I lea na Azor

Investigadora Titular por la Acade­ mia de Ciencias de Cuba y Doctora en Ciencias sobre Arte. Ha sido profesora en el Instituto Superior de Arte de la Habana y ha dictado conferencias en universidades e instituciones culturales de Estados Unidos, España, Rusia, Argentina, Alemania, Venezuela, Puerto Rico y México. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores de México. Ha publicado tres libros de ensayos (entre los que se en­ LOS CARNAVALES EN MÉXICO. cuentra Teatralidades y carnaval. Danzantes y color en de los Angeles, Gestos, 2004) y seis TEATRALIDADES DE LA FIESTA POPULAR antologías críticas y de obras tea­ trales relacionadas con el teatro ILEANA AZOR latinoamericano. Numerosos ensa­ yos suyos han aparecido en revistas especializadas de Europa, Estados Unidos y América Latina. Actual­ mente es profesora de Tiempo Completo y dirige la Licenciatura en Teatro de la Universidad de las RESUMEN Américas-Puebla (México). Desde mucho antes de la «era posmoderna», los que nos autodenominamos o dejamos que nos ubiquen como occidentales arribamos a la convicción de que las verdades absolutas y las respuestas totalizadoras no existen. Las manifestaciones artísticas, por su parte, han sido siempre un buen antídoto para la mirada única y definitiva. Por lo tanto, fiel a esta historia, propongo un acercamiento metodológico a las fiestas populares mexicanas y específicamente a los carnavales desde perspectivas provenientes de la antropología, la etnoesecenología y la teatralidad. Partiremos de un vasto y rico corpus que se estimaba hace cerca de 10 años en más de 5000 fiestas. Por ello haré una caracterización central del problema teórico-metodológico y esto me permitirá aplicarlo a algunos carnavales de varios estados de la república, entre los que se encuentran los rurales y urbanos de Puebla de los Angeles. Santiago Xalitzintla, Huejotzingo y San Nicolás de los Ranchos son las comunidades rurales en las que se centrará el análisis y los barrios antiguos de la ciudad de Puebla serán las otras fuentes. En ellos veremos los rasgos generales, así como las similitudes y las divergencias en la concepción misma de una teatralidad que se define desde su origen histórico y se ha ido modificando a partir de su función social y religiosa, las condiciones topográficas y las de incorporación comunitaria a la festividad.

CARNIVALS IN MÉXICO: POPULAR CELEBRATION DRAMA

ABSTRACT

Much before the 'postmodern era', tbose of us who cali ourselves or let ourselves be callea western carne to the conclusión that absolute truths and totalising responses do not exist. For tbeir part, artistic performances have always been a good antidote to the unique and defining gaze. Thus, so as to be truthful to this history a methodological approach to popular Mexican celebrations isproposed with specific emphasis on via anthropological, ethnoscenological and dramatic perspectives. The vast and rich corpus estimated at over 5,000 celebrations some 10 years ago shall be used as a basis. A central characterisation of the theoretical-methodological problem will be carried out so as to be applied to carnivals from various states around the country including both rural and urban ones in Puebla de los Angeles. Santiago Xalitzintla, Huejotzingo and San Nicolás de los Ranchos are the rural communities upon which the analysis isfocused, with the oíd quarters ofthe city of Puebla also serving as source material. The general features will be observed as well as the similarities and differenees in the very conception of drama, as considered from its histo- rical origins and having undergone changes based on social and religious function, topographic Los carnavales en México. Teatralidades de la fiesta popular conditions, and circumstances concerning community involvement in the celebration. ILEANA AZOR La comunicación ritual es la que tienen los partici­ ciones, que involucran pantes con ellos mismos a través de un texto que da factores religiosos, po­ forma y fijeza, sí, a las acciones rituales, pero que es líticos, sociales, étnicos, plural y ambiguo, situacional y abierto al cambio, económicos, espectacu­ a diversas interpretaciones en competencia y a la lares y antropológicos. crítica1. Verificamos que para Por lo menos en México, las danzas religiosas siguen todos ellos lo festivo vivas porque persisten las condiciones que justifican formaba parte de la ri­ su existencia, esto es, la función de significar y expli­ queza cultural de la co­ car por medio de los códigos que le son propios la munidad, evidenciando relación entre el hombre y la realidad que necesita su capacidad para pro­ ser comprendida2. piciar espacios de comu­ nicación, consumo no La «ambigüedad fronteriza»3 que subyace productivo y de ruptura Danzantes del Carnaval en la región de Puebla. en la esencia de muchas de las celebraciones con la obligación, don­ populares mexicanas es un reto epistemoló­ de el despliegue de la energía grupal estaba gico para cualquier investigador interesado encaminado a buscar un tiempo de libertad, Rodrigo Díaz Cruz, Archipiélago de rituales. Teorías antropológi• en lograr un acercamiento no ortodoxo al celebración y autorreconocimiento. cas del ritual, Barcelona, Anthro- tema. Objeto casi siempre de estudios antro­ Las posturas más extendidas han sido pos, 1998, págs. 293-294. pológicos, la presencia representacional y sus las que relacionaban las fiestas con actos de nexos con la vida cotidiana, que involucran un transgresión (Freud, Bajtin, Girard, Bataille, Cario Bonfiglioli, Fariseos