Substrato de las etnias 1. INTRODUCCION prerromanas en el Valle La redacción de la ponencia sobre «etnogénesis» del valle del ha supuesto una necesaria reflexión del Ebro y Pirineos sobre el concepto de etnia, su proceso formativo, así como sobre los indicadores arqueológicas que nos van a permitir diferenciar las etnias. En la búsqueda de trabajos realizados por otros autores se echa en falta la escasa preocupación por los aspectos teóricos Francisco Burillo * y metodológicos de este tema, la que conduce a una falta de claridad terminológica y conceptual. La definición de etnia no sólo lleva implícito el desarrollo de una estrategia investigadora para su estudio. sino también otro, que par subyacente, no es menos importante, cama es su implicación con la ABSTRACT saciedad actual. No es casual la convocatoria de este congreso sobre etnias, ni que haya coincidido en este bu tIte Midd/e Bronze Age. ¡Ize Eastern Iberian año de 1989 can otra de Arqueología Espacial sobre Sí’s¡enz lías li,zked with ¡Ize Leva¡zte and ¡he Sot¡theast. Fronteras, y otra internacional de Antropología, The area around Huesta adds i¡s onn indigenaus celebrada en , sobre el tema de Nacionalis- cultural clevelopmetuts amI trans— Pírenean influemes mas, o que las V Jornadas de Folklore y Cultural and the oreo cotnprising ¡he A’orthwest of the Iberian Tradicional, a celebrar en Pamplona, lo sean sobre el Ss’stem and Upper Ebro íroduces att overalí picture tema de Folklore e Identidad de los Pueblos. Cons- shnilar ¡o ¡he pre-Cogotas pízase of ¡he Eastern nze- cientemente o no. la elaboración histórica refleja la seta that challenges invasionis¡ theories of Cogotas 1. inquietud del historiador que la realiza, y por ende del ¡‘he Later Bronze Age saw a break wi¡h ¡he pas¡. momento social en el que vive. El término de etnia se Towards 1100 B. C. ¡hefitis’¡ Urnfield cultures appeared ha empleado coma sinónimo de nacionalidad (Vilar, along the Cinca-Segre axis asfar os ¡he Lower Ara- 980), y es precisamente el tema de los nacionalismos gon wi¡h indigenaus features such os the tumulus el que preocupa actualmente a un buen número de necropoleis ami rectangular hauses a/readv present in países, entre ellos a España. No es éste un tema bala- ¡he Middle Bronze Age. A¡ the beginning of¡he Late di, sino altamente trascendente. En todos queda pre- Bronze Age III new settlements werefounded in the sente la utilización política que se ha hecho, y se hace, centre of the Ebro vallev,subsequently being expanded de la Historia, bajo la errónea identificación de una ¡o neighbouring arcas wi¡h their own character,such etnia con una lengua, una raza y una cultura, y cómo os ¡he Lower . Be¡ween SSO and the beginning ciertas ideologías han hecho bandera de esta identidad of ¡he S¡h centurv 8. C. ¡here was a break in this para justificar su prepotencia y expansionismo. process wi¡h numeraus settlements being destroyed ar abondoned. A¡ the height uf the Iberian Age new occupattan 2. SOBRE EL CONCEPTO DE ETNIA and a change iii ¡líe funesary ritual distinguislí ¡he Si bien las investigaciones sobre etnias han sido Celtiberia¡z and Iberian ethnic graups archaeolagica/Iv frecuentes en el campo de la Antropología, no existe ftom some ¡erritories with ¡heir own charactersuclí un acuerdo sobre su definición, ya que la propia as ¡Ize Lower Arogon. ¡‘he bui/ding uf <‘it ies ¡5 pre- Rotnan, reaching its nzaxinzum development in ¡he riqueza conceptual de este término lo convierte en 2nd and ls¡ ce¡zturies 8. C. ambigua. Se puede definir una etnia (vid. Azcona, 1988) como un colectivo humano can conciencia social de grupo, definida, al menos en un momento de su histo- RESUMEN ría, en el territorio, cuya homogeneidad y heteroge- neidad de hábitasy costumbres hace creer en la Tras el Bronce Medio, el Bronce Tardío es un mo- existencia de un origen, de sentimientos y de un des- mento de ruptura. Hacia el /100 a. C. llegan los tino comunes. Sin embargo hay una gran variabilidad Campos de Urnas desde el Cinca-Segre al Bajo en la forma en que se alcanza este sentida de Aragón, con elementos indígeizas como necrópolis conciencia, existiendo discrepancias para determinar ¡umulares y casas rectangulares originarios del Bronce si la identidad surge al inicio oes fruto de un proceso Medio. En el Bronce Final III hay nuevos poblados cantinuum. Es éste uno de las puntos claves en la en el valle del Ebro y zonas vecinas, como el Bajo reflexión para aceptar cuándo nos encontramos con Aragón. Entre el SSO y principios de/siglo Va. C. se una etnia, ya que para unos, como elaboración ideo- interrumpe el proceso y nttnzerosos asentamientos st’ lógica de una conciencia de grupa, viene vinculada a des¡ru ven. la aparición del estado, y para otros puede encontrarse En el Ibérico Pleno se diferenciatz grupos étnicos en una sociedad paliticamente tribal. Este último celtíberos e íberos con territorios con personalidad camino abre nuevas posibilidades, ya que la organiza- propia que comprendían varias ciudades independientes ción tribal presenta grandes variaciones que podemos cura fornzación, que es anterior a Roma, alcanza su maximo desarrollo en los siglos 11-1 a. C. colegio universitario dc 196 E. IiURILLO encontrar entre dos extremos (Sahlins. 972): en el el nombre de las regiones puede venir, además del inferior las sociedades tribales segmentarias, acéfalas nombre del pueblo o etnia quela habita, por criterios en su poder político, y en el superior las que alcanzan geográficos: de ahí que existan casos, coma el citado el grado de cacicato a jefatura, que implican una por Plinio (III. 13) para Baeturia, de una región can estructurajerarquizada del territorio, con la aparición das etnias. del no productor (Nocete, 1984). Refiriéndanos a Respecto a la entidad de los grupos que se descri- aspectos precisos del territorio en estudio podemos ben en las fuentes, y dejando aparte las menciones a concretar todo ella en una pregunta: ¿Podemos consi- populos. vinculadas a los habitantes de una ciudad derar a belos, lusones, etc. cama una etnia? ven caso determinada, eneontrámos citadas agrupaciones su- positiva. ¿a partir de qué momento? penares que se pueden definir como «grupos étnicos»: La investigación del proceso formativo de las etnias iberos, celtíberos, que ocasionalmente se subdividen se hace compleja dado que los cambios y las varia- con criterios geográficos, caso de la Celtiberia Citerior ciones pueden darse en las dimensiones temporal y y Ulterior, y que agrupan a las etnias propiamente espacial. El territorio en estudio puede quedar fija dichas. Sin embargo en éstas existen al menas das como lugar de referencia, pera las variaciones étnicas grados. El de menor amplitud, que hace referencia a existentes en el mismo alo larga del tiempo no tienen grupos humanos de pequeña extensión y cuya exis- por qué cenirse a sus limites. Una visión diacrónica de tencia sólo trasciende ocasionalmente ante citas muy las etnias podrá mostrar si existen o no desplazamien- concretas, así Palibia (3, 35. 1) al relatar el paso de tos, y si hay una ampliación o disminución de su Aníbal por el Pirineo nombra a los bargusías. aíre- territorio. noslos y andosinas. Las otras menciones corresponden Pero el proceso no es sólo espacio temporal sino a etnias de mayor extensión territorial que, en el que trasciende a las características intrínsecas de las momento en que surgen las ciudades, agrupan a etnias sujetas a una dinámica evolutiva que no es varias de ellas, y que en muchos casos darán nombres homogénea. No se debe pensar en un proceso lineal a regiones geográficas. Hasta hace muy poco tiempo de estructuras sociopolíticas estables en el tiempo: la se creía, a partir de las fuentes epigráficas indígenas y evolución puede realizarse can distintos ritmos, de- latinas, en la existencia en el área celtibérica de pendiendo no salamente de su propia dinámica inter- organizaciones gentilicias con entidad territorial. na sino de las influencias externas, tanta de otros Correspondían, pues, a las unidades de menor categoría grupas humanos, can los que suele existir interacciones en que se podían dividir a las etnias. Sin embargo una mutuas, como de las variaciones ambientales existentes, correcta interpretación de los textos (Faust, 1979; y así mientras en unos casos aparecen ancladas en el González Rodríguez, 1986) ha demostrada que los tiempo, en otras existe una verdadera aceleración en actualmente denominados coma «genitivos de plural» su proceso de transformación. tienen distinta entidad que las gentilitates y gentes. Sin embargo, como veremos en las páginas siguien- Corresponden a unidades parentales similares a una tes, estamos lejas de contar con las medios para familia extensa, con un aneestro común muy próximo alcanzar estos objetivos, pera bueno es tenerlos como en el tiempo, lo que hace que no puedan equipararse meta hacia donde dirigir la investigación. con clanes o linajes. Tienen entidad jurídica para acogerse a pactos de hospitalidad, pero carecen de criterios territoriales, de hecha cuando existe una referencia en este sentidoí siempre se nombra a la 3. SOBRE LA RELACION DE ETNIAS ciudad a la que pertenecen. PRERROMANAS Y LOS GRUPOS La relación que tenemos de las etnias no es homo- SOCIALES CON ENTIDAD génea sino que varia, en su grado de percepción y TERRITORIAL credibilidad, en función del autor quela describe y de los acontecimientos que narra. A veces son varios los Es en los escritores clásicas donde encontramos siglo~ de diferencia entre la información que propor- identificadas una serie de agrupaciones humanas can cionan los distintos autores clásicos, y así encontramos entidad territorial, y que quedan definidas baja distin- nombres que no vuelven a citarse, o cambias de difí- tos términos: e¡nas, gens. papulus, tribus, etc. Fre- cil, cuando no impasible, explicación. En conclusión, cuentemente se han traducido estas comunidades no tenemos seguridad, para las distintas etapas de como tribus llevando con ello implícita una connota- época prerromana, de contar con el mosaico real de ción sociapolítica que implicaría una organización las etnias existentes. tribal. Sin embargo cuando aparecen la mayar parte Pero can todo ella las referencias a las etnias con- de las menciones en el valle del Ebro, esta es a partir servadas corresponden a una definición hecha desde del siglo III a.C., nos encontramos con que está fuera del grupo indígena al que pertenecen. Y aunque comenzando a surgir una organización estatal, en la nada impide pensar que los nombres citados en las que la ciudad, y no la etnia, parece ser el elemento fuentes sean traducción de otros indígenas, queda la básica. Deforma que las referencias, a partir de estas pregunta. a responder en cada caso concreto, de si se momentos, sobre estos grupos humanos no deben está reflejando la realidad indígena o está modificada dárseles un sentido político, las rasgos que lo definen en mayor o menor grado; nos podemos encontrar o identifican serán de otro tipa, llegando a tener el ante lo que los antropólogas (Mair, 1986, 22) significada geográfica de región: región Sedetania denominan como categorías, y que corresponde no a (Plinio III, 24), región de las ilergavones (Plinio III. algo que existe sino a un modo de clasificar los 21). Sin embargo, como vemos en Estrabón(lll, 1,6). fenómenos que la gente percibe como existentes. Es ETNIAS PRERROMANAS EN EL VALLE DEL EBRO Y PIRINEOS 197 interesante señalar que, si bien las fuentes escritas tidad de cada etnia y los diferenciadares respecto a las indígenas conservadas son escasas, hay múltiples restantes. Lo frecuente es que etnias próximas tuvieran referencias a las entidades arganizativas de la política aspectos afines, cuando no idénticos, pero desconoce- del momento, las ciudades. Las menciones a las etnias mas el nivel de sus diferencias y la posibilidad de son mínimas e indirectas y salva el belaikunt del contrastarías can las fuentes disponibles. En el valle Bronce de Luzaga, que tal vez corresponda a las medio del Ebro «grupos étnicos» como celtíberas e belas, el resto aparece en los nombres de las ciudades. iberas parecen presentar elementos diferenciadores así Sedeiscen se vincula a los sedetanas. y Beligionz o que han trascendido a la lengua, la forma de decorar Cotitrebia Belaisca a los belos. las vasijas a el emplea, en aquéllos, de téseras de hospitalidad, lo cual puede marcar grandes áreas de cantarnos difusas. Pera el problema se plantea cuan- 4. SOBRE LOS ELEMENTOS DE do queremos ver las diferencias de etnias afines. como DIFERENCIACION DE LAS ETNIAS lusanes y belos o ilercavones e ilergetas. Can todo, en esta última fase del proceso histórica PRERROMANAS que nos ocupa, contamos con la importante contribu- ción de las fuentes escritas, tanto de los indígenas No abundan los casos en que los escritores clásicas como de las más abundantes de los escritores clásicas. describen o identifican expresamente los rasgos de pero para descubrir el proceso formativo y de trans- identidad y los elementas diferenciadores de las et- formación seguido por las grupos humanos hasta la nias. Hemos buscado algunas ejemplos significativos configuración de las etnias históricas, debemos trabajar fuera del territorio en estudio. Citemos tres de ellas: en períodos anteriores en los que la única fuente disponible es la Arqueología. — Polibia (III. 113) al describir los preparativos para Cannas, nos habla de que a las celtas se les distinguía parir desnudos y a los iberas cubiertas can túnicas de lino de color de púrpura, a la costumbre de 5. SOBRE ALGUNOS FACTORES su país. A TENER EN CUENTA EN LOS — César durante las guerras de las Galias, en el 56 (De bello GaIl., 1,1,1) señala: «El conjunto de la Galia ESTUDIOS DE UNA ETNIA está dividida en tres partes, de las cuales habitan una De lo visto anteriormente podemos señalar que las belgas, otra los aquitanos, la tercera las que en su toda etnia tiene un soporte antropológico, una lengua lengua llaman celtas yen la nuestra galos. Todos éstos con qué camunicarse, practica unas actividades eco- difieren entre sí par la lengua, costumbres y leyes». nomicas, tiene una organización religiosa, social y — Plinio (III, 13) al hablar de la Baeturia indica: política, unas costumbres determinadas y fabrica y «Los celtici venidos de la Lusitania son oriundos de utiliza una serie de instrumentos. Pero de todo ello se los celtiberi, y ello se manifiesta par los ritas reli- debe determinar, para cada caso concreto, qué es la giosos, par la lengua y las nombres de los «appida», específico de cada grupo, y si esa especificidad se que en la Baetica se distinguen por sus cagnombres». detecta en el nivel correspondiente a las etnias en un En estos ejemplas se puede observar, en primer nivel superior de «grupo étnico», a se comparte por lugar, la visión globalizadora que se manifiesta en un amplia conjunto de grupos humanos en un vasta términos como celtas, iberos, galos, que hacen refe- territorio. Así como determinar qué posibilidades rencia a las «grupos étnicas». En el caso de los celticí, reales tenemos de definir estas entidades, espacial y se nos presenta un clara contraste con sus vecinas, temporalmente con las fuentes disponibles. nos encontramos con una verdadera isla en el conglo- merada de las etnias próximas, pero este hecho es excepcional. Por otra parte, en estas casos concretos, Antropología se identifican como rasgas diferenciadares aspectos cama la lengua, la religión, las leyes y las costumbres En el territorio en estudio del valle medio del Ebro que se manifiestan en la forma de vestir y actuar, esto no existe identificación alguna par parte de las es, rasgos de índole lingúistica, cultural, social y fuentes históricas de elementos raciales como diferen- económico. Es interesante destacar cómo ni lo racial ciadares de etnias. No obstante, uno de las aspectos nl lo política se señalan como elementos distintivas. que en las agrupaciones primitivas dan identidad al No obstante, fuera de estas referencias concretas grupo es la defensa de un origen común; creencia que existen en las fuentes menciones de distintos aspectos no implica necesariamente una unidad racial, salvo de índole social, religioso, económica, etc., vinculados que existiera una endogamia cerrada y un contraste al comportamiento de individuos a a grupos pertene- racial con el entorno, hecho que no parece darse en cientes a etnias concretas. Estas citas son suceptibles esta zona. Par otra parte, encontramos una referencia, de ser interpretadas; así sirvieran a Cara Baroja coma la mención de Floro (1, 34, 3) sabre la consan- (1946) de base para realizar su propuesta de las áreas guinidad de belas y arévacos, que en el caso de ser real culturales prerramanas. y no simbólica, nos indica que al menos en estas Queda el análisis de la información indígena, que a etnias existia un alto grado de afinidad. través de la lingúistica y de la arqueología nos propor- Actualmente se han abandonado las teorías invasio- ciona un campo de investigación importante. nistas que identificaban algunas de las etnias de la zona Pero todo ello necesita de un marca teórica. Se en estudio cama de procedencia transpirenaica como hace precisa reflexionar sobre los elementos de iden- una unidad, la idea de penetración y ocupación de un 198 it BURILLO territorio en el que serían encontradas por los roma- religiosos específicos del área celtibérica, pera no se nos, de ser cierta, podría evidenciar diferencias antro- han encontrado rasgos que marquen diferencias pológicas can las de su entorno inmediata, al modo menores, propias de cada etnia. de las que pueden presentar las colonizaciones alema- La investigación arqueológica necesita un desarrolla nas de Sierra Morena promovidas par Carlos III. en este terreno, ya que hay aspectos vinculados con el Sin embargo estos planteamientos están criticados. Se mundo religioso, como los ritos de la muerte que observa una importancia cada vez mayor del subs- pueden marcar diferencias de comportamiento, y que trato indígena. los apartes antropológicos que se se manifestarán en variaciones en el rito de enterra- aceptan son más bien escasos y alcanzarían con el miento, forma de las tumbas, ofrendas, depósito de tiempo plenos mestizajes con las poblaciones autócto- los materiales, relaciones de las necrópolis can los nas. Existe un testimonio de asentamientos tardíos poblados. etc., a aspectos coma la inhumación de que las fuentes clásicas no citan, pero cuya existencia niños, lugares donde se realiza y características del se ha testimoniado por diferentes criterios (toponími- ritual. En este campo se puede ya señalar la existencia cas, numismáticas. epigráficas), como es el caso de comunidades galas asentadas en un territorio de la de un territorio can personalidad propia y diferenciada actual zona de Tarazana y bajo Gállega. Aun en este en la forma de manifestar externamente aspectos caso extremo existe una imposibilidad de detectar funerarios, tal vez conmemorativas, coma es el caso del Bajo Aragón, turolense y zaragozano, territorio alguna diferencia racial con su entorno, ya que que por su extensión puede corresponder al de una aunque realmente fuera contrastable a planteándose etnia, ya que en él se localizan durante época ibérica una estrategia investigadora para éste u otros casos. nos encontramos con la gran dificultad de la informa- una serie de estelas funerarias características del mismO. ción disponible, en el hecho conocido de que, a excep- ción de zonas retardatarias. durante el período que va desde el Bronce Final a época romano imperial, sean La organización social y política excepcionales los restas humanos inhumados. La generalización del ritual incinerador disminuye nota- blemente las posibilidades de investigación antropo- Aspectos de la organización política de las populi lógicas en el ámbito racial. Habría que centrar las prerromanos han trascendida a través de las fuentes investigaciones en los enterramientos de épocas ante- clásicas que nos hablan de régulos, caso de os iler- riores y posteriores, para detectar la existencia de getas Indibilis y Mandonius, y senados. También en diferencias raciales, can eí problema subsiguiente de los textos indigenas, como los bronces de , distanciamiento en el tiempo. encontramos la configuración del senado de una ciudad celtibérica. Sin embargo, la información tex- tual conservada es muy parca para poder marcar Lengua claras diferencias organizativas, cayéndose a veces en cl error de tomarse coma sincrónicas cuando la La diferencia lingtiística es una de los aspectos que diferencia de un sigla puede ser clave en las procesas más da identidad a un grupa humano y lo diferencia de transformación. Otras, ha sido la lectura incorrecta de otro, tanto desde el propia grupa coma desde el de las fuentes, tal como ha demostrado Capalva exterior. Sin embargo etnia y lengua no tienen por (1986) al analizar el léxico pliniano, la que ha llevada qué ser identidades sinónimas. a conclusiones inexactas sobre la diferenciación de La lengua necesita para plasmarse la escritura, hecho territorios con organización étnica y estatal. tardío para el valle media del Ebro. y no anterior al Un campo de investigación importante se abre a sigla III a. C. Otras manifestaciones como topónimas través de la Arqueología, ya que la organización que han podido perdurar hasta nuestras días o antro- política de un grupa determinada trasciende y se pónimos y teónimas. que aparecen en inscripciones manifiesta en la ocupación del territorio. El estudio posteriores, plantean el problema de ser información de los tipos de asentamiento, sus interrelaciones y su cuya vinculación con un momento concreto anterior distribución pueden dar una información clave en puede presentar problemas. Aún así, la información estos aspectos. con el añadido de poder tener una lingílística es escasa y ha permitido diferenciar dos visión diacrónica y observar el proceso histórica «grupos étnicas». el celtibérico y el ibérico. paría que seguido. Pera ella implica una necesaria orientación en cada uno de ellos quedan incluidas varias etnias. de la investigación, que en este campo tiene que Desconocemos la existencia de diferencias dialectales apayarse en la prospección intensiva, hecho hasta el que pudieran ser específicas de una etnia, y de existir, presente muy escaso. También la excavación propor- no han sido detectadas par las lingtiistas. ciona una ayuda inestimable al conocer la organización interna del asentamiento, la existencia o no de zonas de almacenaje de excedentes, la igualdad o no en el Religión y mundo espiritual tamaño de las viviendas y en sus .ajuares, etc. O coma se ha comentada para los enterramientos, a partir de También la religión juega un papel capital en los la existencia o no de ajuares diferenciados, presencia rasgos de identificación-diferenciación de las comuni- de bienes de prestigio, etc., se puede llegar a conclu- dades humanas. Las investigaciones realizadas para siones sobre la estructura social de una comunidad y época ibérica (Marco, 1987; Sopeña, 1987) han per- los cambios que se suceden en el espacio y en el mitido señalar la existencia de deidades y aspectos tiempo. ETNtAS PRERROMANAS EN EL VALLE DEL EBRO Y PIRINEOS 199

