Antonio Saco
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BIBLIOTECA DE JOSECLASICOS CUBANOS ANTONIO SACO HISTORIA DE LA ESCLAVITUD (Volumen IV) CASA DE ALTOS ESTUDIOS DON FERNANDO ORTIZ UNIVERSIDAD DE LA HABANA BIBLIOTECA DE CLÁSICOS CUBANOS RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA Juan Vela Valdés DIRECTOR Eduardo Torres-Cuevas SUBDIRECTOR Luis M. de las Traviesas Moreno EDITORA PRINCIPAL Gladys Alonso González DIRECTOR ARTÍSTICO Luis Alfredo Gutierrez Eiró ADMINISTRADORA EDITORIAL Esther Lobaina Oliva BIBLIOTECA DE JOSECLASICOS CUBANOS ANTONIO SACO HISTORIA DE LA ESCLAVITUD (Volumen IV) Ensayo introductorio compilación y notas Eduardo Torres-Cuevas LA HABANA, 2006 Responsable de la edición: Diseño gráfico: Gladys Alonso González Deguis Fernández Tejeda Realización y emplane: Composición de textos: Viviana Fernández Rubinos Equipo de Ediciones IC Todos los derechos reservados. © Sobre la presente edición: Ediciones IMAGEN CONTEMPORÁNEA, 2006; Colección Biblioteca de Clásicos Cubanos, No. 31 ISBN 959-7078-51-1 obra completa ISBN 959-7078-55-4 volumen IV Ediciones IMAGEN CONTEMPORÁNEA Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, L y 27, CP 10400, Vedado, Ciudad de La Habana, Cuba Esclavos conducidos a la costa, en un lugar de África. Poco menos de cuatro centurias abarca la historia de la primera [esclavitud africana en tierras americanas], y al contemplar perío- do tan interesante, se verá que España, gloriosa descubridora de un Nuevo Mundo, fue también la primera nación que a él llevó es- clavos negros, no sacadas de África, según la vulgar creencia, sino de los muchos que ella misma tenía en su propio territorio desde tiempos muy lejanos. Explicaré cuándo y por qué comenzó el co- mercio directo de negros entre África y América (...) Referiré las fugas, conspiraciones, alzamientos, incendios, asesina- tos cometidos por los esclavos, y su intervención, ya espontánea, ya por llamamiento de los blancos, en las guerras civiles que destroza- ron el Perú y otros países de la América española. Recordaré los hombres piadosos que en ésta y en España elevaron su voz desde el siglo decimosexto, no sólo contra el comercio de negros, sino aun contra la misma esclavitud. Seguiré paso a paso sobre la abolición de aquél y de ésta todos los acontecimientos ocurridos hasta nuestros días, así en aquella me- trópoli, como en sus hijas ya erigidas en repúblicas independien- tes. Apreciaré la influencia que ejerció la esclavitud en la agricul- tura, en las artes, población y costumbres de los pueblos américo-hispanos. Y también demostraré (...) que la legislación española fue más humana con los esclavos, y les dio más protec- ción y facilidad para libertarse que la de ninguna otra metrópoli europea, y que aun la de todos los Estados de la Confederación Norteamericana. José Antonio Saco ADVERTENCIA IMPORTANTE En la página 348, tomo III, de la Historia* de la esclavitud desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, que ya he publicado, puse la advertencia siguiente: Al concluir la Introducción que estampé al principio del primer tomo de esta Historia, dije: “Compónese esta obra, según el plan que he tra- zado, de tres partes principales, constitutivas de un gran todo; pero este todo lo he arreglado de manera que bien puede romperse su trabazón, formando tres historias separadas y completas en su género cada una, o volverlas a juntar en un solo cuerpo, dándoles su primer enlace”. Por motivos que nada interesan al lector, sino tan sólo a mí, he prefe- rido publicar en adelante como historia separada y completa la Histo- ria de la esclavitud de la raza negra en el Nuevo Mundo, cuyo primer tomo puede considerarse sin ningún inconveniente como el cuarto de los tres anteriores. * Esta obra se tomó de Editorial Alfa, Habana, 1937. (N. del E.) Libro Primero RESUMEN Conocimiento que de África tuvieron la Antigüedad y la Edad Media. Herodoto, Polibio y otros autores. Hebreos y fenicios. Cartago y Roma. Cir- cunnavegación del África por los fenicios. Viaje de Hannón. Modo raro de co- merciar. Viaje de Scylax. Viajes de Polibio y de Eudoxo. Árabes. Venecianos. Genoveses. El catalán Ferrer. Pretensiones de algunos franceses. Robbe, Villaut de Belfonde, Labat, Anquetil. Discordancias entre estos autores franceses. Re- flexiones. Descubrimientos de los portugueses en la costa occidental de África durante el siglo XV. El infante D. Enrique de Portugal. Toma de Ceuta por los portugueses. Descubrimiento de la isla de Madera. Dóblase el cabo Bojador, a pesar de sus terrores. Mala conducta del infante con España. Moros salteados por los portugueses, y moros rescatados por negros. Error de algunos histo- riadores sobre el renacimiento del tráfico de esclavos. Compañías de Lagos y de Argüim. Muerte de Gonzalo de Sintra. Número de carabelas y costas des- cubiertas