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VOCES Y TRAZOS DE MORELOS La comunidad difunta en el imaginario indígena mexicano Alma Barbosa Sánchez a cultura funeraria de las comunidades in- constante producción de significaciones e imágenes dígenas contemporáneas resulta sumamen- mentales sobre la existencia sobrenatural de los te interesante tanto por la complejidad difuntos, que da cuenta de sus actividades, filias, Lsimbólica de su ritualidad como por el imaginario fobias, demandas, su colaboración o confrontación social mesoamericano que la sustenta;1 esto es, las con los vivientes, su comportamiento durante sus ideas e imágenes mentales sobre la vida, la muer- visitas periódicas a los que fueron sus hogares y te, el universo, las divinidades y el mundo que la ci- su participación en el banquete funerario, entre vilización mesoamericana conceptualizó, significó, otros. La correspondencia entre el paradigma de sistematizó y representó, en su cosmovisión cultu- la dualidad cuerpo/ánima y la subjetividad colec- ral, a través de mitos, ritos, símbolos y alegorías. tiva se advierte cuando los actores rituales afirman A pesar del embate de la colonización cristia- percibir la comunicación, el comportamiento y la na, las comunidades indígenas no abandonaron su presencia sobrenatural de los difuntos. praxis ritual funeraria, que reivindicaba uno de los Así, por ejemplo, se atestigua la naturaleza co- principales postulados del imaginario mesoamerica- munitaria de los difuntos al visualizarlos en proce- no: la concepción de la dualidad cuerpo/ánima, que sión para retornar o partir de los que fueron sus plantea la sobrevivencia del ánima más allá de la hogares en vida, durante su conmemoración anual, muerte corporal. Hasta la actualidad, esta concep- como se describe a continuación: “Mi comadre Ma- ción ha justificado la existencia sobrenatural de los ría me platicó que una vez que ella estaba en su difuntos y su naturaleza actuante y ambivalente, casa, que eran como las siete de la noche, que ya capaz de intervenir favorable o desfavorablemente estaba un poco oscuro y mero era la fecha de los en la vida social y en las fuerzas telúricas, determi- muertitos, y que de repente empezó a escuchar que nantes en los ciclos de productividad agrícola o en iba mucha gente rezando. Y que pensó que ya se las condiciones materiales de existencia. iban al panteón. Y que ella salió de su casa, corrien- Particularmente, en la construcción, vigencia do a ver a la gente. Y que era pura gente que ya y actualización del imaginario funerario indígena, estaba muerta, que iban caminando como si fueran la subjetividad colectiva constituye un ámbito de en una procesión y que llevaban en sus manos una 1 Véase Alma Barbosa Sánchez, La muerte en el imaginario del México profundo, UAEM/Juan Pablos Editor (Colección de Autor), Cuernavaca/México DF, 2010. Investigadora independiente inventio 19 veladora y que otros iban sin nada en las manos, y que la visita de los difuntos no es de manera indi- que tenían la cara como tristes. Y que luego que vidual sino colectiva, el protocolo ritual prescribe vio que eran muertos, se metió rápido a su casa, la colocación de ofrendas adicionales sobre el al- porque se le empezó a enchinar el cuerpo y se puso tar, destinadas a las ánimas solas y a los difuntos a rezar”.2 “Yo era una niña como de ocho años. Y invitados, lo cual reafirma el carácter comunitario eran las ocho de la noche, en un ranchito que no y solidario de los huéspedes sobrenaturales, como hay luz ni nada, pero el día tres de noviembre vi describen los siguientes testimonios: “Y como los una procesión rumbo al panteón. Y el panteón no difuntos vienen acompañados por otros que no fue- es como aquí, que está en medio de casas; no, allí, ron invitados a ningún lugar, pues se pone las ceras el panteón es un cerro. Y entonces ahí fue cuando y veladoras prendidas afuera del domicilio, para de muy lejos vi la procesión, porque de mi patio se invitarlos; y con ellas, hacer que puedan regresar veía la subida al panteón. Y ahí fue cuando yo los vi. con bien al más allá. Ya que, según dicen, los falle- Yo vi esa procesión. No vi las personas, pero se veía cidos se platican entre ellos, así que se acostumbra un caminito de luces. No vi las personas. Nomás, poner veladoras extras en la ofrenda y afuera de rumbo al panteón, en el cerro, el caminito de luces. las casas, para los fallecidos que no fueron invita- Y por eso digo que sí, que eso sí existe”.3 dos por sus propias familias y que sean bien recibi- En general, los actores rituales afirman que los dos, en estas casas, con ofrendas”.5 “Aunque ten- miembros de la comunidad difunta interactúan en- gan familiares, pero luego se mudan, se van de una tre sí, se reúnen, platican y se invitan para degus- casa a otra, como invitados”.6 “Pues, digamos que tar la ofrenda y asistir a la conmemoración anual cuentan que se va a otro lado, pues, a otro como si que la comunidad viviente prepara en su honor. En fuera un amigo: ‘¿Sabes? En mi casa no me ponen; esta perspectiva, el imaginario funerario de las co- ¿en tu casa sí?’