En el pablamiento se podrán identificar distintos su organización saciopolítica, su nivel tecnológico. patrones de asentamiento, como las primitivos modelos por lo que arquealógicamente podrá deteetarse tanto «swidden», de escasa tamaño y densidad demográfica en excavaciones que proporcionan herramientas y baja, propias de una agricultura de pequeña escala datos paleontológicos, polínicos y carpológicos, como itinerante. O la presencia de asentamientos de mayores desde la prospección analizando sus patrones de dimensiones que mostrarán o no la existencia de asentamiento, ya que su tamaño, densidad, distribu- jerarquías entre ellos. O, en el último grado, el surgi- cían, relación con tipo dc suelos, etc., reflejarán en miento de la ciudad como elemento organizador, gran medida la orientación económica del grupo y la sustituyéndose los vinculas sanguíneos en la organiza- explotación del territorio. etón de la saciedad por los que marca el territorio, y Debe tenerse precaución en la utilización de indica- en definitiva la aparición del Estado. En conclusión, a dores tan frecuentes en el contexto arqueológico través de los patrones de asentamiento estamos en como es la cerámica, ya que cuando disminuye nota- condiciones de observar si una sociedad tiene una blemente la autaproducción, como acurre en época organización tribal segmentaria, existe presencia de ibérica, los circuitos comerciales que la distribuyen jefaturas o corresponde a un estado, y dentro de cada pueden romper, y de hecho rompen, las barreras étni- bloque determinar las características específicas del cas. No obstante, se perciben diferencias, así en las mismo. Distinto es que estemos en condiciones de representaciones pictóricas humanas y de animales marcar la territorialidad de una etnia y la evolución más naturalistas en la zona ibérica y más geometri- seguida en el tiempo, ya que, salvo en grado de zantes en la celtibérica; o distribuciones de ciertas organización compleja, con poder centralizado, no formas cerámicas, caso de la 16 y 17 de Castiella surgirá un poblamienta diferenciado que marque (1977, 349) que se concentran en el Alto Ebro. límites, caso de asentamientos especializados en la Otro de los aspectos importantes en los estudios coerción que señalen una frontera, u otras manifesta- económicos es su relación con la estructura social. ciones de la misma como los vacíos poblacionales o, determinando el control de los excedentes, la presencia contrariamente, la existencia de concentraciones de- de bienes de prestigio, etc. mográficas que indiquen la presencia de las denamt- nadas «frontera tapón». Pero aún en estos casos evo- lucionadas, no necesariamente podemos hablar de Costumbre y cultura material adecuación de etnia y organización política, pues, si bien pueden coincidir, también pueden darse otros Se puede definir la costumbre de un grupo como la das grados extremos: unidades queaglutinan distintas práctica habitual por la repetición de unos actos. Las etnias y, por el contrario, etnias divididas en diferentes costumbres de una sociedad van más allá del compor- unidades políticas, hecho que ocurre en el valle del tamiento estricto, irradian a todas las facetas de la Ebro con el surgimiento de las ciudades. Es importante vida, configuran el derecho e implican a todas las este grado último por cuanto la entidad política puede manifestaciones del grupo, desde los distintos ritos crear elementos diferenciadores no sólo en la ocupación vitales a las relaciones can otros grupos; desde 14 del territorio sino también en nuevos rasgos de forma de hacer la guerra a la forma de vestirse y identidad, que marquen sus diferencias con las otras adornarse; desde la forma de construir y de diseñar unidades políticas aún correspondientes a la misma los espacias de una casa a las formas de una cerámica, etnia. En este sentido Caro Baroja (1971, 159) indica: de su acabado, de los motivos decorativos, temática, «En las grados que señala Cicerón (De off., 1, 17, 53) estilo y composición, etc. De esta manera trasciende dentro de la sociedad, los que quedan constituidos la concepción estética que guía a los artesanas en la por las hechos de pertenecer a la misma gente (gens), fabricación de una espada o de una cerámica, respon- nación (natio) y la lengua (linguo) son, según él, diendo a la demanda social, El proceso creativo suele menos importantes que el de pertenecer a la misma tener una interrelación directa entre lo individual y lo ciudad (civi¡as)». Es pues en este campo en el que el colectiva. Aquellas elementos innovadores que tengan arqueólogo podrá encontrar testimonios para diferen- éxito por entrar en el «espíritu» del grupo se acep- ciar distintos territorios, debiendo resolver si son tarán y se difundirán convirtiéndose en un hecho étnicos o políticos. aceptado, y en ello entra tanto los que surgen de dentro del grupo como aquellas modas que llegan desde el exterior y que se aceptan y aglutinan con las Economía propias. Nos encontramos con que, al igual que con Desde el punta de vista teórico podemos encontrar otras facetas de la vida, es algo dinámico y sujeto a la existencia de una actividad económica y un grado cambias y evolución. de desarrollo étnico de la misma vinculada a una El desarrollo de unos hábitos o costumbres pueden etnia, caso, por ejemplo, de una especialización en comportar un mecanismo evolutivo de identidad en la ganadería o en agricultura, y en este caso la existeneta etnia y de diferenciación de otras. Unas veces estas de una agricultura de rozas, una extensiva de secano hechos son conscientemente asumidos por el propio o la presencia de regadia. Pero una etnia puede grupo, pero otras no son valorados por él, dado que extender su territorio por diferentes ecosistemas que lo común es lo que siempre se ha hecho. No obstante, impliquen una distinta utilización económica de los ambos casos pueden ser detectados desde fuera del mismas. grupo par un observador externo, por contraste can En cualquier caso, un sistema de explotación eco- sus propias costumbres, así lo encontramos en algunas nómica trasciende distintos aspectos de la etnia, como referencias existentes en los escritores grecolatinos, 200 E. BURII,I.O que deben, no obstante, ser asumidas críticamente. quien defiende inicialmente (1921) la existencia de das También arqucológicamente podrán deteetarse, cuando invasiones centroeuropeas, coma elementas clave en hayan trascendido a los elementas de cultura material la configuración del poblamiento del valle del Ebro, conservados. Referencias como las de Livio (34, 20) publicando en Navarra los materiales férreos de una en las campañas de Catón: «Cuando los lacetanos necrópolis no localizada de Echauri. Mientras que en hubieron reconocido sus armas y enseñas (la de los la Rioja, Taracena inicia en 1935 la excavación del suessetanos)í>, nos muestra la diferenciación de un Redal. En Aragón hay una actividad intensa, pero grupo, suessetanos, par otro próximo, lacetanos, a muy concentrada territorialmente. Bardaviu trabaja partir de señas de identidad, armas y enseñas, que en el Alcanadre. En la cuenca del Matarraña, el pueden trascender a la observación arqueológica, sin Grupo del Boletín Bajo Aragón y, posteriormente, el embargo, tal como indica Quesada (1989). estamos lnstitut d’Estudis Catalans realizarán intensas pros- actualmente lejas de alcanzar resultados. pecciones y excavaciones de una serie de asentamientos Reflexiones realizadas a partir de indicadores etno- y necrópolis, en su mayar parte pertenecientes al B.F lógicos (Clarke, 1984, 338) de las afinidades existentes e Ibérico Antiguo (Bosch, 1913-14; 1915-20), con en varias etnias de su cultura material, confirman que excepciones importantes como San Antonio de Caía- una innovación en un lugar determinado se extiende a ceite (Cabré, 1983-84) correspondiente al Ibérico otros estando sujeta a elementos fluctuantes. Conforme Pleno. No se publican las memorias de excavación, más afín es el grupo, más alcanza la difusión, llegando pero las sistematizaciones que se realizan serán bási- a la conclusión de que el promedio compartido entre cas en la construcción de la protohistoria peninsular. tribus unidas por el idioma alcanza un 70%. Pero el A esta información sobre el H. II debe unírsele, en problema se plantea cuando se observa que arquealó- la también bajoaraganesa zona del y del gicamente sólo es posible detectar un 15 % de los tipos Regalía, la actividad iniciada por Bardavíu (1918, de artefactos específicos de cada cultura. No obstante, 1926) que será puente de la llegada de la Ecole des a pesar de la gran disminución de la muestra teórica, l’lautes Etudes Hispaniques de Burdeos, excavándose se puede realizar una investigación arqueológica ten- una serie de yacimientos, en su mayoría del Ibérico dente a observar la distribución de distintos elementos Pleno y Tardío (Bardaviu y Thouvenat, 1930; Bruhí y de cultura material, las grados de afinidad existentes París, 1932 y París y Bardavíu, 1926). Pérez Temprado en los mismos según cl territorio, marcando así áreas y Cabré excavarán el Cabezo Alcalá de con un alto grado de semejanza, zonas de contacto, (Cabré, 1929). En el territorio celtibérico la actividad etc. El problema es definir a partir de ellas la exten- se relega a catas y se vincula en su mayor parte a las sión de una etnia. ya que nos encontramos con que ciudades, caso de Di/bilis en el centro de Bambola de pueden existir variables como, por ejemplo, las distin- (Sentenach 1918; Sehulten 1934), el Conde tas orientaciones económicas dentro de una mtsma de Samitier excava en Belmonte donde se sitúa etnia, que pueden crear elementos de cultura material Segeda (Sehulten, 1933) y el Marqués de Cerralbo en funcionalmente diferenciados dentro del mismo grupo. la Granja de San Pedro de , donde O viceversa, una aparente uniformidad cultural a se identifica Arcobriga (Aguilera y Gamboa, 1909) partir de los restos conservados en etnias distintas. también excava una necrópolis celtibérica próxima. Preocupación similar parlas centros urbanos también encontramos en la Rioja, donde Taracena excava en 6. HISTORIOGRAFíA Cervera del rio Alhama, Contrebio Leukade (1926) y en Canales de la Sierra (1929), donde algunos histo- Plantear la «etnogénesis» del territorio del valle del nadares situaban Segeda, a la par que realiza una Ebro obliga no sólo a retratraerse al tema de las síntesis sobre los pelendones (Taracena, 1933). aportaciones e influencias transpirenaicas durante el Bronce Final, sino también al papel que juega el subs- De 1946 a 1969 trato indígena y contemplarlo, al menas, desde el Bronce Media. Continúa la carencia de investigaciones sobre el En el proceso de investigación que sintetizamos, BM. Existe una sobrevaloración del mundo Cen- destaca la concentración de la actividad en el eje del troeuropeo, dominando las teorías invasionistas, con Ebro, especialmente en lo que respecta al B.F. y Hl., visiones que pueden sintetizarse en la de Bosch (¡944) lo cual crea grandes vacíos, con espacias, como las que defiende la existencia de cuatro invasiones y la de Pirineos, donde la información arqueológica con Almagro Basch (1952) para el que sólo hay una y entidad para este momento es prácticamente nula. Si gradual. El planteamiento de Vilaseca (1974) sobre el a ello se une el dominio de la excavación aislada sobre modelo de evolución interna (Ruiz Zapatero, ¡983- los estudias territoriales, se puede concluir que 85) no hace mella en este territorio, donde se dan estamos lejos de contar con una visión general del síntesis globales sobre la «indoeuropeización» del área en estudio para abarcar el tema que nos ocupa. valle del Ebro (A. Beltrán, 1960). Una primera visión de síntesis del poblamiento prerromana de la Rioja es realizada por Taracena (1940-41). La mayor parte de Hasta 1939 las excavaciones se concentran en yacimientos del B.F.-H.l. Fn la Rioja se continúa la del poblado de En este periodo carecemos de investigaciones sobre Partelapei’ia en el Redal (Fernández Avilés, 1956). el Bronce Medio. El Bronce Final- Hierro 1 queda Con la fundación en Navarra de la Institución dominado por la visión sintética de Bosch (1923). Príncipe de Viana, Taracena y Vázquez de Parga E’l’NIAS PRERROMANAS EN El. VALLE DEI. EBRO Y PIRINEOS 201 realizan excavaciones de distinta intensidad: Castejón y las de Santa Ana de Entrera. por este último. Una de Arguedas (1943), catas de Echaurí (1945). desta- visión global de Rioja y Navarra es objeto de la tesis cando el inicio de la excavación del Alto de la Cruz de doctoral de Castiella (1977) y posteriores actualiza- Cortes de Navarra que, continuada por Gil Farrés clones (1987). Las excavaciones navarras corresponden (1952. 1953) y Maluquer (1954, 1958), se convierte en (Castiella, 1987) a niveles inferiores de yacimientos el asentamiento mejor conocido del Valle del Ebro. y romanos explorados por Mezquiriz, caso de Pamplona gracias a la presencia de sus tres poblados superpuestos (1975a) o Santacara (1975b), a de catas realizada en en la única secuencia estratigráfica descubierta. Se La Custodia de Viana (Castiella. 1975a), la actividad exeava su necrópolis en la Atalaya (Maluquer y se íntensil’icará únicamente en El Castillar de Mendavia Vázquez de Parga, 1956) y la de la Torraza en Valtie- (Castiella. 1979. 1983) y Sansol de Muru Astrain rra (Maluquer, 1953). También en Aragón la reciente (Castiella. 1988). se volverá a excavar Cortes (Maluquer Cátedra de Arqueología de Zaragoza se centrara e¡ aL 1988) descubriendo un nuevo nivel inferior. En sobre este tema. Se excava en el pablado del el Baja Aragón se revisarán las cerámicas importadas Cabezo de Monleón (Beltrán. 1962), dándose a cono- de las antiguas excavaciones del Matarraña. apartán- cer otros yacimientos de este momento cama Zafaras dose nuevas cronologías (Sanmartí. 1978) y realizán- (Pellicer. 1957). La actividad de la etapa anterior se ve dose valoraciones sobre la incidencia del comercio actualizada en una síntesis sobre el Bajo Aragón protocolonial (Ruiz Zapatero. 1983-84). Se exeava la (Almagro el al. ¡956). que concluye en el Hl.. y en un Lama de los Brunos de Caspe (Eiroa. 1983). y estudio conjunto de sus necrópolis tumulares (i’amás Palermo. que. junto con nuevas excavaciones en el Maigí. 1959. 1960). Se investiga la zona de Fraga Cabezo de Monícón (A. Beltrán, 1984). servirá a A. (Pita. 1958), Sena (Panyella y Tomás Maigí. 1945-46) Alvarez (en prensa) para sistematizar el EF. de este y Serranía Turolense (Ortega, 1952). territorio. En la zona del Cinca y Monegros. se reali- El Hierra II queda reducido en la Rioja a la parcial zan visiones globales (Maya. en prensa) y se inician excavación de Cantabria en Logroño por Taracena nuevas excavaciones en asentamientos como los (Fernández Avilés, 1956). y en Navarra a la del Regalías de Candasnos (Ruiz Zapatera. 1983). En el poblada de Peña del Saca de Fitera (Taracena y mundo funerario destacan las excavaciones de las Vázquez de Parga, 1946 y Maluquer, 1965). En Ara- Castellazos dc (Rayo. ¡986). la del gón existe una sistematización de Pellicer (1962). pero Cabeza Ballesteros de Elipa (Pérez Casas, 1987), y la limitada a zonas de la cubeta del Ebro y basada de la Umbría en (Aranda. en prensa). esencialmente en prospecciones. Destaca la continuidad El Híl cuenta Rioja y Navarra con la visión global de la excavación de Azaila (Cabré, 1944), la revisión de Castiella (1977). Las excavaciones realizadas se de San Antonio de (Pallarés, 1965) y la centran en las ciudades: Custodia de Viana, Libia en excavación del Castelillo de Allaza (Atrián, 1966), la Llana de Herramellurí (Marcos Paus, 1978), mientras que en el territorio celtibérico sólo aparece Co,ztrebia Leukode, que será objeto de la tesis la publicación de la necrópolis del Cuarto de Griegas doctoral de Hernández Vera (1982). que excava (Almagro, 1942). actualmente también Gracurris en las Eras de San Martín de Alfaro; la monografía sobre Calagurris en Calahorra (Espinosa, 1984) y finalmente la infructuosa De 1970 al presente búsqueda de la Vareo indígena en Logroño (Galve y Andrés, 1983; Pascual y Gajate, 1986). En Aragón Surge la preocupación por el tema del Bronce existe una gran dispersión en las excavaciones, gran Medio y Bronce Tardío, especialmente en las últimos parte de ellas inéditas. planteándose el problema de la años. En la zona riojana viene protagonizada par carencia dc secuencias estratigráficas, lo que ha lleva- Pérez Arrondo y su equipo. En Navarra se está do a problemas de datación de yacimientos prospec- iniciando con los trabajos de Sesma y en Aragón can tados e incluso excavados. Entre los poblados destaca excavaciones como El Cabezo de Frías de Albarracín la revisión del Cabezo Alcalá de Azaila (M. Beltrán, (Atrián, 1974), Moncín en Borja (Harrison e¡ al, 1976) con posteriores reínterpretaciones (M. Beltrán, 1987), La Hoya Quemada de 984), el Cabezo de la Guardia de Alcarisa (Martínez, (Burilla y Picazo, 1986), Zafranales de Fraga (Montan, 1982), El Palomar (Atrián y Vicente, 1982) y San 1988) y Cabeza Sellada por Andrés y Benavente. Se Pedro de (Vicente e¡ aL 1985), el Alto Chacón está investigando can visiones sistemáticas del territo- de Teruel (Atrián, ¡976), Los Castellares de Herrera rio, cama la de Picazo para la serranía turolense y de los Navarras (Burillo, 1983). Y entre las ciudades Rey para el Alcanadre-Flumen. En consecuencia, con Ce/sa (Nl. Beltrán Lloris, 1985), Cabezo Pala de la moda del momento surgen trabajas sobre la Alcañiz (Marco, 1987), Jaca, Salduie y Bolscan con influencia del Mundo Cogatas (Hernández Vera, excavaciones de urgencia, y en territorio celtibérica: 1983) y la importancia del substrato indígena (Arteaga, Bílibis Itálica (Martín Buena, 1975), Bursau (Bana et 1976; Eiraa, 1985; Pellicer, 1985 y 1987). al, 1979). Contrebia Belaisca, con la importante con-

