Hugo Lamadrid Donde En 1985 Debutaría Pero En La Lamadrid No Solo Tiene Una Vecinos Del Lugar
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Fue cadete y taxista mientras transitaba la Cuarta y la Tercera de Racing. Jugó en varios equipos del Lamadrí Lamadrí fútbol argentino y del exterior. En realidad, del exterior sólo en uno. Y un par de meses. A decir verdad, dos partidos. Pero no los jugó completos. Es director técnico recibido aunque Hugo Humberto Lamadrid debutó no recibió ofertas por parte de club en esto de vivir el 8 de marzo de alguno del fútbol argentino. Sí fue 1966 en Parque Patricios, en el entrenador de un equipo de country Hernán Hospital Churruca, a poco más de 15 por pocas semanas, hasta que casi Casciari cuadras de la cancha de Huracán, se fue a las manos con uno de los Hugo Lamadrid donde en 1985 debutaría pero en la Lamadrid no solo tiene una vecinos del lugar. Eber Primera de Racing y jugando como historia” que muchos escritores Gloria, caída y resurrección delantero frente a Deportivo Italiano. Una vez retirado se desempeñó como envidiarían, sino que puede Ludueña de un trabajadtrabajadoror del fútbol Sin pedirlo, resultó el hijo del medio panadero, vendedor de seguros de Este camino que inicia Hugo narrarla como nadie más podría. de Rodolfo Humberto Lamadrid y vida y chofer de Uber. ”Lamadrid ya fue transitado por En este libro el lector se siente Josefa Novak. Sin saberlo, su hogar otros. Pero les puedo asegurar Fue encargado de Relaciones espectador de un documental, resultó el medio de la cancha, el que ninguno antes lo hizo con su Institucionales del Registro Nacional de no de una ficción. Y además, por círculo central. honestidad, con su avidez de Personas Menores Extraviadas de la suerte, no es una historia épica, De chico tuvo problemas de conduc- contar y con su pinzamiento Nación desde 2009 hasta abril de 2017. es la trayectoria discreta de un ta y una extraña habilidad con sus lumbar. A la hora de escribir, trabajador del fútbol. Clubes que piernas, lo que significó el primer Las redes sociales lo empezaron a doloroso como cachetada de no pagan deudas, dirigentes sin cambio forzado de colegio: una conocer, primero, como “El Volante Transformer (…) El de Lamadrid es el escrúpulos que hacen correr mañana, las autoridades de la Escuela Central”, y ya en estos días como “El ejemplo que llega para romper noticias falsas (“Che, ojo que Nº 27 de Villa Domínico decidieron no Triunfador”, llamando la atención de –no se esperaba otra cosa de su Lamadrid está roto”), retiros soportar más las quejas de otros algunos medios de comunicación, que parte- con la hegemonía de los involuntarios llenos de dolor físico padres, quienes no entendían por qué entendieron que era un buen habilidosos en el mundo de la y después una vida sin ahorros, sin cada tarde sus hijos llegaban a sus personaje sólo para los programas de literatura. Apártense los Valdanos, otra preparación que haber casas llorando y con moretones en su radio, es decir, no confiaban (ni confían los Pep Guardiolas, los Kurt jugado siempre a la pelota . piernas luego de las clases de Educa- hoy) en que su imagen deje una huella Lutman. Llegó un cinco que raspa. “ ción Física, pero también de Matemá- en los medios. Se repite la experiencia Y a mí no me sorprende porque los ticas y Geografía. de su paso por el fútbol, donde su rústicos en la cancha, no lo somos Ya de adolescente y en la escuela imagen no quedó inmortalizada en a la hora de enfrentar la Olivetti . secundaria, sería expulsado faltando grandes goles, sino en jugadas de “ tres meses para finalizar el quinto incierta caballerosidad deportiva. año por una falta que dijo no come- Hoy, 2020, es Director General de ter. Más tarde estos problemas de Medios de la Municipalidad de conducta y esta falta de argumentos Avellaneda y escribió este libro. en su defensa se repetirían en LAMADRÍ, EL RENACIDO algunos estadios de futbol. Foto de tapa Leo Patti Diseño de tapa Augusto Pugliese y Juan José Caputo Diseño de interior Fede Sosa Editorial www.edicionesalarco.com Fecha de catalogación: 04/05/2020 Lamadrid, Hugo Lamadrí, el renacido : gloria, caída y resurrección de un trabajador del fútbol / Hugo Lamadrid. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Al arco Ediciones, 2020. 148 p. ; 22 x 15 cm. ISBN 978-987-1367-83-2 1. Fútbol. 