La primera

Caracas y sus esquinas históricas © Edgar Abreu © Fundación Editorial El perro y la rana, 2017 (Digital)

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Caracas y sus esquinas históricas

Edgar Abreu Ilustrado por Adriana Palencia

Nota del autor

La historia de las esquinas de Caracas forma Esta selección, realizada a partir de un criterio parte del imaginario del pueblo venezolano y de personal, reúne la historia de las esquinas que todos los habitantes de la ciudad que han salido a he considerado más relevantes para la identidad buscar una dirección, concretar una cita, encon- de Caracas y las que luego de un proceso de in- trar un local o unos amigos para compartir. Desde vestigación consideré llenas de un simbolismo y sus inicios, como ciudad colonial, cada esquina una magia especial, digna de ser contada, usan- caraqueña ocupó un lugar importante en la me- do un lenguaje narrativo dirigido a lectores jóve- moria del pueblo, en ellas se desarrollaron aconte- nes para incentivar la curiosidad por la historia cimientos transcendentales para Venezuela, tal es el y despertar el interés por el hecho narrativo. No caso de la denominada Esquina de Sociedad. Otras están presentes todas las esquinas de la ciudad esquinas tomaron su nombre de personajes que y el mismo criterio definió el orden y contenido en ellas habitaron, como Esquina de Madrices. del libro. La selección inicia con las esquinas ubi- En nuestro país se ha escrito sobre las esqui- cadas en el centro o casco histórico de Caracas. nas de Caracas, y varias publicaciones sobre la También, desarrollé un recuento histórico sobre historia de la ciudad han reunido en su contenido la invasión del territorio caraqueño por parte de parte de ellas; indudablemente, no se puede ha- los españoles, el exterminio y persecución a los cer referencia a la historia de Caracas sin hablar pueblos indígenas. Este recuento, que antecede de sus esquinas. Lo más importante es que ha los textos sobre las esquinas, posee las mismas sido el pueblo quien ha hecho de ellas parte de su características en cuanto a lenguaje y se centra en identidad. Todas guardan tras de sí un cuento, una el atropello y abuso que significó la usurpación de leyenda o una crónica. un territorio sagrado para sus primeros habitantes.

Historia de la conquista de Caracas

El valle caraqueño embellecido por los colo- resistieron durante décadas, ayudados por sus res del Waraira Repano, montaña sagrada, ha conocimientos de la naturaleza y sus deseos vivido acontecimientos históricos de gran im- de libertad. El primer hombre elegido para la portancia para Venezuela y Latinoamérica. En- conquista de Caracas fue , un tenderlo, nos lleva a un viaje hacia la fundación mestizo de padre español y madre indígena. En de la ciudad, hacia los tiempos de la Conquista 1560 entró por las costas centrales y fundó el española y hacia los orígenes de los primeros pueblo de El Collado, como honor al entonces rancheríos. El valle en toda su extensión fue un gobernador de la provincia de Venezuela, Pablo territorio inexpugnable, es decir, una fortaleza Collado. Desde allí, Fajardo subió hasta la en- natural que escondía en sus entrañas riquezas, trada del enorme valle, su meta era las minas minerales y tierras fértiles para el cultivo. Los de oro que se escondían en las montañas de pueblos originarios que la habitaban estaban y la construcción de un fuerte mi- encabezados por los arbacos, toromaimas, cara- litar. La sangre indígena de Fajardo le facilitaba cas, mariches y teques, tribus pertenecientes al la confianza de los pueblos, y el conquistador pueblo caribe. El imperio español, en sus ansias podía comunicarse gracias a su conocimien- de riquezas, enviaba expediciones desde las is- to de las lenguas. Todas las comunidades que las ocupadas a tierra firme, procurando encon- iba encontrando a su paso por la actual Catia trar el oro y la plata que financiara su poderío. le regalaban piedras preciosas y adornos de oro Ya sabían que el valle de Caracas y las monta- como un gesto de amistad. Para los indígenas, ñas mirandinas eran tierras ricas. Guiados por el oro tenía un valor simbólico muy distinto al esa codicia emprendieron la invasión. que le otorgaban los españoles. La ambición Fueron muchos los intentos para lograr el so- de Fajardo crecía, y cuando envió las muestras metimiento de los pueblos indígenas, quienes de las riquezas al gobernador de Venezuela, se

10 aceleraron los planes de saqueo. Pablo Collado A mediados de 1560 se planificó otra inva- desconfiaba de Fajardo, lo destituyó de su cargo sión. Esta vez se eligió a un capitán de sangre de conquistador y, por eso, lo envió preso a El española que se llamaba Juan Rodríguez Suárez. Tocuyo, pero el mestizo dejó abierto el camino Venía de combatir en las montañas andinas al a las minas y un rancherío cerca del valle ca- pueblo de los timoto-cuicas, fundando la ciu- raqueño, el cual bautizó San Francisco. Sin em- dad de Mérida. Era famoso por su arrogancia bargo, Fajardo no duró mucho tiempo cautivo; y su despotismo, se cuenta que lanzaba a sus al salir libre, volvió a las costas de Caraballeda y víctimas a jaurías de perros cazadores. Guián- se le permitió ser alcalde de El Collado. dose por las corrientes del actual río San Pedro, Al mismo tiempo, Pedro era desig- Suárez llegó a las inmediaciones de Los Teques nado regidor de las minas. Los españoles cre- y fundó los primeros fuertes militares para pro- yeron que podrían sacar las riquezas sin nin- teger las minas. Sin embargo, el arrojado capi- gún impedimento. Filas de negros encadenados tán debía enfrentar las fuerzas de , cruzaron el valle hacia las montañas, al lado organizadas en guerrillas que sumaban unos marchaban los indígenas capturados en las nueve mil hombres. La táctica indígena se ba- costas. Por el Caribe, las noticias de última hora saba en dejar entrar a los españoles hasta tie- hablaban de saqueos y exterminios de pueblos rra firme y sorprenderlos en ataques rápidos. enteros. Las redes de comunicación se activa- Escuadrones de mil combatientes armados con ron y, los arbacos, los caracas, los toromaimas, escudos de cuero, flechas y lanzas patrullaban los mariches, los teques, los cumanagotos, los las montañas. Los gritos de guerra retumbaban tacariguas, los quiriquires, los arahuacos, entre por todas partes y se organizaron expedicio- otros, se alzaron en armas. Comenzaba la gran nes de flecheros para atacar el campamento rebelión indígena de Venezuela y el liderazgo de español. En un inicio, Guaicaipuro no logró la Guaicaipuro. Tanto Pedro Miranda como Francisco victoria y, a pesar de sus esfuerzos, los inva- Fajardo fueron expulsados de Caracas y de las sores seguían en las minas esclavizando a los costas centrales. indígenas capturados y expandiendo el fuerte

