Memorias de mi generación de Américo Cifuentes Rivas -Américo Cifuentes Rivas

A continuación presentamos tres textos extraídos del libro Memorias de mi generación. URD-FUR: recuperación de su legado, de Américo Cifuentes Rivas, publicado en 2015 por la Universidad de San Carlos de y la Dirección General de Investigación. URD y el 13 de noviembre Un día de aquella primavera de 1962, Manuel Colom se comunicó conmigo, diciendo que teníamos una reunión con los comandantes guerrilleros y que por ser mi casa tranquila en aquella poca (la colonia Utatlán I), me solicitó que esta reunión se desarrollara en mi casa. Conociendo el riesgo accedí y se hizo la cita para las nueve de la mañana. En esta reunión participaron por la comandancia guerrillera: Luis Turcios Lima, Marco Antonio Yon Sosa, Luis Trejo y el coronel Augusto Vicente Loarca (muy poco mencionado en la historia de la guerrilla); todos ellos fueron trasladados en vehículo hacia mi casa de habitación por Julio César Macías (alias César Montes), en el actual ámbito periodístico «Mochila al hombro»; y por parte de URD, participaron: Pancho Villagrán, Meme Colom, Fito Mijangos López y yo. En esa primavera, ya en pleno desarrollo la acción guerrillera, se acordó un diálogo directo entre los líderes militares que comandaban esa lucha. El objetivo de ese histórico encuentro era el de conocer, debatir y decidir la propuesta de los comandantes rebeldes para que la organización política URD, encabezada por sus directivos se incorporara a la actividad armada. Conviene establecer la diferencia de rutas del movimiento armado insurgente con respecto a la lucha popular, política y civil de organizaciones ciudadanas. Por un lado, las Fuerzas Armadas Rebeldes –FAR– fueron lideradas por militares que se rebelaron contra el gobierno del general Idígoras Fuentes; quienes contaban con preparación y entrenamiento militar. Por nuestro lado, nuestra organización era liderada por profesionales egresados de la USAC y de otros dirigentes: sindicales, magisteriales, estudiantiles y campesinos. Después de un debate de más de cinco horas, la respuesta de los líderes civiles y profesionales universitarios de URD, fue que no considerábamos viable el camino de la revolución armada para resolver los problemas nacionales, que los componentes de URD se encaminarían por las vías institucionales, jurídicas y cívicas para llegar al poder. Con el objetivo principal de asegurar la organización de la sociedad y generar la creación de un gran movimiento de masas sin el derramamiento de sangre de ningún guatemalteco, librando una lucha en la academia, en los medios y en las calles, lo que se consiguió con el FUR en los años setentas; sin embargo, fue la sangre de nuestros dirigentes y pueblo desarmado, no combatiente, la que se derramó al final de cuentas. La despedida de los dos grupos, conformados por nosotros los civiles y los comandantes fue muy emotiva, con un abrazo y bajo la consigna de que algún día nos encontraríamos en el camino de la patria para dirigir a nuestro pueblo por la vía de la paz, la democracia, el progreso y la justicia.

Julio César Méndez Montenegro El PR sufrió un colapso fatal a la muerte violenta de su creador y director Mario Méndez Montenegro a finales de 1965. A partir de ese momento surgió un fuerte movimiento favorable al entonces talentoso y prestigioso profesor universitario, posible candidato ganador para la Rectoría de la USAC, el licenciado Julio César Méndez Montenegro (hermano del fallecido Mario Méndez). Los sectores y círculos progresistas de trabajadores, profesionales y estudiantes generaron para sí un profundo entusiasmo y esperanza en esta figura sorpresiva. Al extremo de que los equipos de URD, se interesaron en establecer contacto con el futuro candidato triunfador. En 1965, dentro del proceso electoral de esa época, un grupo de compañeros de URD, encabezados por Adolfo Mijangos y Manuel Colom, Alfredo Balsells Tojo y Miguel Ángel Andrino fuimos a la casa de habitación de Méndez Montenegro en la zona central de la capital; después de unos minutos de espera, entró a la sala «el hombre» (como se denominaba a un futuro líder de partido). Después del amigable saludo de rigor al maestro de generaciones de abogados en la USAC, Fito y otros le expusieron las razones de la visita, que consistía en señalar la disposición de las nuevas generaciones de colaborar con el proyecto encabezado por él, siempre que las líneas de dicho proyecto fueran coherentes y realistas con las demandas populares y los planteamientos que nos había dejado la Revolución de Octubre. La respuesta del candidato fue contundente: «Ustedes no tienen otra alternativa que votar por mí y de adherirse o incorporarse al PR». Allí terminó la visita. En pocas horas, cambió la imagen que teníamos las juventudes universitarias de un líder que forjó generaciones y que tuvo la oportunidad de salvar y recuperar la Revolución de Octubre, que dignificó la vida de nuestros compañeros abatidos en abril de 1962. Aquella respuesta nos causó amarga sorpresa, el nuevo comportamiento de Julio César, el que antes era el amigo, el maestro, el compañero y también el bohemio, huelguero y poeta que compartía con muchos profesionales y mucha gente en un recordado bar de la 18 calle y 7ª avenida de la zona 1, llamado Las Democracias, donde había un cuartito con una mesa que casi era propiedad del bohemio que nos defraudó con su egolatría. A partir de estos hechos ya no se dio ningún otro encuentro oficial entre el presidente Méndez Montenegro y el grupo de URD.

IX Asamblea Nacional de Municipalidades. Huehuetenango Una de las primeras acciones a mi cargo en la ANAM, consistió en realizar las reuniones de la Comisión Organizadora de la IX Asamblea de la ANAM, integrada por: (presidente), Carlos Galicia Calderón, alcalde de Huehuetenango (vicepresidente), Rodolfo de León Molina, Homero Jerez Mexicanos, Jorge Rosales Salazar y mi persona (vocales). El principal objetivo de la IX Asamblea era: la revisión del movimiento municipalista y la evaluación del trabajo de la ANAM, el gobierno municipal y su fortaleza democrática, el papel de los gobiernos locales en el desarrollo agrario y urbano del país; y, el fortalecimiento municipal a través del desarrollo regional del país. En una de las sesiones de la Comisión Organizadora, le informé a Meme que el ballet folklórico de Guatemala, cuya directora era la arquitecta Julia Vela; acto que por primera vez, lo verían dirigentes municipales del país en un escenario natural de la cultura maya, y que al final resultó un punto relevante dentro del evento.