. ‘Pues, vamos a la casa’. Se invitan, munidades mayas yucatecas expone que, con anti- es igual, como aquí”.7 “Ellos como están juntos ahí, cipación, los difuntos se preparan para presentarse ya están unidos. Cuando salen se avisan: vamos a a su conmemoración, aprovechando las lluvias “pa- ir todos. Es como nosotros, cuando vamos a visitar ra asearse” y llegar a los que fueron sus hogares a un señor, una señora que cumple años, el día de “impecables, recién lavados y gozosos”.4 Previendo su santo, nos invitamos, así son ellos. El que ya no 2 Juana Flores Ríos, 55 años, Anenecuilco, Morelos, 2007, comunicación personal. 3 Estela Leal Cañetes, 57 años, Tlaltizapán, Morelos, 2008, comunicación personal. 4 Mario Humberto Ruz, Mayas, segunda parte, CDI/PNUD (Pueblos Indígenas del México Contemporáneo), México DF, 2006, p. 55. 5 Benjamín Contreras, 36 años, Ocotepec, Morelos, 2005, comunicación personal. 6 Eugenio Alonso Arenas, 64 años, rezandero, Ocuituco, Morelos, 2008, comunicación personal. 7 Ceferino Pérez Estrada, 38 años, rezandero, Hueyapan, Morelos, 2008, comunicación personal. 20 inventio VOCES Y TRAZOS DE MORELOS tiene familia, va de pegoste. ‘¡Vamos!’, lo invitan. Las comunidades yaquis asumen esta lógica, ‘Pero yo no tengo nadie’. ‘¡Tú vas y vas!’”.8 ya que los difuntos novatos no pueden entrar in- La subjetividad colectiva concibe que los mediatamente al cielo, sino que, a sus puertas, se miembros de la comunidad difunta no están exen- quedan como centinelas, haciendo guardia hasta tos de jerarquías y obligaciones que cumplir, co- que concluya la próxima conmemoración de los di- mo ejemplifica el imaginario de las comunidades funtos en noviembre, no así los difuntos añejos que mayas yucatecas, al plantear que al difunto que visitan a sus familiares terrenales.12 En el imagina- no cuente con familiares vivientes o que no haya rio chamula, los que fallecen el 1 de noviembre sido invitado por estos, se le asigna la tarea de nunca salen del Olontic (el otro mundo), porque “fungir como guía y conducir a los demás hasta sus se quedan cuidando las casas de las ánimas que casas, pero sin entrar en ellas. Ha de limitarse a visitan a sus familiares vivientes y las ollas de frijol degustar los alimentos colgados en jicaritas en el negro, que son moscas.13 El imaginario nahua de umbral o puestos sobre los muros que rodean las Mecayapan, Veracruz, plantea que los difuntos que viviendas”.9 Así también a los que se han incorpo- no han cumplido tres años de su deceso no pueden rado a la comunidad difunta, dentro del periodo participar en la conmemoración funeraria.14 Igual menor a un mes, se les asigna la tarea, en el cielo, concepción plantea el imaginario de las comunida- de “permanecer cuidando puertas y llaves, pues des mazatecas (Oaxaca). hasta el guardián nombrado sale de ‘vacaciones’ a La caracterización de la comunidad sobrena- visitar a los suyos”.10 En el caso de aquellos que se tural con una naturaleza activa y equivalente a la han incorporado a la comunidad difunta dentro de social está consignada en el imaginario funerario un periodo menor a siete días, se les dispensan las de los mayas guatemaltecos de Almolonga, don- tareas, ya que “ni siquiera se han enterado de su de se visualiza un tribunal de difuntos integrado cambio de signo”.11 por “juez, licenciado y policía”.15 Así también, la 8 Eutiquio Hernández Vázquez, 62 años, Xicotepec, Villa de Juárez, Puebla, 2008, comunicación personal. 9 Mario Humberto Ruz, Mayas…, op. cit., p. 55. 10 Idem. 11 Idem. 12 Cristina Aguilar Rivas, El cuerpo y sus representaciones. Imagen de la cultura yaqui, tesis de Licenciatura en Antropología Social, UAM Iztapalapa-División de Ciencias Sociales y Humanidades, México DF, 2002, p. 143. 13 Ricardo Pozas Arciniega, Chamula. Un pueblo indio de los Altos de Chiapas, INI (Clásicos de la Antropología Mexicana 1), México DF, 1987, p. 241. 14 Alfredo Delgado Calderón, “Creencias y ritos fúnebres del istmo veracruzano”, en La muerte en el sur de Veracruz, Conaculta-Dirección General de Culturas Populares, Unidad Regional Acayucán (Documentos 10), México DF, 1994, p. 50. 15 Mario Humberto Ruz, “Pasajes de muerte, paisajes de eternidad”, en Alain Breton, Aurora Monod Bequela y Mario Humberto Ruz (eds.), Espacios mayas, usos, representaciones, creencias, CEM-IIFL-UNAM/Cemca, México DF, 2003, p. 638. inventio 21 comunidad de Todos Santos concibe un sistema sencia de los difuntos. Y es como si estuvieran vi- municipal de difuntos constituido por alcaldes, re- vos todavía.