Los Unos En Los Otros. Reflexiones Sobre La Identidad Y La Otredad En Los Estudios Sobre El Pasado
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Los unos en los otros. Reflexiones sobre la identidad y la otredad en los estudios sobre el pasado Pablo Cruz* De manera general e independientemente del área o período de estudio, la identificación e individualización de culturas, etnias, grupos y otras configuraciones sociales representa un enorme desafío tanto para arqueólogos como para historiadores que intentan reconstruir y comprender los procesos sociales e históricos que llevaron a conformarlas. Pero la tarea se vuelve aún más complicada cuando se trata de identidades móviles, permeables y ambiguas, tal como parecer ser el caso de los Andes y tierras-bajas del continente. Palabras claves: identidad, otredad, dinámicas culturales. The Ones Within the Others: Identity and Otherness in Past Research Independent of the region or time period of study, the identification and individualization of cultures, ethnicities, and other similar social configurations presents perhaps the most significant challenge to archeologists and histo- rians working to reconstruct and study the historical formation of these categories of identity. However, this work becomes even more difficult when the object of study deals includes mobile, permeable, and ambiguous categories of identity, as is the case in the Andes and the lowlands of South America. Key Words: Identity, Otherness, applied genetics, cultural dynamics. Introducción y problema turas. La identificación y la distinción entre los “unos” y los “otros” no es sólo un punto El título que anuncia este trabajo debe de vista, ellas relevan un problema de fondo entenderse en su doble naturaleza cultu- para todas aquellas disciplinas que se abocan ral y biológica; se refiere tanto a la fluidez al estudio del pasado humano. Con bastante con la que las entidades culturales se mani- frecuencia, los arqueólogos e historiadores fiestan, como a la dinámica reproductora y caemos en la tentación de adscribir muy rá- “mezcla de sangre” dada entre individuos pidamente nuestros objetos de estudio den- pertenecientes a diferentes pueblos y/o cul- tro de determinadas identidades. Estas iden- tidades, “los unos”, se definen en contraste, * CONICET, Instituto Interdisciplinario Tilcara, y en ocasiones por oposición a los “otros”, FFyL-UBA. Argentina. Investigador adscrito al de acuerdo con los esquemas clasificatorios Instituto de Investigaciones Antropológicas y Ar- y tipológicos que estructuran nuestro pro- queológicas IIAA – UMSA. E-mail: saxrapablo@ gmail.com pio pensamiento, y que consideramos como Textos Antropológicos, 2017, Volumen 18, Número 1, 109-122pp. Carreras de Antropología y Arqueología - IIAA, Universidad Mayor de San Andrés, La Paz 110 Textos Antropológicos Vol. 18 / Nº 1 universales. En muchos casos, tales adscrip- una determinada identidad de un territorio ciones derivan del vasto repertorio de etnó- y/o viceversa. Pero no se trata aquí tanto de nimos brindados por las fuentes históricas. Y cuestionar nuestros sistemas clasificatorios en aquellas situaciones en que no se cuenta sino de reflexionar sobre las implicancias y con ningún marco referencial, tal el caso de distorsiones que pueden generarse en las ca- muchas sociedades prehispánicas, se procede tegorizaciones identitarias que construimos a la construcción de una determinada iden- arbitrariamente. De manera significativa, tidad, la mayor parte del tiempo relacionada estas construcciones se muestran más evi- con una territorialidad definida. Desde hace dentes en la categorización y clasificación de algunas décadas, la pulsión por otorgar un sociedades sedentarias, y no tanto cuando se nombre y una identidad a nuestros objetos refieren a aquellas sociedades identificadas de estudios, y la necesidad de diferenciar cer- como “arcaicas”, las cuales son caracterizadas teramente los “unos” de los “otros”, alcanzó por su alta movilidad y supra-territorialidad. una nueva dimensión gracias a la decodifica- De suerte que las adscripciones identitarias ción del ADN humano y el desarrollo de los parecen estar de alguna manera relacionadas estudios de genética poblacional. No obstan- con la permanencia de una determinada con- te, como lo trataremos a continuación, mu- figuración social dentro de un mismo terri- chos de los cimientos de tales adscripciones torio, probablemente en oposición a la movi- se encuentran todavía muy frágiles, restrin- lidad que individualiza a los grupos arcaicos. giendo nuestro campo investigación y con- También interviene en estas construcciones, duciéndonos aun sobre resultados inciertos. aunque de forma tácita –a diferencia de lo que sucede en el Viejo Mundo-, la discri- Buscando un nombre para el minación entre sociedades “prehistóricas”, pasado: identidad y