La Jornada de 1567-1568 Cronología e historia crítica

Juan Ganteaume A. 2

A los caraqueños de ayer, que amaron a Caracas mucho antes que esta naciera.

A los caraqueños de hoy, que no dejan de amarla, desde su primer día... 3

Índice

Siglas y Bibliografía

Nota introductoria

En el valle de Cáncer (Preludio a la Jornada)

Primera Parte: El año de la fundación

El problema concreto de la fecha de la fundación. Estado incierto de la cuestión

Prueba A: Capitularidad Pro Tempore

Prueba B: Quo Vadis

Prueba C: Ponce Dixit

El huevo, o la gallina...

Prueba D: Declaraciones de testigos. Data de la fundación

Caraballeda, la primogénita

Indicios adicionales

Guaicaipuro manso

Segunda Parte: El año de 1567

1567 y el “Factor Oviedo”

Las fuentes

El plan de conquista

Indios, corsarios y conquistadores, todos en pos de la costa

Bontemps & Lovell, ltd.

Valier quema Borburata 4

Valier pretende derechos de conquista

La Batalla de Maracapana

Finalmente San Francisco

En Caracas, Santiago no es santo de devoción 5

Siglas y Bibliografía

Siglas

AAC Archivo Arzobispal de Caracas.

AANH Archivo de la Academia Nacional de la Historia, Caracas.

AGI Archivo General de Indias, Sevilla.

AGN Archivo General de la Nación, Caracas.

BANH Colección “Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia”, Caracas.

Bibliografía

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Nota Introductoria

Numerosos historiadores han dedicado tiempo en el empeño de fijar la fecha exacta de la fundación de Caracas, pero con poco éxito, en definitiva.

Juan Ganteaume, en este estudio, establece una tesis muy convincente que la fundación fue en marzo de 1568, pues lo que hubo antes (1567) fue el poblamiento (o el repoblamiento) de la San Francisco de Fajardo. Datos muy precisos y atinentes aporta este autor para sostener su tesis. Con mucha ilustración y apego a la verdad histórica, arriba a esta conclusión.

Escrito en lenguaje sencillo, de fácil lectura y ameno, nos proporciona una obra importante que seguramente será objeto de comentario por historiadores e interesados.

Pedro M. Arcaya U. 8

En el valle de Cáncer (Preludio a la Jornada)

En la exposición que sigue intentaremos mostrar las causas que a nuestro juicio llevaron a la fundación de Santiago de León de Caracas en 1568 y no antes, y por qué se percibe erróneamente que esta fundación fue hecha en 1567.

La parte inicial de este trabajo estará dedicada a probar la fecha real de la fundación de Santiago de León, a inicios de marzo de 1568. La segunda parte adelantará una hipótesis de los hechos sucedidos en 1567, a falta de una fundación formal como objetivo ese año.

La división que hemos decidido para la obra obedece a razones de método, y nos ha parecido una manera adecuada de presentar el panorama completo de esta discusión sobre la Jornada de Caracas, de la forma más lógica y coherente posible, para el examen crítico que algunos sin duda harán sobre lo aquí expuesto.

Es pues -por necesidad- un trabajo de análisis, de cuyo rigor metodológico no podemos escapar, soportado por citas, notas y referencias que el lector lego puede obviar tranquilamente sin temor a perder el núcleo de la argumentación. Si tiene la paciencia y el tiempo para leerlas encontrará, sin embargo, interesantes datos sobre Caracas y la época que aquí se trata. Muchos términos son de la época y algunos han caído en el desuso. Rogamos disculpas si no los explicamos todos en aras de preservar la trama de la argumentación.

Este trabajo no discutirá temas superados como que si Losada entró a la provincia de Caracas antes (o después) del año 1567, pues esta fecha de ingreso no la ponemos en duda. Tampoco hará materia de análisis el hecho obvio de que en algún momento de 1567 -quizás a partir de octubre- se formó en el valle de Caracas un “real”, un “perímetro fortificado” o “campamento”, que perduró con ese estatus mientras el asentamiento no tuvo seguridad, nombre, ni categoría de ciudad castellana, hasta su fundación como tal, al año siguiente. Tan sólo tratará la fecha de fundación de Santiago de León, sus causas y las particulares circunstancias que impusieron realizarla -a nuestro juicio- en 1568.

El análisis intenta aislarse de hipótesis tales como que si fue la San Francisco de Fajardo -en 1560- la verdadera fundación y la sucesora una “reedificación”, manteniendo el énfasis en la búsqueda de la real fecha de fundación de Santiago de León, que es el objetivo del trabajo. Mas como el desarrollo del argumento crítico lo impone por fuerza, dejaremos planteadas sin embargo, un par de preguntas al respecto y algunas consideraciones para dicha vieja hipótesis.

Sea este pues nuestro aporte a un muy interesante debate que a ratos duerme como tizón apagado, pero que levanta llamas de pasión si se lo remueve. 9

Primera Parte: El año de la fundación

“... en cuyo nombre se pobló y fundó la ciudad de Nuestra Señora de Caraballeda, y ésta de Santiago de León de Caracas”.

Testimonio del conquistador Sebastián Díaz de Alfaro, 1603. AGN._ Encomiendas, t. III, f. 87.

10

El problema concreto de la fecha de la fundación. Estado incierto de la cuestión

Dos tesis sobreviven en la discusión sobre la fecha de fundación de Caracas por Losada, ambas con variantes, pero que en líneas generales podemos resumirlas así:

1- La tesis “tradicional” afirma que Santiago de León fue fundada en 1567. Esta es la hipótesis aceptada actualmente, o por lo menos la que se aplicó oficialmente para la celebración del Cuatricentenario de Caracas, en 1967.

2- Otra línea argumental disidente, que podemos llamar de “fundación tardía”, intenta probar -sin mucho avance, por lo que se ve- que la ciudad se fundó en 1568. Las demás posibilidades, como una fundación por Losada en 1566, o antes, parecen haber sido suficientemente rebatidas.1

La tesis tradicional, o principal, tiene mucha fuerza. Es muy antigua. Surge con la célebre y difundida obra del historiador mantuano José de Oviedo y Baños, publicada en 1723 con el título de Historia de la Conquista y Fundación de la Provincia de Venezuela.2 Eminentes investigadores nacionales o foráneos como Nectario María, Jerónimo Martínez Mendoza, Enrique B. Núñez o Demetrio Ramos Pérez entre otros, la han adoptado y defendido.3 Sus esfuerzos probatorios, a primera vista, muestran tanta contundencia que el tema pareciera zanjado, al menos para el año.4

1 Vid: J. A. Cova._ Caracas no fue fundada en 1566. Diario La Esfera, Caracas 17/05/1963, y Fundación Boulton._ ¿Fue Caracas fundada en 1566? Boletín Histórico N° 2, Caracas, 1963. No obstante, como corolario a esta tesis -según veremos-, la fundación fajardista de Caracas pudiera válidamente argumentarse.

2 En propiedad, historiador nacido en Bogotá, criado en Lima y casado con una criolla mantuana.

3 Sus obras sobre este tema, respectivamente: Historia de la Conquista y Fundación de Caracas, Madrid, 1966; Venezuela Colonial, Caracas, 1965; La fecha de la fundación de Caracas, revista Crónica de Caracas, Nº. 55-57, Caracas 1963 y La fundación de Caracas y el desarrollo de una fecunda polémica. Fundación Boulton, Boletín Histórico Nº 15, Caracas, sep. 1967.

4 Hablando de la obra del hermano Nectario María, Demetrio Ramos afirma: “... los documentos que presenta son tan decisivos que incluso cabe pensar en una cuestión resuelta. … Muchas referencias documentales contiene la obra, todas ellas confirmatorias de ser el año 1567 el de la fundación”. Ramos._ op. cit., p. 310 y 311. En defensa de esta posición se ha llegado a términos de manifiesto de fe: “La conclusión personal a la que hemos llegado … nos colocan en el numeroso grupo de aquellos que consideran verdadera 11

Los defensores de la tesis revisionista -así la llama Demetrio Ramos-5 a favor de una fundación en 1568, los que en definitiva razonan esta posibilidad de forma más elaborada, que no por ello necesariamente más clara, son Julio Febres Cordero y María T. Bermejo de Capdevila.6

La falla fundamental de la argumentación de estos dos últimos autores podemos resumirla en la necesidad de tener que apelar, ambos, a incómodas fundaciones de ciudades en el valle de San Francisco -o Caracas-, o poblados castellanos previos a Santiago de León, hechos por el mismo Losada en su Jornada de Caracas de 1567, poblaciones hasta ahora no probadas y por tanto especulativas, para explicar o sustentar sus alegatos.7 Para asumir una fundación en 1568 estos autores revisionistas no logran dar con una cronología creíble que medianamente justifique por qué hacerla “tan tarde”.

Para los defensores de la tesis “tradicional” de una fundación en 1567

lo evidente es la dificultad que existe para admitir la fundación en 1568, puesto que la carta del gobernador Ponce de León de diciembre de 1567 ya da parte al rey, como sabemos, de estar pobladas las dos ciudades -la del valle y la de la costa-.8

y exacta la tesis tradicional de que Caracas tiene su origen el 25 de julio de 1567”. Martínez._ op. cit., p. 105.

5 Ramos._ op. cit., p. 328.

6 Respectivamente: La Fundación de Caracas, Caracas 1965 y Análisis de documentos para el estudio de la fundación de Caracas, Caracas 1967. Adicionalmente, es probable que fray Cesáreo de Armellada haya llegado a concluir también en una fundación en febrero de 1568 para Caracas. La noticia la da Demetrio Ramos, como comunicación personal recibida, agregando no haber argumentación que la apoye en el contenido de la carta. Ese trabajo permanece inédito pues, si es que existe. Ramos._ op. cit., p. 328.

7 Es la llamada por Demetrio Ramos “tesis de las fundaciones sucesivas de Losada” o “de sucesivas poblaciones” en el valle de San Francisco. Ramos._ op. cit., pg. 304 y 311. Su crítica sobre ella es brillante, pero como para nosotros Bermejo propone la fecha correcta -al igual que Febres-, 1568, la argumentación de Ramos está a su vez minada en la base. La tesis de J. Febres, no obstante los errores de análisis que a nuestro juicio contiene, y que Ramos “tan inteligentemente descubre los puntos débiles que pueden existir”, se acerca mucho a las ideas de esta nuestra tesis. Febres considera, al igual que nosotros “… que es después de haber fundado Caraballeda, cuando Losada regresa al interior” y funda Santiago de León en 1568. Ramos._ op. cit., p. 306.

8 Ibídem, p. 309. Ramos se refiere a la Carta al Rey publicada por Nectario María en su obra sobre la fundación de Caracas, la cual usa Nectario María para “probar” una supuesta “fundación” de Santiago de León en 1567. La Historia del hermano Nectario María -que 12

Sin embargo, objetivamente, no pueden obviarse las pruebas que Febres y Bermejo presentan para mostrar las contradicciones que surgirían de una fundación por Losada en 1567. Obligan a alguna explicación.

El núcleo de la polémica, como se ve, es el lapso de tiempo que media entre la llegada de Losada al valle de San Francisco y la fundación de Santiago de León. Una cronología de hechos probados, más allá de toda duda, deduciendo de ellos conclusiones correctas, debería aportar una explicación coherente, al menos en el año, en tanto que la historia y nuevas investigaciones proveen mejores soluciones.

Pero vayamos por partes: Un punto inexcusable a tomar en cuenta en toda esta discusión es el significado que los documentos, testimonios y declaraciones del período dan al término poblar, y a derivados críticos como pobló. Pues dependiendo de las circunstancias, contexto, cargo o cultura aparente del declarante, los actores o autores difieren en distinguir o no en el término fundar como su sinónimo.

Actualmente se ha perdido esa ambigüedad. Hoy día ante un hecho como el que nos ocupa no se habla de poblar, sino de fundar. Pero en el siglo XVI, en Indias, poblar tenía un sentido laxo, que llevaba implícito un “dual” significado en la validez de su uso para la época. Uno de esos significados se refería al hecho físico de asentar gente en un lugar, y el otro, una fundación oficial castellana en toda regla, con creación de cabildo, reparto de solares y encomiendas. En muy pocas situaciones -casi todas judiciales o burocráticas-, había que llegar al punto de precisar estrictamente que se está hablando -en esa declaración- del momento en que se realiza el acto jurídico de fundar, con lo que entonces se acudía por imposición del interrogatorio judicial o las circunstancias personales, a este específico término. El uso vocal generalizado y suficiente era poblar, y fundar, el restringido.

Otro término clave a considerar es vecino. Aquí no hay imprecisión. Cuando se habla en una declaración, testimonio, o documento oficial de vecindad, se entiende que hay habitantes de un cierto lugar poblado cuyos derechos, privilegios o deberes cívicos son asumidos jurídicamente por una entidad legal que representa la ciudad, pueblo o villa “de cristianos”, y que es susceptible de actos jurídicos o legales sobre ella, o generados por ella, a través de su República, quien la representa; esto es: una ciudad formal castellana, con Justicia

sigue fundamentalmente a Oviedo aunque lo critique tenazmente a cada paso- permanece como el mejor trabajo hasta la fecha sobre la conquista y fundación de Caracas, exceptuando quizás el clásico de Oviedo y Baños. Sirve de rico complemento documental sobre el área y el período, aunque se orienta a tratar de apoyar la tesis del historiador provincial Oviedo y Baños de una fundación de Santiago de León en 1567.

El trabajo de Jerónimo Martínez es, a su vez, un análisis específico de las pruebas que presenta el hermano María a favor de la tesis de Oviedo. Demetrio Ramos, por su parte, hace un estudio profundo y serio de todo el problema, incluyendo y rebatiendo la hipótesis revisionista. Su análisis lo lleva sin embargo a aceptar también la tesis tradicional de fundación en 1567. 13

(alcaldes, procurador, alguacil y escribano) y Regimiento (electores denominados regidores, que eligen al resto del cuerpo edilicio). No sólo eso, sino que normalmente este vecino tiene un solar propio, adjudicado por esta Justicia y Regimiento en dicha ciudad, en el cual morará usualmente. Si este vecino es de los Primeros Pobladores -que en sí constituía un grupo con derechos y privilegios, como vecinos más antiguos-, tendrá, además, tierras de labranza y encomienda, repartidas en la fundación inicial.9

Dicho esto, vemos que tanto Nectario María, como J. Martínez Mendoza -y hasta el mismo D. Ramos Pérez- basan sus pruebas de la fundación de Santiago de León en 1567 en el término poblar (optando únicamente por uno de sus sentidos: “fundar”), apelando a la conocida Carta al Rey que escribe el gobernador Ponce de León desde Coro en diciembre de 1567, en la cual afirmaba, hablando de Losada: “…que con la gente que llevó tiene poblados los dos pueblos que los indios primero habían despoblado”.10

Pero con base a las consideraciones arriba expresadas, poblar, como prueba fundacional, no es, como se observa, del todo conclusiva. Transcurrido el tiempo, como un hecho cumplido, años después, podían perfectamente aseverar los testigos, refiriéndose a un determinado establecimiento de españoles, que un capitán había “poblado” o “pobló”, pues al cabo, se habría llenado hasta el extremo lógico de la fundación, que es la característica esencial del poblamiento “por mandato”.11

Mas no hay duda que, previo a poblar -como acto jurídico de fundar-, está el hecho físico de asentar gente en el sitio, que es determinante y es el que técnicamente satisface el concepto. Sin negar la validez de la argumentación de Ramos Pérez, que aborda el asunto desde el plano jurídico de las leyes de Indias, un lugar poblado, antes como ahora, sigue siendo un sitio donde hay gente viviendo, detalles aparte. Un área geográfica, bajo esta elemental lógica, presenta por así decirlo un estado dual o binario: está “poblada” o “despoblada”,

9 Demetrio Ramos, en su trabajo, arrima bizarros ejemplos extremos de fundaciones en Indias: Cabildos o “repúblicas” ambulantes dentro de barcos, alforjas u otras ciudades; poblaciones asentadas -con Justicia y Regimiento, vecinos y solares- pero no fundadas aún, después de años de establecidas; o fundaciones previas que nacen antes que la expedición conquistadora salga a la Jornada de conquista y fundación. Ello para probar que la ciudad jurídica castellana puede existir independientemente de su real estado físico. Vid: Ramos._ op. cit.

10 M. Briceño Perozo._ Temas de Historia Colonial Venezolana, BANH-182, p.605.

11 La historia de Nirgua, por ejemplo, es una sucesión de poblaciones “por mandato”: En una declaración en Valencia fechada en 1590 Cristóbal Ruiz declaró al serle interrogado cuáles capitanes habían intentado poblar Nirgua, que “... él conoció a Ramírez, Carmona, Olea, Juan de Mora, don Pedro de Agreda, Juan Bautista y que sabe que cada uno de estos capitanes poblaron su pueblo en la provincia de Nirgua e hincaron su rollo, eligieron justicia y regimiento en nombre del Rey, nuestro Señor”. AGI._ Sto. Domingo, leg. 193. en AGN._ Traslados, t. 609. Indios de Nirgua. 14 independientemente de que haya en ella unas chozas o una metrópoli. La condición suficiente para decidir uno u otro estado no es la legalidad de la comunidad, solidez de su techo, o número de gente que la habita, sino su presencia.

Lo que queremos decir es que, si vamos a discutir un momento tan puntual como es la fecha de fundación de Santiago de León, debemos precisar el caso hasta ese nivel. A nuestro juicio pues, volviendo a la Carta al Rey, esta afirmación de Ponce de León como prueba estricta de fundación de Caracas, tomada en el sentido que quieren darle algunos, no es alegable, como probaremos adelante.

Por de pronto, puede imaginarse el caso hipotético de un momento de 1567, en el que aún no se haya fundado en Caracas, pero en el que -de hecho- estén asentados desde hace meses, haciendo vida común, la gente de servicio y los soldados, futuros vecinos estos últimos de la ciudad a bautizar. Han comenzado estos conquistadores a nivelar el terreno; han acudido al sitio (gracias a la pacificación que se está logrando) algunas mujeres de aquellos soldados que desean “permanecer en la tierra” y ya el escribano “de la armada”, Alonso Ortiz, ha completado la lista, el “padrón” del número de pobladores que han elegido avecindarse, de entre los soldados que hacen la Jornada en Caracas. En algún momento de 1567 tienen estos levantada hasta una improvisada ermita a San Sebastián, donde se ofician concurridas misas los días de culto. El gobernador -en la ciudad de Coro, pongamos por caso-, a fines de ese año, tiene noticias alentadoras por la “Relación de lo Acontecido”, que le acaba de enviar su capitán poblador de que, en general, sólo se espera acabar con cierto rebelde , para terminar de “allanar” la provincia y fundar. ¿Cómo informa de todo ello el gobernador a su rey, a mediados de diciembre de 1567?

Según como lo vemos, lo hará “de oficio”. No escribirá una pieza maestra de irrebatible formulación jurídica, de cuya correcta semántica dependa su vida frente a un tribunal de la Inquisición, que es aparentemente el significado que a esta Carta al Rey ha querido asignarle una lógica probatoria algo cómoda. El gobernador afirmará, simplemente, que sus españoles “están poblados”, sin caer en falsedad ni malicia, y por sobre todo, haciendo uso de uno o de otro -o de ambos simultáneamente- de los significados que usualmente se le daban al término en esa época, como veremos, pues ciertamente, si al punto vamos, hace meses que estos conquistadores ya no están de paso en esa tierra de Caracas, y se espera -si los indios lo permiten- su permanencia definitiva, en lo que se logre pacificar al “régulo cabecilla”, y reconocer la tierra, para el tan ansiado reparto de las encomiendas.

“Poblados” es el término lógico que escoge el funcionario real para describir el caso, pues los nuevos colonos no están pre-poblados, pseudo-poblados, semi-poblados ni cuasi- poblados, términos que no se aplicaban, así como tampoco “repoblados”, como bien lo hace notar para este término Ramos Pérez.12 A esas alturas, resulta adjetivo, para el común de estos potenciales pobladores de Caracas, que se hayan cumplido -o no todavía- los términos jurídicos legales de la fundación formal castellana, o qué tan antes o después se haga, pues es evidente que ellos están haciendo lo necesario para asegurar su permanencia en el sitio en

12 Ramos._ op. cit., pg. 278 y 323. 15 vecindad, siendo como es el acto protocolar final u oficial de la fundación, materia discrecional del capitán poblador.

No habrá necesidad entonces, para este gobernador, informando oficialmente sobre lo hecho o actuado hasta ese momento, de llegar a extremos de -aunque pudiera- tener que escribir en su informe al rey, a fines de 1567 algo como: “están poblados, pero no sé el nombre de la población, porque aún no se ha poblado [por fundado] el pueblo que Su Majestad por su real cédula encargó reedificar, ni hay cabildo, ni sitio señalado para la iglesia, ni se han repartido formalmente solares, encomiendas, ni tierras, y apenas se comienza todo a hacer”, pues para estos detalles, precisamente, es que la susodicha Carta lleva anexa una “Relación” pormenorizada del estado actual de la Jornada.13 Para efectos burocráticos -y hasta de mérito personal para Ponce de León que es el que escribe- lo importante es que los pobladores están ya asentados en los sitios que pide la real cédula, dentro de la provincia a conquistar, y que se ha cumplido la orden real de poblar de nuevo.14

El concepto que maneja Ramos Pérez sobre lo que es una fundación de ciudad castellana en Indias -es también el nuestro- lo define claramente en su obra:

una fundación es un acto jurídico que se realiza en un momento concreto: aquel en el que con la solemnidad del caso, se declara por el capitán poblador, ante el

13 Relación manuscrita que al parecer se extravió. Consta de su carta que Ponce de León la envió a la metrópoli, sin embargo. Lo afirma allí.

14 Un conocido testimonio de que se trabajaba, ya desde antes de la fundación, en la reedificación del poblado para su fundación formal, nos lo da una información de méritos para una encomienda, en la que se alude a Diego de Henares: “... y por ser el susodicho persona de gran capacidad e ingenio, el dicho general Diego de Losada, cuando pobló esta ciudad, le remitió y encomendó que la trazase y anivelase para su fundación, y lo tomó a su cuidado; dispuso y señaló la plaza, calles y solares de la forma y manera que hoy permanece”. AGN._ Encomiendas, XLVII, f. 65, según Briceño._ op. cit., p. 467. Y Sancho del Villar habla incluso de “... les terminar los barrios” a la población, antes de entregarse los títulos de solares, generar el padrón de los futuros vecinos y repartirse las encomiendas, esto es, antes de fundar la ciudad. Bermejo._ op. cit., p. 52, citando AGN._ Encomiendas, t III, f. 214.

Garcí González de Silva, uno de los “pilares republicanos” de la ciudad, en 1594, en un alegato ante el gobernador para demostrar la legitimidad de sus tierras y el solar que adquirió de uno de los primeros vecinos, distingue perfectamente el proceso de poblamiento y fundación, y su secuencia: “... así mismo yo tengo y poseo desde que esta ciudad se fundó y pobló uno de los solares que se dieron y repartieron a los vecinos y pobladores desta dicha ciudad para la fundación della, que es el que al presente tengo poblado y en el que tengo las casas de mi morada”. Armas Chitty._ Caracas, Origen y trayectoria de una ciudad, Caracas, t. II, p. 131. 16

consentimiento que con su presencia le otorgan los que le acompañan, seguido de la designación de regimiento15

El punto crítico es, evidentemente, que los testigos conquistadores que sobre el tema declaran o informan de Santiago de León, no distinguen -a posteriori- poblar de fundar, menos aún para una ciudad que, a diferencia de su antecesora (San Francisco de Caracas), efectivamente sobrevivió y perduró, fue pacificada, poblada, fundada, reedificada, la tierra allanada y repartidos los indios, todo en -o dentro- del mismo proceso “poblador”, siguiendo la secuencia ordinaria para tales casos, que ellos llamaban la Jornada.16

Santiago de León, en menos de una década (1577), llegará a ser “cabeza de la provincia”, con todo lo que ello implicaba para mérito de los vecinos que participaron en su creación. Cuando estos conquistadores declaren años después, como testigos, que Santiago de León “se pobló”, estarán dando por sobreentendido que se tuvo éxito en todos los pasos mencionados de esta secuencia enunciada arriba. Con merecido orgullo de vecinos de una ciudad que ahora es sede del gobierno lo alegarán como servicio a la Corona: Ellos allanaron, conquistaron y poblaron Santiago de León.

Para resolver la polémica no ayuda, pues, exhibir como prueba -convenientemente- uno de los significados de ‘poblar’, cuando se está hablando del otro. Sin embargo, los autores que analizan el caso en cuestión, por más que muestran estar conscientes de este peligro semántico, caen precisamente en esa ambigüedad sin estimar para nada hipótesis como la que acabamos de formular que bien pudieran ser con tanta o mayor validez la real situación

15 Ramos._ op. cit., p 316. Agregaríamos que a la declaración de “fundada” el capitán poblador antepone un nombre, como Santiago de León, para darle personalidad a la ciudad que está creando.

16 “Pacificar” y “allanar” son dos términos usados continuamente en las declaraciones y testimonios relacionados con una jornada de conquista.

Pacificar una parcialidad indígena o territorio, era lograr que sus aborígenes “dieran la paz”. Este era un acto definido, protocolar y público -a veces muy solemne- que se programaba para una fecha determinada, luego que los indios manifestaban su voluntad de aceptar al rey español a través de su capitán conquistador. Se obtenía la “Pacificación” por vencimiento o por convencimiento, esto es, podía darse por derrota bélica o por aceptación “voluntaria” del cacique o caciques de la zona a pacificar. “Allanar” es parecido, pero no igual. Era lograr el “cese total de hostilidades” o manifestación bélica enemiga de una provincia alzada, por la vía directa de la fuerza. Se conseguía generalmente con expediciones de respuesta, o “entradas”, o “trasnochadas”, o “albazos” (entrar al alba) de castigo contra el cacique que, luego de “dar la paz”, traicionaba o violaba su palabra, usualmente matando a un “cristiano”.

Una provincia podía estar así -bélicamente hablando- “pacificada”, pero “no del todo allanada”, o “allanada”, pero aún “no pacificada”, o perfectamente “allanada y pacificada”. 17 del asentamiento de Losada en Caracas para el momento de la Carta al Rey, en diciembre de 1567.17

Como se advierte, es claro que debe separarse el proceso de poblamiento del momento de la fundación, sin confusión en los conceptos. Pues lo que a nuestro juicio lleva a errores sobre data de fundación es que poblar -según el caso-, puede ser un lapso de tiempo -a veces de meses-, o un hecho físico, asentar gente, mientras que fundar es siempre un instante. Fundar y poblar no son siempre sinónimos, así como no siempre lo son Caracas y Santiago de León. Dicho gráficamente: No hay ejemplo registrado de un acto de fundación que dure un mes -ni cuerpo que lo resista, agregaríamos-. Si lo que se busca es la fecha de fundación, este detalle es fundamental.

Precisemos entonces algunos términos: ¿Qué es una ciudad castellana formalmente fundada en sitio?

Una ciudad castellana de la época, en Indias, fundada formalmente, tiene usualmente unas particulares características, y una forma de hacerse legalmente: En el día de la fundación, si se hace de la forma ordinaria -aunque para todo hay excepciones-, se hacen unos Autos, o protocolos de fundación, entre ellos uno modernamente denominado Acta de Fundación. Un documento muy importante, entre otros, era el Protocolo de Erección del Cabildo, de igual fecha, evidentemente, que será el que valida y crea jurídicamente la voz y autoridades de la ciudad, representada ahora en sí legalmente en ese primer “Cabildo Fundacional”.

Luego -o según el caso, simultáneamente-, se hace una lista o Protocolo de Registro General de encomiendas, si es que se conocen ya los caciques, tribus y parcialidades a encomendar - que si no, puede retrasarse o, caso contrario, adelantarse-, y quizás (no siempre), se hacía también una Data, o Registro General de Vecinos, donde constaba para efectos legales futuros quienes poblaron la ciudad, vecinos oficiales que adquieren la condición privilegiada de Primeros Pobladores, a los que se les va a otorgar, en ese momento de creación formal de la nueva ciudad, su solar legal de habitación en la ciudad, sus tierras legítimas de cultivo - más adelante-, para su manutención, y cualquier otra merced que la nueva ciudad en cabeza de su nuevo Cabildo apruebe otorgarles.

Muchas veces algunos de estos protocolos se juntaban, si procedía, en un mismo documento, o se reunían todos en un mismo legajo, o se usaba la lista oficial de los vecinos encomenderos como aval de vecindad de la nueva ciudad, obviando la Data vecinal, y el documento o legajo

17 Tratando sobre poblar y reedificar Ramos Pérez distingue certeramente entre ambos: “... ya que la ciudad no es la materialidad geográfica, sino la república de vecinos”. Ramos._ op. cit., p. 324. Pero un ejemplo cualquiera de su ambigüedad acrítica de estos conceptos, en cuanto a poblar y fundar, es su juicio y opinión de la carta de Ponce de León de 1567: “... pieza de valor fundamental, por ser ella en la que se daba noticia al monarca de la fundación hecha por Diego de Losada”. Ibídem, p. 292. 18 resultante era ordinariamente conocido como el Registro General, o Regimiento General fundacional, y quedaba normalmente a resguardo del Cabildo, como ente oficial representativo de la nueva ciudad. Eran obviamente documentos importantes, que servían en juicios y pleitos, para probar vecindad fundacional y alegar privilegios en consecuencia.

Luego de creados estos documentos, se hacían –quizás- una o dos copias (avaladas de escribano, capitán poblador y regimiento de las nuevas autoridades de la ciudad) del Acta de Fundación, para enviársela al gobernador - como constancia -, copias que se enviaron en nuestro caso al gobernador del momento, Ponce de León, y tal vez también al rey o la Audiencia respectiva, aunque lo fundamental era enviársela el gobernador como representante del rey, quien se encargaría de avalar con su testimonio y firma lo actuado por sus conquistadores.

Estos son pues, uno por uno, los autos de fundación ordinarios de una ciudad formal castellana en Indias. Si todos estos protocolos se firman u oficializan el día de la fundación, tendrán evidentemente igual fecha y tanta validez diplomática como la legendaria -y tan buscada con ansia de santo grial- Acta de Fundación de Caracas, que algunos apresuradamente exigen como prueba única o absoluta, para fijar “científicamente” la fecha de fundación de la ciudad, ante los intentos de proponer alguna. No es pues el acta de fundación - como se cree usualmente - el único documento, si alguno de estos autos se hallara, que pudiera registrar esta importante fecha.

Definida de esta forma la fundación formal, los autos de fundación y la ciudad formal castellana en Indias, pasemos pues, a la argumentación. Nuestra intención primera es mostrar el año en que se fundó Santiago de León y luego probar la data precisa, si ello es posible, para luego pasar a una cronología histórica de lo que a nuestro entender fue realmente la Jornada de Caracas.

Con base en ello, es conveniente mostrar las declaraciones y testimonios registrados, que se tienen hasta ahora, que refieran a los dos años en debate; esto es, a 1567 y 1568. Declaraciones excéntricas, o alejadas de estas fechas, que -según la posición que se adopte- a veces se presentan a debate, como los testimonios de Francisco Infante de 1589, Alonso Ruiz Vallejo en 1608, o la del cabildo en sesión de 1590, las consideramos de una vez erradas, o por mal traslado de sus originales, o por fallo propio del declarante en el cálculo.18

18 Estas declaraciones excéntricas también las expone Bermejo en su cuadro original, reformulado sin ellas en este trabajo para fines de esta exposición, y no las presentaremos aquí. Vid: Bermejo._ op. cit. No obstante, creemos que la declaración de Infante de 1589 es error de escribano, lapsus calami o error de traslado. Para nosotros ello es evidente, siendo como fue Francisco Infante primer alcalde de Santiago de León y conocer perfectamente cuando se fundó la ciudad. Aunque es el texto más claro, paleográficamente, de los testimonios transcritos en el documento en el que está registrado, el estar tan en contradicción con la fecha que ofrecen otros declarantes coetáneos del mismo hecho nos 19

Analicemos entonces, primero, las declaraciones que se refieren a 1567 y veremos luego cómo cobran su real sentido, al hacer nuestro análisis sobre el testimonio de Ponce de León, como última de las pruebas que presentaremos seguidamente.

María T. Bermejo ofrece un cuadro ilustrativo en su obra -que copiamos y ampliamos-, en la que se recogen muchos de los testimonios que tienen que ver con la fundación de Santiago de León, o su antecesora San Francisco, construido en torno a las fechas en debate.19 Sintetizando, pero sin restarle sentido a ninguno de los testimonios, los declarantes, en resumen, dicen para 1567:

1- El cronista de Indias Juan López de Velasco, hacia 1574 dice: Que Losada “... la pobló” en 1567 por mandato del gobernador.

2- Fray Pedro de Agreda, el 23 de agosto de 1574, hablando de Caraballeda y Santiago de León dice: Que “… se han poblado de siete años a esta parte”, por mano de Losada.20

3- Antonio Rodríguez, declarando en 1603 sobre Losada y la provincia de Caracas: Que “… ha treinta y seis años que ha que entró en ella”.

4- Sebastián Díaz de Alfaro, en el mismo interrogatorio y fecha que Rodríguez: Que “… habrá tiempo de treinta y seis años que el capitán Diego de Losada con cantidad de soldados entró a la conquista y población de esta provincia”.21

mueve a sospechas en cuanto al traslado fiel y veraz de su testimonio, el cual fue hecho en 1614.

El texto y folio de la sesión del cabildo de 1590 presenta la duda, como pudimos constatar en los libros originales, de estar inserto en otro libro -el Segundo Libro de Cabildo, alejado secuencial y cronológicamente de las sesiones de ese año 1590. Ello también es sospechoso. La declaración de Alonso Ruiz Vallejo debe también revisarse en sus fuentes originales, pues por ejemplo la de Garcí González -que adelante presentaremos- está fechada en 1608 en la edición de la recopilación sobre fuentes documentales de la fundación de Caracas, de M. Briceño P., siendo que en los originales de Encomiendas Garcí González declara en realidad en 1624. Vid: [28].

19 No recoge todas. Faltan, por ejemplo, la del propio Ponce de León de 1567 y las del obispo Agreda de 1569 y 1574. Vid: Bermejo._ op. cit., p. 28.

