Revista de Ciencias Sociales (Cl) ISSN: 0717-2257 [email protected] Universidad Arturo Prat

Valenzuela Martínez, Eric; Vergara Constela, Carlos HACIA LOS IMAGINARIOS URBANOS DE A TRAVÉS DEL FÚTBOL. EL CASO DE WANDERERS Revista de Ciencias Sociales (Cl), núm. 31, 2013, pp. 138-157 Universidad Arturo Prat Tarapacá, Chile

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Cómo citar el artículo Número completo Sistema de Información Científica Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto HACIA LOS IMAGINARIOS URBANOS DE VALPARAÍSO A TRAVÉS DEL FÚTBOL. EL CASO DE SANTIAGO WANDERERS1

Eric Valenzuela Martínez2

Carlos Vergara Constela3

El artículo presenta avances de la investigación titulada “Imaginarios Urbanos de Valparaíso a través de Santiago Wanderers”. Entendiendo que el fútbol es un deporte donde se dramatizan valores sociales y que posibilita visualizar procesos sociales relacionados con otros campos, y ante la necesidad propia de los imaginarios de expresarse a través de símbolos, se toma al club de fútbol profesional de Valparaíso “Santiago Wanderers” como tal. Se propone, en primera instancia, una revisión teórica que posibilita la relación entre imaginarios urbanos y fútbol; luego se especifica el estudio de caso considerando aspectos urbanos y sociales de la época donde se funda este club; finalmente se proponen cuatro líneas de trabajo (a modo de hipótesis) que intentan articular un(os) imaginarios(s) urbano(s) de Valparaíso, a través de Santiago Wanderers.

Palabras claves: Imaginarios Urbanos, Símbolos, Valparaíso, Fútbol

The paper presents research advances of “Valparaiso Urban Imaginary through Santiago Wanderers”. Understanding that football is a sport where dramatize social values and enables visualizing social processes related to other fields, and the need of the imaginary self expression through symbols, take the professional football club of Valparaiso "Santiago Wanderers "as such. The paper proposes internal structure primarily a theoretical review that enables the relationship between urban imaginary football; then specify the case study considering urban and social aspects of the period where the club was founded; and finally there are four lines of work trying (a mode of hypothesis) to articulate a urban imaginary of Valparaiso, through Santiago Wanderers.

Keywords: Urban Imaginaries, Symbols, Valparaiso, Football

1 Este artículo presenta avances de la investigación titulada “Imaginarios urbanos de Valparaíso, a través de Santiago Wanderers”, financiada por la Beca de Investigación Joao Havelange del Centro de Estudios Internacional del Deporte (CIES) – Universidad de Neuchatel, Suiza. 2 Sociólogo. Integrante del Núcleo de Estudios en Sociología del Fútbol (Universidad de Valparaíso). Correo electrónico: [email protected] 3 Sociólogo. Estudiante de Máster en Estudios Territoriales y de la Población (Universitat Autónoma de Barcelona). Integrante del Núcleo de Estudios en Sociología del Fútbol (Universidad de Valparaíso). Correo electrónico: [email protected]

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ASPECTOS INTRODUCTORIOS

Enmarcado en los estudios sobre las ciudades, los imaginarios urbanos permiten interiorizarnos en las representaciones, imágenes, estereotipos, memorias, deseos, proyecciones, etc., de los habitantes de un determinado espacio (Lindón, 2007). Dicho de otra manera, los imaginarios urbanos permiten adentrarnos en esquemas de representación, guías actuantes, matrices de pensamiento y/o formas en cuanto a cómo, desde un territorio, los habitantes se piensan a sí mismos y a los “otros”.

Como ha señalado Ley (1978), desde la geografía humana, la construcción social de la realidad es, también, la construcción social del lugar; significados, hitos, narrativas, identidades y símbolos que emanan en marcos territoriales delimitados, generando sentidos de pertenencia y apropiaciones para unos y diferenciándose de otros (Silva, 2006). Adoptando esta lógica, los imaginarios urbanos son constructos, por lo que no están presentes en cada recoveco de la realidad cotidiana. Los imaginarios necesitan de símbolos para expresarse e introducirse en la estructura de una ciudad (Melgar, 2001; Lindón, 2007b; Margulis, 2009).

En este sentido, los clubes de fútbol, profesionales y/o amateurs, poseen la potencialidad de proyectarse como símbolos representativos para algunas ciudades, condensando, sedimentando y expresando elementos que se encuentran más allá de los estadios, fuera de los límites de cualquier cancha (Dávila y Londoño, 2003;). Si bien estos símbolos poseen un origen y raigambre territorial definida, se construyen, moldean y transforman a partir de relaciones con alteridades que refuerzan a los elementos constituyentes de los imaginarios. En esta tónica, las rivalidades entre clubes – “clásicos”-, no sólo expresan una competencia deportiva, sino que a través de éstas es posible visualizar conflictos, tensiones y/o malestares en torno a identidades territoriales, nacionales, de clase, etc. (Ramírez, 2003).

La ciudad de Valparaíso, a lo largo de su historia ha sufrido vastas transformaciones. Desde la originaria y apacible bahía Alimapu, pasó a ser el puerto oficial del reino de Chile en la época de la colonia española. Luego de la independencia se situó como uno de los puertos más importantes de la costa pacífico, decayendo la actividad portuaria desde 1930 a la fecha, producto de factores locales y globales. Hoy en día es parte de un entramado urbano mayor, concebido como el área metropolitana del gran Valparaíso y se ha optado por la patrimonialización vía UNESCO, como estrategia de rehabilitación y reconversión.