El B.F. - Hl. tendrá una nueva valoración con la tribución de sus das bronces escritos (Beltrán Martínez, defensa de los modelos de evolución interna (Almagro 1982; et al, 1987). La Caridad de (Vicente Garbea, 1977; Ruiz Zapatero, 1983-85) a partir de e¡ al, 1987), y la revisión de Arcobriga (M. Beltrán, unas primeras penetraciones transpirenaicas. En la 1987). l..as necrópolis se limitan a una cata en el Rioja se renuevan las excavaciones del Redal (Alvarez Cerraa del Tío Borao en (Vicente y Escriche, y Pérez Arronda, 1987), y se iniciarán las del Sorbán ¡980) y a la importante. por su secuencia estratigráfica de Calahorra por González Blanco y Urbano Espinosa. e inédita de la Umbría de Daroca. Visiones territoriales 202 1’. IItJRiLLO a partir de prospecciones encontramos para la Huerva 7. PERIODIFICACION Y CRONOLOGíA y medio (Burillo, 1980). La periodificación actual para este territorio queda Las etnias y populí prerromanos han sido una de definida según das criterios. El clásico, que pretende los aspectos frecuentemente tratados, pero domina La tener un alcance europeo: Bronce Medio; B. tardía o perspectiva de la Historia Antigua. por lo que ha Reciente o Final 1: BR II; B.F. III; Hierro 1 y H. II. primada la crítica textual sobre la investigación ar- Esta sistematización tiene como referencia los trabajos queológica directa. Hay varias visiones de conjunto franceses de Hatt (1961) y de Guilaine (1972) para el sobre las existentes en el valle media del Ebro (M. Languedoc. Su gran aceptación en el área catalana, Beltrán. 1976: F: Beltrán y Sancho. 1979: Marca. ha hecha que se apliquen en la aragonesa zona del 1980: Rodríguez Colmenero, ¡979: L. Sancho, 1981) y Cinca (Maya en prensa) y en el Bajo Aragón (Alvarez globales sobre la zona pirenaica (Caro Baroja. 1988: en prensa). Existe también una clasificación cultural, Fatás. s. a.. 1978: Fuster. 1985 y Rodríguez Duque. propuesta par Almagro Gorbea (¡977) y Ruiz Zapatero ¡978). y los celtíberos en general (M. Beltrán. 1987: (1983-85). que. baja el término de Campos de Urnas, Fatás. 1987c). Estudios concretos encontramos sobre: engloba el NE peninsular en las fases anteriores del ausezan; del valle medio del Ebro (Jacob. 1987-88). BE. y H.l. Sin embargo, se ha señalado . berottes (Villacampa. 1980). asentamientos de de las formas tumulares en el valle medio del Ebro. galli (M. Beltrán, 1977 y Burílla, ¡987), ilercavones Por otra parte, las nuevas investigaciones que muestran (Gimeno Fabregat, 1976 y Pallarés, 1965), ilergetes un papel cada vez más importante del propio substrato (Fatás, 1987a), lusones (Burillo, 1986b y Martín indígena, especialmente en las zonas montañosas del Buena, 19775a), sedezani (Fatás, 1973), suessetan¡ Pirineo y Sistema Ibérica, demandan la realización de (Fatás, 1986), turboletas (Uraz, 1982) y vascones una periodificación, en la que se contemplen las pecu- (Fatás, 1987b y Pérex Agorreta, 1986). liaridades de cada territorio y su distinto acceso a las fases culturales, hecho actualmente de difícil realización debido a la ausencia de excavaciones y prospecciones Trabajos de síntesis arqueológicas. Respecto a la época ibérica los términos en baga de Si bien encontramos publicaciones de síntesis ante- Pre-/ Protoibérico, Ibérico Antiguo, 1. Plena e 1. Tar- ríares, como las realizadas para Aragón por Galiay día coinciden en los das primeros casos con las (1945) y A. Beltrán (¡951). es en este último período terminologías anteriores del H. 1 y de C.U. del Hierra, cuando asistimos a la aparición de diversas trabajas y en las segundas con el H. II. Es importante destacar individuales y colectivos, así como a la realización de que nos encontramos con una ausencia de yacimientos congresos con entidad regional. Para la Rioja puede can secuencia estratigráfica, lo que ha hecho que las encontrarse una completa sistematización crítica de periodificaciones se basen en secuencias horizontales yacimientos arqueológicos en Espinosa (1981), que se de distintos yacimientos, hecho que se ha realizado actualizan con la Carta Arqueológica del ría Cidacos exclusivamente para el Bajo Aragón y sólo para sus (Pascual. P. y H., ¡984) y las aportaciones a los das fases iniciales (Sanmartí y Padró. 1976-78). Pero más Coloquios sobre Historia de la Rioja celebrados en grave es la ausencia de excavaciones que cubran toda 1983 y 1985. esta época en amplios territorios, como la zona Sobre Navarra existe una amplia sistematización oscense, Rioja y Navarra, lo que ha llevada a Inmo- de su Prehistoria debida a Barandiarán y Vallespí vilizarantiguas creencias como su tardía aculturación, (1984). que llega esencialmente hasta la E. del Bronce. en contraste con las resultados que se obtienen en las Más breve, pera cubriendo hasta la época ibérica, es vecinas tierras leridanas (Junyent, 1987) o en el alavés la de Sánchez y Unzu (1985). En 1986 se realiza el poblado de la Hoya (Llanos. 1983). Primer Cotzgreso General de Historia de Navarra.