12 de San Francisco en el valle. En ese momento, aquel capitán había logrado fundar una ciudad entró en la lucha otro guerrero indígena, Yoraco, en las montañas andinas. Sus soldados inten- el cacique del pueblo arbaco, a sus fuerzas y tomó taron cruzar los dominios de Los Teques, pero la vanguardia de los ataques, logró debilitar a en su camino debieron sortear al ejército de Rodríguez Suárez, pero en medio de una san- otro lugarteniente de Guaicaipuro, Terepaima. grienta lucha cayó herido, muriendo a las po- Con sus rostros contra el viento, los guerreros cas horas. Cuando Guaicaipuro se enteró de indígenas enarbolaron sus lanzas y penachos la tragedia envió emisarios al cacique Catia y, de plumas, y al grito de resistencia se lanzaron junto a su lugarteniente Paramaconi, organizó contra los colonizadores. Batalla tras batalla, los una respuesta militar. El capitán Suárez, con hicieron retroceder, apiñándolos contra el debi- la ayuda de sus infantes y soldados bien ar- litado fuerte de San Francisco. Allí los españoles mados, creía segura la fundación de la ciudad. se reagruparon y organizaron otra expedición a Desde el fuerte de San Francisco ordenaba las montañas. Sin embargo, un rebelde español ejecuciones y comandaba el exterminio. Fue le jugó una mala pasada a Rodríguez Suárez. El entonces cuando Paramaconi recibió la orden de Tirano Aguirre venía desde las selvas del Perú incendiar la ranchería y partió desde las monta- sembrando la desobediencia a la Corona, ro- ñas con un grupo de flecheros. bando las riquezas que encontraba a su paso y El guerrero llevó a cabo su objetivo. Por su asesinando a españoles e indígenas. El gober- parte, los españoles en medio del desastre re- nador Pablo Collado le ordena a Suárez enfren- sistieron la embestida. Paramaconi no cesó en tarlo en el puerto de Borburata. El capitán alistó su lucha, y con una fuerza descomunal lideró sus hombres y volvió con su arcabuz al hombro a sus tropas que lograron expulsar a los inva- a cruzar la tierra de Los Teques, rumbo a Valencia. sores hasta las costas de la actual Caraballeda, Al acecho estaba Guaicaipuro, quien junto a tomando el control de las minas de oro. Suárez Paramaconi lo sorprendió. Hasta allí llegó la volvió mejor organizado para levantar de nue- suerte de Rodríguez Suárez. Aunque resistió vo el rancho de San Francisco. No por nada, con valentía, las guerrillas de Guaicaipuro lo

14 siguieron en su retirada, dándole muerte. Lue- la melancolía y contaba el ir y venir de las olas go de estos hechos, los pueblos indígenas de del mar, soñando con encontrar desprotegido a Caracas siguieron haciendo frente a los españo- Guaicaipuro o capturar al esquivo Paramaconi. les, y durante un tiempo ningún capitán de su Esos sueños eran vagas imágenes que ni él majestad se atrevía a entrar en el valle. La Coro- mismo se creía. Ya la Corona estaba harta na destituyó a Pedro Collado como gobernador de intentos fallidos, quería las minas y las de la provincia. riquezas del valle a como diera lugar. En 1565 En 1564, Francisco Fajardo aún tiene fuerzas Pedro Ponce de León fue nombrado gobernador para emprender otra conquista, pero el nuevo de Venezuela. Este sujeto no estaba dispuesto a gobernador, Alonso de Bernáldez, tampoco con- perder el tiempo, lo primero que hizo fue pedir fía en el mestizo. A pesar de ello, Fajardo reunió refuerzos en armas y animales de carga y a sus hombres, entre ellos cientos de indígenas alimento. El rey le exigió resultados rápidos y aliados. Salió de Margarita con destino a Caracas. le pidió que escogiera a un hombre de agallas. Pero de nuevo los pleitos entre los conquista- Para esa época, Diego de Losada era el mejor dores ayudaban a la resistencia indígena. En capitán de las fuerzas españolas en Venezuela. Cumaná, Fajardo fue capturado por Alonso Ya había participado en varias expediciones Cobos, un viejo enemigo, quien lo enjuició por y en la explotación de minas a las afueras del traición y pactos con los pueblos costeros. El actual estado Lara. El gobernador Ponce de León propio Cobos lo ajustició con sus manos. De le facilitó las armas y los soldados, además, le esa manera, terminó sus días el ambicioso proveyó una gran cantidad de armaduras. En capitán. En los meses siguientes a su muer- 1567 salió el ejército de Losada desde El Tocuyo te, Alonso Bernáldez exploró las tierras de Los con sus lanzas y caballos presto para la batalla. Teques, y un centenar de guerreros le hizo frente, Como era común, en ese ejército iban alistados obligándolo a huir. grupos indígenas unidos a los españoles. Ellos Aquel triste gobernador no logró convencer formaban parte de la estrategia aplicada por el a nadie de sus planes. Al parecer se hundía en imperio español: “Divide y vencerás”.

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Tenemos entonces el escenario perfecto Terepaima, Catia y Baruta. Las espadas eran para una invasión a gran escala. Losada pasó muchas, caballos, armaduras y cañones tam- por Nirgua, atravesó Valencia, se internó en las bién hicieron su parte en la historia. Los guerre- tierras de Maracay, avanzó rápidamente con ros indígenas se inmolaban frente a las armas sus hombres por los caminos abiertos en las invasoras. Entonces, Guaicaipuro dio la orden otras expediciones y llegó a las cercanías de Los de retroceder y no perder más vidas humanas. Teques. Aquellos capitanes españoles tenían Losada se encaminó hacia Macarao, de allí experiencia en la guerra, poseían conocimien- atravesó los bordes de Caricuao, y a finales de tos de estrategia militar, y en sus manos ha- marzo de 1567 llega a la actual parroquia de bía terminado la vida de muchos indígenas en El Valle. A pesar del heroísmo de los caracas, otras regiones de América. Eran expertos en Losada se instala con sus tropas en la explanada el exterminio y mercenarios para quienes no de la actual Plaza Bolívar, luego de limpiar había honor en el combate ni respeto a la vida. un pedazo de tierra y de incendiar las casas Cuando los teques vieron las banderas coloni- indígenas a su paso, funda la ciudad en julio de zadoras desde las montañas armaron a sus es- 1567, llamándola Santiago de León de Caracas. cuadrones de guerreros y se lanzaron a la lucha, Clavando una cruz en la esquina superior, ordena Guaicaipuro levantó su penacho de plumas, y la construcción de una iglesia y toma posesión lanza en mano, dirigió las operaciones. Desde de las tierras en nombre de la Corona española. las riberas del Guaire aparecían los toromai- No fue una tarea fácil para los conquistadores mas en oleadas de miles, cayendo frente al fue- lograr esto, debieron recurrir a las prácticas más go de los arcabuces. Los tarmas, los mariches y los crueles para repeler las constantes arremetidas arbacos combatieron con sus cuerpos desnudos de las fuerzas de los caciques Catia y Baruta, el avance de la caballería española. Al mismo quienes en repetidas ocasiones los sometieron tiempo, Chacao cierra con sus tropas los ca- a las más duras pruebas. En 1568 se llevó a minos hacia su tierra sagrada. Tiuna se bate cabo la batalla de Maracapana en las tierras ferozmente, igualmente lo hacen Paramaconi, de lo que conocemos como la parroquia Catia.

