A M P U R I A S (Barcelona) t. 44, 1982, pagines 17- 41

Cuestiones de comercio arcaico: frascos fenicios de aceite perfumado en el Mediterráneo central y occidental Por 3. &M~N

.Se cuenta que aquellos fenicios que primero navegaron a Tartessos, después de importar en aquel lugar aceite y otras pequeñas cerámicas de comercio marítimo, obtuvieron para su regreso una cantidad de plata tan grande que no eran capaces de almacenar...B PSEUISARIST~~TLES(De Mir. Auscult., 135)

Se tratará aquí: mercio fenicio en el Mediterráneo occi- dental y central. - El tema de 10s frascos de perfume - De nuevos enfoques cara a la siste- fenicios tipo Vuillemot (1965)' R-17/19; matización de estos recipientes. Bisi (1970), forma 3. - De la presentación de dos piezas - La problemática derivada de estos de este tipo encontradas en y sus vasos en relación a la colonización y co- problemas conexos.

2.1. Problemática general sirviera para alimentar las lucernas, pero es más razonable asimilarlos a la función El objeto de las páginas siguientes es de <~,cabiendo tanto un tipo de pequeño recipiente de cerámi- o más aceite en las propias lucernas que ca (aproximadamente de 8 a 15 cm. de al- en sus pretendidos recipientes suminis- tura, en ciertos casos según épocas dis- tradores. Corrientemente, pues. se le apli- tintas, si bien ninguna ley al respecto po- ca el nombre de botella., aampollan, dría, en principio, ser enunciada), raras sungüentarion, etc., según los distintos veces decorado con pintura o engobe, autores que en este texto se citan. En rea- cuya función, por acuerdo generalizado lidad, uno de los puntos claves de su inte- entre los investigadores, parece ser la de rés podría derivar de su indudable co- contener aceite perfumado o ungüentos. mercio, a veces a larga distancia, puesto También se ha sugerido que dicho aceite que quien dice «constante. (Bisi, 1974) no dice forzosamente .constantemente fabri- mos dicha denominación indistintamente, cado in situ.. junto con la de frasco^, <

, en Chia, Cerdeña). Su paralelismo formal drían ser apuntados con una cierta clari- c$n los llamados slekythoi samios. es dad. Se evidencia así uno de los casos más manifiesto, aunque su difusión mayor. Di- bien e$casoi y definidos (o, mejor dicho, chos lekythoi, de cuerpo alargado sinuo- a definir), de material arcaico de amplia so, base anular, cuello estrangulado con difusión, cosa que, verosímilmente, no su- un asa, según ha sido recientemente de- cedió cpn muchas otras.cerámicas arcai- ,mostrado (Culican, 1975) a partir de ma- cas comunes, más estancadas o de evolu- terial del cementerio de Sheikh Abaroh ción más regional, sorque este caso no (Sidón), tienen un claro origen en la cos- tuvo como motor vitr\l el mero transporte ta fenicia, aunque, durante años, sus imi- en. barco de dichos 'frascos para aceite, taciones de la Grecia del este fueran sufi- sino un sugestivo comercio del citado pro- cientes para bautizarlos como elekythoi dpcto sobre cuya importancia ya nos samiosn (Bisi, 1978 b, pág. 30, y 1979), su hemos manifestado aqtes. presencia en las colonias fenicias de ul- Estos tipos gener4jmente pueden dar- tramar es muy escasa. Pero si a las cita- se por desaparecidos antes de la mitad das botellas de cuerpo alargado se les da del siglo VI a. de J. C. y antes en ciertas el nombre de lekythoi, a los tipos de cuer- áreas. Ello no significa. ni mucho menos, po esferoidal que aquí se van a comentar que el tráfico de aceite fenicio o ungüen- - conviene el de .lekythoi arybalisticosn, tos desapareciera. Otras formas, tal vez cuyo cuello se asemeja mucho. Utilizare- otros centros, renovaron el esquema, pre- CUESTIONES DE COMERCIO ARCAICO 19 cisamente cuando estos primitivos vasos extremo occidente mediterráneo? Seria de cerámica arcaicos desaparecían empe- posible, pero, seguramente y por lógica, zaba a difundirse una buena cantidad de sólo en parte admitiendo, como debe ha- pequeños recipientes fenicio-púnicos de cerse, que se trata de un proceso amplio pasta de vidrio, cuya problemática en y complejo. cuanto a producción y comercio es todo Si Corinto, como es bien sabido, desde un desafio a la investigación actual. el oriente griego, fue capaz de proyectar A otro nivel, también es evidente que de- hacia gran parte de poniente del Medite- jaron alguna herencia morfológica entre rráneo ingentes cantidades de aribalos ciertas formas púnicas de cerámicas co- con perfume, ¿por qué los tirios o cual- munes de los siglos VI-v a. de J. C., cuya quier otra ciudad fenicio-levantina no problemática escapa del ámbito de este pudo haber hecho lo propio con sus hc- trabajo. mólogos vasos que aquí comentamos, con Estas ampollas fenicias arcaicas de un espíritu comercial de índole pareja? perfume tienen un evidente paralelo (cier- Pero cabe recordar, igualmente, que estos tamente mucho más importante) en tos vasos corintios provocaron una seria arybaloi corintios, encontrados abundan- reaccción imitadora, tanto por parte de temente en centros fenicios como Mozia o .propios. (cerámica laconia, etc.) como Cartago. de <

