Nuestros Hermanos Y Hermanas
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Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos Nuestros hermanos y hermanas La carta pastoral de los obispos de los Estados Unidos sobre el racismo hoy dia Un material descargable de USCCB NUESTROS HERMANOS Y HERMANAS El racismo es un mal que perdura en nuestra sociedad y en mayoría. Por ser menos obvia, esta sutil forma de racismo nuestra Iglesia. A pesar de los avances aparentes y aun con es, de cierta manera, aun más peligrosa, difícil de com- los cambios significativos que han tenido lugar durante las batir y fácil de ignorar. Se margina a un gran número de dos décadas pasadas, el racismo es una realidad evidente. la población. Al ser mayor la presión económica, aquellos En gran parte es solamente la apariencia externa la que que son negros, hispanos, indios americanos y asiáticos, ha cambiado. y muy a menudo pobres, se van adentrando cada vez más En el 1958 hablamos en contra de los métodos obvios en el eterno ciclo de la pobreza, la privación, la ignorancia, del racismo que por medio de leyes discriminatorias y seg- la enfermedad, y el crimen. Para ellos, la identidad racial regación forzada dividía a la sociedad. Señalamos el mal es una cortina de hierro que les prohíbe el paso a una vida moral que negaba a los hermanos su dignidad de hijos de y a una subsistencia decentes. Las presiones económicas Dios y sus derechos que Dios les ha dado.1 Diez años más empeoran el racismo, en particular donde personas blancas tarde, en una segunda carta pastoral, volvimos a subrayar el pobres compiten con las minorías por conseguir oportuni- escándalo continuo del racismo y pedimos una acción deci- dades limitadas de trabajo. La Iglesia no debe olvidar estas siva para erradicarlo de nuestra sociedad. presiones económicas. Tenemos que ser sensitivos a la ten- Reconocemos y alabamos la disposición de tantos amer- sión racial, innecesaria e infortunada que resulta de este tipo icanos que se esfuerzan en la reducción y la eliminación del de necesidad económica. prejuicio en contra de las minorías. Estamos convencidos La Iglesia, teniendo en cuenta su deber de ser la defen- de que la mayoría de los americanos se dan cuenta de que sora de los que tienen hambre y sed de justicia, no puede la discriminación racial es tanto injusta como indigna de permanecer silenciosa a las injusticias raciales en la socie- esta nación.2 dad y en sus propias estructuras. Nuestra preocupación en No negamos que se han hecho cambios, que se han pas- cuanto al racismo proviene de nuestro compromiso firme ado leyes, que se han implementado políticas. No negamos a la evangelización. El Papa Juan Pablo ll ha definido la que las facciones deformes del racismo, las cuales man- evangelización como el llevar la conciencia, tanto individ- charon a nuestra sociedad han sido eliminadas en parte. ual como social, hacia una conformidad con el evangelio.3 Pero tampoco se puede negar que estos cambios son super- Traicionaríamos nuestro compromiso de evangelizarnos y ficiales y no un cambio fundamental. Hoy en día el sentido evangelizar a nuestra sociedad si es que no alzamos nuestra de urgencia ha cedido a una aceptación aparente del status voz para condenar las actitudes y las prácticas tan opues- quo. El ambiente de crisis causado por las manifestaciones, tas al evangelio. Por eso, como obispos de los Estados Uni- protestas, y confrontaciones ha llevado a la indiferencia, y dos, dirigimos nuevamente nuestras reflexiones pastorales nuestra atención hacia otros asuntos. sobre el racismo a nuestros hermanos y hermanas de todas En respuesta a esta indiferencia, queremos llamar la las razas. atención a la presencia persistente del racismo y, en una Hacemos esto conscientes del hecho que el racismo es forma especial, a la relación que existe entre la justicia racial sólo una de las expresiones de la discriminación que cor- y económica. El racismo y la opresión económica son dos rompe nuestra sociedad. Tal discriminación contradice cosas distintas, pero a la vez son fuerzas que se relacio- nuestras tradiciones civiles y religiosas. Los Estados Unidos nan y privan a nuestra sociedad de sus atributos humanos. de América se apoyan en una herencia constitucional que Una acción hacia una verdadera justicia demanda un reconoce la igualdad, la dignidad, y los derechos inalien- ataque simultáneo de estos dos males. Nuestra estructura ables de todos sus ciudadanos. Además, somos parte de una económica está sufriendo cambios básicos que amenazan tradición religiosa que proclama que todos los hombres y las con intensificar las desigualdades sociales en nuestra nación. mujeres, por ser hijos de Dios, son hermanos y hermanas. Estamos comenzando una época que se caracteriza por lim- Cualquier discrimen en contra de individuos o grupos, ya itados recursos, oportunidades de trabajo y de ingresos. En sea por su raza, cultura, religión, sexo, posición económica, estas circunstancias son a los