RMIE, JULIO-SEPTIEMBRE 2008, VOL. 13, NÚM. 38, PP. 801-823 Investigación

ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS Y SUS RELACIONES DE PAREJA De sus experiencias y proyectos de vida JOSÉ MATÍAS ROMO MARTÍNEZ

Resumen: Este trabajo presenta resultados parciales de una tesis de doctorado en la cual se abordó, por medio de entrevistas, el tema de las relaciones de pareja de algunos estudiantes universitarios; se les cuestionó sobre sus experiencias, proyectos de vida y ejercicio de la sexualidad. La mayoría de los entrevistados ha tenido alguna rela- ción de pareja y los significados que los jóvenes les otorgan son múltiples y, en ocasiones, opuestos: relaciones tranquilas, tempestuosas, formales o para pasar el rato. Todos tienen como referente importante el matrimonio y que dure toda la vida, aunque no descartan la posibilidad de una separación; la mayoría quiere te- ner hijos y consideran que antes de casarse deben lograr una estabilidad. De la sexualidad, hay opiniones a favor y en contra.

Abstract: This study presents the partial results of a doctoral thesis that addresses, through interviews, the topic of university students’ couple relationships; students were asked about their experiences, life projects, and sexuality. Most of the interviewees have had a couple relationship. The meanings they attach to these relationships are multiple and on occasions, contrary: peaceful, tempestuous, formal, or simply to pass the time. All have lifelong marriage as an important referent, although they do not discard the possibility of separation; most want to have children and believe that stability should be attained before marriage. Opinions on sexuality are both in favor and against.

Palabras clave: afectividad, estudiantes, jóvenes, sexualidad, relaciones de pareja, México. Keywords: affectivity, students, young people, sexuality, couple relationships, Mexico.

José Matías Romo Martínez es estudiante de doctorado del Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados del IPN. Calzada Tenorios núm. 235, Granjas Coapa, 14330, México, DF. CE: [email protected]

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Introducción l tema de las relaciones de pareja llama la atención de los jóvenes, tan- E to en su vivencia cotidiana como para sus proyectos de vida, ya sea que hayan tenido o no alguna experiencia en este campo. La búsqueda de una pareja, sólo para un rato o para el resto de la vida, tiene una historia par- ticular en cada persona y es posible encontrar relatos biográficos indivi- duales al respecto. Es importante resaltar que las relaciones afectivas, especialmente las de noviazgo o pareja, ocupan un lugar muy importante en la vida de los jóvenes (Dávila y Goicovic, 2002). En nuestras sociedades occidentales, elegir una pareja y una carrera (u ocupación para una gran parte de los jóvenes) son tareas que definen el paso de la juventud a la adultez así como quiénes dicen ser y quieren llegar a ser. Según Ehrenfeld (2003:76), es en esta edad –alrededor de los 20 años, que coincide con los estudios universitarios– en la que se pro- duce la mayoría de los cambios que conducen hacia la frontera última del ser joven: la independencia económica, la auto-administración de los recursos disponibles, la autonomía personal y la constitución del hogar propio. En el caso de los universitarios, pareciera que ya se han encargado, o están en una fase avanzada del proceso, de elegir de una carrera; quizá por ello muchos pueden dedicar tiempo a la búsqueda de las relaciones afectivas y muestran tanto interés en lo que a una pareja se refiere, dedicándole gran parte de su tiempo y esfuerzo al trato y la convivencia con el otro sexo (cabe aclarar que todos los sujetos entrevistados hablan de las relacio- nes de pareja en términos heterosexuales). Las experiencias con una pareja, para quienes la han tenido, conllevan en muchos casos procesos reflexivos y se presentan diversas prácticas, en- tre otras: los novios, los “amigovios” o amigos con derecho, y los noviecillos informales. En todas estas relaciones pareciera haber una necesidad im- portante de experimentar lo nuevo y una mayor libertad para hacerlo (Bauman, 2003:26). También hay jóvenes que buscan una condición estable en lo que a sus relaciones se refiere, pero para un grupo importante pareciera que las op- ciones se han diversificado debido a los cambios en los estilos de vida, continuas actualizaciones y transformaciones en todos los ámbitos, y que “los vínculos sociales se están volviendo reflexivos, de manera que tienen

802 Consejo Mexicano de Investigación Educativa Estudiantes universitarios y sus relaciones de pareja: de sus experiencias y proyectos de vida que ser establecidos, mantenidos y renovados constantemente por los in- dividuos” (Beck y Beck-Gernsheim, 2003:89). En este sentido, “de todos los cambios que ocurren en el mundo, ninguno supera en importancia a los que tienen lugar en nuestra vida privada –en la sexualidad, las relaciones, el matrimonio y –” (Giddens, 2004:65). En décadas anteriores, dicho proyecto parecía estar definido con anti- cipación; en cambio, hoy en día se adoptan estrategias para elegir entre diversas opciones de estilos de vida (Giddens, 1997); es importante abor- dar la cuestión de sus expectativas debido a que con sus proyectos de vida (cfr. Guichard, 1995; Dubar, 2002; Giddens, 1997), los jóvenes se prefi- guran como adultos; por tanto, estudiar –para comprender– la condición juvenil es una forma de analizar –para comprender y proyectar un futuro posible– la sociedad completa (Collignon, 2003: 43). Las sociedades actuales están afectadas por la movilidad poblacional, los avances tecnológicos, la globalización y el proceso de individuación, todos son fenómenos que han provocado una rápida erosión de los víncu- los tradicionales y que, por lo tanto, marcan los estilos de vida y los com- portamientos (Megías, et al., 2005:16). Así, en un mundo que ofrece múltiples alternativas de estilos de vida, la planificación vital se vuelve un elemento fundamental (cfr. Flores, 2003); depende tanto de la preparación del futu- ro como de la interpretación del pasado y “está sujeta a revisión y reconsideración en función de las alteraciones de las circunstancias o del marco intelectual del individuo” (Giddens, 1997:110-111). En el campo de la investigación educativa sobre los alumnos persiste la necesidad de documentar las transformaciones de las situaciones de los estudiantes, su entorno y sus perspectivas (Guzmán y Saucedo, 2004:168) y, en el caso particular de los estudiantes universitarios, se trata de una población, en general, poco atendida (De Garay, 2003:55). Según Rodríguez (2003:90), “resulta pertinente plantearse el acercamiento a los sentimien- tos amorosos de los jóvenes poniendo el acento en la construcción que ellos mismos hacen de éstos”. Así, esta investigación busca contribuir al estudio de los alumnos en tanto jóvenes y tiene la particularidad de abordar el tema de los jóvenes universitarios de una escuela pública (Universidad Autónoma de Aguascalientes) en una ciudad provinciana que vive un proceso acelerado de modernización (Aguascalientes).