(1970, págs. 375-382), por no citar más res documentados debe obedecer, sobre que dos importantes ejemplos. todo, a diferencias temporales, abarcando A pesar de todo no cabe duda de que, el lapso mínimo de seis u ocho generacio- excepciones aparte, dominan las grandes nes, desde el último tercio del siglo VIII producciones de cerámica in situ en las hasta el primero del VI a. de J. C., mo- colonias arcaicas de ultramar, el barniz mento en el cual esta forma desaparece rojo por supuesto incluido, sin infravalo- para extinguirse definitivamente o dar rar las presuntas importaciones, más o paso a nuevas series derivadas y también menos remarcables, en cuestión. El sim- a la diversificación de talleres producto- ple hecho de la presencia en el extremo res de estos recipientes, todo ello descon- , occidente de vasos de alabastro y escara- tando la posibilidad de diferencias mor- beos egipcios, por no aludir sino a dos fológicas más o menos importantes en el casos contundentes, es suficiente para mismo momento y en el ámbito de un probar esta transacción de extremo a ex- mismo taller. tremo del Mediterráneo, a posible bene- Existen elementos tipológicos distinti- ficio de intermediarios situados en luga- vos: en la forma del borde, su exvasa- res estratégicos y céntricos de este mar, miento, la forma del asa, las proporcio- y añadiendo que, junto con los objetos nes del cuello y su mayor o menor rup preciosos mencionados, las embarcacio- tura de línea en cuanto a la panza, la for- nes fenicias transportarían por fuerza ma y proporción de ésta, la existencia de otros productos, tal vez más industriales, base anular, con diversas variantes o, por pero suficientes para que las bodegas de el contrario, de fondo en punta o mame- dichos barcos regresaran llenas de valio- 10,. Lo que en todo caso complica su se- sos metales, según estrategia del comercio riación es que estas características pare- fenicio a través de las colonias y a costa cen combinarse de todas las formas posi- de los propietarios indígenas. bles y de esta manera se impone la ela- Creemos que con lo indicado se com- boración de una tipología analítica que prende la amplitud del problema en rela- parta de la base creada sobre todo por ción a las botellas fenicias, objeto de este los datos siguientes: a) sección del borde estudio. En otro orden de cosas observa- y grado de exvasamiento de la boca; b) remos como también es un caso cuyo co- relación entre la longitud del cuello y la mercio se subordina el envase al produc- anchura en su base; c) forma y situación to envasado en él y seguramente si man- del asa; d) forma de la panza; e) posición tuvo siempre su tipología esencial podría del diámetro máximo; f) forma de la pun- deducirse que gozó de un cierto prestigio. ta o base anular; g) relación entre la lon- gitud total del recipiente y la altura de la panza; h) relación entre el diámetro 2.2. Tipología máximo y el diámetro de la base del cue 110, etc., si bien con sólo algunos de ellos La tipologia de estas botellas ha sido, puede resultar suficiente. en sus líneas generales. ya de sobras de- Para la elaboración de esta tipología batida (Culican, 1970; Bisi, 1969-1970, y el material de momento dado a conocer, 1970). Las variaciones de proporciones es sin duda suficiente, pero en la prácti- que se registra11 en los diversos ejempla- ca el número de piezas estudiadas de for- ma satisfactoria es poco en comparación 3. Fondo redondeado u ojival, con o al que hemos visto mencionado en los dis- sin un ligero tetón. tintos trabajos. 4. Fondo redondeado u ojival, reina- Cabe señalar que en base a los pro- tado por una punta más o menos bien blemas antes enunciados, el material más marcada provocando ruptura de curva o menos gravemente mutilado pierde va- por respecto al cuerpo. lor en la medida proporcional al número de cifras inverificables (por tanto ausen- Panza o cuerpo (tercera cifra desde la tes y sustituidas por un guión, o varios izquierda) según su perfil y situación o en el presente esquema). posición del diámetro máximo (fig. 2, A): El criterio tipológico va a ser el si- guiente (las cifras, de izquierda a dere- 1. Perfil alargado y diámetro máxi- cha, representan: la primera, el cuello; la mo en la mitad superior. segunda, la base o fondo; la tercera, la 2. Perfil alargado y diámetro máxi- panza, y la cuarta, el perfil de la boca): mo en el centro. 3. Perfil alargado y diámetro máximo Cuello. a) Largo (cociente altura total en la mitad inferior. de recipiente/altura del cuello y boca in- 4. Perfil esférico y diámetro máximo cluida): 2,3 a 2,7. en la mitad superior. Mediano (cociente altura total de reci- 5. Perfil esférico y diámetro máximo piente/altura del cuello y boca incluida): en el centro. 2,s a 3,0. 6. Perfil esférico y diámetro máxi- Corto (cociente altura total de reci- mo en la mitad inferior. piente/altura del cuello y boca incluida): 7. Perfil ensanchado y diámetro má- 3,l a 5,0. ximo en la mitad superior. b) Ancho (cociente altura cuello, boca 8. Perfil ensanchado y diámetro má- incluida/diámetro base del cuello): 0,7 ximo en el centro. a 1;O. 9. Perfil ensanchado y diámetro má- Alto (cociente altura cuello, boca in- ximo en la mitad inferior. cluida/diámetro base del cuello): 1,l a 1,4. Boca (cuarta cifra desde la izquierda) Con ello tenemos seis tipos de cuellos: sobre todo definiremos cinco perfiles) (fi- 1. Largo - ancho. gura 2, C): 2. Largo - alto. 1. Exvasado y engrosado, sección 3. Mediano - ancho. triangular, caras externas rectas o ligera- 4. Mediano - alto. mente convexas y ambas oblicuas con res- 5. Corto - ancho. pecto al eje del vaso. Cara interna con 6. Corto - alto. un anillo para el tapón marcadamente cóncavo o sin él. Base o fondo (segunda cifra desde la 2. Como el anterior, pero con la cara izquierda) sobre todo cuatro tipos (figu- externa inferior perpendicular por respec- ra 2, B). to al eje principal del vaso y pudiendo 1. Base anular diferenciada. ser recta y ligeramente cóncava o con- 2. Base plana indiferenciada. vexa. CUESTIONES DE COMERCIO ARCAICO

