produce aquí un hecho de historia comparada por la similitud de costumbres y acciones legales que ejecutaban los comi- sionados de ambas poblaciones. Incluso se podía ampliar esta comparación al río Jalón, cuando los oficiales de la acequia de la Almozara iban a buscar el agua al azud del Rey, en dicho río, y entre sus derechos figuraba el de romper algunos azudes anteriores para que la corriente llegara sin dificultad a las huertas de la ciudad de Zaragoza.