Una Lectura Crítica De La Correspondencia Entre Emilio Prados Y Camilo José Cela (1957-1962)
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40 La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la correspondencia entre Emilio Prados y Camilo José Cela (1957-1962) The anthology that could not be: a critical reading of the correspondence between Emilio Prados and Camilo Jose Cela (1957-1962) Rodrigo Pardo Fernández∗ Resumen Camilo José Cela sostuvo con Emilio Prados una nutrida relación epistolar entre 1957 y 1962: el origen se debió al proyecto de elaborar el volumen La generación poética del 27. Nueva antología a distancia, con visos de homenaje y pretensión de antología definitiva de la generación que se concretó sólo en parte. Con base en la lectura crítica de la correspondencia entre México (en la distancia del exilio) y Palma de Mallorca (una España distante del centro, bajo la sombra de la dicta- dura) puede seguirse, en orden cronológico y observando la adecuación paula- tina de los criterios para elaborar la antología, lo que fue un proyecto fallido de realizar un compendio personal y crítico del 27 y otros poetas que se considera participan de su órbita. ¿Por qué destaca este intento de antología? Por varias razones: se trata de rescatar a autores que, al menos en parte, no son del todo bien vistos por el régimen franquista. En segundo lugar, quien toma la inicia- tiva es Cela, quien vive en España y se ha relacionado con el poder como cen- sor, siendo protegido por Juan Aparicio, ministro de Información; al tiempo, ha sido expulsado de la Asociación de Periodistas y su obra primera, La familia de Pascual Duarte, fue ensalzada por tirios y troyanos. Un personaje tan comple- jo y contradictorio, desde su reducto en Palma de Mallorca, se propone hacer una antología del 27. ¿Por qué? Este trabajo busca ahondar en esta cuestión. Abstract Camilo Jose Cela supported with Emilio Prados a intense epistolary relation among 1957 and 1962: the origin owed to the project to elaborate the volume The poetical generation of 27. New anthology distantly, with appearances of hono- ring and pretension of definitive anthology of the generation who made concre- te only partly. With base in the critical reading of the correspondence between Mexico (in the distance of the exile) and Palma (a distant Spain of the center, under the shade of the dictatorship) can follow, in chronological order and ob- serving the gradual adequacy of the criteria to elaborate the anthology, which ∗ Universidad de Granada. E S T U D I O 41 was an unsuccessful project to realize a personal and critical compendium of 27 and other poets that he is considered to be take part of his orbit. Why does this attempt of anthology stand out? For several reasons: it is a question of res- cuing authors who, at least partly, are not completely well seen by the pro-Fran- co regime. Secondly, the one who takes the initiative is Watches, the one who lives in Spain and has been related to the power as controller, being protected by Juan Aparicio, the minister of Information; to the time, he has been expelled from the Journalists’Association and his first work, Pascual Duarte’s family, it was applauded for Tirios and Trojans. Such a complex and contradictory per- sonage, from his redoubt in Palma, proposes to do an anthology of 27. Why? This work seeks to go deeply into this question. Palabras clave: Español, Camilo José Cela, Emilio Prados, epistolar, antología, Generación del 27 Key words: Camilo Jose Cela, Emilio Prados, epistolary, anthology, Generation of 27 El 27 como convención En el ámbito de la literatura española del siglo xx, la llamada generación del 27 está delimitada en las antologías que publica Gerardo Diego en Madrid (1932 y 1934), o al menos la relación de sus miembros más destacados. Esto se formu- la, en cierta medida, a partir de las convenciones de generación formuladas por Ortega en la Revista de Occidente, retomadas por Dámaso Alonso y sus discípu- los (cfr. Alonso, 1965: 166-169). La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación, referirla a 1927, fecha en que se celebra el tricentenario de Góngora, y que relaciona a es- tos escritores a partir de un homenaje al poeta cordobés en Sevilla, bajo el aus- picio del torero Ignacio Sánchez Mejía.1 Aunado a esta convención académica, los propios escritores comprendidos en esta categoría han aceptado la denomi- nación, lo que ha conducido a la publicación de diversas antologías, en las que suele considerarse a los siguientes poetas, catalogados y estudiados por parejas: Pedro Salinas/Jorge Guillén, Gerardo Diego/Dámaso Alonso, Federico García Lorca/Rafael Alberti, Vicente Aleixandre/Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre/ Emilio Prados. Hay quien considera ampliar la nómina a poetas dispares y no estrechamente ligados con el 27: Moreno Villa, Villalón, León Felipe, como se verá más adelante en la postura de Camilo José Cela. Se habla también de generación del 25 (por ser la fecha supuesta en la que varios miembros del grupo publicaron sus primeras obras)2 o generación de la Dictadura (ya que la formación y primeras publicaciones del grupo coinci- den con la dictadura de Primo de Rivera, entre 1923 y 1929). El poeta Emilio Prados, editor y amigo de varios de los autores referidos, formula su particu- lar propuesta, en torno a la labor que desempeñó la editorial Sur, a su cargo, en Málaga en torno a la revista Litoral: habla de “amistad viva” entre los poe- 1. El homenaje trascendió a publicaciones como Litoral, que dedicó un número a Góngora en octubre de 1927, y a intelectuales como Alfonso Reyes, quien envió su colaboración como parte de su esfuerzo de rescatar la figura gon- gorina (1927); su iniciativa se remonta a 1910, antes de salir de México (como puede verse en su conferencia juvenil “Sobre la estética de Góngora”). 2. Lo cual es fácilmente refutable, como evidencia la relación de los autores y de sus primeras obras publicadas: Salinas, Presagios (Madrid, 1923); Guillén, Cántico (Madrid, 1928); Diego, El romancero de la novia (Madrid, 1920); Alonso, Poemas puros. Poemillas de la ciudad (Madrid, 1921); García Lorca, Libro de poemas (Madrid, 1921); Alberti, Marinero en tierra (Madrid, 1924); Aleixandre, Ámbito (Málaga, 1928); Cernuda, Perfil del aire (Málaga, 1927); Prados, Tiempo (Málaga, 1925); Altolaguirre, Las islas invitadas y otros poemas (Málaga, 1926). revista de la facultad de filosofía y letras 42 tas, lo que constituye un adecuado punto de referencia para cerrar estas consi- deraciones en torno a la generación más citada dentro del ámbito de las letras españolas del siglo xx. Prados, a partir de una perspectiva por lo menos subjetiva o parcial, habla de la amistad como lazo. En ambos casos, lo que se pierde de vista es que no eran tan amigos como se suele afirmar, pero sobre todo, no puede considerar- se esa situación, necesariamente, como una condición para delimitar la nómina de un grupo de escritores —o generación—, esto es, para hablar de coinciden- cias o de una literatura común, con estilos, temas o influencias similares. Nada más difícil de demostrar, por una parte, en relación a la generación del 27 —o a cualquier otra: ¿cómo pretender que los lazos afectivos sean condición sine qua non para escribir esta u otra literatura, y sobre todo, para considerarlo un rasgo pertinente o válido para los estudios literarios, desde una perspectiva crítica? En el ámbito mexicano, tanto en el caso de Los Contemporáneos (Novo, Villau- rrutia, Owen...) como en el de los novelistas del Crack (Paolu, Padilla, Volpi...) se corre el riesgo de recurrir a esta apreciación. Una relación epistolar entre España y el exilio Emilio Prados nació en Málaga en 1899; como señala Sanchis-Banús (1987: 30), “...Prados nació con el siglo. Vamos a precisar ... la niñez de Prados, y su ado- lescencia ... transcurre en una ciudad y unos años de fin de siglo [hasta 1914 y el inicio de la primera guerra mundial]”, y muere en el exilio, en la ciudad de México: “Como es sabido, sería finalmente Camilo José Cela (de forma hones- ta, como deja ver su correspondencia con el poeta) quien recogiera una parte importante de su legado último” (Chica, 2002: 28). Esta cita refiere a la edición llevada a cabo por Papeles de Son Armadans (psa), revista que dirigía Cela en Pal- ma de Mallorca, del libro Signos del ser, cuyo colofón, fechado el 24 de abril de 1962, coincide con la muerte del poeta en México. Hablar de Prados es remitir al exilio republicano en México tras la guerra civil española (1936-1939), gracias a la política exterior del gobierno de Lázaro Cárdenas. La mayor parte de los intelectuales españoles abandonó la penínsu- la, eligiendo, entre otros destinos, Argentina, México, Estados Unidos o Francia. La acogida que tuvieron en México tuvo dos caras: la positiva, que hizo po- sible la incorporación de una experiencia y un pensamiento de gran valor —y valdría acotar, políticamente correcta—, que les abrió las puertas de El Colegio de México (antes, Casa de España) y la UNAM; al mismo tiempo, se desataba una ola de rechazo cuyas señales es posible rastrear en la prensa de la época (cfr. Sheridan, 2002). Como sucedió con un primer grupo de españoles, exiliados en México tras la guerra de Cuba (1898), una parte importante de los intelectuales recién lle- gados aportaron su saco de arena y transformaron, en gran medida, el ámbi- to cultural mexicano de la época. Esto a pesar de los pesares, como cuando se alude a la crítica musical de Jesús Val y Gay, considerándola como extranjera, y por tanto, rechazable: refiere Antonio Alatorre, en la celebración de los 70 años de El Colegio de México, que “la cantante Fany Anitúa, ..