INSTITUTO DE ESTUDIOS TARRACONENSES «RAMOxNT BERENGUER IV» CENTRO COMARCAL DE

LAS ESTACIONES PREHISTORICAS DEL PLA DEL MASET (CAP DE ) Y LES GAVARRES (CONSTANTI) POR SALVADOR VILASECA Y RAMON CAPDEVILA

SERIE ARQUEOLOGICA, NÜM. 32

REUS 19 6 8

PLÀ DEL MÀSET (Cap de Salou) y

LES GAVARRES (Constanti) INSTITUTO DE ESTUDIOS TARRACONENSES

«RAMON BERENGUER IV»

PUBLICACION NUM 44.

Imptenta Diana - Santa Ana, 19 - Rem - Dep. Leg. T, o.° 3234 - 19é8, - Edita: S. Vilaseca y Rr^apdevíla. . INSTITUTO DE ESTUDIOS TARRACONENSES «RAMON BERENGUER IV» CENTRO COMARCAL DE REUS

LAS ESTACIONES PREHISTORICAS

DEL PLA DEL MASET (CAP DE SALOU) y LES GAVARRES (CONSTANTI)

POR

SALVADOR VILASECA Y RAMON CAPDEVIIA

SERIE ARQUEOLOGICA, NÜM. 32

REUS 19 6 8

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EL PLÀ DEL MÀSET (SALOU) E1 Cap de Salou se halla a un kilómetro al E.SE. de esta pobla- ción separando las magníficas y actualmente «urbanizadas» playas situadas entre la misma y las de de las de la Pineda hasta la desembocadura del Francolí. Forma un triángulo de unos dos kilómetros y medio de altura con vértice en la Punta Grossa y la Falconerà, y unos tres kilómetros de anchura máxima entre Els Pilons y la Punta de la Sella; más al interior, entre Les Ferreries y el Racó, forma un pequeño istmo, estrechándose medio kilómetro. Su altura máxima sobre el nivel del mar es de 72 m. a poca distancia del faro. El borde occidental se presenta muy recortado, con numero- sas puntas y calas, mientras que el oriental está presidido por los acantilados de Els Anlliscalls y la Sella, con profundidades de más de 15 m. (1). El aspecto geográfico y la constitución geológica del Cabo están descritos en una memoria que en 1923 publicamos en colaboración con el profesor J. R. Bataller (2). En síntesis, fueron caracterizadas las formaciones siguientes: 1, Cuaternario; 2, Formación subaérea; 3, Mioceno ( Helveciense ) ; 4, Cretácico (Aptiense); 5, Jurásico (Ca- loviense y Batoniense). El Cuaternario marino, estudiado por nues- tros amigos Jaime de Porta y Nuria Solé, situado casi a nivel del mar actual, con Strombus bubonius Lamk., COOTS mediterraiieus Mar- tini, etc., en la Cala de la Font (3), debe ser atribuido al Tirrenien- se II ó III. El esquema tectónico del cabo está caracterizado por pliegues

(1) Larica y evocadora toponimia del Cabo de Salou se halla desgra- ciadamente en trance de pasar al olvido y de ser substituida por otra inade- cuada y exótica. Por otra parte, algunos de sus bellísimos parajes, ademas de haber perdido totalmente su primitivo encanto natural, resultan inacce- sibles al excursionista. — V. Hoja , 473, 1933. Inst. Geogr. y Cat. (2) J R BATALLER i S. VILASECA. Geología del Cap de Salou, «Butll. del C. Exc. de Cat.», num. 336, 32 ps., 8 fig. y 8 láms. Barcelona, 1923. Biblio- grafía completa (56 títulos) hasta aquella fecha. (3) En 1919 publicamos una nota sobre el movimiento ascensional de las pequeñas playas del cabo de Salou, de formación detrítica con infinidad de fragmentos de conchas («Butll. Inst. Cat. d'Hist. Nat.», Barcelona, 1919, p 75) — JAIME DE PORTA Y NURIA SOLE, Las formaciones tirrenienses del Cabo de Salou, «Mem. y Com. del Inst. Geol, Prov.», XIII, Barcelona, 1955 • Testigo local del movimiento de la tierra. Medio millón de anos [tiene la playa de Salou, «Reus», T. III. 1953. — En 1962 y 1964 visitamos estas playas con los sabios cuaternaristas franceses E. Bonifay y H. de Lumley. anticlinales y sinclinales dirigidos de SO. a NE. y tres fallas prin- cipales en la misma dirección, debidos a presiones orogénicas del SE. La formación geológica del Cap de Salou había sido referida totalmente al Cretácico por Mallada (4). En 1920 caracterizamos el Urgo-Aptiense (5). Al parecer, pertenecen a este período todos los niveles cretácicos del cabo: estratos de calizas muy duras grisáceas, bancos de calizas margosas con Orbitolina, mantos calizos con Re- quienia y poliperos, y bancos con foraminíferos. A estos niveles se superpone una formación detrítica que constituye el techo de la serie estratigráfica. Como veremos, la materia prima del yacimiento del Pía del Maset, procede casi enteramente de las calizas cretácicas indicadas.

Fiá. 2. — Corte áeolóáico Aráelaáars <3e Paella - Farol», incíicsdo xoi la línea de trazos y puntos de la fiétira 1. Interesante fenómeno geológico del Cabo de Salou era el de las dunas o «muntanyes de l'arena» que ocupaban unos cuatro kilóme- tros de extensión con un espesor de 50 metros (6). Cubrían buena parte de los valles y pequeñas hondonadas interiores, sobre todo en dirección 0.-E. y NO.-SE., que es la de los vientos predominantes («seré»), los cuales, penetrando por entre el antiguo lazareto y la Llosa o Torra del Telégraf, transportan y elevan las arenas hasta 100 m. de altura. Durante los últimos años estas arenas han sido muy explotadas como material de construcción. El Pía del Maset es una llanura situada en el interior del Cabo y más o menos paralela a la Platja Llarga, a sólo unos 20 m.s.m. Está constituida por tierras arcillosas cultivadas, arenosas hacia el litoral, y cubierto aun por algunas dunas y pobres pinares en la parte de Poniente. Casi de uno a otro extremo, de O.NO. a E.SE., o sea desde Els Pilons al Racó, lo atraviesa el camino de su nombre (Camí del Pía del Maset), y en la dirección N.NO.-S.SE. lo cruza en el punto central y más bajo del Pía (7), el Camí de la Parola, que une la Torra del Telégraf (cota 62) con el faro. Otro camino

(4) LUCAS MALLADA. Reconccimiento geográfico y geológico de loa provincia de Tarragona, «Bol. Com. Mapa geol. de España», t. XVI, Madrid, 189L (5) S. VILASECA. L'Urgo-aptià al Cap de Salou. «Ins. Cat. d'Hist. Nat.», Barcelona, 1920. — En 1921 caracterizamos el Jurásico, Qualques algues del Jurassic tarragoni, «Inst. Cat. d'Hist. Nat.», Barcelona, 1921. (6) M. FAURA i SANS, La «muntanya de l'arena-» o les aunes de Salou, «Butn. de I'Agrup. Excurs.», III, Reus, 19Í7. antiguo importante es el que va de la antigua vía romana y carre- tera de Valencia, actualmente autopista de Tarragona a Salou, no lejos de la torre del Telégrafo, hasta el corral del Baló, cerca de Paella.