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Los caciques se pusieron de acuerdo con españoles capitaneados por Francisco Infante Guaicaipuro como líder para expulsar a los enfrentaron a los veintiséis flecheros teques invasores mediante un plan de ataque masivo. que resguardaron a su líder. Luego de que Desde todos los puntos cardinales rodearon los españoles incendiaron el lugar, el propio al ejército de Losada. De nuevo, los bravíos Guaicaipuro les hizo frente, y al grito de “Yo indígenas levantaron sus armas en defensa soy libre”, murió en combate. de sus hijos y de sus tierras. Sin embargo, fue Los últimos grandes caciques −Tamanaco, un día triste ese de 1568, Pedro Alonso Galeas, Sorocaima, Paramaconi y Conopoima− uno de los capitanes españoles, logró frenar alzaron las banderas de Guaicaipuro, pero los a los guerreros de Guaicaipuro en su marcha quince años de lucha habían hecho estragos. por las montañas hacia el campo de batalla. Eran muchas las batallas. Durante todo ese Eso lo aprovechó Losada para lanzarse con sus tiempo los indígenas no tuvieron paz, los arcabuceros, sus caballos, sus espadas y sus españoles arrasaron comunidades enteras. perros de caza contra los demás caciques. A ese escenario nefasto se unió, en 1580, Fue una lucha desigual, los indígenas, sin una epidemia de viruela que acabó con lo defensas para sus cuerpos, eran un blanco fá- que quedaba de los teques, los toromaimas, cil. El cacique Tiuna resistió y luchó espada en los arbacos y los mariches, y bajo esos cielos mano contra el propio Losada, y su capitán nacía la ciudad de Caracas. Los conquistado- Francisco Maldonado cayó debido a una flecha res se repartieron las tierras, marcaron las de un indígena aliado a los colonizadores. primeras calles y sus esquinas. Sobre ellas Esa fue la última gran batalla de los caribes vendrían otras luchas y se protagonizarían venezolanos. A finales de 1569 capturaron a grandes epopeyas históricas. Les tocaría a Guaicaipuro en una emboscada nocturna, otros ofrendar la vida por los sueños liberta- en su refugio ubicado en la actual población rios y abonar el terreno de la independencia mirandina de San Diego de los Altos. Ochenta latinoamericana.

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Esquina de La Torre

En el siglo xvi la ciudad era un valle abierto una banda de piratas ingleses sometió la ciu- por los cuatro costados. No existían límites en dad al saqueo y al horror, refugiándose en la el tránsito, más allá de los que la naturaleza cima para controlar el horizonte. Entre otros creaba. Diego de Losada, el encargado de llevar hechos, la Torre presenció los sucesos de 1810, a cabo la empresa de colonización, señaló el cuando Francisco Salias le arrebata el bastón punto para la construcción de una modesta de mando al gobernador colonial Vicente de iglesia en honor a Santiago, el santo flechado Emparan. En 1641, la Torre se viene abajo debido que protegía a los españoles de los ataques a un terremoto que sacudió la provincia. Las indígenas. Así comienza la historia de la Torre, primeras construcciones españolas en América que en sus inicios estuvo sosteniendo una utilizaban técnicas y materiales indígenas (ca- enorme campana sobre una construcción de sas de bahareque, techo de palma, etcétera) madera, fue el primer edificio de la ciudad. Con apropiados para el trópico. Construcciones de el tiempo, aquella iglesia obtuvo el título de este material no representaban un peligro en Catedral de Caracas. Destinada a la creencia de medio de un terremoto. Los indígenas no po- los españoles y de aquellos mestizos e indígenas seían torres de madera elevadas, mucho menos que aceptaban por la fuerza o por sumisión el con una campana en la cima. Sus dioses tenían catolicismo, vivió en paz sus primeros años por hogar la naturaleza. y se convirtió en el punto de reunión de clé- A mediados de 1660, se decidió construir rigos y autoridades. Son muchos los hechos la nueva Torre. Para la tarea fue escogido un históricos que la Torre ha presenciado. Entre maestro de obras, especie de ingeniero al- ellos se cuenta el ocurrido en 1595, cuando bañil, cuyo nombre era Juan de Medina. Este

22 hombre de fe tardó alrededor de diez años para finalizar su trabajo, y en la cima colgó diez campanas que marcaban el ritmo de la naciente ciudad. Pero la naturaleza volvió a sacudirse en 1766 y derribó la Torre. Esta vez fue reconstruida por las autoridades de la Colonia, con una dedicación especial. Pero, sufrió otro golpe en el terremoto de 1812, se partió en su parte superior y fue sacada de su centro de gravedad, hasta que otra sacudida la devolvió a su sitio. Imaginemos una torre volando por el aire o desplomada como un gigante, cayen- do y levantándose a lo largo de la historia. Pa- deciendo los embates de la naturaleza y los asaltos de piratas y corsarios. Siendo el sím- bolo de la fe católica y uno de los referentes de la ciudad. Con todas sus tragedias, la Torre le dio su nombre a la esquina.

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Esquina de Sociedad

La historia señala la Esquina de Sociedad Podemos imaginar aquellos años de revolu- como uno de los puntos de mayor importan- ción libertadora, en los que el pueblo cansado cia para el proyecto independentista. Allí se de la tiranía y ansiando la independencia, se levantaba una vieja y amplia casona de lar- acercaba a los paredones y ventanales para gos corredores, cuartos acogedores y salo- participar y arengar a los patriotas en la lucha nes ideales para reuniones. En los tiempos emancipadora. Dentro, se podía ver a Francisco coloniales, la casona era famosa por la belle- de Miranda sesionando con un manojo de pape- za de sus jardines, también poseía unos de los les en las manos, dándole cuerpo al movimien- más llamativos techos rojos de la ciudad. Su to libertador. Alrededor de toda la cuadra se importancia histórica se debe a que en esos escuchaban los trascendentales discursos de salones tuvo sede la Sociedad Patriótica a Simón Bolívar, donde pedía libertad absoluta partir de 1811 y, también, se celebraron los del imperio español, en medio de las miradas hechos del 19 de abril de 1810. Entre las figuras de Coto Paúl, Antonio Tébar, Francisco Espejo, históricas que integraron aquella sociedad po- entre otros. La Esquina de Sociedad era el es- demos contar a Simón Bolívar y Francisco de pacio de discusión más cercano al pueblo en Miranda, promotores del movimiento eman- esos primeros años, y en sus reuniones parti- cipador. A su vez, la casona servía para que cipaban las mujeres y los representantes del algunos de los diputados que representaban pueblo. Aquella vieja casona se transformaba a cada provincia de Venezuela debatieran so- en el foro político donde se elevaron los inte- bre los procesos del Congreso Constituyente. reses patrios. Ese es el origen de su nombre.

