El Despojo De Tierras Por Paramilitares En Colombia
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1 EL DESPOJO DE TIERRAS POR PARAMILITARES EN COLOMBIA Alejandro Reyes Posada, Sociólogo Liliana Duica Amaya, Ciencia Política Wilber Aníbal Pedraza, Ingeniero de Sistemas Presentación Este trabajo presenta una visión de conjunto sobre el proceso de expulsión de la población campesina y el despojo de tierras rurales en Colombia entre los años 1997, cuando fueron creadas las Autodefensas Unidas de Colombia – AUC-, y 2007, cuando había concluido su desmonte y desmovilización en el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010). La primera parte enfatiza la identificación de los dominios territoriales, por municipios, y sus principales impactos en el desplazamiento de población y el abandono de tierras. La segunda parte describe en mayor detalle lo ocurrido en once departamentos seleccionados, con base en entrevistas a funcionarios responsables de los temas, investigadores y líderes sociales, consulta documental y revisión de las bases de datos sistemáticas de las que dispone el país sobre la materia. Bajo la apariencia de un fenómeno masivo y sistemático de expulsión de población y despojo de tierras se esconde una gran diversidad de situaciones regionales y locales, de gran complejidad, en la cual incidieron factores como la composición y conducta de los grupos dirigentes anteriores, el ascenso de narcotraficantes a las capas dirigentes, la captura de los estados regionales por los señores de la guerra, la influencia de las guerrillas en la población rural, la complicidad o tolerancia de las fuerzas armadas y del gobierno en la consolidación y posterior desmonte de los grupos paramilitares, y las reacciones de la justicia, que condujeron a resultados diferentes de región a región. El impacto de estos procesos sobre distintos grupos humanos y sectores sociales es proporcional a las estructuras agrarias anteriores al desplazamiento. Los grupos más afectados fueron quienes tenían vinculaciones más precarias con la propiedad territorial en regiones poco consolidadas, sin títulos de propiedad ni catastros constituidos, con organizaciones sociales débiles o situaciones ilegales como los cultivos ilícitos. En regiones con una larga tradición de concentración de la propiedad de la tierra, como la Costa Atlántica, la acción de los paramilitares reforzó la tendencia secular de subordinación y marginalidad campesinas y reemplazó parcialmente las capas terratenientes. En regiones de colonización más reciente, como Meta y Caquetá, los dominios paramilitares aumentaron la movilidad migratoria de la población campesina, articulada a los cultivos ilícitos y a la compra de tierras por narcotraficantes. En regiones de minifundio tradicional campesino se preservó mejor la estructura de propiedad fragmentada de la tierra, porque escaparon al apetito de los nuevos señores de la guerra y de la tierra por monopolizar la propiedad. 2 La expansión y dominio de los grupos paramilitares, que coincidió con una gran debilidad estatal para garantizar la seguridad ciudadana y una alta ineficiencia y complicidad de las fuerzas armadas durante los gobiernos de Ernesto Samper (1994-98) y Andrés Pastrana (1998-2002), fueron finalmente frenados y revertidos durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-10), que además comenzó a estructurar los procesos de sometimiento a la justicia y reparación de las víctimas. Un factor constante que alimentó tanto las finanzas de la confrontación armada de los paramilitares como su búsqueda de ganancias fue su vinculación con los negocios de la droga. En muchas regiones el apetito por la propiedad de la tierra se confundió con el control de campos de cultivo, rutas de transporte y lugares de embarque o salida de drogas hacia el exterior, además del motivo tradicional de capitalizar ganancias de la droga y la extorsión. Este factor también explica la continuación o reorganización de estructuras armadas posterior a la desmovilización de los grupos paramilitares, que el gobierno califica como bandas emergentes del narcotráfico. Finalmente, el dominio territorial que durante una década ejercieron los ejércitos privados paramilitares avanzó hacia la captura de los estados locales y regionales y la cooptación o subordinación de las capas políticas y administrativas en grandes regiones del país, en proporción a su fortaleza relativa. Siguiendo las tradiciones clientelistas de corrupción electoral, los jefes paramilitares presionaron la escogencia de candidatos a los altos cargos de representación popular en el congreso, las asambleas departamentales, las gobernaciones y alcaldías, los consejos municipales y exigieron como contraprestación el otorgamiento de contratos, la desviación de recursos públicos y el nombramiento de personas escogidas para privatizar