Desde 1892 a la fecha existe un club de fútbol que ha ido trazando la historia de Valparaíso y del fútbol chileno; hacemos referencia a Santiago Wanderers, quien

139 ha sido posicionado por Santa Cruz (1996) como uno de los símbolos más importantes de la ciudad. En esta perspectiva, son dos los principales objetivo del presente artículo: por un lado, cimentar la posibilidad de investigar los imaginarios urbanos de Valparaíso mediante el fútbol; y por otro, analizar qué imaginarios de Valparaíso podemos visualizar a través del fútbol. En términos de relevancia investigativa se intenta posicionar al fútbol, debido a su popularidad, capacidad de producción identitaria y condensación de diversos elementos socioculturales (Alabarces, 2000), como una vía legítima para el estudio de las ciudades (Frydenberg, 2011). También se pretende aportar a la construcción histórica de la memoria colectiva de Valparaíso en general y de Santiago Wanderers y Everton, en específico. De hecho, se entiende que la rivalidad Wanderers – Everton puede aportarnos una mirada exógena que represente a Valparaíso desde Viña del Mar.

Por último, se cree que a través del estudio de los imaginarios urbanos de Valparaíso es posible generar contribuciones relevantes sobre las formas de vida, apreciaciones, valoraciones y significados de los habitantes, para la elaboración de políticas urbanas, culturales y/o patrimoniales.

Como plantea el objetivo central del presente artículo, éste intenta instaurar la vinculación del fútbol con los estudios urbanos, especificando la relación en la ciudad de Valparaíso. Más allá que no se presentan resultados finales de investigación (actualmente en curso), sí se da cuenta de tres líneas de trabajo para el desarrollo del estudio. La elaboración de éstas ha sido a través de la revisión de diversas fuentes bibliográficas y algunas concepciones metodológicas. Entre las primeras destaca la exploración de revistas deportivas como “Los Sports”, “Estadio”; algunos filmes de Aldo Francia: “Valparaíso mi amor” y “Ya no basta con rezar”; documentales como “A Valparaíso” de Joris Ivens, “El Wanderers de Valparaíso” de Patricio Muñoz y “Postal Valparaíso” de Rommina Mizala; imágenes de Valparaíso y Viña del Mar mediante postales y dibujos de artistas populares; y variados textos históricos de Benjamín Vicuña Mackenna, revistas y libros de la época.

Respecto a los aspectos metodológicos, se utiliza a los “hologramas espaciales” como propuesta que sustenta la elaboración de hipótesis y respaldará la continuidad de la investigación; reiterando la proclividad y condición del símbolo como vinculador de elementos primariamente no vinculados o invisibilizados, se posibilita la unificación de diversos fragmentos espacio-temporales de las ciudades, con el fin de establecer los recorridos imaginarios de éstas en diferentes periodos (Lanceros, 1997; Lindón 2007b)4.

4En palabras de Lindón (2007): “El holograma espacial sería un escenario situado en un lugar concreto y en un tiempo igualmente demarcado, con la peculiaridad de que en él están presentes otros lugares que actúan 140

En este marco, se propone una estructura del artículo en tres apartados: el primero contiene un marco conceptual centrado en los imaginarios urbanos, dando énfasis a la relevancia del espacio urbano, lugares, símbolos y las posibilidades de abordarlos desde el fútbol. Luego se presentan cuatro líneas de trabajo (a modo de hipótesis), y finaliza con conclusiones y perspectivas futuras.

DE IMAGINARIOS URBANOS Y FÚTBOL

La contemporaneidad obliga a replantear nuevas formas de realizar investigación en ciencias sociales, por un lado en base a nuevas formas metodológicas y, por otro, bajo nuevos lineamientos investigativos que nos lleven a conjeturar nuevas respuestas al complejo entramado que han representado siempre nuestras sociedades, pero que con el avanzar del tiempo pareciera que el velo que las cubre es aún más difícil de quitar para poder vislumbrar un horizonte de posibles respuestas. Es quizá en este punto donde entran en juego los imaginarios urbanos, por cuanto representan una posibilidad de adentrarse en ese entramado, a veces, difuso que pareciera ser el estudio de nuestras sociedades. Representa un complejo constructo teórico que muestra bastantes posibilidades de aplicabilidad y, con el paso de los años, se siguen incluyendo aristas que contribuyen a ampliar su espectro de acción y bondad teórica, lo que muchas veces tiende a generar que algunas investigaciones caigan en errores, pues la definición de su margen de acción aún no está completamente definida.

Principalmente, se puede decir que los estudios sobre la ciudad generaron un vuelco en el que, tal como señala Silva (2006) en el prólogo a su libro Imaginarios Urbanos: “hemos pasado de vivir unas ciudades definidas en sus límites físicos a otras donde lo urbano define una condición ciudadana con independencia de su referencia material”. Por ende, bajo esta contextualización el constructo de imaginario urbano es entendido como un conjunto de “redes o tramas de significados específicos, reconocidas socialmente, que le otorgan cualidades a la ciudad y sus lugares” (Líndon, 2007, p. 36). Es el mismo imaginario el que ayuda en el proceso de construcción del espacio urbano (Lindón, 2007), un espacio que se construye socialmente y que nos permite vislumbrar (en el más amplio espectro de esta palabra) distintos lugares. Estos últimos responden a un frondoso tejido que resguarda y potencia su singularidad dentro de una ciudad que se nos abre paso frente a nuestros ojos, pero que cuyo velo no nos permite adentrarnos en ella sin antes aventurarnos en una intrincada búsqueda enntre una realidad que se

como constituyentes de ese lugar. Esos otros lugares traen consigo otros momentos o fragmentos temporales, otras prácticas y actores diferentes aunque también pueden ser semejantes a las que se están realizando en ese escenario” (41-42). 141 tiende más a cerrar que abrir. El lugar, que tiende a definir un espacio urbano determinado, se juega su reproducción, sus resistencias, sus transformaciones en el cotidiano, y es ese mismo cotidiano que entra en un vaivén de influencias con los sujetos. En este sentido la realidad cotidiana, entendida como realidad por excelencia o suprema realidad, que se presenta como “una realidad interpretada por los hombres y que para ellos tiene el significado subjetivo de un mundo coherente” (Berger y Luckmann, 1999: 36), y que en definitiva está “sustentado por todos”, conquista al sujeto, pero este también puede influir en ella, prolongándose así un juego que es perdurable, es latente y genera una doble acción.

