Pedro Sánchez
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MADRID EN LA NOVELA 111 Estudio y selección de Julia Barella y Francisco Gutiérrez Carbajo . A-. MADRID EN LA NOVELA 111 Comunidad de Madrit6. Consejería de Educación SECRETAR~AGENERAL TÉCNICA Servicio de P~rl?lic:~;-:inn?.; C/ /'..1c:.1:. ií." 7.;': - qc;-;?L - , ' l'.:,,l-- .m . MADRID EN LA NOVELA 111 Estudio y selección de Julia Barella Viga1 y Francisco Gutiérrez Carbajo Comunidad de Madrid Cunsejería de. Eduraci6n SECRETAR~AGENERAL A. Servicio de Publicaciones C/ /,lc,?l;i, n." 30-32 p.:;-Yj.2rr!. Cubierta: La tratda de aguas de Lazoya, Eugenio Lucas Velázquez. Madrid, Colección particular Dirección editorial: Agustín Izquierdo Diseño de cubierta: M" González-Conejero Hilla Gestión administrativa: Sección de Publicaciones de la Consejería de Educación y Cultura Fotocomposición: Diseño Gráfico Gallego y Asociados, S.L. @ Comunidad de Madrid Consejería de Educación y Cultura Secretaría General Técnica, 1993 o Del esludio y la selección, Julia Barella Vigal y Francisco Gutiérrez Carhajo BENITOPÉREZ GALD~S Lafontana de Oro (fragmento) o Herederos de Benito Perez Galdos Insolacidn (fragmento) a Herederos de Emilia Pardo Bazán Riueriía (fragmento) Herederos de Armando Palacio Vald6s Lu biuca (fragmento) Aurora ROJCL(fragmento) Mala Hierba (fragmento) o Herederos de Pío Baroja RAM~NDEL VALLE-INCLAN Lo Corle de los milagros (fragmento) Viva. rni dueiio (fragmento) Herederos de Ramón del Valle-Inclán Depósito legal: M. 36.825-1993 I.S.B.N.: 84-45 1-0727-5 Imprenta de la Comunidad de Madrid Impreso en papel reciclado .e-., .m.-. m Presentación La Comunidad de Madrid, a través de la colección ((Madriden la literatura»,pretende ofrecer a los ciudadanos la imagen especular, tanto de su ciudad como del resto de la región, que a lo largo de la historia han dejado en sus obras literarias generaciones de escritores. La refindacidn de la ciudad, que tuvo lugar cuando ésta dio cabida a la Corte de los reyes españoles, vino acompañada de numerosos escritos, pertenecientes a todos los géneros literarios, cuyo objeto era la Villa y Corte, produciéndose asi la invencidn literaria de Madrid, lo que le permitió ocupar un lugar preeminente dentro del universo de las ciudades literarias. Poetas, novelistas, dramaturgos, no han dejado desde entonces de construir en laficcidn una ciudad en constante devenir, una ciudad que continúa inventándose en la actualidad, tanto en la experiencia como en la imaginacidn. La reunión de esta serie de textos, agrupa- dos por su pertenencia a los distintos géneros literarios, hace posible que nazca en el lector una visidn rica y variada, llena de registros, de la villa y sus alrededores, de lo que hoy definimos como Comunidad de Madrid, cuyos múltiples aspectos permanecerían de otro modo ocultos e insospechados. Estoy seguro de que la riqueza y calidad de estos textos acrecenta- rá en el lector si atraccidnpor este Madrid diverso y polifacético y, a través ak del, su amor por la mejor literatura de todos los tiempos. JAIME LISSA\/ETZKYD~EZ Consejero de Educación y Cultura Introducción Las novelas de la segunda mitad del siglo XIX nos presentan un Madrid literario y costumbrista, paralelo al real, que acabará deter- minando y configurando el Madrid de hoy. La ciudad que asoma en. las páginas de ((Clarín*, Pereda, Galdós, Pardo Bazán, Palacio Valdés, Baroja o Valle-Incldn terminará imponiéndose sobre nuestro Madrid de cada día, enriqueciéndolo humana y espiritualmente con la magia de la literatura. La capital de España es, sin lugar a dudas, en esa época el crisol donde se funden los dferentes procesos históricos que alumbran la nueva organización del Estado. Las desamortizaciones de Mendizábal (1836) y Madoz (1855), al prohibir que hubiera conventos de menos de veinte religiosos y limitar su número a uno solo por orden en cada población, cambiaron la fisonomía de las ciudades espaiiolas. Mu- chas órdenes religiosas debieron disolverse y se puso a la venta buena parte del rico patrimonio eclesiástico. En Madrid se vendieron más de quinientas fincas de la Iglesia. Galdós, en La Fontana de Oro, describe de forma admirable cómo era una de Las calles más impor- tantes del Madrid anterior a la desamortización de Mendizábal: Pero hoy, cuando veis que la mayor parte de la calle [la Carrera de San Jerónimo] está formada por viviendas particulares, no podéis comprender lo que era entonces una vía pública ocupa- da casi totalmente por los tristes paredones de tres o cuatro conventos. Imposible es comprender hoy la oscuridad que proyec- taban sobre la entrada de la Carrera el ancho paredón del monas- terio de la Victoria, por un lado, y la sucia y corroída tapia del Buen Suceso por otro. Más allá formaban, en línea de batalla, las monjas de Pinto; por encima de la tapia que servía de prolonga- ción al convento se veían las copas de los cipreses plantados junto a las tumbas. Enfrente campeaba la ermita de los Italianos, no menos ridícula entonces que