En Aragón encontramos distintas publicaciones Dataciones absolutas (Martín Bueno. 1977a; Beltrán, A, ¡974; 1978; dir. ¡980, 1985: Canellas. dir, ¡980). Entre los congresos Recogemos a continuación las dataciones absolutas referidos aso marca territorial destacan las Primeras publicadas a partir del Bronce Media: y Segundas Jornadas sobre el listado Actual de los — La Hato Quenzada de Mora de Rubielos (Teruel) Estudios sobre Aragón en 1978 y ¡980: la Primera (Burillo y Picazo. 1986). Reunión de Prehistoria Aragoizesa. en Huesca en 1981; los Segundos E,tcuentros de Prehistotia A rogo- UGRA-207 4.070±190 B.P. 2120 a.C. UGRA-2l1 3.260±lOO B.P. 1310 a.C. nesa, en Caspe en 1986. y el Estado Actual de la Arqueología en Aragón, en Zaragoza en 1987. A ello UGRA-212 3.450± 90 B.P. 1500 a.C. UGRA-213 3.420±lOO B.P. 1470 a.C. debe unírsele la realización de las Cartas Arqueológicas de las provincias de 1’eruel (Atrián e¡ aL 1980) y — El Castillo de Frías de Albarracítí (Teruel) (Atrián. Huesca (Domínguez et al. ¡984>. siendo inmediata la 1974). publicación de una visión sintética de la Corta Ar- queológica de Aragón (Burillo, Oir., en prensa). CSIC-l 15 1520 a.C. Sucesivas visiones sobre la época ibérica han sido presentadas a los Congresos de ámbito nacional sobre — Cabezo del Cuervo (Alcañiz) (Museo de Teruel). íberos (Beltrán, A., 1976-78 y Burillo. 1987a). 1610 a.C.: 1750; 1560: 1390: 1370 y 1270. ETNIAS PRERROMANAS EN El. VALLE DEL EBRO Y PIRINEOS 203

5 5 5 6 2 , , 7 5 lo nr, cm~’, -n~ y 6,6 SsS 6.5. E5’7 66.’ 655 7E E ~ 795. 5.’.P..E 5957 5656 E~ 5 9595. ¡

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Fío. 1. Mapa de dispersión y cuadro de dotaciones absolutos. (C14). 204 E. IiLIRILLO

Erdelyi et alii, en prensa), cuyos resultados han sido Peña Guerra (Nadal) (Pérez Arrondo, 1985, 17). 2.251 B.P.±174.±123: y 2.419 B.P.±79.±127, lo CSIC-617B 1460 a.C. que ha dado una fecha de 424 a.C_-t’79_±127. CSIC-627A-B 1500 a,C. Ambas en niveles con Campaniforme.

