Dias De Odio”
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COMO SE HIZO “DIAS DE ODIO” “Días de Odio” de Leopoldo Torre Nilsson estrenada en Argentina el 3 de junio de 1954 Nuestro cine logra acontecimientos que se presentan, a todas luces, como imposibles: tal como el de unir, en un mismo proyecto creativo, a talentos artísticos tan disímiles como los de Jorge Luis Borges, Armando Bó y Leopoldo Torre Nilsson. El hecho tuvo lugar en el año 1953. Leopoldo Torre Nilsson venía de dirigir, bajo la tutela de su padre Leopoldo Torres Ríos, el film “El crimen de Oribe” (1950); y de colaborar en dos películas de temática deportiva producidas por Armando Bó: “Pelota de trapo” (1948) y “El hijo del crack” (1953). En estos films Bó se lució en sendos papeles protagónicos, mientras Torre Nilsson participó en los guiones, en la asistencia de dirección del primero y en la co- dirección del segundo. Los buenos resultados artísticos y económicos de estos films, animaron a su productor, Armando Bó, a diseñar un film colectivo que incluyera cinco cortometrajes dirigidos por diversos realizadores, entre ellos Julio Saraceni, Alberto D´Aversa, Leopoldo Torres Ríos y Leopoldo Torre Nilsson. Este último comenzó entusiasmado a trabajar en el proyecto. Pensó que lo mejor sería adaptar un cuento que había leído cinco años antes en la revista “Sur”, el mismo se titulaba “Emma Zunz” y su creador era Jorge Luis Borges. Nilsson se contactó con el escritor y en colaboración escribieron un guión para un cortometraje de veinticinco minutos. Los otros directores no se entusiasmaron con el film ómnibus orquestado por Bó y entonces éste alentó a Nilsson para que alargara el guión y así poder construir un largometraje. El desafío era complejo porque los núcleos dramáticos diagramados por Borges no dejaban fisuras para profundizar el conflicto (que ya había sido explotado por el escritor en todas sus posibilidades) y tampoco podía continuarse más allá de la resolución del conflicto porque lo tornaría a éste inverosímil. Entonces Nilsson optó por rellenar el guión, pero sin consultar a Borges. En cambio, se dice, que pidió ayuda a la escritora Beatriz Guido quien habría cooperado en la construcción de los diálogos entre la escueta Elisa Christian Galvé (Emma Zunz) y un joven que la corteja, interpretado por Duilio Marzio. Beatriz Guido no figura en los créditos del film y solo podemos tomar esta posible incursión de la escritora en este guión como un trascendido. Al ver el film “Días de odio” descubrimos en el mismo la voluntad de plasmar un verosímil social característico de la época -sobre el final del primer peronismo- construido a través de la representación de los ambientes de las fábricas textiles que empleaban a mujeres como obreras. Para lograr este verosímil Leopoldo Torre Nilsson rodó la mayoría de las escenas en escenarios naturales, tal como se aclara en un didascálico inicial, de este modo las fábricas, pensiones, cementerios, 1 cines y barrios de clases bajas representados en el film son lugares existentes y reconocibles. La idiosincrasia lúgubre de estas locaciones determinó que el film portara una construcción de sentido pesimista en torno al ambiente representado, que entorpeció su distribución local e impidió su distribución internacional, tal como lo recordó Nilsson años más tarde: “Mi proyecto más audaz, que fue “Días de odio”, fue prohibido para la exportación y virtualmente sus posibilidades de distribución en el país se limitaron al máximo, no sé si porque era obra de un autor no visto con simpatía por el gobierno, o porque se pensó que el tema era demasiado negro o desagradable, que no mostraba una Argentina demasiado feliz en algunos de sus personajes”(1) Esa Argentina no demasiado feliz de la que hablaba Nilsson es, en cierto modo, un efecto no deseado del estado de bienestar peronista cuyas normas de privilegio para la clase obrera, antes maltratada, habilitó una política de proliferación de fábricas que demandaban abundante mano de obra, las cuales fueron provistas por nuevos tipos de trabajadores: los varones inmigrantes venidos del interior del país y las mujeres jóvenes que antes trabajaban en el servicio doméstico de la burguesía o que limitaban su existencia a ser madres de familia. Estos nuevos empleados conformarán, indefectible, una nueva legión de seres solitarios. Y son estos seres solitarios los que deambulan sin rumbo en el film “Días de odio”; es a través de la desolación de estos personajes donde podemos advertir los aportes introducidos por Nilsson al argumento creado por Borges, tal como lo explica el propio realizador: “A medida que el film comenzó a crecer en mí, comenzó a tener sentido, a medida que comenzó a tener un sentido, el trabajo de inventar situaciones e imaginar personajes fue más fácil y más rico. “Emma Zunz” en ese momento dejó de ser la historia de