BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR

ENTRE LA HERENCIA Y EL LASTRE AUTORITARIO EL COMPLEJO POSICIONAMIENTO DEL FUJIMORISMO EN TIEMPOS DEMOCRÁTICOS

Paolo Sosa Villagarcia Instituto de Estudios Peruanos

Preparado para ser presentado en el IX Congreso Latinoamericano de Ciencia Política - ALACIP, Montevideo, Uruguay, 26 a 28 de julio, 2017.

Resumen:

El fujimorismo, como partido de origen autoritario, tiene una paradoja que resolver. Por un lado, se ha construido sobre la herencia del régimen autoritario, “cosechando” el recuerdo positivo de los aciertos económicos y sociales que se le atribuyen al gobierno de . Por otro lado, debe lidiar con el lastre que significa la mancha autoritaria al momento de tentar el poder por la vía electoral, especialmente debido a la polarización que genera dicho recuerdo, hasta constituirse en una de las divisiones políticas más importantes del país (fujimoristas vs. Anti-fujimoristas). Este fenómeno no ha sido ajeno a la reflexión del fujimorismo, sino que ha sido identificado y enfrentado, especialmente por su lideresa . ¿Cuáles son los factores que explican los límites de la estrategia de moderación del fujimorismo? ¿Hasta qué punto estos límites son solamente problemas de estrategia electoral o responden a la propia naturaleza del proyecto político? Esta ponencia busca responder a estas interrogantes resaltando algunas características propias del fujimorismo, pero también del sistema político peruano.

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INTRODUCCIÓN

Las transiciones a la democracia en América Latina supusieron la formación o el resurgimiento de actores democráticos, pero también de partidos de origen autoritario, ahí donde las élites del “antiguo régimen” -o parte de ellas- lograron sobrevivir a la crisis (Loxton 2015). Esta supervivencia, fue posible, en gran medida, debido a la capitalización de un recuerdo positivo respecto de los gobiernos autoritarios, especialmente por el desempeño de sus políticas en sectores específicos (economía, inclusión social, etc.) para la reconstrucción de una organización política. Sin embargo, la dinámica electoral, especialmente en espacios polarizados frente a la memoria de dichos gobiernos, requiere la adaptación de estos actores y, principalmente, de su imagen construida a partir de discursos, posicionamientos programáticos y la permanencia de actores ligados al régimen. Esta paradoja del legado autoritario, entre la “herencia” y el “lastre, es confrontada por estos partidos de diferente manera, ya sea mediante el arrepentimiento, la relativización, o la reivindicación de sus orígenes (Loxton 2016).

Este artículo busca analizar esta compleja dinámica a partir del fujimorismo, un partido de origen autoritario, por ser un caso que ha llamado la atención tanto por su “sorpresiva” supervivencia, como por su éxito notable en términos electorales. Nos interesa, específicamente, observar el tratamiento de la tensión entre “herencia” y “lastre” autoritarios en las diferentes estrategias que el fujimorismo ha desarrollado durante las elecciones, sacando ventaja del recuerdo positivo del régimen autoritario, pero, al mismo tiempo, lidiando con la polarización que genera el anti-fujimorismo. Observamos que, a lo largo del tiempo, el fujimorismo, conocido desde 2013 como “Fuerza Popular”, ha desplegado distintos tratamientos a su legado autoritario en función de sus principales objetivos. Así, en un primer momento, la construcción partidaria requiere la reivindicación de los orígenes autoritarios, mientras que, en un segundo momento, se despliega un discurso de relativización de los mismos.

De esta manera, el Fuerza Popular, como partido de origen autoritario, tiene una paradoja que resolver. Por un lado, se ha construido sobre la herencia del régimen autoritario, “cosechando” el recuerdo positivo de los aciertos económicos y sociales que se le atribuyen al gobierno de Alberto Fujimori. Por otro lado, debe lidiar con el lastre BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR que significa la mancha autoritaria al momento de tentar el poder por la vía electoral, especialmente debido a la polarización que genera dicho recuerdo, hasta constituirse en una de las divisiones políticas más importantes del país (fujimoristas vs. Anti- fujimoristas). Este fenómeno no ha sido ajeno a la reflexión interna del fujimorismo, por lo que su estrategia electoral reciente se ha concentrado en dos grandes ejes: construir y fortalecer sus bases partidarias, y transformar su discurso sobre la democracia, los derechos humanos y las políticas de memoria, buscando distanciarse tímidamente del recuerdo autoritario. No obstante, el cumplimiento de ambas tareas demanda una posición contradictoria frente a sus orígenes autoritarios. Así, esta nueva estrategia no solo supuso recelos en la opinión pública, sino también tensiones al interior de la organización.

Al final, en la segunda vuelta presidencial de 2016, la estrategia de moderación fue abandonada y, a pesar de tener todo para ganar, Keiko Fujimori fue nuevamente derrotada en las urnas. No obstante, el fujimorismo logró obtener una histórica mayoría en el Parlamento (73 de 130 congresistas), convirtiéndose en la primera fuerza de oposición en tener el control de este poder del Estado desde el autogolpe de 1992. En ese sentido, a pesar de que la presidencia le ha sido esquiva, el trabajo de Keiko Fujimori en los últimos años no ha sido en vano. Con sus acciones, la candidata ha logrado consolidar su liderazgo interno, articulando nuevas redes y bolsones electorales en torno a su propia figura. No obstante, esta nueva condición supone nuevos retos para el fujimorismo, especialmente porque queda demostrado, al igual que en 2011, que la polarización con el antifujimorismo -agudizada por las serias acusaciones contra las principales cabezas del partido- demanda que se replantee una renovación real y no solamente estética de su imagen como partido de origen autoritario.