O loo 1,000 varas oaatellánas

Fié- 3. — El Cap de Salou, seáún un Fié. 3. — El Cap de Salou según el «Plano érabado francés del siglo XVII. geográfico del triángulo que forman Tarra- gona y Reus con el Puerto de Salou para la construcción del nuevo canal de Reus...». De Pedro Boada de Costas, «Canal de Reus», l8o6.

EL YACIMIENTO

Está situado en. el extremo oriental del Pía del Maset. En la vertiente opuesta se hallan las ruinas del Mas de Paella y al pie de otro cerro paralelo las del corral del Baló, orientadas hacia el Racó y Tarragona. El yacimiento dista medio kilómetro al E.SE. del cruce del Cami del Maset con el de la Farola, y unos 200 metros al norte del Mas de l'Escariola. Puede visitarse desde el Racó, atravesando el Argelagar de Paella por el camino del Mas de este nombre, o desde Salou partiendo del «Camping Salou» y siguiendo uno de los caminos antiguos o mo- dernos que enlazan con el del Maset, o bien desde la Platja Llarga, en la ahora llamada Cala Garbí, siguiendo un camino de dirección O.NO. y luego N.NE., hasta los chalets Philips, que están en el mismo camino del Maset. El área del yacimiento puede calcularse en unos dos kilóme- tros cuadrados; forma algunos bancales con acusada pendiente hacia el Pía. La cubeta que lo constituye es en aquella parte más arenosa, actualmente no se cultiva y es posible que llegara a encharcarse en épocas más lluviosas que las actuales.

Figura 4

En la parte baja de la vertiente se conservan algunos algarro- bos y en toda ella existe una típica flora de «garriga», en la que sobresalen: algunos pinos, coscoja («coscolls» o «garrics»), aliagas («argelagues»), jaras («estepes»), romero («romer», «romanill»), es- pliego («espígol»), lentisco («mata»), palmito («palma d'escombres»), antirrinos («conillets»), globularia («fuixarda») en otoño, «herba cu- quera» en primavera, etc. Abundan relativamente en la superñcie grandes conchas de Helix y Rumina decollata y de Cyclostoma eiegans. Rarísimas veces se observa alg^una concha marina.

Fiéura 5 Hacia el S. asoma la punta de la Sella (57 m.) y hacia ponien- te se perfilan las lejanas sierras de Vandellós y y las muelas de Llavería y . Por el norte, el valle queda cerrado por la Tossa y torre del Telégrafo. Desde el yacimiento no se ve el mar. En otros tiempos, el lugar estuvo más habitado. Las tierras del Argelegar fueron cultivadas y a tinos 200 m. al N. del yacimiento se conservan restos de algunas barracas de piedra en seco, lo mis- mo que cerca de los chalets Philips y en la vertiente opuesta del Argelagar.

Figura 6 El suelo del yacimiento está constituido por bancos de calizas cretácicas blancas no muy duras, superpuestas a otras del mismo período muy compactas y de color grisáceo. Como hacíamos notar en 1923 (2), aquellas calizas encierran numerosos nodulos de sílex, de hasta 80 cm. de dimensión máxima. En la vertiente opuesta han aparecido tongadas de greda blanca, con delgadas capas de sílex muy fragmentadas. LA INDUSTRIA

Los nodulos de sílex indicados constituyen la materia prima prácticamente inagotable, aunque no muy buena, de esta industria. Algunas veces fueron aprovechados cantos rodados de sílex oligo- cènico recogidos en las playas próximas, sobre todo en la bahía y barra del Francolí. En general, el sílex del yacimiento es de color amarillo claro o casi blanco y de superficie áspera y granulosa; en raras ocasio- nes presenta una coloración negruzca, y menos veces una pátina lustrosa. Fueron recogidos y aprovechados los fragmentos de pedernal

Figura 7 de que está sembrado el suelo. Debido a ello son bastante escasos los núcleos, tanto de lascas como de hojas. Aquellos fragmentos naturales de sílex, a veces adheridos todavía a la caliza, fueron utilizados según su forma; sin embargo, la simplicidad o ausencia de todo lascado con miras a la adaptación, preparación o «hechu- ra» (7) del instrumento, contrastan con la finura del retoque, a veces casi invisible que presentan muchas piezas localizado exclu- sivamente en la parte activa. En consecuencia, podríamos decir que se trata de una industria sin lascas, porque apenas sí se produje- ron, y sin esquirlas, por la inusitada pequeñez de las mismas, que las hace prácticamente imperceptibles en el suelo. Debido a ello no

(7) Nos parece muy adecuada esta palabra, que vemos empleada en la terminología antillana (RAMON DACAL, Serie Antropológica, núm. 1, Aca- demia de Ciencias de Cuba, 1968) y que corresponde a las francesas façon y façonner y a las catalanas faisó y afaisonar. hemos reproducido en nuestros dibujos numerosos instrumentos con retoque muy fino o diminuto y hemos exagerado algo el retoque de algunos de los representados.

Fiáura 8

Por lo mismo, la industria del Pía del Maset es muy tosca y atipica y a veces parece frustra resultando difícil o dudosa la cla- sificación de las piezas. NUCLEOS. — Por las razones expuestas son escasísimos. Pueden representar el 2'5 % de los sílex trabajados. Además, salvo algunos ejemplares como el tipo poliédrico de lasquitas, de sílex amarillen- to (fig. 7, 1), son muy sencillos, reduciéndose a nodulos naturales escasamente lascados (fig. 4, 1; fig.5 , 1), irregulares (fig. 5, 2), con tendencia a la forma prismática (fig. 6, 1 y 2; fig.8 , 1), de poca o regular altura, lascados por un solo lado o polo.

Algunos núcleos fueron acondicionados para ser reutilizados como raspadores y cepillos (fig. 7, 2; fig.8 , 6). Existen algunos tambores de avivamiento, como el de la fig. 15, 11 y los de la fig. 12, 1 y 2. LASCAS ESQUIRLADAS. — Existen lascas con varios planos ne- gativos más o menos paralelos de lascados previos y el borde infe- rior esquirlado, que podríamos clasificar como tales (fig. 18, 9 a 12). El núm. 8 de la fig. 19 podríamos atribuirlo al mismo grupo, pero presenta el ángulo anterior izquierda truncado a expensas de la cara inferior, al parecer por un «coup de burin», y una muesca en el ángulo y cara opuestos, semejando un macro-microburil.

