Coplas,Bailes Y Fandangos En Los Confines De Andalucia
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COPLAS, BAILES Y FANDANGOS EN LOS CONFINES DE ANDALUCIA 1680-1808 Juan Francisco Canterla González INDICE 1. INTRODUCCION 2. EL TERRITORIO A) La Geografía vista por los contemporáneos B) Los modos de vida 1. Ganadería, agricultura y pesca 2. Artesanías 3. Comercio 3. LA FIESTA, ESPANTO DE LA POBREZA A) Pobreza y diversión en el puerto de Huelva B) Fiesta y pobreza en la villa de Zalamea C) Diversión y pobreza en la villa de Cortegana 4. UNA SOCIEDAD FESTIVA A) Fiestas religiosas B) Fiestas profanas - Fiestas de baile 2 - Fiestas de juego y baile y fiestas campestres C) El calendario festivo D) Las fiestas del año - Enero - Febrero - Abril - Mayo - Junio - Julio - Agosto - Septiembre - Diciembre 5. EL CLERO Y LAS DIVERSIONES 6. SE PROHIBE EL CANTE Y EL BAILE A) Las prohibiciones eclesiásticas (1680-1730) B) Los desórdenes, un vicio de la República C) Los Autos de Buen Gobierno D) La maldita costumbre de cantar E) Jovellanistas versus antijovellanistas F) Arremetida final de la Iglesia y el Estado contra las diversiones 3 7. EL FANDANGO EN LOS CONFINES DE ANDALUCÍA A) El fandango en el puerto de Huelva B) El fandango en Niebla, capital del Condado C) El fandango en Bollullos del Condado D) El fandango en El Berrocal E) El fandango en Zalamea la Real F) El fandango en Beas G) El fandango en Gibraleón, capital de los estados del duque de Béjar 8. LOS GITANOS ONUBENSES Y LA PAPELETA DE GIBRALEON A) Los gitanos en los confines de Andalucía antes de 1717 B) La Pragmática de 1717 y su influencia en el modo de vida de los gitanos onubenses C) La Pragmática de 1749 D) La Pragmática Sanción de Carlos III E) Los gitanos olontenses y la papeleta de Gibraleón. 9. REPERTORIO DE COPLAS 10. ARCHIVOS. 11. BIBLIOGRAFIA 4 1. INTRODUCCION En la segunda mitad del siglo XVIII el ilustrado onubense Mora, Negro y Garrocho se valió de los términos “confines de la España” para ubicar en la geografía peninsular las tierras más occidentales del Reino de Sevilla, que a grandes rasgos se corresponden con las de la actual provincia de Huelva. La palabra “confín” expresaba exactamente la condición de finisterre de una región marginal pero en ningún modo marginada ya que estaba abierta al Atlántico, ruta de emigración, y a “la Andalucía“, un espacio extendido al sur de Sierra Morena que los vecinos contemplaban como el lugar al que llegaba la pesca del Golfo de Cádiz y en el que se podía encontrar, en caso de necesidad, el trigo. “Confines de Andalucía” no es, pues, una denominación estética sino que expresa dos referentes de una tierra que era a un tiempo finis mundi y lugar de paso. Uno de los elementos que dieron cohesión a estos territorios fueron las diversiones, término amplio que integraba diversos entretenimientos, desde los juegos de toros a los bailes pasando por todos los modos de regocijo. El absentismo nobiliario y las prohibiciones eclesiásticas dejaron un protagonismo casi exclusivo a las diversiones populares, fuesen religiosas o profanas. Particularmente, las ermitas importantes, como Santa Eulalia, San Mamés, El Valle, La Coronada, San Benito, Piedras Albas o La Cinta, fueron centros de atracción de gentes que llegaban de comarcas muy distantes para participar en las solemnidades religiosas, toros y danzas y para negociar sus frutos y ganados. Las fiestas en honor de los patronos junto con los bailes que hacían los particulares en sus casas, constituyen la fuente del corpus de coplas, bailes y fandangos que sobrevivieron a la vigilancia y condenas de la Iglesia y de las autoridades ilustradas. La recuperación de las fiestas populares, poco atractivas para los viajeros del XVIII, ha sido posible gracias a los autos de criminal, civiles y religiosos, libros de actas capitulares, papeles de las cofradías, libros de visita y libros de cuentas. La mayor parte de los datos proceden de los archivos eclesiásticos, particularmente de los procesos penales conservados en el Archivo del Obispado de Huelva, una excelente colección documental imprescindible para el conocimiento de la vida diaria de los pueblos de los confines en el Siglo de las Luces. A diferencia de las actas capitulares, diario de las disposiciones de los Cabildos, los pleitos penales conservan testimonios de gente sencilla sobre cosas dispares, entre las que se encuentran las coplas y los bailes. Todas las canciones que aparecen en el Repertorio final de este libro fueron dichas a los escribanos por campesinos, sacristanes, curas y artesanos que 5 las conocían de memoria por haberlas oido cantar o fueron incorporadas de oficio a los autos en las mismas “papeletas” en que fueron escritas, fijadas a los muros o repartidas a mano. Particular interés ha merecido a la investigación todo lo relacionado con el fandango y las aportaciones de los gitanos a las músicas