— La Cueva del Moro cíe Olvena (Huesca) (Baldellou 8. EL SUBSTRATO DEL BRONCE y Utrilla, 1985). MEDIO Y DEL BRONCE TARDíO GR.N.-12.l 18 3.430±35H.P. 1480 a.C. GR.N«-12.l 16 3.040±35H.P. 1090 a.C. Uno de los temas de discusión en la protohistoria del valle del Ebro es la diferenciación entre los aspec- Moncín cíe Borla (Zaragoza) (Harrison et aL 1987). tos que corresponden al substrato indígena de este territorio y las que llegan a través de los Pirineos. Por BM- 1926 2.880±35H.P. 930 a.C. otra parte nos encontramos actualmente ante nuevas BM-1924 2.960±40H.P. 1010 a.C. teorías invasionistas, en este caso de carácter peninsu- HM- 1925 3.020±45H.P. 1070 a,C. lar, y vinculadas a la expansión meseteña del mundo 2.915 ±45H.P. 965 a.C. BM-1928 Cogotas 1, hecho que se ha desorbitada en sus plan- BM- 1927 3.040±45H.P. 1090 a.C. teamientos. Creo pues, que es de sumo interés prestar 4lequinenza (Zaragoza) (Rayo). atención a ciertos testimonios consideradas claves. Cas¡ellets de . Me refiero a algunas ceramícas aceptadas como fósi- 1100 a.C. y 800 les directores y al tema del origen del poblamiento — (‘erro cíe Sonta Ana Entreno (Rioja) (Espinosa y con estructuras estables. González. 1977). - 10.039 2.895± 95 H.P. 945 a.C, 1. Cultura material 1-10.040 2.475±120 H.P. 525 a.C. Con la diferencia de fechas que ha sido puesta de La cerámica incisa con decoración de dientes de lobos manifiesto reiteradamente. Fue identificada por Aguilera (1980) coma propia Partelapeña de LI Redol (Riojc{) (Alvarez y Pérez, del Alto Ebro y Sistema Ibérico Occidental. Nuevos 1987). hallazgos muestran su extensión hasta el territorio meseteño (Jimeno. 1984; Almagro Gorbea y Fernández CSIC-621 2.630 ±50H.P. 680 a.C. Galiano, 1980). Cronológicamente presenta un claro desarrollo durante el B. Medio y B. Tardío, apare- — Pompeya cíe Samper de Calando (Toruel) (Herce, ciendo asociada con cerámicas excisas y de boquique. 1985). CSIC-574 2.730±50 H.P. 780 a.C, La ceranzica con decoracion excisa Gavín/Sepulcro de Zaragoza (Aguilera et aL 1984). Si bien existen ejemplares en el Bajo Aragón y Alto GR.N.- 12.410 2.550±50 H.P. 600 a.C. Ebro pertenecientes al B. Final y cuyos precedentes GR.N.- 12.411 2.580±50H.P. 630 a.C. plantean todavía discusiones (Coffyn, 1979; Ruiz Cabezo Ballesteros de Epila (Zaragoza) (Casas, Zapatero, 1980a, b. 1982; Pellicer, 1985: Alvarez y 1988) Pérez, 1987: Maya, 1988 y Alvarez, en prensa), siendo la tendencia actual más generalizada el vincularlos al CSIC-607 2.039 ±50 B.P. 440 a.C. substrato peninsular, frente al indicador de «celtiza- CSIC-608 2.410±50H.P. 460 a.C. ción» tan extendido en la postguerra (Almagro, 1939). GR.N.- 13.343 2.490±30 H.P. 540 a.C. 1-lay otros hallazgos que sin lugar a dudas pertenecen GR.N.- 13.344 2.560±30B.P. 610 a.C. al E. Medio, como los de la riojana Cueva Lobrega GR.N.- 13.345 2.480±40 H.P. 530 a.C, (Jimeno, 1986, 49), el oscense Torrellón It (Rey, 1987) GR.N. -13.346 2.510±35H.P. 560 a.C. y los zaragozanos Urrea del Jalón (Pérez, 1986, 163) GR.N.- 13.347 2.330±50H.P. 380 a.C. y el propio Almantes de Calatayud, fechado inicial- Castillo Miranda de Juslibol (Zaragoza) (Fatás, mente en el B. Final (Martin Bueno, 1980). Sus 1974). precedentes inmediatos se encuentran en las pseu- daexcisiones y a veces excísíanes de los denominados CSIC- 169 2.440 ±80 B.P. 490 a.C. por Molina y Arteaga (1977) Grupo Campaniforme y Grupo Silos, y como la mayor parte de los hallazgos — Lonja de los Brunos de Caspe (Zaragoza) (Eiroa y Bachiller, 1985). de las mismos se nuclearizan en torna al Sistema Ibérico y Meseta Oriental. CSIC-599 2.440 ±50H.P. 490 a.C. CSIC-600 2.450 ±50B.P. 500 a.C. La cerámico con decoración boquique — Mas de Valera de Fortniclie Bajo (Zaragoza). 2.690±50 H.P. 740 a.C. Los hallazgos de cerámica de boquique en el terri- tono en estudio han merecido distintas visiones de La datación no coincide con el contexto arqueoló- síntesis (Ruiz Zapatero, 1982; Hernández Vera, 1983 gico, no así la realizada por Termoluminiscencia (B.. y Maya, 1986). En ellas se pone en relación su ETNIAS PRERROMANAS EN EL VALLE DEL EBRO Y PIRINEOS 205 presencia con un indicio de la expansión del mundo Bajo, en estudio por J. Picazo, perteneciente al Bron- meseteño Cogotas 1. No obstante, se debe poner de ce Antiguo, encontramos los precedentes inmediatos, manifiesto que la mayor parte de los testimonios de Distintas parecen ser las estructuras de planta cua- las cartas de distribución corresponden a yacimientos drangular que se señalan en el Baja Aragón (Alvarez con un único fragmento recogido en superficie, parlo y Bachiller. 1982, 63) en lugares como el Cortado de que se debe ser prudente en reducir la expansión de Baselga de Aleañiz y los Estancas de . en un grupo cultural a un único y escaso testimonio donde no parece existir indicios de urbanismo. cultural. Pera lo importante para la necesaria cautela Las excavaciones en otros asentamientos del Bronce es la amplitud cronológica que presenta esta técnica Medio del territorio en estudio son escasas pero signi- decorativa, cuyo origen peninsular nadie pone en ficativas en sus resultados. Así, en el Castillo de Frías entredicho, y el área geográfica en’ que aparecen las de Albarracín se publicaron (Atrián, 1974, 12) frag- precedentes. mentas sueltos de manteado dc barro, que en las Se debe insistir en el hecho demostrado por Maya excavaciones posteriores (Andrés y Moreno, 1987) y Petit (1986) de que el territorio más antiguo donde han aparecido en mayor cantidad, mostrando a su vez se ha identificado esta técnica no es en la Meseta sino la existencia de grandes silos medievales que han en el NE peninsular hasta el rio Flumen, datándose en alterado un asentamiento de características similares el Bronce Antiguo, entre fines del 1990 y el 1700, a las de la Hoya Quemada. En el Cabezo del Cuervo perdurando en el Bronce Media. Es precisamente en de Alcañiz se han descubierto (Vicente, 1982), en el la zona más occidental donde se pone de manifiesto la estrato correspondiente al Bronce Pleno, la confluencia aparición del tema en espiga, can paralelos en la fase en ángulo recto de muras de . También en preCogotas de las Tolmos (Jimeno, 1984). Moncín de Borja (Moreno y Andrés, 1987) se ha localizado un edificio rectangular de piedra aislada, de 8 por 5 m, con una cronología anterior al 1300. 2. El origen del poblamiento con estructuras estables También en Sancharancón, en Caspe, existen casas de planta cuadrangular en ladera (Alvarez, en prensa). Significativa, por situarse en la margen izquierda del En un reciente trabaja (Burillo y Picazo, en prensa) hemos puesto de manifiesto cómo el primer pobla- Ebro, en el Monte Aguilar de las Bardenas Reales de Navarra, es el resultado de las excavaciones que está mienta del Ebro, con estructuras estables, no surge en llevando a cabo J. Sesma, y que están poniendo al el Bronce Final vinculado a las Campos de Urnas, descubierto un poblado del Bronce Medio, del que sino que aparece en el Bronce Medio y muy probable- solo se conoce un muro de desarrollo recto can un mente en el Antiguo. banca adosada. Y es muy probable que deban vincu- Si bien otros autores (Eiraa y Pellicer, 1985) han hecho defensa, can distintos argumentos, de la larse con este momento las estructuras descubiertas importancia del mundo indígena en el surgimiento de en Masada de Ratón de Fraga (Díez Coronel y Pita Mercé, 1986), así cama los indicios que se observan los poblados can raíces que a través del Bronce Valenciano penetran durante el Argar A, llegan a la en el Cabecico de Aguilera de Agón (Aguilera, 1980), conclusión de señalar que estas influencias o se el Cabezo de la Torre de Muel, Altamira, en Alfamén (Burillo, 1980, 168) o Peña Amarilla, en lArrea de realizan en el Bronce Final, o es en este período donde Jalón. culmina su desarrolla. Conclusiones que surgen ante la falta de excavaciones en este territorio con entidad suficiente en asentamientos anteriores a este período, 3. Conclus¡ones sobre el Bronce Medio hecho que comienza a cambiar con las resultados de la Hoya Quemada en Mora de Rubielos (Burilla y El substrato del Neolítica y Bronce Antiguo del Picazo, 1986). valle del Ebro, unida a influencias exteriores, espe- La Hoya Quemada (Fig. 2), si bien se sitúa en el Alta cíalmente las que remontan desde el SE y las que Mijares turolense, y por lo tanto con una clara llegan a través de los Pirineos, configuran distintos orientación a la región levantina, creemos que se territorios con entidad, algunos de los cuales comienzan puede configurar como prototipo de otros pablados a canocerse: que en el centro del valle del Ebro sólo se conocen en prospección. Se ha descubierto parte de un asenta- — En la zona turolense del Sistema Ibérico y miento de pequeñas dimensiones, rodeada de una penetrando hácia el valle del Ebro, encontramos muralla de un metro de anchura, a la que se adosan durante el Bronce Antiguo y Medio la llegada de casas can paredes medianiles de zócalos de piedra, influencias del levante y 5. peninsular, que da lugar a enlucidos y encalados en su interior; suelos de arcilla asentamientos con dominio de formas cerámicas lisas diferenciados con distinto acabado, entre los que se o con una decoración austera limitada a las funciona- encuentran los endurecidos; bancos adosadas, conser- lidades de sujeción, cordones y digitaciones en bardes, vando sus recubrimientos de arcilla y los soportes de como vemos en los yacimientos tipos de Hoya tinajas. Se han descubierto cinco de ellas y un espacio Quemada o Frías de Albarracín y que suponen una interno de acceso que las articula. La que ha sido ruptura total con el substrato Eneolítico. Pero lo excavada en su totalidad presenta planta rectangular importante de este grupo lo encontramos en el terrena de 7,40 por 5,10 m. El contexto de la cultura material constructiva, ya ¿jue supone la llegada aeste territorio y las datacianes de C-14 sitúan este poblado en el de poblados con estructuras estables, sirviendo de Bronce Medio, pero es interesante destacar cómo en puente para llegar hasta el Ebro y sobrepasarlo en la el próximo asentamiento de las Costeras de Formiche zona oscense. .2

206 E. BtJRIiÁ.O jo

7’

Fío. 2. Hoya Quemada de Mora de Rubiclos, Planimetría de los restos excavados,

— Tanto en el tramo Noraccidental del Sistema a un dominio de cerámicas carenadas carentes dc Ibérico, como en sus rebordes hacia el Ebro y Meseta, decoración que, si bien son comunes a un amplio se configura en el BM. un horizonte que se corres- substrato, podrían vincularse con las influencias pande con el que se ha dado en llamar para la Meseta urbanas que llegarían desde el 5. de Aragón. Es la fase pre-Cogotas. Supone una evolución directa del aparición de construcciones con estructuras estables campaniforme de este territorio, cuya perduración en lo que configura la peculiaridad de este territorio, el dolmen de Peña Guerra está datada en cl 1460/1500 diferenciándolo del no urbana que se extendería al E., (Pérez Arrondo, 1985, 18). Presenta una ocupación en la zona catalana. Por otra parte aparecen influencias en cuevas y al aire libre en cabañas y muestra en el de origen ultrapirenaico, que quedan patentes en las campo cerámico la existencia de vasijas con carenas paladienses asas de botón (Barril y Ruiz, 1980), los altas y decoraciones incisas, haquique y, en menor vasos polípados, de los que se ha localizado un proporción, excisa. La excavación de los Tolmos ejemplar en el Tozal del Marulla (Mazo el al, 1986), muestra una orientación ganadera. Con este grupo se que unido a otros elementas metálicos y estudias vincula en el Flumen-Alcanadre la excisa y boquique antropológicos, ha llevado a defender la llegada a de Torrellón II, así como la presencia en el Bajo través del Alto Segre en el B.M. de grupos braquicé- Aragón, en contexto del Bronce Tardío, de elementas falos que se mezclarían con el substrato dolicocéfalo que hasta el presente se relacionaban can el mescreño mediterránea. Lo cual no anula la pervivencia de Cogotas 1, caso del Cabezo del Cuervo con presencia elementos anteriores que encontramos en la presencia de alta carena (Sanmartí, 1980), y excisas (Benavente, minima pero representativa en la cerámica incisa, o en 1985) o el Cabezo Sellado de Alcañiz con carenas la continuidad del ritual de los enterramientos tumu- altas y boquique

— En las tierras oscenses, al este del Humen. aparece en el BA. un horizonte de cerámicas incisas — El conocimiento que se tiene del norte del can motivos de guirnaldas y boquique. Durante el territorio navarro da la impresión (Beguiristain, 1982, BM. presenta un gran interés el yacimiento del 132) dc una larga pervivencia de los modas de vida y Torrellón II (Rey, 1987), dado que en él confluyen elementos culturales anteriores, en donde se perciben elementas del grupo del NE., con la excisa del no obstante influencias cerámicas que enlazan con Sistema Ibérico. Sin embargo, en este período asistimos Levante. ETNIAS PRERROMANAS EN EL VALLE DEI. EBRO Y PIRINEOS 207

9. LA TRANSICION DEL BRONCE serie de transformaciones que culminarán en el Bron- TARDIO AL BRONCE FINAL II ce Final II. Sí bien se tiene la creencia de que en el valle del El Bronce Tardío es uno de los períodos peor cono- Ebro supone una continuidad del BM.. los escasos cidos, pero cuya importancia va a ser capital par la testimonios pero altamente significativos que comíen-