20 María._ op. cit., p.120.

21 Ibídem, p. 123. Copiamos la versión de este por parecernos más completa y fiel que la de Bermejo. 20

5- Fray Pedro de Agreda, hablando de Losada en 1569 dice: “… hasta que el año de sesenta y siete entró ... y sin perder tres españoles la entró y pobló y pacificó y repartió la tierra entre los soldados que con él entraron”.22

De estos testimonios pasados como pruebas de la fundación en 1567, el de Sebastián Díaz (4) y Antonio Rodríguez (3), ambos conquistadores, primeros pobladores y cabildantes, no dicen sino lo evidente: que Losada entra en la provincia en 1567. Fray Pedro de Agreda en su testimonio de 1569 (5) dice lo mismo, con el agregado de la extensión lógica que se espera para una jornada terminada con éxito: “... y pobló y pacificó y repartió la tierra”.

Nadie niega que así haya sucedido. Lo que Agreda no dice por ninguna parte es que Losada lo haya hecho todo en 1567, más aún, constando que existe el documento en el que se registra el inicio de reparto de encomiendas en 4 de marzo de 1568.23

El testimonio de López de Velasco (1), por más que autores haya que quieran presentarlo como prueba, para nosotros no es más que el resultado de haber él también leído -en España- la Carta al Rey enviada por Ponce de León. Porque si además de la carta leyó la Relación de lo Acontecido, que Ponce envió al rey y que se halla perdida actualmente, en la que -como suponemos- se detallaría el estado del poblamiento y pacificación para ese momento, ello no haría sino confirmarle lo que primero habría leído como una noticia resumida en la Carta, esto es, que Losada tenía ya poblado y esperando respuesta afirmativa de su gobernador para fundar Santiago de León. Con informarse López de Velasco, posteriormente, si la ciudad perduraba hacia 1571, cuando recababa datos para su obra, no tendría sino que afirmar, como lo hace en su crónica, que Losada “pobló”, englobando en ese término todo el proceso, como hemos explicado.

Fray Pedro de Agreda (2), al afirmar que “se han poblado de siete años a esta parte” no elimina la duda de si está refiriéndose al proceso de poblamiento ya comentado o a la fundación, ni siquiera para el año de la fundación, por lo explicado. Del testimonio del Ponce de León en 1567 y lo que quiso decir cuando escribió su Carta haremos un análisis particular, adelante.

Reiteramos: De ninguna manera se niega la posibilidad de que en sus testimonios, tanto Ponce de León como Agreda, testigos de excepción por sus cargos, pudieran estar incluyendo

22 Ibídem, p. 119.

23 “Repartir la tierra” -por el contexto- en este testimonio es encomendar. Si el obispo estuviera diciendo “repartió las tierras”, “repartió tierras” o que efectivamente ese hubiera sido el sentido de su frase, el reparto de lotes de tierra a los vecinos también se hizo, según documentos, en 1568, por lo que Agreda no puede estar refiriéndose únicamente al año 1567 en su declaración, sino a un lapso más amplio de tiempo que incluye la secuencia de toda la Jornada, como se explicó. Vid: María._ op. cit., p. 316. 21 la fundación dentro de lo que quieren significar como “tener poblado”; pero posibilidad no es certeza, y menos prueba.

El punto claro es que seguimos en la incertidumbre, o lo que es igual, sin prueba concluyente. A menos que se localice una declaración de testigo fidedigno que afirme sin posibilidad de duda que Santiago de León, digamos, “se pobló el día del señor Sanctiago del dicho año de sesenta e siete, y esto es público y notorio”, siempre será posible argumentar, en estricto sentido, sobre qué significado se le está dando al término “poblar” en estos testimonios arriba mostrados; esto es, si incluyen un lapso de tiempo, o hablan de una ocupación física, o de un instante protocolar.

Pero pensamos que esa declaración perfecta -si se supiera donde buscarla-, no se hallará jamás sencillamente porque no puede existir. Santiago de León se funda en 1568. Presentaremos a consideración las pruebas que siguen.

22

Prueba A: Capitularidad Pro Tempore

Antes de reproducir los testimonios con que se cuenta sobre la fundación de Santiago de León en 1568, por demás bien conocidos -y que al final ayudarán en la fijación de la data-, queremos analizar previamente uno de los hechos probados que ofrecimos dar al inicio, y sacar de él las conclusiones correctas, como prometimos. La primera que ofrecemos no es una prueba documental o testimonial, sino conceptual. Es tan simple y evidente que no estamos seguros que no haya sido planteada antes. Tiene que ver con el cabildo fundacional:

Se conoce la composición del primer cabildo que tuvo Santiago de León, tanto por la Historia de Oviedo y Baños, como por un importante traslado de un documento coetáneo a la fundación, avalado de escribano, en una información para optar a una encomienda.

Oviedo en su obra maestra en 1723 refiriéndose a Losada en el momento de la fundación dice:

nombró por regidores a Lope de Benavides, Bartolomé de Almao, Martín Fernández de Antequera y Sancho del Villar que, juntos en cabildo, eligieron por primeros alcaldes a Gonzalo de Osorio, sobrino de Losada y a Francisco Infante24

El traslado, a su vez, dice:

En ocho días del mes de abril de mil y quinientos y sesenta y ocho años, siendo juntos en cabildo los muy magníficos señores Justicia y Regimiento como lo han de uso y costumbre, conviene a saber: Los muy magníficos señores Diego de Losada, justicia mayor de estas provincias de Caracas, y Gonzalo de Osorio y Francisco Infante, alcaldes ordinarios de la dicha ciudad ... y los señores Lope de Benavides y Bartolomé de Almao y Martín Fernández, regidores, dijeron25

Es claro que, tanto en el documento de encomienda, fuente primaria, como en la Historia de Oviedo, no hay disparidad en cuanto a quiénes fueron tres (3) de los regidores y los dos primeros alcaldes de Santiago de León.

Este es uno de los hechos probados -sin duda posible- de que hablamos, consta documentalmente. La única diferencia en ambas versiones es el año en que se registra o se dice que fueron alcaldes. Oviedo y Baños, un historiador barroco del siglo XVIII, afirma que fueron alcaldes en 1567. Un documento original y oficial, fidedigno, coetáneo a los hechos, nos está probando que lo fueron en 1568. Dos años seguidos, con los mismos alcaldes y regidores. Eso, jurídicamente, ya es extraordinariamente anómalo. Pues los alcaldes, los

24 J. de Oviedo y Baños._ Historia de la Conquista y Población de la Provincia de Venezuela, lib. V, cap. VII.

25 AGN._ Encomiendas, t. XXIX, f. 166, citado por Nectario María._ op. cit., p. 316. 23 regidores, el alguacil, escribano y procurador, en todas las Indias, de tiempo inmemorial, se elegían para un solo año. Como solía decirse, sus cargos eran “cadañeros”, cada uno en cada año: El primer día del año siguiente a su actuación, Regimiento y Justicia debía ser sustituido -sin excusa-, para que el cabildo fuera legítimo.

Aquí pues está pasando algo verdaderamente curioso. Veamos:

Si se le da crédito a Oviedo, y se considera entonces que dichos dos alcaldes ordinarios - Gonzalo de Osorio y Francisco Infante, documentalmente alcaldes de 1568-, eran en realidad alcaldes en 1567, por lógica y leyes en 1568 los alcaldes han debido ser otros.26 Santiago de León como ciudad castellana no era la excepción de Indias, ni tenía por qué serla. De hecho, si se revisan los Poderes dados a los dos capitanes pobladores, que se nombraron previamente para esta Jornada de Caracas pero que, por circunstancias, vino a quedar la designación en Losada -poderes que aunque aún hoy no se localizan para Losada-, se reiteran casi sin cambio en ambas designaciones estos poderes, y allí se expresa taxativamente esta norma general hispana, sin innovar ni alterarla, siguiendo las leyes de Indias. En las instrucciones y poderes a Gutierre de la Peña se lee:

y en los pueblos que poblare nombre regidores y alcaldes y alguaciles y otros oficios los cuales de allí adelante el día de año nuevo de cada un año en la elección que hicieren guardarán lo que su Majestad manda27

Y en las instrucciones dadas a Maldonado:

y nombrará en cada pueblo que poblare alcaldes y regidores, alguaciles y escribanos y otros oficiales hasta el día de Año Nuevo que viniere y en aquel día, los alcaldes y

26 No era, al parecer, una norma absoluta sin embargo: En el primer y segundo cabildo de Santafé de Bogotá, (fundada el 6 de agosto de 1538 y cuya formulación jurídica, como Borburata, se hizo por etapas, perfeccionándose en dos años sucesivos), repitieron los alcaldes. Otro caso: En 1624 se reeligieron al año siguiente los alcaldes de Caracas. Lo vetado era que todo el cuerpo edilicio -incluyendo regidores- perdurara al siguiente año electivo. Más aún hacia 1567, en el que las leyes de Indias sobre este aspecto regían con más orden. Años después en Caracas se crearán por gracia real particular algunos regidores perpetuos y otros hacia 1594 se harán vendibles.

27 Nectario María._ op. cit., p. 291-292 citando AGI._ Justicia, 93, f. 911 ss. Nombramiento de Gutierre de la Peña para jefe de la expedición contra los indios Caracas. Coro, 18 de enero, 1564. 24

regidores que fueren nombren alcaldes y regidores para el año que entrare, porque esta es la orden que su Majestad manda que se tenga cada un año en dicha elección28

Esta es pues, la orden que tenía Losada, al momento de fundar. No podía ni tenía necesidad de innovar o desobedecerla, so pena de nulidad del acto y enjuiciamiento personal bajo la ley que regía para esa materia.

La otra posibilidad que pudiera plantearse para tan singular caso, es que Infante y Osorio fueran, efectivamente, los alcaldes del cabildo en 1568 y que desde –digamos- julio, a diciembre de 1567, hubiere regido un hipotético “cabildo primordial”, o cabildo de guerra, no documentado. ¿Existió pues un cabildo fundacional formal, con alcaldes y regidores supra legales, en 1567, rigiendo para una ciudad de nombre formal Santiago de León?

Reproducimos a continuación, para descartar de plano esta hipótesis, tres declaraciones juradas fidedignas, tomadas a testigos de vista suficientemente conocidos y absolutamente dignos de todo crédito:

1- A la tercera pregunta del interrogatorio, preguntado si Francisco Infante fue el primer alcalde que tuvo la ciudad, Juan Fernández Trujillo, de los más antiguos conquistadores de Caracas, pues había entrado la primera vez con Fajardo en 1559, dijo:

que el dicho Francisco Infante fue de los primeros pobladores e pacificadores desta provincia de Caracas y ciudad de Santiago de León y Nuestra Señora de Caraballeda, y sabe este testigo que en esta población e pacificación sirvió a Su Majestad como su leal vasallo, con sus armas e caballo, a su costa e mención, gastando en ella su hacienda, por lo cual y por ser persona de calidad, en compañía de Gonzalo de Osorio, sobrino del general Diego de Losada, fue alcalde ordinario el primer año que se eligieron por el cabildo y justicia e regimiento desta dicha ciudad y esto lo sabe y vido este testigo, como persona que ayudó a poblar esta tierra, y entró con el dicho general y con el dicho Francisco Infante, e demás pobladores; y esto responde29

28 Ibídem, p. 294-295 citando AGI._ Santa Fe, 81, documento anterior, f. 5. Nombramiento que Alonso Bernáldez otorga al Capitán Juan Maldonado para la jornada de Caracas. Coro, 29 de enero de 1565.

29 AGN._ Encomiendas, t. XXIX, f. 173. Subrayado nuestro. La declaración de Juan Fernández Trujillo tiene fecha de 1608 en una probanza para optar a una encomienda de Francisco Infante. Las siguientes declaraciones de testigos del mismo interrogatorio en el mismo legajo tienen fecha de 1624 en la probanza, señal que se interrumpió el proceso hasta esa fecha. Briceño P., en su obra, les da tácitamente la misma fecha a todas las declaraciones, en base a la primera registrada de Fernández Trujillo, pues efectivamente están insertas todas en un solo documento. 25

2- Preguntado si Francisco Infante fue el primer alcalde que tuvo la ciudad, Garcí González de Silva, ya anciano, de alrededor de 80 años, respondió:

que este testigo ha cincuenta y cuatro años que entró con gente y soldados en esta provincia de Caracas, de socorro ... y en ella halló al dicho Francisco Infante, y lo vido ser uno de los más importantes vecinos y pobladores desta ciudad, y desde este dicho tiempo en adelante hasta que murió, se halló con este testigo todas las más ocasiones que se ofrecieron hacer para conquistar e pacificar los indios desta provincia ...,y que en cuanto haber sido el primer alcalde que hubo en esta ciudad, este testigo ha visto los autos que se hicieron para poblar esta ciudad, y en ellos ha visto y vido que fue electo el dicho Francisco Infante y Gonzalo Osorio los primeros alcaldes desta ciudad30

Garcí González de Silva entra a Caracas en 1569. Conoció bien a Francisco Infante. Era, a más de entrañable y fiel amigo, su concuñado desde 1574, año en que ambos casan con dos de las célebres hermanas Rojas (creadoras de la élite de Caracas), en Margarita, en la misma iglesia y el mismo día.31

3- Y aquí viene la fecha -testimoniada por escribano en juicio jurado-, de ese Cabildo Fundacional que hablan los anteriores:

En el mismo interrogatorio, ante la misma pregunta, declaró Alonso García Pineda, además de escribano “público y de cabildo” que fue muchas veces, escribano también “de gobernación” durante el período de Diego de Osorio, y en tal calidad pasaron por su mano todos los documentos oficiales, y títulos de tierras y encomiendas, que hasta entonces se habían protocolizado, que Osorio hizo revisar y poner en orden, tanto públicos como privados.32 Declaró bajo juramento García Pineda que Francisco Infante

30 Ibídem, f. 175 vto. Caracas, 22 de octubre de 1624. Subrayado nuestro.

Esta es la fecha correcta para este testimonio, aunque en el texto de Briceño se dé la de 1608. Vid: Briceño._ op. cit.

La edad de Garcí González para 1624 debía ser de alrededor de 80 años, visto que el 12 de septiembre de 1619 declaró tener 75 años: “... y no firmó por estar impedido de las manos y declaró ser de edad de setenta y cinco años”. Ref.: AGN._ Testamentarías, 1614-1634, CEFMSU, Bienes de Pedro de Valenzuela reclamados por Elena Eslín.

31 Según lo declara el mismo Garcí González en el interrogatorio citado. Vid: AGN._ Encomiendas, t. XXIX, op. cit. Garcí González vivía colindando al norte con Infante. Su solar en la esquina de Carmelitas NE.

32 Así lo declara el mismo García Pineda: “… como escribano que he sido por S. M. en esta ciudad y gobernación, he tenido en mi poder y tengo los Registros Generales que se 26

vino a la conquista y pacificación desta provincia de Caracas con el general Diego de Losada que la pobló, lo cual sabe por haberlo oído así a muchos conquistadores, ...y por papeles que ha visto que [sic, por de] el Registro General que se hizo cuando se repartió esta provincia; y una vara de alcalde suya. Y también ha visto libros del cabildo de aquel tiempo, y por uno del año de sesenta y ocho constó haber sido los primeros alcaldes Gonzalo de Osorio y el dicho Francisco Infante, que fue el año que se pobló esta dicha ciudad, y esto es muy público y notorio33

Es evidente que ambos declarantes, González de Silva y García Pineda, vieron “por vista de ojos” los autos escritos que se hicieron para la erección jurídica de la ciudad, uno de los cuáles autos es el así llamado “Registro General” que arriba mencionamos, documento fundamental que se levantó o firmó en el acto de fundación, en el que se oficializa y asienta tanto el nombre de la nueva ciudad castellana, la fecha en que se realizó y la composición de su primera República, todo ello protocolizando la lista de los primeros vecinos y repartos de encomiendas, y a cuáles de ellos se otorgaron.

Estos autos oficiales son pues, sin duda, -incluyendo el llamado Registro General- los de la fundación de Santiago de León de Caracas.34

García Pineda añade, para más fuerza a su testimonio, que estaban o existían, copiados o reposando originales, esos autos (al menos para la parte de la erección de la primera Justicia y Regimiento, si es que no el protocolo completo) en un Libro del Cabildo que manifiesta haber visto, que debe por fuerza ser el primero, pues si se le está preguntando por el primer alcalde que tuvo la ciudad y está contestando bajo juramento -de la manera jurídicamente correcta a los fines de una prueba legal- que ello consta en el primer Libro de Cabildo, a donde se remite, como por lógica y ley debió ser y como efectivamente lo alega, y si por añadidura dice el año en que se comenzó a llenar ese importantísimo Libro Primero de Cabildo, actualmente perdido, no puede concluirse sino que ese primer Libro Capitular, que García Pineda declara ser de 1568, refleja el año de la fundación, 1568, que es lo que este escribano titulado está tratando de demostrar, precisamente: “… que fue el año que se pobló esta dicha ciudad y esto es muy público y notorio”.

Lo fundamental de esta declaración es lo que se deriva de ella, con análisis: Si Infante y Osorio hubieran sido elegidos como primeros alcaldes legítimos en 1567, han debido

hicieron por el dicho capitán Diego de Losada al tiempo que pobló las dichas ciudades y repartió los naturales y lares y tierras en nombre de su majestad”. AGN._ Encomiendas, t. XLV, f. 118 citado por Bermejo._ op. cit., p. 20.

33 AGN._ Encomiendas, t. XXIX, fs. 177 ss. 22 de octubre de 1624. Subrayado nuestro.

34 “... entonces hace Losada los Registros Generales que son propiamente el Acta (o sea todo lo actuado)”. Bermejo._ op. cit., p. 53. Estos Autos fundacionales estuvieron en manos de Andrés de San Juan, Garcí González de Silva, Pablo de Ponte y Alonso García Pineda, entre otros escribanos y regidores. 27 necesariamente estar asentados como tales alcaldes en un acta oficial inserta o registrada en un Libro de Cabildo de “Santiago de León” de ese año 67, como se hacía por ley para oficializar los actos y resoluciones de cabildo, en especial este, que sería el primero, pues de otro modo no serían legítimamente alcaldes, según las leyes de Indias que regían para el caso.

Más aún, por fuerza de la lógica, debían estar asentadas también las actas (signadas de escribano de cabildo y regidores) de las otras sesiones sucesivas, que se habrían hecho el resto de ese año 1567, sesiones periódicas y de asistencia obligada, registradas invariablemente en todos los subsiguientes Libros de Cabildo que han sobrevivido, desde el más temprano, pues para eso se creaban tales libros, para dejar constancia oficial de los actos jurídicos del cabildo como representante de la ciudad ante el rey. No existían, pues, sesiones ni Libros de Cabildo anteriores a 1568. Así lo dice García Pineda. Si así hubiese sido -esto es-, si realmente hubiesen existido actos de cabildo formal para 1567, García Pineda no hubiera dejado de manifestarlo como escribano real, estando -como estaba como testigo- bajo juramento judicial.

Por demás, las dos últimas (2 y 3) no son declaraciones de testigos ordinarios. Sus testimonios tienen un peso propio. Ambos son personajes de la más alta seriedad, actuación y crédito en la Santiago de León de entonces, que tuvieron en sus manos y examinaron para prueba en pleitos y probanzas, muchas veces, los más importantes documentos de la ciudad. Ambos gozaron hasta su muerte de la mayor estima y favor de todos los gobernadores de la provincia durante sus vidas. Lo que están queriendo dejar constancia ambos testigos en sus declaraciones, uno de ellos al mencionar la fecha de 1568, es que vieron los Autos de Fundación para el año de 1568, que son los registros jurídicos más antiguos de la ciudad, los de la fundación.

Así, Oviedo ofrece pues su año, 1567. La fuente documental el suyo, 1568. La conclusión correcta sobre tal disyuntiva es por necesidad que uno de los dos años es errado. No cabe otra. Oviedo es fuente secundaria y aquí tratamos de una fuente primaria fidedigna, pues García Pineda declara en juicio como testigo que manifiesta haber visto los Autos de Fundación formal. Ante la prueba documental no hay duda posible. El año de fundación formal –que es lo que se busca, consideraciones al margen- de Santiago de León de Caracas es 1568.

Oviedo en su Historia nada dice de la composición del cabildo en 1568. Lo que someramente afirma de pasada es que el cabildo inicial de 1567 fue “reelecto” otra vez el año siguiente. Cuando se refiere a la actuación de Infante para 1568, describiendo la comisión que le da Losada para acabar con Guaicaipuro, lo hace en estos términos: “… encomendó la diligencia a Francisco Infante (que por reelección del cabildo proseguía en ese año siendo Alcalde).35

35 Oviedo._ op. cit., lib. V, cap. XII. Subrayado nuestro. Este breve comentario dado al paso -de consecuencias tan perturbadoras para la historiografía de Caracas- ofrecida por el historiador provincial entre paréntesis propios en su narración, pareciera haber sido tomada por “jurídicamente válida, si Oviedo lo dice…” por todos los que le siguen. 28

Queda demostrada, por la fecha alegada del primer Libro de Cabildo de 1568, la imposibilidad de esa “reelección”, que no es necesaria ni posible, si el año de fundación - como se deduce del testimonio de García Pineda- es 1568.

Lo curioso es que Oviedo, habiendo reparado en el detalle, afirme tal cosa. No puede alegar desconocimiento de la materia, siendo como había sido, regidor, alcalde y bibliotecario del archivo de ese mismo cabildo. El historiador personalmente, en obra previa, había registrado a 1568 como año de la fundación.36 ¿Qué lo induce a cambiar de opinión? Porque se puede concebir que leyó en su tiempo la declaración de García Pineda que acabamos de reproducir, siendo que otro testigo previo del mismo interrogatorio y documento, Juan Fernández Trujillo, que también reprodujimos, es el que da la información -registrada en la obra de Oviedo- de que Gonzalo de Osorio era sobrino de Losada.

El registro de la fecha 1568, en su Tesoro de Noticias, como año de fundación de Santiago de León, pudo provenir pues, de estas declaraciones de García Pineda, que le parecieron convincentes. En definitiva, más que error ante datos ambiguos, o no del todo conclusivos, ¿hubo intencionalidad o conveniencia -aunque sin malicia de su parte- en mover la fundación de Santiago de León a 1567?

Son preguntas interesantes que intentaremos responder adelante.

Bermejo sugiere que los paréntesis en la obra de Oviedo son propios de él y por ende extraños a un supuesto poema desconocido, en romance, atribuido a un fugaz Ulloa. Bermejo._ op. cit., p. 17. No creemos en el poeta soldado Ulloa como fuente accidental o principal de la obra de Oviedo por razones como la que acabamos de mostrar y otros hechos documentalmente probados que iremos analizando en detalle en el desarrollo de este trabajo.

36 Véase atrás. 29

Prueba B: Quo Vadis

Esta prueba B nos enfrenta con otra imposibilidad, esta vez física, además de jurídica. Tiene que ver con el “don de la ubicuidad”, o virtud divina de hallarse un ser o individuo en dos sitios, simultáneamente. No es virtud humana.

Supongamos, obviando la prueba A, que tenemos unos regidores activos, nombrados por el capitán poblador para el primer cabildo de la ciudad de Santiago de León, actuando en legítimas funciones en 1567. Supongamos, además, que uno de esos regidores es don Lope de Benavides, como afirma Oviedo y Baños.37

Hemos visto que un Lope de Benavides consta estar también registrado en el documento de 1568 antes citado.38 Existió pues Benavides, como regidor del cabildo de Santiago de León. Un hecho probado. Pues si así se plantea el caso, es imposible que Benavides hubiera sido regidor de Caracas en 1567, siendo como era -para la fecha-, alcalde de Borburata.

Paralelamente, un conquistador y poblador de Caracas según Oviedo, Justo Desque, quien recibe la célebre “Encomienda de Caraballeda” de 14 de febrero de 1568 era -para 1567-, simultáneamente, teniente de gobernador en la misma Borburata.39 Así lo testimonia, para ambos, la carta al rey que en 18 de abril de 1568 escribe el oficial real contador de la Real Hacienda Diego Ruiz Vallejo, desde Nueva Segovia de Barquisimeto, informando sobre los corsarios que habían estado en Borburata en 1567: “… entre tanto, debaxo de paz, los dichos corsarios prendieron en Borburata al theniente Justo Desque y al alcalde Benavides”.40

Lope de Benavides, efectivamente, pertenecía de años atrás a la élite de Borburata, como vecino antiguo que era. Su actuación en ella en esos años previos está ampliamente documentada. Lo mismo para Desque. Los corsarios que secuestran a Benavides en Borburata, están documentados actuando allí para la segunda quincena de abril de ese año 1567, tiempo en el cual consta que Losada se hallaba ya pacificando el valle de Caracas.41

37 Vid.

38 Vid.

39 La “Encomienda de Caraballeda”, expuesta actualmente en el Salón de Objetos Históricos del Cabildo de Libertador, en Caracas, es el único título original de encomienda firmado de la propia mano de Losada que se sepa ha sobrevivido hasta hoy.

40 AGI._ Santo Domingo, leg. 78, citado por A. Rumeu de Armas._ Viajes de Hawkins a América, p. 425.

41 Ibídem, p. 184. 30

La posibilidad que cargos civiles como alcaldías y regimientos sean ejercidos en dos ciudades simultáneamente, o que cargos reales como el tenientazgo se abandonen -sin renuncia protocolar-, para pasar el portador de ellos a otra jurisdicción, como era Caracas, sin consentimiento expreso del gobernador -más aún, desamparando la ciudad en tiempos de corsarios o piratas-, es utópica y no hay situación imaginable que permita afirmar tal cosa. Quien así hiciere se hacía sujeto de condena personal, reo por deserción, traición al rey.

Un caso patente de la responsabilidad que estos cargos llevaban anexos -pues eran representativos, el uno de la ciudad, y el otro del rey- sería el de Alonso Díaz Moreno, muy conocido por su actuación posterior en Santiago de León, quien como vecino rico de la élite fundacional de Borburata, había escalado para 1567 -según Oviedo-, al puesto de teniente de gobernador de la Nueva Valencia del Rey, cargo que ejercía ese año, quizás por nombramiento de Ponce de León. En uso de tal investidura no pudo, por supuesto, unirse a la expedición pobladora de Losada, que descansó en febrero de 1567 en esa ciudad y en el valle contiguo de Mariara, lo que explicaría su notoria ausencia en la Jornada.42 Díaz Moreno, sin embargo, ayudó materialmente tanto (en ganados, bastimentos, pertrechos, dinero y avituallamiento de soldados) que cuando pasa a Santiago de León, en 1569 con Garcí González de Silva recibe, más tarde, en reconocimiento por su ayuda a la Jornada, una encomienda, por más que no había sido “de los primeros pobladores y pacificadores desta provincia”, como se quejaron luego algunos vecinos conquistadores de ello, en juicios de residencia que investigaban sobre favoritismo en el reparto de encomiendas.

42 Oviedo. _ op. cit., lib. V, cap. I. Nectario María afirma de Oviedo refiriéndose al cargo de teniente de gobernador de Alonso Díaz Moreno que “...es una afirmación inexacta”. Nectario María._ op. cit., p. 84. Pone a cambio como teniente de gobernador -para Valencia- a Francisco de Madrid, suponemos que en base al cargo de teniente que este Madrid ocupaba el año anterior, 1566, del cual se tiene información documental para Valencia a través de los juicios de residencia que Ponce de León hace a la gestión de Bernáldez ese año.

Francisco de Madrid está registrado como conquistador de Caracas en la lista de Oviedo y en la propia de María, por lo que si fue teniente de gobernador, como este afirma, no lo sería en 1567, sino en 1566. Para alistarse en la Jornada de Caracas debió quizás rescindir su cargo o pedir su sustitución a favor de Díaz Moreno. No hay, hasta ahora, constancia sino indirecta -aparte de la noticia de Oviedo- de que Alonso Díaz Moreno fuera teniente de gobernador en Valencia para la fecha de la expedición. En una oposición a encomienda de uno de sus descendientes este afirma que Díaz Moreno tuvo cargos de teniente de gobernador tanto en Caracas como en Valencia. En Caracas lo fue en 1591. Vid: Briceño._ op. cit., p. 410. Lo que sí consta por declaraciones es que no participó en la Jornada y Madrid sí. Siendo Díaz Moreno de igual edad que otros vecinos ricos de Valencia como Vicente Díaz Pereira y el propio Madrid y tan capaz de portar armas y caballo en la conquista como ellos, así como tan prominente y servidor del rey ¿por qué no fue a la Jornada? 31

Lope de Benavides, según el traslado citado arriba, fue indudablemente regidor de Santiago de León en 1568, caso que perfectamente es posible si su cargo nominal de errante alcalde de Borburata finalizó legalmente el 31 de diciembre de 1567. Igual concordancia temporal la tenemos para Desque, cuyo título de encomienda, original aún expuesto, está fechado en febrero de 1568. Adelante se verá cómo termina Desque su tenientazgo y cuando posiblemente se radica en Caracas.

Benavides fue regidor del cabildo fundacional, tanto por Oviedo como documentalmente; esto es un hecho probado. Pero a menos que gozara del don de la ubicuidad, y la aprobación cómplice de todos, no pudo serlo en 1567, siendo como era alcalde activo por entonces de Borburata. La conclusión correcta es que dicho cabildo fundacional de Caracas no lo era en 1567, pero sí en 1568.

32

Prueba C: Ponce Dixit

Hemos puesto en cuarentena, como pruebas a favor de una fundación en 1567, los testimonios de personajes como fray Pedro de Agreda y Juan López de Velasco, por la duda que a nuestro juicio arroja en el contexto particular de sus declaraciones el término “poblar” en cuanto a “fundar”, y la imprecisión cronológica que porta tal ambigüedad.

Las pruebas A y B, que acabamos de presentar, tienen al menos la ventaja de estar construidas sobre hechos probados, y desligadas del sentido o significado de ese término poblar que siempre, como hicimos patente, puede discutirse o argumentarse.

La hipótesis de la fundación en 1568, si es correcta, debería resistir cualquier examen. Como mostramos, el principal argumento de la tesis “tradicional” es el temprano testimonio de Ponce de León, ubicado dentro del mismo año de la supuesta fundación en 1567. La tesis tradicional no puede presentar -aparte de este testimonio- ningún otro documento coetáneo fehaciente o traslado de protocolo oficial que avale tal argumento. Dejándolo para el final, hemos querido analizar pues este crítico testimonio. Veremos que -muy al contrario de lo que se intenta- el mismo testifica la fundación en 1568. Más que rebatir una prueba, sin embargo, este análisis mostrará los errores a que conduce leer “con ojos de ahora” el castellano de antes.

Analicemos pues este testimonio, pero haciéndolo en la forma correcta, estudiando la frase completa para descubrir el real sentido que Ponce de León quiso darle a su noticia, sin las mutilaciones que hemos observado se le hacen al citarla, -por ignorancia o desconocimiento- y que alteran substancialmente su significado.43

Ponce de León, en su Carta al Rey del 15 de diciembre de 1567, hablando de Losada, escribe lo siguiente:

que con la gente que llevó tiene poblados los dos pueblos que los indios primero habían despoblado, y según los muchos naturales, pretende poblar otros dos pueblos, porque a fama de los mineros de oro que hay en la tierra, ha acudido mucha gente de otras partes, con sus hijos y mujeres44

Veamos: QUE CON LA GENTE QUE LLEVÓ, es decir, con los conquistadores y peones de servicio, criados, esclavos e indios ladinos -alrededor de 600 personas entre todos, si hacemos caso a Oviedo- que a fines de marzo de 1567 entraron en Caracas, para la fecha de la carta, esto es, hacia el 15 de diciembre de 1567, este capitán poblador, Losada, ya TIENE

43 Vid: Ramos._ op. cit., p. 325.

44 Nectario María._ op. cit., p. 116. 33

POBLADOS LOS DOS PUEBLOS QUE LOS INDIOS PRIMERO HABÍAN DESPOBLADO.

Dicho de buena manera, Losada tiene, para esa fecha, gente asentada y establecida, “poblada” en las ruinas o restos –si es que algo más que un plan sin árboles quedaba- de las antiguas ciudades, villas, hatos o como se las quiera calificar de El Collado en la costa y San Francisco en el valle de Caracas. En otras palabras, para diciembre de 1567 ya había de nuevo gente viviendo en esos “pueblos despoblados”, cumpliendo fielmente el mandato que establecía la real cédula de 1563, por la que se regía la Jornada, que ordenaba literalmente poblarlos de nuevo. Técnicamente pues, estos dos despoblados pueblos, a la fecha, ciertamente aún no tienen cabildo, ni se llaman aún Santiago de León o Nuestra Señora de Caraballeda, (pues no están fundados formalmente) pero ya no están “despoblados”, en el mero sentido físico.

Y SEGÚN LOS MUCHOS NATURALES, es decir, en vista de la -al parecer- significativa cantidad de aborígenes que con la entrada de la expedición se ha constatado habita el área de Caracas susceptibles de aprovechamiento como mano de obra servil encomendable, y en vista –además- de las prometedoras muestras de oro que se han obtenido en abundancia en los ríos, vetas y quebradas, A FAMA DE LOS MINEROS DE ORO QUE HAY EN LA TIERRA, ha habido una suerte de “fiebre del oro y el moro”, o estampida pobladora hacia Caracas, puesto que HA ACUDIDO MUCHA GENTE DE OTRAS PARTES, CON SUS HIJOS Y MUJERES a estos pueblos despoblados, “nuevamente poblados” ahora.

Esa es entonces la situación. Pero como Losada quiere poner cabildo y orden civil y sabe que tiene poderes para fundar, y no es gloria que desprecie –pues en definitiva para eso vino-, y como por lo que se aprecia, la Jornada va por buen camino, PRETENDE POBLAR OTROS DOS PUEBLOS (!).45

Entiéndase: No es que tuviera Losada nunca en mente hacer cuatro (4) ciudades, dos de ellas “reedificadas” sobre las ruinas carbonizadas de El Collado y San Francisco -que todos suponemos serían, en principio, Caraballeda y Santiago de León-, y dos nuevas ciudades adicionales -de las que únicamente en esta extraña frase tenemos por primera y última vez noticia- a lo que de ninguna forma tiene Losada facultad, pues sus órdenes no se lo permiten, ni sus poderes alcanzan para ello.