Esta doble acción se da en un transar continuo de intercambios simbólicos entre los sujetos que habitan la ciudad y el lugar observable en donde se producen esos intercambios, tanto de manera objetiva como subjetiva. He aquí donde radica una importancia radical de lo simbólico en el trabajo de los imaginarios urbanos. Los símbolos, entendiéndolos como nos lo propone Lindón (2007) resultan de la capacidad imaginaria de los sujetos sociales, y unen lo que no estaba unido” (2007: 39), además de entrar en unos procesos que le dan forma y configuran un entramado que producen o dan vida a los imaginario. Es la misma objetivación de estos resultante de las formas materiales de los lugares que se encuentran en una ciudad determinada. Es decir, sin el símbolo el imaginario urbano no podría existir. Es así como el imaginario urbano constituye “la inevitable re-presentación, la facultad de simbolización de la cual emergen continuamente todos los miedos, todas las esperanzas y sus frutos culturales” (Durand, 1994 en Hiernaux, 2007).

Son esos mismos símbolos que ayudan a comprender en base a una unión de continuas singularidades, sobre un tejido complejo de objetividades y subjetividades, una cierta realidad. Un símbolo lleva consigo procesos de vinculación de fuerte raigambre, pero que por lo mismo conlleva procesos que responden, muchas veces, a cuestiones históricas.

Es así como se pueden unir cuestiones propias al imaginario de un lugar ligadas a otras de carácter subjetivas, que consiguen su correlato en el mundo de la materialidad. El símbolo juega aquí su rol fundamental, pues ayuda a unificar y ponerle rostro, en dialogo constante con la imaginación de los sujetos habitantes de un o unos lugares, a procesos o activos materiales que a veces pueden cumplir un rol que pareciera ajeno a esa misma subjetividad. He aquí donde se juega sus cartas una investigación imbricada al mundo del fútbol, en cuanto que los procesos antes mencionados verían su reificación, en un primer momento, en la entidad material de un club deportivo que aúne ciertas cuestiones simbólico identitarias; y, en una segunda instancia, en el estilo de juego de esa entidad deportiva (pero ante todo: social) que reviste en ese mismo estilo aspectos

142 simbólicos (singulares) que materializan la subjetividad de un o unos lugares determinados en un tiempo y unos espacios dados.

El estilo de juego, entendido como espacio simbólico donde se expresan ciertos estereotipos de diversas escalas territoriales, como barrios, ciudades, regiones y países (Archetti, 2001), acordona aspectos imaginarios, que subyacen en lo simbólico, tremendamente unificadores y referenciales para entender un lugar urbano, construyendo o articulando un imaginario que, como bien advierte Lindón (2007), permiten contar historias, atribuir valores y significados, imaginar futuros y reconstruir pasados… “para poder, de alguna manera, contribuir a entender cada vez más la realidad que habitamos y que habita en nosotros” (2007:37).

EL “GRAN VALPARAÍSO” DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX: ESPECIFICIDADES DEL CASO DE ESTUDIO

¿Cómo eran Valparaíso y Viña del Mar cuando fueron fundados Santiago Wanderers y Everton? ¿Cuál era el concierto organizativo-futbolístico de la época? Ambas preguntas guiarán esta introducción al caso de estudio y serán base para comprender la elaboración de las hipótesis o líneas de trabajo que serán presentadas más adelante.

Ante todo comenzamos bajo la premisa que Valparaíso y Viña del Mar no pueden ser comprendidos como entidades urbanas autónomas (Booth, 2003; Cáceres, 2003). El fundamento radica en que la construcción del ferrocarril Valparaíso – Santiago de 1855 actúa como agente urbanizador en la zona donde se ubicaba la Hacienda de Viña del Mar y el Fundo de las Siete Hermanas (Méndez & Ejsmentewicz, 2003). A través de variadas investigaciones en materia de Historia Urbana (Cáceres, Booth y Sabatini, 2002; Booth, 2003; Cáceres 2003; Cáceres y Sabatini, 2007) se ha concluido que durante el primer periodo de urbanización de Viña del Mar, ésta fue tipificada como un suburbio predominantemente aristocrático de Valparaíso. Por lo tanto ya era posible hablar de un “Gran Valparaíso” a fines del siglo XIX, debido al incipiente establecimiento de la conurbación entre Valparaíso-Viña del Mar.

Por un lado, Valparaíso, a principios del siglo XX, se situaba como la capital económica del país debido a su intensa actividad portuaria y financiera. No obstante, la sociedad porteña, a pesar de su heterogeneidad social, presentaba importantes desigualdades en materia socioeconómica (Cáceres y Sabatini, 2007), las cuales se verían acrecentadas luego de algunos hitos de extrema relevancia

143 para la historia de la ciudad: el terremoto de 1906, la apertura del canal de Panamá en 1914 y la crisis de la bolsa de 1929, por recordar los más relevantes.