Fiáura 10 Faltan verdaderas hojas (v. fig. 11, 3) y son muy raras las lascas foliáceas (fig. 24, 8; fig. 27, 5). Existen, en cambio, pequeñas lascas con finísimos retoques marginales (fig. 9, 8; 11, 16 y 18; 12, 9; 13. 16). RAEDERAS. — Sin duda por su simplicidad y diversidad son los instrumentos más abundantes del yacimiento, alcanzando, posible- mente, el 50 % del total de aquéllos. Entre las formas simples rectas —dentro, siempre, del atipismo general de esta industria— agrupa-

Figura 11 riamos los ejemplares siguientes, entre otros aun más dudosas: fig. 9, 2 y 7; fig. 10, 6; fig. 16, 7. Pertenecen o se aproximan al tipo simple convexo los ejemplares de la fig. 11, 13 y 14; fig. 10, 15; fig. 12, 6 y 14; 13, 3 y 15; 18, 8 y 15; 20, 9; 24, 6; y al simple cón- cavo: fig.6 , 6 (de transición a «denticulado»); 14, 2; 23, 4; 25, 3; 26, 3. Convexas dobles: fig. 14, 9. Una raedera convergente recta, abultada y apuntada, sería el núm. 8 de la fig.5 , que también po- dríamos cualificar de punta trièdrica de cara plana con los bordes retocados. Convergentes convexas, el núm. 4 de la fig. 18 y 3 de la

Fiáara 12 20. Ciertos ejemplares presentan retoque bifacial; fig.5 , 4 y 7, fig. 13, 3 y fig. 25, 3; o alterno: fig. 12, 7 y 11; ñg. 16, 7; o sobre >i.mbos bordes de la cara inferior y en el derecho de la superior: fig.14 , 8, o transverso, fig. 18, 7. DENTICULADOS. — A este grupo heterogéneo, en el que con-

Fiáuta 13 fluyen variados tipos poco definidos, pertenecen numerosos ejempla- res. Fig. 5, 5, 6 y 10; 6: 3, 7, 9: 10: 8, 9; 11: 7, 9, 11; 12: 3, 4, 9, 15; 13: 1, 6, 8; 14: 3, 6, 7; 16: 4, 6; 18: 5, 14, 16; 23, 4; 27, 2. Los tipos 3 y 4 de la fig. 6 están fuertemente retocados a modo de raspadores en extremo de lascas largas y abultadas. Una punta foliácea triangular, al parecer con pedúnculo insinuado, sería el tipo 12 de la fig. 12; picos, puntas o perforadores, los núms. 8 de la 13 y 9 a 12 de la 5; muescas, los núms. 10 de la fig. 6, 1 a 5 y 7 de la 19 y 4 de la 23.

Fiáuia 14 BURILES. — Quizá el núm. 3 de la fig. 27, el 8 de la 19 (tipo «macro-microburil» ) y el 10 de la 28 podrían ser tales instrumentos. Más dudosos y de fortuna, el núm. 5 de la fig. 5, el 4 de la 11, el 4 de la 12, el 15 de la 13 y el 5 de la 14. MUESCAS. — Pequeños tipos bastante característicos serían los ejemplares 16 de la fig. 11 y 10 de la 12. Podrían ser incluidos en el grupo : el tipo 2 de la fig. 14. La fig.26 , núm. 3, presenta una muesca o raedera simple cón- cava, con fuerte retoque superpuesto y el dorso acomodado, tra- bajada en un nodulo ovoide. Un ejemplar excepcionalmente retocado, es el 14 de la flg. 10, con un pico, «bec» o perforador en el ángulo anterior izquierda, el borde anterior ligeramente cóncavo, el izquierdo con mayor conca- vidad y el izqtiieí'do algo convexo. El talón está redondeado para facilitar la prensión del instrumento. El retoque de ambos lados es bifacial y bastante fino. Podría asimilarse a un TRANCHET, con los bordes retocados, el ejemplar 7 de la fig. 5.

RASPADORES. — Podríamos inscribir o asimilar a este grupo las piezas siguientes: ñg. 10, núm. 10 (el dibujo exagera algo su retoque), 11 (con lascados de adelgazamiento en la cara inferior), 12 (carenado y apuntado) y 13 (con retoque en el borde derecho); 11: 5 (con el borde derecho retocado) y 8 (flabeliforme en lasca triangular que conserva gran parte del córtex; 13: 10, 13 (roto), 18 (à épaulement, en una lasca larga natural) y 21 (semicircular); 15: 1 (apuntado), 2 (con ligero épaulement), 3 (inclinado y retoca- do), 4 (semicircular), 5 (ojival), 6 (en lasca gruesa con su córtex, denticulado), 7 (carenado, naviforme), 8 (más próximo a las rae- deras simples convexas) y 10 (en extremo de hoja); 16: 2 y 3 (con amplios retoques en todo el contorno; el segundo, pedunculado) ; 19: 6 (carenoide e inclinado, con el borde derecho sinuoso y denticu- lado); asimilable al mismo sería el 4 de la fig. 7. Serían pequeños disquitos raspadores los ejemplares 5 de la fig. 20 (con retoque par- cial sobre la cara inferior, el 10 de la fig. 11 y 19 y 20 de la 13). A los raspadores «piedras de fusil» o a las «raclettes» podrían ser asimilados los tipos 18 de la fig. 11 y 4 de la 14. Un instrumento que podríamos clasificar como raspador enmangado, gracias a la for- ma natural del guijarro en que fue labrado, es el núm. 18 de la fig. 8. El 19 de la misma figura significaría una transición entre los raspadores y las raederas.

Fiáura 16

PERFORADORES. — Quizá pertenecen a este grupo, pues no existen instrumentos típicos o seguros, los ejemplares, a veces rotos o despuntados: 2 de la fig. 8; 8 (acusadamente denticulado) de la fig. 13; 6 y 7 de la fig. 27. Los tipos 9 a 11 de la fig. 5; 6 de la 6; 3 de la 7; 14 de la 8, con un pico al lado izquierdo; 1, 4, 5 y 14 de la 10. Algunos, ya incluidos o citados bajo anteriores epígrafes, pu- dieron ser utilizados como perforadores y taladros.

MICROLITOS. — Además de algunos ya enumerados (raspado- res circulares y semicirculares, existen otros pequeños instrumentos tales como los supuestos triángulos 9 de la fig. 9 y 2 y 3 de la fig. 10; el segmento de círculo 18 de la fig. 12, con algunos retoques sobre ambas caras casi abruptos y alternos junto a las puntas; las lasqui- tas retocadas (17, 20 y 21) de la fig. 11. El ejemplar núm. 5 de la fig. 6, de contorno en forma de 8, ovoide, alargado y estrangulado, tiene un borde ampliamente reto- cado. Pudo servir de raedera simple cóncavo-convexa, pero igual- mente puede ser un peso de pescar, teniendo en cuenta la situación del yacimiento. La fig. 15, 9, reproduce un instrumento bifaz, plano, muy dudo- so como punta de flecha, cuyo retoque, limitado a la periferie y discontinuo, hace resaltar ligeramente el dibujo.