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Fig. 2. - Frascos fenicios de aceite perfumado. .A, formas; 8,bases o fondos; C. bocas. 3. Más o menos exvasada, engrosada contemos con más material publicado apa- y redondeada, a veces de perfil ligera- recerán series coherentes. A pesar de todo, mente aristado. creemos ya poder extraer una serie de 4. Apenas engrosado, exvasado, obli- datos sintomáticos: cuo y más o menos alto. No puede ser casual que en el es- 5. Ligeramente engrosado y apenas - trato 111 de Tiro tengamos los tipos 5151, exvasado y diferenciado en relación a la 5111 y 4121 y en lugares del Mediterráneo parte superior del cuello. central y occidental, tenidos por .muy an- tiguos~,se den las coincidencias siguien- Creemos que las variedades que en el tes: Carmona: tipos 4151, 3254; Chorre- futuro se constaten pueden y deben te- ras: 5111 y 4151; Ischia: 5121, 6151, don- ner cabida en esta tipología; de lo con- de destaca la agrupación 15, con cuellos trario, seguramente será más objetivo con- tipo 3, 4, 5 o 6, definiendo vasos de base siderarlas formas distintas a las que aho- anular o incluso planas y panzas hemis- ra tratamos. Pero antes de seguir adelan- féricas con el diámetro máximo en el cen- te cabe decir. y ello es ciertamente im- portante, que el problema no se dará por tro y cuellos cortos, o como mucho me- resuelto hasta que se conozcan a fondo los dianos. Lo mismo en cuanto a la 11, es productos propios de cada centro. Enton- decir, recipientes de panzas más o me- ces factores como las pastas cobrarán re- nos alargadas con diámetro máximo des- levancia prioritaria y posiblemente deta- plazado a la parte superior y cuellos del lles que ahora se nos aparecen como am- mismo formato que los anteriores. Sin biguos habrán de ser considerados, en pri- duda éstas son características de los tipos mer lugar, como rasgos distintivos de antiguos, si bien parecen verificarse cier- cada taller o grupo de ellos. El plantea- tas perduraciones. miento presente no puede atender, por - Si pasamos a modelos ciertamente todo lo dicho, sino a problemas tipológi- más tardíos, vemos como la agrupación 36 cos de índole general y amplia, pero no resulta muy importante y bien caracteri- por ello faltos de significado. E1 defecto zada, definiendo vasos con panza esféri- fundamental es no poder ahora encua- ca y diámetro máximo ligeramente des- drar unos tipos determinados a unos ta- plazado abajo, fondo redondeado forman- Ileres concretos, pudiendo perfectamente do un tetón más o menos suave; por el no coincidir en diversos aspectos un tipo resto, resulta significativo que los cuellos fabricado en un área con el mismo tipo de estos envases son, por mayoría, lar- producido en otra diferente. gos, si bien también pueden ser media- Sin embargo, el sistema de clasifica- nos o incluso cortos, sin que tal vez ello ción que hemos propuesto constituye un deba ser llevado más allá del ámbito de barómetro bastante sensible donde, en un simple taller. Se trata de tipos, sobre principio, pudiera parecer que pocos ti- todo el 1361 y el 2361 que, como veremos pos son en realidad idénticos y, en rigor, después, aparecen por todo el Mediterrá- así es. {Debe cuadrar forzosamente un eo en el siglo VII y primeros decenios del tipo fabricado en el área levantina en el siglo VI a. de J. C., no pudiendo desligarse siglo VIII con otro sardo del siglo VI a. de de otros sumamente parecidos (2351 ó Jesucristo? Resulta obvio que el día que 1351), únicamente diferenciados por su CUESTIONES DE COMERCIO ARCAICO 25 diámetro máximo, más o menos en el cen- talles tipológicos tienen una cierta carac- tro de la panza. terización tipológico-cronológica, pero de momento cabe admitir que los distintos - Es interesante el caso de la pieza elementos de estos vasos tomados aislada- de una tumba de la necrópolis cartagine- mente son sumamente difíciles de valo- sa de Juno (n: l), tipo 6321, datada con precisión en el segundo cuarto del si- rar, tal vez exceptuando los casos men- cionados, ya que combinándose con los glo ~IIa. de J. C., con un cuello corto-alto, fondo ojival y panza un tanto alargada restantes de forma igual o diferente pa- con diámetro máximo en el centro. Ello recen cubrir la totalidad del panorama, ~uedetener relación con el material de tanto espacial como temporal. oriente, pero sería importante buscar pa- ralelismos entre el material del extremo 2.3. Cronología y áreas de dispersión occidente (Toscanos, Chorreras, Morro de Mezquitilla, etc.) de la facies anterior a E, cuanto al ~~dit~~~á~~~central y la mitad del siglo aunque hoy ofre- occidental, el material de esta clase, de ten, según lo publicado, un muestrario Su- momento publicado de forma mínimamen. gestivo, Pero excesivamente fragmentario. te aceptable, es el que consta en 10s cua- - Cabe destacar, pues, que ciertos de- dros siguientes:

N,' Procedcuria y aao Tipo Cro~toi~~ia R~leren~ia

A) Mediterráneo central 1 Cartago (Juno T. 1-1947) 6321 675-650 a. de J. C. (Cintas, 1976, Iám. XCIII, 1) 2 Cartago (Juno T. 2-1947) 3431 625-575 a. de J. C. (Cintas, 1976, Iám. XCIII, 2) 3 Cartago (Derm. T. 284-1901) 36 575-550 a. de J. C. (Gauckler, 1915) 4 Cartago (s/c. M. Budap.) 2361 625-550 a. de J. C. (Bisi, 1971, fig. 16) 5 Utica (Berge T. 34-1950) 4321 600-575 a. de J. C. (Cintas, 1951, tab, synap.) 6 Utica (Ile T. 4-1950) 36 600-575 a. de J. C. (Colozier, 1954, fig. 24) 7 (Ghagn Qajjet-1950) 3151 675-640 a. de J. C. (Baldacchino, 1953, fig. 4 03) 8 Mozia (necr. T. 32-1970) 5121 VII a. de J. C. (Tusa, 1972. lám. LV, 1) 9 Mozia ínecr. T. 6619721 4152 ~VIII-VII? a. de J. C. (Tusa. 1978. lám. IX. 4) 10 Mozia (torre 4-1978) ' 2151 ;II a. de J. C. iciasia, 1979, lám. LXXVII, 2) 11 Mozia (torre 4-1977) 1361 625-575 a. de J. C. (Ciasca, 1978, Iám. LXV, 4) 12 Mozia (fossatc-1972) 1 VII-VI a. de J. C. (Tusa, 1972, Iám, XXXIX, 2 a) 13 Mozia (fossato-1972) 1 VII-VI a. de J. C. (Tusa, 1972, Iám. XXXIX, 2 b) 14 Mozia (fossatc-19721 1 VII-VI a. de J. C. (Tusa, 1972. Iám, XL dl 15 Mozia (fossato-l97$ 1 VII-VI a. de J. C: (Tusa; 1972; Iám. XL é) 16 Mozia (jnecr.? -) 1151 ~VIII-VII? a. de J. C. (Bisi, 1966, Iám. V, 2)

17 Mozia ínecr. T. 7-19071 ? 600-575 a. de~~~ J.~ C.~ (Whitaker. 1921., ~~~-.fie 341 18 Mozia (L. ~rsione-l97lj 1381 VII-VI a. de J. C. usa, 197'3, Iám. XXXI'X, 2 a) 19 Mozia (L. Arsione-1971) 2351 625-575 a. de J. C. (Tusa. 1973, Ih.XXXIX. 2 bl 20 Mozia (L. Arsione-1971) 1361 625-575 a. de J. C. usa; 1973; Iám. XIX, 2j 21 Mozia (L. Arsione-1972-4) 2351 vrr-VI a. de J. C. (Tusa. 1978, Iám. LII, 2 a) 22 Mozia (L. Arsione-1972.4) 2361 VII.VI a. 8e J. C. (Tusa, 1978. lám. LII, 2 b) 23 Mozia (L. Arsione-1972-4) 1 VII-VI a. de J. C. (Tusa, 1978, Iám. LIII, 1) 24 Mozia (L. Arsione-19724) 5121 VII-VI a. de J. C. (Tusa, 1978, lám. LIII, 2) 25 (necr. T. 170-1953) 5351 600.550 a. de J. C. (Tamburello, 1968, fig. 8) 26 Ischia (Montano T. 195) 5121 725-700 a. de J. C. (Bisi, 1974, fig. 1, 1) Ischia (Montano T. 73) (Bisi, 1974, fig. 1, 2) Nora (necr. 1891-92) (Patroni, 1904, fig, 19) Bithia (necr. T. 17-1955) (Pesce. 1968, fig. 19, der.) Bithia (necr. T. 17-1955) (Pesce, 1968, fig. 19, izq.) Bithia (necr. T. ?-1933) (Pesce, 1968, fig. 7 c) Bithia (necr. T. 1-1974) (Bartoloni, 1981 a, fig. 1, 3) Bithia (necr. T. ? ? ) (Bartoloni, 1981 a, fig. 1, 5) ínecr ? ? ? 1 (Bartoloni. 1981 a. fie 1. 6) 35 Sulcis (neci. ? ? ? j 1 vrr-VI a. de J. C. i~artoloni;1981 a; fig. 1; 7j 36 (jnecr. ? ? ? ) 5425 VI a. de J. C. (Tore, 1980, fig. 4, 4)