Por otro lado, a comienzos del siglo XX, Viña del Mar mostraba tener un uso mixto (industrias, comercio, alojamiento) posibilitado por las construcciones del ferrocarril y de Avenida España (principal eje conector entre Valparaíso y Viña del Mar). No obstante, comenzó a estructurarse como una zona balnearia donde se localizaba, en gran medida, la elite del Gran Valparaíso (Cáceres, 2003). En palabras de Poirier (1910), “los pintorescos pueblos de Viña del Mar y Miramar, que se diría no son sino los aristocráticos suburbios de Valparaíso”. El loteo y venta de los terrenos de la Población Vergara en 1892 y luego la constitución de la Sociedad Anónima Balneario en 1912 asientan la apertura de Viña del Mar, al mar, constituyéndolo en un balneario de primer orden (Orrego Luco, 1911). Esta imagen de ciudad balneario es reestructurada y repotenciada por la intervención estatal de Ibáñez del Campo entre 1927 y 1931, la cual buscó abiertamente situar a Viña del Mar, a través de la construcción del Casino y hoteles emblemáticos, como el balneario por excelencia de Chile (Booth, 2003).

APUNTES SOBRE EL FOOT-BALL PORTEÑO A FINES DEL SIGLO XX

Ahora bien, ingresando de lleno al plano deportivo, y futbolístico, específicamente, Santa Cruz (1996) ha señalado que Valparaíso fue la cuna del fútbol chileno debido a la importancia cultural y social de los inmigrantes ingleses en los albores del siglo XX. De hecho en 1893 se jugaron los primeros intercities entre Valparaíso y Santiago, generándose y manifestándose las primeras rivalidades por la hegemonía del país (Santa Cruz, 1996), y por 1895 se forjó la primera asociación de clubes de fútbol en Chile mediante una junta de cinco teams porteños: Valparaíso F.C., McKay and Sutherland, Chilean F.C., Victoria Rangers y Valparaíso Wanderers (Marín, 1995).

Actualmente, Santiago Wanderers fundado en 1892, y Everton F.C en 1909, son los únicos equipos profesionales sobrevivientes del periodo fundacional del fútbol en Valparaíso5. Si bien no se puede datar el inicio de la presente rivalidad entre ambos clubes, sí es posible mencionar algunas pistas útiles, no sólo para comprender los orígenes del “clásico”, sino que para entender la gestación y la posibilidad de visualizar imaginarios urbanos de Valparaíso, a través de estos clubes.

5 Debemos recordar que La Cruz F.C., club que tuviese un fugaz paso por el profesionalismo, aún persiste en la escena del fútbol amateur de Valparaíso. 144

a) Origen socio-territorial. Santiago Wanderers fue fundado por jóvenes criollos en respuesta al Valparaíso Wanderers, de origen británico. Específicamente, el lugar de la gestación del club fue en la actual Plaza Wheelright, ubicada en el límite oriente del Barrio Puerto, sitio heterogéneo socialmente pero tipificado negativamente desde las elites de la época hasta la actualidad. Everton, en cambio, fue fundado por jóvenes aristócratas de Cerro Alegre, lugar que, desde que fue urbanizado, ha albergado a la elite de Valparaíso (Cáceres, 2003).

b) El clásico porteño en 1924. Como se atestigua en la edición n°80 de la extinta revista Los Sports, la mayor rivalidad del fútbol porteño por 1924 era entre Santiago Wanderers y La Cruz F.C. De hecho, Everton desapareció del orbe futbolístico en la segunda mitad de la década de 1930, y por decisión de los dirigentes fue trasladado y refundando en Viña del Mar en 1942.

c) Ingreso al profesionalismo y el rol de revista Estadio. En 1944, Wanderers y Everton ingresan a la Asociación Central de Fútbol (actual ANFP), dejando atrás su participación en la Asociación Porteña de Fútbol. En este marco, la incipiente rivalidad posee un marco nacional y un medio de comunicación como Estadio que hace eco de las diferencias de ambos asentamientos urbanos, comenzando a caracterizar estilos de juego que van condensando no sólo las representaciones e imágenes expresadas por Valparaíso y Viña del Mar, sino que también la forma de vivir, es decir, la cotidianeidad proyectada e idealizada de cada ciudad.

HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE IMAGINARIOS URBANOS DE VALPARAÍSO A TRAVÉS DEL FÚTBOL

Bajo la premisa que los deportes -y por sobre todo el fútbol- son un campo privilegiado donde se dramatizan valores morales y sociales de diversa índole (Archetti, 1996), proponer la construcción de un imaginario urbano de Valparaíso es relevante puesto que las representaciones construidas en torno a Santiago Wanderers y Everton pueden revelar contradicciones no resueltas en la vida social; lejos de ser un mero espejo de la sociedad, es un “caleidoscopio complejo” (Archetti, 2003). ¿Qué valores, características, estereotipos, formas de vida, imágenes y representaciones se visualizan en Valparaíso, a través de estos clubes de fútbol? En otras palabras ¿Cómo se construye y cuál es el universo simbólico que da forma a un imaginario urbano de Valparaíso? Para desarrollar

145 estas interrogantes se plantean cuatro líneas de trabajo entrelazadas, a modo de hipótesis, que buscan hilar el mosaico imaginario. A saber: a) Wanderers y Everton como metáforas de la imagen urbana de Valparaíso y Viña del Mar: la ciudad puerto y la ciudad balneario. b) Santiago Wanderers de Valparaíso, Valparaíso de Santiago Wanderers. c) La geografía de Valparaíso y la conformación de un estilo de juego. d) Wanderers como patrimonio de Valparaíso.