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Esquina El Chorro

En la Colonia, existía el mercado de la Plaza Palacio Arzobispal. Su carácter poco amigable le Mayor −actual Plaza Bolívar−, donde los caraque- había metido en muchos problemas y peleas. Su ños celebraban sus fiestas y reuniones bebiendo hermano Agustín compartía las mismas ideas y guarapa. Dicha bebida se vendía como pan ca- protegía su negocio con cruces y escapularios. liente. Todos aquellos que querían refrescarse y Este hombre temeroso inventó un aparataje alegrarse un poco pasaban un rato por el mer- para vender la guarapa sin necesidad de abrir cado y compraban su vaso. Cerca del mercado la ventana de su casa. Dicho instrumento con- existía una bodega propiedad de los hermanos sistía en un cántaro giratorio que sacaba la Pérez (dos españoles isleños que se oponían a la guarapa a la calle. Aquellos viejos bebedores Independencia y odiaban a muerte a los patrio- depositaban sus monedas en una alcancía y, tas). Agustín y Juan Pérez iban de calle en calle como por arte de magia, obtenían la guarapa. maldiciendo la libertad de los esclavos, pidién- El ingenio de este comerciante se propagó por dole a Dios que restituyera a las autoridades todos los rincones de la ciudad y, como era españolas y el poder de Fernando VII. Los dos peculiar para los habitantes ver salir el chorro hermanos se quejaban de lo que consideraban de guarapa, llamaron El Chorro a la esquina. una traición y vivieron con rencor los sucesos Los dos hermanos en sus andanzas conspira- de 1810. A partir de estos hechos decidieron doras tuvieron un final trágico. Juan Pérez se convertir su negocio en una guarida para todos fue con un grupo de realistas en una rebelión aquellos conspiradores que buscaban derrocar mal organizada. El grupo fue capturado en el gobierno de la Primera República. una rápida acción por las fuerzas patriotas y Juan Pérez era un fanático religioso, por ello, Juan Pérez fue fusilado. Agustín, el guarape- era muy popular en la Catedral de Caracas y el ro, no participó en esa aventura, pero al poco

28 tiempo de la muerte de su hermano, se unió a las fuerzas realistas de Monteverde, aquel ejército imperial dio rienda suelta a todo tipo de desmanes. La leyenda quedó para la historia, y del chorro de guarapa que salía de aquella bodega encontró su nombre este sitio.

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Esquina de Cipreses

Como su nombre lo refiere, esta esquina de limpiar violines, arreglar partituras y practicar Caracas estaba poblada por unos altos y fron- cantos religiosos, esperando ver llegar a su lí- dosos cipreses que se movían con el ir y venir der en los portalones. del viento, dando a todo ese espacio un aire Todo ese pedazo de la ciudad estaba lleno de grandeza y solemnidad. de jardines y se respiraba una paz especial Los cipreses eran una joya de la naturaleza que parecía fomentar la contemplación y la porque con su altura y verdor protegían a los creación. Los cipreses fueron sembrados para caminantes del inclemente sol tropical. Las cobijar el cementerio de la cofradía de mon- sombras de estos árboles vieron pasear al jes, semejando un camposanto romano. El padre Sojo, quien fundó la primera escuela de fin era darle grandeza a este sitio haciéndolo música que existió en Caracas en su hacienda más parecido a un cementerio del Vaticano. Chacao. Apasionado de la naturaleza, el pa- Guzmán Blanco construyó la Iglesia de Santa dre Sojo pertenecía a la orden religiosa de los Teresa sobre el Convento de los neristas y, neristas, una cofradía de monjes a quienes muy cerca, se encuentra el Teatro Nacional. les gustaba el arte y la música. Los cipreses En el tiempo de los grandes cipreses se cuenta maravillaban a aquellos que pasaban cerca que no cabían los músicos y toda la esquina de la esquina donde se reunían los monjes a era una sola melodía.

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Esquina de Gradillas

Retrocediendo en el tiempo llegamos a la en la actualidad como casa de Gradillas. En toda vieja Plaza Mayor o Plaza de Armas de Caracas. la esquina vivió con su esposa María Teresa del Nos encontramos con un gran mercado pú- Toro, con quien se casó en 1802 en Madrid (Es- blico lleno de toldos, caballos, mulas, papas, paña). María Teresa del Toro era sobrina del mar- carne de cochino y comerciantes. Esa Plaza de qués del Toro y pertenecía a la aristocracia criolla, Armas tenía muchas funciones, allí se hacían poseía una valiosa fortuna y varias haciendas. las paradas militares y la autoridad española Para esa época, las ideas independentistas no se sacaba a sus esclavos a llevar sol y látigo. Los habían definido del todo en el joven Bolívar. indígenas morían de hambre o enfermedades En la Esquina de Gradillas el Libertador vivió a su alrededor y en las mañanas era común una corta etapa, ya que el 22 de enero de 1803 presenciar los ajusticiamientos de los presos. En María Teresa falleció a causa de la fiebre ama- la esquina inferior de la plaza existían unas gra- rilla. Este hecho lo llevó a jurar que no volve- das, por este motivo los caraqueños llamaron ría a contraer matrimonio. De la Esquina de a la esquina Gradillas. En el siglo xix fue el punto Gradillas partió el cortejo fúnebre con los de reunión de los escritores y artistas, transfor- restos mortales de la joven esposa, y la casa mándose en un lugar de discusión política. pasó a tener varios usos luego de ser abando- La importancia histórica de esta esquina tie- nada. Desde almacén hasta zapatería. En la ne como protagonista a Simón Bolívar. En 1788 le actualidad, se llevan a cabo trabajos de recu- fue entregada como herencia la que conocemos peración que le devuelven su valor histórico.

