Libro Orujo:Orujo.Qxd
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Edita: Grupo de Comunicación Galicia en el Mundo, S.L. C/San Francisco, 57. 5º - 36202 Vigo (España) E-mail: [email protected] Maquetación: Graciela Alba Burgos Colección: Crónicas de la Emigración I.S.B.N.: Depósito legal: Impreso en Obradoiro Gráfico, S.L. Polígono Industrial do Rebullón, 52D Mos-Pontevedra BRUNO JAVIER MACHADO Orujo de memorias Presencia e impronta de la emigración cántabra a Cuba Compendio de crónicas y reminiscencias de una historia española que se disipa en el tiempo. Edita: Colección: Historia vero testis temporum, lux veritatis, vita memoriae, magistra vitae, nuntia vetustatis. Cicero de Oratore, II, 9. La historia, es el testigo de los tiempos, la luz de la verdad, la vida del recuerdo, la maestra de la vida, la mensajera del pasado. Cicerón, del Orador, II, 9. Velar se debe la vida de tal suerte, que vida quede en la muerte. Lema de la Casa Labanda de Santillana A Margarita, mi esposa y a mi pequeña Donna. Porque son la bujía inspiradora de mis años de ocaso. Ellas me despiertan los ímpetus en cada amanecer, para vislumbrar el horizonte de mis sueños. Índice PRÓLOGO . .11 CAPÍTULO I . .15 Un Proyecto, después la pasión… CAPÍTULO II . .27 Cantabria, una interrogante en el ámbito cubano… y español. CAPÍTULO III . .41 Primeros cántabros significativos en la historia de Cuba. Siglos XV-XIX. CAPÍTULO IV (primera parte) . .71 Centurias XIX y XX. Aumenta y se radicaliza la emigración montañesa a la isla caribeña. Inserción en la economía y la sociedad insular. CAPÍTULO IV (segunda parte) . .103 Negocios y comerciantes notables CAPÍTULO IV (tercera parte) . .151 Asociaciones CAPÍTULO V . .161 Cultura y religión. Fusión de la colonia montañesa con la comunidad criolla. CAPÍTULO VI . .205 Asociaciones “montañesucas” con residencia cubana. CAPÍTULO VII . .229 Los polémicos “indianos”. CAPÍTULO VIII . .265 Apuntes para la memoria. EPÍLOGO PARCIAL Y VISIÓN A NUEVOS EMPEÑOS . .277 APÉNDICES . .281 Panteón montañés en el Cementerio de La Habana: listados de enterramientos (1908-1959) . .283 Relación de Asociados a la Beneficencia: fundadores (1883) y sus donativos iniciales; socios existentes al fin de la emigración (1959) y ayudas a los paisanos en 76 años . .311-351 Anexo gráfico: testimonio fotográfico. Fotos de montañeses socios del Centro Montañés de La Habana (1927 y 1944). Impresos de promociones de negocios o en los que tenían cierta participación los montañeses en Cuba . .383 BIBLIOGRAFÍA . .467 Prólogo Tanto bregar desapolillando documentación, permitieron al autor publicar un abanico de textos y consideraciones sobre el poco estudiado tema de la emigración montañesa en Cuba, Nunca antes se había podido aglutinar tanta información para conformar un trabajo homogéneo sobre el asunto, al modo de decir de Bruno Javier, “una Biblia informativa” que se convir- tiera en consulta obligada para los interesados en profundizar en el conocimiento de la historia de la emigración hispana. Esta nueva versión del trabajo de Machado, es una compila- ción exhaustiva de un quehacer infatigable por salvaguardar el patrimonio histórico de dos naciones cuya savia sanguínea común es indisoluble. Un nuevo volumen extraordinariamente ampliado y renovado, donde encontrarán infinidad de noticias, datos, documentos, fotos e informaciones inéditas hasta los días de hoy. Tómese como otro destello de lo que pretendemos hacer para clarificar un pasado que se diluye en el olvido, pero inexo- rablemente forjador del presente que vivimos. El editor CAPÍTULO I Un proyecto, luego la pasión... “Tus obras te justificarán” La Biblia —¡Por Cantabria y Cuba! Y que todo salga bien. El peculiar sonido de los vasos al chocar, cerraba la génesis del proyecto. Bebí el añejo Havana Club de un sorbo, como que- riendo sedar de una sola vez todas mis células nerviosas, que dis- putaban en mi cerebro para buscar una respuesta inmediata a lo que me proponía emprender unos días después. No la encontré, y hubo más añejo y luego una tertulia particular en un restauran- te chino con un amigo. Allí, entre rones, en la barra del estable- cimiento asiático, departíamos sobre la reciente conversación en la oficina del Centro Montañés de la Habana, coloquio de más de dos horas, en presencia de los directivos de la sociedad de la calle Neptuno 457, varios cántabros y otros furtivos testigos, los que aplaudían mi idea de realizar una investigación sobre la his- toria de los “montañeses” en Cuba. Corría el año 1991. ¿Hacía donde iría a parar todo aquello?. Una incógnita terri- ble acompañaba el ímpetu. Entonces mi ánimo no era el de otros tiempos, en que la juventud desborda entusiasmo y relega las consecuencias, como cuando sin ápice de experiencia me lancé a escribir mi primer libro: “Casablanca, hallé su oscura luz”; que al publicarse en 1988 se convertía en un éxito popular sorpren- dente, casi