2

Fío. 3. Bronce Medio - Tardío. Catas í’ Excavacio,zes. 1. Q,eva Lóbrega de Torrecilla de (‘omeros: 2. Peña Guerra de Nadal; 3, Moncin de Borja: 4. Mo,z¡e Aguilar de Bardetzas Reales; 5. Cueva de Chaves de Panzona; 6. Cueva del Moro de Olvena; 7. Cueva de los Encantados de ; 8. Cabezo Sellado de Alcañiz: 9. Cabezo del Cuervo de Alcañiz: 10. Fuente del Perro de Escucha: 11. Castillo de Alfombro: 12. Cueva del Coscojar de Mora de Rubielos; J3’ Hoto Quemada de Mora de R,tbielos: 14. Sinza del Ruidor de Aldehuela: 15. Alto del Botón de Teruel; 16. Castillo de Frías de Albarracín. 208 U. BURILLO zan a conocerse, parecen contradecirlo. Encontramos. El Bajo Aragón será receptor inmediato de los al igual que ocurre en otros territorios peninsulares. nuevos cambios. Las recientes estudios de Alvarez (en caso del SE. (Arribas. ¡976). que existe una ruptura prensa) llevan a retrasar la cronología de las primeras en el poblamiento del BM. que se manifiesta de das testimonios de CLI.. ya que el denominada PIII formas: En la desaparición de asentamientos, caso de queda datado en el 1030. En él las cerámicas que se la Haya Quemada. el Castillo de Frías de Albarracín vinculan a los C.U. son minoritarias con respecto a o Sancharancón (Alvarez, en prensa): o en la aparición las de tradición indígena, entre las que se encuentran de nuevas estructuras de hábitat que en nada se incisas y un fragmento de excisa. Desde el punto de parecen a las de la fase anterior, tal como encontramos vista urbana, el asentamiento de nueva planta parece en el bajo aragonés Cabezo del Cuervo (Vicente. tener un esquema urbanístico similar a los del BM., 1982) y en de Borja en Moticín (Morena y sus casas son rectangulares con zócalos de piedra. Andrés. 1987). en ambos casos las construcciones de siendo el hecha de mayor interés el recrecimiento con mampostería de planta cuadrangular han dado paso a adobes. A este última aspecto técnico al que se debe estructuras endebles. de barro con paja. que soportan prestar especial atención, ya que no es conocido una hilera continua de postes incrustados. En el caso con anterioridad en estas territorios, pues las identifi- de Monein. la cultura material publicada (Harríson et cadas como adobes en el BM. corresponden a al. ¡987) se entronca directamente con el substrato del manteados de barro. BM. de este territorio, siendo interesante conocer las datas paleoeeonómicos que muestran una amplia En lo que respecta a otras zonas, la falta de infor- agricultura de cereales y leguminosas. con una variada mación supone el no llegar a más conclusión que la cabaña ganadera de bóvidos., cerdos. ovejas y un que parece desprenderse de períodos posteriores, significativo aumento en su fase final dcl caballo. coma es la perduración del substrato anterior. Existen, no obstante. das dataciones absolutas en territorios También en la zona del Cinca-Segre encontramos vecinos que han planteado una temprana influencia un elemento de ruptura. todavía mal conocido, pera de los C.U. Las primeras dataciones del Castillo de que se debe desarrollar a lo largo del B.’F. e inicios del B.F. II. Corresponde a aquellos yacimientos del B.M. Henaya (Llanos e: al, 1975) llevaban a defender las penetraciones de influencias transpirenaicas par las que no perduran más allá del 1100, desapareciendo sin Pirineos Occidentales en el 1150. fecha, no obstante, presentar ninguna influencia de los C. de U., caso del Tozal de Macarullo (Mazo e: aL 1986). Sosa 1 (Barril, que fue clasificada por los propios autores como ¡985). o supuestamente con el primer influjo, como se excesivamente alta, y cuya revisión en otro laboratorio produjo la de 760 a.C. (Ruiz Zapatera, 1983-85, ha querida ver en los Zafranales (Montón, 1988). 1014). La otra corresponde al poblado de la Coronilla El proceso, es pues, complejo y de cierta duración. de Molina de Aragón, en el 950 ±90 (Cerdeña Y ya que sc inicia en el B.T., con abandonas y cambias García Huerta, 1982), que de aceptarse implicaría una en el sistema constructivo, y continúa en los inicios rápida llegada de los CLI. al Sistema Ibérico. del B.F. íleon nuevos abandonos. El análisis de estas transformaciones no debe realizarse en el estricto marca regional y vincularse a la llegada de nuevas gentes, sino con una perspectiva mayor dentro de los El origen de las necrópolis tamulares complejos acontecimientos que en la península y otros territorios mediterráneos configuran el final del Las necrópolis tumulares son una de las manifesta- BM. ciones del Bronce Final, con características definidas en algunos territorios del valle del Ebro. A pesar de estar asociadas al ritual incinerador y a materiales de 10. LOS PRIMEROS IMPACTOS [os Campos de Urnas, se ha planteado reiteradas veces (Maluquer, 1942; Maya, 1976; Pellicer, 1987) DE LOS C.U. que este sistema de enterramiento tumular no vendría asociado al resto de elementos de origen transpirenaico, Las continuas investigaciones de Maya (en prensa) sino que tendría su origen en las enterramientos en la zona del Cinca-Segre han llevado a demostrar megalíticos. Es en este contexto donde las excavaciones que es par este eje y no por otras rutas orientales. por de Royo (1986, en prensa) en Mequinenza refuerzan donde, hacia el 1100 se producen las filtraciones. estas relaciones. En las necrópolis de los Casíellets humanas y culturales, que se vinculan con los primeros (Fig. 4) se ha puesto al descubierta la coexistencia de C.U. Encontramos que las nuevas influencias son una variedad de rituales de enterramiento altamente asimiladas por la población existente, caso de la cue- significativa, ya que junto a sepulcros de inhumación va del Moro de Olvena, con un nivel 8 con cerámica de fosa o bajo túmulo, de inhumación colectiva en acanalada datado en el 1090±35(Baldellau y Utrilla. cámara rodeada de túmulo, aparecen los sepulcros de 1985), o en la necrópolis de Casíellets. que se comen- incineración baja túmulo y con cista. Es interesante tará más abajo. Es frecuente encontrar la perduración señalar cómo en los túmulos 2 y 14 se encuentran de elementas anteriores, como las asas de apéndice de inhumaciones con cerámicas en los Campas de Urnas botón e incluso las cerámicas carenadas bicónicas. El de tipa Can Missert 111, siendo contemporáneas de las impacto supone, no obstante, las fundaciones de primeras incineraciones. Las datacianes de C-14 cen- nuevas asentamientos concentrados en el tramo final tran su utilización entre el 1100 y el 800. Se demuestra del eje Cinca-Segre. coma una población entroncada con el substrato mdi- ETNIAS PRERROMANAS EN EL VALLE DEL EBRO Y PIRINEOS 209 gena con tradiciones megaliticas adopta los nuevos Por otra parte A. Alvarez (en prensa) señala para el cambios en cultura material y en ritual incinerador. Bajo Aragón el surgimiento en el BM. de los prime- Un primer análisis antropológico muestra una pobla- ros túmulos, poniendo como ejemplo los de Mas del ción autóctona de carácter mediterráneo. Cerrojo II y Saneharancón.

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—I

FIG, 4. Los Castelleis de Mequinenza. (Según L Royo). En la parte superior, túmulo con inhumación, En lo parle inftriar, túmulo con incmeracíón. 210 E. BURILLO

11. BRONCE FINAL III llano a 500 m del mismo, ambos casos parecen testi- moniar una ocupación corta datada entre el 700 y el Durante este período asistimos a un desarrollo 650 (Ruiz Zapatero, 1985). interno dc la cultura de los C.U., que va adquiriendo En el Bajo Aragón encontramos (Alvarez. en pren- peculiaridades en función de los territorios y según la sa) hacia el 700 la destrucción del poblado P II de mayor o menor influencia del substrato indígena. Alo Palermo, que volverá a acuparse, y el surgimiento de largo de la cubeta del valle del Ebro encontramos una asentamientos de nueva planta de claro carácter gran explosión demográfica que se manifiesta en el defensiva como Loma de los Brunos, Siriguarach, surgimiento de nuevos poblados vinculados a los Fila de la Muela. También a este momento parece C.U. y en la ocupación de nuevos territorios que se corresponder Pompeya, en , aun ciñen a las proximidades del eje que marca el Ebro. cuando la datación de C14 es algo anterior (Herce, El grupo del Cinca se caracteriza por una continui- 1985). dad del periodo anterior, siendo mejor conocidos los Las nuevas formas cerámicas de vasijas globulares elementos de túmulos circulares que los poblados de con cuello cilíndrico, con dominio de superficies lisas, este momento (Maya, en prensa). las encontraremos a lo largo de toda la ribera del En el Bajo Aragón asistimos al surgimiento de Ebro; las prospecciones realizadas en la Huerva par pablados de nueva planta, con un urbanismo simple Burillo, en el Jalón por Pérez, en el Huecha por Royo de calle central de características defensivas, con casas y en el Cidacos por Pascual, indican el inicio de un de planta rectangular, con zócalos de piedra y adobes intenso poblamiento. Pero es interesante observar la (Alvarez y Bachiller, 1982; Balil, 1972; Bosch, 1923; que acurre en asentamientos anteriores. Hacia el 700 Eiroa, 1985; Pellicer. 1985 y Ruiz Zapatero, 1983-85): se sitúa la destrucción del Plllb de Cortes, surgiendo Cabezo de Monícón, Zafaras en Caspe o el Raquizal el Pila con anterioridad al 650. El hecho de que el del Rullo en , etc. El tamaño que adquiere nueva poblado presente muralla de adobes, junto con alguno de ellos, como el Cabezo dc Manleón (A. la aparición de las nuevas formas cerámicas llevó a Beltrán, 1984) con unas 58 casas, corresponde a agru- Maluquer a relacionarlo con la llegada de nuevos gru- paciones hasta ahora no conocidas en este territorio; pos étnicos. Pero al igual que ocurre con el Castillar sin embargo no alcanzan una verdadera jerarquización de Mendavia, donde también se señala una destrucción del hábitat. en esta época, se vuelve a habitar sobre el mismo En la expansión a lo largo de la Ribera del Ebro poblada, perviviendo técnicas constructivas y algunas encontramos la fundación de poblados como el Castí- de las formas cerámicas. También Partelapeña presenta llar de Mendavia (Castiella. 1984), Cortes de Navarra, un nivel 111 que corresponde al asentamiento que ha para quien Maluquer (1985) señala hacia el 850 la proporcionado el conjunto característico de sus cera- fundación del PIII, a Partelapeña en el Redal hacia el micas y que tiene su momento álgido en el 700. su 750 (Alvarez y Pérez, ¡987, 68). Es interesante señalar destrucción es violenta y la nueva ocupación que se que si bien en el primer caso parece ser una fundación fecha en la segunda mitad del siglo Vil supone, como sobre un lugar no habitado con anterioridad, en los en los casos anteriores, una continuidad con innova- otros dos ha aparecida un nivel anterior, actualmente ciones. en estudio, pero que recuerda a las estructuras comen- Quedan en el Hierro 1 configurados distintos terri- tadas del Bronce Tardío. En Cortes, en el denominada torios en el valle del Ebro con personalidad específica, Plíla (Maluquer et aL ¡988), un fondo de cabaña de siendo sus necrópolis uno de los aspectos mejor cono- postes de 7 mdc diámetro, y en el Redal, en el estrato cidos (Royo, en prensa). El núcleo oscense del AIea- 1. una estructura de tendencia semicircularde arcilla y nadre-Segre queda enraizado con las etapas anteriores, pequeños cantos. e influenciando sus necrópolis tumulares hasta las Respecto a otros territorios carecemos de informa- Cinca Villas, todavía mal conocidas. El Bajo Aragón, ción fidedigna, no obstante se puede señalar que que debe entenderse hasta Gandesa, presenta sus prospecciones realizadas por la cuenca del Jiloca. característicos enterramientos tumulares de grandes Serranía de Albarracín, y Alto Mijares cistas, a la par que acusa con anterioridad a otras indican una perduración deformas cerámicas anterio- zonas el impacto cólonial. Un área que comprende el res, y una escasa presencia de cerámicas vinculadas a Bajo Jalón, Huecha y Ribera de Rioja-Navarra, se los C.U. caracteriza por recibir el ritual incinerador en este período, desarrollando un característica sistema de pequeñas túmulos de adobe (Pérez, en prensa). Interfiriendo con esta zona, en la parte del Alta Ebro 12. LA TRANSíCION DEL B.F. Iii AL encontramos una especial utilización del grafito en la HIERRO 1 cerámica (Sáenz, 1983; Werner, 1987). empleándose coma elemento decorativo. En la Serranía turolense En el periodo de tiempo que va desde el 750 hasta hallazgos como la Tejada de , (Ortega, el 650 encontramos una serie de transformaciones en 1952), Cabeza de la Cisterna (Atrián, 1986), muestran el territorio en estudio que es interesante destacar. la mezcla de influencias de C.U. con las tradiciones de Desde la zona del Cinca asistimos a una expansión excisa y boquique. apareciendo elementos nuevos a un territorio hasta ahora marginal y deshabitado como la cerámica pintada que se vincula con la Mese- como los Monegros (Maya, en prensa); puede citarse ta. El Alto Jalón y Jiloca Medio, en las necrópolis de cama ejemplo el asentamiento en altura del Tozal de Arcóbriga y Umbría, con presencia de elementos del los Regalías (Querre, 1977). y una cabaña sita en II. 11, se relaciana con el área limítrofe de Soria y ETNIAS PRERROMANAS EN EL VALLE DEL EBRO Y PIRINEOS 211