WANDERERS Y EVERTON COMO METÁFORAS DE LA IMAGEN URBANA DE VALPARAÍSO Y VIÑA DEL MAR: LA CIUDAD PUERTO Y LA CIUDAD BALNEARIO

Cuando el urbanista norteamericano Kevin Lynch (2008) comenzó a preguntarse por la existencia de imágenes públicas en las ciudades, no sólo buscaba conocer las representaciones construidas que giraban en torno a éstas, sino que también buscaba sintetizar, ordenar y organizar la forma en cómo un territorio, en un espacio y tiempo determinados, es capaz de proyectar una representación mental que simplifique la forma en cómo comprendemos la dinámica social de un territorio. En una tónica similar Fuentes (2000) ha indicado que una imagen urbana corresponde a una representación mental de un espacio urbano definido, no obstante, las imágenes urbanas no son la realidad, sólo son una representación homogeneizada de un territorio. De hecho, “la imagen es el producto de una acción intencional de recorte y selección, donde prima el valor construido desde el acto de la memoria” (Lacarrieu, 2007: 53), por lo tanto la construcción de imagen urbana de una ciudad no sólo está inserta en un campo de lucha, también es una acción política sobre cómo determinados agentes urbanos quieren representar, recordar y olvidar un territorio.

En este sentido, Santiago Wanderers y Everton son hijos de los contextos territoriales donde nacieron. En éstos ya podíamos advertir imágenes urbanas bastante definidas. Por ejemplo, el Valparaíso de fin de Siglo XIX se muestra como “la Inglaterra” de Chile: de rápida industrialización, religiosamente dominada por el protestantismo pero de todas formas diversa, de alta interacción comercial e innovación tecnológica, globalizada, y acogedora del inmigrante europeo por sobre todo.(Ugarte, 1910) En definitiva la conformación de la imagen de una ciudad próspera y heterogénea, o bien como la denominan Cáceres y Sabatini (2007): el paraíso de Valparaíso. No obstante como ha señalado Santa Cruz (1991) y como también se intenta retratar a través del documental El Wanderers de Valparaíso

146 del año 20016, el nacimiento de Santiago Wanderers es contestatario a la dominación inglesa del escenario deportivo porteño y es realizado bajo la organización y gestión de jóvenes criollos de extracción social baja. En cambio Everton, fundado por jóvenes aristócratas de Valparaíso en 1909, renace en la Viña del Mar post Ibañez del Campo; en la ciudad balneario (Cáceres, 2003; Booth, 2003), en la ciudad de la convivencia monoclasista. Una es la ciudad del trabajo, la otra es la ciudad del ocio7.

No obstante, los territorios se van transformando. Hitos como la apertura del Canal de Panamá, la crisis de la bolsa de 1929 o procesos como las migraciones campo- ciudad del siglo XX, la expansión de las ciudades y el cambio de la matrices productivas de éstas, nos advierten que Valparaíso y Viña del Mar no son las mismas …de perogrullo. Hoy Valparaíso es promocionada como la capital cultural de Chile, en su condición patrimonial y universitaria. Viña del Mar es presentada por la municipalidad como “ciudad bella”, una especie de decantación estética de su antigua imagen. Sin embargo los clubes han persistido como entidades simbólicas representativas de sus territorios, y en tal condición tienen algo más que decirnos sobre éstos

En este sentido, planteamos una línea de trabajo que sostenga a Wandereres y Everton como metáforas de las imágenes urbanas de Valparaíso y Viña del Mar, correspondientemente. Ahora bien, la operación no es tan simple como parece. A modo de hipótesis se debe señalar que las transformaciones de la imagen urbana hegemónica de Valparaíso no siempre ha tenido un correlato coherente con el club de fútbol de Valparaíso. Por otro lado, el caso de Everton parece tener mucha más simplicidad en la representación condensada. De todos modos el desafío es doble: se debe conocer qué elementos simbólicos de los clubes cuestionan o reproducen las imágenes urbanas hegemónicas a lo largo del siglo XX y cómo contribuyen a la articulación de un imaginario urbano de Valparaíso.

SANTIAGO WANDERERS DE VALPARAÍSO, VALPARAÍSO DE SANTIAGO WANDERERS

Es necesario mencionar que se debe tener clara la importancia, que en un estudio sobre imaginarios urbanos, juegan los tejidos que llevan a la conformación del símbolo, pues “ (…) el imaginario tiene necesidad del símbolo para expresarse, para salir de su condición de virtualidad, ‘para existir’ [...]” (Vergara, 2001, en

6 http://www.youtube.com/watch?v=ueLEosn6zOc 7 Entendemos Ocio bajo la concepción de que éste es propio de las características que posee una clase más acomodada que tiene los capitales necesarios para hacer nacer ese sitial en su vida (Veblen, 2005).

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Lindón, 2007, 39), es este proceso el que permite desarrollar una visibilidad de las dinámicas que yacen en el imaginario y que nos permiten unir partes de la realidad que se creían separada o particularizada, más allá de la lejanía o cercanía del tiempo.