después de diez años de haberse escrito. En esos instantes en que surgía en perspectiva la indagación de la presencia cántabra en mi país, tres de mis libros –dos de ellos prestos a entrar en industria– vegetaban en las editoras nacionales por la crítica situación de la isla, y aún haciendo gala de una com- prensión aguda, los que a esta a veces ingrata profesión nos dedi- camos, deseamos “parir” y ver crecer la “criatura”, más cuando se ha gestado obviando riscos y despeñaderos de la vida práctica, como bien decía el intelectual cubano de la Generación del 30, Orujo de memorias, presencia e impronta de la emigración cántabra a Cuba 15 Rubén Martínez Villena: “Las ideas, como los fetos, sólo tienen valor si nacen y se desarrollan”. Este es nuestro gran aliciente, el bálsamo de las heridas del camino, el móvil para nuestros atrevi- mientos. Por tanto mi espíritu –no hablo de voluntad, porque ella salió victoriosa de cuanto escollo y revés se le había presenta- do–, aunque no maligna, soportaba una “influenza” bien fuerte al aparecer este nuevo camino en mi vida de investigador. Salida del Puerto de ¿Valdría la pena tomar el nuevo sendero? Santander hacia la aventura. Transcurrió un mes desde que en cierta ocasión, quizás por invertir el tiempo en algo propuse al Centro Montañés, a donde de vez en vez solía ir a darme mis “cañangazos” y “arreglar el mundo”, la intención de hacer un trabajo que alumbrara el pasa- do de este lugar prácticamente ignorado. A petición, dos días más tarde entregué un proyecto especificando mis objetivos y las con- diciones preliminares. Parecía que todo era puro formalismo y que aquellas dos hojas, cuando mejor, habían ido a parar a una gaveta. En los primeros días de mayo de 1991 recibía una llama- da en la Unión de Periodistas, era un amigo: “Quieren que los veas, parece que vinieron unos españoles y les interesa lo que tú les diste.” En efecto, un día después ocurría el encuentro. Más tarde, el 20 de mayo, realizaba mi primera visita de trabajo a la casa social de Centro Habana. Comenzaba el reto. ¿Cómo abordar el principio de una trayectoria que aún no me entusiasmaba del todo? Realmente pensaba que el resultado no tendría la envergadura que yo necesitaba para hacer trizas la geli- dez de mi entusiasmo. En principio me hacia eco del psicólogo William James, citado en el famoso libro de Dale Carnegie, cuando él afirmaba: “La acción parece venir después del senti- miento, pero en realidad están estrechamente ligados; y regulan- do la acción; que esta bajo el dominio directo de la voluntad, podemos indirectamente regular el sentimiento, que no lo está.” Así fue, eso hice y despegué de la pista del propósito, lo que no pude imaginar es que volaría por los cielos de la satisfacción. Sí amigos, me había equivocado rotundamente, no transcurrió una semana y todos y cada uno de mis sentidos estaban en fun- ción perenne del trabajo. Nada era más importante que estar entre aquellos libros cubiertos de polvo, ni cosa alguna me daba más beneplácito que leer con avidez los pormenores de una his- toria significativa. Les confieso que en ninguna otra ocasión, que yo recuerde, me alivió tanto el haber errado. Ante mis ojos se abría un caudal de información virgen, no solo para los criollos, sino incluso para los sucesores de aquellos que una vez dejaron la tierra madre española en busca de nuevos horizontes y aquí en mi “caimán” fomentaron sus vidas, azuza- ron sus esperanzas, crearon generaciones y se fundieron en res- tos mortales con el Caribe. 16 Orujo de memorias, presencia e impronta de la emigración cántabra a Cuba “Por redimirse de la cruel miseria que aniquila y abate; por sacudir el yugo de la gleba que hace más doloroso y miserable el rural caciquismo, y los impuestos de odiosos gobernantes que acaban con la hacienda harto mezquina de sus pobres hogares; y también porque acaso, todavía en el fondo del alma hispana late el genio aventurero de aquellos inmortales: Colón, Hernán Cortés, Soto, Pizarro, Delcano y Magallanes.” Evelio Bernal, 1921. “Los emigrantes” Aquel día mientras revisaba meticulosamente los textos de la revista “La Montaña”, editada por los emigrantes cántabros resi- dentes en Cuba a principios del siglo XX, exactamente en la pri- mera página del número correspondiente al 23 de noviembre de 1918, tropezó mi vista con un destacado titular donde rezaba: “Ha muerto Fuentevilla”; y salté en el asiento comentando “coño, murió Fuentevilla”. En ese reflejo incondicionado por la suerte del director y fundador de la revista, de quien había leído Victoria y Paz Torre innumerables artículos y sobre su persona tantas opiniones que Elizalde, naturales de me parecía conocido, este pequeño instante en que mi subcon- Ontaneda. En La Habana, siente estaba viviendo otra época, caminando la Habana con posando con trajes típicos levita, bastón y bombín, minúsculo intervalo en que la mente montañeses.