CAPÍTULO VIII

AREAS ONOMASTICAS EN EL 5.0. PENINSULAR

Alfonso Domínguez de la Concha*

ABSTRACT.—A swdy of personal names ofSWpopulañons taking as a basis fue assumption that diere was continoas setdemenfrom theLate Bronze Age onwards.

The initial hvpodíesis of the smdy is that the diso-ibuhon of the indigenous personal names identifies, asso- ctated in tribal na/ne groups, tribal name areas. These in turn, are compared with (líe data given in (he writ- ten saurces.

The definiñon of thepersonal name areas was carried ou using uai~isdcal analysis, which examines (he spa- cutí associadon of (he indigenous tribal names documented using a Jata base. The erritory analysed is pre- sew—dav Extremadura and neighbouring Portuguese districi’s, whose infonnañon is recorded graphically. The íimits were established on (he basis of the mon widely—accepted interpre&stion of a geographical loca- tion of hese tribes.

A correspondence analysis was carried out to evaluate í’he degree ofgeographical associaí~ion of (he groups oftribal names. Tlíe conclusions denote tlíat Misisa kinship svstem differenfrom (he Roman patrilinear clan system. As a result, twofairly distinetive tribal ¡mme areas were obutined: one more western or Lusitanian and (líe other more eastern or Venon.

The aleas defined agree wúh (he area ofLusitan and Venon seulemení~ given by (he writwn soarces and Jis- pía)’ a continufty in personal naníesfrom Me 2nd cenft¿ry B.C. which can be projeaed back asfaras (he 6th cenntrv SC. in (he case of Me Lusitans.

Cuando la más antigua fuente escrita sobre la Y con ello planteo una de las bases de este estudio: Protohistoria de la Península Ibérica —La Oda la continuidad en la población del SO. de la Península Marítima de Avieno, basada en un Periplo Massaliota Ibérica desde, cuando menos, el Bronce Final. No se del siglo VI a.C.— recoge los nombres de los pueblos trata tanto de negar el aporte de grupos humanos a que la habitaban, el mundo del Bronce Final —donde se determinadas zonas del SO., cuanto de rechazar la inserta la Ría de Huelva— ha dado paso a las culturas existencia de grandes movimientos de población que prerromanas del Hierro. alterarían radicalmente la situación creada durante el No podemos, por consiguiente, realizar un estudio Bronce Final. onomástico —en su acepción más general— de la pobla- La diversidad de estructuras políticas, sociales y ción que habitó este área en aquella época, pero sí económicas de los pueblos prerromanos y, en conse- podemos intentar una aproximación a la onomástica cuencia, del registro arqueológico en el que se mani- de sus descendientes, tanto en el sentido biológico fiestan, son el resultado no sólo del grado de intensi- como en el cultural. dad de los influjos culturales atlánticos, mediterrá-

* C/Juan Simedo Vidaite & 8. 06011 Badajoz. 116 ALFONSO DOMíNGUEZ DE LA CONCHA

neos, meseteflos, etc. durante el 1 Milenio a.C.; tam- — Para un grupo de investigadores, cuya línea de bién de la capacidad para asimilar/adaptar las nuevas- investigación se puede remontar hasta los trabajos tecnologías y/o los nuevos contenidos ideológico/sim- de fi. D’Arbois, siendo su más destacado repre- bólicos, debido a la existencia de diferentes substratos sentante el Prof A. Tovar, los datos conocidos per- humanos y culturales en el momento de recibirlos. miten establecer la existencia de, al menos, dos substratos lingilísticos: uno precéltico, representa- Como otra base del mismo este trabajo se plantea do por el Lusitano, y uno céltico, elceltibérico (1). que la onomástica, enmarcada dentro de la lingilística —en cuanto elemento destacado de laLengua— y de las — La otra corriente, en torno a la figura del profesor relaciones entre los miembros de una comunidad -en J. Untermann, considera que los datos aportados la medida en que expresa la relación entre personas—, son demasiado escasos para establecer esta distin- es un elemento más de identidad étnica. ción y plantea la existencia de una sola lengua, céltica, con variantes dialectales (Untermann Se postula que cada etnia cuenta con un repertorio 1962 y 1963). limitado de nombres de persona. La distribución en el espacio de los nombres indígenas prerromanos, asocia- La base argumental empleada durante mucho tiem- dos en grupos antroponímicos, nos debe permitir iden- po fue la onomástica, dada la escasez de textos o ins- tificar áreas antroponímicas que, a su vez, pueden ser cripciones. El hallazgo de la inscripción de Cabe9o das cotejadas con los datos transmitidos por las fuentes. Fráguas (Guarda) supuso un nuevo impulso en la dis- cusión (2). Aunque la visión invasionista o migracio- nista ha dejado de jugar un papel destacado en los tra- 1. El problema Iingúístico bajos de los lingílistas, aún se mantiene la existencia de dos substratos. Cada uno estada representado por La onomástica, en cuanto elemento integrante de la una lengua, Lusitano o Celtibérico, alrrededor de las Lengua, ha sido objeto de particular interés para los cuales gravitarían las demás lenguas lE peninsulares. lingúistas. Desde D’Arbois de Jubainville la onomás- Este esquema es el que propone A. Tovar (1985: 229), tica, más concretamente la toponimia, se ha utilizado con un grupo de lenguas preceltas —Astur, Cántabro, para analizar la existencia y dispersión de las lenguas Vetón, Carpetano— localizadas en el arco montañoso indoeuropeas. DArbois (1904: 104-1 12) recogió una que rodea la Meseta superior, donde habrían sido serie de topónimos acabados en —briga para defender arrinconados estos pueblos por la presión de los gru- la expansión de los celtas basta la Península Ibérica. pos celtas posteriores, celtíberos y grupos asociados, Arévacos, Célticos, etc. Este esquema es de gran En la Península se pueden distinguir dos grandes importancia para el estudio de la onomástica pues es el áreas linguisticas: la indoeuropea (LE) y la no indoeu- que subyace a la hora de explicar las relaciones entre ropea (no LE). Ambas están definidas en buena medi- grupos antroponímicos propuestas por ML. Albertos. da a partir de la onomástica(Untermann 1962 y 1963), ya sea toponimia o antroponimia; si bien la zona no lE Del Lusitano sólo se conocen tres textos con una cuenta con un importante corpus de inscripciones mínima entidad: Lamas de Moledo (Viseu), Cabe9o sobre piedra o metal, grafitos sobre cerámica, leyendas das Fráguas (Guarda) y Arroyo de laLuz (Cáceres) (3). monetales, etc. Su situación geográfica permita una aproximación al territorio donde se hablaba el Lusitano (fig. 22a). Este planteamiento ha dado lugar a fuertes contro- versias entre lingijistas y arqueólogos. La causa estri- ba en el reconocimiento por parte de aquellos de la 2. El concepto de etnicidad existencia de una o varias lenguas indoeuropeas en la Península Ibérica, por lo que, dado el caracter extrape- En un reciente trabajo, publicado con motivo del ninsular del origen de las mismas, es necesario hablar Homenaje al Dr. J.M. Blázquez, ya expuse el marco de desplazamientos de grupos humanos portadores de teórico para la investigación onomástica en el SO. No estas lenguas. Los arqueólogos no observan en el voy, por tanto, a extenderme en este tema. registro arqueológico tales movimientos de población, Si recojo la definición que Dragadze dio del con- salvo para un momento muy concreto, la aparición de cepto de Ethnos : “una firme agregación de gentes, los Campos de Urnas en el NE peninsular, cuyo alcan- históricamente establecidas en un territorio dado, ce real es objeto de estudio.

