Borrador: Por Favor, No Citar Ni Divulgar Sin Permiso Del Autor
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BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR ENTRE LA HERENCIA Y EL LASTRE AUTORITARIO EL COMPLEJO POSICIONAMIENTO DEL FUJIMORISMO EN TIEMPOS DEMOCRÁTICOS Paolo Sosa Villagarcia Instituto de Estudios Peruanos Preparado para ser presentado en el IX Congreso Latinoamericano de Ciencia Política - ALACIP, Montevideo, Uruguay, 26 a 28 de julio, 2017. Resumen: El fujimorismo, como partido de origen autoritario, tiene una paradoja que resolver. Por un lado, se ha construido sobre la herencia del régimen autoritario, “cosechando” el recuerdo positivo de los aciertos económicos y sociales que se le atribuyen al gobierno de Alberto Fujimori. Por otro lado, debe lidiar con el lastre que significa la mancha autoritaria al momento de tentar el poder por la vía electoral, especialmente debido a la polarización que genera dicho recuerdo, hasta constituirse en una de las divisiones políticas más importantes del país (fujimoristas vs. Anti-fujimoristas). Este fenómeno no ha sido ajeno a la reflexión del fujimorismo, sino que ha sido identificado y enfrentado, especialmente por su lideresa Keiko Fujimori. ¿Cuáles son los factores que explican los límites de la estrategia de moderación del fujimorismo? ¿Hasta qué punto estos límites son solamente problemas de estrategia electoral o responden a la propia naturaleza del proyecto político? Esta ponencia busca responder a estas interrogantes resaltando algunas características propias del fujimorismo, pero también del sistema político peruano. BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR INTRODUCCIÓN Las transiciones a la democracia en América Latina supusieron la formación o el resurgimiento de actores democráticos, pero también de partidos de origen autoritario, ahí donde las élites del “antiguo régimen” -o parte de ellas- lograron sobrevivir a la crisis (Loxton 2015). Esta supervivencia, fue posible, en gran medida, debido a la capitalización de un recuerdo positivo respecto de los gobiernos autoritarios, especialmente por el desempeño de sus políticas en sectores específicos (economía, inclusión social, etc.) para la reconstrucción de una organización política. Sin embargo, la dinámica electoral, especialmente en espacios polarizados frente a la memoria de dichos gobiernos, requiere la adaptación de estos actores y, principalmente, de su imagen construida a partir de discursos, posicionamientos programáticos y la permanencia de actores ligados al régimen. Esta paradoja del legado autoritario, entre la “herencia” y el “lastre, es confrontada por estos partidos de diferente manera, ya sea mediante el arrepentimiento, la relativización, o la reivindicación de sus orígenes (Loxton 2016). Este artículo busca analizar esta compleja dinámica a partir del fujimorismo, un partido de origen autoritario, por ser un caso que ha llamado la atención tanto por su “sorpresiva” supervivencia, como por su éxito notable en términos electorales. Nos interesa, específicamente, observar el tratamiento de la tensión entre “herencia” y “lastre” autoritarios en las diferentes estrategias que el fujimorismo ha desarrollado durante las elecciones, sacando ventaja del recuerdo positivo del régimen autoritario, pero, al mismo tiempo, lidiando con la polarización que genera el anti-fujimorismo. Observamos que, a lo largo del tiempo, el fujimorismo, conocido desde 2013 como “Fuerza Popular”, ha desplegado distintos tratamientos a su legado autoritario en función de sus principales objetivos. Así, en un primer momento, la construcción partidaria requiere la reivindicación de los orígenes autoritarios, mientras que, en un segundo momento, se despliega un discurso de relativización de los mismos. De esta manera, el Fuerza Popular, como partido de origen autoritario, tiene una paradoja que resolver. Por un lado, se ha construido sobre la herencia del régimen autoritario, “cosechando” el recuerdo positivo de los aciertos económicos y sociales que se le atribuyen al gobierno de Alberto Fujimori. Por otro lado, debe lidiar con el lastre BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR que significa la mancha autoritaria al momento de tentar el poder por la vía electoral, especialmente debido a la polarización que genera dicho recuerdo, hasta constituirse en una de las divisiones políticas más importantes del país (fujimoristas vs. Anti- fujimoristas). Este fenómeno no ha sido ajeno a la reflexión interna del fujimorismo, por lo que su estrategia electoral reciente se ha concentrado en dos grandes ejes: construir y fortalecer sus bases partidarias, y transformar su discurso sobre la democracia, los derechos humanos y las políticas de memoria, buscando distanciarse tímidamente del recuerdo autoritario. No obstante, el