Ensayo De Tipología De Las Construcciones Secundarias En Piedra Seca En Las Arribes Del Duero Salmantinas
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ENSAYO DE TIPOLOGÍA DE LAS CONSTRUCCIONES SECUNDARIAS EN PIEDRA SECA EN LAS ARRIBES DEL DUERO SALMANTINAS Pedro Javier Cruz Sánchez RESUMEN: La realización en el invierno de 2008/2009 de un inventario de arquitectura de carácter agro-pastoril en el Parque Natural de las Arribes de Duero salmantinas, nos ha dado pie a establecer una suerte de tipología constructiva que caracteriza a aquel espacio del NO salmantino. Estos tipos cuentan con una serie de variantes que mostramos en las páginas que siguen a continuación. PALABRAS CLAVE: Arribes del Duero salmantinas; arquitectura subsidiaria. Tipología constructiva. Chozos, chiviteros, arrimachos. 5 e concitan en Las Arribes del Duero salmantinas, una de las comarcas que mejor conserva su patrimonio arquitectónico tradicional1, una importante variedad de tipos Sconstructivos relacionados con la actividad agro-pastoril, los cuales son además muy numerosos. Aún cuando el grueso del catálogo que presentamos se centra en lo que hemos dado en llamar de una forma un poco genérica refugios de piedra (esto es, chozos, arrimaderos, pocilgas y chiviteros) no hemos olvidado, cuando nos han salido al paso, otros elementos que se encuentran indisolublemente asociados a aquellos como pueden ser pontones o pasiles, fuentes y charcas, cortinas y cierros, tenadas o molinos de rodezno. Tampoco toda una serie de construcciones situadas dentro de los cascos urbanos o en sus inmediaciones como los pajeros de la comarca de La Ramajería o los boíles del Abadengo, que entran a formar parte del paisaje paleo-económico del Parque Natural. Chozos, arrimaderos y chiqueros son los actores principales de ese paisaje antiguo, a veces fosilizado en hojas que han sobrevivido a los avatares del tiempo, el cual con su presencia nos está indicando viejas formas de construir, viejas prácticas agrarias o inveteradas costumbres arraigadas en las gentes de la región. Son estos tipos constructivos el objeto principal del trabajo que hemos llevado a cabo; aún cuando muestran unas características similares en todos los casos, de su análisis pormenorizado podemos obtener importantes datos acerca de su tipología, forma, función y cronología, hasta ahora poco considerados en la bibliografía científica. Este conocimiento de primera mano nos habrá de servir además a la hora de proponer tanto posibles propuestas de protección y puesta en valor de un tipo de bien que sufre las amenazas de los nuevos usos del suelo y sobre todo, de su desaparición motivada por el abandono del campo. Conscientes de este patrimonio cultural, en grave peligro de extinción, el Servicio Territorial de Cultura de la Junta de Castilla y León de Salamanca2 en colaboración con el Servicio de Medio Ambiente de la misma administración, gestor además del Parque Natural de Las Arribes de Duero, nos encargó en otoño de 2008 un catálogo de este tipo de construcciones secundarias, con el fin de contar con un instrumento de primera mano a la hora de llevar a cabo cualquier tipo de actuación sobre un vasto territorio que se encuentra en el NO de la provincia de Salamanca, justo en la frontera con la provincia de Zamora, al norte, y Portugal, al oeste. El inventario se llevó a cabo entre los meses de octubre y noviembre de 2008 y enero de 2009 y gracias al mismo se han catalogado tres centenares largos de construcciones de las cuales damos sucinta cuenta en las páginas que sigue a continuación. 1 Benito Martín, F. La arquitectura tradicional en Castilla y León, vol. 2: 732. Junta de Castilla y León. Valladolid. 2 En este sentido hemos de agradecer a Consuelo Escribano Velasco, arqueóloga entonces de dicho Servicio y a Francisco Bolaños, ingeniero del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León en Salamanca, todas las ayudas prestadas para la consecución de este trabajo. 6 Forma y función de las construcciones en piedra seca del NO salmantino. El objeto principal del trabajo que hemos efectuado son los refugios de piedra de Las Arribes del Duero salmantinas; es en el cobijo de personas, animales o enseres donde encuentran estas construcciones toda su razón de ser. Aún con todo este uso como refugio, innegable en el caso de los arrimaderos o arrimachos como también se les conoce, cabe ser puntualizado. Así las cosas, la función de estas construcciones es sustancialmente diferente si nos encontramos ante chozas localizadas en tierras de labor, olivares, almendrales y viñedos, ante construcciones levantadas en las zonas de monte o en las barreras que dan acceso a los ríos o las que se encuentran en las zonas abiertas de pasto y en los encinares de los espacios adehesados. La misión principal de estos tipos es la de proteger de las inclemencias del tiempo, bien sea de la lluvia bien de los vientos de poniente que son los predominantes en la comarca. Este hecho marca una de las primeras características de estas construcciones cual es la de situar sus puertas o espacios de