Frente a este escenario la pugna entre las facciones del fujimorismo parece intensificarse, aunque sin presagiar indicios de ruptura en el mediano plazo. Desde las semanas previas a la segunda vuelta presidencial de 2017, las diatribas fraternales entre Keiko y parecen reflejar la disputa por el control del partido entre las facciones “albertista” y “keikista”, respectivamente. La primera ha sido tradicionalmente vinculada al sector más conservador y defensor de los legados de los noventa, mientras que la segunda ha sido vinculada al proceso de moderación y BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR renovación del partido. Paradójicamente, el comportamiento de la bancada fujimorista en la legislatura advierte un posible cambio de tendencia, en tanto el liderazgo de Keiko Fujimori se ha desvanecido públicamente y mantiene un discurso ambiguo, mientras que Kenji Fujimori ha hecho pública su postura disidente frente a temas relativos a los derechos de las minorías -principalmente los grupos LGTBI- y la regulación de los medios de comunicación, aunque sin arrogarse la representación del ala albertista.

¿Cuáles son los factores que explican los límites de la estrategia de moderación del fujimorismo? ¿Hasta qué punto estos límites son solamente problemas de estrategia electoral o responden a la propia naturaleza del proyecto político? Esta ponencia busca responder a estas interrogantes resaltando algunas características propias del fujimorismo, pero también del sistema político peruano. Por un lado, como hemos señalado, la reivindicación de su herencia autoritaria le ha permitido al fujimorismo contar con las bases políticas y sociales necesarias para la construcción de una organización política. En tiempos electorales, Fuerza Popular tiene a relativizar esta condición no solo “oscureciendo” sus vínculos con el gobierno de Alberto Fujimori, sino, sobre todo, centrando la discusión en el futuro antes que en el pasado.

Por otro lado, el lastre autoritario condiciona las posibilidades de éxito del fujimorismo, convirtiéndose en una de las principales razones por las que su candidatura presidencia ha sido derrotada en dos elecciones consecutivas. Sin embargo, también es importante señalar que el lastre funciona como una condición que se retroalimenta en la competencia política. Así, la renovación de cuadros a través del reclutamiento de políticos independientes con capital propio -especialmente en espacios subnacionales- está constreñida por la imagen peyorativa de los noventa. Esto condiciona que la renovación en la oferta congresal de Fuerza Popular sea precaria y, una vez en la legislatura, la imagen del fujimorismo adicione nuevos “lastres”.

ALCANCES Y LÍMITES DE LA HERENCIA AUTORITARIA

Las elecciones de 2011 dejaron enseñanzas importantes para el fujimorismo. Una mirada crítica y desapasionada de su desempeño en la primera y segunda vueltas electorales daban cuenta de las principales ventajas y limitaciones de la organización liderada por Keiko Fujimori bajo el nombre de Fuerza 2011. Una de estas lecciones fue BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR la constatación de la fortaleza de su identidad política y el nivel de su organización logrado, especialmente en contraste a sus contrincantes. Frente a la volatilidad del voto de sus adversarios, la existencia de un voto constante y consistente por Fujimori a lo largo de la campaña (alrededor de 20%) llamó la atención y fue atribuido, principalmente, a la presencia de una identidad y, sobre todo, a una estructura política mínima “dispuesta a enraizar una relación sólida con un sector del electorado” (Tanaka et al. 2011; Dargent y Muñoz 2012).

Para sorpresa de sus detractores, las elecciones del 2011 no solo demostraron que aún existían fujimoristas, sino que, además, representaban un contingente electoral importante y redes medianamente organizadas. Un estudio publicado el 20121 señalaba que estas bases sociales del fujimorismo podían entenderse a partir de sus seguidores “duros” y sus simpatizantes. Estas categorías representaban el 11% y 24% nacional respectivamente, muy por encima de otras identidades políticas como el aprismo (ver Tabla 1). Estas cifras diferencian al fujimorismo “social” del “político”, es decir, separan la porción del electorado que simpatiza con el fujimorismo, por un lado, y los “comandos” u operadores políticos que constituyen el “medio partidista” o el “proto- partido” fujimorista, por el otro (Urrutia 2011; Meléndez 2012). En pocas palabras, el fujimorismo había terminado construyendo lo más parecido al tipo de organización política que Alberto Fujimori había prometido destruir en 1990: un partido político. Sin embargo, sus propias características lo enmarcan como un “partido de origen autoritario”, debido a la importancia de la marca de origen.

Tabla 1: Identidades fujimorista y anti-fujimorista en el 2011

Congreso Alcaldía Región Promedio

Definitivamente 12.04 10.51 10.39 11.0 votaría

Probablemente 25.03 25.16 21.52 23.9 votaría

1 Meléndez, Carlos (2012). “Partidos inesperados. La institucionalización del sistema de partidos en un escenario de post colapso partidario. Perú 2001-2011”. Documento de Trabajo. : Fundación Friedrich Ebert. BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR

Probablemente no 17.07 18.22 17.81 17.7 votaría

De ninguna manera 39.94 39.49 38.87 39.4 votaría

No precisa 5.92 6.62 11.41 8.0

Total 100 100 100 100

Fuente: Meléndez (2012)2

Según los análisis de esas elecciones, las bases del “fujimorismo social” se encontrarían en una suerte de “voto memorioso” tanto por los logros económicos y antisubversivos atribuidos al primer gobierno de Alberto Fujimori como por el agradecimiento de sectores otrora beneficiados por las políticas asistencialistas (Murakami y Barrenechea 2011). De esta manera, se suponía que Keiko Fujimori cosechaba su apoyo electoral en zonas urbanas y rurales, especialmente entre los niveles socioeconómicos menos favorecidos. Bajo estas condiciones, el fujimorismo tuvo la posibilidad de canalizar la desconfianza generalizada en las instituciones democráticas, así como la existencia necesidades y demandas irresueltas por el mal funcionamiento del Estado a pesar de un escenario de crecimiento económico sostenido.3