pobres y a las minorías raciales o por su nacionalidad, es una injusticia seria que ha debil- a quienes se les pide que sostengan la carga más pesada de itado nuestra sociedad y ha privado a nuestro país de las las nuevas presiones económicas. contribuciones especiales de muchos de sus ciudadanos. Al Esta nueva crisis económica revela el hecho de que el mismo tiempo que damos cuenta de estos problemas, quer- racismo todavía existe, penetra las estructuras de nuestra emos llamar la atención a la expresión del discrimen basado sociedad y mora en los corazones de muchos que forman la en la raza. 2 NUESTROS HERMANOS Y HERMANAS El pecado del racismo estructuras están dirigidas al éxito de las mayorías y al fra- caso de las minorías. Los miembros de ambos grupos dan su El racismo es un pecado: un pecado que divide la familia completa aprobación al aceptar las cosas como son. Quizás humana, borra la imagen de Dios en algunos miembros no se puede culpar a ningún individuo. Nadie reclama el específicos de esa familia, y viola la dignidad humana funda- pecado, pero es una realidad. El pecado es de naturaleza mental de los llamados a ser hijos del mismo Padre. El rac- social porque cada uno de nosotros en mayor o menor grado ismo es el pecado que expresa que algunos seres humanos es responsable. Todos, hasta cierto punto, somos cómplices. son superiores y otros son esencialmente inferiores por su Como afirma nuestra reciente carta pastoral acerca de los raza. Es el pecado que hace que las características raciales valores morales: “La ausencia de una culpa personal por un sean el factor que determine la práctica de los derechos mal no absuelve a uno de toda la responsabilidad. Debe- humanos. Se burla de las palabras de Jesús: “Entonces, todo mos tratar de hacerles frente y borrar las injusticias que no lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos: ahí hemos causado, no sea que nos convirtamos en espectado- tienen toda la Biblia.” 4 En verdad, el racismo es algo más que res silenciosos que aprobamos el mal y por consiguiente, el ignorar las palabras de Jesús; es la negación de la realidad compartimos la culpa.”8 de la dignidad de cada ser humano revelada por el misterio de la encarnación. El racismo es un hecho Para poder encontrar las fuerzas para eliminar el mal del racismo, tenemos que mirar hacia Cristo. En Cristo Jesús Muchas personas creen que el racismo ya no es un problema “ya no hay diferencia entre quién es judío y quién griego, existente en la vida americana porque las cortes han elimi- entre quién es esclavo y quién hombre libre; no se hace dif- nado la discriminación racial legal y el Congreso ha decre- erencia entre hombre y mujer. Pues todos ustedes son uno tado legislación de derechos civiles, y porque algunos gru- en Cristo Jesús.”5 Como el Papa Juan Pablo ll ha dicho tan pos minoritarios han alcanzado algún éxito. Sin embargo, claramente, “Nuestro espíritu se dirige hacia un camino, el cuando miramos más profundamente al nivel nacional, único camino para nuestro intelecto, voluntad y corazón— como por ejemplo, en el caso del desempleo, vemos que el hacia Cristo nuestro Redentor, hacia Cristo, el Redentor racismo todavía existe. En el segundo trimestre del 1979, de (la humanidad).6 Entonces, es en Cristo que la Iglesia un 4.9% de los americanos blancos estaban desemplea- encuentra el motivo central de su compromiso con la justi- dos; pero los negros, el porciento era de un 11.6%; para cia, y con la lucha por los derechos humanos y la dignidad los hispanos un 8.3%; y para los indios americanos que de todas las personas. viven en reservaciones la cifra llegaba a un 40%. La situ- Cuando cedemos ante el miedo que sentimos porque ación es aun más inquietante cuando uno se da cuenta de la otra persona es de una raza distinta a la nuestra, cuando que un 35% de la juventud negra, un 19.1% de la juventud juzgamos de antemano los motivos de otra persona precis- hispana, y un cálculo del 60% de la juventud india amer- amente porque es de un color diferente, cuando estereoti- icana estaba desempleada.9 Esto quiere decir que un gran pamos o nos burlamos de la persona por su raza y su cul- porciento de los adultos del futuro no pueden conseguir tura, no les hacemos caso a las palabras del profeta Amós: empleos provechosos—un prerrequisito esencial para una “Busquen el bien y no el mal si quieren vivir, para que así vida adulta responsable. Estos mismos jóvenes actualmente Yavé esté con ustedes, como tanto lo repiten . Quiero que sufren los efectos dañinos de un sistema educacional segre- la justicia sea tan corriente como el agua, y que la honradez gado que muchas veces no ilumina la mente y no libera el crezca como un torrente inagotable.”7 espíritu, y que a menudo también inculca una convicción Hoy en día, en nuestro país se les niegan oportunidades de inferioridad y frecuentemente gradúa a personas que no a hombres, mujeres, y niños de participar plenamente y pro- están preparadas e inadecuadamente entrenadas.