hasta 1446. Muerte de Nuño Tristán. Piráticas expediciones. Facto- rías en África. Interrupción de los descubrimientos. Los papas sancionan los descubrimientos portugueses. Muerte del infante D. Enrique. Arrendamiento del comercio de África. Descubrimiento de la Mina del Oro, y controversia sobre ella. Fortaleza en la Mina del Oro. Pío II condena el tráfico de esclavos que hacían los portugueses. Diego Can. Fernando Po. Benéfica disposición de Juan III. El Preste Juan. Mapamundi de Fra Mauro. Viaje de Vasco de Gama. Dos continentes separados por el Atlántico, el uno poco conocido de la Antigüedad y el otro del todo ignorado, existieron desde la creación. En el asunto de que vamos a ocuparnos, tan estrecho es el enlace entre los dos, que es imposible tratar de América prescindiendo de África. Sin ésta jamás hubiera el Nuevo Mundo recibido tantos millones de negros esclavizados en el espacio de tres centurias y media, y sin el Nuevo Mundo nunca se hubiera arrancado del suelo africano tan intensa mu- chedumbre de víctimas humanas. Al comenzar, pues, la tarea que aco- metemos, parécenos oportuno dar breve idea del conocimiento que de África tuvieron algunos pueblos de la Antigüedad y otros de la Edad Media; pasando después, como cosa necesaria, a narrar los descubri- 6\ HISTORIA DE LA ESCLAVITUD mientos que en la costa occidental de África hicieron los portugueses en el siglo decimoquinto. No hay quizá región del mundo que tanto haya excitado en todos tiempos la curiosidad de los hombres como el África; pero ninguna en donde los resultados hayan correspondido menos a los esfuerzos que se han hecho, pues todavía en este siglo no se ha alcanzado completo cono- cimiento de ella. Sus inmensos desiertos y la naturaleza ardiente de su clima, han presentado siempre obstáculos formidables a las investiga- ciones del viajero; pero naciendo de las mismas dificultades el estímulo de vencerlas, hase por largos siglos trabajado en levantar el velo que aún cubre algunas regiones de aquella tierra misteriosa. Herodoto creyó acertadamente que África está rodeada de agua por todas partes, menos por la del istmo de Suez que la une con el Asia;1 pero no tuvo idea ni de su extensión ni de su figura. En tiempo de Polibio, que nació dos siglos antes de Cristo, ignorábase si África estaba circundada por el mar, o si era un continente que se pro- longaba hacia el sur.2 Plinio afirma que no podía haber comunicación en- tre la zona templada del hemisferio norte y la del sur, por el inmenso calor que lanzan los astros sobre la tórrida.3 Lo mismo pensaba Strabón con otros hombres célebres, y aquel geógrafo, aunque uno de los más ins- truidos de la Antigüedad, ignoraba enteramente la configuración y ex- tensión del África, pues creía que terminaba a los 5º latitud norte. Hasta fines del primer siglo de la era cristiana, todos los geógrafos pensaron que África no llegaba al Ecuador. Vino después Tolomeo, y apartándose de aquella opinión, creyó que el mar no rodeaba al África, que sus partes meridionales se extendían hacia el polo antártico, y que mientras más se acercaban a él, más y más se ensanchaban.4 Pero en medio de tantos errores, si comparamos las noticias que acer- ca del África nos dejaron los antiguos con los viajes que se han hecho en nuestros días, no podrá negarse que sus conocimientos fueron más ex- tensos de lo que generalmente se cree; y que respecto de ciertas regio- nes del interior, excedieron a los que tuvo la Europa moderna hasta principios del siglo XIX, en que comenzó una nueva era para los descu- brimientos en el interior de África. Desde muy antiguo fueron conocidas algunas de sus partes orienta- les. Los hebreos tuvieron desde el tiempo de sus patriarcas relaciones mercantiles con Egipto;5 pero este comercio sólo se hizo por tierra. Tam- bién los fenicios, atravesando los desiertos de la Arabia en las carava- nas de los madianitas, y salvando los escollos del golfo Arábigo, fueron a la Etiopía en busca de oro, incienso y otros aromas. Ni fue la vía terres- tre la única que ellos tomaron para hacer este tráfico, porque el Yemen, que es la parte meridional de la Arabia Feliz, sirvioles de escala para dirigir sus naves a varios puntos del África oriental. JOSÉ ANTONIO SACO /7 La región septentrional fue siempre la mejor conocida. Egipto, Cirene y Cartago son célebres en la historia, cuyas conquistas y comercio dila- taron el horizonte del interior del África. El reinado de los Tolomeos en Egipto influyó en disipar algunas tinieblas. Los elefantes eran medios eficaces en las guerras de aquellos tiempos; y como no se encontraban sino en el interior, necesario fue recorrer para obtenerlos ciertas partes de aquel continente. De aquí nació el deseo de dominarlas, y bajo el reinado de Evergete I parece que las conquistas habíanse dilatado has- ta el centro de la Etiopía, país