una muchacha que busca vengar la muerte de su padre. “Emma Zunz”, era la historia de una soledad, en contraposición con un medio. Era una historia mucho más vieja, pero quizás más rica y expresiva. Era de alguna manera, la historia de todas las soledades, de todos los odios, de todas las venganzas. Esto es quizá, lo que más allá de todas las peripecias psicológico-argumentales de “Días de odio” he tratado de mostrar, el repetido contrapunto del hombre y la sociedad”(2) Estas palabras de Torre Nilsson nos impiden asir el film “Días de odio” como una simple película de venganza; si bien su argumento está atravesado por una trama vengativa que habilita el objetivo de la protagonista: matar a un hombre, el señor Plesner (Nicolás Fregues), que hundió a su padre en la ignominia al hacerlo partícipe involuntario de una estafa a la fábrica donde ambos trabajaban; la misma fábrica que ahora dirige el señor Plesner y en donde la joven Emma (Elisa Christian Galvé) está empleada como obrera. Es por eso que intentaremos aquí analizar el film desde su representación de la época, superando la anécdota presente en el cuento y reproducida en el film. A poco de comenzar el film, asistimos a la representación de un nuevo tipo de mujer a través de las caracterizaciones de las compañeras de trabajo de Emma. La mayoría de estas mujeres vinculan su independencia laboral con el libre albedrío 2 sentimental, lo cual posibilita que ellas seduzcan abiertamente a los muchachos, sin fingirse inocentes. Estas nuevas mujeres organizan fiestas para seducir a los varones. De este modo el avance masculino del varón experto sobre la mujer inocente queda sepultado. En su lugar se erige la nueva mujer que avanza sexualmente sobre el varón. Pero, en el fondo, este nuevo tipo de mujer se siente insegura ante su nuevo rol, al punto tal que una de ellas afirma preferir no trabajar en la fábrica para quedarse en casa aunque sea con un bruto que le pegue y la llene de hijos. Esta inseguridad se debe a que estas nuevas mujeres toman modelos de posesión masculina para relacionarse afectivamente, de este modo la obligatoriedad de seducir mujeres que habita en la mayoría de los varones heterosexuales de la época es ejercida, por estas mujeres, invirtiendo el objeto sexual pero haciendo uso de las mismas estrategias, La cercanía afectiva de Emma con sus padres desconcierta a sus compañeras quienes no comprenden cómo Emma puede preferir a su padre en lugar de un joven buen mozo que la corteje. Una de ellas dice sarcástica: “Para Emma no hay más hombre que su padre”, y es verdad. Así lo expresa Emma en su perenne voz over reservada al espectador: “nunca había hablado con un desconocido y apenas dos o tres veces con muchachos novios de mis amigas”. Este encierro en su familia -sus padres que ya no están-, obligan a Emma a vivir en la más plena soledad. En su peregrinaje de venganza se encontrará con otros personajes tan solitarios como ella: el joven de mirada triste (interpretado por Duilio Marzio) que la seduce solamente por ser distinto a los otros muchachos. El rufián que la ayuda cuando unos hombres intentan abusar de ella en plena noche. El cantinero (Osvaldo Terranova) y su único cliente. El loco de la plaza que insiste en alimentar unos gatos que huyen de él. Los marineros que buscan sexo pago con mujeres. El ambiente de los hoteles alojamiento de la época. La soledad de la pieza de pensión en la que vive Emma con otros personajes que apenas conoce. Todos estos seres solitarios son utilizados por Nilsson para representar, a través de sus angustias existenciales, la desdicha que sufrían las personas que habitaban la ciudad de Buenos Aires de principios de los años cincuenta, una ciudad que sólo los demandaba para usufructuarlos como mano de obra y que los condenaba al más absoluto desamparo afectivo. Fernando Morelli (1)Leopoldo Torre Nilsson en diálogo con Tomás Eloy Martínez, radio Universidad de Córdoba, 6 de agosto de 1961. Reproducido en “Torre Nilsson por Torre Nilsson” Selección y prólogo de Jorge Miguel Couselo, editorial Fraterna, 1985 (p.145). (2)Leopoldo Torre Nilsson “Historia de una película” en “Gente de cine”, número 29, enero-febrero de 1954. Reproducido en “Torre Nilsson por Torre Nilsson”, obra citada (p.144) 3 De la literatura al cine Emma Zunz – Días De Odio Ricardo Piglia dijo alguna vez que “Emma Zunz” era el primer cuento obrerosocialista de la literatura argentina ya que pone en escena, como ninguno, la lucha de clases. La observación es interesante, sin embargo Piglia va más allá y ubica la historia en la tradición del relato policial negro. En el cuento, el acertijo requiere dos o tres frases para explicar la venganza de Emma a la memoria de su padre. Una “justicia finita” se desata con la carta que le anuncia a Emma, aquella tarde después del trabajo en la fábrica, el suicidio de su padre en Brasil.