y ma­ tachines en la Sierra Tarahuma- sinnúmero de fenómenos -rituales, lúdicos, Paz), ruptura de la vida común, trastorno y ra: entre la Pasión de Cristo, la teatrales-, se han convertido, al menos en los desborde de la cotidianeidad (Bajtin, Duvig- transgresión cómico-sexual y las últimos veinte años, en el centro de atención naud, Callois, Durkheim), exceso y derroche danzas de Conquista, México, INI, 1995, pág. 31. de especialistas de diversos campos de la teo­ (Bajtin, Mauss) o indiferenciación e indeter­ ría o de la ensayística artística y teatral4. minación (Duvignaud, Michelet, Durkheim, Ileana Azor, Teatralidades y car­ Desde fines de los noventa, comenzamos Callois). Mijail Bajtin, por ejemplo, afirma en naval. Danzantes y color en Pue­ a explorar algunas manifestaciones de la fiesta su estudio sobre la cultura en la Edad Media: bla de los Ángeles, California, popular mexicana -la Semana Santa en San Mi­ «...las fiestas, en todas sus fases históricas, han Gestos, 2004, pág. 19. guel de Allende y San Pedro Cholula, el Día estado ligadas a periodos de crisis, de trastor­ de Muertos en Huaquechula-, como continui­ no, en la vida de la naturaleza, la sociedad y Algunos son representantes del 8 posestructuralismo como Jacques dad de una inquietud anterior por estudiar la del hombre» ; y de esta forma confluye en Derridá, del poscolonialismo co­ vinculación entre rito y teatro en expresiones una gran línea de estudios que tienden a ver mo Homi Bhabha, de la estética como Nicolás Bourriaud o más de la escena cubana contemporánea. en la fiesta una ruptura total con el mundo cercanos al teatro como Patrice El recorrido nos llevó a visitar distintas cotidiano. La inversión sígnica es fuente de Pavis, Josette Feral, Juan Villegas, liberación de las fuerzas reprimidas, las reglas, Erika Fischer-Lichte, Helga Finter comunidades del estado de Puebla, donde la y Jorge Dubatti, entre otros. realización de unos asombrosos carnavales los estatutos y las normas. Así, observamos tenían lugar cada año entre los meses de fe­ la fiesta como una suerte de mareaje que El Dr. Timothy Knab. brero y abril. Observar una y otra vez estos nos permite sentir que se concluye algo, y se fascinantes fenómenos, buscar información comienza de nuevo; porque de igual manera La Dra. Alma Yolanda Castillo y sobre componentes, formas organizativas y ésta es una cadena que volverá a repetirse una el Dr. Joel Dávila. maneras de participación en conversaciones y otra vez. con sus protagonistras e intercamnbiar con En este sentido, coincidimos con Veláz- El Maestro Rolf Seúl. colegas de otras especialidades como un an­ quez Mejía cuando nos presenta la fiesta tropólogo5, dos investigadores6 y un fotógra­ como una forma metafórica de vivir la coti­ 7 Mijail Bajtin, La cultura popular fo especializado en expresiones de la cultura dianeidad, la cual ve tensionados y dirigidos en la Edad Media y el Renaci­ popular mexicana, fue parte de un intenso hacia un nuevo sentido sus mismos elemen­ miento, Madrid, Alianza Edito­ rial, 2003, pág. 14. proceso de búsqueda que conllevó, al mismo tos. Por eso, es congruente cuando plantea tiempo, la exploración teórico-metodológica que la fiesta es una celebración que nos habla Arturo Velázquez Mejía, La más apropiada para tal corpus. de una historia con una fuerte división socio- fiesta: espacio, manifestación y En este camino, dos definiciones se nos cultural, lo cual se observa en la morfología de comunicación de cotidianeidad los distintos momentos festivos, que muchas histórica, Estado de México, hicieron imprescindibles: los conceptos fiesta UAEM, 1984. y teatralidad. veces muestran la diferenciación de oficios y Más allá de las interferencias con otros co­ labores dentro de una zona9. mo juego y rito, la fiesta, presente sobre todo Nacida con el siglo XX, la teatralidad, Los carnavales en México. en la bilbiografía antropológica, nos resultaba como concepto, para varios teóricos resume Teatralidades de la fiesta popular más cercana a la naturaleza de estas celebra- una relación específica con la realidad: a la vez ILEANA AZOR diferente y similar. «Thus, for theatricality to La propuesta del concepto teatralidad, o exist, the world cannot become mere theater, quizás el de teatralidades, consigna una vo­ just as the theater can never become mere luntad teórica abierta frente a las numerosas reality But as long as we have both spaces circunstancias a las cuales debe responder, y -the 'real' space and the fictional space- thea­ pretende lograr una interpretación que, sin tricality may occur»10. Marvin Carlson enfoca desdeñar la importante fase descriptiva del su opinión de esta manera: hecho festivo, le aporte una base modular incluyente común que permita crear un marco

«Judío» negro en el Carnaval de Theatricality, viewed from this perspective, can ad- referencial teórico de características adapta­ San Nicolás de los Ranchos. mit to all those qualities that have historically been bles a su vez a cada variante. cited against it -that it is artificial, removed from Por teatralidades entendemos, pues, no everyday life, exaggerated, extreme, flamboyant, simplemente actividades humanas expresivas distracting. Yet despite-indeed because of- these que descubren su parentesco con lo especta­ qualities, it can still be recognized as an essential cular, aunque una y otra vez los participantes element in the continued vitality and enjoyment of en la mayoría de las fiestas expresan que en both theater and performance and beyond that, as ellas «ensayan o ensayaban escenas del tea­ 10 a positive, indeed celebrative expression of human tro», es decir, las relacionan con una repre­ Ragnhild Tronstad, «Theatricality sentación. En particular, queremos designar and Metaphorical Structures», potential". Sufosfance, 2002, vol. 31, núm. con ellas a la creación de una espacialidad 2&3, pág. 223. La definición más cercana, sin embargo, es ficcional, cuya composición está tensionada y