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Método Se realizaron 16 entrevistas con 9 mujeres y 7 hombres, con una edad que oscila alrededor de los 20 años; estudiantes de primer a tercer semestre de diversas carreras: Mercadotecnia, Administración de empresas, Ciencias políticas y Asesoría psicopedagógica. Las entrevistas se trabajaron bajo un modelo similar a las autobiográficas (cfr. Mishler, 1986; Appel, 2005) y los relatos de vida. Para establecer contacto con los jóvenes se recurrió a una red informal de profesores, todos conocidos del investigador, a quie- nes se les solicitó mediar con algunos de sus alumnos para poder entrevis- tarlos; de igual manera, la selección de las carreras estuvo dada por los cursos que en ese momento estaban impartiendo los profesores-contacto. Además de pedirles que platicaran su vida, durante las entrevistas se abordó el tema de proyecto de vida referido, principalmente, a sus relacio- nes de pareja y la elección de carrera, así como temas sobre cuestiones “morales” (religión y su concepción de una vida buena) y lo relacionado con la influencia de la familia y los amigos en la vida y en las elecciones que hacen los estudiantes. Acerca de su proyecto de pareja, se abordaron básicamente cuatro apar- tados: si tienen pensado casarse o no, si consideran tener hijos y cuántos, en qué momento de la vida les gustaría casarse y si tienen pensado que sea de por vida. Para la selección se consideraron dos ejes: uno académico, según el cual se eligieron cuatro jóvenes estudiosos y tranquilos, y cuatro que predomi- naban por ser relajientos o desmadrosos (conforme a la terminología usa- da por los jóvenes en general), tanto hombres como mujeres. El segundo eje fue de participación en grupos, que también se subdividió en dos con- juntos: algunos que intervienen en actividades religiosas y otros que parti- cipan en otro tipo de grupos (finalmente quedaron tres personas de grupos deportivos y una perteneciente a un partido político). Cabe mencionar que hasta el momento (pues se presenta un reporte parcial de investigación), los análisis realizados no brindan elementos acerca de que la pertenencia a alguno de los conjuntos descritos en el párrafo anterior marque alguna diferencia en las respuestas. En la presentación que se hace de la información se ha cuidado el ano- nimato de los entrevistados; los nombres utilizados en el presente docu- mento son ficticios.

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TABLA 1 Caracterización de los entrevistados

Seudónimo Edad Criterio de selección Carrera

Jesús 20 Estudiosos Asesoría psicopedagógica José 18 Administración de empresas Dolores 20 Mercadotecnia Rosa 19 Administración de empresas

Joaquín 21 Relajientos Mercadotecnia Romualdo 26 Ciencias políticas Karina 20 Mercadotecnia Claudia 19 Administración de empresas

Gerardo 20 Religiosos Asesoría psicopedagógica Ana 19 Asesoría psicopedagógica Martha 18 Asesoría psicopedagógica Margarita 18 Administración de empresas

Julio 19 Deportistas Mercadotecnia Alberto 19 Administración de empresas Alma 18 Administración de empresas

Nallely 20 Política Asesoría psicopedagógica

Relaciones de pareja Los jóvenes buscan compañía para platicar, pasar el rato, divertirse y com- partir, especialmente con sus pares y con las personas del sexo contrario; todo ello en múltiples sitios: la escuela, el trabajo, la iglesia o el barrio. Los ámbitos donde la mayoría de los jóvenes socializa, se divierte y convi- ve con otras personas son la familia, amigos y relaciones de pareja (Pérez y Valdez, 2003:33). Y es que, la juventud es “un tiempo importante de so- cialización y a la vez de subjetivación o individuación. Para ello, la rela- ción con amigos y novios es primordial” (Weiss, 2004:2).

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El noviazgo tiene un gran valor entre los jóvenes, no sólo como periodo de preparación al matrimonio, sino por su importancia afectiva y social en su “aquí y ahora” (Guerrero, 2003:27). Actualmente el estudio de las rela- ciones de pareja entre los jóvenes cobra especial importancia debido a que los roles de los participantes en la relación se han alterado y el estableci- miento de “contratos” sentimentales pareciera que ya no es tan permanen- te; frases como “para toda la vida” o “hasta que la muerte nos separe” pareciera que para muchos han quedado en tela de juicio o pospuestos indefinidamente (Dubar, 2002). La información que se presenta a continuación da cuenta de las expe- riencias de los universitarios en lo que se refiere a sus relaciones de pareja, y está organizada en algunos “grupos de contraste” de acuerdo con ciertos criterios de análisis de las relaciones; cada uno podemos verlo como una especie de continuum entre dos polos y, aunque éstos suelen ser interesan- tes, también lo son las vivencias y reflexiones de los entrevistados que se ubican en posiciones intermedias.