Mediterráneo occidental

M. Madak (hab. casa M) (Vuillemot, 1965, fig. 54) (necr. ? ?) (Vuillemot, 1965, fig. 18, 18) Rachgoun (necr. ? ?) (Vuillemot, 1965. fig. 18, 19) Mogador (niv, IV) (Jodin, 1966, lám. XXXVII) Mogador (niv. IV) (Jodin. 1966. fie. 22 a) Chorreras (hab. 1973) (Gran, 1981,'fii 20, n,; 5318) - Chorreras (hab. 1973) (Gran. 1981. fie. 20. no 5319) Chorreras (hah. 1974) (~ubet-~ass-Schubirt,1975, fi- gura 10, n? 136) Chorreras (hab. 1974) (Aubet-Mass-Schubart, 1975, fi- gura 10, n.' 138) Toscanos (hab. E. 11-1964) (Schubart - Niemeyer - Pelli- cer, 1969, Iám. XVI. 533) Toscanos (hab.-i964) (Schubart - Niemever - Peili- cer, 1969, Iám. XVI, 1290) Toscanos (hab. E. 1Vc-1964) (Schubart - Niemeyer - Pelli- cer, 1969. Iám. XVI, 1113) Carmona ( ? ? (Aubet, 1976-8, fig. 7, n? 13) Cruz del Negro (necr.) (Aubet, 1976-8, fig. 7, n.O 14) M. Mezquitilla (hab. 1976) (Schubart, 1977, fig. 10, d) El Carambolo (P. Bajo) (Carriazo, 1969, Iám. XIV) Río Tinto (hab.) (Blázquez, 1975, fig. 90, 46) Crevillente (hab.-1977) (GonzáIez, 1979, fig. 174) Mas de Mussols (necr.) (Maluquer, 1969, fig. 2) Puig d'es Molins (necr.) (Ramon, 1983, n? 3) Puig d'es Molins (necr.) (Ramon, 1983, n.' 4)

Mediterráneo oriental (algunos ejeinplos) ' el3 Tiro (niv. urb. E. 111) 4121 740-700 a. de J. C (Maynor Bikai, 1978, Iám. V, 11) Tiro (niv. urb. E. 111) (Maynor Bikai, 1978, Iám. V. '31,, Tiro (niv. urb. E. 111) (Maynor Bikai, 1978, Iám. V, 10) (necr.) (Bisi, 1974, Iám. 1, 6) Byblos (necr.) (Bisi, 1974, lim. 1, 7) Akhziv (necr.) (Bisi, 1974. Iám. 1, 4) Akhziv (necr.) (Bisi, 1974, Iám. 11, 3) CUESTIONES DE C:O,MERCIO ARCAICO 27

2.4. Circuitos comerciales y presulztos via, 1976, págs. 35-44; Buchner-Boardman, centros de producción en el Medite- 1966, etc.), lo cual ha hecho pensar en una rráneo central y occidental. confluencia eretrio-fenicia en el asenta- miento sirio de Al-Mina como punto de Conociendo un poco el panorama glo- partida. Entonces un problema importan- bal de la colonización fenicia arcaica en te es decidir en qué medida las colonias los lugares que discutimos, y visto el pro- fenicias del Mediterráneo central intervi- blema general del material que nos inte- nieron en este flujo de objetos levantinos resa, creemos oportuno dividir, de forma hacia aguas del Tirreno. un tanto artificial, el proceso en dos eta- Si las piezas, encontradas en Ischia que pas. Una teniendo aproximadamente el antes enumeramos hacen pensar en un 650 a. de J. C. como fecha ante quem y la tráfico ajeno a Mozia o Cartago, otros, tal segunda con esta misma como tope post vez escarabeos egipcios y, sobre todo, un quem. El análisis de ambas es por igual jarro de boca de seta con barniz rojo en complejo. el cuello y disco (Bisi, 1966, lám. V, 2) de 2.4.1. La facies antrgua (c. 750-6.50 an- una tumba pitecusana de hacia el 700 an- tes de Jesucristo). - Seguramente cabe tes de Jesucristo (con multitud de para- aislar, en cierta medida, el panorama de lelos idénticos en la necrópolis arcaica de Ischia e Italia central y respectivamente Mozia y las de Birsa o Juno, en Cartago) los de centros como Mozia-Cartago y los sólo dejan dos opciones: o este tráfico del extremo occidente ibérico. Un aspecto partía independientemente desde el pró- en común seria su vinculación evidente ximo oriente hacia Mozia, Cartago e Is- con corrientes comerciales de raíz orien- chia o bien antes de llegar a la isla del Ti- tal, cuyo aspecto parece scr, a la luz de rreno pasaba por las mencionadas colonias los úitimos argumentos, más complejo de fenicias, todo en teoría es posible. Cabe lo previsto (Culican, 1970 b; Bisi, 1978). añadir que en Mozia tenemos, tal vez, los El problema de los lekitos aribalísticos más parecidos paralelos (n." 16). Resulta fenicios de Ischia (núms. 26 y 27) y, por evidente que esta ciudad, al menos en par- extensión, de un ejemplar de Pontecagna- te, estuvo afectada por un comercio se- no (Agostino, 1977, lám. XXX c), en Cam- mejante al que IIegó a Italia central. pania, es interesante en relación al con- En cuanto a Cartago, cabe decir que texto aorientalizante. de la segunda mi- nada idéntico se conoce, pero ello puede tad del siglo vrrr, donde se insertan. Es ser perfectamente debido a la deficiencia lo más seguro que se trate de material en el estudio de los horizontes antiguos de oriental, atendiendo el resto del conjunto esta ciudad, a pesar de haberse excavad2 ischitano; Jarro de boca de seta, con de- multitud de tumbas muy arcaicas y los coración plástica en el cuello, ánforas de niveles contemporáneos del tophet. Por su tipo sirio-palestino, escarabeos egiptizan- parte, Cerdeña, de no ser por la urna es- tes y del grupo sirio-anatolio «del tocador tamnoide y la tapadera eubeo-occidentales de lira. (Culican, 1970 b, pág. 34; Bisi, (720-700 a. de J. C.) del thopet de 1978, pág. 15) insertos en un contexto do- (Tronchetti, 1979), no habiéndose localiza- minado por cerámica eubea e imitaciones do, de momento, sino poquísimos datos pitecusanas y otras griegas tardo-geomé- anteriores al 650, parecería una zona com- tricas (Buchner, 1966, págs. 5-12; De Sal- pletamente marginal, bien entendido que nada aporta en relación al tema que tra- Para las botellas en sí, Cartago pade- tamos. ce el problema ya citado; Mozia tiene, por Si pasamos al extremo occidente, vere- su parte, algunos materiales de cierto pa- mos una notable similitud entre el mate- recido, aunque no puede descartarse, no rial de Chorreras (núms. 42-43 y 49) y el conociendo con exactitud su cronología, de Carmona y ~osiblementetambién de que se trate de piezas ligeramente más Morro de Mezquitilla y Los Toscanos tardías (n." 24, etc.). Ahora bien, acep- (aunque el material de momento publica- tado el enlace oriente-occidente (Culican, do es demasiado fragmentario, bien que 1970 b, pág. 28), cabe admitir también que prueba la difusión de esta familia de am- una serie de contactos, cuya importancia pollas en las colonias fenicias del sur ibé- resta a evaluar, existieron entre Mozia y rico poco antes o después del 700 a. de Cartago con el área del Estrecho de Cádiz, Jesucristo). Son tipos que en el área fe- de los cuales, por ejemplo, los vasos de nicia levantina están documentados, como alabastro del cementerio de Juno (Cintas, en Tiro (núms. 58-60). El problema del 1970, lám. XVIII), jarros con el cuerpo lugar de Fabricación de estas piezas es completamente barnizado de rojo' de esta interesante, porque igualmente existe en necrópolis, así como en Mozia (Cintas, este ámbito del oeste un flujo de comer- 1969, n." 49; Tusa, 1972, tumbas 15, 25, y cio oriental definido, aparte de otros ma- 1978, tumbas 81, 91, 98, 106, etc.) o gran- teriales, por escarabeos y alabastros egip des platos decorados con esta misma téc- cios, seguramente cerámica de barniz rojo, nim2 tanto en la ciudad africana como morteros de piedra, etc. La posibilidad de en la siciliana (Tusa, 1972, lám. XL, aba- que las botellas de perfume encontradas jo, centro, y 1978, tumba 110) y ánforas aquí sean orientales es notoria, aunque, fenicio-occidentales3 tipo Vuillemot R-1, ciertamente, no pueden descartarse las también en la tumba 170 de Mozia (Cias- versiones occidentales en medida indeter- ca, 1979, lám. LXXIII, 7) y, al menos dos minada. Entonces otro problema de im- piezas en Cartago (Ramón, 1981, pág. 40), portancia, aceptando la primera de las po- etcétera, son buenos exponentes. sibilidades, sería el de determinar grosso Por otra parte, la presencia de cerá- modo su circuito de extremo a extremo mica griega tardogeométrica, seguramente del Mediterráneo, excepto que se opte por eubeo-occidental en los Toscanos ha he- una línea directa (poco de acuerdo, en cho suponer a sus excavadores que (Nie- realidad, con las técnicas de la navegación meyer, 1979, pág. 244) «...contactos muy antigua). reiterados ligaban a la factoría fenicia de

