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María Seoane Amor a la argentina María Seoane Amor a la argentina Sexo, moral y política: de las camas a las plazas Seoane, María Amor a la argentina: sexo, moral y política: de las camas a las plazas 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Editorial Octubre, 2014. 424 p. ; 23x15 cm. ISBN 978-987-45474-2-2 1. Sociología. I. Título. CDD 301 © María Seoane, 2007 y 2014 © Editorial Octubre, 2014 Investigación: Ricardo Vicente, Luis Salinas, Santiago Pfeifer y Amanda Alma Foto de la autora: Lola Garrido Diseño de tapa: Peter Tjebbes Diseño de interior: Verónica Feinmann • Juan Manuel del Mármol Corrección: Aurora Chiaramonte Editorial Octubre Sarmiento 2037 • C1044AAE • Buenos Aires, Argentina www.editorialoctubre.com.ar Impreso en Argentina. Queda hecho el depósito que prevé la Ley 11723. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida sin permiso escrito del editor. A Silvia Bleichmar, mi amiga del alma, que tomó la vida por asalto, que pensó a la Argentina en sus glorias y miserias y que ahora arde en su memoria con un amor correspondido. En memoria de mis queridos Luis Salinas y Manuela Fingueret, ahora viajeros del alma. PRÓLOGO ¡Vamos todavía con el sexo! Este libro es un fresco sobre las (i) realizaciones amatorias ―poco frescas― que nos han caracterizado como país a lo largo del siglo pasado, con incisivas proyecciones hacia el pre- sente y retos para el futuro. Una larga saga represiva, inte- rrumpida por algunas expresiones incontinentes del deseo y el desenfreno de las pasiones se suceden en esta reconstrucción, acompañando las formas autoritarias ―hartamente repetidas en nuestra sociedad― que apenas parecen dar lugar a la expe- riencia de una mayor autonomía de los cuerpos. La autora ―una oficiante notable del periodismo y de la historia más reciente― ha realizado una maciza investigación que reúne diversos momentos del siglo XX y sus manifestaciones más conspicuas en torno de los vínculos amatorios y las expresio- nes de la sexualidad. Las sensibilidades epocales ingresan a AMOR A LA ARGENTINA | 9 través de muy variados episodios que se inician con la cons- trucción discursiva de las prescripciones eugénicas (tan con- sagradas por todas las ideologías) que intentaron acomodar a las poblaciones inmigrantes ―generalmente sospechadas de portar máculas comprometedoras para la herencia nacional― y también encajar a las poblaciones nativas, aún más estig- matizadas por aquella lente. El recorrido termina con una incursión a las variadas expresiones de la performatividad sexual en nuestra sociedad actual, sin duda renovada pero que apenas se ha acostumbrado a reconocer las diferencias, que no se desapega del síntoma homofóbico y que con mucha mesura se dispone a revisar presupuestos discriminantes. En el medio, varias estaciones de la evolución son visitadas poniendo en foco la trama del intercambio amatorio y sexual entre varones y mujeres. Se exhibe en impecable balance, con pelos y señales, la doble moral autorizada a los varo- nes y el contrapunto de la única moral que debitan siempre las mujeres. Estas vienen a representar en nuestra historia generalizada el término bajo caución, el equivalente de una reserva de encaje (como si se tratara de un valor bancario) que permite sostener, con sus obligaciones primordiales a la familia, los cimientos de la Nación. La maternidad constituyó un pilar que no distinguió a las más encontradas vertientes ideológicas y políticas. Desde luego, las fuerzas más reaccionarias hicieron de la maternidad una devoción religiosa tanto como un sistema de encastra- mientos valorativos seculares. La no reproducción entonces pudo alcanzar la estatura del síntoma de la degradación social en su conjunto, porque se revelaba como la “encarnada” fór- mula del sexo por placer, tal como han fustigado los prelados. Fue una costumbre bastante extendida que las mujeres que comulgaban más devotamente con el catolicismo exhibieran en sus camisolas de dormir ―con una abertura mínima en la región genital para que el acto sexual no conllevara quitarse toda la ropa― la siguiente frase bordada en torno de una ima- 10 | MARÍA SEOANE gen: “No es por vicio ni fornicio, sino por el puro sacrificio”. Las restricciones de la sexualidad femenina seguramente no llegaban a esta vertiente sacrificial, pero no se alejaban dema- siado de la idea de servicio y de forzosa sujeción a vínculos insatisfactorios, habida cuenta la larga espera de la ley defini- tiva del divorcio vincular. La mojigatería ha sido una marca en el orillo de nuestros rollos de género. Pero de modo poco ostensible aunque inquebrantable, las mujeres se las arreglaron para sostener la decisión de limitar los embarazos, y cuando los métodos contraceptivos fracasa- ban (¡y de qué modo esto ocurría antes de los nuevos méto- dos!) apelaron al aborto, aun en contextos muy coercitivos. Siempre han coexistido dos circuitos para el aborto, el que puede atender con eficacia sanitaria a las más pudientes y el oscuro territorio de la negligencia que se ha cobrado