Un Siglo Después Del Reconocimiento Científico De La Cueva De La Peña, Candamo
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Expresión simbólica y territorial: los cursos fluviales y el arte paleolítico en Asturias Un siglo después del reconocimiento científico de la Cueva de la Peña, Candamo Expresión simbólica y territorial: los cursos fluviales y el arte paleolítico en Asturias Rodrigo de Balbín Behrmann Miguel Ángel de Blas Cortina M.ª Soledad Corchón Rodríguez Marco de la Rasilla Vives Edición a cargo de M. Á. DE BLAS CORTINA REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS OVIEDO 2014 © de esta edición, Real Instituto de Estudios Asturianos® © de los textos, los autores Cubierta: Diseño de M. Á. de Blas sobre el grabado “Riberas del Nalón” (1880) de José Cuevas y calco de “ciervo herido” de Candamo, de Cabré/Benítez Mellado (1919). I.S.B.N.: 978-84-942660-7-2 Depósito legal: 4095-2014 Imprime: Asturgraf Los caminos más antiguos de la imagen: el Sella RODRIGO DE BALBÍN BEHRMANN 1. INTRODUCCIÓN cionarse con seres superiores propiciatorios. Los individuos humanos, reconocidos como Desde que las formas gráficas del paleolí- de nuestra propia especie, se encontrarían así tico fueron descubiertas, allá por el año 1878, en una situación mental subdesarrollada, pre- en un espacio conocido como las Asturias de via al pensamiento elaborado. Santillana, nos hemos acostumbrado a ver las Estaríamos ante un comportamiento in- imágenes artísticas como evidencias aisladas fantil, imitativo de la realidad, temeroso y ar- en medio de un espacio hostil, lleno de frío y caico, ante una sociedad inferior motivada dificultades, donde los grupos humanos vi- por la necesidad. Esta era la idea del mundo vían separados unos de otros y se organizaban occidental sobre el resto de las culturas huma- en pequeñas bandas de pocos componentes. nas presentes y pasadas que no habían alcan- Nuestra imagen de ese pasado lejano se zado su nivel tecnológico. Pasado y presente asociaba a las cuevas como único ámbito de vi- de las culturas primitivas o salvajes tenían el vienda y decoración de la época, en un paisaje mismo pequeño grado de desarrollo y podían encerrado donde los artistas pintaban imáge- ser comparadas eficazmente entre sí. nes de su entorno, quizás como huida o defen- La gran revolución conceptual se produ- sa ante un mundo tan complejo. jo a partir de la obra de A. Leroi-Gourhan Se imaginaban así grupos independientes, (1965), quien propuso el análisis de las repre- mal dotados para la supervivencia, a partir de sentaciones en sí mismas, bajo criterios estruc- una tecnología pobre en recursos y un pensa- turales. No abandonó la idea previa de que las miento ligado a lo más inmediato, sin sufi- formas tenían un contenido único religioso, ciente capacidad de abstracción o de creación pero inició un camino hacia el tratamiento de de códigos inteligentes de comunicación. Las las imágenes paleolíticas como una frase signi- necesidades de alimentación y supervivencia ficativa. hacían que las obras artísticas que crearan, al- El tiempo le ha ido dando la razón en gunas reconocidas como de gran calidad, estu- muchos aspectos, no solamente en esa forma vieran determinadas de manera obligatoria. de entender las grafías, sino también en su Solo se podía crear imágenes para conseguir propuesta cronológica, que en rasgos genera- alimentos y en el mejor de los casos para rela- les sigue siendo útil. La idea religiosa, sin em- 65 bargo, que iría necesariamente unida a la nes tomarían las rocas exteriores como sopor- oscuridad y el misterio de las cuevas, ha sido te de su discurso. progresivamente abandonada (Balbín y Alco- Ahora, en este escrito, nos proponemos lea, 1999; Alcolea y Balbín, 2007). analizar el territorio del Sella, en el oriente as- Desde 1981 en que se descubrió el yaci- turiano. Tiene características propias que lo miento portugués de Mazouco (Jorge et al., hacen reconocible y elementos significativos 1981, 1982, 1981-82), al aire libre, nuestro que podemos describir y analizar. modelo de arte paleolítico ha cambiado radi- No se puede hablar de fronteras en la Pre- calmente. Si conocemos formas a la intempe- historia, ni antigua ni reciente, ni de espacios rie a lo largo de toda la zona portuguesa cer- concebidos con nuestras actuales orejeras ad- cana a la frontera, y fuera de ella, en la Vieja ministrativas. No se puede hablar de Asturias Castilla, Extremadura, Almería o la Cataluña en el paleolítico, porque no existía como tal. francesa, es porque el procedimiento estaba Si hablamos de Asturias es para circunscribir mucho más extendido de lo que aún hoy po- un espacio geográfico que reconocemos, pero demos conocer (Alcolea y Balbín, 2006). Ello que no tiene contenido significativo más allá significaría que lo más importante y abundan- del descriptivo. Más real es hablar de espacios te de las representaciones artísticas