populares. Las noticias concretas sobre la danza son muy contadas ya que en la época se hacía uso del término “baile”, seguido de algún epíteto significativo de su indecencia, para referirse indistintamente a la seguidilla, al minué y al fandango, lo que no ha obstaculizado la reconstrucción del ambiente en el que se asentó. La aportación de los gitanos de los perdidos confines de la Andalucía al cante flamenco ha sido más importante de lo que en principio podría suponerse de su alejamiento de las gitanerías de Sevilla y Cádiz. Una “papeleta” encontrada en el archivo de Gibraleón con tres antiguas “cañas” en lengua jeringoza prueba que los zincali onubenses cantaban las mismas coplas que se interpretaban en los salones y patios de Triana y aporta datos significativos sobre la teoría del mestizaje de las músicas gitana y andaluza como génesis del flamenco. 6 2. EL TERRITORIO La geografía vista por los contemporáneos En 1762, Mora Negro y Garrocho, vicario de Huelva en los últimos decenios del siglo XVII, llamó “confines de la España” (1974 fol 1) a las tierras occidentales del reino de Sevilla. El territorio incluía una extensa región comprendida entre el río Guadiana, frontera con Portugal, el Guadiamar, que discurre al pie del Aljarafe, Extremadura y el Golfo de Cádiz, unos límites que, a grandes rasgos, se corresponden con los de la actual provincia de Huelva. El territorio distaba de ofrecer una fisonomía uniforme. En las regiones meridionales predominaban las llanuras salpicadas de pequeñas elevaciones. Las septentrionales eran muy montuosas y sus sierras, aunque no fuesen elevadas en exceso, constituían un relieve quebrado que hacía de este espacio un laberinto difícilmente transitable. Entre ambas quedaba el Andévalo, tierra inhóspita como pocas en la que alternaban tortuosos relieves y pequeñas planicies. La marginalidad del territorio dotó de fuerte originalidad sus manifestaciones culturales, en tanto su proximidad a Portugal, Extremadura y el Atlántico lo convirtieron en tierra de frontera por la que penetraron influencias portuguesas, meseteñas y gaditanas. La música, la copla y el baile se vieron por ello sujetas a la contradicción propia de una tierra que era al mismo tiempo finisterre peninsular y lugar de paso. 1. La Región meridional La parte meridional del territorio se extendía entre el Guadiana y el Guadiamar y conformaba una región natural, abierta al mar y atravesada por el camino que unía las playas onubenses y el valle del Guadalquivir. En sus llanos alternaban arcillas y arenas. Destacaron esta peculiaridad los párrocos que colaboraron con el geógrafo real Tomás López. En Lucena del Puerto “todo el terreno se compone de tierra arenosa y monte bajo … hasta el mar” ( Ruiz González 1999 pag 192). Manuel Gómez describió Bollullos como un “llano de tierra y arena” (Ib pag 81). Pedro Bueno situó Gibraleón sobre un “terreno llano que sigue hacia el oriente, sur y poniente hasta dar con el mar el mismo terreno llano” (Ib pag 155). En 1786, Simón Rivero, cura de Trigueros, destacó que el pueblo era “tierra llana y de labor” (Ib pag 292), un paisaje semejante al de Villalba que era “llano en su término” (Ib pag 310). En algunos lugares, pequeñas elevaciones rompían la monotonía del paisaje de llanuras. En 7 1795, Juan Aurioles situó Paterna sobre “un terreno elevado que domina una vega de tierras de pan sembrar” (Ib pag 225). Pedro Valiente ubicó Niebla “sobre una peña redonda” (Ib pag 209). Diego Garrido describió el entorno de Bonares como “tierra de cabezos” (Ib pag 86). Huelva estaba rodeada de cerros salvo por la parte del Odiel. Y el párroco de Moguer describió su territorio como “tierra quebrada, a excepción de los que es marisma” (Ib pag 201). Numerosos ríos y arroyos atravesaban la región. En 1787, el párroco de Gibraleón explicó razonablemente el fenómeno: “Sólo como tres cuartos de legua distante de esta villa (hacia el norte) empiezan los montes … se ve claramente que todas las aguas de los ríos, riberas y arroyos corren de norte a sur” (Ib pag 155). La orientación de la red hidrográfica supuso un serio inconveniente para las comunicaciones. La “Zua” de Gibraleón, un paso muy transitado, permanecía parte del año inutilizada por causa de las crecidas del Odiel. El puente del Tinto, situado a la altura de Niebla, estuvo muchos años en un estado lamentable. La comunicación entre Lepe y Cartaya se hacía en una barcaza para “gentes, bestias y carruajes”. La inexistencia de un puente en el río Piedras fue un lastre para el desarrollo del entorno y reiterado motivo de queja de los pueblos próximos. El párroco de Lepe, después de destacar los beneficios que el paso rentaba a los señores de Ayamonte y Gibraleón, afirmó: “Con su producto pudiera ya haberse edificado una puente de piedra, tan precisa en este río y especialmente cuando es … indispensable para todos los pasajeros“ (Ib pag 186).