Caracas Y Sus Esquinas Históricas © Edgar Abreu © Fundación Editorial El Perro Y La Rana, 2017 (Digital)
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La primera Caracas y sus esquinas históricas © Edgar Abreu © Fundación Editorial El perro y la rana, 2017 (Digital) Centro Simón Bolívar, Torre Norte, piso 21, El Silencio, Caracas - Venezuela, 1010. Teléfonos: (0212) 7688300 - 7688399 Correos electrónicos comunicacionesperroyrana@gmail [email protected] Páginas web www. elperroylarana.gob.ve www. mincultura.gob.ve Redes sociales Facebook: Editorialelperroylarana Twiter: @perroyranalibro Diseño, diagramación e ilustraciones © Adriana Palencia Edición Edgar Abreu Corrección Ninoska Adames Hecho el Depósito de Ley ISBN:En trámite Depósito Legal: DC2017001766 La primera Caracas y sus esquinas históricas Edgar Abreu Ilustrado por Adriana Palencia Nota del autor La historia de las esquinas de Caracas forma Esta selección, realizada a partir de un criterio parte del imaginario del pueblo venezolano y de personal, reúne la historia de las esquinas que todos los habitantes de la ciudad que han salido a he considerado más relevantes para la identidad buscar una dirección, concretar una cita, encon- de Caracas y las que luego de un proceso de in- trar un local o unos amigos para compartir. Desde vestigación consideré llenas de un simbolismo y sus inicios, como ciudad colonial, cada esquina una magia especial, digna de ser contada, usan- caraqueña ocupó un lugar importante en la me- do un lenguaje narrativo dirigido a lectores jóve- moria del pueblo, en ellas se desarrollaron aconte- nes para incentivar la curiosidad por la historia cimientos transcendentales para Venezuela, tal es el y despertar el interés por el hecho narrativo. No caso de la denominada Esquina de Sociedad. Otras están presentes todas las esquinas de la ciudad esquinas tomaron su nombre de personajes que y el mismo criterio definió el orden y contenido en ellas habitaron, como Esquina de Madrices. del libro. La selección inicia con las esquinas ubi- En nuestro país se ha escrito sobre las esqui- cadas en el centro o casco histórico de Caracas. nas de Caracas, y varias publicaciones sobre la También, desarrollé un recuento histórico sobre historia de la ciudad han reunido en su contenido la invasión del territorio caraqueño por parte de parte de ellas; indudablemente, no se puede ha- los españoles, el exterminio y persecución a los cer referencia a la historia de Caracas sin hablar pueblos indígenas. Este recuento, que antecede de sus esquinas. Lo más importante es que ha los textos sobre las esquinas, posee las mismas sido el pueblo quien ha hecho de ellas parte de su características en cuanto a lenguaje y se centra en identidad. Todas guardan tras de sí un cuento, una el atropello y abuso que significó la usurpación de leyenda o una crónica. un territorio sagrado para sus primeros habitantes. Historia de la conquista de Caracas El valle caraqueño embellecido por los colo- resistieron durante décadas, ayudados por sus res del Waraira Repano, montaña sagrada, ha conocimientos de la naturaleza y sus deseos vivido acontecimientos históricos de gran im- de libertad. El primer hombre elegido para la portancia para Venezuela y Latinoamérica. En- conquista de Caracas fue Francisco Fajardo, un tenderlo, nos lleva a un viaje hacia la fundación mestizo de padre español y madre indígena. En de la ciudad, hacia los tiempos de la Conquista 1560 entró por las costas centrales y fundó el española y hacia los orígenes de los primeros pueblo de El Collado, como honor al entonces rancheríos. El valle en toda su extensión fue un gobernador de la provincia de Venezuela, Pablo territorio inexpugnable, es decir, una fortaleza Collado. Desde allí, Fajardo subió hasta la en- natural que escondía en sus entrañas riquezas, trada del enorme valle, su meta era las minas minerales y tierras fértiles para el cultivo. Los de oro que se escondían en las montañas de pueblos originarios que la habitaban estaban Los Teques y la construcción de un fuerte mi- encabezados por los arbacos, toromaimas, cara- litar. La sangre indígena de Fajardo le facilitaba cas, mariches y teques, tribus pertenecientes al la confianza de los pueblos, y el conquistador pueblo caribe. El imperio español, en sus ansias podía comunicarse gracias a su conocimien- de riquezas, enviaba expediciones desde las is- to de las lenguas. Todas las comunidades que las ocupadas a tierra firme, procurando encon- iba encontrando a su paso por la actual Catia trar el oro y la plata que financiara su poderío. le regalaban piedras preciosas y adornos de oro Ya sabían que el valle de Caracas y las monta- como un gesto de amistad. Para los indígenas, ñas mirandinas eran tierras ricas. Guiados por el oro tenía un valor simbólico muy distinto al esa codicia emprendieron la invasión. que le otorgaban los españoles. La ambición Fueron muchos los intentos para lograr el so- de Fajardo crecía, y cuando envió las muestras metimiento de los pueblos indígenas, quienes de las riquezas al gobernador de Venezuela, se 