11 aquella en la que Josete Feral, considera: dinamizada por la mirada del otro que a fin Marvin Carlson, «The Resistan- de cuentas en estos casos es una prolongación ce of Theatricality», Substance, 2002, vol. 31, núm. 2&3, pág. Par le regard qu'il porte, le spectateur cree alors face a de ellos mismos. La conciencia dual de ser una 249. ce qu'il voit un espace autre dont les lois et les regles entidad diferente e igual a sí misma los hace ser conscientes de que forman parte de un cos­ 12 ne son plus celles du quotidien et ou il inscrit ce qu'il Citado por Janelle Reinelt, «Per- regarde, le percevant alors d'un oeil différent, avec mos que «se mueve» (y esto es importante), en formativity meets Theatricality», distance, comme relevant d'une alterité óu il n'a de esos días y paulatinamente con el transcurrir Substance, 2002, vol. 31, núm. 12 2&3, pág. 358. place que comme regard exterieur . de los ciclos, de manera distinta a los demás días del año. Es otro espacio o el mismo, pero 13 Claude Gaignebet y Marie- Las teatralidades asociadas a las fiestas po­ pautado y asumido de otra manera, es otro Claude Florentin, El Carnaval. pulares mexicanas podrían rastrearse en estu­ tiempo (dilatado, casi interminable, fuera de Ensayos de mitología popular, la concepción vertiginosa y cambiante de lo Barcelona, Editorial Alta Fulla, dios como los de Gaignebet y Florentin, Ro­ 1984, pág. 106. ma Riu y Van Gennep, cuando observan «la rutinario) y es otro rol (distinguido, enmas­ dramatización» como un fenómeno inherente carado, orgulloso de su nueva identidad). Es­ 13 Arnold Van Gennep, íe folklore a todo rito , porque tiene tres partes que lo tos elementos construyen una secuencialidad franjáis, Paris, Robert Laffont, conforman: una introducción o presentación, aparentemente caótica que el visitante ajeno a 1999. un desarrollo que tiene puntos climáticos y los acontecimientos percibe distanciado, pero 15 una solución o parte final14; y cuando ven conmovido, como si una cápsula trascendente Josefina Roma Riu, Aragón y en específico al carnaval como un escenario envolviera esta metarrealidad. el carnaval, Zaragoza, Guara Editorial, 1980, pág. 90. que personifica «la lucha del invierno y la Pero, además, muchas de las fiestas po­ primavera, del bien y el mal, en definitiva de pulares mexicanas están asociadas a la danza, 16 15 Bonfiglioli, op. cit, pág. 25. la muerte y la vida» . expresión abstracta, actividad simbólica de De tal manera pensamos que el concepto nuestro cerebro que permite la exterioriza- teatralidad aplicable, por ejemplo, a las fiestas ción de la memoria individual, pero al mis­ mexicanas, más que conformar un módulo mo tiempo la comunicación colectiva con único y universal, es un instrumento flexible, el cosmos, la naturaleza, los seres míticos y inclusivo, que podemos conceptualizar como actuales16. la concreción de estrategias compartidas por El carnaval mexicano es un mosaico dan- productores y receptores, en la elaboración de zario, de manera que, si intentáramos cata­ proyectos de carácter discursivo en constante logarlo, podríamos constatar no menos de cambio. Estas construcciones son simbólicas veinte expresiones en las veintiocho entidades y están históricamente determinadas por gru­ de la república donde sabemos que se celebra. pos culturales, en un espacio dinámico, donde Así, se ejecutan desde los clásicos y poco la acción que tiene lugar en ellas, integra esa codificados bailes de disfraces, en los que difuminada y mágica frontera entre lo real y pueden incorporarse danzas europeas de sa­ Los carnavales en México. Teatralidades de la fiesta popular lo soñado que se pone en práctica de manera lón, o los desfiles de comparsas, hasta algunos ILEANA AZOR consciente. bailes más acotados como el de Los huehuen- ches, Los Casquetes, El Torito, Los Catrines, En definitiva es un conjunto Las Cihuames, La Culebra, El Tlaxcalteco, de ceremonias cuyo simbolismo Las Cintas, Las Chirrioneras, El Jarabe, Los se conjugará para obtener su fin (o Danza de los Aztecas), El Salto, primordial, esto es, asegurarse Los Tejorones, el Baile de la Harina, El Tu- la continuidad de la vida en una tuguri-Yúmari, la Danza de los Arcos, el de época cósmica peligrosa, la más la Jarana o Vaquería, Las Ahkot (danza entre peligrosa del año. El carnaval mujeres jóvenes de Bachajón), el del Tigre y trata así el Mono, el del Corte de Gallo, El Pocho y Los Blanquitos. Aunque muchas de ellas se ...de ritualizar el momento más ejecutan en varios estados del país, coincido importante del año (...). Su im­ con Bonfiglioli en que Cuadrilla de «judíos» en el Carnaval de San Nicolás portancia está en la batalla entre de los Ranchos. la muerte y la vida. La necesidad ...no hay danza que se repita dos veces de la misma de asegurar la fertilidad del mundo y el tránsito de manera...Todas son portadoras de una pequeñísima los difuntos sobre la tierra que deben ser enviados al innovación estética, un paso o un gesto determi­ mundo superior, desde donde se asociarán a la tarea nado, una prenda del vestuario que, voluntaria o fertilizante de campos, animales y personas. Lograr 