CORRIDA AL ESTILO GOYESCO Una Vez Más Se Ha Cumplido La Cita Anual Del Toreo Con La Época SEMANARIO Madrileña De Don Francisco De Goya
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CORRIDA AL ESTILO GOYESCO Una vez más se ha cumplido la cita anual del toreo con la época SEMANARIO madrileña de don Francisco de Goya. La verdad es que la única GRAFICO diferencia estriba en la indumentaria y detalles accesorios, pero al público le gusta el folklore y atestó, como siempre, la plaza. DE LOS TOROS Después, la corrida no tendría alicientes como tal, pero el públi• co se divirtió con los detalles que en esta página destacamos Niim. 1.201 — 27 junio 1967 — Precio: 10 pesetas 'tí AUiMX En nuestras ilustraciones podemos ver a la guap « M i s s España», Paquita Torres, gentil amazona en jaca de blancas crines. El vistoso «carrousel» de la Guardia Municipal a caba• llo, que hizo admirables juegos ecuestres. Los ala• barderos dieron inicial guardia de honor al ruedo. V las carrozas y calesas pusieron la nota evocado• ra de la época en el desfile inicial, que fue pintoresco sin llegar a ser suntuoso Reportaje Carlos MONTES PREGON DE TOROS DESDE PORTUGAL LOS TOROS DE TINTA LO QUE PASO ANTES DECEPCIONO EL REGLAMENTO PUBLICO Y CRITICA UANDO las cuadrillas hacen el paseíllo en OS medios taurinos portugueses RECXTENTEMENTE, por too decir aem- cualquier plaza de toros, se podría decir no ocultan su decepción ante la pre, hablamos del público como de un que ya todo está consumado, que las suce• promulgación oficial de las nue• conjunto homogéneo al que no se ]e sivas infracciones reglamentarias que pue• vas normas que habrán de regir puede atribuir una precisa manera de dan cometerse a lo largo del espectáculo desde ahora el desarrollo de las son, en líneas generales, consecuencia ineví reaccionar. ¥ esta generalización, que corridas de toros. Como un auténtico table de «lo que pasó antes», que es donde está el no es aplicable al público de ningún espectáculo, «parto de los montes» se considera por secreto o, si se prefiere, el engaño. Lo que pasó antes ni siquiera cuando se trata de actos musicales, millares de aficionados la disposición he• está todavía encerrado en los chiqueros y constituye en que la afinidad es más expresa, resulta ab• cha hoy pública por la Subsecretaría de . la sorpresa tantas y tantas veces amarga. Sobre la solutamente Inexacta respecto al público de to• Estado de la Presidencia del Consejo, ór• puerta de toriles campea una pizarra con el pesa del ros. Pues si puede suponerse que la mayoría de toro que se va a lidiar. ¡El peso!... ¿Qué es, qué sig• gano del que depende la Inspección de los espectadores que acuden a las plazas van a nifica el peso? Espectáculos, con la que, de hecho, des• ellas convocados por una común disposición de En primer lugar debería considerarse si los quinien• aparecen las esperanzas puestas en la ex• ánimo hacia lo que se proponen presenciar, la di• tos y tantas kilos que se indican en la pizarra son to• tensión a los ruedos portugueses de los versidad de gustos, de caracteres, de tempera• dos del toro o hay una parte de ellos, diré, que de usos tradicionales que rigen el espectácu• Imaginación por no poner una palabra fea y vergon• lo taurino a la usanza española. mentos, de datos sobre la Fiesta constituyen una zante. Me acuso muy particularmente de haber hecho, Referido en su casi totalidad a la ac• variedad de inclinaciones que necesariamente ha en tiempos remotos, y en estas mismas páginas de tuación de los «forgados» y a la dura• de reflejarse en su comportamiento. Esa diversi• EL RUEDO, y bajo el mismo título de «Pregón de to• ción de la lidia, el nuevo Reglamento, dad sobre unas reglas inalterables permite la re• ros», casi una campaña a favor de que se ofreciera al aunque puesto en vigor a título puramen• novación del toreo, la existencia simultánea de es• público el peso en vivo de las reses a lidiar, como ya te experimental, no sólo no afronta as• tilos que contrastan y recíprocamente se influ• creo que se hacía entonces en Méjico. Desgraciada• pectos tan esenciales como es, por ejem• yen, el triunfo de lidiadores que no se parecen mente, pronto me convencí de que el peso no era tono plo, el de la muerte del toro, rdno que ni nada entre sí. í lo necesario ni muchísimo menos. Era una parte mas siquiera hace referencia a las mínimas bien pequeña. En las tauromaquias se habla de toros exigencias que su trapío debiera compor• Aunque atemperado por las responsabilidades robustos, palabra deslumbrante y hermosa, pero la ro• tar, causa esta última de permanentes inherentes a su tarea, el crítico no deja de ser bustez no es. no la da la gordura, y si. además, la abusos en las arenas lusitanas. No eran público. No deja de |serlo en orden al subjetiviv gordura anunciada en kilos no responde a la realidad estas, empero, las perspectivas de los mo