Las Expediciones Y Sus Protagonistas
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LAS EXPEDICIONES Y SUS PROTAGONISTAS LAS EXPEDICIONES Y SUS PROTAGONISTAS LAS EXPEDICIONES Y SUS PROTAGONISTAS LA BOTÁNICA ILUSTRADA EN LA ANDALUCIA ROMÁNTICA “Un pueblo culto debe conocer su propio país. El quantum de civilización de un pueblo viene representado por el cuidado con que está reconocido su territorio. Conócete a ti mismo es un aforismo tan aplicable a una nación como a un hombre” Estas palabras del profesor norteamericano William Morris Davis son leídas en su discurso de recepción a la Real Aca- demia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba por Don Juan Carandell y Pericay el 30 de abril de 1930, un parlamento que constituye en sí mismo una síntesis del paisaje andaluz (LÓPEZ ONTIVEROS, 1992), uno de los escenarios en que se desarrolló el esplendor del naturalismo europeo hace dos siglos. Clemente, Boissier y Willkomm posiblemente son los tres grandes nombres que enlazan botánica, viajes y Andalucía a lo largo del siglo XIX. Su aparición en la escena del naturalismo andaluz y la trascendencia de sus trabajos, como la descrip- ción de la especie Abies pinsapo, no es fruto de la casualidad. Sus obras conviene enmarcarlas dentro de tres grandes ámbitos interrelacionados entre sí: el espacio geográfi co, Andalucía; el dominio de las ideas, Ilustración y Romanticismo; y el ámbito científi co, la botánica. Andalucía aparece de forma transversal como hilo conductor de ideas, viajeros y científi cos en la España de los siglos XVIII y XIX. Despierta un gran interés no solo en el reducido panorama científi co nacional, sino especialmente en el inter- nacional que busca lugares inexplorados, desconocidos y, desde su punto de vista, misteriosos. Son dos las corrientes que se enlazan en este tiempo: la Ilustración del siglo XVIII, que da paso a fi nales de este siglo y durante parte del XIX al Romanticismo. Para los ilustrados, una de las tareas fundamentales del hombre es el conocimiento de la naturaleza y su dominio efectivo. Para alcanzar este fi n se confía en la razón y en los principios racionales a través, lógicamente, de un comportamiento objetivo. Uno de los resultados es el enciclopedismo, en el que se recogen las tendencias naturalistas y un gran entusiasmo por el conocimiento y el progreso. Conviene recordar que Linneo introduce, en 1735, las normas en cuanto a sistematización y notación de las especies vegetales, hecho que provoca la multiplicación de las observaciones sobre la vida vegetal. En este contexto no todo es negativo en España. En el primer capítulo de su Viaje Botánico al sur de España, Boissier alaba la situación científi ca española (y la botánica en particular), el legado de Carlos III de fi nales del si- 27 GUÍA DE LOS PAISAJES DEL PINSAPAR glo XVIII, y lamenta que los condicionamientos políticos y las guerras de principios del XIX sumieran a la ciencia en una situación de decadencia. Ya desde fi nales del siglo XVIII, y especialmente en la primera mitad del siglo XIX, la Ilustración da paso al Ro- manticismo con el que llega cierto desprecio por la vida prosaica y monótona, se ensalza el individualismo y se descubre el paisaje. Éste se contempla desde ángulos subjetivos, se exalta al pueblo y la nacionalidad, y se muestra la preferencia por los paisajes “atormentados”: así, se ensalzan las montañas y se menosprecian las llanuras. El profesor Ortega Cantero señala “tres rasgos que fundamentan el entendimiento romántico de la na- turaleza y el paisaje”: el deseo de regresar a un tiempo original que no coarte la sensibilidad y la pasión, a un tiempo primigenio que se identifi ca con lo natural; en segundo lugar, la analogía que permite relacionar me- diante metáforas lo diferente, y permite ordenar y hacer inteligible lo plural y heterogéneo; y, por último, la impor- tancia adquirida por la subjetividad. El gusto por el paisaje desconocido y la difusión de las experiencias personales y, por tanto, subjetivas, son ras- gos que identifi can al viajero romántico, aunque hay que Grabado clásico de Historia Natural: polipodio (Polypodium vulgare). señalar que los botánicos introducen un sentido prag- mático y científi co; no solo se trata de viajar y señalar aspectos costumbristas, también identifi can y clasifi can la vegetación. Descubrir nuevas especies aún ignoradas por la ciencia fue su gran objetivo. Por último, y no menos importante, hay que señalar el enorme interés que despierta la botánica de Andalucía. En Sevilla, ya en el siglo XVIII, fi guras ligadas al Jardín Botánico de la Regia Sociedad de Medicina y Ciencias sientan las bases del estudio científi co de su fl ora. Simón de Rojas Clemente desarrollaría en España las ideas que Humboldt promovió a nivel mundial, es decir, las bases de la geobotánica espa- ñola y andaluza. Será, pues, el responsable de enlazar los botánicos del siglo XVIII con los farmacéuticos de Málaga en el XIX, epicentro de la botánica andaluza. De hecho, esta rama científi ca se encuentra más desarrollada en estos años que otras ciencias relacionadas con la Tierra; por poner un ejemplo, los estudios geológicos solo comienzan a cobrar importancia ya en la segunda mitad del siglo. Leon Dufuour, Bory de St. Vincent, Salzmann, George Bentham, Durieu de Maisonneuve, Philipp Barker Webb, son algunos de los viajeros ex- tranjeros que recorren la Península Ibérica durante la primera mitad del XIX, mientras que los científi cos españoles deben lidiar con la inestable situación política del país, lo que les lleva en algunos casos al exilio, Grabado clásico de Historia Natural: orégano (Origanum vulgare). 