ASTURIAS SIGLO XXI

COLUNGA

Atrapado en el tiempo

Fermín Rodríguez Rafael Menéndez

Colunga es un territorio costero que acerca a la rasa costera los relieves montañosos del Sueve en un paisaje humanizado de gran atractivo. Quizá lo que más llama la atención de la situación actual del concejo de Colunga es la continuidad de su grave pérdida de población, que se remonta ya a las primeras décadas del siglo XX, y los escasísimos nacimientos que se registran. Una tendencia demográfica que encaja mal con la localización costera del concejo, los recursos existentes, la accesibilidad mejorada, la existencia de dos villas de entidad y una tradición turística de décadas, la creación de nueva oferta hotelera de calidad y, en general, con las expectativas que se atribuyen a un territorio como el que nos ocupa. Es algo que ya hemos visto en otros municipios asturianos, pero que aquí se hace más llamativo porque diverge de la evolución reciente de sus vecinos que manifiestan una mejoría en sus indicadores, salvo Caravia. Es el caso de Villaviciosa, Ribadesella, Llanes o Ribadedeva y también de algunos concejos del interior: Parres y Cangas de Onís. Colunga ajusta sus tendencias más a las propias de los concejos rurales del interior que a los concejos costeros de cierta entidad. El concejo de Colunga parece no haberse alterado por la construcción de la autovía que le ha dejado bien comunicado con el conjunto de la cornisa cantábrica. Frente a lo que se presuponía, como cambio de tendencia, al menos en sus espacios centrales (el triángulo Colunga, , ), aquí el nuevo siglo se viene caracterizando por una continuidad de la fuerte pérdida de población que sufre este territorio. Solo entre 2001 y 2006 ha perdido 400 habitantes, bajando hasta los 3.800 actuales. El cambio en las condiciones de accesibilidad parece haber pillado a Colunga ya en una situación de envejecimiento, escaso dinamismo social y falta de expectativas de las que parece le va a ser más difícil de lo previsto salir. Sin embargo, todo parece apuntar a que la situación actual debería dar paso a un significativo cambio de tendencia en los próximos años. Las opiniones sobre la conveniencia de un mayor o menor crecimiento o sobre la sostenibilidad del mismo pueden ser diversas, pero el declive actual solo conduce a una situación de grave envejecimiento y dependencia respecto a las transferencias exteriores, situación nada sostenible desde el punto de vista social, en Colunga y en el conjunto de . Es llamativo que incluso la villa capital, Colunga, de poco más de mil habitantes, que durante décadas mantuvo ligeros crecimientos, se haya instalado hoy en el declive. Que es aún mayor en Lastres, la segunda población, cercana también al millar de residentes, y que une sus pérdidas de décadas a la suerte de su actividad tradicional de especialización, la pesca. Por otra parte, las actividades terciarias y turísticas se mantienen en un nivel incompresiblemente secundario y sin aumentos significativos. Tampoco crecen las áreas costeras turísticas tradicionales, caso de La Isla. Todas las parroquias pierden población, sin excepción, las 13. Y los treinta pueblos y aldeas. El poblamiento es el tradicional, poco modificado por la atracción que suele ejercer la costa. Los pueblos son de cierta entidad. Son varios los que aún superan los cien habitantes: Luces, , , Huerres, Loroñe, , Libardón, Lué. Colunga ha seguido siendo hasta el cambio de siglo un territorio rural de estructura y actividades tradicionales. El turismo estival, corriente ya añeja pero débil en intensidad, no dio paso a una transformación radical de la actividad económica local, de forma que a fines del siglo XX, el concejo se caracterizaba como un territorio rural de especialización mixta primaria-terciaria, con unos flujos turísticos menores que los de sus concejos vecinos y el resto de la costa centro-oriental asturiana. El empleo más numeroso corresponde al sector terciario, casi 800 empleos que aumentan en el verano, de los 1.350 totales existentes. El empleo ha descendido en la última década aunque parece aumentar levemente en los últimos años. El correspondiente al sector primario, ganadería y pesca, ha descendido a menos de la mitad desde 1996, 323 empleos. Las explotaciones ganaderas se han reducido a dos centenares con una cabaña próxima a las 5.000 cabezas. Se apoya cada vez más en la producción cárnica mientras la lechera mantiene su producción total, pero sobre un tercio de las explotaciones de hace una década, que han aumentado su tamaño. El declive de la pesca ha arrastrado consigo a Lastres y su puerto, que se ha abierto tímidamente a usos deportivos, en los que tiene capacidad de seguir creciendo. La industria ha aumentado hasta 114 empleos, un volumen similar al de la construcción, que no crecido sustancialmente, a pesar de las expectativas creadas. La actividad turística, impulsada por la participación en las iniciativas europeas LEADER, en el seno de comarca del Oriente, muestra hoy una oferta considerable que se acerca a la veintena de establecimientos hoteleros. Incluye un hotel de cinco estrellas y más de 200 plazas. Tiene aún un considerable potencial. Colunga cuenta también con playas de afluencia metropolitana, La Isla y La Espasa, que hasta el momento han sido escasamente aprovechadas para apoyar un desarrollo turístico apreciable. Demasiada quietud y demasiada parsimonia. Y los territorios que no pedalean, que no apuestan por el crecimiento, sostenible, ordenado y con todos los adjetivos que sen necesarios, se caen. Si no se quiere la continuidad del despoblamiento y del envejecimiento hay que actuar para favorecer la natalidad y para aumentar la actividad económica y el empleo. Las condiciones internas y externas son favorables a un crecimiento apreciable, pero parece que la dinámica de décadas pesa demasiado. La administración local debe liderar el proceso. Su vinculación reciente a la comarca de la Sidra debería aprovecharse para abrir nuevas vías de desarrollo y poner en marcha nuevos procesos de diversificación e innovación en el medio rural. La actividad turística tiene que dar el paso de proyecto a realidad, a través de un plan que incorpore a la administración y a la iniciativa privada y abierto a la participación pública. Hay que crear suelo para la instalación de empresas. Y las villas existentes deben sostener la mejora de la oferta residencial, de tiempo completo y parcial, ya que cuentan con tradición, servicios e infraestructuras para acoger un aumento sustancial de residentes.