Alcalde Manuel Colom Argueta A los dos años de administración municipal bajo el mando de Manuel Colom, se realizó el proyecto Esquema Director de Ordenamiento Metropolitano –EDOM– 1972-2000, que constituye un valioso instrumento de planificación de la ciudad de Guatemala y aéreas geográficas colindantes, que pretendía afrontar con éxito los problemas derivados del crecimiento explosivo de la ciudad capital, mediante un plan de desarrollo urbano que respondiera a las necesidades de los vecinos y ciudadanos hasta el año 2000 (iniciado en el año 1972), mediante actividades de la organización en el espacio geográfico y los servicios municipales fundamentales y colaterales. Debe quedar claro que el licenciado Colom Argueta en cuanto organizó el Comité Cívico y la planilla de miembros del Consejo Municipal, invitó a expertos en temas de urbanismo para constituir los proyectos y los programas que propondría a los habitantes de la ciudad de Guatemala. De esa cuenta podemos mencionar la ampliación de vías de comunicación, con su obra maestra al frente de la Municipalidad; el anillo periférico denominado por Manuel: «Bulevar Adolfo Mijangos López», entre otros; la dotación del servicio de agua potable, con el ingreso del líquido en el nuevo acueducto Xayá Pixcayá, que inclusive pasa en el centro del puente El Incienso; la modernización y ampliación del sistemas de redes de distribución de agua municipal domiciliar en toda el área metropolitana. También, se intensificaron los sistemas de grandes colectores de aguas negras de la ciudad, sus redes secundarias, dividiendo o estableciendo para un mejor servicio, dos vertientes de las aguas que debían drenarse a través de la cuenca del Atlántico y la vertiente del Pacífico. En cuanto al servicio peatonal en el centro cívico se construyó una hermosa pasarela que comunica el edificio de la Municipalidad con los edificios de las Cortes de Justicia, los edificios del Banco Central y el edificio del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social –IGSS–, que fue construida por los trabajadores de la Municipalidad con el apoyo de las instituciones beneficiadas con esa obra. En atención a los problemas sociales se construyeron centros sociales, agrupando en sus edificios: dispensarios, escuelas, salas comunales, entre otras como núcleos de funciones integradas. Los mercados fueron remodelados; se construyeron escuelas en los mercados de la capital para los hijos de los inquilinos. Se crearon varios mercados, entre ellos: el mercado de flores, el de mayoreo, el granero y otros; y se formuló el sistema de relleno sanitario para contribuir con eficiencia y técnica a la recolección y tratamiento de la basura y los desechos de la ciudad. En materia de urbanización y pavimentación, se asfaltaron y construyeron calles en todas las zonas de la capital; la construcción del viaducto de la veinticuatro calle además de ser una obra que le dio belleza al sector, permitió unir con facilidad el tránsito de la zona 5, con las zonas 4, 8, 3 y el centro cívico. La administración de Meme introdujo proyectos y actividades para impulsar el desarrollo cultural de la ciudad, especialmente en los sectores pobres a través de un programa que promovió las escuelas de arte al aire libre, la escuela municipal de música, la escuela teatro-taller, escuela de manualidades y artesanías; la divulgación y enseñanza del ajedrez al aire libre, escuela de cultoras de belleza, bibliotecas municipales y coro municipal; impulso el deporte, conciertos populares, exposiciones de pintura, representaciones teatrales, concursos de oratoria, música popular, organización de «ferias del libro» y los teatros de carpa (en los que destacó el «payaso matraca»). Por el impacto social que provocaron los teatros de carpa, fueron objeto de ataques (incendios) provocados por los enemigos de la cultura y opositores a Manuel. En estos programas en los que desempeñaron una labor muy importante la licenciada Marina Coronado, la licenciada Anna Borghini de Colom y otros. Mediante la Dirección de Servicios Públicos se puso en marcha otro ambicioso proyecto de beneficio social consistente en la creación del servicio municipal de farmacias, que permitió la asistencia de medicamentos a un precio muy razonable para los sectores populares de la ciudad y muchas otras obras. La revolucionaria administración de Manuel Colom estableció con mucha claridad y precisión las políticas, programas y proyectos que permitieron prestar un servicio eficiente y digno a cada familia de la ciudad de Guatemala y áreas adyacentes, siendo un parte aguas en la administración municipal de la ciudad de Guatemala que no ha sido superada por los sucesores de Manuel en la administración edil. Bases para el desarrollo social y económico de Guatemala Jaime Barrios Carrillo |

Entre las publicaciones de política social, partidarias y programáticas, hay textos que pronto pierden vigencia. Otros nunca llegan a tenerla. Pero hay escritos que perviven. Este es el caso de Bases para el desarrollo económico y social de Guatemala. El libro es autoría conjunta de un trío histórico de intelectuales progresistas guatemaltecos: Manuel Colom Argueta, Adolfo Mijangos y Francisco Villagrán Kramer, que con la colaboración de Rolando Collado y René Calderón, escribieron en el exilio esta plataforma programática en forma de libro, publicado en México en mayo de 1966 por el legendario editor catalán Bartolomé Costa Amic. Son los mismos ciudadanos que, en la década de los sesentas del siglo pasado, habían fundado una organización cuya meta era restaurar la democracia perdida en 1954: la Unidad Revolucionaria Democrática –URD–, cuyo objetivo era unir a todas las fuerzas democráticas para rescatar el legado de la Revolución de Octubre de 1944. Luchaban por la democracia política, social, cultural y sobre todo económica, con el objeto de superar la pobreza en todas sus formas, la exclusión, el racismo, el analfabetismo y otras parcas sociales que asolaban y siguen asolando a millones de guatemaltecos, al extremo de que dos millones han tenido que emigrar, buscando la sobrevivencia en Estados Unidos y otros países. El 13 de enero de 1971 fue asesinado Adolfo Mijangos López, sentado en su silla de ruedas, cuando salía de su bufete profesional. Manuel Colom Argueta fue asesinado el 22 de marzo de 1979, ocho días después de haber logrado la inscripción de su partido Frente Unido de la Revolución –FUR–. Pocos días antes había dicho en una entrevista: «En este momento, cuando reconocen mi partido, lo difícil es lograr que no me maten». Francisco Villagrán Kramer y Francisco Calderón fallecieron de causas naturales. Las Bases fueron un parteaguas en la política guatemalteca. Hablamos del año 1966, cuando habían pasado doce años desde la caída de la Revolución de Octubre y el país había sido gobernado por dictaduras de corte militarista de ultraderecha, las que derrocaron al presidente coronel Jacobo Árbenz en 1954. Resulta no solo una recopilación analítica, sino una propuesta para la acción y el cambio emancipador. Por eso su impacto en el momento en que sale de la imprenta y también su actualidad. En esencia, los problemas centrales planteados siguen existiendo, ahora aumentados con el crecimiento demográfico y las grandes migraciones producidas por la expansión de la pobreza. Las Bases son un clásico nacional de la literatura social y política. Hablamos de un libro que desde su publicación fue una invitación a abrir la puerta del futuro del país con la llave de la democracia. Con la publicación de las Bases, por primera vez desde la Revolución de Octubre, se presentaba un proyecto de país, congruentemente concatenado en diversos temas y ámbitos: economía y planificación, salud pública, desarrollo agrario, electrificación, cuestión indígena, alfabetización, etcétera. Se concretan propuestas viables para realizar lo que los autores consideran «cambios estructurales», donde se plantea como declaración programática de principios que los instrumentos de los cambios son precisamente las leyes que habrán de inducir o forzar el cambio estructural. Entre éstas, sobresalen las leyes laborales, agrarias, de cooperativas, partidos políticos, de índole tributaria y en general, la legislación destinada a motivar o generar un cambio social. Estos instrumentos quedan incompletos sin órganos específicos que impulsen el cambio. Es acá donde los agrupamientos sociales juegan un papel muy importante, como agentes de cambio. Nos referimos a las organizaciones de tipo político (partidos) y de tipo social (sindicatos, cooperativas, uniones de campesinos). Las iglesias como agrupamientos, juegan también un papel importante. Notorio resulta que los tres principales líderes de la Unidad Revolucionaria Democrática –URD–, Villagrán Krámer, Colom Argueta y Mijangos López, fueron todos abogados. Sin embargo, remarcan en las Bases: Muy a menudo se confunde la actividad de un partido en la transformación de las estructuras con la actividad legislativa; en otros términos, la creencia de que basta patrocinar e impulsar la emisión de leyes para cambiar estructuras. Mientras exista la miseria y el atropello a la dignidad humana, el régimen de legalidad es inexistente. Presupuesto para alcanzarlo es transformar las estructuras económicas y sociales del país. La URD, a pesar de haber apoyado la elección de Méndez Montenegro y haberle ofrecido las Bases como plataforma programática a un Partido Revolucionario –PR– que carecía por completo de programas, no logra más que el permiso para que retorne su dirigencia pero se le niega la posibilidad e inscripción por vía judicial. En 1966, durante el gobierno de Julio César Méndez Montenegro, la Corte Suprema de Justicia confirma la negación de la inscripción, aduciendo que los términos legales no se habían cumplido durante el período otorgado. La URD no había podido presentar todos los documentos