cumplimiento de ambas tareas demanda una posición contradictoria frente a sus orígenes autoritarios. Así, esta nueva estrategia no solo supuso recelos en la opinión pública, sino también tensiones al interior de la organización. Al final, en la segunda vuelta presidencial de 2016, la estrategia de moderación fue abandonada y, a pesar de tener todo para ganar, Keiko Fujimori fue nuevamente derrotada en las urnas. No obstante, el fujimorismo logró obtener una histórica mayoría en el Parlamento (73 de 130 congresistas), convirtiéndose en la primera fuerza de oposición en tener el control de este poder del Estado desde el autogolpe de 1992. En ese sentido, a pesar de que la presidencia le ha sido esquiva, el trabajo de Keiko Fujimori en los últimos años no ha sido en vano. Con sus acciones, la candidata ha logrado consolidar su liderazgo interno, articulando nuevas redes y bolsones electorales en torno a su propia figura. No obstante, esta nueva condición supone nuevos retos para el fujimorismo, especialmente porque queda demostrado, al igual que en 2011, que la polarización con el antifujimorismo -agudizada por las serias acusaciones contra las principales cabezas del partido- demanda que se replantee una renovación real y no solamente estética de su imagen como partido de origen autoritario. Frente a este escenario la pugna entre las facciones del fujimorismo parece intensificarse, aunque sin presagiar indicios de ruptura en el mediano plazo. Desde las semanas previas a la segunda vuelta presidencial de 2017, las diatribas fraternales entre Keiko y Kenji Fujimori parecen reflejar la disputa por el control del partido entre las facciones “albertista” y “keikista”, respectivamente. La primera ha sido tradicionalmente vinculada al sector más conservador y defensor de los legados de los noventa, mientras que la segunda ha sido vinculada al proceso de moderación y BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR renovación del partido. Paradójicamente, el comportamiento de la bancada fujimorista en la legislatura advierte un posible cambio de tendencia, en tanto el liderazgo de Keiko Fujimori se ha desvanecido públicamente y mantiene un discurso ambiguo, mientras que Kenji Fujimori ha hecho pública su postura disidente frente a temas relativos a los derechos de las minorías -principalmente los grupos LGTBI- y la regulación de los medios de comunicación, aunque sin arrogarse la representación del ala albertista. ¿Cuáles son los factores que explican los límites de la estrategia de moderación del fujimorismo? ¿Hasta qué punto estos límites son solamente problemas de estrategia electoral o responden a la propia naturaleza del proyecto político? Esta ponencia busca responder a estas interrogantes resaltando algunas características propias del fujimorismo, pero también del sistema político peruano. Por un lado, como hemos señalado, la reivindicación de su herencia autoritaria le ha permitido al fujimorismo contar con las bases políticas y sociales necesarias para la construcción de una organización política. En tiempos electorales, Fuerza Popular tiene a relativizar esta condición no solo “oscureciendo” sus vínculos con el gobierno de Alberto Fujimori, sino, sobre todo, centrando la discusión en el futuro antes que en el pasado. Por otro lado, el lastre autoritario condiciona las posibilidades de éxito del fujimorismo, convirtiéndose en una de las principales razones por las que su candidatura presidencia ha sido derrotada en dos elecciones consecutivas. Sin embargo, también es importante señalar que el lastre funciona como una condición que se retroalimenta en la competencia política. Así, la renovación de cuadros a través del reclutamiento de políticos independientes con capital propio -especialmente en espacios subnacionales- está constreñida por la imagen peyorativa de los noventa. Esto condiciona que la renovación en la oferta congresal de Fuerza Popular sea precaria y, una vez en la legislatura, la imagen del fujimorismo adicione nuevos “lastres”. ALCANCES Y LÍMITES DE LA HERENCIA AUTORITARIA Las elecciones de 2011 dejaron enseñanzas importantes para el fujimorismo. Una mirada crítica y desapasionada de su desempeño en la primera y segunda vueltas electorales daban cuenta de las principales ventajas y limitaciones de la organización liderada por Keiko Fujimori bajo el nombre de Fuerza 2011. Una de estas lecciones fue BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR la constatación de la fortaleza de su identidad política y el nivel de su organización logrado, especialmente en contraste a sus contrincantes. Frente a la volatilidad del voto de sus adversarios, la existencia de un voto constante y consistente por Fujimori a lo largo de la campaña (alrededor de 20%) llamó la atención y fue atribuido, principalmente, a la presencia de una identidad