En la zona objeto de este estudio están presentes (1) El propio Tovar hace un resumen de los planteamientos en su ambas áreas, ocupando la no LE el tercio inferior, en la artículo de 1985-86. región ocupada por los túrdulos/turdetanos. Sólo se ha (2) Entre íes trbajos más recientes se pueden citar A. Tovar. 1985, podido identificar una lengua, el Lusitano (lE), cuya K. H. Schmidt, 1985,]. Gorruchategui, 1985-86 y J. tJntermann, 985- 1986. relación con la otra lengua LE conocida, el Celtibérico, (3) Véase una puesta al día en el estudio de los textos lusitanos en es objeto de viva discusión. Resumiendo, se pueden el artículo de A. Tovar, l985-t986, que incluye abundante bibliografía reconocer dos planteamientos fundamentales: sobre el tema. AREAS ONOMASTICAS EN EL 5. 0. PENINSULAR 117

A

Fig. 22A.—Grá/lco obtenido ~lcfi, oplicacián del análisis de correspondencias.

o A Cánfabro-Vetones A Cántabros * Galaiws * Galaico-Lusitanos • Lusitanos O Lusitano-Vetones • Indeterminados

[Vg. 2211—Análisis de correspondencias con la adscripción étnica de cada grupo de anrropónitnos. ‘3 118 ALFONSO DOMíNGUEZ DE LA CONCHA

poseyendo en común particularidades relativamente de los factores que se puede considerar es la Lengua y estables de lengua y cultura, y también reconociendo dentro de ella la Onomástica. su unidad y diferencia de otras formaciones similares Para algunos investigadores no habría tal cohesión, (autoconciencia) y expresándolo en un nombre auto- si no una élite dirigente que trata de perpetuar su posi- designado (etnónimo)” (4). ción privilegiada mediante mecanismos coercitivos o Son varios los aspectos de esta definición que nos ideológicos. El territorio de cada pueblo estaría cons- interesan. En primer lugar la conciencia de pertenecer tituido por el espacio dentro del cual serían efectivos a una comunidad, lo que llamamos etnicidad (5). estos mecanismos coercitivos. En segundo lugar está la manifestación externa de Este esquema puede ser válido para sociedades con esta cohesión. Los miembros de la comunidad dan una forma de Estado, como p.e. la Hispania romana de los respuesta a los estímulos que les llegan del entorno en siglos 1 a III d.c., pero no tanto para las poblaciones función de la percepcióncomún que tienen del mismo. prerromanas. En cualquier caso, no podemos olvidar Esto se materializa en una acciones encaminadas a que los grupos “dominados” no son entes pasivos que transformarlo. Estas acciones tendrían una proyección se limitan a aceptar esta situación. Generan elementos en el espacio y nos permitirían rastrear la distribución de agregación de la comunidad que ellos perciben espacial de uno o varios pueblos. como propios y que pueden ser utilizados, bien por las En el plano de la realidad cotidiana estos patrones se élites en su provecho, asimilándolos y potenciándolos, plasman en las estructuras económicas, las creencias bien por ellos mismos, como reacción a la situación de religiosas, la organización social e, incluso, política; lo dominio. que la investigación marxista denominaría “modo de producción”. 3. Análisis estadístico La expresión externa de la etnicidad no se reduce al plano conductual, también incluye el simbólico. La Si, como hemos señalado en apartados anteriores, lo pertenencia a un grupo no sólo se observa en la con- que pretendemos es la delimitación de áreas onomás- ducta, los grupos necesitan elementos externos que sir- ticas, reflejo de diferentes grupos de población, hay van de referencia para reconocer a un individuo como que definir el método que nos permita analizar la aso- miembro del grupo. Algunos de estos elementos pue- ciación espacial de los antropónimos indígenas docu- den venir impuestos, como el aspecto antropológico mentados. —no es posible elegir la raza—, mientras otros se pueden escoger, son los que entran dentro de la “cultura”, 3.1. Definición de la base de datos como la Lengua. Un tercer aspecto es la expresión territorial, estre- La zona de interés era la comprendida por la actual chamente vinculada al componente histórico. Toda Extremadura española y los distritos portugueses limí- comunidad tiene una idea más o menos clara de los trofes. Teniendo en cuenta que ninguno de los pueblos límites del territorio que considera suyo. Sus límites, prerromanos presentes en lazona lo eran en exclusiva, empero, no son estables. Factores de presión externos, se decidió abarcar una extensión geográfica que necesidades de expansión y el caracter permeable/ cubriese todo el ámbito cultural que interesaba al tra- estanco de toda frontera hacen que ésta no sea fija. bajo. Para ello se fijaron los límites geográficos según Y, por último, el componente histórico. Es necesario la interpretación más generalizada de la localización plantear la existencia, al menos teórica, de una cierta espacial de estos pueblos. estabilidad de las comunidades a que nos referimos Estos límites son: Por el Norte, el Duero hasta su dentro de un territorio. De lo contrario no seria posible confluencia con la provincia de Salamanca, siguiendo una delimitación en el espacio de estas comunidades. el actual limite provincial con Zamora (6), y continúa En resumen, vemos que las comunidades humanas por el limite de la provincia de Avila. Por el Este, se pueden tomar conciencia de su cohesión —etnicidad— y traza una línea vertical desde el extremo sudeste de la reflejarlo en actitudes y símbolos. Esta expresión provincia de Avila, llegando hasta el Guadalquivir. Por externa se puede rastrear en el espacio, permitiendo el Sur, sigue la línea del Guadalquivir hasta su desem- una cierta delimitación geográfica de un pueblo. Uno bocadura. Por el Oeste, la línea de costa hasta la desembocadura del Duero. De esta manera se pretende incluir el territorio de (4) Recogido en C. Renfrew, 957:216 lusitanos, vetones, célticos, túrdulos, conios y otros (5) En ci reciente Congreso de Paleocinología de la Península ibérica se pudo constatar como, dentro del reducido número de ponen- pueblos del SO hispano. cias que se atrevieron a tratar el problema de la definición del concep- to de etnia. uno de los argumentos esgrimidos con mayor frecuenciaera la conciencia de grupo. Los (adores econdn,icos, sociales, ideológicos. (6) Según M. L. Albertos. 1985:255-256. la onomástica astur etcétera. permitían reconocer a un grupo, pero es la conciencia de per- sobrepasa la línea del Duero en el tramo zaniorano, por lo que esta zona tenecer a una comunidad la que proporcionaba cohexión a estos fac- se puede excluir, dejando el ¡mije en el actual provinciai entre Zamora tores. y Salamanca. AREAS ONOMASTICAS EN EL 5. 0. PENINSULAR 119

