HISTORIA DEL MUNICIPIO DE CONCEPCION LAS MINAS.Pdf
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MUNICIPALIDAD DE CONCEPCIÓN LAS MINAS Departamento de Chiquimula, Guatemala, C. A. Tels.79435 –619 ALGO MAS DE LA HISTORIA DE CONSEPCION LAS MINAS” Lic. Clodoveo Torres Moss Abogado, Historiador y Sociólogo En la Revista “CONCEPCION” No. 15, -Febrero 1983- publicamos una parte de este interesante ensayo histórico que los ofreciera el distinguido historiador don Clodoveo Torres Moss. En esta oportunidad nos complacemos entregar nuestros lectores lo que serían los (3) primeros capítulos del ensayo en mención y que culmina con el aparecido en la edición de febrero del 1983. I. El valle de la concepción en los siglos XVlll y XlX Hablar del valle de la concepción durante los siglos XVlll y XlX, es historiografía unos de las etapas más importantes de su existencia, durante la cual surge a la vida institucional y se entrega a la estructura político-admirativa del Reino de Guatemala. Esta afirmación no significa que hasta el momento en los que los habitantes dispersos de los valles de Anguiatuya, Loa Limones San Joseph Alotepeque, San Antonio Las Cañas, La Montaña del Brujo y otros (1), se redujeran al valle de la Concepción, este hubiese surgido como tal, y que fuera precisamente por auto acordado de la Real Audiencia de 7 de abril de 1792- auto de reducción es erróneo. El valle de Concepción era tan antiguo como la hacienda del mismo nombre formada probablemente desde la primera mitad del siglo XVIII, sino de sus comienzos. Esta Hacienda se formó por denuncia y moderada composición con Su Majestad, como ocurrió la mayoría de grandes hacienda y estancias del corregimiento de Chiquimula muchas de las cuales dieron origen con del curso de los años, o núcleos poblacionales, de los cuales surgieron en la segunda mitad del siglo XIX, algunos de los actuales municipios. Pero es necesario enfatizar en que, en el ámbito de las reconstrucciones e interpretaciones históricas, la palabra “reducción” no se refiere exclusivamente al fenómeno de trasladar o someter a un grupo de indígenas, o de personas erráticas o fugitivas, obligándolas a que se residan en determinado sitio, en el que antes nadie vivía, con fines de colonización, tributación o de concentración de mano de obra. En este caso trabase de una reducción indudablemente; pero esta resulta ser, a la vez, la fundación de un poblado, porque se forma un grupo población que antes no existía. Puede hablarse entonces, con propiedad, de una reducción-fundación. Pero ocurría también _y esto fue lo más frecuente-, que se redujesen grupos indígenas a poblaciones escasas o regularmente pobladas, existentes desde muy antiguo, los cuales conservan sus nombres primitivos y demás características, y que por efecto de la reducción resultaban sensiblemente acrecidas. Esta era la reducción propiamente dicha, aunque no se daba en ella la fundación, desde luego que el pueblo receptor de los reducidos ya existía. Empero durante la época colonial, por extensión a uno y otros movimientos migratorios se les llamaba indistintamente reducción o fundación. En el caso concreto del valle de Concepción, se dio este último caso, pues se redujeron a un lugar ya poblado por los individuos dispersos en los valles circunvecinos. Se ordenó, incluso con medidas intimidatorias, la concentración de toda esa gente, “…con el bien entendido que todos los que tengan sus chácaras y crianzas de ganado que atender, no se les incomode en cosa alguna, pues pueden en ellas mantener mayordomo e ir a asistir en el tiempo de las temporadas, o cada y cuando que les convenga: pero precisamente han de poner en dicha población su casa para vivir Sujetos a vara y campana (léase a la autoridad y la religión): y los que no tengan que cuidar tienen el trabajo de las Minas para ganar su dinero y quitarlos de todo género de vicios en que están entregados desbocadamente…” (2) fue pues la del valle de la Concepción, una reducción en lugar o valle habitado, probablemente por los parientes, amigos y descendientes que doña Lucia Saso, dentro de la hacienda del mismo nombre. (3) De la existencia de este valle, un siglo antes de que se le escogiese como lugar de reducción, nos da el arzobispo don Pedro Cortés y Larras, quien al visitar los pueblos de su diócesis, entre 166 y 70, los describe minuciosamente, habiendo regresado a la provincia de Guatemala, procedente a la de San Salvador por el partido de Santa Ana, precisamente por el pueblo fronterizo de San Pedro Metapas, rumbo a la parroquia de Esquipulas, ocasión en que atraviesa los valles de Anguiatuya, Alotepeque, Real de Minas y La Concepción, de la que nos ofrece importantes datos. Así se expresa de ellos el arzobispo Cortés y Larraz: “De la montaña de Esquipulas, por esta banda del sur salen varios arroyos de agua, que corren por la hondura de los valles que se forman, con los que se fertiliza la tierra y se hacen