Los Tres Pilares Del Zen Enseñanza, Práctica, Iluminación
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Los tres pilares del Zen Enseñanza, práctica, iluminación Roshi Philip Kapleau PREFACIO por Huston Smith Según la tradición, en el siglo VI llegó a oriente el Budismo Zen con el viaje de Bodhidharma de la India a la China y seiscientos años más tarde en el siglo XII, hizo su aparición en el Japón. Ahora después de otros seiscientos años, ¿ha de dar otro paso gigantesco hacia el este, esta vez llegando a Occidente? Nadie lo sabe. El interés actual de los occidentales en el Zen tiene en parte un carácter de estar de moda, aunque a veces tiene también un sentido más profundo. Permítaseme citar la influencia que el Zen ha tenido en tres mentes occidentales notables: un psicólogo, un filósofo y un historiador. El libro que C.G. Jung leía en su lecho de muerte era Chan and Zen Teachings: First Series de Charles Luk, y expresamente pidió a su secretaria que escribiera al autor comunicándole su entusiasmo... Cuando leyó a Hsu Yun, sintió que él hubiera podido decir lo mismo ¡Era exactamente eso! En filosofía, se cita a Martín Heidegger: “Si he comprendido (al Dr. Suzuki) correctamente, es lo mismo que yo he estado tratando de decir en todos mis escritos. Lynn White no ha tenido tanta influencia en el pensamiento moderno como Jung y Heidegger, pero no obstante es un excelente historiador, y predice, “Bien puede ser que la publicación de la obra de D.T. Suzuki Essays in Zen Buddhism en 1927 sea considerada en generaciones futuras tan importante como la traducción de Aristáteles al latín por William de Moerbeke en el siglo XIII o la traducción de Platón por Marsiglio Ficino en el siglo XV. ¿Por qué Occidente, dominado como está actualmente por el pensamiento científico, habría de nutrirse de una perspectiva forjada antes del surgimiento de la ciencia moderna? Algunos piensan que es debido a que la cosmología budista anticipa lo que la ciencia contemporánea ha descubierto empíricamente. En este sentido los paralelismos son impresionantes. El tiempo y el espacio astronómicos que irrevocablemente derrumbaron la visión previa de occidente acerca del mundo, se encuentran perfectamente en la cosmología budista. Si pasamos del macrocosmos al macrocosmos, de lo infinito a lo infinitesimal, nos encontramos con esa misma presencia misteriosa. Mientras los griegos proponían que los átomos eran eternos debido a que no estaban compuestos (atomos, indivisible, que no puede ser cortado), los budistas enseñaban que todo lo corpóreo es impermanente (annica) debido a que está constituido por dharmas tan minúsculos en duración como en espacio, como los bips fugaces de partículas que se registran en los osciloscopios de los científicos. Volviendo por un momento al macrocosmos, los budistas no solamente preveían las dimensiones de la cosmología científica, sino también su forma. Los debates entre George Gamow y Fres Hayle sobre las cosmologías del big bang y el steady state respectivamente, en los cuales el primero defiende que el universo es una consecuencia continua de la explosión de un átomo único primario, y el segundo, que el universo siempre ha estado en su estado actual, donde continuamente se produce hidrógeno nuevo para reemplazar el que se utiliza por medio de la recesión de las estrellas, una vez que sobrepasan la velocidad de la luz, nos son familiares. Según el Monte Palomar, parece ser que ambas teorías son erróneas. Los reportes espectográficos de galaxias lejanas sugieren que éstas están disminuyendo de velocidad. Esto sugiere una hipótesis de que el universo, después de expandirse por un tiempo, se contrae, repitiendo indefinidamente el ciclo. El astrónomo de Harvard, Harlow Sahpley, lo explica diciendo que en vez de las teorías del big bang o el steady state, en realidad tenemos la teoría del “bang... bang”. “Muy interesante”, diría el budista a quien siempre le han enseñado esto en su cosmología. Occidente puede pensar que estos ejemplos de la preciencia budista son sorprendentes, pero esto no explica la atracción actual hacia el budismo. Por una parte, occidente no cree que tenga nada científico que aprender de] budismo; lo más que puede hacer en este campo es concederle cierto crédito por sus precoces presentimientos. Pero además está el hecho de que no es el budismo en general lo que está intrigando a occidente, sino en particular la escuela Zen del budismo. Podemos comprender la atracción tan concreta hacia el Budismo Zen al darnos cuenta hasta qué punto el occidente contemporáneo está influenciado por la “fe profético”, el sentido de lo sagrado, de lo que debe ser, lo atractivo que es pensar cómo deben ser las cosas, cómo podrían ser y que sin embargo no lo son. Esta fe tiene virtudes obvias, pero a menos de que vaya acompañada por un sentido de lo sagrado en el es que lo compense, se vuelve verdaderamente difícil. Si nuestros ojos siempre están enfocados