Selección de los datos son más pequeñas para ajustarse a los husos en los que se divide la superficie terrestre. Dentro del Una vez definidos los limites espaciales se procedió territorio con el trabajamos esto sucede una vez. a recoger la información. Primero se incluyeron los Las cuadrículas situadas a la izquierda del huso se antropónimos recopilados en los trabajos de M. han englobado en la más próxima; las de la dere- Palomar Lapesa (1957), M.L. Lourdes Albertos cha, al ser más grandes, se han separado. Firmat (1964, 1965 y 1966) y J. Untermann (1965) — Se pueden fraccionar o agrupar cuantas veces se publicados hasta 1966. Y se completó la base de datos quiera. a partir de los ficheros del Centro de Documentación de Historia Antigua (CDHA), Sección de Epigrafia, de — Son fácilmente reconocibles en el mapa, permi- la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad tiendo una gran precisión a la hora de localizar y Complutense. Allí recogí todos los antropónimos situar un dato. publicados a partir de 1966, así como las revisiones de — Las puede manejar cualquier investigador. los ya conocidos. Para reconocer la onomástica indí- — Permite análisis comparativos con otros trabajos. gena se utilizó como referencia un listado de los nom- Basta que un investigadorexplicite las referencias bres incluidos en los trabajos anteriores, con alguna tomadas para el trazado de su retícula y otro cual- novedad que me pareció plausible. En total se recogie- quiera puede reproduciría en sus hojas, permitien- ron 2144 antropónimos. do comparar los resultados de ambos. Este sistema tiene sus inconvenientes. Al estar pre- Diseño de la base gráfica fijadas las cuadrículas éstas no se ajustan al contorno de la superficie seleccionada. En nuestro caso la zona El diseño de un mapa tiene la doble función de más problemática es la costa oeste por su contorno con representación gráfica de la dispersión de los antropó- accidentes geográficos muy marcados. Aunque se ha nimos recogidos y base para el estudio estadístico. tratado de ajustar al máximo la retícula a la costa no siempre se ha conseguido un resultado satisfactorio y El empleo de mapas para la representación de los algunas cuadriculas sólo contienen una superficie datos onomásticos ha sido práctica habitual entre los mínima de terreno. Como es comprensible en éstas no investigadores desde Krahe. Permite una rápida visua- se han recogido antropónimos. Su incidencia en el lización, pero no siempre se han utilizado con propie- análisis estadístico se puede minimizar al suprimirlas, dad al no recoger la cronología de aquellos o no dis- siempre que su número no sea muy elevado (8). tinguir las diferentes densidades de hallazgos (7). Siempre es posible un ajuste optimizado trazando una A la horade situar los hallazgos se pueden manejar retícula ad hoc, pero esto invalidaría todas las ventajas dos sistemas básicos: marcar el lugar exacto con un antes señaladas, que considero compensan las limita- punto o situarlo dentro de una unidad de superficie. ciones que se puedan presentar. Aunque no faltan estudios y aplicaciones concretas de Un problema de dificil solución es la elección del la primera opción se ha preferido utilizar la segunda. tamaño de la cuadrícula tomada como unidad de estu- La dificultad de situar todos los antropónimos en su dio. Hodder realizó un interesante estudio sobre la lugar exacto de hallazgo apoyó esta decisión. incidencia que tenía en el resultado de un estudio espa- La unidad de superficie debía ser lo más homogénea cial la variación del tamaño de la cuadrícula (Orton posible y el sistema más sencillo para solventar este 1988). La opción tomada trata de minimizar dos pro- problema es trazar una retícula que cubra toda la zona blemas: de estudio. — Si se tomase una cuadrícula más pequeña se mul- Para ello se optó por tomar como referencia la cua- tiplicaría el trabajo de localización de datos, que drícula de la proyección UTM utilizada por la carto- no sería rentable, y daría lugar a unas tablas esta- grafía del Ejército español. Esta se divide en cuadrícu- dísticas de tales dimensiones que harían muy difi- las de 20 Kms. de lado, con trazo fino, y de 100 Kms., cil su gestión por los programas estadísticos pro- con trazo grueso. Para este trabajo se unieron las cua- puestos. driculas de 20 Kms. en grupos de cuatro para formar — Con una cuadrícula de mayor tamaño, pe. de lOO unas mayores de 40 Kms. de lado. Este sistema tiene Kms. de lado, se corre el riesgo de reducir la pre- unas ventajas claras: cisión en la definición espacial de las áreas antro- ponímicas. — Permite unidades de superficie homogéneas; aun- que con ciertos matices, pues la proyección UTM Para el diseño del mapa se utilizó el programa da lugar a representaciones del tipo ‘gajos de MAPEDIT y una tableta gráfica EPSON. Este progra- naranja”, con lo que las cuadrículas de los bordes