Por cantidad: de ninguna a muchas Encontramos tres tipos de vivencias o situaciones: los que nunca han teni- do una relación de pareja, los que han tenido sólo algunas, y los que ha- blan de varias relaciones sin especificar cuántas o los que mencionan más de diez. Para los que nunca han tenido pareja, esta situación en ocasiones les genera ansiedad y una presión que los apremia a cumplir con la exigencia de la sociedad, muchas veces personificada en los amigos y la familia, aun- que asimilada de forma personal:

Antes sí… perdón la palabra, pero como que sí me sentía urgido, no tener una novia así como que “ah…” [suspira], y más porque la sociedad… en ese tiempo así como que estaba… sentía que estaba sobre mí: “que si no tienes novia eres gay…”, “que tienes que tener un montón de viejas”… (Jesús).

Las explicaciones del porqué no se ha tenido pareja son variadas: desde la prohibición de parte de los padres (aunque la posibilidad de hacerlo a escondidas estuviera presente), pasando por la falta de pretendientes, la ausencia de interés, la falta de correspondencia, y hasta una situación ge- nerada por sí mismos, especialmente por altos niveles de exigencia.

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La mayoría de los universitarios entrevistados han tenido al menos al- guna experiencia de noviazgo. El momento en que comenzaron a tener pareja va desde la primaria hasta el bachillerato y, en su mayoría, se asocia con relaciones duraderas (de diez meses a más de cuatro años); general- mente fueron personas con las que convivieron durante toda la preparato- ria o buena parte de ella y de quienes guardan bellos recuerdos. Esto coincide con otros estudios, que sitúan el inicio de las relaciones de noviazgo entre los 15 y 18 años (Welti, 2003:139). En algunos casos hablan de relaciones profundas e intensas, cargadas de afecto, donde se deja ver la práctica de la sexualidad y el erotismo:

[…] me llegó hasta quinto de preparatoria… y más porque conocí una muchacha con la que me metí en una relación muy fuerte, entonces… en donde se involucran bueno, las cosas del amor y todo eso… y el descubrimiento de la sexualidad (Gerardo).

En los casos en que las relaciones han sido más bien pocas y no han sido duraderas ni profundas, los motivos que se mencionan para no haber tenido más parejas son el aburrimiento, porque les consideran inmaduros(as), o por- que han sido relaciones malas o desagradables, en ocasiones cargadas de celos. Finalmente, de los que dicen haber tenido muchas novias (todos hom- bres), afirman que eran novieros desde niños: “[…] durante mi infancia… jugaba con las niñas a las escondidillas y a los besitos” (Joaquín), situación que se mantuvo hasta la universidad.

Por intensidad: de tranquilas y románticas a tempestuosas En algunos casos hablan de sus relaciones en buenos términos, con año- ranza y ensueño, con expresiones típicas de un amor “romántico”, en las que se menciona el alma gemela, la “media naranja”, el poder contar con la otra persona, el compartir el apapacho y las caricias, en fin, se tiene la idea de una entrega amorosa de la propia persona. Los noviazgos pueden ser buenos porque se ha logrado una adaptación, o bien, por el trato que reciben de la pareja; porque les ha hecho ser mejores, o sienten que la pareja los conoce más que ninguna otra persona y pueden platicar libre- mente, con plena apertura, sin temor a ser enjuiciados. Otra expresión de las relaciones tranquilas se da por el simple hecho de sentirse “a gusto”. Asimismo, en muchos casos se guardan no sólo buenos

Revista Mexicana de Investigación Educativa 807 Romo recuerdos de relaciones anteriores, sino sentimientos de amor y simpatía, y en los que de alguna manera se comparan las relaciones actuales con las anteriores, en un continuo redefinir qué es lo que se busca en una pareja y qué le puede aportar esa persona a su identidad:

[…] a mi primer novio lo quise muchisisísimo, y al que tengo ahorita también, pero o sea, es diferente, y no podría decir “es que fue mejor con este” o “es mejor con el que tengo”, no [con énfasis], porque fueron cosas muy diferentes, fueron etapas muy diferentes, y fueron… o sea, yo estaba muy diferente, tenía otros pensamientos, otros problemas, otro todo, otro interés… y es muy diferente, pero las dos relaciones fueron muy, muy significativas (Ana).

Hay casos en que los jóvenes valoran sus experiencias previas como desas- trosas, tempestuosas, cargadas de celos, sentimientos posesivos y de las cuales siguen dolidos, por lo que guardan ciertas reservas para iniciar nue- vas relaciones; a pesar de ello, también en han aprendido no necesa- riamente a ser mejores personas o a convivir y adaptarse a una pareja, sino a tener cuidado y a definir qué es lo que realmente quieren de una pareja. En este sentido, Guevara (2001) menciona que las relaciones de pareja suponen, además de las situaciones y vivencias agradables, la existencia de conflictos y diversas formas de enfrentarlos; entre los principales proble- mas están los provocados por los celos, la existencia de otra relación si- multánea, la falta de tiempo para convivir o la dificultad para lograr acuerdos. Las formas más comunes de resolverlos son mediante el diálogo o la rup- tura (Guevara, 2001:59). Mientras algunos se limitan a mencionar que no les ha ido bien, otros, en cambio, hablan de un noviazgo que les cambió su forma de ser y hacer las cosas, de cómo afectó su relación familiar y la totalidad de su vida, pasando a ser prácticamente el centro de la existencia y, en ese momento, el fin último:

[…] me alejé más bien de la casa, de mi religión, de… incluso de mi propia forma de ser ¿no?, la tuve que modificar, porque fue tanto el cariño que le tuve a esta persona que tuve que modificar muchas cosas que a mí me gustaba hacer: dejé el deporte, dejé los amigos… o sea, así, me aislé por completo (Gerardo).

El caso de los celos y los sentimientos posesivos merece especial atención, pues son principalmente este tipo de relaciones las que hacen que un no-

808 Consejo Mexicano de Investigación Educativa Estudiantes universitarios y sus relaciones de pareja: de sus experiencias y proyectos de vida viazgo sea desagradable y deje marcas, las cuales los ponen en guardia y a la defensiva ante cualquier nueva posibilidad. Pero todo es parte del aprendizaje de la vida, incluso cuando los noviazgos y las relaciones son una especie de juego, donde la coquetería y el pasarla bien son las máximas.