De esta manera, el fujimorismo ha conseguido, exitosamente, construir una memoria propia sobre los años noventa, una que interpreta de forma muy particular las características centrales del gobierno de Alberto Fujimori. Esta afirmación no es novedosa, de hecho, diferentes estudios exploran esta condición en sus estudios, identificándola como uno de los puntos clave para comprender la reconstrucción del partido y la supervivencia en tiempos democráticos (Urrutia 2011 y 2012; Meléndez 2014). En la lectura particular del fujimorismo, el gobierno de los noventa fue capaz de asegurar justicia al procurar el acceso de los sectores pobres a servicios y programas

2 La información fue obtenida mediante una encuesta nacional aplicada por el Instituto de Opinión Pública de la PUCP en junio del 2011. La pregunta utilizada fue “Considerando su formación profesional, ¿votaría por un candidato fujimorista a los siguientes cargos de elección popular?”. Para calcular las identidades se tomo en cuenta el porcentaje de respuestas que indicaban la opción “definitivamente” o “de ninguna manera” en los tres niveles de elección propuestos (promedio). 3 Tanaka, Barrenechea y Vera (2011) Op. cit. BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR sociales, así como la mano dura no es vista como un problema de autoritarismo sino como la característica de un gobierno que prioriza el “orden” frente a una situación caótica. Esta interpretación, sumada a la idea de “persecución”,4 constituye un elemento clave en la legitimación de su apuesta por la defensa de los legados del fujimorismo y base fundante de su identidad política.

Sin embargo, más allá de la organización en sí misma, esta es una imagen que, en variadas proporciones, articula también la simpatía o reconocimiento de quienes no forman parte del núcleo duro fujimorista, de aquellos que apoyan a sus candidatos o estarían dispuestos a votar por ellos en determinadas situaciones. En una perspectiva general, las ideas fuerza del fujimorismo (o su marca partidaria, según la jerga politológica) tienen un correlato en la cultura política peruana contemporánea. Amplios sectores de la población no solo se sienten insatisfechos con el funcionamiento de la democracia, sino que además estarían dispuestos a sacrificar los componentes deliberativos en función de la efectividad y la resolución de sus problemas cotidianos (acceso a servicios, mejora de condiciones de vida, o situaciones críticas como la inseguridad ciudadana).

En ese contexto, el discurso fujimorista puede encontrar un respaldo importante en tanto sus ideas-fuerza se conectan con las preocupaciones directas de las personas. Diversos trabajos exploraron este componente para comprender el apoyo a las dinámicas de gobierno de Fujimori en los noventa. Murakami (2000), por ejemplo, concluye que, para la población de los niveles socioeconómicos más bajos en Lima, el componente más importante de lo que significa ser un gobierno democrático residía en solucionar “los diversos problemas y necesidades inmediatos que encaran los sectores populares”.5 Así, la democracia, y el sistema político en general, es evaluado principalmente según sus características funcionales: qué me ofrece y cómo me beneficia. El gobierno de Fujimori fue muy exitoso en ese sentido, permeando un

4 Como sostienen Urrutia (2011) y Meléndez (2014), los fujimoristas reinterpretan las acusaciones por corrupción y las denuncias públicas desencadenadas tras la caída del régimen como parte de una persecución política en su contra. 5 Este trabajo combina tanto datos cuantitativos obtenidos mediante una encuesta, como también datos cualitativos recabados en seis grupos focales. BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR sentido de eficiencia y justicia -entendida como preocupación por los sectores deprimidos- en el imaginario colectivo.

Aun cuando quienes apoyan al fujimorismo suelen ubicarse en una posición más cercana a la derecha,6 la memoria positiva o indulgente sobre el fujimorato no es parte de un imaginario puramente electoral o eminentemente político. Hilleil Soifer (2012), por ejemplo, analiza en un ensayo muy pertinente por qué la precaria respuesta ante el fenómeno de El Niño no generó costos políticos para el presidente Fujimori. La respuesta es sencilla pero potente: la presencia de Fujimori constituía una respuesta efectiva -y sobre todo empática- para los estándares peruanos enmarcados por un contexto estatal muy deficiente y “lejano” en términos territoriales y sociales. Esto es particularmente importante puesto que el gobierno de Fujimori puede ser visto más bien con uno centrado en cuestiones efectistas y clientelares antes que en políticas integrales para la solución de dichos problemas. No obstante, los Estados débiles generan bajas expectativas y Fujimori las colmó y rebasó con su estilo, dejando una imagen que perdura hasta hoy.

Sin embargo, la segunda vuelta de 2011 también reveló los principales obstáculos a los que debe enfrentarse el fujimorismo para ganar una elección. Por un lado, la derrota ante -un escenario casi imposible según las encuestas anteriores a la segunda vuelta7- reveló la fuerza del anti-fujimorismo y la resistencia ante la figura de Keiko Fujimori y el fujimorismo por los temas de derechos humanos, corrupción y respeto a las instituciones democráticas.8 Este espacio del electorado representaba en 2011 un importante 40% que fue relativamente subestimado por las élites de Fuerza 2011. La primacía del recuerdo de los activos del primer gobierno de Alberto Fujimori, así como la propia imagen del ex presidente, encarcelado por violaciones a los derechos

