El Laureliano Coloquio De Pastorela
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El Laureliano Coloquio de Pastorela 1 2 El Laureliano Coloquio de Pastorela Juan Carlos Reyes G. recopilador GOBIERNO DEL ESTADO DE COLIMA SECRETARÍA DE CULTURA UNIDAD DE CULTURAS POPULARES CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES 3 CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LA ARTES Mario Anguiano Moreno Gobernador Constitucional del Estado de Colima Jesús Orozco Alfaro Secretario General de Gobierno Rubén Pérez Anguiano Secretario de Cultura Consuelo Sáizar Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Miriam Morales Sanhueza Directora General de Culturas Populares D. R. © 2011 Gobierno del Estado de Colima / Secretaría de Cultura Calzada Galván Norte, esquina Ejército Nacional s/n Tel. (312) 31 3 06 08 / C.P. 28000 / Colima, Col. D. R. © 2011 Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Dirección General de Culturas Populares Av. Paseo de la reforma 175, piso 12 Col. Cuauhtémoc / C.P. 06500 / México, Distrito Federal Impreso en México / Printed in Mexico Colima, Colima, México 4 El coloquio, en tanto forma de teatro religioso, es una de las manifestaciones de cultura popular más antiguas y arraigadas no sólo en Colima sino en varios estados del país. Sus orígenes se remontan al teatro religioso de la Europa medieval; fue traído a América por los franciscanos quienes encontraron en éste el medio más adecuado para la evangelización, pues no sólo facilitaba la transmisión de la enseñanza religiosa, sino que permitía la inclusión de manifestaciones comunes de la cultura indígena: danzas, cantos, elementos simbólicos y rituales y la propia tradición teatral de los naturales, cuya capacidad para involucrarse en cada una de las esferas del proceso de escenificación, quedó desde el principio manifiesta. Tan es así que a los pocos años de haber sido consumada la conquista los coloquios eran representados en lengua náhuatl y en la escenificación participaban cientos de indígenas, dando lugar a lo que se llamó teatro de masas. 5 Los primeros coloquios en México fueron escritos por franciscanos, entre quienes destaca Fray Andrés de Olmos. Pronto los mismos indígenas, Juan Bautista, Lorenzo y Agustín de la Fuente, entre otros, comenzaron a escribir coloquios bajo la tutela de los frailes y las representaciones de estas piezas se extendieron a diversos puntos del país. Paralelamente al texto religioso, como parte de la representación, se ejecutaban danzas, cantos y música, lo que constituía un gran atractivo para los indígenas, quienes, precisamente por la inclusión de estos elementos prehispánicos, los adoptaron como propios llegando a un sincretismo que no tardó en ser considerado peligroso. En 1546 Don Juan de Zumárraga prohibió la danza y la música en atrios, templos y capillas abiertas. A ésta seguirían otras restricciones que, sin embargo, no lograron desarraigar el gusto de los indígenas por dichas representaciones pues lejos de desaparecer, se fueron extendiendo a lo largo y ancho del país. El teatro religioso había pasado a formar parte de la cultura popular. Se convirtió en una manifestación que ha perdurado desde entonces, a través principalmente de la oralidad y de las transcripciones que manualmente han elaborado durante más de cuatro siglos ignorados amantes de la costumbre y la tradición. 6 Los coloquios se orientaban a diferentes temas, todos relacionados con la propagación de la fe católica, sin embargo, los que han prevalecido con mayor presencia hasta la actualidad son los de danza de conquista y los de pastorela. Coloquios de pastorela Narran el recorrido o viaje de los pastores que avisados por un ángel se enteran del nacimiento del Niño Dios y van en su busca. Durante el trayecto son distraídos por diablos que con engaños, trampas o falsas promesas tratan de disuadirlos de llegar a su objetivo mientras los ángeles los conminan a seguir. La historia termina con el arribo de los pastores al portal y el ofrecimiento de regalos al Dios Niño. Alrededor de este esquema se entrelazan una serie de historias paralelas que se van resolviendo a la par del viaje y que constituyen la singularidad de cada coloquio. Hay varios personajes arquetípicos que aparecen en la mayoría de los textos con nombres diversos: el gracioso, el flojo, el sabio, el ermitaño, los pastores; otros simbólicos como la astucia, la avaricia o el engaño, representados por los diablos; y la bondad y la fe, por ángeles. El leit motiv de los coloquios de pastorela es el triunfo del bien sobre el mal, confrontación que propicia la forma idónea para la propagación de la fe. La anécdota principal y las paralelas 7 constituyen el elemento que contextualiza las acciones, que por lo general reflejan aspectos de la vida cotidiana del momento. Es probable que los coloquios en Colima se hayan comenzado a representar con la llegada de los franciscanos hacia 1554, en todo caso, es una tradición que abarca centurias y que, no