hacia mañana, el ahora se escapará sin que siquiera lo percibamos. Para el accidente que en su preocupación por rehacer el cielo y la tierra, corre el peligro de perder el presente de la vida -que al fin y al cabo es la única vida que tenemos- y dejar escapar entre sus dedos, el Zen se convierte en una advertencia de que a si no aprendemos a percibir el misterio y la belleza de nuestra vida presente, nuestro momento presente, no podremos apreciar el valor de ninguna vida, de ningún momento. Además, con la pérdida de interés en la metafísica, la teología natural y la revelación objetiva, por primera vez occidente, como civilización, se enfrenta al problema de vivir sin absolutos ‘objetivamente convincentes, en una palabra sin dogmas. Del mismo modo que Cristo caminó sobre las aguas, el occidente contemporáneo tiene ahora que caminar sobre el mar de la nada flotando en la ausencia de soportes demostrabas. Enfrentado con esta precaria tarea, el occidental oye decir que hay hombres al otro lado del océano que durante siglos han hecho del vacío su morada, se han llegado a sentir allí como en su casa y han encontrado la felicidad. ¿Cómo puede ser? El occidental no comprende pero esa Nada de la que ha oído hablar parece ser algo con lo que de alguna manera tendrá que reconciliarse. El Zen nos dice que el es lo sagrado y que el Vacío es el hogar, pero tales afirmaciones no son Zen. Más bien, el Zen es un método de alcanzar la experiencia directa de la verdad de estas afirmaciones. Esto nos lleva a la presente obra, pues no conozco ninguna otra que proporcione al lector una comprensión tan amplia de en qué consiste ese método. Por un lado, presenta por primera vez en inglés las “Pláticas de Introducción a la Práctica del Zen” de Yasutani roshi que merecidamente han sido alabadas en Japón, y que presentan, como ha dicho Ruth Fuller Sasaki, directora de The First Zen Institute of America in Japan, “la mejor introducción al Budismo Zen que jamás se haya escrito.” Pero el libro contiene además algo que lo hace más sorprendente aún. Hasta ahora ha sido imposible para aquellos que no han seguido un entrenamiento Zen, tener por lo menos una idea de qué es lo que sucede en una de las fases cruciales del proceso, el dokusan, la serie de solemnes entrevistas privadas donde el roshi guía al estudiante a su meditación hacia la meta de la iluminación, pues la sustancia de estas entrevistas se ha considerado de carácter privado y no divulgable. Ahora, un roshi, convencido de que nuestra nueva era brinda la ocasión de crear nuevos procedimientos, ha permitido que se reproduzcan una serie de estas entrevistas. Este tipo de material jamás ha aparecido antes, ni siquiera en japonés; el que ahora aparezca en inglés en este libro, es verdaderamente un logro. Nadie sino Philip Kapleau hubiese podido escribir este libro. Conoce el Zen como consecuencia de trece años de dedicado entrenamiento en Japón, tres de los cuales fueron en monasterios tanto Soto como Rinzai. Conoce a los japoneses, que han colaborado con él para que su material tan poco conocido fuera traducido impecablemente. Conoce el idioma japonés suficientemente bien como para haber sido el intérprete del roshi en sus entrevistas con sus estudiantes occidentales. Tiene la experiencia de haber ejercido como reportero judicial durante muchos años permitiéndole transcribir rápidamente en taquigrafía el contenido de estas entrevistas, tan pronto como habían terminado. Además, cuenta con un estilo literario lúcido y elegante. Esta combinación de talentos es única, y ha producido un libro notable, que con seguridad ocupará un lugar permanente en la literatura Zen publicada en idiomas occidentales. HUSTON SMITH Profesor de Filosofía Massachusetts Institute of Technology. PREFACIO DEL EDITOR Dicho sintéticamente, el Zen es una práctica religiosa con un método particular de entrenamiento de cuerpo y mente cuyo objetivo es el despertar, es decir, la Auto-realización. En este volumen he intentado transmitir el carácter religioso y el espíritu del Zen: sus ritos y devociones, y su atractivo para el corazón así como para la mente ya que como Camino Budista de liberación, el Zen es con toda seguridad una religión. El Zen, basado en las más altas enseñanzas del Buda, pasó de la India a la China, donde evolucionaron los métodos y prácticas característicamente Zen, y más adelante, durante siglos continuó elaborándose en Japón, Korea y Vietnam. Por lo tanto, el Budismo Zen es la consumación de las experiencias espirituales de una serie de civilizaciones asiáticas. En el Japón de hoy, esta tradición se encuentra aún muy viva; en los templos Zen en los monasterios, en los hogares, hombres y mujeres de todo estracto, practican el zazen, la disciplina principal del Zen. En su sentido más profundo, el Zen, como cualquier otra gran religión, trasciende sus propias enseñanzas y prácticas y al mismo tiempo no existe Zen fuera de estas prácticas.