No. Lo que podemos lógicamente argumentar, sacando las conclusiones correctas de tal frase, es que va a poblar, o sea, esta vez entendamos por fin, fundar OTROS DOS PUEBLOS castellanos, sobre las reliquias legales de El Collado y San Francisco.

Fundará pues, ciudades jurídicamente “nuevas”, aunque en el mismo sitio, con verdadero y definitivo Cabildo formal, pues los antiguos restos arruinados que está reedificando (acción que no puede entenderse sino como creando desde cero unas “ciudades” quijotescas que no existían sino fosilizadas en el rezago burocrático metropolitano, ciudades virtuales para el

45 Es en esta línea de la Carta donde enmudecen en sus análisis probatorios Nectario María, Martínez, Núñez y Ramos. 34 momento inexistentes, viviendo como texto legal de un papel lacrado de 1563, con título de real cédula), ya no van a mantener sus nombres previos de San Francisco y El Collado dados por el malamente estrangulado capitán Francisco Fajardo, ciudades previas que portaban tal vez, para estos supersticiosos soldados de Losada, un sino cabalístico nefasto por su desafortunado final -patente en los deprimentes restos requemados-; reliquias urbanas signadas de trágico recuerdo, como el destino triste de su fundador mestizo.

Llevarán pues, estas nuevas ciudades a fundar, nombres diferentes, de poderoso simbolismo espiritual castellano, quizás para que, por su invocación, se libren de todo mal, Santiago de León y Nuestra Señora de Caraballeda, y como van a llevar nuevos nombres, de cuyo uso oficial hará el Cabildo Formal título o encabezado en sus actas de sesiones ordinarias regulares y decisiones legales, serán legítimamente OTROS DOS PUEBLOS, jurídicamente diferentes de los fenecidos.46

Poblando pues -en su Carta al Rey- de tales sentidos arcaicos, pueblos despoblados, y por poblados de nuevo, pueblos por poblar, lo que en realidad está informando Ponce de León con su trabalenguas semántico es, simplemente, que Santiago de León y Caraballeda, para el 15 de diciembre de 1567, aún no están fundadas.

Queda así rebatida esta prueba fundamental.

46 Adelante ofreceremos una hipótesis sobre la causa del nombre de Santiago de León que se escogió para la ciudad. 35

El huevo o la gallina

Aunque no entra en el ámbito de esta tesis -consecuentes con el título de la obra, y lo prometido arriba-, pudiera idearse un ejercicio de “historia crítica especulativa”, anticipando la discusión y dejando planteadas un par de preguntas. Analicemos ahora con calma la idea que tiene Ponce de León de lo que está sucediendo en Caracas, según como lo refleja en su célebre Carta al Rey.

No hay duda que para Ponce de León, Losada había entrado y poblado San Francisco y El Collado. Así lo expresa en su carta: “…tiene poblados los dos pueblos que los indios primero habían despoblado…”, que evidentemente, son los pueblos de Fajardo (o Rodríguez Suárez, quien lo sustituye). Técnicamente existen pues -hasta que se funden formalmente Santiago de León y Caraballeda- los antiguos pueblos despoblados pero ahora habitados de nuevo de San Francisco y El Collado.

Sin necesidad de extremar conclusiones, tan sólo basándonos en la particular óptica de Ponce de León (suponemos debe ser la correcta de la época, hasta hoy Ponce de León, para absolutamente todos los que han escrito de la fundación de Caracas, es un testimonio “oficial” inobjetable en sus argumentaciones), pudiera concebirse a San Francisco de Caracas como “activa”, viviendo fugazmente durante 1567 y parte de 1568 hasta el momento de la fundación de Santiago de León.

Esto, visto así, plantea una interesante pregunta preñada de polémica con los “fajardistas” y defensores de una fundación mestiza o criolla:

¿Qué fecha tomar como válida para Caracas? ¿La fundación de Santiago de León -según esta nuestra tesis, en 1568-, o la llegada el 3 de abril de 1567 -según Oviedo- y consecuente “activación” automática de San Francisco, por asentamiento de facto de nuevos colonos en la despoblada ciudad fantasma, ahora habitada de nuevo?

Más aún, si se asumen en profundidad las consecuencias de la aparente realidad “oficial” de San Francisco (oficializada por cierto por la Carta al Rey del gobernador) como pueblo o ciudad, durante 1567, necesariamente hay que considerar la despoblación de 1562 como un paréntesis no determinante en la historia de vida de esta ciudad: Jamás se extinguió en estricto sentido “jurídico”, el abandono físico por los vecinos en 1562 no implicaría la extinción jurídica de la ciudad, que entonces ocurrió -siguiendo esta lógica avalada por la Carta al Rey- por sustitución, de una entidad jurídica de república castellana por otra, pues la San Francisco de entonces -en 1568- traspasaría su entidad legal, derechos, jurisdicción y ubicación a la nueva entidad fundada por Losada: Santiago de León.47

47 La tesis tradicional sobre la imposibilidad de vigencia legal de -la al parecer jurídicamente viva- San Francisco, la plantea entre otros D. Ramos, quien la considera como totalmente 36

¿Pudiera entonces válidamente afirmarse que la ciudad fundada por Fajardo fue, en estricto sentido jurídico, reedificada por Losada -con prueba argumental en la Carta de Ponce de León- y posteriormente cambiada de nombre, como han reclamando muchos? ¿Puede datarse de esta forma -por mampuesto, pero como se ve, argumentalmente impecable- la fundación de Caracas en 1560 o 1561, con un simple, posterior y definitivo cambio de nombre? Porque en propiedad, lo que se prueba con dicha Carta al Rey que Losada puebla de nuevo en 1567, no es precisamente Santiago de León, sino la San Francisco de la real cédula, fundada varios años antes.

Aunque incómodo, no sería un hecho sui generis. Casos similares, documentados, se presentan a menudo en la realidad histórica de la fundación de ciudades en Indias.48

extinta, luego de 1562, cosa que por lo que se ve no parece ser el estatus legal de San Francisco para la corona por esas fechas. Vid: Ramos._ op. cit., p. 292.

48 Trujillo de Venezuela, sin ir muy lejos, es uno de estos casos: Fundada como ciudad castellana más de una vez, con varios cambios de nombre, despoblada y hasta mudada de sitio, aún reclama como fecha de su fundación 1557, la más antigua. Nosotros nos inclinamos por enfatizar en todo este caso la importancia que adquiere el cambio de nombre de un asentamiento como forma de definir en aquella época su “juridicidad” legal como ciudad nueva castellana sobre la cual actuará el Cabildo que la represente oficialmente en adelante. 37

Prueba D: Declaraciones de testigos. Data de la fundación

Veamos finalmente qué dicen los declarantes, sobre la fecha de fundación de Santiago de León -a favor de una fundación en 1568-, cuando específicamente se les pregunta sobre ella (y cuando el fiel sentido de sus palabras sobrevive a la prisa taquigráfica del impaciente escribano). Sus declaraciones complementan las pruebas que acabamos de analizar y ayudan en mucho a precisar la fecha de fundación de Caracas.

1_ En el interrogatorio judicial iniciado por el juez visitador de indios Diego de Leguizamón en 1589, la declaración de Sebastián Díaz de Alfaro no se contradice con su posterior afirmación de 1603, que se da también como prueba para una fundación en 1567, y que reprodujimos atrás.49 Declaró Díaz en 1589:

la pobló y reedificó hacía veinte y un años poco más o menos, y así mismo en el propio tiempo pobló otro pueblo que llamaron la ciudad de Nuestra Señora de Caraballeda, la cual -al presente- está despoblada50

2_ En el mismo interrogatorio y fecha -febrero de 1589-, Garcí González de Silva, del cual conocemos su testimonio de 1624, citado en la prueba A,51 precisando él mismo que su declaración es “verificada”, que para nosotros significa que ha visto los autos fidedignos que alega en dicha prueba A, dice:

entró a poblar y reedificar los pueblos de esta provincia el capitán Diego de Losada con ciento y cincuenta hombres, poco más o menos, y pobló esta ciudad de Santiago y la de Nuestra Señora de Caraballeda en la costa de la mar puede haber veinte y un años, poco más o menos, … es público y notorio, y verdad52

49 Vid: [21].

50 Briceño._ op. cit., p. 231.

Briceño fecha esta declaración en 3 de “enero” de 1589. Bermejo la fecha en febrero. Bermejo._ op. cit., p. 28. Nos parece más probable febrero. Puede haber un error de trascripción en Briceño de “hevrero” por “henero”, como hemos visto que a veces ocurre en documentos manuscritos llevados a imprenta. En el interrogatorio del juez Leguizamón todos los otros testigos -en la obra de Bermejo- aparecen declarando en febrero de 1589, mientras Briceño en su extracto no incluye la fecha de las declaraciones de los otros testigos (aparte de la de Díaz de Alfaro), obviándolas. Caraballeda, efectivamente, se despuebla del todo hacia 1586.

51 Véaseg: [30].

52 Briceño._ op. cit., p. 237. 38

3_ Hay otra declaración, que se pasa por alto cuando se revisan los juicios de residencia del período en busca de noticias sobre la fundación, pero que revela mucho si se sabe interpretar. En el juicio de residencia a Mazariegos se hace declarar, en 1576, a las autoridades y otros testigos de Santiago de León. Una pregunta pide manifestar desde cuándo se nombra al Alguacil Mayor, que usualmente crea el cabildo de año en año. Es un indicio importante pues, como vimos en las órdenes dadas a Losada, el cabildo debía constituirse, desde el inicio, con “alguaciles y escribanos y otros oficiales”, además de alcaldes y regidores.53 Lo que presupone, entonces, que dichos alguaciles existieron desde el origen del cabildo, el fundacional. Ante la pregunta, Garcí González de Silva -por entonces de 35 años- declaró en fecha 26 de junio de 1576 que:

de siete años a esta parte, poco más o menos, ha visto este testigo que el cabildo desta ciudad nombra alguacil mayor della cada día de año nuevo54

Garcí González de Silva había llegado a Santiago de León en octubre o noviembre de 1569, por lo que no puede declarar “de vista” para 1568. Pero veamos la respuesta de Antonio Rodríguez a la misma pregunta, uno de los conquistadores iniciales que vieron la fundación de la ciudad en 1568. En 22 de junio de 1576, Antonio Rodríguez dijo:

lo que sabe desta pregunta es haber visto que el cabildo desta dicha ciudad, de siete a ocho años a esta parte nombraba alguacil mayor de la ciudad55

El argumento probatorio es similar que el presentado para la prueba A: Si el alguacil mayor se hubiera nombrado inicialmente desde 1567, Antonio Rodríguez, testigo de vista de la fundación, habría declarado -a nuestro juicio- “de ocho a nueve años”, cosa que evidentemente no hace por ser -creemos- la fundación posterior, esto es, al año siguiente, en 1568.

4_ Lázaro Vásquez, que entró a la conquista de Caracas con Juan de Salas a fines de mayo, o inicios de junio de 1567, declaró el 4 de febrero de 1589.56 Este célebre conquistador, además de regidor y alcalde que fue varias veces en Caracas, había ejercido previamente de escribano tanto en Borburata como en Caraballeda y Santiago de León. Tenía -por experiencia propia- una saludable prevención ética contra lo que los escribanos escogían

Garcí González está probablemente incluyendo a los quince soldados adicionales que llegaron con Juan de Salas a fines de mayo de 1567.

53 Véase: [27] y [28].

54 AGN._ Traslados, Residencia al gobernador Mazariegos, t. I, p. 110.

55 Ibídem, p. 82.

56 Esta fecha la tomamos de Bermejo._ op. cit., p. 28. 39 registrar de una declaración jurada. Sabía que no siempre asentaban textualmente lo que el declarante afirmaba. Que -como él mismo decía- “doraban el dicho”.57 Se deduce de ello que se cuidaba bien que el escribano que recogía su declaración registrase con fidelidad lo que él afirmara. Le damos -en este sentido- el peso que parece merecer su “dicho”. Refiriéndose a Losada, en el interrogatorio de Leguizamón declaró: “… y la pobló y la puso por nombre la ciudad de Santiago de León de ahí a un año que había entrado en ella”.58

Nótese que esta declaración es diferente de las usuales. Lázaro Vásquez no sólo está afirmando lo que otros dicen, que Losada “la pobló”, sino que es el único en este crucial interrogatorio sobre los orígenes de Santiago de León que específicamente informa bajo juramento el momento en que Losada le “puso nombre”, en otras palabras, cuando la fundó.

Si su testimonio tiene algún crédito –y no vemos razón para dudarlo-, pudiera inferirse de este que, si se hallara algún documento de Caracas datado en, digamos, marzo de 1568, en el que se nombrase la ciudad ya como Santiago de León, estaría quizás este temprano documento indicando indirectamente la fecha de su fundación jurídica, que es lo que se busca, o una data tan inmediata a la declarada por Lázaro Vásquez que pudiera ayudar a delimitar el rango a pocos días.

Si esta inferencia es correcta, resulta que tal documento existe, ya que el más antiguo documento conocido fechado usando como nombre de la ciudad Santiago de León (aunque pocos sospechan su importancia), está oficializado en un traslado fechado en 1595 publicado en la Historia de la Conquista y Fundación de Caracas, del hermano Nectario María, titulado “Cabeza de Registro. Encomienda General” que nombra a la ciudad fundada por Losada como Santiago de León y presenta como fecha documental de este padrón 4 de marzo de 1568, reproducido en el anexo de esa obra. El texto dice:

En quatro días del mes de marzo de mil y quinientos y sesenta e ocho años, el muy magnífico señor Diego de Losada, gobernador y capitán general de esta provincia de Caracas, y gobernación de Venezuela por el ilustre señor don Pedro Ponce de León, gobernador y juez de residencia en la dicha gobernación por la real majestad, y por ante mí, Alonso Ortiz, escribano desta armada y campo de su majestad, que por su mandato reside en estas dichas provincias, dixo que por quanto su merced ha venido a poblar y reedificar los pueblos que fueron despoblados, por los españoles y por los naturales destas dichas provincias con poderes bastantes que para ello trajo del dicho señor gobernador, que por ser a todos notorios no van aquí insertos, y juntamente con los dichos poderes una cédula real del rey don Felipe, nuestro señor, en que por ella manda al dicho señor gobernador se pueblen e reedifiquen los dichos pueblos de

57 En 1571 se recoge su opinión en este sentido con tales palabras, dado en Caraballeda. AGN._ Traslados, 1391, t. III, p. 1493 ss. Juicio de Residencia a Hernández de Cháves.

58 Briceño._ op. cit., p. 232. Hemos visto la copia del traslado que reposa en el AANH y la trascripción de Briceño es fiel. 40

estas dichas provincias ... por ende ... doy en título de repartimiento a los vecinos de esta ciudad de Santiago de León59

Lázaro Vásquez está testificando que Losada bautiza con el nombre de Santiago de León el poblado que allí se levantó “... de ahí a un año que había entrado” en la provincia. Como consta por testimonios que este capitán Losada entró a la provincia en marzo de 1567,60 por fuerza se concluye que la fundación debe situarse entre el 1 y el 4 de marzo, fecha de la data en que aparece registrado ya el nombre de la ciudad, Santiago de León, en el documento “Cabeza de Registro. Encomienda General” reproducido por el hermano Nectario María.61

5_ Hay otra declaración en el interrogatorio del juez Leguizamón, de otro de los conquistadores vecinos fundacionales que entraron con Losada. Tuvo este conquistador su casa poblada al lado norte de la Iglesia Mayor, diagonal a la plaza.62 Se trata de Francisco Sánchez de Córdoba, de la élite conquistadora. La declaración es de la misma fecha que la de Vásquez y sobre la misma pregunta respondió: “…que se remite al Regimiento General en cuanto a que se poblo”.63 La versión de Bermejo es: “… que se remite al Registro General

59 Nectario María, op. cit., p. 374. Ortografía moderna. Al legajo que publica el hermano Nectario tan sólo se trasladaron -por razones del pleito- la parte declarativa inicial y los asientos que registran las encomiendas otorgadas por Losada de los interesados en la querella. El Registro General de Santiago de León debió incluir, ciertamente, el registro de todos los que recibieron encomienda por vecindad, como primeros pobladores, por lo que si se hallara -o su traslado- indicaría precisamente quiénes habitaron desde su origen Santiago de León. El título de Cabeza de Registro. Encomienda General es el dispuesto en este legajo para el listado que usualmente era conocido como Registro General de Encomienda o Data General de los indios encomendados de Caracas. El legajo en sí mismo es una copia o traslado de escribano hecho en 1595, pues el documento del pleito completo original se perdió en aguas de Cuba, cuando era enviado al Real Consejo de Indias, por haber sido tomado por piratas el navío donde se le transportaba a Sevilla.

60 “... el cual entró por marzo del sesenta y siete años”. Relación de Pimentel. Caracas, 1578. Nectario María._ op. cit., p. 122.

61 Que el encabezado que María está reproduciendo es el Registro General de Santiago de León se constata con su concordancia de fechas en el siguiente testimonio de esa época, de Andrés de San Juan: “... e hice sacar el dicho traslado de las partidas del Registro General, el cual por él parece que se comenzó a hacer a cuatro días del mes de marzo y se publicó a cinco días del dicho mes”. AGN._ Encomiendas, t. III, f. 178 citado por Bermejo._ op. cit., p. 53.

62 AAC._ Varios, carp. # 1, 1626.

63 Copiada ex profeso textualmente, sin acentuación ni ortografía. Briceño._ op. cit., p. 238. 41 para en cuánto ha que se pobló”,64 lo cual tiene plena concordancia con el casi perfecto testimonio de Lázaro Vásquez.

Si Sánchez de Córdoba quiso decir con “regimiento general” el Registro de Encomienda General reproducido por Nectario María, usando la misma fórmula jurídica que usó García Pineda para avalar su testimonio, ya entonces tendríamos una fecha documentada, 4 de marzo de 1568, como posible fecha de fundación de Santiago de León.

Dicho de otra forma: el protocolo del Registro General de Encomienda de Santiago de León, pudo quizás haberse redactado días antes, incluso días después, pero se firmó y oficializó usando como data el día de la fundación, como debía ser, por derecho. De ahí que sirva de referencia válida a Sánchez de Córdoba para contestar verazmente sin caer en perjurio, pues para la fecha de su declaración, 1589, este importante documento fundacional -y por tanto, originario de toda la legalidad jurídica de los derechos de los primeros pobladores encomenderos en la ciudad- todavía existe, es público y notorio, y puede ser usado como referencia precisa y legítima, ante el temor de errar una fecha de memoria en una declaración jurada, o puede ser trasladado y alegado como prueba o referencia en juicio -y lo fue-, en un pleito como el presentado en el anexo de María, dirimido por esas fechas. No obstante, por detalles que mostraremos adelante, pensamos que la fecha real de fundación es unos días antes, concretamente el 1 de marzo.

Lo sorprendente es que el dato siempre estuvo a la vista desde que en 1967 sale a la luz el trabajo de Nectario María. Pero al parecer, no se tomó en cuenta. Sucede que probada – suficientemente, a nuestro juicio- una fundación de Caracas en 1568, estos testimonios que presentamos, conocidos desde tiempo atrás pero siempre soslayados por la corriente tradicional, que es la aceptada por la contundencia aparente del testimonio de Ponce de León en 1567, cobran de súbito un sentido y una importancia insospechados.65

Resumiendo, y haciendo una formulación metódica de lo expuesto hasta ahora:

1- Santiago de León se funda posteriormente a la fecha de la Carta de Ponce de León, según prueba la misma carta, lo que excluye de la data de fundación el año de 1567, hasta el 15 de diciembre al menos.

2- Lázaro Vásquez, testigo de vista de la fundación, bajo juramento afirma, veinte años después, que ella se realizó “al año” de haber entrado Losada, cosa que se sabe fue en marzo de 1567. Ello nos restringe a dicho mes de marzo la búsqueda de la fecha de la fundación, y paralelamente nos informa que se hizo, por lógica, en 1568.

64 Bermejo._ op. cit., p. 28.

65 “... Sobre el día y el mes de la fundación no han dado luz los documentos”. G. Morón._ Historia de la Provincia de Venezuela. Caracas, 1977, p. 347. 42

3- El encabezado del Registro General publicado por María tiene fecha del 4 de marzo de 1568 y en dicho texto ya se nombra a Santiago de León como ciudad castellana, lo que estrecha el lapso a los cuatro primeros días de marzo de 1568.

4- Francisco Sánchez de Córdoba remite sin dudarlo al Registro General para contestar sobre cuándo se fundó Santiago de León, que para nosotros, en base a los indicios anteriores, es prueba suficiente de que dicho documento, el Registro General, registra esa fecha o una muy cercana con diferencia de días.

No es nuestra intención defender esta fecha del 4 de marzo de1568 (nos inclinaríamos quizás por el día de San León, 1 de marzo). Nos basta con afirmar, con pruebas, que Santiago de León se funda en el primer trimestre de 1568 y mantener -como hipótesis de trabajo para el resto de esta tesis- “a inicios de marzo”.66

66 En rigor, haría falta, quizás, algo más que una declaración de Vásquez, González de Silva o García Pineda. Una copia del protocolo o acta primera de erección del cabildo de 1568 pudiera existir trasladado en otro legajo de pleito por encomiendas, solares o tierras, en Caracas, o en Sevilla. Si se sabe el año cierto, como ahora, quizás sea más fácil ubicarlo. No obstante, si se aceptan declaraciones y testimonios como pruebas de una supuesta fundación en 1567, estas de Pineda, Lázaro Vásquez y Sánchez de Córdoba son igual de buenas, así como las de Garcí González y Fernández Trujillo. Con el agregado de que refuerzan y precisan otras pruebas deducidas de hechos constatados y documentos fidedignos -hasta con la propia declaración de Ponce de León- que impiden situar la fundación en 1567. 43

Caraballeda, la primogénita

Más sorprendente aún es la consecuencia que se deriva de una fecha de fundación documentada de Caracas en marzo de 1568, si fuera la correcta como parece. Pues ella probaría que Santiago de León se funda -documentadamente también- después de Caraballeda (que era lo que a nuestro juicio sospechaba y rechazaba Oviedo, de lo cual hablaremos adelante).67 La explicación es la siguiente:

Las encomiendas otorgadas a los vecinos de una ciudad estaban circunscritas por leyes de Indias a los términos y jurisdicción de dicha ciudad. Quiere decir que los indígenas que habitaban la costa de Caracas se repartieron a los vecinos de la nueva ciudad de Caraballeda según el Registro General propio de Caraballeda, que se creaba para cumplir con la asignación de encomiendas a cada vecino de Caraballeda, usualmente como parte de los actos de fundación de la ciudad. Así, el don Juan Maqute que se le reparte a Justo Desque, no es otro que el gran cacique de la costa Guaicamacuto, con nombre cristiano que acaba de recibir al bautizársele, cuando se pacifica.68 Caciques como Guaicaipuro y Guayamate, al habitar el área de -jurídicamente dentro de los términos municipales de Santiago de León- se repartieron pues en Santiago de León a vecinos de esa ciudad, formalizándose el acto al asentarse la Encomienda de Guaicaipuro en el Registro General propio de Santiago de León.

Basta con entender que si el Registro General de Encomienda de Caracas (la lista oficial de reparto de los indígenas de los términos y jurisdicción de Santiago de León) se inicia, como documentalmente se aprecia, un 4 de marzo de 1568, y tenemos previamente ya para el 14 de febrero de 1568 un título original firmado por Losada de una encomienda asignada en los términos y jurisdicción de Caraballeda -como bien lo muestra el mencionado título-, Caraballeda existía pues -como ciudad- antes, mientras que Santiago de León se fundaría el mes siguiente. Caraballeda sería, entonces, la ciudad primogénita de Losada en la provincia de Caracas, fundada sobre El Collado.

Siendo objetivos, no tiene esto nada de extraordinario. Teniendo Losada a partir de 1568 tiempo y posibilidad de escoger por cualquiera de las dos para fundar primero (pues suponemos que para febrero de 1568 ambas estaban en razonable y similar estado de “alistamiento” para su fundación) pudo decidir fundar primero Caraballeda en apego a su tradición histórica, como heredera de la anterior El Collado, que fue más duradera y por

67 Véase el capítulo La Batalla de Maracapana, más adelante en esta obra.

68 Sobre la vida de los Desque, tenemos en prensa un trabajo en prensa de título Chuao antes de la Obra Pía: 1567-1671 donde ofrecemos una biografía lo más completa posible de estos personajes. Véase. 44 supuesto jurídicamente primera que San Francisco.69 Por lo que Losada no haría sino seguir el esquema y secuencia de fundación de ambas ciudades previas, quizás por evitar pasiones y discordias con antiguos vecinos de esas ciudades, que venían en su hueste y sin duda alegarían sus derechos vecinales como antiguos pobladores sobre los nuevos candidatos a vecinos.

Para el momento de su fundación, ambas ciudades tenían, a ojos de sus respectivos vecinos, igual peso jurídico. Ambas serían -y fueron- ciudades castellanas. Nadie adivinaba que una de ellas llegaría a ser “metrópoli” de la provincia, pues las “ciudades” eran por entonces poco más que la voluntad del vecino de “permanecer en la tierra”. Nacían todas igualmente rudimentarias: Horcones, palos, bahareques y techos de cogollo de palma por casa; hamacas por cama, y tres topias por cocina; un solar para el rancho, donde habita el nuevo vecino, un improvisado caney a su lado para el caballo, unas cabras y tres o cuatro indios e indias domésticos que acarrean agua, pilan maíz y flechan lapas o venados para el sustento de “la casa”; una Iglesia Mayor que a ojos de obispo nuevo pasaba por corral de cerdos techado. Nada más.

Hasta hoy se estudia a Caraballeda subjetivamente, con la misma brevedad displicente con que lo hace Oviedo en su Historia.70 Frente a Santiago de León, Caraballeda historiográficamente pasa aún por un simple puerto malo, que se extinguió, a la que -casi- se le pueden negar sus características de ciudad y las prerrogativas jurídicas que se derivan de ello.71 A lo más, se le concede ser la “antecesora” de La Guaira, que casualmente nunca fue ciudad, sino puerto de ambas ciudades fundadas. Oviedo sigue pues, influyendo negativamente en la antigua historia de esta fugaz “ciudad”. Ello induce a olvidar que Caraballeda tuvo -necesariamente- términos municipales y límites jurídicos otorgados solemnemente por Losada, vecinos, iglesia, solares, cabildo y encomiendas propias con tanto

69 Algunos aún debaten sobre quién fundó y cuándo San Francisco, pero nadie discute que Fajardo fundó El Collado, y que lo hizo antes. Aceptarlo no tiene consecuencia histórica que altere el esquema usual y tradicional aceptado de la fundación de Caracas.

70 Oviedo dedica el primer párrafo del capítulo X, libro V, a Caraballeda. Expone los motivos que le parecen apropiados para justificar su fundación; describe la composición de su primer cabildo, e inmediatamente pasa a las supuestas causas de su extinción, sin fecharla. Es todo. No lo hacen mejor Nectario María, ni los otros autores que estudian la Jornada de Caracas. Manuel Pérez Vila analiza con más seriedad la historia de Caraballeda, obligado por el tema, los orígenes de La Guaira. Vid: M. Pérez Vila._ Orígenes Históricos, en la obra La Guaira, ed. Armitano. Caracas, 1981.

71 Por vía de ejemplo: “... Diego de Losada conoció muy bien la necesidad de tener un puerto en las costas del mar Caribe para las relaciones con Santo Domingo, con el mismo Coro y Borburata, y decidió proceder a su fundación sin la menor demora”. Nectario María._ op. cit., p. 137. Pérez Vila. niega por fin que Caraballeda tuviera su causa de origen como puerto de Santiago de León. Era pues Caraballeda una ciudad, -La ciudad, a falta de otra- que había que fundar por mandato de real cédula, simplemente. De ahí su origen. 45 o más derecho que Santiago de León, la afortunada sobreviviente. Aunque ahora, a la distancia, luzca obvio para un caraqueño, no cabía en Losada -no tenía por qué- preferencia fundacional por, digamos, Caracas, la gran capital de la provincia. No tenía modo de saber Losada que una de las dos ciudades que fundaba por mandato y no por capricho prevalecería a todas las de la gobernación. Para él, como obediente capitán, si primero fue El Collado, primero sería Caraballeda. Así lo pensó Losada y así lo hizo.

Lo curioso es que la muerta Caraballeda ha sido tan “históricamente” enterrada, en el rol que le pudo caber en la Jornada de Caracas, que hasta los revisionistas defensores de una fundación de Caracas en 1568 han preferido inventarse poblaciones o ciudades aéreas para sostener sus argumentos, cuando siempre tuvieron frente a ellos la ciudad “necesaria”: Caraballeda, para llenar lapsos temporales hasta la fundación de Santiago de León en 1568. Caraballeda, ciudad perfectamente probada en documentos, pero oviédicamente desdeñada por los revisionistas también. Adelante mostraremos el papel fundamental que juega Caraballeda en la conquista de Caracas.

46

Indicios adicionales

No hemos querido dejar pasar otros indicios que acumulan fuerza a la tesis de una fundación en 1568. Serían:

1_ La mención registrada del secretario del obispado don Juan José de Guzmán, en la visita del obispo Martí a su diócesis de Caracas en 1770, de que en el archivo episcopal existía un documento -actualmente no localizado- por el cual se evidenciaba, según una real cédula, que la fundación de Santiago de León había sido en 1568:

Esta ciudad de Santiago de León de Caracas es capital de este Obispado y Provincia; se fundó el año de 1568 por el General Diego de Losada y fue su primer Gobernador don Pedro Ponce de León, según se expresa en un papel que se halla al folio 403 del libro 4º de Reales Cédulas de esta secretaría de mi cargo72

Este documento pues, existió según el crédito fehaciente que como secretario episcopal merece Juan José de Guzmán y es concordante con nuestra tesis, por lo que sirve de alegato. Debe tomarse en cuenta al momento de sopesar los argumentos en pro o en contra del debate.

2_ La mención del propio Oviedo, escrita antes de su popular Historia de la Conquista:

El año de mil y quinientos y sesenta y ocho años, siendo Gobernador y Capitán General de esta provincia don Pedro Ponce de León, fundó y pobló la ciudad de Caracas el General Diego de Losada73

3_ La carta del contador Diego Ruiz Vallejo, escrita el 18 de abril de 1568, que - significativamente- no da cuenta de Santiago de León ni de Caraballeda entre los pueblos de españoles formalmente fundados que menciona:

algunos gobernadores, como fueron el licenciado Bernáldez y el gobernador don Pedro Ponce de León, hasta agora an hecho su asiento en la ciudad de Coro, que es en el cabo de toda esta gobernación, y es gran perjuicio de los vecinos y moradores de ella, porque si an de pedir alguna justicia ante la persona del gobernador para muchas cosas que son menester -especialmente sobre pleitos de los naturales, que para estos cierto es menester la persona del gobernador- y los de Cuicas habían de ir ciento y diez leguas a Coro a pedir justicia, y los de Tocuyo noventa leguas, y los

72 Bermejo._ op. cit., p. 55.

73 Ibídem, citando “Libro de Noticias e Índice General de las cosas más particulares…” de Oviedo y Marcos José Rivas. Debe ser el comúnmente conocido como Tesoro de Noticias. 47

desta ciudad de Segovia ochenta leguas, y los de Valencia, sesenta leguas, y los de Borburata cincuenta leguas; reciben gran perjuicio todos74

Puede suponerse que los oficiales reales aún no tienen constancia, o no han tenido tiempo de recibir los recaudos de los Autos oficiales, de la fundación de Santiago de León y Caraballeda, fundadas en los dos meses previos, por lo que no las consideran aún parte de las formalmente comprehendidas en la gobernación. Recuérdese que estos oficiales residen en Barquisimeto, ciertamente más lenta de comunicar por tierra con Caracas que Coro, que lo hace por la vía marítima. Ponce acaba de llegar a Barquisimeto en febrero de 1568, por lo que no tiene tampoco noticia cierta de las fundaciones todavía, que en ese momento se están dando en Caracas.

4_ La muerte de Guaicaipuro:

Un análisis crítico de la cronología que llevó a la fundación de Santiago de León el año de 1568 debe pasar necesariamente por Guaicaipuro. Este caudillo indígena de nación Teque, era el alma o líder del alzamiento -según Oviedo y Baños- que había llevado al fracaso de Rodríguez Suárez y Fajardo; a la ruina de sus ciudades, San Francisco y El Collado a inicios de 1562; a la muerte y empalamiento del campeón Diego García de Paredes y a la derrota y fin miserable del valiente capitán Narváez y otros ciento cincuenta de su expedición, entre soldados y servicio, todos convertidos en carne de guiso.75

Oviedo nos informa -en su particular estilo- de la muerte de Guaicaipuro por Infante y su escuadrón, y da un indicio de cuándo sucedió el hecho, de la siguiente forma:

Bien desconsolado se hallaba Losada después que dio la vuelta a la ciudad [según el cronista, venía de fundar Caraballeda], por haber reconocido (según la dureza y

74 Rumeu._ op. cit., p. 427.

75 Juan Fernández Trujillo, que conocía la lengua de estos indios de Caracas declaró: “... cuando este testigo entró a la conquista de esta provincia con Diego de Losada que vino por general de ella, oyó y entendió la grita y algaraza que les daban, diciendo en su lengua <>”. Briceño._ op. cit., p. 684. La antropofagia ritual como forma de apropiación de la fuerza o espíritu del enemigo vencido está ampliamente probada y explicada para pueblos de todas las épocas y regiones del mundo. En este caso de la declaración de Fernández Trujillo ni siquiera es prueba concluyente de que así haya sucedido: Puede concebirse lo oído por Fernández Trujillo como “guerra psicológica”, otra forma de lucha más de estos guerreros Caracas, para quebrar la moral de los expedicionarios en su intento de entrada, como probaron exitosamente con Bernáldez en su fracasada expedición que se devuelve a Valencia por miedo, dos años antes que Losada. Una confesión concreta de antropofagia: Un cacique de Nirgua, preso en 1570 por matar tres españoles declaró: “… y que cuando comían a los dichos cristianos, que a los mozos les hizo mal la carne y a los viejos no”. Residencia a Hernández de Cháves, 1571. AGN._ op. cit., f. 458. 48

rebeldía que experimentó en los indios en la entrada que había hecho) cuán en los principios se hallaba su conquista, después de año y medio que había trabajado en ella.76

Pareciera a primera vista, que Oviedo está situando la fecha alrededor de septiembre u octubre de 1568, según la cuenta que saca para la entrada de Losada en el valle de San Francisco, contando desde fin de marzo de 1567, por su cronología. Pero como se sabe, Oviedo arrastra un error de un año desde el momento que pone la fundación de Caraballeda en 8 de septiembre de 1568,77 y está documentalmente probado por el título de encomienda a Desque antes citado que esta ciudad se funda antes del 14 de febrero de 1568 al menos, y como por otra parte Oviedo informa que Losada “dio la vuelta a la ciudad” luego de fundar Caraballeda, es lógico deducir que las fuentes no conocidas que está usando Oviedo para construir su cronología propia le están diciendo que Losada regresa del litoral al valle de Caracas en septiembre u octubre, aunque no le dan explícitamente el año,78 que la fuente juzga evidente por estar declarada quizás en una hoja inicial perdida para el momento que Oviedo lee el documento. Oviedo, de este dato mensual, deduce entonces “después de año y medio que había trabajado en ella”.