17 Ibidem, pág. 26. accidentalmente, aparece y desaparece del escenario este tránsito de seres malévolos a seres fertilizantes, dancístico17. lograr que la muerte se convierta en resurrección, 18 requiere la totalidad de fuerzas humanas y sobrehu­ Roma Riu, op. cit., pág. 75. Por ello, no es sorprendente que aparez­ manas y la concentración de los rituales mayores de 19 can, por ejemplo, variantes de las Danzas de Ibidem, pág. 91. Conquista en muchas de las localidades y a lo 20 largo del calendario ritual, y no pocas estén Ritos de fertilidad en la vida vida griega BajHn, op. cit. Julio Caro Baroja, El carnaval {Análisis historie cul­ asociadas al carnaval, donde en varias pobla­ y romana antigua están en el sustrato ori­ tural), Madrid, Taurus, 1965. ciones se producen bailes en los que dos ban­ ginario del carnaval, que siguió su curso a 21 dos se enfrentan, provocando una alteración través de la Edad Media, ya contaminado Higinio Vázquez Santana e Ig­ del «orden» para después recuperarlo. con la religiosidad cristiana. Bien conoci­ nacio Santana Garibi, El carna­ dos son los estudios de Mijail Bajtín y Julio val, México, Talleres gráficos de En las bases del carnaval europeo ya esta­ la Nación, 1931. ban estos trazos de cambio, inversión y bata­ Caro Baroja sobre el tema20 y poco precisas lla a nivel cosmogónico. Josefina Roma Riu las informaciones de la llegada de estas ce­ 22 Centro Estatal de Información y enumera cuatro características fundamentales lebraciones a México, aunque se estima que Documentación de los Pueblos que se ponen de manifiesto en el carnaval: se produjo a partir del siglo XVI. La fusión, Indígenas del Estado de Puebla, intercambio y diálogo con las festividades Puebla, Kaltamatiloyan, 2000. o I ) La celebración del final del invierno prehispánicas de aztecas, toltecas y mayas 23 y recomienzo del ciclo productor de ha sido fuente de estudios desde principios Trece danzadramas recoge Ri­ 2 cardo Pérez Quitt en «Teatro la naturaleza y del hombre. Lo cual del siglo XX '. prehispánico en Puebla (Cuetza- requiere un conocimiento cósmico y lan y Atlixco)», Máscara, 1993, Año 3, núm. 13-14, pág. 126. del entorno que consiga interpretar los ROSTROS DEL CARNAVAL EN PUE­ También se ejecutan más de nue­ menores signos de cambio como inicio BLA DE LOS ÁNGELES ve danzas en la Sierra Norte y ritos a los volcanes, el Santo de la nueva estación. Patrono de cada localidad y las o 2 ) Una interacción entre el mundo tan­ Ubicada en el centro de la república mexi­ del ciclo católico, entre otras. gible y el mundo del Más Allá. Los cana, Puebla de los Ángeles está escoltada muertos y antepasados tienen también por cuatro volcanes, once cerros, tiene quince su intervención en la marcha del mun­ distintos tipos de clima y está dividida en once do de los vivos. regiones etnográficas. Con más de cinco mi­ 3°) Este paso importante requiere una pu­ llones de habitantes en doscientos diecisiete rificación individual y colectiva. municipios, en ella se hablan cincuenta y siete 4°) La fiesta es en sí misma la inversión del lenguas, incluyendo el español22. tiempo cotidiano. Su materialización De una riqueza festiva ritual notable23, se dará en el disfraz, en el cambio de en nuestra opinión, tiene en sus carnavales papeles, en la crítica no castigada del una de las celebraciones de mayor relevancia. poder, en una liberación de la represión Por sus características, los hemos dividido en sexual. En una comida abundante y en rurales y urbanos, no tanto por tener lugar un ensalzamiento reversible de los sec­ en poblaciones de menor o mayor grado de Los carnavales en México. tores menos favorecidos de la sociedad, desarrollo industrial, sino por la manera de Teatralidades de la fiesta popular 18 la mujer, los niños, los pobres...» . enfrentar la fiesta. ILEANA AZOR Huejotzingo, San Nicolás de los guel de Huejotzingo, conjunto monumental Ranchos y Santiago Xalitzintla son las formado por el atrio, las capillas posas, el poblaciones donde la fiesta va a tener templo y el convento, cuya fundación data connotaciones más complejas, mien­ de 1524-152524. Entre las manifestaciones de tras que en los barrios antiguos de la teatralidad, relacionadas con éste último cen­ ciudad como Xonaca, El Alto, Lomas tro religioso, aparecen los casamientos y otras 5 de Mayo, San Felipe Hueyotlipan y actividades de la liturgia católica, entre las que San Baltasar Campeche se representan se encuentran las tempranas procesiones de con un enfoque más profano. penitentes en Semana Santa, organizadas por Desde la concepción misma de la las confraternidades de la Vera Cruz desde el fiesta y su desarrollo en torno a un es­ siglo XVI y San Diego en el siglo XVII y las pacio central que se convierte en círcu­ representaciones de la Pasión -Lavatorio o «Huehues» que evocan el 5 de mayo de lo de convocatoria comunitaria, hasta Mandato, Descendimiento y Encuentro-25. 