1. Frente a multitud de oinochois de los siglos VIII-VII a. de J. C. con barniz rojo únicamente en la boca Y parte superior del cuello, piezas de boca de seta y trifoliada, exhumados tanto en Mozia como en Cartago, la presencia de jarros de l? misma tipolagfa, pero con el cuerpo totalmente tratado con dicho barniz, plantea el importante problema de su procedencia, que puede ser, en algunos casas, oriental, pero que tambidn con mucha mayor verosimilitud puede buscarse en el extremo occidente, donde esto sistema aparece

Fig. 3. - Frascos fenicios de aceite perfumado. Las piezas señaladas can un punto negro están reducidas a una escala aproximada Toscanos con el horizonte griego orienta- 550 a. de J. C., nuevos centros, antes indo- lizante., ello abriría, teóricamente, la PO- cumentado~en el sentido de las ampollas sibilidad a la llegada de las botellas de fenicias, irrumpen en escena por todo el perfume al sur ibérico a través de Ischia y Mediterráneo central y occidental desde el Tirreno, cuestión que según ciertas opi- Túnez y Sicilia hasta Cerdeña, desde Rach- niones estaría más o menos en consonan- goun en Argel hasta Mogador en el Ma* cia con la transmisión de las ánforas áti- rruecos atlántico y desde hasta Ca- cas o pseudoáticas SOS, como es bien sa- taluña. bido igualmente significativas en el sur He aquí un hecho importante en el ibérico. Sin embargo, y en la medida que cual caben las siguientes explicaciones : en Cartago o Mozia también parece haber - O en el mismo período lugares como cerámicas de inspiración eubea, que en el sur de España, Sicilia! Cerdeña y Car- Mozia (Guzzo, 1980, págs. 255 y 262) si tago fabrican, respectivamente, ampollas existen ánforas SOS, mientras que el ar- de tipos casi idénticos para su propio uso gumento ex silentio de Cartago ha sido, o exportación restringida en sus inmedia- sin duda, super valorad^;^ resulta obvio, tas esferas de acción comercial. con todo lo enumerado, que si los lekitos ,- - O lgs centros productores de estos aribalisticos fenicios del sur de España Ile- recipientes fueron sólo unos en concreto garon del levante fenicio pasarían, al me- expandiéndolos, sea del Mediterráneo OC- nos en parte, por las ciudades fenicio-pú- cidental al central, o viceversa, y asistimos nicas del Mediterráneo central. entonces a un fenómeno comercial de in- En cuanto a otras botellas de perfu- dudable extensión, si no cuantitativa, si al me anteriores al 650 a. de J. C., es intere- menos espacial. Darianse entonces las po- sante la pieza de la tumba 1 de Juno (nú- sibilidades siguientes: Que estos centros mero 1) de fondo ojival que seguramente formaran parte de Túnez, de Sicilia o de encuentra similares en Mozia y tal vez en Cerdeña o del extremo occidente. 0, final- el extremo occidente, como toscanos (nú- mente, que existiera una cierta repartición mero 46) o Morro de Mezquitilla (n." 51). en los talleres, sin que ello excluyera un Existen modelos parecidos, por ejemplo determinado comercio a larga distancia. en Byblos (n." 62), {pero ya pudieron ser objetos de fabricación colonial? A ello se Veamos un poco la perspectiva actual puede hacer extensivo el caso de botellas respecto a cada uno de los presuntos cen- como la de Malta (n." 7) de base anular, tros. sin que conozcamos suficientemente el El caso de Cartago resulta un poco de- problema de estos ejemplares de época cepcionante: Una pieza de Juno (n? 2) y media. otra fragmentaria de Dermech (n." 3) no 2.4.2. La facies reciente. - A partir anteriores a un siglo VI bien entrado, cons- de un momento más o menos avanzado tituyendo, desde luego, un porcentaje real- $e la segunda mitad del siglo VII a. de mente bajo, al que cabe añadir una pieza Jesucristo y continuando hasta el 575 ó fuera de contexto (nP 4) y unas pocas más