(8) Hay 36 cuadrículas, un 25%, que no contiene antropónimos, y (7) Nn siempre ha sido así, vide los dítinios mapas de Untermann. 47, un 33%, que no recogen antropónimos asignados a un grupo. 120 ALFONSO DOMtNGUEZ DE LA CONCHA

ma planteó una dificultad inesperada al distorsionar la das (registros) con valor Go valores muy bajos, frente representación del contorno peninsular Como se indi- a otras con valores muy altos; Variables (grupos de có más arriba, la proyección UTM crea “gajos de antropónimos) con frecuencias muy bajas y otras con naranja” que el programa interpreta como si fuese una frecuencias muy altas; Casos (cuadriculas) con una o proyección ortogonal. Esto quiere decir que el mapa dos variables, frente a otros con muchas. aparecía partido en dos siguiendo el uso que lo cruza- Por ello se decidió realizarun análisis de correspon- ba de Norte a Sur. dencia para evaluar el grado de asociación espacial de Este problema se eliminó uniendo ambas partes, los 55 grupos de antropónimos. ajustándolas al contorno real de la Península y digita- Los datos obtenidos, expresados en coordenadas se lizando la retícula a una escala menor que cupiese en han situado en un eje cartesiano. El resultado fue el la tableta gráfica. Para esta operación se utilizó el pro- gráfico de la figura 22a. A primera vista se puede grama ATLASDRAW, compatible directamente con el observar que hay dos grupos relativamente bien deli- programa ATLASGRAPHICS utilizado para la repre- mitados, tanto si consideramos su posición respecto al sentación gráfica de los datos. El resultado fue un eje X o al eje Y. Desde un punto de vista matemático mapa reticulado como el de la figura 25a. se puede interpretar como la manifestación de un com- Las cuadrículas se numeraron del 1 al 131 comen- portamiento espacial diferenciado de las variables, que zando por la esquina superior izquierda, junto a parece responder a la existencia de dos grandes gru- Oporto, y siguiendo hacia la derecha en líneas hori- pos. La bisectriz de los cuadrantes 1 y 3 marcaría el zontales. La retículas pequeñas junto al huso se distin- límite entre ambas. Pero dentro aún se pueden distin- guieron con un “bis”. guir varias concentraciones:

— La primera, que incluye el mayor número de variables, se encuentra alrededor del eje X y a la 3.2. Grupos de antropónimos derecha del Y. Aún se pueden delimitar pequeños Una vez completada la base de datos y purgada de subgrupos: el primero, hacia el centro de la nube posibles repeticiones se obtuvo un listado de antropó- de puntos, 5, 9, 32, 50 y 55; el segundo, hacia la izquierda, 27, 49 y 54; en torno a ellos aparecen niínos por orden alfabético incluyendo el número de algunos más alejados pero aún bien diferenciados veces que aparece repetido. respecto al resto: 43,52,51,25,26,46,23 y 12. Cada antropónimo se incluyó en un grupo antropo- Las variables que aparecen por debajo de la bisec- nímico, para lo que se tuvo muy en cuenta los defini- triz no son tan numerosas ni están tan concentradas dos por ML. Albertos (1966) y J. Untermann (1965), como las anteriores, aunque si se delimitan mejor los así como los comentarios que hacen a los mismos (9). La idea de estas agrupaciones es reunir un nombre con grupos: todas las posibles variantes que tuviese. Teniendo en — El mejor definido estaría formado por: 36, lO y cuenta que muchos de estos grupos apenas están repre- 53; 24,44,2,34,40 y 45; 6,38 y 29; 14 y 15. sentados por uno o dos casos (lo que haría irrelevante La estadística nos muestra la existencia de un com- el estudio comparativo) y que el análisis estadístico no portamiento espacial diferenciado de las variables que es aplicable sobre muestras muy reducidas, se selec- se traduce en dos asociaciones espaciales relativamen- cionaron aquellos que tenían un mínimo de diez casos. te bien definidas, es decir, tienden a aparecer en dos Esto dió lugar a un total de 55 grupos antroponímicos, áreas geográficas distintas. Junto a ellas nos encontra- cuyos datos se trasladaron a las cuadrículas antes defi- mos con otras variables cuyo reparto, más disperso, no nidas. aporta información para definir asociaciones, por varias razones: en el caso de Ammius (8), Attius (15), Caelius (19) y Caesius (21) existe homofonía con un 3.3. Análisis de Correspondencia nombre latino; Maurus (41), posible origen norteafri- cano; Surus (47), filiación indígena dudosa aunque La decisión que llevó a elegir este tipo de análisis se aparece centrado en la zona lusitana meridional. Otros, basó no sólo en la necesidad de tener en cuenta la fre- como Talabarus/Talauus (48) y Pent—/Pint— (42), cuencia de aparición de cada grupo de antropónimos, puede que estén enmascarando dos realidades distintas también en las características propias de la muestra. y sea necesario separar cada uno en dos grupos. Esta se adapta a la descripción que da E. Búlviken (1982: 41) para este tipo de muestras, que suelen ser Ahora hay que explicar estos datos dentro del mode- bastante comunes en Arqueología: Numerosas entra- lo interpretativo desarrollado. Estos dos grupos de variables representarían a dos comunidades diferen- ciadas, al menos, por su onomástica, que ocupan dos (9) Son especialiiienie útiles los que hace M. L. Albedos en los ámbitos geográficos distintos. ¿Se pueden identificar artículos publicados en las Acias de los Coloquios sobre Lenguas y Culturas Palcohispánicas: 1979, 131-167; 1985, 255-310 y 985-86, con alguno de los pueblos prerromanos conocidos?. 15 5-194, Analicemos los datos. ARFAS ONOMASTICAS EN EL 5. 0. PENINSULAR 121

Fig. 23A,—Territorios cíe los pueblos

prerrornonos según los textos clásicos.