inevitable que impregna nuestra reacción de la báscula, se derrumba la mínima esperanza del sectores interesados —aficionados, em• ante los fenómenos estéticos. El critico es un peso en vivo. Cierto que en los primeros tiempos de presarios, ganaderos, artistas— cuando espectador que procura actuar de una manera la instauración de la pizarra anunciadora se acallaron hace tres años a ratz de la toma de pose• desapasionada, que anota unos hechos de pos que muchas protestas del público, sugestionado, impresio• sión de la Subsecretaría de Estado por está obligado a suscribir un testimonio veraz. nado por los quinientos o más kilos cantados. Además, el doctor Paulo Rodríguez, uno de los Sabe que cuando ha .terminado la corrida empie• ocurría que, a la sazón, no se caían los toros ni siquie más conspicuos y relevantes admiradores za a enfrentarse con unas obligaciones que sólo ra cuando los picadores barrenaban a modo hasta me• de la Fiesta, fue designada una amplia a él incumben. Como cualquier otro espectador Comisión para el estudio y deliberación ter la arandela y sobrepasarla, a veces, largamente. ha experimentado emociones, pero «ene el deber de las nuevas normas. Un Reglamento re• Prescindiendo ya de la inútil pizarra, con su verdid de explicarlas e incluso justificarlas. Ahora bien; visado, a mayor abundamiento, por otro o con su imaginación, el público se atiene a lo que lo que no hará, pues le resultará imposible si es numeroso equipo de aficionados en el ve, y lo que ve son cornamentas más bien pobres, ma• sincero, es negarse a sí mismo, disimulando, es• nos que se doblan a las primeras de cambio sin que que se llegaba incluso a la aceptación de condiendo sus preferencias. La diversidad del to• hayan intervenido los picadores y una falta de apa• la muerte del toro en el redondel, que• reo, como la de todo arte a partir del momento riencia casi absoluta. Las protestas surgen por doquier, dó entonces redactado y abierta con él histórico en que su preceptiva ha perdido rigide• pero la lidia sigue y, salvo en casos extremos, entre la la posibilidad de rescatar para la corri• ces asfixiantes, o ¡sea desde que se está enrique• general complacencia. (Del toro más chico y menos das toda su dramática pureza. Desgracia• ciendo con nuevas experiencias, incluye un sub• aparente de la Feria de San Isidro, aunque bravo, no• damente fue un empeño inútil. Un silen• ble y suavón, le otorgaron a su matador las dos orejas, cio de años habría' de caer en tomo a jetivismo crítico paralelo al subjetivismo del pú• y la crítica fue unánime en los elogios al diestro, pro• tan excelentes propósitos —que incluso blico, de análoga motivación y precursor de este clamando los más exigentes que era lo más puro y per• tuvieron la concreta materialización de último en muchos casos. Así ocurre ra pintura, fecto que se había hecho en la Feria.) No se deduzca una corrida con picadores en Villafranca en literatura, en música; y el arte del toreo no nada del largo paréntesis, sino de todo lo dicho, de la de Xira— para, al final, ver roto con ta puede convertirse en una excepción. publicación de la reglamentación actual, afirmación principal de este comentario de que todo Se nos ¡dirá que la crónica periodística de las considerada a todas luces insuficiente y pasó antes, de que todo está hecho cuando las cuadri• corridas es, además y preferentemente, informa* llas hacen el brillante y jacarandoso paseíllo. parcial. ción. pe acuerdo. En las plazas ocurren cosas Los toros, conforme salieron |1 ruedo uno a uno. «Lo de menos es que sigamos con una¿, que, par» ser contadas, no exigra «tro instru• fueron reconocidos, vistos y revistos por dos veces. Mi• corridas mutiladas —me ha dicho al co• mento que el de la observación más simple. Por rados y remirados, y después pasaron a ocupar los mentarlo uno de los más caracterizados ejemplo, las veces que un diestro entra a matar. chiqueros correspondientes. ¿Por qué pasó aquel cube• críticos taurinos lisboetas—, más sensible El modo de intentarlo será opinable; el número to? ¿Por qué, aquel otro abecerrado?... Pasaron quizá es que con ella no se ponga fin a los sis• de los intentos, no. Una información detallada ha• por papeles, por declaraciones juradas, por guias.. temáticos y habituales escándalos en el brá de consignarlo. Sí, quizá haya mucha picaresca taurina, muchas exi• tamaño y en el peso de los toros». Stn gencias de apoderados, de diestros, de ganaderos y de embargo, no dejó este crítico de recono• Pero agotados los casos semejantes y la impar» empresarios. ¿Pero nadie puede ponerles el veto? cer que en lo sucesivo, con las limitacio• cialidad debida en el trato a las personas, la crí• Ando muy gustosamente enfrascado en la lectura de nes impuestas a la duración de la lidia tica no tiene por qué ser una actividad preme• un excelente libro titulado «La entraña del toreo».