Que Caraballeda estaba fundada poco antes -si no el 14- de febrero de 1568 es un hecho probado. Lo importante aquí es comprender que la muerte de Guaicaipuro no es luego de la fundación de Santiago de León, sino antes. Esto es en sí tan importante para la final fundación de la ciudad que alumbra todo el panorama cronológico de las causas que retrasan la fundación de Santiago de León a 1568. Es quizás la razón de peso que se necesita, (aunque para llenar el lapso desde la entrada de Losada a la provincia de Caracas hasta la muerte de Guaicaipuro sucedieron otros hechos relevantes, como veremos). Dicho de otra forma: Santiago de León quizás no pudo fundarse, no podría, antes de la muerte del tenaz y peligroso Guaicaipuro. Para Losada, sería fundamental primero acabar con la cabeza de la rebelión, sin cuyo abatimiento no podría seguirse ningún adelanto en la pacificación de la provincia y, en consecuencia, menos aún la fundación de una ciudad en el valle de San Francisco, como estaba ordenado.

La muerte de Guaicaipuro no está datada -hasta ahora- ni en la narración de Oviedo ni documentalmente. Hemos de situarla, por lo explicado, entre quizás octubre de 1567 -en que al parecer sube de la costa Losada a la conquista del valle de San Francisco- y 4 de marzo de 1568, fecha en el que se realiza el primer reparto nominal de encomiendas de Santiago de León.79 Nectario María, siguiendo a Oviedo, nos informa por su parte de la data de la muerte

76 Oviedo._ op. cit., lib. V, cap. XII.

77 Ibídem, cap. X.

78 Ídem. Nótese en su obra que el paréntesis -propio- en la frase de Oviedo es sobre el año, no sobre el mes.

79 Nectario María._ op. cit., p. 374. 49 de Guaicaipuro así: “… y en una fatídica noche de fines de 1568, pero más probable de comienzos de 1569, envió una tropa guiada por indios baquianos para prenderlo”.80

Se deduce que Nectario María no sabe exactamente tampoco cuándo fue la muerte de Guaicaipuro. El extenso documento original que está consultando, del cual el mismo investigador nos informa que consta de 285 folios y tres cuadernillos adicionales, todos dedicados a un pleito por los indios de Guaicaipuro que se dirimía entre dos litigantes, no lo dice por parte alguna. No obstante, algo debió ver en dicho legajo tan meritosísimo investigador para concluir que la muerte se realizó, más bien, “a comienzos” del año siguiente.

Si así fue, y basados en la corrección que hacemos a la fecha de Oviedo, que es igualmente la fecha que adopta Nectario María (1569), pudiera datarse la actividad y muerte de Guaicaipuro -sin que de ninguna forma sea definitivo- hasta inicios de enero de 1568, que corresponde ajustadamente con la cronología subsiguiente de fundación de Santiago de León, según esta tesis.

A su muerte, o durante su intento, se realizaría la pacificación de los Teques y otras tribus confederadas, el recorrido de la comarca por Losada, comenzando por la provincia de los Teques, al suroeste del valle, y regresando por los Mariches al este, en lo que gasta Losada, según el propio Oviedo, un mes. Mientras tanto se prepara ya en firme el terreno de la ciudad, nivelándolo y trazando “solares y calles” alistándola para el acto protocolar, que se realizará tan pronto se tenga idea cabal y registren las parcialidades a encomendar, proceso conocido como “apuntamiento”; cosa que a nuestro juicio está todo listo en el primer trimestre, como esperamos haber podido probar con las declaraciones de testigos.81

En el segundo tercio de febrero –quizás- Losada está listo ya, y en la costa de nuevo, para fundar Caraballeda, e inmediatamente pasar -luego de este formulismo protocolar necesario- al campamento de San Francisco para formalizar seguidamente la fundación de Santiago de León. Esta forma de fundar poblados en serie no es un hecho extraordinario. Sebastián Díaz de Alfaro hace lo mismo al fundar en menos de dos meses a San Juan de la Paz en noviembre de 1585 en los valles del Tuy y a San Sebastián de los Reyes el 6 de enero de 1586. La relevante actuación de Francisco Infante al acabar con la cabeza de la revuelta indígena -

80 Ibídem, p. 365. Subrayado nuestro.

81 El documento del Anexo de María en AGI._ Escribanía de Cámara, Sto. Domingo, leg. 2B. Copia en la Academia de la Historia, AANH._ Traslados, Fray Froilán de Ríonegro, t. II 12. Desconocemos si existe intención o planes de publicar este valioso legajo pero prevenimos que el contenido del mismo, por la importancia de las noticias que los pocos documentos y declaraciones dejan entrever es quizás tan valioso para la temprana historia de Caracas como los datos –notables e interesantísimos sin duda- que aportan sobre el destino de los Teques como indios encomendados. 50 según la versión de Oviedo, pues no hay otro que lo afirme- es, a nuestro juicio, lo que le gana su ascenso a primer alcalde de la definitiva Santiago de León.

51

Guaicaipuro manso

Para terminar esta parte, un comentario se hace necesario. La muerte de Guaicaipuro -en estricto sentido- no prueba la fundación de Santiago de León en 1568, tan sólo ofrece la posible causa -o al menos una de ellas- para hacerla ese año de 1568 y no el anterior. Sin embargo, como pensamos que estos argumentos razonados que acabamos de exponer arriba serán exhaustivamente analizados, como es lógico, y porque sobre la existencia o no de Guaicaipuro a fines de 1567 o inicios de 1568 se pudiera argumentar en contra, queriendo alguno insistir en su muerte un año después -a fines de 1568 o inicios de 1569-, anticipándonos reiteramos: la muerte de Guaicaipuro no está datada.

Si se analiza el título a Pedro Mateos de su encomienda, de fecha 5 de marzo de 1568 -que reproduce el anexo del hermano María- en el que se le adjudican, ya para entonces, indios del principal Guayamate en primer término, y los de Guaicaipuro adicionalmente, se observará que se habla de éste último como presente, no como fenecido:

ansí mesmo os doy en la dicha encomienda, en la provincia de los Teques y comarca de las minas, el principal Guacaypuro, de nación Teque, con todos los principales y capitanejos yndios que a él fueren sujetos82

Por formas de redacción como esta es que se yerra en el análisis crítico, pues muy válidamente pudiera alegarse esta declaración como prueba que Guaicaipuro seguía vivo para la fecha, marzo de 1568. Si ese hubiera sido el único documento que presentara el Anexo de Nectario María sobre la encomienda de Guaicaipuro, no teniendo por desgracia oportunidad el investigador de consultar el original o su traslado fiel editado, habría que aceptar por fuerza que Guaicaipuro estaba vivo para fines de 1568, con todo lo que ello implica para la clarificación seria del debate sobre la fundación de Caracas.

Pero afortunadamente Nectario María incluye una Sección Documental para mostrar cual de los litigantes gana el pleito. En uno de esos documentos, de fecha 3 de febrero de 1571 (precisemos, tres o cuatro años después de la conquista de Caracas), en título de encomienda al sucesor encomendero de Pedro Mateos, se lee:

encomiendo en vos, el dicho Andrés González, en los términos de esta ciudad al cacique Guayamate que está en la comarca de las minas, y en la provincia de los Teques el cacique Guacaypuro con todos los yndios, capitanes y principales subjetos a los dichos caciques83

82 Nectario María._ op. cit., p. 380.

83 Ibídem, p. 407. 52

Y en otro documento de encomienda, de fecha 27 de octubre de 1572, dado a la parte contraria en el pleito, se lee:

por tanto, en nombre de su rreal majestad, encomiendo y doy en título de repartimiento a vos, el dicho Christoval Cobos, los principales Guacaypuro y Guayamate, ansí y de la manera y con el mismo título, aución y derecho que fueron encomendados a Pedro Mateos y Ambrosio Hernández, su sucesor84

¿Hace falta creer que Guaicaipuro seguía -por lo mostrado- vivo en 1572, cimarrón rebelde para evitar ser encomendado? o, caso contrario, ¿que ahora era un dócil capitanejo al servicio de su amo? Evidentemente no. El Anexo de Nectario María ofrece testimonios del fin de este insigne líder rebelde indígena.85 Entonces el cacique encomendado, Guaicaipuro, estaba muerto. ¿Cuándo murió -según estos títulos- Guaicaipuro?

De Guaicaipuro hemos de decir que no está probado tampoco aún -documentalmente- su papel de líder de la confederación indígena de Caracas, que Oviedo y todos en adelante le atribuyen. Nada impide que así haya sido, (y en nuestro análisis adelante usaremos algo cómodamente este supuesto), pero de los documentos hasta hoy dados a la luz sólo se deduce su existencia como cacique de una parcialidad Teque (aunque importante cacique, tal como Conopoima o Terepaima, sus vecinos) y su final violento por mano de los españoles, hecho que pudiera indicar indirectamente que efectivamente luchó a muerte contra estos. No hay testimonio contemporáneo de su fecha que hasta ahora pueda probar la heroica narración de Oviedo.

Otros caciques Teques, como Pacuare, Conopoima y Guaramare habían fenecido también - al parecer luchando tan aguerridamente como Guaicaipuro- al momento del reparto de encomiendas en 1568 por Losada.86 Guaicaipuro -es fuerza admitirlo- no destaca en forma particular de estos u otros caciques guerreros en documentos de su época que a él se refieran, documentos por demás siempre escuetos a la hora de mostrar el papel de liderazgo de algún cacique aborigen en resistencia, por temor a dejar registro del ejemplo.

Es al menos extraño, además, que siendo Infante y Sancho del Villar los más aceptados históricamente como vencedores de Guaicaipuro, los indios de éste legendario guerrero hayan pasado al gris Pedro Mateos, que se ausenta rápidamente a mediados del mismo año

84 Ibídem, p. 409.

85 Domingo Giral: “… Le vido morir este testigo en su tierra y nación”. Ibídem, p. 360. Indio Almere: “… donde el dicho Guaicaipuro vivía y donde lo mataron”. Ídem. Indio Arue: “… Suruapo, que es donde lo mataron los cristianos”. Ídem.

86 Ibídem, pg. 393 y 402. 53

1568 de Santiago de León, para no volver jamás, y que no pareciera tener -hasta el momento- mayor altura ni figuración en la Jornada de Caracas, ni aparecer siquiera en la gesta de Oviedo, más allá de su pródiga lista.87

Ha habido tradicionalmente en Caracas un comprensible y romántico factor “nacionalista” derivado del Guaicaipuro barroco de Oviedo. Es una dificultad adicional para un examen objetivo. La figura de Guaicaipuro debe ser analizada, si se busca objetividad histórica, de manera fría, en base a los escasísimos documentos coetáneos que hasta ahora han salido a la luz, que lo mencionan, a riesgo de perpetuar otra narración heroica legendaria para consumo doméstico, sin mayor soporte. Las gestas patrióticas existirán siempre en las narrativas nacionales y son preciosas en todos los pueblos, como parte de su épica popular. Pero siempre será más hermoso si se logra probar que éstas no son sólo mitológicas, sino verdadera Historia.88

87 Ibídem, p. 380. Pedro Mateos quedó vecino en Barquisimeto y allí finalizó su vida como prominente miembro de la élite social de esa ciudad. En el pleito por los indios de Guaicaipuro, esta encomienda se le otorga seguidamente (aparentemente por el crédito de su mujer, Isabel de Trujillo, según declaraciones) al portugués Andrés González, de nula figuración social hasta entonces, que no fue caudillo o capitán, y quien ni siquiera fue de los conquistadores que entraron con Losada: “... siempre ha andado de rancho en rancho, sustentándose a costa ajena”: AANH._ Traslados, Fray Froilán de Ríonegro, t. II-12, f. 35, pregunta 10 del interrogatorio de Cobos. Aunque la asignación de encomiendas no se regía por la importancia del cacique que a ojos de los castellanos comandaba tal parcialidad, es difícil creer que los Teques de Guaicaipuro fueran un grupo marginal, asignable a un vecino poco notable en hechos de conquista como fue el portugués Andrés González, pues es el prominente Cobos precisamente quien pretende esta encomienda: “... porque como es notorio, antes que el dicho Andrés González pensase venir a esta tierra, Cristóbal Cobo tenía ya los huesos molidos de servir a S. M. en ella como buen soldado y con oficios y cargos muy prominentes de caudillo y capitán, y otros cargos honrosos”. AANH._ op. cit., f. 52.

88 Se lamentaba sobre ello Bermejo: “… parece que no hubo interés en investigar y sacar a la luz los verdaderos héroes de la resistencia … se ha dado pábulo a leyendas anónimas, inciertas y relativamente modernas que incluyen elementos extraños, más propios de un Tamerlán”. Bermejo._ op. cit., p. 61. 54

Segunda Parte: El año de 1567

“… y como quiera que en todo solicito la benevolencia del lector, para que disimule con piedad los defectos que pudiera acriminar con rigor, desde luego represento por mérito para la venia a que aspiro, el conocimiento que me asiste de mis propios yerros, pues cuantos descubriere en este libro la censura, tantos admitimos sin disculpa por legítimos hijos, nacidos de mi ignorancia. Vale.”

Joseph de Oviedo, Historia de la Conquista..., op. cit., “Prólogo al Lector”. 55

1567 y el “Factor Oviedo”

Demostrada en la parte anterior la fundación de Caracas en marzo de 1568, al año de haber entrado Losada en el valle de San Francisco, y habiendo probado de paso que ni Santiago de León, ni tan siquiera Caraballeda se fundan en 1567 -según la contundente afirmación de Ponce de León- surge entonces la pregunta lógica:

¿Qué pasó pues en 1567?

Para responder esta interrogante, utilizar la Historia de la Conquista de Oviedo, como se ve, no ayuda mucho ahora. Desde el momento en que ni su fecha de fundación de Caraballeda, 8 de septiembre de 1568, ni la de Santiago de León, 25 de julio de 1567 son correctas, hemos de poner en atenta observación (diríamos que algo más que eso) todo su célebre relato de la conquista de Caracas. Es cierto que el mismo Oviedo, en estricto sentido, no se decide a fijar el 25 de julio como fecha de la fundación. Su confesión al respecto es harto famosa:

El día en que Losada ejecutó esta función es tan ignorado en lo presente, que no han bastado mis diligencias para averiguarlo con certeza, pues ni hay persona anciana que lo sepa, ni archivo antiguo que lo diga89

Pero no es menos cierto que Oviedo inserta la noticia de la fundación de Caracas en un capítulo que pone antes de la “fundación de Caraballeda”. Y esto no parece nada casual.

Oviedo es un autor de tan profunda influencia en la historiografía de Caracas que, sin mayor escrúpulo, se le pasa un yerro como el de la fecha de la fundación de Caraballeda90 sin que sea automáticamente tachado, como él mismo hace con el remoto Gil González Dávila, y tácitamente se le corrige, aceptando que esta ciudad entonces -corriendo simplemente un año atrás- debe haberse fundado el 8 de septiembre de 1567, o por esas fechas.91

89 Oviedo._ op. cit., lib. V, cap. VII.

90 A Oviedo no le aplican lo que el propio autor señala a Gil González Dávila: “… no dudo erraría el día quien con tanta claridad erró el año”. Ídem.

91 “… como Oviedo y Baños apunta el 8 de septiembre, podría haber sido en dicho día, pero no en el año de 1568, como erróneamente anota, sino en el de 1567, que es el verdadero”. Nectario María._ op. cit., p. 138. Aunque Morón no se pronuncia, le atrae también la fecha del 8 de septiembre, al insinuar en su pregunta que algo debe significar dicha fecha. Acepta el año de 1567 como el de la fundación de Caracas y le da crédito a Oviedo: “… Fuera de la fecha, finales de 1567, vuelve Oviedo y Baños a quedar como buen historiador cuando da la población a Losada… Dice don José que la fundación fue el 8 de septiembre de 1568 ¿Por qué tan tajantemente?”. Morón._ op. cit., p. 353. 56

Esta tolerancia hacia el historiador barroco no es inocente. Obedece a una comprensible intención de los partidarios la tesis tradicional de defender a Oviedo. De alguna manera, corregir la fecha errada de Caraballeda paradójicamente lo acredita y fortalece. Pues con ajustar la fecha, proponiendo que la fundación debió ser el 8 de septiembre de 1567 - manteniendo la data, aunque no el año- esto “casi” concilia una fundación de Santiago de León alrededor del 25 de julio de 1567.

Se puede pues acudir entonces a este historiador de nuevo con la fe restablecida en su relato, para seguir leyendo -luego del capítulo de la fundación de Caracas- cómo pasa Oviedo a narrar la acometida de los indios confederados por Guaicaipuro contra la ciudad de Santiago de León en la decisiva Batalla de Maracapana (ya veremos cuanto); cómo en el siguiente capítulo se funda Caraballeda en la costa, y cómo Losada -luego de dejarla en orden- regresa al valle de San Francisco a hacer su expedición de “apuntamiento” o registro de las parcialidades indígenas para poder asignar, según méritos, los indios de Caracas.92

El casi inconmovible crédito de Oviedo y Baños en cuanto a la historia inicial de Caracas no es gratuito. Nace de ser el único cronista al cual se puede acudir para saber los detalles de esa Jornada. No hay otro. Para un investigador, esos detalles valen oro. Oviedo compone su obra más de ciento cincuenta años después de los hechos. Inunda de tantas noticias preciosas y personales su narración, que su Historia se lee -al menos para la parte relativa a Caracas- como un apasionante libro de aventuras. Oviedo es percibido de alguna forma como el “Homero” de los brumosos orígenes de Caracas. Escribe épicamente de una edad heroica, sobre unos personajes de virtudes legendarias inmersos en una epopeya gloriosa.

Homero o no, Oviedo es el único historiador antiguo que se preocupa por el “problema de la fundación de Caracas” con igual sentido histórico con que lo haría hoy día -y con el mismo interés- un caraqueño orgulloso de su ciudad capital. En esto se diferencia de otros historiadores y cronistas coloniales previos que dan noticia de pasada del “poblamiento” de Santiago de León como una breve referencia, narrativamente sin mayor importancia, para continuar así con el fondo de su Historia. Al leer a Oviedo y Baños participamos de su angustia ante la fecha de fundación sumida “en la incertidumbre”.

Oviedo ejerce entonces, sin quizás imaginarlo, una desproporcionada y perturbadora influencia en cualquier estudio serio que se intente sobre los orígenes reales de Caracas. Es difícil desligarse de su magia y asumir una posición objetiva. Quien lee a Oviedo en busca de datos, se envuelve sin notarlo en la convincente aventura de su narración. Es por ese fenómeno de suspensión de la realidad objetiva que produce su lectura -propio del teatro y el cine- que no se advierte una incongruencia jurídica tan simple como la existencia de idénticos cabildo dos años seguidos. Aunque muchos detalles se le discuten, se le acepta el fondo -en general- fehacientemente, sin contrastarlo con la realidad histórica coetánea, tal como hacemos hoy con una novela.

92 Oviedo._ op. cit., lib. V. 57

Un problema adicional es que Oviedo, por ser muchas veces fuente única -y muy apropiada para cierta clase de Historia, por su narrativa plena de tensión escénica-, es usado ante las lagunas que por supuesto tiene la historia de Caracas, como amplio comodín de apoyo hasta por historiadores responsables. No es culpa suya.93

Las noticias tan particulares de Oviedo, que son las que hacen valiosa su narración de Caracas, deben tomarse con sumo cuidado según hemos comprobado.

Un caso: El capítulo VI de su Historia, que es el inmediatamente anterior al de la fundación de Caracas, está dedicado a narrar la “Batalla de la Quebrada” de 1567, como el propio autor la bautiza. Es un inserto que no agrega nada al fondo objetivo de la Historia de Caracas, pero que nos regala aventura, como lectores de una gesta. Los expedicionarios, acosados de hambre por la destrucción de las sementeras y cultivos alrededor del real o campamento, que sin tregua practican los indios de Caracas, organizan por orden de Losada una “entrada” a las poblaciones “… de los Tarmas y Taramainas (que habitaban a la parte de poniente en las serranías que corren sobre el mar”, para conseguir bastimentos “… para socorro del campo” de Losada.94

La expedición, de cuarenta soldados de a pie y cinco a caballo, incluyendo como líder a don Rodrigo Ponce, hijo del gobernador, encuentra finalmente los ansiados bastimentos pero se los discuten aguerridamente los Taramainas. “… estaba entre los gandules uno que llamaban Carapaica, Taramaina de nación”.95

Oviedo narra cómo Francisco Infante, Alonso Ruiz Vallejo y otros, luego de una batalla contra Carapaica en la que se luce Ruiz Vallejo cuando reacciona de su huída ardiendo por el insulto de “bastardo mestizo” que le lanza Infante, logran regresar triunfantes con suficientes bastimentos para el campamento de Losada. ¿Cuánto de cierto hay en este relato y de dónde lo sacó el cronista? Difícil saberlo hasta tanto no se avance en hallar testimonios que comprueben o debiliten los argumentos del autor. No obstante, es por muestras que parecen tan “de vista” como esta, que se discute sobre una supuesta Crónica de un Ulloa, por el cual se guiaría quizás Oviedo para componer su Historia.96

93 “… Oviedo pareciera ejercer una especie de poder mágico sobre quienes le estudian y citan”. A. Lemmo._ Historiografía Colonial de Venezuela, 2º edición, Caracas, 1982, p. 114. “… Hay cientos de artículos y monografías sobre el autor y su obra con una característica que se convierte en “constante” en la historiografía colonial: escasa elaboración conceptual”. Ibídem, p. 110.

94 Oviedo._ op. cit., lib. V, cap. VI.

95 Ídem.

96 La·”Hipótesis Ulloa” es de Cristóbal Rojas, y ha sido acogida con escaso examen y calurosa aprobación por casi todos: “…anecdótico, curioso y detallado del relato, 58

Pero sobre esa hipótesis de un Ulloa que lo ilustre, Oviedo declara haber trabajado sobre legajos de archivo, sin indicar explícitamente haberse guiado por algún relato especial, probanza o crónica: “… siendo preciso revolver todos los archivos de la provincia para buscar materiales”.

Y también dice cómo construyó su relato:

pues habiéndome gobernado en todo por los instrumentos antiguos que he leído … aseguro en su autoridad la certeza de que necesito para los sucesos que refiero97

Pero analicemos el caso del Carapaica presentado arriba : Si el historiador provincial se basara en el romance mandado a componer por el cabildo de Caracas en 1593 a Ulloa, bajo comisión y supervisión de personajes de tanto crédito y seriedad como Garcí González de Silva y Juan de Riberos (este último coautor de la fundamental y precisa Relación de Pimentel de 1578), ¿qué decir entonces de este testimonio que presentamos seguidamente, del mismo Garcí González, declarando como testigo a favor de Diego de Henares?:

y sabe demás de esto que [estuvo] en otra entrada que hizo a los Mariches contra un cacique llamado Carapaica, y le dieron al dicho Diego de Henares una muy grande herida, que estuvo a punto de muerte98

¿Cómo conciliar esta declaración de Garcí González, testimonio coetáneo, sobre un cacique Carapaica de los Mariches y un Diego de Henares mal herido, con la novelesca narración de Oviedo y Baños, cuya acción sitúa este autor en dirección opuesta, “a poniente”; contra una parcialidad distinta, los Toromaimas, y con personajes totalmente diferentes, narración en la que nada se dice de Henares, prominente hijodalgo y culto alcalde del segundo cabildo de la ciudad en 1569?

imposible de derivar exclusivamente de fríos testimonios documentales”. Bermejo._ op. cit., p. 16. “… Que la fuente de Oviedo para los capítulos de la conquista y población del Valle de Caracas fue un fragmento de la Crónica del Poeta Ulloa es casi evidente”. Ibídem, p. 19. “… resalta indiscutible que a través de Ulloa –que a los 26 años de la conquista recogió las versiones directas de los viejos pobladores-, Oviedo y Baños nos proporciona un relato testifical”. Ramos._ op. cit., p. 312.

La rigurosa Lemmo también considera factible un Ulloa como fuente de Oviedo: “… Se equivocó Rojas [Cristóbal], pues el primer historiador de Venezuela fue Aguado, pero no en cuanto a señalar cómo Oviedo utilizó a Simón y los manuscritos de Ulloa”. Lemmo._ op. cit., p. 114.

97 Oviedo._ op. cit., “Prologo al Lector”.

98 AGN._ Encomiendas, t. XLVII, f. 153 vto. 59

Si Oviedo se está guiando por la supuesta Crónica de Ulloa, o esta se hizo distorsionando los hechos hasta la falsedad (cosa que no fue por cierto la intención del cabildo cuando la comisiona; se buscaba, precisamente, registrar los hechos verazmente en un poema épico, para preservarlos con fidelidad), con la anuencia cómplice -y contra su propio crédito- de Garcí González, Henares y otros conquistadores protagonistas directamente involucrados, vivos todavía, o ese mítico cantar de gesta de Ulloa no describe este hecho de armas contra un Carapica Mariche, ni por lo que se observa tampoco la fundación de Caraballeda en febrero de 1568, menos aún la de Caracas en 1568, ni la muerte de Guaicaipuro antes de esas fundaciones (y otras inconsistencias que sería prolijo exponer pero de las cuáles hemos verificado errores como este en su Historia, así como sucesos críticos que expondremos para el año 1567 de los que Oviedo no logra hilvanar, ni de lejos, la secuencia correcta, o no informa nada), pues ya vemos como Oviedo yerra en cuanto a estos hechos fundamentales de los que no da noticia cierta, cosa que no sucedería si se estuviera guiando, precisamente, por una relación o crónica basada en testimonios de los protagonistas vivos, por más que puedan adolecer estos de falta de memoria, pues es duro de admitir que todos los conquistadores sobrevivientes hacia 1593 -doce (12) al menos en la ciudad- vayan a confundir todos la fundación de Caracas tanto como para ponerla el año errado, o antes de Caraballeda, o conspirar de común acuerdo en cuanto al primer cabildo, o declarar a Carapaica como indio “Taramaina”, siendo que lo combaten como cacique Mariche, o haber sido alguno -de los aún vivos informantes de Ulloa- herido por éste osado Carapaica hasta quedar al borde de la muerte, como le sucedió a Diego de Henares, y no recordar (veinticinco años después del golpe) si fue en Carayaca o en Guarenas.

¿Qué hechos verídicos cantaba entonces el tal romance?99

Hay otras inconsistencias menos notorias en el relato de Oviedo, pero que a la luz de una lectura atenta y crítica de su narración, se revelan. Por ejemplo: El capítulo III del libro V finaliza con la entrada de Losada al valle de La Pascua (El Valle, actualmente) donde terminó de pasar los días de Semana Santa de 1567:

por cuya causa mantiene hoy el nombre de valle de La Pascua, perdiendo el de Cortés, que tenía antes, por haberlo encomendado Fajardo a Cortés Richo, un portugués que le acompañó en todas las entradas de su fatal conquista100

99 Otra vez parece acertar Julio Febres, quien rechaza de plano por parecidas razones la susodicha crónica de Ulloa: “… pero esa fuente no fue seguramente la pseudo epopeya de Ulloa, sino algún cuaderno o diario de escribanos”. Febres._ op. cit., p. 20. Febres, además, previene sobre la data cronológica incierta de la Batalla de la Quebrada: “… La posterior expedición de Rodrigo Ponce contra los Tarmas no es posible fijarla bajo ningún aspecto, ya que las débiles muestras cronológicas que ha venido ofreciendo Oviedo, faltan totalmente de ahora en adelante en cuanto se refieren esos sucesos a la conquista del valle y fundación de Caracas”. Ibídem, p. 55.

100 Oviedo._ op. cit., loc. cit. 60

Oviedo -y con él, muchos de sus seguidores contemporáneos- han negado que Fajardo haya fundado algo más que un hato de ganado, jamás una ciudad castellana en toda regla.101 ¿Cómo pues, si no existe ciudad formal le da Fajardo en encomienda a Cortés Richo el valle de La Pascua? Más aún, a favor de la fundación de San Francisco como ciudad por Fajardo, existe un revelador título de encomienda de Baruta -en traslado del siglo XVIII- al conquistador Alonso Andrea de Ledesma dado por Losada en el que se nombran a un “Carrasco” y un Pedro Martín, a quienes los principales caciques Baruta y “Chacoata” (¿Chacao-ta?) “... solían servir”, según el título.

Antón Carrasco y Pedro Martín fueron dos de los registrados conquistadores que entraron con Fajardo a fines de 1559. ¿Sirvieron entonces estos caciques anteriormente como encomendados a Carrasco y Martín? Si es así, debieron necesariamente existir vecinos de una ciudad conforme jurídicamente en el valle, pues las encomiendas se otorgan, por leyes de Indias a los vecinos de una ciudad castellana, como hemos visto. San Francisco fue pues, al parecer, fundada, y la tierra repartida en 1560 por Fajardo, como se evidencia de dicho título.102

A nuestros ojos se invalida pues, historiográficamente, este “comodín para todo” lo que se desconoce sobre la conquista, apelado Ulloa, del que sólo se sabe nombre, oficio y maña, y su registrada “estadía” por esa fecha en Santiago de León.103 No creemos que tenga parte este

101 No todos lo afirman. J. E. Montenegro defiende la tesis de la fundación fajardista de Caracas. Vid: J. E. Montenegro._ Francisco Fajardo. Origen y Perfil del Primer Fundador de Caracas, Caracas, 1974.

102 Ver el título de encomienda en: Manuel Pinto._ Los Ejidos de Caracas, Caracas, 1968, p. 78 y 79 citando AGN (repositorio actual del documento, por traslado del anterior)._ Tierras, “M”, nº 1, de 1770, Autos seguidos por José Antonio Mendoza con los indios de Baruta. Las declaraciones de Carrasco y Martín, vivos aún en 1596 en Margarita, y su actuación con Fajardo en: Montenegro._ op. cit., p. 267 reproduciendo AGI._ Santo Domingo, leg. 20.

103 Desconocemos la fuente documental del supuesto nombre de “Fernán” para Ulloa, que algunos le asignan. En nuestro trabajo continuo de investigación sobre los más mínimos personajes de Caracas de fines del XVI no hemos hallado, fuera de la mención de esta Acta de Cabildo, ningún rastro de vida de algún Ulloa entre vecinos, “moradores” o “estantes” de la ciudad por esas fechas. Bermejo se atreve hasta a reconstruir -con intención de prueba- los que para ella son vestigios de un romance del siglo XVI, escondido en la construcción sintáctica de la prosa de Oviedo, al tratar éste de la Jornada de Caracas. Bermejo._ op. cit. Es posible, desde luego. Pero confesamos que no lo vemos claro: El elegante y rítmico “estilo Oviedo” lo percibimos a lo largo de toda su narración (al menos nosotros que, como legos, leemos a Oviedo como leemos a Cervantes o Lope de Vega, sin profundizar en detalles de métrica).

Este estilo cultista y barroco, propio de Oviedo, quizás se enfatiza ciertamente en el tema de Caracas, que evidentemente es su preferido, pero no por ello deja de estar presente en 61 soldado poeta en la obra del historiador, lo que acredita a su vez, a nuestro juicio, el mérito original de Oviedo, pues se hace patente entonces la magnitud del trabajo de investigación y síntesis de este cronista -con errores propios, como cualquiera, al no tener guía cierta-, que de vagos y “fríos documentos” y declaraciones de algunos viejos vecinos logra en una paciente década y media componer una Historia sui géneris, tan viva y notable.104

Descartando a Ulloa, quedan aspectos por analizar, sin embargo:

hallábase a la vista Juan Serrano, y batiendo los ijares a un caballo cuatralbo, abierto de frente y de color castaño, muy arrendado y brioso en que se hallaba montado, partió tras ellos105

Frases como esta que describen hasta el color de las patas y señas del caballo de Serrano, si no son licencias literarias, son imposibles de deducir de testimonios protocolares si no se está más bien frente al relato de alguien que lo haya visto. ¿Quién, a ciento cincuenta años de esos hechos, recordaba las riendas o color del caballo de Serrano? ¿Es este acaso un adorno cultista de Oviedo? ¿Restos de una oda de victoria, escrito quizás por el latinista capellán?

Oviedo, además, se muestra tan seguro en su narración que pareciera “conocer los hechos”, así no sean los históricos, y los maneja casi como testigo, como ningún otro historiador. Pero, significativamente, cuando vacila sobre un dato, lo manifiesta. La fecha de la fundación de Santiago de León es uno de esos momentos. Otro, la duda que como historiador le produce el “Suceso Memorable del Acicate” en el que se narra la increíble batalla de Garcí González defendiéndose con una espuela contra veinte indios atacantes, de la que sale victorioso.106 El hecho, aunque Oviedo no deja de trascribirlo, no es creído por el propio cronista, según su propia confesión. Sin embargo -y es lo notable- sucedió realmente, como lo manifiesta Garcí González en una declaración en 1624.107

toda la obra, que tendría que pasar -en rigor- por similar análisis métrico de supuestas reliquias octosílabas ocultas. En todo caso, quedan los graves interrogantes expuestos arriba, que no apuntan a literatura sino a historia, que pensamos tocan el fondo del problema de las fuentes en Oviedo y que no son hipótesis sino inconsistencias muy patentes que deben ser por fuerza explicadas primero desde su faceta historiográfica, como corresponde, si se quiere especular luego -sin contradicciones- sobre un supuesto poema subyacente coetáneo que haya guiado su obra.