Wanderers de Valparaíso, como símbolo, condensa y, por sobre todas las cosas, une prácticas, valores, formas de vida de la ciudad de Valparaíso pertenecientes a una cierta época de la ciudad que se condensaron en materialidades como lo es el club Santiago Wanderers, y cuyos “fantasmas” han recorrido los años, han perdurado en el tiempo y se han enraizado fuertemente en éste, siempre teniendo en cuenta que estos fantasmas “hacen efecto en la construcción de sus espacios (físicos) y de sus símbolos” (Silva, 2006, 27), por lo que se entrelazan en la realidad casi en las dos dimensiones que la construyen. Si bien, la ciudad a lo largo de sus años adoptó diferentes modelos de funcionamientos en base a su desarrollo, se advierte que son ciertas formas de vida de la comunidad, las que ayudarían a construir, en la primera mitad del siglo xx, una cotidianeidad que incluye prácticas bajo patrones simbólicos que generaron la conquista de un devenir de los habitantes de la urbe porteña. Los fantasmas que esa vida generó se habrían incrustado en diversas manifestaciones de esos procesos, esas formas de vida conquistaron el cotidiano del habitante de aquella época y el club fue uno de los símbolos que condensó esas subjetividades creadas.

En este sentido, la investigación mayor, de la cual estas páginas son un apéndice de importancia, es el intento por escarbar y hacer el recorrido de las subjetividades que se conformaron y que subyacen en el club de la ciudad, esto a modo de desarrollar investigativamente una de las hipótesis que nace como una concepción emergente en el desarrollo de esa investigación planteada.

Esto surge del profundo análisis documental (que se basa en un recorrido acucioso de publicaciones como revista Estadio, Los Sports o crónicas de Valparaíso, documentales, novelas, etc) en donde sobresale una asociación constante de atributos del segmento de la clase obrera porteña en relación con las estructuras que yacen en los cimientos imaginarios del club, cuestión que genera un doble direccionamiento sistemático de formas subjetivas entrelazadas con patrones materiales que dan pie a parte importante de la estructura final de la imagen construida del símbolo S. Wanderers…, cuestión que termina expresada en el relato que une a Valparaíso con el club y viceversa, ese segmento de la población porteña encuentra parte de su relato en las formas que toman vida y luz en el club que termina habitando la ciudad a través de esa estructura de conformación.

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Yacen en la esencia imaginaria de S. Wanderers una parte de los residuos que fue dejando el desarrollo de la ciudad de Valparaíso, parte de los efectos que produjo la vida del puerto, el significado de habitar Valparaíso para los grupos perteneciente al segmento obrero de la ciudad, fueron trasladados, es decir: sus representaciones, valores y formas subjetivas fueron apropiadas por este símbolo. S.Wanderers sería depositario de esa memoria que se enraízo en las formas en que el discurso y las prácticas sobre el “ser wanderino” conllevan hasta nuestros días, casi un siglo después de su creación. Este aspecto relativiza el tiempo, lo transgrede y lo hace responder a las energías resguardadas en las subjetividades que resisten ese tiempo y los lugares que se transfiguran en la ciudad de Valparaíso.

LA GEOGRAFÍA DE VALPARAÍSO Y LA CONFORMACIÓN DE UN ESTILO DE JUEGO

¿En qué medida el espacio físico de un territorio puede apoyar la construcción de estereotipos? ¿De qué forma el espacio físico de un territorio también puede definir el estilo de juego de un club de fútbol determinado? ¿Cómo el estilo de juego de una alteridad, en este caso Everton, refuerza el estilo de Santiago Wanderers?

Cuando se dice que Valparaíso es una ciudad con tintes “particulares” y “pintorescos”, debido a que su población lo habita principalmente en cerros, es una falacia que podría ser fácilmente desmentida. Pero que la cotidianeidad del cerro se realice en un espacio físico como el de Valparaíso puede llegar a tener otros tintes. Como muestra el documental A Valparaíso del cineasta holandés Joris Ivens, el subir y bajar calles y escaleras por los cerros es parte del día a día de la ciudad.

Los niños y jóvenes que realizan sus actividades en los cerros las hacen en este marco físico. Las canchas de fútbol, o una especie de potrero si se quiere, son improvisadas en cualquier pasaje o terreno baldío, muchas veces tienen el desnivel característico de cerro: un arco de subida, otro de bajada. Sin embargo nada de esto tiene validez si esta característica no se legitima como práctica. En el documental El Wanderers de Valparaíso, Armando Tobar, Juan Olivares y otros ilustres antiguos jugadores de este club cuentan cómo “el Gallego” Pérez, técnico argentino que se mantuvo ligado con Wandereres desde 1958 hasta poco antes de su muerte (en la década del 80), impulsó la política de incorporar jugadores provenientes de los cerros de Valparaíso. A lo anterior se suma otro factor físico:

149 la zona de Playa Ancha, donde se encuentra el estadio en que hace de local Santiago Wanderers, es recorrida por fuertes vientos durante las tardes. “Sabíamos jugar a favor y en contra del viento” señalaba Juan Olivares, quien perteneció a un equipo campeón de Wandereres denominado “Los Panzers”, reconocido ampliamente por su fuerza física. Los logros deportivos tienen la capacidad cristalizan estilos, sobre todo cuando ese estilo es reforzado por medios de comunicación de la estirpe de Revista Estadio y asimilados por la población local como algo totalmente propio.

Los estilos de juego tienen la potencialidad de dar vida a las proyecciones sobre cómo los habitantes de un territorio se pretenden ver representados (Archetti, 2001). Además, siendo el fútbol un espacio simbólico donde se dramatizan diferentes valores sociales (algunos con raigambre territorial), la existencia de un clásico, es decir, un club de fútbol que parece expresar elementos totalmente opuestos, refuerza ciertas narrativas extrapoladas a nivel de ciudad. Como se observa en Estadio, el “estilo Everton” se aprecia como totalmente opuesto: juego cancino, ordenado y bello para la vista. También cristalizado a través de la obtención de dos campeonatos y de un ídolo de la talla de René Meléndez, a quien se le atribuye la personificación de ciertos aspectos de la ciudad balneario: pulcritud, “buen gusto” y soberbia.

