Tiempos De Dictadura 1973/1985
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Tiempos de dictadura 1973/1985. Hechos, voces, documentos. La represión y la resistencia día a día. Virginia Martínez Ediciones de la Banda Oriental Virginia Martínez (Montevideo, 1959) Es profesora de Historia egresada del IPA, realizadora y productora de cine. En 2002 publicó Los fusilados de abril, investigación sobre el asesinato de ocho obreros ocurrido en el Seccional 20 del Partido Comunista en abril de 1972. Dirigió los documentales Memorias de mujeres, Ácratas y Por esos ojos, por los que recibió premios nacionales e internacionales. Fue directora de producción de los documentales El plan Cóndor, Palabras verdaderas, Los huérfanos del Cóndor y de la ficción La historia casi verdadera de Pepita la pistolera. Trabajó como coordinadora general de producción de Tveo (2001-2000); fue codirectora general de tevé Ciudad (1996- 2000) y directora de producción de CEMA (Centro de Medios Audiovisuales) entre 1996 y 1989. Dicta el curso Taller de Comunicación en la Licenciatura de Comunicación y Diseño de la Universidad ORT. Tiempos de dictadura Virginia Martínez Tiempos de HECHOS, VOCES, DOCUMENTOS La represión y la resistencia día a día Ediciones de la Banda Oriental Realización del índice de nombres: Dina Yael Diseño de tapa: Fidel Sclavo Diseño interior: Silvia Sñablico ISBN 9974 -1- 0376 -2 EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL S.R.L. Gaboto 1582 - Tel.: 408 3206 - 401 0164 - Fax: 409 8138 11.200 - Montevideo, Uruguay. www.bandaoriental.com.uy Queda hecho el depósito que marca la ley Impreso en el Uruguay - 2005 a Luz Ibarburu a la memoria de Iris Valente Agradezco a los funcionarios del Archivo del Palacio Legislativo y a Anahit Aharonian, Carina Blixen, Oscar Brando, Gerónimo de Sierra, Mi guel Ángel Campodónico, David Cámpora, Gonzalo Carámbula, Lille Caruso, Hugo Cores, Graciela Daleo, Martha Delgado, Ivonne Dessent, Marcelo Ferrero, Hugo Fontana, Milton Fornaro, Mariela Genta, Alberto Hein, Víctor Licandro, Carlos Liscano, Olga Machado, Gustavo Martínez, Mara Martí nez, Aurora Meloni, Sara Méndez, Efraín Olivera, Raúl Olivera, Rubén Olivera, Wilfredo Penco, Rosario Peyrou, Stella Reyes, José Rilla, Jorge Risi, Alejandro Rodríguez, Hugo Rodríguez, Universindo Rodríguez Díaz, Milton Romani, Jorge Tiscornia, Sergio Vasilskis, Javier Vidal, Guillermo Waksman, quienes respondieron consultas, aportaron o confirmaron datos, abrieron sus archivos y alentaron el trabajo. Mi agradecimiento especial a Dina Yael y Gustavo Bordigoni quienes colaboraron en la investigación de archivos. Treinta años después del golpe de Estado que aplastó al país, secuestró, torturó, hizo desaparecer adultos y niños, reprimió y empobreció a los traba jadores, hundió la cultura e intentó anular a los jóvenes, el presente trabajo se propone repasar ese período oprobioso que comienza el 27 de junio de 1973. No es éste un libro de Historia, no es una crónica ni una cronología en sentido estricto, aunque el itinerario propuesto sea cronológico. Es una guía, una ayuda para la memoria. Los hechos, nombres y voces que aquí se re únen pertenecen a aquel pasado; algunos ganaron su lugar por el peso que tienen en la historia del país, otros son actos pequeños, simbólicos, necesa rios también en la construcción de esa memoria. Como explicitación del criterio adoptado a la hora de definir la materia del trabajo, cómo organizar la información y las fuentes que la alimentaron, vayan las siguientes precisiones: El centro de atención está puesto en los hechos vinculados con la represión y con la resistencia a la dictadura. En la primera incluyo no sólo la persecución o eliminación de opositores por parte del Estado, están también los Actos Institucionales, los comunicados y discursos militares, la censura a la prensa y al Carnaval, los textos de estudio impuestos a los escolares. Del lado de la resistencia están los testimonios, las movilizaciones, las publicaciones clandestinas, las del exilio, las canciones y aun los chistes e ironías con los que muchos uruguayos se defendieron del gobierno militar. No se relevaron los acontecimientos internacionales (salvo que tuvieran incidencia directa en la vida del país) ni los económicos, así como tampoco se hizo un seguimiento de la producción cultural bajo la dictadura. El texto recoge de manera exhaustiva -pero no completa- información sobre los que murieron bajo el terrorismo de Estado (los asesinados, los desaparecidos dentro y fuera de fronteras, los muertos en prisión). En los anexos de la obra, una larga y dolorosa lista recuerda el nombre de todos ellos. También ahí se incluye el elenco de civiles (consejeros de Estado, mi nistros, interventores) que colaboró con el gobierno. Se mantuvieron en el 11 Tiempos de dictadura poder, o llegaron a él por primera vez, asociados con las Fuerzas Armadas e hicieron que la dictadura fuera un gobierno cívico-militar. Las principales fuentes de consulta fueron la prensa nacional (diarios, semanarios