Fiáura l7 Pero el grupo sin duda más numeroso y mejor acusado es el que denominaremos de los picos entre muescas. El vocablo pico pue- de tener distintas acepciones en la terminología prehistórica (omi- tiendo, naturalmente, los bien diferenciados pico campiñiense, el «pic-plane», etc.), en particular en la lengua castellana, y lo mismo en la portuguesa («bico»). En catalán y en francés existen las voces «pie» y «bec» que facilitan una mayor distinción; algunas diferen- cias, consagradas por el uso, permiten al menos distinguir algunos tipos. Pero, por ejemplo, entre los «bees» y los perforadores no exis- te, en ciertas listas, una separación concreta. Por otra parte, los «picos entre muescas» han sido confundidos con frecuencia con otros tipos o denominados de otra forma. Un repaso muy parcial de la literatura nos recuerda que han sido cali- ficados de: Picos entre muescas, hachas cordiformes, raspadores de varias clases, raederas, denticulados, hendidores, etc., etc. (8). La forma en conjunto del instrumento es muy variable (abulta- dos o globulosos, redondeados o poliédricos, anchos, alargados, bajos, etcétera), según el nòdulo, canto rodado o lasca de que proceden. Fuera de la parte activa (lascada, retocada, o lascada y retocada), el resto del instrumento suele permanecer intacto, lo que ocurre en la mayoría de los casos, o presentan lascados, retoques o esquirlados parciales en los lados, caras y talón.

Figura 18

Los bordes pueden ser rectos o cóncavos. En algunos ejempla- res las muescas se repiten en uno o ambos lados, dándoles la forma de denticulados (en confusión con las llamadas «raclettes unibord»), lo mismo que cuando las muescas están poco acusadas y el retoque es profundo. Los tipos más sencillos son los que presentan un pico o diente, ancho o estrecho, axial o inclinado, central o lateralizado, de con- torno más o menos destacado, agudo o romo, en este caso a veces

Figura 19 con facetado radial aproximándolos a los raspadores. Los bordes del pico y de las muescas puedén carecer de retoque o estar retoca- dos, pudiéndose dar los casos Q tipos del siguiente cuadro sinóptico que nosotros hemos formado, sin tener en cuenta los ejemplares

(8) No nos ha sido difícil recoger en poco tiempo más de treinta «sinóni- mos» con la especificación de cada uno de los términos genéricos que hemos apuntado: Picos entre muescas (adyacentes, gemelas, simétricas, etc.), «picos aterienses», hachas de mano cordiformes, guijarros truncados en una extre- midad por cortes oblicuos, choppers, chopping-tools, lascas denticuladas, ras- padores de mano carenados inclinados o no, raspadores denticulados, raspa- dores denticulados de lascado alterno, raspadores sobre lasca, raspadores sobre lasca abultada, rasnadores nucleiformes y raspadores en forma de núcleo raspadores «d'épines», raederas, «raederas musterienses», lascas astu- rienses, lascas con retoque abrupto, denticulados, denticulados con «muescas clactonienses» adyacentes, denticulados musterienses, denticulados terminales, perforadores discoidales (incluso a formas triangulares y en Y!), «perforado- res magdalenienses», puntas monofaciales groseras, puntas perforadoras de retoque alterno, perforadores atípleos sobreelevados, (^aclettes unibord», hen- didores «ciertas puntas levallois», instrumentos enT( X ), punta «burinan- te» en lasca ancha, «grattoir-bec», o simplemente «éclat à plan de frappe incliné» (L. CAYEUX, «B.S.P.F.», LVI, 1959), «Abschlage mit langbreiter Spitze» (Obermaier), etc. dobles (fig. 21, 7), que presentan uno o más bordes simplemente lascados, o combinados variadamente con los lisos, sobre todo de la cara inferior, y los retocados:

I. Sin retO(}ue (l).

Izquierdo de la cara superior: Unilateral simple izquier- do superior (7).

DerecKo de la cara superior: Unilateral simple derecho superior (9). A. En un borde Izcjuierdo de la cara inferior: Unilateral simple izcfuierdo II. Con retocjue inferior (lO). unifacial. Derecho de la cara superior: Unilateral simple derecho inferior (8),

De la cara superior: Homofacial superior (2). B. en dos bordes De la cara inferior: Homofacial inferior (3).

Alterno izcfuierdo (l?). Alterno derecho (l4). Unilateral Í2<íuierdo (ll). Unilateral derecho (l2). III. Con reto- { Bilateral superior izq(uierdo inferior (5). c(ue bifacial. Bilateral superior derecho inferior (6). Bilateral inferior izcfuierdo superior (l5). Bilateral inferior derecho superior (16). Bilateral (4).

Véase la lámina VI.

^ i8 — En unas cuatrocientas piezas de este yacimiento examinadas, entre las publicadas ahora y las inéditas, existen ejemplares de transición a instrumentos ya citados, casi siempre atípleos o imper- fectos: raspadores, perforadores, rascletas de un solo borde y sobre todo raederas, como el interesante ejemplar de la fig. 17, que hemos dibujado en cuatro posiciones. El pico, presentado a la izquierda.

Figura 20 forma un saliente agudo entre dos muescas muy poco acusadas y en buena parte del borde el retoque es de técnica superpuesta o es- camosa, muy fino en el borde, lo cual aproxima esta pieza a las llamadas por algunos autores «raederas angulosas». El instrumento se obtuvo de un guijarro plano, del que se retocaron un borde, sin duda ya naturalmente apuntado, y los extremos, dejándose intacto el resto. Ver especialmente las figs.4 , 21 y 22. Pero no hemos observado ningún instrumento en Y, de técnica indudablemente más complicada que los picos entre muescas o «ins- trumentos en T». Los más característicos de aquéllos proceden del Baix Priorat (Marmellar, Capsanes; Colls Roigs, Marsá, etc.), Alt Priorat (), Conca de Barberà (Xaragalls), etc., figurando en conjuntos epipaleolíticos y neolíticos muy perfectos, de otras cultu- ras o industrias. OTROS HALLAZGOS. — De las dos hachas de piedra halladas y reproducidas (lámina núm. III), la mayor apareció a unos 20 m.

Figura 21

al N.NE. del yacimiento, es de basalto y mide 125 x 55 x 33 mm.; la menor («votiva») fue hallada en el propio yacimiento y mide 27'5 X 21 X 6 mm. Son rarísimos los fragmentos de vasos cerámicos de aspecto pre- histórico: uno mide unos 2'5 cm. de anchura y está adornado con un cordón relieve con hoyuelos; otro, menor, es enteramente liso. Ambos miden unos 6 mm. de espesor y son de pasta poco depura- da, con desgrasante de caliza y cuarzo; son de color bastante uni- forme y carecen de engobe. Son menos raros los fragmentos de vasos torneados típicamente «ibéricos» : varias muestras de unos 3-4 cm. de dimensión máxima, sin vestigios de pintura. En la próxima punta

Fiáura 32 de la Sella descubrimos hace años las ruinas de un poblado ibérico y junto a la cota máxima del Cabo un fondo de cabaña con cerá- mica «indígena», y cerca del Racó, todo muy próximo al Pía del Maset, infinidad de fragmentos en superficie. Todo ello podría jus- tificar la presencia de los que encontramos en nuestro yacimiento. A unos 75 m. del yacimiento que nos ocupa y ya en el estrecho llano de la cumbre, con vistas al Racó y al mar, en reducidos es- pacios libres de la vegetación de pinos y aliagas, hemos recogido indicios de una industria distinta, que se benefició de un sílex de mejor calidad aprovechando seguramente los cantos rodados de la barra litoral, y que se caracteriza por la presencia casi exclusiva de microlitos atípleos e instrumentos de mayor tamaño obtenidos de cantos de pizarra y de sílex.