A

e

Fig. liB—Unidades suprafamilares. Área de dispersión. 122 ALFONSO DOMtNGUEZ DF LA CONCHA

Si sustituimos los puntos por símbolos, según la Sisuc. en Alcacer do Sal (SET), este último se repite adscripción étnica que los lingiiístas han dado de ellos en la Bética, Sosumus en Mérida y Guarda, con otros (Albertos 1979, 1983, 1985, 1985—86), obtenemos el casos documentados en la zoíía ibérica, Voco y gráfico de la figura 22b. En él podemos observar cómo Voconius en Fundao y Vrchail en Alcalá del Rio (SE). la diferenciación espacial se correlaciona con una dife- Se localizan preferentemente en la zona meridional, renciación étnica. A continuación se recogen las pero no faltan casos situados tan al norte como correspondencias étnicas siguiendo los grupos antes Cáceres o Avila. Varios de ellos se recogieron en la definidos: provincia de Sevilla o en zonas limítrofes. Esto con-

— En el primer grupo: 5 Alluquius (GA—LU), 9 cuerda con el caracter no lE que se otorga a los túrdu- Anceitus (GA—LU), 32 Docquirus (LU—VE), 50 los. Pero la muestra es demasiado escasa para intentar Taporus (2) y 55 Viriatus (GA—LU); hacia la siquiera un aproximación a su delimitación espacial. izquierda, 27 Celtius (LU—VE), 49 Taneinus (LU) Lo mismo se puede decir de los nombres recogidos en y 54 Tur—/Turr— (CA—VE); en torno a ellos, 43 el Sur de . Pisirus/Pistirus, 52 Tongetamus (LU—VE), 51 La onomástica de los Célticos del SO. tampoco es Tongius (LU—VE), 25 Catuenus (LU—VE), 26 posible definirla. Se ha querido reconocer algunas par- Caturo (GA—LU), 46 Sunua (LU—VE), 23 Camira ticularidades onomásticas en esta región (Albertos, (LU?) y 12 Aranta (2). 1966), p.c. los nombres Aplondus, Arquiaecus y Por debajo de la bisectriz: Eburacus. Demasiado poco para poder definir una onomástica propia. Además, los dos últimos se — 36 Madugenus (AS—VE), 10 Anna (AS) y 53 encuentran al Este de la provincia de Badajoz, que no (CA—VE); 24 Carus (2), 44 Reburrus (AS), 2 es territorio céltico. Accius (2), 34 Douiterus (CA—VE), 40 Manta (AS—VE) y 45 Sailcius (LU—VE2); 6 Ambatus (CA—VE), 38 Magana/Magilo (AS—VE—CA) y 29 4. Las gentilidades o unidades suprafamiliares. Cloutius (AS); 14 Arrenus (AS). Al estudiar la adscripción étnica de cada grupo Estas unidades organizativas han sido ampliamente antroponímico vemos como el gran grupo situado por estudiadas y en mi articulo ya mencionado recojo las encima de la bisectriz recoge nombres del área más principales interpretaciones que sobre las mismas se occidental de la Península —galaicos y lusitanos—, y se han dado (10). observa una relativa homogeneidad, pues, salvo los Básicamente sus características son las siguientes grupos Tur—/Turr— (CA—VE) y Aranta (dudoso), todos (González 1986: 104): Filiación patrilineal, dominio los demás están claramente asociados al mundo galai- del parentesco consanguíneo, parentesco cognaticio, co—lusitano; lo que nos señala una vez más las rela- matrimonio claramente representado, el resto de los ciones entre el mundo galaico meridional y el lusitano. vínculos de parentesco se establecen a partir de éste y Mientras que el inferior contiene antropónimos más generalmente no sobrepasan el tercer grado en cual- orientales —cántabros, astures y vetones— y manifiesta quiera de las ramas (ascendente, descendente o colate- una gran heterogeneidad, con muchos de los grupos ral). antroponímicos originarios de áreas muy distantes: En resumidas cuentas, nos encontramos frente a un pe. Anna, Arrenus, Reburrus y Cloutius, asociados al sistema de relaciones de parentesco distinto del genti- mundo astur; o con grupos cuya dispersión aparece licio romano. Cuando en la epigrafía aparecen los tér- asociada tanto a vetones como a cántabros y astures, minos gens o gentilitas se trata de una interpretatio de sin que por ahora sea posible una adscripción definiti- las instituciones indígenas que los romanos intentan va. No obstante, no deja de ser significativo que ape- explicar desde sus esquemas culturales (González nas se asocien con nombres lusitanos. 1986: 106—107) (II). En esta tentativa de delimitar áreas antroponímicas Lo que si está documentado, y es especialmente no aparecen recogidas las más meridionales. Esto es interesante para este trabajo, es la relación existente así por la falta de datos. De los 2144 antropónimos entre las designaciones de unidades suprafamiliares y recogidos apenas una veintena puede considerarse la onomástica indígena. Aunque no es frecuente que se como indígenas no lE y algunos con muchas dudas. Entre los reconocidos por los diferentes investigadores (lO) Véanse, sobre todo, los trabajos de M. L. Albertos, 1975 y M. se encuentran: Andrana, en El Viso (CO), C. González Rodríguez, 1986 y 1985-86. Este último para la crítica a la Antubellicus en Terena (EVO) y San Martin de trasposición directa del modelo gentiticio romano al indígena que tradi- Trevejo (CC), Atsinna, en Hinojosa del Duque (CO), cionalmente se ha utilizado en la investigación para explicar las «genti- Baaisa, en Avila, Chilasurgun, en Alcalá del Rio (SE), lidades». (II) No está de acuerdo J. A. Redondo (1985:35), quien, para el Coete, en Italica, Granius, en Leiria y Zalamea de la área vetona cacereña, concede una mayor importancia a la filiación Serena (BA), Sisania, en Belalcázar (CO), Siser. y gentilicia que a la paterna. ARFAS ONOMASTtCAS ENEL S. O. PFNtNSULAR 123