104 Suscribimos sus palabras al inicio de esta Segunda Parte. Véase.

105 Oviedo._ op. cit., lib. V, cap. III.

106 Oviedo._ op. cit., lib. VI, cap. XII y XVIII.

107 “… y en Salamanca [valles del Tuy] le dieron a Francisco Infante trece heridas muy penetrantes los indios y a este testigo otras seis o siete, y mediante el favor de Dios este 62

Oviedo vacila explícitamente ante un hecho real como éste, que debió necesariamente ser incluido por Ulloa en su supuesta gesta épica -por lo clásicamente heroico de la lucha-, cosa que el tal Ulloa no hizo, evidentemente, y sin embargo no manifiesta Oviedo en cambio duda alguna ante errores históricos fundamentales como la real fecha de fundación de Caraballeda o la anómala dualidad de cabildos cadañeros.108

Ese, al menos para nosotros, es el real enigma de sus fuentes.

Para un investigador crítico, ¿qué pensar entonces de las etnias, caciques y parcialidades tan explícitamente narradas por Oviedo? ¿Existió un Carapaica de nación “Taramaina”? No lo cree así Garcí González de Silva, que contra este luchó. ¿Un indio manco de nombre Sorocaima? El registro de Sorocaima como supuesto nombre del anónimo indio Teque al que ciertamente Domingo Giral, Juan Fernández de León y Juan Pascual amputan la mano, hecho documentado según testimonios de 1576, es inútil buscarlo en fuentes de la época. No existe hasta ahora en documentos supervivientes este así nombrado “Sorocaima”, tan sólo en la creación de Oviedo.

¿Un Tamanaco caraqueño? Nos asalta la duda, cuando leemos fuentes primarias sobre Nirgua, de la misma fecha, en la que nos hallamos con declaraciones como la de Andrés de San Juan: “… porque siendo yo alcalde ordinario por Su Majestad de la ciudad de Xerez [de Nirgua], los indios que viven en el cerro de Tamanaco, jurisdicción de la ciudad”.109

testigo con una espuela jineta, que atado pudo tomar, se defendió y quitó al dicho Francisco Infante e a los demás de poder de los dichos indios y se fueron retirando a otra provincia de indios que llaman los Teques”. AGN._ Encomiendas, t. XXXIX, f. 176 vto.

108 Más aún, se comprueba que este hecho heroico de Garcí González no formó parte del supuesto poema de Ulloa desde que el mismo Oviedo afirma que tuvo noticia del caso en documentos coetáneos, que deben ser los mismos que presentamos aquí como referencia. Expresa pues Oviedo, explícitamente, el origen de esta singular noticia, por lo que no puede ser Ulloa su fuente, en este caso al menos. Vid.

109 AGN._ Traslados, Residencia a Hernández de Cháves, t. III, f. 448. Biord Castillo en su trabajo se adhiere a la tesis ulloana de Bermejo, en base a un novedoso parámetro de análisis, referido a la “calidad de información” presente en la obra de Oviedo y Baños sobre las etnias que poblaban la provincia de Caracas, que a su juicio puede explicarse como consecuencia de una inédita “fuente coetánea” a los hechos, por la validez y precisión que pareciera mostrar el aspecto etnológico del relato de Oviedo. Para Biord: “... la crónica tendría información de primera mano proporcionada por testigos directos”. Horacio Biord C._ Los aborígenes de la región centro-norte de Venezuela (1550-1600), Caracas, 2001, p. 173. Las contradicciones que hemos mostrado en Oviedo parecieran indicar la ausencia de un Ulloa coetáneo u otro texto testimonial que hubiera podido guiar con más veracidad su narración. A nuestro juicio, las etnias o “naciones” presentes en la provincia al tiempo en que Oviedo escribió su Historia existían aún en su mayoría, muy disminuidas y aculturadas, pero no olvidadas. Es el caso de los Guarenas, Teques, 63

Debe hacerse pues un trabajo profundo de arqueo y comparación de datos en archivos de fuentes originales tales como Encomiendas y Méritos de Servicios donde quizás haya visto Oviedo estas noticias, o en archivos de las órdenes religiosas, obispales y afines, pues la fuente de Oviedo para algunos sucesos o estampas –definitivamente no para la Jornada entera- si es que existió, bien pudiera ser quizás alguna relación personal de méritos, sin mayores intenciones históricas, y de estilo literario florido tal como la de fray Jacinto de Carvajal.110

Quiriquires, Meregotos, Tomuzas o Tarmas. Otras, quizás ya extintas para 1723, como los Guaiqueríes de la costa, Mariches, o Chagaragatos de Chuspa, podían fácilmente consultarse aún en infinidad de documentos de encomiendas o doctrinas y otros papeles e informes eclesiásticos u oficiosos del siglo XVII, como nos ha ocurrido hallar, aún hoy día. Estarían estas etnias también por entonces mucho más presentes en el ordinario recuerdo colectivo tradicional de los vecinos descendientes que Oviedo interrogaría, vecinos quienes le orientarían sin dificultad sobre la ubicación “a grandes rasgos” de esas parcialidades en su antigüedad. No presentarían pues, a nuestro juicio, dificultad para un historiador del siglo XVIII curioso por informarse de este aspecto en la reconstrucción de su épica de conquista.

Se requiere estudiar, con particular análisis, la mezcla de fronteras culturales o lingüísticas que resulta ser el área centro norte, y en concreto Caracas, entre caquetíos y caribes. De entre los escasos nombres sobrevivientes para el área de Caracas, vocablos que pudieran afirmarse posiblemente caquetíos como Amanaure, Terepaima, bariquizas (de igual raíz significante que Bariquisi-meto), Tamanaco, etc., ofrecen indicios que pudieran motivar, quizás, un replanteo de lo hasta ahora publicado en cuanto a fronteras lingüísticas o culturales de estos troncos, y dónde terminaban.

Deben estudiarse, adicionalmente, ciertos testimonios ilustrativos -al parecer no bien ponderados- que revelan algo de lo que podía quizás ser la situación en esa época, en cuanto a naciones o troncos étnicos, tales como la declaración de Bartolomé Núñez en 1553, en Borburata: “… Fue preguntado si los indios que este testigo traxo y cargó de sal si entendieron a los indios de las Caracas lo que dixeron, dixo que la lengua de las Caracas es diferente a la de los dichos indios porque unos son taguanos [¿sic por tacariguanos?] y los otros caracas, y es diferente una lengua de la otra y solo este testigo fue el que entendió lo que los indios de las dichas Caracas le dixeron”. AANH._ Residencia a Juan Pérez de Tolosa..., pg. 65/74. Según esta declaración existiría pues, como parece evidenciarse, al menos un caso de una clara barrera lingüística entre los indios de Caracas y los de la comarca valenciana de donde eran los indios que llevó a Patanemo Bartolomé Núñez, insertas ambas áreas, para esa fecha, en la misma provincia cultural caribe, según la antropología etnohistórica usualmente aceptada hasta ahora.

110 Fray Jacinto de Carvajal._ Descubrimiento del Río Apure, Madrid, 1985. Morón en una nota en su obra reconocía en 1977 la urgencia de una edición crítica de la Historia del clásico cronista caraqueño. Informaba que la delicada misión se había encomendado a un historiador hispano, Demetrio Ramos, de cuyo análisis crítico de la fundación de Caracas 64

Toda esta extensa digresión tiene un fin:

Es necesario pues, de aquí en adelante, tomar a Oviedo con pinzas; sopesar su narración con mucha precaución. Nuestra posición es que -sin negarle a priori crédito al fondo- hay que analizar con crítico cuidado todo su texto, hasta detalles de su Historia que imaginaríamos imposibles de rebatir, por ser tan propios de su relato que no se esperaría hallar noticia en otra parte que los verifique o desvirtúe.

algo hemos comentado. Esperamos por tal edición, mientras se consigue algún mediano historiador criollo capaz, que debe haberlo -sin duda- para esta tarea. Morón._ op. cit., p. 353. 65

Las fuentes

Sobre 1567 hay pocas fuentes a pesar de ser el año más investigado en documentos del siglo XVI venezolano.

Algunas de ellas: Oviedo, por supuesto; la Carta al Rey de Ponce de León en diciembre de 1567; la Carta al Rey del obispo Agreda en enero de 1568; la Carta al Rey del contador Ruiz Vallejo en abril del mismo año; ciertos testimonios muy interesantes de algunos testigos en residencias e informaciones en años varios sucesivos; y en particular una reveladora cédula real en 1569.111 Son las que hemos utilizado. Como haremos patente por el desarrollo de nuestra hipótesis, falta una eficaz investigación en archivos de Francia sobre la actuación de personajes como Nicolás Valier, Jean Bontemps, Pierre de Barca y Jacques de Sores, que actuaron en ese y otros años cercanos en costas venezolanas.

Los denominados Juicios de Residencia, por los que se enjuiciaba burocráticamente al gobernador de turno y que muchas veces representan por las declaraciones de testigos y otros documentos trasladados un enorme cúmulo de datos históricos, en este caso no aportan mucho: El juicio de residencia a la gestión del gobernador clave Ponce de León la hizo su sucesor interino Francisco Hernández de Cháves, llegado a fines de 1569. Existió pues esta residencia, pero no ha sido localizada, o quizás nunca se envió al Consejo de Indias en España por muerte temprana de este gobernador Cháves, al año de iniciado su gobierno.112 El juicio de residencia hecho por el sucesor Mazariegos a Hernández de Cháves en 1571 -a pesar de que su traslado en el Archivo General de la Nación incluye en su título a Cháves y Ponce de León- no alcanza sino a la gestión de Cháves, como es lógico.113 El período comprendido

111 Nectario María._ op. cit., p. 307.

112 La constancia de que esta fundamental Residencia a Ponce de León se realizó nos la dan varios testigos. Uno de ellos Martín de Arteaga, antiguo vecino que habría sido nombrado como teniente de gobernador en Coro en 1568, cuando Ponce emigra a Barquisimeto, por lo que estuvo sujeto a residencia como integrante de la gestión de Ponce de León. Declaró posteriormente que había sido teniente de gobernador en Coro de Pedro Ponce de León y que Andrés de San Juan había ido como juez de residencia “… y tomó a este testigo la residencia… y que tomada la residencia se fue con ella”. Residencia a Pedro Ponce de León y don Francisco de Cháves. Coro, 1571. AGI._ Justicia, leg. 87 en AGN._ Traslados, nº 1391, t. III, f. 518. Otro testimonio: “… y porque el dicho Francisco de Cháves fue proveído por el audiencia real de Santo domingo por gobernador … por fin y muerte del dicho don Pedro Ponce de León y tomó la dicha residencia al dicho don Pedro e a sus oficiales”. Pedro Pérez, 40 años, vecino de Valencia, febrero 1571. AGI._ Justicia, leg. 87. Residencia a Cháves en AANH._ Traslados, colección Caracas, N° XX-54, t. II, f. 293.

113 Mazariegos llega a Coro el 5 de diciembre de 1570. AGI._ Justicia, leg. 87. El título completo de los traslados según las copias en la Academia de Historia venezolana y en el Archivo General de la Nación es el siguiente: Residencia Tomada a Don Pedro Ponce de 66 entre la llegada de Ponce de León, en mayo de 1566, hasta su muerte, en mayo de 1569, sigue entonces sin documentación de residencia que la sustente, lamentablemente. Hemos consultado los juicios de residencia anteriores y posteriores pertinentes.

Sobre esta endeble base documental pues, intentaremos reconstruir el año 1567 para la Jornada de Caracas. Aunque será en gran medida una especulación, las ideas que presentaremos nacidas del mismo análisis crítico que hasta aquí hemos venido aplicando lucen, a nuestro modesto juicio, al menos tan estimables como en este momento son las de Oviedo y otras autoridades sobre el mismo año. Visto que en la consulta de fuentes historiográficas no hemos hallado hasta ahora nada que se diferencie substancialmente de la versión tradicional (si apartamos las ideas de los revisionistas arriba mencionados), nos arriesgaremos a formular una hipótesis tan sólo sea para aportar líneas frescas de debate a la historia inicial de Caracas.

Así es como lo vemos entonces:

León y Don Francisco de Cháves, Gobernadores que fueron de la provincia de Venezuela y a los Justicias de su tiempo, por Diego Mazariegos, año de 1571. 67

El plan de conquista

El brillo doradista de Caracas y el hambre de esclavos en abundancia llamaban con su peligroso canto de sirenas desde mediados del siglo XVI a los empobrecidos herederos de los Bélzares, pinchando sin tregua su codicia frustrada por tantas expediciones ruinosas.

1567 para la usual historiografía nacional es el año del “nacimiento de Caracas”. Además de probarse que no es cierto, históricamente con mucha más propiedad es el año del asalto a Coro y la “muerte de Borburata”.

Borburata, hasta ese año, era el único puerto y ciudad que los castellanos habían logrado fundar en la costa -que sobreviviera- desde Cumaná hasta Coro. Era la puerta de entrada y salida comercial para poblados como El Tocuyo, Barquisimeto, Nirgua -según estuviera o no poblada-, Valencia, Trujillo e incluso Mérida (en otra gobernación por entonces), ciudades a las que les era más fácil entrar o salir por Borburata que por Coro, la capital de la provincia. Su estratégica posición central en la costa para el comercio de ultramarinos con estas poblaciones, y a través de ella con Margarita, Santo Domingo, Cabo de la Vela o Cartagena de Indias la mantienen viva, a pesar de no producir ningún fruto, ni oro, ni tan siquiera perlas. Estaba, además, convenientemente situada al lado de la indómita provincia de Caracas, de brumosas montañas y áureas quebradas, región pendiente de conquista desde 1562.

Ese año de la Jornada de Caracas, le tocaría a Borburata desempeñar el rol de plataforma en una operación combinada por mar y tierra. Así lo habían acordado Losada y Juan de Salas en El Tocuyo en 1566, cuando se dedican a planear la fórmula para superar la táctica victoriosa con que los retaba Guaicaipuro.114

El dilema estratégico para la conquista de Caracas era claro, estaba a la vista con la experiencia de lo sucedido a San Francisco y El Collado años antes: Si no se sostenía una

114 Nectario María._ op. cit., p. 83. Sigue a Oviedo.

La codicia antigua del esclavista Juan de Salas por hacerse con parte de de estos indios libres -como miembro de la élite margariteña, élite que aún añoraba los siniestros métodos expeditos de la fenecida Cubagua- se manifiesta palpablemente en la expedición previa de Bernáldez a Caracas en 1565, pues pensando Salas que el gobernador Bernáldez ya había entrado y conquistado la provincia, aporta con sus piraguas un día en Borburata - sorpresivamente- para participar en el botín humano: “... hallé nueva que a Borboroata había llegado un Juan de Salas con ciertos soldados de la Margarita los cuales habían venido a fama que los indios Caracas eran esclavos, y no venían prevenidos para más que coger los indios que pudieran en la costa de Caracas por la mar y llevarlos a su isla puestos en cadenas y grillos“. Exposición de Alonso Bernáldez sobre diferencias con Gutierre de la Peña en la jornada al valle de los Caracas, 1566. AGI._ Justicia 93 reproducido en J. A. de Armas Chitty._ Caracas Origen y trayectoria de una ciudad, Fundación Creole, 1967, t. II, p. 104. 68

“cabeza de playa” en la costa, cualquier intento poblador basado en dos ciudades, una costera y otra tramontana, se derrumbaba, como se hizo patente con el abandono de El Collado. No se podría pues, asegurar el éxito de la Jornada ni poblar ciudades perdurables en esa provincia cumpliendo el deseo real si no se conseguía primero asegurar la costa y el acceso al mar, vital vía de comunicación y bastimentos, de socorro y escape para los expedicionarios de la Jornada.

Una expedición definitiva de la envergadura que se planeaba no podía hacerse sino por tierra. Losada prometía entrar con éxito de esta forma en dicha provincia. Sabía dirigir huestes en territorio hostil -y sobrevivir- desde aquellas lejanas y alucinantes correrías al interior ignoto de la provincia con Reinoso. No sería pues él otro Narváez con los indios de Caracas, que por requerirles paz murió, ni otro Bernáldez, que por prudente huyó.

Pero Losada sabía que atrincherarse en el valle de San Francisco confiando en sus solas fuerzas era quemar las naves. Guaicaipuro y sus aliados eran enemigos de particular cuidado. Altivos, por sus evidentes éxitos ante los españoles. A partir de la entrada en Caracas, Losada entendía que debía dedicarse a allanar la costa, so pena del aislamiento de su hueste, que era la estrategia de Guaicaipuro. La vital vía de escape y socorro debía mantenerse abierta. Muy al contrario de lo que se piensa, Losada no conquistaría primero el valle, sino la costa.

Las tribus del litoral de Caracas se habían especializado en su papel en la guerra. Perfeccionaron una técnica sutil de engaño a las naves que imprudentemente se acercaban a su costa en busca de agua o rescates, para luego matar a todos los desembarcados y -si podían- quemar el barco. El afamado Diego García de Paredes regresando de España en 1563 premiado con una gobernación por sus hazañas en la derrota del Tirano Aguirre -pensando que en la costa de Caracas estaría ya su amigo Narváez, como pensaba verlo cuando partió-, desembarca inocente en la playa animado por las caras buenas que le ponen los indios y es sumariamente enviado al limbo a acompañar a Narváez, por la vía del empalamiento.

El negrero y corsario inglés John Hawkins poco después se salva por pura casualidad de caer también en la misma treta. John Sparke, que estuvo en este viaje de Hawkins a las posesiones españolas, en 1565, comentaba así el suceso:

y vio muchos caribes en la playa y algunos también en sus canoas, quienes les dieron muestras de amistad y le mostraron oro con lo cual quisieron significar que deseaban comerciar con nosotros... que de haberlo tenido, hubiera sido para su desgracia [habla de su capitán Hawkins], que éstas no eran gente amable como pensábamos, sino mil veces más endiablados, y son caníbales y devoran a cualquier hombre al que puedan echarle mano, como lo supimos después en Borboroata. ... Su política en la lucha contra los españoles es maravillosa, pues escogen como refugio las montañas y bosques, a donde los españoles con sus caballos no pueden seguirlos115

115 El viaje realizado por el patrón John Hawkins. H. Georget y E. Rivero._ Herejes en el paraíso, Caracas, 1992, p. 83. Se trata del primer viaje a las costas venezolanas de Hawkins, en 1565. Adelante se verá por qué a Hawkins estos indios de Caracas -sin duda- 69

Ese tramo costero se había vuelto pues, prohibido para los navíos españoles, en el mare claussum caribeño en el que hasta entonces aún navegaban.

Allanar la costa era entonces el primer objetivo de la Jornada. Era vital desde el inicio. Así lo entendían Losada y Juan de Salas. El mar era la pared contra la que se estrellaba la furia de Guaicaipuro y sus caciques aliados. Los españoles, por supuesto, eran los dueños del mar. Si estos caciques de la costa controlaban el acceso y la salida -por el litoral- al valle, de ellos era Caracas. Si los españoles conquistaban la costa, con Borburata apoyando, la guerra estaba ganada.

El papel naval de Juan de Salas en la Jornada de Caracas era específico: Mantener la comunicación marítima a través de sus piraguas desde Borburata a la costa de Caracas. Borburata haría de base para todo el esfuerzo de retaguardia. El socorro que aportaría Salas era importante por sí mismo: Traería a Borburata -además de cincuenta de los leales guaiqueríes que habían acompañado a Fajardo desde Margarita- a quince antiguos conquistadores y vecinos que fueron de El Collado, vecinos ahora de Margarita y Borburata, imprescindibles para la Jornada como conocedores de las belicosas tribus de la costa, con las que a través de Fajardo habían en algún momento llegado a tratar y cohabitar y a cuyos caciques podían localizar, identificar y quizás hasta hablar. Nadie más que estos antiguos pobladores pioneros habían pisado con certeza este crítico tramo del litoral.116

Pero lo más importante es que la flotilla de Salas aportaría pólvora, municiones y armas que usualmente se adquirían en Margarita, pues la gobernación de Venezuela sufría una crónica

le hubieran tratado magnánimamente, buscando la alianza del corsario, enemigo de sus enemigos. Cuando Hawkins llega al puerto de Borburata, comentando el suceso, los vecinos ladinamente componen a su favor la evidente debilidad que implicaba no poder controlar como españoles una costa tan cercana, acusando a estos indios de atacar “toda nave de cualquier nación”, indiscriminadamente.

Era un doble juego: aparentando prevenir a visitantes peligrosos que amenazan quemar Borburata, estos vecinos, mostrándose leales amigos, buscaban en realidad alejar a los corsarios de alianzas con estos indígenas enemigos de los españoles. Los de Hawkins creyeron el cuento, como se ve. Otra referencia adicional de ataque a buques en esa costa en 1567 en Oviedo._ op. cit., lib. V, cap. II.

116 No es casual que los primeros pobladores habitantes de Caraballeda hayan sido en su inmensa mayoría vecinos de Borburata o Margarita, antiguos pobladores de El Collado. Entre estos vecinos iniciales estuvieron Lázaro Vásquez, Abrahán Desque, Justo Desque, Gaspar Tomás, Gaspar Pinto, don Julián de Mendoza, Andrés Machado, Andrés González, Juan Ramos, Juan Fernández de León, Jorge Pimienta, Juan Fernández Trujillo, Juan de San Juan, Alonso Pérez de Valenzuela, Juan Pérez de Valenzuela, Luis de Seijas, Pedro Martín de Neira. Antonio de Acosta, Pedro de Montemayor y Antón Carrasco, que con Fajardo llegó a tener encomienda en San Francisco, (vid: [102]) pero que al parecer no permaneció como vecino en la nueva Caraballeda. 70 y patente escasez de estos vitales pertrechos. Margarita hacía de base de entrada y plaza de compras para todas las expediciones importantes que se hacían en Venezuela desde tiempos de Ortal. Fajardo inicia su última y fallida entrada a Caracas saliendo de Margarita vía Cumaná, con intención de entrar desde oriente esta vez por tierra. Maraver de Silva en 1568 se detiene en Margarita también para abastecerse y aclimatarse y planear su entrada a su gobernación de El Dorado. Losada y Villegas regresaron en 1543 a Coro con soldados, caballos, ganados y pertrechos de guerra suministrados por Margarita cuando van a Maracapana a fijar con Cubagua los límites de la gobernación. Igual sucede con Vicente Díaz Pereira, en 1551 cuando de allá regresa a Borburata por tierra trayendo ganados y gente de guerra, nuevamente.117 Quizás traería Salas también algunos “versos” o cañones de ligero calibre, para sostener los perímetros que pensaba levantar.

Las tribus más poderosas de la costa eran las de los Tarmas y –según Oviedo- los “Taramainas”, con su gran cacique Paramaconi al oeste, en las serranías costeras, que comunicaban en sus laderas sureñas con Teques, y Aruacos, estos últimos acaudillados por Terepaima, el vencedor de Narváez.118

La más poderosa al interior (descontando los Quiriquires alrededor del Tuy medio hasta su desembocadura, que no participaban en la confederación indígena por ser enemigos tradicionales de los Teques y otras tribus de las altas montañas) eran los Mariches, al este del valle de San Francisco que comunicaba por la costa a través de pasos en la serranía con otra gran parcialidad, los Chagaracotos, numerosa nación que habitaba desde Naiguatá hasta más allá de Osma.119

117 Fajardo se abasteció de armas en Margarita, así como de los valientes guaiqueríes aliados, que hablaban el idioma de esa costa. Su última y fallida expedición en 1563, según declaración de testigos en Margarita posteriormente, estaba prevista realizarse por tierra, siguiendo la ruta de Villegas y Díaz Pereira. Vid: Montenegro._ op. cit., Anexo II. Esta fallida expedición estaba tan bien apertrechada de implementos de guerra que suscitó la envidia de Alonso Cobos, teniente de gobernador de Cumaná por entonces, quien por apoderarse de estos pertrechos e intentar él la conquista de los Caracas, asesina a Fajardo. Vid: Ídem.

118 “Taramaina”, como nombre de etnia de Oviedo, es sospechosamente parecido a Toromaima, esta sí etnia histórica documentada en la Relación de Pimentel.

119 Según se desprende de testimonios judiciales en Borburata del capitán Pedro Álvarez en 1553, este tenía “pacificado” por el lado de los valles de Aragua, al naciente, hasta el valle de Cáncer, esto es, hasta la comarca de los Meregotos, en la culata oriental de los valles de Aragua; y por el lado de la costa hacia el este había logrado reducir las tribus hasta “... los yndios chagaragotos que avra desta cibdad a ellos quarenta leguas, los quales chagaragotos an venido a esta cibdad a servir”. AANH._ Traslados. Residencia a Juan Pérez de Tolosa, pg. 428/441. Oviedo y Baños los llama “Chagaragatos” en su Historia. Oviedo._ op. cit., lib. III, cap. X. 71

Una vez allanada o pacificada la costa, el siguiente paso sería conquistar el valle, donde se poblaría la otra ciudad de españoles que defendería el acceso al oro de los Teques. Si Guaicaipuro desde el interior era el que ciertamente dirigía el alzamiento, su muerte era prioritaria para esta segunda etapa. Rota la coalición y pacificados los más importantes grupos indígenas, sólo entonces se fundarían las ciudades.

Losada con su hueste de ciento treinta y seis españoles incluyendo dos curas, partiendo de El Tocuyo se reuniría con Juan de Salas en Borburata, procedente de Margarita.120 Allí Salas aprovisionaría de morriones, arcabuces, pólvora y municiones la hueste de Losada y acordarían la cita final para reunirse de nuevo en la costa de Caracas. Marcharía cada uno por su vía para encontrarse en Maiquetía en el momento acordado, unir fuerzas y crear la línea de comunicación marítima con Borburata.121

Este era pues, el plan para la conquista de Caracas, y el papel de Borburata cuando se inicia la campaña, en enero de 1567.

De Borburata hasta el cabo Codera hay cerca de cuarenta leguas. Por lo que alegaba Perálvarez en su declaración que estaba “de paz” toda la costa central. Es indicio, además, de hacia dónde se ubicaba esta parcialidad: En Naiguatá, Chirimena u Osma, quizás. En documentos hemos hallado indios “Charagatos” desde Naiguatá hasta Osma. Gaspar Pinto, alcalde de Caraballeda, muere flechado por indios Charagatos en 1570 en una entrada conjunta de vecinos de Caraballeda con soldados de Santiago de León para reducirlos, que termina en fracaso. En dicha expedición no intervino Lázaro Vásquez, que se hallaba en Barquisimeto para ese momento, ni Justo Desque, el otro alcalde, quizás por ser baldado de torturas de piratas cuando fue justicia en Borburata.

120 “… y quedando acordado entre los dos el tiempo en que se habían de juntar en la Borburata, se partió [Juan de Salas] a poner por obra su promesa, dejando a Losada muy gozoso por la felicidad que prometían tan favorables principios”. Oviedo._ op. cit., lib. V, cap. I.

121 Una estrategia combinada idéntica por mar y tierra fue la que aplicaron Garcí González y Cristóbal Cobo en sus respectivas jornadas de conquista de los Cumanagotos, algunos años más tarde.

72

Indios, corsarios y conquistadores, todos en pos de la costa.

Sin embargo, sobre Borburata, se cierne la tormenta. A pesar de sus diecisiete sólidos años de desarrollo estable, de estar poblada de notables vecinos con familia e hijos, tener tan buen o mejor puerto que Cartagena de Indias, Veracruz o La Habana, y estar en la ruta directa de la importante flota de Tierra Firme, Borburata carecía de algo fundamental de la que estas otras ciudades costeras -o hasta una más humilde, Pampatar en Margarita- no podían prescindir: Una fortaleza.

Borburata, “a la lumbre del agua”, no tenía un simple cañón que defendiera su estratégica posición contra corsarios y piratas. Inerme ante las armadas herejes que cada vez en mayor número y más potentes se acercaban a las Indias de Su Majestad, con ánimo de comerciar ilícitamente, o expoliar y hacer el mayor daño a cambio. Peor aún: era un imán para estos demonios del mar, por hallarse en su camino a la codiciada Cartagena, tener un puerto natural capaz de albergar cómodamente la más grande flota corsaria en tiempo de huracanes y ser ella en sí misma un objetivo valioso como prenda de rescate si era tomada, o un mercado potencial, si no.122

Pero la indefensión de Borburata no la motivaban carencias presupuestarias de un vasto imperio, el descuido, o la indolencia real. Era, por el contrario, el precavido deseo de Su Sacra Real Majestad.

La causa era el legado espiritual de Aguirre. Peor pirata había sido este peregrino español pata coja, desbordado de odio creativo hacia su monarca, que el cruel Jacques d´Clerc, “Patepalo”, de infausta memoria. Temía aún la corona, años después de la tormenta Aguirre, que en una provincia olvidada, pobre y desesperanzada como ésta, ancha y ajena, otro Lope redentor pudiera -de tanta necesidad como en ella se pasaba- mandar su rey al diablo y hacerse fuerte allí, si hubiere dónde, como lo hizo El Tirano en la fortaleza de Pampatar, en 1561.

En la metrópoli no se olvidaba que aquí en esta provincia de Venezuela había muerto el peligroso marañón. El número de rebeldes desnaturalizados del vasallaje al rey, y la gravedad política del desafío de su torpe grito de libertad, mostraban tan patentemente cómo fallaba el dominio real en estas tierras que el vejado rey Felipe, aún en 1567, no se decidía a confiar en

122 Testigos registran que Alonso Pérez de Valenzuela, vecino de la élite, había comenzado a construir por su cuenta un reducto en Borburata: “… y que Alonso de Valenzuela comenzó a hacer una cerca de piedra que al parecer fuera harta defensa para este pueblo si se acabara … porque se recogería allí el pueblo con sus haciendas; especialmente sería bastante defensa para los indios”. Amador Montero, 70 años. Coro, abril 1565. AGI._ Justicia, leg. 93, f. 459 vto. La ubicación de la antigua ciudad de Borburata se ha querido situar en el ancón donde actualmente se hallan los astilleros navales nacionales. Pensamos, por los indicios documentales -que describen algo del área de la primera ciudad-, que sigue yaciendo bajo el sitio de la moderna población de Borburata, pues concuerdan. 73 sus “leales súbditos” de Borburata y poner en sus manos cañones para la urgente defensa de su puerto.123

El día en que ardió la ciudad, Borburata tenía ya varios años sorteando corsarios. Hawkins y Bontemps la visitaban. Algunos años antes Justo Desque había sufrido, como oficial tesorero en el pueblo, las torturas de piratas hugonotes para que entregara el oro del rey.124 El gobernador Ponce de León había iniciado su gestión en 1566 condenado duramente a su antecesor, el licenciado Bernáldez, por permitir la compra de esclavos por los vecinos de Borburata a Hawkins, en 1565. A Bernáldez este nuevo gobernador Ponce de León lo remite detenido y con escolta al Real Concejo de Indias de Sevilla a fines de 1566.125

No es que los leales súbditos le pusieran mala cara al comercio ilegítimo:

estos corsarios vienen muy proveídos de todas mercadurías y aceites y vinos y lo demás que en la tierra falta, y la necesidad de los vecinos por no lo tener son grandes y no basta penas ni castigos para que lo dexen de comprar secretamente lo que han menester y esto han hecho; de verdad se hace, aunque no se puede averiguar porque lo hacen de noche y los unos a otros se encubren y no basta diligencia para que lo dexen de hacer; y es verdad que tenemos gran escrúpulo de conciencia nosotros los oficiales de Vuestra Majestad, por los juramentos que les hacemos tomar, pues dello no se puede averiguar otra cosa sino que creemos que se perjuran126

123 La célebre carta de Aguirre a Felipe II resume en un singular párrafo arquetípico el deseo del conquistador del siglo XVI y su queja: “… mira, mira, Rey español, no seas ingrato a tus vasallos; pues estando tu padre el Emperador en los reinos de Castilla sin ninguna zozobra, te han dado a costa de su sangre tantos reinos y señoríos como tienes en estas partes; y mira Señor, que no puedes llevar con el título de Rey Justo ningún interés de estas partes donde no aventuraste nada, sin que primero los que en ella trabajaron sean gratificados”. Carta al Rey de Lope de Aguirre. Valencia, septiembre de 1561. Oviedo._ op. cit., lib. IV, cap. VII. Otro ejemplo de este rencor general a la real ingratitud, de un vecino de Borburata: “… porque es público, y así se trata entre muchos, que hace más Su Majestad por los naturales que por sus españoles”. Abrahán Desque. Borburata ,14 de abril 1565. AGI._ Justicia, leg. 93, f. 437 vto.

124 E. Arcila Farías._ Libros de la Hacienda Pública de Nueva Segovia 1551-1557. Serie Proyecto Hacienda Pública Colonial Venezolana, vol. III, p. 98.

125 María._ op. cit., p. 310.

126 Carta al Rey de Ruiz Vallejo. Barquisimeto, 21 de abril de 1568. AGI._ Santo Domingo, leg. 78. 74

Pero ante la probidad rectilínea que manifestaba ahora en estos asuntos el nuevo gobernador Ponce de León, no cabía mucha opción. La intransigencia de Ponce de León –más militar y menos abogado que el licenciado Bernáldez- conduce a la tragedia, como se verá.127

Losada parte con su hueste a inicios de enero de 1567 desde El Tocuyo. Agrega por el camino la gente que se le une en Barquisimeto. Sigue a la Villa Rica, en Buría -por otro nombre Nirgua, un real de minas por entonces-, donde luego de recoger oro que fundirá en Borburata, el 20 de enero de 1567 en medio de fiestas de cañas y torneos -según Oviedo- se encomienda a San Sebastián, eficaz patrono contra las flechas.128

127 Ponce de León, a pesar de lo que luego diría en su contra el obispo Agreda, fue un caso singular de temeraria resistencia al chantaje clásico del corsario: “o la plata o la plaza”. Niega como un virrey el pago por este concepto a todas las escuadras “piratas” que ese año de 1567 hacen turismo de aventura por su temible gobernación. Sólo cuando se descubre él mismo una noche estrellada de 1567 montado en un jadeante caballo -que hace de residencia ahora del gobernador-, mirando de soslayo al arcabuceado obispo que aprieta contra su pecho un cáliz salvado de su catedral de paja -aferrado a las crines de un burro por palacio episcopal-, teniendo entonces Ponce de León que aceptar por fuerza que no son cantos de victoria a la distancia los polifónicos alaridos de casi veinte vecinos rehenes (colgados de los dedos de los pies para escarmiento de su guardavela) y que los miserables desnudos en cueros que, a su espalda, le claman por Cristo transarse con los franceses no son indios de guayuco en la oscuridad, sino vecinos españoles huidos y esquilmados -a resguardo en el cardonal de las balas de los corsarios que han tomado por sorpresa Coro-, es que accede a tratar con los asaltantes términos de mejor acuerdo con estos “caballeros”, y al pago del rescate del pueblo -la plata por la plaza-, rescate que reparte equitativamente entre los interesados y afectados, logrando reunir 2.300 pesos que entregan con muchas venias los expoliados a monsieur l´Corsaire el 10 de septiembre de 1567.