1862. el hecho de estar vinculado en muchos Otro hecho que se involucra en el carnaval casos con una celebración de tipo agrícola, el es una leyenda que cuenta la historia del rapto diseño de la fiesta carnavalesca rural en Puebla de la hija de un alto jefe indígena de Huejo­ va a descansar sobre soportes rituales mucho tzingo por parte de un bandido de la zona. más precisos e intensos que los urbanos que También a veces el mito se ubica en la etapa 24 priorizan el despliegue de colores y formas en de la colonia, con lo cual pasa a ser la hija del Ignacio Cabral, San Miguel de Huejoitzingo, Puebla, Universi­ el vestuario y la precisión de las coreografías corregidor la que es raptada. Esta leyenda se dad de las Américas, Puebla, danzarías. une a la de un héroe que al parecer vivió a 1990, pág. 4. El Carnaval de Huejotzingo es uno de mediados del siglo XIX -Agustín Lorenzo- y 25 los más conocidos o al menos mencionados es recordado en corridos, danzas, leyendas y Susan Verdi Webster, «Art, Ritual, and Confraternities in dentro de las festividades que, previas a la obras teatrales de los estados de Guerrero, Sixteenth-Century New Spain», Cuaresma y la Semana Santa, México celebra. Puebla y . Amigo de los pobres y Anales del Instituto de Investiga­ Si bien Puebla no se puede decir que es un enemigo de los ricos ha sido canonizado en ciones Estéticas, 1997, núm. 70, págs. 12-25. estado carnavalero, como si lo es, por ejem­ pueblos como Xalitla, donde se le conoce plo, -el investigador Joel Dávila en como San Agustín Lorenzo26. 26 Haydée Quiroz Malea, El car­ el 2001 ya tenía registrados setenta- el peso También se hace referencia de manera muy naval en México abanico de específico de esta festividad dentro de la geo­ central a los sucesos históricos de la Guerra culturas, México, CONACULTA, 2002, págs. 51-52. grafía local y nacional es de mucho prestigio de Intervención francesa, especialmente a la y al mismo tiempo generadora en el visitante batalla del Cinco de Mayo de 1862 y del sitio 27 de cierta inquietud por lo ruidoso y guerrero de Puebla un año después: Joe! Dávila Gutiérrez, Francisco Serrano y Alma Yolanda Casti­ de la celebración. Junto a los muy diferentes llo Rojas, Guerra al pie de los de Mérida y , o los más cercanos de Actividades consideradas como típicamente militares volcanes. El carnaval de Hue- jotzingo, Puebla, BUAP, 1996, distintos pueblos de Tlaxcala y algunos más se carnavalizaron, apareciendo así las retretas, las pág. 18. en Morelos y , el de Huejotzingo se tomas de cuartel, los robos de bandera, las honras ha ganado la admiración de cada vez más fúnebres y, sobre todo, los simulacros: juegos de seguidores que no por ser extraños al lugar guerra en donde se disparan grandes cantidades de -pues está demás decir que en él participan pólvora27. de una u otra forma todos los habitantes del pueblo-, entorpecen el delirio jocoso, travie­ Estas son referencias fundamentales para so y ennoblecedor de la entrega de energía y entender la construcción de una teatralidad pasión que los «huejos» derrochan unos días que se añade a la tradición propia del carnaval antes del Miércoles de Ceniza. europeo, de por sí complicada por su doble En el caso del citado carnaval se reúne propuesta de celebrar el fin de un ciclo agrario un pasado guerrero prehispánico que invo­ y el principio de otro (la vida y la muerte jun­ lucraba la tradición de las guerras floridas tas de nuevo) y dar inicio a los preparativos (propiciatorias de sacrificios), y rituales que para la Semana Santa, dando aquella rienda celebraban festividades, como las del año suelta a los excesos de la carne -palabra que agrícola de Tláloc, coincidentes en fechas está en el origen del término carnaval que con las del carnaval europeo. Por otra par­ designa la fiesta misma- y a todo lo permisivo te, existían otras expresiones de teatralidad que se produce durante estos días. como las celebraciones religiosas cristianas La forma en que los pobladores van di­ durante la Colonia, relacionadas con uno de señando su carnaval van creando una especie Los carnavales en México. Teatralidades de la fiesta popular los primeros establecimientos franciscanos en de ritual repetitivo que comienza los domin­ 1LEANA AZOR la Nueva España: el monasterio de San Mi­ gos de enero, en los cuales se producen los primeros bailes callejeros y otras actividades En Santiago Xalitzintla en los barrios, según ellos para ir avisando también hay una tradición que que el Carnaval está cerca y que hay que se remonta a la etapa prehis- ir preparándose. Así, se van produciendo pánica y a los ritos vincula­ variables de sucesos expansivos que abarcan dos con la «autorización» de toda la ciudad y ocupan un tiempo aleatorio, la siembra por los enviados del disperso y breve. Otro momento tiene lugar inframundo náhuatl. Recuérde­ cuando poco a poco comienzan a estrechar se que estos dieron lugar en el el cerco hasta reducir la espacialidad a muy centro de México a las conoci­ pocas calles, que forman un cuadrángulo con das «guerras floridas,» cuyo fin una ligera extensión a dos lugares significati­ era el de obtener cautivos para vos: la Villita y Cerro Gordo, y se concentran sacrificar y alimentar a esos es­ en una densificación del tiempo festivo que píritus que representaban y si­ Desarrollo del Carnaval de San Nicolás de los Ranchos dramatiza el tiempo real y lo convierte en guen representando la fertilidad. Esas fuerzas trascendente. del inframundo simbolizadas por guerreros En San Nicolás de los Ranchos, más cer­ prehispánicos de Atlixco, Tlaxcala, Cholula cano al volcán Popocatépetl, organizadores y y Huejotzingo, hoy se traducen en los car­ participantes activos del carnaval nos infor­ navales de la región en personajes que «mo­ man de sus raíces prehispánicas, relacionadas lestan» a la población al tratar de mancharles con los sacrificios humanos. Se pintaban el la piel o la ropa con la pintura industrial de cuerpo como penitencia para favorecer la aceite que cubre su cuerpo y que les permite buena siembra del maíz y el frijol y bailaban difuminar su identidad cotidiana junto a las para darse gusto. El color negro, que se apli­ máscaras que