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Esquina de Principal

Antes de elevar sus cruces al cielo, los con- de La Cárcel, pero el nombre de Principal que- quistadores buscaron un sitio estratégico donde dó en la memoria de los venezolanos. Con su construir un cuartel para las filas de soldados, construcción, los conquistadores se sintieron quienes en su mayoría eran criminales, a los seguros por contar con alojamiento para sus cuales un buen día sacaron de las cárceles es- arcabuces, sus armaduras y sus lanzas medie- pañolas para embarcarlos hacia América. El vales. Su entrada estaba protegida por perros cuartel de dos pisos que se construyó al lado entrenados que presenciaron el ir y venir de la de la Plaza de Armas se llamó el Principal. En historia venezolana. el primer piso vivían apiñados los soldados y Uno de los hechos más importantes ocurri- en los anchos salones del segundo se esponja- dos en la Esquina de Principal tuvo como pro- ban en sus sillones las autoridades militares de tagonista a José María España. Este personaje la Colonia. Sus paredones funcionaron a lo lar- histórico nació en La Guaira en 1761, y desde go de la Conquista como una efectiva prisión y su juventud se había mostrado interesado palacio de torturas. Encerrados allí, murieron en la Independencia de Venezuela. En el año esclavos, mujeres condenadas, revolucionarios 1793 fue nombrado teniente de justicia en y españoles que protestaban algunas medidas Macuto. Los acontecimientos de la Revolución tomadas por la Corona. Entre las funciones francesa (1789) lo inspiraron en su lucha con- del cuartel estaba seleccionar a los reos que tra el sistema colonial. A partir de esos años, serían trasladados a la Cárcel Real, ubicada al comenzó a organizar una célula revolucionaria frente. Las dos instituciones se comunicaban en su casa que tenía como objetivo generar un de manera efectiva y elaboraban planes en alzamiento de esclavos y dar al traste con la conjunto. Por un tiempo se le llamó Esquina autoridad del rey. Aunque las comunicaciones

36 en la época eran lentas por la falta de medios Andrés. Los fugados se refugiaron en la actual y el control de la información, José María España República Dominicana, desde allí publicaron contaba con una red de amigos y estaba al una serie de textos revolucionarios y una tanto de los movimientos contra las monar- canción independentista. Este movimiento quías europeas. Entre los que se organizaban revolucionario fue delatado a las autoridades en la célula de José María España podemos coloniales luego de la captura de un comercian- nombrar a Manuel Gual y a Simón Rodríguez, te llamado Montesinos, el cual tenía contactos el primero era un estratega militar y el segun- con las milicias pardas. Manuel Gual, al ente- do fundó las raíces del pensamiento indepen- rarse, bajó rápidamente a La Guaira y contó lo dentista en Latinoamérica. sucedido a España. Los dos hombres huyeron En 1797 llegó a La Guaira un barco con varios hacia las Antillas y se escondieron en Trinidad. prisioneros pertenecientes a una logia masóni- Sus cabezas tenían precio, la de Gual costaba ca de Madrid. Aquellos sujetos habían llevado 10.000 pesos, por su condición de militar, y a cabo actos de sublevación contra la Corona la de José María España 5.000 pesos, al pare- española y estaban condenados a morir ence- cer valía menos por contener las ideas y los rrados en las mazmorras de Cartagena por or- fundamentos teóricos del movimiento, entre den de su majestad. Sus líderes, Juan Bautista ellos la abolición de la esclavitud. Picornell y Manuel Cortés, se alistaron en el En 1799 José María España volvió a La Guaira movimiento de José María España y Manuel disfrazado de marinero, desde Macuto se trasla- Gual, quienes ese mismo año los ayudaron a dó a una hacienda en Naiguatá, propiedad de su fugarse de la prisión provisional. Entre el grupo familia. Allí organizó una rebelión de esclavos, también se encontraban otros personajes his- confiaba en que la condición de oprimidos sería tóricos, tales como: Bernardo Garaza, Manuel suficiente para que se sumaran a la lucha. Sin Campomanes, Joaquín Villalba y Sebastián embargo, fue un esclavo quien lo traicionó.

37 Temiendo perder el control de Venezuela, el capitán Manuel de Guevara y Vasconcelos envío sus tropas a efectuar el arresto de José María España. Desde La Guaira, lo subieron amarrado a una mula hasta el cuartel prin- cipal. No tardaron mucho en el juicio, el ver- dugo preparó la horca en la Plaza Mayor y lo condenaron a muerte. Se cuenta que antes de la ejecución, las autoridades le pidieron que se arrepintiera por la osadía y el mártir respon- dió: “Mis restos serán honrados”.

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Esquina de Miguelacho

Miguelacho era un buen tipo, un bodeguero de queso y un pedazo de papelón, encontra- que se ganaba la vida sanamente, su bodega ba en Miguelacho la solución, especialmente era famosa por ser el lugar de reunión para los muchachitos con sus ñapas. Así, se hizo todos los vecinos, corrían los años de 1800 y famoso el negocio y el rumor corrió por toda estaba en marcha el proceso que culminaría la ciudad. Miguelacho tenía por esposa a una el 19 de abril, diez años después. Para esa épo- ferviente realista que buscaba una oportuni- ca, Miguelacho se había hecho muy popular, al dad para ascender en la escala social, es de- igual que la parroquia La Candelaria, cons- cir, soñaba con ser una gran señora. Todos los truida por canarios a lo largo de la Conquista días se quejaba por ser la compañera de un española. Los canarios trajeron consigo a la bodeguero sin fortuna. Miguelacho no le ha- virgen de la Candelaria como patrona de su cía caso y se conformaba con hacer feliz a los vida y sus bienes. niños regalándoles sus caramelos. La pobre Miguelacho se caracterizaba por ser amisto- mujer no entendía por qué su marido no se so y estar siempre con una sonrisa detrás del comportaba de manera avariciosa, tampoco mostrador. Entre los pedazos de quesos, los entendía por qué no buscaba un puesto en la sacos de harina, los caramelos, las panelas burocracia colonial y hacía fortuna. de papelón y los trozos de carne, asomaba la En 1812 ya había caído la Primera República, cabeza Miguelacho, el bodeguero pana, y pre- Francisco de Miranda capituló ante las fuerzas guntaba entre risas a los muchachos: “¿De qué de Domingo Monteverde, este hecho llevó a los es el mandao?”. Todo aquel que iba con una patriotas a reagrupar sus fuerzas para recupe- lista de tantos kilos de harina, unas lonjas rar la patria. En 1813 Simón Bolívar, en medio

40 de la lucha por la Independencia, decretó la Guerra a Muerte a españoles y canarios en Santa Ana de Trujillo. Miguelacho fue apresa- do en su bodega, y cuando iba a ser trasladado a la cárcel, un alboroto se apoderó del vecin- dario. Toda la gente que conocía a Miguelacho comenzó a pedir su libertad. Después de unas horas, los gritos lograron su objetivo, y la bo- dega estuvo abierta durante mucho tiempo.