paleolíti- más pequeños, los que van unidos a caracte- cas estaría en lugares públicos, al alcance de rísticas geográficas tangibles, por ejemplo a las todos, en oteros y vados fluviales, lejos de la cuencas fluviales, tan marcadas en el Cantá- oscuridad, el misterio o la religión como la brico. entendemos hoy en día. Como se ha dicho, hay diversas maneras Esas manifestaciones gráficas al aire libre de tratar ese territorio, y la que nosotros pro- deberían entenderse como marcadores de los ponemos ahora es la que tiene contenido grá- espacios ocupados por los grupos humanos fico o artístico si se prefiere utilizar ese térmi- (Bueno y Balbín, 2009), que dejarían así no, incorrecto pero asentado. muestra de su larga pertenencia a los territo- Hay otras formas de reconocer el territo- rios familiares y ancestrales. Esos territorios rio, y la más usual es la de la reconstrucción son para nosotros ahora de la máxima impor- histórica que se basa en la arqueología. Los tancia, pues nos indican una distribución cul- objetos que dejaron los individuos del paleo- tural mucho más realista de la que se propo- lítico en su devenir nos indican mucho de su nía en los viejos modelos, dependientes de las tecnología, economía, uso del medio ambien- cavernas calizas. Zonas ocupadas por el gru- te, cronología y modos de vida. Se trata de po, con diversos espacios de uso, entre los muestras materiales de las que hay que obte- que se podrían encontrar campamentos al ner consecuencias de conducta. El arte paleo- aire libre y en cueva, zonas de explotación lítico es otra manifestación material, pero se económica, márgenes de actuación y relacio- desarrolla por su propio camino, paralelo al nes con otros grupos, que lejos de permanecer propiamente utilitario y consecuencia de la aislados se encontrarían en continuo contacto misma ideología que posee el grupo. No sabe- con ellos mismos y con otros, intercambian- mos lo que significa, pero poco a poco vamos do objetos, personas y conocimientos. sabiendo cómo se organiza, cómo se distribu- ¿Se podría hablar de tribus? Seguramente ye, cómo se relaciona, cómo cambia con el sí, de tribus o grupos similares con relaciones tiempo, en suma, lo que no significa. No te- diversas en la distancia, capaces de unirse pa- nemos el problema resuelto pero vamos te- ra actividades comunes, económicas, sociales, niendo mejores argumentos y mayor capaci- familiares, cinegéticas o bélicas, asentados en dad de análisis y relación. Algo es algo. territorios reconocibles y perdurables. Hay varios caminos para reconstruir esos posibles territorios, y uno de ellos, segura- 2. LA CUENCA DEL SELLA mente el más eficaz, es el de las representacio- nes rupestres, que a veces se presentan como Es uno de los territorios más reconoci- cavernarias, y en la mayor parte de las ocasio- bles, por su delimitación natural entre monta- 66 Fig. 1. Foto aérea del curso del Sella con las zonas marcadas. ñas, por su recorrido perpendicular a la costa ción en los estuarios durante el último proce- y porque su pendiente es limitada hasta la so glaciar (Flor y Camblor, 1989, p. 14). En zona media, permitiendo un tránsito fácil Santoña se tomaron muestras de la base holo- (Fig. 1). cénica del río Asón a –26 y –30,5 m de pro- Naturalmente tratamos de la cuenca co- fundidad (Cearreta y Murray, 1996, p. 289) y mo eje de una zona de explotación, lo que no en Bilbao a –24 y –21 m (Cearreta y Murray, requiere una vida estricta en su entorno, ni 2000, p. 156), siempre por encima de los nive- marca fronteras insalvables. Es un ámbito or- les rocosos de excavación pertenecientes al fi- ganizado en torno al río, a su geografía y a sus niglaciar Würm. Desde el comienzo de la de- recursos naturales, que en su momento se glaciación, a partir de una posición inicial de añadirían a los marinos de una más amplia 110 m del nivel del mar por debajo del actual, desembocadura. este iría subiendo a una velocidad inicial de Como en otros casos, lo que conocemos 11,5 mm/a, cambiando en un tiempo relativa- se remite a las cuevas, con la versión peculiar mente breve el perfil de los río cantábricos y de la Güelga en la zona media, porque la ero- de las márgenes de los mismos (Alonso y Pa- sión producida desde el final de los hielos ha gés, 2010). Esto significa que todo lo que se colmatado todas las salidas fluviales, que con encuentra por encima es consecuencia del frecuencia lo hacen en forma de ría. Los son- comportamiento postglaciar, que cubrió con deos existentes en alguna de las desemboca- sedimentos los posibles restos de conducta duras de los ríos cantábricos, como las del Eo, paleolítica al aire libre. No es fácil por tanto Navia y Nalón, han llegado al sustrato rocoso encontrar materiales antiguos sobre el suelo en profundidades de 65, 45 y 60 m respectiva- actual y una vez más debemos meternos en mente, lo que indica los procesos de excava- las cuevas para encontrarlos.