a tiempo y había solicitado una prórroga, ya que en el país se había dictado Estado de sitio. El gobierno de Méndez Montenegro, debido a un pacto secreto con el Ejército, no permite que ningún dirigente de la URD integre el gabinete y, por el contrario, no solo hizo caso omiso de las Bases sino y en palabras de Colom Argueta: «el Gobierno del Partido Revolucionario en lo político y económico se subordinó a la oligarquía; aceptó el plan antisubversivo de organización de fuerzas paramilitares y continuó con los sistemas represivos de terminaron por congelar la participación política». La URD dio lugar después al partido Frente Unido de la Revolución –FUR–, inscrito finalmente en 1978, tras 18 años de luchar por su reconocimiento legal, sistemáticamente bloqueado por las fuerzas políticas de la ultraderecha, que controlan el Estado desde 1954. El estudio del FUR puede coadyuvar, por diferencia analítica, a comprender la situación actual de atomización partidaria, con organizaciones que dicen lo mismo y que carecen de plataformas ideológicas y de bases organizadas. Y que dependen de los financistas, en una coyuntura en que el dinero del narcotráfico penetra la vida social y económica del país como un cuchillo caliente a través de mantequilla. Colom Argueta advertía sobre la importancia de los partidos políticos lo siguiente: «Organización y participación popular requieren de verdaderos partidos políticos que sean el camino eficaz hacia la democracia nacional como también la canalización de fuerzas para el progreso económico social del país». En las Bases encontramos también el embrión de un debate ideológico que ha sido fundamental, tanto a nivel nacional como global. Los autores de las Bases critican las concepciones del capitalismo no regulado. Resaltan la planificación como método, no de la economía sino de las políticas estatales. Y presagian, adelantándose a su época, los estragos de una economía no regulada, dominada por élites oligárquicas. Lo que se conoce hoy como neoliberalismo y «capitalismo salvaje». Conocer la trayectoria del FUR y el pensamiento de sus líderes, brinda una oportunidad para discutir con otra óptica el proceso de cambio social en Guatemala. Las Bases merecen y deberían ser estudiada por los académicos, los políticos y sobre todo por las nuevas generaciones de guatemaltecos que se reconocen como ciudadanos activos en el proceso de transformación del país, de una sociedad atrasada, neocolonial y excluyente a una Guatemala moderna y democrática, de relaciones más simétricas y competitivas. Sirva recordar las palabras con que Colom Argueta puso fin a su última conferencia dada en la Universidad Nacional de San Carlos: lo que ustedes tienen en la mente no lo van a transformar en realidad, si no lo convierten en condiciones objetivas de cambio. Meme Colom: intelectual, académico y dirigente político Nery R. Villatoro Robledo No conocí personalmente a Meme Colom; ni en el campo de la práctica y la lucha políticas, ni en ninguno de los otros en los actuó. Solo recuerdo que siendo él el alcalde de Guatemala, siendo yo un crío, acompañé a mi padre en un viaje a la capital (mi familia y yo vivíamos en occidente), habrá sido en 1973, y entre las tantas cosas que hicimos esos días fue ir a la Municipalidad, pues mi padre le hizo una visita. No recuerdo más que haber entrado a lo que me pareció un cuarto pequeño que rápido se llenó de gente, del que por unos minutos no nos movimos (mucho después entendí que se trató de uno de los elevadores del Palacio de la Loba) hasta llegar a donde se encontraba su oficina. No sé de qué hablaron, ni recuerdo a Meme Colom, seguramente me quedé fuera de esa oficina esperando. Pero recuerdo que siempre, desde pequeño, escuché hablar de él, en mi casa y en la calle, y hablábamos de él con los amigos. Escribir sobre Meme Colom es hacer venir de golpe a la memoria, acontecimientos que forman parte de la historia. De esa historia llena de atrocidades por la que ha pasado el país y que, justamente por eso, revela a la Guatemala profunda, esa que se ha construido sustentada en la exclusión, el racismo, el machismo y misoginia, la intolerancia, de lo que es solo una manifestación la violencia estructural que reprime y asesina a quienes cuestionan e interpelan a este sistema construido por y para beneficio de la minoritaria clase dominante, que los condena a persecución, cárcel, muerte y exilio por tremenda osadía. Meme Colom, sin duda, fue un intelectual, académico y dirigente político que, siendo socialdemócrata por convicción, de una socialdemocracia extinguida hacía décadas en Europa, supo distinguir que los problemas de la Guatemala de su tiempo no eran superficiales y solo consecuencia y obra de políticos y militares que en connivencia y al servicio de la oligarquía defendían intereses particulares. El entendimiento de Colom Argueta sobre Guatemala, fue el de un país con problemas estructurales producto de un capitalismo sometido al dominio extranjero, que dio lugar a la configuración de un Estado oligárquico y contrainsurgente, con una dictadura militar «fascistoide» como régimen político, como él lo denominaba. La producción intelectual y académica de Meme Colom es tan vasta como fue su vida política. Por eso afirmo que, si bien es posible estudiar y entender cada una de sus facetas, para tener una idea abarcadora de su vida no basta con ello; es necesario abordar esas facetas en sus íntimas relaciones y prolongaciones, porque son indisociables. En ellas dejó plasmado no solo su conocimiento en las áreas de su formación y campos de investigación, sino también sus ideas en el campo de su práctia política; no de la política mezquina que hoy practican las maquinarias electorales y los políticos de la derecha al servicio de la oligarquía y la burguesía, sino de la política como él la entendía: puesta al servicio de la gente. En su vastísima obra, producto de su quehacer investigativo, se encuentran trabajos sobre la integración centroamericana desde diversos ángulos (político, económico, jurídico, social), la política interna e internacional, la economía, el fenómeno urbano, la historia político-económica del país y el tema fundamental de la democracia. De todo cuanto produjo Meme Colom, hago referencia y cito aspectos de dos documentos en los que se ve esa conjunción entre el intelectual, el académico y el político. Uno es el texto de su última actividad académica, una conferencia dictada en la Facultad de Arquitectura de la USAC el 21 de marzo de 1979, en la víspera de su asesinato, sobre el significado de las jornadas de marzo y abril de 1962 [1]. En esa conferencia, Meme Colom plasma la perspectiva histórica con la que entendía las condiciones económicas, políticas y sociales de la Guatemala de su tiempo. Una historia entendida no como ocurrencia y sucesión de acontecimientos, sino como un proceso de acontecimientos interrelacionados, desencadenantes de otros; a fin y al cabo, la historia como proceso social, colectivo. De acuerdo con su planteamiento, para entender lo que ocurría en ese momento (1979), era necesario comprender la historia reciente del país y los factores de orden externo que lo influían. Creo que la historia contemporánea de Guatemala la dominan dos hechos: Por un lado, la Revolución democrática de Octubre iniciada en 1944 truncada abrupta y violentamente en 1954. Y por otro, el proceso contrarrevolucionario que, de 1954 en adelante, va marcando nuevas formas de intervención imperialista asociada a diferentes formas de subordinación de la oligarquía terrateniente y de la burguesía nacional. Desde ese momento, quienes detentan el poder y tratan de legitimarlo, desarrollarán las primeras formas fascistoides que caracterizarán a la mayoría de gobiernos de América Latina. Ambos momentos que estamos analizando, están marcados pues, por condiciones internas y externas específicas que, en su desarrollo y culminación incidirán en el cauce que tomen los acontecimientos que en la actualidad vivimos. De ahí que su análisis detenido, dará luz acerca del cómo y bajo qué condiciones ha tenido que impulsarse la lucha popular y qué experiencias podemos sacar de ese proceso para la lucha revolucionaria (Colom, 1995, p. 7). En ese sentido, al analizar las jornadas de marzo y abril de 1962, las entiende como un acontecimiento que forma parte de un proceso histórico en el que influyen factores internos y externos, profundamente relacionados con la dominación y sometimiento y la lucha contra estas. Así, afirmaba que Considero que deberíamos pensar que [las jornadas de] marzo y abril fueron gestas populares, hechos populares, en que el nivel de organización logró una resistencia contra un sistema antidemocrático y represivo. Pero… no es un hecho aislado, forma parte de un proceso histórico social que no ha terminado aún, frente a un sistema de dominación de una minoría económica oligárquica, subordinada al capital extranjero… que aprendió a usar técnicamente formas fascistoides de represión para coartar el desarrollo de la organización popular por la liberación de los pueblos. Algunos historiadores, políticos, sociólogos que han escrito acerca de la guerrilla, sostienen que la guerrilla inició la violencia en Guatemala. Esa afirmación no es cierta. La violencia en Guatemala se origina en causas estructurales: marginación y dominación estructural de la sociedad. En Guatemala, podríamos decir que ha habido dos modalidades de resistencia y de lucha organizada: una lucha popular y una resistencia armada (Colom, 1995, p. 16 y 17). De ahí su firme convicción en la necesidad de cambiar ese estado de cosas. Dirigente político socialdemócrata que recién había logrado la inscripción del Partido de la Revolución Democrática, que planteaba abiertamente la lucha revolucionaria para la que había que tomar en cuenta las experiencias acumuladas hasta ese momento. Uno de los temas que apasionó a