29 de enero dÍa del heroÍsmo paceÑo Himno Paceño

Música: Eloy Salmón Poesía: Ricardo Bustamante

La Paz que en este día Los timbres de su fama de Julio se engalana la América en un templo con timbres de que ufana, conserva como ejemplo recuerda su esplendor. de honor y de virtud. Patriótica armonía Y al fuego que la inflama, de pueblos cuya historia su suelo viendo hollado, ligada está en la gloria se inspira en el pasado de su ínclito valor. su heroica juventud.

Saludando de Julio el gran día, que es del pueblo paceño el blasón, celebremos con grata armonía de valientes y libres la unión. Introducción Mediante Ordenanza Municipal nº 002/2009, el Gobierno Municipal de declaró el día 29 del mes de enero de cada año, Día del Heroísmo Paceño, como justo homenaje a los héroes que lucharon por nuestra independencia. Esta fecha recuerda dos hechos relevantes de nuestro proceso histórico nacional: la ejecución de los principales cabecillas de la Revolución Julia (29 de enero de 1810) y la ocupación de la ciudad de La Paz por el patriota guerrillero José Miguel García Lanza, más conocido cómo José Miguel Lanza, quien proclamó solemnemente la independencia del Alto Perú, hoy (29 de enero de 1825), coincidentemente la misma fecha en que fueron ejecutados, quince años antes, su hermano Gregorio y los demás protomártires de la independencia. Breve historia El suplicio a los principales cabecillas de la Revolución Julia El 29 de enero de 1810 las tropas realistas guarnecían fuertemente la ciudad, divididos en diferentes puntos, cubriendo los cuatro frentes de la plaza Mayor (actual plaza Murillo) y cerrando sus esquinas con artillería. El general Goyeneche, ejecutando una sentencia que el mismo firmó y expidió, mandó a colocar un tablado con horcas frente al antiguo Loreto (sitio donde se encuentra actualmente el Palacio Legislativo), para ejecutar a los principales cabecillas que se sublevaron contra la corona española el 16 de julio de 1809. A las ocho de la mañana, mientras sus compañeros esperaban recluidos dentro del Loreto, Manuel Cosío fue sacado de la cárcel montado en un burro y, después de dar vueltas por la plaza pasó por debajo de las horcas, siendo maniatado en la pileta que estaba en medio del lugar, para observar la muerte de cada uno de los cabecillas. El primero en ser ejecutado fue Murillo, quien fue traído arrastrado por un asno hasta el pie de la horca, allí se descubrió el rostro, quitándose la capucha del saco de misericordia (saco viejo de bayeta blanc Después del trágico final que se le dio a Figueroa, para que no sucediera lo mismo con los demás sentenciados, Goyeneche mandó a que muriesen al garrote, en el siguiente orden: Juan Basilio Catacora Buenaventura Bueno Melchor Jiménez Mariano Graneros Apolinar Jaén Gregorio García Lanza Juan Bautista Sagárnaga