4. No conocemos ningún comentario fenicio del Mediterráneo central u occidental que liaya proporeio- nado áliforas SOS, y este detalle parece haber pasado desapercibido. En este sentida el panorama de las nccr6- polis cartxginosas es exactamente idCntico al de los cementerios del extremo accidente, donde es igualmente un tipo de material inexistente. Dudanios mucho que cuando'se excaveii en extensión niveles urbanas cartar gineses de háhitat y almacenes puede seguirsc hablando de ausencia de ánlorac SOS. CUESTIONES DE COMERCIO ARCAICO 31 guardadas en las reservas del Museo Na- Con sólo dos pieaas conocidas el pa- cional del Bardoi que, por el resto, no al- norama de Utica (n."", 6) es aún más dra- teran demasiado el panorama. Un hecho mático que el de Cartago y, por razón evidente es que estas ampollas no cons- idéntica nuestra opinión la misma. tituyeron un elemento ~~característico~~delMozia, por su parte, tiene un cierto ajuar funerario arcaico de Cartago, al con- volumen de frascos de esta fase (bien en- trario de lo que sucedió con otros vasos tendido que un cierto porcentaje, en rea- de perfumes como los arybaloi y alabas- lidad mal datado, puede ser más antiguo, trones corintios y etrusco-corintios encon- de la primera fase) que, a pesar de repre- trados profusamente en los cementerios sentar bastante bien dicho tipo en el cen- de Birsa, Douimés Dermech, etc. Quedan tro siciliano en cuestión (especialmente por excavar, como ya hemos mencionado, números 11 a 16 y 17 a 23). tampoco cons- los niveles urbanos arcaicos de esta ciu- tituye más que un conjunto inclusobajo dad, antes de manifestarse de fonna de- en relación a otras importaciones como finitiva sobre el papel de Cartago en cuan- las corintias. De otro lado, ya hemos se- to a los objetos que comentamos. En caso ñalado la opinión de A. Ciasca (supra de ser material importado, ¿de dónde pro- 2.1.) sobre la procedencia no moziense de cederían las ampollas de Cartago? estas botellas, aunque, evidentemente, el En este momento las relaciones con caso precisa de un análisis más minucio- Mozia eran sin duda importantes, según so. En cuanto a comercio, el caso de Mo- se desprende de los comunes cuadros de zia es un tanto similar a Cartago, con importaciones, ánforas, cerámica corintia, mucho material corintio, tambien vasos buchero, etc., y con Cerdeña, aunque tal de buchero etrusco, ánforas fenicio-orien- vez no sean tan intensas como con Sici- tales,7 etc., que ligan este centro fenicio- lia, si debieron ser importantes aparte de siciliano a un tráfico colonial pimariou algunas cerámicas púnicas de la primera (Vallet. 1958, pág. 87) a Cartago, y Sin mitad del siglo VI, que pudieron llegar a duda también a los centros fenicios de Cerdeña desde Cartag~,~queda el proble- Cerdeña, antes de la ingerencia político- ma del circuito de la cerámica de proce- militar de Cartago en esta isla. dencia etrusca que afecta ambos sectores A Palermo, con un solo ejemplar que (Gras, 1974). debe datar de finales del siglo vi1 o pri- Hasta contar con pruebas definitivas mer tercio del siglo VI a. de J. C. hacemos no debe descartarse totalmente un even- extensivo lo dicho, por ejemplo para Vti- tual protagonismo de Cartago en cuanto ca (n." 25). a la producción-exportación de los cita- Cerdeña es, sin duda, de todas las áreas dos recipientes; pero de seguir con un tratadas y por tratar, la que ofrece uno panorama semejante al de ahora, está in- de los cuadros más consistentes a efectos justificado todo <(cartago-centrismo>>en del tema que analizamos. Sus necrópolis este sentido. de incinerantes de los últimos decenios

5. A las cuales cabría añadir dos piezas que actualmente se hallari expuestas junto con material de Mogador, producto de intercambio actual (Bekkari, 1971, 16m. IV, arriba). 6. Por ejemplo urnas de dos asas con una banda de pintura tipo Cintas 234 encontradas en las necró- polis de Paiii Loriga y (en el museo nacional de ) idénticas a las encontradas en Cartago y posible objeto de iniportación. 7. Cf. Ciasca, 1978, not. 38. del siglo vrr y primera mitad del siglo vi tor de estas ampollas a tener en conside- antes de Jesucristo (Bartoloni, 1981) han ración. proporcionado un número de ejemplares Bithia es otro de los centros fenicios francamente superior a lo que hemos vis- de Cerdeña bien documentado en cuanto to en otros lugares del Mediterráneo cen- a este tipo de materiales (11.~29-32).Por ~ral,como Cartago o Sicilia. A las ampo- otra parte, conocedores del ámbito como 4las catalogadas antes cabe añadir otra Pesce (1968, pág. 235) consideran estas se- serie que cuando menos triplica esta can- ries arcaicas como producción local. Fue- tidads y al mismo tiempo añade un nota- ron hallados en las sepulturas de incine- ble rasgo de

8. Agradecemos al Prof. F. Barreca, superintendente arqueológico de las provincias de Cagliari y Oris- tano, y al Dr. G. Tole su amabilidad al facilitarnos informacibn inédita sobre este tcma y permitirnos examinar materiales inhditos. Fig, 4. - Frascos fenicios de aceite perfumado. Las piezas señaladas con un punto negro eitbn reducidas a una escala aproximada 3 dad productora-exportadora sarda de fras- (Schubart-Niemeyer, 1976), quedando por cos de perfume, aparte de los datos po- determinar su verdadero porcentaje y na- sitivos mencionados, es la falta de otros turaleza en los coiltemporáneos niveles centros que definieran esta isla sencilla- de hábitat, como Morro de Mezquitilla, mente como .buena compradora,, del pro- donde los ejemplos de momento publica- ducto en cuestión. Realmente, si el aná- dos no son demasiado significativos. lisis realizado de la situación no es erró- Rachgoun en Orán, tanto en el hábitat neo, éste apunta mucho más de Cerdeña como en la «necrópolis del Faro. (Vuille- a Cartago o Sicilia que no viceversa, bien mot, 1965, págs. 68, 114 y 120), ha propor- entendido que ello no implica que los ar- cionado material fragmentario de este madores y buques que realizaban el trans- tipo sin que su importancia cuantitativa porte no fueran, en realidad, cartagine- parezca notable, allí donde las posibili- ses o mozienses. dades de una producción local son muy Pasando ahora al Mediterráneo extre- remotas, si bien la publicación de este mo sudoccidental, el panorama es igual- material es muy insuficiente, igual que en mente complejo. Es evidente que estos Mersa Madak, donde tenemos contempo- recipientes tuvieron una cierta difusión ráneamente uno de estos ejemplares con- en la baja Andalucía y las costas opues- servado íntegro (n." 37). Parece evidente tas del Norte de Africa. En el sur de Es- que estos centros fenicio-arcaicos de Orán paña, aunque a la espera de conocer de- se abastecían de material cerámico habi- finitivamente los materiales de yacimien- tual en las ciudades o factorías del con- tos como Toscanos, Morro de Mezquitilla junto del extremo occidente. y otros, cabe señalar que no se encuen- Pasando a Marruecos, el material de tran en necrópolis como Jardín (Schu- Mogador puede ser, el día que se publi- bart, 1972), Frigiliana (Arribas-Wilkins, que exhaustivamente y con rigor una pie- 1971), Pont de Noy (Molina-Ruiz-Huertas, dra angular para la cronología, tipología 1982) y Villaricos (Astruc, 1951). cuya fe- y el comercio de estos recipientes de per- cha inicial parece ser el principio del si- fumes y no sólo en cuanto al Marruecos glo VI a. de J. C., momento álgido en cuan- atlántico, sino para todo el ámbito feni- to a los envases de perfume. Exceptuan- cio extremo-occidental, puesto que en do Río Tinto, donde tenemos dos ejem- este mercado se citan unos veinte ejem- plares (o." 53) fragmentarios, nada más plares (Jodin, 1966, págs. 141-143). Sin sabemos de la progresión de estos enva- embargo, los datos aprovechables publi- ses francamente insignificante hacia el cados son mínimos (n."-O y 41) y pare- interior andaluz, tal vez en relación a pre- cen evidenciar una naturaleza per se y a suntos problemas en la relación de los primera vista difícil de diferenciar de lo fenicios con el mundo tartéssico a partir que hemos visto en el Mediterráneo cen- de la segunda mitad del siglo ~IIa. de J. C. tral. Dicho esto, queda claro, puesto que (Arteaga, 1976-78, pág. 41), aunque un no cabe ninguna duda respecto a que los cierto flujo de materiales fenicios tal vez mercaderes de Mogador se aprovisiona- se mantuvo. En las mismas colonias ma- ban en ciudades fenicias del circulo del rítimas del sur ibérico se habrá observa- Estrecho,), fuera , Cádiz u otras, do que tampoco existe el tipo de objetos cuál es el gran problema: saber si los aquí tratados, por ejemplo en Trayamar frascos de perfume eran, en general, fa- CUESTIONES DE COMERCIO ARCAICO 35