Meme Colom fue el de la legislación y desarrollo urbanos. Hace muchos años, en el contexto de un convenio de colaboración entre el Centro de Estudios Urbanos y Regionales de la USAC (CEUR) y Lulú Colom (cuando se empezaba a dar forma a lo que posteriormente fue la Fundación Manuel Colom Argueta), con el propósito de compilar y publicar trabajos inéditos de Meme, así como de reeditar algunos de los ya publicados, revisé, preparé la edición y escribí el prólogo del trabajo La legislación urbana en Guatemala y su incidencia en la configuración territorial, en el que trato de analizar algunos de los aspectos planteados en ese trabajo [2]. En ese sentido, y a propósito de cómo concebía Meme Colom la realidad económica, política y social del país, escribí que para él (…) el desarrollo de la ciudad de Guatemala, desde su traslado del valle de Panchoy, ha estado determinado por el modelo económico impuesto por las clases dominantes. A partir de 1871, con el triunfo de la Revolución Liberal, los patrones del desarrollo y la función de la ciudad sufren una refuncionalización que obedece a los cambios económico-sociales que se experimentan a partir de ese momento (Villatoro, 2004). En dicho prólogo señalo que un punto central en ese trabajo de Meme se refiere a que las transformaciones socioeconómicas influyen en el ámbito de lo jurídico-político; lo que quiere decir que los cambios de orden económico y social, para que puedan desarrollarse y consolidarse, requieren de un nuevo ordenamiento jurídico y político que sustituye al anterior y le da sustento al nuevo orden que surge. Escribo en el prólogo mencionado que otro punto central que desarrolla Meme Colom, íntimamente relacionado con el que se apunta en el párrafo anterior, es que el ordenamiento jurídico-político que surge de las transformaciones económicas y sociales configura legalmente el tipo de régimen político que se establece. Históricamente, la construcción y desarrollo de la ciudad ha estado de la mano del desarrollo capitalista. En su trabajo, Meme Colom plantea que el desarrollo y las funciones que cumple la ciudad son procesos que, en última instancia, están subordinados al desarrollo de las fuerzas productivas y, como ha sido la experiencia del país, a los intereses de las clases dominantes, procesos en los que el Estado desempeña un papel determinante (Villatoro, 2004). Mucho, o todo, de lo que Meme Colom trabajó desde la academia y la investigación, estuvo íntimamente ligado a su práctica y lucha política y a su desempeño como alcalde del municipio de Guatemala. Por ello, fue objeto de persecución permanente. Antes de ser asesinado, se vio en la necesidad de ir al exilio varias veces. En plenas jornadas de marzo y abril de 1962, de las que participó activamente, fue forzado a ir al exilio. En sus propias palabras, asegura que «A nosotros nos sacan al exilio y al día siguiente estamos de regreso al país» (Colom, 1995, p. 13). Como alcalde capitalino, su gestión y labor han sido reconocidas ampliamente. Baste mencionar que ante la falta de legislación urbana, concibió y formuló (con apoyo de un extraordinario equipo técnico) el Esquema Director de Ordenamiento Metropolitano –EDOM 1972-2000–, en el que se planteó «un plan de desarrollo metropolitano a partir de la creación de ejes preferenciales de urbanización e industrialización, creación de nuevos asentamientos urbanos en la periferia, un plan integral de transporte y vialidad, ordenamiento de un área de actividades terciarias, integración regional de los municipios del área metropolitana, organización de equipamientos colectivos y servicios y saneamiento ambiental» (Villatoro, 2004). Sin embargo, múltiples presiones de grupos económicos poderosos especuladores con el uso del espacio urbano no permitieron que entrara en vigencia, al no publicarse en el diario oficial ni haberse aprobado el reglamento respectivo. Sin embargo, muchos trabajos de infraestructura, como el Periférico, drenajes, alcantarillado y otros estaban contemplados en el EDOM. Por todo ello, pero principalmente por su práctica y lucha políticas, Meme Colom fue considerado enemigo suyo por la clase dominante y la dictadura militar que administraba el Estado desde 1954. En tal sentido, tenía claro que en cualquier momento, como había ocurrido con Oliverio Castañeda de León, secretario general de la Asociación de Estudiantes Universitarios –AEU–, asesinado el 20 de octubre de 1978, y con Alberto Fuentes Morh, asesinado el 25 de enero de 1979, él correría la misma suerte. Lo tenía asumido de tal manera que, en marzo de 1974, en una carta escrita de su puño y letra afirmó: Dejo constancia histórica de los planes del gobierno para eliminar a mi persona físicamente… Como las próximas elecciones representan un desafío entre la arbitrariedad, la violencia organizada y todo proceder fascistoide del actual gobierno [el de general Carlos Manuel Arana Osorio] y el enfrentamiento que le hace el pueblo, el resultado puede implicar la pérdida del poder de hombres millonarios…, que son los verdaderos directores de la política gubernamental. Ello los precipita y están dispuestos en primer lugar, a crear desórdenes, a eliminar a quienes consideran los líderes de la oposición… Este documento se debe dar a publicidad al suceder los hechos. Mi condición de Alcalde me obliga a desafiar la represión y por ello dejo constancia de mi puño y letra (Colom, 1974). Ese desafío al que alude no era sino el Frente Nacional de Oposición (FNO) que se presentó a las elecciones para derrotar a la dictadura militar [3]. El FNO fue una alianza en la que participaron dos fuerzas políticas democráticas y progresistas (Frente Unido Revolucionario Democrático, de Meme Colom, y el Partido Revolucionario Auténtico, de Fuente Morh [4]), que aún veían la posibilidad, en pleno ascenso del segundo ciclo revolucionario, de cambiar el estado de cosas por la vía electoral. Años después, dos semanas antes de su asesinato y pocos días después de lograr la inscripción del FUR como partido político, concedió una entrevista a un periodista extranjero, en la que aseguró que En este momento, cuando reconocen mi partido, lo difícil es lograr que no me maten, ya que las técnicas de la ultraderecha para sostenerse en el poder han cambiado… En la actualidad, la extrema derecha ha enarbolado la bandera del crimen, jugando al asesinato político; ya eliminaron a Alberto Fuentes Morh y no está lejano el día en que lo hagan conmigo. El asesinato político ahora lo realizan a plena luz del día (Chapman, 1979). En documento desclasificado de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, la misma que organizó y financió la intervención estadunidense para derrocar a Jacobo Árbenz en 1954), titulado Informe a Departamento de Estado, del 5 de marzo de 1979 (citado en CEH, 1999, p. 138), esa agencia informó que Es de opinión de los oficiales [del Ejército] que Colom debería haber sido asesinado durante el período 1970- 1974, cuando él era Alcalde de la ciudad de Guatemala o en su defecto a la salida de este cargo. En ese momento había un plan para matar a Colom… Esto último tiene un solo significado: la implicación de Estados Unidos, a través de la CIA y otras estructuras, en las violaciones a los derechos humanos en Guatemala, tales como la tortura, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y el genocidio. El plan para asesinar a Meme Colom se concretó el 22 de marzo de 1979, en un operativo al mando del general David Cancinos y dirigido desde un helicóptero, que empezó muy temprano con vigilancia en los lugares que la víctima frecuentaba y en los alrededores de su bufete profesional. El operativo cubrió todas las posibles rutas por las que hubiese podido escapar para asegurar su ejecución. Junto con él, asesinaron a dos de sus guardaespaldas. Si bien algunas fuentes señalan que recibió alrededor de 40 impactos de bala, el informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH, 1999, p. 139-140) sostiene que «Manuel Colom recibió el impacto de 24 proyectiles calibre 45 milímetros. La mayor parte de las heridas de bala se concentró en el cráneo, la cara y el tórax». Asimismo, concluyó que La CEH presume fundadamente que Alberto Fuertes Mohr [asesinado dos meses antes] y Manuel Colom Argueta fueron víctimas de la acción premeditada de agentes del Estado o de sujetos que contaron con su aquiescencia o tolerancia y, en todo caso, con su posterior protección y encubrimiento, constituyendo sus ejecuciones una violación a los derechos humanos. En el caso de la muerte de Colom Argueta, esta presunción afecta a autoridades del Ejército de Guatemala y específicamente del Estado Mayor del Ejército [al general David Cancinos, según información de un testigo de referencia de la CEH] (CEH, 1999, p. 139- 140 y 142-143). Se sabe que miembros de la oligarquía y burguesía celebraron y brindaron por el asesinato del dirigente político. El informe de la CEH (1999, p. 140 y 141) recoge que miembros «de la comunidad empresarial» dijeron a personal de la embajada estadunidense que «Era comunista y se lo merecía; su muerte (…) fue el trabajo del jefe del Estado Mayor del Ejército, general Cancinos, quien busca allanar el camino para ser candidato presidencial en 1982; y que Colom tenía que ser eliminado eventualmente, pero ¿por qué tan temprano?». Después del asesinato de Meme Colom, varios familiares suyos tuvieron que salir al exilio. Hermanos de la víctima fueron acusados de desacato por responsabilizar del asesinato al gobierno de Lucas García y a varios de sus funcionarios en un campo pagado publicado en medios de prensa con el título «No puede descubrir quien encubre». [1] Las jornadas de marzo y abril de 1962 fueron un levantamiento popular en contra de Idígoras Fuentes, en el contexto de una profunda crisis política de la dictadura militar provocada, entre otros hechos, por la corrupción; el papel de Idígoras en