hoy, y más abajo, en lo más rápido del declive, el Espíritu Santo, que después fue Congreso de los Diputados. Corno veremos en este y otros ejemplos, nuestros novelistas -10s selecciorzados en este libro y otros muchos- reflejan a la perfeccidn buena parte de los hechos políticos, sociales, culturales y urbaníslicos que ocurren en este Madrid que ya es considerado por todos una gran ciudad. El ferrocarril será, por ejemplo, uno de los grandes acontecimien- tos que cambien h fisonomía y la vida de Madrid en los recién iniciados años cincuenta. Entre 1848 y 1858 se trazaron en España ~uzos500 kilómetros de víaférrea. Enfebrero de 1851, la reina Isabel II inauguró oficialmente el tramo que unía Madrid con Aranjuez. La estación de Atocha eslaba ricamente engalanada y el pz~eblode Madrid se encontraba en los andenes, admirando el espectáculo. El ferrocarril sigrtijicaba, entre otras cosas, el fin de las aduanas comarcales y de la industria artesana. Pero el lento proceso de irzdustrialización, que había comenzado en Cataluña y en el País Vmco, no parecía llegar a !Madrid. La capital estaba menos pendiente de los procesos de industrialización que de los vaivenes políiicos, discistidos de forma acalorada en las terthlias de los cafés; además, Madrid era una ciudad colapsada por una lenta Administración, como veremos en las novelas seleccionadas de Pereda, Galdós o Valle- Inclún. La vida política de los años cincuenta ysesenta está presente en las r~ovelaselegidas. En Pedro Sánchez, y también en La Corte de los milagros, no hay calle céntrica de la capital que no haya presenciado alguna vez una revuelta o z~npronunciamiento.Vemos a los madrile- iios corriendo por la calle de Carretas, de la Montera opor la Carrera de San Jerónimo; los vernos acudir CL LQ Puerta del Sol u manijestarse, bajo el reloj del Ministerio de Gobernación, junto a la estatua de la Mariblanca. Así nos lo cuenta Galdós en La Fontana: Mari-Blanca conlinuaba en la Puerta del Sol corno la más concreta expresión artística de la cultura matritense. Ininutahle en su grosero pedestal, la estatua, que en anteriores siglos había asistido al. tumulto de Oropesa y al motín de Esquilache, presidía ahora el espectáculo de la actividad revolucionaria de este buen pueblo, que siempre convergía a aquel sitio en sus ovaciones y en sus trastoinos. Los a.iios de hegemonía de la Unión Liberal consiguieron una cierta estabilidad que se tradujo en mejoras urbanísticas. Pronto asistiremos a las inauguraciones del Teatro Real, con La favorita de Donizetti, del Teatro de Novedades y del de la. Zarzuela, con la representación de La zarzuela de Luis de Olona. Se termina la edficación del Palacio de Congresos y obtiene un gran éxito de público la primera Exposición Nacional de Bellas Artes (en 1856). Son años, además, de continuos y brillantes saraos enel Palacio Real (en uno de ellos se bailará por primera vez en España un ~schottish*, la llamada ((polcaalemuna~, que se convertirá en nuestro ((chotis*, el baile con el que se identficaría para siempre el pueblo nzadrileño). Pero, como dice el cronista de la villa don Ramón de Mesor~ero Romarzos, si el silbido de la locomotora que escuchó Madrid aquel día de febrerofue un hecho muy sign~jicativo,el otro gran acor~tecimiento sería ((elinmenso regocijo con que [el pueblo madrileño] saludó el 24 dejunio [de 185811~llegada asus muros de las aguas del Lotoya» (El Antiguo Madrid, Madrid, 1861). Pronto se inauguraría tambiért en la Puerta del Sol una fuente con un surtidor que se elevaba a unos treinta metros del suelo, que admiraba a los madrileños y dejabcr boquiabiertos a los que venían cle provincias. A principios de los años sesenta llega Galdós a Madrid y, como otros estudiantes, se aloja en las pensiones de la calle de las Fuentes y del Olivo. (Pedro Sánchez, el protagonista de la novela de Pereda, se alojarcí a su vez en una #posada de estudiantes montañeses, mozos de buen humor y bien regidos, en la calle de Caballero de Gra,cia».) Como otros jóvenes de SLL edad, don Benito ~gand~~leabapor las calles, plazas y callejuelas, gozando en observar la vida b~~lliciosade esta ingente y abigarrada capital». Lo mism que Galdós o que el protagonista de Riverita, en la novela de Palacio Valdés, el Pedro Sánclzez de Pereda frecuentaba los teatros y los cafés: Me explicaron cómo podría yo, recién llegado a Madrid, con algún dinero en el bolsillo, pasarlo regularmente entretenido: de día biujuleando por las calles; de noche con ellos, a primera hora, en el café de la Esmeralda, en la calle de la Montera, y más tarde en Capellanes o en el Paraíso del Teatro Real. Es éste el mismo Madrid bullicioso «con sus mil tabernillas, sus puestos ambulantes de quincalla, sus anticuadas tiendas y sus para- dores, que se conservan lo mismito que en tiempo de Carlos IV., del que habla doña Emilia Pardo Bazán en Insolación, donde también leemos: ¡Qué hermoso y agradable estaba el puente de Toledo! Lo recuerdo como se recuerda una decoración del Teatro Real.