EDICIÓN ESPECIAL

Celebrando un nuevo día del periodista, presentamos el documento “Sobre la libertad de escribir”, de , prócer que da nombre a nuestra Universidad y al Distrito en el que se emplaza.

El texto fue publicado a poco de la Revolución de Mayo, el 21 de junio de 1810 en La Gazeta de Buenos Ayres, fundada también por Moreno unos días antes, el 7 de junio de 1810. Es, precisamente, en conmemo- ración de la fundación de este primer periódico de la etapa independentista que, en Argentina, el día del periodista se festeja cada 7 de junio.

La Universidad Nacional de Moreno también decidió bautizar a su revista con el nombre Gazeta de la UNM, en homenaje a este órgano de difusión que Mariano Moreno, en su calidad de Secretario de la Primera de Gobierno, fundó bajo la convicción de que "el pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes".

Tras haber celebrado el Bicentenario del 25 de Mayo, creemos que el texto aquí presentado, además de su valor histórico, continúa alumbrando los debates actuales vinculados a la discusión de la cosa pública, la libertad de expresión y el acceso a la información, ejes fundamentales de la Democracia. Tal como sost- iene Mariano Moreno: “Los pueblos yacerán en el embrutecimiento más vergonzoso si no se da por absoluta franquicia y libertad para hablar en todo asunto”. SOBRE LA LIBERTAD DE ESCRIBIR Mariano Moreno, La Gazeta de Buenos Ayres, 21 de junio de 1810

Si el hombre no hubiera sido constantemente combat- y descubriendo sus errores, fueron víctimas del ido por las preocupaciones y los errores, y si un furor con que se persigue la verdad. millón de causas que se han sucedidosin cesar, no hubiesen gravado en él una multitud de conocimien- ¿Será posible que haya que desterrar del universo tos y de absurdos, no veríamos, en lugar de acuella un bien que haría sus mayores delicias si se alen- celeste y magestuosa simplicidad que el autor de la tase y se supiese proteger? ¿Por qué no le ha de ser naturaleza le imprimió, el deforme contraste de la permitido al hombre combatir las preocupaciones pasión que cree que razona cuando el entendimiento populares que tanto influyen, no sólo a la tranquil- está en delirio. idad, sino también a la felicidad de su existencia miserable? ¿Por qué se le ha de poner una mordaza Consúltese la historia de todos los tiempos, y no se al héroe que intenta combatirlas, y se ha de poner hallará en ella otra cosa más que desórdenes de la un entredicho formidable al pensamiento, enca- razón, y preocupaciones vergonzosas. ¡Que de denándolo de un modo que se equivoque con la desdi- monstruosos errores no han adoptado las Naciones, chada suerte de arrastrar el esclavo entre sus cade- como axiomas infalibles, cuando se han dexado arra- nas opresoras? strar del torrente de una preocupación sin examen, y de una costumbre siempre ciega, partidaria de las Desengañémonos al fin, que los pueblos yacerán en mas erróneas máximas, si ha tenido por garantes la el embrutecimiento más vergonzoso, si no se da por sanción de los tiempos, y el abrigo de la opinión absoluta franquicia y libertad para hablar en todo común! En todo tiempo ha sido el hombre el juguete asunto que no se oponga en modo alguno a las y el ludibrio de los que han tenido interés en verdades santas de nuestra augusta religión, y a burlarse de su sencilla simplicidad. Horroroso las determinaciones del gobierno, siempre dignas de cuadro, que ha hecho dudar a los filósofos, si ha nuestro mayor respeto. Los pueblos correrán de nacido sólo para ser la presa del error y la mentira, error en error, y de preocupación en preocupación, y o si por una invención de sus preciosas facultades harán la desdicha de su existencia presente y suce- se hallaba inevitablemente sujeto a la degradación siva. No se adelantarán las artes, ni los conocimien- en la que el embrutecimiento entra a ocupar el tos útiles, porque no teniendo libertad el pens- lugar del raciocinio. amiento, se seguirán respetando los absurdos que han consagrado nuestros padres, y han autorizado ¡Levante el dedo el pueblo que no tenga que llorar el tiempo y la costumbre. hasta ahora un cúmulo de adoptados errores, y preocu- paciones ciegas, que viven con el resto de los indi- Seamos una vez, menos partidarios de nuestras enve- viduos, y que exentas de la decrepitud de aquellos no jecidas opiniones; tengamos menos amor propio; dese se satisfacen con acompañar al hombre hasta el sepul- acceso a la verdad, y a la introducción de las luces cro, sino que retroceden también hasta las generaciones y de la ilustración; no se reprima la inocente liber- nacientes para causar en ellas igual cúmulo de males! tad pensar en asuntos del interés universal; no creamos que con ella se atacar jamás impunemente al ¿En vista de esto pues, no sería la obra más acepta á mérito y la virtud, porque hablando por sí mismos en la humanidad, porque la pondría a cubierto de la su favor, y teniendo siempre por árbitro imparcial opresora de la esclavitud de sus preocupaciones, el al pueblo, se reducirán a polvo los escritos de los dar ensanche y libertad a los escritores públicos que indignamente osasen atacarlos. para que se les atacasen a viva fuerza, y sin compa- sión alguna? Así debería ser seguramente; pero la La verdad, como la virtud tienen en sí mismas su más triste experiencia de los crueles padecimientos que incontestable apología; a fuerza de discutirlas y han sufrido quantos han intentado combatirlas, nos ventilarlas aparecen en todo su esplendor y brillo: arguye la casi imposibilidad de executarlo. Sócrates, si se oponen restricciones al discurso, vegetará el Platón, Diagoras, Anaxâgoras, Virgilio, Galileo, espíritu como la materia y el error, la mentira, la Descartes, y otra porción de sabios que intentaron preocupación, el fanatismo y el embrutecimiento, hacer de algún modo la felicidad de sus compatrio- harán la divisa de los pueblos y causarán para tas, iniciándolos en las luces y conocimientos útiles, siempre su abatimiento, su ruina y su miseria.