28 LAS EXPEDICIONES Y SUS PROTAGONISTAS como Lagasca, que, al igual que Clemente, había sido discípulo de Cavanilles. Clemente, Boissier y Willkomm, como acto- res principales, heredan, pues, los métodos y el saber hacer científi co de la Ilustración, enriqueciéndolos con sus vivencias personales e interpretaciones del paisaje y la montaña en un mismo escenario: Andalucía. El comentado objetivo ilustrado de categorizar las especies vegetales y descubrir nuevas que en el caso de la ciencia botánica, persiste durante el Ro- manticismo, lleva a nuestros viajeros a la búsqueda de un abeto conocido por los habitantes de esas zonas serranas desde tiempos muy antiguos. Pero el interés por esta especie no solo se despierta en los botánicos más ilustres de la época. Otros per- sonajes con inclinaciones muy diferentes (econo- mistas, ingenieros, cazadores) se convierten en na- rradores excepcionales de los paisajes andaluces. Entre todos ellos se debe destacar a William Bowles, comisionado por el rey Carlos III para reparar la mina de Almadén tras haber sufrido un incendio, y cuyo mercurio era imprescindible para Mapa del Reino de Granada y Andalucía del año 1707. el comercio con las Indias. Nos ha dejado una ex- cepcional descripción de la España del siglo XVIII. Representa al tipo de viajero no botánico, pero interesado por todos los temas geográfi cos. El mismo relata que: “lo único á que puedo aspirar es á la gloria de ser el primero que ha intentado una descripción física de este Pais” (BOWLES, 1775). Sus viajes por las provincias españolas incluyen no solo los aspectos mineralógicos que interesaban al autor, sino otros datos físicos, humanos y, por supuesto, botánicos “para que algún sabio Español mas instruido pueda formar con el auxilio de mi trabajo otra obra digna de la importancia y curiosidad del objeto” (BOWLES, 1775). Uno de los trabajos botánicos más rigurosos y extensos realizados en esos años en España y Andalucía fue el que llevó a cabo Edmond Boissier. Este prolífi co autor, de vuelta a Ginebra, en el invierno de 1837, hubo de clasifi car los resultados de su trabajo, en total más de 1.800 especies en más de cien mil pliegos de herbario. En la primavera de 1838 publicó un elenco con la descripción preliminar de 200 espe- cies señaladas como nuevas. En 1841 tenía terminadas tres cuartas partes de su obra, aunque no la fi nalizaría hasta 1845. A lo largo de las páginas de su Viaje Botánico al sur de España durante el año 1837 se suceden numerosas notaciones científi cas sobre las especies vegeta- les de gran interés en la actualidad: “Solo estaban en fl or Ulex australis, Lithospermum prostratum, Thymus diffusus, Valeriana tuberosa y Alys- sum serpyllifolium; otras plantas como Serratula boetica, Centaurea acaulis y Teucrium aureum apenas tenían capullos”. En esta obra también incluyó detalladas descripciones de paisajes na- turales: “Un arroyo que se precipitaba por una de las gargantas de la montaña cruzaba esta parte y en el valle que ocupaba, algunas caba- ñas casi enteramente escondidas en medio de los árboles y unas vistas Portada de la obra de Guillermo Bowles “Introducción a la Historia Natural y sobre el mar, presentaban la imagen de un lugar de paz y felicidad”. a la Geografía Física de España”, publicada en 1775. 29 GUÍA DE LOS PAISAJES DEL PINSAPAR Y, también, de paisajes humanizados: “Marbella está decaída, pero su posición es romántica y los bellos árboles que la rodean son de un efecto admirable en medio de sus edifi cios en ruina”. Y la narración de aspectos costumbristas del país y su época, de entre los que destaca la descripción de la Feria de Ronda: “Los toreros hicieron su entrada al son de la música militar, vestidos con unos trajes brillantes, una pe- queña capa escarlata sobre el hombro y el pelo recogido en la nuca en una especie de moño; se presentaron en orden bajo el palco ocupado por la Maestranza, saludaron y después se dispersaron en la arena”. Boissier introduce en su obra la pasión y el rigor científi co objetivo ilus- trado y la impresión subjetiva de un país, sus costumbres y habitantes en un marco desconocido para la ciencia europea del siglo XIX, Anda- lucía; todo ello acompañando a la descripción de una especie única, antigua, exigente, restringida a zonas que plasman fi elmente sus re- querimientos ambientales: el pinsapo.