— Cuocicorum (Ibahemando, Cáceres): localizada de en la misma inscripción (12), si se da con la antro- ponimia de la región. Esto permite plantear la vincula- en Ibahernando, pero de procedencia desconocida. ción onomástica/parentesco y refuerza la idea de que Sin paralelos conocidos. el nombre del individuo se toma de su contexto más — Douilonicorum (Condeixa—a—Velha, Coimbra): cercano, el grupo familiar al que pertenece. pertenece al grupo Dou—/Doui—, relacionado con Por lo que a la zona de estudio se refiere, las unida- Douiterus¡Douiderus. Estos dos últimos muestran des organizativas suprafamiliares sólo se documentan una clara zonificación: La variante con “t” se en territorio vetón y algunos casos aislados en el lusi- recoge al sur del Duero, mientras que la variante tano (Albertos 1975: 10—19; González 1986: 14—15). con “d” se encuentra en la zona astur Los casos En el mapa de la figura 23b podemos ver su distribu- relacionados con el que estudiamos aparecen en la ción atendiendo a la densidad de casos documentados. zona vetona, como p.e. Douiliqum (Azután, Toledo). En el conjunto de la Península se distribuyen por la Meseta Norte, fundamentalmente en tomo al Sistema — Gapeticorum (Oliva de Plasencia, Cáceres): sin Central, área celtibérica y Cornisa Cantábrica, con un paralelos conocidos. vacio relativo en la región central del Duero. Pero — Obisoqum (Casas de Don Pedro, Badajoz): no prácticamente no se recogen en la zona occidental de la Península, a excepción de los casos recogidos en la tiene paralelos conocidos. , que ahora analizaremos. — Visancorum (Penela da Beira, Viseu): sin parale- Esta dispersión ha servido para justificar la existen- los conocidos. Datado en el siglo II d.C. cia de dos substratos de población o, al menos, de dos Como se ha podido comprobar, la mayoría de estas estructuras de parentesco distintas. Por un lado el arco menciones de unidades suprafamiliares carecen de montañoso donde habrían sido arrinconados los pue- paralelos onomásticos. En los que si se conocen blos preceltas, cuya estructura gentilicia se manifesta- corresponden a grupos onomásticos externos a la ría en las “gentilidades”, y por otro las regiones de Lusitania. Se localizan en centros urbanos desarrolla- población celta, que contaban con una organización dos, que actúan como focos de atracción, o en la zona social distinta; siempre que se admita que las mencio- fronteriza entre lusitanos y vetones, por lo que tal vez nes de unidades suprafamiliares documentadas en el nos encontremos ante inmigrantes. área celtibérica correspondían a los Pelendones, que constituirían una reliquia de poblaciones preceltas de Por todo ello se puede aventurar que la estructura la zona (13). Esta idea de los diferentes substratos es social gentilicia representada por las “gentilidades” no retomada por MC. González (1985—86); más aun, es característica de la región lusitana. Con lo que se cree que esta diferenciación étnica es la causa de que añade un nuevo elemento diferenciador respecto a la no todos los individuos mencionen su adscripción a región vetona. una unidad familiar. La existencia de este doble com- portamiento en una misma zona se debería a la mezcla 5. Los pueblos prerromanos del 5.0. en las fuen- de poblaciones, favorecida por la acción romana (14). tes antiguas Centrándonos en la Lusitania y zonas limítrofes —tal como se ha delimitado esta zona en el apartado ante- 5.1. veteres rior—, nos encontramos los siguientes casos:

— Abilicorum (Mérida): que pertenece al grupo Plinio (HN, IV, 34, 112 y 113) recoge a unos turdu- Abil—/Apil—, característico de la región norteña Ii veteres en el limite de la Lusitania, junto al Durio, donde aparece repetido cerca de Oviedo. La forma que los separa de los brácaros. Mela (III, 1, 8) señala sincopada Ablicum está recogida en Salvatierra de la presencia de unos túrduli veteres y de unas ciudades Santiago (Cáceres) y la variante Aploniqum en la de los túrdulos, situados en laregión de los ríos Munda zona vetona de Avila. y Durio.

— Belaisocum (Monsanto, Cascais): sin paralelos Según las Fuentes estos túrdulos habrían llegado a conocidos. estas tierras en una campaña de los célticos y túrdulos del Anas hacia el Lethes (Limia), el río del olvido, (12) En la zona estudiada se dan cuatro casos, todos en la zona donde se negaron a continuar por temor a perder el vetona: Douilus Douiling(uirú. Azután (TO). M. L. Albedos, 1975: n’ recuerdo de sus orígenes (Est., III, 3, 5). 181. Matugeno Matuge [i]q[uml. Avila. E. Rodríguez Almeida. 1980: p. II, p. 96. Pistiricum Pistid. Talavera de la Reina (TO). M. L. Albeuos, 1975: n’ 185.0 200.Taiaui Taiabonicum. Yeciade Yeites (SA). M. 5.2. Lusitanos L. (13)Albenos,Esta1975:idea yan fue propuesta por A. Tovar. 1949, y recogida por M. L. Albertos, 1975: 19-20. (14) Para el despiazamienio de poblaciones consultar M. C. La primera referencia a la situación geográfica de González-]. Santos. 1984. los lusitanos nos la proporciona la Ora Marítima de 124 ALFONSO DOMíNGUEZ DE LA CONCHA