territorio. “protohistóricas” e “históricas”. En la pri- mera, la relación con el territorio se muestra La necesidad de otorgar un nombre y ads- de manera más explícita, tomando en mu- cribir un territorio a nuestros objetos de chos casos el nombre del lugar donde ellas estudio es ciertamente un reflejo de mues- se manifiestan o el nombre de “la” o “las” tra propias limitaciones en comprender áreas nucleares con las cuales se relacionan: los procesos sociales -y las configuraciones p.e. Viscachani, Tupuraya, Mojocoya, Tiwa- sociales involucradas en ellos-, fuera de las naku, Puqui, etc. En las dos restantes, trátese premisas de los marcos hiper-culturalistas de tiempos prehispánicos o de contacto, las (sensu Tylor 1871; Morgan 1877). A pesar de categorizaciones parecen encontrar su prin- los intensos debates teóricos que acompaña- cipal inspiración en los etnónimos brindados ron en las últimas décadas el desarrollo de por los documentos históricos, los cuales se la arqueología y de la historia, la tipología y relacionan a su vez con jurisdicciones terri- la ecuación cultura-lengua-territorio, cuyas toriales definidas: p.e. Pacajes, Colla, Qui- consecuencias nefastas son ampliamente co- llacas, Chichas, Yampara, etc. Asimismo, la nocidas (p.e. bajo el régimen nazi), continúa gravitación e implicancias teóricas de estas al orden del día. Dentro de nuestros propios distinciones se acentúa en las propias crono- sistemas clasificatorios es evidente que abor- logías, las cuales se plasman en la generaliza- dar nuestras investigaciones desde la abstrac- ción de una ecuación donde a mayor profun- ción, o, por ejemplo, denominando nuestros didad temporal mayor permanencia cultural; objetos de estudios como grupo “X”, “1” o y en efecto, no resulta lo mismo referirse “VI”, resultaría una tarea no sólo compli- sobre “cultura” San Francisco como una fase cada, sino que probablemente inútil. Más temporal de más de 1.500 años, que sobre complicado nos sería aún el intentar disociar Aguada a lo largo de 800 años, que sobre Los unos en los otros. Reflexiones sobre Cruz la identidad y la otredad en los estudios sobre el pasado 111 los Qaraqara, Chichas y Omaguacas durante o grupo particular puede ser relativizada. Y 300 años. Sin embargo, trátese de 1.500, 800 es que, en efecto, 1) no todas las produccio- o 300 años, se trata de una misma mecánica nes materiales de una sociedad portan algún de cristalización temporal y territorial. sello distintivo de la misma, 2) configuracio- Pero este problema de fondo de la ar- nes sociales diferenciadas entre sí pueden queología se acentúa aún más al no poder su- producir una cultura material similar, 3) gru- perar la disciplina la “tiranía tipológica” (sen- pos o sectores pertenecientes a una misma su Gnecco y Langebaek 2006), y dentro de sociedad pueden marcar sus diferencias a ella, el marco de los fósiles directores (fossiles través de sus producciones materiales, y 4), directeurs) en la adscripción cultural -y por una sociedad puede albergar en su interior ende identitaria-, de las producciones huma- a miembros o grupos foráneos cuyas pro- nas. El problema es en gran medida tautoló- ducciones materiales continúan reflejando gico y concierne principalmente los estudios su pertenencia de origen. Podemos incluso sobre sociedades alfareras. Partiendo de una encontrar escenarios más complejos, como concepción de la cultura directamente deri- los no pocos casos conocidos en los Andes vada de la definición de Tylor (1871), gene- de pueblos de especialistas alfareros que pro- ralmente se considera que un determinado dujeron e intercambiaron vasijas, las cuales tipo de objeto, o ciertos rasgos morfológi- podían expresar sus propios estilos y diseños cos, estilísticos o iconográficos, constituyen distintivos, o bien, “el gusto” particular de indicadores de una determinada entidad o quienes las adquirían (p.e. Murra, 1983). configuración cultural, la cual se encuentra asociada con una territorialidad de manera ¿La identidad y la cultura en los genes? positiva (local), o por contraste (foráneo). La figura del fósil director alcanza su máxima Viniendo a llenar los silencios de las fuentes expresión desde el momento en que las ads- y del registro arqueológico, y consecuente- cripciones tipológicas y estilísticas adoptan el mente con sus múltiples aplicaciones en la mismo nombre de la “cultura” o del “grupo” sociedad, desde hace unos años la genética se estudiado, que con frecuencia resulta el mis- presenta como una herramienta indiscutible mo nombre del territorio donde se realizan en la identificación y/o corroboración de las los estudios: Tiwanaku, Santa María, Yura, identidades sociales que conforman nuestros Atacama, Pacajes, etc. Una vez establecidos, objetos de estudio. Trataremos a continua- estos fósiles directores no sólo son usados en ción algunos aspectos de este recurso, sus