la invasión a Cuba que planificaba Estados Unidos, prestando el territorio nacional para el entrenamiento de mercenarios; el levantamiento militar del 13 de noviembre de 1960; las elecciones fraudulentas de diputados en 1961 y su incapacidad para ejercer las funciones gubernamentales. [2] El prólogo fue escrito en marzo de 2004; la edición había quedado lista años antes. Nunca supe si ese trabajo de Meme Colom fue finalmente publicado; no he tenido en mis manos un ejemplar de él. Sí tengo conmigo, en cambio, la versión final del texto editado listo para su impresión. La legislación urbana en Guatemala y su incidencia en la configuración territorial, es un trabajo que Meme Colom dejó inconcluso en sus partes relativas a los antecedentes históricos de la legislación urbana, el proceso histórico contemporáneo del régimen legal urbano en Guatemala y respecto a lo que el autor consideraba debían ser los criterios a considerarse en la aplicación de una reforma a la legislación urbana. El trabajo de edición se hizo a partir de una transcripción mecanográfica del manuscrito original de Manuel Colom que se localizó en los archivos del Centro de Estudios Urbanos y Regionales –CEUR–, que desafortunadamente se extravió, por lo que no fue posible cotejar esa transcripción. [3] El candidato del FNO fue el militar Efraín Ríos Montt quien, luego del proceso electoral fraudulento que impuso a Kjell Eugenio Laugerud García, aceptó la agregaduría militar en la embajada de Guatemala en España. Una década después, entre marzo de 1982 y agosto de 1983, fungió como jefe de Estado de facto por golpe de Estado, y se convirtió en uno de los principales responsables del genocidio en Guatemala. [4] Estos partidos se convertirían años después en el Frente Unido de la Revolución y Partido Social Demócrata, respectivamente. Referencias * Comisión para el Esclarecimiento Histórico, CEH. (1999). Tomo VI, Casos ilustrativos, anexo I. * Colom A., M. (1974). Carta manuscrita fechada el 2 de marzo de 1974. * (1979). «Guatemala: El significado de las jornadas de marzo y abril». Conferencia dictada en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos. Guatemala: CEUR. * Chapman. (1979). Entrevista a Manuel Colom Argueta, 9 de marzo de 1979. * Villatoro, N. (2004). Prólogo a La legislación urbana en Guatemala y su incidencia en la configuración territorial, pdf. Guatemala. Manuel Colom en su última etapa Edgar Rosales El 15 de junio de 1974, Manuel Colom Argueta le entregó la alcaldía capitalina a su sucesor Lionel Ponciano León, cerrando así el período más brillante en la historia de la administración de la ciudad de Guatemala. A partir de esa fecha, Meme también iniciaría la etapa más profunda, más complicada y, diríase, más revolucionaria, de su carrera política. Los últimos meses de esa gestión municipal ejemplar habían sido de alto riesgo para su seguridad, puesto que la dictadura militar gobernante, encabezada por el general Carlos Arana Osorio, en coyunda con miembros de la oligarquía criolla, como el ministro de Gobernación, Roberto Herrera Ibargüen, había tratado infructuosamente de bloquear los logros de su administración, pero lo peor para ellos era que el carismático alcalde saldría a la llanura como el más sólido líder de la oposición y un potencial presidenciable para las elecciones de 1978. Al día siguiente de entregar la vara edilicia partió hacia Italia en un forzado exilio. Había informes creíbles acerca de un plan para asesinarlo una vez estuviese fuera del cargo. Para Manuel, su paso por la Municipalidad de Guatemala había sido una etapa de grandes éxitos y de constantes amarguras, pero también de enormes enseñanzas. En los años subsiguientes, Meme libraría intensas batallas, aplicaría nuevos métodos de lucha y su conciencia revolucionaria lo colocaría como el líder visionario e imprescindible que anhelaba el pueblo de Guatemala desde 1954. Un líder que concebía la lucha por el poder, no como un fin en sí misma, sino como el vehículo necesario para recuperar la democracia y retomar el rumbo del país hacia la ruta de desarrollo abortada por la mal llamada Liberación Nacional. Al contrario de lo que ocurre en la actualidad, Manuel Colom se reputaba a sí mismo como un político, y lo decía con orgullo. Y es que no había razón para sentir vergüenza por ello. Ser político era sinónimo de compromiso social, de definición ideológica, de dedicación al estudio de la realidad nacional y de abundante preparación y cultura. Meme, Fito Mijangos, Francisco Villagrán Kramer y , cabezas visibles de la izquierda democrática, eran parte de una generación formada en Europa, donde cada uno hablaba más de dos idiomas y el sólido acervo en diversas materias del conocimiento humano era su denominador común. Así que, al dejar la Alcaldía, Meme tenía más claro que nunca que la izquierda democrática o las nuevas generaciones revolucionarias, habían ganado peso específico en el ambiente político nacional, según quedó demostrado al formar el Frente Nacional de Oposición junto a la Democracia Cristiana y también sabía que el pueblo le veía como un líder confiable, aguerrido y democrático. Con esa claridad, en 1975 emprendió un nuevo esfuerzo para inscribir al partido. Esta vez sería el Frente Unido de la Revolución (FUR), con un concepto de partido muy distinto de la tradicional organización electorera. El FUR debía ser el gran catalizador de las aspiraciones populares y democráticas, cercenadas por la falta de espacios de participación, la persecución despiadada de la extrema derecha y porque existía la convicción de que solo una gran alianza popular podría encauzar al país hacia un proceso democratizador, por medios pacíficos. Muchos de sus amigos y antiguos compañeros de la Unidad Revolucionaria Democrática (URD) que lo llevó a ganar la Alcaldía y del ulterior Frente Unido Revolucionario Democrático (FURD) ya no estarían presentes en este esfuerzo; algunos por comodidad, otros por el hastío de sufrir permanentemente las amenazas de los sectores represivos y muchos otros porque decidieron incorporarse a la lucha armada. Pese a ello, ahí vemos a Meme coordinando el esfuerzo desde Italia, y a sus compañeros de confianza como Rolando Andrade Peña, Américo Cifuentes, Carlos Morales Cordero, Carlos Duarte, Marinita Coronado, Miguel Ángel Andrino y Humberto González Gamarra, entre otros, reorganizando a las bases furistas por todo el país, pero, además, estableciendo vínculos de afinidad con dirigencias sindicales, campesinas, estudiantiles, profesionales y demás. En esta etapa, hubo algunos hechos que contribuyeron a definir la nueva estrategia de lucha. En primer lugar, Colom se convenció de que el fraude electoral, como el perpetrado en marzo de 1974 en contra del Frente Nacional de Oposición, era previsible que se repitiese en el futuro –como efectivamente ocurrió en 1982– y sabía que mientras el pueblo no desarrollara un sólido y profundo proceso de organización a todo nivel, el respeto a la voluntad popular no pasaría de ser una idea romántica. «Solo así podemos convocar un paro nacional y ahí tendremos a la extrema derecha de rodillas, porque eso no lo aguanta ni 24 horas», explicaba. Por ello, a partir de 1975, la consigna fue promover la organización a todo nivel. Ya no se trataba solo de montar las filiales del FUR. «Ese es un buen punto de partida, pero es preciso impulsar la organización popular de aldea en aldea, de barrio en barrio, de cuadra en cuadra y casa por casa», era la síntesis del mensaje. Otro de esos hechos determinantes de la estrategia, fue el atentado que sufrió el 29 de marzo de 1976 –un mes después del asesinato de Rolando Andrade, su brazo derecho– a inmediaciones de la panadería Europa, zona 12. En esa ocasión resultó herido de bala, confirmando así los informes que aseguraban las intenciones del régimen de Kjell Laugerud de arrebatarle la vida. Manuel también llegó así a la conclusión que, de consumarse tan macabro propósito, no habría nadie capaz de retomar el esfuerzo por la construcción de la democracia… tal como ocurrió y tal como ha sucedido hasta hoy. Otro elemento histórico fundamental, quizá el más importante, fue el estallido de conciencia social causado tras el terremoto de febrero de 1976, el cual desnudó el panorama de pobreza y miseria al que habían conducido a este país la oligarquía y los gobiernos militares. Meme solía lamentar que una espantosa tragedia hubiese tenido la afortunada consecuencia de provocar el despertar ciudadano. El otro aspecto al que Meme le otorgó importancia especial fue a la formación política. De pronto, los militantes nos vimos involucrados en talleres, seminarios y conferencias en los que se discutían los problemas nacionales y así desarrollar un liderazgo sólido y fundamentado. Tuvimos, en la sede del FUR, al chileno Carlos Morales Abarzúa, diputado por la Unidad Popular de Salvador Allende y a los jóvenes de entonces, se nos envió a constantes actividades de capacitación en el exterior. Como parte del discurso formativo, Colom Argueta acuñó el concepto «democratización», el cual se resumía una de las más importantes exigencias de una sociedad que, a falta de libertades democráticas, se precipitaba inexorablemente a un abismo insospechado. Bajo esa consigna, denunció las elecciones de 1978 como un acto antidemocrático; una «farsa electoral», donde únicamente los partidos políticos inscritos (MLN; coalición PID-PR y DCG) podían presentar candidaturas a la Presidencia de la República, siempre y cuando los aspirantes fuesen extraídos de las filas castrenses. Así que, ante la falta de opciones, Colom Argueta llamó a anular el voto como una expresión de dignidad ciudadana y de rechazo a la imposición oligárquico-militar y participó en la contienda solamente por la alcaldía capitalina, llevando como candidato a un desconocido Américo Cifuentes. Meme sabía que era una batalla perdida, pero como buen