2. Autobiografías. I. Título. CDD 796.334092 HUGO LAMADRID LAMADRÍ el renacido Gloria, caída y resurrección de un trabajador del fútbol Dedicatoria A Silvana, mi compañera desde hace más de 30 años. No hay palabra que la defina mejor: mi compañera. A mis hijos Axel y Melany, porque casi no pude disfrutar su niñez ya que una panadería me consumió las horas y el físico. A mi hija Morena, La Triunfadorita, que llegó para traer la alegría a nuestro hogar en el momento ideal. A “el” Rodolfo y “la” Josefa, mis viejos. A Carmelo y María, mis suegros. A todos aquellos futbolistas que cumplieron sus sueños. A todos aquellos a los que el fútbol los abandonó sin previo aviso. A todos aquellos que una vez que dejaron el fútbol, tuvieron que ganarse la vida haciendo cosas para las que no se habían preparado. A todos aquellos que hace tiempo dejaron de jugar, pero que aún se sienten jugadores de fútbol. En especial, a todos aquellos que no pudieron superar el retiro y la muerte les ganó el último pan y queso. Y a Diego Armando Maradona, porque me hizo feliz desde adentro de una cancha. Agradecimientos A Racing Club, Universidad de Chile, Sportivo Barracas de Colón, Aldosivi de Mar del Plata, Juventud Antoniana de Salta, Deportivo Mandiyú de Corrientes, Quilmes A. C., San Martín de San Juan, y Douglas Haig de Pergamino. A Hernán Casciari y a Luis Rubio, por sus prólogos que engalanan estas primeras hojas. A Alejandro Wall, porque en una visión que tuvo me dijo: “Flaco, vos tenés que escribir un libro”. A Carlos Balmaceda, por darme una mano en la hermosa arenga final. A Fernando Otero, Hernán Claus y Diego Borinsky, por sus aportes, correcciones y consejos. A “Carucha” Dejtiar, por su magia y su mediación. A Leo Patti, por la foto. A Augusto Pugliese y Juan José Caputo, por su arte. A Julio Boccalatte y Marcos González Cezer, de Ediciones Al Arco, por la paciencia. Prólogo I POR HERNÁN CASCIARI La figura vikinga de Lamadrid, a mis diecisiete años, intimidaba. Era como estar viendo a un tótem de seis metros y flequillo, una efigie sobrenatural adentro de la cancha. Para peor, atravesó dos épocas emo- cionantes de mi racinguismo adolescente: Lamadrid llegó en medio de la vergüenza de un descenso y se fue después de la gloria de una Su- percopa. Cuando yo tenía quince años y el fútbol lo era todo, él tenía veinte y se sentía inmortal. Jugaba lesionado, justamente, porque se creía inmortal. Muchos años después, cuando ya cargábamos cuarenta y cinco y cincuenta, lo escuché hablar por primera vez y supe que había venido al mundo para algo más que jugar al fútbol. Había venido a explicar qué significa ser un jugador profesional. Su historia es maravillosa, pero no lo es por única. Es la historia de la mayoría de los jugadores de fútbol en la Argentina y, por eso, no se cuenta. En este país solamente narramos las epopeyas. Hablamos mucho de los que salen del barro y alcanzan la gloria. No se suele glosar la historia de aquellos que juegan demasiados partidos con la tibia astillada y nun- ca más, a pesar de mil operaciones, se pueden recuperar. Lamadrid no solo tiene una historia que muchos escritores envi- diarían, sino que puede narrarla como nadie más podría. En este libro el lector se siente espectador de un documental, no de una ficción. Y además, por suerte, no es una historia épica, es la trayectoria discreta de un trabajador del fútbol. Clubes que no pagan deudas, dirigentes sin es- crúpulos que hacen correr noticias falsas (“Che, ojo que Lamadrid está roto”), retiros involuntarios llenos de dolor físico y después una vida sin 8 ahorros, sin otra preparación que haber jugado siempre a la pelota. En este libro todo empieza como un cuento de Fontanarrosa y se va transformando en una novela de Dickens. El deportista ya retirado, con una esposa y dos hijos, que no tiene dinero y comienza a vivir en la casa de los suegros. Aquel que había sido un tótem, ahora busca trabajo; más tarde aprende a amasar y pone una panadería debajo de su casa. Son épocas de enorme esfuerzo, donde duerme dos o tres horas al día. No ve a su mujer ni a sus hijos. Trabaja, trabaja como nunca y sin embargo sospecha que no va a levantar cabeza. Entonces, una madrugada, entra un adolescente a robar a la panadería y el tótem, la efigie vikinga, busca un cuchillo y se abalanza sobre el ladrón. Levanta el cuchillo con la bronca de la tibia astillada, tensa el músculo con la impotencia de los contratos incumplidos e intenta matar al que le roba el pan. Y antes de que el cuento de Dickens se convierta en una novela de Lovecraft, escucha el grito de su mujer: -¡Dejalo, Hugo, es un chico! Y entonces la cabeza de Lamadrid hace un clic. En ese momento de la madrugada el exjugador le abre la puerta del destino al narrador, al hombre que ha sido elegido para contar su vida. Porque no es una decisión contar la propia historia: hay una fuerza clandestina que nos obliga a hacerlo. Escribir no se diferencia mucho a jugar lesionado, incluso a sabiendas de que nos destruirá.