Presentación. Fulcanelliana
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Presentación. Fulcanelliana. Desde su aparición en el área griega de Egipto, entre los siglos I y III, la alquimia no ha dejado de tener adeptos. Su producción literaria, muy extensa, pero también muy repetitiva, se fue agotando desde mediados del siglo XVII y casi desapareció un siglo después. El movimiento ocultista francés de finales del siglo XIX la relanzó tímidamente. Hija contestataria del ocultismo, la obra de Fulcanelli apareció iniciado el siglo XX, aunque su divulgación no llegaría hasta mediados de siglo, cuando empezó a ser traducida en otra oleada de ocultismo, algo diferente al anterior. Por su dominio del tema y su carácter culto, la obra de Fulcanelli destaca, con soltura, de todo lo escrito sobre alquimia los dos siglos anteriores. Su interés radica en el nuevo impulso simbólico que dio a la alquimia, comparable al que recibió por la mitología en el siglo XVI, simbolismo que se desarrolla y abre nuevos campos tanto a nivel figurativo (relieves) como lingüístico (cábala fonética). Otro interés de Fulcanelli es que representa un estado intermedio entre la alquimia antigua y su estudio crítico-histórico, de difusión muy restringida, y la alquimia de la new age, para la cual los textos son un estorbo, lo que facilita enormemente su globalización. Fulcanelli tiene también el mérito de que hasta la fecha su obra es el simul infectum et perfectum: el gran derroche de imaginación y la cornucopia de erudición que exige su método, ha dejado muy lejos a los que intentaron seguirle. Si la alquimia no murió, Fulcanelli es uno de sus grandes autores; si la alquimia había muerto, con Fulcanelli resucitó y malvive un siglo después, entre sus seguidores de siempre: creyentes sinceros más o menos voluntariosos y los charlatanes que alimentan sus esperanzas. La serie de artículos que agrupamos en la sección Fulcanelliana tiene por finalidad reunir datos para contextualizar, contrastar y verificar el alcance de temas y conclusiones expuestos por Fulcanelli que han despertado nuestro interés, sean sobre alquimia o no. Nosotros. El método que seguimos es crítico, en el sentido de que no tratamos los temas desde una perspectiva ocultista, que es la tradicional de los adeptos. Nuestro acercamiento a la alquimia es literario. Aquí plasmamos el resultado de un interés personal de carácter filológico, que busca entender los textos en su desarrollo y contexto histórico. Nuestro propósito no es en absoluto analizar ni exponer puntos de vista sobre la realidad de los objetivos mayores de la alquimia (transmutación y medicina universal), aunque nos parece imposible que estas ideas no se reflejen en un lugar u otro. Fulcanelliana 1 (2017-01 revisión) Fiestas de locos. 0. Motivo argumental. Fulcanelli, en su introducción a Le mystère des cathédrales, dio esta imagen de algunas fiestas medievales: «Ah!, la Fête des Fous, avec son char du Triomphe de Bacchus, traîné par un centaure et une centauresse, nus comme le dieu lui-même, accompagné du grand Pan; carnaval obscène prenant possession des nefs ogivales! Nymphes et naïades sortant du bain; divinités de l’Olympe, sans nuages et sans tutu : Junon, Diane, Vénus, Latone se donnant rendez-vous à la cathédrale pour y entendre la messe! Et quelle messe! Composée par l’initié Pierre de Corbeil, archevêque de Sens, selon un rituel païen, et où les ouailles de l’an 1220 poussaient le cri de joie des bacchanales: Evohé! Evohé! -- Et les escholiers en délire de répondre: Hæc est clara dies clararum clara dierum! Hæc est festa dies festarum festa dierum! Ce fut encore la Fête de l’Ane, presque aussi fastueuse que la précédente, avec l’entrée triomphale, sous les arceaux sacrés, de maître Aliboron, dont le sabot foulait, jadis, le pavé juif de Jérusalem. Notre glorieux Christophore y était célébré dans un office spécial où l’on exaltait, après l’épître, cette puissante asine qui a valu à l’Eglise l’or de l’Arabie, l’encens et la myrrhe du pays de Saba.» Al investigar sobre estas dos fiestas (y la procesión de Renard, asociada a ellas) con el fin de perfilarlas y concretarlas, nos encontramos con la inesperada sorpresa de que esta descripción es fundamentalmente falsa, resultado de mezclar y malinterpretar datos de diferentes orígenes. No hubo una fiesta de locos con elementos paródicos, sino varias fiestas en general de clérigos, los cuales, por su comportamiento ingenuamente licencioso, eran calificados de locos o necios por los estamentos eclesiásticos; no hubo una fiesta del asno, sino Fiestas de locos 2 una procesión totalmente bíblica en la que intervenía un asno; no hubo procesión del zorro, sino representaciones en algunos recintos religiosos de temas fabulísticos. 