Un Funeral Solemne Para El Dr. Karl Hoffmann
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Un funeral solemne para el Dr. Karl Hoffmann RESCATE DE DOCUMENTOS Un funeral solemne para el Dr. Karl Hoffmann Luko Hilje Quirós, CATIE. Costa Rica* Recibido: 14/08/2013 Aprobado: 31/10/2013 Hilke Quirós, Luko. Un funeral solemne para Resumen el Dr. Karl Hoffmann. Revista Comunicación. Año 34 / vol. 22, No. 2. Julio-Diciembre, 2013 En 1856, el médico y naturalista alemán Karl Hoffmann fungió como el principal Tecnológico de Costa Rica. ISSN Impresa 0379-3974/ e-ISNN 0379-3974 cirujano del ejército de Costa Rica en la guerra contra los filibusteros esclavis- tas, comandados por William Walker. El estrés de sus labores de atención de los heridos y los afectados por la epidemia del cólera morbus que sobrevino, le deterioró la salud de manera crónica, al punto de provocar su muerte en 1859, en Puntarenas. Enterrado en Esparza, su tumba permaneció en el abandono por 70 años. En 1929 sus restos fueron exhumados, trasladados a San José y enterrados con honores de General de Brigada. Además de resaltar los méritos de Hoffmann para recibir ese tributo, en este artículo se analiza en detalle la cobertura periodística de ese evento. Abstract A Solemn Funeral for Dr. Karl Hoffmann In 1856, the German physician and naturalist Karl Hoffmann acted as the main surgeon of the Costa Rican army during the war against the anti-abolitionist fi- libusters led by William Walker. The stress produced by his work while taking care of the wounded and those affected by the cholera epidemics which swept through then deteriorated his heath chronically to the point of causing his death in 1859, in Puntarenas. Buried in Esparza, his grave remained unattended for 70 years. In 1929 his remains were exhumed and translated to San José and buried with honors as Brigade General. Apart from highlighting Hoffman’s merits to be granted such tribute, this paper analyzes in detail the papers’ coverage of the said event. INTRODUCCIÓN vez generaron más miseria y repre- sión política, lo que provocó el éxo- PALABRAS CLAVE: A mediados del siglo XIX los ale- do masivo de ciudadanos alemanes Karl Hoffmann, médico, naturalista, manes representaban el grupo ex- hacia América. filibusterismo, Campaña Nacional, William tranjero más abundante en Costa Walker, Juan Rafael Mora, Costa Rica. Rica, debido sobre todo a los con- A dicho conglomerado se unie- flictos que sacudían a Europa. Las ron en enero de 1854 los médi- luchas contra el poder monárquico, cos y naturalistas Karl Hoffmann y KEY WORDS: que alcanzaron su máxima expre- Alexander von Frantzius, quienes Karl Hoffmann, physician, naturalist, filibusterism, National Campaign, William sión en la Revolución de 1848, a su venían con sus esposas. Portadores Walker, Juan Rafael Mora, Costa Rica. * Doctor en Entomología, Universidad de California. Profesor emérito del Centro Agronómi- co Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), Costa Rica. 62 Revista Comunicación. Volumen 22, año 34, No. 2, Julio-Diciembre, 2013 (pp. 62-72) de una carta de recomendación del célebre naturalista país, desde la víspera don Juanito lo había nombrado Ci- Alexander von Humboldt, pronto entraron en contacto rujano Mayor del Ejército Expedicionario. con el presidente Juan Rafael Mora Porras (don Juanito). Anhelaban explorar nuestros volcanes y selvas, como lo Como era de esperar, Hoffmann desplegaría sus dotes hizo medio siglo antes Humboldt en Suramérica, México de excelente médico y de ser humano compasivo, según y Cuba pero, sin los fondos necesarios para emprender varios testimonios acerca de la atención de los heridos en estas aventuras, debieron ejercer en sus boticas-consulto- las batallas de Santa Rosa y Rivas, esta última muy cruen- rios y, cuando pudieron ahorrar suficiente dinero, inicia- ta, pues hubo unos 140 muertos y 300 heridos en menos ron sus expediciones. de un día de refriega. Hoffmann (Figura 1) escaló los volcanes Irazú y Barva Además, para acrecentar la tragedia, se detectó en y escribió hermosos relatos de sus ascensos, además de nuestras filas el cólera morbus, atribuido entonces a que recolectó plantas y animales con ahínco; muchas es- miasmas, por lo que se incurrió en el error de repatriar las pecies eran nuevas para la ciencia, y algunas fueron bau- tropas, lo cual diseminaría la bacteria (Vibrio cholerae) tizadas en honor suyo. Pero, cuando más ilusionado esta- en el interior del país. Imposible de vencer este avasalla- ba en sus labores, soplaron vientos de guerra. En efecto, dor enemigo, a quien Hoffmann ya se había enfrentado financiado por los esclavistas del sur de los EE.UU., en ju- en hospitales de Berlín, en medio del pavor emergió su nio de 1855 William Walker desembarcaba en Nicaragua voz llamando a la cordura y ofreciendo acertadas reco- con un grupo de filibusteros, con la intención de poco a mendaciones, incluyendo una medicina preparada por