Cuando Sagárnaga estaba a punto de ser ejecutado, su espada fue arrojada al aire como acto de degradación, ya que antes de la revolución había servido como oficial de los ejércitos reales, pero ésta cayó clavándose en el suelo, lo cual dio lugar a varios augurios populares. Sobre la muerte de Gregorio García Lanza, un escritor anónimo narró lo siguiente: “Una mujer enlutada, seguida de dos tiernos niños, se presenta ante Goyeneche. –Señor, le dice al tirano, salve la vida de mi esposo por piedad a estos niños. –No, responde soberbio Goyeneche. La matrona clavaba una mirada de odio en la turbada faz del déspota y repite en tono solemne: -Caiga la sangre de García Lanza sobre tu frente. Y sale. Luego, con el corazón grande y varonil con que la dotó la naturaleza, espectó la trágica ejecución de su esposo. Cuando el día declinaba, en ese solemne momento de eterna melancolía, la misma mujer y un fraile sacaban, casi arrastrando, un cuerpo humano, con sigilo y precaución, del palacio de Goyeneche. Los dos misteriosos personajes se dieron al templo de San Francisco. El fraile comenzó a abrir un hoyo al pie del altar de San Antonio, mientras la mujer, con las manos plegadas, oraba. El fraile acabó su tarea y la mujer descubriendo el rostro del cadáver le dio un beso en los yertos labios y cayó desmayada. El cuerpo descendió al hoyo con un ruido sordo, el fraile repitió un responso y echó tierra enseguida. ¡Así de sencillo fue el entierro de uno de los más ilustres protomártires de la independencia americana!. Esta mujer era la señora Manuela Campos y Seminario”. Una vez muertos los revolucionarios, Manuel Cosío, después de presenciar horrorizado la muerte de sus compañeros, volvió a pasar por debajo de las horcas para luego ser regresado a la cárcel. Los espectadores que contemplaron las ejecuciones, no se atrevieron a hacer burla ni comentarios desfavorables del tremendo castigo. A las once del día, el cuadro que ofrecía la plaza era sombrío. A las seis de la tarde descolgaron los cadáveres y estos fueron enterrados a pesar de la oposición del obispo La Santa, que deseaba que se los eche al “cenizal” (el murallón que une la calle Ingavi con la avenida Montes fue el antiguo Cenizal de la Paciencia, sitio en donde se depositaba la basura, que muchas veces era arrojada al río Choqueyapu). Se mandó a cortar la cabeza de Murillo, para exponerla como escarmiento en una pica en el camino a Potosí (cuenta la tradición que en ese lugar se ha levantado el Faro Murillo). Lo mismo sucedió con la de Jaén, que fue colgada en el camino hacia Coroico. Los cadáveres de los revolucionarios fueron recogidos piadosamente por diferentes clérigos, siendo llevados a distintas iglesias: Murillo y Sagárnaga a San Juan de Dios; Figueroa al Sagrario; Graneros a El Carmen; Jiménez a Santo Domingo; Catacora y Bueno a la Merced; y Lanza y Jaén a San Francisco. La Cripta de los Héroes de la Basílica Menor de San Francisco Actualmente los restos de estos hombres, a quienes la posteridad ha consagrado con el glorioso nombre de “Protomártires de la Independencia Americana”, descansan en urnas de bronce en la Cripta de los Héroes de la Basílica Menor de San Francisco (declarada monumento religioso por el H. Concejo Municipal de La Paz, mediante Ordenanza Municipal nº 076/99 HAM – HCM 074/99), donde también se encuentran las urnas de José Ballivián, noveno Presidente de la República de Bolivia y Mariscal de la batalla de Ingavi, Eduardo Avaroa, máximo héroe civil de la guerra del Pacífico, Otto Felipe Braun, héroe de la independencia y Mariscal de Montenegro; así como los restos de Anselmo Murillo, héroe de la batalla de Ayacucho, y la tumba de Diego Baena y Antipara, impulsor de la reconstrucción de la Basílica. En conmemoración del 29 de enero de 2010, fecha en que se recuerda los 200 años de la ejecución de los protomártires de la independencia, el Gobierno Municipal, en coordinación con la dirección del Centro Cultural Museo de San Francisco, entregó dos placas de mármol de 90 por 1.40 cm, con las sentencias dictadas contra los revolucionarios del 16 de julio de 1809; al igual que la imagen escultórica de la “Patrona del Ejército Patriota”, la Virgen del Carmen.