Fig. 5. - Frascos fenicios de aceite yerfuniado. Las pieias señaladas con un pitrito iiegi-o estiii reducidas a una escala aproximada. bricados en el mismo conjunto colonial sus caras externas. Nada impide que se del extremo occidente o simplemente im- trate de material importado de Cerdeña portados alli, y, en parte, reembarcados y, al menos en una parte considerable, fa- hacia el Atlántico o en distinta dirección. bricado en los mismos talleres sardo-feni- Caben en teoría las posibilidades mencio- cios, entre los cuales remarcariamos los nadas al principio de este apartado, pero de Tharros. mejor que apostar por una de ellas, es A nivel histórico comercial la trascen- mejor esperar nuevas investigaciones en dencia sería mayor de lo que en principio este sentido. Sin embargo, la posibilidad pudiera parecer, ya que con Ibiza esta- de que procedentes del Mediterráneo cen- mos en una colonia de indudable proyec- tral, tal vez Cerdeña, llegaran botellas de ción y raíz fenicio-occidental (Ramón, este tipo, a partir de los últimos decenios 1981, págs. 34-35; 1981 y 1982, págs. 21-23) del siglo VII a. de J. C., deberá ser valo- en la órbita de una expansión comercial rada en el futuro, y ello podría enlazar de las colonias del extremo occidente, tal con la cuestión de Ibiza, que a continua- vez por los problemas tartésicos rnencio- ción pasamos a analizar. nados, hacia el Lenguadoc occidental Ibiza aparece a finales del siglo vrr y francés y las intermedias costas ibéricas primera mitad del siglo VI a. de J. C. orientales y la cuestión de las relaciones como un claro centro importador-redistri- que pudieran haber tenido con otros buidor de estos frascos para aceite perfu- asentamientos fenicios del Mediterráneo mado. El material alli encontrado y que central interesa desde muchos puntos de conocemos bien? casi una decena de pie- vista. zas, todas ellas inéditas, excepto las dos De entrada parece evidente la simili- que presentamos en este trabajo (&"Y6 tud, en algunos aspectos, entre los cemen- y 57) y tratamos en otro estudio (Ramón, terios arcaicos del Puig d'es Molins (Ra- 1983), procedentes todas de la necrópo- món, 1981 b) y otros sardos, como Pani lis arcaica de incineraciones del Puig Loriga (Tore, 1975), Bithia (Pesce, 1968), d'es Molins (Ramón, 1981 b), presenta seguramente Tharros (Bartoloni, 1981). una gran simiiitud con lo encontrado en etcétera, por citar sólo los mejores docu- Cerdeña tanto desde un punto de vista ti- mentados, donde elementos comunes son pológico como en cuanto a la composi- las incineraciones en pequeños huecos ca- ción de la pasta. Esta última, ajena vados en la roca, en forma de pequeñas a la producción protoebusitana (Ramón, fosas o agujeros ovales o redondos, a 1981 c, pág. 1641, puede ser o relativa- veces en cistas, conteniendo incineracio- mente blanda, con cal, puntos rojos y nes, también pequeñas ollas globulares partículas férricas, etc., o con finísima con una asa fabricadas a mana (Ramón, arenilla de cuarzo, conteniendo también 1981 b, fig. 6, n." 3; Pesce, 1968, fig. 19) y, hierro, mica muy fina y presentando lige- por supuesto, las botellas de perfume que ras pátinas blancuzcas o amarillentas en tanto en Puig d'es Molins como en algu-

9. Salvo alguna excepción, proceden de la campaña de J. M.& Míiiiá y han sido n~encionadascii alguiias ocasiones (Tarradell-Font, 1975, pig. 164). Las das nuevas piezas que figuran aqui proceden con seguridad de esta necrópolis. La número 57 de la Vía Romana y la número 56 de las abras para la construcción de la &Cliiiica Vil&st),en pleno sector arcaico rnencioliado eii el texto. Esta Última, antes de ser limpiada, estaba cubierta por una capa de tierra negra, con absoluta seguridad, objeto de una tunibu de incineración. Actualinente ectáii ce manos de particulares de Ibiza. CUESTIONES DE COMERCIO ARCAICO 37 nos cementerios sardo-fenicios pueden esta manera, si ello es cierto, se estable- considerarselo como elementos .típicos cería un tráfico que uniría Ibiza con Cer- del ritual funerario arcaicon, si bien cabe deña, registrándose un intercambio de no olvidar, de todas formas, que en el materiales, como los frascos de perfume Puig d'es Molins otros muchos elementos, de Ibiza, asi como culturales. Cabe decir tanto cerárnicos como formales (incinera- que el buchero y etrusco-corintio encon- ciones en jarras-urnas), etc., definen di- trado en el sur de España (Toscanos, cha necrópolis como típicamente fenicio- Güadalorce, Villaricos) ciertamente no occidental, como Rachgoun o Frigiliana. prueba ninguna proyección sistemática Así, pues, admitir que las ampollas de tirrena hacia esta zona (Morel, 1981, pági- Ibiza provengan de Cerdeña equivale a na 471), pero por algún conducto debió admitir una serie de relaciones del círcu- llegar. lo fenicio del extremo occidente con dicha La mayoría de autores, entendiendo isla, al menos en parte, a través de Ibiza, que el material corintio es insignificativo cosa que ya se ha venido postulando en en el sur de España, han descartado, se- los últimos tiempos (Gras, 1974, pág. 129). guramente con acierto, los puntos de Mo- En todo caso resulta obvio que dicha ex- zia o Cartago para su reembarque, atribu- pansión comercial de los centros fenicios yéndose a Cerdeña tal papel, el problema extremo-occidentales hacia el norte, desde habia sido no encontrar buchero en Ibiza Ibiza, podía ramificarse en dos direccio- (Bartoloni, 1981, pág. 60). Pero cabe acla- nes. Una hacia Cataluña, Golfo de León y rar, de un lado, que la facies arcaica de posiblemente Lenguadoc occidental (Ar- Ibiza no es aún suficientemente conocida teaga-Padró-Sanmartí, 1978) y otra hacia como para aceptar la actual ausencia de Cerdeña, todo ello en las postrimerías del buchero como premisa definitiva y, de siglo VII y primeros decenios del siglo VI otro, que del Puig d'es Molins procede un antes de J. C. arybalo piriforme (Ramón, 1983) de imi- En efecto, si estos fenicios del extre- tación corintia llegado del Mediterrkneo mo oeste mediterráneo buscaban algunos central y que, en cierto modo, vendría productos, entre los cuales se ha remar- a paliar dicho vacío. En definitiva, es cado siempre el estaño, sin que ello tenga muy posible que desde el extremo occi- por qué excluir otros, en la primera de dente se embarcaran productos, a través las zonas citadas, lacaso un contacto con dc Ibiza, hacia Cerdeña y a cambio tra- Cerdeña no podia complementar dicha jeran de regreso objetos como las bote- prospección económica? Resulta lógico llas de perfume o alguna cerámica de fa- en la medida que, entre otros factores, la bricación o transmisión etrusca, acompa- relación comercial de Cerdeña con los ñando seguramente materiales más im- etruscos (Gras, 1974 y 1973-1974) que te- portantes y perecederos o transformables. nían contemporáneamente su mercado Se preguntarán qué ofrecían a cambio precisamente en el Lenguadoc oriental, desde el extremo occidente, porque es fue intensa y firmemente demostrada. De cierto que no son detectables en Cerdeña