estratega, entendía la campaña como una oportunidad: para exponer los argumentos de fondo que hacían del FUR la gran esperanza del pueblo guatemalteco. El escrutinio final ocultó intencionalmente los datos de votos nulos, pero los medios internacionales los obtuvieron y para el mundo fue la noticia destacada de aquella nueva experiencia fraudulenta en Guatemala, que al final impuso al general Romeo Lucas García, uno de los sátrapas más sanguinarios de nuestra historia. Con la instauración del oscurantismo luquista, se hizo urgente el impulso de una de las postreras iniciativas de Colom Argueta: la organización del Frente Democrático Contra la Represión (FDCR), ente que aglutinó a más de un centenar de agrupaciones con las cuales el FUR mantenía fuertes lazos de relación y algunas otras que actuaban como brazos políticos de la guerrilla. El 15 de marzo de 1979 finalmente se autorizó la inscripción del FUR, tras una larguísima batalla de más de 18 años. Este acontecimiento, que en otras circunstancias hubiese sido motivo de júbilo, fue recibido en las filas furistas y afines con escepticismo. Y es que era un secreto a voces el alto riesgo que la inscripción significaba para la vida de Meme Colom, porque ahora sí habría una esperanza para el pueblo, de reconquistar la democracia y emprender el desarrollo. Y en efecto, apenas una semana después, cuando Manuel ya había hecho planes para salir temporalmente del país después que se celebrase la Asamblea Nacional para elegir autoridades del partido, los altos mandos del Ejército consumaron su asesinato, en la 5a. avenida de la zona 9, por medio de un operativo descomunal y desproporcionado, que incluyó un centenar de hombres, una decena de vehículos y un helicóptero que coordinaba el ataque desde lo alto. Una acción salvaje y totalmente desproporcionada para un hombre que apenas contaba con dos elementos de seguridad, que se conducía en un vehículo insignificante y cuyas únicas armas eran el derecho y la razón. El asesinato de Manuel Colom Argueta, 40 años después, sigue siendo un amargo pasaje de la historia y un vacío descomunal para el liderazgo político, del cual aún no termina de reponerse Guatemala. Un vacío del que, hasta los cuadros menos retrógrados de la oligarquía y el Ejército, terminaron por arrepentirse, cuando cayeron en la cuenta de que habían asesinado al único líder capaz de poner fin al enfrentamiento armado y de conducir al país por un sendero de concordia y progreso. Recuerdo que unas tres semanas después de consumado aquel terrible crimen, mientras caminaba por el campus de la USAC, me encontré con un amigo y me dijo: «¡Qué terrible la muerte de Manuel! ¡Van a pasar 10 años para que en Guatemala vuelva a surgir otro líder igual!» ¡Diez años!, pensé… ¡Es demasiado tiempo! ¡Qué lejos estaba de imaginar que 40 años después, el pueblo seguiría perturbado, desconcertado e inerme, como en el pasaje de Mateo… esperando al nuevo Mesías! Colom Argueta, su legado Vinicio Barrientos Carles El desarrollo de una ciudad se mide por su capacidad de prestar a su pueblo la satisfacción de sus necesidades de escuelas, transportes, drenajes, agua potable, trabajo, recreación; o sea, la libertad de vivir sanamente en condiciones de igualdad para todos los pobladores. Manuel Colom Argueta Manuel Colom Argueta es recordado y reconocido como uno de los grandes dirigentes políticos que tuvo Guatemala en los años más cruentos y difíciles del período en que los gobiernos militares fueron impuestos en toda Latinoamérica, fundamentalmente por los intereses continentales de Estados Unidos. Este período vio su inicio en nuestro país con el derrocamiento planeado y forzoso del gobierno constitucional y democrático del presidente Juan Jacobo Árbenz Guzmán, por medio de un programa previo, PBFortune, que fue el nombre con el que la Agencia Central de Inteligencia –CIA– estadounidense denominó al plan de emergencia que en su momento perseguiría esa finalidad. Este plan y otros más se encuentran hoy perfectamente documentados en Norteamérica, representan acciones y consecuencias que Latinoamérica sufrió con eco, como en caja de resonancia, a raíz de la geopolítica impuesta por la Guerra Fría. Es importante que los jóvenes de hoy en día comprendan que oficiales de la Dirección de Planes de la CIA redactaron una lista con individuos potencialmente peligrosos, a los cuales se les identificaba con el mote de comunistas, mismos que debían ser eliminados, de una u otra forma, y con el incondicional apoyo estadounidense. Tanto el presidente Arbenz como el alcalde Argueta serían tildados de comunistas, sin serlo, como la posteridad y los estudios serios han podido constatar. En efecto, Colom Argueta fue un líder de primera mano, luchador incansable por la democracia, ante todo, y por los principios de la justicia y la equidad sobre los que descansa el modo de existencia democrático. Sin embargo, como aún sucede actualmente, los grupos extremistas ultraconservadores, polarizan de forma maniquea la temática de la diversidad ideológica de un posible espectro político, reduciéndolo a un único eje, con la izquierda y la derecha en dos polos contrapuestos, con el agravante de que todo lo que no cae en su esfera de apoyo dogmático e incondicional será ubicado en el extremo contrario, la izquierda, identificada con una única palabra, el comunismo, rodeada de esos malversos (y diabólicos) individuos: los comunistas. En este sentido, el jurista guatemalteco Dr. Jorge Mario García Laguardia escribió: [Manuel Colom Argueta] Fue el político más importante de nuestra generación. Lo conocí en la vieja Facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos (…). La nuestra fue una generación completa que se conmocionó con los acontecimientos de 1954 (…) aunque quienes lo denunciamos en su oportunidad fuimos calificados de comunistas, sin serlo. Tildado de izquierdista y comunista, Colom Argueta libró una batalla de toda la vida por la defensa de la democracia y la existencia del derecho de todos por igual, en una época marcada por la discriminación sistémica y la desigualdad estructural, bajo la imposición de la dictadura militar en donde las elecciones factibles eran siempre sobre un escogido marco de dirigentes militares. Así, una opción o la otra representaban siempre lo mismo, el continuismo de las injerencias extranjeras. Curiosamente, quienes piensan hoy igual esgrimen esa misma bandera bajo la errónea defensa de una soberanía mal enfocada, justamente como si vivieran en la década de los setenta. La denominada Fundación contra el Terrorismo es una ilustración ejemplar de esta recalcitrante y anquilosada visión, fuera de foco y enferma desde la raíz. Meme Colom, como se le conocía en sus círculos más cercanos, visionó en todo momento la posibilidad de su cruento asesinato. Nunca estuvo ajeno a esta circunstancia que le persiguió toda su vida; nunca se detuvo. Su templanza y su coraje abrieron grandes esperanzas, y aún con su muerte la lucha no cesó, sino que, por el contrario, ha dado un fruto que es su legado para la nuevas generaciones. En la Wikipedia se puede leer: «Por su posición firme con sus principios y su ardua actividad política fue asesinado en 1979 en un operativo aparentemente coordinado por los militares de Guatemala, a pesar de que era amigo personal del presidente Lucas García». El crimen cometido, a meses del asesinato de Alberto Fuentes Mohr, significó el freno violento a la lucha por la justicia y la democracia, dejando en claro quiénes eran los perpetradores, secuestradores del Estado y de la libertad de pensamiento y de organización. Colom Argueta fue un orador incansable, que siempre que pudo alzó su voz en defensa de los principios que defendía, en nombre de todos aquellos que no tienen voz y que han sido estructuralmente silenciados, acallados por los temores de igualdad, los mismos que generaron ríos de sangre y de abuso permanente. En un afamado debate televisivo, pudo expresar lo siguiente: Sí, definitivamente al pueblo de Guatemala le digo que el destino de Guatemala no está … en ninguno de los que se cambian de partido o posición cuando les conviene, el destino de Guatemala está en la organización popular, en la lucha por el ejercicio por nuestros derechos. El enfrentamiento que nosotros estamos teniendo en pro de la democratización de Guatemala no lleva jamás a favorecer (a nadie). En esa misma ocasión, apuntó sobre la dicotomía que estaba servida, impulsada por los perpetradores del Estado, en manos de militares serviles que nunca priorizaron a su país, sino todo lo contrario, colocaron las fuerzas armadas al servicio de intereses de la geopolítica del momento, traicionando el deber y el honor del que tanto hablaban. Meme insistió que esta contraposición, hasta cierto punto virtual, era supraideológica, pues se trataba de una confrontación entre aquellos que deseaban la democracia, que es el gobierno de los muchos, contra aquellos que, en defensa del statu quo de una minoría abusadora, no lo querían así. En este sentido cabe reparar que sus palabras recuerdan tanto la situación política actual, y vale darles ese matiz y esa particular significancia: y que, este incidente de las elecciones, no es más que un incidente dentro de dos luchas, [entre] los que queremos la democratización, queremos la paz, queremos el progreso, queremos el respeto de nuestras libertades y los sectores de derecha intransigente que instrumentalizan [el poder a su favor] Colom Argueta siempre se dirigió al pueblo, pensando en el pueblo, apoyó a la mujer y se preocupó por las niñas, de manera especial, como el germen del futuro de toda nación. Su discurso fue una luz de esperanza y su muerte selló con broche de oro su magnífico sacrificio. Nos toca a los que compartimos algo del contexto en el que él se desarrolló, compartir con las juventudes ese mensaje de esperanza, pleno de ideales por una Guatemala