Fiéuia 23

Entre las pequeñas piezas, citaremos las siguientes, fig. 28: el raspador subcircular, 1, y los ejemplares 2a4y9al3dela misma figura, de difícil atribución por su atipismo. El núm. 2, parece un micro-raspador aquillado con el dorso natural conservando el córtex, el extremo distai finamente retocado en técnica laminar y el plano de deslizamiento triangular con los bordes retocados o esquirlados; el núm. 4 sería una muesca con retoque denticulado sobre la cara inferior del borde posterior; el 9, un perforador, y quizá lo mismo los tipos 11 y 12; el tipo 10 parece presentar una carilla de «coup de burin»; el 5 y el 6 serían unas pequeñas raederas simples, cóncava y convexa, respectivamente. En el segundo grupo, de cantos tallados y retocados, incluimos, fig. 29 : un pico en pizarra gris verdosa ( 1) ; un canto truncado de pizarra maclífera, que recuerda los picos; otro pico o perforador (3) y un denticulado (4), obtenidos de cantos de sílex, y otro canto de sílex negruzco (5), tallado en una cara y parte de un borde. CRONOLOGIA La industria del Pia del Maset, se caracteriza, corno hemos visto, tanto por su atipismo corno por su rudeza. Cuantitativamente, sobre- sale el pico entre muescas, con sus múltiples variantes; más de 40 ejemplares entre las 250 piezas reproducidas al azar, o sea el 17 %

de las mismas. Pero este porcentaje resultaría sin duda bastante más elevado teniendo en cuenta la cantidad de picos que forman parte del material no reproducido gráficamente en este trabajo. Ci- taremos, por su frecuencia, las raederas, que predominan y los ras- padores denticulados y los denticulados en general. Los buriles son escasos o faltan, incluso los más sencillos, como en la mayoría de los yacimientos de superficie de nuestras comar- cas. En los casos dudosos (de ángulo sobre fractura) se trataría casi siempre de buriles de fortuna. En abrigos epiperigordienses con es- tratigrafía el índice de buril es muy bajo: en Sant Gregori es de 3'5-3'45 y en L'Areny, de l'l-l'l; en La Mallada, anterior sin duda a este último, es de 17'3. Faltan asimismo en este yacimeinto las hojas y las hojitas (lamelles) y en consecuencia verdaderos microlitos geométricos ob- tenidos de hojas, y las pequeñas hojas y puntas de dorso rebajado. Como hemos visto, son escasos los núcleos de lascas, y no existen verdaderos núcleos de hojas. De todos modos, debemos recordar la existencia de algunos disquitos raspadores, si bien muy poco defini- dos, un segmento de círculo dudoso y algún triángulo (lasca trian- gular casual retocada?) no menos atipico.

Figura 25 Casi todo este utillaje, en su reducida serie tipológica, fue obte- nido, según hemos dicho, de fragmentos naturales de sílex, ya exis- tentes en el mismo lugar, lo cual pudo justificar el emplazamiento de la estación. La forma de aquellas piedras sugirió sin duda su aprovechamiento y adaptación, en general muy sumaria, sólo me- diante un retoque muy localizado, que pudo ser amplio y profundo, como vemos en los instrumentos denticulados, o de una técnica extremadamente fina y correcta, con frecuencia casi invisible, fre- cuente en las raederas. La industria del Pía del Maset ofrece asimismo un aspecto ar- caico; la preponderancia de raederas y picos entre muescas le da. en parte, un matiz «musteroide». Las industrias tarraconenses al aire libre de «facies campiñoide» también ofrecen este arcaismo aparen- te, pero su estructura es bastante distinta (9).

Fiáara 27 Contando con la gran cantidad de ejemplares de nuestras se- ries entre más de cien yacimientos de sílex al aire libre de nuestras

(9) S. VILASEOA. Las industrias del sílex tarraconenses, Madrid, 1953. p. 507 y sigtes. — ID. ID. Sobre las industrias líticas tarraconenses de aspec- to campiñiense. «Bol. Arq.», LII. Tarragona, 1952. — ID. ID. Les industries du silex en Catalogne méridional. Evolution et rapports avec le Roussillon et le Languedoc méditerranéen. «Actes du 86.ème Congrès National des So- ciétés Savantes». Montpellier, 1961.

— 3G — comarcas, hemos intentado sistematizar, en otro trabajo, la tipolo- gía del pico entre muescas adyacentes, instrumento no siempre bien definido, por lo que se ha confundido, como hemos dicho, con otras formas. Su supervivencia es larguísima; sin embargo, desde los picos «aterienses» (10) a los hallados, por ejemplo, en posición con

ricos y característicos contextos prioratenses del Eneolítico o Bron- ce I (11), en un intervalo de 40.000 años (aun cuando sea bien conocida la perduración del Ateriense «hasta el Neolítico»), la mor- fología de estos instrumentos no ha sufrido modificaciones. (10) A partir, como es bien sabido, de M. REYGASSE en Notes au sujet de deux classifications préhistoriques africaines pour lesquelles deux termes nouveaux me paraissent dévoir être emplolés, «A. F. A. S.», O. R., XIxVI, Mont- pellier, 1922. — Nosotros los identificamos y describimos a partir de 1941: «Atlantis», A. y M. de la S. E. A., E. y P., XVI, M. 1941, y luego las describi- mos en S. VILASECA Las industrias del silex tarraconenses, Madrid, 1953; ps. 441-444, y S. VILASECA, Instrumentos en nY» y «T» de los yacimientos Uticos tarraconenses, I Congr. Arq. del Marruecos Español, ps. 85-90, con 2 Is., Tctuán 1954 En'el segundo trabajo se reunió bibliografía hasta la fecha. De data posterior debemos mencionar, entre la copiosa literatura norteafricana, los trabajos del teniente Dénis (con su teoría sobre los «chameaux-jouets») y los de H. J. Hugot. La mayoría de tales objetos pertenecen, en el Sahara, al Mustero-ateriense, pero según nos comunicaba Hugot (.in litt. 10-5-56), sería «difficile de ne pas noter un air de famille très marqué» entre los ejempla- res saharienses y los tarraconenses, y, además, con referencia a las teorías de Dénis, «il semble que l'ethnographie revendique à tort la totalité de ces objets; c'est vous dire l'importance que j'attache à vôtres études» (in litt., 25-11-56), es decir, en una región y en una época en que no existió el camello, el cual, por otra parte, se utilizó tardíamente en el Sahara. (11) S. VILASECA, La Coveta de l'Heura (, prov. Tarrago- na), «Ampurias», XIV, Barcelona, 1952, lám. IV, fig. 4, núm. 4. También el bico portugués, que aparece al menos en el Paleo- lítico medio, derivando probablemente del canto truncado o del chopper, alcanza edad neo-eneolítica en numerosas estaciones, por ejemplo, Junquiera, Beja, etc. (12).