6 Meléndez, op cit. 7 Murakami y Barrenechea (2011), Op. cit., señalaban que “(…) si Keiko lograra pasar a la segunda vuelta, no existe mucho espacio para el entusiasmo entre el fujimorismo, ya que las encuestan coinciden en señalar que en ese escenario Humala es el único candidato a quien podría derrotar. Las posibilidades de que esta situación se dé en la realidad son, sin embargo, muy remotas” (pp.82). 8 Un buen resumen de las observaciones a la candidatura de Keiko Fujimori puede verse en: Sobrevilla Perea, Natalia (2011) “¿Darle una segunda oportunidad al fujimorismo?”. En: Revista Argumentos, N° 2, mayo. BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR humanos y corrupción, fueron puntos importantes para consolidar la identidad antes mencionada, pero ahondaron los recelos sociales ante la candidata y su padre.9

En esas condiciones, la figura de una Keiko Fujimori dubitativa ante los “excesos” del gobierno del padre, la presencia a lo largo de la campaña de “personajes sombríos” de los años noventa, y, finalmente, la politización de los pasivos del fujimorismo terminó por activar una respuesta frente al lastre autoritario para articular, momentáneamente, a la heterogénea población anti-fujimorista. Frente a este escenario, las estrategias de estigmatización del candidato opositor -aún con una mayoritaria acción mediática entre las principales corporaciones de medios de comunicación- no lograron atenuar esta situación; por el contrario, se azuzó el recuerdo del control de medios de comunicación durante los años noventa. La identidad fujimorista forjada mediante la reivindicación del gobierno de los noventa se revelaba también como un pasivo importante para una candidata que necesitaba ampliar sus bases de apoyo y convencer al electorado más allá de sus dominios. Más aún, para el electorado, una estrategia de moderación ensayada “en los últimos minutos del juego” no era una opción necesariamente convincente, especialmente cuando su adversario había iniciado su tránsito al centro político desde antes de la segunda vuelta (ver León 2011).

Por otro lado, aun cuando quedaba claro que un mínimo de organización había hecho la diferencia para surcar los remolinos de la volatilidad electoral durante la primera vuelta, dicho mínimo no fue suficiente para asegurar una victoria y contrarrestar la contra- campaña, especialmente lejos de Lima. Los supuestos bastiones del asistencialismo fujimorista no resistieron la campaña. La existencia de espacios de apoyo “duros”10 fue importante para consolidar la candidatura, sin embargo, la fortaleza del fujimorismo a nivel rural y entre los sectores más pobres se desvanecía conforme avanzaba la campaña, especialmente frente a Ollanta Humala en el sur del país. Por un lado, un análisis estadístico de la votación de Keiko Fujimori en relación a dos índices que pueden medir las magnitudes de pobreza y desarrollo11 mostraba una relación débil y

9 Ver Urrutia (2011a), Op. cit. 10 Un caso de “distrito duro” del fujimorismo es Caravelí en Arequipa que desde 1998 ha tenido gobiernos afines o simpatizantes del fujimorismo, muchos de ellos electos en alguna de las fórmulas electorales que ha propuesto el fujimorismo a lo largo de su historia (Ver Scott 2011). 11 El índice de pobreza del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) y el Índice de Desarrollo Humano (IDH). BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR contradictoria, corroborando que al final de la campaña el voto por Keiko Fujimori era fundamentalmente urbano y entre los niveles socioeconómicos más altos.12 Una mirada más cualitativa de algunos distritos rurales cusqueños beneficiados por los programas desarrollados por Alberto Fujimori arrojó algunas luces sobre el mismo fenómeno puesto que se observa el mismo desplazamiento, incluso desde la primera vuelta, al mismo tiempo que se encontró mejores resultados para la candidata fujimorista en distritos más urbanos, articulados y cercanos a la capital del departamento.13

De esta manera, como hemos sugerido, dos lecciones quedaron claramente señaladas luego del fracaso electoral. En primer lugar, quedaba clara la necesidad de consolidar la identidad y apostar por fortalecer el fujimorismo político como una estrategia para enraizar las simpatías y asegurar la continuidad del apoyo electoral sobre todo a nivel provincial y rural. En segundo lugar, la lección de los que pierden las elecciones es, precisamente, la necesidad de moderar sus posturas, de aspirar a representar sectores más amplios, conquistar espacios antes reacios y poder interpelar electoralmente a sus opositores más transigentes. Esta tarea, sin embargo, no es sencilla puesto que ambas empresas pueden resultar contradictorias. A simple vista la identidad y la organización se sostienen en la mística del pasado, mientras que la moderación supone romper precisamente con muchos de los elementos del pasado fujimorista.

¿DE LA REIVINDICACIÓN AL OSCURECIMENTO?

La mística de la ideología fujimorista se sostiene en los pilares del gobierno de Alberto Fujimori y, por lo tanto, justifican el autoritarismo y el irrespeto a los derechos humanos en contextos de violencia política y crisis económica (Urrutia 2011; Meléndez 2013). Este “cemento” que une a los miembros del fujimorismo está, en pocas palabras, basado en el papel que ellos se atribuyen en la reestructuración económica y la derrota de la subversión, así como lo que los fujimoristas consideran un periodo de “persecución injusta” que ha generado un fuerte recelo ante organismos pro derechos humanos.14 De hecho, el 5 de abril, día del autogolpe que hizo Alberto Fujimori en 1992, es uno de los

12 Tanaka, Barrenechea y Vera (2011). Op. cit. 13 Ver: Hernández Asensio, Raúl. “Algunas ideas sobre el voto rural en dos territorios de la sierra sur”. En: Revista Argumentos, N° 2, mayo. 14 Levitsky, Steven, “Construcción de Partidos y paradoja del fujimorismo”. En Diario La República, 19 de febrero de 2012. BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR hitos importantes en la narrativa fujimorista como la fecha de “formalización” del proyecto de construcción partidista.15