conforman parte del vestuario caban en el cuerpo casi desnudo, provenía del y maquillaje de la representación. Hasta que tizne del comal y el rojo, del jugo del nopal; estos enviados del inframundo encarnados en ambas sustancias se adherían a la piel con los pobladores de la comunidad, no bailan grasa animal. hasta el cansancio en las fiestas carnavaleras la En la época de la colonia estas festividades siembra no se puede efectuar a riesgo de que se sincretizaron con las celebraciones del car­ se malogre. naval europeo. Más tarde, con los sucesos del En San Pedro Cholula, especie de territo­ 5 de mayo de 1862 se incorporan las cuadrillas rio carnavalero intermedio entre lo rural y lo de huehues. Algunos son guerreros como los urbano, el despliegue guerrero es el protago­ zacapoaxtlas y franceses, pero también hay nista de la fiesta, pero también incluye como charros. Los «judíos» herederos de aque­ componentes algunas figuras que sobre todo llos danzantes prehispánicos, llevan, como están vivas en los carnavales de los antiguos aquellos, el cuerpo casi desnudo y pueden ir barrios de Puebla: el diablo y la calavera, hoy pintados de cinco diferentes colores: negro, casi en extinción en Cholula. amarillo, rojo, blanco y plateado, ahora de pintura industrial de aceite. Cada uno simbo­ LA CIUDAD Y SUS HECHIZOS liza el cultivo que desea proteger. El negro, el frijol ayocote; el amarillo, el frijol de ese Como el espacio del carnaval urbano de color y el maíz; el blanco y el plateado, el Puebla radica y tiene lugar en los barrios más maíz blanco y el rojo, el maíz rojo. Llevan antiguos, es necesario caracterizarlos. La vida armas como atributo de su poder que van compartida en comunidad, soporte de varias desde cadenas y palos, hasta la combinación prácticas culturales, hace del barrio un territo­ de ambos y chicotes. rio con una cierta organización temporal y de Ambos grupos -las cuadrillas de huehues ocupaciones y es, al mismo tiempo, un lugar y los «judíos,» llamados así por la acepción donde el grupo se plantea existir con algún que este término tenía, significando «diablo» sentido humano. El barrio va a desempeñar en el siglo XVI- desfilan el lunes y el martes un factor primordial en la gestación de la fies­ de carnaval, alrededor de la plaza, intercam­ ta y es por él que aún se mantiene. biándose y sin observar una organización por El carnaval urbano en Puebla tiene carac­ secciones. Otra línea que atraviesa la fiesta terísticas comunes a los que se celebran en el es la existencia de un rey, una princesa y dos resto del mundo, especialmente en cuanto a pretendientes: el rico, que ella desprecia, y el fechas y funciones. Se dice que estos festejos Los carnavales en México. pobre, Agustín Lorenzo, de quién está ena­ tuvieron su origen en la época colonial. Nació Teatralidades de la fiesta popular morada. en el barrio de El Alto, gracias a un grupo iLEANA AZOR de tlaxcaltecas vendedores de carbón que lo Los recorridos van diseñando un des­ trajeron de su tierra. Se afirma que al princi­ plazamiento por el entorno urbano que no pio sólo bailaban los inmigrantes y después busca, sin embargo, la concentración espacial se integraron el resto de los vecinos. Por lo observada en los rurales. El centro es la cua­ tanto, sus vestimentas, música y bailes vienen drilla misma que quiere que la vayan siguien­ del fronterizo Estado de Tlaxcala. do los observadores y el trazado propone una Tienen lugar desde el domingo anterior al dinámica de danzas diferentes que buscan Miércoles de Ceniza y se prolongan durante la separación y la unión de los danzantes a lunes y martes. Culminan el domingo siguien­ través de giros, listones y enlaces humanos. te en lo que se conoce como el «remate» o la Es un carnaval mucho más itinerante que los «octava,» rutina similar a la que se cumple en vistos anteriormente, que «arrastra» a obser­ los otros analizados, pero acá también recibe vadores y participantes activos o que van a su el nombre de «ahorcada del diablo,» pues éste encuentro, siempre cambiante, pues en cada es uno de los rituales que tiene lugar el martes sitio barrial la coreografía no será la misma, de carnaval y que se repite como cierre el últi­ aunque la programación consecutiva se repita mo día en estas festividades urbanas. cada día, como en todo auténtico ritual, así sea Cada comparsa ha sido conformada por éste básicamente profano como es el caso. los «encabezados,» cinco o seis responsables Se inicia el baile con la marcha o entrada, máximos de organizaría con un mes o más a la que le sigue el jarabe inglés o tlaxcalteca, tiempo de antelación, así como de estable­ donde se verifica, según el informante, la cer los ensayos, velar porque se cumpla el «dominación» del huehue a la Maringuilla recorrido acordado semanas antes, cuidar con el chicote, o la «dominación» de un hue­ que se desarrollen los pasos y bailes estable­ hue a otro. Le sigue el puente o baile de los cidos y guiarles durante el carnaval. Entre listones, que plantea una serie de evoluciones los integrantes están los huehues. Éstas son en las que los danzantes juegan, unidos por las figuras más prominentes y representan a cintas, dejando pasar por debajo a las parejas los hacendados de la etapa colonial, que en­ que componen la cuadrilla. Esto simbolizaría, carnan el poder, la fama y la riqueza y hacia según algunos testimonios, el movimiento quienes se proyecta entre respeto y mofa. de las aguas, el anuncio de la primavera, el Las Maringuillas o Marías que recuerdan a nacimiento de la vida. Los danzantes