Por duración: de muy breves a muy largas Otra forma de ver las relaciones de los jóvenes es por su duración; mientras algunos han tenido noviazgos cortos, de apenas un par de semanas o me- ses, otros los han tenido de larga duración, que va hasta los cuatro o cinco años. También hay casos en que han combinado relaciones breves con ex- tensas, ya sea de manera consecutiva (al principio muchas novias y des- pués una o dos más duraderas) o de forma paralela (una novia formal con la que duran un buen tiempo y al mismo tiempo varias “amigas” en perio- dos más bien breves). La mayor parte de los entrevistados ha tenido una relación duradera, de prácticamente todo un año; en varios casos continúan con esa pareja y en otros no, pues actualmente tienen una nueva o están “solteros”. Dichos noviazgos pueden comenzar muy bien, pero luego, con el paso del tiempo, llegan a ser más bien conflictivos, por lo que se decide terminar; otro caso son las relaciones que siempre han estado bien y no han tenido dificulta- des serias o se ha aprendido a solucionarlas.

Por formalidad: de novios serios a “noviecillos” Las relaciones de pareja que son “serias” o formales, y para las cuales es necesario expresar una especie de pacto de exclusividad y continuidad, son muy valoradas; de hecho, un indicador importante de la formalidad es el hecho de la duración y la estabilidad. Otro aspecto importante en esta línea es que la relación sea “pública”, incluso es mejor con el consenti- miento de los padres (en contraposición a tenerla “a escondidas”, o como dice Joaquín: a tener “aventurillas”). También se asocia con el respeto y la seriedad de la relación, implica darle su lugar a la otra persona, lo que significa dedicarle tiempo y atenciones. A pesar de la fuerza con la que se expresan muchos de los entrevistados a favor de las relaciones formales, en algunos casos pareciera ser más atrac- tivo tener sólo amigas o amigos. O bien, no se descarta la posibilidad de tener algo “informal”, especialmente relacionado con la sexualidad y el contacto físico, como los besos y los “fajes”, y es que “ni las relaciones

Revista Mexicana de Investigación Educativa 809 Romo simultáneas ni las prácticas eróticas desprovistas de vínculos se contrapo- nen con la idea de tener un amor para toda la vida, puesto que se trata de experiencias que corresponden a distintas esferas de su vida” (Guevara, 2001:62).

Por finalidad: de sólo “pasarla bien” a una preparación para el matrimonio En relación con el apartado anterior, pero desde un enfoque que parte del criterio de “lo que ofrece la relación”, podemos distinguir entre los que buscan una pareja sólo para pasarla bien, por el bienestar y satisfacción que ella les brinda, incluso por evitar el aburrimiento, tedio y fastidio de la vida, y los que dicen encaminarse en una preparación explícita para el matrimonio, es decir, que ven en las relaciones de pareja un medio para conocerse y ensayar en la construcción de lo que prevén para ellos en un futuro. La frase “me la llevo bien con…” o “nos la llevamos bien” pareciera tener una fuerte carga, pues es el argumento más utilizado por quienes no buscan pareja para casarse sino en la expectativa de sólo tenerla mientras se estudia o mientras llega el momento de tomar otras decisiones (como las laborales), casi como si tuvieran la certeza de que al casarse eso de “llevarse bien” terminaría y por lo tanto es mejor seguir así. En contraste, hay personas que tienen muy clara su perspectiva: quieren encontrar una pareja con la cual pasarán el resto de sus vidas. En otro sentido, el tener muchas novias no refleja sólo la posición de aquellos que quieren “pasarla bien”, sino la posibilidad de tener diferentes experiencias y quizá poder hacer una mejor elección.

Proyecto de vida: matrimonio En la familia tradicional, el matrimonio estaba definido como una etapa de la vida que la gran mayoría tenía que vivir (Giddens, 2004: 73), y pare- ciera que para los jóvenes de este estudio, como lo expresa Ehrenfeld (2003:82) “el matrimonio sigue siendo la norma aceptada, el valor a preservar y la meta a lograr”. Todos los entrevistados tienen un fuerte referente en el matrimonio; es decir, todos en algún momento admiten o aseguran una intención de ca- sarse. Incluso Karina y Nallely, quienes dicen no querer saber mucho de bodas por el momento, reconocen que en un futuro llegará el tiempo en

810 Consejo Mexicano de Investigación Educativa Estudiantes universitarios y sus relaciones de pareja: de sus experiencias y proyectos de vida que seguramente se casarán. A excepción de Karina, ninguno dice querer quedarse soltero y vivir solo; ella es la única que habla de esta posibilidad (aunque temporal, pues no descarta el casarse) como un escenario proba- ble en su vida: “[…] en un futuro me veo yo así como que en un departa- mento yo sola, como llegando de trabajar y hablarle a mis amigos ‘Quiubo, qué vamos a hacer, este... a dónde vamos a salir...’ “, Karina. Tener como un referente importante el matrimonio quizá tenga una explicación en la influencia y creación de expectativas sociales, pues según Guerrero (2003:16), quien analizó los datos de la Encuesta Nacional de la Juventud con la información de los jóvenes hidrocálidos, las parejas son relativamente más estables en Aguascalientes, con respecto al resto del país, y tienen un mayor grado de formalización ante el Estado y la Iglesia. De igual manera, Ehrenfeld (2003:82) menciona acerca de esta influencia social, que:

La sociedad mexicana, aún en los estratos más favorecidos, mantiene una cultura de la sexualidad que se concibe o está profundamente inscrita en las pautas, como una sexualidad que debe ser vivida dentro de la institución matrimonial. Esto implica no sólo la presencia obligada de una pareja heterosexual, sino de un reco- nocimiento social y comunitario a esta pareja.