Restos mortales y urnas de los protomártires En 1939, cuando se efectuaban refacciones al altar del templo de San Juan de Dios, donde de acuerdo a testimonios históricos se habían enterrado los cuerpos de Murillo y Sagárnaga, se exhumaron tres cuerpos: dos completos y un tercero sin cabeza. Para confirmar sus identidades, el alcalde Humberto Muñoz Cornejo constituyó una comisión médica y otra histórica. La primera determinó que los tres correspondían al sexo masculino, que uno de ellos no tenía cabeza, ni se pudo encontrar restos de huesos craneales. Por otro lado, la comisión histórica determinó que los restos mutilados pertenecían a Murillo. Sobre los otros dos, comprobó que uno pertenecía al subteniente de milicias Sagárnaga, ya que cerca de su cráneo fue encontrado un pedazo de vaina de su espada (que fue rota en el momento de su degradación) y al lado el garrote y la cuerda que usó el verdugo; no se pudo establecer la identidad del tercer cuerpo, suponiendo que podía tratarse de otro revolucionario cuyo nombre no pudo recoger la historia. Éste fue enterrado en el Cementerio General el 5 de febrero de 1940. De inmediato, se organizó un Comité de Homenaje a la memoria de los protomártires (Decreto del 12 de enero de 1940); se procedió a organizar la glorificación de los restos, que fueron colocados en urnas de bronce (Decreto del 23 de enero de 1940); el presidente de la República, general , declaró feriado nacional, para que el pueblo asistiera al acto de glorificación (Decreto del 25 de enero de 1940); y finalmente, en una ceremonia en la escalinata de la Catedral de La Paz, frente a la plaza Murillo, miembros del Poder Ejecutivo, del H. Cuerpo Diplomático, autoridades locales, de administración nacional y el pueblo paceño, asistieron el 29 de enero en conmemoración de la fecha del suplicio a la glorificación de los restos. Los restos de Murillo fueron glorificados sin la cabeza, cuyo paradero se desconocía. Por varios años se propagaron falsas creencias, entre ellas que estaba enterrada debajo del Faro Murillo. Investigaciones realizadas por la División de Nominación de Espacios Públicos del Gobierno Municipal, permitieron dar con su ubicación en mayo de 2008. Las pesquisas indican que, después que estuvo colgada en una pica en el camino a Potosí, la hija de Murillo, Tomasa, acompañada del franciscano Juan de Dios Delgado, fue a descolgarla y esconderla en la iglesia de San Francisco, lugar donde fue exhumada tras una remodelación en 1945 (actualmente sus restos craneales fueron colocados en la urna donde se encuentra su cuerpo). De la misma manera, se ubicaron los restos de Apolinar Jaén, Buenaventura Bueno, de los hermanos García Lanza, Gregorio y Manuel Victorio, para los cuales se hicieron moldear urnas de bronce semejantes a las fundidas en 1940. Urna de José Ballivián y Segurola (1805 – 1852) En 1975 el Supremo Gobierno otorgó a Ballivián el grado de Mariscal Post-Mortem. De esta manera, sus restos fueron exhumados del Cementerio General, introducidos a una urna de mármol blanco, donde se hizo grabar “Capitán General de los Ejércitos Bolivianos”, para finalmente ser depositados en la Cripta de los Héroes. Ballivián fue quien encabezó al ejército boliviano para enfrentar la segunda invasión del general peruano Agustín Gamarra, al que derrotó en la batalla de Ingavi (18 de noviembre de 1841), consolidando así la independencia de Bolivia. Entre otros logros, suscribió el Acta de la Independencia (1825); combatió por la independencia y al lado de la Confederación Boliviano-Peruana; ejerció el cargo de Presidente de Bolivia (1841-1847) y entre sus principales obras estableció puertos fluviales, creó el departamento de Beni y el banco de rescate minero. Urna de Eduardo Avaroa Hidalgo (1838 – 1879) En 1952 los nietos de Eduardo Avaroa, Juan, Jorge, Humberto y Eduardo Abaroa, cuyo apellido fue modificado debido a la “chilenización” implantada en los territorios cautivos tras la Guerra del Pacífico, llegaron a La Paz acompañados de una urna de bronce que contenía sus sagrados restos. Esta urna fue dispuesta por el ejército chileno en homenaje al héroe del Pacífico. En La Paz fue recibido con todos los honores, siendo resguardada en la Cripta de los Héroes. Avaroa es el hombre que ofrendó la vida en un acto increíble de heroísmo, defendiendo a Bolivia de la usurpación chilena, sus últimas palabras son recordadas cómo un acto leal de resistencia: “¡…Que se rinda su abuela… Carajo!”, y la fecha de su muerte, 23 de marzo, se ha convertido en un día cívico: el Día del Mar. Urna de Otto Philipp Braun (1789 – 1869) En julio de 2008 se hizo la apertura de esta urna cuyo contenido era desconocido hasta entonces. La División de Nominación de Espacios Públicos inspeccionó la misma, encontrado grabado en el interior el nombre de Otto Philipp Braun y una referencia sobre el lugar en que sus restos fueron cremados, , Alemania. Algunos escritos indican que Braun volvió a Alemania en 1840, donde, según se cree, falleció. Investigadores alemanes hicieron conocer a los franciscanos que en Kassel, lugar de nacimiento de Braun, existe una tumba que indicaba que fue enterrado en ese lugar y que desconocían cómo los restos del legionario ingresaron a la Cripta de los Héroes. Los archivos de Braun fueron obsequiados por el gobierno alemán a su homólogo boliviano (se lo conserva en el Archivo Nacional de Bolivia). Braun es una figura eminente a nivel nacional e internacional, ya que combatió en el ejército alemán contra las tropas napoleónicas, en el ejército libertador frente a los realistas y en el ejército boliviano frente a las tropas peruanas y argentinas. Restos mortales de Anselmo Murillo Los restos de Anselmo Murillo fueron repatriados el 14 de junio de 1999 por el embajador de Bolivia en Perú, Jorge Gumucio, en un cofre envuelto con la bandera Boliviana, la cual conserva a la fecha. El ministerio de Relaciones y Culto y las Fuerzas Armadas bolivianas le rindieron los honores correspondientes a un héroe de la nación. Sobre la vida de Anselmo Murillo se conoce que con el grado de subteniente participó el 9 de diciembre de 1824 en la batalla de Ayacucho, donde se distinguió por su valentía y heroísmo al comandar una compañía de Cazadores. Falleció en Lima el 25 de febrero de 1882, siendo ascendido a Coronel de forma póstuma. Tumba de Diego Baena y Antipara En el lado izquierdo de ingreso a la Cripta de los Héroes se encuentra la tumba de Baena, quien fue maestre de campo y próspero minero. Inició sus trabajos en la mina Araca, ubicada entonces en el arzobispado de La Plata, logrando formar una considerable fortuna, con la cual compró propiedades en casi todas las valiosas fincas de ese cantón. En 1755 su fortuna alcanzó montos enormes, por lo cual decidió donar parte de esta riqueza a la reconstrucción del templo de San Francisco, al igual que para el de las carmelitas de La Paz y otras obras pías. Falleció en Oruro casi en la pobreza. Los franciscanos, al enterarse de su muerte, trasladaron sus restos y después de solemnes funerales lo sepultaron al pie del altar de la Pretina (lugar donde actualmente se encuentra). En la Cripta de los Héroes también se encuentran dos arcones. El mayor conserva las cajas donde fueron depositados el cráneo de Murillo y los restos de Jaén, Bueno, de los hermanos García Lanza, Gregorio y Manuel Victorio, después que fueron exhumados en 1945. El arcón menor conserva arena del Litoral boliviano, pequeños banderines tricolores en alusión a la bandera nacional y un periódico que informa sobre la invasión chilena a territorio boliviano. Ocupación de la ciudad de La Paz por el patriota guerrillero José Miguel García Lanza Con la victoria del mariscal Antonio José de Sucre en los campos de Ayacucho, acabó la dominación española en Sudamérica. Tras este triunfo, el 29 de enero de 1825 José Miguel García Lanza, al mando de los guerrilleros de Inquisivi y Ayopaya, ingresó a la ciudad de La Paz y, titulándose Presidente, proclamó la Independencia, antes de la llegada de las tropas de la Gran . Este hecho fue determinante para que los libertadores, Bolívar y Sucre, concedieran a los altoperuanos el derecho a decidir su propio destino. José Miguel, hermano menor de Gregorio y Victorio (protomártires de la revolución del 16 de julio), encontrándose en Córdoba, luego de la tragedia de sus hermanos, retornó a su ciudad natal. Desde 1812 hasta 1825, formó una guerrilla con la cual inició una lucha incansable contra las huestes españolas. Tuvo el honor de recibir a los libertadores, de concurrir a la primera Asamblea Constituyente, de ser nombrado comandante general de Chuquisaca y cuando se produjo el intento de asesinato contra el mariscal Antonio José de Sucre, entonces Presidente de Bolivia, reunió refuerzos en Potosí y dispersó a los amotinados, recibiendo en este encuentro una herida en el pecho. El mismo día, fue ascendido por Sucre a general de división; pero las heridas sufridas tras varios combates impidieron su recuperación total y siete días después rindieron su vida (Sucre, 30 de abril de 1828).