de San la Malinche, son admiradas por su belleza Jerónimo Caleras lo relacionan con un rito de e inteligencia y hacia ellas se profesan sen­ fertilidad, donde a través de la coreografía se timientos encontrados de desprecio y reve­ forma una especie de «serpiente humana» que rencia, pero al mismo tiempo son el corazón simboliza la fecundación. de los bailables, convirtiéndose muchas veces La estrella es una de las danzas más com­ en el personaje que juega el papel central plicadas, pues los ejecutantes logran formar de los mismos. Los diablos, representantes esta figura con el tejido de los listones con del mal, convertidos hoy más en personajes cascabeles amarrados a la cintura de los dan­ divertidos que hacen travesuras a grandes zantes y no todos los barrios lo tienen en su y a chicos, aparecen entre uno y cuatro en repertorio. La garrocha consiste en un tejido cada comparsa, son a veces interpretados por de cintas alrededor de ese elemento central, niños y tienen el último día el papel protagó- danza que se puede encontrar en muchos nico, al constituir unos de los eventos prin­ otros sitios donde se celebra la llegada de cipales de los ritos de clausura, cuando se les la primavera. Otra danza que no todas las «castiga» de diferentes formas, que pueden cuadrillas incluyen, aunque es una de las más ir desde amarrarlos y golpearlos o hacer pa­ antiguas, es la de la muñeca que tiene tres recer que se les golpea y ataca, hasta quemar evoluciones principales: primero, los danzan­ figuras que los representan. Otros personajes tes se toman de la mano y forman un círculo, que se han añadido son: la china poblana que bailando hacia la derecha y después hacia la lleva antifaz y sombrero y la mujer urbana, izquierda, mientras la Maringuillla, situada que siempre es un hombre transvestido por­ al centro, tiene en sus brazos a una muñeca tando una minifalda, con piernas, espalda envuelta en cobijas y baila con un huehue. y brazos velludos al descubierto. También En un segundo tiempo del círculo salen otros aparece el charro, una variante del huehue, y cuatro huehues y toman una capa, formando una serie de figuras que van desapareciendo una especie de sostén, donde la pareja ante­ entre los que están las calaveras, los brujos y rior mantiene a la muñeca protegiéndola de los monstruos. un diablo que se pondrá a bailar debajo de la capa, tratando de alcanzarla, pero no lo logra. dades es precisamente la de ser muy diversas. 28 Patrice Pavis, Teatro contemporá­ Para finalizar, el diablo se retira frustrado por Nos planteamos un prisma cruzado por varias neo: imágenes y voces, Santiago su fracaso y la Maringuilla levanta en alto a la disciplinas. Al analizar estos carnavales parti­ de Chile, LOM Ediciones/Uni­ muñeca en señal de triunfo. La Danza de la versidad ARCIS, 1998, págs. mos del modelo etnoescenológico propuesto 208-218. muñeca, como hemos dicho, es la presencia por Patrice Pavis28, donde se plantea una divina en el carnaval, y es bastante solemne perspectiva que va a buscar en estas prácticas 29 Alexis Juárez Cao Romero, Ca­ su desarrollo, pues apenas se mueven los una serie de reequilibrios: Series paralelas en tolicismo popular y fiesta. Sis­ danzantes. Lo más destacado es la canción lugar de unidades mínimas. Energía más que tema festivo y vida religiosa de un pueblo indígena del estado -originariamente en náhuatl- que consiste en significación. Concreto más que abstracto. Au­ de Puebla, Puebla, BUAP, 1999, alabanzas de la anunciación, nacimiento, vida, tonomía más que jerarquía de los elementos. págs. 56-70. pasión, muerte y resurrección de Cristo. Perspectivas parciales más que centralización. También bailan la «jota aragonesa» que Densidad diferencial más que homogeneidad. representa el juego amoroso entre la Malinche Sincretismo más que pureza. (o Maringuilla) y Hernán Cortés, y por eso Al mismo tiempo, verificamos si se cum­ sólo interviene una pareja; y el «vals inglés» plía una estructuración por etapas propuesta que simboliza la guerra entre ingleses y espa­ por Alexis Juárez Cao Romero29, a partir de ñoles, bailado esta vez por cuatro danzantes los «rituales de paso» de Van Gennep. unidos por pares, uno frente al otro en el que Aplicar entonces los parámetros meto­ se teatraliza una pelea. dológicos que se propusieron requirió de Otra variante de los carnavales urbanos de una dosis de flexibilidad, en dependencia del Puebla se produce en San Baltazar Campeche material analizado. Pudimos comprobar có­ y especialmente en una de sus unidades habi- mo «los ritos de paso» casi se cumplieron en tacionales -Granjas de San Isidro-, barrio que cada uno de los carnavales, pero en muchos tiene una dimensión bastante grande al incluir casos estos se vieron fundidos en uno o dos 21 localidades y 27 colonias. Más que un re­ momentos y en otros, por ejemplo, no era pertorio de coreografías fijas o desplazamien­ posible a veces distinguir cuándo terminaba tos establecidos, se trata de bailar y disparar la «despedida» y comenzaba la «clausura» desde la mañana a la noche, haciendo gala de sobre todo en aquellos como los de los barrios un vestuario peculiar y distinto cada año, para antiguos de Puebla, donde la etapa final de la hacer quedar bien a su sección barrial. fiesta se extiende casi por veinticuatro horas, Si observamos mediante un recorrido glo­ alcanzando hasta la madrugada del lunes pos­ bal estos carnavales, podemos percibir en pri­ terior a la octava. En aquellos donde el ritual mer lugar que algo que los une es una celebra­ se ajusta más a observaciones