La mayoría de las respuestas van dirigidas a una aceptación del matrimo- nio, casi como si no hubiera otro camino y, contra lo esperado (pues en Aguascalientes se respira un aire muy marcado de modernización), apare- cen las de tipo más “tradicional”, con un buen grado de aceptación y como algo que es común a todos y no se pone en duda, especialmente si va vinculado con la formación de una familia y el tener hijos: “Claro, y deseo casarme [una ligera risa] […], deseo tener hijos, ahora sí que para llenar eso que a mí no me dieron… ser un buen padre, un buen ejemplo” (Jesús); “porque uno de mis propósitos en la vida… es formar una familia (José)”¨; “me encantaría casarme y poder tener hijos” (Martha). Como se verá más adelante, este modelo más tradicional del matrimo- nio sigue siendo un fuerte referente para los jóvenes e incluye no sólo el tener hijos sino el deseo de que dure para toda la vida, aunque en esto hay diferentes matices. Todos los entrevistados desean casarse; algunos dicen que ven en otros –en amigos y en compañeros de la escuela– una “aversión” hacia el matrimonio,

Revista Mexicana de Investigación Educativa 811 Romo lo que quizá hablaría de otras posibilidades de proyecto de los jóvenes, tales como quedarse soltero o simplemente vivir juntos, sin casarse. En algunos casos, el casarse es el eje principal del proyecto de vida: “a mí si me preguntaran: ‘¿qué escoges: tener a tu familia, tus hijos y todo eso?’, pues yo me voy por eso”, Rosa. En otros casos, se tiene la expectativa del matrimonio porque es visto como una especie de “catalizador de la madurez” y, por tanto, es muy importante para los planes de vida.

Hijos Respecto de los hijos, el número deseado oscila entre dos y tres, lo que coincide con lo encontrado por Guevara (2001) en un trabajo realizado con estudiantes de las universidades Autónoma Metropolitana y la Nacio- nal Autónoma de México, siempre con el argumento de que si se tienen pocos se les puede dedicar más tiempo y atención; en esto pareciera que podemos “oír” las voces de las campañas oficiales (y cómo se han apropia- do de ellas los jóvenes) sobre el control de la natalidad y la planeación familiar (por ejemplo: “pocos hijos para darles más” o “la familia pequeña vive mejor”), las cuales comenzaron en México desde la década de los se- tenta. Pareciera que el advenimiento de los hijos es una de las principales expectativas (y uno de los principales logros) de la pareja y que más que una elección o una decisión privada de los jóvenes casi representa un im- perativo, dadas las pautas que instaura la sociedad mexicana acerca de la institución matrimonial (Ehrenfeld, 2003:82). En cuanto al tamaño de la familia, los jóvenes expresan una serie de ar- gumentos que hablan de una reflexión seria acerca del asunto, basada mu- chas veces en su propia experiencia familiar, como en el caso de Margarita:

Pues yo no quisiera tener muchísimos…, en mi casa fuimos cinco y no batalla- mos mucho en lo económico pero siempre estuvimos limitados… o sea, no nos estábamos muriendo de hambre pero limitados, tanto que mis hermanos se tuvie- ron que ir para allá mejor [a Estados Unidos], a hacer su vida allá y todo. Yo digo, pues uno ve las posibilidades que uno tiene, tanto económicas, de tiempo, de darles… pues sí, de todo… yo veo en amigas que tienen todo de económico y nunca han podido platicar con su papá porque no tiene tiempo y se la pasa traba- jando todo el día… digo, pues también ver eso uno, o sea, que tenga uno modo de mantenerlos, de atenderlos…, pues de darles todo lo que pueda.

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La distancia entre los hijos (los años entre el nacimiento de uno y otro) también es importante al momento de planearlos, pues los que consideran este aspecto creen que es necesario que la diferencia no sea mucha (máxi- mo dos o tres años), debido a que favorecería una mejor relación entre los hermanos(as), pues pareciera que de esa forma habrá una relación más cercana e, incluso, de amistad (y no sólo filiales), mientras que en los casos en que la diferencia fuera mayor la relación no sería tan cercana e íntima: “no haya mucha diferencia en edades, porque hay por ejemplo, unas familias que hay un hermano que tiene 40 años y la otra tiene 17, entonces, es demasiado el rango que hay y muy poca convivencia” (Romualdo). Karina es la única que expresa claramente que no quiere tener hijos: “a lo mejor ya, cuando esté más grande ya voy a pensar a lo mejor de que ‘ay sí, pues una familia, un hijo, algo’; pero ahorita no, los niños es lo que menos... o sea, no, tener hijos no”. Además, como ya apuntamos, Karina no desea casarse, se ve sola en un departamento, conviviendo con sus amigos, y es de las personas que no aceptan tener relaciones sexuales antes de casarse, lo que veremos más adelante. Molgat y Charbonneau (2003:276) encontraron en jóvenes de la pro- vincia de Québec el deseo de prolongar sus prácticas de sociabilidad con el consecuente retraso del proyecto de tener hijos; afirman que algunos tie- nen una marcada preferencia por las actividades de sociabilidad en lugar de iniciar una vida en pareja y de familia estable, lo cual se considera como una pérdida de libertad y que, en parte, coincide con los argumentos utilizados por Karina.