10 aceleraron los planes de saqueo. Pablo Collado A mediados de 1560 se planificó otra inva- desconfiaba de Fajardo, lo destituyó de su cargo sión. Esta vez se eligió a un capitán de sangre de conquistador y, por eso, lo envió preso a El española que se llamaba Juan Rodríguez Suárez. Tocuyo, pero el mestizo dejó abierto el camino Venía de combatir en las montañas andinas al a las minas y un rancherío cerca del valle ca- pueblo de los timoto-cuicas, fundando la ciu- raqueño, el cual bautizó San Francisco. Sin em- dad de Mérida. Era famoso por su arrogancia bargo, Fajardo no duró mucho tiempo cautivo; y su despotismo, se cuenta que lanzaba a sus al salir libre, volvió a las costas de Caraballeda y víctimas a jaurías de perros cazadores. Guián- se le permitió ser alcalde de El Collado. dose por las corrientes del actual río San Pedro, Al mismo tiempo, Pedro Miranda era desig- Suárez llegó a las inmediaciones de Los Teques nado regidor de las minas. Los españoles cre- y fundó los primeros fuertes militares para pro- yeron que podrían sacar las riquezas sin nin- teger las minas. Sin embargo, el arrojado capi- gún impedimento. Filas de negros encadenados tán debía enfrentar las fuerzas de Guaicaipuro, cruzaron el valle hacia las montañas, al lado organizadas en guerrillas que sumaban unos marchaban los indígenas capturados en las nueve mil hombres. La táctica indígena se ba- costas. Por el Caribe, las noticias de última hora saba en dejar entrar a los españoles hasta tie- hablaban de saqueos y exterminios de pueblos rra firme y sorprenderlos en ataques rápidos. enteros. Las redes de comunicación se activa- Escuadrones de mil combatientes armados con ron y, los arbacos, los caracas, los toromaimas, escudos de cuero, flechas y lanzas patrullaban los mariches, los teques, los cumanagotos, los las montañas. Los gritos de guerra retumbaban tacariguas, los quiriquires, los arahuacos, entre por todas partes y se organizaron expedicio- otros, se alzaron en armas. Comenzaba la gran nes de flecheros para atacar el campamento rebelión indígena de Venezuela y el liderazgo de español. En un inicio, Guaicaipuro no logró la Guaicaipuro. Tanto Pedro Miranda como Francisco victoria y, a pesar de sus esfuerzos, los inva- Fajardo fueron expulsados de Caracas y de las sores seguían en las minas esclavizando a los costas centrales. indígenas capturados y expandiendo el fuerte 12 de San Francisco en el valle. En ese momento, aquel capitán había logrado fundar una ciudad entró en la lucha otro guerrero indígena, Yoraco, en las montañas andinas. Sus soldados inten- el cacique del pueblo arbaco, a sus fuerzas y tomó taron cruzar los dominios de Los Teques, pero la vanguardia de los ataques, logró debilitar a en su camino debieron sortear al ejército de Rodríguez Suárez, pero en medio de una san- otro lugarteniente de Guaicaipuro, Terepaima. grienta lucha cayó herido, muriendo a las po- Con sus rostros contra el viento, los guerreros cas horas. Cuando Guaicaipuro se enteró de indígenas enarbolaron sus lanzas y penachos la tragedia envió emisarios al cacique Catia y, de plumas, y al grito de resistencia se lanzaron junto a su lugarteniente Paramaconi, organizó contra los colonizadores. Batalla tras batalla, los una respuesta militar. El capitán Suárez, con hicieron retroceder, apiñándolos contra el debi- la ayuda de sus infantes y soldados bien ar- litado fuerte de San Francisco. Allí los españoles mados, creía segura la fundación de la ciudad. se reagruparon y organizaron otra expedición a Desde el fuerte de San Francisco ordenaba las montañas. Sin embargo, un rebelde español ejecuciones y comandaba el exterminio. Fue le jugó una mala pasada a Rodríguez Suárez. El entonces cuando Paramaconi recibió la orden de Tirano Aguirre venía desde las selvas del Perú incendiar la ranchería y partió desde las monta- sembrando la desobediencia a la Corona, ro- ñas con un grupo de flecheros. bando las riquezas que encontraba a su paso y El guerrero llevó a cabo su objetivo. Por su asesinando a españoles e indígenas. El gober- parte, los españoles en medio del desastre re- nador Pablo Collado le ordena a Suárez enfren- sistieron la embestida. Paramaconi no cesó en tarlo en el puerto de Borburata. El capitán alistó su lucha, y con una fuerza descomunal lideró sus hombres y volvió con su arcabuz al hombro a sus tropas que lograron expulsar a los inva- a cruzar la tierra de Los Teques, rumbo a Valencia. sores hasta las costas de la actual Caraballeda, Al acecho estaba Guaicaipuro, quien junto a tomando el control de las minas de oro. Suárez Paramaconi lo sorprendió. Hasta allí llegó la volvió mejor organizado para levantar de nue- suerte de Rodríguez Suárez. Aunque resistió vo el rancho de San Francisco. No por nada, con valentía, las guerrillas de Guaicaipuro lo 14 siguieron en su retirada, dándole muerte. Lue- la melancolía y contaba el ir y venir de las olas go de estos hechos, los pueblos indígenas de del mar, soñando con encontrar desprotegido a Caracas siguieron haciendo frente a los españo- Guaicaipuro o capturar al esquivo Paramaconi.