0 20 40 60 8Ok~

Fío. 5. Bronce Final II- Hierro L Catas y Excavaciones. 1. Llana de Herramelluri: 2. Santa Ana de Entreno: 3. Partelapeña del Redal: 4. San Miguel de Arnedo: 5. Sorbón de Calahorra: 6. Inestrillas; 7. Peña del Saco de FUero: 8. Alto de la Cruz y la Atalaya de Cortes de Navarra: 9. Castejón de Arguedas: 10. Torraza de Valtierra: 11. Santacara; 12. (~astillar de Mendavia; 13. Custodio de Viana: 14. Echauri: 15. Sonso1 de Muru Astrain: 16. Casco Viejo de Pamplona: 17. Avda. Martínez de Velasco de Huesca: 18. Cueva del Moro de O/vena: 19. Val/etas de Sena: 20. Valdeladrones de Candasnos: 21. Tosal de los Regalías de Candasnos: 22. Regalías de Condasnos: 23. Za/tonales de Fraga: 24. Masada de Ratón de Fraga; 25. Casrelle¡s de Mequinenza: 26. Roquizal del Rullo de Fabora; 27. Mas de Flandí de Ca/aceite: 28. Tossal Redó de Calaceite; 29. Villa/onc de Calaceite: 30. Cíola de Ca/aceite: 31. Escondines Rojos de Calaceite: 32. Escondines Altas de Calaceite; 33. San Cristóbal de Moza/eón: 34. Cabezo del Cuervo de Alcañiz: 35. Cascarujo de Alcañiz: 36. Lomo de los Brunos de Caspe: 37. Cabezo Monleón de Caspe: 38. Palermo de Caspe: 39. Zafaras de Caspe; 40. Fila de la Muela de Alcor/sa: 41. El Morenillo de Alcorisa: 42. Cabezo Alcalá deAzaila: 43. Coste/lazos de Mediana;44. Zaragoza: 45. Castillo Miranda de Jus/ibo1: 46. Cabezo de Ballesteros de Lp//a: 47. Umbría de Daroca; 48. San Jorge de Pío u: 49. Acacia Gorda del Molino de A Imohaja:50. Tajada de Bezos: 51. Muela Pequeña del Rajo de Teruel. 212 E. RtJRILLO

Guadalajara. Territorios como los Pirineos nos son territorio oscense, recientemente Prada ha encontrado desconocidas, planteándose la pervivencia de rasgos ceramíca fenicia, en concreto en el término de Zaidín anteriores; en la zona navarra (Barandiarán y Vallespí, (Maya, en prensa). Otras rutas distintas del Ebro 1984) se sitúa en la Primera Edad del Hierro la pre- comienzan a valorarse en una temprana iberización, senda de cromlech con incineraciones, manifestando así el Mijares, en cuyo curso alto se ha localizado un una continuidad en la actividad económica de sus alfar ibérico en producción en el siglo V, lo que augu- predecesores megalíticos. La existencia en leguin ra el hallazgo de testimon4os más antiguos, nada Chiqui de sepulturas de adultos inhumados, que se extraño por la facilidad de comunicación con el vinculan al contexto cultural del poblado de la 1 Edad Mediterráneo, y la situación de Vinarragel en su del Hierra, lleva a Castiella (1977, 21; 1988) a defen- desembocadura. Pero no sólo las rutas del Este serían der para este yacimiento la pervivencia de la inhuma- capitales, debe tenerse en cuenta el eje Sur-Norte, tal cian; sin embargo, dada la situación y características como se está demostrando en territorios próximos de las tumbas, debe comprobarse sí no se trata de como la margen derecha de la cuenca media del inclusiones posteriores. Duero (Sacristán. 1986), donde ya se ha localizado cerámica del Ibérico Antiguo. No debe alvidarse la importancia de rutas tradicionales de trashumancia, 13. EL HIERRO 1 Y EL INICIO DE LA como las que todavía hoy siguen vigentes comunicando IBERIZACION (FREIBERICO E la zona de Jaén con la Serranía de Albarracín, así IBERICO ANTIGUO) como la potencialidad que va a adquirir el tramo central del Sistema Ibérico paría gran concentración Recientes estudios (M. Beltrán, 1980; Burillo, de mineral de hierro. 1987a; Pellicer, 1982, 1985; Ruiz Zapatero, ¡983-84; 1983-85; Sanmartí, 1975. 1978; Sanmartí y Padró, 1976-78) coinciden en aceptar la formación de la 14. EL INICIO DEL HIERRO II Y LA cultura ibérica como un proceso paulatino de trans- RUPTURA EN EL PROCESO DE formación de las comunidades del Hierro 1. Uno de IBERIZACION los territorios mejor conocidos es el de la cuenca del Matarraña, donde se ha podido observar cómo el Se ha podido comprobar cómo a lo largo de la proceso se inicia en el s. VII. Actuarían no sólo las cuenca del Ebro la transición del Ibérico Antiguo al relaciones que se establecen con los pueblos coloniza- Pleno se realiza de forma traumática, produciéndose dores, inicialmente fenicios pero sustituidas paulati- un momento de ruptura que se manifestará en el namente y especialmente a partir del 500 por los ‘cambio de patrones de asentamiento y del ritual fune- , sino también con otras comunidades indígenas rano. que se han adelantado en dicho proceso. Se puede señalar que buena parte de los pablados La Arqueología ha detectado la llegada a las co- del C.U. del Hierro, que han comenzado el proceso de munidades del Hierro 1 de productos suntuosos: obje- transformación cultural y socieconómica que debería tas de hierra, fibulas, probablemente asociadas a haberles conducido a la plena época ibérica, se ven vestidos, vasijas en su doble función de cerámica de interrumpidos en su desarrollo como lo demuestra la lujo y de recipiente de productas varios: perfumes, destrucción y, en algunos casos, un aparente abandono vinos, aceites, etc. Las cambios que se producirán no pacífico de sus poblados, siendo verdaderamente serán solamente culturales. Las comunidades indígenas anecdótico aquellos casos, que volverán a ocuparse en sufrirán transformaciones socieconómicas para la el Ibérico Plena. Por otra parte, es altamente signifi- producción de los excedentes necesarios en los inter- cativo, pero lógica dada la magnitud de la ruptura, cambios de estos productos, asistiremos a una mayor que exista una transformación del ritual funerario. estratificación social, de cuya jerarquización tenemos Tomás Maigí (1960, 58) en su tesis sobre los túmulos testimonios en el ritual funerario de la tumba de les del Bajo Aragón ya hizo hincapié en la inesperada Ferreres, en Calaceite. A una primera fase de llegada interrupción de estos enterramientos. de productos le sigue inmediatamente otra donde se Así, en el Bajo Aragón encontramos yacimientos copia la tecnología, como se observa en la imitación que desaparecen en un periodo de tiempo comprendida de formas cerámicas, adquisición de torno y, de entre mitad del sigla VI y principios del V. En el especial importancia, la explotación del hierro. Matarraña: El Roquizal del Rullo de Fabara (Ruiz Respecto a los territorios en los que se producen Zapatero, 1979, 278), Las Escondines Altes (Pellicer, estas primeras transformaciones, los estudios señalados 1962, 54), San Cristóbal y El Piuró del Barrane se centran, en su mayor parte, en el Matarraña. En su Fondo de Mazaleón y El Tossal Redó de Calaceite real valoración no debe olvidarse la concentración de (Sanmartí y Padró, 1976, 78), junto con las necrópolis excavaciones pertenecientes a estos momentos y re- de Mas de Flandí, Les Ferreres y Mas de Roig de cordar cómo los únicos testimonios correspondientes Calaceite; en el Guadalope: probablemente el Cabezo al preibérico son los escasos hallazgos del Piuró del de Manleón y Zafaras de Caspe (Ruiz Zapatera, Barrane Fondo, San Cristóbal de Mazaleón y Tossal 1983-85), La Loma de los Brunos de Caspe y su Redó de Calaceite (Sanmartí y Padró, 1976-78, 162). necrópolis (Eiroa, 1983), El Cabezo de Cascarujo de Las ausencias de información en otros territorios Alcañiz y su necrópolis (Sanmartí. 1984), Siriguarach pueden cambiar cuando se profundice en este tema, (Ruiz Zapatero, 1982), El Morenillo de Alcarisa así en zonas a las que la falta. de investigaciones había (Alvarez, 1981), Fila de la Muela de Aleorisa (Alvarez llevado a considerar como retardatarias, caso del et al, 1981), Tarraceras 1 de (Ruiz ETNIAS PRERROMANAS EN EL VALLE DEL EBRO Y PIRINEOS 213

FIG. 6. Hierro fi? Catas í, Excavaciones. 1. Llana de Herranze/luri: 2. Canales de la Sierra: 3. Portelapeña del Redal; 4. Calagurris; 5. Gracurris; 6. Cantrebia Leukade; 7. Peña del Saco de Fitero: 8. Santocara; 9. Cantabria de Logroño: 10. Custodio de Viana: 11. Sonsol de Muru Astrain: 12. laca: 13. Poyo de los Baño/es de : /4. Rejonee de Boleo; 15. Bolsean: 16. Ortols de San Esteban de la Litera: 17. Vispesa de Tamarite de la Litera: 18. Pi/are: de Santa Quixerio: 19. La Gessera de Casseres: 20. San Antonio de Ca/aceite: 21. Ombries de Ca/aceite: 22. Cas¡el/ans de : 23. Piuró del Barrane Fondo de Mazo/eón: 24. Torre Cremada de Vo/detormo; 25. Tossal Gort de : 26. Tiro de Cañón de Alcañiz; 27. Tallada de Cospe: 28. Cabezo del Moro de Alcañiz: 29. Taratrato de Alcañiz: 30. Pa/aa de Alcoñiz: 31. Alcoñiz el Viejo de Alcañiz; 32. Olmo de Foz Colonda: 33. Mas de Moreno de Faz Ca/anda: 34. Cabezo de la Guardia de A leorisa; 35. Cobecica de Oliveros de A/coriza: 36. castilla de la Cerrada de Andorra: 37. Coste/iI/o de Allozo: 38. Palonzar de Oliete: 39. Torrazas de Plou: 40. Son Pedro de Oliete; 41. Cabezo de Contalobos de Alba/ate: 42. Cabezo de Muel de Escatrón; 43. Cabeza de Alcalá de Azaila; 44. Ronzana de la Puebla de ¡‘lijar; 45. Celsa: 46. Lagine; 47. Coste/lazos de Mediana; 48. Contrebia Belaiska; 49. Saldute: 50. Castillo Miranda de Juslibol: 51. Voldetaust de ; 52. Bursau; 53. Oruña de Veruela: 54. Arcabriga; SS. Bílbilis Itálica: 56. Sekaisa; 57. Unzbría de baraca: 58. Cerro Redondo de baraca: 59. Coste//ares de Herrera de/os Navarras: 60. Esteban del Payo del Cid; 61. ¿Orosis?: 62. Cerraa del Tío Boraa de Singro: 63. Puntal del Tío Carril/as de Pazondón; 64. Coste/lar de Orihuela: 65. Montón de Tierra de Griegos: 66. Cuarto de Griegos: 67. Cobecico de las Moros de Griegos: 68. Alto Chacón de Teruel: 69. Avda. de Américo de Teruel; 70. Vicarios de Vo/decebra: 7/. Mas de Valera de Forníiche Bajo: 72. Cueva del Coscojar de Mora de Rubie/os: 73. Osicérda de Masqueruelo. 214 F. BURILLO