miles de mujeres. Pero los defensores acérrimos de una abstracción de la vida han preferido sostener el cigoto antes que al ser humano femenino. La era de la píldora abierta en la década de 1960, que pudo acompañar con mayor eficacia la volun- tad no reproductiva de las mujeres, coincidió con una rup- tura significativa de las convenciones. Es que éstas ingresaron masivamente a muy diversas tareas y ocupaciones e invadie- ron nuevos ambientes, especialmente las universidades. Los años 60 constituyeron una época aguda de cambios, sobre todo para las familias de clase media. Debieron acomodarse a las transformaciones, especialmente a las conductas inno- vadoras de las muchachas porque había quedado muy atrás la exigencia de una compañía para no andar solas ―esa obsesión argentina― y porque sucumbió el principio de la virginidad a rajatabla. De todos modos, la “revolución sexual” quedaba bastante grande a las primeras cuotas de nuestra autonomía. Tal como María Seoane retrata, no significaron esos años una irrestricta experimentación de la sexualidad, y mucho menos eso ocurrió en los ambientes donde se ensayaban las rebeliones. A menudo la censura no solo provenía de los varo- AMOR A LA ARGENTINA | 11 nes, aun de aquellos que militaban en la izquierda, sino de las propias mujeres. Había que oír los enjuiciamientos a las com- pañeras que se animaban a soltar las amarras, a vivir libre- mente su sexualidad. Cierto ascetismo era un presupuesto para no correr riesgos, y la mayoría de las formaciones que luego se dirigieron a la acción armada abdicaron de las aproxi- maciones a la felicidad del sexo como condenaron los desvíos hedonistas. Por otra parte, la igualdad de género no estaba en el horizonte de las reivindicaciones del momento y mucho menos estaba en la agenda sacudirnos la homofobia. Estos necesarios ensayos ponen en relación la modernidad inaugural del siglo XX y la neo modernidad (¿o post?) que pre- sidió sus estertores. Estos extremos temporales, sin embargo, funden sus sentidos dispares en la certeza de que, más allá de los emocionantes encuentros con el goce sexual, de las rajadu- ras de las matrices normativas, de las explosiones de libertad, la sociedad argentina mantuvo límites constrictores al deseo aunque las más afectadas han sido, incontestablemente, las mujeres. El tango es un sintagma de nuestras relaciones de género, toda la economía sexual se expresa en su repertorio. Pero ya pisamos el tembladeral y es hora de profundas trans- formaciones. Una sociedad renovada debe separar los dere- chos sexuales de los derechos reproductivos, precisa vínculos igualitarios entre varones y mujeres y necesita el reconoci- miento de la “diáspora de la sexualidad” y de los géneros. En el fondo, y en la superficie, este bello texto es un pretexto para que, repasando las manifestaciones amatorias y sexuales de nuestro pasado, desatemos las amarras del futuro. Es hora de desatrancar los cuerpos. Dora Barrancos 12 | MARÍA SEOANE PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN Nunca menos amor El ya consagrado ensayo de María Seoane, dedicado a inter- pretar la dimensión del sexo y las pasiones amatorias a lo largo del siglo XX en nuestro país, renueva la apuesta con esta segunda edición. La autora ha extendido el análisis hasta las experiencias de nuestros días, algo que no podía dejar de hacer en razón del vertiginoso giro de los acontecimientos en los últimos años. Cuando concluyó su primer abordaje se ensa- yaba la primera presidencia femenina con plena legitimidad –un cambio singular de las conductas políticas–, pero parecía que se estaba muy lejos de la legislación que daría derechos al amor homosexual y que constituiría en sujetos de prerro- gativas igualitarias a quienes se permitían trastocar los géne- ros. Sorpresas te da la vida…hay que admitir el viejo cliché. En tan sólo siete años –que no han sido precisamente los de las AMOR A LA ARGENTINA | 13 siete plagas, sino todo lo contrario – las transformaciones nos dejan boquiabiertos. Admito el mal cálculo que varias veces hice sobre la lentitud de mutar nuestras actitudes con res- pecto a la sexualidad, las restricciones a disponer del cuerpo de modo autónomo, moneda corriente en nuestro suelo que María Seoane ha retratado con tanto acierto. Fue un pronós- tico equivocado de mi parte, al menos en lo que corresponde a las formas jurídicas; cuestión que obsesionaba a Foucault. Lo cierto es que el casamiento en igualdad de condiciones, con consecuencias también igualitarias sobre la paternidad/ maternidad de gays y lesbianas, avanzó sobre los imaginarios retardatarios de nuestra sociedad. Es notable que la ley haya contribuido a resquebrajar la cantera simbólica pues estoy segura de que la norma legal ha amparado el coming out, ha dado coraje para vivir con toda dignidad sensaciones y senti- mientos enfrentando a los mandatos heterosexuales. ¿Y qué decir del derecho a la “identidad de género”? Es una prerroga- tiva sustancial de los derechos humanos universales pero que se exhibe como norma positiva casi de modo exclusivo en la Argentina.