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Esquina de Traposos

La palabra traposo refiere a ropa vieja, es Con la entrada de Boves a Caracas llegaron fa- decir, a trapos. La leyenda sobre esta esqui- milias de españoles, se cuenta que una de na de la ciudad nos lleva a los años de la ellas tenía por nombre Traposos. Los Trapo- Primera República. En 1814 un comerciante sos se asentaron en una casa diagonal a la español llamado José Tomás Boves tomó la esquina y bautizaron el lugar con su pom- ciudad de Caracas. Simón Bolívar y los pa- poso apellido. Otra leyenda cuenta que Tra- triotas habían perdido su primer intento de posos era una familia aristocrática y lujosa gobierno independiente. El hecho que se que disfrutaba haciendo gala de sus rique- conoce como “La emigración a Oriente” fue zas. Les gustaba exhibirse en todo su esplen- comandado por el propio Bolívar, dejando la dor, derrochaban fortunas, es decir, una fa- ciudad vacía. Boves encontró las calles y las milia arrogante de la Caracas colonial que, casas desoladas. Su ejército compuesto por un buen día, vio como se derrumbaba todo negros, pardos e indígenas, se caracterizaba su poder económico. La desgracia tocó a sus por sembrar el horror en una guerra don- puertas y los dejó sin nada, solo les queda- de los oprimidos habían encontrado quien ron los tristes trapos que llevaban encima, y los organizara y los hiciera visibles. El odio se vieron en la obligación de venderlos para sembrado por la esclavitud brotó como una comer. Las historias guardan similitud en cosecha de fuego por los campos y ciudades cuanto al hecho familiar, lo cierto es que la de Venezuela. esquina con el nombre de Traposos, quedó.

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Esquina de Las Monjas

En los años 1600, las señoras de alta so- convento. En 1637 nació el Convento de las ciedad vivían con la preocupación de no ir Monjas Concepciones y, de esta manera, la se- al infierno, esas señoras encopetadas, llenas ñora Villela y sus monjas comenzaron a recibir de haciendas y esclavos, dedicaban los últi- ayudas económicas. mos años de su vida a hacer la caridad, con En esa casa de retiro no se aceptaban mu- la esperanza de encontrar abiertas las puertas chachas negras, debido a la discriminación del cielo para su alma. Movidas por la fe, ayu- social. Las aspirantes debían ser blancas y de daban a huérfanos y pobres diablos, además, linaje aristocrático, sus familias debían com- se comprometían a fundar conventos. En esa prometerse con ayudas para promover la fe época, Caracas era un ciudad tomada por la y el recogimiento espiritual, y estaba prohibi- Iglesia, institución que ejerciendo el latifundio da la lectura. A principios de 1700 convivían se adueñó de gran parte del valle, y sus templos allí con las monjas una gran cantidad de sir- eran el refugio para reliquias valiosas. Juana vientas, había más gente limpiando reliquias de Villela era una de aquellas mujeres espa- y cuartos que jovencitas entregadas a Dios. ñolas de alcurnia que un día decidió dedicar Una de las mujeres más importantes de nues- su vida a Dios. Cuando murió su esposo, un tra historia estuvo encerrada en aquel oscuro capitán de apellido Martínez, la señora, junto lugar, Luisa Cáceres de Arismendi, quien fue a sus cuatro hijas, dos sobrinas y unas criadas, recluida en un cuarto de penitencias, vigilada pidió autorización al régimen colonial para de cerca por los ojos inquisidores de las monjas convertir la casa del hidalgo capitán en un Concepciones que todos los días pedían a la

46 heroína que se arrepintiera de sus pecados. Se contaba que las paredes del convento ence- rraban secretos siniestros y joyas de gran valor. Al parecer, las monjas gustaban mucho del oro y de las perlas preciosas. En 1874 Guzmán Blanco decretó la prohibición de los conventos, el recinto de las Concepciones fue demolido y sobre sus restos se levantó el Capitolio de la na- ción. Pero no fue tan fácil desalojar a las mujeres de Dios, se necesitó un contingente de soldados para abrir las puertas del claustro, acto seguido salieron en fila con lo que llevaban encima. De las riquezas que escondían no se supo nada, la leyenda popular cuenta que antes de aban- donar el convento, la última abadesa (María Teresa de las Llagas) se encargó de sepultar o esconder las sagradas riquezas. Las escaleras principales dejaron de ser el reposo de los mendigos, y las esclavas negras dejaron tirados los trapos de limpieza a los pies de los santos.

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Esquina de Madrices

La casa de las Madrices fue construida en el a la casa y a la esquina porque organizaban siglo xvii por Domingo Rodríguez de la Madriz, las bienvenidas a los enviados de la Corona. un rico personaje de la Colonia. Aquel acauda- Se cuenta que aquellas fiestas eran famosas lado personaje pudo levantar una de las casas por la pompa y el despilfarro, además, las nie- más imponentes de la pequeña ciudad. Con- tas del viejo Domingo de la Madriz celebra- taba con hermosos balcones, jardines lujosos y ban con excesos y levantaban pasiones entre una decoración imperial. La historia recuerda los visitantes. esta casa como el hogar de los últimos goberna- En la Colonia, la casa de las Madrices fue una dores coloniales, representantes de los despista- sucursal del imperio español en Venezuela, de- dos reyes españoles. Vicente de Emparan estuvo trás de sus puertas y ventanales se reunía la recluido en la casa de las Madrices esperando crema y nata de la sociedad, acompañada por su expulsión de la patria. Sus dos anteceso- la música y los poemas que recitaban las lla- res, Carbonell y Guevara Vasconcelos, también madas Madrices. Se cuenta que Simón Bolívar vivieron allí. la visitó en una fiesta organizada en honor a Cuando murió el viejo Domingo de la Madriz, Emparan y allí brindó por la Independencia con la casa pasó a manos de su hijo Felipe, quien el último capitán general. Otro hecho histórico era capitán y se desempeñó como alcalde de importante se llevó a cabo en 1856, cuando Caracas en 1704. Las hijas de este capitán na- en la casa se firmó el decreto que nombraba a cieron entre 1690 y 1712, ellas le dieron fama Caracas como ciudad capital.