¿Cómo moderar o “democratizar” una organización con este tipo de mística? A pesar de la necesidad de dicha empresa para asegurar éxitos electorales, las lecturas iniciales eran bastante escépticas de este tipo de situaciones. La democratización de las bases y algunas de las élites históricas del fujimorismo resultaba impensable por las razones antes mencionadas, sin embargo, se atisbaban algunos espacios de moderación a partir del cálculo de élites fuera del partido que pudieran incentivar la necesaria moderación, o del acercamiento de actores políticos que “balancearan” u “oscurecieran” la mala imagen del pasado autoritario. Estos escenarios, sin embargo, a pesar de hacer más competitivo electoralmente al fujimorismo eran vistos como poco probables por el costo político que podría tener para la organización.16 ¿Qué pasó en los cinco años que precedieron a las elecciones generales de este año?

En primer lugar, el fujimorismo se ha tomado en serio las elecciones, especialmente en comparación a sus contrincantes, lo cual es importante no solo a nivel presidencial, sino sobre todo en el ámbito subnacional, donde candidatos congresales, regionales y municipales han desplegado una actividad política importante. En ese sentido, bajo los parámetros difusos de una organización personalista y jerárquica, el reclutamiento de candidatos es capaz de prescindir, hasta cierto punto, de sus viejos leales para buscar candidaturas más atractivas para el electorado regional. En ese sentido, el fujimorismo propone una estrategia de “oscurecimiento” del origen autoritario, en los términos de Loxton (2016), sin embargo, está centrada en el futuro antes que en el pasado. Lejos de romper y arrepentirse del pasado, se busca “renovar” la imagen del partido con nuevos políticos desvinculados de la experiencia de los noventa. Los resultados de esta estrategia son ambivalentes, en el sentido de que las alianzas y “jales” no han logrado asegurar una victoria presidencial, pero sí han ampliado su fuerza parlamentaria.

Candidatos de Fuerza Popular en las elecciones subnacionales de 2014

Partido Fuerza Popular Alianzas electorales

15 Urrutia, Adriana (2012), ver también Meléndez (2012) Op. cit. 16 Meléndez, Carlos, “¿Un fujimorismo democrático? La otra gran transformación”. En Diario El Comercio, 21 de febrero de 2012. Dargent, Eduardo “Fujimorismo”. En Diario 16, 26 de febrero de 2012. Levitsky, Steven, “Los dilemas del fujimorismo”. En Diario El Comercio, 04 de marzo de 2012. BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR

Regional Provincial Distrital Regional Provincial Distrital es es es es es es Ancash 0 0 0 1 3 24 Apurímac 1 7 66 0 0 0 Arequipa 1 2 19 0 0 0 Ayacucho 1 10 78 0 0 0 Cajamarca 1 12 81 0 0 0 Callao 1 1 4 0 0 0 Cusco 1 2 20 0 0 0 Huánuco 1 9 38 0 0 0 Ica 1 5 36 0 0 0 Junín 1 8 80 0 0 0 La Libertad 0 10 47 0 0 0 Lambayeq 1 3 0 1 2 29 ue Lima 1 9 108 0 0 0 Pasco 1 3 25 0 0 0 Piura 1 3 21 0 0 0 Puno 1 8 28 0 0 0 San Martín 1 10 54 0 0 0 Tumbes 1 2 2 0 0 0 Ucayali 1 3 9 0 0 0 TOTAL 17 107 716 2 5 53 Fuente: Elaboración propia con información de ONPE.

Previamente, la fortaleza parlamentaria fue importante en escenarios clave de la vida política del país como en las elecciones regionales y municipales del 2014. En un escenario de un mercado electoral muy fluido (Zavaleta 2014), el discurso fujimorista - promovido por la propia Keiko Fujimori- era bastante claro: los alcaldes y gobernadores electos gozarían del respaldo total de los, entonces, 36 congresistas de su bancada para obtener todos los beneficios necesarios y avanzar en los proyectos, fundamentalmente obras de infraestructura y saneamiento en pro de sus electores. En 2016, por otro lado, los fujimoristas utilizaron esta condición, así como la potencial presidencia fujimorista, como un punto clave para asegurar o incrementar el apoyo electoral a cambio de la promesa de beneficios concretos a las comunidades, localidades o grupos de interés particulares. La construcción de obras emblemáticas o la distritalización de territorios comunales son ejemplos de algunas de estas promesas. Estas son muchas veces BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR tomadas en serio bajo la idea de que ellos “sí cumplen”, haciendo referencia a la experiencia previa de los noventa (ver Castro 2016; Araujo 2016).17

Más allá del plano electoral, sin embargo, esta actividad le ha asegurado al fujimorismo una presencia política inusual en la dinámica contemporánea. La cobertura territorial de la campaña se ha incrementado de forma importante, especialmente en aquellos sectores que a los demás partidos nacionales les es más costoso mantener una actividad política continua. Durante cuatro procesos electorales (2006, 2011, 2014 y 2016), el fujimorismo ha logrado mantener, comparativamente, una dinámica de campaña incesante que ha rendido frutos en su “normalización” como actor político. De esta manera, los lazos clientelares se reactivan hoy en la memoria colectiva puesto que las participaciones en elecciones consecutivas han ayudado a la reproducción y pronunciamiento de esta imagen “benefactora”, así como aseguran la existencia de candidatos nuevos que están dispuestos a desplegar estrategias clientelares, ya sea para ampliar sus bases de apoyo (elecciones locales) o debido al voto preferencial (elecciones congresales).18 Activar y resignificar la memoria sobre el legado autoritario, entonces, requiere acción política.

