La Odisea Cumanesa
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La odisea cumanesa “Me levantare del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final.” -Rafael Cadenas. Capítulo I. Sobre la manera más barroca de cómo se formulo el mundo a partir del caos emergiendo los elementos primordiales; cuando la noche, el tiempo, el éter, las tinieblas, el cielo, la naturaleza, la tierra, y el océano se aunaron dando paso a todo lo conocido. En principio el Caos era lo único existente, padre de todo cuanto se conoce, no resplandecía la luz, no trascurría el tiempo, nada era que aquello que cobijaba la noche, las texturas estaban confundidas, entonces en la tempestad se fue fraguando un sinfín de arquetipos como en una lavadora que bate eternidades. Un mar solitario constituido por el más denso vacío se explanaba sin lindes en el gélido cosmos, era un mar de tinieblas imperceptible; tanto que apenas se dice que existió en aquel momento donde el tiempo no daba marcha. En las corrientes yertas del mar no le rielaban los rayos de la luz titilante de estrella alguna, era un espejo de sí misma, un espejo sin imágenes y de él apenas empezaban a nacer todos los astros emergiendo de sus turbias espumas elevándose como disparadas torrencialmente en una lluvia para acomodarse ataviando el cielo que era una manta extendida en la tierna oscuridad, se empezaban a alinear sobre el eje del caos titubeando los informes astros hasta elevarse tan alto que obligaron al caos a ensanchar sus tenues y delgados limites, dando entonces a lugar a la inmensidad, lo inconmensurable y lo indetenible. El Caos empezaba a inflarse ante tal presión y era en sí mismo el cosmos que todo lo contenía , sobrecargado empezó a implotar con rayos de luz y nacieron de ello las formas, las estrellas que aun eran masas entrópicas empezaron a regirse por geometrías y a obedecer ante las normas fundamentales, la noche fue engendrada del vientre de la maternal oscuridad y el brillo de las estrellas le dio sentido a estas, pues sin la luz esta era una ilusión, el éter empezó a circundar a los lados del caos salpicando pequeños puntos con su luminosidad, la gravedad atornillo cada astro , los colores tintaron el universo primero tan sutilmente que la noche reinaba padeciendo y luego de manera tan avasallantes que la oscuridad debió retroceder y acomodarse entre los espacios donde no rutilaba la atiborrada luz y así fue como esta le empezó a temer pero sin nunca enemistarse, el refrenado Erebo sintiese entonces triste que antes era incoloro se enlentecían con un negro mortecino y partir de allí ese fue el color de las ausencias, del sepulcro, las mortajas y los espejos en la penumbra. En las entrañas del ser primordial, el éter, las estrellas, la oscuridad y la noche revolviese todas en una vorágine constreñida, de Aquel Que Todo Lo Es surgió en la efervescencia de la espuma, porque de él nada se crea si no que espontáneamente todo surgió esperando al Caos para poderse materializar, una simbiosis entre él y el Universo lo hacen uno solo, aquello que se había materializado en forma corpórea a quien se le llamarían amor dio nombres a aquellas fuerzas incomprensiblemente poderosas que legitimaban entre ellas, la Oscuridad se llamaría Erebo, la noche Nix, el día Hemero, La luz Éter, el cielo Urano, Y a el mismo : Eros. Aquella partícula donde estos residían se torno inestable, entonces Caos la representación del deseo primordial del universo por existir dio su vida por la razón de este, Inmolándose en una explosión tan colosalmente catastrófica de magnitudes indescriptibles la luz, el éter, las estrellas, el cielo , la noche y la oscuridad salieron expedidos por la faz de universo creándolo todo a su avasallador paso, con un eco tan pronunciado y una fuerza tan atronadora que aun hoy las ondas van dando forma en todas direcciones cuando toca aquello que es intangible, ese ruido es todo el ruido y ese eco todo el eco. El Caos no había muerto, si es que alguna vez estuvo vivo despierto o dormido, si no que se fundió para formar parte del todo perdiendo su conciencia y transmigrándola a todos sus hijos en forma de leyes regias bajo las cuales se actuarían, su relación era la de un soñador con lo soñado y la simultaneidad de la fluctuación aseguraba que su mirada reposara en aquel teatro que se nombraría realidad. un nuevo orden se apoderaba del universo y aquellos seres turnaron sus fuerzas para mantener la estabilidad de aquella obra inexhausta, del estruendo derivo el tiempo quien comenzó a partir de ese momento a dar cuerda de las eras, siglos, años, horas, minutos y segundos, también la tierra y el agua que fluyo en todas direcciones descontrolada como un buey salvaje y acabaría por domarse en las cuencas y valles de la tierra, de los restos y el material defectuoso que había generado la colisión del espacio-tiempo toda se filtro goteando hasta el rincón más recóndito del universo goteando sin celeridad pero