acceso al este o sureste, rara vez al norte, a salvo por tanto del ábrego, que es el que trae las lluvias en la región. Se trata por otro lado, de refugios temporales para las personas, de ahí que se localicen en los espacios de trabajo de aquellos; encerrados en cortinas, bien adosados a ellas o exentos, o dispuestos en baldíos o zonas de monte alto, son espacio al abrigo del viento pero también del agua, como lo prueba que la mayor parte de los mismos se levanten directamente sobre pequeños resaltes rocosos, a salvo de eventuales corrientes de agua, tan frecuentes en épocas de lluvia en todo el oeste salmantino. A la par que refugios ocasionales, algunas de las chozas arribeñas han servido, según los diversos testimonios recogidos en la zona, como habitaciones temporales. Si bien la mayor parte de estas construcciones tienen unos diámetros interiores que no superan los 3 metros y que en su mayor parte se corresponden con auténticos refugios, existen algunas que exceden estas dimensiones –la choza que hemos catalogado en San Martín, localidad pedánea de La Fregeneda, tiene un diámetro que supera con creces los 5 m-, correspondiéndose en este caso con auténticas viviendas, tal y como nos ha confirmado posteriormente la información oral. Incluso estas cabañas estacionales contaron en un momento dado con un sencillo mobiliario consistente en bancos y artesas de piedra. Tal y como podemos comprobar en el tomo correspondiente, algunas de las chozas documentadas sirvieron de puesto de guardia fronteriza –tal y como ocurre en Hinojosa de Duero-, para el control de los pasos de personas y mercancías, legales y de contrabando entre España y Portugal. Documentamos en Las Arribes del Duero salmantinas unas particulares construcciones, casi idénticos en lo formal a los chozos anteriormente referidos, destinadas al refugio de los 7 animales; nos referimos concretamente a los chiviteros o chiqueros, destinados a las cabras, pocilgas, chozas de pequeño tamaño con corral delantero localizadas en la comarca de La Ramajería y gallineros, construcciones anejas a los chozos de las cortinas que se levantan en la orla periurbana de Vilvestre, en plena comarca de La Ribera. Cuentan estas chozas con una función a caballo entre el refugio y la caseta de era o guardaviñas, propias éstas de las tierras centrales de la Meseta. Son las construcciones situadas en las cortinas abiertas al cultivo las que fueron utilizadas, tal y confirma la información oral, para guardar los aperos de labranza, función que alguna conserva hoy en día. Es curioso como se suelen levantar –Trabanca, Lumbrales, La Fregeneda…-, de manera aislada en los sectores centrales de las tierras de cultivo, sobre apenas destacados altozanos, en los espacios de mayor altura de las mismas. Refugios para personas, para animales, eventuales viviendas o chozos destinados a guardar los aperos de labranza forman parte de un tipo constructivo muy común en toda la franja occidental de la provincia que muestra en prácticamente todos los casos, una serie de caracteres comunes a todos ellos. En primer lugar, hay que destacar el uso exclusivo de la piedra en seco en el levantamiento de la estructura; se localizan Las Arribes del Duero salmantinas en un terreno de penillanura, de perfil aparentemente plano pero que deja entrever los enormes contrastes existentes entre los profundos escobios que forman los ríos Tormes y Duero, en el extremo noroccidental de la comarca, y las venas secundarias que desaguan a aquellos y las extensas planicies de las tierras que se encuentran a naciente, alteradas por curiosas formas de relieve tales como los asomos duros –domos o inselbergs y berrocales– de granito o los crestones de pizarra y cuarcita, dispersos por los interfluvios los cuales aparecen delimitados por valles estrechos y riberas que discurren en sentido este-oeste a buscar aquellas arterias principales3. Nos encontramos en los dominios del granito y de la pizarra, materiales paleozoicos que encuentran el límite en la comarca del Abadengo, donde se disponen los últimos retazos pizarrosos hacia el sur y aparece en su lugar la penillanura granítica que se extiende hacia el norte hasta alcanzar las tierras del Sayago. Se trata de un terreno que cuenta con una altura media de 750 m tajados por las cortaduras del Duero, Tormes, Huebra, Uces o Águeda los cuales, sin embargo, ocupan una pequeña porción de la superficie. Esta relativa uniformidad de la llanura se encuentra matizada por la presencia de pequeños enclaves rocosos singulares, más resistentes que el granito, como los sierros, espinazos rectos afilados y alargados que destacan en el paisaje como el que se levanta en término de Cerezal de Peñahorcada4. 3 Cabero Diéguez, V.; Cascos Maraña, C. y Calonge Cano. G. (1987): Geografía de Castilla y León. Los espacios naturales: 11-12. Ed. Ámbito. Valladolid. 4 Ibidem, 14. 8 Pizarra, granito y cuarcita son, por tanto, la materia prima que encontramos en la totalidad de los chozos y marcan perfectamente los límites de la penillanura pizarrosa, al mediodía, de la granítica, al norte.