¿En qué momento de la vida? Para todos aquellos que tienen planes de casarse es importante terminar la carrera antes de formalizar una relación; ninguno dejaría sus estudios por el matrimonio aunque llegara el príncipe azul o la princesa rosa. Además, la mayoría menciona que antes de casarse buscarían la estabilidad, enten- dida en diversos sentidos: principalmente económica, aunque también puede ser material (tener casa, un auto, un patrimonio), laboral o incluso de pareja. Así, pareciera que la edad ideal para establecer esta unión se ubica para todos entre los 25 y 30 años, aunque más que una edad cronológica se refiere a un momento de la vida donde cuenten con las condiciones

Revista Mexicana de Investigación Educativa 813 Romo económicas, profesionales y emocionales para asumir las responsabilida- des y compromisos de una relación estable y de largo plazo (Guevara, 2001:67). Especialmente en el caso de los hombres, aunque no excluyente para las mujeres (coincidiendo con el modelo “tradicional”), el casarse está reser- vado casi exclusivamente hasta después de contar con una estabilidad ma- terial y económica, lo cual se plantea como lo primero a resolver antes de pensar más seriamente en el matrimonio: “ahorita, a esta edad, no tengo nada que ofrecerle, no tengo ni un trabajo, no tengo casa, no tengo abso- lutamente nada… yo me casaría el día que yo pueda darle todo eso a mi familia“ (José). Esa perspectiva surge no sólo de la reflexión personal, sino también por verlo en casos cercanos, como en los hermanos o primos, quienes se casa- ron sin tener lo necesario y por ese motivo tuvieron que pasar dificultades. En el caso de las mujeres, hay algunas que primero quieren una estabi- lidad y para quienes este plan se inserta y entreteje con otros proyectos y roles: ser madre, esposa, profesionista:

Bueno, es que yo me pongo a pensar: bueno, si mi fin era de casarme, entonces para qué hice todos los trámites del examen, de venir a solicitar y de entrar y de estar estudiando, si al final voy a dejar que me digan: “no, ya no trabajas”, y ya no trabajo, pues… entonces, todo el estudio, todos los años, pues no (Dolores).

En otros casos, el matrimonio no es una consecuencia natural del noviaz- go o del término de los estudios y el logro de una estabilidad; más bien, primero se plantean la posibilidad de “vivir juntos” para ver si funciona:

[…] siempre he pensado de que sería bueno, ya con la persona que me quisiera casar, vivir un año con ella en unión libre, ya para ver si funciona bien una rela- ción ya como familia y ya pues si no funciona para qué te casas si te vas a divor- ciar al rato (Alberto).

Pareciera que más que sólo “pasar el rato” y “evitar el compromiso”, el matrimonio se valora y lo que se busca es evitar una posible separación.

¿Hasta que la muerte nos separe? A diferencia de lo que menciona Dubar (2002) acerca de que el estableci- miento de “contratos” sentimentales ya no es permanente, en el caso de las

814 Consejo Mexicano de Investigación Educativa Estudiantes universitarios y sus relaciones de pareja: de sus experiencias y proyectos de vida expectativas de los jóvenes entrevistados, a todos les gustaría que su matri- monio fuera para toda la vida:

[…] tener un matrimonio como si fuera la primera vez, que nunca se pierda el amor, nunca se pierda el interés, siempre existan retribuciones, no sé, bonitas, como si fuera la primera vez (Jesús).

[…] yo creo que si te juntas con alguien para crear una familia, es principalmente ese objetivo, ¿no?, el compartir ya desde ese momento todo (Claudia).

Sin embargo, ninguno está francamente en contra de la separación o el divorcio, especialmente en los casos en que existiera infidelidad o maltra- to (incluso golpes), o que no se lleven bien ni sean felices:

Pues me gustaría tener un matrimonio así, duradero… pero si no se llega a dar, tampoco estoy cerrada a la idea de estar siempre juntos, porque hay momentos… bueno, he visto casos de parejas, que si no se llevan bien ya después, pues para qué estar juntos; entonces, si es la mejor solución una separación, pues adelante (Alma).

Acerca de los golpes y el maltrato físico, lo asocian a los “matrimonios de antes”, donde se tenían que aguantar:

[…] sí me voy más a la idea de que sí es para toda la vida… sí, pero si me tocara un hombre que me golpeara y todo eso, no, aguantarlos no… como antes, que la mayoría los aguantaba aunque no les diera ni para comer y las golpearan… y decían es para toda la vida y así… eso tampoco (Margarita).

Dicen que ahora no es así, pues la vida en pareja estaría sustentada en una convivencia sana de mutuo crecimiento. Hacer la distinción explícita entre la separación y el divorcio es impor- tante, debido a que la primera no implica tener la posibilidad de nuevas nupcias, principalmente por razón religiosa: Martha, quien se expresa como una persona muy religiosa manifiesta:

[…] sí estaría de acuerdo en la separación cuando hay maltrato psicológico o físico, entonces ahí sí estoy de acuerdo ya que no te está haciendo nada bien a ti y puede implicar hasta tus hijos.

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En tanto, el divorcio implica una visión más “contractual” del matri- monio, al tipo de una sociedad que cuando no produce beneficios puede disolverse:

[…] si me caso por la ley va a ser un contrato, de que bienes mancomunados o bienes separados, dependiendo de la persona o de mi futuro… para mí, práctica- mente el matrimonio es un contrato (Claudia).

Asimismo, para algunos jóvenes esta imagen de “hasta la muerte” es idea- lista y tiene un aire romántico que consideran poco práctico, aunque de todos modos se casarían con esa perspectiva.

Sexualidad Acerca de la práctica del sexo antes del matrimonio, hay quienes lo ven muy bien, ya sea como un aprendizaje o como algo que se da siempre en una relación de pareja.

[…] dentro de un noviazgo siempre es importante el sexo… no lo más importan- te, pero sí es importante, al menos hablarlo o ya pues en determinados casos practicarlo, que la mayoría de las veces… no la mayoría de las veces, sino que, cuando andas con alguien y ya llevas un poquito de tiempo sueles practicarlo, sueles tener sexo con tu pareja, pero también depende mucho de la persona con la que estés, porque también te encuentras de repente chavas que a los dos días, o es más, en la misma noche te acostaste con ella (Joaquín).