mejor, digna, justa y democrática. Cabe recordar el final del discurso citado, que vale revisar y analizar profundamente, para la comprensión de los mismos hechos que actualmente nos circundan: sin embargo, mi pueblo debe saber que vamos a triunfar, no estoy hablando en lo personal, [sino] en el sentido de recuperar la democracia, para que juntos construyamos la paz, dentro de la libertad, y persiguiendo las reformas económico sociales que nos permitan aspirar a una justicia social que nuestro pueblo la reclama con derecho, con angustia y con justicia, y que yo humildemente estaré identificado con esa lucha, pase lo que pase, en estos días y en adelante. Pase lo que pase, fueron sus palabras. Pase lo que pase… es el legado que nos ha dejado alguien, que más que nuestra memoria y reconocimiento, merece nuestra entrega por esa patria que él siempre soñó, y la que ahora debemos construir en su nombre y el de todos los magnos chapines que cayeron en la firme y férrea convicción de que su vida y su muerte no serían en vano. Ahora, en el 40 aniversario de su cobarde asesinato, brindamos por su liderazgo y su trayectoria, brindamos por la patria, por la historia y por el futuro que nuestros hijos y nuestros nietos podrán disfrutar. Adelante ciudadano, pase lo que pase… ¡Guatemala florecerá! Manuel Colom Argueta Ruth del Valle Cóbar Introducción Antes de hablar del licenciado Manuel Colom Argueta, recordemos un poco la época en la que sucede su asesinato, finales de la década del 70 del siglo XX, cuando Guatemala vivía un contexto de terror y violencia establecidos por los sucesivos gobierno militares instalados con la contrarrevolución de 1954. Como señala Carlos Figueroa Ibarra, «La dictadura militar buscaba desarticular la rebelión en las ciudades a través de la ejecución y la desaparición forzada en su modalidad selectiva» [1]. La muerte rondaba a cualquier persona que pensara diferente a los gobiernos militares y al poder económico que estos protegían. Ya lo han documentado ampliamente los estudios Guatemala Memoria del Silencio (de Naciones Unidas) y Guatemala Nunca Más (de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado). Y todos estos hechos se desarrollaban en el contexto de dictaduras militares latinoamericanas, desde cuyos ejércitos también se asesoró al Ejército guatemalteco para la comisión del genocidio y otros delitos, como la desaparición forzada, la tortura y las ejecuciones extrajudiciales. ¿Quién era Meme Colom? «Meme» Colom, como era conocido nació en 1932, es decir que este abril cumpliría 87 años, pero fue asesinado cuando aún no cumplía 47. A los 38 años ganó las elecciones y fue alcalde de la ciudad de Guatemala (1/07/1970 a 1/07/1974) cuando el presidente de la República era el general Carlos Manuel Arana Osorio, de ingrata recordación por el recrudecimiento de la represión en su período presidencial, pero también por haber sido el artífice de la política represiva de exterminio en el oriente del país, tiñendo de sangre el río Motagua, donde eran lanzados los cadáveres de la gente torturada. Desde sus años estudiantiles, Meme se fue perfilando en el «político de oposición» a los gobiernos militares que después sería, habiendo militado en la Unidad Revolucionaria Democrática (URD, 1961), en el Frente Unido Revolucionario Democrático y fundado el Frente Unido de la Revolución. Habiendo estudiado en el Instituto Nacional Central para Varones, durante los años de la Revolución de Octubre de 1944, se involucró en el movimiento estudiantil. En la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) estudió derecho y fue representante de profesionales ante el Consejo Superior Universitario entre 1967 y 1969. Cuando llegó la contrarrevolución con todo el poderío militar del Gobierno estadounidense y una parte traidora del Ejército de Guatemala, Meme era estudiante de la USAC. En 1955 conformó un grupo que se opuso públicamente a confirmar en el poder a Castillo Armas, lo que significó el inicio de su persecución. Luego de volver de sus estudios especializados en Italia (a donde fue a estudiar seguridad social, derecho agrario y urbanismo), lideró la URD que encabezó la oposición al gobierno de Ydígoras Fuentes y de Peralta Azurdia. Esto le condujo al exilio en 1963. Había participado –junto a Adolfo Mijangos López (quien fuera asesinado el 14 de enero de 1971) y Américo Cifuentes Rivas (quien falleció en febrero de 2016)– en un diálogo con el movimiento guerrillero, en 1962, donde participaron Luis Turcios Lima y Marco Antonio Yon Sosa, quienes pretendían que la URD se incorporara a la lucha armada, lo que no consideraron viable los dirigentes de la URD. Sus compañeros de lucha lo recuerdan como una persona afable y democrática, no daba órdenes ni imponía nada; pero también señalan que salía su carácter fuerte cuando «había que pelear con alguien». Tenía carisma, «una personalidad magnética», era buen orador, la gente lo seguía y le tomaban cariño en las comunidades, barrios y asentamientos. La URD lo llevó a la alcaldía capitalina. Desde la alcaldía, Meme se enfrentó al bloqueo constante del gobierno central del general Arana Osorio, pero salió adelante, aunque el gobierno central hizo creer que eran los responsables de la construcción del puente del Incienso (puente Martín Prado Vélez). Construyó el anillo periférico de la ciudad, así como el viaducto de la 24 calle de la zona 1. También se construyeron los grandes colectores de aguas negras que hay por la ciudad. De esa época data la creación de la Empresa Municipal de Agua (Empagua), para llevar agua a todas las zonas, y la fundación de la Asociación Nacional de Municipalidades (ANAM). También impulsó el arte y la cultural, como el teatro de carpa y la orquesta juvenil. Se crearon nuevos mercados y se sanearon los existentes. Implementó comedores y guarderías infantiles en barrios populares, así como farmacias populares. En 1973 se intentó inscribir al Frente Unido Revolucionario Democrático (FURD) como partido, pero no se logró, por lo que no pudieron participar en las elecciones de 1974. En 1976, después del terremoto, Meme sufrió un atentado contra su vida, del cual salió bastante malherido, pero se recuperó después de una larga hospitalización. Se dice que el gobierno de Lucas García (1978-1982) ofreció garantías de participación al partido Frente Unido de la Revolución (FUR), para las elecciones de 1982, siendo registrado el 15 de marzo de 1979. Cabe recordar que el vicepresidente de Lucas García era Francisco Villagrán Kramer, antiguo correligionario de Colom Argueta, y quien se alejó de la socialdemocracia cuando aceptó ser candidato a vicepresidente de un militar señalado de ser responsable de la represión durante el gobierno de Kjell Laugerud García, su predecesor en la Presidencia de la República. Su asesinato Después de la inscripción, Colom Argueta declaró a la prensa que, ya inscrito el partido, lo difícil era lograr que no lo mataran, señalando que las fuerzas de la derecha estaban comprometidas con el crimen y el asesinato político. Es importante mencionar que el otro político de oposición, Alberto Fuentes Mohr, del Partido Social Demócrata (PSD), había sido asesinado el 25 de enero de ese mismo año, un día después de haber inscrito su partido, por lo que Meme tenía claro que la inscripción del partido no significaba que los iban a dejar vivir, pues ya había percibido operativos de seguimiento y vigilancia previos. Siendo alcalde, Colom señaló una conspiración para ejecutarlo. La CEH señala que documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del gobierno de Estados Unidos, indicaron que: Es de opinión de los oficiales que Colom debería haber sido asesinado durante el período 1970-1974, cuando él era Alcalde (sic) de la ciudad de Guatemala o en su defecto a la salida de este cargo. En ese momento había un plan para matar a Colom (…). Había pruebas que Colom, el Alcalde (sic) de la ciudad de Guatemala, era ”la cabeza clandestina intelectual” de la izquierda radical, en ese entonces comprometida en la guerra de guerrillas urbana [2]. El 22 de ese mismo mes, Manuel Colom Argueta fue asesinado en un operativo que incluía un helicóptero, recibiendo 45 impactos de bala [3]. Sus dos guardaespaldas, Héctor Barillas Zelada e Hilario Hernández Rodríguez también murieron en el operativo. Años después, en el Archivo Histórico de la Policía Nacional (AHPN), se ha encontrado información relacionada con el control de las fuerzas de seguridad sobre Colom Argueta; la primera ficha ubicada data del 8 de septiembre de 1957. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) [4] señaló que el general David Cancinos –jefe del Estado Mayor del Ejército– observó el crimen desde el helicóptero que sobrevolaba el lugar, como parte del operativo. Cancinos fue asesinado a fuego de metralla en el centro de la ciudad el 11 de junio del mismo año. Se rumoraba que era el candidato a la Presidencia para seguir con la política de Lucas García. El sepelio de Colom Argueta no solo fue multitudinario, sino que hizo un largo recorrido, pasando por todos los espacios donde había destacado para que le hicieran homenajes. La muerte de Manuel Colom Argueta no es solo la muerte de uno de los más grandes líderes que ha tenido la política guatemalteca, es la muerte definitiva, varias veces ensayada, de las posibilidades de la lucha política en la Guatemala de la segunda mitad del siglo XX. Con Meme murieron las esperanzas del respeto a los derechos humanos, a la participación política y electoral, a la construcción de la democracia. Los socialdemócratas y todo el país entonces supieron que la vía para derrocar los regímenes militares no era la vía electoral. Pero ya la represión se había introyectado en todas las esferas del Estado. Los asesinatos de Fuentes Mohr y Colom Argueta, los dos líderes de la oposición política pública, fueron llevados a cabo tres y cinco meses después del asesinato del máximo dirigente de la Asociación de Estudiantes Universitarios, Oliverio Castañeda de León. Asimismo, habían sido reprimidas las protestas contra el aumento del transporte público a finales de 1978, que terminaron con un saldo de 1 500 capturados, 300 heridos y 40 asesinados [5]; como los asesinatos de los abogados Santiago López Aguilar, Jesús Marroquín, y el líder sindical de Coca Cola, Pedro Quevedo. Y ahora… ¿qué? Es cierto que Meme Colom, el «líder de líderes», como lo llamó Edgar Rosales, tuvo «la suerte» de vivir la época de la Revolución del 44, de formarse en medio de la lucha revolucionaria y las ideas democráticas… pero todas las personas tenemos la oportunidad de aprender de su vida, de su pensamiento, de su actitud y compromiso al servicio de los grupos sociales más desprotegidos y víctimas de la desigualdad estructural que vive Guatemala. Américo Cifuentes, uno de sus correligionarios y compañero de luchas, decía que «Meme simboliza y significa el desafío de la modernidad en una sociedad subdesarrollada…» [6] y de ahí debemos salir y sacar al país, recordando su pensamiento, su valor intelectual, su honestidad y probidad, por encima de los sátrapas que hoy se han adueñado del poder político y económico. Es hora de seguir el legado de los héroes y heroínas de Guatemala que han dado sus vidas por una Guatemala justa y humana. [1] En Narrativa y ensayos. [2] CIA, Informe a Departamento de Estado, 5 de marzo de 1979, pág. 12-25, citado en: Organización de Naciones Unidas (1999). Guatemala Memoria del Silencio. Caso ilustrativo N°. 65. Ejecuciones arbitrarias de Alberto Fuentes Mohr y Manuel Colom Argueta. Págs. 133-144. [3] Según reporta Prensa Libre, aunque según el informe Guatemala Memoria del Silencio, serían 24 (pág. 140). [4] Organización de Naciones Unidas (1999). Guatemala Memoria del Silencio. Caso ilustrativo Nº. 65. [5] Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (1998). Guatemala Nunca Más. Tomo III. Los gobiernos militares de los años 70. Capítulo Tercero. [6] En elPeriódico. Fotografía principal tomada de Narrativa y ensayo. Manuel Colom Argueta: una historia sentida Carlos Enrique Fuentes Sánchez Mi padre, Juan Fuentes, albañil y pintor de brocha gorda, siempre fue un revolucionario. Al caer la Revolución de Octubre, en 1954, mi padre fue capturado y conducido en un camión militar del cual se lanzó al camino en plena marcha, junto a otros compañeros. Luego de pasar desapercibido durante algún tiempo, dedicándose a sus ocupaciones, comenzó a contarnos y aclararnos el panorama político de aquel entonces. Gracias a él, mi madre, mis hermanas, hermanos y yo, supimos qué era la URSS o Unión Soviética, qué era la cortina de hierro, la lucha de Cuba, quién era el Che Guevara; que buscaba el «Látigo del Sur», por qué las pintas «Yanki, go home» o «Cuba sí, Yankis no». Posteriormente, imbuido por ese espíritu revolucionario, mi hermano mayor, en ese entonces con 14 años, se vio involucrado en las jornadas del 61–63 contra Idígoras Fuentes. Para ese entonces, mi padre nos mencionaba a Mario Méndez Montenegro, a Francisco Villagrán Kramer a Turcios Lima y Yon Sosa, y por el lado de los malos, a Sandoval Alarcón, Sisniega Otero y Siete litros. A nivel internacional, a Fidel Castro, Nikita Kruschev, Kennedy, Johnson y otros. Fue en estos años cuando Manuel Colom Argueta y Adolfo Mijangos fundaron el partido político Unidad Revolucionaria Democrática ––URD– y mi padre nos informó que tal partido se oponía al gobierno de Idígoras Fuentes y posteriormente al de Peralta Azurdia. Para ese entonces, yo era estudiante de la primaria en una escuela pública de la zona 6, en ciudad Guatemala, y a pesar de mi corta edad, me mantenía informado de las situaciones políticas del país. Sobre todo porque comenzó la represión. Recuerdo que, cuando con mis amigos del barrio La Ermita, patojos de 10 a 14 años, regresábamos del cine o de las posadas, los militares nos detenían, nos ponían de cara contra la pared, nos registraban y, en ocasiones, algunos recibíamos culatazos. Para 1966, Manuel Colom Argueta era ya una gran figura política. Sus discursos y sus acciones con su partido, le ganaban la simpatía de la población pobre y de la clase media progresista, en tanto le ganaba el odio de los políticos derechistas, empresarios y militares. Para 1969, dado que yo ya estudiaba magisterio en Chimaltenango, solo pude escuchar, en la capital, algunos de sus discursos cuando se presentó como candidato a la alcaldía capitalina impulsado por la URD. Era extraordinario. El hombre humilde, tranquilo en la vida cotidiana, se transformaba al dar un discurso. Exponía duramente la problemática del país, atacando claramente a la oligarquía y a los partidos de derecha, y proponía los cambios necesarios para la capital. La gente le entendía fácilmente. Con el voto de la gente de clase media y pobre, entre estos últimos mi familia capitalina, terminó ganando la alcaldía y, al frente de la misma, realizó los grandes proyectos futuristas para aquel entonces que aún siguen sirviendo al país, como el Anillo Periférico, el llamado popularmente Puente El Incienso y otros de semejante magnitud. Lujo de alcalde. Admirable. En cualquier lugar era aplaudido. A pesar del escaso apoyo y la oposición del presidente militar Carlos Arana Osorio, logró el desarrollo urbano de la capital. En 1972 ingresé a la EFPEM-USAC a estudiar, con beca, un profesorado en ciencias y recuerdo que hicimos huelga, tanto de estudiantes como de maestros, unos contra el alza al pasaje urbano y otros por un reajuste salarial. Ambas luchas se ganaron. Nos inspirábamos en los discursos de Manuel Colom y de Fito Mijangos, el otro gran líder de URD, quien había sido asesinado por el gobierno guatemalteco en enero de 1971. En 1973, Manuel Colom fundó el Frente Unido Revolucionario Democrático –FURD– con el que pretendió participar como candidato presidencial, pero por estrategias de la derecha no logro inscribir a su partido; por lo que, en l974, aglutinando la izquierda nacional, integró el Frente Nacional de Oposición, con el cual tuvieron participación política, ganando la presidencia con un militar, que nunca asumió, porque, fraguado el fraude en las elecciones, ganó otro militar. Es interesante ver, ahora, como la figura de Manuel Colom sembró en muchos de nosotros, estudiantes universitarios, la semilla de la justicia, de lo revolucionario, de lo subversivo. Y más, cuando fundó, junto a Américo Cifuentes, el famoso Frente Unido de la Revolución –FUR–, cuyo folleto, con la fotografía de Manuel Colom en la portada, dando un discurso ante una población popular, aún conservo como joya. Al llegar al poder el militar Romeo Lucas García, en 1978, se le prometió respeto a Manuel Colom Argueta y la inscripción de su nuevo partido de izquierda, el Frente Unido de la Revolución. No obstante, ya se fraguaba su asesinato, y Manuel lo sabía. Algunos de sus seguidores, como mi compañero maestro y presidente de la Asociación de Maestros de Suchitepéquez, ante la represión impuesta, a fines de 1978, salió del país hacia Costa Rica, donde aún permanece. La muerte de Manuel se olfateaba. «A ese se lo van a echar», era lo que la gente decía. No era posible que un gobierno militar dejara con vida a uno de los grandes opositores al sistema de injusticia social imperante. Por razones de trabajo, me trasladé a Mazatenango, Suchitepéquez, donde, en 1978 me casé y el 19 de marzo de 1979, nació mi primer hijo, Carlos Enrique. Una inmensa felicidad inundaba mi vida y la de mi esposa. Mi familia capitalina estaba feliz, a pesar de la represión, más recrudecida, impuesta por Lucas García y su ministro de la Defensa, Ríos Mont. La llegada del primer hijo causa gran alegría en la respectiva familia de cada cónyuge, y las nuestras no fueron la excepción. Ir al trabajo docente y, al terminar la jornada, correr hacia el hogar para cargar al bebé y gozar de sus inconscientes primeras sonrisas, cambiar su pañal, ¡toda una algarabía! Pero tal felicidad se opacó apenas cuatro días después, el 22 de marzo de 1979, al saber que Manuel Colom Argueta, quien había logrado la inscripción legal del FUR, del cual podría ser candidato presidencial, había sido asesinado por el gobierno guatemalteco, en un ataque de tipo militar, incluyendo un helicóptero. La muerte de Manuel indignó a Guatemala y también lo hizo a nivel internacional. No solo por el asesinato en sí, sino por la saña con la que fue ultimado. 47 disparos en todo su cuerpo. Y se lloró de impotencia, de no poder hacer nada contra los asesinos conocidos por todo el pueblo. Asquerosos asesinos. Malditos asesinos. Eran del Estado Mayor Presidencial. Fue regresar del trabajo docente, escuchar la noticia, llorar de indignación y preparar la salida para el otro día, para estar en sus exequias, en donde dimos rienda suelta a nuestros dolores y repudio. De poco o nada sirvieron todos los honores recibidos por su cuerpo muerto en la USAC, la municipalidad capitalina, el Instituto Central de Varones. Lo único realmente valioso, aparte del repudio nacional e internacional contra el Gobierno guatemalteco, fue la conservación de sus ideas, de su discurso, el ejemplo de coherencia entre teoría y práctica. Hoy, cuarenta años después de su desaparición física, la indignación por su asesinato persiste. Las lágrimas acuden a mis ojos. La celebración de cada cumpleaños de mi hijo, me recuerda que tres días después se cumplirá un año más del asesinato de Manuel Colom, y me sigo indignando. No obstante, sus discursos siguen sonando en nuestros oídos y tratamos de seguir su ejemplo. Desgraciadamente, desde esa época, no ha surgido otro líder político con su capacidad, su inteligencia, su discurso, pero sobre todo, con su honestidad, su honradez y su gallardía. Cuarenta años después seguimos gritando. «Manuel Colom Argueta…¡Presente en la lucha!»