los beneficios de la acción estatal. El desmonte de los grupos paramilitares permitió en 2007 y 2008 a la rama judicial del poder público iniciar una vigorosa tarea de investigación y juzgamiento de congresistas, gobernadores y altos funcionarios de la rama ejecutiva vinculados a esos grupos. Igualmente permitió el surgimiento de los movimientos sociales de las víctimas, que comienzan a sumar esfuerzos con organismos internacionales de los derechos humanos y con organismos de control como la Fiscalía, la Defensoría y la Corte Constitucional en busca de la reparación y restitución de los bienes usurpados, especialmente la propiedad territorial. El despojo masivo de la tierra que ocurrió en algunas regiones importantes del país revela una ruptura profunda del régimen de propiedad territorial, cuya debilidad estructural es la precariedad de los títulos de propiedad de la población campesina y el monopolio de las mejores tierras por los grandes terratenientes, a favor de la ganadería extensiva y en perjuicio de la pequeña agricultura.1 1 “El valor de la tierra dice mucho sobre el grado en el que los derechos son establecidos, registrados y aplicados. El mercado de propiedades describe en detalle lo que una guerra interna hace al contrato esencial entre el gobierno y la población. Se supone que ese contrato es uno en que el gobierno crea la posibilidad de la propiedad. 3 Siendo el despojo de la tierra un episodio final de una larga historia de conflictos sociales por la tierra, la acción del Estado, para ser eficaz, no puede limitarse a restablecer las cosas en el estado anterior al despojo, sino que debe encaminarse a buscar un reordenamiento de la distribución de la población en el territorio, para aumentar la densidad de productores campesinos y agricultores empresariales en las mejores tierras con vocación agrícola y especializar en ganadería las tierras con vocación para ella, lejos de los centros de consumo. Primera parte IDENTIFICACIÓN DE LAS ESTRUCTURAS PARAMILITARES Y SU IMPACTO GLOBAL SOBRE LA POBLACIÓN RURAL Tabla de contenido 1. Presentación del problema 2 2. Metodología del estudio 10 3. Estructuras territoriales y jefes paramilitares 14 4. presencia paramilitar entre 1996 y 2007 19 5. El desmonte de las estructuras paramilitares 32 6. Desplazamiento de población entre 1996 y 2006 33 7. Presencia paramilitar y desplazamiento 49 8. Abandono de tierras por desplazados 60 9. Presencia paramilitar y abandono de tierras 73 10. Conclusiones y sugerencias de políticas 83 Anexo 1. Fuentes consultadas 87 Anexo 2. Estructuras paramilitares 91 1. Presentación del problema La estrategia equivocada de fomentar la creación de autodefensas privadas como complemento de la estrategia militar contra las guerrillas, en el contexto de una creciente inserción del país al circuito de la economía de las drogas ilícitas, llevó a una situación de ruptura generalizada del estado de derecho en las regiones afectadas, y principalmente de los derechos de propiedad territorial, y condujo a una expulsión de la población campesina y a una concentración mayor de la propiedad territorial. En otras palabras, cuando el contrato tiene efectos prácticos, la gente puede obtener un conjunto de derechos preferenciales, aplicados por el gobierno y asociados con un lugar específico. Cuando el contrato no está funcionando, la propiedad se reduce de grado al estado base de posesión por la fuerza. Cuando eso ocurre, aquéllos en control de la mayor fuerza son los mayores señores de la tierra”. Geoffrey Demarest, Mapping Colombia: the correlation between land data and strategy, SSI, March 2003,. p.8 4 Los grupos paramilitares evolucionaron desde movimientos de autodefensa de propietarios locales hasta convertirse en empresas armadas de conquista territorial, interesadas en dominar territorios y poblaciones locales, depredar los presupuestos y usufructuar los negocios de narcotráfico, el contrabando y la apropiación forzada de la tierra. El terror contra la población provocó un desplazamiento no menor a cuatro millones de personas en el último cuarto de siglo y transfirió una gran parte de las tierras abandonadas a una nueva capa de propietarios, algunos muy grandes, asociados con las estructuras armadas. Los instrumentos legales del Estado para proteger los derechos de propiedad fracasaron porque la propiedad pasó a ser función de la seguridad y ésta fue delegada al trabajo coordinado entre la fuerza pública y las fuerzas privadas, y las últimas disfrutaron, por su condición de aliados, de inmunidad para apropiarse de la tierra de los desplazados y en muchos casos para coaccionar por la fuerza la legalización de la transferencia de propiedades. Este proceso desbordó las posibilidades de la justicia civil ordinaria para amparar derechos perdidos por violencia y superó las menguadas capacidades administrativas