Avieno en su verso 196, quien se refiere al pernix 5.3. Vetones Ligus (15): interpretado como la primera referencia a los lusitanos. Su ubicación es imprecisa, aunque pare- La primera referencia geográfica que tenemos de los ce posible situarlos al norte de los Cemsi y . vetones nos la proporciona Estrabón al referirse a los Estrabón (III, 1,6) habla de lamesopotamia que for- pueblos que habitan el curso alto de la mesopotamia man el Tagos (Tajo) y el Anas (Guadiana) y de los entre el Tagos y el Anas (III, 1, 6). pueblos que la habitan y menciona a los lusitanos, A diferencia de los lusitanos, las fuentes no nos han junto con los célticos, en la zona más próxima a la transmitido información sobre los nombres de los jefes costa. Con lo que da a entender que los lusitanos no o caudillos lusitanos. Sí nos dan, pe. Ptolomeo, los son celtas. nombres de las ciudades vetonas: Lancia Oppidana (al Un dato sorprendente es que, al hablar de los galái- Oeste de Coria), Cottaióbriga, Salmántica (Sala- cos, dice que, para el momento de redactar su obra, la manca), Augustóbriga (Talavera la Vieja), Ocelon, mayoría de los lusitanos se llamaban galaicos (III, 3, Cápara (Cáparra), Manliana, Laconimurgi, Deóbriga, 2) (16). Obila (¿Avila?) y Lama (II, 5, 7). Al referirse a la Lusitania, como territorio ocupado por este pueblo y no la provincia romana, señala sus límites, un tanto confusos: el límite Sur es el Tagos; 5.4. Beturia por el Oeste y el Norte, el Océano; al Este las tierras de Carpetanos, Vetones, Vacceos y Galaicos (III, 3, 3). Estrabón nos describe una Beturia áspera y esteril, Plinio (HN, IV, 35, 116), al referirse a los pueblos como todas “las comarcas donde hay metales”, y sitúa que habitan la provincia romana de la Lusitania, dice sus “secas llanuras” bordeando el curso del Anas (III, que los lusitanos se extienden desde el Anas hasta el 2, 3). Promontorio Sacro. Además, Plinio, como también lo Plinio localiza la Beturia entre el Betis y el Anas y hará Ptolomeo, nos transmite toda una serie de ciuda- la divide en dos zonas que pertenecen a otros tantos des de los lusitanos, aunque no todas se han localiza- pueblos: los célticos y los túrdulos (HN, III, 3, 13). do con exactitud. Además de los datos geográficos las fuentes tam- bién nos hablan de la historia de este pueblo. La pri- Célticos mera referencia a los lusitanos la tenemos en el 194 a.C. (T. Livio, XXXV, 1) cuando Publio Cornelio Al margen de las referencias en la Ora Marítima a Escipión los derrota en Ilipa al regresar estos de una los cempsi y sefes, considerados pueblos celtas, hasta correría por la Ulterior Tanto este historiador como Estrabón no tenemos noticias de estos célticos. Este Apiano nos transmiten una prolija relación de las cam- geógrafo dice que la mesopotamia formada por el pañas que los lusitanos mantuvieron contra Roma. No Tagos y el Anas, en su curso bajo, estaba poblada en es este el momento para una descripción detallada de su mayor parte por Célticos, junto con algunas tribus las mismas. Baste reconocer la constante pugna que de lusitanos (111, 1, 6). mantuvieron por defender su independencia. Será Plinio quien nos de la información más com- Pero entre dicha información sí nos proporcionan pleta de este pueblo (HN, III, 3, 13—14). Lo sitúa lin- una serie de nombres: Pánicos, caudillo lusitano hacia dando con la Lusitania, dentro del convento el año 155 a.C. (Apiano, Iber., 234 ss.); Caisaros, cau- Hispalense. Nos dice que son una rama desgajada de dillo lusitano haciael 154 a.C. (Apiano, Iber., 239); en los celtíberos que procede de la Lusitania. Su paren- el 153 a.C., coincidiendo con las campañas de tesco se puede reconocer en sus ritos, su lengua y los Caisaros contra la Bética, los lusitanos del sur del nombres de sus ciudades: Seria Fama Julia (Jerez de Tajo, bajo el mando de Cauceno (o Caucanios), atacan los Caballeros), Nertóbriga Concordia Julia

(15) J. Alarcao recoge varios investigadores portugueses que han Tárdulos cstudiado esta cita y proponen difrrentes lecturas, pero coinciden en considerarlo la primera referencia a los lusitanos, La identificación de túrdulos con turdetanos es obje- (16) En el momento de escribir su obra era escasa la información to de discusión. Ya Estrabón reconoce la dificultad de que podía íííanejar Estrabón. Durante mucho tiempo apenas se tuvo información de los pueblos situados al norte dei Duero y se les agrupa- resolver esteproblema. Recoge la opinión de Polybio, ba bajo el nombre de lusitanos, hasta que se fija la diferencia con los quien defiende la diferenciación entre ambos pueblos, galaicos. situando a los túrdulos al Norte de los turdetanos, más ARFAS ONOMASTICAS EN EL 5. 0. PENINSULAR 125

A

Fig. 24A —Oru~~o occidentaL Areo de d,vperwón

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Fig. 24B.—Gru¡~o oriental. Arco de dispersión. 126 ALFONSO DOMíNGUEZ DE LA CONCHA reconoce que en su época no es posible diferenciarlos grupo oriental sería la de los grupos humanos que y ambos cuentan con la misma gramática (III, 1, 6). cuentan con este tipo de estructura de parentesco y no la del grupo vetón sensu strictu. Estrabón señala que entre las ciudades colonizadas por los romanos Emérita Augusta pertenece a los túr- Respecto a la onomástica que nos han transmitido dulos, mientras que Pax Augusta es de los célticos (III, las fuentes, es muy reducida para poder afirmar una 2, 15). Plinio situa a los túrdulos de la Beturia en el continuidad a lo largo del ¡ Milenio a.C. Aunque para convento Cordubense y recoge las siguientes ciuda- el siglo VI a.C. tenemos la referencia de la Ora des: Arsam (2), Mellaria (Fuente Ovejuna), Miróbriga Marítima, no precisa su localización. (Capilla), Regina (Reina), Sosintigi y Sisapo Cuando más adelante los Historiadores citan nom- (Almadén) (III, 3, 14). bres de caudillos lusitanos nos encontramos en pleno siglo II a.C. De ellos Punicos muestra una clara refe- rencia al mundo cartaginés. Caisaros se relaciona con 5.5. Tentativa de localización geográfica el grupo Caesarus (no confundir con el grupo Caesius) que M. L. Albertos define como cántabro—vetón, aun- Estos datos nos dan una idea aproximada del terri- que la mayor parte de los casos aparecen al norte del torio ocupado por estos pueblos. A partir de ellos se ha Duero. Caucainos apenas tiene paralelos y se ha rela- diseñado un mapa, adaptándolo a la cuadriculación cionado con Cauca (Coca), ciudad vaccea. Viriato es previamente definida, que representa las áreas que un nombre claramente lusitano y uno de los elementos corresponde a cada uno de los grupos que se han dis- que definen el grupo onomástico occidental. No se tinguido (fig. 23a): Túrduli véteres y los oppida de los puede decir lo mismo de su sucesor en las correrías túrdulos, Lusitanos, Vetones, Célticos y los Turdeta- contra Roma, Tautamos: el radical Taut— deriva del nos, que engloba a túrdulos y Conios. indoeuropeo *teuta “pueblo” y lo encontramos tam- bién, en otra de las variantes, en la “gentilidad” Toutoniqum (Yecla de Yeltes, Salamanca) y en los 6. Discusión de los resultados antropónimos Touto/Toutoni recogidos en la región de Castelo Branco menos uno en Yecla de Yeltes. ML. Los mapas de las figuras 24a y 24b —editados con el Albertos (1966: 225) señala como este radical es fre- programa SURFER y superpuestos al mapa general— cuente en nombres de príncipes por su sentido. tratan de delimitar la zona de implantación de cada uno de los grupos onomásticos identificados. El grupo En resumidas cuentas y dejando a un lado el caso de occidental viene a coincidir además con la zona donde Punicos, los nombres transmitidos por las fuentes per- se han localizado los textos lusitanos. tenecen al área indoeuropea y atestiguan la continui- dad en la onomástica de la zona centro del occidente En ellos se puede comprobarcómo los núcleos prin- peninsular. Sin embargo, sólo Viriato muestra una per- cipales de ambos grupos se excluyen: Sierra de la duración en la onomástica lusitana desde, al menos, el Estrella, Coria y Trujillo para el occidental; área de s. II a.C. Los demás parecen relacionarse más con el Salamanca y Sistema Central para el oriental. grupo oriental, con algunos matices en el caso de Por simplificar la representación se han dibujado Tautamos. sólo las curvas que marcan una gradación dc 4 en 4 Otro factor que introduce un elemento de distorsión casos/cuadrícula. Si dibujásemos la línea inferior es la influencia que la presencia romana ha ejercido en observaríamos una fuerte expansión del grupo occi- estas poblaciones. Lo hace de forma muy directa a tra- dental hacia la región de Evora, mientras que el orien- vés de la epigrafía, puesto que es el medio que ha per- tal no se modificaría substancialmente. mitido que llegue hasta nuestros días la onomástica Aunque el grupo oriental cree algunos problemas indígena; en consecuencia, es en torno a los núcleos de para definir su personalidad distintiva, no por ello deja romanización, fundamentalmente los centros urbanos, de manifestar un comportamiento espacial diferencia- donde se concentra la antroponimia de la población do respecto al lusitano. Hay que señalar que su limite indígena. occidental coincide con el de las menciones de unida- En este sentido hay que señalar que las cuadrículas des suprafamiliares. Si onomástica y relaciones de donde se recoge un mayor número de antropónimos parentesco están estrechamente relacionadas, nos coinciden, significativamente, con centros urbanos: la encontramos con que estas poblaciones que manifies- 15, Yecla de Yeltes, la 19, Avila, la 33, Conimbriga tan una diferencia onomástica también divergen en su (Coimbra), la 36, Civitas lgaeditanorum (Idanha-a- estructura de parentesco. Velha), la 37, Caurium (Coria), la 61, Norba (Cáceres), Teniendo en cuenta que estas unidades suprafami- la 61b, Turgalium (Trujillo) y la 73, Emerita Augusta liares también están presentes en los grupos humanos (Mérida). Lo que supone que el 42% de los antropó- con los que existe un vínculo onomástico, astures y nimos recogidos está concentrado en tan sólo 8 cua- cántabros, se puede sugerir que esta onomástica del driculas. ARFAS ONOMASTICAS EN EL 5. 0. PENINSULAR 127