Figura 39

Pero nada parecido, que sepamos, existe en nuestra región ni en el litoral valenciano y levantino que pueda compararse con esta

(12) M VAÜLTIER e G. SBISZEWSKI, Estaqao pré-histórica día Jun- Queira (al oeste de Lisboa), «Lisboa e seu tempo», I, 1948. — ABEL VIANA, Paleolítico do Baixo Alemtejo, Valle del Guadiana, «Broteria», XL, 2, Lisboa, 1945 _ ABEL VIANA e G. SBISZEWSKI, Paleolitico dos arredoes de Beja, «Com Serv. Geol. de Portugal», Lisboa, 1952. Los autores agrupan el mate- rial en diez o más etapas, desde el «Mustero-languedociense» al Paleolítico superior y Neo-eneolítico. — Sin embargo, en algunas publicaciones las dife- rencias entre «bicos», «furadores» y «tarières» (sic) no son siempre muy claras. industria del cabo de Salou, ni con otras, epipaleolíticas, mesolíti- cas o preneolíticas, entre las cuales, al parecer, podría encuadrar- se. Cabría pensar quizá, con todas las reservas, en un «Montadien- se no microlítico», desarrollado, como en su yacimiento eponimo y otros de la Baja Provenza (13), en un período epipaleo-mesolítico, bajo un clima pre-boreal o boreal, templado y seco, entre 7.500 y 5.500 a. C ; pero de una factura mucho más tosca, aunque rico como aquel horizonte y sus evoluciones en denticulados atípleos y raede- ras y raspadores denticulados, algunos picos entre muescas, per- foradores cortos y abultados, raspadores carenados atípleos, raspa- dores con un diente entre muescas, etc.

Fiáora 30. — Nòdulo de sílex con un típico cono de percusión. No nos atrevemos, sin embargo, a equiparar esta nueva indus- tria a las aludidas, ni a atribuir a la misma mayor antigüedad, sino lo contrario: si considerásemos las dos hachas de piedra como ele- mentos propios de la estación, lo mismo que los escasos fragmentos cerámicos de aspecto prehistórico recogidos, y los que se han podido destruir en el yacimiento, nada se opondría a suponer dicha indus- tria como perteneciente a un Neolítico local, muy pobre y de aspecto arcaico, y testimonio, quizá, de una tribu de pastores (ausencia de hoces de segar y de piedras de moler), que acampó en un lugar donde el pastoreo, las grandes cercas o corrales para el ganado e incluso las barracas de piedra seca de pastores subsistieron hasta hace poco tiempo casi al margen de la agricultura y de la pesca. No se trataría de un pastoreo nómada, sino estable o trashuman- te (14).

(13) Justificadamente .individualizada y perfectamente estudiada por Max Escalón de Fonton en varios yacimientos (La Montade, Abri Cornille, Oha- teauneuf-les-Martigues, etc.), que hemos visitado con dicho sabio prehistoria- dor, y publicaciones cuya relación omitimos, (14) La trashumancia pervive todavía en el Baix Camp. Como ejemplo citaremos la partida de Les Gavarres (Constanti), donde se halla el yaci- miento del que después nos ocupamos y a la que todos los inviernos acude un importante rebaño de ganado ovino, de Berga. Por otra parte, hasta fina- les del siglo nasado y comienzos del actual, existían extensas marismas a uno y otro lado del cabo de Salou; solamente al NO., entre la Llosa y Vila- seca, había tierras de cultivo. No es probable que este yacimiento sea sincrónico del existente en el llano superior del mismo cerro. No obstante .merece ser recor- dada la coexistencia de formas similares en ambos yacimientos :

Fiáuia 3l. — Situación de la partiáa de «Les Gavarres» (Constanti)- G, yacimiento prehistórico; R-T, carretera de Reus a Tarraéona. picos entre muescas en el primero y picos tallados en cantos de pizarra y de sílex en el segundo (15).

(15) Los picos del Pía del Maset, relacionados quizá con los cantos ta- llados del mismo cerro (ñg. 29) y la situación casi costera del yacimiento, nos hacen recordar otras industrias de nuestro litoral (Montgri) y zonas cantábrica y galaico-portuguesa, pero esto nos llevaría demasiado lejos, fal- tándonos, por otra parte, conocer nuevos yacimientos y materiales compara- bles a los que reproducimos en la ñgura citada. En 1935, en la Cova del Sola del Pep, del Coll de Balaguer, de l'Hospitalet de l'Infant, a unos 28 km. al S. del Cap de Salou, hallamos un pequeño conchero con algunos centena- res de Trochus y otras conchas marinas, unas lascas de sílex y algunos cantos rotos o truncados, pero no tallados; pero este hallazgo no admite com- paración formal con el del Pía del Maset (v. S. VIL ASEO A, La Cova del Sola del Pep, de l'Hospitalet de l'Infant, «Butll. C. Exc. de Cat.», Barcelo- na, núm. 511. Redactado este trabajo y ya en prensa, los autores del mismo han des- cubierto un vasto y rico yacimiento de cantos tallados de cuarcita, sílex y pizarra de tipo «languedociense» en el propio litoral de Salou. Ahora bien, si en nuestras comarcas del SE. de Cataluña adop- tamos el pico entre muescas adyacentes como «fósil conductor», notaremos que este instrumento aparece casi exclusivamente en aquellas industrias que nosotros denominamos de aspecto «campi-

Fiáura 32 ñoide» por sus evidentes analogías con las del «Pseudocampiñien- se» del Rosellón y Languedoc mediterráneo de Maurice Louis (16), que aquí se hallan al pie de acantilados y en pendientes en la ac- tualidad poco cultivadas y quizá anteriormente desforestadas, pró- ximas a corrientes de agua, como El Teix, La Valí, Pont de la Coma, Pía de la Morera, etc. (17). Estas industrias se caracterizan por la

(16) M. LOUIS, Le Néolithique dans le Gard, Nimes, 1932; Le Néolithi- que, Nimes, 1933; Les estations préhistoriques cîe la Bouvière, Com. de Sa- linelles, «B. S. P.P.», 1933; Préhistoire du Languedoc méditerranéen et du Roussillon, Nimes, 1948; La civilización neolitica de las mesetas del Langue- doc mediterráneo, «Arch. Esp. Arq.», XXI, 72, 1948. (17) Véase nota (9). abundancia de piezas de gran formato en general y poco retocadas, desperdicio de la materia prima, ausencia de hachas de piedras duras y casi siempre de cerámica. Las hojas existen, aunque no sean muy abundantes; los núcleos de hojas y de lascas se trans- forman en gran número de metamorfos, y no faltan casi nunca

Fiáura 33 grandes puntas filomorfasbifaciale s de flechas y dardos, de técnica en general poco esmerada, a veces con un pequeño pedúnculo y raramente con aletas insinuadas. Tampoco faltan los tipos llama- dos Commercy y Montmorency, ni los picos de tipo campiñiense y algunos «tranchets». Los picos entre muescas son mucho menos frecuentes en las ndustrias situadas al pie de abrigos rocosos y suelos móviles (are- ñas de disgregación del Buntsandstein, arcillas y margas sueltas, etcétera), que nos recuerdan la «ley de las arenas», de Goury y el

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Fiáura 34 «Pseudotardenoisiense». de M. Louis. El utillaje es en general de menor tamaño y rico en tipos finamenteretocados : hojas con reto- que marginal, a veces superpuesto; raspadores, perforadores, instru- mentos dobles; puntas de flechafoliáceas , romboidales, de espiga y aletas, con escotaduras; trapecios y segmentos de círculo de buen tamaño, flechas de filotransversa l propiamente dichas, etc. La ce- rámica y las hachas de piedra son constantes. Como ejemplos de estos yacimientos citaríamos La Moreva, Colls Roigs, Obaga de l'Hereu, La Milquera, Marmellá en parte, etc.