Vid: F. A. Maldonado._ Seis primeros obispos de la iglesia venezolana en la época hispánica 1532-1600. BANH-117, p. 200 ss.

128 Oviedo._ op. cit., lib. V, cap. I. Flechas que entre los tercos Caracas tenían la horrible virtud de estar tan conjuradas de odio, o tan envenenadas de sapos y culebras, extractos de malas yerbas, insectos ponzoñosos, sangre menstrual, heces humanas y carroña rechazada hasta por zamuros, que eran usualmente llamadas “flechas de veinticuatro horas”, porque el que sin desearlo probara en cuerpo propio este eficaz plaguicida autóctono “moría rabiando y sus carnes cayendo a pedazos”, sin ningún remedio, en más o menos ese lapso de tiempo. Algunos “afortunados” -como el conquistador Diego de Paradas- sobrevivían algo más, en su caso seis días. De allí la misa preventiva. Véase: [156].

El temor a morir de esta incómoda forma entre “indios herbolarios” cambió para muchos en Venezuela la rígida coraza de metal del siglo XVI, el reluciente casco emplumado y la pesada malla de acero por el modesto “escaupil”, un grosero cobertor de algodón que era mejor escudo mientras más cubriera, cosido de retazos de dispares colores, por la escasez de telas: “… unas caperuzas muy viejas y mugrientas, hechas de pedazos de paños de 75

A fines de enero llega a Valencia. Deja su gente acampada en Guacara y luego en Mariara fabricando escaupiles, pabilo para mechas de los arcabuces, alpargatas, hamacas y otras cosas necesarias para iniciar la jornada. Losada baja a Borburata en busca de Juan de Salas, tan sólo para hallar la ciudad en manos de la primera de cinco armadas enemigas que ese año la visitarán.

El hugonote francés, sacrílego y pirata Jacques Sores, fondeado cómodamente en la bahía de Borburata, sumaba en su antiguo haber el saqueo de Santa Marta, Santiago de Cuba y la propia Habana.129 Pupilo aventajado y lugarteniente de Patepalo d´Clerc, esta vez venía por su cuenta de hacer su faena en Margarita, por lo que se comprende que Juan de Salas no hubiera llegado a Borburata, intentando componer el desastre en que el pirata había dejado esa tierra. Sores, en la isla, había asesinado a varios vecinos, subyugado el pueblo y exigido rescate. De ella se lleva carne, provisiones, “…y el no muy rico botín pillado durante el asalto…”.130 Al parecer, quema la iglesia de Margarita131 y a velas llenas se enrumba al oeste, olfateando presa, donde “…entró de mano armada en Borburata, haciendo todo el daño que

colores, con dos o tres aforros de mantas de algodón con hechura casi de sombreros, la copa de cuatro cuartos cada uno de su color, y la falda que ceñía a la redonda, de otros cuatro colores, que verla era más materia de risa y entretenimiento que de confianza para alguna defensa, y … la estimaban más que gorras de terciopelo”. P. Simón._ Noticias Historiales BANH- 67, p. 457. El bizarro aspecto de estos conquistadores y “soldados del rey” -que obligados por el hostil medio nativo más parecían bufones arlequines estofados al sol tropical- quedó registrado para la historia en el sardónico comentario que de ellos hace un conquistador venido del Perú, Aguirre, no acostumbrado a ver tal estampa: “… porque en las muestras que en la tierra hemos visto nos han puesto alas y espuelas para no parar en ella, que por unas caperuzas y lanzas que por huir unos soldados de Usted dejaron en el camino, hemos visto cuán medrados están los demás”. Oviedo._ op. cit., Lib. IV, cap. VIII. No obstante, estos “sayos de armas” eran tan efectivos que a veces sus múltiples colchas de algodón resistían las balas de entonces, como lo hicieron en esta oportunidad irónicamente contra las de Aguirre en su derrota en Barquisimeto, bajo el mismo principio del chaleco multicapa antibalas moderno.

129 L. Britto García._ Demonios del Mar. Piratas y corsarios en Venezuela, 1528-1727. Caracas, 1998, p. 217.

130 Ibídem, p. 219.

131 Así opina Britto. Britto._ op. cit., p. 219. Castellanos al describir su actuación en Margarita no señala esa quema. Siendo religioso no hubiese -a nuestro juicio- dejado pasar el hecho, pues detalla lo demás. J. de Castellanos._ Elogio de las islas orientales. Caracas, 1972, p. 69-71, citado por Britto. Valier, francés, protestante hugonote y anticlerical, también destruye ese año con igual saña la iglesia de Coro. Pudo ser Valier en vez de Sores el destructor de Margarita. 76 podía y porque no quemase el pueblo le dieron mil pesos de rescate”.132 El obispo Agreda se hallaba de visita pastoral en Borburata confirmando a los vecinos. Como representante del Papa romano era liebre cierta para estos canes. Se salva en esta oportunidad.133

El obispo declaró meses después: “… vino un corsario francés secretamente y robó el pueblo”.134 Y Hernando de las Viñas:

vino a el dicho puerto un francés corsario con tres naos y una carabeleta que traía robada ... y en medio de una sabana que está a la entrada del pueblo encontraron con los dichos franceses. Venían como hasta ochenta hombres poco más o menos, arcabuceros y piqueros y con las mechas cubiertas ... todo lo cual pasó en la fin del mes de enero de sesenta y siete135

La ocupación corsaria debió extenderse hasta inicios de febrero: “… por el mes de febrero fue robado el pueblo de Borburata”.136 El pago del rescate debe haberse hecho con autorización del obispo. Losada, ocupado en estos menesteres, espera inútilmente a Salas todo el mes de febrero hasta principios de marzo.137 Pero parece evidente que si el mar está

132 Carta al rey de Ruiz Vallejo. Barquisimeto, 1568. AGI._ op. cit. El contador está mencionando tan sólo el pago registrado en dinero. Sumado al robo de bienes se estimó todo en 4.000 pesos, según testigos.

133 Este es el primer robo que sufre el obispo, el segundo será con Valier en Coro, unos meses más tarde.

134 Obispo Agreda. Coro, 3 diciembre 1567. Maldonado._ op. cit., p. 206.

135 Hernando de las Viñas. Coro, 1572. AGN._ Traslados, Colección Caracas, n. 535, p. 110-111. Britto afirma que la flota se componía de cinco naves a Indias pero que en una tormenta pierde cuatro, “... y con la nave capitana y algunos pataches auxiliares cae sobre Margarita”. Britto._ op. cit., p. 218. Testigos afirman que eran dos las naves corsarias: ”... y estando en la ciudad de Borburata confirmando [el obispo Agreda], llegaron dos navíos corsarios franceses y robaron el pueblo y al dicho señor obispo”. Juan de Villarroel. Coro, 3 diciembre 1567. Maldonado._ op. cit., p. 215.

136 Declaración del obispo Agreda. AANH._ Traslados, vit. II Salón144, p. 18. Relación de los robos de los corsarios y piratas desde 1559. Según María T. Bermejo, Losada funde oro en Borburata el 7 de febrero. Quizás Sores había partido ya. Bermejo._ op. cit., p.17.

137 Según testimonio de “Artigas” en Coro en 1572. Puede ser mala trascripción por Martín de Arteaga, prominente vecino de Coro. Briceño._ op. cit. p. 614. Este testigo declara además que acompañó a Losada en la Jornada y confirma de pasada que la fundación de Santiago de León fue “en marzo” (la edición extractada de Briceño lamentablemente no reproduce textualmente esta parte de su declaración. Se limita a mencionarlo. Faltan en dicha obra las referencias específicas para su localización en Traslados del AGN). 77 poblado de tales peligros no puede realizarse la cita. Salas se ve obligado a esperar en Margarita para no ser capturado en la travesía.

Por todo esto pues, Diego de Losada emprende sin la ayuda de Salas ni sus urgentes pertrechos la Jornada de Caracas en marzo de 1567. Antes de partir pasa revista general. Son en total ciento treinta y seis españoles de armas contando dos sacerdotes, uno para cada pueblo a fundar.138 No puede esperar más por Juan de Salas. Dentro de poco se iniciará la temporada de lluvias y para entonces desea estar ya dentro de Caracas:139

aunque le faltó el capitán Juan de Salas a quien esperaba porque había de entrar en su compañía con copia de soldados que había de sacar de la isla Margarita e indios guaiqueríes en quien el dicho general tenía mucha confianza, y aunque le era todo de mucha importancia, pospuesto todo temor entró a la dicha conquista140

Al partir Sores se abre un lapso cronológico impreciso entre febrero y mediados de abril, fecha del arribo de la armada de Jean Bontemps a Borburata. Al día siguiente de su arribo se le une la flota de Lovell, del doble de tamaño, financiada y apadrinada por Hawkins y llevando como bisoño piloto al joven Francis Drake, su sobrino.141

Ello no implica que el mar se hallara libre de corsarios en el interludio. Está registrado el paso entre Sores y Bontemps de un Pierres de Barca, francés. Este Barca arriba a Borburata

Curiosamente ni un Artigas ni un Martín de Arteaga se incluye en ninguna de las listas de Oviedo o María de los que entraron con Losada, aunque evidentemente fue uno de ellos.

138 La cuenta en la Relación de Pimentel y las declaraciones de testigos en otros testimonios y documentos es concordante en este número. Oviedo hace el número en 150 soldados: 20 de a caballo acaudillados por Francisco Ponce, hijo del gobernador, 50 arcabuceros y 80 rodeleros mas 800 personas de servicio, entre ellos indios ladinos y esclavos de ambos sexos, 200 bestias de carga, 4000 carneros y muchos puercos. Catalina de la Cerda -madre de Cristóbal Cobo, Hernando de la Cerda y Juan de Gámez- también entró al parecer, con sus hijos. Oviedo._ op. cit. lib. V. cap. I.

139 “... y considerando que el aguardar a Juan de Salas era malograr la oportunidad que le ofrecía el tiempo favorable”. Oviedo._Ídem.

140 Alonso Ruiz Vallejo. AGN._ Encomiendas, t. XLVI, f. 150 ss. citado por: Bermejo._ op. cit., p. 59.

141 “... Arriban el 17 de abril y entregan la rutinaria carta a las autoridades solicitándoles licencia para comerciar”. Britto, op. cit., p. 225. 78 en dicho lapso.142 Pero al ver quizás que los pobladores acababan de ser robados por Sores y como su fin era el simple comercio, o porque los vecinos le informaran que no tenían permiso para contratar y que para quitárselo de encima los ladinos justicias le aconsejaran que fuera a Coro a intentar obtener el permiso con el inflexible gobernador, el hecho es que para allá enfila De Barca la proa, inaugurando el tren de visitas de los corsarios a Coro, a obtener licencia de Ponce de León, aprovechando la estadía del gobernador cercana a la costa y apostando a que será tan venal como Bernáldez.

tras este vino otro llamado Pierres de Barca, y este todo su intento era rescatar, y mostraba no querer hacer daño, y así, llegó al puerto de la ciudad de Coro, donde los vecinos rescataron hasta once negros, los cuáles el gobernador don Pedro Ponce de León los tomó para Vuestra Majestad, y a los que rescataron castigó; y este francés tomó un navío en el dicho puerto de Coro, cargado de lana y cueros, y porque rescatasen con él los dichos negros volvió el navío a su dueño, con todo lo que traía143

Uno de los compradores de estos esclavos de contrabando es Andrés de San Juan, que se escapa de su vertical gobernador en el navío cargado de lana y cueros liberado, para no ser castigado ni devolver sus esclavos, partiendo apresuradamente a Santo Domingo.144 Curiosamente, está incluido para la fecha de la expedición en ambas listas de los conquistadores que entraron con Losada, la de Oviedo145 y la de María,146 que evidentemente no puede ser así si fue a Santo Domingo en marzo de 1567. Para abril de 1568 ya estaba en Santiago de León, haciendo de escribano.147 En 1570, muerto Ponce, su perseguidor, hace de juez de residencia de su gestión en Coro, como se mostró arriba.148

142 La de Barca es una de las cinco armadas que ese año visitan Borburata, según la información de Vallejo: “… han venido cinco armadas al puerto de Borburata”. Rumeu._ op. cit., p. 425.

143 Carta al Rey de Ruiz Vallejo. Rumeu._ Ídem.

144 “... ha oído decir que el dicho Andrés de San Juan rescató dos negros o negras de un corsario francés que se decía Pedro Barca, los cuáles dicen que llevó a Santo Domingo a vender”. Martín Sánchez. Coro, 1571. Residencia a Hernández de Cháves. AGN._ Traslados, 1391, t. III, f. 516.

145 Oviedo._ op. cit., loc. cit.

146 María._ op. cit., p. 280.

147 AGN._ Encomiendas, t. XXXIX, f. 166.

148 Véase: [112]. 79

El acoso corsario a cualquier casco que por esas fechas de 1567 navegara en el mar entre Margarita y Coro, hace que un incauto navío perseguido intente resguardarse en la temible costa de Caracas:

al tiempo que Losada pasaba muestra a su ejército en el valle de Mariara navegaba por la costa de Caracas, un navío con cuarenta hombres, que cargado de mercadurías iba de España para Cartagena, y seguido de los corsarios franceses, por asegurarse del peligro que le amenazaba dio en manos de la desdicha… pues huyendo por no ser apresado, se acogió al puerto de Guaicamacuto … donde fueron muertos todos al saltar a tierra, por los confederados indios de la costa, en guerra sin cuartel contra los españoles149

Esta era entonces la ruta que Salas tuvo que sortear para no dejar de acudir, aunque retrasado, a su cita en Borburata.

¿Cuándo inicia Losada la Jornada? ¿Cuándo llega Salas a Borburata? Son preguntas significativas que quizás puedan precisarse algo más si se analizan las fuentes.

Inicio de la Jornada: De la cronología de Oviedo hay dos fechas que ofrece su narración - concordantes con testimonios documentales- que pueden por tanto tomarse con bastante credibilidad. Oviedo afirma que el miércoles 3 de abril Losada, que había estado pasando la Pascua de Resurrección en el valle de La Pascua (homónimo por eso, precisamente) levanta su campo para pasar al valle de San Francisco.150 Previamente ofrece la fecha de 25 de marzo como la fecha de la Batalla de San Pedro. Pudiera estimarse la fecha de inicio de la Jornada –basándose en su cronología de hechos hasta esa fecha desde que parte de Mariara- en alrededor de 16 o 17 de marzo.151

Pero debe tenerse en cuenta que Oviedo establece su fecha para la Batalla de San Pedro según el calendario gregoriano, y para 1567 regía el antiguo calendario juliano, por lo que a la fecha del 16 de marzo pudiera restársele diez días, quedando la partida de Losada en 6 de marzo, fecha significativamente cercana a inicios de marzo, que parece haber elegido para su fundación de Caracas, en función de hacerlo quizás al año exacto de su partida.

Llegada de Salas a Borburata: Hay una declaración de Andrés Machado, vecino de Borburata por entonces, al igual que Lázaro Vásquez, los cuáles se unen a Salas cuando este arriba a

149 Oviedo._ Ibídem, cap. II.

150 Ibídem, cap. IV.

151 De la siguiente forma: Tres días de marcha hasta el Valle del Miedo -o de Cáncer-, según narra. Tres días de espera por la expedición de reconocimiento de Pedro García Camacho. Un día de ascenso hasta las “sabanas altas” de la loma de Terepaima. Otro hasta “Las Lagunillas”. Al día siguiente es la Batalla de San Pedro. Oviedo._ Ibídem, cap. III 80

Borburata para participar ellos también en la Jornada de Caracas152. Hablando de Caracas, Machado dijo:

que fue uno de los primeros que entraron al socorro de esta provincia con el capitán Juan de Salas, que vino a la propia jornada dende la isla de Margarita… diez o doce días después que el dicho capitán Diego de Losada la empezó a hacer153

Como ya tenemos una fecha aproximada del inicio de la Jornada, 4 de marzo, podemos suponer fiablemente que Salas arriba a Borburata, según el testimonio de Machado, a mediados de marzo, entre la ida de Pierre de Barca y la llegada a Margarita de Bontemps. Justo a tiempo: “… por Pascua de Resurrección pasaron por la Margarita” corsarios sin precisar, que bien pudieron ser las armadas de Bontemps y Lovell.154

Entre tanto Salas ya en Borburata, desconociendo que Margarita está siendo visitada de nuevo por tan poderosos corsarios, engancha a Lázaro Vásquez y Andrés Machado.155 No logra traer los cien guaiqueríes veteranos de El Collado que había prometido, tan sólo la mitad. Se informa en el puerto de la partida de Losada desde Mariara “diez o doce días antes”,

152 Lázaro Vásquez había sido alcalde de El Collado con Fajardo y es uno de los que, cuando ésta se despuebla, pasa a Borburata. Andrés Machado “... era frecuentador de jugadores e tahúres, e que en el puerto de la Borburata tenía taberna pública”. Residencia a Hernández de Cháves. Barquisimeto, enero 1571. AGI._ Justicia, leg. 87 en: AANH._ Traslados, t. 53 a 55. f. 427.

153 Bermejo._ op. cit., p. 43.

La referencia que da es: AGI, Caracas Dº 971. Servicios de Juan Fernández de León.

154 Ídem, citando textualmente: “Carta de los Oidores al rey del 12 de mayo de 1567. 53-6- 5, t. II, f. 438 Arch. Indias”. Britto reproduce parte de una carta que quizás es la misma: “... Agora tuvimos aviso de la Margarita cómo después de haber llegado allí cinco navíos franceses, llegaron allí doce navíos, los cuatro franceses y ocho yngleses, muy bien aderezados de armas y artillería, y con rescates y negros”. Britto._ op. cit., p. 169, citando a: Manuel Pinto._ Visión documental de Margarita y este a su vez: AGI._ Santo Domingo, leg. 71 “A Su Majestad, del Audiencia de Santo Domingo, XIIII de mayo de 1567”.

155 Nectario María registra varias declaraciones de testigos en que vieron a Lázaro Vásquez embarcarse en Borburata en la expedición de Juan de Salas: “… y vio esta testigo como el dicho Lázaro Vásquez salió por la mar en piraguas de hacia la Borburata, el susodicho y otros soldados con armas y municiones, y se vino a encontrar con el dicho capitán Diego de Losada y le dio la obediencia”. Leonor de la Cueva. María._ op. cit., p. 136 citando: Información de Fernando de Saavedra. AGI._ Escribanía de Cámara, leg. 678 B, pieza 14 fs. 200, 2003 ss. 81 y calcula que dentro de pocos días más el capitán general estará ya en la costa de Caracas, si no hay contratiempo, donde se le unirá. Así pues, Salas cuenta con salir de nuevo de Borburata los primeros días de abril para sincronizar con la llegada de Losada al litoral y establecer la línea de socorro, abastecimiento y refuerzo planeada. Tal vez espera una piragua de aviso de Maiquetía. Todo el cronograma está algo retrasado, pero nada que no pueda ser subsanado.

Salas esperaba para darle tiempo a Losada a que llegara a la costa porque no quería que le sucediera a sus piraguas lo que a otros que imprudentemente han arribado a esa costa mortal. Sabe que no cuenta con fuerzas suficientes para enfrentar solo las tribus confederadas de la costa. Necesita a Losada para desembarcar y Losada a él por los soldados y municiones que trae a la Jornada.

Llegado abril, se entera que el mar está nuevamente infestado de corsarios. Finalmente, sin haber logrado partir Salas, arriban Bontemps y Lovell a Borburata. Era el 17 de abril de 1567.

Losada hace días que está en Caracas. Quizás está siguiendo la misma secuencia que Fajardo. Es imaginable que haya podido establecer unos corrales en los restos de San Francisco, para atender el ganado menor que llevaba de impedimenta. Pudo tal vez fortificar allí mismo un perímetro, con grandes troncos, donde pudiera recogerse a salvo una guarnición suficiente, que defendiera el ganado, los caballos y los indios de servicio dedicados al cuido del ganado y sembrar los cultivos que sostendrán la comunidad, tal como se hizo en 1549 antes de la edificación de Borburata. Dar una vuelta de reconocimiento al valle hacia el este, por predios de los Mariches, como narra Oviedo.

Pero a nuestro juicio, luego de descansar unos días allí, dejando establecidos quizás algunos corrales, y guarnición y servidumbre con indios ladinos, siguió de largo con la mayor parte de su hueste.156 Lo más pronto que pudo, caminó su camino al litoral, porque todo su fin por entonces era asegurar la llegada de las municiones, armas y soldados tan necesarios que le traería Juan de Salas. Pasó pues, a la costa; allí estableció su campo real y hueste, en Maiquetía, bajando tal vez por la antigua vía india que pasaba por Curucutí.

Aunque nada se lo impide, no creemos que Losada por estrategia decidiera dividir sus fuerzas de allanamiento y pacificación en ese crítico momento. Las necesitaba todas -y más, las que le traería Salas, sus armas y municiones- para acometer con éxito el siguiente paso: pacificar

156 La espera tuvo que ver quizás con el estado de Diego de Paradas, mal herido en el valle de La Pascua. Es un hecho registrado del que se dispone de documentación: “... y nombraron por capitán un indio que llamaron los españoles El Jirahara, el cual vino sobre los españoles en el valle que dicen de La Pascua, e mató al capitán Diego de Paradas”. Residencia a Mazariegos. Caracas, 1576. AGN._ Traslados, op. cit., t. I, p. 313. El Jirahara, según Oviedo, era Guayauta, quien es apresado y mantenido por Losada casi un año, para liberarlo posteriormente, al creerlo ya amigo. Fue un error. Les hace una guerra sin cuartel con muerte de dos españoles, una decena de indios ladinos y diecisiete caballos. Vid: Oviedo._ op. cit. lib. V, cap. IV. 82 la costa primero, según sus reales órdenes y terminar con los certeros ataques de estos indios confederados, allanando y asegurando la puerta de entrada y salida marítima de Caracas. 83

Bontemps & Lovell Ltd.

Losada no recibe el socorro del imposibilitado Salas sino hasta fines de mayo: “… y a dos meses poco más o menos que entró con la dicha gente [Losada], se unió de socorro el capitán Joan de Salas”.157

La estadía de Lovell, inglés, y Bontemps, francés, está bien documentada. Se repite la historia: Estos nuevos corsarios intentan comerciar y vender esclavos como lo hizo Hawkins en 1565. Pero no es Bernáldez quien ahora gobierna. Ni los vecinos de Borburata están para más gastos, luego del paso de Sores. Como los bizantinos mandando a los bárbaros a Roma, los de Borburata señalan hacia Coro: “… y con este concierto, enviaron desde Borburata al puerto de Coro, para que diese licencia el gobernador, y el gobernador se la negó y mandó que ninguno rescatase”.158 Los corsarios, que se sienten cómodos en el tranquilo puerto del borburateño Alonso Cabello, al querer asegurarse una garantía mientras mandan a Coro a obtener la licencia, o para mostrar que hablaban en serio, toman entre tanto de rehenes a varios miembros representativos de la ciudad, entre otros a Justo Desque, teniente de gobernador de Borburata, y a Lope de Benavides, alcalde:

prendieron en Borburata al theniente Justo Desque y al alcalde Benavides y otros vecinos, y entre ellos, dos mercaderes del Nuevo Reino [probablemente de Mérida], con mil y quinientos pesos, y a todos los llevaron a sus navíos, publicando que si el rescate no se hacía, que los habían de llevar a Francia; pero después, viendo que el gobernador no había dado lugar al rescate los soltaron a todos159

El indoblegable gobernador no cae en chantajes, les niega -como a Barca- la licencia. Al final, estos corsarios liberan a sus rehenes luego de cambiar por 26 esclavos los mil quinientos pesos que les habían secuestrado.160 El contador Ruiz Vallejo incauta oficialmente los esclavos a nombre de su majestad. Los comerciantes entablan pleito por ellos y finalmente

157 Lázaro Vásquez. Caracas, febrero de 1589. [45], citando AGN._ Encomiendas, t. IV.

158 Diego Ruiz Vallejo. Barquisimeto, 18 de abril 1568. Rumeu._ op. cit., p. 425.

159 Ídem.

160 “… los que más padecieron fue un Ancona e un Santos de Vergara, el uno vecino del dicho pueblo [Borburata] y el otro vecino del Nuevo Reino”. Juan de Villarroel. Coro. AANH._ Traslados, vit. II 144, p. 61. Agustín de Ancona entró seguidamente, en marzo de ese año, con Losada por la loma de Terepaima. Así lo registran las listas de Oviedo y María. Vid. 84 les son devueltos y se les sentencia a pagar multas y el impuesto real, 30 pesos por pieza de Indias.161

No hay constancia de cuando abandonan estos corsarios Borburata. Bontemps lo hace antes, pues hacia inicios de mayo se le reporta en Río de la Hacha.162 Luego, el 18 de mayo llega a esa población Lovell con sus ingleses, procedente de Curazao.163

En años sucesivos, tanto Hawkins como Bontemps volverán a visitar Borburata. Del corsario Bontemps sobrevive un digno testimonio sobre la repulsión que le causaba ver indios esclavizados. El caso es el siguiente:

Hacia 1570 Bontemps, estando una vez más en el puerto de Borburata para comerciar negros esclavos, se encuentra con el esclavista Andrés de San Juan cerca del puerto.164 El corsario observa con disgusto los indios esclavizados y le comenta, al día siguiente, a Alonso Gómez, español estante en Borburata, que es quien declara en el juicio, como testigo:

y pareciéndole mal al dicho Juan de Buen Tiempo, un día antes dijo al dicho Andrés de San Juan <> y dijo a este testigo: <<¿No sería bien hacer a este un juego que se le acordase para toda su vida, y dalle quinientos azotes y cortalle las orejas y tornalle a enviar?>> y este testigo le dijo que por amor de Dios, que no le hiciese tal, porque ellos le habían de echar la culpa165

161 No fue nada desventajosa la operación para estos mercaderes. Cada esclavo salió a menos de cien pesos. Una ganga si se tiene en cuenta que su precio de venta normal generalmente superaba los 200 pesos.

162 Britto._ op. cit., p. 226.

163 Ídem.

164 Que como alcalde de Nueva Xerez de Nirgua acababa de hacer un enorme castigo sobre los Jiraharas de esa zona, por haber muerto estos indios a unos soldados bisoños que vagaban por esos lugares, de los huidos -como Garcí González- del insufrible carácter de Pedro Maraver de Silva, que pasó por Valencia en su trágica expedición a El Dorado. San Juan aprovechó la excusa para cautivar un grupo de 28 indios, entre jóvenes, mujeres y niños que llevaba encadenados en colleras a vender ilegalmente a Coro. Por este crimen fue posteriormente condenado ejemplarmente en juicio de residencia.

165 Alonso Gómez, 36 años. Barquisimeto, 1571. AANH._ Traslados, Residencia a Hernández de Cháves, op. cit., t. II, p. 881. 85

Bontemps muere posteriormente en Curazao (a donde iba usualmente a aprovisionarse), por mano del célebre piloto de Indias Antonio Barbudo, residente por entonces en casa del curazoleño Lázaro Bejarano, el mismo piloto autor de una precisa relación de la costa venezolana escrita alrededor de 1574. La cabeza de Bontemps es enviada por este en un cajón, como trofeo, a la Real Audiencia en Santo Domingo. 86

Valier quema Borburata

Saliendo Bontemps del puerto de Borburata y entrando Valier, en desesperante sucesión: En algún momento entre mediados y últimos de mayo llega Nicolás Valier a Borburata. Será este el corsario que finalmente le prenda fuego a la ciudad.

Nicolás Valier se comportará diferente de los anteriores visitantes. Proviene de Dieppe, Francia, al mando de una flota de ocho naves que incluye hasta una galera. Su armada está compuesta por una mezcla de hugonotes franceses y escoceses luteranos.166 Quizás vienen confederadas ambas armadas como antes hicieran Bontemps y Lovell. El hecho es que entran juntas en Borburata. Arriba con intenciones de comerciar a la fuerza, como los anteriores. Pero Valier trae además -entre cejas- las muertes y ejecuciones que el adelantado Pedro Meléndez de Avilés hizo en sus compatriotas, al erradicar a sangre y fuego la colonia que los franceses habían establecido en La Florida, el año anterior. Valier busca venganza. Para eso ha armado su flota. Al parecer, su derrotero previo por Margarita y Cumaná deja sólidas muestras de la calidez de sus intenciones tras su paso.167

Al arribar a Borburata, en lo que comprende que los vecinos no quieren o no pueden comerciar con él, no se lo piensa mucho y quema también esta ciudad: “… vino otro francés llamado Nicolao Balier; este ha hecho grandes daños porque quemó a Borburata y la Yglesia y cruces della”.168 Hernando de las Viñas ratifica la quema: “… habían robado cantidad de moneda e hacienda en el puerto de Borburata y lo habían quemado del todo y este testigo lo vido quemado casi todo”.169

Valier se dispone a pasar todo el invierno allí: “... y estuvo allí más de tres meses…”.170 Lo cual permite calcular su estadía en Borburata hasta el último tercio de agosto. Esto es importante para precisar la cronología de su actuación en relación con la Jornada de Caracas, que pasaremos a analizar. Pero antes de mostrar el papel que le tocó jugar en la conquista de Caracas, hagamos un comentario final sobre la suerte definitiva de Borburata:

166 Ibídem, p. 227.

167 “… e oyó así mismo decir por muy cierto que los mesmos habían quemado la villa de Cumaná”. Juan de Frías. Coro. AGN._ Traslados, Colección Caracas, t. 535, p. 104. Juan de Frías fue al parecer alcalde de Coro junto con Bartolomé García en 1567, según declaró Domingo Martín. Coro, 1571. AGN._ Traslados, Residencia a Hernández de Cháves, op. cit., t. III, f. 493.

168 Diego Ruiz Vallejo. Coro, 1568. Rumeu._ op. cit. p. 426.

169 Hernando de las Viñas, 30 años. Coro 1572. AANH._ Traslados, vit. II 144, p. 33.

170 Rumeu._ Ídem. 87

A raíz de este último robo y quema, los vecinos deciden despoblar la ciudad. Estaban evidentemente hartos. Saben que Losada intenta poblar más al este en esa misma costa, y con la excusa de la quema del pueblo hacia allá ponen sus miradas, ávidas del oro de Caracas. Ponce de León procuró mantenerlos poblados en el sitio y que no desampararan la ciudad, pero al conocerse la suerte de Coro, asaltada ese mismo año, y que Losada fundaría a inicios de 1568 en la misma costa que habían perdido, “acude mucha gente” a mudarse a la nueva ciudad, para ser parte en calidad de fundadores:

hasta que el año de sesenta y ocho, gobernando la provincia don Pedro Ponce de León, la abandonaron del todo, dejándola despoblada, sin que bastaran las diligencias del gobernador para embarazar su ruina171

Los vecinos quieren estar lejos de estos corsarios que han decidido tomar su bahía como residencia. Entienden que la maldición de Borburata es ser tan buen puerto que seguirá atrayendo piratas, contrabandistas y corsarios enemigos para intranquilidad de cualquier ciudad castellana que exista en sus inmediaciones. No hay manera de defender el puerto para el rey ante armadas tan grandes y seguidas. En adelante, luego de abandonada, Borburata mantendrá una cierta población informal que traficará con estos extranjeros de forma escondida mediante la figura del contrabando. Pero ya no será una ciudad en propiedad, con vecinos, cabildo, solares e iglesia. La ciudad como tal, con su cabildo y jurisdicción territorial deja de existir por voluntad de sus pobladores ese año de 1567.

La persistencia de estas razias piratas sobre la costa desanima el poblamiento costero, impidiendo el normal desarrollo de poblaciones como Caraballeda, Borburata, Cumaná, Coro o San José de Oruña en Trinidad. Florecen ciudades en las altas montañas -o protegidas por la distancia de las incursiones de caribes, corsarios y piratas- como Trujillo, Mérida, Barquisimeto, El Tocuyo o Santiago de León. Los pobladores de Margarita optan por huir hacia el interior de la isla fundando La Asunción lo más lejos de la costa que pueden y amurallándose rápidamente. Se fortificarán también, desde inicios del siglo XVII, todos los pueblos que miran al agua, dulce o salada, desde Maracaibo hasta San Tomé en el Orinoco. La marejada pirata se mantiene hasta el siglo XVIII.