1. Subdiaconi fatui. Fiesta de los locos era el nombre que se daba a la fiesta de los subdiáconos, la menor de las órdenes sacerdotales, que era celebrada normalmente el primer día del año. Estas fiestas, como la de las órdenes mayores, se celebraban siguiendo costumbres paganas, que enlazaban, quizás, con la libertas decembris, las saturnales y, sobre todo, con las fiestas pre cristianas de año nuevo, costumbres a las que, si bien las invectivas de los padres habían conseguido dar un barniz cristiano, no habían conseguido erradicar su enraizado carácter lúdico. Debido a su juventud (los estudiantes dependientes de la Universidad hacían bromas similares), a una educación menor, o a una menor conciencia de la función ejemplificadora de su tonsura, entre los subdiáconos esa libertad implicaba bromas que degeneraban fácilmente en conductas moralmente escandalosas, inadecuadas para clérigos, menos aún en el marco de la iglesia. Así, desde finales del siglo XII hasta finales del XVI, las vemos condenadas, por teólogos, reprimidas y prohibidas por capítulos, obispos, concilios, papas e incluso un rey. Un lapso de tiempo tan enorme se debe a que no se condenaban las fiestas, sino los excesos. Pero no se acabó con los excesos hasta que no se prohibieron las fiestas. El nombre latino de esta fiesta era festum fatuorum, stultorum, follorum. *** En 1198, en el segundo año del pontificado en París de Eudes de Sully (Odo de Soliaco, 1150-1208), el cardenal Pietro Capuano (ob. ca. 1214), nombrado legado papal en Francia, visitó la Iglesia parisiense, dónde fue informado de ciertas irregularidades en la celebración de la Circuncisión del Señor. Pietro de Capua escribió una carta al obispo Eudes y otras autoridades, entre ellas al canónigo Pierre de Corbeil, encomendándoles la corrección: Odo Dei gratia episcopus, H. decanus, R. cantor, Mauricius, Heimericus et Odo, archidiaconi Galo succentor, magister Petrus cancellarius, et magister Petrus de Corbolio, canonicus Parisiensis, omnibus ad quos praesens scriptum pervenerit, aeternam in Domino salutem. Cum dominus Petrus, S. R. Ecclesiae titulo Sanctae Mariae in Via Lata cardinalis, in partibus Gallicanis legationis officio fungeretur, super corrigendis quibusdam quae in Ecclesia Parisiensi audierat corrigenda, mandatum suum nobis sub hac forma porrexit: «[…] Sane cum in partibus Gallicanis legationis officium exsequentes, in ipsis visitationis nostrae primordiis ad eamdem Ecclesiam venissemus, ex fideli relatione quamplurium didicimus quod in festo Circumcisionis Dominicae in eadem Ecclesia tot consueverunt enormitates et opera flagitiosa committi, quod locum sanctum, in quo gloriosa Virgo gratam sibi mansionem elegit, non Fiestas de locos 3 solum foeditate verborum, verum etiam sanguinis effusione plerumque contingit inquinari; et eatenus adinventio tam perniciosae temeritatis invaluit, ut sacratissima dies, in qua mundi Redemptor voluit circumcidi, festum Fatuorum nec immerito generaliter consueverit appellari. […] volentes etiam a sanctuario Domini omnem spurcitiam et occasionem contaminationis excludere, auctoritate legationis qua fungimur, districtius inhibemus ne in Ecclesia vestra de caetero in praescripta solemnitate a quibuslibet aliquid attentetur quod clericalem professionem non deceat, aut videatur Dei reverentiae derogare; sub interminatione anathematis prohibentes ne deinceps sub consueta enormitate eadem agatur solemnitas. Vobis quoque eadem auctoritate districte praecipiendo mandamus ut in hac parte Dei timorem et solam honestatem habentes prae oculis, ita praedictam solemnitatem, dilatione et occasione cessantibus, ordinare, et quod resecandum videritis, resecare curetis; ne circa cultum Ecclesiae vel statum clericum aliquid possit honestati contrarium deprehendi. Si quis autem contra formam vobis super hoc constitutam temeritate qualibet venire praesumpserit, ipsum nostra freti auctoritate, ab officio et beneficio, et insuper ab introitu chori et capituli suspendatis, et tandiu pro suspenso habeatis, suspensionem capitulo denuntiantes, donec de praesumptione sua satisfactionem exhibeat competentem. ¿En qué consistían esas tot enormitates, opera flagitiosa, foeda verba y sanguinis effusio? Hay dos cosas que parecen claras: (a) no eran los excesos del pueblo los que se pretendían reprimir, sino los que el propio clero realizaba en la fiesta de Circuncisión y (b) tenían como escenario la catedral. Pero no era tan solo por año nuevo. En una segunda carta, Eudes informaba que la festividad del protomártir Esteban, patrón de Bourges, santo al que el obispo tenía una especial devoción por haber crecido en ella, estaba degradada por el inconveniente de una disolución y ligereza casi iguales (eiusdem fere subiacebat dissolutionis et temeritatis incommodo) a la de la Circuncisión. Por esa misma época Joannes Belethus, que había sido theologicae scholae rector Parisiis, en el Rationale