El Crítico Mayor*
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HOMENAJE A JORGE RUFFINELLI WILFRIDO H. CORRAL El crítico mayor* onocí a Jorge Ruffinelli durante mi posgrado. Había ido a Xalapa para conseguir el volumen Monterroso que él Chabía armado con colaboradores como Ángel Rama (de quien es el heredero verdadero). Le pedí que me sugiriera dónde hospedarme, e inmediatamente me dijo que con su fa- milia. Llevamos más de cuarenta años como amigos fraternos, colegas, colaboradores y aliados en lo que se puede hacer por nuestra cultura, en un país cuyas instituciones académicas la de- finen como solo un latinoamericano colonizado la entiende. No siempre de acuerdo respecto a las causas de los problemas de nuestros países, coincidimos en lo que se refiere a la soberanía de nuestras ideas y pueblos. Desde siempre, lo que más define a Jorge es su calor humano, agudeza intelectual, picardía y gran generosidad. Luego me visitó en Nueva York, para documentarse más sobre John Reed y otros escritores estadunidenses en México. En la Universidad 107-108 pp. enero-marzo/2020 298 No. de Columbia revisamos los inmensos archivos que mantenía su otrora mítica Revista Hispánica Moderna. Nunca dejó de man- darme libros, ensayos, recortes, notas críticas o reseñas acerca de cualquier tema que me ocupaba o nos interesaba. Junto con * Agradecemos a Wilfrido H. Corral Américas de las Casa idear, proponer y coordinar este dosier su prolificidad, sigue ayudando a colegas de otras generaciones, para Casa de las Américas. (N. de la R.) algunos invitados a este dosier. Revista 107 En un momento me notificó que con mi maes- Como personajes de Bolaño o Kerouac, tra y directora de tesis en Columbia, Ana María hicimos un viaje a Wáshington, para pasar Barrenechea, decidieron «adoptarme». Heredaba unos días con Rama y Marta Traba, comienzo así la ética de una generación crítica insuperable, de otras relaciones e inflexiones críticas. Ha de continua gran influencia, de cuya modestia y habido otros viajes reales e intelectuales, y sabiduría siempre se aprende, aunque cambien con la generosidad que mencioné Jorge me los métodos. Si Anita renovó la filología concen- ha presentado o recomendado a críticos que trándose en la narrativa contemporánea, Jorge ha serían definitorios para mi vida profesional. hecho más que nadie por calibrar el estado del Mi esposa Adrienne y yo trabajamos casi una arte de la interpretación, en números de Texto década con él y su compañera Cristina en Crítico y Nuevo Texto Crítico sobre la crítica, Stanford, y podemos atestiguar, como otros autores como Fernández Retamar, obras, mo- colaboradores de este merecido homenaje por vimientos, generaciones o problemas literarios; su jubilación, que Jorge ha estado presente en y en este siglo por el cine. Sabe más que nadie cada instancia importante de la literatura y sobre Onetti porque vivió para entenderlo, como el cine latinoamericanos: es quizás el crítico a Rulfo, y es uno de los pocos críticos a quien se mayor que nos queda, y vale emular su gene- asocia inmediatamente con un autor. rosidad y honestidad. c GONZALO AGUILAR Mi amigo cinéfilo edicar un libro es retribuir un afecto que previsible («A Tuchi, mi padre, que me llevó a nos dio la vida e inscribir en la página un ver la de Buster Keaton»). La otra dedicatoria Dmisterio (el verbo dicare, de donde viene (el libro tenía dos) no tanto: «A Jorge Ruffinelli, No. 298 enero-marzo/2020 pp. 108-109 pp. enero-marzo/2020 298 No. la palabra, significa «consagrar» y «destinar cinéfilo y amigo». algo con justicia»). ¿Qué es lo que hace que el Cuando definí a Jorge evité hacer mención a resultado de un trabajo que puede llevar años su trayectoria académica. Los lectores sabemos anteponga esa preposición tan mágica («a») y un de sus trabajos y en algún momento de nues- nombre, ese nombre? ¿Qué historia hay detrás tras investigaciones seguramente acudimos a Casa de las Américas de las Casa de cada dedicatoria? La invocación a mi padre alguno de sus textos. Recuerdo, por ejemplo, Revista en mi libro sobre el «nuevo cine argentino» era lo importante que fue para mí poder contar 108 con una edición de Los de abajo como la que que se había propuesto vacilaba entre Borges y había hecho Jorge para la colección Archivos, Google y tenía sentido en un terreno en el que o la ayuda salvadora que tuvieron varios de los los archivos habían sido descuidados, muchas números de Nuevo Texto Crítico (además del películas olvidadas y varias obras maestras ig- placer de descubrir en sus páginas escritores o noradas. Jorge seguramente experimentaba un directores de cine de los que apenas habíamos gran placer en la empresa que se había propues- oído hablar). Preferí no hacer mención de una to pero no lo hacía solamente para alimentar su trayectoria que era conocida por todos y todas narcisismo o su vanidad: trabajaba con la idea los/las que pertenecemos al campo académico de constituir una base para