varias siembras de maíz y de caña, por lo que, aprovechando el terreno que es muy bueno se encuentran varias rancherías en todo el camino pero las principales son una o dos leguas de Concepción Las Minas Chiquimula Ideas Claras, Por Un Municipio Mejor MUNICIPALIDAD DE CONCEPCIÓN LAS MINAS Departamento de Chiquimula, Guatemala, C. A. Tels.79435 –619 Alotepeque llamada Valle de la Concepción en donde hay bastantes familias y se fecundiza de dos arroyos, que se juntan en ella y toman el nombre de río de la Concepción; aquí cabe un pueblo muy hermoso y útil para todo género de frutos. A tres leguas más se encuentran otro valle, llamado de los Copante, igualmente frondoso y con bastantes familias, a tres leguas más de subida se da el pueblo de Esquipulas, que está a la otra caída de la montaña y así se baja también como una legua”. Nada escapa a la mirada escrutadora del ilustre religioso, ni el pequeño ni el grande accidente de la fisiografía de los lugares, que pasan; ni las costumbres ni formas de vida de sus habitantes; ni la calidad moral y espiritual de los cura y coadjutores de las parroquias visitadas para quienes tiene a veces agrias amonestaciones o palabras laudatorias o estimulantes; ni los recursos naturales de los pueblos, para cuyo aprovechamiento da sabias recomendaciones todo, todo lo que pasa frente a sus ojos despierta su atención y le merece más de algún comentario… Observe nuestros lectores como, al pasar por el valle de Concepción reconoce, poco más de dos décadas antes de que se acuerde la reducción, que en dicho valle cabe un “Pueblo muy hermoso y útil para todo género de frutos”. Y vaya! Si no fue este el sitio escogido para la reducción de la gente dispersa de aquellos valles 22 años después… Sin duda alguna, el hecho más trascendente en la vida de la comunidad del valle de la Concepción, después de 1792, fue el nombramiento de alcaldes pedáneos para la población ya reducida, justamente en 1797. Al nombrarse estos alcaldes la población tuvo autoridades propias, garantes de las disposiciones relativas a la reducción y encargados de la administración de justicia en el valle. Desde entonces Concepción, aun siendo Valle tuvo municipalidad a la que renuncio hasta 1883. La existencia de municipalidad no daba a las poblaciones en aquella época la jerarquía de municipios, desde luego que estas entidades no estaban contempladas en las leyes de Indias. Estas solo regulaban con bastante minuciosidad y amplitud los virreinatos, las audiencias, las capitanías generales, las alcaldías mayores, los corregimientos y ayuntamientos ordinarios; y entre los núcleos poblacionales, los lugares, los pueblos, las villas y las ciudades, mas no los municipios no obstante su raigambre hispánico medieval. II. Los Valles de la Concepción y San Joseph Alotepeque Al iniciarse el siglo XIX se produce una especie de emulación entre los valles más importantes de aquellas áreas: el de la Concepción y el de San Joseph Alotepeque, que no debe confundirse con el real de minas de Alotepeque, todos ellos pertenecientes a la jurisdicción civil y eclesiástica de Quezaltepeque. Una emulación que situó al Valle de la Concepción en la ruta de la superación constante, hasta convertirlo, antes de que concluyese el siglo, en un municipio dentro de cuya jurisdicción quedaron los valles de San Joseph Alotepeque, Limones, Anguiatuya, San Antonio Las Cañas, Copantes y otros, todos ellos de cierta importancia en la época, y que se mantienen a un dentro de esta jurisdicción a pesar de que más de alguno de ellos puede aspirar ya a convertirse en municipio. Durante los siglos XVII y VXIII. El valle, más importante de toda esta región fue el de san Joseph Alotepeque, por la sencilla razón de que a poca distancia de él se encontraba el real de minas de Alotepeque, propiedad de la corona española, a cuya titularidad se debía su nombre. Estas minas, como toda la Hispanoamérica, pertenecían al patrimonio real, pero sobre ellas podían adquirir derechos de explotación sus descubridores, siempre que cumpliesen con los requisitos exigidos por las leyes de Indias, las ordenanzas de minerías y demás instrucciones que abundantemente fueron emitidas sobre la materia. El registro de este derecho y el permiso de explotación, constituían títulos suficientes para iniciar su laboreo o para negociar el derecho. Se ha creído, erróneamente, que fueron los propios conquistadores españoles que lo descubrieron el real de minas de alotepeque, pero esto constituye un error. Algunos historiógrafos, incluso, han incurrido en él por falta de información. No hay documento que pruebe este infundio. De lo que si estamos ciertos es de las primeras minas de este real se descubrieron en la segunda mitad del siglo XVII y que fueran tantas y tan ricas las cartas y vetas encontradas a partir de entonces que militares de personas, españolas en su mayoría, se trasladaron a aquellos lugares y principiaron a denunciarlas.