Zapatero y Martín, 982) y en el Martín de Cabe/o mentados: aumento de los sistemas defensivos, con Redondo de Urrea de Gaen (Atrián eí al, 1980, 230). mayor perfección en la construcción de la muralla, En otros poblados, como El Castelilla de , se ha frecuente utilización de fosos e inclusión de torreón señalado un nivel del siglo VI (Ruiz Zapatero, 1983- en el pablado. contribuyendo a un mayor control del 85. 470). sobre el que se superpondría el poblado territorio. En el aspecto funeraria asistimos a la ibérico de nueva planta, también en el Cabezo Alcalá desaparición de los enterramientos tumulares, siendo de Azaila existe un claro hiatus entre el hábitat del las necrópolis, que se identifican como pertenecientes Hierro 1. al que corresponde la necrópolis, y el a este período, prácticamente desconocidas y limitadas asentamiento ibérico (M. Beltrán, 1984. 27). al área celtibérica. El cambio en el patrón de los Pero esta ruptura se halla testimoniada en otros asentamientos no modifica la vinculación a los suelos puntos del valle medio y alto Ebro: como las necró- productivos que encontramos en el período anterior. polis de La Cadera de Chalamera (Maya. 1981), el Aparecen pablados de nueva planta como el Taratrato Busal de Uncastillo (Burillo. 1977), la Dehesa de (Burillo. 1982), olas Castellares de Herrera de los Na- Quinto de Ebro (Ferreruela y Royo. 1985), El Cabezo varras (Burilla, 1983), con urbanismo de calle central de la Cruz de la Muela (Burillo y Fanlo, 1979), el y un reparto equitativo del espacio dedicado a las Castillo Miranda de Juslibol (Fatás, 1974) que vol- casas, testimonio clara de su fundación ex nava por vera a ocuparse en época ibérica; en el río Hueeha: el gentes desplazadas desde otros lugares. Cerro de la Cueva del Esquilar de Borja. Morredón y El problema se plantea en descubrir las relaciones Burrén-Burrena de Freseano y probablemente la Cruz existentes con las comunidades anteriores, y si la de la misma localidad (Aguilera y Royo, ¡978), cuya ruptura social comentada ha repercutido también en final se pone en relación con el Pllb de Cortes de una distinta distribución de las gentes que habitaban Navarra. Entre otras yacimientos navarros habría este territorio. En este terreno ya M. Beltrán (1976, que citar las necrópolis de la Atalaya de Corte, 411) llamó la atención sobre el desdoblamiento de las i’orraza de Valtierra, el Castillar de Mendavia, el de tribus litorales, ileraugates y eidetes de Hecateo, que Lodosa, Castro Leguin de Eehauri y el nivel inferior darían lugar a ilergetes e ilecarvones. y sedetanos y de la Custodia de Viana que como Peña del Saco de edetanos. respectivamente. Este testimonio, que podía Fitero volverán a ocuparse con posterioridad (Castiella, ser un refleja de la crisis señalada implicaría una 1977). Y en la zona riojana Sorban y La Marcó de distinta configuración durante el Ibérico Pleno de las Calahorra, el Cerro del Haya en Villar de Maya gentes que poblaron el valle medio del Ebro. con una (Pascual y Pascual, 1984) y Partelapeña de El Redal lógica incidencia en movimientos no constatados en que tendrá un nuevo asentamiento en época ibérica las fuentes escritas pero que sin duda debieran (Alvarez y Pérez, 1987). En las cronologías del Alto producirse. Sólo de esta forma se puede explicar que Ebro deben tenerse en cuenta las dataciones absolutas la gran similitud cultural, social y económica que proporcionadas paría Hoya que obligan a dar mayor encontramos en los CLI. del Hierro del valle medio y antiguedad a la llegada del torno a estos territorios. alto Ebro, que comienzan a iberizarse, configure a Esta ruptura debe explicarse (Burilla, en prensa) partir del ibérico pleno unos cambios tan rotundas en dentro de los acontecimientos socieconómicos que se aspectos tan importantes como la lengua y la religión, suceden entre la segunda mitad del siglo VI y primera corno los que nos muestran los grupos étnicos de del V en el Mediterráneo Occidental, y que encontra- época histórica. Ya señalamos en otra ocasión (Burillo. mos tanto en los pueblos colonizadores, coma en 1987) cómo en el territorio próximo del curso alto del distintos territorios de la Península, en donde el más Jalón y Henares existía una continuidad en algunas antiguo testimonio parece corresponder a la desapari- de las necrópolis, que desde fines del siglo VII ción de i’artessos. También es interesante señalar llegaban hasta el sigla II a.C. Continuidad que cómo hacia el 475 se sitúa en Europa Central y explicaría la del substrato celtibérico de esta zona, Francia la desaparición de la gran aristocracia halís- hecha que ha vuelto a corroborarse en el Jiloca, táttica y el inicia de las pequeñas unidades po!íticas de donde Aranda (en prensa) ha ‘descubierto en la la Téne. dando lugar a un importante movimiento de necrópolis de la Umbría de Daroca al menos cuatro pueblos celtas que no llegan a la Península Ibérica. niveles evolutivas. Dato éste de suma importancia porque indica que el substrato que dará lugar a las pueblos celtibéricos no debe vincularse con llegada de gentes en estos mo- 16. EL PASO DE LA SOCIEDAD mentas. TRIBAL A LA ESTATAL

Se puede señalar que será a partir del siglo III 15. EL IBERICO PLENO cuando las comunidades del valle del Ebro comenzarán a transformar la sociedad tribal en sociedad estatal, Tras la ruptura comentada asistimos al surgimiento hecho vinculado al surgimiento de la ciudad como de un intensa poblamiento, buena parte del cual elemento jerarquizador del territorio, y que debemos conocerá la llegada de Roma, configurando las etnias situar con anterioridad a la llegada de Roma (Burilla. que nos vienen dadas en las fuentes escritas. Los l986a). El problema se plantea en descubrir la rela- cambios se dan en distintos aspectos coma la cultura ción existente entre etnias, ciudades y estados. material con dominio de la cerámica a torna de La aparente unidad por la que se cita a los celtí- técnica ibérica; desarrollo de un amplio utillaje férreo: heras como protagonistas de acontecimientos en los surgimiento de vivienda con espacios muy compartí- inicias de la conquista romana no debe entenderse ETNIAS PRERROMANAS EN EL VALLE DEL EBRO Y PIRINEOS 215

1500 1000 500 100

MONCIN — — —- Borja HOYA QUEMADA Mora de Rubietos C. DEL CUERVO Alcañíz

PALERMO e. Caspe CAS TELLE M equine PARTELAPENA Redat ALTO DE LA CRUZ Cortes de Navarra CABEZO MONLEON Caspe

E. DEL RULLO Fabara L. DE LOS BRUNOS Caspe ESCONDINES ALTES Calaceite SAN CRISTOBAL Mazaleán CABEZO ALCALA Malta eS — — —

C MIRANDA Juslibol LA CUSTODIA -e- — Viana ELS CASTELLANS Cretas

LA GESSERA CasSeres SAN ANTONIO Calaceite TARATRATO Alcañíz LOS CASTELLARES Herrera

1500 1000 500 100

Etc. 7. Secuencias cronológicas. como una unidad política, sino una mención del todo Así, las alianzas que las fuentes citan de belas y par la parte ante el desconocimiento de las escritores arévacos en el 154 no sólo surgen como una sociedad clásicos de las gentes o territorios concretos a los que ante el enemigo común, sino que se señala la elección se referían, sólo a partir del 184 empiezan a aparecer de das caudillos, planteándose la posibilidad de que diferencias de las mismos. Agrupaciones que se seña- éstos no representen a las das etnias, sino a das de sus lan de miles de guerreros, a referencias a alianzas ciudades: Segeda y Numancia. La falta de unidad del entre etnias deben entenderse como actuaciones fren- grupo en las actuaciones la encontramos cuando tan te a un enemigo común, Roma, en las que no sabemos sólo das años después, en el 152, belos y titos se citan sí queda involucrada toda etnia a no, ya que en el como aliados de Rama, quejándose de los ataques de momento en que surge la ciudad ésta se convierte en los arévacos; la referencia en estos acontecimientos la entidad política responsable y por lo tanto con (Polibio, 35, 2), a quc los aliados son recibidos en el capacidad decisoria. senado romano separadamente por ciudades, es una 216 E, BURJI.LO clara muestra de que si bien existe una agrupación otra ciudad con posible vinculación al nombre de étnica, en ella las ciudades tienen un poder de decisión ctnia coma es el caso de Bascunes, independiente. La documentación posterior parece mostrar de En nuestros conocimientos actuales, en este territorio forma clara que las ciudades se comportan autóno- hasta que no surge la ciudad no tenemos una verda- mamente, y salvo la diferencia señalada de acuñaciones dera estructura jerarquizada del poblamiento. Por no existen criterios para pensar en una centralización otra parte, los datos que tenemos (arqueológicos, de las ciudades, que reflejen territarialmente la con- fuentes escritas, fuentes indígenas), confluyen en defi- versión de una etnia en una entidad estatal. nir la ciudad como el centro que organiza el territorio, con autonomía en la emisión de documentos públicos, téseras de hospitalidad o de acuñar monedas. Sin ADDENDA embargo, este último desarrollo se halla parejo a la conquista romana y alcanza su máxima expresión Desde el momento en que se presentó este trabajo cuando todo el territorio se halla conquistado. Por hasta la corrección de las primeras pruebas, se han ello, si bien desde los patrones de asentamiento cono- sucedida una serie de investigaciones y publicaciones cemos bien su distribución en el valle medio del Ebro, que obviamente no pueden recagerse; sin embargo, es el territorio par ellas controlado sólo se percibe a necesario hacerse eco de algunos acontecimientos de través de la aplicación de modelos teóricas como las especial trascendencia. El primero corresponde a la Polígonos de Thiessen; queda por estudiar cómo se aparición en el verano de 1992, en la ciudad de estructura el pablamiento contemporáneo de inferior Contrebia Belaisca, de un nuevo y extenso bronce categoría. actualmente en proceso de restauración, cuya estudio No obstante, las investigaciones realizadas sobre por un equipo interdisciplinar será sin duda de gran este proceso evolutivo que culmina con la ciudad, han trascendencia para el conocimiento del mundo celti- demostrado la pasibilidad de encontrarnos ante uni- bérico. El segundo corresponde al artículo de 3. R. dades territoriales de mayor amplitud que la que se Harrison y G. Moreno, 1990, Moncín: una secuencia desprende del mosaico de ciudades que se distribuyen cultural de la Edad del Bronce (Borja, Zaragoza), por el valle del Ebro. Si se hace un análisis de la dis- Cuadernos de Estudios Bar/anos, XXIII-XXIV. Borja, persión que presentan las ciudades que acuñan pp. 13-28; en el que se replantea la cronología y únicamente plata (Burillo. en prensa b). se demuestra adscripción cultural de este yacimiento, debido a la que, territorialmente, se comportan como verdaderos detección de un error sistemático en la elaboración de centros jerárquicos de primera categoría respecto a las fechas radiocarbónicas del laboratorio del Museo otras ciudades que quedan englobadas en territorios Británico, por el que las fechas más recientes son 250- de mayor amplitud. Una primera lectura indicaría 400 años más antiguas, la cual conlíeva a que el que en ciertos casos no se cumple la relación de etnia yacimiento de Moncín pase de ser la referencia con ciudad que acuña plata, dado que en casos obligada del Bronce Tardío en la zona de contacto del concretos encontramos, aparentemente, a das de estas Sistema Ibérico y el valle del Ebro a convertirse en un ciudades dentro de una etnia, caso de Beligiom y hito clave para el conocimiento de las características Sekaisa en los belos, o de [lerda y Bolscam en los del Bronce Pleno y Antiguo y su conexión con el ilergetes. Desconocemos qué criterios de selectividad Enealítico Tardío. han llevado a que unas ciudades sean las responsables de estas emisiones manetales, ¿es una distribución Abreviaturas racional del territorio impuesta por Roma en un control económico impositivo del territorio conquis- AA Arqueología Aragonesa tado?, o trasciende una entidad anterior. Hay un A EA ~. Archivo Español de Arqueología hecho que puede plantearse como hipótesis y es la AIEC ,,,,, Anuari de l’Instiíut dEstudis Catalans posible mayor antigUedad de las ciudades que acuñan BAP ...... Bojo Aragón Prehistoria plata respecto de las que no lo hacen. De ser así BSAA Boletín de/Seminario de Arte y Arqueología podemos encontramos con que estas ciudades repre- CESBOR ...... Cuadernos de Estudios Bar/anos sentan a los primeros centros urbanos surgidos antes CIAP Co/oqui Internacional d’Arqueologío de Puig- de la intervención romana, mareando por lo tanto la cerdá primera fase de transformación de la sociedad tribal CA/A ...... Congreso Nacional de Arqueo/agio en estatal, sin que ello impliqoe la relación de una EAE ... Excavaciones Arqueológicas en España etnia con una ciudad centro. La posterior emisión de EHA BM Estudios en Homenaje al Dr. Antonio plata podría basarse en esta primera organizacían, sin Beltrán embargo, pueden intervenir otros criterios que podrían EPA .... Encuentras de Prehistoria Aragonesa explicar algunas aparentes contradicciones: coma que MZB ...... , , Museo de Zaragoza Boletín Sedeiscen, ciudad que par su nombre parece evidenciar A/A C ... Noticiario Arqueológico Hispánico la primera capitalidad surgida en la etnia sedetana, SC . . Simposiuní sobre los Celtíberos carezca de emisión de plata; hecho que no ocurre en TP .... Trab«¡os de Prehistoria ETNIAS PRERROMANAS EN EL VALLE DEL EBRO Y PIRINEOS 217

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