Comités provinciales de Fuerza Popular (2016)

Departamento N° Amazonas 4 Ancash 3 Arequipa 5 Ayacucho 5 Cajamarca 6 Huancavelica 3 Huánuco 3 Ica 5 Junín 9 La Libertad 3 TOTAL 46 Fuente: Infogob, JNE.

17 Una versión más explícita de este tipo de aproximación fue desplegada en la segunda vuelta con las reuniones y compromisos firmados con sectores como la minería ilegal, los trabajadores de construcción civil o las iglesias evangélicas. 18 Es importante resaltar que el clientelismo puede ser visto, como plantea Paula Muñoz, como una estrategia que no está concentrada en asegurar la votación de la población -aunque no niega esta posibilidad-, sino sobre todo en llamar la atención sobre una candidatura y asegurar un “público” electoral para el candidato (ver Muñoz 2014). BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR

La última dimensión que debe tomarse en cuenta, y que el afán electoral pierde de vista, es el impacto social que configura la existencia del fujimorismo en espacios locales, especialmente cuando constituyen la única fuerza nacional existente en estos espacios. Aun cuando muchas de estas actividades parecen desarrollarse de forma intuitiva y desarticulada, sus efectos merecen una aproximación más sistemática al margen de su intencionalidad. Más allá de estas consideraciones, es cierto que el nivel de actividad electoral antes señalado requiere algunos elementos mínimos como la movilización de distintos recursos en la campaña, así como la constitución de locales partidarios. Estos espacios, desperdigados a lo largo del territorio, son posibles debido a la existencia de financiamiento y recursos que otros partidos políticos no disponen, los mismos que se potencian por la propia inversión de los políticos locales interesados, fundamentalmente, en ganar elecciones. De esta manera, la vida social de muchos de estos locales es constante y constituye uno de los pilares que nos ayudan a entender, ya no el origen del apoyo popular memorístico, sino su reproducción y su re-significación.

En concreto, en el nivel micro, los locales partidarios y los comandos locales de campaña brindan aquello que las casas partidarias ofrecían en otra época, pero sin el ritual político-ideológico tradicional. Por el contrario, dichos espacios incrementan las actividades de recreación y socialización con contenidos cercanos a los intereses de la gente, especialmente de los más jóvenes o a los sectores más necesitados.19 Esta caracterización no es la regla, pero sí es una imagen recurrente, especialmente en ciudades intermedias, donde este tipo de actividades son poco frecuentes o están circunscritas a espacios para un sector exclusivo de la población. Desde la acción cotidiana de sus comedores populares hasta la organización de eventos deportivos o fiestas de confraternidad, los locales de Fuerza Popular tienden a convertirse en nuevos lugares de encuentro y esparcimiento que, eventualmente, pueden ayudar a constituir

19 En Iquitos, por ejemplo, los diferentes locales del partido desarrollan “acciones cívicas” en las zonas más vulnerables de Maynas, entre ellas el célebre barrio de Belén o los asentamientos humanos ubicados en la carretera a Nauta. El objetivo de los cuadros locales es claro: atender a las “clases más bajas” de la región. Este tipo de actividades se complementa con eventos internos y campeonatos de fulbito que sirven para conectar a los simpatizantes y, al mismo tiempo, ampliar las redes y captar nuevos cuadros. BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR redes de beneficios laborales o de canalización para sus problemas, generalmente familiares o barriales.

CAMPAÑA Y MODERACIÓN: ¿UN INTENTO FRUSTADO DE

ARREPENTIMIENTO?

El tiempo electoral, a diferencia del “tiempo normal de la política”, trae consigo un escenario lleno de decisiones y tiempos que se acortan sobre la marcha de la campaña y la contra-campaña. Esto, como hemos señalado, fue importante para el fujimorismo puesto que la moderación de Keiko Fujimori como estrategia para ganar la segunda vuelta de 2011 fue tardía. Sin embargo, en perspectiva, este proceso puede ser visto como el primer paso para la estrategia que ensayaría en su intento a ganar las elecciones generales de 2016 en primera vuelta. Por ello, como hemos señalado, es importante reconocer que Keiko Fujimori, como lideresa de Fuerza Popular, haya proyectado este escenario, intentando ganar el tiempo “ordinario” para cosecharlo en campaña. Así, en paralelo a la necesidad de fortalecer sus bases, Keiko Fujimori, atenta a recomendaciones y críticas de asesores y opositores, tentó un cambio importante en su discurso al centrar menos la atención en las herencias de los noventa que en las virtudes presentes de tener una organización política nacional vigente y activa a nivel nacional, con su bancada parlamentaria, y subnacional.20 Hablar del futuro y no del pasado, en sus propias palabras.

De hecho, uno de los movimientos más audaces y mediáticos fue la participación en un evento organizado por dos importantes centros de la Universidad de Harvard. No obstante, Keiko Fujimori hizo una calculada presentación en español, asegurándose de tomar la presión del evento con una reunión previa con académicos y la presencia de un grupo importante de simpatizantes fujimoristas.21 En esa oportunidad, Keiko Fujimori