O En efecto resulta curioso observar como en el Puig d'es hlolii,s, aparte de estas botellas, otros ele- mentos cerAmicos que completarían los ajuares de las incineraciones son muy escasos, aunque su mayor tamaño pudo haberlas convertido inás fácilniente en victirnas do las fases de enterrarnientos posteriores (sobre la sccuciicia s~pulcraidel Poig d'es Molins (cf. Ra:nún, 1978, págs. 80-83). cerámicas de este momento de fabrica- donde (Ramón, 1981 b, págs. 30-31, y ción en centros fenicios de más al oeste. 1982, págs. 24-26) nada delata una mano Pero pudo muy bien ser plata, que en cartaginesa sino es a partir de este mo- cuanto a joyas caracteriza la facies ccpre- mento (Ramón, 1981 c, págs. 169) y pre- cartaginesan de necrópolis como Pani Lo- via una fase de crisis comercial. En cuan- riga (Tore, 1975, pág. 370), Tharros y Bi- to a la vía que habíamos aludido antes, la thia (Bartoloni, 1981 b, pág. 94), igual que fachada mediterránea ibérica hasta Cata- otras occidentales, como Rachgoun (Vui- luña o más arriba, es evidente que algu- Ilemot, 1965, fig. 28), y seguramente Ibiza. nos de los frascos de perfume eiicontra- He aqui un buen motivo para impul- dos en este ámbito (n."" 54-55) responden sar la intervención cartaginesa de la se- a la redistribución ebusitana de estos ob- gunda mitad del siglo VI a. de J. C. no jetos, como ya hemos señalado (Tarra- sólo hacia Cerdeña, sino como prolonga- dell-Font, 1975, pág. 154) en otras oca- ción del circuito, también Ibiza o más allá, siones.

ADENDA

Mecanografiado este trabajo, han apa- riales de las campañas sobre este yaci- recido algunas nuevas obras que, en par- miento que aún permanecen inéditas, aun- te o en su totalidad, tocan temas fenicio- que no creemos que vayan a alterar de- arcaicos, y cuyo eventual interés en rela- masiado el panorama descrito. ción a lo que nosotros hemos tratado debe b) La publicación del symposium de constar: Colonia sobre colonización fenicia (HANS a) La publicación definitiva de la G. NIEMEYER,Phonizier im western, en campaña de 1971 en el yacimiento mala- Die Beitrüge des Internationalen Sympo- gueño de Los Toscanos (GERTAMAASS-LIN- siums über. Die phonizische Expansion im DEMANN,Toscanos. Die Westphonikische westlichen Mittelmeerraum in Koln, April niederlassung an der mündung des río Vé- 1979, Madrider Beitriige, t. 8, Mainz am fez. Lieferung 3: Grabungskampagne 1971 Rhein 1982), donde se vuelve al tema de und die importdatiere westphonikische la presencia de materiales fenicios en Pi- grabkeramik des 7.16. Jhs. V. Chr, Madri- tecoussa en la 2." mitad del siglo ~IIIan- der Forschungen, t. 6, Berlín, 1982). En tes de J. C. (GIORGI~BUCHNER, Die Bezie- relación a los frascos de perfume es sufi- hungen zwischen der euboischen Kolonie cientemente explícito el dato de que en- Pithekoussai auf der Insel Ischia un dem tre casi 900 piezas inventariadas en dicha nordwestsemitischen Mittelmeerraum in campaña únicamente una parece corres- der meiten Hülfte des 8. Jhs. v. Chr.). ponder al cuello de uno de dichos frascos Aparte de las series ya publicadas, des- (inv. To. 71, n." 458, Iám. 13), que, por su taca la presencia de un buen lote de ob- factura, parece ser idéntico a uno de Cho- jetos de cerámica de mesa de barniz rojo rreras (11." 43). otro de Tiro (n." 58). et- fenicia, así como otras ánforas de trans- cétera. Ello confirma en líneas generales porte, tipo Vuillemot R-1, y otras feni- lo indicado aqui. Cabrá esperar, de todas cias, seguramente de procedencia orien- formas, la edición completa de los mate- tal, abriéndose la posibilidad de importa- CUESTIONES DE COMERCIO ARCAICO 39 *r ciones de objetos fenicios del extremo oc- cavaciones de la Misión Francesa en la cidente en Ischia en esta época tan anti- Colina de Birsa (SERCELANCEL y otros, gua, además esta visión vendría reforza- cd3yrsa,, 1 y 11) ha evidenciado como de da por la presencia allí de una fíbula << tar- 28 tumbas excavadas en dicho cerro, mu- tésica. de doble resorte. Sin embargo, y chas dc las cuales son anteriores a la mi- como ya hcrnos apuntado en el texto, nada tad del siglo 1111 a. de J. C. y las restantes, permite pensar en una ruta fenicia entre de la segunda parte de dicha centuria, ni el extremo occidente y Pitecoussa ajena una sola de ellas ha proporcionado nin- a ciertas ciudades fenicias de Túnez y Si- guna de estas ampollas, reforzando lo que cilia. en el texto hemos opinado sobre esta C) La publicacióri rigurosa de las ex- cuestión en Cartago.

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