poco engrosar sus filas para tomar las cinco repúblicas él (una mezcla de gotas amargas con coñac o vino fino), centroamericanas, anexarlas a los Estados Confederados capaz de matar al vibrión. Con ello Hoffmann logró sal- de América, e implantar la esclavitud. var centenares de vidas, quizás mínimas en proporción al cataclismo de unas diez mil personas fallecidas, pero vidas humanas, al fin de cuentas. Sin embargo, desvanecida la epidemia, el mundo ín- timo de Hoffmann se empezó a llenar de sombras y de angustia. Fueron demasiado agobiantes el esfuerzo y el estrés de la guerra y del cólera, y su organismo lo resintió de manera seria e irreversible. Ni siquiera pudo ejercer como primer director del recién abierto Hospital San Juan de Dios, nombramiento previsto para él y ganado con sobrados méritos. Para entonces la guerra se había interrumpido apenas, pues la amenaza filibustera seguía latente y, peor aún, Walker se había convertido en presidente de Nicaragua, lo que le confería una posición privilegiada para impul- sar el proyecto esclavista. Por tanto, don Juanito decidió llamar de nuevo a las armas. Esta segunda etapa de la Campaña Nacional, se libró sobre todo en el río San Juan y culminó con la rendición de Walker en Rivas, el 1° de mayo de 1857, gracias en gran medida a la alianza de nuestras tropas con las de los demás países centroame- ricanos. A estas batallas no acudió Hoffmann, quien permane- ció al frente de su botica-consultorio, pero muy disminui- do en su salud. Víctima de un padecimiento al parecer relacionado con la médula ósea, se mostraba abotagado, débil, con la movilidad limitada y los dedos endurecidos, Figura 1. El Dr. Karl Hoffmann. lo cual le impedía atender a cabalidad a su clientela, por Atento a estos hechos, en noviembre don Juanito alertó lo que fueron mermando sus ingresos. Además, aunque a la ciudadanía, pero la situación se agravó y el 1º de con gran generosidad él sufragó de su bolsillo numerosos marzo de 1856 debió llamar a las armas. Ese mismo día, gastos de la Campaña, por el elevado monto de casi 2800 35 alemanes -incluido Hoffmann- le remitieron una carta pesos, el gobierno -víctima de una economía maltrecha por en la que ofrecían defender a Costa Rica. No obstante, las secuelas de la guerra- no podía honrar de inmediato la por ser considerado entonces como el mejor médico del deuda, por lo que se resolvió saldarla mediante pagarés. 63 Un funeral solemne para el Dr. Karl Hoffmann Preocupado por su crítica situación, el propio don Jua- personas no católicas fueran inhumadas allí. Empero, con nito tomó la iniciativa de otorgarle una pensión vitalicia, buen tino, el cura de la localidad Francisco Pío Pacheco a partir del 1º de marzo de 1858, por 50 pesos mensua- se hizo de la vista gorda. Y fue así como, en una fosa les. El Congreso la apoyó sin reservas, aduciendo que él contigua a la de Emilia, de manera discreta bajó a tierra prestó sus valiosos servicios a nuestro país “en la época el cuerpo de él. de mayores conflictos de guerra y de epidemia del cóle- ra, que dejarlo sin recompensa sería dar una prueba de que carecíamos de los más nobles sentimientos de gra- AL RESCATE DE SUS RESTOS titud”, para culminar señalando que “tantos sacrificios, Esa pequeña parcela de tierra albergó los restos de los tanta abnegación en un extranjero, no debe quedar sin esposos Hoffmann durante 70 años, exactamente. No recompensa”. obstante, serían removidos cuando el gobierno de Cle- Estas medidas paliaban la situación económica de los to González Víquez encomendó al naturalista Anasta- esposos Hoffmann, pero la salud de Karl seguía en franco sio Alfaro, Director del Museo Nacional, localizarlos y deterioro. Como último recurso, a inicios de febrero de exhumarlos. Esto ocurrió a raíz de la inauguración del 1859 se instalaron en Puntarenas, confiando en que el monumento a don Juanito frente al edificio de Correos y clima porteño permitiría al menos mitigar los síntomas de Telégrafos, el 1º de mayo de 1929, fecha conmemorativa la enfermedad. Sin embargo, el destino los conduciría a de la rendición de Walker. Se ignora de quién fue la ini- una tétrica trampa, pues había una epidemia de tifoidea, ciativa del homenaje, pero varias evidencias conducen al y nomás llegando allá su esposa Emilia se contagió, para propio Alfaro. morir pocos días después, el 12 de febrero. La importancia y despliegue que esta ceremonia tuvo, Sin la amada compañera y único bastión de él, ya no se fundamentó en un decreto gubernamental en el que se valía la pena vivir, y ahí se inició una cuenta regresiva, reconocía que “la nación tiene contraída una deuda de signada por la soledad y la depresión. Como médico ob- gratitud con el doctor Carl Hoffmann por los importan- jetivo, consciente de que el final estaba cerca, preparó su tes servicios que le prestó, principalmente como cirujano testamento, para legar a sus amigos y colaboradores más mayor del ejército en la guerra nacional”.