de tipo calendá- ción en fechas establecidas por el calendario rico agrario es posible distinguir el paralelis­ previo a la Semana Santa, donde lo importante mo entre aquellos y sus distintas fases. es el cambio de identidad de los danzantes y Las propuestas etnoescenológicas, rela­ su relación con el barrio. Lejos de producirse cionadas con las prácticas espectaculares, se en torno a líneas «arguméntales» específicas, aplicaron con total libertad, ya que su punto lo más importante residirá, en la mayoría de de gestación se relaciona, en su diseño origi­ ellas, en el desfile mismo y el conocimiento nal, sobre todo con expresiones sincréticas y de las coreografías fijas que no deben ser ritualizadas, pero con vocación deliberada­ transformadas o adulteradas, constituyendo mente escénica, mientras nuestro objeto de una pauta, repetida con maestría a lo largo de estudio se produce a partir de otros paráme­ los días y núcleo del orgullo de muchas de las tros conceptuales y vivenciales, gestados en comunidades involucradas. comunidades de una gran tradición mestiza Una vez más se pone de manifiesto la crea­ «espectacular», donde la construcción de una ción de un espacio imaginario, donde el proce­ teatralidad deliberadamente desjerarquizada, so de transformación ha sido la base para cons­ paralela, fuertemente energetizada, parcial, truir un lapso de libertad, juego, comunicación concreta, sincrética y densamente heterogénea y disfrute, compartiendo nuevas identidades en está dada en las bases de su origen mismo. Es espacios expansivos de ficción. un hallazgo, pues, haberlas relacionado con una metodología que se plantea ya perspec­ ¿EXISTE UNA PROPUESTA METODO­ tivas tan amplias y que sin forzarla pudiera LÓGICA? dialogar con los carnavales estudiados. La categoría que con mayor sistematici- Los carnavales en México. Es difícil definir cómo construir un méto­ dad se pudo apreciar fue la de teatralidad, Teatralidades de la fiesta popular do cuando las características de estas festivi­ que definitivamente acompaña a cada una de 1LEANA AZOR estas celebraciones año con año. Elaborada — , «Entrevista a Rodolfo Guzmán.», San en forma diferente en las distintas localidades Pedro Cholula, 9 de marzo 2003. analizadas, en los espacios rurales de por sí — , «Entrevista a Tim Knab», UDLA-P, 28 diseñados con una proyección central, la de septiembre 2001. teatralidad se produce a partir de concentrar Bajtin, Mijail, La cultura popular en la Edad y condensar la ejecución (tanto temporal co­ Media y el Renacimiento, Madrid, Alianza mo espacial) y la mirada que descubren en la Editorial, 2003. alteridad ficcional una liberación de fuentes Barbosa Cano, Manlio, Atlas lingüístico del para retroalimentar el curso de la vida misma, Estado de Puebla. México: Instituto Na­ aunque cuando estas fiestas (en Xalitzintla y cional de Antropología e Historia, 1980. San Nicolás) se hacen cada vez más alejadas Bonfiglioli, Cario, Fariseos y matachines en -en tiempo, por su desfase con respecto a los la Sierra Tarahumara: entre la Pasión de demás carnavales, y en distancia de los cen­ Cristo, la transgresión cómico-sexual y las tros de poblaciones más concurridas-, estas danzas de Conquista, México, INI, 1995. festividades podríamos pensar se resistirían Cabral, Ignacio, San Miguel de Huejoitzingo, un tanto a su posible aplicación. Si embargo, Puebla, Universidad de las Américas, Pue­ no es así, pues nunca se produce la ausencia de bla, 1990. «público» que viene en viaje de estudio, para Caro Baroja, Julio, El carnaval (Análisis «echar porra» a algún amigo o como visitante historie cultural), Madrid, Taurus, 1965. de comunidades cercanas. Castillo Rojas, Alma Yolanda y Luna Reyes, En las zonas urbanas se construye, en Ambrosio Javier, El carnaval en los bar­ cambio, una teatralidad itinerante y expansiva rios de Puebla. «El carnaval de Xonaca», que se comparte entre los desplazamientos Puebla, Secretaría de Cultura, 1991. virtuosos y la construcción de una nueva Centro Estatal de Información y Document­ identidad que se disfruta y exhibe. El ánimo ación de los Pueblos Indígenas del Estado de fraternidad y lazo comunal se alterna con de Puebla, Puebla, Kaltamatiloyan, 2000. la competencia de la premiación por el me­ Dávila Gutiérrez, Joel; Serrano, Francisco; jor vestuario y el orgullo de dejar la mejor Castillo Rojas, Alma Yolanda; Guerra al impresión de su barrio, dentro y fuera de él. pie de los volcanes. El carnaval de Hue- Más que la inversión del mundo -aunque ése jotzingo, Puebla, BUAP, 1996. es el concepto que se ha designado por la gran Díaz Cruz, Rodrigo, Archipiélago de rituales. mayoría de los investigadores para acentuar el Teorías antropológicas del ritual, Barce­ disloque o alejamiento de la cotidianidad-, es lona, Anthropos, 1998. la vida la que tiene lugar ante nosotros, pero Feral, Jossette, Acerca de la teatralidad, Buenos desarrollada con otra mirada y transformada Aires, Editorial Nueva Generación/Fac­ por eventos que nos recuerdan la fusión de ultad de Filosofía y Letras (UBA), 2003. contrarios, la conversión de un espacio y un Fernández Ledesma, Gabriel, Carnaval en tiempo rutinario en un hecho excepcional, Huejotzingo, México, Eosa, 1986. que se repite por voluntad de los participan­ Florescano, Enrique, Memoria indígena, tes y de los observadores, en una práctica México, Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, espectacular que se perpetúa y nos sirve de S.A. de C.V, 1999. reflexión mimética vital. 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