De acuerdo a lo anterior surgen preguntas para guiar la continuidad de la investigación ¿Cómo este estilo fortalece o impugna la imagen urbana de una ciudad a lo largo del tiempo? ¿Cómo los estilos de juego de Santiago Wanderers y Everton pueden contribuir a la formación de un imaginario urbano de Valparaíso?

WANDERERS COMO PATRIMONIO DE VALPARAÍSO

Valparaíso es más que una ciudad característica, es una ciudad con carácter. Este aspecto la ha llevado a sitiales de importancia, como el nombramiento el año 2003 de ciudad patrimonio de la humanidad, además de capital cultural de Chile. Situaciones que han constituido, como se ha mencionado al principio de estas páginas, la base del nuevo impulso que se le ha querido dar a la ciudad. Los procesos de patrimonialización contienen unos ejes fundamentales, la raíz de sentido a dicha denominación que estriba en aspectos como los de “identidad, tradición, historia, monumentos- delimitan un perfil, un territorio, en el cual ‘tiene sentido’ su uso” (García Canclini, 1999; 16) y en el cual entran en juego dimensiones tanto objetivas como subjetivas.

Bajo esta noción, Valparaíso, constituye un universo simbólico que engloba una serie de valores que se conectan con lo patrimonial y reflejan un activo de la

150 memoria del habitante, en el cual subyacen ciertos valores y sentidos con los cuales se puede leer, interpretar y concebir un o unos relatos de ésta misma, aspecto semejante a la idea en la que se produce una especie de punto de vista respecto de un patrimonio cultural que se puede encontrar implícito y que “actúa como sugerencia identificadora”(Silva, 2006, 45). Así mismo, estos procesos conllevan una dinámica de constante dialogo entre esta especie de tejido entre los movimientos cognitivos de los habitantes de un lugar con las estructuras objetivas desarrolladas en ese mismo espacio en donde se produce la escenificación de tales eventos, los cuales “aportan, a cambio, argumentos de identidad, hitos innumerables y capaces de establecer la memoria colectiva para las sociedades que los producen” (Di Meo, 1999, en Lindón, 2007).

Santiago Wanderers, que es constituido por procesos que le atribuyen una estructura subjetiva que contiene aspectos fundamentales y reflectantes de la ciudad a la cual pertenece, es parte del patrimonio de la ciudad de Valparaíso. Estos aspectos que lo ponen en un estado de poder concebir el lugar al cual pertenece como un espacio diferencial, conlleva aspectos identitarios relevantes que interactúan directa o indirectamente con la memoria de la ciudad, develando hitos o elementos objetivos que son constitutivos del patrimonio cultural de la ciudad de Valparaíso. El mismo patrón anclado en esa sugerencia identificadora, que de inmediato nos conecta con representaciones propias de un lugar y con una historia común con otros habitantes de un mismo territorio, se conecta con la idea sobre la constitución de un cierto patrimonio. Valparaíso es evocado a través de S. Wanderers, el club ayuda a través, incluso reafirmar la identificación con la ciudad a través de los hitos marcados por el club y que configuraron logros, como hazañas deportivas cohesionadoras. La vinculación que proporciona Wanderers hacia Valparaíso a través de constituirse como un símbolo de la ciudad, en el cual se condensan procesos de resguardo identitario, revela un cierto asidero no ázimo en la condormación de parte de un patrimonio cultural.

A este respecto, es relevante la conservación de un equipo que cuenta la historia de una ciudad, que retrata el lamento, el fracaso y, también, la alegría de parte importante de los habitantes de Valparaíso. Pero por sobre todo, constituye el escenario donde ha quedado enmarcada la gloria de la ciudad a través de algunos héroes o hitos que también han contribuido a la construcción del relato del porteño. La distinción a través de atributos propios de Santiago Wanderers, como se ha explicado con anterioridad, han transgredido las fronteras y han actuado como imagen y representación de Valparaíso, pues ha valido su memoria en tradición.

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A MODO DE CONCLUSIÓN

La configuración de estudios sobre imaginarios representa, para el entendimiento de los autores de estas páginas, una clara vertiente que se abre paso en el siempre desafiante estudio de la ciudad. Es esta una cuestión que abre nuevos caminos y se ve retroalimentada por nuevas investigaciones –sobre todo en Latinoamérica- que vienen a permear las investigaciones sobre nuestros territorios ahora poniendo el énfasis en los procesos que yacen en el meollo de nuestras culturas, utilizando a la urbe como el escenario de estas. Así, de esta manera, se logra plantear cualquier interrogante sobre la dinámica fundamental que hace caminar estos estudios y que yace sobre la relación existente entre la ciudad y los que la habitan.

Frente al desarrollo de lo expuesto en páginas anteriores y a modo de concluir ciertos aspectos que son el fruto del menester encausado en el universo de los imaginarios urbanos se puede decir, en un primer término que la investigación ha arrojado ciertas perspectivas emergentes que se corresponden con una pequeña ampliación de los márgenes de estudio. Esto, principalmente, porque para cierta comprensión de los procesos que tejen algunos de los imaginarios que se terminarían presentando, es necesaria la inclusión de la ciudad de Viña del Mar en la comprensión y el análisis que se pueda hacer sobre Valparaíso y el mismo Santiago Wanderers. Si bien la rivalidad simbólica de las dos ciudades, a través de sus dos equipos representativos, es visible a no mucho escarbar entre uno y otro historial respectivo, es la conformación, al menos en parte de su esencia y su, desde luego, amplia complejidad la que tiende a comportarse de forma difusa.