y revistas), trabajos históricos y periodísticos, boletines publica dos en el exilio, archivos de organizaciones políticas y sociales, sitios en Internet y archivos personales. Un anexo da cuenta de las fuentes consulta das, a todas el libro les debe algo, pues no es este un trabajo de investigación sino dé divulgación. Por último, el pasado ha sido siempre territorio de conflicto, de lucha política, y su interpretación, objeto de controversia. Cuando hablamos del período dictatorial eso es más claro porque el pasado aún está vivo, pide la palabra y pesa de manera intensa en el presente. Entonces se impone decir que este libro no está escrito desde afuera, que en la elección de los hechos y en su tratamiento está también la expresión del punto de vista y del compro miso de la autora. Virginia Martínez Montevideo, abril de 2005 12 I Cfciyty H f O El 27 de junio de 1973 el presidente Juan María Bordaberry -un estan ciero, político sin prestigio personal ni popular y ex dirigente de la Liga Fede ral de Acción Ruralista- disuelve el Parlamento por decreto. El golpe de Estado es la culminación de un largo proceso marcado por actos que señalan la autonomía creciente de las Fuerzas Armadas frente al sistema político. Se ha dicho que el derrumbe ocurre en cámara lenta; algunos autores hablan del golpe de Estado más largo de la Historia en el que los hechos de junio no son más que el último acto. El Uruguay predictatorial, dominado por la violencia política y la con vulsión social, anuncia los tiempos oscuros que vendrán. La acción de la guerrilla, del Escuadrón de la Muerte, los atentados, los asesinatos, los allanamientos forman parte de la vida cotidiana de los uruguayos. En 1972 las Fuerzas Armadas y la Policía torturan en todo el país. Cientos de hom bres y mujeres están presos en los cuarteles y algunos han muerto en la tortura. El 14 de abril el Parlamento, con el voto de los legisladores blancos y colorados, aprueba el estado de guerra interno que supone la suspensión de las garantías individuales, allanamientos sin orden judicial, interrogatorios sin plazos, supresión del recurso de habeas corpas y la intervención de la justi cia militar en delitos políticos. A partir de ese momento se acelera la marcha inevitable hacia el hundimiento institucional. El desplazamiento del poder hacia el lado militar queda claro el 9 de febrero de 1973 cuando el Ejército y la Fuerza Aérea desconocen el nombramiento del general Antonio Francese como ministro de Defensa y sacan los tanques a la calle para respaldar su posición. La Armada toma la Ciudad Vieja y aparece como la única leal al orden institucional, o a lo que queda de él. El Parlamento sigue en receso. Bordaberry con voca a la ciudadanía en defensa de las instituciones pero no consigue reunir a más de cien personas. El mismo día las Fuerzas Armadas emiten los comunicados 4 y 7 que hacen un diagnóstico del país y plantean soluciones basadas en la creación de fuentes de trabajo, la redistribución de la tierra y el combate a los ilícitos económicos. La suerte de programa militar tiene puntos de contacto con las propuestas de la izquierda. Los comunicados enturbian el debate político: sectores del Frente Amplio y de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) miran con expectati 13 Tiempos de dictadura va y con simpatía la emergencia de sectores progresistas o “peruanistas” en las Fuerzas Armadas. El 13 de febrero el Presidente se traslada a la base de Boiso Lanza, acepta todas las exigencias militares y pacta con ellos la participación en el gobierno. A partir de ese momento el poder real pasa a las Fuerzas Armadas. El desenlace ocurre cuando el Poder Ejecutivo pide el desafuero del senador frenteamplista Enrique Erro a quien acusa de actuar en complicidad con el MLN Tupamaros. El Parlamento, en último gesto de resistencia, se niega a aceptar la imposición. La madrugada del 27 de junio de 1973 Bordaberry decreta la disolución de las Cámaras, crea un Consejo de Estado y prohíbe atribuir propósitos dictatoriales a la dictadura. Dos generales y un coronel comandan los tan ques de guerra y las tropas que ocupan un Palacio Legislativo vacío, donde la noche anterior tuvo lugar la última sesión del Senado. La CNT llama a una Huelga General que paraliza al país durante 15 días. La idea de responder de manera inmediata y organizada a una si tuación de ruptura institucional estaba arraigada en el movimiento sindi cal desde 1964. En el II Congreso ordinario de la Convención, realizado en junio de 1971 se aprobó, a propuesta del Congreso Obrero Textil, la resolución de declarar la Huelga General con ocupación de fábricas ante cualquier intento de golpe de Estado. El gobierno decreta la ilegalidad de la central obrera y pide la captura de sus dirigentes. Las Fuerzas Arma das empiezan el desalojo de los lugares de trabajo. Inmediatamente lle gan los despidos masivos en las empresas privadas, las sanciones y su marios en el sector público; es el inicio de una década de represión a los trabajadores.