Para las personas que coinciden con esta visión, el amor requiere del sexo, aunque no es precisamente lo más importante. En un pareja que se ama la relación sexual es un complemento, una forma de hacer más íntima la relación, un mecanismo para reforzar el amor y una forma de compartir (Guevara, 2001:60). Hay quienes ven bien la práctica de las relaciones sexuales pero con reservas, enfatizando los cuidados contra un embarazo o una enfermedad, o bien, siempre y cuando haya amor de por medio. Finalmente, hay personas que dan un enfático “no”, que están en franco desacuerdo y creen que sólo en el matrimonio debe darse dicha práctica. En la actualidad, las actitudes tradicionales hacia la práctica de las rela- ciones sexuales coexisten con otras más liberales y mucho más permisivas

816 Consejo Mexicano de Investigación Educativa Estudiantes universitarios y sus relaciones de pareja: de sus experiencias y proyectos de vida en los últimos treinta años en la mayoría de los países occidentales (Giddens, 2002:178), y como en la sociedad mexicana los jóvenes constituyen el sec- tor con mayor tolerancia (Flores, 2003:156) son ellos quienes expresan mayor apertura a las distintas posibilidades del ejercicio sexual. Con todo, no pueden sustraerse a la influencia social, pues “la sexualidad, en todas sus formas, emerge y se realiza en medio de una cultura, que modela y normativiza el deseo erótico” (Megías, et al., 2005:12). De aquellos que están de acuerdo, manejan muchas posibilidades: como experiencia natural del noviazgo, situación que pareciera ser la más valo- rada de las que se mencionan:

[…] es mejor en un noviazgo que ir a un antro, agarrar a una chava y pues… porque, como quiera, en un noviazgo pues estás conviviendo con ella y te puedes encariñar con ella y en una relación así, ya sexual, pues la disfrutas más (Romualdo).

[…] yo pienso que en una relación siempre va a haber esa espinita por tener relaciones con alguien, con tu pareja ¿no?, dentro de un noviazgo siempre es importante el sexo (Joaquín).

No por ello se descarta la posibilidad de tener sexo con alguien a quien se conoce en el antro: “[…] claro que no hay que descartar la de los antros ¿verdad?” (Romualdo); con amigas: “[…] con mis amigas de todos modos pasaban cosas, entonces pasaban aventurillas” (Joaquín) e incluso con pros- titutas: […] “sí quiero tener sexo y mejor una prostituta” (Jesús). Se deja entrever una cierta distinción entre mujeres para el sexo y mu- jeres para el compromiso que aparece como base de las relaciones (Guevara, 2001:61). Asimismo, de quienes lo ven bien, argumentan que es un aprendizaje y una experiencia enriquecedora: “[…] porque todo es parte de un aprendi- zaje, […] la relación sexual para mí es muy importante porque también es muy enriquecedora, lo que tú le puedas dar a tu pareja, caricias, besos, masajes”, (Jesús) “[…] inclusive yo creo que sirve para irse conociendo un poco más”, (José), en donde se involucran emociones y sentimientos, aun- que debe costar algo de trabajo, de lo contrario no se valora: “[…] o sea, un ratito, dos o tres acostones y dices ‘no, pues sabes qué, mejor voy a buscar por otro lado’” (Joaquín). Quienes están de acuerdo pero con reservas, expresan algún tipo de condición del tipo “siempre y cuando…”, haciendo referencia al cuidado

Revista Mexicana de Investigación Educativa 817 Romo que se debe tener para evitar un embarazo: “[…] entonces, así como que llegue ahorita un niño, un bebé, pues ahorita… me destruye todo mi plan de vida” (Alberto) o una enfermedad “[…] si no hay globos, no hay fiesta” (Alberto); o bien, siempre y cuando haya amor de por medio “[…] si realmente se quieren y hay amor, no hay problema” (José) y exista res- peto y libre aceptación “[…] pero en razón de que se respeten los dos, o sea, que si están con alguien nada más estén con esa persona y no anden con una y con otra” (Dolores); “[…] yo pienso que con el tiempo se van dando y no puedes forzar a nadie a tener o a presionar a alguien por tener relaciones contigo” (Joaquín); al fin y al cabo “uno siempre tiene oportu- nidad” (Alberto). De las personas que no están de acuerdo en tener sexo antes del matri- monio objetan varias cosas: que la juventud no está madura y que hay cosas que sólo en el matrimonio se pueden madurar: “[…] los jóvenes aún no están preparados para tener una práctica de las relaciones sexuales cuando no están dentro de un matrimonio… definitivamente…” (Gerardo); que no es momento de preocuparse por un anticonceptivo o un embarazo: “[…] hay jóvenes que ahorita ya se están preocupando que, ah, comprar el condón, la pastillita, ah, saliste embarazada, ah qué bueno, ay no… estarte preocupando por cosas que ahorita no te van” (Nallely); que si te quieren, te van a esperar “[…] es mejor esperarse porque es un regalo que Dios te da, entonces no puedes entregar tu cuerpo a cualquier persona” (Martha), y que es una forma de mostrar que te respetan “[…] una persona, cuando te quiere, te va a esperar el tiempo que sea y no te va a estar proponiendo cosas indecorosas… bueno, no son indecorosas, eso es libre, […] pero si una persona te quiere te va a respetar” (Nallely) o que simplemente es algo que debe evitarse “[…] así nomás por... se me antojó ese viejo o esa vieja, así como que ay no, ¡qué cochinos!” (Karina). Nallely, refiriéndose a las consecuencias de un embarazo no deseado, expresa de forma clara el motivo por el cual ella no tendría sexo antes del matrimonio: “[…] para mí [los niños], son cánceres de la sociedad porque no son hijos deseados, son hijos de una calentura”. Según datos del Insti- tuto Alan Guttmacher (2001:115) “el problema del embarazo en la ado- lescencia en México ha adquirido cada vez mayor notoriedad pública y social” y personas como Nallely se han apropiado de esta información y emiten un veredicto basándose en ella.