Fig. 25A —O,upo lusizono. Arco de dis¡,<’,wich, en el s. ¡ cl. C.

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Hg. 2513, —Uru¡>os <,uí¡~qnhí¡iii’,.’ lu.siw,,o •v ie~ó,,. A reo Ch’ tI~sj>cts-~o>i en el s. III d.c. 128 ALFONSO DOMíNGUEZ DE LA CONCHA

La estabilidad, el desarrollo de las ciudades y la Aunque los datos onomásticos no nos permitan defi- mejora de las vias de comunícación se convierten en nir áreas antroponímicas en el Sur, no por ello deja de acicates para el desplazamiento de personas. Esto no ser significativo su diferente comportamiento. Su causaría mayor trastorno si la población residente en ausencia nos deja una impronta, a modo de negativo, cada ciudad procediese mayoritariamente de su entor- de un ámbito cultural opuesto al de los pueblos más no. Pero las situadas en zonas limítrofes entre pueblos septentrionales. Esta diferencia vendría marcadapor la prerromanos atraen población de uno y otro ladofavo- latinización de la onomástica de estas gentes. Tal vez reciendo la superposición onomástica. Este podría ser sea consecuencia de su mayor afinidad cultural, más el caso de la franja comprendida entre Coria y Trujillo que de una temprana romanización. (cuadrículas 37 Caurium (Coria), 48 Alcántara, 61 Norba (Cáceres), 6lb Turgalium (Trujillo)). Conclusiones Para comprobar hasta que punto las ciudades roma- nas son un factor distorsionador, se han confeccionado Como resultado del análisis estadístico hemos obte- nido dos áreas antroponímicas relativamente bien dife- dos mapas atendiendo a la cronología de los antropó- nimos que han podido ser datados. Desgraciadamente, renciadas: una más occidental o Lusitana y otra más sólo un 33% lo están, lo que resta representatividad a oriental. Esta última plantea una problemática propia la muestra. por mostrar estrechas relaciones con áreas onomásti- cas alejadas geográficamente y con las que también El primero (fig. 25a) recoge la dispersión del grupo tiene en común sus relaciones de parentesco, expresa- lusitano en el siglo 1 d.C. En él se puede observar das en unidades suprafamiliares. Esto tal vez sugiera como los antropónimos aparecen localizados de forma que no hay una onomástica propiamente vetona, sino homogénea por todo el territorio, con una pequeña del grupo humano que cuenta con estas unidades de concentración en la región de Marvao, en la zona por- parentesco. tuguesa fronteriza con Cáceres. Estas áreas definidas concuerdan básicamente con En el segundo (fig. 25b), que incluye también los la zona de implantación de lusitanos y vetones, según datos del grupo vetón por ser coincidentes, los antro- nos transmiten las Fuentes históricas. De los demás pónimos se concentran en la banda antes mencionada, pueblos prerromanos no se puede precisar su onomás- con su mayor densidad en la región de Trujillo. Esto tica por carecer de datos, aunque la evidencia negativa vendría a corroborar, con las precauciones antes seña- puede ser interpretada como la existencia de una dife- ladas, como con el transcurso del tiempo la población rencia cultural. tiende a concentrarse en núcleos urbanos. La superpo- Estas mismas fuentes parecen mostrar una continui- sición de las dos áreas onomásticas seria consecuen- dad en la onomástica de la región occidental desde el cia, no tanto de una mezcla de poblaciones ya en época s. 11 a.C. y se incluye en el circulo lingílístico indoeu- prerromana, cuanto de la dislocación de las estructuras ropeo. Sólo con muchos reparos se podría retrotraer sociales de base territorial por efecto de la romaníza- esta continuidad hasta el siglo VI a.C., y sólo para el cion. caso lusitano.