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Esquina de Romualda

Rubí Romualda era una amante de la co- tentación y comenzaron a visitar la casa de la cina y una mujer trabajadora. Desde muy jo- humilde Romualda. ven decidió ganarse la vida sazonando guisos Cerca de aquel restaurante estaba el puente y asopados. Por aquellos días, su casa se lle- de Catuche, el cual se construyó con la finali- naba con olores de manjares y parecía flotar dad de facilitar la búsqueda de agua a los ca- por los cielos caraqueños, mientras Romualda raqueños, quienes caminaban hasta la Plaza de preparaba una gran olla de mondongo. Con el Armas a llenar sus pipotes en una fuente cer- tiempo esa casa se convirtió en un pequeño cana. Gracias al puente, el negocio de Romualda restaurante que servía para que las familias se benefició mucho y pudo alimentar a sus disfrutaran tardes llenas de sabor. En 1826 ocho hijos (cinco niñas y tres niños). En 1827 el el negocio estaba bien establecido y gozaba Libertador entró a la Candelaria rumbo a la de una gran popularidad. En los días de fies- Quinta Anauco, la vieja casona propiedad del tas patronales o de carnavales se llenaba de marqués del Toro. Venía herido, enfrentando música, y Romualda en la cocina mezclaba traiciones y con un proyecto de unión latinoa- recetas y confeccionaba sus mejores platos. mericana que se le escapaba en el horizonte. Un sabor especial tenía aquella comida. En Ese rostro lacerado por las guerras, firme en esos tiempos, se cocinaba a leña, el fuego se medio de la tragedia histórica, tejido de sudo- graduaba con unos ganchos que bajaban y res y volcado en un fuego de lucha, fue el rostro subían los calderos. Desde el este de Cara- libertario detallado por los ojos de la cocinera cas, las familias adineradas no resistieron la Romualda y sus hijos. La familia celebró el paso

52 del líder, el hijo de mantuanos que sacrificó su vida por la patria. Romualda, eufórica, ol- vidó los fogones y gritó: “¡Viva!”, ante el héroe que veía por última vez el cielo caraqueño.

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Esquina de La Marrón

La ciudad de Caracas se construyó en un dejar sus cartas, sus serenatas y alguno que recuadro y se fue extendiendo hacia todos los otro regalo. Su madre se llamaba Juana Reina, puntos cardinales. Sobre esos espacios se le- quien era celosa con las niñas y vigilaba que vantaron las casas coloniales, famosas por sus todo estuviera en orden. Su sueño era que las amplios solares, sus ventanales y sus techos de Marrones se desposaran con caballeros de alta arcilla roja. La población era pequeña, las que- alcurnia, lo mismo deseaba Lorenzo. Pero en- bradas y ríos eran limpios. Las avenidas, por tre todos esos sueños, había otro que no dejaba su parte, eran hileras de árboles abrazados y dormir al viejo, el juego de la pelota, practicado las pequeñas calles eran de piedra. Entre esas por la gente de sociedad, es decir, de dinero. En frías calles caminaba Lorenzo Marrón todos el vaivén de las pelotas pensaba cómo cons- los días al encuentro de su familia, al parecer truir un espacio deportivo. Fue entonces que era un hombre apacible y dedicado a sus ofi- tomó la decisión de ir hasta el Cabildo a pedir cios diarios. Su familia estaba compuesta por la autorización y el apoyo. En 1778 se escogieron varias hijas. Además de su dedicación familiar, los terrenos de la primera carnicería fundada en el señor Marrón se divertía con los juegos de Caracas para construir la cancha. Con el tiem- pelota vasca, este juego lo podía disfrutar to- po, esa cancha rudimentaria se transformó en das las tardes cerca de su casa, una vivienda la Plaza España. Pero la leyenda de Lorenzo típica del siglo xviii. Marrón crecía en toda la ciudad. Y la esquina Por las ventanas de aquella casa se aparecían de Marrón pasó a la historia, junto a la belleza los pretendientes casuales de las Marrones para de las Marrones y sus enamorados.

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Esquina de San Pablo

La fe en la religión católica se respira en Caracas fue fray González de Acuña, en 1674. esta esquina, especialmente en los tiempos Para el siglo xvii, Caracas sufrió una epidemia de Semana Santa cuando los inciensos y las de vómito negro, la enfermedad que causaba estampillas populares de santos adornan las estragos, principalmente en los pobres. Fue calles. San Pablo era un gran templo en la época entonces, cuando el pueblo se concentró en de la Colonia, no por su imponencia, sino por la Iglesia de San Pablo pidiendo un milagro al poseer la imagen del Nazareno de San Pablo, Señor. Al ver que nada sucedía, decidieron sa- una escultura venerada por los creyentes. car en procesión al Nazareno y elevar cánticos Este Nazareno fue tallado en madera de pino religiosos. Cerca de la Iglesia se había sembra- y traído de Sevilla (España). La leyenda popu- do varios árboles de limones que servían para lar cuenta que el Nazareno le preguntó a su refrescar el ambiente, la corona del Nazareno creador: “¿Dónde me has visto que me has −con todas sus espinas y su sangre− se enredó hecho tan perfecto?”. Y el escultor, Felipe de en una rama y varios limones cayeron del cie- Ribas, estuvo a punto de enloquecer. lo. Los creyentes, poseídos por una revelación Es tradición para los feligreses marchar comenzaron a hacer limonadas y la epidemia en procesión a cumplir con las promesas he- desapareció. chas al Nazareno. El pueblo le otorga poderes En 1880 la Iglesia de San Pablo fue demolida mágicos y milagrosos, y acostumbra a vestir en la administración de Guzmán Blanco y, en de morado evocando el dolor y martirio del el mismo sitio, se levantó el Teatro Municipal. Señor. El encargado de traer al Nazareno a Por su parte, el Nazareno fue colocado en la

58 Iglesia de Santa Teresa, unos metros más allá. Y desde allí sigue cargando el peso de la cruz, aliviando con sus milagros a los devotos.

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Esquina de La Pelota

En la antigüedad, los mares eran la vía de ellos, el famoso inglés Francis Drake. comunicación entre los continentes. Los bar- Para proteger Caracas se construyó una cos y galeones cruzaban de costa a costa el muralla que le ponía límites a la ciudad por mundo, y los grandes pueblos por lo general la altura de la actual avenida Urdaneta. Pero eran grandes navegantes. Luego del arribo de aquella muralla no se terminó porque las los españoles a los mares de América, los in- autoridades se decidieron por otros métodos. gleses y los holandeses también se lanzaron en Así, fue abandonada a su suerte, hasta que los aventuras de conquista. Tenían como objetivo vascos llegaron con la Compañía Guipuzcoana controlar rutas y asaltar los galeones españoles en 1728. En su tierra natal, mataban el tiempo cargados de riquezas. Para impedir esos asal- jugando a la pelota. Pero en la ciudad de en- tos en territorio continental se construyeron tonces no había espacios para el deporte y los fuertes, castillos y grandes murallas. Debemos vascos se aburrían en sus tareas administrati- recordar que Caracas es una ciudad estratégica vas. Por ello, decidieron jugar en aquella muralla por su ubicación geográfica. Los piratas euro- amarillenta. Desde entonces la calle que la bor- peos solían estudiar de manera metódica sus deaba se conoció como calle de La Pelota. asaltos, y elegían puertos y ciudades desprote- Cuando la muralla fue destruida para traba- gidos. Como la mayor parte de la colonización jos urbanísticos, los aficionados al juego se americana la llevaron a cabo españoles y portu- quedaron sin diversión, y el sitio se comenzó gueses, los otros reinos e imperios se dedicaron a llamar Esquina de La Pelota. Partidas memora- a arrebatar lo que podían, es decir, agarraban lo bles se llevaron a cabo en aquella fortaleza y que fuera con la ayuda de sus piratas, entre muchos profesionales sudaron la gota gorda.