20 Ver, por ejemplo, la entrevista con el periodista Beto Ortiz: https://youtu.be/DCe5uQ--alg 21 Según algunos informes, meses antes la candidata había participado en una sesión similar en la Universidad de Utah- Valley (UVU) en la que tuvo que enfrentarse a grupos pro derechos humanos que cuestionaron sobre temas complicados. “En aquella ocasión la candidata presidencial pasó por momentos incómodos que la prepararían para foros universitarios más exigentes. En Utah, activistas de derechos humanos se hicieron sentir inquiriendo sobre temas espinosos (corrupción del gobierno de su padre, hallazgo de cocaína en la empresa de su hermano, su inexperiencia laboral, los casos de esterilización forzada). A pesar de que no hubo incidentes mayores, la aplicada Fujimori tomó nota de la lección” Meléndez (2015) Op. cit. En el caso de Harvard, según los testimonios de algunos participantes de BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR sorprendió con afirmaciones que sugerían una reflexión sobre los errores del gobierno de su padre, así como el reconocimiento de la importancia del trabajo de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), su postura personal frente a la Unión Civil y las responsabilidades en el caso de las esterilizaciones forzadas.22 A pesar de que los grupos anti-fujimoristas más radicales resaltaron la ambigüedad de sus palabras, el mensaje no era para ellos y, aunque no tuvo un impacto inmediato en el electorado,23 este episodio significó una coyuntura importante a nivel mediático para introducir la idea de una “nueva cara” de la campaña fujimorista, con aparentes miras a iniciar públicamente una serie de medidas que concreten la moderación de Fuerza Popular.24

Una vez confrontada con la oportunidad de concretar el tránsito, aun estético, del fujimorismo hacia una opción más amplia del electorado, la candidata fujimorista presentó a una serie de “jales” técnicos y políticos que tenían para avalar los pasos que Fuerza Popular había dado hacia el centro moderado. Aun cuando esta decisión generó algunos recelos por la inclusión de personajes otrora opositores del fujimorismo,25 su audacia no se comparaba con la posterior decisión de apartar de la competencia a liderazgos de larga trayectoria en el partido, pero que estaban vinculados al gobierno de Alberto Fujimori.

Desde inicios de diciembre del 2015 se hacía evidente la necesidad de definir la lista congresal que presentaría el fujimorismo. En ese contexto la existencia de una comisión evaluadora que propondría la separación de los viejos cuadros que representaban al fujimorismo más duro se convirtió en un secreto a voces. Los rumores de una bifurcación que involucraría la candidatura presidencial de la congresista María Luisa Cuculiza como parte de Solidaridad Nacional se filtraron por los medios de comunicación.26 Dichas

dicha reunión, la sorpresa fue grande cuando una porción importante del auditorio recibió a la candidata de pie y con aplausos. 22 Ver el video de la conferencia en: http://drclas.harvard.edu/keiko-fujimori-2015 23 Según una encuesta de Ipsos Perú en octubre de 2015, el 80% de la población no estaba informada de este suceso y el 79% consideraba que las declaraciones sobre la CVR habían sido parte de una estrategia. 24 Por ejemplo, el congresista evangelista y conservador presentó inmediatamente su carta de renuncia a la bancada fujimorista por las declaraciones de su lideresa sobre la Unión Civil (Diario El Comercio, 1 de octubre de 2015). 25 Personajes como el experimentado político de izquierda Vladimiro Huaroc o la ex procuradora Yenny Vilcatoma se convirtieron en los primeros visos en este tránsito que se consolidó, de alguna manera, cuando Huaroc y el fujimorista José Chlimper fueron incluidos en la plancha presidencial. Estas decisiones generaron algunos entredicho en la cúpula del fujimorismo, sin embargo la decisión estaba tomada y había que respetarla Keiko Fujimori señaló en su momento que las decisiones tenían “el respaldo del partido y del CEN” y que las opiniones discrepante finalmente “acatarán esta decisión” (El Comercio, 29 de diciembre de 2015). 26 Diario La República, 12 de diciembre de 2015. Diario Correo, 12 de diciembre de 2015. BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR noticias fueron negadas por la propia Cuculiza en medio de la transmisión de una entrevista a Keiko Fujimori en el programa dominical del periodista Beto Ortiz, sin embargo era claro el tono de molestia que transmitían las declaraciones de la congresista respecto a la evaluación a la que eran sometidos sus pares.27

Este se convirtió en un tema delicado e incómodo luego de la publicación de una carta enviada por el propio Alberto Fujimori desde la prisión de Barbadillo exigiendo que no se excluya a los cuadros de “de larga e impecable trayectoria” considerando que “los verdaderos evaluadores son los electores quienes a través del voto preferencial calificarán sus méritos y definirán su permanencia”.28 No obstante, en las vísperas de las celebraciones del año nuevo, Keiko Fujimori comunicó públicamente su decisión, con respaldo del CEN, de excluir de la posibilidad de reelección a 18 de los 35 congresistas fujimoristas entre los cuales se encontraban tres históricos y leales albertistas: , y Luisa María Cuculiza.29

Dos mensajes parecían claros tras esta decisión. Keiko Fujimori quería consolidar su imagen de liderazgo indiscutible y, en función a esto, dejar atrás cuadros políticos leales y valiosos para la organización -pero representantes de una facción contraria- era aceptable con el objetivo de incrementar las posibilidades de ganar la elección presidencial. Rápidamente, la lideresa de Fuerza Popular puso los paños fríos señalado que el partido era “mucho más que una lista congresal” y que esta decisión no significaba “una ruptura con el pasado”, sino “más bien un compromiso con el futuro de nuestro país”.30 A pesar de algunas propuestas de otros grupos políticos para los candidatos excluidos en otras planchas31, los principales afectados, encabezados por Martha Chávez, acataron la decisión y reforzaron la idea de que no había que perder de vista el objetivo estratégico “lograr que Keiko sea presidenta, ojalá en la primera vuelta” y que la decisión, por lo tanto, no era sancionadora sino política.32

27 Diario El comercio, 14 de diciembre de 2015. 28 Diario La República, 18 de diciembre de 2015. 29 Diario El Comercio, 29 de diciembre de 2015. 30 Diario El Comercio, 30 de diciembre de 2015. 31 , por ejemplo, publicó inmediatamente en su cuenta de Twitter: "Perú Patria Segura abre sus puertas a una mujer intachable y valiosa como es mi colega y amiga Luisa María Cuculiza a formar parte del PPS". 32 Diario el Comercio, 30 de diciembre de 2015. BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR

En retrospectiva, esta estrategia parecía dar frutos en la opinión pública, puesto que los niveles de rechazo disminuyeron de forma considerable durante los meses siguientes a estos procesos. Más aun, en términos de los resultados electorales, la votación de Fuerza Popular cambió en su composición, ampliando su presencia en sectores sociodemográficos diferentes y con una votación nacional más pareja en la variación regional al punto que logró incrementar numéricamente su presencia parlamentaria, incluyendo la elección de congresistas en regiones antes adversas como Cusco. No obstante, durante la segunda vuelta esta estrategia no solo fue descuidada, sino que fue reemplazada en prioridad por la formación de alianzas y acuerdos con sectores específicos de la población vinculados a actividades informales e, incluso, ilegales como la minería ilegal o los sindicatos de construcción civil acusados de extorsión. Esta situación, sumada a distintas acusaciones contra el equipo de “renovación” como Joaquín Ramírez o José Chlimper, volvieron a poner en discusión los alcances reales de la moderación del discurso y del intento de distanciarse de las prácticas que recordaban su origen autoritario.

REFLEXIONES FINALES

Tras conocerse la derrota de Keiko Fujimori en la segunda vuelta, las preguntas se centraron en el futuro de la abrumadora mayoría fujimorista en el Congreso. Algunos análisis anticipaban una posible fragmentación por las características de los nuevos miembros de la bancada fujimorista, políticos independientes sin mayor vínculo histórico con el partido. No obstante, a pesar de que esta mayoría adolezca de la disciplina mostrada en el quinquenio 2011-2016, es importante considerar, primero, que los congresistas –viejos y nuevos– tienen incentivos importantes para mantenerse fieles a la ‘Bankada’ y, en la actualidad, están constreñidos institucionalmente por una regla introducida, precisamente, por la mayoría fujimorista para limitar el transfuguismo.33 Por un lado, los congresistas interesados en la reelección aún consideran que Fuerza Popular es un vehículo electoral exitoso con miras a las próximas

33 Previa a la aprobación de dicha normativa, la bancada de Fuerza Popular solamente perdió a una congresista, Yeni Vilcatoma, que renunció porque consideraba que el fujimorismo había traicionado los ofrecimientos programáticos que se le habían hecho para invitarla a formar parte de la lista parlamentaria. BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR elecciones -especialmente frente a un gobierno cuya popularidad empezó desgastarse fácilmente. Por otro lado, en caso de conflictos programáticos, el pragmatismo fujimorista en la dinámica legislativa ofrece a sus parlamentarios la posibilidad de tomar posturas diferentes sin mellar sus relaciones con el partido a través de los “votos de conciencia”.

No obstante, una razón aún más poderosa –y problemática– es la posibilidad que les ofrece su condición de mayoría para blindarse y mantener su inmunidad frente a las acusaciones, que no son escasas, así como de avanzar sus agendas particulares aprovechando dicha mayoría. Esto es importante porque la estrategia electoral del fujimorismo requería ampliar bases de apoyo frente a un electorado polarizado frente a su lastre autoritario. Para ello, como hemos visto, era importante establecer relaciones muy concretas sobre la base de promesas electorales y grupos medianamente organizados, y para hacerlo, requerían también ampliar sus redes políticas a nivel local y convocar candidatos y operadores con cierto capital político. Estas condiciones son importantes para comprender por qué los políticos regionales, por lo menos los más exitosos, decidieron no vincularse con el fujimorismo.34 Así, en la mayor parte de casos, Fuerza Popular tuvo que contentarse con políticos y operadores con redes, pero no necesariamente los mejores políticos.

Aun cuando la estrategia funcionó en términos electorales, los primeros meses de la legislatura parecen sugerir que el fujimorismo tendrá que enfrentar un nuevo “lastre” durante los próximos años. Sin mayor cohesión ni disciplina, muchos de estos congresistas electos empiezan a mostrar el "rostro feo" de la política subnacional, situación que se agudiza, precisamente, porque el fujimorismo no llegó a ser gobierno, con lo que cada uno tiene que avanzar sus agendas de forma fragmentaria y llaman la atención de la prensa y el electorado de forma negativa.

Así, como vemos, esta mirada exploratoria nos muestra que el caso del fujimorismo constituye un ejemplo importante para analizar las dinámicas de los partidos de origen autoritario, especialmente en lo que concierne al complejo posicionamiento frente al legado autoritario. Por un lado, el fujimorismo muestra una forma relativamente distinta

34 De hecho, algunos lo hicieron y perdieron su capital político, como -ex Nacionalista- en el Cusco. BORRADOR: POR FAVOR, NO CITAR NI DIVULGAR SIN PERMISO DEL AUTOR de “oscurecimiento” de sus orígenes puesto que su deslinde no tiene una carga centrada en el rompimiento con el pasado sino en la construcción de un “futuro diferente” que relativice el peso del lastre autoritario. Por otro lado, la presencia parlamentaria de Fuerza Popular muestra una interesante tendencia de “refuerzo” en el lastre autoritario debido al desarrollo de este tipo de estrategia; dadas las condiciones del mercado electoral peruano, donde reinan los neófitos y oportunistas, el “lastre autoritario” limita sus posibilidades de atraer candidatos que aseguren la renovación de su imagen, al mismo tiempo que los “jales” disponibles y dispuestos a enrolarse en su lista parlamentaria no solo no contribuyen con el objetivo original, sino que además terminan sumándole renovados componentes al lastre que el partido debe superar.

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