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No estar de acuerdo no significa la emisión de un juicio negativo hacia aquellos que sí lo hacen; cuando le pregunté a Rosa al respecto respondió “pues cada quien ¿no?”. Cabe mencionar que todos los jóvenes entrevistados hablan del tema de la sexualidad en términos de relaciones heterosexuales y ninguno men- ciona otro tipo o forma.

Conclusiones La mayoría de los estudiantes entrevistados han tenido alguna relación de pareja, específicamente de noviazgo, aunque cabe decir que los significa- dos que les otorgan son múltiples, y en ocasiones opuestos, que van desde relaciones tranquilas y cargadas de romanticismo, hasta las que son desgastantes, cargadas de celos y tempestuosas, o bien, las que son formales, casi como una preparación para el matrimonio, o sólo para pasar el rato. Cuando se les preguntó acerca del matrimonio, todos lo consideran como un referente importante en sus proyectos de vida, además de que les gustaría que dure para toda la vida, aunque no descartan la posibilidad de una separación, especialmente si existe violencia o infelicidad. Prácticamente todos quieren tener hijos, aunque sólo dos o tres (nin- guno dice que solo uno), con el argumento de poder darles más atención y por una cuestión material y económica; por esta razón, consideran que antes de casarse deben lograr una estabilidad, que incluye las dimensiones laboral, económica y sentimental. Del ejercicio de la sexualidad, hay opiniones a favor y en contra: mien- tras unos lo ven como algo natural y deseable, incluso necesario en las relaciones (para conocerse mejor), otros lo consideran como un acto re- probable si no es dentro del matrimonio. De acuerdo con las respuestas de los jóvenes, no hay un tipo ideal de relación de pareja; cada persona hace uso de sus recursos y habilidades, sus experiencias previas y expectativas, para iniciar, mantener y/o terminar una relación según lo que ésta le va ofreciendo y en la medida que dicha relación expresa una parte de su identidad. Se presentan como sujetos ca- paces de amar y de ser amados, de compartir, de dialogar, de crecer juntos, o de elegir terminar con una relación si ésta no les ofrece cariño, satisfac- ción, empatía, estabilidad o confianza, y es que “el individuo contempo- ráneo está caracterizado por la elección” (Lash, 2001:13).

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En lo que se refiere a sus planes, muestran claridad y seguridad en la mayoría de sus respuestas; en algunos casos responden casi inmediatamen- te y en otros lo piensan un poco, casi como rediseñando en ese momento su futuro, como si sopesaran las posibilidades y los posibles escenarios. Todos tienen como referente fuerte, y una posibilidad real, al matrimo- nio, ya sea de forma oficial (legal y religiosa) o en el entendido de una vida en pareja con un compromiso tácito entre los participantes; asimis- mo, prácticamente a todos les gustaría tener hijos (en plural, ninguno ha- bla de sólo uno), y a todos les gustaría que su matrimonio fuera “hasta que la muerte los separe”, aunque reconocen la posibilidad de una separación. Respecto al momento, ya sea de casarse o de formar una familia, tanto hombres como mujeres prefieren esperar hasta contar con una estabilidad, ya sea económica, material o laboral, por lo que dejar de estudiar no es una opción viable en su proyecto de vida. Quizá estas ideas acerca de la vida en pareja y la formación de una familia:

[…] expresa la vigencia de una cultura hegemónica en el país que, lejos de admi- tir la existencia de fenómenos generalizados como el hecho de que los jóvenes ejercen una vida sexual estén casados o no, sostiene la representaciones morales cuyos principios descansan en el discurso cristiano y que postulan el amor hete- rosexual, la virginidad como un valor, una sexualidad reproductiva, la fidelidad en la pareja y la institución de la familia como el asiento natural de todo lo anterior (Rodríguez, 2003:88).

En conjunto, las ideas “tradicionales” acerca de lo que es un matrimonio y cómo debe ser vivido se dejan entrever en las respuestas de los jóvenes, aunque con importantes matices que hacen pensar en un proceso de tran- sición hacia concepciones más modernas de la vida en pareja; por ejem- plo, el que ninguno se muestre en contra de una separación en los casos en que existiera infelicidad o maltrato, o tener pocos hijos, o cuando las mujeres combinan el ser amas de casa con ser esposas y además trabajadoras, son aspectos parecieran hablar de dicho cambio.

Respecto a su vida amorosa, los jóvenes entrevistados muestran distintas formas de vivir las relaciones erótico afectivas, diferentes formas de articular amor y sexo, y una frecuente contradicción entre prácticas y discursos. Todos ellos se han enamorado al menos una vez, casi todos han tenido prácticas coitales,

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muchos han vivido relaciones simultáneas y, la mayoría ha tenido sexo con des- conocidas. No obstante, una parte importante de los jóvenes considera que no es válido el sexo sin amor y prefiere un amor para toda la vida. Aún así, la idea de mantener la relación contra viento y marea no está contemplada y todos aceptan que una pareja se debe separar ante determinadas situaciones (Guevara, 2001:57).

Pareciera que han desaparecido las antiguas certezas que proporcionaban las relaciones tradicionales, por lo que la vida amorosa se ha convertido en un terreno movedizo, inestable y abierto (Guevara, 2001:73); esta destradicionalización en el ámbito de la sexualidad se puede interpretar como un proceso de transformación de una norma colectiva a una indivi- dual y privada, en un proceso de personalización que construye a partir de un valor fundamental, el de la realización personal, el derecho a ser uno mismo, a disfrutar al máximo de la vida (Megías et al., 2005:16), y exige de los jóvenes hacer uso de múltiples habilidades comunicativas y recursos identitarios flexibles, de los cuales muchos de ellos no tienen la menor idea y tienen que irlos creando y recreando, para que faciliten su paso por esta experiencia de pareja.

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Artículo recibido: 16 de octubre de 2007 Dictaminado: 31 de marzo de 2008 Segunda versión: 3 de abril de 2008 Aceptado: 4 de abril de 2008

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