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Esquina El Muerto

Tener la osadía de circular o pararse en esta campesinas y tenían como líderes militares a esquina, donde un muerto estuvo vivo, es algo Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón. Las que nos lleva a los territorios del horror o de fuerzas de la oligarquía estaban reunidas en los la fantasía. Lo popular del nombre le ha dado centralistas y tenían como máxima figura a un lugar especial en la memoria. La leyenda José Antonio Páez. Los enfrentamientos eran se remonta al siglo xix, cuando la lucha de cla- comunes en la ciudad, los ejércitos conserva- ses en Venezuela tuvo como escenario Caracas. dores cuidaban las casas y propiedades de la En 1830 murió Simón Bolívar con una camisa oligarquía, mientras las guerrillas se acerca- prestada y expulsado como un hereje. En los ban a sus objetivos con sigilo. Se luchaba a años siguientes, se llevaron a cabo rebeliones sangre y fuego. De ambos bandos se contaban populares y guerras civiles. La misma desigual- por miles los muertos, y las fuerzas centralis- dad reinaba desde los tiempos de la Colonia tas no podían oponer resistencia a las fuerzas y las mismas familias se repartían las rique- federales. zas. Uno de esos enfrentamientos se llamó la Luego de las batallas, pasaban por las calles Guerra Federal (1859-1863), también conocida camilleros y voluntarios recogiendo los caídos. como Guerra de los Cinco Años. Así vieron el cuerpo de un soldado centra- Esta guerra se desarrolló principalmente en lista tirado, y rápidamente lo montaron en los llanos y en el centro del país, fue la lucha su camilla para llevarlo al cementerio. Luego más larga luego de la Independencia, y la que de caminar unos metros, el soldado alzó la más pérdidas humanas ocasionó. Las fuer- cabeza para decir: “No me lleven a enterrar, zas populares estaban agrupadas en guerrillas que todavía estoy vivo”. Al escuchar esto, los

64 camilleros soltaron todo y salieron corriendo. El cuento corrió por toda la ciudad y los caraque- ños pasaban señalando la esquina diciendo: “¡Ahí, estaba vivo el muerto!”. Muchos viaje- ros y caminantes narran haber visto a un sol- dado pararse en la esquina, con su uniforme manchado de pólvora y su bayoneta al hom- bro. El muerto prefiere las noches para pasear y mirar desde el más allá a los transeúntes que crucen la calle.

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Esquina del Cují

En el siglo xvii vivió en Caracas un zapa- Una noche, Carrasquero vio un muerto cami- tero llamado Carrasquero. Eran tiempos de nando cerca del árbol, aquel espectro era una oscuridad y la Iglesia prohibía libros y fiestas. señal del más allá, y aunque el muerto no le Sin embargo, aquel zapatero era un personaje dijo nada, los poderes del zapatero fueron extraño y ocurrente. Tenía conocimientos de suficientes para entender que cerca del árbol astrología y predecía tragedias; para la época, había un tesoro. era un vidente, un ser mágico. Pero el nego- Al otro día, se fue al Convento de San Jacinto y cio de los zapatos no daba mucho dinero y la le contó la historia a un monje amigo. Le dijo comida era escasa. Así que Carrasquero co- que era un tesoro grande y que eso lo iba a menzó a usar sus poderes para ver muertos y hacer rico. El monje se ofreció a ayudarlo y fantasmas que le revelaban un mundo lleno de lo invitó a bajar al sótano del convento cuan- riquezas. Según aquel zapatero, Caracas esta- do fueran las doce de la noche. Carrasquero ba llena de tesoros enterrados, baúles llenos hizo lo que el monje le indicó y a la media- de oro y plata dejados en el olvido por piratas noche volvió. Antes de bajar al sótano, tomó y familias ricas. Todas las mañanas espera- una cruz y su compadre le dio una triste vela ba la oportunidad para encontrar alguno. Las para guiarse en el camino. Al llegar, vio en- ánimas en pena merodeaban por los montes tre las sombras una figura encapuchada que y caminos, señalando los lugares alejados y lo interrogó. El zapatero nervioso le preguntó oscuros. La casa de nuestro vidente tenía por sobre el tesoro y el espectro lo envío a cavar compañero un brillante árbol de cují que le re- cerca del árbol en dirección al nor-oriente. galaba una fresca sombra en los días soleados. Temblando, el pobre Carrasquero subió de

68 nuevo por las escaleras, y allí lo encontró des- mayado el monje. Al volver en sí, narró lo que había visto y escuchado del muerto. El monje le dijo que dejara tranquilo el entierro, que él se encargaba de todo. El zapatero regresó a su casa, y con los labios congelados del miedo se acostó a dormir. En el convento, el monje se reía recordando cómo se escondió en el sóta- no y se hizo pasar por espectro. Del tesoro no se supo más nada, Carrasquero siguió remendando y arreglando tacones. El cují pasó a la historia por su frondosidad y belleza. Con el tiempo, otros caraqueños y soñadores buscaron sin éxito la fortuna. Pero la esquina guardó para la historia su nombre y, en sus entrañas, el entierro.

69 Bibliografía consultada

Clemente Travieso, Carmen. (2004). Las esquinas de Caracas. Caracas: Ediciones El Nacional.

De Oviedo y Baños, José. (2004). Historia de la conquista y población de la provincia de Venezuela. Caracas: Biblioteca Ayacucho.

Nazoa, Aquiles. (2004). Caracas física y espiritual. Caracas: Editorial Panapo.

Núñez, Enrique Bernardo. (2005). La ciudad de los techos rojos (selección). Caracas: Monte Ávila Editores.

70 Índice Historia de la conquista de Caracas 9

Esquina de La Torre 21

Esquina de Sociedad 25

Esquina El Chorro 27

Esquina de Cipreses 31

Esquina de Gradillas 33

Esquina de Principal 35

Esquina de Miguelacho 39

Esquina de Traposos 43

Esquina de Las Monjas 45

Esquina de Madrices 49 Esquina de Romualda 51

Esquina de La Marrón 55

Esquina de San Pablo 57

Esquina de La Pelota 61

Esquina El Muerto 63

Esquina del Cují 67

Bibliografía consultada 69 Edicion digital mes de julio de 2017