Fíéura 35 Faltan en cambio de un modo absoluto hasta ahora en aquellas industrias casi exclusivamente de hojas, con sus núcleos y meta- morfos, perforadores largos con retoque alterno (en «allumette»), pequeños segmentos de círculo con retoque oblicuo bifacial comple- to, y algunos otros instrumentos muy escasos y poco característi- eos que hallamos en las altiplanicies calcáreas casi desiertas o po- bladas de una pobre vegetación de garriga de los montes de Prades (Siurana, La Guardia, Rojals, etc.). Siguiendo al doctor Arnal, cla- sificaríamos como «chaseenses» algunos de los instrumentos de sílex de esta clase de yacimientos (18).

Fiáara 36

Además, algxmas estaciones como la del Pía de la Bleda (Guia- mets), de la que contamos ahora con un gran número de piezas, nos han proporcionado picos entre muescas muy bien trabajados, núcleos de hojas y de lascas, raederas y perforadores cortos, ras- padores de varias clases en general pequeños, hojitas y puntitas de dorso, etc. Los picos de tipo campiñiense, los (tranchets», puntas de flechas, cerámica y piedra pulimentada están ausentes.

(18) J. ARNAL y H. PRADES. El Neolitico y Calcolitico franceses, «Am- purias», XXI, 1959, ps. 69-174, esp. 82 y sigtes. (trad. de Ana M.° Muñoz). Por otra parte, los paralelos que ya establecimos entre algunos objetos de la cueva sepulcral de l'Heura (Ulldemolins) (11) y los de los fondos de cabaña de la pontbouisse (19), creemos deben extenderse al conjunto del material arqueológico de las dos locali- dades: cerámica carenada y decorada con acanalados claramente

emparentada con la de dicho poblado languedociense, un V botón romboidal, el gran número de puntas de flecha filomorfas (unas se- senta) y una sola de espiga y aletas, colgantes de piedra perfora- dos, una lezna de cobre, etc. Además, un pico entre muescas idénti- co morfológicamente a ciertos tipos aterienses, otro menos carac- terístico, raederas, raspadores abultados o elevados y otro buen nú- mero de instrumentos de sílex la mayoría muy toscos. Un V botón tortuga con las dos perforaciones separadas y un brazal de arquero confirmarían la edad eneolítica de este interesante yacimiento. El carácter «campiñiense» del utillaje litico de la Pontbouisse fue ya hecho notar, como es sabido, por Louis y por Nougier (20). Como resultado de lo expuesto, tendríamos esta posible secuen- cia, en la que podríamos encuadrar la industria del Pía del Maset de Salou: I. Pía del Molí de la Bleda (Guiamets). Epipaleolítico ; pre- campiñiense.

(19) M. LOUIS, D. PEYROLLE et J. ARNAL. Les fonds de cabanes ^'•néolithiques de Fontbouisse, «Gallia», V, 194, lasc. 1, 1947, ps. 235-257. (20) L. R. NOUGIER. Les civilisations campignlennes en Europe Occi- dentale, 1950, esp. ps. 456-459. II. Pia del Maset (Salou). Meso-neolitico. III. Teix, La Vali, Pont de la Coma, Pia de la Morera, etc. Neolítico; facies campiñoide. IV. Colls Roigs, More va, Marmellà, etc. Neo-eneolítico. V. Coveta de l'Heura, Eneolitico (Bronce I) tipo Fontbouisse 0 emparentado con el mismo. Las industrias de hojas de las mesetas de los montes de Prades, a las que dedicaremos un nuevo estudio contando con gran canti- dad de recientes y más determinativos hallazgos, ofrecen, por el contrario, indudables puntos de contacto con las «chaseenses» del SE. de Francia. Pertenecerían a nuestros pastores de las garrigas de las altiplanicies. A los «pasteurs des plateaux» del Rosellón y Lan- guedoc, Louis había atribuido su Pseudocampiñiense y Arnal sus Ferrerienses y Fontbuxienses. Puede variar la localización de las industrias, pero la estructura de éstas es casi la misma en aquellas tierras hermanas y en la Cataluña meridional. En cuanto al horizonte III, se ha discutido la fecha de pene- tración de las supuestas influencias campiñienses en el S. y SE. de Francia, sin hachas de sílex. El profesor Nougier admite que el as- pecto «industrial» es el mismo; se trataría ya de un Eneolítico de «tradición campiñiense» (20) y en consecuencia bastante tardío, y en nuestras latitudes de un Bronce I (com. verb.). El horizonte IV, probablemente de agricultores, contiene mi- crolitos obtenidos de la hoja y seguramente mantuvo contactos con las industrias de hojas de las mesetas. Un yacimiento mixto podría ser el de Els Xaragalls (Vimbodí). En cuanto al grupo V (Eneolítico y Bronce I), parece segura la relación de culturas o estilos entre el SE. de Francia y ¡^el SUÍÍ de Cataluña (21).

(21) Fontbouisse, Matellès, cuêva de l'Meurá, è incluso el Cau d'en Serra: instrumentos finos en sílex lacustre, piezas toscas de gran tamaño, etc., entre el utillaje de sílex.

LES GÀVARRES (CONSTANTI) Es conocida con el nombre de Les Gavarres una extensa partida rural situada entre los pueblos de La Canonja y Constanti, en el término municipal de éste, y lindante con los de Reus y Tarrago- na. Forma una elevación suave, sobre todo en la falda occidental, cuya cota máxima (82 m.s.m.) dista de aquellos dos pueblos en línea de aire 2'5 km. al NE. y 2 km. al O.SO., respectivamente. Entre Les Gavarres y La Canonja transcurre la carretera rectilínea, lla- mada Amalia (1), incorporada a la N-420, de Reus a Tarragona. Entre Les Gavarres y Constanti (87 m.s.m.), existe una hondonada en la que abre su cauce el barranco de Mas de Serapi (2). El río Francolí sigue un curso N.-S. a 2 km. al E. de Constanti y a 2'5 km. de Les Gavarres, a un nivel inferior a 20 m.s.m. La formación geológica de toda la zona pertenece al Cuater- nario y está constituida por una gruesa costra calcáreo - margosa, granulosa y poco compacta, de color blanco, que se superpone a capas de tierras arcillosas y pedregosas y a un conglomerado poli- génico subyacente,,.rico en cantos rodados de sílex; se la observa muy bien en la pendiente sur de Les Gavarres, buzando suavemen- te al SO., denudada y erosionada, y ha sufrido pequeños fenómenos cársticos en la superficie y también en forma de algunos hundi- mientos locales, todavía no explorados (3). Así y todo, fue objeto de cultivo (viñedo y olivos) hasta hace muy pocos años. En la actualidad se halla virtualmente englobada en el polígono industrial de Tarragona y casi abandonada, vegetan- do en ella un flora muy pobre (especialmente la Inula viscosa Ait.). El valle situado entre Les Gavarres y Constanti sigue siendo objeto, en cambio, de una cuidada explotación agrícola (4).