Valparaíso y Viña del Mar se configuran como una conurbación, pero no como cualquier otra…, poseen unas características que, al menos en el plano simbólico, las diferencian ampliamente. Viña del Mar, se constituye bajo un cierto imaginario ligado a una ciudad balneario. Esto conllevaría ciertos atributos que contradicen en su esencia a la raíz del tejido simbólico que trasfiguraría el o los imaginarios del club Santiago Wanderers, que a su vez lo unifica a través de los simbólico con la ciudad de Valparaíso, esto teniendo en cuenta la construcción de los tejidos estructurales de los imaginarios (Lindón, 2007), en los cuales se desprende la necesidad del símbolo para la expresión de estos. Santiago Wanderers, como símbolo, habría condensado los imaginarios referentes de la vida de un Valpraíso como ciudad puerto, y los fantasmas que esa vida produjo, es decir: todos los factores que se articulan en la configuración de las actividades que conllevaba una vida en el puerto, sus valores, las erosiones sociales, las contradicciones, el torque de hombres y mujeres que padecieron esa vida; y de donde, a fin de cuentas, salieron los que poblaron el club. El concebir a Viña del Mar como ciudad balneario, conlleva detrás aspectos, que como se expuso en líneas

152 anteriores, trasformaría a la ciudad como depositaria de un imaginario que la ligaría más a aspectos burgueses, principalmente por una cuestión histórica. Esta es la del acceso a cierto tipo de ocio que estaría imbricado con el apelativo que recibe Viña del Mar y que lo opone directamente en oposición con los elementos que unifican el tejido de la composición de Wanderers como símbolo de la ciudad de Valparaíso.

He aquí una de las aristas emergentes de la investigación8 sobre los imaginarios existentes en Valparaíso que habitan en Santiago Wanderers. Pues, a través de la revisión, principalmente, documental (revistas Los Sports, Estadio y otras, sumado a ciertos trabajos audiovisuales), se ha avizorado la gestación, el recorrido y la escisión de la raigambre del cuadro porteño por oposición al viñamarino, aspecto que ha formado parte de la historia de Wanderers y de la ciudad a través de éste. Es por esto que, necesariamente, para hablar de Santiago Wanderers hay que hablar de Everton, para retratar la oposición de Valparaíso bajo los valores que se encarnan en el símbolo Wanderers, hay que mencionar a Viña del Mar y rastrear la oposición que se ha planteado históricamente.

Bajo estos aspectos que confluyen en posibles conclusiones, es determinante, por otro lado para este trabajo, la configuración delimitante del espacio de una ciudad a partir de los lindes simbólicos del territorio. Bajo la idea en la que se debe mantener presente que “el uso social de un espacio marca los bordes dentro de los cuales los usuarios ‘familiarizados' se auto reconocen” (Silva, 2006, 59), S. Wanderers, como símbolo, articula una gama de elementos que van otorgando activos subjetivos que confluyen en prácticas, las cuales hacen reconocible un lugar dentro de un territorio. Esas prácticas ancladas y proyectantes desde lo imaginario (en dialogo constante con una realidad material, de ahí qué la metáfora ocupada por Di Meo [en Lindón 2007, p. 35] al hablar de fuego cruzado resulte tan eficaz) apropian y delimitan los lugares territorializándolos, además lo demarcan y contrastan con la figura de cualquier agente extranjero ante esa delimitación.

Así mismo, se desprende que bajo la idea en la que se conciben dos grandes tipos de espacio en lo urbano, uno oficial y otro diferencial (Silva, 2006), y entendiendo a este último como “una marca territorial que se usa e inventa en la medida que el ciudadano lo nombra o inscribe” (2006, 61), cabe mencionar que ese espacio diferencial sería absolutamente inclusivo con las variables que utilizan a S. Wanderers como depositario de estas, y que estarían en confabulación con ese tejido material e inmaterial en doble dialogo simbólico, estableciendo s

8 Recordar que este paper configura parte de los resultados de una investigación mayor correspondiente a la investigación “Imaginarios urbanos de Valparaíso, a través de Santiago Wanderers”, financiada por la Beca de Investigación Joao Havelange del Centro de Estudios Internacional del Deporte (CIES) – Universidad de Neuchatel, Suiza.

153 configuraciones que dan cierta dimensión simbólica a un lugar distinguiéndolo de otro.

Por último, lo que queda planteado en líneas anteriores son los aspectos que retroalimentarían el tejido constructivo de unos imaginarios de Valparaíso que subyacen en el club S. Wanderers, que actúa como elemento simbólico condensando una serie de aspectos subjetivos que actúan en un fuego cruzado con una materialidad producida desde las vértebras de lo imaginario. Es el camino hacia la construcción de un o unos imaginarios de Valparaíso a través de los recovecos y de las zonas mudas9 que por todos lados pareciera atrapar a la ciudad, el rincón vacío en el que el juego de ver nuestro rostro sobre un espejo toma vida, se nos hace presentes: se visibiliza. S. Wanderers sería para Valparaíso, en base a esos imaginarios que conllevan dentro de sí los elementos antes mencionados, más que un punto de referencia para encontrar su propio rostro que, muchas veces, suele perderse en la penumbra.

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9 Utilización del concepto usado por Enrique Lihn, poeta chileno para designar aquello que no cubre la palabra, lo que lenguaje deja como indecible, parte del fracaso de la palabra o la duda sobre la misma. El símil a tal concepto es utilizado acá para dar cuenta de lo que no se muestra de los lugares, lo que pareciera no decirse o mantenerse difuso, lo que tiende a concebirse oscuro entre la grieta que finalmente termina uniendo lo simbólico. 154

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Recibido: Junio de 2013

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