Bustos que conmemoran a José Miguel García Lanza En memoria de este gran patriota, a quien la historia justamente ha nombrado “El Pelayo Boliviano”, el Gobierno Municipal hizo erigir un busto en piedra comanche con su efigie en 1982, obra de los escultores Eusebio y Cipriano Montealegre. El busto se encuentra sobre un pedestal que lleva tallada una escultura en alto relieve, que, con la imagen de una mujer, representa alegóricamente la Independencia de la República; asimismo lleva también, detrás, en alto relieve, el escudo de armas. El espacio público donde está ubicada esta obra, entre las avenidas Bautista Saavedra y de Los Leones de la zona de Miraflores, era apenas hasta 1970, una vía ancha llena de tierra que servía como distribuidor vehicular. En 1980 se diseño en el lugar una primitiva rotonda para situar la efigie escultórica del guerrillero. Después de 29 años, el H. Concejo Municipal, en acto de homenaje póstumo, mediante Ordenanza Municipal nº 127/2009, la nominó como plazoleta José Miguel García Lanza, develándose su respectiva placa nominativa el 29 de enero de 2010. En la avenida Germán Busch de la zona Miraflores se encuentran once bustos fundidos en bronce, entre los cuales se encuentra el que conmemora al afamado guerrillero. A inicios de 1995, debido a la importancia que fue adquiriendo la avenida, por ser lugar donde cada año, en fecha 7 de agosto, día de las Fuerzas Armadas de Bolivia se realizaba la Parada Militar, la Alcaldesa Mónica Medina acordó con las Fuerzas Armadas, erigir a lo largo del recorrido los bustos de los más sobresalientes héroes bolivianos, de esta manera se fundió en bronce la efigie de García Lanza.