(1) Fue inaugurada en 1827 por Fernando VII y Amalia. (2) V. Hoja TARRAGONA, 473, del Inst. Geogr. y Cat., 1933. (3) El insigne geólogo aragonés LUCAS MALLADA, Reconocimiento geo- gráfico y geológico de la provincia de Tarragona, Com. del Mapa Geol. de España, 1890, p. 446, describe con detalles estas «lomas diluviales que sobre la derecha del río (Francolí) están coronadas de caliza concrecionada, en unos sitios granugienta, terrosa blanquecina en otros...», titulándola «traver- tino blanquecino» y «costra irregular de traventino entre capas de tierras ar- cillosas», etc. — En el texto que acompaña la Hoja de 1933 (2), se omite toda referencia al cuaternario terrestre de la zona, usándose todavía la impropia denominación de «travertino». EL HABITAT No hemos hallado rastro algxino de construcciones antiguas. Sin embargo, hacia la vertiente de Constantí, jalonada en bancales, el promontorio de Les Gavarres forma un largo escalón en la direc- ción NO.-SE. aproximadamente, de unos 2 m. de altura, que pudo ser el límite y la defensa natural por aquel lado de un supuesto poblado prehistórico. Más al SE., la disposición de algunos bloques calcáreos podría indicar, tras una exploración más detenida, la exis- tencia de restos de un antiguo muro. En todo caso esta hipotética construcción podría ser atribuida al poblado ibérico que dada la can- tidad de fragmentos de cerámica de aquella época de que está sem- brado el suelo, hubo de existir en este lugar más elevado de Les Gavarres. En el mes de octubre de 1967 uno de nosotros (R. C.) halló los primeros sílex trabajados en la cumbre y falda occidental de la zona investigada. Poco después pudimos conocer de visu los que nuestro amigo señor Sales había recogido en la partida de Els Mongons, en término de Tarragona, inmediatamente al SE. de Les Gavarres, entre éstas y el Francolí. Las repetidas exploraciones que hemos efectuado del yacimien- to nos han proporcionado, dejando aparte lo ibérico, una buena can- tidad de sílex tallados o retocados, algunas hachas de piedra, algu- nos cantos de pizarra o cuarcita con señales de uso, fragmentos de molinos de vaivén y escasísimos e insignificantes fragmentos de ce- rámica posiblemente prehistórica, de los que nos ocuparemos en el capítulo siguiente.

MATERIAL SÍLEX. —Toda la falda o-vertiente SO. de Les Gavarres está materialmente sembrada de nódulos y fragmentos naturales de sílex, los cuales proporcionaron una primera materia si no muy buena, si muy abundante y fácilmente asequible a los primitivos habitantes de Les Gavarres. El sílex procede de los conglomerados antes mencionados o quizá de cantos rodados del Francolí y de nódulos y lascas que ordi- nariamente conservan el córtex. Es de calidad variable, en general mediocre, y de colores variados; en algunos casos es translúcido, pero casi siempre presenta una pátina más o menos brillante, raras veces aporcelanada. La mayor parte de estos cantos proceden pro- bablemente de la cuenca media del Francolí y termino de , donde aflora la formación oligocena de margas y yesos con sílex.

(4) El itinerario más cómodo es el nuevo camino que desde el km. 525 hm. 7 de la carretera de Reus a Tarragona, a la ^qmerda conduce en unos vSnte minutos, pasando junto al establecimiento depurador de basuras de las dos ciudades, a la cota de 82 m. de Les Gavarres, junto a la cual se halla ma torre metálica de las líneas de alta tension. No faltan algunos núcleos relativamente grandes de lascas (fig. 32, 4), piramidales pequeños (fig. 34, 9) y prismáticos (10), y algunos otros convertidos en raspadores (raspadores nucleiformes, 10 a 12). Existen raspadores en lascas, algunos de los cuales se aproxi- man a los tipos flabeliforme (fig. 33, 1 y 4; fig. 36, 1 y 9), subdiscoi- dal (fig. 33, 2), apuntado (fig. 36, 2), a épaulement (fig. 33, 3), de frente recto (37, 2) y piedra de fusil (fig. 33, 5). Los denticulados de diversas formas alcanzan un importante porcentaje (fig. 32, 2; fig. 33, 7 y 8; fig. 35, 5; fig. 37, 1, etc. Insen- siblemente se pasa de este grupo al de las raederas (fig. 36, 8) y aun al de las muescas (fig. 37, 1). Abundan los picos entre muescas adyacentes, relacionados téc- nica y morfológicamente con los tipos del último grupo (fig. 34, 3) y de los que tenemos reunidos un buen número. Reproducimos los ejemplares de las figs. 34, 1 a 4 y 6 y 7, y 35, 1 a 9): de pico romo y retocado (35, 1 y 8), o agudo (34, 6 y 35, 3 y 6); borde casi ondu- lado (35, 2; 34, 7); de muescas anchas y pocvo profundas (34, 4 y 6); otros abultados y más o menos carenoides (35, 7 y 8), etc. La mayoría conservan restos del córtex, que a veces cubre toda una cara (fig. 35, 1, de sílex marrón), en general la inferior u opuesta a la de la talla y retoque, o la superior, con supresión parcial de la corteza gracias a éste. Recogimos una bola muy esquirlada (fig. 32, 3) de sílex gris. Entre el pequeño utillaje figuran dos perforadores o taladros, verdaderos «picos entre muescas» en miniatura (fig. 37, 3 y 4) y una lasquita con truncadura casi horizontal (3). Ofrecen particular interés tres piezas que supondríamos puntas de flechas (fig. 37, 6 y 7), la primera ovalada con adelgazamiento basal y somero retoque bifacial, y la segunda, obtenida de una lasca romboidal abultada, que recuerda el tipo de pedúnculo y aletas in- cipientes, con retoque denticulado en la aleta izquierda y más amplio en ambos lados del pedúnculo. Podría ser una punta de dardo el ejemplar 8 de la misma figura, obtenido de una lasca gris que con- serva un bulbo de percusión muy aparente y presenta un retoque marginal algo cuidado en ambas caras. PIEDRA. — Se han recogido ocho hachas de piedra dura, de color negruzco, casi todas fragmentarias y sin pulimento, salvo en el corte. Una de ellas (27'5 x 21 x 6 mm.) es del tipo «votivo» y otra que se estrecha hacia la punta, mide 85'5 x 42 x 29. Las restan- tes, reducidas a fragmentos, miden en su estado actual: 90 x 55 x 31; 88 X 47 x 33'5; 62 x 51 x 29; 62 x 45'5 x 19; 71 x 44 x 22, según el orden en que están reproducidas en la lámina V. Además, fueron recogidos numerosos cantos rodados de cuarcita y pizarra con huellas de uso y fragmentos de molinos de vaivén de granito. RESULTADOS Como hemos visto, la técnica de Les Gavarres es algo superior a la del Pía del Maset. Esto se debe quizá a la también mejor calidad de la materia prima. La industria, sin embargo, es muy parecida a la del cabo de Salou y, en principio, podríamos considerarla una facies evolutiva de la misma. s TJ l-J CM Ï-I

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Dieciséis formas del pico entre muescas.

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