si con constancia, soterrada en los entresijos de la misma formando un pozo negro de bajeza y alquitranado que dio vida a un titánico ser de ojos nublados llamado Tártaro tan inmenso en sí que podía contener a todos sus hermanas y hermanos apretujadas en sus brumosas entrañas, exiliado y condenado a contemplarlos en una lejanía tortuosa.las distancias fueron repartidas primero la oscuridad, luego el cielo, la luz, la noche, el mar, la tierra. Así todo fue dando forma a las tormentas fluidas atrincherándose en su pequeño espacio durante lapsos incalculables y eternos, cada uno siguiendo el curso natural. Hasta las fuerzas que llamándose dioses que se la pasaban en una lucha eterna y necesaria de manera que destruían haciendo y construían entre su destrucción. El mundo vivía ciclos exasperados de belicosidad para destruirse y reordenarse; entre estas franjas hubo extinciones totales y solo lo primordial se preservaba, Como resultado de esto, un día muy temprano aun en la faz del cosmos, una pequeña estela muy ínfima para ser una estrella alumbro de manera tímida un lugar que celaba la noche, esa pequeña braza de fuego refractada en los ojos de algún dios, era la esperanza de una especie, aquella braza insignificante vibraba escapando de la realidad y no solo los apoteósicos Ojos lo admiraban, ! Prometeo, dios maldito, que has hecho! Capítulo II. De el comienzo y la preparación del largo periplo aun no concebido .De la llegada inesperada de nuestro héroe; el ingenioso Marcos Rafael al liceo en tan tempranas horas del alba. <<Háblame, musa, del ingenioso héroe que peregrino tanto tiempo, vio las ciudades y observo las costumbres de las gentes, después que fue asolada la acrópolis sagrada de Troya por obra de su gran sagacidad>> -Homero EL INGENIOSO Marcos Rafael se acababa de levantar y atribulaba su cara en la ventana fría y repleta de luz recién parida. En tan ilustres horas de la mañana la ciudad se veía iluminada por una gratificante celsitud, un céfiro apacible y fresco recorriendo con detalle la avenida prolongada con los postes aun encendidos y sin autos transitando se dejaba holgar en el lecho áspero de las aceras. Las almas mortales en su mayoría reposaban en respectivos hogares, en la faena del sueño dulce antes que termine de reventar el alba quien batallaba con los despojos de la noche añeja. El hombre que asomaba quien por orgulloso y Homérico nombre lleva Marcos Rafael se prepara para salir y prepararse en horas tan apremiantes, la noche fraudulenta le había recompensado con largos chorros de energía, camina errante con una característica erección previsora ocultada en sus manos desnudas y mientras buscaba el baño que le era urgencia para encubrir su pudor y peinar su cimera, se permeo del agua de la ducha despertando sus ánimos aun dormitados entre sus nervios y la piel, con un desborde opulento de agua se enjuaga copiosamente el cuerpo estregando una pastilla rectangular de jabón , exhorto en su privacidad su mano se empieza a explorar los recónditos lugares de su cuerpo como un gato se funde en la privacidad de las sombras pararelas de un callejón, es interrumpido por llamado del urgente padre, quien por diligente tiene apuro por partir con las ventiscas primeriza, no vaya a ser que el trafico lo coja, rápidamente se decide a salir de la penumbra de la regadera para secarse su magnífico cuerpo hectomorfico, una vez en su cuarto se dispone a preparar sus raciones y equipamientos, envaina su espada de madera del árbol donde plañen los dioses y sus escudos de papel hechos de libros donde se develan secretos de la intima naturaleza humana, preparado sensatamente para cualquier ocasión que se le presentara, después de realizar honrada tarea miro al cóncavo espejo para encontrar verse con una camisa marrón tejida con un material suave y suelta con tal ligereza que el viento al salir la ondula como una bandera izada y su cara pequeña y ridícula que no soporta reflejarse con prolongación, a cualquier intento de mandoble templado atacar por mas filoso que fuese se rompería en los íntegros hilos de la camisa marrón que eran férreos como el más enalbado de los metales, su trino de botones trasparentes amoldaban la prenda al cuerpo con cabalidad. Ya está el caballero, de mágico equipamiento y en estratagemas diverso listo para la hondonada. desde su torre va descendiendo, Apoyado en la balaustrada va cuesta abajo por los numerosos escalones hasta llegar a suelo firme, presto se dirige al carruaje y aguarda en el asiento delantero mientras este emprende marcha con dirección al noreste, Marcos Rafael hijo de Don Marco Ernesto conductor de tan exquisito vehículo/bancario de ancha oficina y en cuales venas circula la sangre de una alta y congraciada estirpe, encontrabasé pudiente el héroe en el asiento esperando llegar a su destino, infortunado aquel provenir que le espera el de un día largo y trabajado: de místicas desventuras y trebejos por la ciudad mariscala.