Sobre el fin de Borburata, Oviedo y Baños, aunque pone los hechos en 1568 para adecuarlos con su año de fundación de Caraballeda, significativamente expone que los vecinos toman la decisión de despoblarla a mediados de año, lo que concuerda con la quema de Borburata por Valier a fines de mayo o inicios de junio de 1567:

que aunque el gobernador don Pedro Ponce, teniendo noticia de la intención con que se hallaban, les había prohibido con penas y amenazas el que la ejecutasen, mediando el año de sesenta y ocho [léase 67] se determinaron a desamparar la ciudad y dejándola despoblada se pasaron unos a vivir a Valencia y otros, que fueron los más, en piraguas y canoas se vinieron a Caracas a incorporar con Losada, quien hallándose

171 Oviedo._ op. cit., lib. III, cap. VI. El año debe entenderse 1567, según el error de Oviedo mencionado. 88

con el aumento de fuerzas que le causó este socorro y el que de la Margarita le había conducido Juan de Salas172

Los huidos vecinos de Borburata irán aportando en los meses sucesivos a Caracas. Cuando finalmente Valier se aleje, personajes como Justo Desque y Lope de Benavides, que han quedado sin ciudad en la que ejercer sus cargos, recibirán (seguramente luego de trámites burocráticos y peticiones oficiales en Coro), la resignada autorización de Ponce de León - escarmentado él mismo con el ataque a su capital- y pasarán en los meses finales del año a Caracas, vía la costa, con sus familias y otros muchos vecinos, dándole sentido a la mención que de ello hace el gobernador en su carta al rey en diciembre de 1567: “… ha acudido mucha gente de otras partes con sus hijos y mujeres”.173

Juan de Salas habría logrado reunirse con Losada probablemente en el no registrado interludio entre la partida de Lovell y la llegada de Valier. Si así no fue, hemos de concluir que el propio Valier no impidió su salida con los otros vecinos y bastimentos que en piraguas y canoas viajaron a Caracas. El hecho es que Salas se encuentra con Losada a fines de mayo o inicios de junio, como evidencia el testimonio de Lázaro Vásquez.174

172 Oviedo._ op. cit., lib. V, cap. X.

173 Vid.

174 “... vio esta testigo cómo salió Lázaro Vásquez de la dicha Borburata por la mar en piraguas con soldados a su costa, con armas y municiones y se vino a encontrar con el dicho capitán Diego de Losada en Maiquetía”. Declaración de la esclava Juliana Hernández. María._ op. cit., p. 282, sin dar fecha. 89

Valier pretende derechos de conquista

A Valier -que no se resigna a perder un buen negocio pesar de haber quemado Borburata-, en el ínterin, se le ocurre una idea. Por Juan de Salas, o por los vecinos que le huyen, se ha enterado que en Caracas se está haciendo la conquista y que el capitán de ella está necesitado de armas y municiones. Un Juan Pacheco, secretario o criado que fue de Bernáldez, ha hecho buenas migas con este francés, aficionado Pacheco al trato con corsarios desde la venida de Hawkins en 1565.175 Quizás sea este mismo Juan Pacheco quien le mete la idea a Valier de ofrecer en venta a Losada parte de su pólvora, armas y municiones, como forma de abrir la puerta a otros tratos. No es cosa de irse con las manos vacías. A Valier le agrada la propuesta y se va a ofrecer su mercancía a Caracas:

y luego en el dicho año en el mes de junio, estando este testigo en la provincia de Caracas en la pacificación de ella con el dicho capitán Losada y otras personas, aportó allí un francés con una nao y una galera, llamado Nicolao Valier e un capitán escocés176

Estamos pues en junio. Losada sabe bien que para hacer tratos con este pirata que quemó Borburata necesita licencia obligada del gobernador.177 Puede rechazar la oferta del corsario, pero Valier tiene pólvora y municiones muy necesarias en este momento crítico para allanar la provincia de Caracas. Hasta ahora la pacificación de la costa no alcanza resultados: Los indios se muestran irreductibles a sus ofrecimientos de paz. Losada construye su jugada.

Entre los expedicionarios en Caracas se hallaban -según Oviedo- Rodrigo, Pedro y Francisco Ponce de León, hijos del gobernador. Como el interés es común, entre ambas partes contrarias -los corsarios y los de Losada- se llega a un compromiso que a todos gusta. Losada acepta y recibe toda la pólvora y munición que necesita, vino, ropa, arcabuces, cascos, bastimentos y armas. Su expedición queda bien surtida. Uno de los Ponce (todos, tal vez, según veremos) se ofrece a interceder la licencia con su padre el gobernador, en Coro, y Valier a llevarlo en su galera… graciosamente.

Todo se basa, como siempre, en un juego interminable de dobles intenciones, o según el término de la época, “bellaquerías”. Valier codicia el oro de Caracas, que por supuesto

175 Rumeu._ op. cit., p. 405 citando AGI._ Justicia, leg. 93. Cuando en 1569 llega la Real Cédula para investigar los robos que los piratas y corsarios habían hecho en la provincia y castigar culpados cómplices como Pacheco, este ya había huido.

176 Hernando de las Viñas. Ídem.

177 Losada ya para entonces sabía que Borburata había sido quemada por Valier, según la declaración de Viñas que estaba presente cuando estos llegan a Maiquetía: “… los cuáles o parte dellos se decía por muy público habían robado cantidad de moneda e hacienda en el puerto de Borburata y lo habían quemado del todo”. Ídem. 90

Losada está deseoso de pagar, cuando logre -eso sí-, reducir la resistencia indígena con la ayuda que el caballero francés gentilmente le ha prestado. Losada ya tiene lo que quiere, armas y municiones, ¿cómo quitarse ahora de encima al peligroso extranjero?

Ladinamente informa a Valier que tan sólo resta cumplir con un breve formulismo: obtener la licencia legal allá en Coro, lejos de su hueste...

Losada ofrece al corsario la prenda incuestionable del hijo del gobernador, con el teatro de ofrecerse el mismo Rodrigo Ponce de motu propio, como mediador ante su padre. Valier, zorro como es, cae en la trampa. Con el hijo gestionando la tramitación de la molesta licencia, esta no puede sino quedar asegurada.

Para este fin, todos convienen como buenos tratantes en dejar de una vez con Losada los pertrechos, pólvora, municiones y otras mercancías, con la evidente intención -y así se lo hacen ver a Valier- de presentar el trato ante el terco gobernador como un hecho cumplido, para que no pueda negar la licencia. La transacción se hace pues, a crédito. Pero Losada ha calculado su jugada. Conoce de qué palo está hecho su gobernador, pues fue juez en su nombre en la residencia a los oficiales de Bernáldez, en El Tocuyo y Barquisimeto. Sonríe para sus adentros. Esta vez, con maña, se la ganará al incendiario de Borburata.

Años más tarde hablaría el rey, por su real cédula:

A nos se ha hecho relación que habiéndose comenzado a poblar una tierra llamada Caracas en la gobernación de Venezuela por el capitán Diego de Losada con ciento y treinta soldados, se hallaron a la sazón en el puerto de la dicha tierra ciertos luteranos que dijeron querernos servir en ayudar a conquistar la dicha tierra y con estos halagos dieron cierta pólvora y munición para ello, y trajeron por la mar a un hijo del gobernador Pero Ponce de León; y se tenía por cierto que enviaron al dicho gobernador ciertos presentes y ropas para sus hijas, por haberles el dicho su hijo ofrecido licencia de su padre para poder rescatar en la tierra178

178 Real Cédula. Madrid, 3 febrero 1569. AGI._ Santo Domingo, 899-H-2 citado por María._ op. cit., p. 307. La cédula habla de un hijo de Ponce de León. O se embarcaron los tres hijos con Valier a Coro, o dos de ellos no participaron en la Jornada de Caracas, a pesar de lo que registran las listas de Oviedo y María, pues cuando el enfurecido Valier ataca finalmente Coro, el 8 de septiembre, consta que junto a Ponce de León se hallaban todos sus hijos: “… el gobernador y sus hijos e hijas se escaparon con mucho riesgo”. Diego Ruiz Vallejo. Barquisimeto, 1568. Rumeu._ op. cit., p. 426. Un testigo afirmaría luego: “… don Rodrigo Ponce de León se hallaba en Coro con su padre cuando los corsarios atacaron”. Juan Gil. Coro, 1572. AGN._ Traslados, Cartas de Gobernadores, t. 535, p. 123. 91

Los corsarios, en la galera -y quizás dos naves más- arriban pues a Coro. Apuestan a lo hecho, tanto como a la amenaza directa:

y en el entretanto envió [el corsario] a la ciudad de Coro una galera a requerir al gobernador que le diese licencia para rescatar en la tierra, donde no, que haría mayores daños179

Pero no conocen, por supuesto, a Ponce de León. Para la codiciada licencia no valieron entonces ruegos de hijo, ni regalos a hijas doncellas, ni que la entrega a Losada de pertrechos ya estuviera cumplida, ni por último las amenazas del desesperado francés. La ansiada licencia “…el gobernador se la negó”.180 Diego de Arenas -en 1571, en Coro- testificó el hecho:

estando tres navíos en el puerto desta ciudad, iban a velarse por mandado del gobernador don Pedro Ponce de León; y que oyó decir este testigo que las velas que velaban hablaban con los dichos franceses … Todo el pueblo iba a velar por sus tandas; y que velando este testigo y Jerónimo de la Peña una noche, vinieron los franceses a hablar con este testigo, y que a la mañana luego, dio noticia dello al dicho gobernador; y que les dixo este testigo a los franceses que se fuesen, que no había remedio, que el gobernador no quería dar licencia para rescatar con ellos, y que por mandado del gobernador les fueron otras personas a hablar que se fuesen, que no querían rescatar con ellos181

El ladrón pues, burlado. Nicolás Valier no cabe en sí de cólera. ¿De qué vale su temible escuadra? No tiene ni tan siquiera un rehén con quien descargar su ira, pues imprudentemente ha dejado partir -de buena fe- al bellaco hijo del gobernador, a entenderse con su bellaco padre. Borburata ya está destruida. No puede quemarla dos veces. Sus pertrechos y mercancías en manos de Losada. Coro prevenida, y sus movimientos vigilados. No procede aquí la sorpresa.

El impulsivo Valier, timado de esa forma, está registrado que no siguió de largo como los corsarios anteriores, por la usual ruta del cabo de La Vela y Cartagena, tragando grueso y callando mudo. Regresa como un león a Borburata. Maquina su venganza. A voces reclama, por los suministros que ha aportado, derechos sobre la tierra a la cual “ayudó a conquistar”:

179 Rumeu._ op. cit., p. 426.

180 Ídem.

181 Residencia a Hernández de Cháves, 1571. AGN._ Traslados, op. cit., t. III, p. 1148. 92

y después iban diciendo a Francia que tenían derecho a la dicha tierra de Caracas por haberla ayudado a conquistar y dado pólvora y munición182

Losada entre tanto ha comenzado a “reedificar” El Collado, siguiendo su programa. Los españoles se asientan aquí repitiendo la anterior fórmula de emplazamiento de Borburata. El sitio donde Fajardo antiguamente se había poblado es bueno en la medida que el real puede levantarse algo alejado, arrimado a la sierra, y con una mediana explanada entre la población y la costa que permite el maniobrar de los jinetes ante el ataque de los indios.

El río San Julián (quizás por don Julián de Mendoza, así como el río San Pedro de Los Teques quizás por Pedro de , aunque dicen que por la Batalla de San Pedro, librada en sus márgenes el día del santo) les proporciona agua fresca. Hay una laguna salobre en la que se puede pescar y con cuya agua se engordan los caballos.183 Probablemente se alzó un fortín de resguardo, de troncos y estacas, como el que Fajardo había construido en su tiempo. Se restablece un perímetro con empalizadas y quizás se montan uno o dos versos, culebrinas, o cañones pequeños que trajo Salas o que quizás proporcionó Valier. Se apostan -por temor a Valier más que a los indios- guardas de vigilancia en la costa, en el cerro y en los accesos hacia Macuto y el valle de Uria.

Valier, en Borburata, ha decidido al fin apoyar a las belicosas tribus de la costa de Caracas en su guerra con los españoles. Estos desde que el corsario pasó por el litoral de Caracas han estado visitándolo, instándolo a que intervenga a su favor. La intención ahora del francés es brindar a los Caracas todo su apoyo para destruir a Losada y su gente. En busca de este fin entra en contacto con los caciques de la costa y les informa de sus intenciones. Los indios, que conocen bien la diferencia entre los corsarios y los españoles -y como el enemigo es común-, aprueban el plan pues no desean otra cosa y se conviene un ataque. Así lo informaba Ponce de León en su carta al rey en 1567: el mayor contraste que esta poblazón ha de tener segund lo que se ha visto este año es que como son los naturales de la costa muchos, pláticos y belicosos y siempre han tenido amistad y contratazón con estos corsarios, viéndose agora subjetos, yntentaron muy de veras de se aliar con los dichos corsarios y les inducían a que matasen los españoles que allí estaban y que les darían la tierra y para ello todo favor y ayuda184

182 Real cédula de 1569. AGI._ Santo Domingo, 899-H-2, citado por María._ op. cit., p. 308.

183 Pérez Vila._ op. cit., p. 259.

184 Ponce de León. Carta al Rey, Coro, diciembre 1567. María._ op. cit. “Poblazón”, aunque generalmente se transcriba como “población” tiene en este caso quizás un sentido que tira más hacia “poblamiento” como proceso. “Pláticos” se ha trascrito usualmente como “prácticos” en el sentido de experimentados. Pero quizás deriva de “plática” o conversación, en el sentido de saber estos indios de la costa cómo comunicarse con los 93

La conquista de Caracas tuvo pues, una desesperada y poco ponderada faceta “internacional” pues -como haría luego Bolívar 250 años más tarde- los indios Caracas lograron implicar, por así decirlo, a “factores interesados” de potencias extranjeras enemigas de España para apoyar o sostener la guerra por su independencia. Los caciques de Caracas no vacilaron en utilizar todos los medios a su alcance para librarse de la sujeción y el vasallaje. La pacificación se logra en la provincia luego de largos años de lucha “asimétrica”, y la ayuda siempre definitiva -aunque ciertamente involuntaria- de “armas biológicas de destrucción masiva” como la viruela y el sarampión, enfermedades desconocidas por el sistema inmune corporal de los aborígenes y -por tanto- mortales en vasta escala.

corsarios desde tiempo atrás. A esto nos referíamos en nota arriba cuando comentamos el paso de Hawkins por esta costa y lo que le dijeron luego los vecinos de Borburata. Véase. 94

La Batalla de Maracapana

La Batalla de Maracapana, únicamente recogida por el relato posterior de Oviedo, fue el punto de inflexión de la jornada de conquista de Caracas.185 Es la batalla decisiva que rompe la coalición indígena supuestamente liderada por Guaicaipuro; alianza que tan exitosamente mantiene libres a los indios de Caracas por cinco años más desde que en 1562 logran expulsar totalmente a los españoles de Fajardo de su aurífera tierra.

Las otras dos batallas citadas en la narración de Oviedo, la Batalla de San Pedro y la de La Quebrada, no revisten su importancia. Por un lado la así llamada Batalla de San Pedro, librada para impedir el acceso a la hueste española a la tierra de los Caracas, la sostiene tan sólo la parte de las tribus aborígenes de la provincia que habitaban al oeste del valle, por donde entraron los españoles de Losada. Intervienen las parcialidades occidentales de los Meregotos, Aruacos, Tarmas y Teques. Los Tarmas, situados entre la costa y las montañas de Macarao colindantes con los Teques, tenían la posibilidad de pelear en ambos teatros, el de la costa y el del interior. Aunque usualmente lo hicieron al oeste del área de San Francisco, no desechaban bajar a este valle. Buscaron estas parcialidades repetir la hazaña de la derrota de Narváez, en la favorable loma de Terepaima. Pero Losada sale victorioso del nuevo desafío en la Loma de Terepaima.186

Por otro, la así llamada por Oviedo Batalla de La Quebrada no pasó de ser -por lo que se lee- una “guasábara” más, o ataque menor, sin calidad de batalla, amén de que sobre ella mantenemos nuestras dudas arriba expresadas sobre su real historicidad.187 No obstante, el capítulo de la obra de Oviedo dedicado a esta batalla presenta algunos aspectos dignos de comentar. El primero es la evidente guerra que hacían los indios para impedir los aprovisionamientos de los conquistadores. Estos

se hallaban bien afligidos por experimentarse cada día más rigurosa la falta de bastimentos, a causa de haber los indios talado todas las sementeras inmediatas, para hacer más cruel la guerra con la hostilidad de la [sic] hambre188

El otro hecho significativo es que el comando de la hueste que va a buscar bastimentos al valle de las Guayabas, donde habitaban los Tarmas, lo tiene Rodrigo Ponce de León, según Oviedo. Hemos visto que este pasa a Coro con Valier en junio, según declaración de

185 Oviedo._ op. cit. Lib. V, cap. IX.

186 Ibídem, cap. III.

187 Véase el capítulo. 1567 y “El Factor Oviedo”, arriba.

188 Oviedo._ op. cit., lib V, cap. VI. 95 testigos.189 La acción pues debe ubicarse -si realmente correspondió a Rodrigo Ponce- antes de su documentada partida a Coro, con Valier, quizás en junio. Las expediciones de abastecimiento al valle de los Tarmas desde la costa donde por entonces se hallaba Losada se hacían bordeando el litoral por Maiquetía y Catia La Mar hasta la desembocadura del río Mamo, y de allí tramontando por Arrecifes hasta el valle de las Guayabas, o de los Tarmas.

La Batalla de Maracapana, a nuestro juicio, es la crónica que a la distancia hace Oviedo de la alianza -documentada como hemos mostrado- forjada entre los indios Caracas y el corsario Nicolás Valier. Oviedo ofrece pormenores de esta crucial acción:

determinaron que para cierto día, con el mayor número de tropas que pudiese alistar cada cacique, concurriesen todos los interesados en el sitio de Maracapana (que es una sabana alta al pie de la serranía inmediata a la ciudad) y echando el resto a la desesperación, acometer a Losada, fiando al lance de una batalla los buenos sucesos que esperaban de su valor y fortuna190

El capítulo IX dedicado a esta batalla lo inserta Oviedo entre la llegada de Salas -en el capítulo VIII previo- y la posterior fundación de Caraballeda, el 8 de septiembre -en el capítulo X-, según su particular cronología y versión de los hechos. Es concordante con la estadía en estas aguas de Valier, como hemos visto. Oviedo sabe que la batalla se libra cerca de un Real, sitio o campamento poblado -según informaría la vaga fuente que está siguiendo para narrar la batalla- y ante la confusión que ello le genera (pues no logra aceptar que se trate de otra, sino de Santiago de León) ha decidido insertar el célebre capítulo VII sobre la fundación de esta ciudad antes de la Batalla de Maracapana.191

Pero como se ha visto, Santiago de León no existe para esas fechas, y Losada se hallaba en la costa por entonces. Más aún, es improbable por lo expuesto que Losada tuviera su campo arriba en el valle de San Francisco. Y precisamente, las características “costeras” de esta acción conjunta de los Caracas con Valier prueban indirectamente que el ataque sería al campo principal en la costa, donde se hallaba Losada, no a un reducto secundario de resguardo de ganados en San Francisco, si es que esta disposición de fuerzas españolas existía

189 Véase [178].

190 Ibídem, cap. IX.

191 Para Oviedo, mantuano por matrimonio y educación, y empeñado como él mismo confiesa en rescatar las gestas épicas de los fundadores de Santiago de León, la sola sospecha (que quizás trasciende de los vagos documentos que está manejando) de no ser ésta la ciudad primada de Losada (sino la olvidada Caraballeda), pareciera haber hecho una desagradable mella a la gloria con que intenta enaltecer la población de su adoptada Caracas. A nuestro juicio ello quizás le lleva a variar su esquema preformado de fundación y ubicar el famoso capítulo VII –que si se examina atentamente se concluirá que puede insertarse casi en cualquier parte de su gesta- significativamente antes de la Batalla de Maracapana. 96 por entonces. La composición mayoritariamente costera de las fuerzas indígenas que intervinieron en la Batalla de Maracapana es otro dato significativo.

Oviedo detalla algunas de las principales parcialidades de la costa que intervinieron en dicha batalla:

llegado pues el día determinado, vinieron de la costa y serranías intermedias, según lo capitulado, los caciques Naiguatá, Uripatá, Guaicamacuto, Anarigua, Mamacuri (que fue el primero que después dio la obediencia a Losada), Querequemare, señor de Torrequemada, Prepocunate, Araguaire y Guarauguta, el que mató en Catia a Diego García de Paredes, con siete mil indios de pelea, que llevaron entre todos192

Los caciques convocados del interior de Caracas- y sus fuerzas- fueron los siguientes: Los Mariches, con los caciques Aricabacuto y Aramaipuro, “… con tres mil flecheros de su nación, incorporados en sus banderas los caciques Chacao y Baruta, con la gente de sus pueblos”.193

Los Tarmas, acaudillados por Paramaconi, Urimaure y Paramacay, (Parnamacay o Parmanacay, que todas estas variantes se consiguen en Oviedo) reunían dos mil guerreros.194 Los Teques, conducidos por Guaicaipuro, que según Oviedo hacía de capitán general aportaban otros dos mil.195 Oviedo presenta pues catorce mil indios Caracas en estado bélico en aportes iguales por mitad para cada lado de la serranía, que se reunirían en la sabana de Maracapana el día de la batalla.

¿Dónde quedaba entonces esta Maracapana, “lugar de las maracas”?

Un hecho curioso para el investigador de los orígenes de Caracas es que Maracapana como topónimo no existe por ningún lado, ni cerca ni lejos de la Caracas del siglo XVI, ni en ningún otro siglo hasta nuestros días. No se la ha localizado. Si se le busca -según los datos que aporta Oviedo- en documentos del período inmediatamente posterior a la fundación de Santiago de León, y hasta bien entrado el siglo XVII, de la cual hay suficiente información

192 Oviedo._ op. cit., lib. V, cap. IX. De estos nombres de caciques de la costa -aparte de Macuto y Naiguatá- creemos reconocer, con las precauciones del caso, caciques de sitios del litoral que aún conservan topónimos indígenas como Uria (Uripata), Anare (Anarigua) y “La” Guaira (corrupción de Araguaire).

193 Ídem. Baruta era de nación Teque, quizás hijo de Guaicaipuro, según algunos. No se nombra, como se ve, a Carapaica, que era de nación Mariche, según declaró Garcí González.

194 Ídem.

195 Ídem. 97 en incontables documentos locales de Caracas en secciones como Actas del cabildo, Encomiendas, Tierras, ventas en Escribanías o en Testamentarías, no se hallará explanada, lugar, asiento o sitio alguno con el nombre de Maracapana ni al norte o noroeste de la ciudad (área o llanura a la cual suele a veces denominarse en fechas posteriores Sabana del Teque y Sabana del Blanco), ni en la llanada de Catia, ni hacia la Puerta de Caracas siguiendo la antigua vía al mar, ni en Anauco Arriba o Anauco Abajo, ni en Catuche, ni cerca del Caroata, ni en Caricuao, La Vega, Antímano, Chacao, Petare, etc.

Es verdaderamente significativo si se piensa por contraste que sitios de acciones de batallas de ese período como la loma de Terepaima, o el valle del Miedo, o de descanso de la hueste como el valle de La Pascua, o incluso nombres más antiguos, como el valle de Juan Jorge, perduraron al menos algún tiempo o del todo sobrevivieron como topónimos; algunos recordando incluso sucesos comparativamente tan banales como “el Salto de Freyre” en la antigua ruta por la loma de Terepaima en Los Teques.

¿Qué se hizo Maracapana, teatro de tan vital batalla?

La explicación para nosotros es que el nombre de este teatro bélico sigue la suerte de Caraballeda, arrastrada como topónimo a la extinción y el olvido cuando esta ciudad costera se acaba temprano en la historia de Caracas, hacia 1586. Porque a nuestro juicio, la Batalla de Maracapana se libra en el área de Caraballeda, donde se asentaban los pobladores y soldados que por entonces “reedificaban” El Collado -haciendo un campamento, con quizás una empalizada-, si es que tiene algún sentido titular de ciudad un campamento o agrupación de caneyes, como hemos mostrado en la exposición previa.

Existe, no obstante, una magra y alterada mención a Maracapana (que concuerda con el período y localización cercana a Caraballeda) en un título de encomienda otorgado a Jácome Fanton, -quien sucede en la encomienda de Justo Desque- en su parte relativa al cacique Guaicamacuto, que entraba dentro de la encomienda original otorgada por Losada a Desque:

reservando como reservo el principal don Pedro, hijo de don Joan Guaycamacuto con todos los indios sus sujetos, que viven en la costa de la mar, hacia Caraballeda, en la quebrada nombrada de enmaracacurinare y en sus vertientes e corrientes196

196 Título de encomienda a Jácome Fanton. Santiago de León, 1589. AGN._ Encomiendas, t. V, f. 139. Hemos examinado el título original y es difícil distinguir -pues el débil registro de la tinta no lo permite- si lo que dice el texto es “anmaracacurinare”, “eremaracacurinare” u otro prefijo en lengua aborigen, del cual además desconocemos su primitivo significado. En todo caso es un topónimo muy sugestivo. El sufijo “curina-re” es muy usado en el área de Caracas en este período para señalar una quebrada. De hecho “curina re” está relacionado con “Curiana” castellanización de la región de la costa a partir del cabo Codera explorada por Alonso de Ojeda en 1599 y de cuyo nombre algunos autores clásicos y otros modernos afirman se genera el de Coro, en una supuesta Curiana occidental. Curiana como topónimo de la costa central existe aún, preservado en el nombre de una remota hacienda en la costa entre Chichiriviche y Puerto Cruz, al oeste de La Guaira. Maraca-pana puede 98

La indicación de su cercanía a Caraballeda y el hecho de tratarse del asiento de Guaicamacuto, que luchó en esa batalla, nos inclina a creer que Maracapana fue entonces el sitio por donde corría la quebrada de Maracacurinare, en Caraballeda, donde a nuestro juicio se desarrolló la batalla.

No parece casual observar también, en los pocos nombres de españoles que registra Oviedo participando en la batalla, que entre ellos no se nombren o figuren en esta oportunidad los hermanos Ponce de León, lo cual concordaría -a nuestro parecer- con su ida a Coro con Valier, y sí mencione en cambio uno de los registrados vecinos de la futura Caraballeda -y su alcalde en 1570- Gaspar Pinto, que no entró con Losada, por lo que es de suponer que vino en las piraguas con Salas.197

El día de la batalla de Maracapana el corsario Valier falló. No se presentaron sus naos en la costa de Caraballeda. Tampoco Guaicaipuro, según Oviedo, con el ala de los Tarmas y Teques acaudillados por él:

y se confederaron con los indios para matar a todos los españoles como los hubieran muerto si no fuera por cierta emboscada que les hizo con cien soldados el dicho capitán Diego de Losada, de que dicen les dio aviso a los dichos franceses un Juan Pacheco, criado que fue del licenciado Bernáldez198

La versión de Ponce de León sobre el develamiento del plan contra la tropa de Losada es más escueta: “… y como se vino a saber, no lo osaron intentar, sobre lo cual he mandado que se haga justicia, para que adelante no tengan el mismo atrevimiento”.199

¿Qué había pasado?

concebirse como el asiento donde se situaba la quebrada Maraca-curinare. El sitio como se observa era parte del área donde habitaba el gran cacique Guaicamacuto, personaje histórico y uno de los primeros caciques en dar la paz a Losada posteriormente, según Oviedo. La trascripción que hace María, tiene leves diferencias con el original que reproducimos. Vid: María._ op. cit., p. 319.

197 Los españoles que registra Oviedo actuando en una u otra forma el día de la Batalla de Maracapana son los siguientes: Pedro Alonso Galeas, Gabriel de Ávila, Francisco Maldonado, Antonio Pérez, “El Africano”, Sebastián Díaz de Alfaro, Alonso Andrea de Ledesma, Juan de Gámez, Miguel de Santacruz, Juan Gallego, Juan de San Juan (el del pleito con Bontemps), Alonso Ruiz Vallejo y Gaspar Pinto. Oviedo._ Ídem.

198 Real cédula de 1569. María._ op. cit., p. 308.

199 Ibídem, p. 116 y 119. 99

Oviedo narra que la batalla se dio, a pesar de todo, con o sin Guaicaipuro. Y dice que efectivamente se pierde al no poder acudir Guaicaipuro y sus huestes de Tarmas y Teques a tiempo, debido a la distracción oportuna que en las mismas serranías de su habitación les hizo Pedro Alonso Galeas con un escuadrón de sesenta soldados.200 Pero para Oviedo, que en ningún momento acierta a hablar del papel del corsario Valier en todo este drama (señal que lo callan sus fuentes, incluyendo al mítico Ulloa), la acción táctica de Galeas se debió a la casualidad:

ignorante Losada de todo esto, por no haber tenido noticia alguna de lo que maquinaba Guaicaipuro, había despachado aquella madrugada a Pedro Alonso Galeas con sesenta hombres para que corriendo las lomas y quebradas de los Tarmas juntase la mayor porción de bastimentos que pudiese y los trajese a la ciudad. Caminaba Pedro Alonso con su gente a ejecutar puntual su diligencia cuando a las ocho de la mañana encontraron con él los indios Teques, que unidos ya con los Tarmas marchaban presurosos para hallarse en el asalto; pero al ver los españoles en parte que no esperaban, discurrieron que su obligación estaba ya descubierta, pues les salían armados al encuentro, cuando pensaban hallarlos en la ciudad desprevenidos, algo atemorizados se empezaron a dividir en mangas por los cerros201

Frente a estas dos versiones del hecho, como siempre, aquí optamos en principio por darle crédito a la del documento coetáneo, como es la real cédula citada arriba.202 Esta, según vemos, da noticia de cómo renunciaron los corsarios a intentar la empresa, abortando el ataque al tener aviso por el Juan Pacheco de que todo el plan estaba descubierto, Guaicaipuro contenido y anulado y que su rival Losada lo espera prevenido y con las buenas armas y municiones que el propio Valier se ha encargado de suministrarle. Valier se lo pensó dos veces, pues una cosa es atacar un pueblo como Borburata, sin defensa ni armas (entregadas seguramente -las que había- a Losada y su conquista) y otra intentarlo contra un ejército “de cien hombres” o soldados móviles que lo esperan bien armados y sin el estorbo de una ciudad abierta a la que estén obligados a defender, pues cuentan en cambio con caballos -y quizás hasta un reducto-: “... y como se vino a saber, no lo osaron intentar”.

No es cierto pues que Losada no supiera lo que se tramaba. De alguna forma se enteró del plan y conocía, al parecer, los detalles. Por lo que sabiendo que era fundamental impedirles a Guaicaipuro y Paramaconi liderar la batalla, envía precisamente a Galeas a estorbarles este objetivo. Galeas lo cumple a cabalidad con lo que, como narra Oviedo, las huestes en Maracapana se desmoralizan al faltarles el caudillo y alma de su lucha. La real cédula es coherente al hablar de “cien hombres” en Maracapana ya que como vimos en la versión de

200 Oviedo._ Ídem.

201 Ídem.

202 “… Hay una ley crítica histórica que concede mayor fuerza probatoria al testimonio o testimonios inmediatos al suceso que se investigue, si estos tienen autoridad y garantía, sobre los testimonios más alejados del hecho”. Ramos._ op. cit., p. 299. 100

Oviedo, el resto se hallaría posiblemente con Galeas luchando contra Guaicaipuro. La mencionada emboscada pudo referirse al Losada esperando el ataque indígena, o a Galeas atacando a Guaicaipuro y sus Tarmas y Teques.

Es por indicios como los expuestos que nos resulta difícil creer en dos (2) asentamientos simultáneos de españoles en Caracas para esas fechas, divididos en los dos teatros de operaciones, el de El Collado, en la costa, y el del valle de San Francisco.

Pues si Losada está emboscado con cien hombres aguardando a Valier y la batalla, como habla la real cédula, y ha mandado el resto con Galeas, como afirma Oviedo, una de las dos plazas, si es que en verdad existían ambas para esa fecha, se queda sin defensa. Con sólo atacar en la costa a la hueste de Losada una parte del resto del ejército de indios Caracas que asisten a Maracapana, la otra puede mientras tanto destruir y quemar la plaza desguarnecida en San Francisco, logrando una significativa victoria, después de todo. Pero eso no sucedió, y en ninguna parte del texto de Oviedo o en otros documentos está registrado durante la campaña de Losada una segunda quema de San Francisco, El Collado, Santiago de León o Caraballeda por parte de los indios Caracas.

Por otro lado, si el campo de Losada, su perímetro, o real, estuviera supuestamente establecido por entonces en el valle de San Francisco, como es la idea generalmente aceptada, ¿bajó Losada con cien hombres a la costa a esperar a Valier, sabiendo que todo el fin del ejército de Guaicaipuro era acabar con el asentamiento de San Francisco? ¿Y qué decir entonces de las fuerzas restantes enviadas a bloquear a Guaicaipuro? ¿Es concebible que gente tan poderosa como los Mariches pasaran de largo por San Francisco -vía obligada- para ir a atacar a Losada en la costa, donde estaban los caciques del litoral, sin primero destruir la desguarnecida San Francisco que era en definitiva, para la historiografía tradicional, el supuesto objetivo de la batalla?¿Dejarían incólume los mariches ese peligroso reducto castellano atrás, amenazando sus espaldas?¿Permanecería el capitán que supuestamente guardara San Francisco impávido viendo como frente a sus narices pasaba la columna mariche en vía a atacar a su general y compañeros en la costa?¿Subiría Valier la ruda y desconocida cuesta hacia el valle de Caracas, arriesgando una emboscada segura en cualquiera de cien sitios propicios por parte de los españoles?

La lógica de guerra nos dice que si se iba a atacar con todas las fuerzas disponibles a Losada -aplicando la táctica usada contra Narváez y Bernáldez previamente- era porque este y su hueste estaban concentrados todos en un área precisa y de fácil acceso a los corsarios: el litoral. Este sitio pues de combate, por los indicios y testimonios analizados, estaba localizado para la fecha de la batalla en un lugar de la costa, en Caraballeda, en el asiento de Manaure, cercano a Guaicamacuto: Maracapana.

Las demás naciones convocadas, que juntas en Maracapana aguardaban la venida de los Teques y Tarmas para dar el asalto a la ciudad, viendo que era pasado el mediodía y no llegaban, sin acertar a discurrir la causa de su tardanza, empezaron a desmayar, desconfiando del suceso por faltarles Guaicaipuro, quien por lo acreditados de su valor y opinión adquirida de soldado, había en todo de dar la disposición para lograr el acierto; y teniendo su falta por presagio de alguna fatalidad, empezaron a desunirse los caciques, retirándose algunos con sus tropas, sin atreverse a proseguir en la 101

empresa, que miraban ya con desconfianza; los otros, teniendo por descrédito el desistir de aquel lance en que tenían empeñada la opinión, moviendo sus escuadrones se fueron acercando a la ciudad203

La derrota de los Caracas, ante un oponente superior, prevenido y alerta, fue total. Sale Losada con los jinetes armados

dejando a los demás en guardia de las casas, para que los indios con la confusión no las quemasen, y apellidando a Santiago acometió al enemigo en la sabana, abriéndose camino con las lanzas, que en aquella confusa muchedumbre, ni erraban golpe ni perdonaban vida, cuando los infantes por su parte, embarazando las rodelas y esgrimiendo los aceros, empezaron a dividir aquellos cuerpos desnudos, que embarazados con su misma multitud, poniéndose en desorden se fueron retirando, atropellándose unos a otros por asegurar las vidas204

Fue tan grande la victoria castellana que la confederación local de caciques de Caracas se disuelve. Jamás en adelante volverán a atacar unidos. Guaicaipuro no se rindió. Mantuvo su amenaza en el interior. Solo con su muerte pocos meses después se logra finalmente la fundación de ambas ciudades a inicios del año 1568, ya menos amenazadas. A lo sumo los Mariches mantendrán la unidad entre sus caciques propios uno o dos años más.