Conclusión No se han incluido en esta pequeña publicación los nombres de varios de nuestros héroes paceños que lucharon por la independencia: las heroínas Vicenta Juaristi Eguino, Simona Manzaneda, Bartolina Sisa, Úrsula Goizueta, Ramona Sinosaín, Manuela Campos y Seminario, Juana Sota Parada, María M. Sagárnaga, Manuela Uriarte, entre otras; al igual que de los patriotas militares y guerrilleros Andrés de Santa Cruz, José María Pérez de Urdininea, Juan Copitas, Eusebio Lira, los hermanos Contreras, Rodríguez, Ramos, Gómez, Herboso, Cari, Carreón, Monroy, entre otros tantos conocidos y un número desconocido de héroes anónimos que participaron en la guerra y las batallas por nuestra independencia, a los cuales les debemos respeto, honores y gratitud. Canto a Murillo Letra y música: Luis Felipe Arce La victoria grandiosa de Julio en el alma del pueblo vibró; nueva vida, nuevos hechos a Bolivia una gloria le dio. Y Murillo mostró ante el mundo el coraje que su alma asombró y la luz de su Tea bendita a los pueblos de América alumbró. Desde entonces somos libres, bajo un cielo sin igual, entonando por doquiera la gloriosa epopeya inmortal. Cuando el viento del Illimani bata a ritmo nuestro pendón, oh, cantemos a Murillo esta noble y sentida canción.

GOBIERNO AUTÓNOMO MUNICIPAL DE LA PAZ Revisión de edición: Dr. Luis Revilla Herrero Pedro Susz Khol Alcalde Municipal de La Paz Director de Gobernabilidad Walter Gómez Méndez Autores: Oficial Mayor de Culturas Carlos Gerl & Randy Chávez Arq. Ximena M. Pacheco Mercado Diseño: Directora de Patrimonio Cultural Arq. Ysrael A. Mendoza Maldonado

Arq. Patricia T. Vásquez Aguilera Imágenes de los archivos del Museo Municipal Jefa de Unidad de Patrimonio Casa de Murillo y de la Unidad de Patrimonio Material y Natural Inmaterial e Investigación Cultural.