que otros sacaran de los estudios latinoamericanos. «Cinéfilo» provecho. Ese sentido tienen también sus li- me pareció una buena definición: hablaba de bros más didácticos (sobre el cine uruguayo una pasión compartida y del impacto que había o América Latina en 130 documentales) o las sido conocer el método de trabajo de Jorge. La películas que iba comprando para la biblioteca palabra «cinéfilo» se agregaba a aquello que se de Stanford (algunas rarísimas que solo se pre- sabía: profesor, crítico, intelectual, investigador. servan allí). La pasión del cinéfilo, en Jorge, no Pero Jorge no era un cinéfilo clásico de esos que era mezquina sino generosa. En la dedicatoria, consumen películas indiscriminadamente. quise retribuir esa generosidad. Tampoco le cabía la redefinición del término La otra palabra era «amigo». Disfruté mucho que había hecho Serge Daney («cinefils», esto de la compañía de Jorge y Cristina en Stanford, es, hijos del cine) porque Jorge era claramente pero hubo algo mucho más importante: en un mo- un hijo de la literatura, de la magnífica cultura mento muy difícil de mi vida profesional, Jorge intelectual uruguaya de mediados del siglo xx tuvo un gesto que no voy a olvidar. Descubrí que que había hecho un culto del libro. En algún su generosidad de cinéfilo era también la de Jorge momento (desconozco los detalles), Jorge se como persona. Pude compartir muchas tardes con pasó de bando y comenzó a dedicarse al estudio él, hablar de Carlos Hugo Christensen, el cine del cine cuando en el campo académico latino- uruguayo, las películas piqueteras, Buñuel y las americano eran muy pocos los que lo hacían. glorias del cine mexicano (solo no nos poníamos Jorge era un cinéfilo muy metódico: veía dos o de acuerdo cuando el tema era si Carlos Gardel tres películas por día y escribía una ficha con era o no uruguayo). Por eso en la dedicatoria de la intención de componer –¡él solo!– una En- mi libro junté, cuando inscribí el nombre de Jorge, ciclopedia del cine latinoamericano. La tarea dos palabras: cinéfilo y amigo. c 109 LEONOR ARFUCH Espacio biográfico y amistad onocí a Jorge en Chile, en un brindis para mundial, para llegar finalmente a California, celebrar un libro mío, El espacio biográfi- como profesor de Iberian and Latin American Cco, en el cual estaba particularmente inte- Cultures en la Universidad de Stanford, donde resado. Recuerdo la sonrisa con que me recibió, desarrolló una infatigable tarea pedagógica, que fue desde ese día el gesto que acompaña crítica y de gestión cultural. Allí nos encontra- nuestra larga, profunda y cariñosa amistad. Me mos varias veces, reiterando generosamente la habló entonces del documental subjetivo, un oxí- invitación inicial, y en cada visita reanudamos moron que se había transformado en un género el diálogo sobre obras, autores y momentos del acuciante e innovador y me invitó a un evento acontecer, de los que siempre estaba update. Así en Stanford, que reuniría a varios cineastas, para llegó también el tema de la frontera –o mejor, del hacer el análisis crítico desde mi perspectiva, arte en la frontera, en la emblemática Tijuana- que consideraba afín. Así sucedió en 2009, y San Diego–, que pudimos abordar y discutir en tanto el personaje como la obra y el lugar se un inolvidable encuentro con sus estudiantes. desplegaron ante mis ojos en toda su potencia. De su profusa obra, y de su trayectoria, que Una obra multifacética, que traza una parábola reúne admirablemente diversidad temática y sin fin, a través de países, regiones, géneros, hondura conceptual, apertura al debate y com- teorías, atenta a los destellos de la palabra y de promiso ético, quiero destacar en particular la imagen –feliz alianza entre el cine y la litera- Nuevo Texto Crítico, la revista que dirigió y que tura–, que supo anclar en las problemáticas de reunió, durante décadas, a las voces más relevan- su tiempo: memorias traumáticas, dictaduras, tes del pensamiento latinoamericano en sus más desplazamientos, exilios, migraciones, historias diversas facetas, en un agudo vaivén dialógico de de vida, afecciones de la identidad. Como si de análisis, conversaciones y debates. Un verdadero algún modo acompañara sus propios tránsitos, de acervo crítico, atento a una política de lenguas, No. 298 enero-marzo/2020 p. 110 p. enero-marzo/2020 298 No. su Uruguay natal –y su compromiso militante– a donde campea, como en su presencia, ese perfil la vecindad de la Argentina y sus cursos de Letras singular de su «espacio biográfico», esa sintonía con Noé Jitrik, y luego México, en la Veracru- de saber, humor, chispa, ironía, anecdotario, zana, dirigiendo un Centro que se transformó en calidez y confidencia que deja una impronta atracción para grandes nombres de la literatura entrañable en la relación de amistad. c Casa de las Américas de las Casa Revista 110 MARCELO BÁEZ MEZA Los hijos de Jorge Ruffinelli nnumerables son los aportes de Jorge Ruffine- cine es un placer.