obstante las variantes y modificaciones que necesariamente ha experimentado, gran parte de los elementos originales permanece, ya que guarda notables similitudes con las representaciones de este género que se realizan en otras regiones del país. Quizá lo más característico y atractivo de las pastorelas tradicionales sean los vestuarios que portan los 25 o 30 integrantes de la cuadrilla. Por lo general los diablos visten de rojo o de negro y ocultan el rostro tras una máscara. Hay siempre un diablo mayor, Luzbel, y otros menores: Asmodeo, Rabia, Noche, Astucia, etc. El ermitaño y el viejo también suelen llevar máscaras y vestimenta estrafalaria mientras que los arcángeles Gabriel y Miguel y los ángeles, visten túnica blanca, alas y una corona o diadema de metal. El atuendo más lucido lo llevan los pastores con vistosas varas adornadas con figuras de hoja de lata y listones de colores rosa y azul y los sombreros decorados con flores de los mismos tonos. 8 Hay que destacar que las máscaras, varas, diademas y coronas que se usan en las pastorelas constituyen a su vez dos de las artesanías identitarias de Colima: la hojalatería y la elaboración de máscaras. Las pastorelas se escenifican en muchas comunidades del estado desde mediados de diciembre y hasta la fiesta de la Candelaria, en jardines, atrios y casas particulares. Destacan las cuadrillas de Quesería, San Joaquín, Zacualpan e Ixtlahuacán por su apego a las formas tradicionales y lo lucido de su vestuario. Los coloquios que comúnmente se representan son: El hijo pródigo, El Ranchero, El Carbonero, Los siete vicios, Gumaro, El Aureliano, entre otros. Especialmente importante para la conservación de las pastorelas es la fiesta del Señor de la Expiración que se celebra en Lo de Villa el primer martes después del seis de enero, pues a ésta acuden cuadrillas de pastores de todo el estado para participar en el recibimiento. Coloquios de conquista En cuanto a las danzas de conquista, éstas tienen su antecedente en las danzas de moros y cristianos, lucha entre fieles (españoles) e infieles (moros) que los coloquios trasladan a la conquista de México en donde los indígenas toman el lugar de los moros, no para ser 9 expulsados sino “salvados”. La finalidad era más que catequizar, justificar la conquista a través de la aceptación, por parte de los indígenas, de la nueva religión. Así, la danza expresa los hechos que va narrando el coloquio, desde que los indígenas son avisados de la llegada de los españoles, sus guerras y “negociaciones”, hasta el triunfo final de los conquistadores, la sumisión de los naturales y la aceptación de la fe católica. Los personajes que aparecen en los coloquios de danza son, por una parte, los conquistadores: Cortés, Alvarado y Cristóbal de Olid, generalmente, y por otra, los indígenas, entre los que se encuentran invariablemente La Malinche, el Rey Tlaxcala, Moctezuma y Cuauhtémoc. Es interesante notar que en el caso de Colima aparece en varios textos Gonzalo de Sandoval como personaje principal, lo que demuestra la adaptación que se hizo de dichos coloquios a la historia local. La tradición de las danzas de conquista sigue vigente en la mayor parte del estado, sin embargo la inclusión del coloquio es cada vez más escasa. Las cuadrillas se concretan a conservar la música, la coreografía y el vestuario: los españoles portan cascos de metal y visten pantalón a la rodilla, camisa, capa y medias de color azul; los indígenas, nagüilla, 10 camisa, medias y capa de color rojo y en la cabeza, una diadema de metal adornada con plumas. Los diálogos, en la mayoría de los casos, se han omitido, y cuando esto sucede la danza recibe el nombre de “media conquista”. Las danzas de conquista son parte fundamental en las fiestas patronales de cada comunidad, por lo que se presentan, según el santo patrono, durante todo el año. En el novenario de la Virgen de Guadalupe es cuando participan prácticamente todas las cuadrillas del estado en sus propias localidades y un gran número acuden a la catedral de Colima. * * * ¿Qué historia de herencia cultural, de oralidad y recuerdos hubo de pasar cada uno de los coloquios que aún se conservan? ¿Cuántas voces, plumas y cuadernos recorrieron los textos que actualmente poseen los pocos ensayadores de pastorelas y de danzas que en el Colima de hoy reúnen sus cuadrillas para preparar la representación? Imposible saberlo con certeza, pero cabe intuirlo, imaginarlo y no nos queda más que el asombro ante la permanencia de esta legendaria tradición, heredada y transmitida de generación en generación durante más de cuatrocientos años. 11 No obstante, es palpable la disminución que experimenta esta valiosa expresión de la cultura popular, sobre todo el los últimos años. Una de las principales amenazas que enfrenta es la escasez de “libros”, “manuscritos” o “relatos”, como se denomina en el habla popular al texto escrito del coloquio, lo que dificulta que quienes se interesan en retomar el montaje de los mismos, puedan hacerlo.