Días luego de la batalla de Maracapana, bajo quizás cierta fecha de significación religiosa acordada por los vencedores, algunos caciques de la costa se acercan a El Collado, a “dar la paz”. Son Guaicamacuto -el antiguo y poderoso cacique amigo de Fajardo, que luego se le opone y que ante Losada finalmente se rinde- y Mamacuri (o quizás Mamocuri, de Mamo).205 Así se ganó Caracas. Fue obra de Losada.

203 Oviedo._ op. cit., lib. V, cap. IX, p. 438.

204 Ibídem. P. 439.

205 Oviedo._ op. cit., lib. V, cap. X, p. 442. 102

Finalmente San Francisco

Pero la historia podemos extenderla quizás un poco más. El día acordado para dar la paz, El Collado -o lo que hiciera sus veces- amanece rodeado de desnudos gentiles, hombres, mujeres y niños -los indios de la costa-, pintados a su uso, engalanados, sentados en silencio, mirando hacia el campamento donde está el “representante del poderoso Rey de los cristianos”. Losada ordena al capellán una misa solemne:

misa que me encomendó … en hacimiento de gracias por la venida de lo … indios en busca de paz, y por sus buenos aciertos en el servicio de las majestades divina y humana, y a los demás que la oyesen para el buen logro de nuestra acción y jornada … y estilando las ceremonias de su uso ofrecieron la paz muy obedientes, ciñéndole paños primorosos y muy subtiles, estilo usado en las celebraciones de sus paces. La de todos recibió él … en nombre de su majestad, dándoselo a entender así por un intérprete de su nación misma y lenguaje, de que se regocijaron a su modo … celebrando la amistad y paces suyas con los blancos, que así llaman a los españoles, insinuando con el intérprete que estaban ya buenos sus corazones con los blancos y que habían de venir a … servirles, como lo han hecho y hacen, de que soy testigo206

Valier permanecerá rumiando su frustración entre calores y calmas aguas de Borburata, hasta fines de agosto.207 Con su singular tesón para la venganza, algo se le ocurre. Una mañana lluviosa eleva un pabellón hugonote de despedida, hace ostentación de abandonar las tranquilas aguas de la bahía y desplegando velas pone rumbo oeste noroeste, al cabo San Román. Los indios de Caracas, que aún alientan esperanzas por lograr su ayuda, ven partir - con sus naves- su libertad para siempre. Más caciques entonces se rinden a Losada.

Mientras sus aliados vencidos hacen la paz en Caracas, Valier siempre poderoso sacia al fin su sed de venganza contra el propio Ponce de León, pues su supuesta partida a fines de agosto al cabo de La Vela rumbo a Cartagena ha sido un ardid. Escondido en Curazao una o dos semanas hasta que todos en Coro han olvidado su estadía en estas costas y bajado la guardia, con guía y ayuda de los indios baquianos de la isla cae una noche sobre la ciudad, para hacerse pagar por las armas, pólvora y municiones entregadas a Losada. O al menos esa parece ser su justa excusa:

por lo cual tuvo maña cómo el mes de septiembre -día de la Natividad de Nuestra Señora- dio en la ciudad de Coro y la robó y prendió algunos vecinos, hombres y mujeres della; fue cosa de gran lástima lo que hicieron en la iglesia y en las ymágenes, quebrándolas y acuchillándolas. El gobernador y sus hijos e hijas escaparon con mucho riesgo y después trataron con los franceses, porque no

206 J. de Carvajal._ Jornadas Náuticas..., op. cit., 1648. Madrid, 1956, p. 72.

207 Según informa Ruiz Vallejo. Rumeu._ op. cit. 103

quemaran el pueblo y la yglesia y soltasen los presos de les dar dos mil y trescientos pesos208

Ponce de León en los meses posteriores hace lo posible por remediar a Coro. Finalizando 1567 emigra escarmentado a Barquisimeto donde se halla establecido a inicios de enero de 1568.209 No volverá a Coro, como ninguno de los posteriores gobernadores. Muere en mayo de 1569.210

Losada deja establecida y pacífica la población de El Collado, que comienza en los meses siguientes a recibir pobladores foráneos que en la Nueva Valencia moraban desde la quema de Borburata, y pasa su campo real -quizás a mediados de septiembre, libre ya de la amenaza del francés- al fresco valle de San Francisco, en busca tenaz de Guaicaipuro, asentándose en donde se fundaría el año siguiente Santiago de León. Elige tal vez, para emplazar su campamento el mismo sitio escogido por Fajardo, en una explanada de suave pendiente hasta el río Guaire entre el Catuche y el Caroata, dominada por un cerro bajo al oeste que en siglos posteriores llamarán Monte Pío de El Calvario, según las sacras procesiones que a él se harán durante la colonia, recordando devotamente la Pasión de Cristo, aunque por ahora frente al campamento sirve mejor de alta valla publicitaria, como calvario cierto de gandules empalados. Allí monta Losada un puesto de guardia y probablemente una trinchera.

Cerca Losada parte del real con una empalizada. Guardias adicionales se montan quizás en los alrededores de lo que luego se conocería como Hospital de San Pablo, al suroeste de la explanada; un puesto con cañones ligeros en la esquina de Caja de Agua al norte del campamento, defendiendo la salida al mar, y otro en el río Anauco, al este, en previsión de los Mariches. Este real o asentamiento de San Francisco se halla así estratégicamente situado controlando las vías naturales usadas por los indios, vías antiguas que se dirigen una al oeste,

208 Diego Ruiz Vallejo, 18 abril 1568. Rumeu._ op. cit., p. 426.

Los hijos e hijas documentados de Ponce de León que lo acompañaron en su viaje a la gobernación de Venezuela en 1566, acabada de morir su madre horas antes de iniciar su viaje, fueron: Francisco, María, Alonso, Rodrigo, Pedro, Juana y Eulalia. Un octavo hijo, Juan Ponce de León logrará quizás llegar a la provincia posteriormente, a inicios de1569, poco antes de la muerte de su padre en mayo. José Eliseo López._ La Emigración desde la España Peninsular a Venezuela en los siglos XVI, XVII, y XVIII, Caracas 1999, tomo I, p. 335, reproduciendo asientos de AGI._ Contratación, III-100.

209 Libros de la Real Hacienda en Nueva Segovia. 1568. E. Arcila Farías._ Hacienda Pública en Nueva Segovia 1551-1557 y Caracas 1581-1597, BCV, Caracas, p. 9.

210 El juicio valorativo sobre su gestión y persona lo hace el asaltado obispo Agreda, en un curioso epitafio, pidiéndole al rey a Losada como gobernador: “… No tengo por ahora otra cosa que dar aviso a vuestra Majestad más de suplicar por gobernador que convenga y tenga brío, del cual carecía el que murió” AGI._ Santo Domingo, leg. 218, citado por Bermejo._ op. cit., p. 36. 104 a Valencia por el valle de Juan Jorge y las minas de oro de los Teques; otra al este en dirección a los Mariches; y otra en la puerta a la costa, al noroeste del real, a través de la sierra.

Losada se dedica sistemáticamente los meses sucesivos a terminar de allanar sin tregua los alrededores del valle, al este y al oeste, enviando a sus capitanes a hacer entradas tanto hacia la región de los Teques, Meregotos y Aruacos, como hacia los Mariches, donde al parecer tienen los castellanos la mayor oposición, por el número y belicosidad de esta etnia. Sirva de ejemplo el capitán Vicente Díaz Pereira (que luego de finalizada la Jornada se volvería a Valencia, donde era sostenedor del poblado y vecino principal):

y prosiguiendo en la dicha conquista, el dicho capitán acaudilló muchas veces a los soldados que salían a correr la tierra, he hizo un gran castigo en los indios Mariches, que eran los más belicosos y rebeldes que hallamos en esta conquista, con que después del tuvimos más descanso, porque los indios se fueron sujetando con más facilidad, con que se pobló esta dicha ciudad211

Otros conocidos conquistadores o capitanes que documentalmente enfrentaron a los Mariches son Diego de Henares, Pedro Alonso Galeas y Sebastián Díaz de Alfaro, su pacificador final al parecer, mérito que le ganará la jefatura de la expedición fundadora de San Sebastián de los Reyes, años después. En el oeste, hacia los Teques, en algún momento a fines quizás de 1567 se logra la muerte de Guaicaipuro, que clava la puntilla al movimiento de resistencia de los Caracas. Guayauta o El Jirahara, como se ha mencionado -al ser liberado luego de meses de reclusión y convivencia con los castellanos-, con la condición que “trajera de paz” los caciques Teques es, sin embargo, uno de los caciques que peor guerra hace a los españoles, en documentos, quizás por conocerlos más de cerca. Infante, Sánchez de Córdoba y Sancho del Villar hacen méritos en este frente bélico del oeste. Del Villar allanará a los Meregotos y Aruacos. Será alcalde de la ciudad junto con Henares en 1569.

Pero ya no existe el formidable desafío estratégico que -siempre según Oviedo- representaba Guaicaipuro. A su muerte, ante el desconcierto y desmayo consecuente de la resistencia general, Losada puede ahora pensar seriamente en fundar formalmente. Para ello precisa hacer el recorrido de “apuntamiento de la tierra”, para poder encomendar y premiar propiamente a los que eligen ser vecinos y sujetar así poco a poco, por esta vía de domesticación las parcialidades, fin principal de la conquista. Cumplido todo el proceso de registro de parcialidades disponibles, tanto en El Collado como en San Francisco, Losada baja brevemente en febrero a El Collado de la costa y cambiándole el antiguo nombre, indicando el sitio de la iglesia y eligiendo al fin alcaldes y regidores funda en buena forma Nuestra Señora de Caraballeda, con alrededor de veinte vecinos inicialmente e igual número

211 Declaración de Juan de Angulo. N. María._ Orígenes de Valencia, Madrid, 1970, p. 137. 105 de encomiendas, muchas de ellas ubicadas en zonas remotas, como Píritu y Maracapana en el oriente, pues hasta allí alcanzaban sus poderes.212

Sube las semanas siguientes a San Francisco y un día, quizás sacro,213 en un terraplén desbrozado de cujíes que hace de plaza de armas, en cuyo centro se alza un alto y reluciente tronco de caoba con el escudo de León y Castilla (tallado sin mucho arte, a cuchillo, y embijado), frente a la hueste armada con sayos multicolores, mientras el escribano Ortiz lee el acta, el capellán Baltasar García en su mejor hábito elevando loas al Dios cristiano, y el fraile De La Puente traduciendo en caracagoto a multitud de indios curiosos y pintados, Losada en su caballo, con el pabellón colorado apoyado en el estribo, en acto solemne, cumpliendo el protocolo, golpea con la espada tres veces el Rollo de la Justicia,214 y en altas voces declara fundada Santiago de León un seco y caluroso día, por la mañana, a inicios de marzo de 1568. Erige regimiento y alcaldes y entrega títulos de solares y por supuesto de encomiendas. Ha querido hacer coincidir la fecha con la del inicio de la Jornada, un año exacto atrás, a inicios de marzo de 1567. Alzan los loros el vuelo al resonar la tríada de salvas de los sudorosos arcabuceros, mientras una nube pasa, ocultando por un simbólico instante, el sol que ilumina el valle.

Losada se asigna encomiendas de mediano tamaño en cada una de las dos ciudades que erige.215 Hasta el fraile Baltasar García, inicial clérigo asignado a Santiago de León, recibe la

212 “… que el capitán Diego de Losada fue repartido [sic] los naturales que se saben que había desde el dicho morro de Unare hasta el de Maracapana, y los encomenderos dellos algunos se han servido de sus encomiendas en esta provincia de Caracas, en especial e particular de los indios de la provincia de Píritu y de los Querequerepes y Caravana”. Alonso Cobo, 30 años. 18 junio 1576. AANH._ Traslados, Residencia a Mazariegos, op. cit., t. I, p.27. Tal vez la fecha expuesta en la Encomienda de Caraballeda a Desque, 14 de febrero, indique indirectamente la fecha -o un día muy cercano- de fundación de Caraballeda. Teniendo quizás el escribano Ortiz todo listo esperando la firma -pues tiempo de sobra tuvo para prepararlo- no hay causa para pensar que el trámite del título en forma expedido a Justo Desque se hubiera hecho en día posterior o diferente al de los Autos de fundación.

213 Pensamos que el día que eligió tuvo que ver adrede con el día de su partida desde Valencia, inicio real de la Jornada desde que ya no había posibilidad de recoger más expedicionarios y en consecuencia estaban todos los que iban a participar en ella. En el santoral castellano el 1 de marzo es, significativamente, el día de “San León” que para nosotros es indicio significativo de la fecha escogida para la fundación. Al final de esta obra haremos un comentario sobre ello.

214 “… el árbol de justicia que está fecho de ladrillo en la plaza”. Caracas, junio de 1575. Residencia a Mazariegos, AANH._ Traslados, op. cit., t. I, p. 50.

215 Contaba con facultad para ello, según las Instrucciones dadas a sus predecesores: ”… tomará repartimiento moderado en cada pueblo que poblare, como es costumbre”. Nectario María._ op. cit., p. 291. La prueba de que así hizo nos la da el testimonio de 106 suya. La ciudad tendrá por disposición del fundador, doce leguas “en cuadro” de términos jurisdiccionales que llegan de Cabo Codera hasta alrededores del actual Turmero, donde comienzan los de Valencia. Su límite norte será la sierra que separa sus términos jurisdiccionales de los de Caraballeda. Inicialmente Caracas contará con cuarenta vecinos “poco más o menos”, igual número de solares y encomiendas, y alrededor de ochenta soldados “estantes” adicionales, en búsqueda de méritos por servicio real, o a sueldo de sus nuevos vecinos costeadores. Comparada con ciudades establecidas más antiguas como Barquisimeto, Coro o Valencia, la ciudad que se funda es grande, para el estándar de las ciudades de la provincia en esa época.

Sorprendentemente también establece Losada un área de tierras de resguardo para usufructo de los indígenas, quizás al norte de la ciudad de Santiago de León.216

Gaspar Tomás: “… y que por muerte y fallecimiento del ilustre señor don Pedro Ponce de León, gobernador, vacó un repartimiento de Diego de Losada y le encomendaron a este testigo parte dellos y después Francisco de Cháves se los quitó”. Caraballeda, 1571. AGN._ Traslados, Residencia a Cháves, op. cit., p. 1502. Lo que en realidad está afirmando Tomás es que con la muerte de Losada, hacia septiembre u octubre de 1569, quedaron por alguna causa vacantes sus encomiendas en Caracas. Es al menos extraño que así haya sido. Pues Losada tuvo hijo en quien heredar legalmente dichas encomiendas “en segunda vida”, como disponían las leyes de Indias. Losada para la fecha también disfrutaba de encomiendas estables, maduras y productivas en El Tocuyo. Quizás éstas de Caracas vacaron desde que su heredero prefirió las de El Tocuyo.

Es posible que por alguna causa estas encomiendas de Caracas al momento de la muerte de Ponce de León estuvieran en litigio o proceso de anulación por parte de este gobernador contra Losada por alguna causa. Al morir Ponce, y casi de inmediato Losada, cobra sentido la declaración de Tomás.

216 Aunque poco se sabe de la actuación legal de Losada en apego al cumplimiento de las Leyes de Indias a favor de los naturales -si no es en su demérito como compañero de Villegas en 1543 en su expedición esclavista a la Maracapana de oriente-, consta en la siguiente declaración que Losada les reservó desde el comienzo de la fundación tierras de resguardo a los indios aledaños que quisieran acercarse al poblado español:

“... que habiendo el capitán Diego de Losada señalado desde el empalado para arriba por tierras para los naturales de este valle, siendo regidor Domingo Giral, proveyeron [al] dicho Domingo Giral cierta cantidad de tierra, en las tierras que se dejaron a los naturales, lo cual fue [hecho por] Diego de Henares e Sancho del Villar, e Francisco Infante e Francisco Riberos, siendo alcaldes”. AGN._ Traslados, Residencia a Mazariegos, op. cit., t. I. Algo ominoso el nombre de El Empalado. Pudo ser un vallado defensivo, aunque más bien pudiera probar ser el sitio donde se ejecutaron por empalamiento 23 indios espías, que en detalle narra Oviedo y Baños, aunque yerra en año y autores del ajusticiamiento. Ver: Oviedo._ op. cit., cap. XIII. Diego de Henares y Sancho del Villar fueron alcaldes en 1569. Francisco Infante lo fue en 1568 y 1572 al menos (y quizás en 1568 también lo fuera 107

Las tierras “comunales” de los vecinos para pasto de ganados y madera para hogar se escogen al sur de la ciudad, hasta el río Guaire. Las de cultivo para los españoles vecinos se reparten en los meses sucesivos, en razón de los méritos y calidad del interesado (siguiendo escrupulosamente el orden consagrado en la lista o Data que se hizo para la repartición de los solares y encomiendas, comenzando por tierras al mismo Losada) en el área de lo que ahora es El Paraíso, La Vega, Caricuao y Montalbán, a partir de una línea límite con los ejidos de la ciudad, que se inicia en la serranía del norte -en lengua de la tierra Guaraira Repano- baja por la quebrada de Caroata, toca el cerro de El Calvario y termina en la serranía al sur, pasando el río Guaire.217 De allí hacia el oeste, en las semanas sucesivas, se reparten metódicamente las tierras por lotes de dos o tres fanegadas, a según sus méritos, a los conquistadores vecinos.

La unidad desde el mismo origen de la ciudad de Caracas con la costa, aunque protegida por la inmensa serranía, será crucial para el desarrollo de una comunidad hispana estable y perdurable. La fundación definitiva de Caracas permitirá con el tiempo la unión de las provincias orientales del territorio venezolano, Cumaná y Margarita -que hasta ahora evolucionan independientes- con las occidentales. Las corrientes fundadoras del oriental Fajardo y de los occidentales Collado, Bernáldez y Ponce de León producen como fin real el cerrar la brecha que representaba el territorio indómito de Caracas entre ambos polos de colonización castellana. Santiago de León será el eslabón crucial que posibilitará -siglos más tarde- la consolidación territorial en una unidad nacional viable, por su estratégica situación central y su influencia irradiadora como centro administrativo y gubernamental.

Losada pensativo, desde su bohío, levantado en la que luego sería la esquina de Principal, mira a la plaza mayor: Es todo, la Jornada puede legalmente darse por concluida.218

Francisco Riberos, al abandonar el alcalde Gonzalo de Osorio Santiago de León ese año, en solidaridad contra la salida por deposición de su tenientazgo, también documentada, de Losada, hacia julio o agosto, que genera una crisis de despoblación inminente hasta que el año siguiente de 1569 se trae la tropa “de socorro” de Garcí González, desde Valencia).

217 “… que proveían y proveyeron las tierras que están en este río que pasa por bajo de esta dicha ciudad, a los vecinos que son de ella, conforme a esta memoria en este libro contenida, todas las cuales dichas tierras dijeron que repartían y tomaban desde la punta del cerro gordo que entra más adentro hasta el río abajo, de sierra a sierra … se entiende que se han de medir dende la data del señor general para arriba, sucesivas, según y como van en la dicha memoria y a las personas en ella contenidas, todas las cuáles dichas tierras toman para la servidumbre de esta ciudad, por cuanto están despobladas y no se labran de naturales”. AGN._ Encomiendas, t. XXXIX, f. 166, reproducido por María._ op. cit., p. 316.

218 Nos atrae la romántica idea que Diego de Losada no muere en Borburata o El Tocuyo como se ha especulado, sino en Nuestra Señora de Caraballeda, la ciudad que él fundó en la costa de Caracas en 1568. 108

En Caracas, Santiago no es santo de devoción

Hemos desarrollado en esta segunda parte un grosero esbozo -más o menos hipotético, pero basado fielmente, hasta donde nos es posible, en los débiles indicios que nos ofrecen los documentos-, de cómo pudo ser el año de 1567 para la historia de la Jornada de Caracas. No queda sino hacer un breve comentario en relación al discutido tema (sobre los orígenes de Caracas, ¿cuál no lo es?) del nombre escogido para la nueva ciudad.

Santiago de León de Caracas es un hermoso nombre compuesto, castellano e indio. Mestizo entonces, como la comunidad poli racial que finalmente alumbraría. El último de sus nombres, Caracas -en recuerdo de la indómita tierra cuya raza telúrica tanto costó subyugar- , será el que con el tiempo se impondrá, y es el que perdura.

Sobre el término Santiago de León, Oviedo y Baños, Nectario María, Ríonegro, Martínez, Núñez y Barnola, entre otros, han asomado explicación.219 Estas van desde una supuesta “Orden de Santiago de León” de la que Losada dicen algunos sería aficionado (aunque él en particular no fue miembro de esta orden, que sepamos, ni la antigua y aún vigente Orden de Santiago española, propiamente jamás se haya llamado así, según nos informan miembros activos), hasta la tesis de que el nombre es compartido en honor al gobernador Ponce de León y al del patrono de España: Santiago Apóstol, Santiago El Mayor o Santiago Matamoros, que es el Santiago marcial de las luchas contra el infiel durante la Reconquista.

Si aceptamos que venía al parecer ya enfermo de Santo Domingo, de regreso en septiembre de 1569 de su frustrada petición de la gobernación de Venezuela ante la Real Audiencia de Santo Domingo, es de imaginar que al llegar al puerto de Borburata, que ya no estaba habitado por haber sido quemada su ciudad en 1567 por el corsario Valier y despoblada, y ante la disyuntiva de tener que tramontar a pie o caballo tan amplia y alta serranía que es la que separa a Borburata del interior donde se ubicaba El Tocuyo, teniendo además que seguir un largo trecho de más de doscientos cincuenta Km. adicionales hasta esa ciudad para reunirse con su mujer e hijos, enfermo como se dice estaba, quizás se lo pensó mejor y tal vez decidió seguir por mar a Caraballeda, a menor distancia, costera, poblada y atractivamente accesible, para reunirse como capitán fundador que había sido hasta el año anterior con sus compañeros vecinos que le darían solícito cuidado mientras se recuperaba, puesto que como a un padre le tendrían, además de obtener de este modo noticia cierta del estado de los indios frente a los nuevos colonos. Losada, al llegar a Caraballeda o poco después, moriría y quizás esté por esta causa enterrado en la hasta ahora desconocida ubicación de este efímero poblado original, que recuerda su patria chica en Venezuela. Consta que los vecinos de Caraballeda fueron fieles a su capitán por encima de las intrigas de su rival tramontana, Santiago de León, que condujeron a su deposición. Caraballeda se despuebla a su vez como ciudad dos décadas después, en 1586.

219 Pedro Pablo Barnola._ ¿Por qué Caracas se llama Santiago de León de Caracas?, Caracas, nov. 1958. 109

Se piensa con mucha lógica también que Santiago, como nombre de la nueva ciudad, participa del doble juego de ser patrono mayor de España y onomástico honorífico de Diego, el nombre de pila de Losada.220 Todas son tesis interesantísimas y estimables.

Santiago, efectivamente, es una de las claves del título oficial de la Caracas provincial, y únicamente del término Santiago deriva la tendencia antigua y aun dominante a establecer un vínculo entre este nombre y la fecha del 25 de julio, que es la que hasta ahora ha mantenido la creencia popular (y académica, aunque no lo manifieste oficialmente) como fecha posible de la fundación de la ciudad.

Y pareciera lógico que así sea, pues ¿a qué atribuir este nombre y esa fecha, si no? La asociación o relación del nombre de Santiago con la fecha de su celebración ritual religiosa tradicional, 25 de julio (y entonces con la fundación de Caracas) luce evidente y tanto es así que hasta Oviedo parece caer en esta fórmula, aunque de palabra lo niegue, porque en definitiva si Caracas de primer nombre se llama Santiago, y se asume que Losada andaba por esas fechas en una jornada fundadora de Caracas, la ciudad lógicamente “debe” haberse fundado alrededor del 25 de julio. Y de allí se concluye que lo que se necesita hacer es buscar pruebas de que en efecto así fue. Es la lógica investigativa que ha guiado la tesis tradicional desde antes de Oviedo hasta nuestros días.

Desde el más temprano inicio de la ciudad -¿quién lo niega?- se celebraba el sacro “Día de Santiago”, 25 de julio, esto es, se celebró siempre “el santo” de la ciudad, no así “el cumpleaños” -o fecha de fundación- como hacemos hoy día, que no era costumbre en España celebrar cumpleaños, ni antes ni ahora, ni lo era en sus Indias españolas, como es lógico y puede probarse. La fecha, el día secular y mundano de fundación de una ciudad española (de vecinos católicos devotos) no era entonces importante, el onomástico santo sí, como es lógico en una sociedad que se guiaba fervorosamente por los postulados contrarreforma castellanos en boga en el siglo XVI español.

Ello derivó en confundir los conceptos en tiempos modernos -al cambiar paulatinamente la costumbre hispana de celebrar el día del santo, por el actual y anglosajón día de “cumpleaños”- y entonces se piensa popularmente hoy día que el 25 de julio “es la fecha de fundación”, pues no nos percatamos que los que hemos cambiado somos nosotros, secularizándonos en nuestras celebraciones y costumbres. La fecha se ha mantenido invariable, aunque el significado y motivos de la celebración sean hoy totalmente otros.

Esperamos haber probado aquí que Santiago de León no se funda ni un día 25, ni en el mes de julio, ni siquiera en el año1567, sino a inicios de marzo de 1568. ¿A qué se debe el nombre entonces? ¿Tiene en definitiva algo que ver en su primera parte, Santiago, por ventura con la fecha del 25 de julio? ¿Qué pasó en esa fecha tan notable para ser recordado en el nombre de la ciudad?

220 Santiago proviene del bajo latín Sanct Yacus, Yácobus, Jacobo, que es el Sant Jaume provenzal o Saint James británico. Yaco, Iagus o Iago, es Yago o Yego. Diego, en fin. 110

Como el paciente lector habrá adivinado por la exposición detallada que hemos tratado de hacer de esos meses críticos de mediados del año 1567, lo que Losada está fijando para la posteridad, en el nombre de la ciudad, es el día quizás en que los indios de la costa “dieron la paz” en un acto protocolar oficial y solemne, luego de la previa Batalla de Maracapana, en la que estos aborígenes de Caracas son derrotados, y de alguna forma decirle a la Historia cuándo sucedió tal acontecimiento, a celebrar como victoria castellana local.

Este hecho de armas, en nuestra opinión, debe haberse producido -y así parece probarlo el primer nombre de la ciudad-, poco antes quizás del 25 de julio, fecha de profundo simbolismo para los castellanos por ser la del patrón de España: Santiago Apóstol, o en su acepción marcial castellana: Matamoros.

Luego de la batalla, los caciques derrotados de la costa manifestarían su deseo de paz y Losada en uso de su poder como autoridad castellana del rey les indicaría el día, para el solemne acto de Dar la Paz, la fecha religiosa del 25 de julio próxima, día de Santiago. Los caciques del interior, quizás por influencia del tenaz Guaicaipuro, no lo hicieron, retrasando entonces Losada prudentemente la fundación jurídica formal de los dos nuevos poblados, para no repetir el fracaso de Fajardo y Rodríguez Suárez, que todos tenían muy en cuenta.

Los indicios documentales, tal como los hemos expuesto, concuerdan y hacen coherente esta hipótesis. Puede asumirse sin dificultad que entre el rechazo a la petición de licencia al corsario por Ponce de León -en Coro y en junio-, contando con el regreso de Valier a Borburata, la posterior comunicación con los caciques de la costa y las laboriosas discusiones entre estos y Valier para el cómo, donde y cuando del ataque, así como los necesarios preparativos, tanto por parte de Valier como de sus aliados, para asegurar una acción exitosa frente a Losada, ha podido fácilmente gastarse una o dos semanas hasta entrar o avanzar en julio, el mes de Santiago.

Santiago entonces -según vemos-, rememoraría como nombre de la ciudad el día de Santiago, 25 de julio, no por el apóstol en sí, como pareciera, o no tan sólo por ello, sino por ser adicional y fundamentalmente el día en que estos indios Caracas, luego de la derrota, manifestaron por vez primera su deseo de dar formalmente la paz a los castellanos.

Losada, al fundar sus ciudades, tuvo muy en cuenta (diríamos que con raro sentido histórico) la trascendencia de los hechos que habían conducido a la pacificación de la indómita provincia. Su hueste había cumplido la real cédula de 1563. Habían servido a su reino, “leal y fielmente, como buenos vasallos”.

No se le escapaba a Losada la importancia de esta pacificación. Esta provincia de Caracas había amenazado, por largos años, la viabilidad de la gobernación, y empeñado el buen crédito de los españoles con graves derrotas, manteniendo su independencia con tácticas efectivas y métodos bien organizados, desconocidos para el resto del territorio. Si ello continuaba, la situación amenazaba afectar la cara sur del mar Caribe español. Mantener esta situación era aceptar un área rebelde en el corazón de la vital ruta de la flota de Tierra Firme, costa que comenzaba a ser demasiado visitada por los herejes enemigos de España, con el peligro nada hipotético de alianzas mortales para la corona en Indias, como Losada acababa de constatar en persona. 111

Losada tenía dos ciudades por fundar, dos nombres para elegir y una fecha memorable de victoria castellana para solemnizar.

La primera ciudad que fundó escogió nombrarla Nuestra Señora de Caraballeda, su toque personal, en honor a la virgen venerada en su patria chica, Ríonegro del Puente.221 Aunque esta fundación se hace en un mes -y hasta quizás un día (14 de febrero)- que nada tienen que ver con las fechas patronales que litúrgicamente se celebran para la Virgen de Carballeda, en la tercera semana de septiembre, Losada escoge sin embargo dicha advocación para honrar, como hicieron muchos otros capitanes pobladores, su tierra de origen, recordando a la patrona de su lugar de nacimiento.222

Oviedo, por el contrario, propone como fecha de fundación de Caraballeda el 8 de septiembre, por la misma causa que sugiere el 25 de julio para Santiago de León: por razones onomásticas, al desconocer o no tener datos reales de la forma en que se hizo la Jornada, y quizás por conciliar de esta manera que Caraballeda se fundara según su ideal mantuano, luego de Santiago de León.

Es muy probable que este nombre mariano de Nuestra Señora, para el nuevo poblado, haya sido también, a la hora de escoger, más del gusto de los pobladores vecinos de Caraballeda, pues siendo como eran muchos de ellos habitantes antiguos de la fenecida Nuestra Señora de Borburata, votarían por este nombre religioso para Caraballeda, como sucesora exacta que imaginaban sería su flamante nuevo asentamiento, pero concediéndole a Losada como capitán poblador su derecho a elegir la advocación a la devoción mariana de su patria chica en España.

A Caracas -el día de su fundación y composición de su nombre formal- quedó pues, el turno de perpetuar la acción de pacificación, el día en que los caciques dieron por primera vez la paz, 25 de julio, día de Santiago, fecha en que se rinde la temible confederación indígena en su ala costera, y se desploma de paso la amenaza corsaria coaligada.

A los ojos caballerescos de este capitán Losada, zamorano, -criado en su juventud, al parecer, en la casa de los condes de Benavente-, el nombre que finalmente compuso, Santiago de León de Caracas, presenta pues, a nuestro juicio, tres claves a explicar:

221 Caraballeda evidentemente es una corrupción popular local del original “Carballeda”, nombre de la virgen de Ríonegro en Zamora, España. Mas este cambio de nombre sería de lo más temprano, pues en el original manuscrito de la Relación de Pimentel de 1578 ya se habla de “Caraballeda”. Vid.

222 Así lo hizo por ejemplo, Juan de Villegas con su Nueva Segovia de Barquisimeto y Cristóbal Cobo con San Cristóbal de la Nueva Écija de Cumanagotos; la primera honra la provincia natal de Villegas y la segunda el nombre de Cobos y su lugar de nacimiento. 112

1-Caracas: es la más fácil y evidente. Se dispuso como era usual por el nombre de la provincia.

2_Santiago: Su primer nombre, por ser el día fijado para que los indios dieran la paz, el Día de Santiago 25 de julio de 1567, fecha memorable para estos castellanos en que se logra la pacificación de los primeros indios de Caracas,

3_ De León: quizás por reflejar este día el verdadero día de la fundación, 1 de marzo de 1568, día de San León, o por ser el onomástico más digno o importante de esos días iniciales de marzo –según la subjetiva valoración religiosa de la época, para el santoral castellano de entonces-. Es un indicio final muy sugerente, a nuestro juicio, en cuanto a la real fecha de fundación de la ciudad, si aceptamos inicios de marzo como tiempo de la fundación.

El uso del león heráldico en el escudo de Caracas, que la ciudad ha mantenido desde siempre como parte de su simbología, tendría entonces poco que ver con Ponce de León, o con una supuesta condición de leonés de un capitán zamorano como era Losada, como se ha sostenido académicamente, sino como fórmula heráldica para este “San León”, que santos con este nombre hubo varios, alguno de ellos grandes papas medievales.

Es esta pues, nuestra propuesta para este otro tema de gran polémica.

Diego de Losada finalmente abandona la ciudad a mediados de julio de 1568, por discordias con el gobernador, que al parecer lo depone – estamos siguiendo a Oviedo-. Con él se va la mitad del pueblo, en solidaridad. Es sustituido por Francisco Ponce de León, como teniente de gobernador en Caracas. A fines del año siguiente, 1569, Alonso Díaz Moreno trae un contingente de soldados, comandados por el alférez Garcí González de Silva, todos desertores de la expedición de Pedro Maraver de Silva al Dorado, y ahora entusiastas candidatos a nuevos vecinos, hueste que renueva la desfalleciente y amenazada ciudad. Desde entonces Santiago de León de Caracas no ha dejado de crecer. Sus más grandes hijos, criollos universales, la inmortalizan a inicios del siglo XIX. La ciudad de la primavera eterna, defendida por su hermosísima montaña, con su nombre indio, Caracas -que es el que finalmente perduró-, entra en el Himno Nacional para siempre, con justa gloria.